American Horror Story {Murder house

Capítulo 016

red from blood and passion

Los recuerdos. Cosas abstractas y incontables que se quedan en rincones incógnitos de nuestra mente y en el fondo del corazón. Lilith no solía acceder a ellos, sentía que en gran parte solo le hacían sentir dolor aun que en cierto modo ello conseguía hacerla sentir viva. Extraño tal vez pero ella no era como los demás, no vagaba solamente, ella solo lograba sentir una cosa; Ira. Era lo que le corría por cada una de sus venas —pese que por ellas obviamente no fluya nada ya que simplemente esta muerta— pero era lo que le constituía, ella no quería haber muerto, le hubiera gustado poder seguir viviendo, conocer a alguien, escaparse a hurtadillas en la noche... Sin embargo por un terrible malentendido acabó muerta y atrapada en esa casa, tal vez le guste hacerse la desinteresada pero odiaba esa casa y odiaría por lo tanto a todos y cada uno de sus residentes. Por eso el simple hecho de poder causarle algún tipo de dolor, tanto psicológico o físico, podía darle aun que fuera una pizca de diversión. El único que había logrado ver su verdadero ser y la alma que le quedaba fue Tate, por lo que ver que ahora decidía distanciarse de ella para poder observar a una de los harmon le causaba dolor, si eran celos, pero no se quedaría de brazos cruzados por una flacucha suicida.

Clavó las tijeras sobre el maniquí con ira, jadeando se apoyó sobre este para calmar su respiración. Siguió cosiendo el vestido para que no se notara el cambio pudiendo recordar las tardes como aquellas en el salón junto a su madre, mientras ella se dedicaba a torturarla con sus palabras mientras disfrutaba de su lectura. "Respira Lilith, no querrás clavarte la aguja o que la máquina te saque un dedo, ¿verdad pequeña? Si sigues con ese mal genio no te aguantará ni ese gato que tienes como novio." Consigue mirarse al espejo y ve la misma imagen de aquél día, eso logra que una de sus lágrimas retenidas caiga por su delicada mejilla blanca como la nieve y con ello sin quitar la mirada de su reflejo hace que el cristal se parta en mil pedazos. Luego mira con satisfacción el vestido y sonríe con orgullo.

— No estuve desde niña con cayos y heridas en los dedos para que no me sirviera de nada —dijo mientras quitaba el vestido del maniquí para guardarlo doblado encima del montón de ropa del suelo, la cual había encogido— Veamos cuanto te trauma este pequeño detalle mi querida Beatrice, quiero ver como vomitas para mi.

Salió de la sala este, que aún estaba en reformas para ir a la habitación de los trillizos y concluir su plan. Dejó la ropa en el armario, tenía planeado irse tranquilamente sin hacer ningún daño pero no pudo evitar quedarse observando a Roman, sabía que tipo de chico era. Si su tia le hubiera conocido en su época le habría dicho que es como cualquier canción que puedas encontrar sobre un mal chico, el que siempre acaba por romperte el corazón, pero hay algo que la tía Lydia no sabía; Y es que los chicos así siempre tienen una razón para tener también su corazón roto, por eso actúan de semejante manera. Despertó de su mente saliendo de la habitación tropezandose con Savannah, quien parecía haberlo visto todo.

— No esboces ni una sola palabra, además te ví con Eithan. Estás hecha toda una poeta.  —le dijo pasando por delante de ella.
— Lily, solamente te engañas a ti misma con tu faceta de odio —le respondió para luego irse del lugar.


El esplendorioso día en el que se adentraban lo único que había conseguido para Roman desde primera hora de la mañana era crearle nauseas. Si hay algo que odiaba Roman era la estúpida idea de ir de nuevo a clase, pero más aún ver algunas de las clases que odiaba como por ejemplo: Francés. No lograba entender por que debía asistir a clase de una asignatura que no había estudiado en su vida.

Andaba mientras aprovechaba para prender su cigarro y disfrutar de su paz momentánea antes de que las clases se lo arrebataran. Sentía como cada calada que daba la nicotiba entraba en sus pulmones y  se evadía de la presión, Violet y Tris caminaban juntas hablando por delante de él. Al llegar antes de entrar en el instituto pasaron por el patio, Roman se paro sobre uno de los pilares ya que se le había caído su preciada caja metálica, por lo que se paró a recogerla y guardar sus preciados drogas secretos. Pero algo le hizo levantar la cabeza cuando vio como una morena le daba una hostia a su hermana Violet para cuando quiso reaccionar uno de los profesores las había separado y solo pudo escuchar como una de las amigas que estaba con la que había agredido a su melliza le decía "Leah no le hagas caso, has hecho lo correcto". Al fin y al cabo la morena pagaría el precio, de una forma o otra.

Primera hora el idioma que más odiaba, se sentó al final de la clase para empezar a observar por la ventana cuando una rubia se sentó a su lado. Era Tris. La clase empezó y la profesora empezó hablando Frances, "genial" pensó no entendiendo nada de lo que decía, después se puso a hablar con su hermana la cual parecía ser una experta en el idioma. La cual acabó diciéndole que su hermano no controlaba el Frances sino el portugués y el español, lo que hizo que el castaño se enfadara por su hermana por semejante mentira.

En cuanto la campana sonó corrió para salir el primero de la clase y mezclarse con el resto de los estudiantes que salían de sus clases para cambiar de aula, pero una chica hizo que se parara en seco. Leah la chica que había agredido a su hermana estaba frente a su casillero, una sonrisa se formó en su boca y sin pensarlo dos veces se acercó.
— ¿Leah verdad? —preguntó Roman a la chica.
— Si esa soy yo, ¿lo pregunta…?
— Roman Harmon —le responde de forma coqueta— Me preguntaba si tal vez una chica guapa como tú me enseñaría el instituto.
— Seria todo un honor —respondió mordiéndose el labio— ¿Por donde empezamos?
— ¿Los baños?

La chica caminó contoneando su trasero para que el joven no pudiera evitar mirarlo, enseguida llegaron a una puerta de madera donde señalaba que era el baño para el sexo femenino con el símbolo de una mujer en rojo.

El castaño se acercó a la chica para tomarla desde el cuello y juntar sus labios con la ferocidad de un león, después pasó sus labios para besar su cuello y producir que la morena emitiera un gemido de placer mientras con sus manos las pasaba por su cuerpo acariciándola. Ella pasó su mano por el trasero de él para luego a agarrarle el paquete para acariciarlo con suavidad, él empezó a desabrochárle la blusa y ella le imitó con sus pantalones. Las manos del chico pasaron por sus senos acariciándolos y luego posar su boca sobre estos chupándolos e incluso mordisqueando el pezón de la chica y que ella emitiera un pequeño gritito ya que mientras su boca estaba sobre sus pechos su mano se introducía en su zona más íntima esquivando la falda y el tanga que esta llevaba. Ella lo apartó para luego guiñarle un ojo y ponerse de rodillas, se deshizo de el pantalón y los calzones para hacerse con su miembro, el cual puso entre sus manos para acariciarlo con delicadeza repetidas veces, él apoyó su mano en el lavabo y ella pasó al siguiente paso. Empezó a felar el pene de Roman haciendo que este no pudiera evitar gemir y sonreír con satisfacción, fue dándole caricias con su lengua en la punta de este mientras él se mordía el labio como símbolo de placer. Cuando terminó de chupársela continuó con un movimiento rápido de manos finalizando con un líquido blanquecino en su boca, el éxtasis del chico había salido y su ritmo acelerado parecía empezar a calmarse.

— Ahora que me he portado bien quiero que me lo devuelvas, introduce tu polla dentro de mi Roman —él rió ante el comentario.
— No me follo a las putas como tú, sin embargo me has proporcionado algo de placer que necesitaba, mi enhorabuena tu experiencia de felar miembros la he notado —le explicó con una carcajada. Sacó varios billetes de su cartera y se los tiró al suelo— La próxima vez piénsate a quien le pegas una hostia en la cara, por que mi querida puta de barrio barato, ella es mi hermana.


El resto de clases habían resultado lo suficiente aburridas como para aburrirse de garabatear en su cuaderno, las únicas que en parte podían haber valido la pena había sido historia y literatura. Iba caminando de regreso a casa, todo parecía estar bien, se encontró a Violet metros adelante y corrió hasta al alcanzarla para susurrarle al oído “tranquila no te volverá a molestar” para después encenderse otro cigarro antes de llegar a casa, hoy no le apetecía olvidar, el día había sido bastante bueno por lo que no recurriría de momento al polvo mágico. No tardaron más de unas cuantas calles en llegar a su casa, la que ahora estaba en el culo del mundo, para cuando llegaron sus padres estaban en ella. Violet subió arriba y el se quedó en la escalera sentado mirando el suelo mientras jugaba con su anillo. Una sombra paso por delante de él y con ella una fragancia a lirio blanco, levantó la mirada intentando captarla pero lo único que consiguió es quedarse con el olor entre sus fosas nasales, pero le indicaba un lugar; La cocina. Sin saber el porqué simplemente la siguió hasta el lugar repleto de electrodomésticos pero sin ninguno de los miembros de la familia allí, frunció el ceño y movió la cabeza como si con aquél simple gesto se pudiera deshacer de ese presentimiento para luego morder una manzana.

— Bueno y este es el último lugar de la casa, la cocina. Aun que probablemente usted la conoce mejor que yo puesto que ha pasado más tiempo. —dijo Vivien antes de llegar al lugar y comprobar que su hijo yacía allí— Roman, estas son Moira y su sobrina Lilith. Nos ayudaran con la limpieza de la casa.

"Esto debe de ser un sueño, ¿mi propia madre contratando a una diosa pelirroja y su sobrina rubia parecida a una ninfa? La cual huele a Lirios, lirios..." pensó Roman y su madre pareció sacarle de su pequeño trance pidiéndole que se presentara y no fuera maleducado. Su madre fue a presentarle a Moira al padre dejando a ambos jóvenes solos, Lilith se acercó a él y pegó un mordisco de la manzana, la cual hace un momento él había comido.

—Personalmente me gustan más las manzanas rojas que las verdes, cuando el color de la piel es más semejante a la sangre es más deliciosa —dijo ella jugando con la fruta hasta que su tía la llamó— Nos veremos pronto Roman, espero que sepas elegir mejores cosas que la fruta.

Y dicho esto se marchó, dejándolo desconcertado.

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