Human/N.C./1D&5SOS.

Sometimes shit just happens.

Tortura. Ese maldito sonido era una tortura. Todos los santos día sonaba a la misma hora con el mismo taladrante "tick tick tick". No sabía cómo cambiarlo porque era un antiguo despertador que las personas que vivían acá lo dejaron, y como todo los viene bien...
Odiaba los lunes, tanto los lunes, como martes,miércoles, jueves... Resumiendo, odiaba ir a la escuela.
Tuve que ponerme el uniforme del Instituto, oscuro sin vida. Hacer la mochila con los libros de Historia, Geografía y Prácticas del Lenguaje porque soy tan colgada que siempre hago todo a último momento.
La verdad es que mi vida no tenía colores vivos, sino que oscuros... Puede que sea porque mi padre se las tomó, se fue corriendo de la casa dejando a mi mamá embarazada de mí, sin saber luego, nada de él y sin ganas de saberlo. Le dije a mi madre que por favor no lo mencione ni lo meta en oraciones que estemos ella, él y yo juntos.
{flashback}
-Mami ¿dónde está papá?- pobre de mí, una niña tan inocente, aceptando las mentiras que mi mamá me decía para protegerme.
-Él se ha ido, se fue... se fue a trabajar. S..Sí. Se fue a trabajar al exterior, necesitamos dinero. Pero tranquila-dijo removiendo mi pelo- vendrá más pronto de lo que canta un gallo.-cambió de tema para no seguir mintiendo, ella odia esa palabra. Me refiero a "mentira". ¿te acordas de la canción del gallo?-comenzó a aplaudir haciendo la melodía y yo cantaba y bailaba mi canción favorita, olvidándome de ese extraño que no merece llevar el nombre de "papi".
{fin de flashback}
Me tragué esa mentira hasta los seis años, que mi mamá me contó la dolorosa verdad. Él era un hombre que no tenía valentía, que se fue sin dejarme el apellido, se fue sin noción de la familia que dejaba atrás. No sé si sabe, hoy en día, que tiene una hija, pero no me interesa. No me interesa nada de él.
A los diez años me enteré que tiene una hija, otra. Que anda, de seguro, de mujer en mujer. Todo sucedió porque un día estabamos en la clase de Matemática, insólito. Hicimos una ronda para que cada uno hablara un poquito de lo que trata su vida. Yo era una de las últimas, pero eso no importa. Una chica con una voz suave, tímida. La mirada que provenía de esos ojos hundidos no se sabía dónde estaba fijada. Sabía que tenía problemas. Pero ella solo respondió lo básico.
-Clara Jade Jhonson.- se acomodó el pelo que le caía por el rostro- Diecisiete años. Mi padre Mark Jhonson. Desgraciadamente me dejó el apellido. No sé cómo ni por qué. No tengo nada más que decir, a nadie le interesa mi vida, ni tiene derecho a saber algo sobre ella.
Un silencio abordó el aula. Nadie habló. Los minutos fueron largos.
Luego de un momento recordé. "Tu padre se llamaba Mark Jhonson. Pero no te dejó el apellido, por eso siempre me preguntaste por qué tenías el mio y no el de tu padre, ¿ahora entiendes?" Cómo lloré. No fue por tristeza. Fue por rabia y odio, mucho odio.
¿Su padre y el mío son el mismo? Sí, así era.
Nos hablamos con ella, estuvimos una semana hablando. Pero ella me dijo que no necesitaba amigos. Que ella tenía problemas que no quería compartir.
Ella no sabía que yo también tenía problemas, y demasiados. Míos y de mi madre. Y los que mi padre había dejado que estaban pesándole los hombros a mi madre, y yo era la que la soportaba ante cualquier cosa. "Tranquila, yo te voy a ayudar. Todo está bien".
Era loco, porque yo le decía eso y ni siquiera podía controlar mis propios proble...
-¿Estás lista? Ya encendí el auto. Desayuna tranquila. Yo voy a estar calentando el motor.-a penas podía entenderla porque mis pensamientos estaban en otro lado.
Me sequé mis lágrimas y bajé. No tenía hambre.
Llegué a la escuela. Tarde. El timbre había sonado ya hace diez minutos. Fui a la sala de llegadas tarde. Tendría que entregar mi cuaderno de comunicados por... tercera vez en la semana pasada y esta.
-¿Otra vez?-dijo la preceptora.
Todos se voltearon a verme. Yo sólo me encogí de hombros.
Me puse en cuclillas para abrir la mochila y buscar el cuaderno de comunicados del Instituto. No estaba. De esta no zafaba. La vez pasada me dijeron que debía traerlo porque sino me pondrían un apercibimiento. Organización estúpida del Instituto.
Mientras escuchaba a la directora hablar de fondo sentía una mirada, realmente incómoda, posada en mí. No traté de buscarla porque la iba a encontrar y intercambiaríamos miradas. No quiero.
No me pude contener porque la mirada seguía clavada en mí tanto tiempo que ya era incómoda superando mi límite. La busqué pero no la encontraba. Me detuve y retrocedí.
Estaba sentado con su mochila en un rincón a oscuras. Sentado sobre una silla, se veía cómodo, bastante para estar desparramado sobre la silla. Se veía que era alto y delgado. Su cabello era corto de color castaño claro. Ojos medianamente color café, profundos. Y cómo no detener mi mirada en su marca de nacimiento en el cuello, forma peculiar. Esa era la descripción que podía hacer de él ya que no se dejaba ver bien.
Su miraba no dejaba de estar sobre mí. Ya no me importó porque yo empecé a observarlo. Examinarlo. Si tuviera que describirlo en una palabra sería atractivamente-misterioso, si es que se consideraría una palabra.
-Hagan una fila y de forma ordenada entreguen los cuadernos para ponerles media falta- dijo la vieja sin ganas y gritando como la mejor. Me pregunto cómo puede gritar a esta hora de la mañana. Ya me daba mal humor.
Llegué yo. Busqué al chico con la mirada. Ya no estaba.
-No tengo el cuaderno, me lo olvidé.- dije en voz baja.
-¿Y cómo quieres que te ponga la falta?-levantó una ceja. Insoportable.
-No tengo idea, vos sos la preceptora, yo no.-tenía varias opciones para responderle. Creo que elegí la peor. Ella se reservó a contestar.
-En el primer recreo pasa por la sala de profesores así te pongo el apercibimiento correspondiente por no haber traído el cuaderno.
¿Qué se cree esta vieja?¿Se cree que tiene todo el poder? Golpeé toda la puerta y me fui a mi salón con toda la ira metida. Cuando terminara la escuela incendiaría su casa. Tenía un carácter muy fuerte.
Como mi mamá no tenía el dinero suficiente me mandaba a esta escuela que no invertía ni en infraestructura. Las paredes se caían a pedazos y cuando necesitábamos sillas no habían por ningún lado. A veces no había clases porque faltaban mesas o se cortaba la luz. Muchas personas repitieron y sin embargo siguen estando en esta escuela, me refiero a repetir cuatro años.
No tenía silla. Busqué por todos los salones. Encontré por suerte una silla. Vieja pero encontré. Fui a mi salón y me senté sola. Como de costumbre.
Pasó la larga hora de Historia y tocó el timbre, mi salvador, porque no había llevado la tarea.
Fui a la sala de profesores para firmar el estúpido apercibimiento que merecía por no traer el cuaderno. Mi mamá se enojaría, no me dejaría salir a ningún lado. Pero a mí me valía lo mismo.
Subí al primer piso, allí estaba la puerta que me permitiría no salir de casa por una semana.
Mi corazón se detuvo cuando abrí la puerta.
Su mirada estaba clavada en mí nuevamente.