Human/N.C./1D&5SOS.

-Tarde señorita Brooks-Dijo el profesor Fernández luego de que entre al salón- Otra vez
“Era esto o no venía” Todos voltearon a verme. Ya recuerdo una razón más por la que odio la escuela, me da vergüenza que mis malditos compañeros miren a la persona que nombra el profesor, osea, ¿con qué necesidad? Me ponen nerviosa. Ellos seguían observándome, algunos con curiosidad, otros con odio, como si fuera una rareza que no perteneciera a su grupo. Los entiendo ¿En qué planeta aceptarían a una gorda idiota como yo?
Me sentí tan presionada que bajé la cabeza y miré la punta de mis Vans negras.
-Lo siento-Dije, aunque más bien pareció un susurro.
-Por favor siéntese
Con mucho cuidado de no hacer ningún gesto o expresión que pudieran interpretar como malo levante la cabeza y busqué un asiento. Mi asiento estaba libre. Cargué mis cosas hasta el banco de siempre, el de la última fila al lado de la pared, en donde está todo oscuro y parece que no existo, me encanta.
“De nuevo en casa” Dije en mi mente.
Sentí un gran alivio. Suspiré. Durante dos horas no tendría más miradas sobre mí.
Proseguí con lo mío, me acomodé bien en la silla y comencé a dibujar una Lucille perfecta. Primero dibuje la silueta, con el cuerpo que yo siempre desee y nunca tuve. Después la cara, hermosa y con rasgos finos, la que siempre soñé. Luego el pelo, lacio y largo que enmarcaba perfectamente mi rostro.
“Esa no se parece en nada a vos” Se burló mi mente “Más que una versión perfecta eso es una supermodelo” Siguió “Nunca serás así, ni en tu más grande sueño”
Tomé el maldito dibujo de arriba de la mesa y lo rompí en un montón de pedazos. Mis ojos se aguaron, pero me contuve.
-No debes llorar-Susurré tan bajo que apenas sí lo escuche.
Intenté en vano prestar atención a la clase, era un tema demasiado aburrido que ya sabía. Necesitaba pensar en otra cosa porque si no lloraría y eso es lo último que quiero. Rogué que tocara el timbre lo más rápido posible. Solo pensaba en irme a algún lugar en donde pudiera estar sola y relajarme un poco. Para mi desgracia, el tiempo que faltaba de clase duro siglos, y como si eso fuera poco cada vez me sentía peor.
En esos momentos parecía que era mejor no existir, aunque la mayor parte del tiempo me sentía así y tendría que aceptarlo algún día, no puedo hacerme invisible, porque existo, aunque no quiera. El timbre sonó.
“Al fin” Pensé “Fueron las dos horas más largas de toda mi vida”
Esperé que mis “queridos” compañeros salieran del aula antes de ir al pasillo, ya que si no me aplastarían contra el marco de la puerta. Lugo de que la última persona saliera decidí ir a la biblioteca. Allí había silencio, tranquilidad y no había espejos, así no me acomplejaba más. El lugar perfecto, podría estar sola y procesar lo que me pasaba para sobrevivir aunque sea el tiempo que tuviera que estar en la escuela sin llorar. Me dirigí hacia el lugar elegido. Luego de entrar la bibliotecaria me observo de arriba abajo, eso me puso extremadamente incomoda, odio que la gente me mire. Tengo demasiados defectos y no me gusta que se den cuenta de eso. Aunque eso no cambie el hecho de que están ahí, me hace sentir mejor.
-Buenos días-Dijo ella y una sonrisa se dibujó en su rostro.
-Hola-Respondí el saludo con la voz que pude. Tenía un nudo en la garganta que evitaba que hable o me ponía temblorosa la voz.
-¿Te sientes bien?-Preguntó levantando una ceja.
-Estoy bien-Mi voz esta vez se escuchó fuerte, no sé si le hable así realmente o esas palabras solo estaban retumbando en mi cabeza.
“Claro que estas bien” Se burló mi subconsciente sarcásticamente “Mejor que nunca” Se rió de mí.
Mis ojos se pusieron vidriosos. Esta vez no podría contenerme, así que fui lo más rápido posible hacia algún lugar donde no hubiera nadie, me senté en el piso y dejé que las lágrimas rodaran por mis mejillas. Intenté ser fuerte y dejar de llorar pero cada vez estaba peor. No podría sobrevivir a esto todo el día, si tan solo esas voces de mierda se callaran por unos momentos tal vez podría dejar de hacer esto y hacerme la enferma para que mis padres me saquen de aquí. Pero estaba claro que no pararían, ni ahora ni nunca. Me querían hacer sufrir y humillarme en frente de personas que buscan lo mismo que ellas.
“¿Te das cuenta? Ni vos misma te querés. Me das vergüenza” Una voz nueva se burló.
Las lágrimas seguían saliendo de mis ojos.  Intentaba que pararan cada vez era peor.
Estuve allí un largo rato, y aunque ya había sonado el timbre que indicaba que tenía que volver a clase me quedé. Había encontrado una mentira perfecta para la preceptora, pero tenía que deshacerme de toda esta mierda que estaba dentro de mí. Esas cosas que me perseguían desde hace mucho tiempo, saldrían con mis lágrimas. Mi madre siempre me dijo que llorar a veces es bueno, supongo que para descomprimir, pero a mi no me gustaba en lo más mínimo.
Luego de un tiempo estaba lista para seguir con mi plan. Con un pañuelo me saqué el maquillaje corrido y luego me pinté nuevamente, para que nadie se diera cuenta. Sin hacer ruido salí de la biblioteca y fui a la preceptoría, apenas entré mis ojos se encontraron con los de la persona que más odiaba, Caroline, mi prima. Lo peor de odiarla era que no tenía razones, en realidad sí, tenía razones, y muchas. Ella tenía todo lo que yo siempre desee, podía bajarme la autoestima con solo mirarla. Es hermosa, tiene muchos amigos, nunca se quivoca, todos los chicos quieren estar con ella y puede conseguir todo lo que necesita con solo pedirlo. ¿Qué más se necesita? Llegué al odio porque la envidia es poco.
“Maldición” Dije en mis pensamientos “¿Qué hace ella aquí?”
Intenté no distraerme y proseguí con mi plan.
-¿Estas bien Brooks?-Dijo la preceptora al verme
-La verdad que no, me siento muy mal, tengo nauseas y me duele la cabeza- Exageré un poco mi voz para que pareciera que realmente estaba mal de salud.
“Claro que sí” Me reí en mi mente “Si me cree es porque es mas ingenua de lo que pensé”
-¿Quieres llamar a tus padres?
-Por favor, es que me siento tan mal
“Que mala actriz eres Lucille”
Llamé a mi madre al trabajo desde el teléfono de la escuela. Ella me dijo que en unos momentos vendría a retirarme. Para mi alivio todo había salido bien, aunque no estaba segura de que mi madre me hubiese creído.
-Solo firme aquí y luego podrá llevarse a las dos señoritas
“¿Dos señoritas? ¿Cuáles dos señoritas? Espera…”
-Muchas gracias-Dijo luego de firmar- Vamos chicas
Yo solo caminé por el pasillo mirando al piso. No iba a hablar.
“¿Por qué ella está aquí? Espero que no sea lo mismo de la última vez”
Cuando llegamos a mi casa Caroline bajó con nosotras. Eso no era una buena señal, o por lo menos no para mí.
-Siéntete como en tu casa-Dijo mi madre dejando su abrigo sobre el sillón- Compartirás habitación con Lucy este fin de semana, porque ya sabes, tus padres están fuera del país
“¿Qué? ¿Con que necesidad se tiene que quedar aquí? Y para empeorar en mí habitación”
Ella subió la escalera.
-Dime que te pasa ¿Estuviste llorando de nuevo no?
-No
-No me mientas, lo veo en tus ojos, los tienes rojos e hinchados-No le respondí- No puedes seguir así hija
“Claro que puedo”
-Comenzarás terapia

-¿Terapia?-Dije histérica