Human/N.C./1D&5SOS.

Capitulo 011

No podía dejar de mirarlo, algo en mi se negaba a que despegara mis ojos de él. Algo en mi interior me hacía rebosar de alegría y algo más cada que su mirada chocaba accidentalmente con la mía, la sensación era indescriptible, al igual que la aceleración de mi corazón.

Movía mis manos por sobre mi regazo debajo de la banca blanca. Estábamos en el almuerzo y en vez de ir todos los días a la biblioteca, me había tomado el atrevimiento de seguirlo a él, mientras hablaba naturalmente con sus amigos y comía su almuerzo despreocupadamente. Sus movimientos tan relajados, y su apariencia lo hacían lucir tan adorable y atractivo a la vez que me dejaba anonadada. Era tan increíble... todo él lo era.

Louis para mí, se había vuelto una especie de ídolo, lo miraba caminar solo y relajado por los infestados pasillos del instituto, lo escuchaba de lejos tocar el piano, y me gustaba mirarle el perfil cuando me sentaba a un costado algo alejada en las clases de historia, matemáticas y literatura. Era una especie de secreto, un secreto que me provocaba admiración y curiosidad, que iba más allá de lo normal, pero yo no era normal. Esto posiblemente se confundía con la obsesión de querer estar cerca de él, de mirarle todos los días, entre otras cosas, pero no... esto era algo más, era inexplicable, y me agradaba la manera en la que su voz acallaba la voz en mi cabeza, me agradaba que el brillo de sus ojos alejara mis miedos y su sola presencia acabara con mis demonios. Era simplemente algo más.

Nadie lo sabía, de echo ni siquiera mi gato. Me negaba rotundamente a pronunciar su nombre sola o con alguien, me sentía algo insegura y a la vez tan segura de todo.

—Si tomas una foto tal vez duré más—Me sobresalté en cuanto escuché una desagradable voz -a mi parecer- hablar cerca de mi oído e inmediatamente me puse de pie asustada.
—¿Qué?—Susurré llena de temor, la voz comenzó a gritar en mi cabeza miles de maldiciones y mordí mis labios tratando de que dañarlos para que el martirio interno se terminara antes de que hiciera algo mal.
—Soy Spencer—La chica frente a mí, estiro su mano con una sonrisa amable en sus labios, pero apesar de su mirada y su actitud me pareció simplemente repugnante. Nadie hablaba conmigo. Era Alice la chica enferma. Nadie habla con Alice.
—Tengo que irme—Dije a lo bajo y su mirada cambió rotundamente a preocupada y asustada cuando gemí de dolor y tome mi cabeza entre mis manos. Esto estaba mal.

La voz no se callaba.

—¿Estas bien, Alice?—¿Alice?, ¿Cómo rayos sabia mi nombre?.

Solloce, y las lágrimas comenzaron a bajar y apesar de tratar de que todo quedara dentro de mí, no pude retenerlo.

—¡Sal de mi cabeza!, ¡Cállate!, ¡Cállate!—Grité con todas mis fuerzas, golpeándome la cabeza, pataleé y luego caí al suelo removiéndome en el césped.—¡Cállate!, ¡Déjame!, ¡Cállate!
—¡Dios, Alice!, ¡Ayuda, por favor, ayuda!—A lo lejos escuché sus gritos, pero en mi, parecieron solo susurros, que luego se perdieron en un silencio preocupante dentro de mi, y luego de ver muchas piernas a mi alrededor y sentir como me cargaban. Todo se volvió negro.

{***}

El pitido de la tonta maquina era insoportable, el olor a hospital inundaba mis fosas nasales y cuatro paredes blancas que recordaba a la perfección aparecieron en mi vista tan pronto desperté.

Mamá se encontraba sentada en la esquina de la neutra habitación, su rostro lucía preocupado y me culpe por ello... y por todo lo demás, literalmente por todo.

—Mamá—Me sorprendió el tono en el que hablé, tan débil, tan escalofriante.

Ella levantó su mirada y casi corrió para tomar mi mano entre las suyas y depositar un beso en ella y luego en mi frente, cerré los ojos ante el acto y luego los abrí para mirarle el rostro mejor.

—¿Qué ha pasado?—Pregunté, pero esta vez no era como las otras. Está vez recordaba a la perfección todo lo que había ocurrido, no era como la vez en la que me lastime, o como la vez en que lastime a mamá y solo quedaban lagunas mentales, esta vez fue tan diferente.

—Alice...—Susurró con voz quebrada y comenzó a llorar. No otra vez, por favor, ¿Qué hice?, ¿Ahora si me llevaran?, ¿Volveré al hospital?.

La puerta se abrió de pronto y me sorprendió la cabellera azabache y los ojos azules. Patrick entró por la puerta marrón -que era lo único a mi parecer con otro color que no fuera el blanco- y le tendió un vaso de café a mamá, para luego mirarme con una sonrisa.

—¿Cómo estás?—Preguntó simplemente y me sorprendió su tono de voz.
—¿Qué sucedió?—No quería contarlo aunque supiera que paso, no quería hablar, no quería si quiera estar aquí y que ellos me miraran de esa forma cruel como la última vez.
—Un ataque—Dijo y suspiró—Lo de siempre, solo que fue en menor grado gracias a dios. Nada de ataques solo fue algo simple—Asentí agradecida, nada había sucedido. Pero me preocupaba el hecho de que ahora todos sabrían lo que sucedía conmigo, apesar de tratar por años que nadie se diera cuenta de mí o de mi enfermedad. Me conocían como la chica un poco loca que no hablaba con nadie, pero no sabían sobre la esquizofrenia.
—¿Estoy bien?—Pregunté y el toco mi rodilla por sobre la sabana tratando de reconfortarme.
—¿Lo estás?—Ahora preguntó él y me encogí de hombros.
—¿Cuando me voy?—Mamá me miró.
—Eh sugerido que pases la noche aquí, te veo débil Alice, el doctor ya esta informado sobre todo y ha aceptado—Dijo Patrick y asentí. Nada esta mal, todo iba bien, por ahora.
—Cariño, unos chicos están afuera preocupados por ti, vinieron desde allá por ti, y me gustaría que te vieran, enserio se ven realmente preocupados—Mamá acaricio mi cabello y la miré asustada. No, no, no. ¿Quienes son?, ¿Qué quieren?.
—¿Qu-
—Lo llamaré—Mamá me interrumpió bruscamente antes de que acabara de hablar y salió presurosa por la puerta. Me llené de horror.
—Tranquila, se ven agradables—Habló Patrick sonriendo.
—Pero... ¿Quienes son?, ¿Cómo son?, ¿Qué les diré?, ¿Ellos saben sobre mi?, ¿Qué preguntaran?—Hablé tan rápido y tan temerosa que me sorprendí a mi misma.
—Tranquila, Alice... todo irá bien—Habló tranquilo, pero no... nada iría bien. La misma frase desde siempre, y el mismo resultado... nada iba bien.

El tomó mi mano y acarició con sutilidad mi muñeca, le dejaba tomarse ese tipo de atribuciones conmigo porque consideraba a Patrick algo más que un simple psiquiatra, él siempre estuvo en mis peores momentos, y él siempre me escuchaba, siempre estaba ahí cuando yo lo necesitaba, aunque yo creyese que no lo necesitaba.

Luego de unos minutos de silencio, mamá entró por la puerta con una sonrisa y un gran ramo de rosas rojas. Luego de ellos entró la misma chica que me habló en el almuerzo, y por si fuera poco mi sufrimiento, Louis también entró por la puerta, con un andar preocupado y parecía con los nervios desbordando de él.

Su mirada chocó con la mía, y entonces todo se esfumo. Todo a mi alrededor tomó color... las paredes ya no eran blancas y neutrales, mi sufrimiento se había ido, y por ahora... sentía como si el "todo irá bien" de Patrick fuera cierto y justamente ahora estuviera sucediendo, porque así se sentía... se sentía bien. Me sentía bien. Se sentía jodidamente bien.