crawling back to you { tom delonge.

I'M CRAWLING BACK TO YOU, BEGGING FOR A SECOND CHANCE, ARE YOU GONNA LET ME IN?, I WAS RUNNING FROM THE TRUTH, BUT NOW I'M CRAWLING BACK TO YOU. ✖

Y aquí estoy de nuevo, en la puerta de su casa. Hace una semana estaba aquí, pero diciéndole adiós, diciéndole que esto no podía seguir, viendo cómo sus lágrimas caían sin control, y sintiéndome la peor persona del mundo. Hubiera seguido sintiéndome la peor persona del mundo si no fuera por Mark, mi mejor amigo, que me hizo recapacitar y volver a donde mi tormento empezó, y donde lo mejor que me pudo haber pasado terminó.

Golpeo la puerta, espero unos segundos, y nadie abre. Vuelvo a intentar, pero nada. ¿Dónde mierda está metida?, sé que está en casa, es de noche y la luz de su habitación está encendida. Mis manos empiezan a sudar, me está ignorando y mi enojo está empezando a fluir. Siempre era así, me ignoraba, yo me enojaba y terminábamos reconciliados. Pero ahora era distinto, no estábamos juntos, así que la reconciliación inmediata no sería posible.

Vuelvo a intentar, golpeo con un poco de impaciencia. De nuevo sucede lo mismo, me ignora completamente. Empiezo a golpear sin cesar, con movimientos toscos, en cualquier momento la puerta se derribaría. Las manos me empiezan a doler de tan fuerte que golpeo la bendita puerta. Pero nada. Me ignora.

Ya cansado, decido llamarla, no me queda de otra. Saco mi teléfono celular de mi bolsillo trasero de mi pantalón, y marco su número, el cual me sé de memoria. Espero unos segundos, hasta que contesta.

— Hola… —murmuro. Pero nadie contesta. —Estoy afuera de tu casa, por favor, ábreme la puerta… —de nuevo silencio, sé que está ahí, lo sé. —Sé que estás ahí, por favor háblame siquiera —pido con un nudo en mi garganta—. Puedes hacerme esperar, pero yo no quiero esperar para decirte cuanto te amo —escucho ahora su respiración, pesada, con ganas de llorar—. Te necesito conmigo, por favor, ábreme la puerta… —de nuevo nada. No me quedaba otra cosa que hacer, más que decir todo lo que sentía, era ahora o nunca. —Fui un completo estúpido, no sé cómo pude haberme alejado de ti. Pero estaba equivocado cuando lo hice. Y sí, sé que dije que estaríamos mejor separados, que era tiempo de avanzar cada uno con nuestras vidas, de que somos completamente diferentes y que eso haría que nuestra relación muriera de a poco, pero yo fui quien mató nuestra relación. Sé que rompí tu corazón, pero no lo hice para romper tu corazón. Sé que estás enojada, no te culpo por estar enojada, pero te necesito —las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas. Yo nunca lloro, nunca, pero por Britney lo estoy haciendo, porque la necesito y ella ya no está junto a mí—. Si pudieras ver estas lágrimas, estoy llorando. Si pudieras tocar estas manos que no paran de temblar, escuchar mi corazón que está dejando de latir; verías a un hombre diferente. Y cariño aquí estoy, golpeando tu puerta delantera, con mi orgullo derramando en el piso, con mis manos y rodillas heridas. Te ruego que me des una segunda oportunidad, ¿puedes dejarme entrar? —Ruego, pero el silencio se hace presente—. Estaba huyendo de la verdad, y ahora me arrastro de vuelta hacia ti… —finalizo con las palabras que me estaban saliendo sin pensarlas. Ni si quiera sé bien lo que dije, sólo sé que amo a Britney. Espero a que diga algo, pero no dice nada. —Bien, por ti soy capaz de cualquier cosa, ¿lo sabes verdad? Pues, si no me quieres escuchar, haré que todos me escuchen —camino lejos de su puerta, me quedo parado en medio de la carretera, por suerte no pasa ningún auto. Alejo un poco el teléfono celular de mi cara, tomo aire y finalmente lo suelto mientras grito: — ¡AMO A BRITNEY JEAN SPEARS!, ¡LA AMO CON TODO MI MALDITO CORAZÓN!, ¡ES MI…! —no alcanzo a terminar, alguien me tapa la boca y me lleva prácticamente arrastrando a la casa de Britney. Sé que es ella, mi rubia.
— ¿Qué crees que haces? —murmura aguantando la risa, mientras cierra la puerta principal y me acorrala contra ella. —Venía bajando a abrirte la puerta cuando empiezas a gritar —miro sus hermosos ojos, los cuales siguen vidriosos por las lágrimas que derramó.
— Lo siento, estaba desesperado —digo, un poco avergonzado.
— Me lo imagino… —se forma el silencio. Pero no es un silencio incómodo. Es un silencio agradable, demasiado agradable. Pero ella lo interrumpe: — ¿Qué esperas para besarme?

Finalmente la beso, la beso como no la había besado nunca. La extrañaba mucho, demasiado.