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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Shadows into Light {N.C
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Re: Shadows into Light {N.C
Amor mío, tengo una duda :skip: ¿cómo es la onda de los que manipulan cristales? Y... ¿el control de luz, también, en qué consiste? Te amo )):
wanweird
Re: Shadows into Light {N.C
Mi vida :skip: uhm, te lo explico en el muro :skip: esop. te amo más):
Invitado
Invitado
Re: Shadows into Light {N.C
Aún me falta explicar unas cosillas más que explicar, no se si se entienda lo que quiero decir. :skip: shit.
Invitado
Invitado
Re: Shadows into Light {N.C
Capítulo 2
Hoy era uno de esos días extraños que, últimamente, he estado presenciando y de alguna u otra forma, sufriendo. La verdad es que, tener un poder sobrenatural, de tanta calaña e importancia para el mundo entero es simplemente terrorífico.
Suelo meter la pata muy seguido, la mayoría del tiempo estoy pidiendo disculpas por cosas que hago o digo y la cantidad de errores y tropezones que he “enmendado” han sido más de lo que un gato alcanza en sus 7 vidas con todo y reencarnación. Mamá siempre me había dicho cuán patosa y torpe era, pero me amaba tanto que, en lugar de dar lugar a las riñas y los gritos, quizá jalones de orejas o alguna perorata inservible, me decía con todo el cariño que la caracterizaba; que tratase de pensar en todo antes de abrir la boca o dar un paso y terminar en el suelo.
Cuando apenas cumplía los doce años de edad, —una temporada donde la transición de la niñez a la pubertad es prácticamente horrible— mamá desapareció de la faz de la Tierra y yo me sumí en una depresión de lo más espantosa. Papá y yo no habíamos creado un vínculo lo suficientemente fuerte como para llorarle juntos o algo parecido, así que decidí resguardarme del mundo entero por más de un año y sumirme en una autocompasión tan sosa que terminé por abrir los ojos y salir a enfrentar al infierno mismo. Comencé a tener muchos amigos, me hice parte de algunos grupos académicos y deportivos, mis notas siguieron estando en lo más alto y conseguí mover las caderas en un montón de fiestas, así como a conocer a chicos atractivos y tener alguna que otra aventura adolescente.
Con el paso de los años, mientras dormía o estaba por cerrar los ojos hacia el mundo de los sueños, imágenes difusas de luces, cristales, sombras, algunos hombres y la presencia de gritos desgarradores o susurros escalofriantes terminaban por provocarme taquicardias, jaquecas, arcadas y alguno que otro dolor de estómago. Hubo semanas donde no dormía por el miedo, semanas donde me resguardaba en la biblioteca de mi hogar con todas las luces encendidas bebiendo café o bebidas energéticas. Hubo una racha donde mis notas comenzaron a bajar y mi aspecto físico tanto emocional cayó en picada, siendo realmente vergonzoso. Acudí con algunos psicólogos antes de los 15 años y, cuando papá se dio cuenta de cuán desesperada estaba, tuvimos una charla extraña que, terminó por sacar la mierda fuera de mí con sollozos lastimeros y lágrimas espesas.
Aún recuerdo su atractivo rostro masculino explayando con tanta pasión lo que nosotros éramos. A dónde mamá, él y ahora yo pertenecíamos. Me explicó que mi madre no había muerto, que estaba en alguna parte del mundo ayudando a una especie de clan a evitar que una de las luchas más grandes entre Lums y Sombras se desatase. Dijo que él estuvo meses enteros en vela, investigando el paradero de mi madre y que, por más culpable que se sentía por haberme dejado de lado, estar entrenando a chicos que apenas encuentran su lugar en los clanes para salvar a la humanidad, era una buena excusa para no prestarme atención.
Me dolió el saber que papá no me quería tanto. Pero entendía el lugar en donde mi familia se encontraba. Un lugar de lo más especial, un rango casi único que tenía que comenzar a descubrir y manejar por el bien del mundo entero. Saber que mamá no estaba hecha polvo fue de lo más lindo pero, la preocupación y el terror siguen estando presentes en las pesadillas o en las visiones que, cuando estoy sumida en algún pensamiento, me arraigan.
Es mejor conectar los casquillos de mis auriculares en los oídos o convivir con otras personas porque, estando en soledad o prestando demasiada atención a prácticamente nada, terminan por carcomer mis terminaciones nerviosas.
Hace un año que estoy en la facultad de Periodismo en la Universidad de Chicago. Es una Universidad de lo más prestigiosa, famosa alrededor del mundo, con un montón de premios, profesores de lo más estrictos y un nivel académico superior. Estar aquí me ayuda a concentrarme en algo más que no sea el poder de manipular cristales. Me hace sentir normal, una chica común y corriente que se prepara académicamente para forjarse un futuro. Saber lo que puedo hacer tan sólo con estirar mi mano y concentrarme es extraño. Al principio sufrí. Cuando dejaba la vista fija en algún objeto, terminaba por forrarlo con una barrera de cristal. Me pasó en mis años del secundario, pero papá supo enseñarme a cómo controlar mi poder, a cómo concentrarme en los chakras y a cómo hacer de mi jurisdicción más útil y fuerte.
Hoy en día manejo muy bien mi poder y en ocasiones me siento genial por poseer este tipo de don. Aunque, la mayoría del tiempo lloriqueo en silencio, maldigo, sollozo y me pregunto, ¿por qué no pude ser una chica normal?
Después de dejar de correr el agua de la ducha y de enfundarme en unos cómodos pantalones de chándal grises, me paso por encima de la cabeza una camiseta de tirantes negra. Salgo del pequeño baño de mi habitación con la toalla enrollada en mi pelo y tarareando al ritmo de la música que reproduce mi equipo de sonido.
Observo las uñas de mis pies y hago una mueca con los labios. Hace menos de tres días que me coloqué un bonito esmalte rosado y ahora luce todo carcomido. Pongo los ojos en blanco, tiendo mi cama, recojo alguna basura del suelo y comienzo a sacar las compras.
Hoy me aventuré a salir a la calle, conseguí algunas chatarras, unas prendas de ropa y terminé con algunos posters, un par de libros y discos compactos. Conseguí unos auriculares nuevos, ya que, de forma extraña siempre aparecen en la lavadora hechos trizas. Soy demasiado olvidadiza y usualmente los dejo en los bolsillos de mi ropa, por lo que, a la hora de la colada acaban siendo totalmente inservibles.
Moverme de la residencia donde vivía cómodamente, con servidumbre y una alcoba enorme, fue demasiado sencillo. Necesitaba un poco de libertad, necesitaba salirme de la casa donde fui feliz con mamá y donde sufrí por ella. Donde atravesé por los cambios y donde papá no estaba casi nunca presente. Lo más complicado fue el dejar de quejarme todo el día por el pequeñísimo lugar que es mi apartamento. Son poquísimos metros cuadrados para que quepa mi cama, un par de cómodas, un clóset y una mini cocina con barra y electrodomésticos pequeños. Fue difícil pero, con tal de estar un poco apartada de la realidad, estar en estas cuatro paredes es la mejor decisión que pude haber tomado además de entrar a la Universidad.
Después de colgar las imágenes en las paredes y de recoger un poco el desorden, caliento una pizza instantánea en el horno de microondas y comienzo a sacar uno de los libros nuevos para leerlo antes de dormir. No hay nada más placentero que leer justo antes de caer en los brazos de Morfeo. Cada noche realizo la lectura con compañía de buena música para irme al mundo de los sueños y ver a mamá conmigo en el pasado, haciendo alguna que otra cosa que me imagino que hace donde quiera que está y en ocasiones sueño que nos reencontramos y que todo el problema de las luces y las sombras no es más que una bárbara mentira.
Pero es tan real como que Santa Claus no existe.
O que el ratón de los dientes son tus padres.
Suspirando, consigo relajarme un poco y me cuelgo el collar al cuello. Cuando éste no está sobre mí suceden cosas extrañas las cuales no he presenciado, mi padre me ha contado algunas historias y me ha dejado bien claro que el pedazo de cristal es parte de mí ahora y que, para tener mis poderes a salvo, tengo que traerlo todos los días y todo el día. Lo peor que pasa es que mi mejor amiga, Nans, pregunte día y noche qué significa el colgante.
Y que ni si quiera yo tenga bien claro por qué es tan necesario.
Nancy es mi compañera de la facultad, vive en el piso inferior y su cuarto psicodélico está lleno de color, de discos de vinilo, una colección de Los Beatles y un montón de cosas raras que ella ama. Es vegana, participa en toda clase de marchas, suele estar de voluntaria social todos los días y nunca sale de su alcoba sin sus calcetines verdes de la suerte. Es extraño porque, ¿cómo le hace para tenerlos limpios si no se los quita casi nunca?
Nans —el apodo soso que le inventé— es una chica muy bella. Tiene pecas en su rostro y hombros, la piel más blanca que jamás vi, ojos enormes de color verde musgo y cabello tan naranja y rizado que me da envidia la mayoría del tiempo. Es una chica voluptuosa y con curvas, no es la típica flacucha sin forma como yo o la mayoría del alumnado femenil, pero destaca por su ropa, su aura tan pura y su belleza simplemente exuberante.
Muchos se preguntan qué demonios hacemos juntas, ya que parecemos agua y aceite, pero es la mejor amistad que he tenido nunca. No podremos ser iguales pero, la combinación exótica de ambas nos hace un complemento inseparable. Y en verdad siento que la amo.
Suspirando, me acurruco entre las mantas y me pongo a leer, sin parar de escuchar la música que reproducen los altavoces. Después de más de media hora, mis párpados están tan pesados que los últimos renglones de la lectura se vuelven difusos. Cierro los ojos, concentrándome en los instrumentos y en el repiqueteo constante de mi corazón, hasta que todo se vuelve negro y de a poco, susurros casi imperceptibles inundan mis tímpanos.
Me quejo en voz alta y siento como ruedo boca abajo. Coloco ambos antebrazos bajo la almohada y los gritos de una mujer o un niño, no estoy completamente segura, comienzan a reproducirse en mi mente. Veo paredes de piedra con musgo sobre ellas, un camino pastoso y alcanzo a ver, entre las sombras de algunas personas, alguna flama ardiente de una veladora o una fogata.
Vuelvo a quejarme e intento abrir los ojos, pero están sellados contra mis mejillas. Las imágenes vuelven a cambiar y de pronto, veo una enorme mesa de madera con un par de veladoras encendidas. Hay dos hombres, unos chicos dormitando en el suelo con unos colgantes idénticos al mío y ambos están concentrados hablando en voz baja. Tan baja que ni si quiera yo les escucho.
La oscuridad vuelve a nublarme el sueño y consigo cambiar de posición. Me envuelvo entre las mantas como un burrito y siento que pasa mucho tiempo, vuelvo a la calma y consigo regular mi respiración. Pienso en abrir los ojos pero, el miedo carcome mis sentidos. Mi mayor pesadilla es que esa bola de sombras aparezcan algún día entre la oscuridad de la noche y me maten. Tal y como han matado a miles de Lums y de personas.
Alejo esos pensamientos y consigo dormir.
Vuelvo al intento de abrir los ojos y me es imposible. Forcejeo, gimo, susurro maldiciones e intento gritar, pero mi garganta se siente pesada. El corazón comienza a andar rápido y siento la sangre bombear rápidamente por mis venas, los latidos en los oídos y el calor quemando a través de la ropa y de las mantas.
No me puedo mover.
Siento lágrimas detrás de mis párpados y no sé cuánto tiempo pasa, que ni la música ni los sonidos de la noche logran filtrarse a través del impoluto fondo negro y el bochornoso vaivén desacompasado de mi respiración. Comienzo a guardar la calma, cuento miles de ovejas, repaso las tareas que realicé el fin de semana y me preparo mentalmente para la exposición de mañana, recitando la información que investigué.
De pronto, la voz de mamá susurra mi nombre unas cuatro veces y paro con mis pensamientos. Pero, mi respiración es tan superficial que no alcanzo a percibir con claridad su armoniosa voz. Siento agua escurriendo sobre mis mejillas, lágrimas que ruedan hasta mis orejas y la base del cuello. Sollozo y le llamo entre sueños, pero no responde.
Su rostro, mucho más avejentado pero; no lo suficiente después de estos siete años, aparece en mi cabeza y mi corazón vuelve a correr tan a prisa que consigo que mis manos y pies tiemblen. Susurra mi nombre de nuevo y yo susurro mamá muchas veces más. De pronto sonríe y veo sus ojos azul celeste brillar con lágrimas contenidas. Emma. Me llama y suelto un sollozo. No puedo estar aquí por tanto tiempo, cielo. Contengo la respiración y vuelvo a llamarla. Tranquila. Me dice, a punto de comenzar a sollozar. Voltea hacia atrás y la imagen se vuelve borrosa, trato de gritar que no se vaya, pero sé que no me escucha. La lucha comenzará, Emma, tienes que prepararte. Su respiración irregular dispara a mi corazón hacia la garganta. Intento llamarla de nuevo y ella vuelve a voltear, asustada. Van a venir por mí, Emma. Estoy bien. Estamos tratando de que las luces les ganen a las sombras. Susurra, y todo mi cuello lo siento empapado. Intentaré volver a comunicarme contigo, cielo. Pero no puedo hacerlo. Pueden descubrirnos y no quiero que las sombras vayan por alguno de nosotros tres o por algún Lum.
—Mamá —susurro, y veo su sonrisa a través del sueño difuso.
Estoy aquí, nena. Tienen que ganar, estaré siempre contigo aunque no me sientas. Emma, te amo, te extraño, perdóname por haberme ido.
—Mamá —sollozo, y vuelve a sonreír, con lágrimas rodando por sus mejillas. Pasa los dedos por sus mofletes y la imagen se descompone, siento su grito— ¡Mamá! ¡Te amo! —susurro a gritos— Te amo, mamá —sollozo, y de pronto la oscuridad vuelve a cernirse— Mamá —susurro, y mi corazón cae directo a los pies— Mamá.
Eres fuerte, Emma, cuida a tu padre y dile que lo amo. Tienen que ganar…
Y se va.
Suelo meter la pata muy seguido, la mayoría del tiempo estoy pidiendo disculpas por cosas que hago o digo y la cantidad de errores y tropezones que he “enmendado” han sido más de lo que un gato alcanza en sus 7 vidas con todo y reencarnación. Mamá siempre me había dicho cuán patosa y torpe era, pero me amaba tanto que, en lugar de dar lugar a las riñas y los gritos, quizá jalones de orejas o alguna perorata inservible, me decía con todo el cariño que la caracterizaba; que tratase de pensar en todo antes de abrir la boca o dar un paso y terminar en el suelo.
Cuando apenas cumplía los doce años de edad, —una temporada donde la transición de la niñez a la pubertad es prácticamente horrible— mamá desapareció de la faz de la Tierra y yo me sumí en una depresión de lo más espantosa. Papá y yo no habíamos creado un vínculo lo suficientemente fuerte como para llorarle juntos o algo parecido, así que decidí resguardarme del mundo entero por más de un año y sumirme en una autocompasión tan sosa que terminé por abrir los ojos y salir a enfrentar al infierno mismo. Comencé a tener muchos amigos, me hice parte de algunos grupos académicos y deportivos, mis notas siguieron estando en lo más alto y conseguí mover las caderas en un montón de fiestas, así como a conocer a chicos atractivos y tener alguna que otra aventura adolescente.
Con el paso de los años, mientras dormía o estaba por cerrar los ojos hacia el mundo de los sueños, imágenes difusas de luces, cristales, sombras, algunos hombres y la presencia de gritos desgarradores o susurros escalofriantes terminaban por provocarme taquicardias, jaquecas, arcadas y alguno que otro dolor de estómago. Hubo semanas donde no dormía por el miedo, semanas donde me resguardaba en la biblioteca de mi hogar con todas las luces encendidas bebiendo café o bebidas energéticas. Hubo una racha donde mis notas comenzaron a bajar y mi aspecto físico tanto emocional cayó en picada, siendo realmente vergonzoso. Acudí con algunos psicólogos antes de los 15 años y, cuando papá se dio cuenta de cuán desesperada estaba, tuvimos una charla extraña que, terminó por sacar la mierda fuera de mí con sollozos lastimeros y lágrimas espesas.
Aún recuerdo su atractivo rostro masculino explayando con tanta pasión lo que nosotros éramos. A dónde mamá, él y ahora yo pertenecíamos. Me explicó que mi madre no había muerto, que estaba en alguna parte del mundo ayudando a una especie de clan a evitar que una de las luchas más grandes entre Lums y Sombras se desatase. Dijo que él estuvo meses enteros en vela, investigando el paradero de mi madre y que, por más culpable que se sentía por haberme dejado de lado, estar entrenando a chicos que apenas encuentran su lugar en los clanes para salvar a la humanidad, era una buena excusa para no prestarme atención.
Me dolió el saber que papá no me quería tanto. Pero entendía el lugar en donde mi familia se encontraba. Un lugar de lo más especial, un rango casi único que tenía que comenzar a descubrir y manejar por el bien del mundo entero. Saber que mamá no estaba hecha polvo fue de lo más lindo pero, la preocupación y el terror siguen estando presentes en las pesadillas o en las visiones que, cuando estoy sumida en algún pensamiento, me arraigan.
Es mejor conectar los casquillos de mis auriculares en los oídos o convivir con otras personas porque, estando en soledad o prestando demasiada atención a prácticamente nada, terminan por carcomer mis terminaciones nerviosas.
Hace un año que estoy en la facultad de Periodismo en la Universidad de Chicago. Es una Universidad de lo más prestigiosa, famosa alrededor del mundo, con un montón de premios, profesores de lo más estrictos y un nivel académico superior. Estar aquí me ayuda a concentrarme en algo más que no sea el poder de manipular cristales. Me hace sentir normal, una chica común y corriente que se prepara académicamente para forjarse un futuro. Saber lo que puedo hacer tan sólo con estirar mi mano y concentrarme es extraño. Al principio sufrí. Cuando dejaba la vista fija en algún objeto, terminaba por forrarlo con una barrera de cristal. Me pasó en mis años del secundario, pero papá supo enseñarme a cómo controlar mi poder, a cómo concentrarme en los chakras y a cómo hacer de mi jurisdicción más útil y fuerte.
Hoy en día manejo muy bien mi poder y en ocasiones me siento genial por poseer este tipo de don. Aunque, la mayoría del tiempo lloriqueo en silencio, maldigo, sollozo y me pregunto, ¿por qué no pude ser una chica normal?
Después de dejar de correr el agua de la ducha y de enfundarme en unos cómodos pantalones de chándal grises, me paso por encima de la cabeza una camiseta de tirantes negra. Salgo del pequeño baño de mi habitación con la toalla enrollada en mi pelo y tarareando al ritmo de la música que reproduce mi equipo de sonido.
Observo las uñas de mis pies y hago una mueca con los labios. Hace menos de tres días que me coloqué un bonito esmalte rosado y ahora luce todo carcomido. Pongo los ojos en blanco, tiendo mi cama, recojo alguna basura del suelo y comienzo a sacar las compras.
Hoy me aventuré a salir a la calle, conseguí algunas chatarras, unas prendas de ropa y terminé con algunos posters, un par de libros y discos compactos. Conseguí unos auriculares nuevos, ya que, de forma extraña siempre aparecen en la lavadora hechos trizas. Soy demasiado olvidadiza y usualmente los dejo en los bolsillos de mi ropa, por lo que, a la hora de la colada acaban siendo totalmente inservibles.
Moverme de la residencia donde vivía cómodamente, con servidumbre y una alcoba enorme, fue demasiado sencillo. Necesitaba un poco de libertad, necesitaba salirme de la casa donde fui feliz con mamá y donde sufrí por ella. Donde atravesé por los cambios y donde papá no estaba casi nunca presente. Lo más complicado fue el dejar de quejarme todo el día por el pequeñísimo lugar que es mi apartamento. Son poquísimos metros cuadrados para que quepa mi cama, un par de cómodas, un clóset y una mini cocina con barra y electrodomésticos pequeños. Fue difícil pero, con tal de estar un poco apartada de la realidad, estar en estas cuatro paredes es la mejor decisión que pude haber tomado además de entrar a la Universidad.
Después de colgar las imágenes en las paredes y de recoger un poco el desorden, caliento una pizza instantánea en el horno de microondas y comienzo a sacar uno de los libros nuevos para leerlo antes de dormir. No hay nada más placentero que leer justo antes de caer en los brazos de Morfeo. Cada noche realizo la lectura con compañía de buena música para irme al mundo de los sueños y ver a mamá conmigo en el pasado, haciendo alguna que otra cosa que me imagino que hace donde quiera que está y en ocasiones sueño que nos reencontramos y que todo el problema de las luces y las sombras no es más que una bárbara mentira.
Pero es tan real como que Santa Claus no existe.
O que el ratón de los dientes son tus padres.
Suspirando, consigo relajarme un poco y me cuelgo el collar al cuello. Cuando éste no está sobre mí suceden cosas extrañas las cuales no he presenciado, mi padre me ha contado algunas historias y me ha dejado bien claro que el pedazo de cristal es parte de mí ahora y que, para tener mis poderes a salvo, tengo que traerlo todos los días y todo el día. Lo peor que pasa es que mi mejor amiga, Nans, pregunte día y noche qué significa el colgante.
Y que ni si quiera yo tenga bien claro por qué es tan necesario.
Nancy es mi compañera de la facultad, vive en el piso inferior y su cuarto psicodélico está lleno de color, de discos de vinilo, una colección de Los Beatles y un montón de cosas raras que ella ama. Es vegana, participa en toda clase de marchas, suele estar de voluntaria social todos los días y nunca sale de su alcoba sin sus calcetines verdes de la suerte. Es extraño porque, ¿cómo le hace para tenerlos limpios si no se los quita casi nunca?
Nans —el apodo soso que le inventé— es una chica muy bella. Tiene pecas en su rostro y hombros, la piel más blanca que jamás vi, ojos enormes de color verde musgo y cabello tan naranja y rizado que me da envidia la mayoría del tiempo. Es una chica voluptuosa y con curvas, no es la típica flacucha sin forma como yo o la mayoría del alumnado femenil, pero destaca por su ropa, su aura tan pura y su belleza simplemente exuberante.
Muchos se preguntan qué demonios hacemos juntas, ya que parecemos agua y aceite, pero es la mejor amistad que he tenido nunca. No podremos ser iguales pero, la combinación exótica de ambas nos hace un complemento inseparable. Y en verdad siento que la amo.
Suspirando, me acurruco entre las mantas y me pongo a leer, sin parar de escuchar la música que reproducen los altavoces. Después de más de media hora, mis párpados están tan pesados que los últimos renglones de la lectura se vuelven difusos. Cierro los ojos, concentrándome en los instrumentos y en el repiqueteo constante de mi corazón, hasta que todo se vuelve negro y de a poco, susurros casi imperceptibles inundan mis tímpanos.
Me quejo en voz alta y siento como ruedo boca abajo. Coloco ambos antebrazos bajo la almohada y los gritos de una mujer o un niño, no estoy completamente segura, comienzan a reproducirse en mi mente. Veo paredes de piedra con musgo sobre ellas, un camino pastoso y alcanzo a ver, entre las sombras de algunas personas, alguna flama ardiente de una veladora o una fogata.
Vuelvo a quejarme e intento abrir los ojos, pero están sellados contra mis mejillas. Las imágenes vuelven a cambiar y de pronto, veo una enorme mesa de madera con un par de veladoras encendidas. Hay dos hombres, unos chicos dormitando en el suelo con unos colgantes idénticos al mío y ambos están concentrados hablando en voz baja. Tan baja que ni si quiera yo les escucho.
La oscuridad vuelve a nublarme el sueño y consigo cambiar de posición. Me envuelvo entre las mantas como un burrito y siento que pasa mucho tiempo, vuelvo a la calma y consigo regular mi respiración. Pienso en abrir los ojos pero, el miedo carcome mis sentidos. Mi mayor pesadilla es que esa bola de sombras aparezcan algún día entre la oscuridad de la noche y me maten. Tal y como han matado a miles de Lums y de personas.
Alejo esos pensamientos y consigo dormir.
Vuelvo al intento de abrir los ojos y me es imposible. Forcejeo, gimo, susurro maldiciones e intento gritar, pero mi garganta se siente pesada. El corazón comienza a andar rápido y siento la sangre bombear rápidamente por mis venas, los latidos en los oídos y el calor quemando a través de la ropa y de las mantas.
No me puedo mover.
Siento lágrimas detrás de mis párpados y no sé cuánto tiempo pasa, que ni la música ni los sonidos de la noche logran filtrarse a través del impoluto fondo negro y el bochornoso vaivén desacompasado de mi respiración. Comienzo a guardar la calma, cuento miles de ovejas, repaso las tareas que realicé el fin de semana y me preparo mentalmente para la exposición de mañana, recitando la información que investigué.
De pronto, la voz de mamá susurra mi nombre unas cuatro veces y paro con mis pensamientos. Pero, mi respiración es tan superficial que no alcanzo a percibir con claridad su armoniosa voz. Siento agua escurriendo sobre mis mejillas, lágrimas que ruedan hasta mis orejas y la base del cuello. Sollozo y le llamo entre sueños, pero no responde.
Su rostro, mucho más avejentado pero; no lo suficiente después de estos siete años, aparece en mi cabeza y mi corazón vuelve a correr tan a prisa que consigo que mis manos y pies tiemblen. Susurra mi nombre de nuevo y yo susurro mamá muchas veces más. De pronto sonríe y veo sus ojos azul celeste brillar con lágrimas contenidas. Emma. Me llama y suelto un sollozo. No puedo estar aquí por tanto tiempo, cielo. Contengo la respiración y vuelvo a llamarla. Tranquila. Me dice, a punto de comenzar a sollozar. Voltea hacia atrás y la imagen se vuelve borrosa, trato de gritar que no se vaya, pero sé que no me escucha. La lucha comenzará, Emma, tienes que prepararte. Su respiración irregular dispara a mi corazón hacia la garganta. Intento llamarla de nuevo y ella vuelve a voltear, asustada. Van a venir por mí, Emma. Estoy bien. Estamos tratando de que las luces les ganen a las sombras. Susurra, y todo mi cuello lo siento empapado. Intentaré volver a comunicarme contigo, cielo. Pero no puedo hacerlo. Pueden descubrirnos y no quiero que las sombras vayan por alguno de nosotros tres o por algún Lum.
—Mamá —susurro, y veo su sonrisa a través del sueño difuso.
Estoy aquí, nena. Tienen que ganar, estaré siempre contigo aunque no me sientas. Emma, te amo, te extraño, perdóname por haberme ido.
—Mamá —sollozo, y vuelve a sonreír, con lágrimas rodando por sus mejillas. Pasa los dedos por sus mofletes y la imagen se descompone, siento su grito— ¡Mamá! ¡Te amo! —susurro a gritos— Te amo, mamá —sollozo, y de pronto la oscuridad vuelve a cernirse— Mamá —susurro, y mi corazón cae directo a los pies— Mamá.
Eres fuerte, Emma, cuida a tu padre y dile que lo amo. Tienen que ganar…
Y se va.
- jelou (?):
- Bueno, sé que es un poco largo pero estaba inspirada. Espero que todo esté bien. No me gustó demasiado, pero, ojalá no les sangren los ojos ;-; ahre. Publiquen pronto, por favor, esta nc es hermosa.Sige: Míoski.
wanweird
Re: Shadows into Light {N.C
io zoy lizzena :lizzena: (?)
wtf?
omg, no vienen por la mamá de emma, putas sombras, putas todas)': es que me llega al corazón eso(?) okya, mucho dramatismo)': ahno. pero bue(?) me encantó el capítulo maría de las casas, con respecto a la info. de las sombras todo está re bueno :3 u know. eso pues. me encanta como escribes ;-; you are so good)': quiero shorar. pensé que la matarían *omg* pero nu -_- bueno bueno): me dejo. me encantó el capítulo<3333 sigue la milanesa ahno.
omg, no vienen por la mamá de emma, putas sombras, putas todas)': es que me llega al corazón eso(?) okya, mucho dramatismo)': ahno. pero bue(?) me encantó el capítulo maría de las casas, con respecto a la info. de las sombras todo está re bueno :3 u know. eso pues. me encanta como escribes ;-; you are so good)': quiero shorar. pensé que la matarían *omg* pero nu -_- bueno bueno): me dejo. me encantó el capítulo<3333 sigue la milanesa ahno.
Invitado
Invitado
Re: Shadows into Light {N.C
bueno chicas, no sé.
el prólogo: camille, tocaya(?) pelotuda, dios que escrito, cortito pero hermoso bc prólogo de colectiva, ay no sé. la trama, la ideología, me encanto todo. puedo jurártelo. bueno, sinceramente no le veo ningún error, la canción, todo perfecto. siento que la idea va bien y todo va a seguir bien, muero por seguir, shit. los lums piolas y lassombras re culiadas, ahre, pero to genial.
capítulo 001: may hermosa mía de mi corazón y riñón que capítulazo, ah. no sé, amo tu forma de escribir y con ese cap mi admiración fluye. me encanta que la sigan y dios santo. la idea, todo, amo la forma de narrar que tienes, pude comprender todo.
capítulo 002: te juro que me llego marie hermosa mi esposa querida<3 te j-u-r-o, emma ;-; basta ;-;. en si entendí todo y pude disfrutar de tu capítulo, me encanto. el hecho de que las sombras y yhbnukl no sé, me encanto, fin. me doy cuenta a de que todas escriben re perfecto y yo re mierda ;-;
el prólogo: camille, tocaya(?) pelotuda, dios que escrito, cortito pero hermoso bc prólogo de colectiva, ay no sé. la trama, la ideología, me encanto todo. puedo jurártelo. bueno, sinceramente no le veo ningún error, la canción, todo perfecto. siento que la idea va bien y todo va a seguir bien, muero por seguir, shit. los lums piolas y lassombras re culiadas, ahre, pero to genial.
capítulo 001: may hermosa mía de mi corazón y riñón que capítulazo, ah. no sé, amo tu forma de escribir y con ese cap mi admiración fluye. me encanta que la sigan y dios santo. la idea, todo, amo la forma de narrar que tienes, pude comprender todo.
capítulo 002: te juro que me llego marie hermosa mi esposa querida<3 te j-u-r-o, emma ;-; basta ;-;. en si entendí todo y pude disfrutar de tu capítulo, me encanto. el hecho de que las sombras y yhbnukl no sé, me encanto, fin. me doy cuenta a de que todas escriben re perfecto y yo re mierda ;-;
ceonella.
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