Bubble-gum Girls {Novela Colectiva

cami a crecido y no es más la pelotuda que no hacía nada de su vida. ahre que sigo siendo la misma chica

Capítulo 01

Brooks Broklyn Evans no es una chica perfecta, de hecho ella nunca se consideraría nada por el estilo. No es la típica popular de la que todos hablan, no todos los chicos hacen una cola para tener una cita con ella. Pero ¿queréis saber un secreto? A ella no le importa. Le gusta sentirse libre, pese a que pueda meterse en problemas.

La rubia empezó a saltar en la cama cuando el despertador sonó advirtiéndole que el primer día de curso iba a empezar y estaba emocionada por ello. Ordenó su habitación al son de la música mientras las notas desafinadas salían de su voz divertida y risueña, su padre pasó por el pasillo para ir al baño y vio la escena, se asomó por la puerta y le advirtió riendo que el desayuno estaba en la cocina. Ella asintió para después ponerse algo sencillo como unos shorts claros altos y una camisa corta, cabalgó por las escaleras para luego acudir con su padre a la cocina a quien saludó con un beso en la mejilla y después empezó a engullir las tortitas como si no hubiera comido en meses.

— Brooke cariño, se suele masticar para poder tragar.
— Lo se papa pero no tengo tiempo, quiero pasarme por el centro a recoger una cosa de la tienda de Bree —le respondió su hija para después levantarse hasta el salón coger su mochila de cuero y dirigirse a la puerta— Bueno me voy papi, te quiero, adiós.



Las cajas marrones alborotaban por todas partes y la pelirroja seguía perdida entre estas y los montones de ropa, Brooke que se entretenía jugueteando con la ropa y los complementos que encontraba. Un chico salió del almacén y le sonrió de buena manera. Era castaño de pelo medianamente largo, musculado y lo suficientemente guapo como para que alguna chica se interesara por él. Ella se acercó lentamente como un león a su presa antes de cazarla hasta llegar al mostrador ponerle el gorro de marinero negro y mirarle con ojos de gato.

— ¿Sabes que nuestras ventas disminuirán gracias a ti?
— ¡Oh por favor, no digas tonterías! —exclamó ella— Ha sido divertido pero empiezo las clases, además siempre me puedo pasar a veros.
— Eso espero —le contestó extendiéndole el cheque haciendo que la sonrisa de la chica aumentara, le quitara el gorro de la cabeza se lo pusiera en la suya dando una vuelta y sacando la lengua antes de salir de la tienda.

Se adentró en su descapotable del sesentainueve, el cual fue un capricho por su diecisieteavo cumpleaños en el que su padre decidió que era hora de regalarle algo bueno por su esfuerzo. Puso la radio y empezó a sonar Braveheart por lo que no pudo evitar moverse al son de la música y cantarle a la nada incluida cuando estaba parada en el semáforo, el motorista de su lado rió frente a la escena pero ella simplemente pasó de pensar en la vergüenza o lo que estaba haciendo.
A los pocos minutos llegó a casa de Amber quien estaba en pose de modelo cuando finaliza la pasarela mientras escribía en su móvil. Tuvo que pitar para que la morena la viera y subiera con sus tacones de más de siete centímetros a su coche.

— Amber, definitivamente nunca cambiarás.
— Son mi adicción, no me juzgues —intentó excusarse con una sonrisa pícara— ¿Un chicle?
— Obvio, ¿qué tal tus vacaciones?
— Perfectas, pero quiero contároslas a todas juntas y espero que tu también me cuentes las tuyas, ¿algún romance secreto? —la rubia rió frente al comentario.
— Digamos que ha sido un buen verano.

Lo cierto es que ese verano se había dedicado a trabajar en la tienda de su prima, puesto que es la dueña. Aun que si que gracias a eso pudo divertirse en alguna fiesta, ir a la playa o piscina y si, por supuesto había tenido un "amor de verano" pero al fin y al cabo él era de Arizona y tenía que volver, pero sin duda no tenía de que quejarse.

Apenas habían aparcado y su amiga se dirigió literalmente corriendo hacia las puertas del instituto, la rubia se quedó completamente anonadada por la escena de ver a Amber corriendo con los tacones por llegar dos minutos tarde, cosa que no lograba comprender ya que no le solía importar eso. Negó con la cabeza para después cerrar el coche y dirigirse por medio del aparcamiento hasta la puerta. Pero una moto se situó peligrosamente a su lado, no había cruzado por el paso de zebra. Asustando a la chica. Él se sacó el casco y se disculpó por no haberla visto —"¡dios mio es el mismo del semáforo!" pensó— estacionó su moto para llegar hasta su lado.

— ¿Estas bien? de verdad que lo siento —se disculpó el rubio.
— No pasa nada, yo también estaba inundada en mis pensamientos, a veces olvido que estoy en el mundo real —le contestó ella sonriendo— Soy Brooklyn Evans, pero me suelen llamar Brooks.
— Oh, yo soy Isaac Miller y me suelen llamar... Isaac —le respondió rascándose levemente la nuca.
— ¿Eres nuevo o algo? No es que conozca a todos pero no me suena haberte visto nunca.
— Has dado justo en el clavo —le dijo con una sonrisa de medio lado mientras caminaban hacia la entrada— Soy del programa de intercambio deportivo y creo que tengo que ir...
— A la sala de actos, si yo también voy ahora a la reunión de bienvenida anual. Siempre suelen sacar a los alumnos nuevos para que les tiramos huevos como bienvenida y así que queden "estrenados —le anuncia seria y al ver su reacción hecha a reír— Estaba bromeando, solo dirá las normas y alguna de esas chorradas.

Pronto se adentraron en el salón llegando unos minutos más tarde de lo deseado, ella aprovechó para sentarse junto con sus amigas a cuarta fila y él justo delante. Es curioso la forma que puede llegar uno a conocer a alguien.

Capítulo 02

 Ludmila Annie Rumsfeld, esa chica que es rebelde, a la que no le importa nada, justo ella, bueno, no es lo que parece, sí algo irrespetuosa y eso, pero ¿quién no lo es? Admítelo, no eres perfecto. Y ella está lejos de eso, su madre y sus dos hermanos no le  prestan la atención suficiente como para ser una niña feliz y buena. Piensa en todas esas personas a las que haz criticado por su apariencia, bueno, con ella podrás hacerlo sin pena, porque no le afecta en lo más mínimo, bueno más o menos.

 — Alissha, vamos, ¡es hora de ir al colegio!
Mierda, de mañana la voz de Ammapola, la madre de Alissha Paker,  amiga de la infancia de Ludmila, era completamente aguda y molesta. Hoy había dormido en casa de Alissha, ayer por la tarde llegó la tía Carlota, y bueno, es de esas mujeres que todo lo critican y a ella, me pone los pelos de punta.
 —Ali, Ali, despierta, tu mamá está en la puerta— Susurró con voz ronca mientras movía a mi morena amiga de la cama.
 — Ummh… déjame— manoteó su cara y la empujó hacia atrás.
 — ¡Ali!
 — ¿Qué?...— se cayó de la cama.
 — Levántate, Ammapola llamó a la puerta…
 — Joder, olvidé decirte, Anna, mama no sabe que estás acá—. Corrió fuera de la cama tomó su bata de baño del perchero y se encerró en el baño.
 — ¡VOY A…!— recordó que no tenía que hacer ruido— ¡voy a matarte!— susurró sobre la puerta.
 — Lo siento—, abrió la puerta del baño y sacó su cabeza—. Sal por la ventana del patio o por la puerta de la lavandería, pero que mamá no te vea ¿sí?
 — Bien, pero es la última vez que me invitas sin autorización, tu madre asusta—. Sí supérenlo, Ammapola asusta, tal vez sea el bótox de su cara o por su terrible personalidad…
 — Tu ropa está en el segundo armario…— la escuchó mientras se oía como abría el grifo de la ducha.
 — Gracias.
 Se colocó los botines militares mientras buscaba la chaqueta y su skate, y salió, justo por la puerta de lavandería sin que incluso Aurora, la empleada, le viera. Llegó a la acera con un bolso deportivo de los que se usan para ir al gimnasio; ahí estaba su ropa. Llegó hasta “Frappé!”, una cafetería, es de su madre, pero Amelie trabajaba ahí; Amelie era la única persona más pegada a ella que su propia madre.
 — Menuda cara tienes Annie, ¿de nuevo en los Alissha?— asintió saltando el mostrador y yendo a la oficina de administración. Estaba vacía, suerte. Logró cambiarse como pudo, metió libros y apuntes en la mochila que estaba en el armario de la habitación, sabía exactamente donde estaba todo, pasa la mitad de sus días en ese lugar, es algo normal para Ludmila.
 Corrió, hacia la puerta trasera del local y con el skate trazó todo el recorrido que quedaba hasta el instituto,  no es que le preocupara ni mucho menos llegar tarde, pero Rumsfeld enserio quería saludar a sus amigas, bueno, cómo todos los días en realidad.
 Tiene sus auriculares puestos, la música se puede escuchar a un metro de distancia de ella, no le interesa en lo más mínimo, está metida en Lithium de Pink Floyd lo suficiente como para no ver que chocó con alguien al entrar al colegio; bueno, realmente no es algo raro chocar con alguien, con toda la gente corriendo de un lado al otro para llegar a clases.
 — Joder, mira por dónde… ¡Courtney!— Saludó sonriente, abrazando a rubia.
 — Hola para ti también Annie, no es por nada, pero yo enserio quiero llegar a la sala de actos con los demás, y si no desistes del abrazo me mandaran a detención, ya sabes, tu segunda casa— respondió besando la mejilla de la castaña y corriendo hasta la puerta del aula—. Rumsfeld, ¿no vienes? ¡Tengo chicle!
 La ojiverde sonrió y alcanzó en unos segundos pero la rubia se mostró con el ceño fruncido mientras apuntaba con el índice al skate:— Lo guardas, hoy es día de bienvenida y hay que juntarse con las chicas, y no te volveremos a hablar por medio del vidrio de la puerta en detención.
 Ludmila bufó y fue hasta su locker, tiró su mochila y patineta ahí, no sin antes sacar, su teléfono, los  auriculares y por supuesto, una bolsa de chicles, cortesía de Amelie. Divisó a su amiga que se apellidaba Valens que sostenía el pulgar hacia arriba de forma positiva.
 — ¡Una foto!— gritó él.
 — No me gustan las fotos Valentino, por más que insistas, no— Rió Ludmila.
 — ¿Con un beso, podría obtener alguna?
 — No lo sé, inténtalo…
 — ¡Hey! Chica,… Oye, ¿estás bien?
 — ¿Qué? Disculpa, pero, ¿Quién eres? —Preguntó buscando a su alrededor a Coutney, Amber, Brooke, Sherrie o incluso a  Ashley, pero por desgracia no se veía nadie entre las pocas personas que todavía no habían entrado en la sala de actos.
 — Bueno, soy Jackson Martin…— Ludmila le interrumpió.
 — Cuando pregunté quien eras quería decir que no me interesa, vete— hizo un ademán con la mano mientras se ponía sus auriculares.
 — Hey, intento ser alguien sociable, soy nuevo de intercambio y no conozco a nadie—. Elevó la voz mientras le quitaba uno de los audífonos a la castaña.
 — ¿Y? Ese no es mi problema, todos fueron nuevos alguna vez, busca algún amigo, porque yo no seré tu guía estoy muy ocupada…
 — ¿Ocupada señorita Rumsfeld? ¿En qué? ¿Comiendo goma de mascar que pudre los dientes, escuchando música pasada de moda y siendo irrespetuosa con los mayores?
 — ¿Disculpe? ¿Qué música cree que escucho? La pasada de moda como usted fue hace siglos, por suerte no nací hace tantos años, no me sentiría bien siendo llamada ancestro o cosas por el estilo— respondió con prepotencia en su voz  hacia la directora, Theodore Walls.
 — Por lo que parece hoy viniste graciosa, como otras veces, ya que estás contenta por volver ayudarás al alumno Jason…—El chico la interrumpió.
 — Soy Jackson.
 — Lo que sea, la señorita Rumsfeld será su guía.
 — Theodore, puede mandarme cuantas veces quiera a detención, incluso dejarme libre por días, pero me niego a ser de guía de alguien que no conozco—. Murmuró molesta.
  — La directora soy yo, y créeme, no hay otra cosa que quiera más que no verte en esta escuela, pero tu madre paga mucho como para expulsarte. Además, ya que no lo conoces, tendrás tiempo de sobra para hacerlo—Le palmeó el hombro y le arrebató los audífonos—. Yo me llevaré esto.
  — Hija de…—se calló repentinamente, había prometido no insultar a la directora, tal vez burlarse de ella con un lenguaje formal y eso, pero no insultos.
 — Hija de mi madre señorita—. Repitió la mujer mientras desaparecía por los pasillos.