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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
California.
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Re: California.
EL PRÓLOGO, OMG, LORE FUE HERMOSO<33 me gusta mucho como escribes, no sé, kjljhjkhgl. Quiero vivir en Long Beach ;_;
yy, ¡ya empiecen que tengo muchísimas ganas de leer!:aah:
yy, ¡ya empiecen que tengo muchísimas ganas de leer!:aah:
Clifford.
Re: California.
Los colores rls :toosexy: veo que no hay mucho que ver, so al menos tengamos este tema activo de spam. Gracias, Lula<3
Invitado
Invitado
Re: California.
todos hablando de color y yo solo me empalidecí :skip: aguante el color lavanda bc creo que ese color soy idk. Necesito cap :skip:
pd: ¿pueden guiarme? ¿saben mi turno para subir? :skip:
pd: ¿pueden guiarme? ¿saben mi turno para subir? :skip:
Última edición por harry. el Jue 29 Mayo 2014, 10:39 am, editado 1 vez
dragón.
Re: California.
capítulo 1
Narrado por Zack Finlay y Jennifer Samuels.
Las vacaciones de verano era todo lo que un chico de mi edad anhelaba.
No hay nada mejor que pasear por las calles de Manhattan con un bonche de chicas ebrias a tu alrededor, con cortísimos vestidos de lentejuela, maquillaje un tanto corrido y zapatos tan altos como los sancos. La simple fiebre del sexo desenfrenado, el alcohol y todo ese tipo de adicciones, estaban listas para ser explotadas al máximo por chicos estúpidos como yo, mis supuestos amigos y muchos más que componen la población de Estados Unidos y el mundo entero.
Pero no era algo que me llamara mucho la atención después de que mamá me encontrara tirado en la moqueta de mi alcoba, más lejos de lo que nunca estuve, con porros de marihuana tirados por doquier y una peste impregnada en cada centímetro cuadrado de mi habitación.
Después de que mamá sufriera un ataque al corazón por culpa de mi inmadurez, el susto de pensar que estaba muerto y el enojo atroz por verme con los ojos tan rojos como esferas de navidad, me di cuenta al fin que lo que estaba haciendo —por gusto propio— estaba muy mal. Mi padre por poco me mata y, después de sacar la mierda fuera de mí con un sermón de casi dos horas —donde los gritos formaron parte del espectáculo— abrí los ojos y descubrí que, todo lo que soñé ser cuando chico, se estaba yendo por la borda por culpa mía y de amigos más falsos que los senos de silicona.
No puedo mentir de cuán malditamente aburrido me siento estando encerrado en esta enorme casa sacada de alguna película famosa de Beverly Hills. Esta mansión se siente más como un impoluto y desolado hotel, que como un hogar con una pareja que se ama y se respeta —a pesar de trabajar arduamente— con tres hijos jóvenes.
Mi hermana mayor se ha fugado con su pareja a hacer su vida. Se han casado y tiene unos pocos meses de embarazo. Está trabajando donde siempre soñó y el tipo la ama más que a su vida. Y mi hermano el de en medio, está especializándose en alguna mierda de Medicina, creo que quiere embellecer a las mujeres que no se sienten cómodas con su cuerpo. O algo parecido.
Y aquí está el menor de los Finlay, con la compañía de su perra Sassy, una Golden Retriever de 5 años, echado sobre el sofá de la sala de estar (en calzoncillos); matando a algunos cristianos con un mando de videojuegos y escuchando música a todo volumen.
Me sorprende que mamá no haya bajado del tercer piso a darme unos escobazos en la cabeza por tener el volumen tan alto. Desde lo de su corazón, que fue hace menos de 1 mes, ha estado guardando reposo. Creo que le agrada verme en casa y aún más, las calificaciones de recuperación en la mayoría de las materias del instituto.
Hace casi una semana que salí de vacaciones y, siento como si estuviera en prisión de hace 38 años.
Nueva York es la ciudad soñada por muchísimas personas alrededor de todo el planeta, y veme aquí, castigado de por vida por ser un idiota, perdiéndome de la ciudad que nunca duerme.
—Zack, ha llegado correspondencia para tí —despierto de mi ensoñación, pausando el juego; y me siento en el sofá.
— ¿Para mí? Qué raro —frunzo el entrecejo y cojo el sobre de las manos de nuestra ama de llaves. La dulce Sra. Trent.
— ¿Dice tu nombre allí, no? —me pregunta, con un matiz de preocupación en el rostro— Ten mucho cuidado con la correspondencia, hay tanto loco suelto —suspira dramáticamente y yo le sonrío, divertido.
—No estoy tan estúpido —ella se me queda viendo como si no creyera lo que dije, y me siento un poco mal de que todo el servicio doméstico y escuela y media se haya enterado de lo que sucedió en mi hogar. La verdad es que fui demasiado imbécil. Pongo los ojos en blanco y me encojo de hombros— Gracias, Sra. Trent —le sonrío un poco y ella me hace una señal con la cabeza y se va.
Me dan ganas de hacerle alguna seña grosera con mis dedos, pero me abstengo por los modales que mamá y papá me han inculcado.
Sin más, rasgo una de las esquinas del sobre blanco y una hoja tamaño carta impresa, con un saludo dirigido al “Joven Zachary Finlay” me hace juntar las cejas hasta que se me entume la gabela.
¿Qué demonios es esto? ¿Una carta de perdón mandada por ángeles de Dios?
Una estúpida sonrisa se acomoda en mi rostro, toda boba y ancha, y de pronto; las vacaciones de verano se convierten en la oportunidad de encontrarme a mí mismo. La oportunidad más grande de la vida.
California.
Dos meses para cambiar. Para que, cuando se me cite para hacer el examen de admisión para la Universidad, sea un chico centrado, maduro y listo para enfrentar la vida y enorgullecer a mis padres.
¡Dulce Jesús!
Me levanto de un salto del sofá, dándole de puñetazos a los finos cojines de la sala y con Sassy lamiendo mi espalda y mordisqueando mis calzoncillos, cuando de pronto, alzo la vista y me encuentro con mamá entre divertida y sorprendida.
— ¡Me voy a California! —le grito eufórico y, antes de que suelte la perorata habitual de que, no salgo de casa hasta que cumpla los 70 años de encierro, ambos nos estamos abrazando en mi alcoba, con las maletas abiertas sobre el colchón, listas para ser llenadas.
Sentada en mi cama, con la carta que me había llegado poco más de una semana y que no decidí abrir hasta ayer, observo las valijas sobre el suelo de mi habitación, largando un pesado suspiro lleno de melancolía.
Estoy en una eterna indecisión.
No sé qué llevar de mi guardarropa al lugar donde encontraré la sanación. Dónde encontraré a la vieja Jenn que siempre fui, amante de los libros, con gafas anticuadas de montura ancha y estilo de abuelita.
Me cruzo de brazos, observando toda mi ropa interior en una de las maletas y otra con mi calzado favorito, y observo las dos partes de mi clóset. Una donde se encuentra la ropa anticuada, ancha, larga, sin estilo alguno… y otra donde hay vestidos de todos colores y cortes, ropa ceñida y sexy.
Comienzo a echar todas los libros y discos compactos, así como aparatos electrónicos, mi estuche de pinturas y mis artilugios para el cabello a una de las maletas… y me decido por empaquetar mis vaqueros, algunos pantaloncillos cortos, todo tipo de pijamas, camisetas decentes de todo tipo de estilo, ropa de noche y una que otra prenda indecente que quizá añore utilizar en mi estadía allá.
Cerrando todos los cierres de mi equipaje, una sonrisa sincera se acomoda en mi rostro. La primera de muchas que me esperan en California. Suspiro pesadamente, cogiendo mi toalla de una de las gavetas, y mi mente comienza a andar mientras me desnudo y dejo que el agua de la regadera se lleve todos aquellos sentimientos que siempre me atormentaron. Regresaré teniendo 19 años de edad, a dos pasos de ser legal en todo el planeta Tierra, bronceada, conociendo a personas geniales y guardando memorias felices de allá. Quizá después de mi estadía en California mis padres me extrañen y quieran enmendar los daños.
Con una última sonrisa esperanzadora, provoco que el agua deje de correr y me enfundo en bonita ropa de temporada, arrastrando las maletas hacia el recibidor de mi hogar. Observo con melancolía las tristes paredes de mi casa, aquellas paredes que sólo fueron un encierro eterno durante muchísimos años de mi vida, y cierro la puerta, conduciendo hacia el Toronto Pearson, a punto de coger el avión con rumbo a mi felicidad.
—Buenos días, Srta. ¿A dónde se dirige? —me pregunta la chica del mostrador y, con la mirada soñadora y una sonrisa bobalicona, le contesto.
—A California.
No hay nada mejor que pasear por las calles de Manhattan con un bonche de chicas ebrias a tu alrededor, con cortísimos vestidos de lentejuela, maquillaje un tanto corrido y zapatos tan altos como los sancos. La simple fiebre del sexo desenfrenado, el alcohol y todo ese tipo de adicciones, estaban listas para ser explotadas al máximo por chicos estúpidos como yo, mis supuestos amigos y muchos más que componen la población de Estados Unidos y el mundo entero.
Pero no era algo que me llamara mucho la atención después de que mamá me encontrara tirado en la moqueta de mi alcoba, más lejos de lo que nunca estuve, con porros de marihuana tirados por doquier y una peste impregnada en cada centímetro cuadrado de mi habitación.
Después de que mamá sufriera un ataque al corazón por culpa de mi inmadurez, el susto de pensar que estaba muerto y el enojo atroz por verme con los ojos tan rojos como esferas de navidad, me di cuenta al fin que lo que estaba haciendo —por gusto propio— estaba muy mal. Mi padre por poco me mata y, después de sacar la mierda fuera de mí con un sermón de casi dos horas —donde los gritos formaron parte del espectáculo— abrí los ojos y descubrí que, todo lo que soñé ser cuando chico, se estaba yendo por la borda por culpa mía y de amigos más falsos que los senos de silicona.
No puedo mentir de cuán malditamente aburrido me siento estando encerrado en esta enorme casa sacada de alguna película famosa de Beverly Hills. Esta mansión se siente más como un impoluto y desolado hotel, que como un hogar con una pareja que se ama y se respeta —a pesar de trabajar arduamente— con tres hijos jóvenes.
Mi hermana mayor se ha fugado con su pareja a hacer su vida. Se han casado y tiene unos pocos meses de embarazo. Está trabajando donde siempre soñó y el tipo la ama más que a su vida. Y mi hermano el de en medio, está especializándose en alguna mierda de Medicina, creo que quiere embellecer a las mujeres que no se sienten cómodas con su cuerpo. O algo parecido.
Y aquí está el menor de los Finlay, con la compañía de su perra Sassy, una Golden Retriever de 5 años, echado sobre el sofá de la sala de estar (en calzoncillos); matando a algunos cristianos con un mando de videojuegos y escuchando música a todo volumen.
Me sorprende que mamá no haya bajado del tercer piso a darme unos escobazos en la cabeza por tener el volumen tan alto. Desde lo de su corazón, que fue hace menos de 1 mes, ha estado guardando reposo. Creo que le agrada verme en casa y aún más, las calificaciones de recuperación en la mayoría de las materias del instituto.
Hace casi una semana que salí de vacaciones y, siento como si estuviera en prisión de hace 38 años.
Nueva York es la ciudad soñada por muchísimas personas alrededor de todo el planeta, y veme aquí, castigado de por vida por ser un idiota, perdiéndome de la ciudad que nunca duerme.
—Zack, ha llegado correspondencia para tí —despierto de mi ensoñación, pausando el juego; y me siento en el sofá.
— ¿Para mí? Qué raro —frunzo el entrecejo y cojo el sobre de las manos de nuestra ama de llaves. La dulce Sra. Trent.
— ¿Dice tu nombre allí, no? —me pregunta, con un matiz de preocupación en el rostro— Ten mucho cuidado con la correspondencia, hay tanto loco suelto —suspira dramáticamente y yo le sonrío, divertido.
—No estoy tan estúpido —ella se me queda viendo como si no creyera lo que dije, y me siento un poco mal de que todo el servicio doméstico y escuela y media se haya enterado de lo que sucedió en mi hogar. La verdad es que fui demasiado imbécil. Pongo los ojos en blanco y me encojo de hombros— Gracias, Sra. Trent —le sonrío un poco y ella me hace una señal con la cabeza y se va.
Me dan ganas de hacerle alguna seña grosera con mis dedos, pero me abstengo por los modales que mamá y papá me han inculcado.
Sin más, rasgo una de las esquinas del sobre blanco y una hoja tamaño carta impresa, con un saludo dirigido al “Joven Zachary Finlay” me hace juntar las cejas hasta que se me entume la gabela.
¿Qué demonios es esto? ¿Una carta de perdón mandada por ángeles de Dios?
Una estúpida sonrisa se acomoda en mi rostro, toda boba y ancha, y de pronto; las vacaciones de verano se convierten en la oportunidad de encontrarme a mí mismo. La oportunidad más grande de la vida.
California.
Dos meses para cambiar. Para que, cuando se me cite para hacer el examen de admisión para la Universidad, sea un chico centrado, maduro y listo para enfrentar la vida y enorgullecer a mis padres.
¡Dulce Jesús!
Me levanto de un salto del sofá, dándole de puñetazos a los finos cojines de la sala y con Sassy lamiendo mi espalda y mordisqueando mis calzoncillos, cuando de pronto, alzo la vista y me encuentro con mamá entre divertida y sorprendida.
— ¡Me voy a California! —le grito eufórico y, antes de que suelte la perorata habitual de que, no salgo de casa hasta que cumpla los 70 años de encierro, ambos nos estamos abrazando en mi alcoba, con las maletas abiertas sobre el colchón, listas para ser llenadas.
(++)
La verdad es que es deprimente no tener el apoyo de tus padres o hermanos cuando quieres enmendar algún daño. Pero no tengo por qué quejarme, si cuando era apenas una chiquilla no me guiaron por el camino del bien… no tiene por qué afectarme que, aunque haya ido a parar a prisión por la influencia de Jade O’Connor y haya recibido las oraciones más largas de la boca de mis progenitores, ellos sigan aplicando la ley del hielo sabiendo que la cagué y escuchando de mí que necesitaba un poco de su atención.Sentada en mi cama, con la carta que me había llegado poco más de una semana y que no decidí abrir hasta ayer, observo las valijas sobre el suelo de mi habitación, largando un pesado suspiro lleno de melancolía.
Estoy en una eterna indecisión.
No sé qué llevar de mi guardarropa al lugar donde encontraré la sanación. Dónde encontraré a la vieja Jenn que siempre fui, amante de los libros, con gafas anticuadas de montura ancha y estilo de abuelita.
Me cruzo de brazos, observando toda mi ropa interior en una de las maletas y otra con mi calzado favorito, y observo las dos partes de mi clóset. Una donde se encuentra la ropa anticuada, ancha, larga, sin estilo alguno… y otra donde hay vestidos de todos colores y cortes, ropa ceñida y sexy.
Comienzo a echar todas los libros y discos compactos, así como aparatos electrónicos, mi estuche de pinturas y mis artilugios para el cabello a una de las maletas… y me decido por empaquetar mis vaqueros, algunos pantaloncillos cortos, todo tipo de pijamas, camisetas decentes de todo tipo de estilo, ropa de noche y una que otra prenda indecente que quizá añore utilizar en mi estadía allá.
Cerrando todos los cierres de mi equipaje, una sonrisa sincera se acomoda en mi rostro. La primera de muchas que me esperan en California. Suspiro pesadamente, cogiendo mi toalla de una de las gavetas, y mi mente comienza a andar mientras me desnudo y dejo que el agua de la regadera se lleve todos aquellos sentimientos que siempre me atormentaron. Regresaré teniendo 19 años de edad, a dos pasos de ser legal en todo el planeta Tierra, bronceada, conociendo a personas geniales y guardando memorias felices de allá. Quizá después de mi estadía en California mis padres me extrañen y quieran enmendar los daños.
Con una última sonrisa esperanzadora, provoco que el agua deje de correr y me enfundo en bonita ropa de temporada, arrastrando las maletas hacia el recibidor de mi hogar. Observo con melancolía las tristes paredes de mi casa, aquellas paredes que sólo fueron un encierro eterno durante muchísimos años de mi vida, y cierro la puerta, conduciendo hacia el Toronto Pearson, a punto de coger el avión con rumbo a mi felicidad.
—Buenos días, Srta. ¿A dónde se dirige? —me pregunta la chica del mostrador y, con la mirada soñadora y una sonrisa bobalicona, le contesto.
—A California.
- Bleh:
- Bueno, es todo lo que pude hacer :skip: tengo mucho sueño, estoy cansada, pero no quise atrasar más la novela colectiva. Espero no les desagrade tanto, y espero aún más que el capítulo esté bien. Según esto es lo que le entendí a Lorelú, así que... síganla pronto. Chau.
wanweird
♡
Desde anoche estaba rezando porque nadie comentara primero que yo. Debía ser la primera. Soy la primera, já. ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡De eso estaba hablando, bebé! Me moría desde hace tiempo leer algo de ti, lovely Marie de Horan ♡ ♡ ♡ Y estaba esperando la oportunidad, que ya llegó. Déjame decirte que morí con tú capítulo a mil Escribes de una forma tan natural, que casi parece que lo haces perfectamente con mucha simpleza, como sin pensarlo, lo que provoca que el lector disfrute con los personajes, en pocas palabras, se experimenta fácilmente la trama sin tener que esforzarse por adivinar palabras o algo así. ¡Y eso es lo que me encanta de ti, amo esa forma tan particular de escribir tuya! Niña, pasame esos trucos que tienes por ahí. Simplemente fenomenal, exquisito a la vista y a los sentidos.
Zack, Zack, Zack, hijo mío... ¡ME AGRADA, YA, ME CASO CON ÉL! Es muy idiota y sopenco, pero bue :c eso lo hace más bello. Es el perfecto ejemplo de la simpatía, atractivo y fracaso.(??) Esperemos que no nos decepcione más adelante. "Me sorprende que mamá no haya bajado del tercer piso a darme unos escobazos en la cabeza por tener el volumen tan alto", Dios, sí que me puede reír con esta mierda, ah. Sospecho que se llevará de maravillas con Jenn. Oh, dulce Jenn. Le vi un parecido extra a ti, lovely Marie, no sé por qué. Y sí, querida Jenn, todos estamos en una eterna indecisión. Aunque, me decepcioné un poco cuando no se dió a lugar el cuestionamiento al considerar escoger qué parte del armario se adaptaría a ella. Esperaré con ansias una sorpresa que abarque o las dos, o la indicada.
No puedo esperar a que se conozcan
Ahora no tengo inspiración para algo más largo y bonito, pero lo lancé así para que no se quede estancada esta linda nc. Porque, parece que vamos vía a eso. Honestamente. ¡Vamos chicas, despierten!
Sin más nada que decirte, mi amor, espero que te haya gustado algo este feo post. Te amo, princesa.
PD; Para la nueva chica que es nuestra lectora, un gusto ternura, mi nombre es Mey. ♡
Zack, Zack, Zack, hijo mío... ¡ME AGRADA, YA, ME CASO CON ÉL! Es muy idiota y sopenco, pero bue :c eso lo hace más bello. Es el perfecto ejemplo de la simpatía, atractivo y fracaso.(??) Esperemos que no nos decepcione más adelante. "Me sorprende que mamá no haya bajado del tercer piso a darme unos escobazos en la cabeza por tener el volumen tan alto", Dios, sí que me puede reír con esta mierda, ah. Sospecho que se llevará de maravillas con Jenn. Oh, dulce Jenn. Le vi un parecido extra a ti, lovely Marie, no sé por qué. Y sí, querida Jenn, todos estamos en una eterna indecisión. Aunque, me decepcioné un poco cuando no se dió a lugar el cuestionamiento al considerar escoger qué parte del armario se adaptaría a ella. Esperaré con ansias una sorpresa que abarque o las dos, o la indicada.
No puedo esperar a que se conozcan
Ahora no tengo inspiración para algo más largo y bonito, pero lo lancé así para que no se quede estancada esta linda nc. Porque, parece que vamos vía a eso. Honestamente. ¡Vamos chicas, despierten!
Sin más nada que decirte, mi amor, espero que te haya gustado algo este feo post. Te amo, princesa.
PD; Para la nueva chica que es nuestra lectora, un gusto ternura, mi nombre es Mey. ♡
bigtimerush.
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