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Tonos grises (Larry Stylinson)

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Tonos grises (Larry Stylinson) - Página 2 Empty Re: Tonos grises (Larry Stylinson)

Mensaje por Invitado Lun 07 Abr 2014, 11:36 am

Hola Lizeth, nueva lectora, me a encantado el primer cap, eso fue genial jejejejeje me encantan las historias con temática de policías y tu adaptación me a dejado con ganas de más jejejeje bueno espero la sigas pronto porque enserio que me a gustado bueno besos y abrazos  Tonos grises (Larry Stylinson) - Página 2 1676952631  :galletica:
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Tonos grises (Larry Stylinson) - Página 2 Empty Capitulo 2.

Mensaje por Invitado Sáb 10 Mayo 2014, 12:52 am

Louis guió a Harry por el vacío pasillo, señalándole una banca de madera atornillada al piso con pernos oxidados. Todo el artilugio inclinado peligrosamente, amenazando con cortar a cualquiera que se sentara ahí. Harry se sentó de cualquier manera, sus dedos pegados a la madera astillada. Él no quería imaginar la combinación de fluidos corporales que causaran la pegajosidad bajo su piel. Vio a Louis alejarse, sorprendido de que no hubiera más pavoneo en su andar. El bastardo había obtenido lo que quería, ¿no era así? Los labios de Harry hormigueaban, la punta de los dedos de sus manos y pies entumecidos. No quería desmayarse; parte por orgullo, parte porque no confiaba en que Louis lo recogiera del suelo. Intentó poner la cabeza entre las rodillas y tomar profundos respiros pero su costado grito demasiado para permitirle cualquier tipo de movimiento.
 
No es solo el corte lo que te esta mareando. Es el pensamiento de en cuantas piezas Hinestroza va a cortarte cuando se entere de lo que estás haciendo es lo que te esta enfermando
 
El pie de Harry rebotó contra el suelo, dedos tamborileando un ritmo staccato en la pared. Él nunca había sido bueno para quedarse quieto. O para seguir ordenes. Antes muerto que quedarse sentado en la banca como un perro al que se le había ordenado quedarse. Se levantó sobre piernas tambaleantes, pies pesados como bloques de plomo, y cojeó por el pasillo para buscar a Louis. Si él estaba vendiendo su alma a los Federales, entonces esperaba alguna ayuda de su parte. Aceptar una misión de sentencia de muerte debía de tener algunos beneficios.
 
 
Él siguió el sonido de voces cerca de la esquina hacia una pequeña oficina, donde Louis y un tipo bajo con un mal peinado estaban en la mitad de una discusión. Harry tuvo un fugaz pensamiento de desandar sus pasos y salir por la puerta del  frente. Pero Louis tendría solo que seguir la sangre -la versión de una película de vampiros de Hansel y Gretel-.
 
—Hey, —Harry llamó desde el pasillo, su voz inestable—. No estoy inventándolo. Necesito un doctor.
 
Louis volvió la cabeza, pasando sus ojos de arriba abajo a Harry. —Estamos trabajando en eso, —dijo, sus modales ligeramente aburridos, como si Harry se estuviera quejando de una astilla. Harry se inclinó contra la pared, y luego se deslizo hacia abajo sobre su trasero, dejando una brillante raya roja en su camino. Maldición, todo el maldito lugar necesitaba una pintada de cualquier forma. El frio linóleum mordió a través de sus jeans, revolucionando sus temblores a alta velocidad.
 
Louis y el tipo baja estaban dándose el infierno el uno al otro, sus palabras flotando hacia Harry mientras el volumen aumentaba.
 
—Necesita puntos, —Louis dijo, mordiendo cada palabra.
 
 —No me digas ¡Intenté decirte eso hace media hora. Llévalo a la sala de emergencias.
 
—¿Por qué no puede uno de tus oficiales llevarlo y luego traerlo de regreso aquí?
 
—Porque, Agente Especial Tomlinson, ustedes los Federales han tomado este caso. Él no es más mi maldito problema. Estás ansioso por el Sr. Styles, hazte cargo de él.
 
—Cuando ustedes dos terminen de pelearse por mí, estaré justo aquí, desangrándome hasta morir, —Harry intervino.
 
Él escuchó el agudo chasquido de pisadas. Vio la cara molesta de Louis mientras este cerraba la puerta con un empujón. Harry descansó la cabeza contra la pared y dejó que sus parpados se cerraran.
 
—Hey. ¡Hey! —Una ruda mano empujó su hombro, trayéndolo de regreso a la consciencia. Él abrió los ojos.
 
—¿Qué? —preguntó a través de una garganta llena de vidrio.
 
—No te desmayes, —Louis le indicó, tomando un teléfono móvil de su bolsillo.
 
—No estaba desmayándome, estaba descansando, —Harry corrigió, no enteramente seguro de que fuera la verdad.
 
—Tengo que hacer algunas llamadas. Siéntate quieto.
 
—Fácil para ti decirlo. Tus costillas no se están saliendo de tu piel como palillos de dientes.
 
Louis lo ignoró, volviéndole parcialmente la espalda cuando su llamada fue contestada. Harry se movió ligeramente sobre el suelo, esforzándose en escuchar.
 
—Es Tomlinson. Si, lo tengo. Va a necesitar atención medica por —Louis se detuvo, escuchando—. Lo sé. ¿Quién lo llevara? No. ¡No! —Un pesado suspiro, luego Louis paso una mano a lo largo de su cara—. Si, bien. ¿Tienes a alguien vigilando su casa? Bien. Estaremos ahí después. —Él colgó el teléfono con un golpe seco de su muñeca y giró para mirar a Louis. —Levántate. Vámonos.
 
Louis se levantó del suelo, un gemido escapando de sus labios antes de que pudiera retenerlo. —¿Me llevarás tu mismo? —preguntó, cubriendo su boca para que el sonido del dolor no se le escapara.
 
—Así parece.
 
—Wow, ¿Cómo puedo considerar eso? —Él siguió a Louis por el pasillo—. Pensé que harías que uno de tus lacayos lo hiciera.
 
—Intente eso. Debo cuidarte yo, aparentemente. Debe ser mi noche de suerte. —Louis no sonaba complacido y su paso no disminuyó por Harry; él ya estaba a medio pasillo de distancia, sus piernas vestidas de traje con prisa por alcanzar su destino. Louis se veía bien en un traje; Harry le daría eso. A Harry siempre le habían gustado los hombres en traje, con sus lisas camisas, brillantes corbatas, y lustrados zapatos crujiendo contra el suelo.
 
 Quizá porque creciendo en un pequeño pueblo nunca había visto hombres vestidos así. Parecía como un mejor mundo comparado con aquel de donde venia. Era seguro como el infierno que un paso delante de aquel donde vivía ahora. Hombres en traje daban la apariencia de haber hecho algo de ellos mismos, de estar en control dentro y fuera, incluso si todo era una ilusión. Aquellos hombres no iban a transformar sus vidas en aquel tipo de maldito desorden en que la vida de Harry se había transformado.
 
Harry y Louis dieron vuelta a la esquina al final del pasillo, llegando al área central de la estación de policía, donde los policías pululaban como moscas. La habitación era recordatorio de cada estación de policía que Harry había frecuentado: ocupada, ruidosa, hundida. Las mismas luces fluorescentes de siempre como en el cuarto de interrogación, muchos focos tintineando para formar tristes sombras en los escritorios abajo. Había incluso algunos obligados sospechosos esposados escupiendo obscenidades a detectives nada impresionados. Harry podía ver una esquina del área de espera más adelante, pequeños niños apiñados en sillas por el privilegio de ver a sus padres o madres desfilar frente a ellos encadenados de pies y manos. Tan solo poner un pie en ese lugar te chupaba la vida.
 
—Espera aquí, —Louis ordenó mientras caminaba hacia un policía uniformado con su cadera apoyada en la orilla de un escritorio desordenado. Harry reconoció al policía como aquel que lo había jalado por la ventana y lo había golpeado con los puños, regalándole a Harry sus costillas expuestas al golpearlo muy gentilmente con su bota como regalo de despedida. Al policía parecía no agradarle Louis más de lo que le había gustado Harry. Lo que fuera que Louis dijo logró que el policía se levantara, empujando su cuerpo dentro del espacio personal de Louis. Harry deseo tener un cigarrillo para poder recostarse y disfrutar el espectáculo.
 
—Dije que te hicieras cargo de eso, —Louis ladró. Su voz cruzó a lo largo del cuarto, causando que cabezas se volvieran de los escritorios alrededor.
 
—Ya hice el papeleo, no puedo solo...
 
Louis se inclinó aún más, una mano en su oreja. —¿Estoy escuchando bien? ¿Estás discutiendo conmigo? —Un largo dedo fue hacia adelante y golpeó al policía en el pecho—. Piérdelo. No lo repetiré.
 
Harry no supo a que hombre apostarle en esta pelea, considerando que no se sentía exactamente cálido y amigable respecto a los tipos que ejecutan la ley para nada. Él tendría que poner su dinero a favor de Louis, si se diera el caso. Los tranquilos siempre tiraban golpes más fuertes. El policía levantó un fajo de papeles del escritorio y los mantuvo frente a la cara de Louis. Él los despedazó con talento dramático antes de dejar los pedazos caer al piso.
 
Louis miró hacia abajo, y luego se alejó del revoltijo como si la pila fuera de mierda de perro.
 
—Vamos. —Louis agarró el brazo de Harry con mano de hierro y lo jaló hacia las puertas principales.
 
—¿De qué se trataba todo eso? —Harry preguntó.
 
—El papeleo de tu arresto. Quiero que desaparezca.  
 
Harry resopló. Bien, es oficial. Estaba jodido.
 
—¿Ese es tu gran plan? ¿Romper unos papeles? Odio decirte esto, Tomlinson, pero eso no va a quitar a Hinestroza de nuestro rastro por un solo segundo.
 
—Deja que yo me preocupe por los detalles.
 
—¿Por qué eso no me reconforta? No deberíamos...
 
—¡Es él, justo ahí! ¡Justo ahí! —El revuelo cortó a través del ruido, haciendo que Harry se congelara.
 
—Oh, mierda, —resopló, siguiendo el sonido de la voz hacia su fuente.
 
—¿Qué? —Louis miró en la dirección de la mirada de Harry—. ¿Es esa Amanda? —Preguntó agudamente.
 
Harry giró la cabeza. —¿Cómo sabes acerca de mi ex esposa?
 
—Ya te lo dije, Harry. Sé todo acerca de ti, —dijo Louis, sin quitar los ojos de la mujer frente a ellos. Solo su parte superior era visible desde donde ellos estaban: todo cabello castaño brillante, labial rojo vibrante, y una camiseta pegada al cuerpo que abrazaba cada curva.
 
—¡Harry! —Gritó ella, ondulando ambas manos—. ¡Harry!
 
Louis se puso frente a él, obstaculizando la visión de Amanda. —Deshazte de ella, —ordeno mientras Amanda pasaba la barrera.
 
—¡Oh Dios mío, Harry! He estado enferma de preocupación. Nunca me volviste a llamar tras establecerte. —Amanda notó con retraso la camisa de Harry empapada en sangre. Su ya estridente voz subió una o dos octavas—. Harry ¿Qué paso?
 
—Me lastime durante la parada de tráfico, cariño. No es nada,  Harry la calmó.
 
—¿Nada? ¡Estas sangrando! —Amanda enfocó sus ojos enojados en Louis—. ¿Está bajo arresto?
 
—No, señora.
 
—¿Entonces por qué demonios lo ha mantenido aquí?
 
—Amanda.  
 
—Teníamos que llenar reportes, señora, —Louis cortó.
 
—¿Mientras estaba herido? —Ella le lanzó una mirada fulminante a Louis—. Típico. Vamos, Harry. Llevémosle a un hospital. Louis se movió hacia adelante, bloqueando su avance.
 
—De hecho, yo lo llevare. Razones de responsabilidad.
 
—¿Responsabilidad? —Las cejas de Amanda chocaron una contra otra.
 
Oh, mierda. Harry estaba en primera base con esa mirada. Los fusibles de Amanda estaban volando más rápido que un interruptor de circuito sobrecargado. Y si este altercado escalaba a los golpes, Louis definitivamente sería el que cayera.
 
—Significa que nos haremos cargo de nuestras obligaciones legales, —Louis explicó, su voz paciente pero el musculo en su quijada era una bomba de tiempo.
 
—Sé lo que significa responsabilidad. Jesucristo. ¡No crea que porque lo está llevando al hospital no levantaremos cargos contra ustedes!
 
—Sí, señora, —Louis logro decir a través de sus dientes apretados.
 
Harry acarició la espalda de Amanda ligeramente y dijo:— cariño, está bien. Deja que me remienden y te llamare mas tarde.
 
—Sera mejor que me llames en el momento en que llegues a casa, —Amanda instruyó. Ella pinchó su pecho con una uña rosa para hacerle saber que lo decía en serio.
 
—Claro que sí. —Harry asintió.
 
Él y Tomlinson estaban en silencio mientras veían a Amanda caminar por la puerta.
 
—Se ve como un puñado —Louis remarcó una vez que ella se había ido. Su voz era lo suficientemente suave, pero su nariz estaba arrugada como si estuviera oliendo la basura de ayer.
 
—No tienes idea, —Harry dijo con una risa, e instantáneamente se sintió como un bastardo. Dios sabía que le debía más lealtad a Amanda que a cualquier cabrón parado junto a él. Se detuvo a sí mismo a la mitad de una risita.
 
 
Louis suspiró, se toco la parte de atrás de su cuello con una mano. —Asegúrate de llamarla, como dijiste. Necesitamos mantener esto contenido. Si ella se preocupa, empezara a hacer llamadas. No queremos eso.
 
—Bien, —Harry dijo, caminando hacia la salida. El aire frío lo golpeó directo en la cara. El otoño definitivamente había llegado; aún no eran las seis de la tarde y ya estaba oscuro, las luces de la calle ya iluminaban pequeños espacios de acera, el resto dejado para ser tragado por las piscinas obscuras—. Mierda, ¿cuento empezó a hacer tanto frío? —Él cruzó sus brazos, sintiendo la pérdida de la chaqueta de piel olvidada en el asiento trasero de su auto.
 
Probablemente en un depósito municipal ya. —Aún no esta tan mal, —Louis señaló, inclinando su cabeza hacia arriba. La ligera brisa sopló su cabello fuera de su frente. Su cara relajada por un segundo, dando a Harry un entrever del hombre detrás de la insignia. Harry se sorprendió al darse cuenta de que era una cara en la que hubiera estado interesado en conocer mejor bajo diferentes circunstancias.
 
Si, como circunstancias que no involucraran a Tomlinson dispuesto a vender tu trasero si eso le da un mejor acercamiento a Hinestroza.
 
Louis devolvió sus ojos a Harry. —Traeré el coche para que no tengas que caminar. —Era la primera vez en toda la noche que había dado una indicación de que la herida de Harry importaba algo.
 
Tomlinson dejo a Harry sentado en la barandilla de piedra afuera de la estación de policía. No se preocupo porque huyera. No había ningún lugar al que pudiera ir donde Louis no pudiera encontrarlo.
 
Las pisadas de Louis crujieron sonoramente en la desierta acera, a su paso rompiendo las frágiles hojas caídas. Podía oler la agria esencia de humo, alguien en una casa cercana deseoso de recibir el invierno. Algunas linternas desequilibradas de Jack-o lo miraban de soslayo desde los pórticos vacíos. Sacó el Crown Victoria azul oscuro hacia el frente de la estación de policía, buscando torpemente en la guantera por algunos cigarrillos mientras Harry bajaba los escalones, su cara en una torcida mueca. Louis se inclinó y abrió la puerta del pasajero. No estaba de humor para esto.
 
Podrían haber sido los policías locales quienes entregaran a Harry Styles proverbialmente a su puerta, pero no se sentía particularmente agradecido. No se había partido el trasero todos estos años para jugar a la enfermera. Debería ser el trabajo de un patrullero come-donas. —¿Puedo subir atrás? —Harry preguntó, inclinándose hacia abajo.
 
—Claro. Si eso quieres. —Louis se encogió de hombros y tiró de la puerta para que se cerrara. Harry subió al asiento trasero, estirando sus largas piernas sobre el sillón.
 
—No sé si puedo sentarme derecho, —explicó, recargándose sobre la puerta—. Jesús, ¿todos los policías conducen el mismo maldito auto? No hay duda de porque podemos ubicarlos a kilómetros de distancia.
 
—Nosotros variamos el color, —dijo Louis, inexpresivo, los ojos en el camino.
 
—¿Tienes un cigarro extra?
 
Louis le pasó el paquete y Harry tomó un cigarrillo con ágiles dedos.
 
—¿Qué hospital? —preguntó.
 
—St. Luke.
 
—Normalmente voy al St. Joseph.
 
—Que, ¿tienes una tarjeta de cliente frecuente ahí o algo? Ellos te atienden dos heridas de bala, ¿y la siguiente es gratis?
 
—Gracioso, —Harry dijo, el humo exhalado flotó hacia adelante para enredarse con el de Louis a la mitad del aire—. Para tu información, nunca me habían disparado.
 
—Lo sé. —Louis esperó un segundo—. Herida de cuchillo a la derecha de la espalda baja, hecha con un fuste casero cuando estabas en Marion. Herida de cuchillo en el muslo izquierdo, casi te desangras hasta morir por esa, no le dijiste al hospital lo que paso. Y un cráneo fracturado cuando estuviste en Leavenworth. La cicatriz esta bajo tu cabello, atrás de tu cabeza.
 
—Alguien ha estado haciendo los deberes, —Harry observó, nada impresionado—. ¿Quieres una estrella dorada? Y no olvides agregar esta noche a la lista. Creo que dejará una horrible marca.
 
Louis gruñó, bajó la ventanilla para dejar entrar aire fresco al interior humeado.
 
—Hey, —Harry dijo de repente—. No me estoy sintiendo muy bien. Creo que voy a vomitar.
 
—Por amor de Dios, —Louis murmuró, lanzando un par de arrugadas bolsas de McDonald’s al asiento trasero—. Si vas a vomitar, vomita en eso.
 
—¿Alguien te ha dicho que tienes unos modos horribles?
 
 La boca de Louis se curvó hacia arriba, una sonrisa entreviéndose. —Me lo han dicho alguna vez —dijo, encontrando los ojos de Harry a través del espejo retrovisor y luego desviando la mirada rápidamente. La última cosa que Louis quería era volverse amigo de Harry Styles.
 
Louis tenía una misión. Tenía que permanecer concentrado en una simple meta: Hinestroza. Para lograrlo, necesitaba acercar a Harry y al mismo tiempo mantener distancia profesional. Los sentimientos no podían entrar en la ecuación. Todo era parte del juego.
 
¿Cuándo la vida de un hombre se convirtió en un juego para ti, Louis? Él podrá ser un traficante de drogas, pero eso de todas maneras es malditamente frío. ¿Ahora tienes hielo en las venas?
 
El cuarto de emergencias estaba relativamente tranquilo cuando llegaron. Habían pasado ya las horas pico, cuando todos los ebrios con laceraciones de botellas y traumas en la cabeza por haber salido volando por el parabrisas llegaban. La aburrida empleada en la recepción les dio una pluma y un montón de papeles para llenar, señalándoles hacia una fila de sillas vencidas. El roto vinil arrojaba sucias piezas de espuma que colgaba de la parte de debajo. Louis habría deseado cortar la cinta roja, mostrar su placa y empezar a repartir órdenes. Pero no podía arriesgarse.
 
El futuro de Harry habría ido en picada si Hinestroza se enteraba que un agente del FBI lo había acompañado al hospital. Louis se resignó a esperar, algo en lo que era bastante bueno una vez que aceptaba que necesitaba hacerlo. No así Harry, quien lo estaba volviendo loco con su constante inquietud, moviéndose, zumbando, y golpeteando la pluma que estaba usando para llenar las formas del hospital.
 
—Jesús, —Louis estalló—. ¿No puedes quedarte quieto?
 
—Aparentemente no. —Harry no levantó la mirada de su regazo donde intentaba balancear los papeles sobre sus rodillas y escribir, mientras se agarraba el costado con su mano libre.
 
—Dame los papeles, —Louis ordenó—. Yo los llenaré. Tengo toda tu información memorizada de cualquier manera.
 
Harry se los pasó sin pelear, apoyando su cabeza hacia atrás, y cerrando los ojos.
 
Nombre completó: Harry Edward Styles. Edad: 32. Igual que yo.
 
Louis escribió la dirección y el teléfono de Harry, dejando la sección sobre empleo en blanco.
 
—Aquí pregunta sobre seguro de salud. Asumo que no tienes ninguno en tu línea de trabajo. Harry no respondió. —¿Qué acerca de 401k? —Louis intentó—. ¿Pensión?
 
 —¿Has pensado acerca de la carrera de comediante? —Harry preguntó sin abrir los ojos—. Seriamente. Porque eres malditamente gracioso.
 
Louis se permitió una sonrisa solo porque Harry no estaba viendo, sus ojos aun cerrados, el barrido de pestañas de ébano descansando contra sus pálidas mejillas. Louis regresó el papeleo completo a la recepción, lo que le hizo ganar un chasquido de goma de mascar de la empleada y no mucho más.
 
—Me muero de hambre, — Harry comentó cuando Louis se volvió a sentar—. ¿Hay algo de comer por aquí?
 
—¿Cómo demonios voy a saber? El estómago de Harry retumbó y Louis le tiró una mirada de disgusto. —Eres un dolor de huevos, —Louis apuntó, pero se levantó con un suspiro y fue en busca de comida. Una agotada máquina expendedora en el sótano le dio una Coca y un paquete de galletas de mantequilla de maní tras robar el primer dólar que introdujo. De regreso arriba, le dio a Harry los aperitivos, viendo como rompía el paquete de celofán con los dientes.
 
—Maldición, ¿podría esto ser más complicado? — Harry se quejó con la boca llena de galletas. Louis tomó un profundo respiro, resistiendo el súbito impulso de golpearlo en la parte de atrás de la cabeza. Harry estaba apenas tragando lo último de su bebida cuando una gorda mujer con una cara seria apareció en el pasillo, ladrando su nombre.
 
Él murmuró: —esto será divertido, —en dirección a Louis mientras se alejaba. Louis recogió el arrugado celofán y la medio aplastada lata de Coca que Harry había dejado en su asiento y los tiró en el desbordante bote de basura fuera de los baños. Dado el glacial ritmo hasta ahora, se imaginó que estaba bien el apostar que tenía tiempo para ir afuera por un cigarro muy necesitado.
 
—¡Hey, tu! — alguien lo llamó mientras se acercaba a la salida. Una pequeña mujer en una bata corta verde, su coleta torcida, pasó por las puertas corredizas que separaban el área de espera de los cuartos de trauma. —¡Hey! —gritó otra vez, avanzando hacia él—. ¿Por qué no lo trajo antes? Estaba así de cerca, —levantó su dedo pulgar y su índice a un centímetro de distancia— de necesitar una trasfusión sanguínea. ¡Debió llamar una ambulancia!
 
—Vinimos aquí tan pronto como pudimos. —Louis levando sus manos en mofa de rendirse, sacando su sonrisa más compradora—. ¿Es usted el doctor?
 
—Si. Dra. Allen. —Ella no ofreció su mano. O regresó la sonrisa—. ¿Cómo obtuvo la cuchillada?
 
—¿Qué dijo él?
 
—Dijo que es un corte con papel.
 
—Yo no sé qué pasó.
 
—Claro que no, —el doctor dijo, su boca una delgada línea—. Voy a suturar. Luego podrá llevárselo. Necesitara antibióticos para evitar infección y tendrá que regresar en diez días para que le quiten las puntadas. — Ella levantó una ceja hacia Louis—. Y dígale que sea más cuidadoso arrastrando papeles en el futuro.
 
Despedido, Louis salió y fumó su cigarro, la sirena de una ambulancia acercándose prometiendo el dolor de un extraño. El podía ya pintar la mirada en la cara de Eleanor cuando oliera el cigarrillo en él, pero estaba muy cansado para importarle.
 
El se sentó en los escalones de concreto, al demonio con su traje, y entrecerró los ojos hacia el cielo nocturno, algo que no hacía muy seguido, haciendolo siempre volvía a extrañar el hogar. Las estrellas eran mucho más visibles ahora que el invierno se acercaba que cuando estaban en verano. Se preguntó si era un truco de su mente o si el aire frio ponía todo en mejor perspectiva. Cuando terminó su cigarrillo volvió a entrar, pensando en chequear el progreso de Harry.
 
Nadie lo detuvo mientras pasaba por las puertas corredizas, estirando su cuello a través de cortinas cerradas hasta que encontró la habitación correcta. Podía escuchar un constante tick-tick del IV goteando líquido claro en el brazo de Harry a través del huevo en su codo. El doctor se había ido, dejando atrás una fea línea de puntos que asomaban a través de la piel de Harry como patas de araña.
 
Louis dió un paso acercándose. Harry no había notado su presencia, ojos cerrados, la cabeza hacia otro lado. La mirada de Louis vagó sobre el pecho de Harry, los duros músculos visibles bajo el oscuro vello aun pegado con sangre seca. Harry tenía un gran tatuaje en su hombro izquierdo, el símbolo del yin y el yang en toda su negra y blanca gloria. No lo que Louis esperaba de alguien como Harry. Corazones con la palabra ―Madre‖, la insignia de alguna banda de la prisión, o incluso una svástica eran más comunes entre los colegas de  Harry.
 
Toda su vida, Louis había preferido observar a la gente mientras él permanecía sin ser observado, desde el otro lado del patio del colegio, tras un vidrio de una sola vista, desde un carro no marcado de vigilancia. Desde la distancia. A pesar de que había dominado la habilidad esencial de fijar un sospechoso con los ojos, nunca se sintió natural. Él siempre luchó contra la urgencia de bajar la cabeza y mirar hacia otro lado.
 
Ahora, cuando Harry se movió, llevando una mano para frotar su mandíbula con barba de un par de días, Louis se deslizó tras la cortina y desapareció.
 
Harry no sentía ningún dolor. El doctor había ordenado morfina en su IV junto con fluidos y antibióticos, sonriendo ligeramente cuando Harry murmuró: —Bendita sea, —antes de que hubiera empezado a darle lo que parecieron miles de puntadas. Ahora él descansaba su cabeza contra el frio vidrio de la ventana del pasajero, incapaz de sentarse delante con Tomlinson en este viaje. El reflejo de las luces que pasaban rebotaba sobre la piel de Harry, pintando sus brazos con todos los colores de la ciudad.
 
—Llegamos, —Tomlinson dijo mientras se estacionaba frente al apartamento de Harry.
 
—Bien. —Harry no hizo ningún movimiento para salir del carro.
 
Estaba envuelto en una brumosa niebla, como si estuviera suspendido sobre su cuerpo, mirando pero no participando. Muy mal que no consumiera drogas, porque la morfina seria lo que escogería.
—Hey, escúchame. —La voz de Tomlinson era brusca mientras le daba a Harry un celular—. Usa esto para llamarme. Mi número está programado en el. Te estaré llamando para establecer hora y lugares para las reuniones informativas, ¿lo entiendes?
 
—Lo entiendo, —Harry dijo, palmeando el teléfono.
 
—Si notas algo fuera de lo ordinario, a Hinestroza actuando sospechoso, cualquier cosa, llama. Tenemos a un par de chicos vigilando tu casa. Estarás bien.
 
—Uh-huh. —Harry no estaba convencido, pero estaba malditamente cansado para discutir sobre eso ahora. Abrió la puerta y puso un pie en el pavimento—. Te veo luego, Tomlinson. —Él dudó—. ¿Tienes un primer nombre?
 
Tomlinson no lo miró, ambas manos agarrando el volante.
 
—Louis, —dijo finalmente—. Mi nombre es Louis.
 
—¿Louis? —Harry preguntó, pasando el nombre por su lengua—. ¿Qué clase de nombre es ese?
 
—El que mis padres me dieron, —Tomlinson respondió, poniendo el coche en  marcha.
 
—Está bien. —Harry sonrió—. Te veo luego, Louis.
 
Le tomó más de lo normal el subir los tres juegos de escalones. Tuvo que detenerse y descansar en cada descanso. Entró a su departamento, encendiendo las luces mientras se movía frente a las ventanas y espiaba a través de las persianas. El coche de Louis aún estaba ahí, con el motor regulando en la acera, el brillante final de su cigarro le guiño un ojo a Harry, un faro en la oscuridad. Sin buscarlo, Harry pensó en el bruñido cabello castaño de Louis, sus sombríos ojos azules, el susurro del hombre real sin mascara en los escalones de la estación de policía… su insignia de FBI.
 
Un pequeño ataque de calor se movió a través del centro de Harry. La sangre se arremolinaba en su cabeza, golpeando en la parte de atrás de sus ojos. El soltó las persianas, fue a su habitación, y se hechó con un cansado suspiro. El resentimiento por el trato que Louis le había forzado a tomar aun latía, supurando bajo su piel.
 
Pero la curiosidad se arrastraba por detrás del resentimiento, no importaba lo duro que la empujara para alejarla. Había pasado mucho tiempo desde que había tenido la energía, o la voluntad, de sentir curiosidad acerca de algo. Esto iba a ser problemático. Él le dio la vuelta a la idea en su cabeza y encontró que no lo asustaba. Los problemas eran la única cosa en la que Harry Styles se sentía calificado para manejar



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Holaa!!!
Lamento haber tardado mil siglos en actualizar, espero que les guste!!!
Muchas gracias por leerla!!:)
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Mensaje por Invitado Sáb 10 Mayo 2014, 10:58 pm

que onda con eso de que aparentemente ambos tienen novias/esposas/lo que sea ?¿? 
los quiero bien gays, ah que decía. JAJAJJA
Tipo que se tienen algo de ganitas pero ambos son conscientes de que eso complicaria mucho las cosas, no? mmm.
Seguila pronto por favor, bye!
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Tonos grises (Larry Stylinson) - Página 2 Empty Re: Tonos grises (Larry Stylinson)

Mensaje por Smile♡. Lun 12 Mayo 2014, 8:04 pm

Oh, ¡me había olvidado de esta! Harry con la costilla salida y Louis todo indiferente, ew. Genio de la life por no tirarse al piso y llorar de dolor, Styles. 
Se nota una pequeña "tensión" entre ellos  baba . Y que es eSO DE AMANDA Y ELEANOR??¿ DE DÓNDE SALIERON ESAS; FUERA, SHU. Ah.
Está genial, espero la sigas prontoooo:)
Smile♡.
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