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El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 7 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY FUE EL CAPITULO MÁS LARGO & TRISTE QUE HE LEE IDO EN TODA MI LITERATA VIDA... ESTOY EN UN SHOCK INTERNO! ENSERIO ME ENCANTA ESTA HISTORIA DE AMOR. HARRY ES TAN LINDO E INTELIGENTE Y LOUIS ES TAN SABIO Y FUERTE. ME VENIA MURIENDO CUANDO HARRY RISOS SOBERANO STYLES VOLVIÓ POR ÉL. Y mando a la fregada a los guardespaldas xD
"Eso sí, no hables. Quiero fingir que eres alguien que no eres-
—¿Quién pretendes que soy? -
Harry movió su culo contra la erección de Louis. —Mi gladiador. Valiente y auténtico"
NOOOOOOOOOO!!! SE VE CLARAMENTE QUE LE DOLIÓ A LOUIS LO QUE LE DIJO. CORTO Y SE FUE ENOJADO :C Ayyyy! Fue un error leerlo a las cuatro de la mañana!! te quiero pelionera de los looks de Harry pero eso si en una cosa que dijiste si tienes razón, siempre, siempre lo voy a defender :) sube pronto! Quiero que Louis se arrepienta & lo cuide & se vayan a vivir juntos al palacio de Harry :)
julyALC
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Pero Louis es un conchudo, omg :|
No entiendo como Harry quiere seguir teniendo sexo con el despues de esto, de todas formas JAJAJ.
Es un traidor, cobarde, desleal, y mas aun. Agh
Seguila pronto por favorrrrrrrr, bye ♥
No entiendo como Harry quiere seguir teniendo sexo con el despues de esto, de todas formas JAJAJ.
Es un traidor, cobarde, desleal, y mas aun. Agh
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Invitado
Invitado
Capitulo 6.
La palabra de la Pastora de los kiriciki, dominaba un amplio territorio en la alta y dura estepa. El gladiador no dominaba del todo la lengua kiriciki. Pero el nombre de Louis era conocido allí. Era un héroe y todo el mundo estaba dispuesto a ayudarlo.
Louis preguntó por la aldea donde estaba la residencia actual de la Pastora y la gente le señaló el camino.
Harry caminaba tranquilamente sin temor hacia su juicio.
Con días de vida, permaneció curioso como un erudito de viaje. Hizo una pausa para mirar a un santuario cubierto de runas.
—Ese es un lugar sagrado —le explicó Louis —. No deberíamos entrar.
—Es un templo para el Dios de los viajeros —dijo Harry—.
Estamos destinados a entrar.
Efectivamente, había una estatua de madera de olivo de un hombre caminando en el interior del edificio de piedra. La antigua figura estaba ennegrecida. Había regalos a sus pies. Un viajero daba o tomaba según necesitase. Harry dejó un trozo de pedernal detrás de los pies del viajero antes de continuar.
Ambos habían notado una columna de humo en el sur. Habían estado viéndola desde que salieron de la ciudadela. Algo, más allá de la elevación, eructaba humo de día y de noche.
—¿Qué es eso? —preguntó Harry.
Louis no lo sabía. Tuvo que preguntarlo a otros viajeros. Por fin obtuvo una respuesta. Tradujo para el soberano: —Ese es el vientre de la bestia.
—¿La bestia? —preguntó Harry.
—Así —dijo Louis —, es como los kiriciki llaman a al imperio raenthe.
Cuando se puso el sol, el aire frío llegó rápidamente. La gente de la estepa dormía agrupada como camadas de cachorros, por lo que nadie pensó en darles a ellos camas separadas.
Louis y Harry pasaron la noche en el desván de un granero bajo un techo de paja.
El soberano, se acercó desnudo a Louis. Se deslizó bajo la capa del bárbaro y se puso en su contra. La piel de Harry era suave y cálida. El gladiador sabía que no debía hablar esta vez. Esta sería la última vez.
Harry era un solemne amante.
Se movían en silencio. Louis no podía negar que disfrutaba de la forma en la que respondía a sus caricias. Sintió el impulso de tranquilizarlo, decirle que se relajara.
«Te tengo».
Pero no lo hizo.
Louis tuvo que forzarse a sí mismo a recordarse, «no soy tu amigo. No soy tu amante. No, no podré amarte nunca».
La boca del gladiador cayó sobre los labios de Harry. Nunca se habían besado.
El soberano respondió con ardor, lengua contra lengua, acariciándose. Los brazos de Louis lo rodeaban, presionándolo contra su amplio pecho. Harry sintió tanto como oyó el sordo sonido del corazón del bárbaro, contra su pecho. Los labios de Louis se movieron contra los suyos, con su lengua llenando su boca.
El cuerpo de Harry adoraba a su enemigo.
Louis se apartó del beso. Su boca bajo recorriéndole, besando su garganta, su pecho, por debajo de su duro vientre hasta su ingle.
El pelo del gladiador rozaba su piel como cruda seda.
Fue besándolo desde los huevos hasta su rígido sexo. Su boca rodeó la polla con caliente humedad. Su lengua era enloquecedora.
El aliento de Harry se atascó en su garganta, envolviendo su cuerpo en llamas.
El salvaje se acercó, dejándolo jadeante.
Harry inhaló el aroma de las olivas. Louis las estaba aplastando en sus manos.
Se engrasó a sí mismo y lo penetró, de cara. Harry tenía un fuerte deseo de llorar. Ese impulso lo quemaba en una hoguera sexual. Sus caderas se sacudieron para satisfacer las embestidas de la polla de Louis.
El soberano mantuvo la voz bajo su trabajosa respiración cuando realmente quería jadear y gemir en voz alta. El movimiento de la gruesa polla y el firme cuerpo lo envió más y más alto. Harry se estaba perdiendo, volando, ardiendo.
El calor húmedo de la liberación de Louis lo inundó. En respuesta, su propia eyaculación pintó gruesas líneas blancas sobre el vello del vientre del gladiador.
Harry se aferró a Louis como un amante.
Lo oyó murmurar en su propia lengua, una palabra que sonaba hermosa.
A última hora de la noche, descansando en los brazos de Louis, Harry dijo en voz baja: —Cuando volvamos a la ciudad de Calista, voy a tener que ejecutarte.
—No vas a vivir para ver la ciudad de Calista de nuevo — contestó con lo que sonaba como verdadero pesar el bárbaro.
Cuando regresara a la ciudad de Calista, y lo haría, ¿sería capaz de ordenar la ejecución de Louis?
No, no podría. Lo sabía.
«Pero puedo entregarlo a Marcus, para que le corte la cabeza. Lloraré pero se hará».
----------------------
Cuando ambos entraron en la aldea donde moraba la Pastora, Louis sentía que llevaba un gran peso encima. Un lento veneno trabajando en sus entrañas. Harry tenía razón. La lealtad exigía un alto precio. El precio debía ser pagado. Pero no había manera de que el gladiador, pudiera sentirse bien acerca de esto. Debía silenciar a sus pensamientos, su miedo, su desesperación, y lo hacía, al igual que en el ataque en una batalla sin esperanzas.
Harry le había llegado. El soberano no tenía a Louis por la polla, bueno, tal vez sí, pero se había metido en su cabeza y en su corazón.
«No quiero que muera».
El soberano debe morir.
La Pastora lo juzgaría.
El pueblo era viejo. Las casas habían estado allí durante mucho tiempo. Formando caóticas calles, con irregulares y sinuosos desniveles y callejones sin salida.
Uno no iba simplemente a la casa de un líder tribal y demandaba verlo, y Louis no era del pueblo Kiriciki. El gladiador encontró a un angelos nativo y presentó su solicitud de una audiencia con la Pastora. Obtener una respuesta podría tomar días. No tenía demasiada prisa.
El pesar dolía como una herida abierta. Louis quería hacer esto y deseaba hacerlo ahora.
Pero en realidad no quería que llegara nunca.
Harry estaba tranquilo. El gladiador, le dejó dormir la siesta bajo el sol en el borde de un campo de trigo, a las afueras de la aldea.
El angelos volvió con un mensaje antes de lo que se esperaba.
La Pastora vería a Louis y a su prisionero.
Eso era todo. Habría juicio.
Y Harry había llegado tan de buena gana. Había insistido en ir allí.
Louis regresó al campo de maíz con el corazón torturado, solamente para encontrarse con un parche de hierba aplastada y nadie a la vista.
Harry se había ido.
Louis se sentía enfermo, traicionado. Era lo mismo que él le había hecho al soberano. No le gustaba en absoluto la sensación que regresaba a él. Se sentía estúpido, furioso y traicionado. Harry había simulado, tan alto y poderoso, con todo eso del corazón herido y el coraje y demás mierdas.
Que mentiroso, el bastardo se atrevió a llamar a Louis, cobarde, por mentir.
El gladiador encordó su arco y colocó una flecha. Echó un vistazo a la tierra abierta por un hombre que huía. Harry no sería difícil de cazar. No era una figura que pudiera pasar inadvertido.
Una voz susurrante sonó tras él. —¿Estás buscando al extranjero?
Louis se volvió, miró hacia abajo. Un hombre de avanzada edad, inclinado sobre un nudoso bastón, estaba ahí.
Le respondió: —Sí.
El anciano levantó un dedo vacilante y señaló hacia el centro de la ciudad.
La calle principal era un camino de tierra prensada entre cercanas construcciones de piedra de los edificios. La concurrida plaza en la confluencia central, era tan ancha como cualquiera de las que se podrían encontrar en un espacio como el de ese pueblo.
Louis se quedó mirando lo que encontró allí.
Donde quiera que fueras por todas las tierras salvajes, a lo largo de todo el imperio raenthe, y probablemente incluso más allá de este, podías encontrar gente que juega a un juego de pelota en algún espacio abierto. Ya sea que la lanzaran, la golpearan o le dieran patadas, el juego de pelota era algo universal.
Aquí los peloteros formaban dos equipos, que pateaban alrededor, a un trozo de piel de cabra relleno de paja y cosido.
En medio de la gente de la tribu estaba el soberano, vestido con traje claro similar al de los Kiriciki, la parte superior holgada, de mangas largas, y color gris. Un cinturón de cáñamo y polainas grises. Espesos trapos de tela unidos con cuerda en sus pies, eran lo que pasaban por botas allí.
Algunos de los jugadores estaban descalzos. Las curtidas plantas de sus pies eran tan gruesas como almohadillas de camellos.
Harry se movía entre ellos, vivaz y ágil, como su rizado cabello.
Un color rojo teñía sus mejillas. Respiraba profunda y fácilmente en el enrarecido aire de altura. Sus ojos verdes estaban brillantes y alegres.
Ágil con los pies, hizo un giro rápido, una finta y pasó la piel de cabra rellena de paja a un joven corpulento que corrió hacia una red tejida de yute para anotar.
Sonrisas aparecieron en todas las ventanas abiertas de los edificios de la plaza. Sus dientes estaban separados, sus ojos fruncidos por la risa.
En una pausa de la acción, un anciano le hizo señas a Harry para que fuera a la línea de banda. El hombre apoyó un huesudo codo en su bastón y por los movimientos, aconsejó al soberano que barriera con su pie para robar el balón.
Harry hizo el gesto local de gracias con la mano. Un joven le gritó, a continuación le lanzó la pelota.
Al parecer, el soberano había hecho una conexión instantánea con este joven de su equipo, y los dos se pasaban la pelota el uno al otro sin necesidad de mirarse. Anotaron otra vez e intercambiaron el saludo local de la victoria, golpeándose entre sí las palmas de las manos.
Los celos ardieron en el pecho de Louis, tanto que era doloroso.
Se quedaron incrustados bajo el corazón.
Harry esbozó una sonrisa brillante a su compañero con un guiño de su verde ojo. El gladiador de repente no pudo retener el aliento. Su pecho se apretó con una feroz necesidad de poseer esa sonrisa.
Louis, quería a Harry para sí, y no podía compartir ni siquiera una mirada.
Olvidó de inmediato que había venido a conducirlo a su muerte.
Harry y los jóvenes estaban haciendo algo físico juntos y haciéndolo bien, y él no podía soportarlo.
Y ahora el soberano estaba enseñando a la juventud el golpe de muñeca de revés que era el saludo raenthe entre camaradas. Su mente se quedó en blanco de la rabia.
Louis podía haber dominado a Harry en la oscuridad, ¿pero realmente quién se había perdido a sí mismo? ¿Quién era de quién, después de todo?
La risa del mandatario, resonó como agua cayendo entre los cercanos edificios de piedra. Louis no era dueño de su risa.
Con voz ronca, el gladiador lo llamó fuera de la cancha. —La Pastora espera.
Harry dejó la piel de cabra y salió de la plaza. Se agachó dándose palmaditas en la túnica, y provocando nubes de polvo. Le dijo a Louis que quería bañarse. —No voy a ir a verla sucio.
—No vas a su cama—contestó el otro agriamente.
—Eso es respeto en mi tierra. Y esa es la única forma que conozco.
-------------
Había una fría brisa. El agua del arroyo estaba helada. Harry lo soportó. Se puso en cuclillas en el agua helada, bajo un cielo gris perla. Parecía de otro mundo aquí en las tierras altas, por lo fino y elegante, tan de la ciudad, con sus dientes blancos y rectos, con sus exóticos ojos color esmeralda, y su ondulado pelo chocolate.
Un crujido de algo pequeño, sonó en la hierba alta, venía a través de la orilla del arroyo.
Era un niño, que venía a buscar agua en un cubo de arcilla. El niño vio a Harry agachado desnudo en el arroyo. El soberano, dejó a la luz un pequeño tatuaje en un tono azul particularmente brillante, en la parte baja de su espalda. Era un estilizado disco alado. La marca del imperio raenthe.
El niño gritó de horror ante la visión, dejó caer el cubo de arcilla y corrió gritando.
Harry no le hizo caso. Apretó unas aceitunas y untó el aceite sobre su barbilla. Alargo la palma hacia Louis que esperaba en la orilla. —Dame tu espada. Está afilada. La daga no.
—No vas a ir armado a ver a la Pastora —dijo Louis.
—Voy a afeitarme con ella —le explicó, con la palma en actitud de no consentir el rechazo.
El pelo en la cara de Harry era muy fino y crecía despacio.
Únicamente crecía sobre su barbilla y a lo largo de su mandíbula. Le hacía parecer un poco perverso.
Louis le dio la afilada cuchilla. Cuidadosamente se afeitó el fino bigote. Sin él, parecía un joven dios.
Ya limpio, lo enfrentó de nuevo, arrojó la espada a un lado en la orilla del arroyo, y se enjuagó. Su piel erizada por el frío.
El gladiador abrió su capa para Harry, cuando salió del agua, y lo envolvió con ella. Louis lo calentó entre sus brazos.
Murmuró contra su pelo mojado —Pensé que huiste.
—No —habló Harry en el pecho del gladiador.
Sujetó los anchos hombros de Harry y lo mantuvo a distancia, una desnuda belleza. Louis miró a los verdes ojos, y le dijo: —Debes huir.
—No —respondió Harry con una leve sonrisa. Las puntas de su pelo gotearon sobre los hombros al sacudir su cabeza—. Vine a ver a la Pastora.
El soberano se dirigió a recoger su ropa nativa. Ya había sacudido el polvo de ellas.
Louis caminó a su lado hacia el pueblo.
Susurros rebotaban en las paredes de piedra, con los dedos apuntando discretamente a Harry. “Tiene la marca de la bestia”, decían los susurros.
Las voces no sonaban con odio. El sonido era más cercano a la piedad. El temor de los pobladores era para él, no de él.
El herrero del pueblo salió de su fragua y se ofreció a quemarle la marca. El viejo pondría fin a la brillante marca.
Harry le dio las gracias por la idea y pidió que lo llevaran ante la Pastora.
Había runas talladas en las paredes de piedra de la pequeña casa donde residía la Pastora. El interior era cálido por la presencia de muchos hombres.
La Pastora estaba instalada en cojines sobre una tarima baja en la pared del fondo. Llevaba chales de lana de cordero y muchos collares y pulseras. Las plumas y perlas brillantes estaban trenzadas en su pelo gris.
Louis estaba tratando de juntar las palabras adecuadas para decirle en kiriciki quién era Harry, pero él ya la estaba saludando en un idioma que Louis no conocía.
Y para su sorpresa absoluta, la Pastora le contestó en la misma lengua ininteligible. Hizo un gesto a Harry, no a Louis, a tomar asiento en el cojín que tenía delante.
Se sentó con las piernas cruzadas sobre el cojín ante la mujer.
Louis y todos los miembros de la tribu kiriciki en la cámara se quedaron mirando descaradamente la boca abierta cuando el soberano y la Pastora conversaban en un idioma que casi ninguno de ellos conocía.
—¿Cómo es que conoces estas palabras, extranjero? —le preguntó la mujer a Harry.
—Es el lenguaje de nuestros ancestros —respondió el soberano.
—La nuestra también —dijo la anciana.
—Tenemos los mismos ancestros —le dijo Harry a la Pastora de la tribu kiriciki—. Nosotros somos parientes. Tu pueblo y el mío.
—Los raenthe no hablan esta lengua —dijo ella.
—Nuestros hombres santos lo hacen —le respondió Harry.
—¿Eres un hombre santo? —preguntó la Pastora.
—Soy el dueño de una litera roja.
Uno de los asistentes del gobernante, que al parecer conocía la lengua antigua, dio un respingo. Siseó una traducción a sus compañeros de tribu, que recogieron sus arcos y flechas, y se hicieron señas.
La Pastora le tradujo su agitado discurso. —Dicen que no puede morir. Dicen que dispararon a su litera roja. Deberías estar muerto.
—Puedo morir, igual que cualquiera —le dijo Harry—. No es lo que vine a hacer aquí.
—Un niño dice que está marcado. —La Pastora alcanzó alrededor de su propia espalda para indicar dónde estaba tatuado.
Ella era más ágil de lo que parecía—. Aquí.
—Tengo un tatuaje —reconoció Harry—. ¿Qué le dijo el niño al respecto?
—Dice que llevas la marca de la bestia —dijo la Pastora.
—Soy la bestia —respondió él—. Soy tu soberano.
Soberano era una palabra raenthe pero aquí todo el mundo la entendía.
Un revuelo homicida se agitó a su alrededor, disposición de armas, ceños fruncidos de miedo e ira, pero nadie se movía para hacer un ataque real contra Harry, porque él estaba aquí y la Pastora le hablaba. Los kiriciki no lo matarían, mientras ella lo escuchaba.
—Hemos visto tu poder —le dijo con desaprobación la anciana a Harry.
—Algo ha ido mal aquí. Esa no es mi voluntad. Cosas terribles se han hecho en mi nombre —admitió—. Va a haber una respuesta ante eso, ma hahn. Sepan esto, “no” han visto mi poder.
Preguntó por todos sus reclamos. Eran muchos y horribles.
Ella le dijo que los hombres a los que llamaban ladrones, venían de la Harpy’s Rook y robaban a los hombres de todas las tribus del desierto, y se los llevaban al vientre de la bestia de donde nunca volvían.
—Harpy’s Rook —se hizo eco Harry—. ¿Eso sería una fortaleza excavada en la falda de una montaña en el este?
—Sabes lo que es —dijo la Pastora.
Ella le dijo que había visto a los señores raenthe matar a sus propios hombres. —Los verdes mataban a los azules en el desierto y dispersaban nuestras armas junto a los muertos. A continuación, el resto de los azules salían y quemaban nuestras aldeas.
Harry inclinó su cabeza, tragando su bilis. Luchó para no enfermarse.
—Asumimos que el raenthe lo sabía. Hiciste eso.
«Lo hice».
Harry levantó su pálido rostro, sus ojos le ardían. —El raenthe lo sabe ahora. El raenthe está enojado. —Harry controló su respiración—. Dime, ma hahn, ¿quién me atacó en Witch’s Cleft?
—Yo lo hice —dijo la Pastora, sentada recta, los hombros irguiéndose orgullosos—. Eso se hizo a mi orden. ¿No era justo?
—Ahora lo entiendo —respondió el soberano—. Pero, ¿cómo sabías que iba a venir?
—Un mensajero llegó hasta nosotros. Me advirtió que la bestia se acercaba. Dijo que matara a la bestia dentro de la litera de color rojo y los raenthe se retirarían de las tierras salvajes.
Harry se inclinó sobre sus piernas cruzadas y tocó el suelo entre ellas. —¿De dónde vino ese mensajero?
Los finos párpados de la Pastora se cerraron. —No lo sé. Pero él sabía cosas. Predijo su llegada. —Abrió los ojos—. Su nombre era
Marcus.
Invitado
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Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Asi que el viejo lo traiciono, omg. Y como supuse, la cosa con el gobernador y su gente era toda corrupta y estaban haciendo todo como el culo a espaldas de Harry.
Y las cosas entre Harry y Louis, es tan confuso. Louis se empezó a enamorar del hombre detrás del cargo, pero se dio cuenta de eso casi demasiado tarde.
Bah, ojala no sea TAN tarde.
Seguila pronto por favorrr, bye!
Y las cosas entre Harry y Louis, es tan confuso. Louis se empezó a enamorar del hombre detrás del cargo, pero se dio cuenta de eso casi demasiado tarde.
Bah, ojala no sea TAN tarde.
Seguila pronto por favorrr, bye!
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Ahora si todo se fue al carajo
Puto Marcus, me imagine algo así en un principio pero luego al ver que eran tan cercanos me dije que no podía ser y quise a Marcus pero ahora lo odio ¬¬
Pobre Harry darse cuenta de que en realidad no es querido y que no lo respetaron, es una mierda realmente. Debes seguirla pronto.
Puto Marcus, me imagine algo así en un principio pero luego al ver que eran tan cercanos me dije que no podía ser y quise a Marcus pero ahora lo odio ¬¬
Pobre Harry darse cuenta de que en realidad no es querido y que no lo respetaron, es una mierda realmente. Debes seguirla pronto.
Rebeca.
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
¿Marcus? si no mal recuerdo, fue el que le dijo a Harry en un capitulo "hay un traidor entre nosotros" apuntando a Louis. QUE CABRÓN! U_U
Lo leí desde ayer & ya sabes cuando amo de verdad esta historia & como es mi favorita. Ame cuanto estuvieron juntos. Se que Louis le quiere mucho a soberano se le nota... Se que tienes como 3472748329 adaptaciones que actualizar pero de verdad esta es mi fav & espero la sigas pronto prontisimo. Besitos tere & abrazos fuertes!
julyALC
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
DRAMATICAA QUE ERES WEE!! Pinche dramática que te sale de adentro!!julyALC escribió:AYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY FUE EL CAPITULO MÁS LARGO & TRISTE QUE HE LEE IDO EN TODA MI LITERATA VIDA... ESTOY EN UN SHOCK INTERNO! ENSERIO ME ENCANTA ESTA HISTORIA DE AMOR. HARRY ES TAN LINDO E INTELIGENTE Y LOUIS ES TAN SABIO Y FUERTE. ME VENIA MURIENDO CUANDO HARRY RISOS SOBERANO STYLES VOLVIÓ POR ÉL. Y mando a la fregada a los guardespaldas xD
"Eso sí, no hables. Quiero fingir que eres alguien que no eres-
—¿Quién pretendes que soy? -
Harry movió su culo contra la erección de Louis. —Mi gladiador. Valiente y auténtico"NOOOOOOOOOO!!! SE VE CLARAMENTE QUE LE DOLIÓ A LOUIS LO QUE LE DIJO. CORTO Y SE FUE ENOJADO :C Ayyyy! Fue un error leerlo a las cuatro de la mañana!! te quiero pelionera de los looks de Harry pero eso si en una cosa que dijiste si tienes razón, siempre, siempre lo voy a defender :) sube pronto! Quiero que Louis se arrepienta & lo cuide & se vayan a vivir juntos al palacio de Harry :)
Harry esta mas que dolido por lo que hizo Louis, así que se entiende.
A louis le dolio, y si tenia que!!
La sigoo;)))
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Asi de mal lo pone Louis!!Debby escribió:Pero Louis es un conchudo, omg :|
No entiendo como Harry quiere seguir teniendo sexo con el despues de esto, de todas formas JAJAJ.
Es un traidor, cobarde, desleal, y mas aun. Agh
Seguila pronto por favorrrrrrrr, bye ♥
Pero así es el amor apache!!:)
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Algo así. hahahaha, así de malo es el asunto. como siempre, hasta el ultimo momento es cuando empieza a ver amor.Debby escribió:Asi que el viejo lo traiciono, omg. Y como supuse, la cosa con el gobernador y su gente era toda corrupta y estaban haciendo todo como el culo a espaldas de Harry.
Y las cosas entre Harry y Louis, es tan confuso. Louis se empezó a enamorar del hombre detrás del cargo, pero se dio cuenta de eso casi demasiado tarde.
Bah, ojala no sea TAN tarde.
Seguila pronto por favorrr, bye!
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Si, se fue todo!Rebeca. escribió:Ahora si todo se fue al carajo
Puto Marcus, me imagine algo así en un principio pero luego al ver que eran tan cercanos me dije que no podía ser y quise a Marcus pero ahora lo odio ¬¬
Pobre Harry darse cuenta de que en realidad no es querido y que no lo respetaron, es una mierda realmente. Debes seguirla pronto.
a sigoo!!!
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
HAHAHAHA, NI TANTO WE, NI TANTO!julyALC escribió:¿Marcus? si no mal recuerdo, fue el que le dijo a Harry en un capitulo "hay un traidor entre nosotros" apuntando a Louis. QUE CABRÓN! U_ULo leí desde ayer & ya sabes cuando amo de verdad esta historia & como es mi favorita. Ame cuanto estuvieron juntos. Se que Louis le quiere mucho a soberano se le nota... Se que tienes como 3472748329 adaptaciones que actualizar pero de verdad esta es mi fav & espero la sigas pronto prontisimo. Besitos tere & abrazos fuertes!
WWWEEEE AHORA SE ACABA!!! AL FIN TERMINE UNAA!!!!:)))
AAAH PINCHE HARRY GIRL!!! TE QUIERO, AUNQUE SEAS BIEN PINCHE DRAMÁTICA!!
Espero que te guste el final!:)
Invitado
Invitado
Capitulo 7
Una señal de alarma llegó desde el exterior. Louis se trasladó a la ventana.
Un hombre irrumpió en la casa de la Pastora, hizo una rápida reverencia, y habló apresuradamente.
El gladiador le tradujo las palabras a Harry. —Dice que los soldados están llegando. Los esbirros de la bestia están aquí. —Y añadió sus propias conclusiones—. Una columna armada. Tuya.
El soberano miró a la Pastora, su blanco rostro, aturdido. Sus propios soldados se acercaban. Horrorizado le dijo a la mujer. —Ma hahn. No saben que estoy aquí. ¡No saben lo que hacen!
Los kiriciki en la sala recogieron sus garrotes y lanzas, arcos y flechas, de todas partes. Harry no conocía su lengua, pero podía apostar que decían: —¡Matamos a la bestia!
Preguntó: —Louis, ¿Los soldados llevan uniformes azules o verdes?
—Azules —respondió el gladiador desde la ventana.
Harry le sujetó la mano a la Pastora. Sus asistentes se quedaron sin aliento. Podrían haberlo matado allí mismo, pero al parecer no querían rociar la sangre de la bestia sobre su gobernante. El soberano la miró a los ojos, con la cabeza más baja que la de ella, suplicante: —Esos son mis hombres. Puedo detenerlos. Sé que me van a escuchar. Déjame ir con ellos.
—Ma hahn —Todos sus hombres estaban rogando, suplicando probablemente que les permitiera matarlo.
Los marchitos párpados de la Pastora se abrían y cerraban. Su mano libre cubrió la de Harry. Su piel era fría y acartonada. Les dijo a sus seguidores algo que debía ser: —Le creo. —Y luego en voz alta le dijo a él—: Ve.
El soberano salió corriendo. Hombres armados se apresuraron tras él, no lo perseguían, eran la guardia de la Pastora, dispuestos a servirlo. Harry exclamó: —Louis, diles que necesito un caballo.
El soberano cabalgó por la pendiente, y al galope por la llanura, para encontrarse con la azul columna raenthe. Louis montó al flanco de Harry.
A medida que la distancia se reducía, las caras se enfocaban.
Harry desmontó de su caballo con un ágil salto como si se tratase del mejor de los soldados de caballería. Hizo un gesto a Louis para que se quedara y avanzó solo, con los brazos extendidos para tranquilizar a la tropa armada.
Una ronca voz de mujer sonó en un grito desde la primera línea —¡Alto en nombre del soberano!
—¡En mi propio nombre, no lo haré!
En las primeras filas, muchos ojos se abrieron asombrados. La corpulenta joven mujer, Rodriga, juró a los muertos. La vanguardia levantó sus brazos, y saludó golpeándose con audibles golpes de sus puños en sus petos. Las palabras salieron retumbando a través de las filas en una oleada de asombro.
El soberano está aquí.
Rodriga avanzó fuera de la línea del frente para encontrarse con
Harry. Sus ojos se movieron de arriba abajo, fijándose en su tosca ropa. Con una mueca irónica en la boca, Rodriga dijo: —Ma dahn. El gobernador Kani nos envió aquí para vengar su muerte.
Harry habló lo suficientemente fuerte como para ser oído en la parte posterior de la columna. —No estoy muerto. Y esos no son el enemigo. —Hizo un gesto hacia atrás, hacia el pueblo en las alturas—. Van a seguir mis órdenes ahora.
Las tropas rugieron su reconocimiento, con aliviada felicidad en sus voces.
Harry pidió una túnica raenthe.
—No tenemos nada que sirva para un soberano —dijo Rodriga, disculpándose.
—Un uniforme de soldado es lo suficientemente bueno para cualquiera.
El soberano se cambió su atuendo del desierto por el azul de infantería. —Necesito un mensajero —le dijo a Rodriga—. El más rápido que tengas, para llevar un mensaje a Marcus.
Detrás de él, Louis, espetó estupefacto —¿Marcus? ¿El traidor?
Harry se dio la vuelta para mirar a Louis, levantó las cejas como preguntándole quién debería llamar traidor a quién.
Rodriga se quedó sin aliento. —¿Marcus es un traidor?
—No —le respondió el soberano. Y de nuevo se dirigió al gladiador—: ¡No, no lo es!
Louis presionó —La Pastora acaba de decir-
Harry gritó por encima de él: —Un hombre le dijo a la kiriciki que atacaran mi litera. Marcus sabe que yo, no viajo en ella. Le hubiera dicho que buscara una corona de oro, y un caballo negro.
Él no lo hizo.
Louis vibró mortalmente insultado. Su voz retumbó de indignación. —La Pastora no miente. —Incluso rodeado de raenthe y culpable de traición a la patria, el gladiador, con los últimos latidos de su corazón en este mundo, mantuvo su orgullo y lealtad a su pueblo.
—No —dijo Harry, en voz baja—. La Pastora no mintió.
Ahora estaba confundido. Solamente una de las dos opciones podía ser verdad. O Marcus le había dicho a la mujer que atacara a Harry, o ella mentía.
—Hay un traidor —explicó Harry en un susurro para que únicamente Louis lo escuchara—. ¡Además de ti!
Louis comenzó —La Pastora dijo-
El soberano levantó bruscamente la mano señalándole que guardara silencio. No escucharía de nuevo el nombre de Marcus asociado a la traición. Explicó: —La Pastora me dio el nombre que le dijeron. Eso no significa que sea cierto. No miente. Le mintieron a ella.
El mundo entero cambió. Aturdido por esta tercera posibilidad que no había visto, Louis le preguntó: —¿Sabes quién ha hecho todo esto?
—Creo que ambos lo hacemos.
—Creo que tienes razón —respiró el gladiador.
Harry le dijo: —Pero tengo que estar absolutamente seguro antes de empezar a matar gente. Rodriga.
La mujer se cuadró. —Ma dahn.
—Espera aquí. Da descanso a los hombres. Louis, ven conmigo.
Harry montó en su caballo y partió de regreso a la aldea. Louis fue tras él antes de que pudiera plantearse desobedecer las órdenes.
Su visión era tan aguda como la de un águila. Louis lo había subestimado. Una vez más.
Harry se apresuró a regresar junto a la Pastora. Ella salió de su edificio para reunirse con él, para que no tuviera necesidad de pedir a sus asistentes una audiencia.
Haciéndole una apresurada reverencia. Le preguntó: —Ma
hahn. El hombre que os dio el nombre de Marcus, ¿llevaba una marca aquí? —Se señaló el dorso de su mano izquierda—. ¿Y esa marca tenía la forma de un disco con una serpiente dentro?
—Sí, a la primera. —La mujer se tocó el dorso de la mano izquierda—. Y sí a la segunda. —Hizo un círculo con sus dedos.
Cerró los ojos—. Iba de verde.
Los labios de Harry se contrajeron mostrando sus blancos dientes con ira lupina, y furia en su mirada. Ni siquiera podía hablar.
Louis miró al soberano asombrado, casi en trance.
Dándose cuenta de la mirada, le preguntó impaciente: — ¿Qué?
El gladiador movió su cabeza en negación, sin saber qué decir.
«Una repentina creencia en los ángeles, eso era todo».
Si Louis debía morir por su traición, por lo menos podía morir sabiendo que había llevado al vengador de su pueblo hasta allí. Lo único que lamentaba era el no haber reconocido como era Harry desde el principio. Lamentó el odio y el resentimiento desperdiciado.
Ni siquiera podía decirle: “Harry, te adoro”.
Louis serviría ahora al soberano durante el tiempo que viviera, por breve que ese tiempo pudiera ser.
Harry se volvió hacia la Pastora. —Las cosas se han hecho mal con mi poder. Siento un centenar de puñales en mi estómago.
Sé que sentirlo no trae las vidas de vuelta. Haré lo correcto.
Y le preguntó si tenía algunos guerreros que pudieran pasar a formar parte de su tropa.
El soberano descendió hacia la columna raenthe, esta vez con un contingente armado de miembros de la tribu de montaña tras él.
Rodriga siseó —¡Ma dahn! ¡Los salvajes nos atacaron!
—Lo hicieron —dijo Harry—. A causa de una mentira. —Y gritó a sus soldados—: Salvo en Witch’s Cleft, ¿alguno de vosotros ha sido alguna vez atacado por los bárbaros?
—En la ciudadela —dijeron varios vehementemente, como si se preguntaran cómo el soberano podía haberlo olvidado tan pronto.
—¿Los visteis? —indagó Harry.
—¡Sí! —dijeron varios.
—¿Vivos? —volvió a preguntar el soberano.
Los soldados se miraron los uno a los otros. Ahora que lo pensaban. No. Ninguno de ellos había realmente luchado o matado a un rebelde. Pero alguien debía haberlo hecho. Oyeron una gran cantidad de combates.
—Vi los cuerpos, ma dahn —dijo Silas—. Estaban armados.
—También yo, vi esos cuerpos —le contestó Harry—. Eran esclavos domésticos. ¿Dónde pueden conseguir armas nativas los esclavos domésticos?
—Kani tiene una colección de armas nativas —dijo Rodriga.
—¿Por qué los esclavos no se levantaron simplemente con cuchillos de cocina, horquillas de los establos o atizadores de fuego? Todos los cuchillos de la cocina estaban donde se supone que debían estar.
—Querían sus propias armas —sugirió Rodriga, haciendo un gesto hacia su propia ballesta. La amaba entrañablemente. La llamaba Bryan.
—Muy bien —admitió el argumento—. Querían sus propias armas.
—Pero Harry también había sido un soldado. Había visto enemigos muertos. Y ese había sido su sueño la noche que huyó.
Soñó con muertos en la guerra en un campo de batalla.
—Ninguno de los esclavos que vi estaba agarrando un arma nativa en sus muertas manos.
Asintió hacia Rodriga, que sostenía la ballesta, su querido
Bryan, apretado contra su amplio pecho.
—¿Y cómo se las arreglo un esclavo para dejar caer su lanza sobre su espalda una vez muerto? —Cuestionó Harry—. Ninguna de esas personas murió peleando. Fueron asesinados y colocaron sus armas para inculparlos como rebeldes. No hubo lucha.
—¡La escuchamos! —Exclamó Silas—. Escuchamos la lucha y el asalto bárbaro a las puertas. ¿Ma dahn no la oyó?
—Escuché los sonidos —respondió el soberano—. Así parecía.
—¿Quién hizo todo esto, ma dahn? —dijo Rodriga.
—Kani.
Rodriga se iluminó. —¡Oh, quiero que sea Kani! ¡Odio a ese hombre!
—Alégrate entonces —le dijo Harry con grave entonación. No podía regodearse. Iba a matar a uno de los suyos.
Se sentía bien estar en marcha de nuevo a la cabeza de un ejército. Harry ahora tenía un claro propósito.
No llevaría, por el momento, a sus soldados raenthe y a sus guerreros kiriciki hacia la ciudadela. Tenía cosas que hacer antes de regresar a Harpy’s Rook.
El soberano lideró el camino hacia la columna de humo, muy por delante hacia el sur.
—Estamos yendo a donde van las arpías. —le dijo a Rodriga.
A las entrañas de la bestia.
El gladiador había estado en silencio durante un rato.
Harry cabalgaba a la cabeza de la tropa. Ahora montaba su propio caballo. El negro semental del soberano había viajado junto con las tropas de la guarnición, y de Rodriga. Louis cabalgó hasta la vanguardia de la columna y frenó junto al soberano. Se atrevió a preguntarle: —¿Cuándo lo supiste?
—Caballos —dijo Harry, más para sí mismo que para el gladiador.
Había caballos esperándolos al final de la escalera secreta que conducía hasta su habitación. —¿Por qué estaban allí los caballos?
La noche del presunto ataque, había caballos ensillados, y esperando para ser montados por él. Tenían que haber estado allí preparados, antes de que se oyeran los primeros sonidos de la batalla.
Había sido un sonido poco natural, como una palmada antes de que las manos se unieran.
Desde que el soberano había vuelto al poder, con sus soldados tras él, no había sacado el tema de la traición de Louis. Eso pendía en el aire sobre ellos, en un silencio ensordecedor.
—¿Cómo sabías que debías venir hasta los kiriciki? —Le preguntó serenamente Louis. Sonaba como si creyera que Harry tenía poderes mágicos.
—La inscripción en Witch’s Cleft —le dijo Harry—. Las palabras estaban talladas en raenthe antiguo. El lenguaje kiriciki de los antiguos es el mismo que el de los raenthe. Únicamente los sacerdotes y eruditos, y los soberanos, conocen ahora el idioma antiguo. El grabado en Witch’s Cleft dice: “Pacífico forastero pasa en paz”. Las personas que graban palabras como esas en las rocas altas, te escucharán antes de matarte. Simplemente vi la escritura en la pared.
La formación raenthe coronó la última colina antes de llegar a la fuente de la columna de humo.
Encontraron bárbaros con los tobillos encadenados arrastrando rocas y vertiendo metal fundido del color de la luz solar. Más allá de ellos brillaban un montón de lingotes de oro.
Humo emergía desde el horno de la refinería, formando espirales en el aire.
Hombres vestidos con uniformes verdes montaban guardia con ballestas sobre los trabajadores.
A la llegada de la tropa, todos los guardias raenthe vestidos de verde se pusieron firmes, sorprendidos.
Estaban incluso más sorprendidos de no ver al gobernador Kani liderando la fuerza armada, que de ver al propio soberano, vestido con el uniforme azul de un soldado.
El soberano habló despacio, muy alto. La voz de barítono de Harry estaba en auge.
—¡Todo hombre leal a la reigna suprema deje las armas y de un paso atrás!
El guardia más cercano susurró cohibido por su soberano. —
¡Eso es imprudente, ma dahn! ¡Los prisioneros! ¡Van a huir!
—¡NO ME IMPORTA! —rugió Harry.
Cuando las armas se redujeron, y los esclavos mineros miraban confusos a su alrededor, Harry ordenó a los guardias que se alineasen.
Los guardias obedecieron desconcertados. Los esclavos se quedaron mirando desde su cantera.
Harry desmontó y caminó por la línea de guardias. Señaló a un hombre que tenía un tatuaje de serpiente en su mano izquierda y le indicó que se apartara de los demás.
Señaló a otro hombre tatuado.
Y a otro.
Los tatuados tuvieron el presentimiento de que el soberano conocía su marca y que no le gustaba. Esos hombres se volvieron y echaron a correr.
Obtuvieron en sus espaldas virotes letales de una ballesta llamada Bryan.
Había quedado claro que el círculo de favoritos del gobernador, había enfrentado a los indígenas contra la tropa de guarnición. Kani había estado enviando inocentes soldados de guarnición para vengar los levantamientos indígenas que nunca sucedieron, lo que a su vez provocó levantamientos reales de los nativos. Los hombres de Kani alimentaban el conflicto.
La mayoría de los guardias aquí en la mina de oro eran hombres buenos, que pensaban que estaban haciendo trabajar a delincuentes. El círculo cercano al gobernador recolectaba el oro.
Harry ordenó que retiraran las cadenas a los prisioneros.
Gritó a los mineros: —Cualquiera de vosotros que conozca mi idioma, traducidme para los miembros de vuestras tribu que no. Díganles que soy su soberano. Que sois libres. Podéis iros si lo deseáis. Nadie os detendrá. Pero los que se queden, obtendrán comida y agua y un poco de oro. Y si vienen conmigo a asaltar Harpy’s Rook, tendrán los animales que allí se encuentran.
Hizo una pausa mientras los aturdidos mineros absorbían lo que había dicho. Se miraron sus tobillos sin grilletes.
—Tal vez algunos de vosotros realmente sois criminales — continuó el soberano—. No me importa. Todos sois libres. Si alguno es culpable de un delito, bueno, está siendo perdonado. No estoy planeando otras liberaciones por no poder desgranarlos de los inocentes. Utilizad bien vuestra libertad.
Y a un grupo de guardias de pie cerca del lugar donde el oro era convertido en lingotes y monedas, les dijo: —El oro es para todos.
—¿Cuánto, ma dahn?
—Todo lo que se puedan llevar —respondió el soberano.
La mayoría de los mineros se quedaron para ser alimentados y cargados de oro. Harry no podía culpar a los que no le creyeron y simplemente huyeron corriendo por las colinas hacia su hogar.
Hizo una seña a uno de los guardias leales a él, y le dijo: — ¿Puede alguien hacerme una diadema nueva?
Al caer el sol, Harry paseaba por la cresta de la montaña sobre la mina con fría rabia. Su majestuosa silueta parecía entrelazada con el cielo. Una fina banda de oro brillaba sobre su cabeza bajo la luz menguante. Su furia era una cosa física, lo suficientemente fría para quemar.
Le hizo señas a Louis, para que se apartara de los demás.
El gladiador respiró hondo. Esperaba que fuera una de sus últimas.
«Aquí viene».
Louis dejó su arco y se dirigió a enfrentarse a su soberano.
«Si me da una espada para dejarla caer, yo lo haré».
Harry era hermoso enojado.
Su voz era muy suave. Preguntó sin mirar a Louis. —¿Se te acusó injustamente cuando te condené a mi arena?
Louis respondió sinceramente —No.
Había sido acusado de traición.
—¿Cuál fue tu crimen exactamente? —preguntó Harry.
—Levanté un ejército de miembros de las tribus del desierto contra el señor raenthe.
El soberano asintió. Levantó los ojos hacia Louis y preguntó: —¿Podrías hacerlo otra vez?
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Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
Antes de que la luna completara su ciclo, la horda nativa que había reunido el gladiador, se unió a las tropas de Harry.
El soberano miró admirado su número. —Bien hecho —le dijo.
Louis habló en voz baja. —Moriría por ti.
—No hagas eso —dijo Harry—. Vive por mí.
Los vigías de las torres de la ciudadela conocida como Harpy’s Rook, avistaron tres fuerzas que convergían hacia la misma.
La primera era la tropa que Kani había enviado a las tierras kiriciki para vengar la muerte del soberano. La segunda una horda de bárbaros comandada por un hombre grande, que se asemejaba al gladiador Louis. La tercera era un regimiento raenthe marchando por el camino real, dirigido por una peculiar figura de reluciente coronilla calva, el regente Marcus.
Las puertas de la fortaleza se cerraron rápidamente. Las torres se cubrieron de tensados arcos. Los soldados subieron a las murallas.
Las tres columnas se detuvieron justo fuera de tiro de arco. Un hombre se adelantó desde la vanguardia de las primeras tropas.
Montaba diestra y orgullosamente sobre el negro semental del soberano. Una fina diadema de oro brillaba sobre su cabeza. Su cabello rizado era más largo de que como éste solía usarlo.
Una voz de barítono, fuerte como un cuerno de batalla, y que sonaba como la del propio Harry, ordenó: —¡Abran las puertas!
Todos aquellos leales a la reigna y a las leyes del imperio raenthe, detengan a los hombres que lleven un tatuaje de color rojo en su mano izquierda y arrójenlos desde las murallas en estos momentos.
“Encadenen al gobernador Kani y tráiganlo hasta mí. Lo necesito vivo.”
Mientras seguía gritando, el gobernador estaba dando sus propias órdenes, pero ya caían hombres vestidos de verde desde las altas murallas.
Harry dictó sentencia sobre Kani delante de tanta gente como fue posible. Sus súbditos necesitaban ver eso.
El soberano lo condenó a muerte.
Kani exigió la oportunidad de luchar por su vida. Eligió la arena.
—¡No en mi arena! —dijo Harry horrorizado. Ese hombre nunca había entendido lo que significaba la arena. Era un lugar sagrado. El estadio de la capital era un lugar de redención, una última oportunidad para poner fin a la vida propia con honor.
Donde no había honor, no puede haber redención. Y no lo había aquí. Esto era escoria. No admitiría a la sangre de Kani en el suelo de ese glorioso lugar.
Sus crímenes eran despreciables. Sus obras no habían sido actos en caliente de venganza, o realizados por la desesperada necesidad, o por una lealtad equivocada. El gobernador no había actuado por otra cosa que no fuera la codicia.
La traición había dejado a su paso una gran cantidad de personas de las tierras salvajes, onerosamente agraviadadas. Todo ese dolor debía ser compensado de alguna manera.
Se necesitaba un ritual salvaje para que sirviera como un catalizador para que encausara esa terrible furia y la canalizara. Los habitantes de las tierras silvestres debían tener sangre.
Con ojos fríos y voz plana, Harry le dijo a Kani—: Irás a tu propio foso.
Llenó las gradas, el soberano, con los desdichados de la mina de oro.
Louis estaba dispuesto, su piel aceitada. Solamente portaba un taparrabos de leonina piel, un tahalí y un pequeño escudo redondo en su antebrazo izquierdo. Un yelmo, se veía bajo su otro brazo. Su espeso cabello castaño estaba recogido en una cola.
Saludó al soberano con su espada.
—¿Tienes que estar aquí? —preguntó Louis.
El gladiador en la arena era terriblemente fascinante.
—¿Por qué? —preguntó Harry.
—No quiero que presencies esto —le respondió.
Asintiendo dijo. —No lo voy a hacer.
El soberano estaba saliendo cuando Kani fue arrastrado encadenado. Harry no iba a abandonar el foso de arena, iba a dejar la grada. El condenado gritó ante su retirada. —Esta es una ejecución de estado. Es vuestro deber como soberano presenciar la la sentencia en la arena. Debe por tanto permanecer aquí.
—No, no lo creo. —Harry le repitió lo que le había dicho anteriormente—. Ya te lo dije. No se trata de un combate en la arena. —Desvió su mirada hacia Louis y gruñó—: Hazlo polvo.
En el justo momento en el que hizo nuevamente amago de abandonar el palco del circo, los ojos del gladiador se clavaron curiosos en él, a través de la visera del yelmo.
—Cuando termines… —El soberano lanzó una pala clavándola en la arena—. Entiérralo.
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La ejecución había sido lo suficientemente horrible para que gran parte de la ira de los habitantes del desierto se apaciguase.
Las víctimas de Kani no estaban completamente satisfechas, pero tampoco estaban clamando por una revuelta. Ahora estaban listos para escuchar al soberano.
Marcus regresaría a la capital con el ejército. Harry se quedaría en las tierras salvajes hasta que restableciera un pacífico orden.
Cuando el regente se disponía a salir, Harry le dijo: —Marcus, envíale un mensaje a la reigna. Dile que elija a alguien para sustituirme como soberano.
—No lo haré —dijo Marcus.
—¡No puedo continuar haciendo esto! —exclamó el soberano.
—Hijo, ya lo has hecho —contestó el hombre—. Te clavaron un cuchillo en la espalda. Nadie que sufre ese tipo de herida se pone a bailar de alegría al momento siguiente. Ve a dormir. Ve a emborracharte. Ve a echar un polvo. Te dieron una paliza. Lame tus heridas y vuelve a levantarte. Te veré de vuelta en la ciudad con la próxima luna, ma dahn.
El soberano se negó a fijar su residencia en Harpy’s Rook.
Permaneció en una amplia tienda de gruesa lona, en el desierto, con su bandera y su estandarte al frente. Convocó a Louis ante él.
El gladiador entró en la tienda. Harry estaba solo, vestido de azul como un soldado, su corona de oro ceñía su cabeza. Se había cortado su pelo rizado.
Un dolor se le atoró en la garganta. Louis apareció con una hilada túnica raenthe con un cinturón de rígido cuero para la espada, y botas de soldado. Su enorme cuerpo llenaba el espacio.
El cabello le caía suelto sobre sus hombros.
Harry lo perdonó por sus crímenes y le pagó por su servicio como primer escolta. —Eres libre —le anunció como si estuviera cercenando su propio brazo—. Vete a casa.
—¿Eso es todo? —cuestionó Louis.
—Por supuesto, eso es todo —respondió el soberano, mirando a algún sitio por encima de la cabeza del gladiador.
Las cejas de Louis se unieron formándosele una profunda grieta entre las mismas, al fruncir el ceño. Estaban solos. El bárbaro sujetó a Harry justo a la altura de sus bíceps. —Dilo mirándome a los ojos.
—Yo no... —Vaciló el mandatario.
La mirada de Louis se clavó en el alma de Harry. Le preguntó:—¿Qué deseas?
—Nunca se ha tratado de lo que yo desee —respondió—. Sé cuál es mi deber.
—No te entiendo —dijo el gladiador.
—No —contestó el soberano—. No lo haces. —No es que hubiera, o pudiera haber habido algo más entre ellos.
—Harry. —Louis pronunció su nombre por primera vez.
El soberano parpadeó brevemente. Algo dentro de él cantó ante el sonido de su nombre en la retumbante y baja voz de Louis.
—Yo te he visto sonreír, así que sé que puedes hacerlo —le dijo el gladiador—. Pero no lo has hecho para mí.
—He tenido bastantes pocos motivos para sonreír.
Como si no hubiera encontrado alegría en modo alguno, con el contacto de Louis.
Por supuesto Harry se refería a la dura batalla, la traición, el viaje a través de las tierras salvajes. Pero no se lo quiso explicar.
Dejaría que el bárbaro, pensase lo que quisiese. Necesitaba mantener un poco de desapego, incluso si la idea misma de la separación fuera una cruel prueba. Su corazón estaba ya mucho más allá del punto de no retorno.
Pero aún tenía su puesto, su incuestionable soberanía.
La mano de Louis tomó el mentón de Harry. El calor de su toque le hizo temblar. Su piel áspera y callosa se sentía tranquilizadora. Los ojos del gladiador se movieron de un lado a otro de su rostro, buscando.
Harry miró hacia abajo. Declaró: —Has cumplido tu servicio. Hemos acabado.
La voz de Louis sonó íntima. —¿Es el soberano o Harry quién lo dice?
—¿Es importante? —respondió él con tristeza.
—Debe ser Harry —dijo Louis—. El soberano no es tan cruel.
—Entonces soy cruel.
—¿Y no vas a mirarme a los ojos?
—No.
—¿Por qué?
Fijó su mirada en la mandíbula de Louis, la incipiente barba castaña, la cicatriz producida por una hoja de espada. —No me atrevo.
Una vez más —¿Por qué?
—No me presiones, Louis.
El deseo era un Dios despiadado. Tenía que ser el deseo, porque Harry no se atrevía a llamar amor a este sentimiento.
El gladiador le dijo: —Tú me quieres tanto como yo te quiero.
Harry se estremeció como ante un gran dolor. —No puedo ser dominado. ¡Soy el soberano!
—¿Es eso? ¿Eso es todo? ¿No puedes ceder por amor?
—¿Amor? —Harry trató de hablar, pero su voz falló.
—Sé que la reigna suprema tiene un consorte —argumentó Louis. Sé que una mujer gobierna el poderoso imperio raenthe. Siempre es una mujer. Y no solamente una mujer. La reigna debe ser madre. Debe sentir un latido en su interior que no sea el suyo. Eso significa que ha permitido a un hombre en su interior. ¿Eso la hace menos poderosa? ¿Por qué ella y no tú? ¿No se encuentra después en los brazos de su hombre? ¿Nunca se unen en el placer y se consuelan mutuamente en el dolor?
Harry no pudo contestar.
La voz del gladiador se convirtió en amarga ironía: —¿O es que ella se come su cabeza tras prestarle sus servicios?
—Louis, no importa lo que quiero.
—Si importa.
—¿Por qué?
—Porque tú importas.
—¿Porque me inclino ante ti como una puta Krasian?
Harry parpadeó, debido a una picadura en su boca. Le llevó un segundo darse cuenta de que había recibido una bofetada, otra vez.
El soberano se tocó la mejilla. Le dijo a Louis: —Estoy cansado de eso.
—Normalmente expreso mi ira con el filo de una espada.
—¿A quién le diste la bofetada? ¿A Harry o al soberano?
—Al que te acaba de llamar una puta Krasian.
Harry llevó un dedo a sus labios, esperando la sangre. No había nada. Irónicamente observó: —La próxima vez, no defiendas mi honor.
—No hagas que haya una próxima vez.
La voz de Harry salió entrecortada. —¿Una próxima vez para que me abofetees?
Louis tomó la cara de Harry entre sus manos, rozó con los pulgares sus mejillas y respondió: —No.
Los labios del gladiador rozaron su ceja. —Desde el primer momento que te vi en tu dorado palco, el joven tirano que me enviaba a morir, has colapsado todos mis pensamientos. Me gustó que fueras tan hermoso. No tenía ni idea de que fueras el increíble ser que eres. Dame todos los latidos de tú corazón, y voy a pasar toda mi vida tratando de compensarte todo lo que te he hecho, y a pasar todas mis noches adorándote.
Harry apoyó la mejilla en la mano del bárbaro. Sus labios le rozaron la palma mientras murmuraba: —Yo podría estar de acuerdo con eso.
El soberano dio un paso atrás. Tomó a Louis de la mano y lo guió hasta la parte privada dentro de la imperial carpa. El catre de campaña de Harry estaba allí.
Levantó la corona de su cabeza. Sacudió su corto cabello. Y se quitó su rígido uniforme azul de soldado junto con sus botas y sus anillos.
Louis se desnudó. Los dos hombres se quedaron desnudos ante sí.
La luz solar se filtrada a través del techo de lona.
Harry levantó las manos hacia el peludo pecho de Louis. La mano del gladiador trazó un círculo alrededor de la nuca del soberano y tiró de ella en un beso que fue tierno al principio. Y que rápidamente se convirtió en hambriento. Luego fueron tentándose entre sí con una feroz necesidad de besar, chupar y degustar.
El soberano echó la cabeza hacia atrás. Louis le besó la garganta. Harry respiró con la boca abierta como si tuviera hambre de aire. Sintió el corazón del gladiador golpeando tan fuerte como el suyo.
Louis lo levantó, y lo puso en el sencillo catre de campaña. Lo cubrió, su peso presionó sensualmente el cuerpo de Harry, sus pollas quedaron atrapadas entre sus vientres. Se movieron juntos entusiasmados por las sensaciones.
Las manos del soberano se enredaron en la gruesa melena de Louis.
El gladiador buscó a tientas la lámpara de aceite sobre la mesita de campaña. Derramó el perfumado aceite sobre sus manos.
Sus manos lubricadas, y oliendo a especias de madera, buscaron a tientas bajo las caderas de Harry y levantaron su culo del lecho. Masajeó sensual y suavemente entre sus cachetes, en sus huevos y sus dos pollas.
Harry colocó sus piernas alrededor del duro torso de Louis y guio a la gruesa polla gruesa entre sus nalgas para que penetrara en él. La polla lo llenó con cegador entusiasmo.
Louis se meció adelante y atrás en un dulce ritmo. El soberano se encorvó, agarrándose a los fuertes muslos. Su piel estaba húmeda de sudor.
Su apasionada respiración quemaba en su garganta. El sexo del gladiador se movía dentro de él encendiendo algo poderoso. El cuerpo de Harry se volvió ardió.
El soberano metió la mano bajo su propio culo para aprisionar los huevos del hombre. A su contacto, un temblor pasó por el enorme cuerpo de Louis. Este dio un profundo gruñido sobre el hombro de Harry. Sus huevos se contrajeron. Louis llegó a su clímax, soltando su júbilo en rugientes chorros.
El soberano se encendió. Sus testículos pulsaron con espasmos de éxtasis que recorrieron su polla. Se corrió ardientemente contra el duro vientre del gladiador.
A Harry le dolía el corazón por la insoportable belleza del momento. Debía haber muerto en la batalla. Este momento era demasiado perfecto para ser cierto. Las palabras que nunca quiso decir se liberaron. —Te amo.
Harry estaba en brazos de su gladiador. La cabeza de Louis descansaba sobre la almohada rellena de plumón del lecho de campaña.
El bárbaro apartó una pluma gris de ganso de debajo del desnudo hombro del hombre.
Le dijo: —Dilo otra vez.
Harry parpadeó. Sus pestañas acariciaban la clavícula de Louis.
—¿Qué quieres que diga?
—Harry, todo el mundo está enamorado cuando se está corriendo. Dímelo ahora mirándome a los ojos.
El soberano levantó su cabeza de la pétrea almohada, el hombro de Louis. Estudió el castigado rostro del gladiador, sus suaves labios, su boca torcida, sus cicatrices de guerra, la fundente mirada en sus ojos azules del desierto. Harry tocó con sus dedos la mandíbula sin afeitar del gladiador. Calmado, y sobriamente, le dijo Harry: —Lo hago. Por todos los Dioses, te amo.
—Entonces soy tuyo —respondió Louis.
—¿Pero, cómo eres mío? —preguntó Harry. Apartó un mechón de pelo de la ceja del hombre—. Los hombres no tienen consortes masculinos en raenthe. No existe ninguna disposición para una cosa así.
Fin.
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HOLA!!!!!!!
Pues, espero que les haya gustado mucho el fic, acá terminamos con el!!
Muchas gracias por leerla, y por sus bonitos mensajes!:)))
Byye!:)
Última edición por love1dst el Dom 11 Mayo 2014, 5:36 pm, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.
¿QUE?????
No tengo palabras, este fic fue el cielo mientas duro, no me lo puedo creer tanto que me gusto.
Mierda, mataron a Kani y Marcus al final era inocente y.. y... y... y. estoy en shock, me encanto tanto, mi vida... gracias por adaptarlo Lizeth *puse mal tu nombre la otra vez xd* me encanto mucho.
No tengo palabras, este fic fue el cielo mientas duro, no me lo puedo creer tanto que me gusto.
Mierda, mataron a Kani y Marcus al final era inocente y.. y... y... y. estoy en shock, me encanto tanto, mi vida... gracias por adaptarlo Lizeth *puse mal tu nombre la otra vez xd* me encanto mucho.
Rebeca.
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