Re: El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada.

por **Smile♡.** Lun 07 Abr 2014, 12:12 pm

Ay, basta JAJAJAAJAJA. Harry es un caso serio JAJAAJAJ.
¿Y como es eso de que Louis lo puede leer? Mmh, entonces Harry está jodido JAJAAJAAJAJ, bueno. No sabés lo que sufro al imaginarme a Louis como gladiador, really :((. Idk, me reí en toda la pelea xd.
Espero la sigas pronto; suerte en tu trabajo .

por **julyALC** Lun 07 Abr 2014, 2:31 pm

weeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee ese capitulo esta buenisimo, lo leí ayer antes de dormir & estaba como... mierda no te acabes, no te acabes, ya quiero que harry le haga muchas maldades & louis lo castigue :3 porque sera muy tierno :3

El gladiador del soberano. (Larry Stylinson) Terminada. - Página 3 Tumblr_inline_mtqy93VoFa1qhfl40

por **BlahBlahBlah** Miér 09 Abr 2014, 12:02 pm

Harry no tiene remedio, Louis lo vuelve más que loco. Encima se hace el duro con él y en realidad se lo quiere comer entero ah.
Y si, está en problemas si Louis ya lo puede leer tan bien, mejor que cuide sus pensamientos insanos (?
Seguila pronto, por favor! Besos <3

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:04 am

Debby escribió:Solo a el se le puede ocurrir terminar peleando cuerpo a cuerpo con Louis JAJAJAJ, para colmo que al parecer este puede leerlo muy bien.
Seguila pronto por favor! bye :)

Lee mentes y ojos!
Ah,

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:05 am

ElectricBlue13 escribió:Realmente no se porque no lo lei ahora leo lo que subistes y me arrepiento pero voy a esparar a que lo adaptes bc es larry y bueno asi.Espero que la sigas,Liz! Saludos :)

hahahah, te juro que me pasa siempre eso. bajo novelas a lo pendejo y no las leo y cuando llego a echarles el ojo me encantan y me ando lamentando.
Saludos:)

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:06 am

Sthefy19 escribió:Síguela pronto porfa
Esta genial te espero bye
:bye: ;) ;) :P

Holaaa
La sigoooo:)
Saludos:)

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:08 am

Smile♡. escribió:Ay, basta JAJAJAAJAJA. Harry es un caso serio JAJAAJAJ.
¿Y como es eso de que Louis lo puede leer? Mmh, entonces Harry está jodido JAJAAJAAJAJ, bueno. No sabés lo que sufro al imaginarme a Louis como gladiador, really :((. Idk, me reí en toda la pelea xd.
Espero la sigas pronto; suerte en tu trabajo .

Oh, Louis lee mentes, es un poder especial! Nah, hehehe si es sufrimiento total imaginarlo asi.
Saludos:)))

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:09 am

julyALC escribió:
weeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee ese capitulo esta buenisimo, lo leí ayer antes de dormir & estaba como... mierda no te acabes, no te acabes, ya quiero que harry le haga muchas maldades & louis lo castigue :3 porque sera muy tierno :3

OOOhhh mijaa, espera por lo tierno sentada!
HAHAHAHAHAHA Noooo, veremos que pasa.
Ah saludoss julyyy:))))

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:10 am

BlahBlahBlah escribió:Harry no tiene remedio, Louis lo vuelve más que loco. Encima se hace el duro con él y en realidad se lo quiere comer entero ah.
Y si, está en problemas si Louis ya lo puede leer tan bien, mejor que cuide sus pensamientos insanos (?
Seguila pronto, por favor! Besos <3

Harry quiere ser dominado por Louis!
hahahahaha, eso que ni que:)

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 2:13 am

Harry sólo le llegaba, a Louis, a la altura de sus ojos. Bueno. Eso le daría una excelente vista de la corona en su cabeza mientras caminaban lado a lado, a lo largo de la columnata cubierta. El calor del bárbaro era palpable, su aroma, atractivo como las especias del desierto.

Louis tiró de su azul y desteñida túnica, cubriendo su torso. La elasticidad de su cabello castaño, evitó la capa de polvo que recubría los musculosos brazos del hombre.

El gladiador habló primero. —¿Por qué debo inclinarme ante un príncipe y no ante ti?

—Los príncipes son elegidos por los Dioses —respondió Harry—. Soy un soberano. Fui elegido por un mortal.

Los príncipes nacían por y para el poder. Dado que los Dioses decidían su nacimiento, se deducía que los creaban príncipes para que lo fueran. Los soberanos, por su parte, eran nombrados por la reigna suprema. La reigna era una mujer de carne y hueso.

—Entonces eres menos que un príncipe. —Concluyó Louis.

—No —dijo Harry.

El poder de un soberano era exactamente el mismo que el de un príncipe, aunque el mandatario supuso que un elegido por los Dioses debía parecerle mejor al bárbaro, que un elegido por el hombre.

—Los Dioses han puesto a algunos auténticos imbéciles en el poder. — Continuó Harry con una ligera mueca en la comisura de su boca—. Esa es la razón por la que la reigna los remplaza por soberanos.

—¿Es a ti a quién debo darle las gracias por mi libertad? — preguntó Louis.

—No —dijo Harry—. Fui quien dictaminé tu libertad. No me lo agradezcas. No lo hice por ti. Lo hice porque era lo correcto.

«¿Oyes eso?» pensó Harry para sí. «No estoy loco por ti, bestia del desierto». Pero no se atrevió a mostrarle sus ojos a Louis.

El soberano continuó. —Y de todos modos, fui yo el que te condenó en primer lugar a la arena.

—Cambiaste de opinión —dijo Louis. Eso sonó como si lo acusara de ser un veleta.

—Condenarte fue lo correcto en ese momento —dijo Harry—. Liberarte era lo correcto en el siguiente. Todas las cosas a su tiempo.

Y decidió, que había terminado de contestar a las preguntas sobre ese tema. —Te liberé, pero aún así luchas en la arena. ¿Por qué?

—Soy bueno en eso —dijo Louis.

Harry imaginó oír un tácito “a diferencia de ti”, al final de esa declaración.

No era como si tuviera que demostrarle algo al bárbaro, sin embargo, se oyó a sí mismo diciendo: —No me confundas con ningún intelectual amanerado.

—No te he confundido con nada —dijo Louis.

Caliente ira brincó en su interior. Las mejillas de Harry se sentían rojas. Se había dejado a sí mismo vulnerable. Los sentimientos que tenía por aquel hombre eran obviamente no correspondidos, y eso dolía.

—Escúchame, Salvaje, era sanguinario desde antes que mi voz cambiara. Aunque supongo que tú empezaste a matar desde la cuna.

—Después de eso —dijo Louis—. Únicamente porque sea bueno haciéndolo no significa que me guste. No soy un guerrero.

El soberano tuvo que soltar una risa seca. —Bromeas.

—Mi pueblo es cazador. Nací como un cazador, no como un guerrero.

—¿Estás diciendo que no disfrutas en la arena?

—Tú disfrutas de los juegos —el gladiador volvió las palabras en su contra—. Te he visto allí.

Saber que Louis se había fijado en él, precipitó el que una sensación de mareo lo atravesara. Pero, por supuesto el bárbaro se fijaría muy bien en el hombre de más alto rango que había visto en su vida, uno que decidía sobre su vida o su muerte, y situado en el palco del soberano bajo un dosel dorado.

—¿Disfrutar? —Repitió Harry. No. Esa no era la palabra.

Estaba siempre presente en los juegos porque tenía que estar allí.

Los combates de gladiadores eran, básicamente, una justicia antigua y brutal. Otorgaban, a un hombre al borde de su existencia, una última oportunidad de redimirse con fuerza y coraje, tras su muerte. El combate agitaba la sangre de aquellos que eran testigos de los torneos. La vida era más intensa en el momento álgido de la decisión extrema, cuando un alma se libera y se hacía justicia. Era muy emocionante.

El soberano lo odiaba.

—No —respondió Harry—. No me gustan los torneos. —Y forzó el regreso de la conversación al motivo por el que Louis estaba allí—. Entiendes que no vas a volver a casa. No es por eso por lo qué vas a venir conmigo a las tierras salvajes.

—Tu hombre, Marcus, me dijo que mi propósito es protegerte.

¿Eso es todo lo que quieres de mí?

Harry pudo oír la aguda inhalación de su propio aliento en su nariz. Así que Louis se había dado cuenta que lo miraba.

—Por supuesto, eso es todo —dijo el soberano bruscamente, con sus mejillas ardiendo—. ¿Qué otra cosa creías?

«Dejemos esto ahora mismo».

Por mucho que quisiera a este hombre, Harry no lo tendría. El abismo entre sus estatus, abría una ancha y profunda brecha entre ellos, el gladiador y el soberano, la estirpe del desierto y la raenthe.

Y sin duda también había una diferencia en su inclinación. Louis sería el hombre de una mujer. Harry no dejaría escapar un suspiro de necesidad por este hombre. El bárbaro podría sospecharlo, incluso saberlo, pero él no lo confirmaría.

—Soy un forastero en esta tierra —dijo Louis—. Supongo que nada tienes que decirme sobre lo que necesito saber.

—Lo que quiero que hagas es cumplir con tus deberes como el general Marcus te explicó —le dijo Harry, más acalorado y cortante de lo que pretendía—. Debes ser mi primer escolta. Eso significa que debo llegar seguro a mi destino y viceversa, no importa si se requiere de tu vida para que cumplas con tu misión. Eso es todo.

Las tierras salvajes eran una gran extensión de desierto, estepa, pantanos y duras llanuras. Las personas que vivían allí eran tribus dispersas que hablaban lenguas diferentes.

Habían estado bajo el dominio de Harry desde hacía tres años. Y había sido incapaz de controlarlas a todas.

No había visto a un dinac de impuestos desde que la reigna le dio las tierras salvajes hacía tres veranos. Ya debería haber canales de riego, y caminos hacia el seco país. Debería haber un flujo de bienes comerciales entre ellas.

Los informes decían que la gente de las agrestes tierras eran salvajes. Y, por cierto, todos los que Harry había visto en su vida así lo eran. Incluyendo a Louis. Especialmente Louis. Había sido traído hasta allí, la ciudad de Calista, encadenado, gruñendo.

El gobernador del soberano en esos confines, Kani, no podía hacer nada con las tierras salvajes, pero aguantaba. Su guarnición sufrió una mortalidad mayor, que cualquier otra unidad en todo el imperio raenthe.

Las misivas del gobernador realmente no explicaban, por qué infiernos el asentamiento en las tierras salvajes iba tan mal.

Por fin, frustrado hasta el desespero, Harry había declarado:

—¡No puedo gobernar desde la distancia!

A lo que su mejor general, Marcus, tontamente le había preguntado: —¿Qué más puedes hacer? ¿Ir allí?

Marcus había pensado que él estaba siendo sarcástico.

Pero Harry había respondido con un decidido asentimiento, absolutamente en serio —Ir allí.

Presa del pánico ante la idea, el general había preguntado sobriamente —¿Quieres que vaya, ma dahn?

—No. Voy a ir. Tengo que ver por mí mismo a que se está enfrentando mi gobernador.

Marcus había comenzado a discutir. —Harry, eres un buen soldado y un gran general y la gente te adora-

—¿Eres “gente”, Marcus? —Interrumpió el soberano.

—Sí, lo soy—respondió el general, incluyéndose a sí mismo entre los adoradores—. No podemos darnos el lujo de perderte.

—Y no lo harán.

Sin embargo, Marcus había intentado disuadirlo de este viaje.

Pero no había discusión posible, cuando Harry se proponía cualquier cosa. El general solamente podía tratar de mantenerlo entero mientras lo hacía. Así que le había conseguido a Louis.

Maldito sea.

Después de despedir al gladiador de su presencia, Harry subió a una columnata de nivel superior donde se encontró con Marcus mirándolo divertido. Los pequeños y brillantes ojos negros miraban de arriba abajo al empolvado soberano.

El lado abierto del palacio se curvaba allí. El general podría haber visto el combate en el foso de entrenamiento desde allí arriba.

—Seguro de sí mismo el bastardo, ¿no? —Le comentó Harry a Marcus.

—Exactamente lo que querrías a tu lado a la hora de entrar en las tierras salvajes —dijo el general—. Ya que no puedo ser yo.

Marcus era otro bastardo seguro de sí mismo. Toda su vida, Harry, había pensado en él como de la familia.

El soberano, sin decir el porqué, le dijo a Marcus con sinceridad: —Le tengo miedo.

El hombre se rio. Líneas de risa agrietaban su tensa y tostada piel. —Yo no le daría la espalda si no confiara en él.

—¿Le confiaras tu espalda, Marcus?

El general sonrió. —No.

—¡Ja! —Ladró Harry.

Marcus continuó: —No soy su soberano y no lo puse en libertad. Tu eres sagrado. Yo no lo soy.

—No creo que sea sagrado para él, Marcus.

—Respeta el orden y la autoridad.

—¿En serio? —dijo Harry secamente—. Extraña cualidad en una bestia salvaje.

—No, no, en absoluto. Las manadas de leones y de lobos respetan la autoridad.

El soberano asintió. Una comparación interesante. Los leones y los lobos eran también cazadores, no guerreros.

Bueno, el cazador podría respetar a la autoridad, pero Harry estaba bastante seguro que Louis no lo hacía.

Él había llegado joven a la soberanía. Había visto veintiocho veranos cuando las starflowers resplandecían en las verdes colinas y el aire era dulce con cantos de pájaros. Había visto veintiocho inviernos cuando el hielo bloqueaba los puertos de montaña.

Había visto la guerra.

Sabía que nunca volvería a ver el amor.

Su habitación había visto un montón de sexo. Había tenido muchas compañeras. No las podía llamar amantes. Expertas mujeres saciaban sus ardientes ansias, pero no era lo que él quería.

Oh, habían disponibles hombres jóvenes profesionales, quienes adoptaban el papel de mujer. Esos muchachos no eran en absoluto lo que quería Harry y nunca contrató sus servicios.

Gobernaba una provincia. Los hombres vivían y morían por su palabra. Movía ejércitos. Pero en sus sueños el no representaba al dominante en la cama.

El señor de todo, en las profundidades de la noche sólo quería rendirse a un poder más fuerte, un hombre dominante.

Pero un líder no se sometía. Nunca. La penetración estaba tácitamente fuera de los límites.

Harry estaba destinado a una ardiente existencia, nunca satisfecha. El fuego podría ser reducido, pero nunca apagado.

Sus sueños de ser atraído a los brazos de un hombre fuerte, del sexo del hombre dentro del cuerpo de Harry, debían permanecer para siempre en el reino de los sueños.

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La mañana llegó cuando Harry fue a embarcarse con el señor de sus fantasías como su primer escolta.

Bendijo y maldijo al general por esto.

Marcus salió a la llanura fuera de la ciudad para ver a su soberano partir. Harry reconoció la delgada y torcida figura que se acercaba a caballo. Un desconocido destello metálico reflejaba la luz del sol sobre la frente del hombre.

Los ojos del soberano se abrieron como platos al ver a Marcus con una corona.

Al regente no le estaba permitido usar la corona mientras él estuviera presente. Sí, Harry se iba, pero no se había ido todavía.

Señaló con el mentón hacia la frente de Marcus y le preguntó: — ¿Cómo se siente?

—Caliente —contestó. El sol sobre el metal en la calvicie del hombre se volvía doloroso rápidamente.

—Déjate crecer más el pelo —sugirió Harry.

—Cásate con una cabra —contraatacó Marcus.

Irónicamente sonriente, Harry movió un dedo en advertencia a Marcus. El soberano montó en su semental negro y se alejó uniéndose a su séquito.

Además del formidable Louis y sus guardaespaldas personales, su compañía incluía un regimiento completo de soldados de infantería y una unidad de caballería, iban para relevar a la guarnición del gobernador Kani en las tierras salvajes.

Marcus no tenía por qué temer por la seguridad del soberano en este viaje.

El séquito de Harry emprendió el regio camino, pasando entre dos columnas de la Guardia Nacional, con las espadas levantadas haciéndole los honores.

Una vez lejos de la capital, no pasó mucho tiempo antes que los comentarios empezasen.

—No me gusta cuando visten a los animales salvajes con ropa y les enseñan a caminar sobre sus patas traseras —dijo un soldado al alcance del oído de Louis, destinado a ser escuchado.

Cuando eso no tuvo ninguna reacción, otro soldado respondió más fuerte —¿Crees que puede equilibrar una bola en la nariz?

Harry no reprendió a sus hombres. No se pondría del lado de los bárbaros en contra de sus propios soldados. Únicamente podía decirle a Louis —No les prestes atención.

—No lo hago —respondió el gladiador.

—¿Estás seguro? —preguntó Harry.

—No respondo a los perros ladrando, y tampoco, a los asnos rebuznando —dijo Louis.

—Ah.

El gladiador cabalgaba con una montura fácil, sus caderas moviéndose con el movimiento del caballo, tan seguro como un comandante de caballería. Era un hombre gigantesco y el caballo no era feliz.

Louis y Harry cabalgaban uno al lado del otro detrás del palanquín real del soberano. La lujosa cabina estaba rodeada de cortinas color escarlata con ricos adornos en oro. Doce porteadores, vestidos con opulencia, lo cargaban.

Al igual que el estandarte, con el águila de plata de Shiliya y el escudo imperial de raenthe en oro, portado al frente de la procesión, la ornamentada litera era una señal de la posición del soberano. Anunciaba la importancia de Harry.

Nunca montaba en la maldita cosa.

Este viaje era secreto, en la medida que un regimiento marchando con un soberano a la cabeza podría llamarse así.

En lo que a sus súbditos se refería, el soberano y sus hombres armados se dirigían al palacio de verano en Laklare. Y eso era realmente cierto. Pero Harry solamente se dirigía al palacio de verano porque Laklare se encontraba en el camino hacia las tierras salvajes.

No sería prudente anunciar su verdadero destino, era una parte de su dominio que podría darle la bienvenida con lanzas.

La primera parte del viaje era por tierras en paz.

El sequito real marcho pasando huertos de árboles frutales, exuberantes campos salpicados de ovejas pastando, y grupos de ordenadas casas de piedra sin pulir.

Las aldeas en el camino hacia Laklare dieron la bienvenida a Harry. Los ancianos del pueblo se despedían de él haciéndole entrega de regalos de fruta fresca, gordos gansos y objetos de fabricación local. Los niños tendían el camino con flores. El soberano se inclinaba desde su montura para aceptar besos de las mujeres jóvenes.

—Eres amado —comentó Louis con curiosidad, mientras Harry le pasaba un par de copas de plata a sus asistentes para que fueran guardadas en su litera real junto al resto de los regalos.

—¿Estás sorprendido? —respondió preguntándole fríamente el mandatario. Tenía flores pegadas en el pelo. Eran flores de ciclamen de color rosa, sus pétalos semejaban alas de mariposa. Harry añadió—: ¿No sabes que envié a soldados por delante amenazando con azotarlos si no se presentaban a aplaudirme?

—No —respondió simplemente. El bárbaro no lo creyó.

«Bien». Harry asintió. Una flor cayó de su pelo a su regazo.

Volvió la cabeza para mirar a los ojos Louis. —Pues sí, gladiador. Soy muy querido.

La comitiva llegó a Laklare. Los soldados se detuvieron allí un día y una noche para refrescarse, aprovisionarse y descargar los regalos del soberano. Los porteadores estuvieron agradecidos.

El palacio de verano estaba en los límites de Laklare, con sus techos altos y aireadas columnatas, fue construido en la orilla de un extenso y cristalino lago.

Los asistentes locales del palacio tenían su alcoba preparada para él, el soberano. Finas, limpias, y perfumadas sabanas sobre la ancha cama. Flores frescas en todos los jarrones, y macetas de plantas en la chimenea porque las noches aquí eran templadas.

Agua perfumada se dibujaba en la bañera con patas. Grandes ventanales acristalados daban al lago azul ultramarino. El agua lucía cristalina a la luz del sol.

El jefe de personal le preguntó si ma dahn quería que le consiguiera compañía para pasar la noche.

Harry le contestó que no. No. Los días y las noches en compañía de Louis habían provocado que llegara allí caliente, alterado, y nervioso, nada que el toque de una mujer pudiera aliviar.

Se negó a ser irritable con una dulce y talentosa joven que intentaría dar lo mejor, sin ninguna esperanza de agradarle.

Se dirigió hacia los establos reales para encontrar una montura más apropiada, para un hombre de la estatura del gladiador, que la del pobre animal que lo había llevado hasta allí.

Encontraron a un prometedor animal. Se trataba de un caballo de tiro imponente, con un hermoso pelaje color bronce moteado con enigmáticos puntos de gris. Sus crines y su cola eran de oro blanco.

Tenía todos los dientes, un amplio y resistente lomo y una apacible cara. Sus cascos eran sólidos.

Y le tomó cariño a Louis. Sacudió sus crines, resopló aliento con olor a heno a través de sus amplias fosas nasales y empujó al gladiador en su ancho pecho. Harry creyó ver, el comienzo de una espontánea sonrisa suavizar la cara del bárbaro mientras sostenía la enorme cabeza.

—Dime lo que estás pensando —ordenó el soberano.

La suave mirada se esfumó. Louis respondió: —Es un buen caballo.

—No. No sobre el caballo. Dime lo que pasa por tu mente.

—No tengo palabras —dijo Louis—. No en tu lengua.

—Entonces háblame en la tuya.

—No la conoces.

—No importa —dijo Harry—. Háblame.

Louis frunció el ceño. Se encontró con la mirada del mandatario y habló.

El sonido de su voz fue como lijar sobre piedra, un deslizamiento de rocas, un gutural ronroneo en un ritmo envolvente. Una arruga se profundizó entre las desiguales cejas de Louis mientras hablaba.

Su expresión se convirtió en un pensativo ceño, con los ojos brillantes. Había tensión en su mandíbula inferior. Enseñó los dientes inferiores cuando susurró unas pocas palabras. El movimiento de sus labios era seductor.

Por último Louis levantó las cejas con curiosidad, una más alta que la otra, y dijo en la lengua raenthe —¿Qué has oído?

—Escuché la ira de un caballo que no puedes comprender — dijo Harry.

—Eso no es en absoluto, lo que dije.

—Las palabras, no. Pero dijiste que sientes mi pie sobre tu nuca. Tengo el poder de vida y muerte sobre ti, como un Dios, sin embargo, no soy uno, y te estás preguntando si eso, se puede consentir en una creación justa.

El gladiador dejó caer su boca abierta de asombro desenmascarado. —¿Son los raenthe telépatas?

—No —dijo Harry—. Y te equivocas sobre mi pie en tu cuello.

Puso su palma en la cruz del caballo y pidió que le pasaran una brida.

En su camino de regreso al palacio, Harry y Louis, cabalgaban detrás de una sobrecargada carreta de bueyes, cuando esta intentó girar por un camino lateral a un molino.

El carro crujió bajo una torre de ladrillos mal equilibrados. El conductor estaba tomando el giro en un mal ángulo. Una rueda del carro estaba a punto de caer en un profundo bache.

El viejo molinero de cara roja a las riendas, bramaba. Tres jóvenes pusieron sus hombros bajo el carro, empujando por debajo de la parte inclinada de la tambaleante carga.

Un paso más y caería, y los tres jóvenes serían aplastados.

Harry dio un grito de alerta, pero los hombres no lo oyeron bajo los bramidos del molinero, o no estaban prestando atención, o no estaban seguros de qué quería decir el soberano con: ¡Cuidado!

¡No lo hagáis! y ¡Parad!

Louis saltó de su nuevo caballo, yendo hacia la parte delantera, cogió la yunta de bueyes y dirigió a las bestias, tirando de ellos. Sus tendones destacaron abultados y aparentes bajo la tensión de sus poderosos muslos, su ancha espalda, sus duras nalgas. El gladiador obligó al carro a alejarse de la hendidura por un camino seguro a través de la curva.

La torre de ladrillo se enderezó de su mortal inclinación.

El tonto molinero alegremente agradeció a Harry por prestarle a su buey de dos patas, sin tener ni idea que Louis acababa de salvar la vida de los jóvenes, que resultaron ser sus hijos.

El soberano siguió cavilando sobre el incidente hasta altas horas de la noche. Se estremeció ante la tragedia que no ocurrió. Si Louis no hubiera estado allí, los jóvenes estarían muertos. A Harry no le gustaba perder a sus ciudadanos, ni siquiera a los tontos.

Después de la cena, convocó al gladiador a su dormitorio.

Harry no estaba seguro de por qué convocaba a Louis en esta especial sala para darle la noticia. Suponía que era una agradable fantasía juntar, una cama, a Louis y a él mismo, en la misma habitación. Sintió una emoción cálida ante la ilusión de esa posibilidad. Le daba la sensación de que algo sexual pudiera ocurrir, aunque sabía muy bien que no podía ser.

Louis se presentó vestido con una corta túnica de estilo raenthe por encima de sus bárbaros pantalones de piel. La vaina del gladiador contenía una daga. Nadie se la quitó. Era un soldado. El primer escolta. Estaba obligado a ir armado en presencia de su soberano.

—Salvaste la vida de los hombres y nadie te lo pidió y tampoco te lo agradeció. —Le dijo Harry—. Esta es mi gente. Muchas gracias.

El caballo que adquirimos para tu uso, puedes tomar su posesión en tu propio nombre. La bestia es tuya si la quieres.

Louis asintió aceptando el regalo. Harry sabía que al hombre le gustaba ese caballo a pesar de que ahora no demostrara ninguna emoción. Simplemente se quedó pensativo.

—¿Hay algo aquí, con lo que pueda complacerte, antes de dejar Laklare por la mañana? —le preguntó el soberano—. ¿Una comida favorita?

—Si no como ratas estoy contento —dijo Louis.

Harry lo intentó de nuevo —¿Quieres una mujer para esta noche?

—No —dijo Louis—. Prefiero a un hombre.

Un puñetazo en la ingle no podría haberlo sorprendido más.

Trató de mantener su compostura. Las palabras cayeron sobre él como una espada de doble filo y ambos bordes de la hoja le hicieron sangre.

Los celos que lo asfixiaban le dificultaban la respiración.

Harry no iba a contratar a un prostituto para el hombre con el que soñaba. Estaba agradecido por lo que Louis había hecho, pero no lo suficiente como para tragar hojas afiladas por ello.

No podía decir por qué nunca había sentido celos cuando había pensado que Louis amaba a las mujeres. La preferencia por las féminas era un tipo habitual de desilusión. ¿Pero otro hombre? Otro hombre era un rival. Eso era algo irregular que removía los intestinos de Harry. Eso era antorcha que ardía detrás de sus ojos.

Ese era el dulce sabor que se obtiene antes de vomitar.

—Eso no lo puedo permitir —dijo Harry fuertemente, preguntándose qué le había llevado a mear tan fuera de tiesto.

—Lo desapruebas —dijo Louis.

El mandatario negó con la cabeza. —Riesgo de seguridad — dijo. Eso era sólo una octava parte de la verdad. Pero era cierto—.

No me fío de los muchachos que se prostituyen. Si eso es lo que quieres, cierra los ojos y toma a una mujer por la espalda.

—Yo no he dicho un muchacho —dijo Louis.

Las palabras cayeron en los oídos de Harry amortiguadas como a través de una pared. Llenaron su cuerpo de deseo. Apenas podía respirar.

No pudo controlar su voz. Sintió que su corazón se presentó allí mismo, bajo su laringe. Así que trató de sonar simplemente molesto e impaciente. —Si lo que quieres, es un hombre, deberá ser conmigo. No tendré hombres de esa profesión aquí.

—Ma Dahn. Soy dominante.

Harry se estremeció por dentro, sus rodillas se debilitaron con peligro de no sostenerle. Se había prestado para ser rechazado. Y ahora tenía que conseguir que Louis saliera rápidamente de allí.

Estaba extrañamente cerca de las lágrimas y no lo haría. Le espetó:

—Te he dado opciones. Toma la que quieras. O no lo hagas.

—Acepto.

—Muy bien. —Se giró bruscamente hacia la puerta para que su jefe de gabinete contratara a una mujer profesional que se especializara en el sexo anal.

Una mano grande y fuerte se cerró alrededor de su brazo. El tacto era peligroso y eléctrico. Harry se quedó absolutamente inmóvil, salvo por sus respiraciones cortas y el martilleo de su corazón.

«A mí».

Louis había aceptado a Harry.

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:))

por Invitado Jue 10 Abr 2014, 3:10 am

un poco mas arriba decía eso de que un líder no podía someterse y me quería morir de risa porque pensaba que seguro en unos pocos capítulos iba a cambiar de opinión.
Y bueno, resulta que solo un poco mas abajo el ya se estaba entregando en bandeja de oro JAJAJAJAJJAJA
Y Louis quiere, Louis siempre tuvo esa intención, obvio, we.
Seguila pronto por favor, bye!

por **Smile♡.** Jue 10 Abr 2014, 9:35 am

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA ay. Dios. Esto es jodidamente genial. Harry se ofreció solito y Louis lo aceptó sin rechistar! La fantasía de ambos se está por cumplir *-* ah.
¡Ya quiero leer el próximo capítulo! e.e ah, cuídate.

por **julyALC** Jue 10 Abr 2014, 6:58 pm

"¿ESO ES TODO LO QUE QUIERES DE MI?" esa fue por muuuucho mi parte favorita. te lo dije tere, es mi favorita. simplemente de imaginarme a los novios en esto me esta dando un paro cardíaco :o es como mágico: harry + lou + montando caballos = <3 te quiero tere, sube pronto porfavor.

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por **ElectricBlue13** Jue 10 Abr 2014, 10:12 pm

Oh Dios Harry,que facil sos ah encima penso que Lou habia aceptado a una mujar jaja si claro,Louis no jodas es muy obvio que desea Harry
Esto se pone mas y mas genial,que estupida fui por no leerlo
Liiiiiz seguila,besos!

por **BlahBlahBlah** Vie 11 Abr 2014, 4:59 pm

Harry no podes JAJAJAJAJAJA se ofreció así como así omg
Y Louis lo aceptó kdjfhgdjlhfgdks me muero! Ya quiero leer eso!
La imagen de duro que da se le va a caer a pedazos cuando tenga a Louis dándole JAJAJA
Seguila pronto! Besos <3

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