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problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
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Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
tu idea, it's just... necesito aprticipar. es perfecta, srly. la amo. y me moriría si no lo intentara.
so... te dejo mi ficha en unos minutos.
*inserte gif de the beatles*.
so... te dejo mi ficha en unos minutos.
*inserte gif de the beatles*.
Invitado
Invitado
Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
Cofler tienes nombre de chocolate. Mmmm welcome
darkness.
Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
exacto el nombre de chris y de un chocolate<3.
me da hambre, lol.
hola a todas.
me da hambre, lol.
hola a todas.
Invitado
Invitado
Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
Jajjaa hambre de lo sexy y del chocolate.
Soy dark bienvenidaa!!!
Soy dark bienvenidaa!!!
darkness.
Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
Charlotte :DD
pero pueden apodarme como más les guste e.e
pero pueden apodarme como más les guste e.e
Invitado
Invitado
Re: problemas mentales { n.c. | ¡resultados!
—nombre: skylar jessica jones.
—representantes: chris colfer|barbara palvin.
—chico: christopher everett.
—rol: esquizofrénico.
—escritos: no tengo links, bc no la subí, ojalá no pase nada.
—representantes: chris colfer|barbara palvin.
—chico: christopher everett.
—rol: esquizofrénico.
—escritos: no tengo links, bc no la subí, ojalá no pase nada.
- prólogo:
- Paso mi mano por la sucia y blanca superficie de la baranda. Me raspa e irrita la piel, y creo que una astilla se ha clavado en mi dedo anular; pero no me importa. Esto se siente bien. El dolor de las heridas, mezclándose con la nostalgia y los recuerdos vivaces y claros que batallan en mi mente por buscar un lugar donde quedarse.
Una sonrisa tensa se me forma en la cara, y no puedo evitar suspirar cuando abro los ojos y observo el mar, tan calmo y limpio.
Estar aquí iguala a las emociones que se sienten en una montaña rusa: tengo miedo, pero a la vez estoy emocionada. Quiero llegar lo más rápido a mi objetivo, pero sé que, al caer desde el punto más alto, eso me asustará y no sé si saldrá perfecto.
Niego con la cabeza, retándome por ser tan cobarde. No puedo rendirme ahora, no cuando acabo de comenzar la primera fase de todo esto; no cuando Harry está mirándome, analizando cada movimiento y cada emoción que atraviesa mi cara.
Él es el único que puede hacerlo. Leer mi rostro, dejar salir mis sentimientos, él es el que conoce mis secretos y este retorcido plan que se me vino a la cabeza estando en el reformatorio.
—¿Recuerdos, verdad? —Pregunta, mientras sus ojos comienzan a divagar por la vieja estructura que, alguna vez, me hizo tan feliz—. No puedes detenerlos, Ems, —sigue hablando, mientras su punto centrado es la vieja hamaca colocada en la esquina de la pequeña galería; está hecha pedazos: su pintura ya no es más que un mínimo recordatorio amarillo y las maderas están mal colocadas o tiradas por el piso, debido a la cantidad de años en desuso— pero tampoco apartarlos.
Quizás sus oraciones resultan filosóficas o, más bien, difíciles de buscarles el punto, pero una vez que entiendes, sabes que él ha dado en el clavo.
Esta vez no es la excepción, y sólo hago lo de siempre. Cerrar los ojos y reír tensamente, algo que duele de tan falso que suena.
—Oh, Harry, ¿no es eso por lo que vinimos, acaso? ¿Recuerdos, memorias contraídas en el interior que salen a la luz? —La mayor parte del tiempo, hablo con la verdad, directa y sin rodeos. Odio el sarcasmo. Nunca me ha gustado. Pienso que la gente que habla con él, sólo esconde el hecho de que no sabe responder sin calumnias.
—Creí que estábamos aquí para acabar con ellos. Nunca pensé que podríamos recuperar nuestras memorias y alegrías, para así terminar nuestra tarea.
Es cierto lo que dice. Yo también lo creía al principio; el plan era ese cuando comenzamos. Pero, al estar en ese tren y acercarme cada vez más a Beverly, me di cuenta que… simplemente, no puedo evitar que la tristeza y la furia me azoten, así como recordar los tiempos en que solía jugar en esa misma playa, construyendo castillos de arena y zambulléndome al mar con mi padre.
Luego de un momento de silencio, Harry vuelve a hablar.
—Admítelo, Ems, esto es difícil para ti.
Aprieto los ojos con fuerza, la intensidad de sus palabras golpea mi pecho y me encuentran en un tornado sin fin, girando y gritando para salir.
Es cierto, lo que ha dicho es cierto. Es difícil, y tengo miedo. Pero debo ser fuerte y controlar mis emociones, comenzar a vestir la máscara de indiferencia y felicidad que todos creen que poseo.
Siento un cálido tacto en mi hombro, y al abrir los ojos, veo el color verde de mi compañero sofocándome, tanto que siento que no puedo respirar. Me aparto, sin siquiera titubear, y él se ve lastimado, pero intenta componerse porque él entiende. Entiende que necesito un momento a solas.
Despacio, sin disturbios, Harry baja las tres escaleras que separan la pequeña galería de la gran playa y comienza a caminar hacia el lado izquierdo.
Sus hombros, usualmente erguidos, se encuentran tensos y bajos, al igual que su cabeza. Comprendo que le lastime que lo trate de forma fría, pero no puedo evitarlo. No con la gran mansión a mi lado.
Respiro hondo y cuento hasta tres, antes de darme vuelta y afrontar la realidad.
La gran casa es completamente limpia y pulcra, pintada de un blanco estilizado que la hace brillar. Tiene columnas de mármol sosteniendo un pequeño techo en su entrada, y los dos pisos que contiene la hacen ver más grande de lo que debería ser.
Parece hermosa —y lo es—, pero yo sé que es lo que se encuentra dentro de esta, y los hechos hacen que la mansión me deje un sabor amargo en mi boca.
En esa estructura pintada, viven los Tomlinson. La familia más adinerada de todo Beverly. Ellos son distinguidos por su unidad como familia, la capacidad de cada uno de poseer un talento único y la gran compañía que Conrad posee.
Esta es titulada ‘Tomlinson Inc’, y ha ganado millones a lo largo de todo estos años, sin necesidad de drogas, terroristas o malos tratos.
Su fama es espléndida: el padre de todo esto es un funcionario multimillonario; su esposa, Miranda, es el perfecto modelo a seguir de todas las mujeres, siempre usando la mejor joyería y el mejor vestuario y siendo una esposa excepcional; Emma, la adolescente de dieciséis años, amada por su familia y una hermosa chica; y luego, el último miembro de la familia, Louis Tomlinson. Él tiene veintitrés años, y es muy apuesto, demasiado como para seguir soltero. No es que yo piense eso —ya que, al aborrecerlo de tal manera inhumanamente posible, me es difícil verlo como las demás mujeres lo hacen—, pero si lo he escuchado demasiadas veces como para poder contarlas. Es deportista, y estudia en la universidad de Harvard para ser abogado; aunque todos saben que su futuro está en la empresa de su padre.
Esta es la familia perfecta, el simbolismo de todo lo bueno, hermoso y perfecto del mundo.
Pero yo sé mejor que ellos, y que todos los demás. Yo sé sus secretos, los conozco como la palma de mi mano.
Conrad, respetado empresario, no es más que un vil y cruel estafador, quién dirige su empresa a base de mentiras y terrores, asesinando a todo aquel que se cruce en su camino. Tal como hizo con mi padre, y le dio igual que este tuviera una hija de diez años a quién proteger.
Eso no le importó, él tan sólo lo asesinó delante de mis ojos y arrastró su cuerpo hasta el callejón más oscuro, sólo porque él se rehusaba a tratar con terroristas, y quería salir de la compañía.
Luego, tenemos a Miranda. Ella no es quién dice ser. No es ejemplar, no es buena esposa. No es nada, tan sólo fue, en ese momento, la amante de mi padre. Aquella mujer le prometió que, una noche, iba a gritar a los cuatro vientos su romance, pero no lo hizo. En vez de eso, silenció su boca cuando lo mataron.
La pequeña Emma, con sus ojos celestes y cabellos dorados, su cuerpo de modelo y porrista. Ella es mimada, por supuesto, y malcriada. Un poco ruda, pero rebelde. Emma es mi preferida de los cuatro Tomlinson. Durmiendo con cualquiera que se le cruce en su camino —pero siempre evitando que esto salga a la luz—, gastando su fortuna en alcohol y trabajando horas extras en un burdel sólo por el hecho de que le resulta divertido.
Me parece algo irónico, viniendo de una familia tan prestigiosa como los Tomlinson, pero debo agregar que la culpa se entierra en el fondo de mi mente cuando pienso que lo que le haré. Pero eso sucede por menos de segundos, ya que luego recuerdo cuales son los motivos de todo esto.
Y luego está Louis. Louis Tomlinson. Soltero. Deseable. Tímido. La clase de chico romántico y tierno con el que las ilusas sueñan con poseer. Mi víctima.
—Buenos días. —Escuchó la voz de una mujer detrás de mí, quizás a unos pocos metros. Me congelo, y mis manos forman un puño.
Pero no puedo dejar que ella me vea así, alterada. No debo dejar que sospeche que algo anda mal, por el simple hecho de que todo se arruinará si lo hace.
Mi nueva máscara cae sobre mi rostro, una sonrisa pequeña e inocente se asoma en mi boca, y mis ojos están secos y fríos.
—Buenos días. —Contestó, dándome la vuelta.
Ahí está ella. Igual que hace doce años. No ha cambiado; sus facciones siguen siendo las mismas, y estoy segura de que las muchas cirugías en su cara ocultan bien el hecho de que está entre sus cincuenta años. Su pelo negro y liso cae como cascada sobre su espalda, y las joyas en su cuello brillan a la luz del sol.
Su vestido rojo, de gala, juega con los tonos oscuros y claros del día.
Y, más allá de todo el aspecto, no puedo evitar pensar: yo sé lo que escondes debajo de lujos.
—Tú debes ser Emily Vrej, —río internamente por la elección de mi apellido falso. Es algo tan obvio para alguien inteligente, pero tan desapercibido para quién no lo piensa— bienvenida al vecindario.
Sus rojos labios se curvan en una falsa sonrisa, y sus palabras son casi venenosas.
—Y tú debes ser Miranda Tomlinson. Encantada.
- capítulo uno:
- Piso con cuidado el suelo, en silencio, intentando encontrar una brecha o una pequeña grieta que sea el comienzo de mi nuevo escondite. Mi nueva casa está sucia, y las cajas de la mudanza se agrupan en la entrada como símbolo de que debo hacer cosas más importantes que desenvolver mi ropa de verano.
El silencio que se construye en el lugar es ensordecedor, inaguantable. Y esto se debe a que nunca me ha gustado quedarme callada, o siquiera el que no haya indicios de un sonido en el aire. Me hace recordar a la clínica, con habitaciones blancas y reglas como el prohibir el habla; para una niña de diez años sin padre o madre, eso había sido algo terrorífico, y el pequeño trauma que me acompaña desde entonces no se ha borrado.
Lanzo un suspiro sonoro, aliviada de escuchar el ‘crack’ proveniente del piso. Una de las maderas, al parecer, está añeja y quebrada, lo que deja un pequeño espacio entre el cemento que cubre la primera capa del suelo y el piso flotante, dejando un espacio suficiente para que una caja de menos de diez centímetros quepa allí.
Me agacho lenta y cuidadosamente, intentado no apoyar mis rodillas desnudas en el frío parqué desgastado, y hago lugar para mi objeto más preciado, la única reliquia que mi padre me ha dejado: una pequeña cajita con sus cartas explicando cómo todos los seres en los que alguna vez confió, lo traicionaron de manera despiadada y todo por culpa de la familia Tomlinson.
Algunas fotos se encuentran allí; cada singular sujeto aparece sonriendo a la cámara, ignorando que un hombre inocente esta muerto por su culpa.
Pero una de ellas es la más importante, la que conseguí unos años atrás luego de investigar a la familia Tomlinson y sus cómplices: todos ellos, juntos, en la fiesta privada de Miranda y Conrad, cuando su hijo resultó graduarse de la secundaria.
Cada vez que veo esa fotografía, las ganas de romperla y tirar sus pedazos a la chimenea para verlos arder son tan intensas que debo apretar los puños y cerrar los ojos para tranquilizarme, quitarme la ansiedad que siento. Pero no lo hago, porque sé que debo conservarla para el final, para ver cuando esté llena de color rojo, indicando que mi venganza fue cumplida.
Y eso será pronto. Tan pronto que ningún Tomlinson se lo verá venir.…Los anteojos de sol descansan sobre mi cabeza, sin necesidad de cubrir mis ojos con ellos ya que el día está más nublado de lo esperado.
Mi pelo rubio está recogido en un sofisticado peinado que se ve demasiado hermoso para ser verdad —pasé tres horas intentando hacerlo, así que me considero feliz con el resultado que obtuve—, y el vestido color champagne que llevo muestra mi delicada espalda, en un corte casi deleitable.
Por supuesto, mi nuevo estilo no es de mi autoría, y menos algo que disfruto en llevar. Harry me ayudó a escoger todo esto, a verme frágil e inocente, con una imagen totalmente opuesta a la personalidad que poseo, en realidad.
Mi compañero de planes se encuentra sosteniendo mi brazo, sonriendo pulcramente a la gente que pasea por la cubierta del bote, deleitándose con las pinturas colgadas en las paredes y la suave música que sale de unos parlantes ligeramente escondidos. Debe de haber cien personas aquí dentro, pero a mí sólo me interesa una sola, y creo saber dónde encontrarla; pero eso lo haré después, luego de hablar con y reencontrarme con esta gente tan lujosa como falsa.
Le susurro a Harry que será mejor separarnos desde este momento; y él sólo asiente, besa mi mejilla con delicadeza y se va a entablar una conversación con, imagino, una joven ingenua.
Río para mis adentros; ya sea inteligente o malévolo, Harry no pierde oportunidad para aprovecharse de la gente rica y acostarse con ellos —hombres, mujeres, lo que sea. Según su teoría, el pene o la vagina no importan, tan sólo que estos estén llenos de dinero—.
Veo a Miranda, luego de un rato de examinar a la marea de gente, con Conrad a su lado, pero la presencia de la pequeña Emma es ausente, y sé más que bien que debe de estar revolcándose con alguien del doble de su edad. Sonrío por eso.
Al lado del gran funcionario, se encuentra Gary Woolf, encargado de la escritura para los diarios locales de Beverly y periodista de noticias en los canales más importantes de todas las televisoras; pero yo sólo veo un objetivo más, un asesino entre todos.
Mientras examino a la masa de gente apretada, admirando una obra que, a mi parecer, es bastante sencilla y horrenda, siento una especia de fuego ardiente sobre mi cabeza.
Giro mi rostro, lenta y delicadamente, para encontrarme con los ojos azules de Louis Tomlinson; estos me miran apacibles, inocentes. Él me lanza una sonrisa de lado, nerviosa, y yo me contengo de empujarlo hacia el agua y ahogarlo con mis propias manos. En vez de eso, le devuelvo el gesto sonriente, de una manera pequeña y angelical; ruego en mi cabeza que Louis caiga en mi juego.
Y, al parecer, lo hace, pues se acerca a mí con una mirada acechante, y a la vez indefensa. Lo encuentro tierno, y eso me asusta.
Sólo unos metros separan nuestros cuerpos, pero me distraigo un momento cuando veo por el rabillo del ojo, a Harry. Su cara es fría, sin emociones, y está mirando al joven que pretende hablarme, a la única persona que necesitaré para hacer que todo caiga de manera inimaginable.
Luego de un segundo, su mirada se centra en mí, y asiente de manera casi imperceptible, cómo si esa fuera la señal para comenzar con el plan.
Sonreí tensamente, y volví la cabeza para fijarla en Tomlinson.
Lo siguiente que sé es que estoy empapada de champaña burbujeante, y que mi vestido —del mismo color que el alcohol derramado en mí— es, ahora, pegajoso y asqueroso.…—De veras que lo siento. No era mi intención tirar la copa sobre ti, yo sólo… —Louis suelta nervioso, intentando hablar con claridad y pidiéndome disculpas cada vez que puede agregar un ‘lo siento’ a sus cortas oraciones. Lanza un pequeño suspiro y deja de tamborilear sus pies en el suelo. Finalmente, luego de unos segundos con la cabeza gacha, dice suavemente— ¿Lo arruiné, verdad?
Lo miro con confusión, intentando averiguar a qué se refiere, tratando de entender qué es lo que arruinó.
—¿Qué es lo que has arruinado? —Pregunto suavemente, intentando que mi voz tenga esa dulzura característica de mi nueva máscara, y rogando porque el veneno que poseo dentro no salga.
Él ríe.
—¿Acaso no es obvio? —Niego con la cabeza—. Arruiné nuestro primer encuentro, y, vamos, tirar una copa de champaña en tu vestido no es exactamente una buena primera impresión.
Alzo una ceja, pretendiendo estar divertida, y mi sonrisa se agranda.
—Odio las primeras impresiones, son etiquetas innecesarias que se logran sólo con ver una vez a alguien —esto era verdad, al menos; odio el juzgar al primer momento de conocer a una persona, porque sé que todos esconden algo debajo de sus bocas—. Así que, ¿por qué no empezar de nuevo?
Louis asiente, y sus mejillas se vuelven de un suave carmesí al chocar nuestras manos juntas.
—Louis Tomlinson.
—Emily Vrej.
El gesto de sorpresa en su cara no pasa desapercibido para mí.
—Vrej, ¿del término armenio, ‘venganza’? —Pregunta casual, y no puedo evitar que mi verdadera sonrisa, fanfarrona y cruel, se muestre por un segundo.
—Exacto.
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Última edición por Colfer. el Miér 26 Mar 2014, 2:09 pm, editado 1 vez
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Chocololate vas por mi mismo rol NOOOUUUUUU ESO SIGNIFICA QUE. NO ESTAREMOS JUNTAS :-(
darkness.
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