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Una mujer insignificante
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una mujer insignificante
:(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
chelis
Re: Una mujer insignificante
Emmmhh.... es Joseph...!!chelis escribió::(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
@ntonella
Re: Una mujer insignificante
@ntonella escribió:Emmmhh.... es Joseph...!!chelis escribió::(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
:S lo se!!!!!.... Lo que pasa que estaba pensando y cantando who i am cuando estaba leyendo!!!!!!... :P lo siento!!!!.... Que mala lectora soy!!!!!
chelis
Re: Una mujer insignificante
CAPÍTULO 20
Él comenzó a darse la vuelta en dirección al carruaje y “TN”, desesperada, habló antes de pensar en las consecuencias.
–¡No te vayas! –exclamó, al tiempo que se atrevía a agarrarlo por el brazo para impedirle que se moviera. Él observó la mano femenina aferrada a su brazo y después la miró a ella fijamente a los ojos, mostrando sus dudas–. No te vayas, por favor… Quédate.
–¿Estás segura? Los criados no están… Esto podría malinterpretarse y dado que no vamos a casarnos de ninguna de las maneras… –había cierto tono irónico en su voz. Ella asintió.
–Estoy segura –afirmó con rotundidad. Los ojos le brillaban y su rostro se había sonrojado intensamente. Lo hizo pasar a la sala. Él parecía un tanto incómodo, con miedo a dar un solo paso en falso y romper la magia de aquel instante. Jamás había imaginado, ni en sus mejores sueños, que ella le rogaría que se quedara a su lado con aquella ansiedad.
–Hace frío –dijo “TN”.
–Deberías cambiarte esa ropa mojada o te pondrás enferma. Mientras tanto, iré encendiendo el fuego –ella subió escaleras arriba tan deprisa como pudo. No quería perderse ni un segundo de la presencia del Coronel en su casa. Por primera vez en su vida se puso un vestido consciente de para qué se lo ponía. Volvió a sonrojarse ante el espejo. ¡Sí, se lo ponía para atraerlo! En medio de la muerte y la destrucción que asolaban al mundo, “TN” se dio cuenta de que la vida era demasiado corta para perder el tiempo evitando lo que más deseaba. La prima Del había muerto, su padre había muerto y ella había aprendido que podía soportarlo todo, excepto la lejanía del hombre al que amaba. Se miró al espejo antes de bajar y resolvió que estaba aceptable. Esperaba estar lo suficientemente tentadora para él.
Cuando entró en la sala fue tan sigilosa que él no se dio la vuelta. Estaba concentrado en el fuego de la chimenea. Utilizó el atizador para revolver la madera que estaba ardiendo y evitar que se apagara. Los reflejos anaranjados del fuego hacían brillar su piel como si fuera de oro. “TN” lo observaba, sintiendo de pronto la boca seca y los pies y las manos helados, y pensó que era el hombre más hermoso que había visto jamás. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza.
–¿Tienes frío? –le preguntó el Coronel, sorprendiéndola. Sólo entonces se dio cuenta la joven de que aunque parecía concentrado en atizar el fuego, estaba observándola de reojo, pendiente de cualquier movimiento de ella, ¿cómo, si no, podría haberse dado cuenta del escalofrío que había recorrido su cuerpo?
–Sí, tengo frío –mintió ella. El Coronel giró entonces el rostro para mirarla y “TN” pudo observar los movimientos oscilatorios de las llamas reflejados en su cara y sus ojos, más abrasadores que el propio fuego que ardía en la chimenea, esto hizo que volviera a estremecerse, presa de un escalofrío que poco tenía que ver con las bajas temperaturas de la casa.
El Coronel contuvo por un instante la respiración. Aquella situación excedía los límites de su contención. Estar a solas con ella, que le hubiera pedido que se quedara y no poder tocarla, cuando era lo que más deseaba en el mundo, era demasiado. Pero no la tocaría, no daría un solo paso para acercarse a ella. Había prometido no repetirle su propuesta matrimonial y eso implicaba no intentar besarla de nuevo… Pero deseaba endiabladamente besarla y no sabía si podría controlarse. Sus ojos se pasearon por el cuerpo de la muchacha y “TN” estaba siendo consciente de ello. ¡Era obvio que la deseaba! Y también era obvio que no haría nada por buscar un acercamiento. Ella sabía que después del rechazo sufrido en el Hogar de Miss Rollington, él no movería pieza. Era una cuestión de orgullo y lo comprendía. ¡Pero ella no era capaz de dar el primer paso y deseaba hacerlo!
Sí, deseaba hacerlo. Esta certidumbre fue reveladora. Deseaba al Coronel JONAS y lo deseaba tanto que cada milímetro de su piel ardía sólo con imaginar que él la acariciaba, que la besaba. Otra certeza la partió en dos: quería ser su esposa. Lo amaba demasiado para no serlo, pero si deseaba que esto ocurriera, tendría que buscar un acercamiento y no quería esperar al día siguiente o a la próxima semana. Deseaba al Coronel y lo deseaba ya, en ese mismo instante, y supo que si daba ese paso, acabaría siendo su esposa, suya para siempre. Supo que podría convencerlo, aunque él no la amara, porque lo que era cierto es que el Coronel, a su manera, sentía interés por ella y este hecho la llenó de gozo. ¡Podría convencerlo de que confiase de nuevo en ella, de que nunca había querido jugar con él!
–Deberías irte a dormir o, al menos, a descasar. Hoy ha sido un día duro. Yo me quedaré aquí por si necesitas algo –le dijo él, casi sin mirarla. JOSEPH JONAS supo que no sería capaz de resistirse mucho tiempo a ella, supo que si no la alejaba de sí mismo, cruzaría la sala en un par de zancadas, la estrecharía entre sus brazos y le haría el amor allí mismo, al calor de la chimenea. Tenía que alejarla de él.
“TN” se sintió tan decepcionada cuando lo oyó decirle que se fuera a dormir que le apetecía llorar de nuevo. ¿Tan pocos atractivos tenía ella que no era capaz de tentarlo ni siquiera en unas circunstancias tan favorables como aquellas, ambos solos con una casa a su entera disposición? Ella estaba viva, eso es lo que había aprendido con la muerte de la querida prima Del. ¡Estaba viva y quería sentirse más viva aún entre sus brazos! No se atrevía a decírselo ni supo qué excusa darle para no irse a descansar, de modo que dio media vuelta y subió las escaleras nuevamente. Se quitó el vestido y se puso el camisón. Cuando estaba tumbada en la cama, con la mirada fija en el techo, comenzó a escuchar los pasos de él en la sala. Parecía nervioso. Caminaba a un lado y a otro sin parar. ¿Y si ella se atrevía? ¿Y si fuera valiente? Quizás él estuviera tan ansioso como ella, pero tras el rechazo del que había sido objeto en el Hogar de Miss Rollington, no se atrevía a dar el paso definitivo. O no quería hacerlo. ¿No le había dado, acaso, su palabra de que no volvería a pedir su mano? ¡Sí, ella debía ser valiente! En eso consistía la libertad, en atreverse a hacer lo que uno deseaba. ¡Y ella deseaba al Coronel más que a nada ni a nadie en el mundo! Se levantó de la cama y avanzó por el pasillo, descalza y temblando, hasta la barandilla. Bajó unos cuantos escalones, hasta que la alta y musculosa figura de él entró en su campo de visión.
“No me llames Coronel, llámame JOE”, recordó que le había dicho. Respiró profundamente un par de veces, sintiéndose como si estuviera a punto de saltar por un precipicio.
–¿JO… JOE? –dijo con la voz temblorosa. El Coronel se giró hasta verla en lo alto de la escalera. ¿Le estaban engañando sus oídos? ¿”TN” lo había llamado JOE? No podía verla con claridad porque estaba oscuro. Su silueta fantasmal coronaba aquella escalera y la voz salía con dificultad de su garganta.
–¿Sí? –respondió él, anonadado. Ella tardó unos segundos en hablarle de nuevo.
–No quiero estar sola… ¿Podrías subir a hacerme compañía? –el volumen de la voz de la joven había ido descendiendo con cada palabra. Él la miraba fijamente, con las pupilas dilatadas y enmudecido por la sorpresa. Sopesó la conveniencia de lo que ella estaba pidiéndole, ¡pero al demonio con hacer lo correcto! Ella lo quería a su lado y él no deseaba otra cosa que complacerla.
–Ahora mismo subo, vuelve a la cama –le dijo. “TN” no supo si alegrarse o morirse de miedo. Regresó de puntillas a la calidez de su lecho, dispuesta a esperarlo. Le pareció que tardaba siglos en llegar. Oyó sus pasos subiendo las escaleras y los latidos de su corazón se acompasaron con esos pasos. La puerta del cuarto estaba entreabierta y él pasó sin llamar. Apoyó un hombro contra la pared, sin atreverse a acercarse más, temeroso de no poder controlarse. La lluvia golpeaba los cristales de la ventana y el día estaba gris. El mar, al fondo, batía contra el faro y los acantilados. “Siempre”, pensó el Coronel, “siempre llueve cuando va a ocurrirme algo importante con ella”. No sabía qué deseaba “TN” realmente ni cuáles eran sus planes. ¿Qué pretendía la joven que ocurriese entre las cuatro paredes de aquel cuarto?
La vio sentada en la cama. Se incorporó en cuanto él había entrado por la puerta de su cuarto y no se volvió a mover, parecía petrificada. Las sábanas estaban enrolladas en su cintura y era perfectamente visible su casto camisón blanco anudado al cuello. La tela era tan fina que la exquisita oscuridad de los pezones era perceptible desde donde él se encontraba. El candelabro que había sobre la mesilla de noche iluminaba apenas a la joven, pero a contraluz revelaba, en cambio, las curvas ocultas bajo la tela inmaculada del camisón. El Coronel sintió que un fuego abrasador le recorría las venas y supo que si no hacía algo al respecto, no podría disimular su erección bajo la tela de sus pantalones.
–No… No te quedes ahí. Siéntate a mi lado –le dijo ella tartamudeando. La mirada de él era indescifrable. Se acercó despacio y tomó asiento a los pies de la cama, dejando una amplia distancia entre ambos. La respiración de ella se volvió más pesada, casi jadeante.
–¿Qué pretendes, “TN”? –le dijo, frunciendo el ceño. Ella se sobrepuso a ese gesto masculino.
–¿Sigues enfadado conmigo? –el tono coqueto de su voz hizo que él elevara las cejas. ¿Aquella jovenzuela estaba tratando de seducirle o simplemente estaba jugando con él?
–No estoy enfadado. En realidad te agradezco que me pusieras en mi lugar, así dejo de hacer el ridículo –su tono de voz volvía a ser frío.
–Lo siento, lo siento de verdad… No es cierto lo que dije. No me siento insultada por tu propuesta de matrimonio. Sólo estaba asustada –parpadeó con sus enormes e inocentes ojos y eso desarmó al Coronel más que sus palabras, pero no iba a dar su brazo a torcer tan pronto. Quería saber hasta dónde estaba dispuesta a llegar ella y si hablaba en serio o no.
–¿Qué es lo que te asusta tanto? –su tono seguía siendo distante e impersonal, pero eso no amilanó a la joven.
–Tú –respondió con sencillez, sonrojándose hasta la raíz del cabello. Él no dijo ni una palabra, parecía no haber sentido nada ante aquella declaración que para ella suponía un doble salto mortal–. Me gustas muchísimo, pero no sé cómo manejar esto que siento cuando estás cerca –se lo jugaba todo a una única carta y que fuera lo que Dios quisiera. Si después de eso él no reaccionaba, sabría que ya no había nada que hacer.
Pero el Coronel reaccionó. Chascó la lengua, tratando de restarle importancia a aquella declaración, aunque en realidad su corazón temblaba de anhelo e incredulidad. ¿Podría ser posible que aquello estuviera ocurriendo o era sólo un sueño y terminaría por despertar?
Él seguía sin decir ni una palabra.
–¿JOE? –oírla llamarlo así lo estremecía. Cerró los ojos y no fue consciente de que ella se había movido en la cama, acercándose a él, hasta que su pequeña mano acarició su rostro con la yema de los dedos–. ¿”TN”?
–¿Sí, “TN”? –dijo con brusquedad, pero sin apartarse ni un milímetro de ella. Al contacto con la yema de sus dedos, la piel de su rostro ardía.
–¿Yo te gusto, aunque sólo sea un poco? –la pregunta había sido apenas un susurro. Él cerró los ojos y apretó la mandíbula.
–No puedes preguntarle eso a un hombre que está a solas contigo en tu cuarto cuando sólo te cubre un camisón que deja adivinar los encantos que hay debajo de él, ¿comprendes?... Es peligroso para una muchachita inocente como tú hacer ese tipo de preguntas –le dijo, muy serio, casi enfadado. Los ojos de él descendieron hacia los pechos femeninos. Ella miró también sus pechos y vio lo mucho que la luz de la vela y la finura de la tela del camisón mostraban, pero no trató de cubrirse. Sonrió con timidez.
–No has respondido a mi pregunta –insistió–, ¿te gusto, sí o no?
–“TD” –pronunció su nombre como si fuera a regañarla–, no juegues conmigo. No me ofrezcas algo que en realidad no deseas que ocurra.
“TN” se movió nuevamente, pero en esta ocasión lo que hizo fue sentarse en el regazo del Coronel y pasarle los brazos por el cuello. Frotó con delicadeza su nariz contra la nariz de él. Este gesto de ternura lo desarmó por completo y lo que oyó a continuación lo dejó sin respiración.
–Pero deseo que ocurra, JOE. Lo deseo más de lo que he deseado nunca nada en toda mi vida.
PEZA
Re: Una mujer insignificante
CAPÍTULO 21
Sintió la tibieza del aliento del Coronel sobre su boca cuando habló y pudo percibir un ligero olor a vino que le resultó embriagador. Él supo que estaba perdido, que ni siquiera el miedo a que ella jugara con él iba a detenerlo. Aquello era más de lo que podía soportar. Iba a hacerle el amor, aunque sabía que no debía hacerlo, porque ella era inocente e inexperta y aquello era del todo inapropiado. “TN” estaba en un momento de debilidad y tristeza, tal vez no pensara con claridad. Iba a hacerle el amor aunque su alma se condenara por ello.
–Mañana te arrepentirás de esto –murmuró, al tiempo que tomaba la diminuta mano de ella, que había resbalado desde su hombro hasta apoyarse en su pecho. Se tumbó sobre la joven y aprisionó las muñecas de ella contra el colchón con sus propias manos. No había, en cambio, ni un ápice de brutalidad en su gesto. “TN” notaba las manos de él acariciadoras sobre las suyas. Era un gesto delicado, aunque firme. El peso del cuerpo masculino le resultaba incluso agradable. La boca del Coronel descendió sobre la suya y la tomó con cierta gentileza al principio, acariciando los labios de la joven con los suyos y esta caricia era tan leve como el roce de las alas de una mariposa. La punta de la lengua masculina tocó suavemente el labio inferior de “TN” y aprovechó que la boca de ella estaba entreabierta para penetrar en la cavidad femenina y buscar su lengua, que permanecía quieta y expectante. La de él la acarició, tratando de excitarla, de hacerla moverse. Cada gesto masculino era lento y delicado, buscando una respuesta femenina que no fuera el miedo, sino el deseo.
“TN” saboreó aquella lengua, que le recordaba al vino dulce. Se abandonó a las sensaciones vibrantes y acariciadoras de aquella tierna invasión hasta que las manos de él dejaron de aprisionar sus muñecas y las sintió sobre sus muslos. Se asombró al principio y se quedó muy quieta. Abrió los ojos, que habían permanecido cerrados hasta entonces, y vio el rostro de JOE sobre el suyo, besándola. Sus manos ascendían por los muslos de “TN” al tiempo que el beso se hacía más exigente y profundo. Ella comenzó a temblar y se quedó paralizada por el miedo. En el momento en que él dejó de tocarla con la gentileza del principio y el deseo se volvió más exigente, la joven se asustó.
JOE sintió la tensión en los músculos de la muchacha. Tensión primero, más tarde un temblor que la recorría de pies a cabeza. Dejó de besarla, apartó las manos de sus muslos y se alejó unos milímetros del rostro femenino para poder observarla. Ni siquiera los animales heridos de muerte, cuando había ido de caza, lo habían mirado de aquel modo, con aquel terror y aquel desamparo.
–Cálmate –le dijo en un susurro–. Será agradable, te lo prometo.
–Aún no me has respondido si te gusto, aunque sólo sea un poco –dijo ella y JOE notó que la joven hacía verdaderos esfuerzos para no llorar. ¿Cómo podía ser tan insegura y tan ingenua? ¿Cómo no se daba cuenta de que lo tenía comiendo de su mano desde el momento mismo en el que discutieron por primera vez en la fiesta de los Walpone? Su voz se volvió más tierna y acariciadora. Depositó suaves besos en la comisura de sus labios al tiempo que le decía:
–No sólo me gustas. Me vuelves loco, “TN” –él seguía depositando besos tiernos en la línea de la mandíbula de ella.
–¿De verdad? –le preguntó, incrédula, dejándose arrastrar por las sensaciones dulces que recorrían su cuerpo cada vez que los labios masculinos rozaban su piel.
–Sí –respondió JOE con una voz cavernosa que salía de lo más profundo de su garganta. Estaba ya cegado por el deseo, pero al mismo tiempo sabía que debía dominar esa urgencia. Se incorporó en la cama y la obligó a sentarse frente a él. La luz de las velas iluminaba aquel rostro angelical y JOE comenzó a disfrutar desde ese instante de los placeres que aquella mujer ocultaba. Nunca hasta entonces había hecho el amor con una virgen, ni siquiera con una muchacha inexperta, y le recorrió el cuerpo una sensación embriagadora. Era toda suya, para enseñarla y para aprender con ella. El pecho de la joven se movía con cada respiración y eso lo excitaba. Algo tan simple como eso lo excitaba. Tampoco era inmune a la mirada de cierva herida que ella le estaba clavando. Adelantó las manos para desatar la lazada que el camisón tenía a la altura del cuello. Tomó la cinta por uno de los extremos y lo deslizó lentamente hasta que la parte alta del camisón se abrió. La piel que se mostraba, pálida y resplandeciente, lo invitó a acercarse. “TN” contuvo el deseo de huir. Él la estaba mirando como un depredador mira a su presa y cuando adelantó la mano para tocarla, ella había estado a punto de gritar. Los dedos masculinos eran cálidos y complacientes. Trazó con el dedo índice una línea imaginaria desde la barbilla de la joven hasta el valle que había entre sus pechos, arrancando un gemido en “TN” que fue de lo más incitador. Tomó el camisón por los bajos y se lo sacó por la cabeza. Ella quedó expuesta y desnuda ante su mirada. Su piel era clara como la luz de la luna y su largo cabello oscuro le caía sobre la espalda hasta apoyarse en el colchón. Parecía una hermosa ninfa. Su cuello era esbelto y elegante y sus hombros tan delicados y suaves como las alas de una paloma. JOE detuvo la mirada en sus pechos firmes y llenos, en los pezones cremosos, en el hermoso ombligo y en los rizos oscuros de su pubis. La observó durante tanto tiempo, que ella hizo un movimiento apenas perceptible, como si encogiera los hombros, que indicaba su incomodidad. ¿Acaso él no había visto a una mujer desnuda nunca antes? “TN” lo dudaba. Debía de haber visto decenas. Entonces, ¿por qué la miraba de aquel modo? Él abrió la boca y exhaló aire, como si hubiera estado conteniendo el aliento hasta ese instante o como si se le hubiera olvidado respirar durante varios segundos.
–Por todos los demonios, qué bonita eres –le dijo, haciendo que los ojos de ella se abrieran desorbitados. La había pillado completamente por sorpresa. ¿Bonita ella? Lo miró y pudo ver en el fondo de sus ojos que no mentía, que era sincero.
–Tú también eres increíble –le dijo al hombre que tenía frente a ella y que parecía una escultura de bronce, mirándolo con unos ojos hambrientos que lo desarmaron. Él se quitó la chaqueta y la camisa, sin apartar la mirada de ella, y finalmente se liberó de los pantalones. “TN” tragó saliva ante la contemplación de sus músculos. Apoyó ambas manos en su pecho, sintiendo cómo la piel de JOE se erizaba ante su contacto. Deslizó las manos por su torso, mientras la respiración del hombre se volvía cada vez más pesada, y cuando sus ojos se toparon con el miembro erecto de él, no pudo evitar abrir la boca por la sorpresa.
–Acaríciame –le pidió JOE, ciego de deseo, guiando su mano hasta su pene. La joven notaba los dedos inmóviles y fríos por la sorpresa, pero tan pronto rozó la tersa y delicada piel del miembro masculino, algo parecido al fuego comenzó a consumirla por dentro. Lo acarició primero con el dedo índice y notó su dureza y también la debilidad del propio JOE cuando ella acariciaba aquella parte de su cuerpo. Miró con curiosidad el pene durante unos segundos antes de tomarlo en su mano. Ni siquiera la movió, sólo disfrutó de la sensación y, a juzgar por el ronco sonido gutural que emitió el Coronel, él también estaba disfrutando.
–No sé qué debo hacer –reconoció ella, sonrojándose y aún con la mano envolviendo el miembro masculino. Él la miró y sonrió. Las pupilas masculinas estaban dilatadas y su cabello despeinado le daba un aspecto más joven.
–Aprenderás en otro momento. No creo que pueda enseñarte ahora –le dijo. Tomó la mano de ella para apartarla de su pene y se inclinó para besarla. En esta ocasión la joven no sitió miedo. Se perdió en la mirada líquida de él y cerró los ojos en cuanto sintió sus labios. Entreabrió la boca, esperando la invasión de la lengua masculina, anticipándose a la dulzura de notar sus movimientos acariciando su propia lengua. Gimió cuando las manos de JOE la tomaron por las caderas y la obligaron a echarse sobre el colchón. Él estaba absolutamente hechizado por ella. Aquella mezcla de inexperiencia y pasión lo estaban volviendo loco. La desnudez de “TN” sobre las sábanas lo estaba afectando de una manera extraña. No era sólo deseo lo que despertaba en él, era una punzada extraña de ternura que no lograba explicar. “TN” estaba seria, terriblemente seria, y él temió que volviera a dominarla el miedo, así que quiso arrancarle una sonrisa. Depositó un beso rápido sobre su boca.
–No deberías vestirte, en serio… La desnudez te favorece. Deberías andar siempre desnuda –ella sonrió mostrando sus dientes blancos. Cuando sonreía, se le iluminaba el rostro, los ojos le brillaban y las mejillas mostraban unos hoyuelos encantadores. Todos los músculos de su cuerpo se relajaron y él lo notó. Hundió entonces la cabeza entre sus senos y fue trazando con besos el camino hacia uno de sus pezones. Cuando lo introdujo en su boca, éste se irguió en escasos segundos. “TN” gimió sorprendida antes las sensaciones maravillosas que esto le producía. JOE seguía lamiéndole uno de los pezones mientras pellizcaba suavemente el otro. Espirales de excitación recorrían su cuerpo y algo húmedo y cálido se instaló entre sus piernas.
Los gemidos de “TN” eran música para los oídos de JOE. Estaba más excitado de lo que recordaba haber estado en toda su vida y quería que ella estuviera excitada y ansiosa por recibirlo, que lo deseara. Cuando notó que el cuerpo femenino se retorcía debajo de él de pura ansiedad, abandonó los pezones para volver a perderse en la boca de la muchacha. Ella había tenido las manos crispadas sobre las sábanas durante todo aquel tiempo, pero cuando la legua de JOE invadió de nuevo su boca, las delicadas manos de la joven se hundieron en el pelo de él, atrayéndolo más hacia sí misma. Fue en ese instante cuando sintió algo entre sus piernas y casi las cierra de forma inconsciente, asustada de pronto por la inminencia de la penetración y el dolor que suponía que iba a sentir, sin embargo él no retiró su mano de entre las piernas de ella y se las ingenió para introducirle el dedo corazón. “TN” abrió mucho los ojos ante esta pequeña invasión de su cuerpo, pero para su sorpresa, no hubo dolor, sino una sensación que la volvió dúctil y blanda como la mantequilla caliente. Sus músculos se relajaron y sus piernas se abrieron para facilitar los movimientos de JOE, que movía el dedo en el interior de ella notándola húmeda y cálida, preparada para recibirlo. No pudo soportar más la espera y retiró el dedo con rapidez. Colocó entonces el glande justo entre las piernas de la joven y se puso sobre ella, con los brazos apoyados en el colchón. Los ojos desorbitados de “TN” y los gemidos cada vez más intensos que escapaban de su boca amenazaban con volverlo loco. No sabía cuánto tiempo podría soportar antes de derramarse en su interior, pero por todos los demonios, no lo haría antes que ella. No se había sentido tan excitado y tan incapaz de controlarse desde que era un mozalbete.
Se introdujo dentro de la joven con una lentitud avasalladora, sintiendo que la carne apretada que ahogaba su propio miembro y se cerraba en torno a él iba a matarlo de placer. El interior de ella era resbaladizo y cálido y tuvo que hacer esfuerzos para no dejarse arrastrar por el placer violentamente. Las piernas de ella se flexionaron de forma inconsciente, haciendo que él pudiera hundirse aún más en su interior, y las manos de la joven, que habían estado entrelazadas en su pelo, se deslizaron hasta sus hombros, hundiendo las uñas en su carne de pura excitación. El dolor había sido una mínima punzada que dejó paso al placer.
“TN” ahogó un grito al sentirse invadida por el miembro masculino y por el breve instante de dolor… JOE se había introducido en su interior con una lentitud angustiosa, haciéndola retorcerse de placer. La miraba fijamente mientras le hacía el amor, pero a ella ya no le daba vergüenza, no podía pensar en nada más que aquellas sensaciones maravillosas. Cuando él comenzó a moverse al fin, ella arqueó la espalda sintiendo que algo primitivo cabalgaba en su interior acercándose, un placer que se arremolinaba en su vientre y de pronto estalló en el centro mismo de su feminidad haciendo que un grito escapara de su garganta y que sus uñas se hundieran profundamente en los hombros de JOE. Una vez pasado el momento de placer más álgido, los gemidos acallados contra la boca de él le indicaron a este que ella estaba disfrutando de los últimos vestigios del orgasmo, un placer aún intenso que se desplegaba en oleadas por su cuerpo y la mantenía en plena excitación. Fue entonces cuando él se derramó en su interior, hundiéndose profundamente en ella una y otra vez, arrastrándola en su propio placer y haciendo que ella volviera a gemir contra su oído. JOE podía asegurarlo con certeza: nunca había sentido nada parecido. Todos los músculos de su cuerpo se habían tensado dolorosamente antes del placer y éste, tan intenso que le arrancó escalofríos, lo había dejado después laxo y satisfecho, acurrucado sobre el pecho de “TN”. Su pene aún estaba medio erecto y en el interior de la joven y esa sensación le resultaba enternecedora y excitante. Se apoyó en los brazos para observarla allí tumbada, debajo de él, relajada y satisfecha, tan dulce que contemplarla le hería el corazón. Comenzó a retirarse del interior de la joven y parecía que su miembro sentía dolor ante esta separación. También “TN” hizo un gesto de disgusto y emitió un leve quejido, como si deseara que él siguiese dentro de ella. Continuaron observándose el uno al otro sin saber qué decirse. JOE seguía inclinado sobre la joven. Las sensaciones eran tan intensas que el hombre quiso romper la tensión de aquel momento, pero no sabía cómo. Se tumbó de espaldas en la cama y la atrajo hacia él. Permanecieron mucho tiempo en silencio, sin atreverse a hablar por miedo a romper la magia de aquel momento. Finalmente se quedaron dormidos.
PEZA
Re: Una mujer insignificante
Jaja me dio risa porque a mi me pasa a veces en otras novelas, son tantas que al final ya no se quien es el protagonista y pongo el nombre incorrecto!chelis escribió:@ntonella escribió:Emmmhh.... es Joseph...!!chelis escribió: :(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
:S lo se!!!!!.... Lo que pasa que estaba pensando y cantando who i am cuando estaba leyendo!!!!!!... :Plo siento!!!!.... Que mala lectora soy!!!!!
aranzhitha
Re: Una mujer insignificante
No lo puedo creer rompieron las barreras y por fin dieron el paso!!!!!!.....
Pero esperemos que no se arrepientan!!!!.... Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhh!!!!!!!.....
Últimos caaaaaaapiiiss!!!????..
Pero esperemos que no se arrepientan!!!!.... Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhh!!!!!!!.....
Últimos caaaaaaapiiiss!!!????..
chelis
Re: Una mujer insignificante
aranzhitha escribió:Jaja me dio risa porque a mi me pasa a veces en otras novelas, son tantas que al final ya no se quien es el protagonista y pongo el nombre incorrecto!chelis escribió:@ntonella escribió:Emmmhh.... es Joseph...!!chelis escribió: :(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
:S lo se!!!!!.... Lo que pasa que estaba pensando y cantando who i am cuando estaba leyendo!!!!!!... :Plo siento!!!!.... Que mala lectora soy!!!!!
Es la primera vez que me pasa!!!!!..... Pero prometo concentrarme y no pensar tanto en nick!!!!!.....
chelis
Re: Una mujer insignificante
chelis escribió:aranzhitha escribió:Jaja me dio risa porque a mi me pasa a veces en otras novelas, son tantas que al final ya no se quien es el protagonista y pongo el nombre incorrecto!chelis escribió:@ntonella escribió:Emmmhh.... es Joseph...!!chelis escribió: :(:(:(:(:( se murió la prima Del!!!!!.... Y aaaaaaaahhhh nick por que no le hablas con la verdad!!!!!... Y aaaaahhh son tan orgullosos los dos!!!!.
:S lo se!!!!!.... Lo que pasa que estaba pensando y cantando who i am cuando estaba leyendo!!!!!!... :Plo siento!!!!.... Que mala lectora soy!!!!!
Es la primera vez que me pasa!!!!!..... Pero prometo concentrarme y no pensar tanto en nick!!!!!.....
Heeeee señorita el nicho ronda por tu mente.. lose lose jajajaja como no pensar en el si esta re bueno el ingrato...
@ntonella
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