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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
Hola chicas, como están? Espero que bien :) Estos dias no he podido subirles capi porque he estado yendo a las clases de conducción. Lo siento de verdad asi que ahora les subo ok?
Bienvenidas las nuevas lectoras, estoy muy contenta de tenerlas por aqui!!!
Bienvenidas las nuevas lectoras, estoy muy contenta de tenerlas por aqui!!!
ForJoeJonas
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
—Si me permites, creo que ya hay muchos secretos aquí.
___________ frunció el ceño. Se sentía atrapada en una asfixiante red de secretos. La mentira que le había dicho a Joe todavía la carcomía por dentro. Y también le estaba costando mucho esconder el embarazo, algo por lo que se sentía muy contenta y orgullosa, unas emociones que no podía compartir.
—Lo siento —dijo Meg, con voz suave—. He hablado sin pensar. He sido insensible.
—No, es la verdad. La pura y simple verdad.
—Quizá, pero sé perfectamente que no querías que las cosas fueran así, que no te gusta tener secretos con tu marido.
—Bueno, al menos hay uno que no tardará en salir a la luz, Meg —dijo, muy despacio, con la mano apoyada en la tripa ya ligeramente abultada.
Cuando vio al grupo de hombres acercarse a Caraidland a caballo, el corazón le dio un vuelco de alegría, pero luego se sumió en una profunda tristeza: Joe había vuelto. Se alegraba de verlo pero sabía que esta visita sería problemática. Iba a tener que decirle lo del bebé. Ni siquiera él podría ignorar las señales, y creía que era mejor decírselo a que lo descubriera por sí mismo. Pero iba a ser complicado y no le apetecía demasiado.
· Capítulo 17
—¿Que estás qué? —exclamó Joe, que se dejó caer en la cama.
Al ver lo pálido que se había quedado, _________ se dijo que tenía razón. No se lo iba a tomar nada bien. Tenía la esperanza de que, al ya no haber vuelta atrás, lo aceptaría, pero pronto descubrió que aquella esperanza no tenía fundamento. Un miedo tan enquistado como el de Joe no desaparecía así como así. _________ sólo podía dar las gracias porque apenas le quedaban poco más de tres meses de espera.
Como lo había seguido desde el muro exterior del castillo hasta la habitación, __________ todavía llevaba la capa, así que se la quitó.
—Embarazada.
Con una fascinación horrorizada, Joe clavó la mirada en su barriga. Era pequeña, pero abultaba lo suficiente para abombar la parte delantera del vestido. Su mente nublada al final se dio cuenta de que, para llegar a esas alturas, se necesitaba tiempo.
—¿De cuánto? —preguntó, con recelo.
—De más de cinco meses.
—¿Y no me habías dicho nada? —gritó él.
—No y, si no se me hubiera empezado a notar, todavía no te lo habría dicho. —Suspiró cuando vio la ira en sus ojos—. Joe, no querías hijos, no querías que me quedara embarazada. Tenía la sensación de que la noticia no te haría demasiada ilusión, así que no te la he dado hasta que ya no he podido seguir ocultándolo. A nadie le gusta decirle a otra persona algo que esa persona no quiere oír.
Él se levantó y empezó a pasear por la habitación.
—Entonces, soy el último en enterarme, ¿no?
—Bueno, yo sólo se lo he dicho a Storm y a Meg pero, sí, es posible que seas el último. Como ves, ahora ya resulta bastante obvio, aunque nadie ha dicho nada.
—Si lo hubieras dicho antes, quizás habríamos podido hablarlo —dijo, detestando aquellas palabras incluso a medida que iban saliendo de su boca.
—No digas eso Joe —susurró ella—. Quizás ése es otro motivo por el que no dije nada. Sé que hay formas de arrancar un bebé del cuerpo de una mujer, pero yo nunca lo haría. Es mejor que no hayamos tenido esa conversación.
—Sí, seguramente tienes razón. —Se echó el pelo hacia atrás y le miró la barriga—. Sé que tampoco te lo habría propuesto —susurró, y empezó a recoger sus cosas—. Debió de suceder aquella noche que viniste a mi habitación. Deberían ahorcarme por mi falta de control. Fui un impulsivo.
—¿Qué haces? —Decidió que sería un error corregir su errónea conclusión acerca del momento de la concepción, porque entonces quizás empezaría a darle demasiadas vueltas —. No pensarás regresar a Muircraig, ¿verdad?
—Me iré a otra habitación —anunció él cuando salió de la habitación, con tantas cosas como podía cargar.
—Ésta es tu habitación. Estamos casados, compartimos habitación. Que esté embarazada no cambia nada. La cama es suficientemente grande para los tres —bromeó ella, pero él la ignoró, dejó las cosas en el pasillo y volvió a por más—. Joe, no hay ninguna necesidad de hacer esto —dijo ella, algo histérica, cuando volvió a entrar en la habitación.
—Estás embarazada.
—¿Y qué? No entiendo nada.
—Necesitas descansar, que te traten con delicadeza y te cuiden.
—Pero por eso no tienes por qué dormir en otra habitación. —No había previsto aquella reacción y no sabía qué hacer.
—________, si dormimos en la misma cama, querré hacer el amor contigo.
—Bueno, al menos ahora ya sabes que no me quedaré embarazada. —Joe la ignoró y ella empezó a desesperarse—. No es malo hacer el amor.
—Podría poneros en peligro al bebé o a ti.
—Llevo meses así y hemos hecho el amor a menudo.
—Otro motivo por el que deberías habérmelo dicho antes. Tenemos mucha suerte de que no haya pasado nada.
—Joe, estoy segura de que no me pasará nada —respondió ella cuando él la agarró suavemente por el brazo y la metió en la habitación.
—No pienso correr ningún riesgo —le dijo él, con firmeza, y la dejó de pie en medio de la habitación.
Atónita, _________ miró la puerta que ahora los separaba. Por un momento, pensó en ir tras él y continuar con la discusión, pero luego se lo pensó mejor. Y no sólo por orgullo sino también porque, mientras la sorpresa estuviera tan fresca, no iba a conseguir nada. Joe no estaba en condiciones de atender a motivos o razones. Le costó no ir tras él y llamarlo idiota, y cosas peores, pero se contuvo. Iba a darle tiempo para que entrara en razón. Sólo esperaba no engordar demasiado hasta entonces, tanto que, cuando Joe regresara a su cama, ella o él ya no tuvieran ganas.
Los sentimientos de tristeza respecto a la reacción de él ante su embarazo se vieron contrarrestados por la reacción de los demás cuando Joe lo anunció. _________ tenía razón al suponer que todos se lo imaginaban, pero se les veía tan contentos como a ella de que por fin pudieran hablar de ello abiertamente.
Así que decidió acostarse temprano. Sabía que los demás todavía tardarían, pero no estaba de humor para la reunión. Cuando se metió en la cama vacía, se dijo enfadada que ella no tenía mucho que celebrar. Ahora mismo, Joe y ella tendrían que estar compartiendo la alegría por la inminente llegada de su primer hijo, planificando el futuro. Y, en lugar de eso, él se estaba hartando de vino y cerveza y pronto tendrían que arrastrarlo hasta su cama. Tenía la triste sensación de que, aunque toda la familia intentara convencerlo, obtendría poco apoyo y alegría por su parte. Mientras empezaba a caer rendida ante el sueño, pensó algo vengativa que ojalá los excesos de esa noche le pasaran factura al día siguiente.
Joe gruñó y se volvió a dejar caer en la cama segundos después de haberse incorporado. Oyó un ruido y abrió un poco los ojos. Vio a Tavis, muy serio, que se inclinaba hacia él. El paño frío que le colocó en la frente alivió ligeramente su mareo.
—Esto no es propio de ti, Joe —dijo Tavis, muy despacio, mientras le ofrecía una poción para que se la bebiera.
Mientras se preguntaba cómo era posible que algo que sabía tan mal pudiera curar, preguntó, con la voz ronca:
—¿Emborracharme? Ya lo he hecho antes.
—Pocas veces. Pero me refiero a tu actitud. Has dejado a _________ sola casi toda la noche. Y Storm quiere que te diga que es muy cruel evidenciar tanto tus miedos. ¿Acaso crees que ella no tiene miedo? Es su primer hijo. Seguro que está preocupada.
La culpa se apoderó de Joe y, malhumorado, dijo:
—Ella ya sabe cuál es mi opinión.
—Sí, pero no tienes que restregársela por la cara. Además, ¿qué haces aquí? ¿Por qué no estás con ella?
—Porque está embarazada y no quiero arriesgarme a hacerle daño, a ella o al bebé. No —gruñó, cuando vio que Tavis iba a intervenir—, no me harás cambiar de opinión. Es muy menuda y tener a un hombretón como yo encima no puede ser bueno.
—Intenta dejar de verla y de comportarte como si ya estuviera en la tumba —le espetó Tavis, y lo dejó solo.
Le supuso un gran esfuerzo, pero Joe intentó seguir el consejo de Tavis. Sabía que no era correcto atosigar a _________ con sus miedos, así que hizo un esfuerzo por ocultarlos, pero lo seguían atormentando. Aunque estaba tentado de volver a Muircraig, se quedó en Caraidland. Tenía la necesidad de cuidarla, de asegurarse de que, al menos por ahora, estuviera sana y salva. Y le parecía que lo estaba haciendo muy bien hasta la noche en que los dos estuvieron sentados en el salón, él intentando leer una carta de Alexander e __________ cosiendo.
_________ se mordió la lengua, pero poco pudo hacer para retener las palabras que ansiaban salir:
—¿Quieres parar?
Joe miró a su mujer con una curiosa sorpresa y, con cautela, le preguntó:
—¿De qué?
—De mirarme la barriga. Por el amor de Dios, estás ahí sentado mirándola como si esperaras que el bebé saliera en cualquier momento.
—Bobadas —respondió él, aunque sin demasiada convicción porque sospechaba que había estado haciendo lo que ella decía.
—Sí, son bobadas —farfulló ella, mientras se levantaba y recogía sus cosas—. No tienes que vigilar nada. El bebé no irá a ningún sitio hasta dentro de unos meses y, cuando se mueva, no saldrá por ahí. —Se volvió y se marchó porque temía que, si se quedaba, diría mucho más. Quizá demasiado.
Joe suspiró. Volvió a preguntarse si debería volver a Muircraig, pero no podía convencerse para hacerlo. Aunque consiguió dejar de mirarla tan a menudo, descubrió otro motivo para preocuparse. _________ pasaba mucho tiempo en los establos hablando con Wallace. No estaba seguro de si era bueno que una mujer en su estado estuviera tan cerca de los animales o de los establos. Había oído que eso podía marcar al bebé, pero no recordaba exactamente cómo ni por qué se suponía que pasaba.
—_________ —le dijo una noche mientras la acompañaba hasta su habitación—. ¿Por qué pasas tanto tiempo en los establos?
Ella se detuvo bajo el umbral de la puerta y lo miró fijamente.
—Para estudiar a los animales.
—Ah. Pero ¿por qué?
—Porque voy a parir dentro de poco.
—¿Y qué tiene que ver eso con los establos y los animales?
Contrariada, se preguntó por qué nadie parecía entender lo que estaba haciendo.
—Saben dar a luz mejor que nosotros. Buenas noches, Joe. —Y le cerró la puerta en las narices sin preocuparse de si lo entendía o no.
A pesar de que no veía qué beneficio podía sacar de observar a los animales, Joe no volvió a mencionar sus visitas a los establos. Si servía para que estuviera más tranquila, merecía la pena. Ojalá él pudiera encontrar algo para estar más tranquilo.
Al final, se marchó a Muircraig, pero sólo pudo estar una semana. Entró en su habitación por la noche, tarde, y resistió la tentación de ir a la habitación de __________. Lo tranquilizaría saber que estaba bien de salud, que le preocupaba, pero sabía que sería una tentación que no podría resistir. Suspiró mientras se desvestía, se lavó y se metió en la cama, que estaba demasiado vacía. A pesar de que creía que, para la salud de _________, era mejor que estuvieran separados, echaba de menos compartir cama con ella y se moría por tenerla entre sus brazos. Sería tan fácil convencerse de que no era necesario ir con tanta cautela.
__________ estaba en la cama y oyó cómo Joe iba de un lado a otro de su habitación. Estaba un poco sorprendida de que la visita a Muircraig hubiera sido tan breve. Pero cuando pasaron los minutos y él no entró a verla, empezó a enfadarse. Soltó varios improperios en voz baja, se sentó en la cama y luego se levantó. Decidió que la separación que Joe había impuesto ya había durado demasiado. Se preparó para lo que sin duda sería una discusión complicada y se dirigió hacia su habitación.
Él observó con cautela cómo su mujer se acercaba a su cama. El camisón que llevaba revelaba los cambios que había experimentado su menuda figura y, aunque las señales del embarazo alimentaban sus miedos, verla despertaba su pasión.
—¿Sucede algo, _________? —preguntó, maldiciéndose por el obvio tono ronco de la voz.
—Sí, algo grave. —Se tendió a su lado e ignoró cómo se tensó el cuerpo de Joe—. Mi cama está muy vacía. Mi marido no está.
—Tiene un buen motivo. —Cerró los puños para resistir la tentación de abrazarla.
—¿Ah, sí? Bueno, pues me gustaría oírlo.
—__________, si me acuesto contigo, te haré el amor.
—Me alegro mucho. —Se colocó de lado, mirándolo—. Pensaba que quizá, con los cambios que estoy sufriendo, habías perdido el interés.
—No —respondió él, y se separó un poco—, pero no caeré en la tentación.
—¿Por qué no?
Se estaba divirtiendo mucho, a pesar de regañarse con dureza por esa frivolidad tan inoportuna. Sin embargo, era gracioso ver cómo el musculoso Joe casi huía despavorido de su mujer embarazada. __________ alargó la mano, le acarició el muslo y tuvo que morderse el labio para no reír cuando él estuvo a punto de saltar de la cama. La extrema volubilidad de Joe era una señal inequívoca de que todavía la deseaba y reforzó su determinación a poner fin a aquella inútil abstinencia. No tenía ninguna intención de permitir que la privara de su pasión, que era lo único que le entregaba sin reparos.
—__________, podría haceros daño a ti o al bebé. Y lo sabes.
—No sé nada.
—Entonces, estás ciega porque quieres.
—No, el ciego eres tú. ¿Acaso Tavis dejó la cama de Storm?
—Bueno, no pero…
—Mi padre nunca dejó la de mi madre. No sé de dónde has sacado esa idea.
—Es algo razonable. Es verdad, los médicos lo apoyan.
—Sí, y también desangran a los hombres con heridas abiertas, robándoles algo de lo que los pobres ya han perdido demasiado. A menos que quieras zarandearme de un lado a otro, no veo cómo puedes hacerme daño. Sé que pronto quizás estaré demasiado gorda para disfrutar del sexo, o tú no querrás hacerlo. Me parece una estupidez perder el tiempo.
Ante aquella tranquilidad, a Joe le costó aferrarse a su resistencia.
Parecía razonable que ella supiera mejor que él lo que podía o no hacer. Sin embargo, al ser consciente de que su deseo podía ofuscarle la razón, se esforzó por mantenerse firme en su decisión de la abstinencia. Hizo una mueca cuando ella se acurrucó contra él y no hizo nada para separarla.
—Teniendo en cuenta lo que implica hacer el amor, no creo que sea absolutamente seguro —dijo, y maldijo las grietas que empezaban a aparecer en su convicción.
—Bueno, mientras no intentes entrar cuando el bebé quiera salir…
—¡__________! —exclamó él.
—Pero es verdad. —Percibió que empezaba a ceder y le acarició el pecho—. Joe, la época complicada para el bebé es el primer trimestre, que es cuando quizá no está bien agarrado. Pero el nuestro ya está creciendo. Es casi imposible que hagas nada que pueda soltarlo y no puedes llegar hasta donde está él.
—Claro que no pero… —Dejó la frase en el aire cuando __________ le lamió los pezones y, aunque una vocecita le dijo que la apartara, sus manos se movieron hasta aferrarse a su larga melena.
__________ sonrió cuando comprobó su rendición. Sabía que, ahora, lo único que tenía que hacer era convencerlo de que hacer el amor era seguro siempre que a ella no le molestara y lo hicieran con cuidado. Era importante decírselo porque sabía la facilidad con que podía retroceder hasta la abstinencia, así como sentirse culpable y enfadarse con ella por haber cedido. La sonrisa se amplió cuando pensó en la forma perfecta de demostrarle que hacer el amor no podía hacerles daño ni a ella ni al bebé.
— Joe —dijo, con suavidad, dejando un rastro de besos por el abdomen mientras le acariciaba las caderas y se colocaba entre sus largas piernas—, ya estaba embarazada cuando Fraser intentó violarme. —Se dijo que, seguramente era verdad, pero, aunque no lo fuera, encajaba con la fecha en que él creía que habían concebido a su hijo.
—Jesús —suspiró él, atónito, distraído momentáneamente de la pasión que sus caricias estaban despertando—. Fue tan bruto.
—Sí. Y estaba embarazada cuando MacLennon nos atacó. Y, si te acuerdas, él también me hirió y no me pusiste a salvo con demasiada delicadeza. —Siguió dibujando un camino de besos por una de sus fuertes piernas.
Costaba pensar cuando __________ le estaba haciendo hervir la sangre, pero sus palabras traspasaron el velo de la pasión y tenían sentido.
—Y cuando Fraser casi te violó en la cabaña —murmuró, con voz ronca, y luego se incorporó—. La sangre en tus muslos.
Sin detener sus atenciones, __________ ascendió por la otra pierna, dejando un rastro de besos.
—Me corté. Ya lo viste. —Concentró sus atenciones amorosas en sus genitales y notó cómo se sacudía mientras lo acariciaba con la lengua—. Y nada de eso nos hizo daño ni a mí ni al niño.
Costaba pensar, y mucho más hablar, cuando la cálida boca de __________ lo acariciaba de aquella forma tan íntima, pero él consiguió decir:
—Tuviste suerte.
—Sí, pero sólo quería demostrarte que tú no podrías tratarme peor. No, y menos haciendo el amor.
Joe cerró los ojos, gimió de placer cuando ella lo envolvió con la boca y suspiró:
—No, haciendo el amor no. Ah, por Dios __________, hazlo despacio. Muy, muy despacio. Quiero disfrutar de todo el placer que me das.
Al cabo de un momento, ella se sentó y lo miró:
—En ese caso, quizá sea mejor que dejemos que te calmes un poco.
Cuando él sonrió, __________ supo que había ganado, que había conseguido hacerlo cambiar de opinión.
Joe alargó la mano y le quitó el camisón.
—Calmarme, ¿eh? Creía que querías excitarme hasta lo impensable.
—Bueno, hasta lo impensable, no. Si no puedes pensar, no puedes aceptar —dijo ella, con la voz ronca, mientras él le acariciaba los pechos.
Joe se inclinó y se apoderó de un pezón con la boca. __________ gritó y, agarrándole del pelo, se pegó a él. Joe no necesitaba aquellas prisas para saborear la dulzura de su piel. Al final, le tomó la cara entre las manos y la besó en la boca hasta que ella entreabrió los ojos para mirarlo.
—¿Voy a tener recompensa por aceptar tan deprisa?
—¿Recompensa? —preguntó ella, aturdida.
—Sí —respondió él—. Ya me he calmado un poco.
Contuvo el aliento cuando ella dibujó una sonrisa lasciva y, con una lentitud muy sensual, se colocó entre sus piernas. No dejó de mirarlo a los ojos, ni siquiera cuando sacó la lengua para acariciarlo y él se estremeció. A pesar de que fue muy despacio, como él le había pedido, Joe sabía que no podría disfrutar de sus atenciones con la tranquilidad que exhibía ella. Al mirarla y ver que disfrutaba tanto dándole placer, empezó a perder el poco control que le quedaba. Al cabo de unos segundos, emitió un grito gutural, la levantó a peso, se la sentó encima a horcajadas y unió sus cuerpos.
—Bruja —dijo, con la voz ronca, mientras la sujetaba por las caderas y la descendía por su cuerpo—. Uno de estos días tengo que aprender a disfrutar de eso un poco más de tiempo.
Cuando le rodeó la cintura con el brazo y la echó hacia atrás para poder juguetear con sus pezones, _________ supo que no podría retrasar mucho más la cúspide de placer. El poco control que le quedaba se desvaneció cuando la mano de Joe se deslizó entre los dos. Sus habilidosos dedos localizaron el botón sedoso debajo de los rizos y, con una caricia, la lanzó hacia la dulce oscuridad del deseo. Ella se aferró a él y, al cabo de un instante, el cuerpo de él también se sacudió. La abrazó con más fuerza mientras se balanceaban y saboreaban los últimos restos de la pasión.
A regañadientes, porque le encantaba tenerla entre los brazos después de hacer el amor, aflojó el abrazo. Se tendió, la arrastró con él y los tapó con las mantas. Cuando notó que se acurrucaba contra él, suspiró. Le encantaba volver a tenerla a su lado.
—Supongo que estás saboreando la victoria —dijo, mientras le acariciaba el pelo.
Aunque __________ reconoció la nota de ironía en su voz y sonrió, respondió en un tono serio:
—No, la victoria no. Yo sólo…
Él le dio un beso en la frente.
—Sólo era una broma.
—Ya lo sé, pero detrás de una broma puede esconderse una verdad como un templo.
—Quizá. Me he equivocado. Ahora lo sé. Nos he obligado a hacer lo que ninguno de los dos quería, y no era necesario. —La agarró con más fuerza—. Es que… No, no voy a hablar de eso. Seguramente, ya sabes qué quería decir —farfulló.
Ella lo sabía, e Joe sabía que lo sabía, así que __________ no respondió; sólo se abrazó a él. Cuando el bebé se movió, esperó que Joe no lo hubiera notado porque no quería que pensara en lo que tanto temía. Él se tensó y ella suspiró. Al estar pegada a él, era imposible que no lo notara. Joe le acercó la mano a la tripa casi con timidez. Ella esperó para ver cómo reaccionaba ante la prueba de vida en su vientre y casi sonrió cuando el bebé se movió y él maldijo en voz baja y apartó la mano. Con suavidad, ella lo tomó de la mano y la volvió a depositar encima de su vientre.
—El bebé vive, Joe. Eso tiene que ser motivo de alegría.
—Sí —susurró él, seco—. ¿Cómo puedes dormir con todo este movimiento?
—A veces no puedo. —Bostezó y pegó la cara a su cuello—. Y, a veces, ni siquiera esto puede mantenerme despierta.
Unos segundos después, Joe sonrió sorprendido porque, a pesar del movimiento que todavía podía percibir en su vientre, se había quedado dormida. Se preguntó si a ella también le costaba dormir sola. Quería creer que sí, aunque le provocara un sentimiento de culpa porque sabía que la obligaba a hacerlo demasiado a menudo. Si notar la cama vacía no la dejaba dormir, la culpa sólo era de él.
Se quedó despierto hasta altas horas de la madrugada, con la mano encima del vientre de __________. Cada señal de vida que notaba le provocaba una mezcla de alegría y terror. Rezó numerosas oraciones hasta que, al final, se durmió y el agotamiento dejó a un lado sus miedos.
El día siguiente amaneció con mal tiempo y dio pistas sobre el invierno que se avecinaba. A __________ no le importó, porque el mal tiempo significaba que su marido se quedaría en Caraidland.
La noche en que el tiempo mejoró, Joe le hizo el amor con ferocidad y ella supo que volvería a dejarla. Por lo tanto, no se sorprendió cuando, abrazados y saciados, le dijo que se iría al día siguiente. Ella deseó poder leer su mente y ver si huía porque algo que hubiera dicho o hecho lo había emocionado, porque entonces seguiría haciéndolo.
—Muircraig no estará listo este invierno —dijo, a modo de pregunta.
—No y, aunque lo estuviera, creo que deberíamos quedarnos aquí.
—Hasta que nazca el bebé.
—Exacto. Aquí tienes ayuda y no puedo llevármela toda a Muircraig.
—No piensas pasar allí el invierno, ¿verdad? —preguntó ella, incapaz de suprimir el miedo que teñía su voz cuando, de repente, contempló aquella posibilidad.
—No. —La abrazó con fuerza—. Estaré contigo cuando llegue el momento.
__________ sabía que le costaría mucho, y que ella intentaría mantenerlo lo más al margen posible, pero se alegraba de tenerlo cerca. Por encima de todo, quería tenerlo allí para confesarle su engaño y que, si algo iba mal, no se culpara. En cierto modo, sería más fácil si él no estuviera cerca, pero sabía que haría todo lo que pudiera para que así fuera.
ForJoeJonas
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
aaaaaaaaaaaaaaaiiii poco a poco joe esta dejando sus miedooosss
porfaaa siguelaaaaaaa
yyy aaaaiiii que bueno que eestes tomando clases de manejooo!!!!!
suerte para sacar tu licenciaaaaaa!!!!
porfaaa siguelaaaaaaa
yyy aaaaiiii que bueno que eestes tomando clases de manejooo!!!!!
suerte para sacar tu licenciaaaaaa!!!!
chelis
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
aww que bueno q regresaste :)
me encanto el capi pero siguela plis :(
me facino que joe ya empieze a querer al bebe
me encanto el capi pero siguela plis :(
me facino que joe ya empieze a querer al bebe
aranzhitha
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
Aww..qe lindo Joe...:)
Me encanto el cap!
Siguelaaa..
☎ Jimena Horan ♥
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