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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
Mis niñas, mil perdones por no haber subido capi todos estos días pero apenas he estado en el ordenador y no he podido subir.
Veo que me andan pidiendo maratón.... Puede que les suba uno.
Quieren maratón? :D
Veo que me andan pidiendo maratón.... Puede que les suba uno.
Quieren maratón? :D
ForJoeJonas
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
Nueva lectoraa
de verda amo la nove ya lestoy esperando caps!
:D & claro sube ya el Maraton!!!!
porfisss
de verda amo la nove ya lestoy esperando caps!
:D & claro sube ya el Maraton!!!!
porfisss
☎ Jimena Horan ♥
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
si maraton :lol!: :lol!::lol!:
maraton :lol!::lol!::lol!:
maraton :lol!::lol!::lol!:
maraton :lol!::lol!::lol!:
maraton :lol!::lol!::lol!:
aranzhitha
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
Bien! Tendrán su maratón en cuanto edite los capis!
Un besote enooooooorme!!!
Un besote enooooooorme!!!
ForJoeJonas
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
pero que tortura es esta que no subes cap ahahhaha
por que nos odias hahahaha
ok ok vas a decir y esta deskiciada ke se cree
pues veras me tope con tu nove y la amo!!
hahahahahahah ok!! tengo poco en este blog!!!
y pues naa espero ke subas pronto ya quiero ver ke ara joseph
ke nervios!!!! :lol!: :lol!:
por que nos odias hahahaha
ok ok vas a decir y esta deskiciada ke se cree
pues veras me tope con tu nove y la amo!!
hahahahahahah ok!! tengo poco en este blog!!!
y pues naa espero ke subas pronto ya quiero ver ke ara joseph
ke nervios!!!! :lol!: :lol!:
nenacute
Re: ·Matrimonio a la Fuerza· (Joe y tu)
· Continuación Capítulo 8
—Vete a tu habitación, ___________.
Después de mirar a todos sus hermanos, hizo caso a Alexander. Tenía la necesidad de esconderse, aunque sólo fuera unos momentos. Aunque deseaba tener otro sitio donde ir que la habitación que compartía con Joe.
En cuanto ___________ se marchó, Alexander miró a sus hermanos. Eran una impresionante colección de jóvenes altos, fuertes y apuestos; incluso más impresionante cuando uno recordaba que había cuatro más como ellos en casa. Cualquiera sería un digno contrincante para Joe. Alexander sabía que, si se peleaban, la sangre de éste no sería la única que se derramaría. Apreciaba a ___________, mucho más de lo que debería, y quería evitarle el dolor que le provocaría ver que sus hermanos se peleaban con su marido.
—No podéis atacar a Joe —dijo, muy despacio.
—Lo defiendes porque es tu amigo —respondió Malcolm.
—Sí, y porque ___________ es mi amiga.
—No estoy seguro de si te quiero cerca de nuestra hermana —dijo Nathan, con frialdad.
Alexander se encogió de hombros.
—Me da igual. Por muy mal que os sepa, ella seguirá siendo mi amiga. ____________ me ha hecho el honor de aceptarme. Y pocas mujeres lo habían hecho.
Duncan soltó una risotada burlona.
—Les gustas a todas. Quizá demasiado.
—No, les gusta mi cara y mi figura, pero pocas se toman la molestia de descubrir lo que hay debajo. Pero ésta no es la cuestión. ____________ ha dejado muy claro por qué no podéis atacar a Joe. Quiere a ese estúpido. Y os quiere a vosotros. Independientemente del resultado de la batalla, la persona cuyo dolor queréis vengar acabaría perdiendo algo que quiere. Y no tiene sentido.
—Aunque me duela admitirlo, tiene razón —dijo Robert.
—Y entonces, ¿qué? ¿Dejamos que ese perro no pague por lo que le ha hecho a nuestra hermana? —preguntó Nathan, furioso.
—Bueno, yo no he dicho eso —respondió Alexander—. Puede que una buena paliza le haga recuperar la sensatez. Sí, incluso puede que me una a vosotros.
—¿Seguro que eres su amigo? —preguntó Robert, con una pequeña sonrisa.
—Sí, pero eso no significa que apruebe todo lo que hace. No, y menos cuando da la espalda a una buena chica que lo quiere y se va detrás de una furcia. Quizás una buena paliza en su momento le haga ver que va detrás de la basura y se olvida de lo realmente valioso.
Joe separó su boca de la de Mary, que exigía más, y la miró. Ella le estaba recorriendo el cuerpo con las manos y le estaba desatando la ropa con una agilidad que lo sorprendió. Sus acciones desprendían una ansiedad que casi lo repugnaba. No ayudaba a aumentar la pasión. Al final, admitió que no quería estar allí. No tenía la libertad para disfrutar de las habilidades de Mary. Recordó haber dicho a _________: «No soy un hombre infiel», pero lo estaba siendo.
Se separó de ella y empezó a vestirse.
Sabía que Mary podía excitarlo, que podría llegar a pasárselo muy bien en la cama con ella… siempre que consiguiera olvidarse de _________. Y aquello era exactamente lo que sabía que no podía hacer. _________ y las promesas que le había hecho se interponían entre él y la mujer que ahora lo estaba mirando con una mezcla de asombro y rabia.
—¿Qué haces? —exclamó ella mientras lo veía vestirse.
—Me voy. Nunca debería haber venido. Soy un hombre casado.
—¿Me abandonas por esa cría con la que te obligaron a casarte?
—Le he hecho promesas. Y no pienso romperlas. No ha hecho nada para merecer esto. —Abrió los ojos como platos cuando empezó a gritarle.
—¿Sabes a lo que estás renunciando? He rechazado a hombres mejores que tú. ¿Acaso no ves lo que podríamos conseguir juntos? ¡Combina nuestro poder y nuestra riqueza y prácticamente seríamos reyes! ¿Esa cría sin tetas puede darte eso? Eres estúpido, Joe.
Durante un segundo, Joe no dijo nada, sólo la miró. Los ojos que le habían parecido tan preciosos de repente parecían de hielo. Y se dio cuenta de que estaba viendo a la Mary que siempre había estado allí. La Mary a la que había abrazado y había hablado de amor hacía cuatro años nunca había existido. Mary era una mujer capaz de utilizar cualquier medio, incluido su cuerpo, para acumular poder y riqueza. Hacía cuatro años, lord Cameron tenía más que él, y por eso se casó. Ahora había regresado a sus brazos para satisfacer su codicia.
—No, por marcharme, no. He sido un estúpido al pensar que podría recuperar algo que nunca existió. —Se volvió hacia la puerta.
Desesperada, Mary lo agarró del brazo.
—¿Y qué me dices del amor que nos tuvimos? ¿Cómo puedes dar la espalda a esta oportunidad de recuperar lo que perdimos?
—No perdimos nada. —Se soltó con un poco de brusquedad y abrió la puerta—. Empiezo a creer que el viejo Cameron evitó que cometiera un error enorme. Sólo rezo por no haber cometido otro todavía mayor.
Cuando llegó a la habitación, _________ se lavó, se quitó la ropa y se puso el camisón. Apagó todas las velas excepto la que estaba en la mesita de noche de Joe y se metió debajo de las pesadas mantas. La cama siempre había sido un rincón reconfortante cuando estaba furiosa o triste, pero esta vez no funcionó. Era demasiado consciente de la frecuencia y la pasión con que había compartido ese mismo colchón con Joe. Sentía la necesidad urgente de ir hasta donde estaban y enfrentarse a ellos, pero se contuvo. El orgullo también ayudó. No tenía ninguna intención de quedar como una tonta delante de él y, mucho menos, delante de lady Mary.
El sonido de la puerta detuvo en seco sus lágrimas. No podía creer que Joe acudiera a su cama después de haber estado en la de Mary porque, a pesar de que no se volvió, estaba claro que era él. Cuando, después de meterse en la cama en silencio, él alargó la mano y la tocó, ella percibió cómo su cuerpo se alejaba, a pesar de que no se había movido. No podía soportar la idea de que la tocara con las mismas manos con las que había acariciado a Mary hacía unos instantes.
Joe notó que su piel rehuía su contacto y se sintió fatal. Sabía que _________ había descubierto que había ido a la habitación de Mary en cuanto había entrado en la habitación. A pesar de los esfuerzos de su mujer por ocultarlo, supo que había estado llorando. A regañadientes, se dijo que si se hubiera acostado con Mary ahora no se sentiría mucho peor. Comprobar cómo _________, que normalmente lo recibía con los brazos abiertos, lo rehuía le provocaba unas ganas terribles de ponerse a cuatro patas y suplicar que lo perdonara. Y aquello era la prueba de lo que ya sospechaba; que, por mucha distancia que quisiera mantener entre ellos, no podría evitar hacerle daño.
—No he podido hacerlo —dijo, con un hilo de voz, y notó cómo ella se tensaba.
—¿No te has acostado con ella? —susurró ella.
—No, no he podido. No voy a mentirte. Fui a su habitación con la intención de acostarme con ella.
_________ se volvió y lo miró mientras se preguntaba si sabía lo importante que era para ella que fuera sincero.
—Lo sé. Os vi en el pasillo que lleva a las habitaciones.
Él hizo una mueca cuando recordó el apasionado beso que Mary le había dado.
—Bueno, dudé pero no demasiado, ¿verdad? Quería volver a esa época, hace cuatro años, cuando estábamos enamorados.
—Pero nunca fuisteis amantes.
—No, nunca. Sentía curiosidad por saber qué sentiría al acostarme con ella.
—Lo entiendo, Joe —respondió ella, con calma, y lo hacía porque, a pesar de que nunca lo admitiría y nunca daría el paso, ella había sentido la misma curiosidad con Alexander.
—Creo que eres más comprensiva que yo en tu situación.
—Bueno, no es difícil, puesto que no te has acostado con ella.
—No. Te he hecho unas promesas pero debo admitir que ése no es el único motivo. Es uno de ellos, pero no el único. Quería recuperar el pasado, pero, de repente, he descubierto que no lo encontraría en su cama. Algo me ha dicho que lo que yo creía que era el pasado, lo que yo creía que había sucedido, era mentira. De hecho, la Mary que yo creía que quería nunca existió.
»Ha sido algo que he visto en sus ojos, algo que había visto antes en los ojos de otras mujeres, mujeres a las que recurría para calmar las ansias masculinas, furcias que fingían ser señoras refinadas. Cuando ha visto que la estaba rechazando, se ha condenado ella misma con sus palabras. Nunca fue una dulce jovencita obligada a casarse con un señor mayor, sino una mujer avariciosa que eligió al pretendiente más rico y poderoso. Una vez viuda, vio en mi aumentada riqueza un motivo suficiente para acercarse a mí. Creo que no quiero saber cómo pretendía arreglárselas contigo. El poco arrepentimiento que he sentido, y he sentido un poco, ha terminado cuando me ha demostrado su verdadera cara.
Era un poco doloroso no oírle decir que la había rechazado porque la quería, pero se dijo: «No seas tonta». De momento, bastaba con saber que había rechazado a una mujer atractiva y habilidosa, una a la que durante mucho tiempo había creído querer, en nombre de los votos que se habían intercambiado. Puede que no obtuviera de él todo lo que quería, pero le había demostrado que, para él, esos votos eran igual de importantes y vinculantes. Y ella sabía perfectamente que muchos hombres no lo hacían.
Y entonces se sintió mal por él. Había sufrido una profunda decepción, y se le notaba en la voz. Una vez quiso a una mujer llamada Mary y hoy había descubierto, después de sufrir por haberla perdido, que nunca había existido.
__________ empezó a hacerle el amor en silencio. Lo besó, mejorando las habilidades que él le había enseñado. Cuando él intentó sujetarla y hacerse con el control de los movimientos, ella se resistió. Mientras le acariciaba el cuello con delicados besos, sus manos le recorrían el cuerpo. Ella se decidió a continuar cuando vio cómo el cuerpo de él se tensaba con pasión bajo sus manos, cómo temblaba ligeramente cuando sus besos empezaron a descender hacia el pecho.
Se atrevió a lamerle el pezón con la punta de la lengua. Él se aferró a su pelo con más fuerza, igual que hacía ella cuando la acariciaba de aquella forma. Envalentonada por aquella señal de aprobación, empezó a lamer y a succionar hasta que él se empezó a retorcer debajo de ella. Fascinada, vio cómo sus pezones se endurecían, igual que los suyos.
—¿Te ha gustado? —le preguntó, con la voz ronca, sabiendo que sí y sintiéndose más atrevida.
—¿Necesitas preguntarlo? —gruñó él mientras __________ le seguía lamiendo el abdomen.
—No sé, podrías estar siendo simplemente educado. —Le metió la lengua en el ombligo y notó cómo se sacudía.
Joe gruñó cuando los besos descendieron por los muslos. Su cálido aliento y su pelo suave le acariciaban la verga y se notó ardiendo. A toda velocidad, recordó lo despacio que la había estado introduciendo en las complejidades de las artes amatorias. Casi se echó a reír. Estaba claro que _________ no necesitaba que la trataran con tanta delicadeza.
—¿Joe? —dijo ella, con una voz presa de la pasión, mientras le mordisqueaba el muslo y luego calmaba el dolor con la lengua—, ¿recuerdas la primera noche que vine a tu habitación?
—Sí —respondió él, algo distraído, notando cómo todo su cuerpo temblaba mientras aquellos preciosos labios se acercaban a una zona que ansiaba que la acariciaran—. La víspera de nuestra boda.
—Sí. Pues vi a una pareja en el pasillo. Estaban haciendo el amor.
—Descarados.
—Muy descarados. La mujer le hizo algo al hombre y lo he pensado muchas veces cuando estamos juntos.
—¿Qué le hizo?
—Bueno, es que no sé cómo explicártelo. Quizá sea un truco de furcia.
Joe se quedó sin aliento cuando ella besó la franja de piel que había justo encima de la verga.
—Pues enséñamelo.
—Si es algo que se supone que no debería hacer me lo dirás, ¿verdad?
—Por supuesto.
Cuando _________ descendió la lengua por la cálida superficie de la verga, él se sacudió con violencia y ella dijo:
—¿Joe?
—No, no pares. Por el amor de Dios, no pares —dijo, casi sin voz, llevándole la boca hasta donde estaba hacía unos segundos.
Cerró los ojos y disfrutó del placer que ella le estaba proporcionando. Cuando lo envolvió con la húmeda calidez de su boca, se sacudió. Apretó los dientes e intentó controlar una pasión que parecía que crecía desbocada en su interior. Quería disfrutar del placer de aquella caricia tan íntima tanto tiempo como pudiera.
__________ percibió que Joe estaba cerca de alcanzar el orgasmo. Se colocó encima de su cuerpo y se sentó a horcajadas encima de sus caderas. Mientras lo besaba y disfrutaba de la fiereza de su pasión, lentamente unió sus cuerpos. Entonces, al incorporarse, se quitó el camisón, excitada por cómo la miraba, y lo tiró al suelo. La sorprendió un poco que pudiera estar tan excitada y tan apasionada cuando él apenas la había tocado.
Joe notó la húmeda bienvenida de su cuerpo y se estremeció. Estaba claro que ella se había excitado con la idea de hacerle el amor, y aquella certeza contribuía todavía más al descontrol que sentía. La vio quitarse el sencillo camisón con un arte seductor que pocas mujeres entrenadas para ello podían conseguir y la agarró con fuerza por las caderas, impidiendo que se moviera. Estaba seguro de que, si su cuerpo empezaba a frotarse contra el suyo, perdería el control por completo y su encuentro amoroso terminaría antes de lo deseado.
Con un suave gruñido, se incorporó y dobló ligeramente las rodillas para que ella se apoyara. Luego, le rodeó la cintura con el brazo y la echó hacia atrás. La forma en que _________ se retorció contra él cuando se abalanzó hambriento sobre sus pechos bastó para que alcanzara el orgasmo. Cuando descendió la mano hasta la cadera de ella para imponer un movimiento más rítmico, ella enseguida lo acompañó. Él pegó la cara a sus pechos mientras __________ se aferraba a él y dejó que lo arrastrara consigo cuando se elevó hacia el breve pero exquisito olvido de la cima de la pasión. Joe tardó un buen rato en separarse y tenderse en la cama, aunque sin soltarla en ningún momento.
—¿Esto significa que me perdonas?
Con una sonrisa lacia, mientras su cuerpo se enredaba con el de él, ella le dijo:
—Quizá. Tendré que pensármelo un poco más.
—Pues si esto no ha sido un perdón, déjame descansar un poco antes de pedírtelo de verdad. No sé si podré sobrevivir al perdón definitivo.
Ella se rió con él.
—Vete a tu habitación, ___________.
Después de mirar a todos sus hermanos, hizo caso a Alexander. Tenía la necesidad de esconderse, aunque sólo fuera unos momentos. Aunque deseaba tener otro sitio donde ir que la habitación que compartía con Joe.
En cuanto ___________ se marchó, Alexander miró a sus hermanos. Eran una impresionante colección de jóvenes altos, fuertes y apuestos; incluso más impresionante cuando uno recordaba que había cuatro más como ellos en casa. Cualquiera sería un digno contrincante para Joe. Alexander sabía que, si se peleaban, la sangre de éste no sería la única que se derramaría. Apreciaba a ___________, mucho más de lo que debería, y quería evitarle el dolor que le provocaría ver que sus hermanos se peleaban con su marido.
—No podéis atacar a Joe —dijo, muy despacio.
—Lo defiendes porque es tu amigo —respondió Malcolm.
—Sí, y porque ___________ es mi amiga.
—No estoy seguro de si te quiero cerca de nuestra hermana —dijo Nathan, con frialdad.
Alexander se encogió de hombros.
—Me da igual. Por muy mal que os sepa, ella seguirá siendo mi amiga. ____________ me ha hecho el honor de aceptarme. Y pocas mujeres lo habían hecho.
Duncan soltó una risotada burlona.
—Les gustas a todas. Quizá demasiado.
—No, les gusta mi cara y mi figura, pero pocas se toman la molestia de descubrir lo que hay debajo. Pero ésta no es la cuestión. ____________ ha dejado muy claro por qué no podéis atacar a Joe. Quiere a ese estúpido. Y os quiere a vosotros. Independientemente del resultado de la batalla, la persona cuyo dolor queréis vengar acabaría perdiendo algo que quiere. Y no tiene sentido.
—Aunque me duela admitirlo, tiene razón —dijo Robert.
—Y entonces, ¿qué? ¿Dejamos que ese perro no pague por lo que le ha hecho a nuestra hermana? —preguntó Nathan, furioso.
—Bueno, yo no he dicho eso —respondió Alexander—. Puede que una buena paliza le haga recuperar la sensatez. Sí, incluso puede que me una a vosotros.
—¿Seguro que eres su amigo? —preguntó Robert, con una pequeña sonrisa.
—Sí, pero eso no significa que apruebe todo lo que hace. No, y menos cuando da la espalda a una buena chica que lo quiere y se va detrás de una furcia. Quizás una buena paliza en su momento le haga ver que va detrás de la basura y se olvida de lo realmente valioso.
Joe separó su boca de la de Mary, que exigía más, y la miró. Ella le estaba recorriendo el cuerpo con las manos y le estaba desatando la ropa con una agilidad que lo sorprendió. Sus acciones desprendían una ansiedad que casi lo repugnaba. No ayudaba a aumentar la pasión. Al final, admitió que no quería estar allí. No tenía la libertad para disfrutar de las habilidades de Mary. Recordó haber dicho a _________: «No soy un hombre infiel», pero lo estaba siendo.
Se separó de ella y empezó a vestirse.
Sabía que Mary podía excitarlo, que podría llegar a pasárselo muy bien en la cama con ella… siempre que consiguiera olvidarse de _________. Y aquello era exactamente lo que sabía que no podía hacer. _________ y las promesas que le había hecho se interponían entre él y la mujer que ahora lo estaba mirando con una mezcla de asombro y rabia.
—¿Qué haces? —exclamó ella mientras lo veía vestirse.
—Me voy. Nunca debería haber venido. Soy un hombre casado.
—¿Me abandonas por esa cría con la que te obligaron a casarte?
—Le he hecho promesas. Y no pienso romperlas. No ha hecho nada para merecer esto. —Abrió los ojos como platos cuando empezó a gritarle.
—¿Sabes a lo que estás renunciando? He rechazado a hombres mejores que tú. ¿Acaso no ves lo que podríamos conseguir juntos? ¡Combina nuestro poder y nuestra riqueza y prácticamente seríamos reyes! ¿Esa cría sin tetas puede darte eso? Eres estúpido, Joe.
Durante un segundo, Joe no dijo nada, sólo la miró. Los ojos que le habían parecido tan preciosos de repente parecían de hielo. Y se dio cuenta de que estaba viendo a la Mary que siempre había estado allí. La Mary a la que había abrazado y había hablado de amor hacía cuatro años nunca había existido. Mary era una mujer capaz de utilizar cualquier medio, incluido su cuerpo, para acumular poder y riqueza. Hacía cuatro años, lord Cameron tenía más que él, y por eso se casó. Ahora había regresado a sus brazos para satisfacer su codicia.
—No, por marcharme, no. He sido un estúpido al pensar que podría recuperar algo que nunca existió. —Se volvió hacia la puerta.
Desesperada, Mary lo agarró del brazo.
—¿Y qué me dices del amor que nos tuvimos? ¿Cómo puedes dar la espalda a esta oportunidad de recuperar lo que perdimos?
—No perdimos nada. —Se soltó con un poco de brusquedad y abrió la puerta—. Empiezo a creer que el viejo Cameron evitó que cometiera un error enorme. Sólo rezo por no haber cometido otro todavía mayor.
Cuando llegó a la habitación, _________ se lavó, se quitó la ropa y se puso el camisón. Apagó todas las velas excepto la que estaba en la mesita de noche de Joe y se metió debajo de las pesadas mantas. La cama siempre había sido un rincón reconfortante cuando estaba furiosa o triste, pero esta vez no funcionó. Era demasiado consciente de la frecuencia y la pasión con que había compartido ese mismo colchón con Joe. Sentía la necesidad urgente de ir hasta donde estaban y enfrentarse a ellos, pero se contuvo. El orgullo también ayudó. No tenía ninguna intención de quedar como una tonta delante de él y, mucho menos, delante de lady Mary.
El sonido de la puerta detuvo en seco sus lágrimas. No podía creer que Joe acudiera a su cama después de haber estado en la de Mary porque, a pesar de que no se volvió, estaba claro que era él. Cuando, después de meterse en la cama en silencio, él alargó la mano y la tocó, ella percibió cómo su cuerpo se alejaba, a pesar de que no se había movido. No podía soportar la idea de que la tocara con las mismas manos con las que había acariciado a Mary hacía unos instantes.
Joe notó que su piel rehuía su contacto y se sintió fatal. Sabía que _________ había descubierto que había ido a la habitación de Mary en cuanto había entrado en la habitación. A pesar de los esfuerzos de su mujer por ocultarlo, supo que había estado llorando. A regañadientes, se dijo que si se hubiera acostado con Mary ahora no se sentiría mucho peor. Comprobar cómo _________, que normalmente lo recibía con los brazos abiertos, lo rehuía le provocaba unas ganas terribles de ponerse a cuatro patas y suplicar que lo perdonara. Y aquello era la prueba de lo que ya sospechaba; que, por mucha distancia que quisiera mantener entre ellos, no podría evitar hacerle daño.
—No he podido hacerlo —dijo, con un hilo de voz, y notó cómo ella se tensaba.
—¿No te has acostado con ella? —susurró ella.
—No, no he podido. No voy a mentirte. Fui a su habitación con la intención de acostarme con ella.
_________ se volvió y lo miró mientras se preguntaba si sabía lo importante que era para ella que fuera sincero.
—Lo sé. Os vi en el pasillo que lleva a las habitaciones.
Él hizo una mueca cuando recordó el apasionado beso que Mary le había dado.
—Bueno, dudé pero no demasiado, ¿verdad? Quería volver a esa época, hace cuatro años, cuando estábamos enamorados.
—Pero nunca fuisteis amantes.
—No, nunca. Sentía curiosidad por saber qué sentiría al acostarme con ella.
—Lo entiendo, Joe —respondió ella, con calma, y lo hacía porque, a pesar de que nunca lo admitiría y nunca daría el paso, ella había sentido la misma curiosidad con Alexander.
—Creo que eres más comprensiva que yo en tu situación.
—Bueno, no es difícil, puesto que no te has acostado con ella.
—No. Te he hecho unas promesas pero debo admitir que ése no es el único motivo. Es uno de ellos, pero no el único. Quería recuperar el pasado, pero, de repente, he descubierto que no lo encontraría en su cama. Algo me ha dicho que lo que yo creía que era el pasado, lo que yo creía que había sucedido, era mentira. De hecho, la Mary que yo creía que quería nunca existió.
»Ha sido algo que he visto en sus ojos, algo que había visto antes en los ojos de otras mujeres, mujeres a las que recurría para calmar las ansias masculinas, furcias que fingían ser señoras refinadas. Cuando ha visto que la estaba rechazando, se ha condenado ella misma con sus palabras. Nunca fue una dulce jovencita obligada a casarse con un señor mayor, sino una mujer avariciosa que eligió al pretendiente más rico y poderoso. Una vez viuda, vio en mi aumentada riqueza un motivo suficiente para acercarse a mí. Creo que no quiero saber cómo pretendía arreglárselas contigo. El poco arrepentimiento que he sentido, y he sentido un poco, ha terminado cuando me ha demostrado su verdadera cara.
Era un poco doloroso no oírle decir que la había rechazado porque la quería, pero se dijo: «No seas tonta». De momento, bastaba con saber que había rechazado a una mujer atractiva y habilidosa, una a la que durante mucho tiempo había creído querer, en nombre de los votos que se habían intercambiado. Puede que no obtuviera de él todo lo que quería, pero le había demostrado que, para él, esos votos eran igual de importantes y vinculantes. Y ella sabía perfectamente que muchos hombres no lo hacían.
Y entonces se sintió mal por él. Había sufrido una profunda decepción, y se le notaba en la voz. Una vez quiso a una mujer llamada Mary y hoy había descubierto, después de sufrir por haberla perdido, que nunca había existido.
__________ empezó a hacerle el amor en silencio. Lo besó, mejorando las habilidades que él le había enseñado. Cuando él intentó sujetarla y hacerse con el control de los movimientos, ella se resistió. Mientras le acariciaba el cuello con delicados besos, sus manos le recorrían el cuerpo. Ella se decidió a continuar cuando vio cómo el cuerpo de él se tensaba con pasión bajo sus manos, cómo temblaba ligeramente cuando sus besos empezaron a descender hacia el pecho.
Se atrevió a lamerle el pezón con la punta de la lengua. Él se aferró a su pelo con más fuerza, igual que hacía ella cuando la acariciaba de aquella forma. Envalentonada por aquella señal de aprobación, empezó a lamer y a succionar hasta que él se empezó a retorcer debajo de ella. Fascinada, vio cómo sus pezones se endurecían, igual que los suyos.
—¿Te ha gustado? —le preguntó, con la voz ronca, sabiendo que sí y sintiéndose más atrevida.
—¿Necesitas preguntarlo? —gruñó él mientras __________ le seguía lamiendo el abdomen.
—No sé, podrías estar siendo simplemente educado. —Le metió la lengua en el ombligo y notó cómo se sacudía.
Joe gruñó cuando los besos descendieron por los muslos. Su cálido aliento y su pelo suave le acariciaban la verga y se notó ardiendo. A toda velocidad, recordó lo despacio que la había estado introduciendo en las complejidades de las artes amatorias. Casi se echó a reír. Estaba claro que _________ no necesitaba que la trataran con tanta delicadeza.
—¿Joe? —dijo ella, con una voz presa de la pasión, mientras le mordisqueaba el muslo y luego calmaba el dolor con la lengua—, ¿recuerdas la primera noche que vine a tu habitación?
—Sí —respondió él, algo distraído, notando cómo todo su cuerpo temblaba mientras aquellos preciosos labios se acercaban a una zona que ansiaba que la acariciaran—. La víspera de nuestra boda.
—Sí. Pues vi a una pareja en el pasillo. Estaban haciendo el amor.
—Descarados.
—Muy descarados. La mujer le hizo algo al hombre y lo he pensado muchas veces cuando estamos juntos.
—¿Qué le hizo?
—Bueno, es que no sé cómo explicártelo. Quizá sea un truco de furcia.
Joe se quedó sin aliento cuando ella besó la franja de piel que había justo encima de la verga.
—Pues enséñamelo.
—Si es algo que se supone que no debería hacer me lo dirás, ¿verdad?
—Por supuesto.
Cuando _________ descendió la lengua por la cálida superficie de la verga, él se sacudió con violencia y ella dijo:
—¿Joe?
—No, no pares. Por el amor de Dios, no pares —dijo, casi sin voz, llevándole la boca hasta donde estaba hacía unos segundos.
Cerró los ojos y disfrutó del placer que ella le estaba proporcionando. Cuando lo envolvió con la húmeda calidez de su boca, se sacudió. Apretó los dientes e intentó controlar una pasión que parecía que crecía desbocada en su interior. Quería disfrutar del placer de aquella caricia tan íntima tanto tiempo como pudiera.
__________ percibió que Joe estaba cerca de alcanzar el orgasmo. Se colocó encima de su cuerpo y se sentó a horcajadas encima de sus caderas. Mientras lo besaba y disfrutaba de la fiereza de su pasión, lentamente unió sus cuerpos. Entonces, al incorporarse, se quitó el camisón, excitada por cómo la miraba, y lo tiró al suelo. La sorprendió un poco que pudiera estar tan excitada y tan apasionada cuando él apenas la había tocado.
Joe notó la húmeda bienvenida de su cuerpo y se estremeció. Estaba claro que ella se había excitado con la idea de hacerle el amor, y aquella certeza contribuía todavía más al descontrol que sentía. La vio quitarse el sencillo camisón con un arte seductor que pocas mujeres entrenadas para ello podían conseguir y la agarró con fuerza por las caderas, impidiendo que se moviera. Estaba seguro de que, si su cuerpo empezaba a frotarse contra el suyo, perdería el control por completo y su encuentro amoroso terminaría antes de lo deseado.
Con un suave gruñido, se incorporó y dobló ligeramente las rodillas para que ella se apoyara. Luego, le rodeó la cintura con el brazo y la echó hacia atrás. La forma en que _________ se retorció contra él cuando se abalanzó hambriento sobre sus pechos bastó para que alcanzara el orgasmo. Cuando descendió la mano hasta la cadera de ella para imponer un movimiento más rítmico, ella enseguida lo acompañó. Él pegó la cara a sus pechos mientras __________ se aferraba a él y dejó que lo arrastrara consigo cuando se elevó hacia el breve pero exquisito olvido de la cima de la pasión. Joe tardó un buen rato en separarse y tenderse en la cama, aunque sin soltarla en ningún momento.
—¿Esto significa que me perdonas?
Con una sonrisa lacia, mientras su cuerpo se enredaba con el de él, ella le dijo:
—Quizá. Tendré que pensármelo un poco más.
—Pues si esto no ha sido un perdón, déjame descansar un poco antes de pedírtelo de verdad. No sé si podré sobrevivir al perdón definitivo.
Ella se rió con él.
ForJoeJonas
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