La Estación 《 Larry Stylinson 》

Mi querida y latigablemente sexy charlotte

perdon por no aver comentado pero es que uffs estaba super ocupada, bueno te digo:

PD: ameeeeeee el capitulo
PD2: estuvo per-fecto
PD3: odio que louis sea tan terco y necio dios
PD4: porque louis es asi porque no se folla de una buena vez a Harry
PD5: estoy esperando a que la bruja de mery se quede quieta(aunque la entiendo por una parte)
PD6: Harry tiene que aagrrar a louis amarrarlo a la cama y violarlo.
PD7: me encanto el capitulo.
PD8: eres una gran escritora
PD9: te admiro mucho
PD10: continuala porque sino muero lentamente.

Y por ultimo mi latigablemente sexy Charlotte Te quiero amante mia.

Al día siguiente me desperté bastante tarde, como a las doce del día. Aun así, me levanté con flojera, por lo que fui enseguida a lavarme el rostro y por fin despertar del todo. Salí de mi habitación y la casa se sentía un tanto vacía; recordé que Susan y Mark saldrían a visitar a unos tíos. Me dirigía hacia las escaleras, cuando escuché una discusión proveniente del cuarto de Louis. Sé que es algo imprudente escuchar conversaciones ajenas, pero me carcomía la inquietud, así que sigiloso me acerqué lo más que pude a la puerta que se encontraba emparejada.

 

—¿Ya me vas a dejar explicarte las cosas? —dijo Louis.

    
—¿Qué cosas?

    
—¿¡Cómo que qué cosas?!

    
—¿Qué tenías una relación extraña con tu hermana? Eso ya lo sé, no soy idiota —contestó bastante molesta Mery.

 

¿Cómo que relación extraña? ¡No podía ser posible lo que estaba pasando por mi mente! ¿O sí? Vislumbré una sombra acercarse a la puerta, así que yo atemorizado retrocedí un poco. Pero al poco tiempo me tranquilicé pues la sombra se volvía a alejar. Aun así decidí quedarme en donde estaba, pues si alguien llegaba a salir de la habitación, tenía las escaleras muy cerca. Seguí escuchando un poco atónito.

 
—Es que tú piensas que cuando salía contigo seguía pensando en ella pero eso no...

    
—No me interesan tus explicaciones. ¡Me vale Louis, me vale! Total, yo ya dejé de quererte desde hace mucho —Aquello me dejó aun más atónito, decirle así sin más a alguien que ya no lo querías ¿En qué estaba pensando esa mujer?

     
—Sí, ¡Qué bueno, yo igual! —gritó Louis.

 

Vi que alguien se acercaba de nuevo a la puerta y la abría violentamente, yo completamente turbado y nervioso corrí a las escaleras y las bajé lo más rápido que pude. Salté unos tres escalones para llegar al fin a la planta baja, pero fue en vano, unos segundos después Louis me decía por atrás con tono molesto, pero invadido por la preocupación.

   

—¿Estabas escuchando Harry?

   
—N... no, es sólo que escuché gritos y —la mirada de Louis era bastante penetrante, por eso decidí mejor bajar la cabeza y mirar el suelo.

 
Louis terminó de bajar las escaleras, pasó junto a mí para después salir por la puerta principal. Sólo cuando escuché el sonido de la puerta cerrarse, subí la mirada. No podía ser posible, acababa de escuchar algo bastante revelador, mi corazón latía rápido, muy rápido y mis manos sudaban por el susto de haber sido descubierto. Volví a mi cuarto mientras en mi mente no dejaba de repetirse una y otra vez aquella discusión que acababa de oír, tenía que preguntarle a Louis pero el problema era que me daba temor porque si lo que yo sospechaba era cierto, no sé qué haría. Y estaba seguro de que él evadiría el tema.

 

Estaba sentado en las escaleras de la preparatoria intentando resolver algo que rondaba en mi cabeza después de la conversación que había escuchado.


 
—Te extrañé, ¿Sabes? —me dijo muy cerca del oído, rodeándome con sus brazos. Me sobresalté pues yo estaba completamente absorto en mis pensamientos.

 

Desde aquel día Louis y yo habíamos hablado sólo lo necesario, él hacía todo lo posible por mantenerse cerrado y que no le pudiera preguntar nada. Y lo único que hacía con eso era que yo cada vez sospechara más y más.

 
—¿Ah sí? —contesté al fin.

    
—Sí —Se alejó unos centímetros de mí, pues alguien se aproximaba hacia nosotros. 


Él tuvo que levantarse para dejar pasar a aquella chica que venía subiendo las escaleras. Pronto tendríamos que volver a las clases, así que yo también me levanté, tratando de ignorar su mirada.

 

Dylan era un compañero de escuela, desde el primer día que llegué él comenzó a hablarme y a tratarme amablemente, no sé supongo que tenía una especie de sexto sentido con el cual pudo detectar que yo era del mismo bando, pues cuando se me acercó para hablar conmigo, me preguntó que si me importaba que él fuera homosexual. La honestidad con la que me lo dijo me impulsó de tal forma que yo me animé a decirle que también era homosexual, así que rápidamente empezamos a llevarnos muy bien. Me presentó a sus amigos y todo iba bien, pero después de casi un mes de conocerlo, me dijo que le gustaba y que quería intentarlo conmigo, claro que yo me negué, pero él siguió insistiendo. Cuando fueron las vacaciones pensé que me libraría de sus confesiones de amor diarias, pero me mandaba mensajes cada que podía. Me sentía mal por él, pues no podía corresponderle de la forma que él quería.

 

—Oye Harry, ¿Cuándo vas a decirme que sí? —preguntó insistente mientras trataba de seguirme el paso escaleras arriba.

 

Era alguien bastante guapo, lo que más me gustaba de él, era su cabello pelirojo natural, su piel blanca que parecia como una hoja de papel y su sonrisa.

 
—¿Decirte sí a qué? —traté de hacerme el desentendido.

    
—No te hagas —por fin pudo detenerme tomándome por el brazo izquierdo. Me giré para quedar frente a frente, me miraba un tanto suplicante.

    
—Ya te dije que no Dylan, me caes muy bien y todo, pero eso no.

 

Después de decirle eso, me dijo que de todas formas él seguiría insistiendo, porque iba en serio. Cómo me hubiera gustado corresponderle. Ese mismo día, en la noche entré al estudio de Louis. Estaba decidido, le preguntaría de una vez por todas todo, ya no podía más con la inquietud. En cuanto entré al estudio apartó la vista de su computadora para enfocarla en mí, por la forma en que me miraba, supe que ya sospechaba un poco de las intenciones de mi visita tan inoportuna a esas horas de la noche.

 

—¿Qué quieres? — Dijo en un tono no muy amable.

    
—Sólo hablar contigo —Contesté al tiempo que cerraba la puerta tras de mí. Caminé un poco hacia adelante, pero no lo suficiente como para llegar hasta su escritorio. Él seguía mirándome preocupado, pero tratando de aparentar seriedad.

   
—Dime.

    
—Yo... la otra vez, sin querer escuché esa conversación entre tu mujer y tú—comenté temeroso. Louis se llevó una mano a la cabeza mientras suspirada hondo, al parecer ya lo sabía— bueno, no escuché todo, pero oí lo suficiente, creo. —Trataba de enfocar mi mirada en cualquier otra cosa que no fuera Louis, aun así sentía su mirada apuñalada en mí.


Hubo un silencio bastante incómodo, volteé rápidamente hacia donde se encontraba él y tenía la mirada perdida, recargando su barbilla en su mano derecha.

 

—¿Qué quieres decir con lo suficiente? —preguntó al fin, volviendo a clavar su mirada en mí. Sentí un escalofrío en todo el cuerpo y no me salían las palabras.

    
—Pues.

    
—¿Escuchaste lo de tu mamá y yo, no? —dijo algo titubeante pero tratando de mantenerse rígido. Asentí levemente.

    
—Entonces tú y mi mamá ¿Cometieron incesto?

    
—Sí, pero ahora que lo pienso, ¿Qué vienes a quejarte, si tú quieres hacer lo mismo conmigo? —Se levantó de su silla giratoria, se acomodó las mangas de la camisa, las cuales las tenía arremangadas mientras seguía mirándome y me sentí tan avergonzado en esos momentos.

 
—¡Cállate! ¡Estamos hablando de ti! —refuté— Ahora entiendo muchas cosas—Él me miró intrigado pero no dijo más. Se recargó en la pared observando su reloj. Volvió a inundar la habitación aquel silencio incómodo, ahora faltaba preguntarle lo que, según yo, era lo más importante.

  
—¿Puedo saber por qué dejas que te bese? —Louis se tornó tenso ante aquella pregunta.

    
—¿A qué viene esto? Mejor vete, y déjame trabajar.

    
—¡No! Me puse a pensar en esto y... ¿Tú sigues queriéndola, verdad? La sigues amando a pesar de que ya se fue.

    
—Tengo cosas que hacer Harry por favor —se encaminó hasta la puerta pero se detuvo en seco cuando le pregunté.

    
—Entonces tú sólo me besas porque estás viendo en mí a mi madre, porque me paresco un poco ¿No? —pregunté con la voz temblorosa. Louis se quedó completamente inmóvil con la mano deteniendo la manija de la puerta.

   

—La verdad, no sé, pero ahora que lo dices, puede que esa sea la razón —volteó a verme con rostro sumamente serio. Yo sentí cómo mis ojos se nublaban. Caminé dando grandes zancadas hacia donde estaba y lo besé con furia, aferrándome a sus cabellos de tal forma que podría habérselos arrancado. Cuando alejé mis labios de los suyos le miré con rabia y vergüenza, para después salir.

 

Me sentí tan estúpido en ese momento ¿Cómo había pensado que él podría llegar a sentir algo por mí? Yo no era nada, era una basura, un estorbo mas en este mundo, claro que él nunca podría fijarse en mí, sólo estaba tratando de encontrar a mi mamá en aquellos labios  quería tirarme del puente más cercano, quería perderme en un laberinto y nunca salir de él.


Me puse una chamarra, tomé algo de dinero y salí de la casa, lo más seguro era que no se dieran cuenta de mi ausencia pues pensarían que estaba ya durmiendo con las casi 11:00 p.m. Entré en el metro y caminé hasta el fondo para subirme al último vagón. Yo había querido preguntarle más acerca de la relación que habían tenido mi mamá y él, pero me precipité demasiado y ahora estaba en el metro dispuesto a acostarme con cualquier tipo, el que fuera, yo no era nada, así que cualquiera estaría bien. Ni siquiera Louis me había besado viéndome como Harry sólo lo había hecho para tratar de buscar en mí (muy en el fondo) a su querida.

 

No tardaron en llegar las miradas de algunos hombres que se encontraban en el vagón, había un tipo que desde que había puesto un pie dentro, no había apartado sus ojos lascivos de mí, era un hombre ya maduro por lo que pronto acudió a mi mente Louis, claro que no era tan guapo como él, pero tenía algo que había llamado mi atención, así que me acerqué a él y me senté a su lado. Comencé a responderle a sus miradas y en un parpadeo una de sus manos ya estaba acariciando mi muslo de manera descarada.

 

—Oye, ¿quieres hacerlo? —pregunté sin voltearle a ver a la cara, estaban pasando muchas cosas por mi cabeza.

    
—Claro —respondió aquel hombre pasando su mano discretamente por mi entrepierna .

 

Bajamos en la siguiente estación y me llevó al primer motel de paso que vimos. Dejé que hiciera lo que quisiera con mi cuerpo, que lo cubriera con sus manos grandes y un poco ásperas, que paseara su lengua por mi cuello, que me penetrara con fuerza mientras yo sólo hacía el mínimo esfuerzo por cooperar. Se me escaparon un par de lágrimas mientras el seguía moviéndose una y otra vez dentro de mí completamente extasiado y al borde del orgasmo, yo sólo podía pensar en lo estúpido que había sido al pensar que tal vez, habría significado algo más para Louis que sólo ser el hijo de su hermana, de la hermana con la que desarrolló un vínculo aun más grande que amor fraternal.

 

Claro, cómo iba a fijarse en alguien como yo, en alguien que no valía nada y que le ofrecía el trasero al primero que pasara a su lado. Cuando terminamos, o más bien, él terminó, me apresuré a vestirme para irme lo más pronto posible de ahí. Él ni siquiera se inmutó en preguntarme si estaba bien o algo, solo me dijo que a ver cuándo lo volvíamos a repetir. Ahora me sentía terriblemente culpable, le había prometido a Louis no volver a hacer eso pero, maldición, no sabía cómo descargar mi coraje, vergüenza e impotencia que sentía en esos momentos.


Así había sido siempre, desde que había empezado a prostituirme en el metro; al principio había sido sólo porque me sentía deprimido, a la edad de dieciséis años no sabía qué hacer con mi vida, me sentía un estorbo en casa de Caro, y nunca fui alguien sobresaliente, así que un día viajando en la noche en el metro un tipo haciéndome señas, me invitó a pasar un "Buen rato" con él. Me mostré un poco reacio a aceptar, hasta que me dijo que me daría dinero a cambio si lo acompañaba. Yo terminé por aceptar, pues en esos momentos sólo pensaba en que lo mejor sería que desapareciera de la faz de la Tierra.  Después no sé qué pasó, pero fui cayendo lentamente en un pozo sin fondo, y cuando menos lo pensé, ya estaba vendiendo mi cuerpo a cualquiera que pudiera darme el dinero que pedía, pues nunca sería "alguien" en esta vida. Y así pasó el tiempo, siempre teniendo esa idea en la mente, de que yo nunca podría llegar lejos, y si dar placer a otros hombres era lo único que más o menos podía hacer "bien", pues eso haría.

 

 Tuve que regresar a la casa en taxi, por fortuna había llevado dinero suficiente, cuando entré a la casa, noté que había alguien en la sala, pero no lograba divisar bien de quién se trataba, hasta que se levantó y se acercó a mí.

 

—¿Dónde estabas? —me tomó con fuerza del brazo, susurrando molesto. No le respondí, sólo traté de zafarme de su agarre, pero los intentos fueron nulos.

     
—No te importa —espeté. Soltó mi brazo y hubo un momento de silencio.

    
—Bueno, sí, mejor, no quiero saber qué es lo que fuiste a hacer —comentó molesto y se retiró de la sala. Escuché sus pisadas sobre la escalera y después ya no supe más.

 

Estaba algo sorprendido, ¿De verdad Louis me había estado esperando todo ese tiempo? Bueno, eso no era nada. Fui a mi habitación y me lancé a la cama para pronto quedar completamente dormido.

 

Al día siguiente en la escuela, saludé con más entusiasmo que de costumbre a Dylan, lo cual le sorprendió bastante. Yo sabía que lo que haría iba a terminar por herirle, pero me sentía tan mal, que sólo podía pensar en hacerle lo mismo a Louis. Llegó la hora de la salida y le dije a Dylan que quería hablar con él sobre un asunto, él creyó saber de qué quería hablarle, por lo que se puso aun más alegre.

 

—¿Qué vas a decirme? —preguntó completamente inquieto, caminando a paso lento, mientras que yo me detuve por completo.
Sería una tontería y una gran estupidez, pero si no lo hacía, no iba a poder controlar todo mi torbellino de emociones.

 

 —Pues, ya sabes... sí —dije titubeante y tratando de evitar la mirada de Dylan.


—¿Sí qué?

    
—Pues ya sabes ¿Intentarlo? —Me puse realmente nervioso al pronunciar esas palabras. Dylan me sonrió feliz, feliz. No sé qué era lo que veía en mí, pero verlo tan feliz sólo por decirle que sí, me contagió un poco. Traté de forzar una sonrisa.

 

Empezó a decirme un montón de cosas, que mi cabeza no podía procesar todas tan rápido, sólo lo besé para que dejara de hablar, lo que me hizo sentir mal y a partir de ese día, Dylan no se separaba de mí, quería salir a todos lados conmigo, quería hacer todo en mi compañía, me llenaba el celular de mensajes, llamadas, era algo desesperante, pero me alegraba un poco que alguien tuviera tantas atenciones hacia mí. Comenzó a llevarme a mi casa siempre que salíamos de la escuela, y en algunas ocasiones llegamos a toparnos con Mark, que nos miraba con sospecha.

 

Un día que habíamos salido a comer se despidió de mí con un gran beso, y cuando entré a la casa estaba ahí Mery en la sala. Resé para que no hubiera visto aquella escena, pero no fue así. En cuanto la saludé me dijo que me acercara a ella.

 

—Harry quiero que sepas que en esta casa somos muy tolerantes en cuanto a otras preferencias, y me parece perfecto que no te avergüence, pero, por favor, no te andes besando con tu novio o lo que sea afuera de la casa —Me sentí bastante apenado que apenas y pude articular palabra.

     
—Yo, lo siento, iba a decirles pero... yo—Ella sólo hizo ademanes de que me calmara, que estaba bien, sólo que con que cumpliera lo que acababa de decirme. A pesar de que se mostraba amable, me daba la sensación de que en verdad le había molestado bastante, entonces salió Louis de la cocina y me miró perplejo.

   
—¿Estás saliendo con alguien? —dijo sorprendido.

    
—S... sí —contesté sin mirarle a los ojos, mi corazón latía velozmente.

    
—Oh, está bien —dijo con rostro perturbado.

 

Al parecer también Susan había escuchado lo que Mery minutos antes, me había dicho, pues se encontraba parada en las escaleras, con cara sorprendida, subí las escaleras al mismo tiempo que la saludaba y subía conmigo.

   
—¿Tienes novio, Hazz? —me sorprendí un poco por la forma tan natural como había preguntado.

    
—Eh, sí ¿Tú qué piensas de eso?

    
—Yo... pues, esta bien. No podrás tener hijos nunca, pero puesss —solté una risotada y le pellizqué los cachetes tiernamente. Ojala y su madre lo viera de esa forma.

 
Cada día me sentía peor, no sólo estaba lastimando a Dylan, sino a mí también. Era agotador fingir a diario pretender sentir lo mismo que tu pareja, cuando realmente con quien quisieras estar, simplemente es algo imposible de concebir. Trataba cada día de dar lo mejor, tratar de quererlo más que a un amigo, pero no podía, él daba demasiado y yo sólo podía devolver menos de la mitad. Lo besaba y pensaba en él, acariciaba mi piel, y me imaginaba que era él. Cuando teníamos sexo, tenía que pensar en él para poder venirme, sentía que iba a explotar dentro de poco. Ya no podía más, me enojaba tanto que teniendo a una persona tan gentil y que me amaba tanto como Dylan no podía corresponderle de esa forma, simplemente no, cada día reafirmaba más mis sentimientos hacia Louis

 
Le estaba haciendo a Dylan lo mismo que a Elizabeth estaba dándole alas, le dejaba pensar que yo también lo quería como él a mí sin embargo eso nunca iba a poder pasar, ese cariño que sentía hacia él, como el que le tienes a un buen amigo, jamás iba a transformarse en algo más por más esfuerzos que había tratado de poner a la relación, ya no daba más. Dylan nunca podría sustituir el espacio que ocupaba Louis en mi vida.