Enemigos Extraños [Logan Lerman]

Habían pasado ya ocho días y todos estaban realmente sorprendidos de que Logan y Summer aun no se hubieran matado. Lo más sorprendente es que las peleas no eran tan intensas como antes.
— ¡Puedes morirte!—gritaba la castaña mientras salía por la gran puerta y Logan la seguía para seguir discutiendo. Observando todo, por supuesto, estaban todos sus amigos.
— ¡Por qué eres siempre tan agresiva!
— ¡Por qué eres tú siempre tan idiota!—exclamó, agarró la pelota de básquetbol que había y se la arrojó a él.
— ¡La que siempre fue idiota eres tú! ¡Maldición, te odio!—gritó y le arrojó la pelota de nuevo, ella la agarró y lo miró con rabia.
— ¿CREES QUE YO NO? ¡Por demasiado tiempo fui miserable por tu causa, señor Lerman!
— ¿PUEDES YA DETENER ESO? ¡Yo no hice nada, por el amor de Dios! ¡No sé si eres idiota o simplemente no tienes cerebro! ¿Recuerdas cual fue el inicio de nuestra rivalidad? Fue tu culpa, grandísima idiota.
— ¡TENIA DOCE AÑOS, TARADO! ¡RARAMENTE PENSABA LO QUE HACIA! ¡En cambio tú, siempre atacándome hiciste que yo me creyera tus pequeñas historias de ser una boba y pesada!
— Obviamente te las creíste porque eran y son verdad.
— Guau. Que maduro de tu parte, Lerman—arrojó de nuevo la pelota con todas las fuerzas que pudo y el rio mientras la atrapaba sin problemas.
— ¿Sabes algo que recuerdo perfectamente? El día que me declaraste tu amor. Fue tan simpático. Tan gracioso y patético—Summer volteó a mirarlo con cara de muerta, enojada y lastimada a la vez pero sobretodo enojada.
— ¿Sabes que recuerdo yo? Que tan cruel fuiste. No me importa si es que ahora se entera todo el mundo, no me importa. Cuéntales. Cuéntales todo lo que te dije. Pero al final el que queda más en ridículo eres tú, niño engreído—Logan se quedó mirándola mientras veía como se iba hacía el puente y se dio cuenta de que lo que ella había dicho no era nada más que la verdad.
Era mejor que se enteraran los demás en un momento oportuno o cuando sea que lo supieran.
Entonces empezó a trotar hacia Summer y apenas llegó al puente donde ella estaba recostada contra las barandas, notó que ella estaba llorando.
— ¡te había esperado y jamás viniste! ¡Dijiste que eras mi amigo! ¡me mentiste Logan!—volteó hacia él con sus mejillas mojadas en lágrimas y sus ojos quemándole—. No puedo confiar nunca más en ti. Siempre dijiste ser alguien que no eras.
— ¿de qué hablas?
— Lo peor es que ni lo recuerdas. Yo te había mandado un mensaje el día antes de viajar para instalarme en la casa de mis tíos, y te dije que si querías despedirte de mi, ya que no te había ni mirado en la cena de despedida, yo te esperaría en la terminal. ¿adivina qué? Te espere con el frío y la lluvia, pero nunca viniste por más de que respondiste que si a mi mensaje de texto.
— Summer—dijo él, mirándola en su total dolor—. Jamás recibí dicho texto.
— ¿Qué?
— Jamás respondí a ningún mensaje ni jamás lo leí. Pensé que ni siquiera querías hablarme luego de todo lo que había sucedido dos días antes.
Summer dio un paso atrás sorprendida y dándose cuenta de que tanto tiempo se sintió lastimada y ofendida por aquello, y que al final no había sucedido realmente lo que ella pensó.
— ¿Quién pudo haber respondido?
— Maldición ¿puede ser que fuera Georgia? Ella se quiso despedir de mí un día antes de que tú viajaras. Pero ella no haría eso…
— Créeme que sí—interrumpió y Logan frunció el rostro—. Georgia no es tan buena como piensas que era.
— ¿A qué te refieres?
— Estas perdonado—dijo, de forma dificultosa porque le costaba asumir aquella situación.

Summer miraba a Logan como si quisiera asesinarlo. Lo fulminaba con la mirada de manera impresionante. Apretaba con fuerza su tenedor y lo miraba mientras hablaba.
— La cosa es que Summer siempre fue una histérica—decía—. Y recuerdo que el día de su cumpleaños de 16, ella estaba más histérica que nunca, especialmente porque la invite a bailar y la pisaba a cada segundo. Bailar con ella nunca se me dio—decía riendo y todos lo escuchaban y reían con él.
— O tal vez siempre tuviste dos pies izquierdos—dijo ella, de forma agresiva.
— O tal vez siempre los tuve. Es probable—contestó, haciendo que ella terminara por callarse.
Metía más y más comida en su boca, de forma en que su nerviosismo y su rabia no se expresara por su boca. Todos la miraban atónitos mientas se servía cada vez más comida y metía cada vez más en su boca.
— ¿por qué no te tranquilizas y disfrutas de tu comida, querida?—dijo Brenda, removiéndole el tenedor de la mano.
— No toques mi comida—respondió y volvió a quitarle su tenedor.
— Maldición. Contrólense—dijo Jennifer explotando—. No sé qué diablos sucede hoy pero estas realmente como dice Logan, HISTERICA.
— Hablando de histéricas—dijo Summer entre dientes para luego meter un poco de comida en su boca.
— ¿Qué dijiste?—preguntó escandalizada y Summer la miró.
— Dije que las cosas están muy ricas—Jennifer frunció el ceño y Summer dejó su tenedor sobre el plato con intenciones de “explicarle”—. La comida—Jennifer sonrió.
— Es un placer cocinar para ustedes—Summer metió más comida a su boca mientras sostenía sus risas y todos los que habían escuchado lo que dijo la miraban punzantemente.
Summer salió al patio y se sentó en el borde de la piscina, metiendo sus pies levemente en el agua tratando de relajarse al hacer aquello. Miró su tobillo y vi el pequeño tatuaje que tenía en honor a sus padres. Sus pensamientos empezaron a preguntarle qué creía que pensarían de ella sus padres. Todos eran negativos. Siempre terminaba convencida de que no la querían demasiado.
— -¿Qué tal?—dijo William sentándose a su lado y pasándole un vaso de jugo de piña. El favorito de Summer.
— ¿Alguna vez te sentiste horriblemente mal?—preguntó Summer y vio que William asintió—. Me siento un poco peor.
— ¿Qué paso?—rodeó sus caderas con un brazo y la atrajo hacia él, haciendo que la castaña se recostara en su hombro.
— Extraño a papá y mamá—dijo y William le dio un beso en la cabeza, tratando de consolarla un poco con su gesto—. Después de todo este tiempo aun me cuesta creer que no están.
— Mira allí—dijo William apuntando al cielo, que estaba despejado, con solo unas cuantas estrellas—. ¿ves esas dos estrellas?—ella asintió y William sonrió—. Esos son tus padres, Summer. Mirándote y cuidándote. Aun recordando a su bebé, y viendo como creció para ser una gran persona—Summer volteó hacia él para mirarlo con los ojos acuosos—. Summer, no importa que te haya pasado hoy o el humor con el que te hayas levantado, yo estoy aquí y nadie puede romper esto que tenemos más que tu. Yo no lo haré—unieron sus labios con suavidad y luego se miraron fijamente a los ojos con sus frentes unidas.