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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
The Perfect Princess {nc.
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Re: The Perfect Princess {nc.
Chicas, sé que me largué un bueno tiempo pero ya volví.
Aye, qué buen capítulo, en serio, me encantó cómo lo llevaste. De hecho creo es mejor que el mío xdd.
Bloom de mi corazón, te esperamos
Aye, qué buen capítulo, en serio, me encantó cómo lo llevaste. De hecho creo es mejor que el mío xdd.
Bloom de mi corazón, te esperamos
Fery.
Re: The Perfect Princess {nc.
Capítulo 003
No pensar en las personas es mi especialidad. Tal vez me alejé de mi padre adoptivo solo para evitar una despedida y asumir que me importaba verle llorar por mi partida. Antes le dije que tal vez no ganaría y que si lo hiciera, volvería y me encargaría de darle un puesto en el palacio. Miré a mis lados, buscando pista del carruaje y allí venía el carro impulsado por dos caballos blancos. A penas volteé a ver a los dos sirvientes que cargaban mis cosas y ellos se hicieron para adelante. Me había negado cuando me ofrecieron lacayos reales, ya que yo tenía a los de mi padre. Negué y tomé uno de los bolsos.
―Los frascos son muy delicados―comenté, observando el carruaje deteniendose frente a mí―. Cuidado.
Entregué el bolso nuevamente y miré la puerta abrirse. Mis ojos examinaron al hombre dentro. Unos veinte años, cabello oscuro y perfectamente vestido y arreglado. Tendió una mano en mi dirección y la tomé mientras me sentaba a su lado. La puerta se cerró de inmediato. Suspiro e intento respirar comodamente aún usando el apretado corsé.
―Harriet, es mi placer ser su guía. Thomas, pero me puedes llamar Tom―un tono encantador, debo admitir.
―Para mí es un placer ser su protegida, Tom.
Le sonreí con encanto y me acomodé en el asiento, con las manos en el regazo y la espalda erguida. Siento sus ojos recorriendome, sabía que pasaría, despues de todo, él juzgaría si me encontraba presentable para ir frente al príncipe. Me sentí incomoda y volteé nuevamente hacia él, ahora solo apreciaba mis rasgos y mantenía una sonrisa leve.
―Querida, si no me sintiera atraído por otros hombres, te llevaría conmigo―dijo divertido, mientras yo sólo atiné a sonreir.
―Me alagas, Tom―repliqué sonriente.
Ahora no me sentía incomoda tras ese comentario. Suspiré nuevamente y le miré, recordando la invitación que dejaron en mi puerta. La saqué del bolsillo que incorporaron a la falda armada y se lo ofrecí. Él frunció el ceño, sin entender, hasta que tomó el papel y pude percibir su leve sonrisa.
―Él pidió que tú entraras al concurso. Hizo la carta él mismo y le pidió a los guardias que la entregaran antes que las demás―explicó sonriente―Harriet, él no nos dijo por qué hizo eso, ¿tú sabes algo, jovencita?
Sonreí inevitablemente y luego sólo negué. Mentí. Hace años que no pensaba en mi antiguo Yo. Había dejado atras a esa persona y eso significaba dejar atrás mi infancia y el recuerdo que antes permanecía. Dejé atrás la conversación y miré por la ventanilla. Volví a suspirar. Me sentía presionada. Cerré los ojos por un par de segundos y me sentí tranquila por un corto tiempo.
―Estamos llegando, linda―avisó Tom, haciendome abrir los ojos y volver a esta realidad―. Me encanta como te quedan los colores reales. Luces mejor que las arpías con las que convivirás.
Reí con levedad y volví a mirar por la ventana. Él no sabía que podía ser más arpía que esas otras mujeres con las que competiría. Tal vez me superen, pero no en mi cabeza, y menos en ese momento, cuandl sentía que todos eran inferiores a mí. A lo lejos vi esa gran entrada de piedra blancusca y tallada artesanalmente. Los guardias dejaron pasar el carro y éste siguió en el camino. Montaña arriba.
―No te sientas intimidada. Pareces un cordero entre tantas perras, linda―comentó y nuevamente reí con levedad―. Te hablo enserio.
―No te preocupes. En algún momento se darán cuenta de que no soy un cordero, ¿de acuerdo?
Él asintió y noté su diversión y picardía. Posiblemente mi mano derecha sería este joven hombre. A él le confiaría mis decisiones y tendría que confiar más en él que en la persona por la que me uno a ésta pelea. Le sonreí.
―Tom, ganaré esto. Créeme.
―No lo pongo en duda, Harriet, pero recuerda que la especialidad de nuestro reino no es la hospitalidad―a penas volteó a verme mientras hablaba, solo se enckntraba ansioso mientras miraba el castillo a lo lejos.
Yo también estaba ansiosa.
Bloom.
Re: The Perfect Princess {nc.
Oh, perdón por no haber comentado. Pero ahí va.
Me encanto,en todo el sentido de la palabra. Me gusta muchísimo tú redacción y lo apegado que fue tu personaje a su rol, como una verdadera vanidosa {corrígeme si me equivoco u.u}. Se nota que habrá mucha competencia y tiene carácter 1313 así que espero leer el siguiente bc me emocioné y quiero saber que pasa cuando conozca a las arpías
Am... Bueno, ¿quién sigue? (?).
Me encanto,en todo el sentido de la palabra. Me gusta muchísimo tú redacción y lo apegado que fue tu personaje a su rol, como una verdadera vanidosa {corrígeme si me equivoco u.u}. Se nota que habrá mucha competencia y tiene carácter 1313 así que espero leer el siguiente bc me emocioné y quiero saber que pasa cuando conozca a las arpías
Am... Bueno, ¿quién sigue? (?).
Carl´s®
Re: The Perfect Princess {nc.
Sigue Aye, pero no sé por qué no está tu capítulo Carls, so, seguirías tú y luego Drea y después ya ponemos el turno de Aye...
PD: Bloom, al rato dejo un comentario bonito para tu capítulo^^
PD: Bloom, al rato dejo un comentario bonito para tu capítulo^^
Fery.
Re: The Perfect Princess {nc.
Capítulo 004
Desde que mi madre se enteró que fuí escogida no paró de revolotear a mi al rededor. Tuve que gritarle para que deje de molestarme. Ahora estoy lista, tengo uno de mis mejores vestidos. Al verme al espejo solo puedo pensar: ¿Por qué me escogieron? Tal vez pensaron que tener una rubia sería bueno para el príncipe. Al cabo que las rubias somos tontas ¿no?
—Carol, te estamos esperando mi niña.
Bajo los escalones despacio. Trato de disimular que no llevo los tacones que mi madre me dio. Además en el palacio no importa cómo estemos vestidos.
—No soy tú niña.
Mi madre ríe, pero veo como me mata con la mirada. Pero también veo un destello de orgullo ahí. Cree que puedo ganar si sigo así.
—Más vale que salgas, se te hará tarde.
Y mi madre literalmente me saca de nuestra casa. A un lugar desconocido, donde no sabemos si saldré viva. Bien, bien, estoy exagerando. Pero aún así no se lleva el premio a la mejor madre.
—Cuídate, mocosa. —Oscar, mi hermano, me envuelve en un abrazo. Yo no se lo devuelvo— Procura no meterte en problemas y regresar viva.
Ésta vez río, y le devuelvo el abrazo. Él me lleva del brazo hasta mi transporte. Es un caballo, y yo lo montaré. No hay ningún ayudante o una carrosa. Pero, personalmente, me gusta mucho viajar sola.
Mi hermano me ayuda a subirme y yo me despido con un acentimiento de la cabeza hacia él, y luego obligo al caballo a avanzar.
Partir de casa no es tan malo. A medida que me alejo de ella, hago que el caballo avance más rápido. Siento el aire en mi cara, el lodo de la reciente lluvia mancha la parte baja de mi vestido, pero no me importa. Este era de mi madre, nunca lo quise usar. No miro atrás en ningún momento. Aquí no habrá ninguna despedida, digamos que no somos cariñosos aquí con los de bajo rango.
Llego a la estación de trenes. Cuando me ven nuestras niñeras se levantan rápido para ayudarme.
—Por aquí, señorita. —Ignoro la mano que me tiende y me bajo sola.
Por la mirada que me dan noto que estoy hecha un asco. Mi cabello debe estar revuelto, mi vestido sucio, mis manos y toda mi piel con motas de polvo. Pero mi corazón late desbocadamente. Se llevan al caballo. Tomo nota mental de pedir ese caballo para montarlo durante mi estancia en el palacio.
—La estábamos esperando. Usted es nuestra última parada.
Noto, por su tono de voz, que no le guste nada. Por la forma que pronuncio toda la frase deduje que lo que quería decir era: Una parada que no vale la pena.
—Bueno, no lamento llegar tarde si es que querías unas disculpas.
Tomé mis maletas y las arrastré hasta mi vagón. Cada una de nosotras tendremos nuestro vagón propio, durará unas 2 ó 3 horas llegar al palacio en tren.
He visto al príncipe solo en fotografías, pero no le he prestado demasiada atención ya que nunca esperaba conocerlo. Encerrada en mi vagón ahora más que nunca quería tener una foto de él para analizarlo.
No sé lo que esperaba al llegar. Pero un recibimiento no muy cortés definitivamente no.
—Levanta, chica. —En algún durante el viaje me dormí y me tapé con una cobija que empaqué. Me la quitaron de repente y me sobresalté.
— ¿Qué rayos te sucede? —Mire ceñuda al de ojos azules que me miraba burlón.
—Ya llegamos, ahora bajo del tren.
Me sentí indignada con el tono que me hablaba, sentí un cosquilleo en mi cuello.
—Creo que no es de un caballero hablar así a una dama. —No sé por qué dije eso, pero él me miró de arriba a abajo. Me sentí aún más furiosa. Parecía estar midiéndome.
—Sí, claro.
Le di una bofetada. Se había quedado viendo mi cuerpo fijamente.
—No te atrevas a mirarme de nuevo así.
Hasta yo noté la dureza de mí voz. Lo dejé ahí, con las palabras en su boca. Me sentí bien al ver que me miraba con los ojos abiertos y molesto.
Al bajar es la primera vez que vi a las demás chicas. Dos chicas por lo que me dí cuenta eran gemelas. No me imagino por qué habrán traído a ambas, pero una es rubia y la otra morena. Aunque la rubia se nota que es teñida. Hay otra con ojos negros y cabello rojo como el fuego. Me acerqué a la de cabello azul. No sé por qué, pero se veía menos hostil que las demás... Y su cabello me gustó.
No hablé con ella, a penas nos sonreímos. El tren avanzó, directo al palacio.
—Genial. ¿Nos dejaron a la deriva para que caminemos?
—No, para que montemos. —Empezaba a sospechar que a el príncipe le gustaba montar a caballo. Y quería averiguar a cuál de nosotras igual.
Las demás se volvieron a donde yo veía. Se habían ido y nos habían dejado a casi un kilómetro del palacio, con unos caballos, ¿cuán más obvio podría ser?
Yo fui la primera en acercarme y montar el mismo caballo blanco que utilicé para llegar a la estación de trenes en mí, ya antigua, casa.
—Venga, vamos.
La chica de cabello azul fue la primera que me siguió. De nuevo hice que el caballo acelerara.
Podía sentir de nuevo como el caballo golpeaba el barro, por la rapidez con la que iba, pero ésta vez sentí que un poco del barro iba más arriba que el final de mí vestido. Fuí la primera en llegar a las puertas del palacio. Cuando me bajé noté como mí vestido estaba sucio. Pero notaba las mejillas sonrojadas, mi cabello hecho un desastre, la cara seguramente llena de barro. Y, de alguna manera, fué la primera vez en mí vida que en serio pensaba que era guapa.
—Permítame ayudarle.
Sentí unas manos en mí cintura antes de poder reaccionar. Al poco tiempo estaba ya pisando tierra, viendo a los mismos ojos azules del chico del tren. Tenía una sonrisa en la cara, pero me veía tratando de quemarme con la mirada. No soltaba mi cintura aún, y estaba muy cerca.
—Señoritas, déjenmes presentarles al príncipe.
Y el príncipe sonrió. No, aún no me dejaba de mirar, así que me sonrió. Era una sonrisa sarcástica, las que ya muchas veces había recibido. Una de "yo soy más importante que tú, niña."
Lo odié al instante.
—Carol, te estamos esperando mi niña.
Bajo los escalones despacio. Trato de disimular que no llevo los tacones que mi madre me dio. Además en el palacio no importa cómo estemos vestidos.
—No soy tú niña.
Mi madre ríe, pero veo como me mata con la mirada. Pero también veo un destello de orgullo ahí. Cree que puedo ganar si sigo así.
—Más vale que salgas, se te hará tarde.
Y mi madre literalmente me saca de nuestra casa. A un lugar desconocido, donde no sabemos si saldré viva. Bien, bien, estoy exagerando. Pero aún así no se lleva el premio a la mejor madre.
—Cuídate, mocosa. —Oscar, mi hermano, me envuelve en un abrazo. Yo no se lo devuelvo— Procura no meterte en problemas y regresar viva.
Ésta vez río, y le devuelvo el abrazo. Él me lleva del brazo hasta mi transporte. Es un caballo, y yo lo montaré. No hay ningún ayudante o una carrosa. Pero, personalmente, me gusta mucho viajar sola.
Mi hermano me ayuda a subirme y yo me despido con un acentimiento de la cabeza hacia él, y luego obligo al caballo a avanzar.
Partir de casa no es tan malo. A medida que me alejo de ella, hago que el caballo avance más rápido. Siento el aire en mi cara, el lodo de la reciente lluvia mancha la parte baja de mi vestido, pero no me importa. Este era de mi madre, nunca lo quise usar. No miro atrás en ningún momento. Aquí no habrá ninguna despedida, digamos que no somos cariñosos aquí con los de bajo rango.
Llego a la estación de trenes. Cuando me ven nuestras niñeras se levantan rápido para ayudarme.
—Por aquí, señorita. —Ignoro la mano que me tiende y me bajo sola.
Por la mirada que me dan noto que estoy hecha un asco. Mi cabello debe estar revuelto, mi vestido sucio, mis manos y toda mi piel con motas de polvo. Pero mi corazón late desbocadamente. Se llevan al caballo. Tomo nota mental de pedir ese caballo para montarlo durante mi estancia en el palacio.
—La estábamos esperando. Usted es nuestra última parada.
Noto, por su tono de voz, que no le guste nada. Por la forma que pronuncio toda la frase deduje que lo que quería decir era: Una parada que no vale la pena.
—Bueno, no lamento llegar tarde si es que querías unas disculpas.
Tomé mis maletas y las arrastré hasta mi vagón. Cada una de nosotras tendremos nuestro vagón propio, durará unas 2 ó 3 horas llegar al palacio en tren.
He visto al príncipe solo en fotografías, pero no le he prestado demasiada atención ya que nunca esperaba conocerlo. Encerrada en mi vagón ahora más que nunca quería tener una foto de él para analizarlo.
No sé lo que esperaba al llegar. Pero un recibimiento no muy cortés definitivamente no.
—Levanta, chica. —En algún durante el viaje me dormí y me tapé con una cobija que empaqué. Me la quitaron de repente y me sobresalté.
— ¿Qué rayos te sucede? —Mire ceñuda al de ojos azules que me miraba burlón.
—Ya llegamos, ahora bajo del tren.
Me sentí indignada con el tono que me hablaba, sentí un cosquilleo en mi cuello.
—Creo que no es de un caballero hablar así a una dama. —No sé por qué dije eso, pero él me miró de arriba a abajo. Me sentí aún más furiosa. Parecía estar midiéndome.
—Sí, claro.
Le di una bofetada. Se había quedado viendo mi cuerpo fijamente.
—No te atrevas a mirarme de nuevo así.
Hasta yo noté la dureza de mí voz. Lo dejé ahí, con las palabras en su boca. Me sentí bien al ver que me miraba con los ojos abiertos y molesto.
Al bajar es la primera vez que vi a las demás chicas. Dos chicas por lo que me dí cuenta eran gemelas. No me imagino por qué habrán traído a ambas, pero una es rubia y la otra morena. Aunque la rubia se nota que es teñida. Hay otra con ojos negros y cabello rojo como el fuego. Me acerqué a la de cabello azul. No sé por qué, pero se veía menos hostil que las demás... Y su cabello me gustó.
No hablé con ella, a penas nos sonreímos. El tren avanzó, directo al palacio.
—Genial. ¿Nos dejaron a la deriva para que caminemos?
—No, para que montemos. —Empezaba a sospechar que a el príncipe le gustaba montar a caballo. Y quería averiguar a cuál de nosotras igual.
Las demás se volvieron a donde yo veía. Se habían ido y nos habían dejado a casi un kilómetro del palacio, con unos caballos, ¿cuán más obvio podría ser?
Yo fui la primera en acercarme y montar el mismo caballo blanco que utilicé para llegar a la estación de trenes en mí, ya antigua, casa.
—Venga, vamos.
La chica de cabello azul fue la primera que me siguió. De nuevo hice que el caballo acelerara.
Podía sentir de nuevo como el caballo golpeaba el barro, por la rapidez con la que iba, pero ésta vez sentí que un poco del barro iba más arriba que el final de mí vestido. Fuí la primera en llegar a las puertas del palacio. Cuando me bajé noté como mí vestido estaba sucio. Pero notaba las mejillas sonrojadas, mi cabello hecho un desastre, la cara seguramente llena de barro. Y, de alguna manera, fué la primera vez en mí vida que en serio pensaba que era guapa.
—Permítame ayudarle.
Sentí unas manos en mí cintura antes de poder reaccionar. Al poco tiempo estaba ya pisando tierra, viendo a los mismos ojos azules del chico del tren. Tenía una sonrisa en la cara, pero me veía tratando de quemarme con la mirada. No soltaba mi cintura aún, y estaba muy cerca.
—Señoritas, déjenmes presentarles al príncipe.
Y el príncipe sonrió. No, aún no me dejaba de mirar, así que me sonrió. Era una sonrisa sarcástica, las que ya muchas veces había recibido. Una de "yo soy más importante que tú, niña."
Lo odié al instante.
Carl´s®
Re: The Perfect Princess {nc.
Dios Santo, Carls, qué buen capítulo
Me encanta la actitud que lleva tu princesa, la amo, realmente. Y lo de la cachetada... ¡Vaya sopetón, jajaja, no me lo esperaba en lo más mínimo! ¡El príncipe, nada más y nada menos que el príncipe! Jajajaja... Y, ¿una chica con cabello azul? ¿Gemelas? Definitivamente amé tu capítulo.
Si Drea no se reporta en estos días, entonces subiré mi capitulo para iniciar la segunda ronda
Me encanta la actitud que lleva tu princesa, la amo, realmente. Y lo de la cachetada... ¡Vaya sopetón, jajaja, no me lo esperaba en lo más mínimo! ¡El príncipe, nada más y nada menos que el príncipe! Jajajaja... Y, ¿una chica con cabello azul? ¿Gemelas? Definitivamente amé tu capítulo.
Si Drea no se reporta en estos días, entonces subiré mi capitulo para iniciar la segunda ronda
Fery.
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