The heroines {Novela Colectiva

La hija de Hermes caminaba por el campamento con su característica calma, que solo era posible apreciar cuando ella había cometido alguna broma junto a sus hermanos. Los gritos de la cabaña de Afrodita le hicieron entender que la broma de teñirles el pelo de rosa había funcionado, estaba a punto de romper a carcajadas cuando alguien le toco el hombre,  se tensó casi al instante, no admiraba el contacto físico cual mínimo sea. Al volverse se encontró con la persona con quien se había encontrado en la sala de música, Henry. El chico la miro por unos segundos, para después bajar la cabeza avergonzada, luego de tomar varias bocanadas de aire logro articular unas palabras.

―¿Tocarías conmigo? ―Luna no supo que responder, era la primera vez que alguien le pedía esa clase de favor. Por la cara que ponía el chico  casi podía saber que eso le encantaría.

La chica simplemente asintió con la cabeza, eso fue suficiente para que Henry la jalara de la mano para conducirla a la sala de música.

―Por cierto, soy Henry ―Luna le quiso responder que eso ya lo sabía pero simplemente le contesto.

―Luna.

El camino hasta la sala de música fue silencioso pero para nada incomodo, la rubia tuvo más tiempo de apreciar más a Henry, como el pequeño tic que tenía en la mano izquierda, que por cierto era la cual la sostenía, que consistía en dar pequeños golpecitos rítmicos en la muñeca de Luna, aun principio le pareció molesto pero en este momento era relajante. Al llegar a la sala de música, el chico saco algo de su mochila era unas hojas que para ser más precisos eran unas partituras.

―Me gustaría que tocaras esto conmigo ―hablo bastante rápido quizás demasiado para la joven ―. Pronto abra una fiesta de disfraces organizada por la cabaña de Apolo y pues tengo que presentarme.

Luna iba a rechazar la oferta principalmente porque nunca había tocado ante un público como el campamento y menos había asistido a una fiesta de disfraces pero antes de poder contestare alguien toco la puerta, pasaron unos segundos hasta que esta se abrió. Tras de ella estaba Sakura con una mirada apenada.

―Luna, Quirón te busca ―comentó en un murmullo casi inaudible.

―Enseguida voy ―cuando estaba a punto de girarse y salir de la sala, Henry la tomo de la muñeca.

―¿Lo harás?

―Sí ―no lo había pensado  bien pero las palabras simplemente fluyeron de su boca.


―¿Sakura, que haces?

―Cassandra ha llegado ―dijo la ninfa mientras quería acercarse  más a la recién llegada.

Luna negó suavemente su cabeza y comenzó a mirar a su alrededor, la llegada de la hija de Hades había llamado mucho la atención. Cuando por fin pudo visualizarla Annabeth se encontraba abrazándola y haciéndole preguntas. Quirón se acercó e interrumpió su tan afamada plática.

—Es bueno verte aquí de nuevo Cassandra ―alcanzó a escuchar Luna ―, veo que el chico Di Ángelo lo hizo bien.

—¿Fue usted el que le pido que me trajera? ¿Para qué? ―pregunto ella.

—Ustedes siete  ―fue señalando a Annabeth, a Cassandra y paso por Kissha, quizás la única con quien había hablado, y Alex, siguió con Ariadne, también la señalo a ella sorprendiéndola con ese acto, y al final con una chica que nunca había visto. Luna las siguió aturdida, siendo la última de la fila, sintiendo varias miradas en ella y estaba segura que la de Henry estaba en una de ellas. Alto, a ella no debía importarle ese chico. Cuando entraron a la casa azul subieron directo al ático, una vez allí todas guardaron silencio hasta que la chica que desconocía hablo.

— ¿Quiénes son?

— Yo soy Annabeth Chase, hija de Atenea  ―respondió Annabeth y todas nos presentamos.

— Yo soy Clarissa Foster, hija de algui...

La chica, Clarissa, no pudo terminar de hablar pues el Oráculo comenzó a brillar articulo un pequeño perfecto en sus labios, no le tenía miedo  al Oráculo al contrario le parecía fabuloso pero a veces tenía la costumbre de interrumpir cosas importantes como esta.


El humo desapareció y Luna miro con curiosidad al Oráculo, ¿De todos sus hermanos había sido elegida? Simplemente perfecto, ahora tenía que cumplir con una misión que seguramente las mataría a todas. Simplemente perfecto.

—Que... ¿Que fue eso? ―Cassandra preguntó.

—Habéis escuchado una nueva profecía, que se refiere a cada una de ustedes ―Quirón hablo detrás de ellas ―. Cada una de ustedes tiene un poder oculto. Otro gran secreto. Perfecto.

—¿Y qué vamos hacer?  ―preguntó Alex.

—Ahora las siete se irán con un grupo de gente a Nueva York, cuando Percy vuelva irán los demás  ―Percy fuera, eso significaba que las cosas estaban graves.

—Espera, ¿Percy se fue? ¿A dónde?  ―preguntó Annabeth, la pequeña hija de Atenea estaba enamorada, para sus adentros agradeció no decir eso en voz alta si no se ganaría un golpe de su parte.

—No hay tiempo  ―dijo Quirón―. Argos les llevara hasta allí.

La furgoneta del campamento era blanca y traía un rotulo que decía: Fresas Delfos, él sobrenombre del campamento para los mortales. Argos, era el jefe de seguridad del campamento y las esperaba para el viaje. Quiso preguntar si se podía despedir de algunas personas pero simplemente se lo cayo mientras seguía con una expresión fría, seguramente las chicas pensaban que hija de Hermes tan seria.

El viaje fue calmado para Luna, para las demás no pues se entretenían hablando, la hija de Hermes prefirió no entablar una conversación con ella, quizás porque no se quería encariñar con las chicas, para perderlas igual que su madre. Se regañó a ella misma, no debía pensar en eso.

—¿Qué vamos a hacer aquí?―preguntó Ariadne.

—Proteger el Olimpo  ―respondió  Kissha―. Debemos elegir una líder, yo propongo a Annabeth.

Luna no voto, simplemente ignoro esa conversación, no es que no le gustara la idea pero prefería mantenerse alejada de ese tipo de conversaciones que a veces en lugar de ayudar podían causar más problemas. Pero a fin de cuentas, Annabeth sería la líder cosa que podía ser bueno.

El tipo en la recepción del edificio no las miro hasta que Alex hablo.

—Queremos subir al piso 600.

—Lo siento, ese piso no existe  ―dijo él con indiferencia. Primer error.

—Una pequeña pregunta  ―hablo con un tono de duda y agrego con sarcasmo―,  ¿Nos tomas por estúpidas?

—Les digo que no existe  ―volvió a negar.

—Se lo pediré amablemente  ―dijo Cassandra―, si no quiere que el suelo que está bajo sus pies se abra y te quedes encerrado en el inframundo, déjanos pasar o si no sufrirás mi ira.

—Adelante  ―respondió bastante asustado.

Luna odiaba los espacios pequeños, le daban claustrofobia, durante todo el trayecto trato de pensar en cosas que la ayudaran a distraerse. Comenzó por contar números grandes y término casi en los miles, se ponía nerviosa cada vez más hasta que por fin las puertas se abrieron mostrando una figura.

—Ya están aquí nuestras heroínas –dijo Ares, Dios de la Guerra.

Odiaba el simple hecho de tener que correr arrastrada por una rubia a quien - por lo que se veía - le gustaba la farándula. Me impresionaba la fuerza con la que jalaba mi mano y provocaba que apresurara olímpicamente mis pisadas.

- ¡Ina! - gritó la chica cuando llegamos a la orilla del hermosos lago que bañaba el campamento. Una chica de cabello rojo como el fuego, se dio la vuelta dando la espalda al chico con el que hablaba antes de que Serena la interrumpiera. Cuando estuvimos a metros de ella me dí cuenta de lo hermosa que era. Su pálido rostro estaba salpicado en pecas castañas esparcidas por su respingada nariz y mejillas, sus hermosos ojos verdes tan claros como las aguas del caribe hipnotizaban y sus pálidos labios gruesos escondían una perfecta dentadura blanquecina. De seguro era hermana de Serena.

- ahora no puedo, Serena - dijo la chica antes de girarse en dirección al chico de cabellos negros nuevamente.

- Solo quiero preguntarte algo, Ina, nada más - insistió la rubia con tono aún más agudo que el suyo dando pequeños saltitos tratando de calmar su evidente ansiedad ¿ Tendría esto que ver con la tal famosa "Cassandra"?

- vale, vale, pero promete que luego de responder tu pregunta me dejarás terminar con mis asuntos - respondió derrotada la chica dedicándole una mirada de circunstancia al chico en cuanto mencionó la palabra "asunto"

- vale, lo prometo - le aseguró la rubia regalandole una sonrisa de oreja a oreja feliz de obtener lo que perseguía. De seguro no era más que una chica vanidosa que siempre consigue lo que quiera a costa de lo que sea - ¿sabes si nico ha venido con Cassie? - preguntó la chica. ¿Eso es enserio, interrumpía a la chica que estaba con cara de pocos amigos tratando de resolver un "asunto" con quien seguramente sería su novio solo para consultar algo que perfectamente podría averiguar por sí misma? y por sobre todo ¡¿Para eso me había hecho recorrer el campamento como si la tierra se estuviera derrumbando tras nuestros pies?!

- ¿Esto es una broma? - preguntó la chica arrugando el entrecejo tras escuchar la estupidez de pregunta que le había formulado - no, Serena, al parecer Nico no ha dejado el inframundo para venir a verte - respondió la chica suspirando al ver que la rubia no respondería con algo más inteligente.

- vaya... una pena - dijo Serena decepcionada - lamento haberte molestado por una tontería, espero que arregles las cosas con Damen - se dió la media vuelta y comenzó el retorno al campamento.

- ¿Ella es una de tus hermanas? - pregunté siguiéndole los pasos

- ¿Ina? - preguntó, a lo que asentí con la cabeza - no, ella no es hija de afrodita, Damen, el chico con el que discutía, su novio, es mi hermano - respondió - Ina es hija de Atenea - continuó.

- es muy bella - comenté.

- sí, su hermana, Annie, es igual de bella - agregó - ¿sabías que eres la única hija de Apolo? - dijo luego de caminar largo rato en silencio - me refiero a que en el campamento solo hay hijos de Apolo, eres la única chica de la cabaña - aclaró. Esto debía ser una broma ¿la única chica? de acuerdo, sé que me llevo mucho mejor con los hombres que con las chicas, pero no era como para vivir rodeada de hombres ni nada por el estilo.

- cuando necesites algún consejo de chica o hablar con una, siempre serás bienvenida en mi habitación - me dijo sonriéndome de medio lado - me agradas, Clary - confesó - sé que no te conozco en profundidad y que solo llevamos una horas juntas pero tienes algo que me agrada, no vas a creerlo pero no me llevo muy bien con las chicas del campamento, son todas unas pre juiciosas y me juzgan por ser rubia e hija de Afrodita - suspiró - Ina es una de las pocas que se dio el tiempo de conocerme - finalizó haciendo que me sintiera mal por haber pesado eso de ella.

- gracias por tu oferta, la tendré muy presente - le sonreí.

- ahora, ¿que quieres hacer? - me preguntó.

- pues... -

- ¡Serena! - gritó el chico rubio, hermano de Serena interrumpiendo mi respuesta. La escultura Griega avanzaba hacia nosotras desprendiendo belleza y perfección de sus poros. Por un momento no pude quitar los ojos de su cuerpo escultural y es que me parecía extremadamente atractivo, aunque por supuesto que me resultaría dolorosamente guapo si comparaba su belleza con la inminente fealdad de mis amigos, sin ofenderles.

- ¿qué quieres ahora, Gus? - preguntó la chica. Me encaraba la relación que aparentemente tenían: El hermano mayor cuya especialidad en la vida, era molestar a su hermana menor.

- Dionisio mando buscar a la chica - respondió señalandome con un leve movimiento de cabeza - Quiron la está esperando - finalizó dedicandome una sonrisa de medio lado que provocó que ahogara un grito. Esto no podía estar pasándome, me estaba comportando como una Quincianera enamorada del capitán del equipo de fútbol.
Serena me llevó hacia el lugar que su hermano le había señalado y me dejó con unas chicas completamente desconocidas, seis para ser exactas si es que mis matemáticas no me fallaban.

- Es bueno verte aquí de nuevo Cassandra, veo que el chico Di Angelo lo hizo bien - habló el hombre con cuatro patas de caballo que me había recibido en el portal junto a Serena.

- ¿Fue usted el que le pidió que me trajera? ¿Para qué? - le preguntó una chica de cabello oscuro que estaba a mi izquierda. Con que ella era la famosa Cassandra que estaba causando estragos en el Campamento Farándula.

- ustedes siete - nos señaló a cada una de las presente que formabamos un semi circulo a su alrededor, ignorando olimpicamente la pregunta de Cassandra - siganme -ordenó. Las siete seguimos al hombre caballo, el que nos guió hasta una casa enorme. Una vez adentro, nos llevó a lo que aparentemente parecía un ático abandonado y atestado de cosas antiguas. Luego de dejarnos pasar, el hombre caballo cerró la puerta tras nosotras. Era imposible no quedarse observando cada una de las cosas que se encontraban allí. Luego de un momento, en el que todas se miraban las caras, el ambiente se volvió un tanto denso por lo que decidí romper el silencio.

- eemm... disculpen - carraspee - ¿quienes son? - pregunté. Si iba a estar en un ático con unas desconocidas, mínimo conocer sus nombres.

- Soy Annabeth Chase, hija de Atenea - dijo la rubia de hermosos ojos verdes azulados.

- Yo soy Cassandra Mindway, hija de Hades - me sonrió la chica farándula.

- Kissha Monroe, hija de papi Zeus - respondió la otra rubia.

- Alexandra Williams, hija de Poseidón - se psentó una castaña mientras se miraba las uñas con aires de creída.

- Mi nombre es Ariadne y soy hija de Ares - habló la pelirroja.

- Luna - dijo una chica rubia con apariencia de niña pequeña - soy hija de Hermes- finalizó las presentaciones. Asentí luego de escuchar sus nombres y sus respectivos padres tratando de memorizar los nombres, seguro lo haría, era buena en ello.

- ¿no nos dirás tu nombre? - dijo Kissha. El calor se me subió a las mejillas logrando ponerme nerviosa. Eso no es algo que me gustaría responder. Sentía que no podría decirles: "Soy hija de Apolo" si ni siquiera yo me lo creía aún.

- Yo soy Clarissa Foster - dije mientras la voz me temblaba - hija de... - inevitablemente me detuve, el nombre no me salía, estaba atrapado en mis cuerdas vocales - algui... - no pude continuar puesto que una cosa que aparentemente era una momia, encendió sus ojos rojos y parecía que estuviera a punto de prender en llamas debido al humo que la rodeaba. Me mordí la lengua para no lanzar un grito.




¡¿Que mierta había sido eso?! Parecía sacado de una película de terror.

-¿Qué... que fue eso? - preguntó Cassandra leyéndome el pensamiento.

- Habeis escuchado una nueva profecía que se refiere a cada una de ustedes- dijo el hombre caballo entrando a la habitación haciendo que me sobresaltara. - Cada una de ustedes tiene un poder oculto.

- ¿y que vamos a hacer? - preguntó Alexandra.

- Ahora las siete os ireis con un grupo de gente a Nueva York, cuando Percy vuelva irán los demás - explicó el hombre.

- Espera, ¿percy se fue? ¿A donde? - preguntó Annabeth hacia quien se dirigieron todas las miradas automáticamente haciéndola sonrojar.

- no hay tiempo, Argos os llevará hasta allí - dijo Quiron.

Nos metieron en una furgoneta blanca que era conducida por un hombre multi ocular que daba miedo. Creo que me costará un tanto acostumbrarme a esto. Durante el trayecto, la hija de Atenea, se dio el tiempo de explicarme algunas cosas sobre el campamento.

- ¿y a qué nos llevarán a Nueva York? - pregunté. Seis pares de ojos me miraron perplejos como si les hablara en un idioma extraterrestre, como si yo fuera un extraterrestre.

- es allí donde podemos subir al olimpo...- aclaró Annie entrecerrando los ojos. Olimpo... eso quería decir que vería a Apolo. Mis manos comenzaron a sudar y me asaltaron unas nauseas insoportables. Abrí la ventana de la furgoneta para que el viento se llevara el malestar físco que había comenzado a sentir al escuchar que nos llevarían hacia el Olimpo. No podía negarlo, moría por ganas de saber como era aquel hombre cuya sangre corría por mi venas.

Antes de abandonar la furgoneta, las chicas se pusieron de acuerdo para elegir a una lider, obviamente la elegida fue la hija de Atenea. Caminamos hacia el Empire State, solo estaba a una cuadras de mi casa. Por un momento se me pasó por la cabeza salir corriendo como una nena asustada a brazos de Marianne, pensamiento que deseche inmediatamente.

- queremos subir al piso 600 - dijo Alexandra, lo que casi me provoca una oleada de carcajadas ante lo que tuve que morderme la lengua, está bien que el Empire State sea conocido por su altura, pero jamás llegaría a tener 600 pisos.

- Lo siento, ese piso no existe - dijo el hombre que hacía de portero.

-una pequeña pregunta, ¿nos toma por estúpidas? - agregó Luna. Dios, chicas, el hombre tenía razón.

- les digo que no existe - insistió el portero.

- Se lo pediré amablemente - dijo Cassandra - Si no quiere que el piso que está bajo sus pies se abra y te quedes encerrado en el inframundo, déjanos pasar, sino sufrirás mi ira - finalizó.

- adelante - cedió el hombre derrotado. ¡¿Qué?! ¿entonces era verdad lo de los 600 pisos?

El hombre nos guió al ascensor que luego de apretar un botón, salió disparado en dirección al cielo. Las piedras me comenzaron a temblar, sentía mucha presión ejercida por la gravedad por mantenernos cerca de el piso y sentía que las chicas me quitaban el aire del reducido espacio en que me encontraba. Estaba a punto de gritar que me bajaran de esta mierda cuando las puertas del ascensor se abrieron. El paraíso ante mis ojos, fue la primera frase que se me pasó por la mente al ver tal paisaje ante mis ojos. Una ciudad celestial sobre las nubes. Salimos del ascensor y todas quedamos maravilladas ante semejante obra de los Dioses.

- Ya están aquí nuestras heroínas - dijo un hombre a nuestra derecha haciendo que nos giráramos en noventa grados para mirarlo.

- ¿Pa-papá? - soltó Ariadne-

- hey ahí chica - dijo el hombre sonriendo - sabia que me ibas a enorgullecer tarde o temprano ¿llegaron todas bien? - preguntó. Estaba a punto de
decirle que estaba a la mierda de sentirme bien después de haber subido 600 pisos en un ascensor con siete personas cuando Alex habló.

- ¿qué haces aquí? - dijo Alexandra con aires de molesta. Al parecer la chica era un tanto cascarrabias de esas que odian el mundo por el solo hecho de respirar.

- las escolto al Olimpo, niña, ¿qué más? Síganme - ordenó el hombre molesto por el tono de voz que había empleado la chica. El hombre nos guió hacia el centro de la pequeña ciudad celestial.

- deberán esperar un poco para presentarse ante la corte con los demás Dioses, así es que las dejaré en el edificio Este en donde pueden escoger una habitación mientras esperan - explicó mientras seguía caminando sin mirarnos - allí pueden dormir un poco si es que quieren, pueden comer, hacer su necesidades, en fin - prosiguió- la idea es que se sientan cómodas, cuando estemos todos reunidos, las mandaremos a llamar con una de nuestras nifas - finalizó. El resto del trayecto, fue un silencio sepulcral. Al parecer era de noche y la mayoría estaba dentro de sus hogares o lo que fuese donde vivían. Ares se detuvo ante una construcción que estaba lejos de ser un edificio, era más bien una casa grande de tres pisos de altura. Ingresamos a la casa en silencio, nadie estaba de animos para hablar al parecer, por lo que cada una siguió su rumbo. En la entrada había un mapa de la construcción. Las habitaciones figuraban en el tercer piso, asi es que fue e primer lugar en donde se me ocurrió ir. Mientras avanzaba por el pasillo, veía que en vez de números, las puertas tenían unos símbolos: Agua, fuego, un rayo, en fin, signos característicos de los dioses. Llegué a una puerta que tenía el símbolo de un arco y una flecha, mi habitación... pensé. En ese momento me comencé a preguntar por cuanto tiempo permaneceríamos en ese lugar y la sola idea de quedarnos un tiempo me provocaba mareos y nauseas. La habitación era realmente hermosa y cómoda. La cama tamaño King estaba rodeada por finas cortinas de seda, las cuales se amarraban a cada pilar de la cama. todo era dorado con aplicaciones celeste y blanco. Me tiré en la cama e intenté cerrar mis ojos para dormir, sin embargo me resultó imposible teniendo en mente que estaba a horas de verle la cara al hombre que me había dado su sangre ¿sabría cual de todos los Dioses sería él? ¿Cómo lo reconocería? ¿ Me reconocería él a mí? Miles de preguntas comenzaron a asaltar mi mente y me impidieron cerrar los ojos. Me levanté de la cama y salí de la habitación haciendo el menor ruido posible. Bajé las escaleras y salí de la casa para comenzar a caminar por los alrededores. Las amplias calles parecían desiertas y todo estaba en silencio sepulcral. El caminar por las calles hizo que me hundiera en mis pensamientos dejando que mis pies se movieran sin sentido alguno. De pronto, sin darme cuenta, un hombre salió de una esquina caminando en dirección perpendicular a la mía y mi rostro dió de lleno con su brazo izquierdo.

- lo siento, lo siento mucho - dijo tomándome de los hombros. Levanté la mirada y me quedé observándolo fijamente, de la misma forma en que él me miraba. Verle el rostro fue mirarme al espejo con rasgos más toscos y varoniles y unos cuantos años más. Mi mirada vagó hasta un objeto brillante que pendía de su pecho: un circulo de Oro que contenía un arco y una flecha grabado por encima, el círculo afirmaba la característica "cortina" que mostraban en la vestimenta de los dioses en los libros, algo así como una capa de superheroes. Mis ojos se abrieron de par en par y mis piernas estuvieron a punto de ceder. Estaba frente a mí. Estaba cara a cara con mi padre. Retrocedí unos pasos para recobrar el equilibrio. Esto era imposible.

- Clarissa... - susurró en tono de pregunta más que de afirmación. Mis ojos se inundaron de lágrimas al oír su nombre desde sus labios. El tema de tener un padre y una madre ausente me había afectado en gran magnitud en mi vida, provocando que se transformara en un tema completamente sensible.

- no... - susurré intentando tragarme el nudo en la garganta - esto no... - comencé a negar con la cabeza mientras una lágrima rebelde se escapaba y se deslizaba mejilla abajo.

- Clary... - dijo en un tono mayor al que había usad inicialmente - eres una de las Heroínas - dijo sorprendido - pero por supuesto, eres mi único descendiente del sexo femenino... - se auto-respondió - mi única niña... - finalizó. No podía articular palabra alguna. Estaban todas atascadas en mi garganta. Tenía tantas cosas por gritarle, tantas cosas que reprocharle pero mi cerebro no era capaz de formar una frase coherente. Comencé a retroceder mirando su rostro ante mi mirada nublada. Esto no estaba pasando.

Me dí la media vuelta y corrí bajo los llamados de aquel hombre. Corrí tratando de reconocer los caminos para llegar al Edificio Esta. Cuando por fin tuve la puerta frente a mí, no lo dudé un segundo y me metí dentro sin mirar atrás. Subí las escaleras afirmándome de la barandilla y me metía a la habitación dando un fuerte portazo que de seguro se había sentido por toda la casa, sin embargo no me importó. Me tiré en la cama y solté las lágrimas que tenía atascada. mordí el cojín para callar los sollozos que salían victoriosos e intentaba dormirme convenciéndome mentalmente que todo esto era un sueño y que en cuanto volviera a abrir los ojos, iba a despertar en casa, con Marianne llamándome a tomar el desayuno.

"Las siete heroínas de los dioses surgirán.
Hades, Zeus, Poseidón, Ares, Hermes, Apolo y Atenea serán
Solo ellas de las garras del titán se salvaran
Y su alianza perdurara"

Presentía que algo pasaría, pero ¿una profecía? .No pude evitar pensar lo peor, “Las garras del titán”, no sabía si sería capaz de acabar con Cronos, viendo a Luke. También lo difícil que sería para Cassie.
Y creo que la peor parte "Alianza",creo que no existía entre las siete una gran conexión.

La pregunta de Cassandra, me sacó de mis pensamientos, iba a decir algo, pero la inesperada llegada de Quirón al desván, hizo que me sobresaltara un poco. Lo escuche atentamente, tenía que saber más sobre la guerra que se nos aproximaba, pero todo se tornó blanco, cuando escuche “Percy”.

—Espera, ¿Percy se fue?, ¿A dónde?— Pregunté, no podía evitar pensar ¿donde estaba?, tan solo hace unos momentos no quise escuchar su idea, porque incluía a la mortal Rachel y…
Todas me miraron, Oh dioses, que estarán pensando de mí, las mejillas me ardían, seguro, ya estaba toda roja. Y las sonrisitas de Kissha y Ariadne, no ayudaban.

Tan pronto, Quirón, nos dijo que no había tiempo, nos mandó con Argos, pero eso solo hizo, que me inquietara más; cuando Percy vuelva irán los demás… ¿Qué otros campistas se nos unirían?, no me lo perdonaría si perdiera alguno de mis amigos.

Las voces de las chicas, me trajeron de nuevo a la realidad, nos encontrábamos, rumbo al Empire State. Algo incómodas, no sabía bien sí por lo apretadas que andábamos en la furgoneta de Argos, por la profecía anunciada, o por la parte de que solo unidas, nos salvaríamos.

Opte por hablar con Clary, debía ser terriblemente mal, llegar al campamento y derecho a una misión. Le explique lo básico, y como, ahora el Olimpo se ubicaba, después del piso 600, del Empire State.
Había logrado una conversación amena con ella, luego las chicas empezaron a hablar, Kissha me nominó como líder, la mayoría estuvo de acuerdo, yo solo quise limitarme a asentir. Después de todo Atenea siempre tiene un plan.

Llegamos al majestuoso edificio, pude recordar aquella vez, que subimos a verlo, los líderes de cada cabaña, el día que el dichoso rayo fue robado. Pronto nos encontrábamos en recepción, rodé mis ojos, al ver que el mismo recepcionista, que siempre negaba la existencia del piso 600, para ocultar la entrada al Olimpo de los mortales, quizás.

Alexandra, decidió hablar con el recepcionista, pero no fue hasta la ingeniosa amenaza de Cassie, que accedió a dejarnos pasar. Una vez en el elevador, creo que más apretadas que nunca, justo cuando se abren las puertas, no es posible, pensé al ver a Ares sonriendo.
Perfecto, de todo el Olimpo el que nos espera a recibirnos, tiene que ser Ares. Resoplé, tenía que calmarme y ceñirme al plan.

—Ya están aquí, nuestras heroínas—escuché que dijo.

Por otra parte Ariadne, estaba ante su padre, embocé una media sonrisa, sí, puede que Ares nos sea mi dios favorito, pero escuchar esas palabras, a cualquiera de nosotros nos saca aire de satisfacción, que tu progenitor divino se sienta “orgulloso”.

Él caminaba adelante, las chicas miraban al rededor, algunas empezaron a conversar. Mi mente captaba cada detalle, tal como la primera vez, la estructura, simetría, los tejados, las columnas de mármol; La mejor arquitectura que mis ojos han podido apreciar.
Por un momento, creí, que iríamos a la sala de tronos. Pero al ver a Ares detenerse, supe que no. Nos indicó el edificio donde esperaríamos y ¿acaso dijo dormir?, en una situación así, dudo que alguna tenga sueño.
Solo nos quedaba esperar a la ninfa, todas nos dispersamos un poco.

El edificio era bastante amplio, mi mente analizaba cada cosa, lo de la profecía, ahora el Olimpo, realmente parecía que las piezas no querían encajar.

— ¿Y ahora qué?—resopló fastidiada Alexandra.
—Esperaremos la Asamblea con los dioses en la sala de tronos—contestó Cassandra, quien venía acercándose donde estábamos, Luna, quien hasta los momentos no había comentado nada, Alexandra, Kissha, Ariadne y yo.
—Esto debe ser muy importante, no nos llaman al Olimpo porque sí-comento Ariadne.
—Como si les importáramos mucho—murmuró la hija de Poseidón.
—Aun así,no es conveniente hacer enojar a los dioses— Objetó Kissha
—Lo que sea que este pasan...—pero no termine de hablar, porque vimos a alguien quien subía apresuradamente las escaleras.
— ¿Esa no era Clarissa?-señaló Luna.
Como se me pudo pasar por alto,¡donde se había metido Clarissa!
—Solo espero que no se haya metido en algún problema—dije al fin.

Todas compartimos miradas y volvimos a dispersarnos. El tiempo en Olimpo, transcurre de una forma extraña, por lo que veía a través de las ventanas podría decirse, que los dioses estaban discutiendo, pues el ambiente se tensaba cada vez más. La piel se me erizaba.
Estaba recostada en la enorme sala de aquel edificio Olímpico, mi cabeza estaba apoyada  en la ventana, la cual hacia sus afueras mostraba, a dioses menores caminando por las calles, ninfas tocando en la plaza.

Mis ojos empezaron a cerrarse,no tenia sueño,simplemente quería volver al campamento,imaginar que nada de esto estaba pasando,que Luke no iba a unirse a Cronos,que todos íbamos a estar bien el campamento,que Percy... Percy,que estará pensando ahora de mi,que me enoje con él,por una estupidez,vaya hija de Atenea resulte ser,anteponiendo mi corazón a la razón.
—¡Confió en ti Chica lista!—
Era la voz de Percy,como..¿por qué lo escuchaba?,mi corazón iba a mil por hora.
—Per..Percy —empecé a susurrar

Sin embargo desperté,de aquello, cuando escuche pisadas, volteé mi rostro y una silueta delgada de piel bronceada, orejas puntiagudas, y con una pequeña diadema de flores se acercaba a la sala.

—Heroínas—Dijo, eso me inquietaba ya era la segunda persona en decirnos “heroínas”, automáticamente me fije que las chicas ya estaban en la sala.
—Ya, todo está listo para presentarse con los dioses—Terminó de hablar la ninfa—Por favor síganme.

Ví, a Clary con los ojos hinchados, por un momento me pregunte que pudo haberle ocurrido, ella se dio cuenta que la miraba, así que forzó una pequeña sonrisa. Supe que no era el momento adecuado, luego le preguntaría que había ocurrido. Caminamos tras la mítica criatura.

Hasta entrar a la sala de tronos. Los 12 tronos en hilera, en forma de U invertida, tal como las cabañas en el campamento mestizo, y una humeante hoguera en el centro. Los dioses estaban en su forma humana gigante, puesto que podríamos morir si veíamos su forma divina, no me dí cuenta en que momento, la ninfa había desaparecido. Pero mi concentración ahora la tenían los 12 olímpicos, me inquieto un poco el hecho de que no veía a mi madre.

Hermes reía con Apolo, Ares jugueteaba desde su lugar, sentía encima la mirada Hosca de Hera, la sonrisa sensible de Artemisa y Hestia. No quería fijar mi vista, en Poseidón esos preciosos ojos verdes mar que tanto me recordaban a Percy,y aquel curioso pensamiento de hace unos momentos, sacudí mi cabeza no podía pensar en ello ahora, y menos cuando sentía que mis pensamientos eran estudiados por la mismísima Afrodita, quien tenía una sonrisa picaresca.
Lo mas sorprendente quizás era la presencia de Hades,el no iba al Olimpo a no ser,cuando las reuniones del solsticio

—Justo a tiempo—Escuché a mi madre hablar, por fin había aparecido. Suspiré, me volví hacia las chicas, pero ellas tenían una mirada que reflejaba mil sentimientos juntos.

Definitivamente nos esperaba algo grande, pero teníamos que estar juntas es así, como ganaremos todo esto ¿no?, bueno, al menos eso espero.