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JOSEPH - JOE Y _____
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: JOSEPH - JOE Y _____
CoteDreamer escribió:Nueva lectora!!!
Plis siguela.
Hay algo que no entendi, o lo dijiste y no lo lei...que pasa con la rayis? cuando aparece?
HOLA BIENVENIDA COTEDREAMER BUENO TE EXPLICARE BREVEMENTE RAYIS APARECERA MAS DE ONCE MIL QUINIETOS AÑOS DESPUES EN LA VIDA DE NUESTRO JOSEPH, PORQUE OCURRE ESTO PORQUE JOSEPH VIVE DOS VIDAS UNA COMO HUMANO HASTA LOS 21 AÑOS DESPUES DE ESTA EDAD SU DIVINIDAD ES DESBLOQUEADA Y SERA UN DIOS ATLANTE Y DESPUES QUE EL SE VUELVE UN DIOS Y PASAN COSAS QUE NO LES PUEDO ADELANTAR LA HISTORIA SALTA ONCE MIL QUINIENTOS AÑOS DEJANDONOS EN EL AÑO 2008 EN DONDE JOE CONOCE A RAYIS JIJIJI BNO ESPERO QUE TE SIRVA MI BREVE EXPLICACION Y ESPERO QUE TE GUSTE AUN MAS LA NOVE
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
18 de Mayo, 9529 AC
La mañana era tan fría como temía que fuera. Sola, me escabullí del palacio y me deslicé silenciosamente a través de la ciudad, siguiendo las indicaciones de Catera hasta que encontré su ubicación.
Como había predicho, no había nadie alrededor.
Me dejó entrar a través de la puerta negra, entonces me dirigí rápidamente a través de la casa a una habitación en lo más alejado de la parte de atrás. Mantuve la cabeza y la cara bien cubiertas e hice todo lo posible por no mirar a las pobres almas que pasaban.
Abrió una puerta.
Di un paso vacilante al interior, esperando ver a Joseph. No estaba allí. Sin embargo, oí el agua chapoteando en la habitación situada al otro lado y supe que debía estar bañándose.
El mohoso olor del sexo persistía en la habitación e intenté no mirar hacia la cama recién hecha. Cerré los ojos cuando pensé en Nick y en la manera en que vivía su vida con comodidad y paz mientras Joseph era forzado a esto.
No podía imaginarme la degradación que Joseph debía sufrir cada día. El dolor.
Entró en la habitación completamente desnudo, secándose el pelo con una toalla. Se quedó parado brevemente cuando captó mi presencia justo al lado del umbral.
—Perdonadme, Mi Señora —dijo con esa sensual y suave voz suya que contenía un matiz de acento atlante. Estaba agradecida de que al menos las esferas no estuvieran recubriendo su lengua—. Pensé que pasaría la noche.
Bajé la capucha.
Reconociéndome instantáneamente, entrecerró su mirada.
—Bueno, si es mi hermana Ryssa. Dime, ¿estás aquí para salvarme o para joderme? Oh espera, lo olvidé. Cuándo me salvaste, me jodiste, ¿no es cierto?
Las lágrimas picaron mis ojos ante su hostil desdén. Pero, ¿quién podía culparlo?
—No tienes que ser tan crudo.
—Discúlpame si mis maneras son deficientes. Siendo una puta, no estoy muy versado en cómo hablar con la gente decente. El único momento en que conversan conmigo es para darme instrucciones sobre cómo joderlas mejor —tiró la toalla sobre la cama y se movió hacia una silla junto a la ventana.
Ignorándome, se sentó y abrió una caja sobre la mesa. Observé en silencio mientras colocaba varias hierbas extrañas y flores en un frasco. Las encendió, entonces cerró la tapa. Cogiendo un pequeño bol de arcilla, lo sostuvo frente a su rostro, cubriéndose la boca y la nariz, e inhaló.
—¿Qué estás haciendo?
Hizo varias inspiraciones antes de alejar el bol de arcilla de su boca.
—Estoy usando Xechnobia —ante mi ceño fruncido, me lo explicó—. Es una droga, Ryssa.
—¿Estás enfermo?
Se rió de eso, entonces inhaló más.
—Es cuestión de opiniones —hizo una pequeña pausa. Un tic empezó en su mandíbula cuando la miró de cerca—. Lo uso de modo que pueda olvidar cuantos pares de manos he tenido sobre mí en un solo día. Me permite dormir en paz.
Había oído tales cosas, pero en mi mundo no existían. No dudé de que fue Estes quien le había enseñado la droga. Quería llorar ante lo que se había convertido el Joseph que solía hornear pan y jugar con Maia.
—Así que, ¿por qué estás aquí, Princesa? —preguntó.
—Quería verte.
—¿Por qué?
—Por que estaba preocupada por ti. Hoy te vi en el mercado y quería ver como te estaba yendo.
Joseph añadió más hierbas a la olla, entonces sopló para dispersar las ascuas alrededor.
—Estoy bien. Ahora puedes volver a casa y dormir hasta tarde y con la conciencia tranquila —el sarcasmo que ridiculizaba su tono me aguijoneó profundamente en el alma.
Sacudí la cabeza cuando las lágrimas se acumularon en mis ojos.
—¿Cómo puedes hacerte esto?
Arqueó una ceja de modo burlón.
—Soy un perro entrenado, Ryssa. Sólo estoy haciendo lo que me entrenaron para hacer.
—Es tan degradante. ¿Cómo puedes haber vuelto a eso?
En sus tempestuosos ojos vi la rabia que me taladraba.
—¿Volver a esto? Por qué, hermana mayor, hablas como si fuese algo malo. Para mí es el paraíso. Sólo tengo que follar a diez o doce personas en una noche, generalmente sólo una a la vez. Por fin se me permite comer en una mesa, no en el suelo o en el regazo de alguien. Nadie me hace rogar por comida o me castiga algunos días al año cuando estoy enfermo y no puedo echar un polvo. Si alguien me hiere o me pega Catera les prohíbe su burdel, Incluso me paga por mi trabajo y tengo un día libre una vez a la semana. Lo mejor de todo, cuando me voy a dormir, me voy solo a la cama. Nunca he estado mejor.
Quería gritar ante el horror que describía. El hecho que supiese que esa era la verdad sólo me hería más.
—¿Y estás contento de vivir de esa manera?
Dejó la olla de arcilla sobre la mesa y me perforó con su mercurial mirada.
—¿Honestamente, que piensas, Princesa?
—Pienso que vales más que eso.
—Bueno, ¿no eres especial por ser capaz de verme como algo más que una puta? Deja que te instruya sobre lo que ve el resto del mundo. Dejé la Atlántida y estuve enfermo durante semanas por las drogas que Estes me había obligado a tragar.
Recordaba bien lo enfermo que había estado cuando lo había secuestrado.
—No tenía nada excepto el himation que me diste. Ni dinero, ni ropa. Nada.
—¿Así que volviste a prostituirte?
—¿Qué elección tenía? Viajé por todas partes intentando encontrar trabajo haciendo otra cosa, pero nadie me daba trabajo. Cuando las personas me ven, sólo quieren una cosa de mí y da la casualidad que soy muy bueno en ello. Dime, Princesa, si Padre te echara mañana, desnuda a las calles, ¿qué harías? ¿Qué sabes hacer?
Alcé la barbilla.
—Podría encontrar algo.
—Te desafío a que lo intentes, Princesa. —indicó hacia la puerta detrás de él—. Adelante. Ni siquiera sé como barrer un suelo. Todo lo que sé es como usar mi cuerpo para complacer a otros. Estaba enfermo y sólo sin ninguna referencia, amigos, familia o dinero. Estaba tan débil por el hambre que incluso un mendigo robó tu himation mientras estaba tendido en el suelo, esperando la muerte e incapaz de evitar que lo robara. Así que no vengas aquí con tus desdeñosos ojos y me mires como si estuviera por debajo de ti. No necesito tu caridad y no necesito tu compasión. Sé exactamente lo que ves cuando me miras.
—¿De verdad?
Se levantó y abrió los brazos, mostrándome su perfecto cuerpo desnudo.
—Lo veo claramente en tu cara. Lo que ves es al patético niño pequeño que besaba los pies de su padre y le rogaba que no le enviara a prostituirse. Ves a la puta que le daba placer a un príncipe y entonces fue echado de su casa.
Sacudí la cabeza negándolo.
—No, Joseph. Lo que veo es un niño pequeño que solía correr hacia mí y preguntarme por que sus padres no lo querían. El mismo pequeño querubín de pelo dorado que perseguía los rayos de sol en mi cuarto y se reía cuando caían en su palma. Tú eres mi hermano y nunca veré nada malo en ti.
La rabia en su cara se intensificó hasta el punto que pensé que quizás me golpeara.
—Márchate.
Cubriéndome la cabeza, me giré y me marché.
Esperé que me detuviera. No lo hizo.
Y con cada paso que daba, lloraba con más intensidad por lo que había descubierto esta mañana. Mi precioso Joseph se había ido y en su lugar estaba un hombre que no quería tener nada que ver conmigo.
La peor parte era que no podía culparle por ello. Era todo tan injusto. Debería estar en sus cámaras reales con sirvientes atentos a su seña y llamada.
En vez de eso estaba encerrado en una pesadilla de la cual ninguno de nosotros podría liberarle. Seguramente esta no sería su vida. Seguramente Joseph significaba más que eso.
¿Más cómo podía negar lo que había visto? Tenía razón. La gente sólo quería una cosa de él. Y a menos que Padre estuviera dispuesto a protegerlo, Catera era mejor que nada.
Mi hermano pequeño era una puta. Era hora de que me diese cuenta de la realidad.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
23 de Agosto, 9529 AC
El día había amanecido con la más despreciable de las reuniones. Se me había informado que mi padre y sus senadores habían decidido intentar aplacar al dios Apolo con un sacrificio humano.
Yo.
Aunque la Guerra había estallado entre Grecia y Atlántida, los reyes griegos habían estado pensando en alguna manera de evitarla. Pero los Apolitas que gobernaban la Atlántida nos odiaban y estaban decididos a hacer de Grecia nada más que otra provincia atlante.
Temiendo ser esclavos de la tecnología superior de los Atlantes, las capitales griegas habían luchado con cada cosa que teníamos.
Desafortunadamente, no pareció ser bastante. Apolo favorecía a los Atlantes y a los Apolitas que había creado y que compartían la Atlántida con ellos. Hasta el punto de que siempre que lucharan a la luz del día, eran invencibles.
Los Reyes griegos estaban acabados. Así que las sacerdotisas y los oráculos se habían reunido para ver que, cualquier cosa, que pudiera devolver el favor de Apolo a las personas que originalmente lo habían venerado.
—El dios sólo puede ser distraído y tentado por la más hermosa de todas las princesas —había proclamado ante todos el oráculo de Delphi.
Algunos lunáticos me habían nombrado entonces a mí como dicha princesa.
A esos hombres, podría matarlos.
—Por favor, padre —le rogué, yendo tras él y Nick. Se dirigían hacia la sala del Senado y no tenían tiempo para mí. No es que eso fuera inusual.
—Suficiente, Ryssa —dijo con severidad—. La decisión está tomada. Serás la ofrenda para Apolo. Le necesitamos de nuestro lado si vamos a ganar esta guerra contra los Atlantes. Tanto como continúe favoreciéndolos y ayudándolos a ellos, nunca tendremos una oportunidad. Si eres su amante, se volverá más amable hacia nuestra gente y quizás se incline a nuestra causa.
Me golpeó en la cara el que fuera a ser cambiada y vendida sin más como…
Me quedé de piedra cuando pensé en Joseph. Finalmente entendía como se sentía.
Entendía que era no tener ni voz ni voto en lo que se hiciera con mi cuerpo.
Era un sentimiento terriblemente enfermizo. No me extrañaba que me echase de su habitación. En mi inocencia había actuado de manera bastante santurrona sobre algo que no entendía.
Sin embargo, no estaba de acuerdo con ellos. Decidida, seguí a Padre y Nick de regreso por el corredor.
Cuando nos aproximamos al vestíbulo principal, el sonido de un pequeño grupo de senadores charlando en el atrio me detuvo en seco.
—Es igual a Nick.
Mi padre y Nick también se detuvieron cuando lo oyeron.
—¿Qué dices? —preguntó otra voz.
—Es cierto —dijo el primer senador—. No podrían parecerse más a no ser que hubieran nacido gemelos. La única diferencia es el color de sus ojos.
—Sus ojos son extraños —interrumpió un tercer senador—. Podría decirse que es el hijo de algún dios, pero no dice de cual.
—¿Y es tan hábil como dices?
—Sí —dijo el segundo—. Te lo dije, Krontes, tienes que visitarle. Imaginarse que es Nick me ha ayudado inmensamente a tratar con el real gilipollas. Pasa una hora con Joseph de rodillas y la próxima vez que veas a Nick, tendrás una perspectiva completamente nueva.
Ellos se rieron.
Sentí la sangre drenándose de mi rostro cuando Padre y Nick se volvieron con roja furia.
—Deberías haber estado anoche en nuestro banquete —dijo el primer hombre—. Lo vestimos con túnicas reales y lo paseamos igual que una ramera caliente.
Me sentí repentinamente enferma.
Padre se dirigió directo hacia el grupo, llamando a los guardias para que los arrestaran por difamar a Nick de tal manera.
Nick difamado.
Una histérica risa surgió de mi interior mientras me doblaba de dolor. Que Zeus prohibiera que Nick fuera insultado. No importaba que fuese Joseph quien estaba siendo degradado y obligado a servirles.
Joseph nunca importaba.
Al menos no a nadie excepto a mí.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
23 de Junio, 9529 AC
Amanecía cuando dejé, sola, el palacio. Era una estúpida búsqueda la que me proponía, pero no podía detenerme. Hoy Joseph cumpliría diecinueve.
En mi corazón sabía que nadie le daría un regalo por el aniversario de su nacimiento. Me preguntaba si incluso sabría el día exacto en el que había venido a este mundo. Y pensé en la celebración que había planeado y que nuestro padre había arruinado devolviéndole a la Atlántida.
Apreté su regalo bajo mi himation mientras caminaba a través de las abandonadas calles hacia el local en el que ya había estado antes.
Llamé a la oscura puerta y pregunté por Catera. Después de una breve espera, apareció con el ceño fruncido.
—¿Mi señora? ¿Por qué estáis aquí?
Le sonreí con amabilidad.
—Quiero ver de nuevo a Joseph. Solo por unos minutes.
La tristeza oscureció sus ojos.
—Desearía poder ayudaros, mi señora, pero ya no está aquí.
Un helado terror me rasgó el corazón.
—¿Qué? ¿A dónde ha ido?
—No sé a dónde se lo llevaron.
—¿Llevaron? —susurré la palabra cautelosamente, esperando que no quisiese decir lo que pensaba.
Desafortunadamente, lo hacía.
—Fue arrestado hace varios meses. Los guardias del rey vinieron al atardecer. Irrumpieron por la puerta exigiendo que se les mostrara al real impostor. Joseph fue sacado de su cama mientras estaba durmiendo y lo encadenaron, entonces lo arrastraron fuera de aquí y no he vuelto a oír nada desde entonces.
Mis dedos se entumecieron, sentí caer mi regalo al suelo mientras me quedaba allí demasiado atónita para moverme.
—¿Mi padre lo ha secuestrado?
Por supuesto que lo había hecho. Debería haberme dado cuenta de eso yo misma. No dudaba que hubiese enviado a sus hombres el mismo día que escuchó la charla de los senadores. ¿Qué clase de tonta era que no lo comprobé?
Pero claro, había estado demasiado ocupada pensando en mi inminente destino con Apolo. Me avergonzaba no haber puesto a Joseph por delante. No había manera de decir lo que le habían hecho.
Mi único consuelo era el conocimiento de que Padre no podía matarlo. No sin matar también a Nick.
Catera recogió mi regalo y lo envolvió devolviéndomelo.
Le di las gracias por costumbre y me marché.
Joseph tenía que estar en algún lugar del palacio. No importaba lo que costase, iba a encontrarle y sacarlo de allí.
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
23 de Junio, 9529 A.C.
Era mediodía antes de que finalmente encontrara el paradero de Joseph. Sabía bien que preguntarle a mi padre por su ubicación, sólo provocaría su enfado hacia mí, y no me enteraría de nada que ya no conociera, de manera que recurrí a sobornar a los guardias del palacio.
Incluso eso fue más fácil de decir que hacer, ya que la mayoría de ellos no sabía nada en absoluto y aquellos que sabían, tenían demasiado miedo de la ira de mi padre para hablar de ello.
Pero por fin, tenía la respuesta. Mi hermano había sido llevado a la parte más baja del palacio, bajo los cimientos dónde mantenían la peor clase de criminales: violadores, asesinos, traidores…
Y un joven príncipe cuyo padre lo odiaba por ninguna otra razón que el haber nacido.
No quería bajar allí donde podía oír los lamentos y gemidos de los condenados, dónde podía oler su carne podrida y torturada. Era sólo el conocimiento de que Joseph estaba allí, lo que me hizo encontrar el valor que necesitaba para visitarlo.
Estaba absolutamente segura que si le hubieran dado una opción, no habría estado allí tampoco.
Bajé, por los serpenteantes corredores, tirando mi capa incluso más cerca para calentarme. Estaba tan húmedo y frío aquí. Oscuro. Imperdonable. Ni aún mi toque podría desterrar la oscuridad.
Cuando pasé las celdas, aquéllos que podrían ver la luz gritaron por mi misericordia. Sin embargo, no era mi misericordia lo que ellos necesitaban para ser libres. Era mi padre.
Desgraciadamente, él no tenía ninguna de sobra...
El capitán de los guardias me llevó a una puerta pequeña en el mismo fin del corredor, pero se negó a abrirla. Podía oír el sonido de agua que goteaba adentro, pero nada más. Había un olor fétido penetrando el aire y asfixiándome. No tenía ninguna idea de lo que lo causaba. De verdad éste era un lugar aterrador.
—Simplemente entrégame la llave. Juro que nadie alguna vez lo sabrá.
El rostro del guardia palideció.
—No puedo, Su Alteza. Su Majestad dejó claro que cualquiera que abriera esta puerta sería sentenciado a muerte. Tengo niños que alimentar.
Comprendí su miedo y no dudé de que mi padre realmente lo matara por tal afrenta. Los dioses sabían, él había matado hombres por menos de eso. Así que le di las gracias y esperé que me dejara sola antes de arrodillarme sobre el frío y húmedo suelo y abrir la trampilla que había sido diseñada para pasar la comida desde el pasillo a la celda.
—¿Joseph?— llamé—. ¿Estás allí?
Me tumbé sobre el asqueroso suelo para tratar de ver a través de la pequeña abertura en el suelo, pero no podía ver nada. Ni un sólo pedazo de piel o vestimenta o luz.
Finalmente, escuché un muy ligero susurro.
—¿Ryssa? —su voz era débil y rasposa, pero me llenó de alegría.
Estaba vivo.
Estiré la mano a través de la apertura como una ofrenda a él.
—Soy yo, akribos.
Sentí como su mano tomaba la mía. Estrechándola muy suavemente. Sus dedos eran delgados, esqueléticos, su caricia gentil.
—No deberías estar aquí —dijo en ese tono rasposo—. No se le permite a nadie hablar conmigo.
Cerré los ojos ante sus palabras y respiré entrecortadamente. Quería preguntarle si estaba bien, pero yo lo sabía muy bien. ¿Cómo podía estar bien viviendo en una pequeña celda como un animal?
Apreté su mano con más fuerza.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—No lo sé. Aquí no hay modo de distinguir el día de la noche.
—¿No tienes una ventana?
Él se rió amargamente de eso.
—No, Ryssa. No tengo ninguna ventana.
Quise llorar por él.
Soltó mi mano.
—Debéis iros, princesa. No pertenecéis a este lugar.
—Tú tampoco. —Intenté alcanzarlo, pero no sentí otra cosa más que el sucio suelo.
—¿Joseph?
Él no respondió.
—Joseph, por favor. Sólo necesito escuchar el sonido de tu voz. Necesito saber que estás bien.
Me contestó el silencio.
Me quedé allí tumbada por un largo rato con mi mano aún en su celda, esperando que la volvería a tomar. No lo hizo. Mientras esperaba, seguí hablándole aunque él se negaba a contestarme. No es que lo culpara.
Tenía todo el derecho para estar enfadado y malhumorado. No podría imaginar el horror de ellos arrastrándolo través de las calles para encerrarlo en este lugar.
¿Y por qué?
¿Algunos imaginaban el desprecio que mi padre sentía? ¿Algunos necesitaban que Styxx tuviera que aliviar su dignidad? Me hastiaba.
No me marché hasta que un sirviente le trajo la cena. Un tazón de aguada sopa y agua fétida. Lo miré fijamente, con horror.
Esta noche Nick cenaría sus platos favoritos y comería hasta que estuviese lleno y satisfecho, mientras los nobles se reunirían para desearle bienes y adorarlo en cada antojo. Padre lo colmaría de regalos y derramaría amor y buenos deseos.
Y aquí Joseph se sentarían en una sucia celda. Solo. Hambriento. En cadenas.
Con mis ojos llenos de lágrimas, vi al sirviente cerrar la puerta y abandonarnos.
—Feliz cumpleaños, Joseph. —susurré, sabiendo que no podía escucharme
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
22 de Octubre, 9529 A.C.
Durante los últimos meses, me había estado preparando para mi unión con Apolo. Durante las horas de la mañana antes de que el palacio empezara a revolverse con actividad, me esmeré en visitar a Joseph en su celda. Él raramente hablaba, pero de vez en cuando le sacaba una o dos palabras.
Apreciaba cada una de ellas.
Sólo deseaba que participara más en nuestras discusiones. Me entristece decir que a veces era bastante brusca con él, incluso me enfadaba. Yo hacía tal esfuerzo, y me arriesgaba mucho para verlo y traerle las golosinas de pan y dulces. Al menos podría ser semi-cordial conmigo.
Pero al parecer, eso era pedir demasiado.
Era tarde y yo había estado reunida con Padre, Nick y el Alto Sacerdote en el estudio de Padre para discutir lo que tendría que llevar para la ceremonia que me ligaría a Apolo.
Originalmente el concilio había querido ofrecerme al dios completamente desnuda. Por suerte el sacerdote les había desalentado de esto y ahora había mucho debate sobre el vestido correcto y la joyería.
Mientras el escriba tomaba apuntes, Nick cayó repentinamente enfermo. Demasiado débil para estar de pie, se derrumbó en el suelo dónde se tumbó como un niño pequeño, temblando. Cada latido del corazón parecía hacerlo más pálido. Más débil.
Aterrada, miré como Padre lo recogía en sus brazos y lo llevaba a su cuarto. Los seguí, asustada de lo que lo podría haberlo poseído. Aunque nos pelábamos a menudo, yo de hecho amaba a mi hermano y la última cosa que quería era verlo herido.
Padre lo puso en la cama y llamó a un médico. Me adelanté, intentando ayudar, pero no había realmente nada que yo pudiera hacer. Nick no podía siquiera hablar. Respiraba como si tuviera la garganta reseca y sus pulmones estuvieran dañados... Me miraba fijamente, sus propios ojos llenos de terror a lo que estaba sucediéndole.
Orando por él, tomé su mano en la mía y lo sostuve de la forma que a menudo había hecho con Joseph. Era raro que Nick tolerara mi toque, lo que me decía lo enfermo que estaba.
Cuando los médicos llegaron,Nick se había puesto fantasmalmente pálido y demacrado.
Yo me marché para que pudieran examinarlo y mientras ellos trabajaban, miré ansiosamente.
—¿Qué es? —preguntó Padre, su voz cargada con preocupación.
Los médicos parecían confundidos.
—Nunca he visto algo como esto, Señor.
—¿Qué? —pregunté, mi voz quebrándose.
El médico principal suspiró.
—Es como si él estuviera a punto de morirse de sed y hambre aunque sé que él nunca se pierde una sola comida. Por su apariencia dudo que pase de hoy. No tiene sentido. ¿Cómo un príncipe podría tener estos síntomas?
Mi corazón se detuvo ante sus palabras y al instante supe la fuente de la enfermedad de Nick.
—Joseph —dije a mi padre—. Él se está muriendo.
Mi padre no me oyó. Él estaba demasiado ocupado gritando al médico para sanase a su heredero.
—¡Padre! —grité, agitando su brazo para obtener su atención—. Nick está muriendo porque Joseph está muriendo. ¿No Recuerdas lo que dijo la Sabia cuando ellos nacieron? Si Joseph muere, también lo hace Nick. Joseph es el que está muriendo de hambre en su celda de la prisión. Si nosotros lo sanamos, Nick vivirá.
Con su rostro furioso, llamó a sus guardias y pidió que trajeran a Joseph al Salón del trono.
Yo corrí detrás de ellos, mientras recorrieron el ancho palacio y bajaron a las profundidades , a la celda, para llevarlo de regreso. Como siempre, estaba húmedo y apestoso. Odiaba este lugar y me molestó mucho que Joseph hubiera sido confinado aquí todos estos meses.
Con el corazón latiendo, me quedé atrás mientras ellos abrían la puerta de la celda. Finalmente lo vería de nuevo.
Dieron un paso atrás, mostrándome a Joseph.
Nunca en mi vida había maldecido en voz alta, pero maldije vilmente cuando vi cómo habían encerrado a mi hermano.
El cuarto era tan pequeño que le habían obligado a que se sentara doblado. Era aún más pequeño que el que Estes había usado en Atlántida para castigarlo. Joseph estaba literalmente encorvado como una pelota. No había ninguna luz en absoluto en el interior.
Mi hermano había vivido en total oscuridad y suciedad durante casi un año. Incapaz de moverse o estirarse, o para aliviarse incluso. Ni siquiera los animales eran tratados tan pobremente. ¿Por qué Joseph nunca me había dicho lo que yacía de su lado de la puerta?
El guardia intentó sacarlo. Demasiado débil para protestar, Joseph se desparramó a través del vestíbulo. Su hedor y el del cuarto era tan rancio que hizo que mi estómago diera un vuelco. Obligándome a taparme nariz para no vomitar.
Joseph se extendió sobre su espalda, su respiración poco profunda y débil. Estaba tan delgado que no parecía real yaciendo allí. Podía ver cada hueso en su cuerpo. Una barba espesa cubría su cara y su cabello colgaba a su alrededor como una frágil telaraña. Parecía un hombre viejo, y no un muchacho de diecinueve.
Me arrodillé a su lado y puse su cabeza en mi regazo.
—¿Joseph?
Él no respondió. Como Nick, estaba demasiado débil para hacer algo más que mirarme inexpresivamente.
—Llevadlo arriba, a mi habitación —ordené al guardia.
Él encorvó su labio en repugnancia.
—Mi señora, él está asqueroso.
—Lo llevaras a mi cama o haré que te castiguen por tu insolencia.
La indecisión jugueteó por su rostro durante varios minutos antes de que cumpliera. Pedí que otro guardia sacara comida y bebida mientras yo los seguía.
Cada paso parecía llevar demasiado tiempo. No podría creer que la cáscara de un humano en los brazos del guardia fuera el mismo muchacho guapo quien perseguía a Maia en nuestro jardín. ¿Cómo pudo mi padre hacerle esto?
¿Cómo pudo AcheronJoseph hacerse esto?
Entrando en mi cuarto, el guardia lo puso en mi cama, entonces salió inmediatamente. Envié a mis sirvientas por agua y paños para que así pudiéramos lavar algo de su suciedad.
Era tan horrible estar cerca de él de este modo. Olía tan mal, parecía tan débil... ¿Cómo podría alguien sufrir tal tragedia? Me sentí completamente desvalida.
Usando la sabana, intenté limpiar algo de la suciedad de su cara.
Mis sirvientas volvieron al mismo tiempo que traían la comida.
Acuné la cabeza de Joseph mientras lo alimentaba cuidadosamente con pequeñas piezas de pan. Pero no parecía querer masticar. Yo no sabía si estaba demasiado débil o demasiado ido para saber que era el pan en su boca.
—Mi señora —dijo Kassandra— os estropeareis la ropa tocándolo de esa forma.
—No me importa —Y no lo hacía. Todo lo que me importaba era que salvar su vida. Derramé lentamente el vino en su boca—. Come, Joseph —susurré.
Débilmente, él alejó su cabeza de mí.
—Por favor —rogó, su voz un tosco, ronco susurro—. Déjame morir.
Las lágrimas me ahogaron cuando me di cuenta que debía haberlo hecho a propósito. Sin duda había estado dejando de comer, rogando para que la muerte viniera y lo liberara de ese agujero dónde había estado atrapado.
Lo más amable que podría hacer dejarle ir.
Pero no podía. No sólo lo perdería a él, sino también perdería a Nick y amaba a mis dos hermanos.
—Quédate conmigo, Joseph, —susurré.
Pero él no lo hizo por mí. En cambio, él luchó por la muerte y los días pasaron mientras miraba a los médicos de mi padre que violentamente lo forzaban a alimentarse mientras él intentaba escupir la comida... eran implacables en su atención.
Lo mantuvieron atado a mi cama y abrieron sus labios para que pudieran verter leche, vino y miel por su garganta. Él intentaba escupir la comida y bebida sólo para golpearle y sostenerle su boca y nariz hasta que tragara.
Él los maldijo y me maldijo.
No podía culparlo.
Todos los días eran una pesadilla para él mientras Nick se hacía más fuerte en el consuelo, con todos despilfarrando alabanzas sobre él y sirviéndole cada una de sus exigencias. Entretanto los cardenales estropeaban la piel de Joseph, sobre todo su mandíbula que constantemente sujetaban. Los médicos exigieron que se le “alimentara” cada dos horas por lo menos.
Cada vez que los guardias y sirvientes aparecían con esos alimentos, él se tensaba y me lanzaba la más desaprobadora de sus miradas.
Cuando se puso más fuerte, las luchas se volvieron más fuertes, hasta que finalmente dejó de luchar por completo. Las odiosas miradas de enfado fueron reemplazadas por unas de desesperada resignación que me hirieron aún más. Todavía lo dejaron atado y yo comprendí que en realidad no había cambiado su posición. Sólo su ubicación era diferente.
La realidad de mi hermano era siempre la misma
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
bnno niñas hay les deje sus cap perdon por la demora he estado muy ocupada jiji niñas si llegan a la pag20 hoy le subo un superhipercontraultra maraton se animan!!!
issadanger
Re: JOSEPH - JOE Y _____
Pobre Joe!!!!!!!!!!!!! sufre tanto no es justo y Nick? bien gracias ash síguela!!!!!!!
Monse_Jonas
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