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Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Nombre:
Una Novia Para el Italiano.
Autor:
Michelle Reid.
Adaptación:
Si.
Género:
Drama, Romance y Hot.
Advertecias:
Algunos capitulos Eroticos.
Otras Páginas:
No.
ARGUMENTO
Si había un bebé…
tendría que haber una boda
Increíblemente rico y
solicitado, Louis Tomlinson estaba acostumbrado a amar y después abandonar a
las mujeres. Pero su libertad se vio de pronto restringida por una cándida
fotografía que daba a entender que el codiciado soltero por fin había caído
rendido a los pies de la inocente ______ Carmichael. Unas horas después, toda
la prensa afirmaba que estaban prometidos…
Louis no perdió el tiempo en intentar seducir a
su falsa prometida y, veinticuatro horas después, Rachel estaba en sus brazos…
Y sospechaban que podía haberse quedado embarazada. Hasta estar seguro de si
iba a ser padre, Louis exigió que ella fingiese ser su prometida…
Una Novia Para el Italiano.
Autor:
Michelle Reid.
Adaptación:
Si.
Género:
Drama, Romance y Hot.
Advertecias:
Algunos capitulos Eroticos.
Otras Páginas:
No.
ARGUMENTO
tendría que haber una boda
Increíblemente rico y
solicitado, Louis Tomlinson estaba acostumbrado a amar y después abandonar a
las mujeres. Pero su libertad se vio de pronto restringida por una cándida
fotografía que daba a entender que el codiciado soltero por fin había caído
rendido a los pies de la inocente ______ Carmichael. Unas horas después, toda
la prensa afirmaba que estaban prometidos…
Louis no perdió el tiempo en intentar seducir a
su falsa prometida y, veinticuatro horas después, Rachel estaba en sus brazos…
Y sospechaban que podía haberse quedado embarazada. Hasta estar seguro de si
iba a ser padre, Louis exigió que ella fingiese ser su prometida…
Hola soy Yami! Bueno traigo esta adaptacion que espero les guste tanto como a mi.
Es la tercera adaptacion que hago.
Por favor si les gusta aganmelo saber espero tener muchas lectoras...
Comente mucho por favor que si lo hacen subire el primer capitulo.
Es la tercera adaptacion que hago.
Por favor si les gusta aganmelo saber espero tener muchas lectoras...
Comente mucho por favor que si lo hacen subire el primer capitulo.
Última edición por yamii_jjonatikacrazy!! el Mar 29 Ene 2013, 11:08 am, editado 1 vez
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Capítulo 1
ERA como jugar a la ruleta rusa con la vida sexual: meter una invitación en el cargador, disparar y ver si había suerte.
Louis Tomlinson observó, sombrío, que todas lo hacían. Jóvenes núbiles siliconadas, con el pelo cuidadosamente alisado y teñido de rubio, que se paseaban por la habitación estudiando a sus posibles víctimas, elegían al hombre más rico que pudieran encontrar, lo preparaban y disparaban para ver si había suerte. O si había mala suerte, según la perspectiva.
«A veces se gana, a veces se pierde», pensó mientras le daba la espalda a una jugadora impaciente que trataba de tentarlo.
Con una expresión de desprecio, se batió en retirada hacia el bar, situado en la esquina más alejada del salón, y pidió que le cambiaran la copa de champán que no había probado por otra de vino tinto.
Detestaba aquellas reuniones y, si su hermanastra no lo hubiera presionado, no habría ido. Pero le debía un favor a Daniella por haberle evitado una situación complicada con la mujer que había estado a punto de convertirse en su última amante, al advertirle que estaba casada y tenía un hijo. Enterarse de que hasta le había dado un nombre falso y en realidad era Elise Castle, la ex modelo casada con Leo Savakis, el poderoso empresario griego, no había hecho que Louis se sintiera muy bien consigo mismo.
Si las mujeres casadas no eran su tipo, las casadas con hijos y las mentirosas que fingían ser quienes no eran, menos aún, y Elise Castle encajaba en las tres categorías. Lo peor para él había sido reconocer hasta qué punto se había dejado engañar por unos ojos azules ingenuos y un buen par de senos sin operar.
En aquel momento ya no estaba seguro de nada. Tal vez el pecho y los ojos fueran sólo otra de las mentiras con las que la preciosa Elise lo había engatusado. Afortunadamente, no había llegado a intimar lo suficiente para descubrirlo. Aun así, estaba en deuda con Daniella por haberle permitido evitar un escándalo potencial antes de que le estallara en la cara.
Se dio cuenta de que le había dado por las metáforas armamentísticas y pensó que era una manera espantosa de pasar la noche de un sábado. Se preguntaba dónde estaría Daniella. Se enderezó hasta alcanzar su metro noventa de estatura y empezó a otear entre el mar de cuerpos que tenía enfrente buscando la silueta de sílfide de su hermosa hermanastra.
La encontró casi de inmediato. Con su melena negra y el vestido rojo que llevaba, era prácticamente imposible no verla. Estaba con un hombre bastante atractivo junto a una pared, en el otro extremo del salón, y Louis se quedó estupefacto al ver que estaba jugando a lo mismo que las demás. Estaba haciendo pucheros con absoluto descaro y tenía el pecho prácticamente encima de su acompañante, que la miraba con una sonrisa que indicaba su interés.
Se preguntó si Daniella llevaría silicona, pero al tomar conciencia de lo que estaba pensando maldijo entre dientes, porque no le importaba cómo fuera el pecho de su hermanastra. No era su tipo, ni lo había sido nunca; además, al ser de su familia, estaba y siempre había estado fuera de su alcance, y, por si fuera poco, sólo faltaban dos meses para que se casara con uno de sus mejores amigos.
Sin embargo, estaba allí, coqueteando con otro hombre. Louis se apartó de la barra enfadado y decidido a llevársela antes de que alguno de los buitres de la prensa que pululaban por allí la descubriera y le complicara la vida.
—¿Señor Tomlinson? —dijo una mujer de voz grave—. Siento mucho molestarlo, pero...
Louis se giró para encontrarse ante otra chica núbil que cumplía el requisito de la melena rubia y el pecho llamativo. La miró con expresión gélida, aunque la mirada aprensiva de aquellos ojos azules y grandes le hizo dudar sobre si debía darle la espalda. Y dudó aún más cuando la vio pasarse la punta de la lengua por los labios para tratar de ocultar un ligero temblor. Eran unos labios bonitos, carnosos y muy deseables.
—¿Podría hablar un momento con usted? —preguntó ella, nerviosa—. Es muy importante. Necesito pedirle un gran favor...
Un favor. No se podía negar que era un estilo de acercamiento nuevo. Louis sintió que se le arqueaban las comisuras de los labios e hizo lo peor que podría haber hecho: dejarse llevar por el interés en vez de alejarse.
La joven tenía una piel perlada preciosa, y el pelo sedoso y liso le caía por unos hombros esbeltos. Louis bajó la vista al escote, donde unos senos firmes, abundantes y blanquísimos se mantenían a duras penas dentro de la diminuta prenda de seda turquesa que alguien habría definido como vestido. No era alta, pero tenía unas piernas tan largas y espectaculares que no le hacían falta los tacones de diez centímetros que llevaba.
Mientras levantaba la vista para mirarle de nuevo los labios temblorosos, Louis reconoció que, con retoques cosméticos o sin ellos, aquél era el envoltorio más atractivo del lugar.
Al ver que no le contestaba, la joven se acercó un poco más y lo miró con sus ojos azules y luminosos.
—Verá, tengo un problema...
Estaba a punto de tocarlo. Louis se puso tenso al comprender que su estúpida vacilación la había impulsado a creer que estaba interesado.
—No —espetó antes de dar media vuelta y alejarse dando grandes zancadas.
______ lo maldijo mentalmente, presa de una punzada de frustración. Era un cerdo frío, maleducado y arrogante. Se preguntaba si por ser alto, moreno y asquerosamente atractivo se creía tan especial que no necesitaba ser amable con ninguna mujer.
—Pues no es mi tipo, señor Tomlinson —murmuró entre dientes.
Y menos si el tipo de Louis estaba representado por las mujeres que circulaban por allí aquella noche. A ______ se le agrió la mirada mientras contemplaba a los ricos y famosos reunidos en el lugar. Primero a los ricos, desde luego, porque el dinero era la mayor atracción de la velada. A la gente guapa le parecía lógico ofrecerse como mercancía ante los millonarios de Londres, pero se cuidaba de ocultar la oferta sexual bajo el honorable título de fiesta benéfica.
Se dijo que no debería haber ido. Si Elise no la hubiera convencido de que aquélla era la única forma de acercarse a un hombre como Louis Tomlinson, no habría asistido ni muerta.
—Le gustan las rubias provocativas —había dicho Elise—. No puede quitarles las manos de encima. Basta con ver la lista de sus quince últimas novias para saber que pierde el control cuando tiene delante a una rubia con buenas piernas.
______ pensó que no era precisamente lo que había ocurrido en su caso y trató de bajarse un poco la falda del vestido que le había hecho ponerse Elise.
—Es necesario que tengas el aspecto adecuado —había insistido su hermana—. Si pagas el precio exorbitante de las entradas a una fiesta como ésa, tiene que parecer que te sobra el dinero.
El precio escandaloso de la entrada ya era bastante grave, pero un vestido de cinco cifras sólo valía la pena si le quedaba bien a quien lo llevara, y ______ se sentía una prostituta barata.
—Hola, guapa...
El hombre que se le había acercado por detrás le pasó una mano por la cintura y le acercó la boca a un tirante.
CONTINUARA...
Louis Tomlinson observó, sombrío, que todas lo hacían. Jóvenes núbiles siliconadas, con el pelo cuidadosamente alisado y teñido de rubio, que se paseaban por la habitación estudiando a sus posibles víctimas, elegían al hombre más rico que pudieran encontrar, lo preparaban y disparaban para ver si había suerte. O si había mala suerte, según la perspectiva.
«A veces se gana, a veces se pierde», pensó mientras le daba la espalda a una jugadora impaciente que trataba de tentarlo.
Con una expresión de desprecio, se batió en retirada hacia el bar, situado en la esquina más alejada del salón, y pidió que le cambiaran la copa de champán que no había probado por otra de vino tinto.
Detestaba aquellas reuniones y, si su hermanastra no lo hubiera presionado, no habría ido. Pero le debía un favor a Daniella por haberle evitado una situación complicada con la mujer que había estado a punto de convertirse en su última amante, al advertirle que estaba casada y tenía un hijo. Enterarse de que hasta le había dado un nombre falso y en realidad era Elise Castle, la ex modelo casada con Leo Savakis, el poderoso empresario griego, no había hecho que Louis se sintiera muy bien consigo mismo.
Si las mujeres casadas no eran su tipo, las casadas con hijos y las mentirosas que fingían ser quienes no eran, menos aún, y Elise Castle encajaba en las tres categorías. Lo peor para él había sido reconocer hasta qué punto se había dejado engañar por unos ojos azules ingenuos y un buen par de senos sin operar.
En aquel momento ya no estaba seguro de nada. Tal vez el pecho y los ojos fueran sólo otra de las mentiras con las que la preciosa Elise lo había engatusado. Afortunadamente, no había llegado a intimar lo suficiente para descubrirlo. Aun así, estaba en deuda con Daniella por haberle permitido evitar un escándalo potencial antes de que le estallara en la cara.
Se dio cuenta de que le había dado por las metáforas armamentísticas y pensó que era una manera espantosa de pasar la noche de un sábado. Se preguntaba dónde estaría Daniella. Se enderezó hasta alcanzar su metro noventa de estatura y empezó a otear entre el mar de cuerpos que tenía enfrente buscando la silueta de sílfide de su hermosa hermanastra.
La encontró casi de inmediato. Con su melena negra y el vestido rojo que llevaba, era prácticamente imposible no verla. Estaba con un hombre bastante atractivo junto a una pared, en el otro extremo del salón, y Louis se quedó estupefacto al ver que estaba jugando a lo mismo que las demás. Estaba haciendo pucheros con absoluto descaro y tenía el pecho prácticamente encima de su acompañante, que la miraba con una sonrisa que indicaba su interés.
Se preguntó si Daniella llevaría silicona, pero al tomar conciencia de lo que estaba pensando maldijo entre dientes, porque no le importaba cómo fuera el pecho de su hermanastra. No era su tipo, ni lo había sido nunca; además, al ser de su familia, estaba y siempre había estado fuera de su alcance, y, por si fuera poco, sólo faltaban dos meses para que se casara con uno de sus mejores amigos.
Sin embargo, estaba allí, coqueteando con otro hombre. Louis se apartó de la barra enfadado y decidido a llevársela antes de que alguno de los buitres de la prensa que pululaban por allí la descubriera y le complicara la vida.
—¿Señor Tomlinson? —dijo una mujer de voz grave—. Siento mucho molestarlo, pero...
Louis se giró para encontrarse ante otra chica núbil que cumplía el requisito de la melena rubia y el pecho llamativo. La miró con expresión gélida, aunque la mirada aprensiva de aquellos ojos azules y grandes le hizo dudar sobre si debía darle la espalda. Y dudó aún más cuando la vio pasarse la punta de la lengua por los labios para tratar de ocultar un ligero temblor. Eran unos labios bonitos, carnosos y muy deseables.
—¿Podría hablar un momento con usted? —preguntó ella, nerviosa—. Es muy importante. Necesito pedirle un gran favor...
Un favor. No se podía negar que era un estilo de acercamiento nuevo. Louis sintió que se le arqueaban las comisuras de los labios e hizo lo peor que podría haber hecho: dejarse llevar por el interés en vez de alejarse.
La joven tenía una piel perlada preciosa, y el pelo sedoso y liso le caía por unos hombros esbeltos. Louis bajó la vista al escote, donde unos senos firmes, abundantes y blanquísimos se mantenían a duras penas dentro de la diminuta prenda de seda turquesa que alguien habría definido como vestido. No era alta, pero tenía unas piernas tan largas y espectaculares que no le hacían falta los tacones de diez centímetros que llevaba.
Mientras levantaba la vista para mirarle de nuevo los labios temblorosos, Louis reconoció que, con retoques cosméticos o sin ellos, aquél era el envoltorio más atractivo del lugar.
Al ver que no le contestaba, la joven se acercó un poco más y lo miró con sus ojos azules y luminosos.
—Verá, tengo un problema...
Estaba a punto de tocarlo. Louis se puso tenso al comprender que su estúpida vacilación la había impulsado a creer que estaba interesado.
—No —espetó antes de dar media vuelta y alejarse dando grandes zancadas.
______ lo maldijo mentalmente, presa de una punzada de frustración. Era un cerdo frío, maleducado y arrogante. Se preguntaba si por ser alto, moreno y asquerosamente atractivo se creía tan especial que no necesitaba ser amable con ninguna mujer.
—Pues no es mi tipo, señor Tomlinson —murmuró entre dientes.
Y menos si el tipo de Louis estaba representado por las mujeres que circulaban por allí aquella noche. A ______ se le agrió la mirada mientras contemplaba a los ricos y famosos reunidos en el lugar. Primero a los ricos, desde luego, porque el dinero era la mayor atracción de la velada. A la gente guapa le parecía lógico ofrecerse como mercancía ante los millonarios de Londres, pero se cuidaba de ocultar la oferta sexual bajo el honorable título de fiesta benéfica.
Se dijo que no debería haber ido. Si Elise no la hubiera convencido de que aquélla era la única forma de acercarse a un hombre como Louis Tomlinson, no habría asistido ni muerta.
—Le gustan las rubias provocativas —había dicho Elise—. No puede quitarles las manos de encima. Basta con ver la lista de sus quince últimas novias para saber que pierde el control cuando tiene delante a una rubia con buenas piernas.
______ pensó que no era precisamente lo que había ocurrido en su caso y trató de bajarse un poco la falda del vestido que le había hecho ponerse Elise.
—Es necesario que tengas el aspecto adecuado —había insistido su hermana—. Si pagas el precio exorbitante de las entradas a una fiesta como ésa, tiene que parecer que te sobra el dinero.
El precio escandaloso de la entrada ya era bastante grave, pero un vestido de cinco cifras sólo valía la pena si le quedaba bien a quien lo llevara, y ______ se sentía una prostituta barata.
—Hola, guapa...
El hombre que se le había acercado por detrás le pasó una mano por la cintura y le acercó la boca a un tirante.
CONTINUARA...
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
nuevaa lectoraaaaaaaaaaaaa, siguelaa ! me encanta OMG ,louis la rechaso, pero porque queria ___ acercarce a lou ?
Solee012
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Bienvenida!!!Solee012 escribió:nuevaa lectoraaaaaaaaaaaaa, siguelaa ! me encanta OMG ,louis la rechaso, pero porque queria ___ acercarce a lou ?
ya la sigo!
muy pronto lo sabras!
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Capitulo 1
Parte 2
Parte 2
—Hola, guapa...
El hombre que se le había acercado por detrás le
pasó una mano por la cintura y le acercó la boca a un tirante.
—¿Tienes problemas con el vestido? —añadió,
sujetando el tirante con los dientes— ¿Te puedo ayudar? ______ resopló
indignada.
—Quítame las manos y los dientes de encima
—espetó.
Acto seguido, se apartó y se alejó sin mirar
atrás. Al cabo de cinco pasos se dio cuenta de que sin querer había avanzado en
dirección a Louis Tomlinson. Al verlo se quedó paralizada. El atractivo italiano estaba tratando
de separar a una joven encantadora vestida de rojo de las garras posesivas de
otro hombre. La chica de rojo se volvió hacia él para protestar, pero luego le
echó los brazos al cuello y le estampó un beso en la boca.
«Ya veo cómo prefiere a las rubias», pensó ______,
abatida. La mujer que se acababa de disputar y que lo estaba besando era una
espléndida morena de labios ardientes. ______ se desesperó pensando que tal vez
no consiguiera cumplir su cometido.
—Estás borracha —le dijo Louis a Daniella.
—Un poco alegre —replicó ella con una sonrisa
calculada para disipar el enfado de su hermanastro. No tuvo éxito.
—Reconoce que estás borracha, cara —le aconsejó él, mientras la agarraba de las muñecas y le
apartaba los brazos del cuello—. Es la única excusa que aceptará Liam para lo
que estabas haciendo.
Daniella abrió mucho los ojos color chocolate y
puso cara de inocente.
—No estaba haciendo nada.
—Estabas seduciendo a ese tipo —la acusó.
—Estábamos coqueteando, nada más.
Louis la tomó de la mano y la llevó hacia la salida.
—¿Qué haces? —protestó ella.
—Te llevo a casa. No sé por qué te dejé
convencerme para que te trajera.
—¿Por qué querías divertirte?
—No me interesa esta clase de diversión.
—Y ése es el problema. Últimamente no haces más
que trabajar a destajo.
—Porque quiero.
—Y también quieres ser un gruñón, sí.
Louis apretó los labios, porque su hermanastra tenía razón: se estaba
convirtiendo en un gruñón; un gruñón amargado y negativo.
—Y todo porque una mujer te hizo creer que era un
encanto... —añadió Daniella.
—¿Igual que lo intentas tú?
—Eso no es justo. Yo soy un encanto. No miento ni
engaño a nadie.
—Díselo a Liam, no a mí. Si te hubiera visto con
ese tipo, habría cancelado la boda.
—Pero no está aquí, porque prefiere estar en la
otra punta del planeta haciendo de magnate famoso.
—Sin embargo, la prensa sí ha venido...
De pronto se le ocurrió algo que lo hizo pararse
en seco y volverse hacia ella con una mirada penetrante.
—¿De eso se trata? —le recriminó—. Querías que la
prensa te retratara haciéndote la vampiresa, pero con la tranquilidad de saber
que me tenías cerca para sacarte de cualquier embrollo. Me has arrastrado a
este lugar, que no es más que un burdel caro, sólo para castigar a Liam,
¿verdad?
—Lo odio. Puede que hasta decida no casarme con
él. Se supone que soy el amor de su vida, pero no le he visto el pelo en dos
semanas.
Cuando se le quebró la voz, Louis notó que estaba conteniendo
las lágrimas y suspiró.
—Ven aquí, tonta —dijo, estrechándola entre sus
brazos—. Sabes que Liam besa el suelo que pisas, pero está tratando de
adelantar todo el trabajo posible para poder disfrutar a sus anchas del largo y
maravilloso viaje de novios que tenéis planeado.
—Cuando me llama tengo la impresión de que
preferiría estar haciendo cualquier otra cosa antes que hablar conmigo. No soy
un felpudo; me niego a dejar que me pisotee.
Louis desvió la vista.
—¡Te estás riendo de mí! —espetó Daniella.
—En absoluto.
En realidad, lo que estaba haciendo Louis era mirar los ojos
azules cargados de pesimismo de la rubia que se le había acercado unos minutos
antes, y que en aquel momento estaba a unos tres metros de distancia mirándolo
como si fuera una víbora. Sintió una punzada entre las piernas. Las señales
contradictorias que emitía la joven mientras lo miraba así con aquel vestido, o
con lo que el vestido no cubría, le estaban alterando los sentidos.
No sabía quién era aquella rubia. Pensó en la
posibilidad de quedarse a averiguarlo, pero no estaba seguro de querer saberlo.
Se le endureció la mirada y se contestó que no, que no sentía la menor
curiosidad. El salón estaba lleno de prostitutas de lujo con vestidos caros; no
necesitaba comprarse mujeres, y además, aquélla era más adecuada para el hombre
que se le estaba acercando por detrás en aquel momento, mirándola de arriba
abajo como si fuera su próximo piscolabis. A pesar de sus reparos, mientras le
recorría las piernas con la mirada, Louis tuvo que reconocer que era un piscolabis muy apetitoso.
Se preguntaba si tendría el pelo del pubis del
mismo tono dorado que el de la cabeza. Volvió a desviar la vista. Sabía que
Daniella le estaba hablando, pero no la oía. La curiosidad sexual estaba
tratando de apoderarse de él y le estaba haciendo hervir la sangre.
Notó que la rubia se ponía tensa y, cuando volvió
a mirarla a los ojos, se dio cuenta de que le había leído el pensamiento, porque
se había ruborizado.
«¿Tú también sientes la chispa, cara?», le dijo con la mirada. «Pues es
una pena, porque no me interesan tus servicios».
El hombre que se había acercado a ella, un rubio
alto y atractivo, le acarició los brazos y se agachó para susurrarle algo al
oído. Louis
la vio estremecerse, sacudir la cabeza y girarse con una sonrisa.
—Hola —dijo ______, aún tensa porque Louis Tomlinson había
estado mirándola como si fuera un objeto sexual a la venta.
—Hola —contestó Mark—. ¿Has tenido suerte?
—Más quisiera. Míralo.
______ suspiró y volvió a mirar a Louis, que estaba
abrazando a la morena. Mientras lo examinaba de pies a cabeza calculó que debía
de medir más de un metro noventa. Llevaba un traje negro, y se notaba que tenía
los hombros anchos y las piernas largas y fuertes. La camisa blanca daba un
aspecto tan cálido y saludable al tono dorado de su piel que, muy a su pesar, ______
no pudo evitar que se le hiciera la boca agua.
Elise había dicho que tenía cuerpo de atleta. Al
verlo cuando empezaba a llevar a la morena hacia las puertas que conducían al
vestíbulo del hotel, ______ entendió a qué se refería. Se movía con elegancia y
agilidad, y estaba segura de que no tenía ni un gramo de grasa.
Su historial lo decía todo. Estado civil: soltero.
Edad: treinta y tres años. Aficionado al esquí alpino y al acuático. Dueño de
una motora de carreras con la que competía cuando tenía tiempo, los fines de
semana. Propietario de casas en Londres, París, Mónaco y, por supuesto, su
Milán natal, además de un enorme albergue privado en el famoso Gigante Park,
donde le gustaba pasarse los inviernos perfeccionando su técnica de esquí, sin
duda impecable. Heredero de la fortuna familiar y responsable de las
inversiones que habían triplicado aquella fortuna y los habían situado a él y
al apellido Tomlinson en los primeros puestos de las listas de ricos y famosos.
En otras palabras, era un italiano alto, moreno,
muy atractivo y muy rico, con una sensualidad de escándalo y todo el
engreimiento y la arrogancia que cabía esperar de un historial tan
impresionante como el suyo.
No era de extrañar que le hubiera dado la espalda
sin concederle la oportunidad de explicarse. Los hombres como él se creían un
partido demasiado valioso para que a una mujer pudiera interesarle acercarse a
ellos por algo que no fuera su cuerpo espléndido y su fortuna incalculable.
______ se sonrió pensando en lo mucho que se
equivocaba con ella. El mundo estaba lleno de millonarios ególatras; bastaba
con echar un vistazo al salón para comprobarlo. En cambio, los hombres de honor
eran una especie en vías de extinción. .
—Según Elise, sólo le gustan las rubias —le dijo a
Mark—, pero no se despega de esa morenaza. ¿Cómo pretendía que consiguiera
acercarme?
—Mira que eres idiota. ¿No sabes quién es la
morena? Es la veleta de Daniella Leeson, su hermanastra. Es hija de los dueños
de la cadena de hoteles Leeson y está a punto de casarse con el mejor amigo de Tomlinson,
Liam Payne otro peso pesado de la hostelería. ¿No lees nada de lo que publico?
______ sacudió la cabeza sin dejar de mirar a Louis, que se había
parado en el vestíbulo para ayudar a su hermanastra a ponerse el abrigo. Tenía
que reconocer que su perfil era espectacular, con los pómulos marcados y las
pestañas larguísimas.
Cuando terminó de ponerle el abrigo a Daniella, Louis la tomó de la
barbilla y sonrió mientras murmuraba algo que le arrancó una sonrisa. ______
observó que, cuando quería, podía ser increíblemente encantador y no le gustó
nada el repentino cosquilleo que sintió en el estómago. Se preguntaba si habría
utilizado aquel aspecto de su personalidad para que Elise hubiera cometido la
estupidez de poner en peligro su matrimonio por él. Según le había contado su
hermana, él la había perseguido, y ella había tratado de guardar las
distancias. Pero ______ estaba segura de que ninguna mujer habría podido
mantenerlo alejado, si Tomlinson no quería, y no le sorprendía que Elise se
hubiera rendido con tanta facilidad.
—Lo he echado todo a perder —murmuró—. Mira, se
van.
Mark la tomó de la mano y la llevó hacia el
vestíbulo.
—Esto no ha terminado. No podemos dejar a Elise en
la estacada después de tantos preparativos. Aún puedo salvar la situación. El
problema es que has insistido en intentarlo por las buenas y no ha resultado.
Esta vez haz lo que planeamos, ¿de acuerdo? Préstame atención.
Mark se ganaba la vida persiguiendo a los ricos y
famosos para pescarlos con las manos en la masa y sabía cómo actuar en aquellas
circunstancias.
—Voy a captar la atención de Daniella —continuó—.
Lo único que tienes que hacer es acercarte a él en el momento en que yo me acerque
a ella. Como máximo, puedo conseguirte diez segundos, así que no te entretengas
y, por lo que más quieras, no te pongas a pensar. Es nuestra última
oportunidad.
Cuando llegaron al vestíbulo, ______ sentía que
las instrucciones de Mark le tensaban los músculos. Louis Tomlinson y su hermanastra ya estaban
avanzando hacia la salida.
—¡Señorita Leeson! —gritó Mark—. ¿Dónde está su
futuro esposo?
Daniella se detuvo, giró en redondo y, cuando lo
vio con la cámara, improvisó una sonrisa.
—Está en...
—Venga —le dijo disimuladamente Mark a ______.
Ella se dejó dominar por la impaciencia de Mark y
avanzó con la sensación de que tenía las piernas de gelatina. Como Louis se había vuelto
para ver a su hermanastra posando ante el odioso paparazzi, no la vio llegar por
el lateral. ______ se situó delante de él y, sin darse tiempo para pensar, le
tomó la cara con las dos manos, se puso de puntillas y lo besó en la boca.
Sintió que una corriente de alto voltaje le encendía el cuerpo y no supo quién
de los dos estaba más estremecido. Le ardía la piel y le temblaban las manos.
CONTINUARA...
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Nueva! Lectora! Siguee! Pliss!:))
Lucy ...
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Bienvenida!!! :cherry:Lucy ... escribió:Nueva! Lectora! Siguee! Pliss!:))
ya la sigo! ;)
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Capítulo 1 parte 3
Louis tardó unos segundos en comprender qué estaba pasando, y para entonces,
la mujer ya estaba devorándole la boca. La tomó de la cintura con intención de
quitársela de encima. Vio un flash, apartó la boca y se encontró ante la misma
rubia que se le había acercado antes.
—Madre de
Dio —exclamó—. ¿Qué haces?
El flash lo iluminó una vez más. Ella lo tenía
sujeto por la nuca y lo estaba mirado, con los ojos azules llenos de culpa y el
pintalabios corrido.
—Lo siento —susurró con la respiración
entrecortada—, pero no me has dejado alternativa.
______ empezó a apartarse. La cámara los seguía
retratando. En vez de dejarla retroceder, Louis la aferró por la cintura y
la hizo quedarse donde estaba. Estaba ciego de cólera.
—¿Alternativa respecto a qué? —preguntó.
Ella forcejeó tratando de soltarse. Lo que pasó
después le hizo contener la respiración, y él supo por qué. Estaban pegados,
pelvis contra pelvis.
—Dio —maldijo
Louis.
—Oh, Dios. Estás... Tienes...
—No necesito que me digas lo que ya sé. Sólo
necesito que me expliques qué pretendes con esto.
—Pues...
—De acuerdo, chica. Vamos.
Louis miró al fotógrafo y se preguntó por qué no había reparado antes en que
llevaba una cámara al cuello. Apretó los labios y se contestó que porque había
estado demasiado ocupado mirándola a ella para prestar atención a cualquier
otra cosa.
—Ha sido un montaje —dijo entre dientes.
—Suéltame, por favor —suplicó ______.
—No, ni aunque te desmayes.
Louis echaba fuego por los ojos cuando vio que Daniella se volvía y los
miraba con perplejidad. Se sentía tan desconcertado como ella. El fotógrafo
aprovechó el momento de distracción para escabullirse por la puerta.
—Tú te vienes conmigo —le dijo a la mujer que lo
había asaltado—. Quiero una explicación.
Sin darle oportunidad de protestar, la tomó de la
muñeca y la arrastró hacia la salida.
—¡ Louis...! —gritó Daniella mientras corría tras ellos.
Fuera soplaba una brisa fresca. Louis estaba furioso. Más
que furioso, estaba colérico. Debía de tener el instinto adormecido, porque de
lo contrario no habría caído en aquella trampa.
—Por favor... —imploró la rubia.
—Cállate.
Louis le apretó más la muñeca. Notó que hacía un gesto de dolor, pero no le
importó. Cuando vio que Dino, su chófer, acercaba la limusina y se apeaba,
avanzó hacia él, llevando a su cautiva casi a rastras.
—Consigue un taxi y lleva a casa a la señorita
Leeson —le ordenó.
—Pero... Louis... —protestó su hermanastra.
Él no le hizo caso. Ni a ella ni a la rubia que
forcejeaba desesperada para que la soltara. Abrió la portezuela del asiento del
acompañante de la limusina y trató de empujarla dentro. Ella clavó los tacones
en el suelo.
—No...
Louis la levantó en brazos y la metió en el vehículo. Cuando ella trató de
salir y abrió la boca para pedir ayuda a gritos, se agachó y la calló con un
beso. Se dijo que no disfrutaba de los besos por despecho, y menos cuando la
destinataria era una mujer que más que un beso merecía una bofetada. Sin
embargo, aquel beso le provocó un intenso placer, sobre todo cuando sintió el
grito en la boca y le introdujo la lengua para acallarlo.
Ella se estremeció. Sabía a champán y a
pintalabios. El beso la dejó temblando, conmocionada.
—Ahora escúchame —dijo Louis mientras le ponía el
cinturón de seguridad—. No sé cuánto te habrá pagado tu cómplice por hacer
esto, pero por si no lo has notado, no era el único cazador de escándalos del
lugar. La jauría se ha olido una historia y se nos va a echar encima.
Después de aquella advertencia se enderezó, cerró
la portezuela y corrió al otro lado del vehículo, mientras ______ volvía la
cabeza para ver a un ejército de periodistas reunidos en la puerta del hotel.
Al cabo de los segundos que tardó en asimilar la situación, Louis ya estaba sentado a
su lado, en el asiento del conductor. El chófer había dejado el motor en
marcha, y arrancaron justo cuando la prensa se abalanzaba con sus cámaras.
______ contemplaba aquel desastre como si fuera
una tira cómica. Hasta la hermanastra de Tomlinson desempeñaba su papel en el
disparatado argumento. Estaba de pie junto al bordillo mirándolos alejarse
mientras el chófer trataba amablemente de subirla a un taxi.
No veía a Mark por ninguna parte.
Se desesperó, segura de que su querido hermano
materno había corrido a publicar la primicia sin pensar en qué situación la
había dejado. Miró asustada al hombre que tenía a su lado y se estremeció.
Tenía mirada de asesino.
—Por favor, para el coche para que me pueda bajar
—le suplicó.
Él no contestó y se adentró en el tráfico, con los
labios apretados y haciendo caso omiso a las protestas de los otros
conductores.
—Oye, sé que estás enfadado —añadió ella, con voz
trémula—. Y sé que tienes derecho, pero...
—Grazie.
—¡Esto es un secuestro!
—Pues denúnciame. Tendría gracia.
______ se estremeció. No le parecía gracioso nada
de lo que había pasado desde que se había dejado convencer por Mark y Elise
para participar de aquel circo. Había pasado de estar refugiada tranquilamente
en Devon para curarse el corazón destrozado a estar en Londres permitiendo que
su hermana la enredara con las complicaciones de su vida amorosa.
—No es lo que piensas —balbuceó.
—No sabes qué pienso.
—No me han pagado para...
—¿Para seducirme? —dijo él, quitándole las
palabras de la boca—. Es un alivio saber que aún tengo algo de capacidad de
atracción natural.
Precisamente, el problema era que tenía demasiada
capacidad de atracción.
—¿Siempre eres tan desagradable cuando te pillan
por sorpresa? —preguntó ella—. De acuerdo, he tratado de seducirte. ¿Qué tiene
de raro para un hombre como tú? Por lo que he oído, la mitad de las mujeres de
Europa han hecho lo mismo, y no todas por tu atractivo sexual.
Él le lanzó una mirada incendiaria.
—Me ha parecido notar un atisbo de desprecio en tu
voz, ¿me equivoco?
—¡No! Los hombres como tú se creen los dueños del
mundo. Hacéis lo que queréis cuando queréis. Elegís a las mujeres que se os
antojan y no os importa herirlas.
—¿Te he hecho algo malo?
—¿Quieres decir que no lo sabes a ciencia cierta?
—replicó ella, sin poder reprimir el sarcasmo.
Se
detuvieron en un semáforo, y Louis se giró en el asiento. El poder que emanaba la envolvió como una
toalla caliente. Notó que le estudiaba el cuerpo y las facciones mientras
repasaba su enorme base de datos de mujeres tratando de identificarla. Sintió
la tentación de mentir, aunque sólo fuera para confundirlo, pero sabía que no
tardaría en establecer el parentesco que podría haber descubierto horas antes,
si hubiera sido más observador.
—No —dijo al fin.
______ no pudo evitar pensar en cuánto la había
herido un hombre como él, y lo miró con rencor. Después respiró profundamente y
le evitó la molestia de tener que seguir pensando.
—Elise Castle —añadió con un suspiro.
CONTINUARA...
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
siguelaaaaaaaaaaaaaaa.
Besos xx
Invitado
Invitado
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Noooooooooooooooooooooooooooooooooo, me mueroo, que buena que esta, el otro le rompio el corazon a elise ! :P
Solee012
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Est súper buen sigue!
darrencrissbowties:)
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
ya la sigo! :cherry:palomagovi escribió:siguelaaaaaaaaaaaaaaa.
Besos xx
por cierto Bienvenida!
gracias por pasarte por mi nove!
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
sii y cada vez se pone mejor ;)Solee012 escribió:Noooooooooooooooooooooooooooooooooo, me mueroo, que buena que esta, el otro le rompio el corazon a elise ! :P
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
ya la sigo!darrencrissbowties:) escribió:Est súper buen sigue!
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: Una Novia Para el Italiano |Louis Tomlinson y Tu| (Adaptación)
Capítulo
2
Part 1
2
Part 1
______ notó con amargura que el nombre había
tenido el efecto deseado. Contuvo la respiración mientras esperaba a que Louis
se recuperara y soltara una riada de preguntas iracundas, pero como no dijo ni hizo
nada, acabó por tomar la iniciativa y rompió el silencio.
—¿Ese nombre no significa nada para ti? —preguntó
con sorna.
Los faros de un vehículo que pasaba les iluminaron
la cara momentáneamente. ______ sólo alcanzó a ver la frialdad con que la
miraba. Por algún motivo, cuando volvió la penumbra le miró la boca, una boca
que ya le resultaba extrañamente conocida. Se pasó la lengua por los labios y
notó que aún podía sentir su sabor.
Las luces del exterior volvieron a iluminar el
coche y le devolvieron la atención a los ojos de Louis, entrecerrados y con una
expresión implacable, como los de un halcón que esperase para apresar a su
próxima víctima. Sintió que le faltaba el aire y se le aceleraba el corazón.
Era tan atractivo que daba miedo mirarlo; tenía la proporción exacta de belleza
y virilidad. Entreabrió la boca para ayudarse a respirar y, cuando lo vio bajar
la vista, se pasó la lengua por los labios para tratar de controlar el temblor
nervioso que le provocaba la intensidad de su mirada.
La tensión sexual electrizaba el ambiente. ______
sintió la presión de los pezones endurecidos contra el vestido. El volvió a
mirarla a los ojos con una complicidad aterradora. Sabía lo que estaba
pensando. Lo sabía.
En aquel momento, el semáforo se puso en verde y los
obligó a reanudar la marcha. Embelesada, ______ observó el perfil y las manos
de Louis mientras doblaba una esquina. Al cabo de unos segundos de contener la
respiración sintió que le quemaba el pecho.
—Ese nombre significa mucho para mí —contestó él
al cabo de un rato—. Y tú no eres Elise.
No, ______ no era Elise. Era su hermana pequeña,
menos atractiva y más sensata. En realidad, ya no estaba tan segura de su
sensatez. Las personas sensatas no se dejaban enredar en las complicaciones de
la vida amorosa de los demás y, mucho menos cuando se trataba de la vida
amorosa de hombres tan arrebatadores como aquél. Las personas sensatas no se
enamoraban de atractivos italianos con un amplio repertorio de palabras
románticas y una técnica de seducción patentada, y ella se había enamorado.
Tuvo que cerrar los ojos para tratar de quitarse
la imagen de Zayn de la cabeza. Zayn, el moreno alto y fascinante que había
sido tan cálido, atento y posesivo cuando salían, y tan excitantemente intenso
y apasionado cuando estaban desnudos en la cama. Habían pasado seis semanas
maravillosas viviendo juntos en el piso de Nápoles, y le había asegurado que la
quería.
«Ti amo, mía
bella cara», le murmuraba con su voz grave.
Y ella estaba segura de que lo quería. No se había
dado cuenta de lo ingenua y estúpida que había sido hasta que antes de que se
volviera a Inglaterra, él le había dicho: «Nos hemos pasado muy bien, ¿verdad, amore? Es una pena que se tenga que
terminar».
Se estremeció al recordarlo.
—He dicho que no eres Elise —insistió el otro
italiano, con acento marcado.
______ abrió los ojos y volvió a la realidad.
—No —reconoció—, pero casi nadie lo notaría
viéndome de espaldas...
En aquel momento, Louis empezó a entender qué
ocurría. Revivió mentalmente la forma en que aquella mujer lo había abordado,
justo antes de que se dispararan las cámaras. Como un animal que oliera el
peligro en el ambiente, percibió el tufillo de un escándalo planeado
deliberadamente para relacionarlo con Elise Castle, la esposa de Leo Savakis.
Pero era un escándalo que creía haber eludido. Por lo que sabía, la encantadora
Elise había reconocido lo erróneo de su proceder la última vez que habían
hablado por teléfono, antes de que él cortara todo contacto con ella y volviera
rápidamente de Londres a Milán. Según Daniella, se decía que desde entonces no
se la había vuelto a ver en las reuniones sociales.
No entendía qué pretendía la criatura taimada que
estaba a su lado ni por qué se había esforzado tanto para hacerse pasar por
Elise ante las cámaras.
—Explícate —le ordenó.
______ pensó que aún era demasiado pronto para
decirle la verdad, y apretó los labios. Después de haber llegado tan lejos, no
iba a estropearlo todo hablándole del artículo de Mark antes de que saliera
publicado. Ya había revelado más de lo que debía.
—Sé que no eres tonto —dijo, eludiendo el asunto—.
Deberías saber que puedes tener graves problemas por retenerme contra mi
voluntad, así que para el coche y deja que me vaya.
—Ni loco.
Al ver cómo le miraba las piernas, ______ trató
infructuosamente de cubrirse un poco más con el vestido. Conocía aquella
mirada; era tan antigua como la especie humana. Había permitido que notara que
se sentía atraída por él, y la estaba estudiando para ver qué le podía ofrecer.
—Si de verdad crees que...
—¿Te arrepientes de haber tratado de seducirme, cara? —se burló él—. ¿Te preguntas si no
te habrás metido en camisas de once varas conmigo? Pues voy a confirmarte que
sí, en efecto. Lo has conseguido: me gustas. Ahora vas a jugar a mi manera.
—Estás loco.
Louis no negaba que era posible, pero ninguna
mujer, ninguna, jugaba con él y se salía con la suya.
—Me bajo —dijo ______, estirándose para abrir la
portezuela.
Él activó el bloqueo de las puertas y pisó el
acelerador. ______ tuvo ganas de gritar cuando empezó a caer en la cuenta del
peligro de la situación en la que se había metido. Toda su información sobre Louis
Tomlinson estaba recogida en los pocos detalles que le habían dado Mark y
Elise. No podía saber si era una especie de depravado sexual que se paseaba
impunemente por Europa porque podía comprar el silencio de las víctimas.
Se le puso la carne de gallina y se aferró al
bolso sin asas para sentir el contacto tranquilizador del móvil. Se preguntaba
cuánto tiempo necesitaría para llamar a la policía antes de que Louis
reaccionara. Lo miró de reojo, con el corazón en un puño y los dedos tensos en
el broche del bolso. No parecía un loco; sólo un hombre muy enfadado, y ______
no podía negar que tenía derecho a estarlo.
—Tu cómplice no se ha quedado a protegerte —señaló
él con seriedad.
Al parecer, se refería a Mark.
—No...
—A menos que vaya en uno de los coches que nos
siguen, claro.
______ se volvió para mirar por la luna trasera.
—Por lo menos hay tres que sé que son de los
paparazzis —añadió Louis —. Y es probable que haya más aún.
Ella se volvió a girar para mirarlo.
—Pero ¿para qué nos siguen?
—Si fueras tan ingenua como para no saberlo, no me
habrías elegido como víctima de tu truco publicitario.
______ se apresuró a sacudir la cabeza. Aquello se
estaba saliendo de madre por completo.
—No, no lo entiendes. Esto no era...
—Es igual. Ya estamos aquí.
Mientras ella se preguntaba qué querría decir,
ante sus ojos apareció uno de los edificios de pisos flamantes y relucientes
que se alzaban junto al río. Louis dio un volantazo para entrar por el camino,
piso el freno, se apeó de la limusina y corrió a abrirle la portezuela.
______ no se movió ni siquiera para mirarlo.
Siguió con la vista al frente, temblando y sintiendo que le iba a estallar el
corazón.
—¿Vas a salir por las buenas, o tengo que llevarte
en brazos? —dijo él.
Dado que ya había visto que era perfectamente
capaz de cargársela al hombro, ______ tragó saliva y optó por la alternativa
más digna: se desabrochó el cinturón y bajó del coche. Le resultaba extraño
estar tan cerca de él. Aunque no tenía sentido que se sintiera rara, porque
incluso había estado entre sus brazos, en aquel momento, Louis le parecía más
alto, más poderoso y más peligroso que antes.
Se estremeció, aterrada, y estuvo a punto de
echarse a correr hasta que oyó la sinfonía de portezuelas. Los paparazzis
habían llegado y estaban bajándose de los coches.
Louis maldijo entre dientes y la rodeó con un
brazo. Las cámaras empezaron a disparar sus flashes.
—Mira aquí, Elise —le gritó uno de los fotógrafos.
Pero el italiano ya la había llevado al interior.
—Mantenlos fuera —le ordenó Louis al guardia de
seguridad del vestíbulo.
Antes de que ______ se enterara de qué estaba
pasando, estaba en un ascensor con él. Todo había pasado muy deprisa. No había
tenido tanto miedo en toda su vida. La cabeza le daba vueltas, y le flaqueaban
las piernas. El pánico le hizo perder el equilibrio, y resbaló, haciendo
chirriar los tacones contra el suelo. Después levantó un brazo para golpear con
el bolso a Louis, que interceptó el golpe como si espantara una mosca.
—Cálmate —le dijo.
Ella no quería calmarse y siguió forcejeando.
—Suéltame. ¡Suéltame!
______ echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca
para gritar, pero el grito se le quedó atragantado. Louis no trató de
tranquilizarla como había hecho fuera del hotel, sino que se quedó mirándola a
los ojos.
Era una locura. Toda la noche había sido una
locura, pero aquél era el momento más delirante, porque parecía que los dos se
habían quedado paralizados de repente.
El pánico se dispersó, y ______ se olvidó de
respirar. Por lo que podía ver, él tampoco estaba respirando, y fruncía el ceño
como si tampoco entendiera qué estaba sucediendo.
Se sorprendió pensando que tenía unas cejas y unas
pestañas increíbles. De hecho, era tan atractivo que imponía. Tenía una
estructura facial perfecta: frente amplia, pómulos marcados, nariz estrecha y
barbilla perfectamente simétrica. Los ojos no eran exactamente grises, sino de
un color extraño, verde con vetas plateadas. Tenía una piel maravillosa, tersa
y dorada, y una boca incomparable.
Se dijo que no debía mirarle la boca, pero no lo
pudo evitar. Los labios suaves y entreabiertos eran una tentación irresistible.
Como cada vez que lo miraba atentamente, sintió un temblor en los labios y se
pasó la punta de la lengua para aplacarlo.
El suspiró y le acarició la cara con su aliento
cálido, perfumado con los aromas de un vino arrutado. Ella tragó saliva, lo
miró a los ojos y comprendió lo que iba a pasar. La iba a besar. No para
acallar sus gritos, ni siquiera por despecho, sino porque...
yamii_jjonatikacrazy!!
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