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UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
Nombre: Una Boda Sorpresa
Autor: Janelle Denison
Adaptación: Si
Género: Romantico
Advertencias: es una nove corta
Otras Páginas: Si
Hola chicas, soy nueva en el foro y decidi pubilcar esta novela. Ya la he publicado en otro foro pero quise compartirlas con ustedes por estos lugares xD Espero que les guste :) Que dicen.. ¿La sigo? (acepto todo tipo de comentarios y/o criticas)
INTRODUCCION
_____ Holbrook creia que no podia tener hijos. Sin embargo, milagrosamente, después de pasar una sola noche con Joseph Jonas, se habia quedado embarazada. Estaba encantada con la noticia, pero no le hacia ninguna gracia el empeño de Joe de casarse con ella, puesto que el ya la habia abandonado una vez y nada le aseguraba que sus sentimientos fueran duraderos. Joe siempre habia querido a _____, incluso cuando era el rebelde del pueblo y nadie creia en el. Tras pasar varios años fuera y convertirse en un importante empresario, no pensaba esperar mas tiempo para casarse con ella, aunque tuviera que fingir durante una temporada que unicamente lo hacia por el bien del bebe.
Autor: Janelle Denison
Adaptación: Si
Género: Romantico
Advertencias: es una nove corta
Otras Páginas: Si
Hola chicas, soy nueva en el foro y decidi pubilcar esta novela. Ya la he publicado en otro foro pero quise compartirlas con ustedes por estos lugares xD Espero que les guste :) Que dicen.. ¿La sigo? (acepto todo tipo de comentarios y/o criticas)
INTRODUCCION
_____ Holbrook creia que no podia tener hijos. Sin embargo, milagrosamente, después de pasar una sola noche con Joseph Jonas, se habia quedado embarazada. Estaba encantada con la noticia, pero no le hacia ninguna gracia el empeño de Joe de casarse con ella, puesto que el ya la habia abandonado una vez y nada le aseguraba que sus sentimientos fueran duraderos. Joe siempre habia querido a _____, incluso cuando era el rebelde del pueblo y nadie creia en el. Tras pasar varios años fuera y convertirse en un importante empresario, no pensaba esperar mas tiempo para casarse con ella, aunque tuviera que fingir durante una temporada que unicamente lo hacia por el bien del bebe.
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
segunda lectora seve muy interesante la nove
bueno ahora me presentare me llamo
fernanda pero puedes decirme nani
estare esperando el primer cap
y bienvenida al foro
bueno ahora me presentare me llamo
fernanda pero puedes decirme nani
estare esperando el primer cap
y bienvenida al foro
Nani Jonas
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
CAPITULO 1
El choque con el pecho de aquel hombre tan masculino dejó a _____ Holbrook sin aliento y viendo algunas estrellas. Era como si hubiera surgido de la nada, aunque estaba segura de que acababa de salir del banco al que ella se dirigía. Eso era lo que había conseguido por ir mirando los nuevos folletos de propaganda de su floristería, en lugar de fijarse por dónde iba.
—¿Te encuentras bien?
La voz del hombre era profunda, fuerte e increíblemente sexy. Aún aturdida, _____ parpadeó y alzó la mirada, disponiéndose a disculparse. Pero las palabras no alcanzaron a salir de sus labios. Era un hombre alto, con unos hombros lo suficientemente anchos como para que una mujer de pequeña estatura como _____ se perdiera por completo en ellos. La estaba mirando. Al menos, suponía que lo estaba haciendo a través de unas oscuras gafas de sol. No podía verle los ojos, y lamentó que ocultara en parte un rostro tan atractivo. Sus rasgos parecían tallados en firmes líneas y ángulos, excepto la nariz, que parecía haberse roto en otra época. Los sensuales y bien conformados labios y el pelo negro y corto solo acentuaban su atractivo.
Vestía una elegante camisa de seda beige, pantalones marrones perfectamente planchados y zapatos italianos.
No era de Whitaker Falls, Virginia, ni de sus alrededores. De eso estaba segura. Por un lado, en su pueblo no había gente tan sofisticada y, por otro, ya se habría extendido el rumor de que un hombre tan atractivo se había instalado por allí. ¿Habría ido a visitar a alguien?
—¿Sigues aquí? —el hombre ladeó la cabeza y sonrió. El hoyuelo que apareció junto a una de las comisuras de sus labios hizo que _____ volviera a quedarse sin aliento.
«Conozco ese hoyuelo, y esa devastadora sonrisa», pensó, pero apartó enseguida aquella idea como algo absurdo.
—Ya que parece que te has quedado sin respiración por mi culpa, ¿qué te parece si te administro el boca a boca? —sugirió él en tono divertido—. Estaré encantado de hacerlo...
_____ se ruborizó.
—Sí... quiero decir no —gimió, mortificada. No recordaba la última vez que se había sentido tan avergonzada. Volvió a intentarlo—. No a la oferta de resucitarme, y sí me encuentro bien.
—Qué decepción —murmuró el hombre.
La mirada de _____ se detuvo en sus labios, imaginando que realmente podrían revivir a una mujer.
De pronto se dio cuenta de que la estaba sujetando por el brazo. Tenía los dedos muy cerca de uno de sus pechos, y al hacerse consciente del leve e inocente roce, su pulso se aceleró de forma irregular.
—Sobre todo estoy avergonzada —dijo, tensa—. Debería prestar más atención a por dónde voy.
—Y yo debería haber hecho lo mismo —dijo él, compartiendo la culpa.
Su pulgar acarició inocentemente el brazo de _____, y una nueva descarga de sensaciones recorrió la piel de ésta. Incapaz de soportar por más tiempo el contacto físico, apartó el brazo con delicadeza. El movimiento hizo que se le resbalara la tira del bolso del hombro a la vez que se le caían parte de los folletos.
Gimiendo interiormente ante el nuevo descalabro, y tratando de ocultar el rubor que volvió a cubrir su rostro, se agachó para recogerlos.
Él se agachó junto a ella y tomó uno de los folletos, pero no se lo devolvió. Mientras recogía el resto, _____ era consciente de que él la observaba. Finalmente, alzó la mirada, y le irritó que aquellas gafas le impidieran ver sus ojos. Sabía que la estaba mirando, pero no sabía qué parte de su cuerpo estaba mirando.
Incómoda ante aquel intenso escrutinio, buscó algo que decir.
—Estoy bien, en serio —murmuró, por si la inspección a la que la estaba sometiendo el desconocido no fuera más que preocupación por el encontronazo. Casi rio al pensar aquello. ¿A quién trataba de engañar? Aquel hombre había despertado en ella unas emociones que había enterrado hacía tiempo, y unos tentadores pensamientos que ninguna mujer en su sano juicio habría tenido respecto a un hombre con el que se había topado hacía apenas dos minutos.
—Estás más que bien —dijo él, con voz ronca—. Eres absolutamente preciosa.
_____ quiso derretirse a sus pies, pero eso no habría estado bien. ¿Cómo podía hacerle sentirse aquel hombre tan especial, tan deseada, con solo tres palabras? Nunca se había considerado «preciosa». Suponía que era más o menos bonita, pero su sencilla belleza no solía animar a los hombres a decirle cosas como aquella. Desde luego, no era especialmente voluptuosa, sino más bien delgada y con delicadas curvas. Tenía una pequeña melena castaña que normalmente llevaba sujeta en un moño alto, como ese día, y había heredado unos ojos marrones bastante normales con destellos dorados en el centro. El resto de sus rasgos faciales tampoco tenían nada de espectacular.
«Tienes la boca más dulce que he visto y saboreado».
El recuerdo de aquellas palabras, pronunciadas once años atrás, pasó por su mente. Un hombre apreció aquella característica física suya y se lo demostró pasando horas enseñándole todas las delicias sensuales que podían encontrarse en su boca... y en la de él.
_____ cerró los ojos y se estremeció levemente al recordar. Y junto al recuerdo llegó el apagado dolor de la pérdida, de la confusión y del dolor de un corazón que nunca había llegado a sanar del todo.
«¿Por qué ahora?»
—No pretendía inquietarte con el cumplido.
_____ abrió los ojos y se encontró de nuevo frente aquella atractiva sonrisa. Aquel irresistible hoyuelo. Aquel hombre era un desconocido y, sin embargo, había algo familiar en él. Algo que no lograba captar. Una conexión...
—¿Nos hemos conocido antes? —preguntó, a la vez que se erguía.
La expresión del hombre no reveló nada.
—Supongo que sí, en otra vida.
¿Era aquello un sí o un no? Su ambigua respuesta frustró a _____, haciendo que su curiosidad aumentara.
—Y yo supongo que debería presentarme. Soy _____ Holbrook, la patosa propietaria de la floristería _____ and Charm, situada en Whitaker Town Square —sonrió y alargó una mano, esperando que el hombre la correspondiera presentándose a su vez—. Y te prometo que no soy ni la mitad de patosa con los encargos de mis clientes.
La risa profunda y grave del hombre le pareció maravillosa. Tomó la mano que _____ le ofrecía, pero en lugar de estrecharla, como ella esperaba, la acercó a su boca y le rozó la punta de los dedos con los labios, ligeramente húmedos.
—Es un placer —murmuró.
El inesperado gesto anonadó a _____. Su estómago se encogió y sintió un momentáneo mareo. La atracción entre ellos era fuerte e innegable... ¡y quería ver de una vez sus ojos y su rostro sin aquellas molestas gafas!
Los labios del desconocido se curvaron en una picara sonrisa.
—Puede que volvamos a chocarnos pronto.— _____ estaba demasiado aturdida como para responder de modo adecuado.
Él inclinó la cabeza cordialmente y añadió:
—Que pases un buen día, _____ Holbrook.
A continuación, con paso relajado y seguro, se alejó hacia un lujoso coche color champán, con el folleto aún en la mano.
Mientras veía cómo se perdía de vista el coche, _____ pensó que el muy bribón se había ido sin decirle cómo se llamaba.
Joseph Jonas respiró profundamente y miró por el espejo retrovisor, echando un último vistazo a _____ Holbrook mientras entraba en el banco del que él acababa de salir. Había imaginado muchas formas de reencontrarse, pero ninguna incluía chocar literalmente. Y no estaba preparado para la oleada de emoción que había experimentado al verla, o para el ardiente deseo que aún palpitaba entre ellos. Había necesitado hacer acopio de toda su voluntad para no tocarle más que la mano, para no besarle más que los dedos...
Para no quitarse las gafas y dejarla conmocionada.
Al no saber cómo reaccionaría después de tanto tiempo, después de lo que pasó, había evitado hacer algo tan espontáneo. Pero eso no le había impedido flirtear o tejer la red de sensualidad en la que tan fácilmente había caído _____. No lo había reconocido, pues él contaba con la ventaja de llevar las gafas que acababa de ponerse antes de salir del banco, y además había cambiado mucho en todos los años durante los cuales no se habían visto.
Su aspecto físico había cambiado mucho en relación al desgarbado rebelde de veinte años que era cuando se fue de Whitaker Falls. Ya no existía la melena castaña que sólo se peinaba con los dedos o el viento. Su corte de pelo era mucho más adecuado para el ejecutivo en que se había convertido. Su cuerpo se había ensanchado y la práctica del jogging y el frontenis habían modelado sus músculos. En cuanto a su vestimenta, nadie que recordara a Joseph Jonas lo asociaría con algo que no fueran unos vaqueros gastados, camiseta y zapatillas de deportes.
Había recorrido un largo camino en esos once años, impulsado por la firme decisión de convertirse en algo más que el hijo ilegítimo de una mujer que vivió su vida en las profundidades de una botella y que murió de la misma manera. Impulsado también por el afán de apartarse del recuerdo de la muerte de su mejor amigo, de las críticas del pueblo, y del dulce amor de una chica que nunca podría ser suya.
Pero, por muy duro que trabajara o por muchos éxitos que hubiera conseguido a pesar de sus humildes orígenes, exorcizar aquellos demonios personales había resultado imposible, porque todos estaban unidos a la única persona que no podía olvidar: _____ Holbrook, una mujer aún más encantadora de lo que recordaba en sus sueños. Ella fue la única que lo aceptó entre todo un pueblo que lo rechazaba por sus desafortunados orígenes.
Apartando aquellos inquietantes recuerdos, volvió a repasar su encuentro con _____. Se había presentado utilizando su nombre de soltera. Dado que no había visto ningún anillo en su mano izquierda, había deducido que no estaba casada, cosa que resultaba sorprendente. El daba por supuesto que se habría casado y que tendría la media docena de hijos que siempre había deseado tener.
Eso no tenía por qué significar que no saliera con nadie, aunque lo dudaba. Una mujer enamorada no habría reaccionado con otro hombre como lo había hecho con él hacía unos momentos. Él la deseaba once años atrás y no le había sorprendido comprobar que aún seguía deseándola. Teniendo en cuenta la evidente chispa que aún había entre ellos, merecería la pena tratar de ir más allá.
Mirando el folleto de la tienda de flores de _____, sonrió. En lugar de dirigirse al hotel en el que se alojaba, tomó la avenida Oakton hacia Whitaker Town Square.
Era hora de poner en marcha el plan que había elaborado a lo largo de aquellos once años. Había vuelto a Whitaker Falls para reclamar lo que era suyo por derecho y para demostrar que formaba parte de algo. No podía pensar en un modo más agradable de empezar su aventura que haciendo saber sus intenciones a _____ con un gesto claramente romántico.
CONTINUARA
El choque con el pecho de aquel hombre tan masculino dejó a _____ Holbrook sin aliento y viendo algunas estrellas. Era como si hubiera surgido de la nada, aunque estaba segura de que acababa de salir del banco al que ella se dirigía. Eso era lo que había conseguido por ir mirando los nuevos folletos de propaganda de su floristería, en lugar de fijarse por dónde iba.
—¿Te encuentras bien?
La voz del hombre era profunda, fuerte e increíblemente sexy. Aún aturdida, _____ parpadeó y alzó la mirada, disponiéndose a disculparse. Pero las palabras no alcanzaron a salir de sus labios. Era un hombre alto, con unos hombros lo suficientemente anchos como para que una mujer de pequeña estatura como _____ se perdiera por completo en ellos. La estaba mirando. Al menos, suponía que lo estaba haciendo a través de unas oscuras gafas de sol. No podía verle los ojos, y lamentó que ocultara en parte un rostro tan atractivo. Sus rasgos parecían tallados en firmes líneas y ángulos, excepto la nariz, que parecía haberse roto en otra época. Los sensuales y bien conformados labios y el pelo negro y corto solo acentuaban su atractivo.
Vestía una elegante camisa de seda beige, pantalones marrones perfectamente planchados y zapatos italianos.
No era de Whitaker Falls, Virginia, ni de sus alrededores. De eso estaba segura. Por un lado, en su pueblo no había gente tan sofisticada y, por otro, ya se habría extendido el rumor de que un hombre tan atractivo se había instalado por allí. ¿Habría ido a visitar a alguien?
—¿Sigues aquí? —el hombre ladeó la cabeza y sonrió. El hoyuelo que apareció junto a una de las comisuras de sus labios hizo que _____ volviera a quedarse sin aliento.
«Conozco ese hoyuelo, y esa devastadora sonrisa», pensó, pero apartó enseguida aquella idea como algo absurdo.
—Ya que parece que te has quedado sin respiración por mi culpa, ¿qué te parece si te administro el boca a boca? —sugirió él en tono divertido—. Estaré encantado de hacerlo...
_____ se ruborizó.
—Sí... quiero decir no —gimió, mortificada. No recordaba la última vez que se había sentido tan avergonzada. Volvió a intentarlo—. No a la oferta de resucitarme, y sí me encuentro bien.
—Qué decepción —murmuró el hombre.
La mirada de _____ se detuvo en sus labios, imaginando que realmente podrían revivir a una mujer.
De pronto se dio cuenta de que la estaba sujetando por el brazo. Tenía los dedos muy cerca de uno de sus pechos, y al hacerse consciente del leve e inocente roce, su pulso se aceleró de forma irregular.
—Sobre todo estoy avergonzada —dijo, tensa—. Debería prestar más atención a por dónde voy.
—Y yo debería haber hecho lo mismo —dijo él, compartiendo la culpa.
Su pulgar acarició inocentemente el brazo de _____, y una nueva descarga de sensaciones recorrió la piel de ésta. Incapaz de soportar por más tiempo el contacto físico, apartó el brazo con delicadeza. El movimiento hizo que se le resbalara la tira del bolso del hombro a la vez que se le caían parte de los folletos.
Gimiendo interiormente ante el nuevo descalabro, y tratando de ocultar el rubor que volvió a cubrir su rostro, se agachó para recogerlos.
Él se agachó junto a ella y tomó uno de los folletos, pero no se lo devolvió. Mientras recogía el resto, _____ era consciente de que él la observaba. Finalmente, alzó la mirada, y le irritó que aquellas gafas le impidieran ver sus ojos. Sabía que la estaba mirando, pero no sabía qué parte de su cuerpo estaba mirando.
Incómoda ante aquel intenso escrutinio, buscó algo que decir.
—Estoy bien, en serio —murmuró, por si la inspección a la que la estaba sometiendo el desconocido no fuera más que preocupación por el encontronazo. Casi rio al pensar aquello. ¿A quién trataba de engañar? Aquel hombre había despertado en ella unas emociones que había enterrado hacía tiempo, y unos tentadores pensamientos que ninguna mujer en su sano juicio habría tenido respecto a un hombre con el que se había topado hacía apenas dos minutos.
—Estás más que bien —dijo él, con voz ronca—. Eres absolutamente preciosa.
_____ quiso derretirse a sus pies, pero eso no habría estado bien. ¿Cómo podía hacerle sentirse aquel hombre tan especial, tan deseada, con solo tres palabras? Nunca se había considerado «preciosa». Suponía que era más o menos bonita, pero su sencilla belleza no solía animar a los hombres a decirle cosas como aquella. Desde luego, no era especialmente voluptuosa, sino más bien delgada y con delicadas curvas. Tenía una pequeña melena castaña que normalmente llevaba sujeta en un moño alto, como ese día, y había heredado unos ojos marrones bastante normales con destellos dorados en el centro. El resto de sus rasgos faciales tampoco tenían nada de espectacular.
«Tienes la boca más dulce que he visto y saboreado».
El recuerdo de aquellas palabras, pronunciadas once años atrás, pasó por su mente. Un hombre apreció aquella característica física suya y se lo demostró pasando horas enseñándole todas las delicias sensuales que podían encontrarse en su boca... y en la de él.
_____ cerró los ojos y se estremeció levemente al recordar. Y junto al recuerdo llegó el apagado dolor de la pérdida, de la confusión y del dolor de un corazón que nunca había llegado a sanar del todo.
«¿Por qué ahora?»
—No pretendía inquietarte con el cumplido.
_____ abrió los ojos y se encontró de nuevo frente aquella atractiva sonrisa. Aquel irresistible hoyuelo. Aquel hombre era un desconocido y, sin embargo, había algo familiar en él. Algo que no lograba captar. Una conexión...
—¿Nos hemos conocido antes? —preguntó, a la vez que se erguía.
La expresión del hombre no reveló nada.
—Supongo que sí, en otra vida.
¿Era aquello un sí o un no? Su ambigua respuesta frustró a _____, haciendo que su curiosidad aumentara.
—Y yo supongo que debería presentarme. Soy _____ Holbrook, la patosa propietaria de la floristería _____ and Charm, situada en Whitaker Town Square —sonrió y alargó una mano, esperando que el hombre la correspondiera presentándose a su vez—. Y te prometo que no soy ni la mitad de patosa con los encargos de mis clientes.
La risa profunda y grave del hombre le pareció maravillosa. Tomó la mano que _____ le ofrecía, pero en lugar de estrecharla, como ella esperaba, la acercó a su boca y le rozó la punta de los dedos con los labios, ligeramente húmedos.
—Es un placer —murmuró.
El inesperado gesto anonadó a _____. Su estómago se encogió y sintió un momentáneo mareo. La atracción entre ellos era fuerte e innegable... ¡y quería ver de una vez sus ojos y su rostro sin aquellas molestas gafas!
Los labios del desconocido se curvaron en una picara sonrisa.
—Puede que volvamos a chocarnos pronto.— _____ estaba demasiado aturdida como para responder de modo adecuado.
Él inclinó la cabeza cordialmente y añadió:
—Que pases un buen día, _____ Holbrook.
A continuación, con paso relajado y seguro, se alejó hacia un lujoso coche color champán, con el folleto aún en la mano.
Mientras veía cómo se perdía de vista el coche, _____ pensó que el muy bribón se había ido sin decirle cómo se llamaba.
Joseph Jonas respiró profundamente y miró por el espejo retrovisor, echando un último vistazo a _____ Holbrook mientras entraba en el banco del que él acababa de salir. Había imaginado muchas formas de reencontrarse, pero ninguna incluía chocar literalmente. Y no estaba preparado para la oleada de emoción que había experimentado al verla, o para el ardiente deseo que aún palpitaba entre ellos. Había necesitado hacer acopio de toda su voluntad para no tocarle más que la mano, para no besarle más que los dedos...
Para no quitarse las gafas y dejarla conmocionada.
Al no saber cómo reaccionaría después de tanto tiempo, después de lo que pasó, había evitado hacer algo tan espontáneo. Pero eso no le había impedido flirtear o tejer la red de sensualidad en la que tan fácilmente había caído _____. No lo había reconocido, pues él contaba con la ventaja de llevar las gafas que acababa de ponerse antes de salir del banco, y además había cambiado mucho en todos los años durante los cuales no se habían visto.
Su aspecto físico había cambiado mucho en relación al desgarbado rebelde de veinte años que era cuando se fue de Whitaker Falls. Ya no existía la melena castaña que sólo se peinaba con los dedos o el viento. Su corte de pelo era mucho más adecuado para el ejecutivo en que se había convertido. Su cuerpo se había ensanchado y la práctica del jogging y el frontenis habían modelado sus músculos. En cuanto a su vestimenta, nadie que recordara a Joseph Jonas lo asociaría con algo que no fueran unos vaqueros gastados, camiseta y zapatillas de deportes.
Había recorrido un largo camino en esos once años, impulsado por la firme decisión de convertirse en algo más que el hijo ilegítimo de una mujer que vivió su vida en las profundidades de una botella y que murió de la misma manera. Impulsado también por el afán de apartarse del recuerdo de la muerte de su mejor amigo, de las críticas del pueblo, y del dulce amor de una chica que nunca podría ser suya.
Pero, por muy duro que trabajara o por muchos éxitos que hubiera conseguido a pesar de sus humildes orígenes, exorcizar aquellos demonios personales había resultado imposible, porque todos estaban unidos a la única persona que no podía olvidar: _____ Holbrook, una mujer aún más encantadora de lo que recordaba en sus sueños. Ella fue la única que lo aceptó entre todo un pueblo que lo rechazaba por sus desafortunados orígenes.
Apartando aquellos inquietantes recuerdos, volvió a repasar su encuentro con _____. Se había presentado utilizando su nombre de soltera. Dado que no había visto ningún anillo en su mano izquierda, había deducido que no estaba casada, cosa que resultaba sorprendente. El daba por supuesto que se habría casado y que tendría la media docena de hijos que siempre había deseado tener.
Eso no tenía por qué significar que no saliera con nadie, aunque lo dudaba. Una mujer enamorada no habría reaccionado con otro hombre como lo había hecho con él hacía unos momentos. Él la deseaba once años atrás y no le había sorprendido comprobar que aún seguía deseándola. Teniendo en cuenta la evidente chispa que aún había entre ellos, merecería la pena tratar de ir más allá.
Mirando el folleto de la tienda de flores de _____, sonrió. En lugar de dirigirse al hotel en el que se alojaba, tomó la avenida Oakton hacia Whitaker Town Square.
Era hora de poner en marcha el plan que había elaborado a lo largo de aquellos once años. Había vuelto a Whitaker Falls para reclamar lo que era suyo por derecho y para demostrar que formaba parte de algo. No podía pensar en un modo más agradable de empezar su aventura que haciendo saber sus intenciones a _____ con un gesto claramente romántico.
CONTINUARA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
Aww chicas muchas gracias!! :3 Aqui les dejo este cap dedicado a mis dos lectoras =) espero que els guste... Cuidense
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
wow me encantooo
tienes una nueva lectora :study:
yo tambien soy nueva y estoy subiendo una adaptacion pasate cuando tengas tiempo, espero que te guste :D
tienes una nueva lectora :study:
yo tambien soy nueva y estoy subiendo una adaptacion pasate cuando tengas tiempo, espero que te guste :D
Invitado
Invitado
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
Nueva Lecotra me encanta siguela
esta linda quiero mas please :)
esta linda quiero mas please :)
-GrizJonasLovatoCyrus-
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
me encanto el primer cap estoy casi
segura qe el desconosifa es joe :¬w¬:
siguela plis :D
segura qe el desconosifa es joe :¬w¬:
siguela plis :D
Nani Jonas
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
Awww chicsa gracias!! Y bienvenidas a las nuevas lectoras!! =)
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
CAPITULO 2
_____ adoraba las flores. Desde las más elegantes y sofisticadas a las más pequeñas que crecían en los campos de las afueras de Whitaker Falls. Su negocio le daba la oportunidad de disfrutar a diario de ellas.
Abrir una tienda de flores era un sueño que había tenido desde niña, una meta inspirada por una madre a la que le encantaba cultivar flores y atender el enorme jardín que una vez estuvo tras su casa. En ese momento, a los veintinueve años, la floristería _____ and Charm era el centro neurálgico de la vida de _____.
Dos horas después de su encuentro con el atractivo desconocido, _____ detuvo su furgoneta frente a la tienda, reprendiéndose mentalmente por buscar con la mirada un coche color champán y al hombre alto y de pelo oscuro que no parecía poder sacarse de la cabeza. Pero, para decepción suya, ni el hombre ni el coche estaban a la vista. Probablemente, ya estaría camino del lugar del que había venido.
Suspirando, recogió su bolso, los folletos y las demás cosas que había comprado después de pasar la mañana del sábado haciendo encargos y visitando a su padre, el doctor Ellís Holbrook. Danielle Jenkins, su empleada y amiga de veintidós años, hacía el turno de la mañana de los sábados y ella cerraba la tienda a las cuatro, tras dejar resueltos los encargos del fin de semana. El domingo cerraba. Era el único día libre que tenía para hacer lo que le apeteciera.
La campanilla que había sobre la puerta de la tienda sonó cuando pasó al interior. Danielle sonrió al salir de la zona acristalada y refrigerada en que alma—cenaban las flores frescas.
—Buenos días, jefa —saludó animadamente. Tenía el pelo rubio sujeto en una cola de caballo, y un delantal de trabajo encima de los vaqueros y la camiseta.
—Hola, Danielle —_____ dedicó una rápida mirada a las flores de la zona acristalada mientras pasaba, una costumbre que le ayudaba a mantener un inventario mental de lo que había y de lo que necesitaba encargar.
Su mirada se detuvo en la zona en que almacenaba las rosas de tallo largo. El día anterior, antes de cerrar, se había fijado en que había más de diez docenas, y había decidido usar parte de ellas para los centros que solía elaborar los lunes para el Whitaker Country Club.
Asombrada de que se hubieran vendido todas las rosas, movió la cabeza y pasó el cordón que separaba la zona de muestrario de la de trabajo. Dejó una bolsa blanca en un mostrador lateral; era la comida que solía comprar en el café de Gertie para ambas, otra rutina de los sábados por la mañana.
—Veo qué has estado muy ocupada esta mañana —comentó, ya que era evidente por la cantidad de hojas, ramas y restos de flores en el suelo que Danielle debía de haberse vuelto loca con los encargos. Y _____ no iba a quejarse por ello, desde luego. A setenta y cinco dólares la docena, el precio de las rosas vendidas podía bastarle para pagar el alquiler de ese mes.
—Um... bastante —Danielle introdujo un lirio en el ramo que estaba preparando—. No he parado desde esta mañana. De hecho, hasta ahora mismo no he podido ponerme con el ramo que ha encargado la señora Thorne para su fiesta de esta noche.
_____ se encaminó hacia su pequeña oficina para dejar el bolso y los folletos que había recogido esa mañana en la imprenta.
—Lo entregaré cuando me vaya a casa esta tarde—
Abrió la puerta, pasó a la oficina y se detuvo en seco al ver docenas de rosas de todos los colores en los floreros de cristal más caros que tenía para ofrecer a sus clientes. El cálido ambiente de la habitación impulsaba a las flores a abrirse y soltar su delicioso y embriagador aroma.
Se llevó una mano al pecho, consternada. Danielle sabía que había que conservar las flores en el refrigerador hasta que los clientes se las llevaran. Allí había cientos de dólares de mercancía que ya no iban a poder vender.
Tras dejar sus cosas en el escritorio, volvió a salir.
—¿Qué hacen todas esas rosas en mi oficina, Danielle?— La joven apartó la mirada del ramo que estaba preparando y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Son para ti—
—¿Diculpa? —_____ estaba segura de no haber entendido bien.
—Son para tí —repitió Danielle—. Cada una de ellas es tuya. Las ha comprado el hombre más guapo que he visto en toda mi vida en Whitaker Falls.
_____ parpadeó, confusa. ¿A quién se le habría ocurrido hacer algo tan extravagante por ella? Había salido con varios hombres desde que se había divorciado, cinco años atrás, pero nunca de forma tan seria como para inspirar un gesto tan romántico.
Y ninguno de los hombres con los que había salido habría impresionado tanto a Danielle.
Frunció el ceño.
—¿Sabes si lo conozco?—
—Eso espero —dijo Danielle soñadoramente—. Aunque debo admitir que nunca lo había visto. Ha dejado una tarjeta en uno de los ramos. ¿Por qué no vas a comprobar de quién se trata?—
—Eso voy a hacer —intrigada, _____ volvió a su despacho. Mientras buscaba la tarjeta pensó que, a pesar de lo mucho que le gustaba animar la vida de los demás con flores, nadie le había enviado nunca un ramo a ella, y menos aún docenas de rosas.
Era una experiencia embriagadora.
Finalmente, encontró el sobre entre una docena de elegantes rosas blancas. Lo abrió y sacó la tarjeta.
“Me ha encantado tropezar contigo, y me gustaría volver a verte. ¿Qué te parece si cenamos juntos esta noche? Whitaker Country Club, a las siete de la tarde.”
La nota no estaba firmada, pero _____ supo de inmediato quién la había escrito: su atractivo desconocido. Su pulso se aceleró al anticipar la posibilidad de aceptar su invitación. Pero, por muy tentada que se sintiera a hacerlo, lo único que sabía de aquel hombre era que tenía una sonrisa que hacía que quisiera seguirlo a todas partes. El mero encanto y el carisma no eran de fiar... aunque también era cierto que durante su breve encuentro se había mostrado muy respetuoso y agradable.
—Entonces, ¿vas a aceptar su invitación para cenar?—
_____ se sobresaltó al oír la voz de Danielle a sus espaldas. Debía de haber leído la tarjeta por encima de su hombro. Se dio la vuelta a la vez que volvía a guardar la tarjeta en el sobre.
—¡Ni siquiera lo conozco! He tropezado con él cuando iba a entrar en el banco—
—¿Y eso qué más da? —dijo Danielle encogiéndose de hombros y guiñando un ojo— Llega un momento en la vida de toda mujer en que debe arriesgarse un poco—
_____ miró a lo alto, exasperada, pero lo cierto era que se sentía muy tentada. Llevaba demasiado tiempo mostrándose excesivamente conservadora en su elección de acompañantes, tratando de obtener el perdón de su padre por haberse relacionado con el único chico problemático del pueblo.
Se mordió el labio inferior, dudando entre lo que «debería» hacer y lo que «quería» hacer.
—No sé...—
—Lánzate por una vez en tu vida y haz algo espontáneo —dijo Danielle—. Estarás en un lugar público, rodeada de personas que conoces desde siempre. Si no te sientes cómoda con él, siempre puedes retirarte temprano. Y si la química funciona realmente bien entre los dos, también podéis retiraros temprano —añadió guiñando un ojo.
_____ rio y movió la cabeza. Nunca había sido una mujer promiscua, y no tenía intención de empezar a serlo... por muy sexy que fuera aquel hombre.
—Eres muy atrevida—
—Y tú necesitas desesperadamente salir una noche sin que el motivo sea una cita con tu padre—
_____ percibió el tono irónico de Danielle, pero sabía que su amiga le estaba hablando en serio. Aunque disfrutaba cenando con su padre, sobre todo porque no le gustaba que viviera y comiera solo, debía reconocer que, de un tiempo a esa parte, él era el único hombre de su vida, cosa que resultaba bastante patética en lo referente a su vida amorosa. Incluso él la había animado recientemente para que saliera por ahí más a menudo.
Respirando profundamente, tomó la decisión de hacer algo por sí misma, sin necesidad de contar con la aprobación de su padre y sin preocuparse por lo que pensaran los demás.
Miró a Danielle con una sonrisa que borró cualquier inseguridad.
—Voy a reunirme con mi hombre misterioso y voy a averiguar quién es—
—¡Estupendo! —exclamó Danielle, entusiasmada—. Ahora solo necesitamos buscar un vestido menos conservador que los que sueles usar—
Antes de que _____ pudiera molestarse por aquel comentario, Danielle la miró con la sonrisa de una mujer segura de su habilidad para atraer a los hombres.
—He visto el vestido perfecto para ti en el escaparate de Shalimar. Voy a llamar a Andrea ahora mismo para decirle que pasaremos por la tienda en cuanto cerremos aquí—
Mientras Danielle salía de la oficina, _____ tuvo que reconocer que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía excitada por algo que no tenía nada que ver con la alegría que le producía su trabajo.
Estaba excitada ante la perspectiva de ver a un hombre.
CONTINUARA
_____ adoraba las flores. Desde las más elegantes y sofisticadas a las más pequeñas que crecían en los campos de las afueras de Whitaker Falls. Su negocio le daba la oportunidad de disfrutar a diario de ellas.
Abrir una tienda de flores era un sueño que había tenido desde niña, una meta inspirada por una madre a la que le encantaba cultivar flores y atender el enorme jardín que una vez estuvo tras su casa. En ese momento, a los veintinueve años, la floristería _____ and Charm era el centro neurálgico de la vida de _____.
Dos horas después de su encuentro con el atractivo desconocido, _____ detuvo su furgoneta frente a la tienda, reprendiéndose mentalmente por buscar con la mirada un coche color champán y al hombre alto y de pelo oscuro que no parecía poder sacarse de la cabeza. Pero, para decepción suya, ni el hombre ni el coche estaban a la vista. Probablemente, ya estaría camino del lugar del que había venido.
Suspirando, recogió su bolso, los folletos y las demás cosas que había comprado después de pasar la mañana del sábado haciendo encargos y visitando a su padre, el doctor Ellís Holbrook. Danielle Jenkins, su empleada y amiga de veintidós años, hacía el turno de la mañana de los sábados y ella cerraba la tienda a las cuatro, tras dejar resueltos los encargos del fin de semana. El domingo cerraba. Era el único día libre que tenía para hacer lo que le apeteciera.
La campanilla que había sobre la puerta de la tienda sonó cuando pasó al interior. Danielle sonrió al salir de la zona acristalada y refrigerada en que alma—cenaban las flores frescas.
—Buenos días, jefa —saludó animadamente. Tenía el pelo rubio sujeto en una cola de caballo, y un delantal de trabajo encima de los vaqueros y la camiseta.
—Hola, Danielle —_____ dedicó una rápida mirada a las flores de la zona acristalada mientras pasaba, una costumbre que le ayudaba a mantener un inventario mental de lo que había y de lo que necesitaba encargar.
Su mirada se detuvo en la zona en que almacenaba las rosas de tallo largo. El día anterior, antes de cerrar, se había fijado en que había más de diez docenas, y había decidido usar parte de ellas para los centros que solía elaborar los lunes para el Whitaker Country Club.
Asombrada de que se hubieran vendido todas las rosas, movió la cabeza y pasó el cordón que separaba la zona de muestrario de la de trabajo. Dejó una bolsa blanca en un mostrador lateral; era la comida que solía comprar en el café de Gertie para ambas, otra rutina de los sábados por la mañana.
—Veo qué has estado muy ocupada esta mañana —comentó, ya que era evidente por la cantidad de hojas, ramas y restos de flores en el suelo que Danielle debía de haberse vuelto loca con los encargos. Y _____ no iba a quejarse por ello, desde luego. A setenta y cinco dólares la docena, el precio de las rosas vendidas podía bastarle para pagar el alquiler de ese mes.
—Um... bastante —Danielle introdujo un lirio en el ramo que estaba preparando—. No he parado desde esta mañana. De hecho, hasta ahora mismo no he podido ponerme con el ramo que ha encargado la señora Thorne para su fiesta de esta noche.
_____ se encaminó hacia su pequeña oficina para dejar el bolso y los folletos que había recogido esa mañana en la imprenta.
—Lo entregaré cuando me vaya a casa esta tarde—
Abrió la puerta, pasó a la oficina y se detuvo en seco al ver docenas de rosas de todos los colores en los floreros de cristal más caros que tenía para ofrecer a sus clientes. El cálido ambiente de la habitación impulsaba a las flores a abrirse y soltar su delicioso y embriagador aroma.
Se llevó una mano al pecho, consternada. Danielle sabía que había que conservar las flores en el refrigerador hasta que los clientes se las llevaran. Allí había cientos de dólares de mercancía que ya no iban a poder vender.
Tras dejar sus cosas en el escritorio, volvió a salir.
—¿Qué hacen todas esas rosas en mi oficina, Danielle?— La joven apartó la mirada del ramo que estaba preparando y le dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Son para ti—
—¿Diculpa? —_____ estaba segura de no haber entendido bien.
—Son para tí —repitió Danielle—. Cada una de ellas es tuya. Las ha comprado el hombre más guapo que he visto en toda mi vida en Whitaker Falls.
_____ parpadeó, confusa. ¿A quién se le habría ocurrido hacer algo tan extravagante por ella? Había salido con varios hombres desde que se había divorciado, cinco años atrás, pero nunca de forma tan seria como para inspirar un gesto tan romántico.
Y ninguno de los hombres con los que había salido habría impresionado tanto a Danielle.
Frunció el ceño.
—¿Sabes si lo conozco?—
—Eso espero —dijo Danielle soñadoramente—. Aunque debo admitir que nunca lo había visto. Ha dejado una tarjeta en uno de los ramos. ¿Por qué no vas a comprobar de quién se trata?—
—Eso voy a hacer —intrigada, _____ volvió a su despacho. Mientras buscaba la tarjeta pensó que, a pesar de lo mucho que le gustaba animar la vida de los demás con flores, nadie le había enviado nunca un ramo a ella, y menos aún docenas de rosas.
Era una experiencia embriagadora.
Finalmente, encontró el sobre entre una docena de elegantes rosas blancas. Lo abrió y sacó la tarjeta.
“Me ha encantado tropezar contigo, y me gustaría volver a verte. ¿Qué te parece si cenamos juntos esta noche? Whitaker Country Club, a las siete de la tarde.”
La nota no estaba firmada, pero _____ supo de inmediato quién la había escrito: su atractivo desconocido. Su pulso se aceleró al anticipar la posibilidad de aceptar su invitación. Pero, por muy tentada que se sintiera a hacerlo, lo único que sabía de aquel hombre era que tenía una sonrisa que hacía que quisiera seguirlo a todas partes. El mero encanto y el carisma no eran de fiar... aunque también era cierto que durante su breve encuentro se había mostrado muy respetuoso y agradable.
—Entonces, ¿vas a aceptar su invitación para cenar?—
_____ se sobresaltó al oír la voz de Danielle a sus espaldas. Debía de haber leído la tarjeta por encima de su hombro. Se dio la vuelta a la vez que volvía a guardar la tarjeta en el sobre.
—¡Ni siquiera lo conozco! He tropezado con él cuando iba a entrar en el banco—
—¿Y eso qué más da? —dijo Danielle encogiéndose de hombros y guiñando un ojo— Llega un momento en la vida de toda mujer en que debe arriesgarse un poco—
_____ miró a lo alto, exasperada, pero lo cierto era que se sentía muy tentada. Llevaba demasiado tiempo mostrándose excesivamente conservadora en su elección de acompañantes, tratando de obtener el perdón de su padre por haberse relacionado con el único chico problemático del pueblo.
Se mordió el labio inferior, dudando entre lo que «debería» hacer y lo que «quería» hacer.
—No sé...—
—Lánzate por una vez en tu vida y haz algo espontáneo —dijo Danielle—. Estarás en un lugar público, rodeada de personas que conoces desde siempre. Si no te sientes cómoda con él, siempre puedes retirarte temprano. Y si la química funciona realmente bien entre los dos, también podéis retiraros temprano —añadió guiñando un ojo.
_____ rio y movió la cabeza. Nunca había sido una mujer promiscua, y no tenía intención de empezar a serlo... por muy sexy que fuera aquel hombre.
—Eres muy atrevida—
—Y tú necesitas desesperadamente salir una noche sin que el motivo sea una cita con tu padre—
_____ percibió el tono irónico de Danielle, pero sabía que su amiga le estaba hablando en serio. Aunque disfrutaba cenando con su padre, sobre todo porque no le gustaba que viviera y comiera solo, debía reconocer que, de un tiempo a esa parte, él era el único hombre de su vida, cosa que resultaba bastante patética en lo referente a su vida amorosa. Incluso él la había animado recientemente para que saliera por ahí más a menudo.
Respirando profundamente, tomó la decisión de hacer algo por sí misma, sin necesidad de contar con la aprobación de su padre y sin preocuparse por lo que pensaran los demás.
Miró a Danielle con una sonrisa que borró cualquier inseguridad.
—Voy a reunirme con mi hombre misterioso y voy a averiguar quién es—
—¡Estupendo! —exclamó Danielle, entusiasmada—. Ahora solo necesitamos buscar un vestido menos conservador que los que sueles usar—
Antes de que _____ pudiera molestarse por aquel comentario, Danielle la miró con la sonrisa de una mujer segura de su habilidad para atraer a los hombres.
—He visto el vestido perfecto para ti en el escaparate de Shalimar. Voy a llamar a Andrea ahora mismo para decirle que pasaremos por la tienda en cuanto cerremos aquí—
Mientras Danielle salía de la oficina, _____ tuvo que reconocer que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía excitada por algo que no tenía nada que ver con la alegría que le producía su trabajo.
Estaba excitada ante la perspectiva de ver a un hombre.
CONTINUARA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
HOLA!! NUEVA LECTORA!!:study:
me llamo Yamiret pero solo me dicen asi cuando hago alguna travesurilla! asi que dime Yami!!
me encanto tu nove! ya lei los 2 caps y me dejaste con la intriga!
siguela porque me ha gustado mucho!!!
me llamo Yamiret pero solo me dicen asi cuando hago alguna travesurilla! asi que dime Yami!!
me encanto tu nove! ya lei los 2 caps y me dejaste con la intriga!
siguela porque me ha gustado mucho!!!
yamijonasforever
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
CAPITULO 3
_____ sintió un revoloteo de mariposas en el estómago mientras entraba en el Whitaker Country Club a las siete en punto y se dirigía hacia el maître. Alfred, que ya trabajaba allí cuando ella era una niña, sonrió amistosamente al verla.
—Buenas tardes, señorita Holbrook —dijo, en tono tan cálido y amable como la mirada de sus ojos azules— Está encantadora esta noche.—
El cumplido hizo que las mejillas de _____ se sonrojaran, sobre todo porque el ceñido vestido púrpura que llevaba, junto con las medias negras y los tacones altos, distaba mucho de los atuendos más conservadores que solía ponerse cuando iba a cenar allí con su padre.
—Gracias, Alfred —sintiéndose un poco cohibida, evitó tirar del dobladillo del vestido o tocar los suaves rizos que caían en cascada desde el pasador que le sujetaba el pelo en lo alto de su cabeza. Apretó con fuerza su pequeño bolso negro—. Estoy citada con alguien a las siete. ¿Ha venido ya?—
Alfred asintió.
—Sí, por aquí, señorita Holbrook—
En lugar de dirigirse al comedor principal, el maître la condujo por un pasillo que llevaba a una zona de pequeñas salas reservadas.
Dándose cuenta de que iba a encontrarse completamente a solas con aquel desconocido, _____ sujetó el brazo de Alfred cuando este se detuvo frente a una puerta cerrada.
El maître alzó una ceja con aire interrogante.
— ¿Le ha dicho su nombre el caballero? —preguntó _____.
Si su pregunta sorprendió al maître, este no lo demostró.
—No, señorita Holbrook, y lo cierto es que había reservado la sala a su nombre. ¿Quiere que averigüe cómo se llama?—
_____ negó rápidamente con la cabeza.
—No, no hay problema—
—Muy bien —Alfred abrió la puerta y esperó a que _____ pasara al interior—. Si necesita algo, puede utilizar el intercomunicador que hay en la pared, o el que está en la mesa. Espero que disfrute de la velada —añadió y, tras hacer una breve inclinación de cabeza, cerró la puerta a sus espaldas.
_____ esperó a que su mirada se adaptara a la semipenumbra reinante. En el centro de la pequeña habitación había una mesa para dos elegantemente preparada. El candelabro que se hallaba en el centro confería un toque de romanticismo al ambiente. La luz de la luna entraba por una puerta acristalada que daba a un balcón.
Y entonces fue cuando lo vio, de pie ante la barandilla, de espaldas a ella. Llevaba un traje azul marino y el pelo oscuro le brillaba a la luz de la luna.
_____ dejó el bolso en la mesa y reunió el valor necesario para romper un silencio que ya comenzaba a agobiarla.
—Hola —saludó con suavidad.
Vio que el cuerpo del hombre se tensaba ligeramente antes de volverse. Cuando lo hizo, lo miró al rostro y, aunque la luz del interior apenas lo iluminaba, sus rasgos resultaron inconfundibles.
Se quedó sin aliento. Su corazón pareció dejar de latir por un momento, y enseguida volvió a hacerlo a un ritmo enloquecido. Dio un paso atrás, como si hubiera visto una aparición del pasado, una aparición que se había transformado en un hombre excepcionalmente atractivo y con la elegancia y la educación de un caballero. JosephJonas.
La última vez que lo vio fue en el funeral de su hermano, once años atrás. Ella tenía dieciocho, y Joe veinte. Cuando la ceremonia terminó, Joe se fue de Whitaker Falls sin despedirse de ella, y nunca había vuelto a saber nada de él.
Aquello le partió el corazón. Según su padre, Paul Jonas había destrozado sus vidas.
—¿Joe? —susurró, sintiendo que un brote de esperanza florecía en medio del dolor que durante tanto tiempo había llevado en su corazón.
El entró en la salita, dejando a sus espaldas las sombras del atardecer. Anonadada, _____ solo pudo mirarlo mientras se acercaba, hasta que se detuvo ante ella y la miró con sus ojos color violeta y el comienzo de una sonrisa en los labios.
—Hola, _____—
Joe contempló los luminosos e incrédulos ojos de _____, esperando ansioso su respuesta. Era consciente de que existía la posibilidad de que lo rechazara, y tenía el corazón en un puño.
Había decidido volver a Whitaker Falls sabiendo que la joven a la que amó y abandonó podría haber llegado a odiarlo, y con razón. Él había sido un joven salvaje y egoísta, consumido por su propio odio y amargura, y desgarrado entre la creencia de que se merecía a alguien tan dulce como ella y el conocimiento de que no tenía nada que ofrecerle a cambio. _____ fue lo único bueno en una vida rodeada por la desgracia y el desamor de su madre alcohólica. Su carácter quedó marcado desde la cuna, y nunca tuvo oportunidad de redimirse, porque todo el mundo esperaba automáticamente lo peor del «salvaje de Jonas». Hacer honor a la reputación con que lo había etiquetado el pueblo resultó más fácil que tratar de conseguir el respeto y la aceptación que siempre había anhelado.
Había vuelto para ganarse el respeto y la aceptación de sus conciudadanos, y todo tenía que empezar allí, en aquel momento, con _____.
Ladeó la cabeza y trató de aligerar la tensión del momento.
—Supongo que tienes motivos para estar asombrada. Después de todo, esto es una auténtica primicia—
Para decepción suya, la expresión de _____ se volvió fría y distante.
—¿Qué es una primicia? —preguntó mirándolo con cautela.
El abrió los brazos, presentando al hombre en que se había convertido.
—Ver a Joseph Jonas entre las paredes del club de campo de Whitaker —contestó, tratando de obtener una sonrisa de _____ con su tono grave y burlón.
Ella se relajó un poco, pero no sonrió.
—Supongo que lo es —asintió, mirándolo, absorbiendo los profundos cambios experimentados por el muchacho al que había conocido—. Parece que has recorrido un largo trecho desde que te fuiste de Whitaker Falls.
—Así es —viendo la retahíla de preguntas que se avecinaba y que no estaba preparado para contestar, Joe decidió cambiar de tema—. Debo admitir que las comodidades de este lugar son sobresalientes. Mejor de lo que había imaginado. ¿Vas a quedarte a cenar conmigo?—
Contuvo el aliento mientras _____ lo pensaba, y ella lo soltó cuando finalmente tomó la decisión.
—Sí, me quedo—
Joe sintió un gran alivio.
—Me alegro—
Un incómodo silencio se asentó entre ambos. _____ deslizó la mano por la parte delantera de su vestido, nerviosa. Joe siguió el movimiento de la mano con la mirada, fascinado por las femeninas curvas que había desarrollado a lo largo de los años. Seguía siendo pequeña y delgada, pero sus pechos eran más grandes que antes, y sus caderas más redondeadas. Sus piernas seguían siendo tan bonitas como siempre, firmes y contorneadas como las de una bailarina.
CONTINUARA
_____ sintió un revoloteo de mariposas en el estómago mientras entraba en el Whitaker Country Club a las siete en punto y se dirigía hacia el maître. Alfred, que ya trabajaba allí cuando ella era una niña, sonrió amistosamente al verla.
—Buenas tardes, señorita Holbrook —dijo, en tono tan cálido y amable como la mirada de sus ojos azules— Está encantadora esta noche.—
El cumplido hizo que las mejillas de _____ se sonrojaran, sobre todo porque el ceñido vestido púrpura que llevaba, junto con las medias negras y los tacones altos, distaba mucho de los atuendos más conservadores que solía ponerse cuando iba a cenar allí con su padre.
—Gracias, Alfred —sintiéndose un poco cohibida, evitó tirar del dobladillo del vestido o tocar los suaves rizos que caían en cascada desde el pasador que le sujetaba el pelo en lo alto de su cabeza. Apretó con fuerza su pequeño bolso negro—. Estoy citada con alguien a las siete. ¿Ha venido ya?—
Alfred asintió.
—Sí, por aquí, señorita Holbrook—
En lugar de dirigirse al comedor principal, el maître la condujo por un pasillo que llevaba a una zona de pequeñas salas reservadas.
Dándose cuenta de que iba a encontrarse completamente a solas con aquel desconocido, _____ sujetó el brazo de Alfred cuando este se detuvo frente a una puerta cerrada.
El maître alzó una ceja con aire interrogante.
— ¿Le ha dicho su nombre el caballero? —preguntó _____.
Si su pregunta sorprendió al maître, este no lo demostró.
—No, señorita Holbrook, y lo cierto es que había reservado la sala a su nombre. ¿Quiere que averigüe cómo se llama?—
_____ negó rápidamente con la cabeza.
—No, no hay problema—
—Muy bien —Alfred abrió la puerta y esperó a que _____ pasara al interior—. Si necesita algo, puede utilizar el intercomunicador que hay en la pared, o el que está en la mesa. Espero que disfrute de la velada —añadió y, tras hacer una breve inclinación de cabeza, cerró la puerta a sus espaldas.
_____ esperó a que su mirada se adaptara a la semipenumbra reinante. En el centro de la pequeña habitación había una mesa para dos elegantemente preparada. El candelabro que se hallaba en el centro confería un toque de romanticismo al ambiente. La luz de la luna entraba por una puerta acristalada que daba a un balcón.
Y entonces fue cuando lo vio, de pie ante la barandilla, de espaldas a ella. Llevaba un traje azul marino y el pelo oscuro le brillaba a la luz de la luna.
_____ dejó el bolso en la mesa y reunió el valor necesario para romper un silencio que ya comenzaba a agobiarla.
—Hola —saludó con suavidad.
Vio que el cuerpo del hombre se tensaba ligeramente antes de volverse. Cuando lo hizo, lo miró al rostro y, aunque la luz del interior apenas lo iluminaba, sus rasgos resultaron inconfundibles.
Se quedó sin aliento. Su corazón pareció dejar de latir por un momento, y enseguida volvió a hacerlo a un ritmo enloquecido. Dio un paso atrás, como si hubiera visto una aparición del pasado, una aparición que se había transformado en un hombre excepcionalmente atractivo y con la elegancia y la educación de un caballero. JosephJonas.
La última vez que lo vio fue en el funeral de su hermano, once años atrás. Ella tenía dieciocho, y Joe veinte. Cuando la ceremonia terminó, Joe se fue de Whitaker Falls sin despedirse de ella, y nunca había vuelto a saber nada de él.
Aquello le partió el corazón. Según su padre, Paul Jonas había destrozado sus vidas.
—¿Joe? —susurró, sintiendo que un brote de esperanza florecía en medio del dolor que durante tanto tiempo había llevado en su corazón.
El entró en la salita, dejando a sus espaldas las sombras del atardecer. Anonadada, _____ solo pudo mirarlo mientras se acercaba, hasta que se detuvo ante ella y la miró con sus ojos color violeta y el comienzo de una sonrisa en los labios.
—Hola, _____—
Joe contempló los luminosos e incrédulos ojos de _____, esperando ansioso su respuesta. Era consciente de que existía la posibilidad de que lo rechazara, y tenía el corazón en un puño.
Había decidido volver a Whitaker Falls sabiendo que la joven a la que amó y abandonó podría haber llegado a odiarlo, y con razón. Él había sido un joven salvaje y egoísta, consumido por su propio odio y amargura, y desgarrado entre la creencia de que se merecía a alguien tan dulce como ella y el conocimiento de que no tenía nada que ofrecerle a cambio. _____ fue lo único bueno en una vida rodeada por la desgracia y el desamor de su madre alcohólica. Su carácter quedó marcado desde la cuna, y nunca tuvo oportunidad de redimirse, porque todo el mundo esperaba automáticamente lo peor del «salvaje de Jonas». Hacer honor a la reputación con que lo había etiquetado el pueblo resultó más fácil que tratar de conseguir el respeto y la aceptación que siempre había anhelado.
Había vuelto para ganarse el respeto y la aceptación de sus conciudadanos, y todo tenía que empezar allí, en aquel momento, con _____.
Ladeó la cabeza y trató de aligerar la tensión del momento.
—Supongo que tienes motivos para estar asombrada. Después de todo, esto es una auténtica primicia—
Para decepción suya, la expresión de _____ se volvió fría y distante.
—¿Qué es una primicia? —preguntó mirándolo con cautela.
El abrió los brazos, presentando al hombre en que se había convertido.
—Ver a Joseph Jonas entre las paredes del club de campo de Whitaker —contestó, tratando de obtener una sonrisa de _____ con su tono grave y burlón.
Ella se relajó un poco, pero no sonrió.
—Supongo que lo es —asintió, mirándolo, absorbiendo los profundos cambios experimentados por el muchacho al que había conocido—. Parece que has recorrido un largo trecho desde que te fuiste de Whitaker Falls.
—Así es —viendo la retahíla de preguntas que se avecinaba y que no estaba preparado para contestar, Joe decidió cambiar de tema—. Debo admitir que las comodidades de este lugar son sobresalientes. Mejor de lo que había imaginado. ¿Vas a quedarte a cenar conmigo?—
Contuvo el aliento mientras _____ lo pensaba, y ella lo soltó cuando finalmente tomó la decisión.
—Sí, me quedo—
Joe sintió un gran alivio.
—Me alegro—
Un incómodo silencio se asentó entre ambos. _____ deslizó la mano por la parte delantera de su vestido, nerviosa. Joe siguió el movimiento de la mano con la mirada, fascinado por las femeninas curvas que había desarrollado a lo largo de los años. Seguía siendo pequeña y delgada, pero sus pechos eran más grandes que antes, y sus caderas más redondeadas. Sus piernas seguían siendo tan bonitas como siempre, firmes y contorneadas como las de una bailarina.
CONTINUARA
.Lu' Anne Lovegood.
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
qe bien qe la rayis acepto qedarse a cenar con joe
ahora solo falta qe saber qe va a pasar tienes qe seguirla
me encanta tu nove siguela plis
ahora solo falta qe saber qe va a pasar tienes qe seguirla
me encanta tu nove siguela plis
Nani Jonas
Re: UNA BODA SORPRESA (Joe&tu) [TERMINADA]
Siuelaaaaaaaaaaaaa no la dejes asiiiiii porfavooooooor
pon maaaaaaaas
pon maaaaaaaas
Invitado
Invitado
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