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The Roadtrip
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: The Roadtrip
- abran :
- Well, he ahí mi horrendo cap (?, realmente me inspire ;-; :why:así que amenlo ¬¬ okno :c espero que les guste :c y perdón si no puse a más personajes :c contando que mis pejotas son los antisociales de acá :c. Se suponía que me centraría más en Mason que en Caitlin, pero me salió al reves :C again :c so, eso :c las amo :c
pd. Holder Robbenson aka pejota de Anto. aka Ash Stymet... creo que así se escribe :c
pd 2. SIGUE: VIR
CAPITULO 30.
BY KITTY SYKES 2014.
− Catlin… te amo.
El oji azul practicaba aquella frase por todo el día. Había tenido el valor de confesarle todo a la morena. La valentía había arremolinado por sus venas desde anoche y en cuanto supo que Sebastien había tenido el valor para confesarse ante Myra; solo esperaba que él no tuviera el mismo resultado que el castaño. Mason se imaginaba estando frente a la oji marrón y tratando que las palabras, esas palabras tan importantes que se había guardado por tanto tiempo salieran de sus labios. Y realmente, rogaba porque Cait llegase a sentir lo mismo por él y no acabará con el corazón roto otra vez.
Todos se encontraban acomodando las últimas cosas dentro de los vehículos para partir a su nuevo destino: Vallejo. No habían pasado siquiera dos días instalados en Richmond. Para cuando el oji azul se dio cuenta, yacía sentado entre los asientos traseros de la furgoneta que manejaba Daniel. Sí, para suerte de él, se hallaba en la misma camioneta que Caitlin… y su novio. Mason no sabía a donde debía de dirigir su mirada; si al frente viendo las manos entrelazadas entre los morenos, o hacia sus costados. Prácticamente, la mayoría de quiénes se encontraban junto con él, estaban más que dormidos, viajar era bastante agotador, y eso lo sabía el joven Cardiggan a la perfección.
Comenzó a recordar los viajes en carretera que hacían Caitlin y él; ya sea robando un carro para avanzar con mayor rapidez, o simplemente caminando a la par del otro. No tenían dinero para usar algún otro recurso, y por suerte, lograban reunir lo necesario para sus comidas y, rara vez, para pagar un pasaje en algún autobús que los llevase a su siguiente destino. Lo único que Mason sentía estos momentos, era la añoranza de aquellos recuerdos que comenzaban a dar vueltas por su mente todos los días desde que se habían sumado a este viaje de escapatoria.
Deseaba que Sam se despertara de aquel sueño profundo en el que se había adentrado en cuanto emprendieron su nuevo viaje. Mason quería hablar con alguien sobre las cosas que sentía y si, su decisión de confesar sus sentimientos hacia Caitlin, era realmente una buena idea. Estaba a punto de tocar e hombro de su amigo, pero se detuvo a milímetros de él. Se acordó que Sam no se encontraba en su mejor ánimo estos momentos desde lo ocurrido con la pequeña blonda. El oji azul no sabía que decirle para que se sintiera mejor, porque verdaderamente no tenía ni idea de que algún comentario lograse sacar de aquella pequeña depresión por la que estaba pasando el joven Barclay.
La inseguridad empezó a hacer acto de presencia en su sistema en cuanto la pequeña idea de que pudiese sucederle lo mismo que a Sam: decepcionarse al darse cuenta que la persona por la que se encontraba perdidamente enamorado no sintiese algo más que amistad por él. Trago duro. Comenzaba a pensar que el decirle “te amo” a la morena no iba a ser una buena idea. Había dos resultados que suponían que podrían pasar si en dado caso aquellas dos palabras se lograran articular. Una de las posibles consecuencias de aquella confesión sería el hecho de que la oji marrón sintiera el mismo sentimiento por él, y que, en dado caso, una relación formal comenzara entre ambos; la otra consecuencia –la cual verdaderamente no quería pensar−, era que la joven Young no le correspondiera, y que un rechazo fuera la única respuesta. Sabía que la amistad que había formado con ella en todos estos meses se veía amenazada si le decía sus sentimientos… aunque, verdaderamente, Mason ya sentía que aquella relación de amigos que tenían entre ambos, se distanciaba con el paso de los días.
Meneo la cabeza, tratando de detener todos sus pensamientos, lo único que hacía era auto-torturarse con lo que pasaba en el presente, y lo que el futuro le deparara. Giró su vista hacia la derecha para distraerse viendo el paisaje por el que pasaban. Árboles, flores y hierba verde era lo único que lograba diferenciar, contando a la velocidad con la que manejaba Turner. No sabía con exactitud donde se encontraba, lo único que quería era que el automóvil parece un rato para estirar sus extremidades. Sentía que su trasero ya estaba más que dormido por todo el extenso recorrido, pero en vez de hablar, prefirió callar… tal y como usualmente siempre lo hacía.
Vio en un extremo de la furgoneta a Zuzu con Tyler, ambos dormidos, e inmediatamente pensó en algo: Candice le agradaba, y aunque no conocía al oji verde –puesto que no ha entablado alguna conversación con él−, también le agradaba… de cierto modo; aunque viéndolos, analizo algo que no había hecho antes. Sí, tal vez se veían lindos como pareja, pero para Mason no era así. Sabía que el ruloso estaba verdaderamente enamorado de la blonda, pero ¿ella también lo estaba de él? Tal vez lo quería mucho, pero el oji azul sabía de más que eso no era verdadero amor… o al menos así suponía su mente en este instante, tal vez estaba equivocado y todo estaba en su retorcida imaginación, pero eso intuía. Además, que sospechaba levemente que el castaño que yacía dormido a su costado sentía, por raro que sonase, algo por Zuzu…, pero sabía de más que jamás lo confesaría.
Realmente, Mason quería ver feliz a Samuel. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?
« Ah si –pensó−, porque el amor siempre será complicado.»
Sintió como disminuía la velocidad del medio de transporte en el que venían, hasta que se detuvo por completo. Volvió su vista al frente, para toparse con algo peor que si le introdujeran una espada por la espalda… Caitlin y Daniel se estaban besando. Mason no titubeo ni menciono una sola palabra, se paró de su asiento y salió de aquel automóvil para despejarse y tener un momento de soledad para sí mismo. Sentía como su corazón se retorcía de dolor, sentía un picor en su garganta y cómo un nudo se apaciguo en ese lugar para cerrarla y causar que los gritos no salieran, sentía como un líquido salado y cristalino se comenzaba a colocar en sus ojos, causando que su vista se tornase borrosa. Sus manos se formaron como pullos, tratando que la pequeña rabia que comenzaba a consumarlo, se detuviera, antes de hacer una estupidez… cómo por ejemplo, partirle la cabeza a Turner si era necesario.
Lo aceptaba, estaba más que celoso de la relación amorosa que tenía él con la morena. Cada vez que veía una muestra de afecto entre ambos, el dolor lo consumía más y más, sintiéndose peor consigo mismo cada día que transcurría. Haber llegado y haberse sumado a ese estúpido viaje había sido el peor error de toda su vida; aceptaba el hecho de que si jamás hubiesen intentado robar una de las camionetas de su ahora compañeros, nada de esto habría pasado. Mason y Caitlin seguirían juntos, tal vez como amigos, pero aún permanecerían uno a lado del otro, para protegerse la espalda entre ambos.
Empezó a caminar, a donde sea que sus pies lo llevaran, ya que no sabía a donde diablos se dirigía. Solo quería estar solo y pensar las cosas con calma. No sabía si ya habían llegado a su destino, pero solo echo un leve vistazo para darse cuenta que varios estaban ayudando en bajar las pertenencias de todos… ¿qué hacía él? Nada, simplemente caminaba alejándose de todo lo que le lastimaba en estos momentos. Escucho cómo alguien pronunciaba su nombre… o más bien lo gritaba. No voltearía, sabía quién era esa persona. En vez de detenerse, acelero más su paso, para alejarse más rápido de la peli negra que lo llamaba.
− ¡Mason, detente! –vocifero colocándose enfrente de él, logrando que detuviera su paso.
Bajo la mirada, no quería que Caitlin lo viera en aquel estado… aunque verdaderamente, no quería que nadie lo viera en estos momentos.
− ¿A dónde crees que vas? –cuestiono la morena cruzando sus brazos, viendo con seriedad a su amigo.
Mason seguía sin levantar la vista.
− A ningún lado –respondió, logrando que el nudo en su garganta desapareciera y que el aire comenzara a llegar con normalidad a sus pulmones.
− Ajá, haré como que te creo –argumento con sarcasmo la oji marrón, deteniéndose a ver el estado en el que se hallaba su compañero. Se dio cuenta que sus manos se encontraban en dos puños, los nudillos estaban completamente blancos, y sabía que Mason solo actuaba de aquella manera cuando algo le frustraba o le hería−. Mason… ¿Qué tienes?
− Nada –levanto la vista, viendo preocupación en los ojos de la morena, volviendo a sentirse débil al ver otra vez las facciones de ella. Maldecía el momento en el que se había dado cuenta de sus sentimientos por la chica−. Estoy bien, Cait… solo necesito un respiro, estaba muy ofuscado dentro de la camioneta.
− ¿Seguro que es solo eso? –pregunto con cautela, sabiendo de más que aquello era una mentira del castaño… ¿desde cuándo Mason le ocultaba las cosas? O peor aún… ¿desde cuándo le mentía?
− Sí –sentencio respirando con profundidad y caminando otra vez, pasando a un lado de la que solía ser una “amiga” para él−. Solamente caminaré unos minutos, vuelvo al rato.
Caitlin no escucho una sola palabra más por parte de él y tampoco menciono una para detenerlos. Se sentía mal por no saber la causa del estado de su único y verdadero amigo… y peor aún, se sentía fatal por el hecho de darse cuenta que Mason le estaba ocultando algo. Odiaba los secretos, aunque ella misma era de las personas que dependía de ellos.
Y Caitlin solo veía como esa relación de amistad que había formado en los últimos meses con Mason se iba debilitando poco a poco. Ya no eran más Mason y Caitlin, ya no eran aquel equipo capaz de cualquier locura para sobrevivir día a día. Ahora solo eran Mason por su parte, y la morena por la suya. Y ella sabía que tenía la culpa, lo tenía presente cada día en el que lo veía a él platicando con los demás y la oji marrón se quedaba viendo como poco a poco, se alejaban más y más.
− Hey ¿te encuentras bien? –Myra se encontraba a su lado al ver que su amiga se había quedado parada ahí, sin mover un solo musculo.
− Claro –mintió, siempre mentía y siempre lo haría−. Solamente me quede pensando.
− ¿En Mason? –divago la joven Turner con seriedad.
− Algo así, estaba extraño y él jamás se comporta así –comento Caitlin dando vuelta para regresar con los demás−. Dime… ¿tú te encuentras bien?
− ¿Por qué la pregunta, Young? –respondió con otra pregunta la hermana de su novio.
− Eso es un no. Respondiste con otra pregunta, Myra.
− Estoy bien, ¿de acuerdo? Estoy más que bien.
− El tono de tu voz no ayuda mucho a tu respuesta, querida.
− Ya, vale ¿Por qué mierda preguntas aquello?
− Por lo que me habías contado de tu y Sebastien.
− Ese tema está en el olvido –sentencio la morena menor con seriedad.
− Myra… eres una estúpida –hablo con total sinceridad.
− ¿Disculpa?
− No puedo creer que no hayas podido responderle a Sebastien, ¡se te declaro! –elevo la voz, dándose cuenta que había llamado la atención de un par de miradas, respondiendo de manera fría hacia estas.
− No quiero hablar de eso, Caitlin –argumento con un susurro la pequeña Turner.
− Te das cuenta que perdiste tu primera, y posiblemente, única oportunidad con él ¿cierto? –cuestiono, realmente se preguntaba el porqué de que Myra no le haya correspondido al castaño. Aunque bueno… puede que ella misma hubiese actuado de la misma forma que su amiga.
− Sí.
Caitlin solo suspiro, no sabía que más decir y sabía por sentado que el tema ya estaba terminado. Se quedó paraba, con los pies pegados a la tierra mientras Myra se retiraba para ir con los demás. ¿Qué iba a hacer en estos momentos, Caitlin? ¿Ayudar? No, esa no era una opción para ella, ¿ir a molestar a alguien, a Penny quizás? Tampoco, estaba cansada, y honestamente, aburrida, además que sabía el hecho de que la blonda era alguien intocable en estos momentos después de “el secuestro” por el que había pasado… ¿caminar tal vez? Bueno, era la única cosa que podía hacer estando sola, y era lo que de verdad quería en estos momentos. Dio inicio a su marcha, no por donde Mason se había ido, si no hacía el lado contrario. Quería meditar las cosas por un momento sin nada que la interrumpiera.
− ¿A dónde vas? –cuestiono el joven Turner abrazándola por atrás.
− A caminar un rato –se dio la vuelta para quedar frente a frente con su novio, brindándole una sonrisa sincera.
− ¿Crees que dejaré que vayas sola? –ladeo una sonrisa mientras la estrechaba más hacía él.
− Lo harás –sentencio la morena alzando su mirada−. Solo serán unos minutos, Daniel, no me pasará nada.
− No quiero que alguien te aleje de mí –hablo con seriedad y Cait pudo notar la preocupación en el par de esmeraldas color miel.
− No me pasará nada, ¿de acuerdo? Volveré cuando menos te des cuenta –aseguro depositando un beso en sus labios, sintiendo otra vez aquel sentimiento que había hecho presencia en su corazón. Presiono el agarre de su mano con la del moreno antes de regresar a su caminata. En verdad, tenía que alejarse un rato de todo eso que la comenzaba a agobiar y pensar las cosas con cautela.
¿Se estaba enamorando de Daniel acaso? No, no se podía permitir aquello. Tal vez si comenzaba a sentir una especie de afecto y cariño hacia él, pero no podía permitir que sus hormonas y los estúpidos sentimientos se acrecentaran y manejaran sus acciones. Debía pensar, no sentir. Lo último que quería era volver a querer a alguien, ya que, sabía que tarde o temprano aquella persona terminaría alejándose. Lo hizo su madre, lo hizo su padre, y Mason comenzaba a hacerlo. No quería que Daniel lo hiciera o Myra. No quería tener que encariñarse con nadie para después decepcionarlos con la verdadera persona que era. Pero ya era tarde, Caitlin Young ya tenía sentimientos de por medio en su camino. Y cuando alguien se mete en su corazón, era difícil que saliese, y sabía de más que no dejaría que alguien causara una lejanía entre ambas partes.
« Esto es una estupidez –pensó−. Soy una estúpida. »
Detuvo su marcha y se posiciono sobre una roca grande para sentarse en ella y descansar un rato para después volver hacia el campamento, dormir una siesta para que mañana estuviese lista para otro estúpido día de tour por Vallejo.
− Dame todo lo que traes –Pego un grito en cuanto sintió como una hoja de metal afilada yacía en su cuello y sin darse cuenta, sus manos se encontraba atrapadas entre el puño de alguien más. Aquel desconocido comenzó a levantar de donde se encontraba, posicionándola de pie enfrente suyo, haciendo que la morena se encontrará de espaldas a él.
− ¿En serio? Pues veras, amigo, lo único que traigo es la ropa que llevo puesta –logro responder, sin saber cómo fue que llego a decir semejante idiotez en un momento como este.
− Te verías mejor sin ella, cariño –formulo su atacante con todo tangible y cerca de su oído, causando que sus vellos se erizaran. Caitlin trago duro, sintiendo en ese momento la presión del cuchillo aún en su cuello.
− No creo que seas de mi talla, amigo –siguió, y verdaderamente, ella misma se clavaría el cuchillo si seguí abriendo la boca para decir otra tarugada como esa.
− No me refería a eso –sentencio el chico, aún sin ver cómo era ni quién era.
− Lo sé, sé a qué te referías… −hablo con frustración, ¿Por qué no simplemente le clavaba el arma y se largaba en vez de comenzar una plática?− ¿se supone que esto es un asalto? –ironizo.
− No soy bueno para estas cosas –puntualizo su atacante, dándole la media vuelta para que lo viera.
Un joven, no más de dieciocho años… a lo mucho diecinueve se hallaba enfrente de Caitlin. Estatura alta, por lo menos, rebasaba a la morena por una cabeza, poseedor de una complexión sumamente delgada, la peli negra se preguntaba si era anoréxico o sufría algún trastorno alimenticio. Cabellera corta y de un color oscuro y dos esmeraldas de un color confundible para la morena… ¿sus ojos eran azules o grises? El chico ladeo una sonrisa, y la peli negra se dio cuenta que era una que detallaba pena, vergüenza y tal vez empatía.
« Y dicen que las mujeres somos las bipolares aquí –pensó. »
− Lamento lo sucedido es solo que… −divago el aún desconocido para ella mientras se rascaba su cabello.
− Así que primero intentas asaltarme a mí, que no tengo ni un misero peso o algo con valor junto a mí, y luego te disculpas… ¿en serio?
− Vale, sé que no debí haber hecho aquello, pero como dicen, situaciones desesperadas requieran medidas desesperadas… o algo así –indago el oji azul o grisáceo, aún la morena seguía sin definir el color del iris en sus ojos.
− Como digas…, ladrón. Si me permites me largo.
Emprendió su caminata de vuelta a donde se encontraban los demás, pero sintió como alguien jalaba de su brazo, logrando que girara sobre sí misma y que vociferara un grito otra vez. Fulmino con la mirada al chico que aún sostenía su brazo, sin inmutarse si quiera a soltarlo.
− ¡Suéltame, idiota!
− ¿Te podrías calmar? Ni siquiera te hice algo, malcriada caprichuda.
− Por poco y me clavabas tu estúpida navaja en mi cuello ¿no?
− Solo lo hice para espantarte, no soy un asesino.
− ¿Tu nombre? –pregunto la morena soltando el agarre y cruzándose de brazos con la mirada seria.
− Holder Robbenson, un placer –respondió enfatizando la última palabra−. ¿Tu?
− Caitlin Young, y no podría decir lo mismo, Holder –añadió con sarcasmo dibujando una sonrisa falsa.
− ¡Caitlin! ¿Qué demonios fueron esos gritos? –vocifero alguien aproximándose al par. Era Daniel y la morena diferencio su rostro lleno de preocupación− ¿Te encuentras bien? ¿Te hizo algo este estúpido?
− Daniel… tranquilo, estoy bien –hablo sonriendo para tranquilizar al moreno−. Es solamente que me había asustado al encontrarme a alguien más rondando por acá –mintió. Intuía que decir que la habían intentado asaltar no sería una buena idea, ¿para qué preocupar a la gente? Pero sobre todo, por mucho que le costase hasta la médula admitirlo, Holder le había caído bien… para una primera impresión.
− ¿Segura que fue eso? –pregunto Mason posicionándose a un lado del morocho, con la preocupación más que palpable en su rostro.
− Sí, y… ¿Daniel puedo hablar contigo un minuto? –pregunto con cautela hacia su novio. Quería pedirle algo, pero sin que nadie los escuchase.
− Claro –Turner se alejó con ella uno metros de donde se encontraban los demás, sin quitar la vista del chico con el que estaba su novia.
− Este… −no sabía cómo empezar si quiera, ni cómo es que pediría aquello que se había cruzado por su cabeza hace unos momentos.
− Caitlin, ¿qué pasa?
− ¿Podría acompañarnos en el viaje Holder? –hablo sin rodeos, sacando todo el aire que contenía. Vaya, realmente le costaba pedir favores.
− ¿Quién diablos es Holder?
− Holder Robbenson… el chico que estaba conmigo.
− ¿Cómo que acompañarnos? Caitlin… creo que ya somos muchos.
− Vamos, Daniel. Nos aceptaste a mí y a Mason ¿no? Además, puede que él nos ayude para conseguir más comida y dinero. Sabes que odio pedir cosas y sobre todo a ti, y… −y de pronto sus labios fueron callados por la presión de los del moreno sobre los de ella, logrando impedir que siguiera hablando.
− De acuerdo, y espero que estés en lo correcto, Cait –sentencio el moreno agarrando la mano de ella y regresando con los otros.
− La tengo ¿alguna vez te he decepcionado? –sintió una punzada al decir aquella preguntaba y no sabía realmente el porqué de aquel dolor.
− No –aseguro e peli negro sonriéndole cómo lo hacía cada vez que la veía.
Y de pronto, todos se encontraban de vuelta en el campamento… con un nuevo integrante. Caitlin no sabía porque fue que había pedido aquello… ¿cuándo diablos había dejado que los sentimientos se apoderaran? Realmente comenzaba a odiarse y maldecía internamente su comportamiento de este día en específico. Se sentó sobre un roble grueso, apartada de la multitud, realmente solo quería tomar un descanso de todo esto, pero no quería toparse con nadie por el momento, así que, se quedó ahí, sentada mientras veía cómo se relacionaban los demás entre sí.
Algo llamo su atención. Penny se hallaba a su costado, unos metros alejaba de ella. La blonda estaba jugando con el arma de alguien… de Daniel, recordando que él era la única persona que poseía un arma en todo el grupo. Caitlin comenzó a respirar con dificultad al ver el arma, tenía meses sin ver una en persona, tan cerca otra vez… Y de pronto, todo su pasado volvió de golpe, causando un dolor agudo en su pecho. Debía tranquilizarse, pero no podía. Vio cómo Lane noto el extraño comportamiento de ella y comenzó a acercarse hasta donde se encontraba. Las manos comenzaron a sudarle y sentía que no llegaba aire a sus pulmones, más sin embargo, su cuerpo no reaccionaba y solo se limitaba a observar como la oji verde se aproximada más y más.
− ¿Qué pasó, bruja? –pregunto con diversión Penny al ver la reacción que había tomado la morena cuando vio el arma, había hallado el punto débil de Young y pensaba disfrutarlo un poco.
− Penny… solo… aléjate de mí… ¿quieres? –murmuro débilmente sin aire. Odiaba las armas, y todo artefacto de hostilidad y frialdad. Trago duro al sentir cómo la blonda comenzaba a girar alrededor suyo.
− ¿Por qué? ¿Te dan miedo las pistolas, Caitlin?
Cerró los ojos al sentir el frío metal sobre su cráneo y cómo hacía un recorrido por su rostro con lentitud. Su garganta se había cerrado y lágrimas estaban brotando de sus ojos, no quería gritar y que los demás vinieran. Sus labios se mantenían con un temblor debido al temor y había comenzado a sollozar. Recordó el sonido del arma de fuego de su padre, luego cómo una bala había atravesado su brazo y cómo su madre yacía muerta en el suelo. Y dejo de llorar y de sollozar en cuanto escucho cómo el seguro de arma se había quitado. Abrió los ojos con lentitud para ver a Penny enfrente suyo, con el arma apuntándole justo a su frente. Comenzó a respirar con dificultad y se preguntó cuánto era que Lane la odiaba cómo para querer matarla.
− Bum –hablo la oji verde disparando el arma… sin efecto ya que había quitado la bala mientras la morena se moría de miedo−. ¿Te gusto el susto, Caitlin? –ironizo ladeando una sonrisa de maldad y odio por completo, mientras se retiraba del lugar, dejando a una joven con los nervios de punta y lágrimas rondando por sus mejillas.
− ¿Caitlin? –hablo alguien saliendo de su escondite.
Era el chico nuevo y realmente se veía asombrado por lo que había presenciado. Se acercó con cautela hacia la morena y se agacho quedando a la altura de esta. Caitlin solo sollozaba, cuando realmente quería llorar como no lo hacía hace meses. Aún mantenía sus ojos cerrados… necesitaba un abrazo y que alguien le dijera que estaba ahí para ella. Necesitaba… necesitaba un amigo, ¿ella tenía uno de verdad?
− Aquí estoy, Cait –puntualizo Holder abrazándola y meciéndola junto con él hasta apaciguar el llanto y los sollozos de la morena.
Al parecer, Caitlin ya había encontraba a un verdadero amigo.
El oji azul practicaba aquella frase por todo el día. Había tenido el valor de confesarle todo a la morena. La valentía había arremolinado por sus venas desde anoche y en cuanto supo que Sebastien había tenido el valor para confesarse ante Myra; solo esperaba que él no tuviera el mismo resultado que el castaño. Mason se imaginaba estando frente a la oji marrón y tratando que las palabras, esas palabras tan importantes que se había guardado por tanto tiempo salieran de sus labios. Y realmente, rogaba porque Cait llegase a sentir lo mismo por él y no acabará con el corazón roto otra vez.
Todos se encontraban acomodando las últimas cosas dentro de los vehículos para partir a su nuevo destino: Vallejo. No habían pasado siquiera dos días instalados en Richmond. Para cuando el oji azul se dio cuenta, yacía sentado entre los asientos traseros de la furgoneta que manejaba Daniel. Sí, para suerte de él, se hallaba en la misma camioneta que Caitlin… y su novio. Mason no sabía a donde debía de dirigir su mirada; si al frente viendo las manos entrelazadas entre los morenos, o hacia sus costados. Prácticamente, la mayoría de quiénes se encontraban junto con él, estaban más que dormidos, viajar era bastante agotador, y eso lo sabía el joven Cardiggan a la perfección.
Comenzó a recordar los viajes en carretera que hacían Caitlin y él; ya sea robando un carro para avanzar con mayor rapidez, o simplemente caminando a la par del otro. No tenían dinero para usar algún otro recurso, y por suerte, lograban reunir lo necesario para sus comidas y, rara vez, para pagar un pasaje en algún autobús que los llevase a su siguiente destino. Lo único que Mason sentía estos momentos, era la añoranza de aquellos recuerdos que comenzaban a dar vueltas por su mente todos los días desde que se habían sumado a este viaje de escapatoria.
Deseaba que Sam se despertara de aquel sueño profundo en el que se había adentrado en cuanto emprendieron su nuevo viaje. Mason quería hablar con alguien sobre las cosas que sentía y si, su decisión de confesar sus sentimientos hacia Caitlin, era realmente una buena idea. Estaba a punto de tocar e hombro de su amigo, pero se detuvo a milímetros de él. Se acordó que Sam no se encontraba en su mejor ánimo estos momentos desde lo ocurrido con la pequeña blonda. El oji azul no sabía que decirle para que se sintiera mejor, porque verdaderamente no tenía ni idea de que algún comentario lograse sacar de aquella pequeña depresión por la que estaba pasando el joven Barclay.
La inseguridad empezó a hacer acto de presencia en su sistema en cuanto la pequeña idea de que pudiese sucederle lo mismo que a Sam: decepcionarse al darse cuenta que la persona por la que se encontraba perdidamente enamorado no sintiese algo más que amistad por él. Trago duro. Comenzaba a pensar que el decirle “te amo” a la morena no iba a ser una buena idea. Había dos resultados que suponían que podrían pasar si en dado caso aquellas dos palabras se lograran articular. Una de las posibles consecuencias de aquella confesión sería el hecho de que la oji marrón sintiera el mismo sentimiento por él, y que, en dado caso, una relación formal comenzara entre ambos; la otra consecuencia –la cual verdaderamente no quería pensar−, era que la joven Young no le correspondiera, y que un rechazo fuera la única respuesta. Sabía que la amistad que había formado con ella en todos estos meses se veía amenazada si le decía sus sentimientos… aunque, verdaderamente, Mason ya sentía que aquella relación de amigos que tenían entre ambos, se distanciaba con el paso de los días.
Meneo la cabeza, tratando de detener todos sus pensamientos, lo único que hacía era auto-torturarse con lo que pasaba en el presente, y lo que el futuro le deparara. Giró su vista hacia la derecha para distraerse viendo el paisaje por el que pasaban. Árboles, flores y hierba verde era lo único que lograba diferenciar, contando a la velocidad con la que manejaba Turner. No sabía con exactitud donde se encontraba, lo único que quería era que el automóvil parece un rato para estirar sus extremidades. Sentía que su trasero ya estaba más que dormido por todo el extenso recorrido, pero en vez de hablar, prefirió callar… tal y como usualmente siempre lo hacía.
Vio en un extremo de la furgoneta a Zuzu con Tyler, ambos dormidos, e inmediatamente pensó en algo: Candice le agradaba, y aunque no conocía al oji verde –puesto que no ha entablado alguna conversación con él−, también le agradaba… de cierto modo; aunque viéndolos, analizo algo que no había hecho antes. Sí, tal vez se veían lindos como pareja, pero para Mason no era así. Sabía que el ruloso estaba verdaderamente enamorado de la blonda, pero ¿ella también lo estaba de él? Tal vez lo quería mucho, pero el oji azul sabía de más que eso no era verdadero amor… o al menos así suponía su mente en este instante, tal vez estaba equivocado y todo estaba en su retorcida imaginación, pero eso intuía. Además, que sospechaba levemente que el castaño que yacía dormido a su costado sentía, por raro que sonase, algo por Zuzu…, pero sabía de más que jamás lo confesaría.
Realmente, Mason quería ver feliz a Samuel. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?
« Ah si –pensó−, porque el amor siempre será complicado.»
Sintió como disminuía la velocidad del medio de transporte en el que venían, hasta que se detuvo por completo. Volvió su vista al frente, para toparse con algo peor que si le introdujeran una espada por la espalda… Caitlin y Daniel se estaban besando. Mason no titubeo ni menciono una sola palabra, se paró de su asiento y salió de aquel automóvil para despejarse y tener un momento de soledad para sí mismo. Sentía como su corazón se retorcía de dolor, sentía un picor en su garganta y cómo un nudo se apaciguo en ese lugar para cerrarla y causar que los gritos no salieran, sentía como un líquido salado y cristalino se comenzaba a colocar en sus ojos, causando que su vista se tornase borrosa. Sus manos se formaron como pullos, tratando que la pequeña rabia que comenzaba a consumarlo, se detuviera, antes de hacer una estupidez… cómo por ejemplo, partirle la cabeza a Turner si era necesario.
Lo aceptaba, estaba más que celoso de la relación amorosa que tenía él con la morena. Cada vez que veía una muestra de afecto entre ambos, el dolor lo consumía más y más, sintiéndose peor consigo mismo cada día que transcurría. Haber llegado y haberse sumado a ese estúpido viaje había sido el peor error de toda su vida; aceptaba el hecho de que si jamás hubiesen intentado robar una de las camionetas de su ahora compañeros, nada de esto habría pasado. Mason y Caitlin seguirían juntos, tal vez como amigos, pero aún permanecerían uno a lado del otro, para protegerse la espalda entre ambos.
Empezó a caminar, a donde sea que sus pies lo llevaran, ya que no sabía a donde diablos se dirigía. Solo quería estar solo y pensar las cosas con calma. No sabía si ya habían llegado a su destino, pero solo echo un leve vistazo para darse cuenta que varios estaban ayudando en bajar las pertenencias de todos… ¿qué hacía él? Nada, simplemente caminaba alejándose de todo lo que le lastimaba en estos momentos. Escucho cómo alguien pronunciaba su nombre… o más bien lo gritaba. No voltearía, sabía quién era esa persona. En vez de detenerse, acelero más su paso, para alejarse más rápido de la peli negra que lo llamaba.
− ¡Mason, detente! –vocifero colocándose enfrente de él, logrando que detuviera su paso.
Bajo la mirada, no quería que Caitlin lo viera en aquel estado… aunque verdaderamente, no quería que nadie lo viera en estos momentos.
− ¿A dónde crees que vas? –cuestiono la morena cruzando sus brazos, viendo con seriedad a su amigo.
Mason seguía sin levantar la vista.
− A ningún lado –respondió, logrando que el nudo en su garganta desapareciera y que el aire comenzara a llegar con normalidad a sus pulmones.
− Ajá, haré como que te creo –argumento con sarcasmo la oji marrón, deteniéndose a ver el estado en el que se hallaba su compañero. Se dio cuenta que sus manos se encontraban en dos puños, los nudillos estaban completamente blancos, y sabía que Mason solo actuaba de aquella manera cuando algo le frustraba o le hería−. Mason… ¿Qué tienes?
− Nada –levanto la vista, viendo preocupación en los ojos de la morena, volviendo a sentirse débil al ver otra vez las facciones de ella. Maldecía el momento en el que se había dado cuenta de sus sentimientos por la chica−. Estoy bien, Cait… solo necesito un respiro, estaba muy ofuscado dentro de la camioneta.
− ¿Seguro que es solo eso? –pregunto con cautela, sabiendo de más que aquello era una mentira del castaño… ¿desde cuándo Mason le ocultaba las cosas? O peor aún… ¿desde cuándo le mentía?
− Sí –sentencio respirando con profundidad y caminando otra vez, pasando a un lado de la que solía ser una “amiga” para él−. Solamente caminaré unos minutos, vuelvo al rato.
Caitlin no escucho una sola palabra más por parte de él y tampoco menciono una para detenerlos. Se sentía mal por no saber la causa del estado de su único y verdadero amigo… y peor aún, se sentía fatal por el hecho de darse cuenta que Mason le estaba ocultando algo. Odiaba los secretos, aunque ella misma era de las personas que dependía de ellos.
Y Caitlin solo veía como esa relación de amistad que había formado en los últimos meses con Mason se iba debilitando poco a poco. Ya no eran más Mason y Caitlin, ya no eran aquel equipo capaz de cualquier locura para sobrevivir día a día. Ahora solo eran Mason por su parte, y la morena por la suya. Y ella sabía que tenía la culpa, lo tenía presente cada día en el que lo veía a él platicando con los demás y la oji marrón se quedaba viendo como poco a poco, se alejaban más y más.
− Hey ¿te encuentras bien? –Myra se encontraba a su lado al ver que su amiga se había quedado parada ahí, sin mover un solo musculo.
− Claro –mintió, siempre mentía y siempre lo haría−. Solamente me quede pensando.
− ¿En Mason? –divago la joven Turner con seriedad.
− Algo así, estaba extraño y él jamás se comporta así –comento Caitlin dando vuelta para regresar con los demás−. Dime… ¿tú te encuentras bien?
− ¿Por qué la pregunta, Young? –respondió con otra pregunta la hermana de su novio.
− Eso es un no. Respondiste con otra pregunta, Myra.
− Estoy bien, ¿de acuerdo? Estoy más que bien.
− El tono de tu voz no ayuda mucho a tu respuesta, querida.
− Ya, vale ¿Por qué mierda preguntas aquello?
− Por lo que me habías contado de tu y Sebastien.
− Ese tema está en el olvido –sentencio la morena menor con seriedad.
− Myra… eres una estúpida –hablo con total sinceridad.
− ¿Disculpa?
− No puedo creer que no hayas podido responderle a Sebastien, ¡se te declaro! –elevo la voz, dándose cuenta que había llamado la atención de un par de miradas, respondiendo de manera fría hacia estas.
− No quiero hablar de eso, Caitlin –argumento con un susurro la pequeña Turner.
− Te das cuenta que perdiste tu primera, y posiblemente, única oportunidad con él ¿cierto? –cuestiono, realmente se preguntaba el porqué de que Myra no le haya correspondido al castaño. Aunque bueno… puede que ella misma hubiese actuado de la misma forma que su amiga.
− Sí.
Caitlin solo suspiro, no sabía que más decir y sabía por sentado que el tema ya estaba terminado. Se quedó paraba, con los pies pegados a la tierra mientras Myra se retiraba para ir con los demás. ¿Qué iba a hacer en estos momentos, Caitlin? ¿Ayudar? No, esa no era una opción para ella, ¿ir a molestar a alguien, a Penny quizás? Tampoco, estaba cansada, y honestamente, aburrida, además que sabía el hecho de que la blonda era alguien intocable en estos momentos después de “el secuestro” por el que había pasado… ¿caminar tal vez? Bueno, era la única cosa que podía hacer estando sola, y era lo que de verdad quería en estos momentos. Dio inicio a su marcha, no por donde Mason se había ido, si no hacía el lado contrario. Quería meditar las cosas por un momento sin nada que la interrumpiera.
− ¿A dónde vas? –cuestiono el joven Turner abrazándola por atrás.
− A caminar un rato –se dio la vuelta para quedar frente a frente con su novio, brindándole una sonrisa sincera.
− ¿Crees que dejaré que vayas sola? –ladeo una sonrisa mientras la estrechaba más hacía él.
− Lo harás –sentencio la morena alzando su mirada−. Solo serán unos minutos, Daniel, no me pasará nada.
− No quiero que alguien te aleje de mí –hablo con seriedad y Cait pudo notar la preocupación en el par de esmeraldas color miel.
− No me pasará nada, ¿de acuerdo? Volveré cuando menos te des cuenta –aseguro depositando un beso en sus labios, sintiendo otra vez aquel sentimiento que había hecho presencia en su corazón. Presiono el agarre de su mano con la del moreno antes de regresar a su caminata. En verdad, tenía que alejarse un rato de todo eso que la comenzaba a agobiar y pensar las cosas con cautela.
¿Se estaba enamorando de Daniel acaso? No, no se podía permitir aquello. Tal vez si comenzaba a sentir una especie de afecto y cariño hacia él, pero no podía permitir que sus hormonas y los estúpidos sentimientos se acrecentaran y manejaran sus acciones. Debía pensar, no sentir. Lo último que quería era volver a querer a alguien, ya que, sabía que tarde o temprano aquella persona terminaría alejándose. Lo hizo su madre, lo hizo su padre, y Mason comenzaba a hacerlo. No quería que Daniel lo hiciera o Myra. No quería tener que encariñarse con nadie para después decepcionarlos con la verdadera persona que era. Pero ya era tarde, Caitlin Young ya tenía sentimientos de por medio en su camino. Y cuando alguien se mete en su corazón, era difícil que saliese, y sabía de más que no dejaría que alguien causara una lejanía entre ambas partes.
« Esto es una estupidez –pensó−. Soy una estúpida. »
Detuvo su marcha y se posiciono sobre una roca grande para sentarse en ella y descansar un rato para después volver hacia el campamento, dormir una siesta para que mañana estuviese lista para otro estúpido día de tour por Vallejo.
− Dame todo lo que traes –Pego un grito en cuanto sintió como una hoja de metal afilada yacía en su cuello y sin darse cuenta, sus manos se encontraba atrapadas entre el puño de alguien más. Aquel desconocido comenzó a levantar de donde se encontraba, posicionándola de pie enfrente suyo, haciendo que la morena se encontrará de espaldas a él.
− ¿En serio? Pues veras, amigo, lo único que traigo es la ropa que llevo puesta –logro responder, sin saber cómo fue que llego a decir semejante idiotez en un momento como este.
− Te verías mejor sin ella, cariño –formulo su atacante con todo tangible y cerca de su oído, causando que sus vellos se erizaran. Caitlin trago duro, sintiendo en ese momento la presión del cuchillo aún en su cuello.
− No creo que seas de mi talla, amigo –siguió, y verdaderamente, ella misma se clavaría el cuchillo si seguí abriendo la boca para decir otra tarugada como esa.
− No me refería a eso –sentencio el chico, aún sin ver cómo era ni quién era.
− Lo sé, sé a qué te referías… −hablo con frustración, ¿Por qué no simplemente le clavaba el arma y se largaba en vez de comenzar una plática?− ¿se supone que esto es un asalto? –ironizo.
− No soy bueno para estas cosas –puntualizo su atacante, dándole la media vuelta para que lo viera.
Un joven, no más de dieciocho años… a lo mucho diecinueve se hallaba enfrente de Caitlin. Estatura alta, por lo menos, rebasaba a la morena por una cabeza, poseedor de una complexión sumamente delgada, la peli negra se preguntaba si era anoréxico o sufría algún trastorno alimenticio. Cabellera corta y de un color oscuro y dos esmeraldas de un color confundible para la morena… ¿sus ojos eran azules o grises? El chico ladeo una sonrisa, y la peli negra se dio cuenta que era una que detallaba pena, vergüenza y tal vez empatía.
« Y dicen que las mujeres somos las bipolares aquí –pensó. »
− Lamento lo sucedido es solo que… −divago el aún desconocido para ella mientras se rascaba su cabello.
− Así que primero intentas asaltarme a mí, que no tengo ni un misero peso o algo con valor junto a mí, y luego te disculpas… ¿en serio?
− Vale, sé que no debí haber hecho aquello, pero como dicen, situaciones desesperadas requieran medidas desesperadas… o algo así –indago el oji azul o grisáceo, aún la morena seguía sin definir el color del iris en sus ojos.
− Como digas…, ladrón. Si me permites me largo.
Emprendió su caminata de vuelta a donde se encontraban los demás, pero sintió como alguien jalaba de su brazo, logrando que girara sobre sí misma y que vociferara un grito otra vez. Fulmino con la mirada al chico que aún sostenía su brazo, sin inmutarse si quiera a soltarlo.
− ¡Suéltame, idiota!
− ¿Te podrías calmar? Ni siquiera te hice algo, malcriada caprichuda.
− Por poco y me clavabas tu estúpida navaja en mi cuello ¿no?
− Solo lo hice para espantarte, no soy un asesino.
− ¿Tu nombre? –pregunto la morena soltando el agarre y cruzándose de brazos con la mirada seria.
− Holder Robbenson, un placer –respondió enfatizando la última palabra−. ¿Tu?
− Caitlin Young, y no podría decir lo mismo, Holder –añadió con sarcasmo dibujando una sonrisa falsa.
− ¡Caitlin! ¿Qué demonios fueron esos gritos? –vocifero alguien aproximándose al par. Era Daniel y la morena diferencio su rostro lleno de preocupación− ¿Te encuentras bien? ¿Te hizo algo este estúpido?
− Daniel… tranquilo, estoy bien –hablo sonriendo para tranquilizar al moreno−. Es solamente que me había asustado al encontrarme a alguien más rondando por acá –mintió. Intuía que decir que la habían intentado asaltar no sería una buena idea, ¿para qué preocupar a la gente? Pero sobre todo, por mucho que le costase hasta la médula admitirlo, Holder le había caído bien… para una primera impresión.
− ¿Segura que fue eso? –pregunto Mason posicionándose a un lado del morocho, con la preocupación más que palpable en su rostro.
− Sí, y… ¿Daniel puedo hablar contigo un minuto? –pregunto con cautela hacia su novio. Quería pedirle algo, pero sin que nadie los escuchase.
− Claro –Turner se alejó con ella uno metros de donde se encontraban los demás, sin quitar la vista del chico con el que estaba su novia.
− Este… −no sabía cómo empezar si quiera, ni cómo es que pediría aquello que se había cruzado por su cabeza hace unos momentos.
− Caitlin, ¿qué pasa?
− ¿Podría acompañarnos en el viaje Holder? –hablo sin rodeos, sacando todo el aire que contenía. Vaya, realmente le costaba pedir favores.
− ¿Quién diablos es Holder?
− Holder Robbenson… el chico que estaba conmigo.
− ¿Cómo que acompañarnos? Caitlin… creo que ya somos muchos.
− Vamos, Daniel. Nos aceptaste a mí y a Mason ¿no? Además, puede que él nos ayude para conseguir más comida y dinero. Sabes que odio pedir cosas y sobre todo a ti, y… −y de pronto sus labios fueron callados por la presión de los del moreno sobre los de ella, logrando impedir que siguiera hablando.
− De acuerdo, y espero que estés en lo correcto, Cait –sentencio el moreno agarrando la mano de ella y regresando con los otros.
− La tengo ¿alguna vez te he decepcionado? –sintió una punzada al decir aquella preguntaba y no sabía realmente el porqué de aquel dolor.
− No –aseguro e peli negro sonriéndole cómo lo hacía cada vez que la veía.
Y de pronto, todos se encontraban de vuelta en el campamento… con un nuevo integrante. Caitlin no sabía porque fue que había pedido aquello… ¿cuándo diablos había dejado que los sentimientos se apoderaran? Realmente comenzaba a odiarse y maldecía internamente su comportamiento de este día en específico. Se sentó sobre un roble grueso, apartada de la multitud, realmente solo quería tomar un descanso de todo esto, pero no quería toparse con nadie por el momento, así que, se quedó ahí, sentada mientras veía cómo se relacionaban los demás entre sí.
Algo llamo su atención. Penny se hallaba a su costado, unos metros alejaba de ella. La blonda estaba jugando con el arma de alguien… de Daniel, recordando que él era la única persona que poseía un arma en todo el grupo. Caitlin comenzó a respirar con dificultad al ver el arma, tenía meses sin ver una en persona, tan cerca otra vez… Y de pronto, todo su pasado volvió de golpe, causando un dolor agudo en su pecho. Debía tranquilizarse, pero no podía. Vio cómo Lane noto el extraño comportamiento de ella y comenzó a acercarse hasta donde se encontraba. Las manos comenzaron a sudarle y sentía que no llegaba aire a sus pulmones, más sin embargo, su cuerpo no reaccionaba y solo se limitaba a observar como la oji verde se aproximada más y más.
− ¿Qué pasó, bruja? –pregunto con diversión Penny al ver la reacción que había tomado la morena cuando vio el arma, había hallado el punto débil de Young y pensaba disfrutarlo un poco.
− Penny… solo… aléjate de mí… ¿quieres? –murmuro débilmente sin aire. Odiaba las armas, y todo artefacto de hostilidad y frialdad. Trago duro al sentir cómo la blonda comenzaba a girar alrededor suyo.
− ¿Por qué? ¿Te dan miedo las pistolas, Caitlin?
Cerró los ojos al sentir el frío metal sobre su cráneo y cómo hacía un recorrido por su rostro con lentitud. Su garganta se había cerrado y lágrimas estaban brotando de sus ojos, no quería gritar y que los demás vinieran. Sus labios se mantenían con un temblor debido al temor y había comenzado a sollozar. Recordó el sonido del arma de fuego de su padre, luego cómo una bala había atravesado su brazo y cómo su madre yacía muerta en el suelo. Y dejo de llorar y de sollozar en cuanto escucho cómo el seguro de arma se había quitado. Abrió los ojos con lentitud para ver a Penny enfrente suyo, con el arma apuntándole justo a su frente. Comenzó a respirar con dificultad y se preguntó cuánto era que Lane la odiaba cómo para querer matarla.
− Bum –hablo la oji verde disparando el arma… sin efecto ya que había quitado la bala mientras la morena se moría de miedo−. ¿Te gusto el susto, Caitlin? –ironizo ladeando una sonrisa de maldad y odio por completo, mientras se retiraba del lugar, dejando a una joven con los nervios de punta y lágrimas rondando por sus mejillas.
− ¿Caitlin? –hablo alguien saliendo de su escondite.
Era el chico nuevo y realmente se veía asombrado por lo que había presenciado. Se acercó con cautela hacia la morena y se agacho quedando a la altura de esta. Caitlin solo sollozaba, cuando realmente quería llorar como no lo hacía hace meses. Aún mantenía sus ojos cerrados… necesitaba un abrazo y que alguien le dijera que estaba ahí para ella. Necesitaba… necesitaba un amigo, ¿ella tenía uno de verdad?
− Aquí estoy, Cait –puntualizo Holder abrazándola y meciéndola junto con él hasta apaciguar el llanto y los sollozos de la morena.
Al parecer, Caitlin ya había encontraba a un verdadero amigo.
Última edición por Gina Malik el Vie 07 Feb 2014, 3:03 pm, editado 1 vez
Atenea.
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Re: The Roadtrip
Ay, porque no me avisaron que el pj de anto iba a llegar asi? Se suponia que habia dicho que los4 personajes nuevos ya estaban en el viaje ;-; no lo he leido pero mientras le daba ara abajo con el celular lei eso .-. Bueno ya que..., ahorita que me pase a la compu leoi
peralta.
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Re: The Roadtrip
IC ANTTASD FKJSADLKFJLKASJFLKS EL CAUTLO DE GINA SLAKJDFLKSALÑDJF LOLENA ALSJFLSDJLKFDAJSKF GINU ALKSJFLKDSJALKF YA ME CALMO ALKJSDLKS Y COEMBNATRE SLADKJFLAKSDJFLKSA AY
nayeon.
Re: The Roadtrip
- Spoiler:
- PERDÍ TODO EL COMENTARIO.
PERO GIGI LO AMÉ SO MUCH KDSJF MI PARTE FAVORITA FUE LA DE PENNY & DE CAITLIN ES QUE AMO A PENNY MALOTA GR SEXY U_U OKNO, estoy frustrada por perder el fuckin' comentario >:c
sugg.
Re: The Roadtrip
Bueno, mis pejotas ya estaban así que todas hagan como si el nuevo gemelo de Harry fuera vuestro mejor amigo de toda la vida(?)
Gin, no sé si comentar tu cap o leer los que me faltan u.uobvio los leeré pero no podré comentar ni leer el tuyo bc sería spoilearme sola(¿) :c seguro está genial u.u
Gin, no sé si comentar tu cap o leer los que me faltan u.u
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