Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 14 de 33. • Comparte
Página 14 de 33. • 1 ... 8 ... 13, 14, 15 ... 23 ... 33
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Continuación del capítulo 15
Cualquier pensamiento sobre Juliana desapareció de su mente, ________ paseó la mirada de un hermano a otro con la boca abierta para hablar mientras consideraba qué decir.
Por supuesto, no quedaba nada por decir. Joe había dicho más que suficiente.
Respiró hondo y pareció como si las palabras que acababa de oír resonaran a su alrededor. «¿Para qué diantres iría detrás de una criatura tan corriente e insulsa?» Bueno, al menos ya sabía la verdad. Seguramente habría una cierta satisfacción en ello.
Aunque, de momento, no la encontraba; el dolor que le habían provocado esas palabras había sido casi físico. Pero quizá algún día… en el futuro…
Entonces una intensa cólera comenzó a cubrirla como una oleada cruel pero bienvenida.
Y no quiso otra cosa que decir la última palabra ante aquel hombre arrogante y presumido que, sin duda, era cualquier cosa menos un caballero.
—Bueno —dijo, en un tono profundamente sarcástico, mientras atravesaba el umbral para enfrentarse a él—, parece que tiene una opinión muy elevada de sí mismo, milord.
El hermano de Joe casi se atragantó al oír aquellas palabras y arqueó las cejas oscuras con sorpresa.
—Creo que iré a buscar a Juliana. —Oyó que decía Nick. Ella mantuvo la mirada clavada en el marqués—. Es imposible que sea peor compañía que mi otro hermano.
Se inclinó en una profunda reverencia, a pesar de que ________ lo ignoró olímpicamente, y salió del estudio, cerrando la puerta con un suave «clic».
El sonido sacó a ________ del trance en que se encontraba.
—¿Cómo te atreves?
Joe se acercó a ella.
—No quería decir que…
Ella alzó una mano para interrumpir sus palabras.
—Le has arruinado la lección de baile a tu hermana, por no hablar del resto de la tarde.
Él se mantuvo en silencio, sorprendido por el cambio de tema.
—Más bien se la ha arruinado ella sola, ¿no crees? —dijo finalmente.
—No. Creo que has sido tú. A ella y al resto de nosotros. —Se irguió en toda su altura y enderezó los hombros—. Y te agradecería que recordaras que, dado que me necesitas por el bien de Juliana, no debes interrumpir ni arruinar nuestras lecciones.
Él parpadeó ante aquellas gélidas palabras antes de decir con serenidad:
—Parecías pasar un buen rato.
Ella alzó la barbilla, desafiante.
—En efecto, así era. Es una pena que la tarde haya acabado tan mal. —Lo miró por encima de la nariz con insolencia durante un buen rato, antes de girar sobre los talones para salir de la habitación. Apenas había tocado la manilla cuando se giró hacia él—. Por cierto, le debes una disculpa a tu hermana.
—¿Por qué? —se burló él.
—Porque es joven y se siente sola. Porque tiene miedo de decepcionarte, Joe. Puedes decir lo que quieras sobre mí, pero intenta recordar que ella es mucho más sensible. Y te necesita.
—No soy un monstruo.
Ella sonrió, pero la sonrisa no se reflejó en su mirada.
—No. Claro que no.
A él le dio la impresión de que ella no creía lo que acababa de decir.
________ se volvió hacia la puerta, dispuesta a salir cuando él habló de nuevo.
—¿Es él uno de los puntos de tu lista?
—¿Perdón? —preguntó ella con rigidez, dándose la vuelta con regio desdén.
—Nicholas, ________. Mi hermano. —Le aclaró él, como si estuviera hablando con alguien corto de entendederas—. ¿Es él uno de los puntos de tu lista? Ya sabes: «Número tres: pescar a Nick.»
________ agrandó los ojos.
—¿Piensas que he incluido a tu hermano en mi lista?
—Es exactamente lo que pienso. —En los ojos de Joe llameó una emoción apenas contenida que ella no fue capaz de identificar—. ¿Lo has hecho?
Ella no pudo contener la risa ante aquella pregunta tan ridícula.
—No, Joe. No lo he hecho. Te aseguro que si quisiera incluir una conquista a mi lista, no sería a tu hermano.
—¿A quién incluirías?
«En contra de mi buen juicio, a ti. A ti, imbécil.»
—Esta conversación ha finalizado. —________ se volvió hacia la puerta. En menos que canta un gallo él se plantó a su lado y la agarró firmemente de la mano para hacerla girar hacia él. La ardiente calidez de su piel le hizo estremecerse, aunque intentó ignorarlo.
—Yo no he terminado.
—Lord Joseph —dijo ________, con los ojos brillantes de furia—, me parece que sufre un malentendido y piensa que me tengo que plegar a sus caprichos. Déjeme informarle de que no es así. Puede dirigir a sus sirvientes y a su familia como se le antoje, pero yo no estoy incluida en ninguna de esas categorías. Y, aunque puedo ser una criatura corriente, insulsa y pasiva, no acepto órdenes de usted. Me voy.
Él bajó la cabeza ante la ira de ________.
—Jamás he dicho que seas pasiva. No hay nada pasivo en ti.
Ella dio un tirón para zafarse de su agarre. Levantó la vista y le lanzó una mirada tan llena de furia que, por un momento, Joe llegó a pensar que le golpearía.
Cuando la joven se volvió a girar sobre sus talones para abrir la puerta, él apretó la palma de su mano contra la fría caoba, impidiéndole salir.
—Puede que no seas ni mi criada ni nadie de mi familia, ________, pero tenemos un trato.
Ella se quedó paralizada ante esas palabras sin poder hacer otra cosa que mirar fijamente la mano aplastada contra la puerta.
—He cumplido mi parte del trato. Ya he terminado.
—El comportamiento de Juliana esta tarde indica otra cosa.
—Oh, por favor —se burló ________—. Los dos sabemos que ya está preparada.
—No lo creo. Seré yo quien juzgue cuándo está preparada.
—Esa no es una de las condiciones que pusimos cuando hicimos el trato.
—No explícitamente. Pero la pongo ahora. Tú has recibido lo que pediste. ¿O se te ha olvidado? —Aquellas palabras hicieron que le bajara un escalofrío por la espalda. Joe estaba detrás de ella, y ________ notaba el aire que desplazaban sus palabras en la nuca desnuda, enviando una oleada de calor por todo su cuerpo.
—No se me ha olvidado —dijo sin pensar, y cerró los ojos.
Joe le puso la mano sobre el brazo y, sin apenas fuerza, le hizo girarse hacia él. Cuando la miró a los ojos, la cólera había desaparecido, reemplazada por algo mucho más complejo.
—Ni a mí. Y no será por no intentarlo.
Antes de que ella pudiera adivinar el significado de esas palabras, él le cubrió la boca con la suya y le hizo borrar cualquier pensamiento.
—He intentado olvidarme de esto… De que te besé en el carruaje… De lo que ocurrió en el club de esgrima…, pero parece que te has apoderado de… mi mente —enumeró él al tiempo que le iba dando unos besos largos y seductores que consumían sus sentidos.
La guió a través del estudio hasta un enorme sillón frente a la chimenea. Se arrodilló ante ella y le ahuecó la mejilla con una mano firme y caliente mientras la mantenía inmovilizada con una mirada abrasadora. Joe meneó la cabeza, como si realmente no pudiera comprender lo que le sucedía, y la besó otra vez, emitiendo un gruñido de placer. Le metió los dedos entre los cabellos al tiempo que le cogía el labio inferior con los dientes, mordisqueándolo y lamiéndolo hasta que ella pensó que se moriría por la intensidad de las sensaciones. ________ gimió, y él la recompensó profundizando el beso para darle todo lo que ella ansiaba.
Joe se apartó para deslizar una mano debajo de las faldas y acariciarle el interior de la pierna. Se acercó a ella y le recorrió la mejilla con los labios hasta llegar al lóbulo de la oreja, que chupó y acarició con los dientes y la lengua mientras le decía las palabras más escandalosas del mundo.
—Tienes la piel tan suave —susurró mientras le rozaba el interior del muslo, volviéndola loca con el deseo que crecía como una ardiente oleada en su vientre—. Me preguntaba cómo serías aquí… —Deslizó los dedos más arriba entre las piernas, cada vez más cerca del punto donde ella lo necesitaba—. Ahora sé que… me veré consumido, que no haré más que imaginar cómo se sentiría esta piel tan suave y preciosa contra la mía… —Le dio un tierno y anhelante beso en la garganta mientras seguía subiendo la mano, acercándola cada vez más al centro de su placer.
Ella le pasó las manos por el pecho y los hombros, ansiosa por tocarlo. ________ suspiró y se retorció contra él, necesitando sentir sus dedos en aquel lugar secreto y oculto que había empezado a conocer hacía tan poco tiempo. Joe sonrió contra su cuello, retirándose para ubicar los dedos debajo de sus piernas. Cuando él se alejó, ella abrió los ojos.
—No voy a ningún sitio, emperatriz —le aseguró con una pícara sonrisa—. Solo quiero verte mejor.
Él le había levantado las faldas antes de que ella comprendiera el significado de sus palabras e intentara incorporarse.
—No… —dijo ________, avergonzada ante la idea de que él quisiera ver un lugar tan íntimo.
Joe se estiró sobre ella y le colocó la mano en la nuca, obligándola a acercarse para darle otro beso abrasador. Cuando ________ se apoyó de nuevo contra él, la soltó.
—Oh, sí, emperatriz.
Alzó las faldas sobre sus piernas y le separó suavemente los muslos otra vez, deslizando las manos con firme destreza a lo largo de la piel.
—Tan suave y perfecta —susurró, dándole tiernos y húmedos besos en el interior de la rodilla antes de trazar un ardiente e indecente camino por su pierna, seduciéndola sin remedio. ________ cerró los ojos para no ser testigo de la escena, para no verlo en una posición tan indecente… Estaba completamente bajo su control, era una víctima voluntaria de aquel apasionado asalto.
Cuando llegó a la unión de sus muslos, Joe se detuvo, recreándose en los oscuros y brillantes rizos que protegían el sexo de ________. Acarició ligeramente el suave vello y le hizo estremecerse de pies a cabeza. Ella abrió los ojos y lo miró con los párpados entrecerrados.
—He imaginado este momento por la noche, en la privacidad de mi dormitorio —confesó él con la voz ronca mientras pasaba los dedos alrededor de la entrada de su cuerpo—. Te he imaginado así, abierta para mí… Mía por completo.
La voz provocó una incendiaria oleada en las venas de ________.
—He soñado con tocarte de esta manera… Iniciándote, acariciándote… —Mientras hablaba, llevó sus palabras a la práctica. Separó los delicados pétalos de su sexo y acarició aquella resbaladiza humedad. ________ contuvo el aliento ante las sensaciones y arqueó las caderas hacia él, implorando más en muda elocuencia. Él le rodeó el vértice de su sexo con la punta del dedo y observó cómo se estremecía.
________ se contorsionó de nuevo, pero esta vez, él apartó las manos de aquel lugar que parecía el origen y el fin del mundo, y ella gimió con desesperación. Por un momento, la joven pensó que él se alejaría, pero, sin embargo, Joe se inclinó y posó los labios suavemente en el punto donde se unían el muslo y la cadera.
—¿Te tocas aquí, preciosa? —indagó él, alzando la cabeza mientras le pasaba el dedo por aquel punto húmedo y caliente.
________ apretó los ojos ante la pregunta… No podía hablar… No podía contestar… No podía mirarlo a los ojos, oscurecidos por la pasión contenida. Pero él no la dejó escapar.
—Emperatriz… —la persuadió con aquel apodo al tiempo que deslizaba un solo dedo en la entrada de su cuerpo—. Dime, ¿lo haces? —Su voz era apenas un susurro, un exuberante y licencioso sonido del que ella no podía huir. Al que no podía responder.
________ asintió con la cabeza, mordisqueándose el labio inferior al tiempo que emitía un gemido. Las mejillas le ardieron con una mezcla de pasión y vergüenza cuando los dientes y los dedos de Joe reanudaron aquellas insoportables caricias.
—¿Aquí? —Fue más un suspiro que un sonido lo que le rozó la sensible piel de los muslos mientras él introducía un dedo profundamente en su interior sin dejar de frotar con el pulgar aquel tenso punto, envolviéndola en llamas—. ¿Te tocas aquí?
—¡Sí! —jadeó ella.
Un segundo dedo se unió al primero, y Joe movió los dos en su interior consiguiendo que se estremeciera de placer sin poder controlarse. Su cuerpo ya no era suyo. Era de él. Como ella siempre había sabido que sería.
—¿En qué piensas cuando te tocas aquí? —Le susurró contra la piel mientras le besaba el abdomen, avanzando poco a poco hacia el lugar donde sus manos la despojaban de cualquier pensamiento. ________ se mordió los labios; no podía hablarle de eso, no podía responderle.
Le besó la suave curva del vientre, contemplándola.
—Emperatriz… —La aduló con su tono, haciendo que ella deseara decirle cualquier cosa que él quisiera… Absolutamente todo.
Mientras tanto, seguía explorándola profunda y minuciosamente con los dedos, acariciando y rozando aquel pequeño botón de una manera que le calentaba la sangre. _______ se ofreció a él con anhelo cuando retiró la mano. Separó las piernas todavía más y gimió ante la intensa sensación de vacío, solo para quedarse sin aliento cuando Joe sopló sobre el suave vello que le cubría el monte de Venus, haciendo desaparecer cualquier pensamiento coherente de su cabeza.
—Cariño… —Su tono era tan tranquilo que, si no hubiera sido por su jadeante respiración, ella habría pensado que no estaba afectado en absoluto.
Entonces él le separó los pliegues henchidos que protegían el centro de su cuerpo y, por un momento, luchó contra él, muerta de vergüenza por lo que le estaba haciendo, mortificada por el interés que leyó en su mirada cuando levantó la cabeza para mirarla con aquellos ojos miel y penetrantes que prometían algo que ella no comprendía, pero que ansiaba con desesperación.
—________… —Su aliento le golpeó, cálido e intenso.
—Yo… —dijo ella justo en el mismo momento en el que él sopló con fuerza, enviando una corriente de aire al lugar exacto donde el placer era cada vez más insoportable. ________ contuvo la respiración… la estaba matando.
—¿En quién piensas?
________ no podía soportarlo más.
—En ti.
La palabra terminó en un gemido cuando la boca de Joe la recompensó por su honradez. La sensación que provocaron aquellos labios hizo que _________ perdiera el sentido. Se aferró a los cabellos masculinos mientras él la acariciaba con la lengua, lamiéndole la suave y húmeda carne de sus pliegues interiores, saboreándola con lentos movimientos circulares que amenazaban con despojarla de cualquier rastro de cordura. Ella suspiró de placer y se arqueó hacia él, suplicándole más a pesar de la vergüenza que inundaba su cuerpo.
Él encontró el hinchado y dolorido nudo de nervios con la lengua y lo rodeó firmemente, haciéndole sentir un ramalazo de placer y gemir su nombre. Ella se aferró a sus hombros sin saber muy bien si para atraerlo o empujarlo. En respuesta, él la tomó por las caderas con fuerza y la inmovilizó mientras cerraba los labios sobre aquel lugar secreto y succionaba. La llevó hasta el borde del placer con aquella experimentada y lujuriosa boca.
—No… —jadeó ________, negando con la cabeza a pesar de las poderosas sensaciones que la recorrían—. Joe… para…
Él la ignoró, lamiendo con más fuerza, chupando con más intensidad, moviendo la mano para introducir un dedo más profundamente en su interior y obtener más de aquel dulce néctar femenino. Y entonces, como si supiera justo lo que su cuerpo necesitaba, Joe comenzó a mover los dedos y la lengua con rapidez en una sincronía perfecta y, tras hacer que desapareciera de su mente cualquier pensamiento racional, la ayudó a surcar una ola de placer insoportable. Justo cuando _________ pensó que no podría soportarlo más, explotó en mil pedazos y solo fue capaz de dejarse llevar por las sensaciones, palpitando contra él, gimiendo su nombre mientras el mundo se derrumbaba a su alrededor.
Joe suavizó los labios y detuvo los dedos para dejarla recobrar la consciencia lentamente, para que recordara dónde estaba. Entonces levantó la cabeza y la observó fijamente mientras ella abría los ojos, sosteniéndole la mirada con las pupilas llenas de pasión, satisfacción y otra cosa que ________ no pudo identificar. Entonces, se alzó sobre ella y aprisionó su boca con una oscura intensidad que la joven no reconoció; un beso que parecía más una marca que una caricia.
—Me deseas —afirmó con voz dura mientras se apartaba de ella.
Las palabras atravesaron la neblina de sensaciones que la había consumido y se puso rígida al instante. Con vivida claridad, ________ entendió el significado de sus palabras. No era la pasión lo que le había llevado a hacerle el amor en el estudio a plena luz del día, sino más bien la necesidad de demostrarse a sí mismo que era capaz de realizar tal proeza. Aquello no era nada más que una competición, y ella no quería ser un trofeo que ganar.
Joe no la deseaba… «Por supuesto que no. Ella no era más que una criatura corriente e insulsa.»
Aquel pensamiento le hizo estremecerse y dar un brinco en el sillón, empujándolo con todas sus fuerzas y haciéndole caer, presa de la repentina y desesperada necesidad de apartarse de su boca, de sus manos, de su calor… Se puso en pie y se alisó las faldas; luego, sorteándolo, se apresuró hacia la puerta para poner entre ellos toda la distancia posible.
—________… —dijo él, levantándose y siguiéndola.
La joven se dio la vuelta al oír su nombre y se sorprendió al verlo tan cerca. Levantó la mano como si así pudiera evitar que se acercara. Como si así pudiera impedir que se adueñara de su corazón. «Como si no fuera ya demasiado tarde.»
Joe estaba despeinado, tenía el nudo de la corbata deshecho y el chaleco desabrochado. Parecía la viva imagen de la depravación. En ese momento no cabía duda alguna de que Joseph Jonas, marqués de Ralston, era un libertino de primer orden. Lo más seguro es que hubiera tenido interludios semejantes a aquel con infinidad de mujeres, probablemente para demostrarse lo mismo. ________ negó con la cabeza, decepcionada consigo misma. Era demasiado evidente que no significaba nada para él. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes?
«Porque no has querido. Eres como Selene, que estaba condenada a amar a un mortal eternamente dormido.» Cerró los ojos ante ese pensamiento mientras suplicaba que no le cayeran las lágrimas. Tenía que aguantar por lo menos hasta estar fuera de allí. Lejos de aquella casa.
Él arqueó una ceja con arrogancia, jadeando de una manera ostensible.
—¿Lo niegas?
El dolor era demasiado intenso y ella ya no pudo ocultarlo más.
—No lo niego —susurró con un hilo de voz—. Siempre has sido tú.
Lo observó reaccionar ante la confesión, darse cuenta de la realidad que encerraba.
—Pero desearía que fuera cualquier otro —afirmó, antes de darse la vuelta y huir con el orgullo hecho trizas.
La observó marchar, paralizado. Cuando oyó el portazo de la puerta principal, indicando que ella había salido, comenzó a maldecir sin contenerse, y los sonidos retumbaron con fiereza a su alrededor.
Cualquier pensamiento sobre Juliana desapareció de su mente, ________ paseó la mirada de un hermano a otro con la boca abierta para hablar mientras consideraba qué decir.
Por supuesto, no quedaba nada por decir. Joe había dicho más que suficiente.
Respiró hondo y pareció como si las palabras que acababa de oír resonaran a su alrededor. «¿Para qué diantres iría detrás de una criatura tan corriente e insulsa?» Bueno, al menos ya sabía la verdad. Seguramente habría una cierta satisfacción en ello.
Aunque, de momento, no la encontraba; el dolor que le habían provocado esas palabras había sido casi físico. Pero quizá algún día… en el futuro…
Entonces una intensa cólera comenzó a cubrirla como una oleada cruel pero bienvenida.
Y no quiso otra cosa que decir la última palabra ante aquel hombre arrogante y presumido que, sin duda, era cualquier cosa menos un caballero.
—Bueno —dijo, en un tono profundamente sarcástico, mientras atravesaba el umbral para enfrentarse a él—, parece que tiene una opinión muy elevada de sí mismo, milord.
El hermano de Joe casi se atragantó al oír aquellas palabras y arqueó las cejas oscuras con sorpresa.
—Creo que iré a buscar a Juliana. —Oyó que decía Nick. Ella mantuvo la mirada clavada en el marqués—. Es imposible que sea peor compañía que mi otro hermano.
Se inclinó en una profunda reverencia, a pesar de que ________ lo ignoró olímpicamente, y salió del estudio, cerrando la puerta con un suave «clic».
El sonido sacó a ________ del trance en que se encontraba.
—¿Cómo te atreves?
Joe se acercó a ella.
—No quería decir que…
Ella alzó una mano para interrumpir sus palabras.
—Le has arruinado la lección de baile a tu hermana, por no hablar del resto de la tarde.
Él se mantuvo en silencio, sorprendido por el cambio de tema.
—Más bien se la ha arruinado ella sola, ¿no crees? —dijo finalmente.
—No. Creo que has sido tú. A ella y al resto de nosotros. —Se irguió en toda su altura y enderezó los hombros—. Y te agradecería que recordaras que, dado que me necesitas por el bien de Juliana, no debes interrumpir ni arruinar nuestras lecciones.
Él parpadeó ante aquellas gélidas palabras antes de decir con serenidad:
—Parecías pasar un buen rato.
Ella alzó la barbilla, desafiante.
—En efecto, así era. Es una pena que la tarde haya acabado tan mal. —Lo miró por encima de la nariz con insolencia durante un buen rato, antes de girar sobre los talones para salir de la habitación. Apenas había tocado la manilla cuando se giró hacia él—. Por cierto, le debes una disculpa a tu hermana.
—¿Por qué? —se burló él.
—Porque es joven y se siente sola. Porque tiene miedo de decepcionarte, Joe. Puedes decir lo que quieras sobre mí, pero intenta recordar que ella es mucho más sensible. Y te necesita.
—No soy un monstruo.
Ella sonrió, pero la sonrisa no se reflejó en su mirada.
—No. Claro que no.
A él le dio la impresión de que ella no creía lo que acababa de decir.
________ se volvió hacia la puerta, dispuesta a salir cuando él habló de nuevo.
—¿Es él uno de los puntos de tu lista?
—¿Perdón? —preguntó ella con rigidez, dándose la vuelta con regio desdén.
—Nicholas, ________. Mi hermano. —Le aclaró él, como si estuviera hablando con alguien corto de entendederas—. ¿Es él uno de los puntos de tu lista? Ya sabes: «Número tres: pescar a Nick.»
________ agrandó los ojos.
—¿Piensas que he incluido a tu hermano en mi lista?
—Es exactamente lo que pienso. —En los ojos de Joe llameó una emoción apenas contenida que ella no fue capaz de identificar—. ¿Lo has hecho?
Ella no pudo contener la risa ante aquella pregunta tan ridícula.
—No, Joe. No lo he hecho. Te aseguro que si quisiera incluir una conquista a mi lista, no sería a tu hermano.
—¿A quién incluirías?
«En contra de mi buen juicio, a ti. A ti, imbécil.»
—Esta conversación ha finalizado. —________ se volvió hacia la puerta. En menos que canta un gallo él se plantó a su lado y la agarró firmemente de la mano para hacerla girar hacia él. La ardiente calidez de su piel le hizo estremecerse, aunque intentó ignorarlo.
—Yo no he terminado.
—Lord Joseph —dijo ________, con los ojos brillantes de furia—, me parece que sufre un malentendido y piensa que me tengo que plegar a sus caprichos. Déjeme informarle de que no es así. Puede dirigir a sus sirvientes y a su familia como se le antoje, pero yo no estoy incluida en ninguna de esas categorías. Y, aunque puedo ser una criatura corriente, insulsa y pasiva, no acepto órdenes de usted. Me voy.
Él bajó la cabeza ante la ira de ________.
—Jamás he dicho que seas pasiva. No hay nada pasivo en ti.
Ella dio un tirón para zafarse de su agarre. Levantó la vista y le lanzó una mirada tan llena de furia que, por un momento, Joe llegó a pensar que le golpearía.
Cuando la joven se volvió a girar sobre sus talones para abrir la puerta, él apretó la palma de su mano contra la fría caoba, impidiéndole salir.
—Puede que no seas ni mi criada ni nadie de mi familia, ________, pero tenemos un trato.
Ella se quedó paralizada ante esas palabras sin poder hacer otra cosa que mirar fijamente la mano aplastada contra la puerta.
—He cumplido mi parte del trato. Ya he terminado.
—El comportamiento de Juliana esta tarde indica otra cosa.
—Oh, por favor —se burló ________—. Los dos sabemos que ya está preparada.
—No lo creo. Seré yo quien juzgue cuándo está preparada.
—Esa no es una de las condiciones que pusimos cuando hicimos el trato.
—No explícitamente. Pero la pongo ahora. Tú has recibido lo que pediste. ¿O se te ha olvidado? —Aquellas palabras hicieron que le bajara un escalofrío por la espalda. Joe estaba detrás de ella, y ________ notaba el aire que desplazaban sus palabras en la nuca desnuda, enviando una oleada de calor por todo su cuerpo.
—No se me ha olvidado —dijo sin pensar, y cerró los ojos.
Joe le puso la mano sobre el brazo y, sin apenas fuerza, le hizo girarse hacia él. Cuando la miró a los ojos, la cólera había desaparecido, reemplazada por algo mucho más complejo.
—Ni a mí. Y no será por no intentarlo.
Antes de que ella pudiera adivinar el significado de esas palabras, él le cubrió la boca con la suya y le hizo borrar cualquier pensamiento.
—He intentado olvidarme de esto… De que te besé en el carruaje… De lo que ocurrió en el club de esgrima…, pero parece que te has apoderado de… mi mente —enumeró él al tiempo que le iba dando unos besos largos y seductores que consumían sus sentidos.
La guió a través del estudio hasta un enorme sillón frente a la chimenea. Se arrodilló ante ella y le ahuecó la mejilla con una mano firme y caliente mientras la mantenía inmovilizada con una mirada abrasadora. Joe meneó la cabeza, como si realmente no pudiera comprender lo que le sucedía, y la besó otra vez, emitiendo un gruñido de placer. Le metió los dedos entre los cabellos al tiempo que le cogía el labio inferior con los dientes, mordisqueándolo y lamiéndolo hasta que ella pensó que se moriría por la intensidad de las sensaciones. ________ gimió, y él la recompensó profundizando el beso para darle todo lo que ella ansiaba.
Joe se apartó para deslizar una mano debajo de las faldas y acariciarle el interior de la pierna. Se acercó a ella y le recorrió la mejilla con los labios hasta llegar al lóbulo de la oreja, que chupó y acarició con los dientes y la lengua mientras le decía las palabras más escandalosas del mundo.
—Tienes la piel tan suave —susurró mientras le rozaba el interior del muslo, volviéndola loca con el deseo que crecía como una ardiente oleada en su vientre—. Me preguntaba cómo serías aquí… —Deslizó los dedos más arriba entre las piernas, cada vez más cerca del punto donde ella lo necesitaba—. Ahora sé que… me veré consumido, que no haré más que imaginar cómo se sentiría esta piel tan suave y preciosa contra la mía… —Le dio un tierno y anhelante beso en la garganta mientras seguía subiendo la mano, acercándola cada vez más al centro de su placer.
Ella le pasó las manos por el pecho y los hombros, ansiosa por tocarlo. ________ suspiró y se retorció contra él, necesitando sentir sus dedos en aquel lugar secreto y oculto que había empezado a conocer hacía tan poco tiempo. Joe sonrió contra su cuello, retirándose para ubicar los dedos debajo de sus piernas. Cuando él se alejó, ella abrió los ojos.
—No voy a ningún sitio, emperatriz —le aseguró con una pícara sonrisa—. Solo quiero verte mejor.
Él le había levantado las faldas antes de que ella comprendiera el significado de sus palabras e intentara incorporarse.
—No… —dijo ________, avergonzada ante la idea de que él quisiera ver un lugar tan íntimo.
Joe se estiró sobre ella y le colocó la mano en la nuca, obligándola a acercarse para darle otro beso abrasador. Cuando ________ se apoyó de nuevo contra él, la soltó.
—Oh, sí, emperatriz.
Alzó las faldas sobre sus piernas y le separó suavemente los muslos otra vez, deslizando las manos con firme destreza a lo largo de la piel.
—Tan suave y perfecta —susurró, dándole tiernos y húmedos besos en el interior de la rodilla antes de trazar un ardiente e indecente camino por su pierna, seduciéndola sin remedio. ________ cerró los ojos para no ser testigo de la escena, para no verlo en una posición tan indecente… Estaba completamente bajo su control, era una víctima voluntaria de aquel apasionado asalto.
Cuando llegó a la unión de sus muslos, Joe se detuvo, recreándose en los oscuros y brillantes rizos que protegían el sexo de ________. Acarició ligeramente el suave vello y le hizo estremecerse de pies a cabeza. Ella abrió los ojos y lo miró con los párpados entrecerrados.
—He imaginado este momento por la noche, en la privacidad de mi dormitorio —confesó él con la voz ronca mientras pasaba los dedos alrededor de la entrada de su cuerpo—. Te he imaginado así, abierta para mí… Mía por completo.
La voz provocó una incendiaria oleada en las venas de ________.
—He soñado con tocarte de esta manera… Iniciándote, acariciándote… —Mientras hablaba, llevó sus palabras a la práctica. Separó los delicados pétalos de su sexo y acarició aquella resbaladiza humedad. ________ contuvo el aliento ante las sensaciones y arqueó las caderas hacia él, implorando más en muda elocuencia. Él le rodeó el vértice de su sexo con la punta del dedo y observó cómo se estremecía.
________ se contorsionó de nuevo, pero esta vez, él apartó las manos de aquel lugar que parecía el origen y el fin del mundo, y ella gimió con desesperación. Por un momento, la joven pensó que él se alejaría, pero, sin embargo, Joe se inclinó y posó los labios suavemente en el punto donde se unían el muslo y la cadera.
—¿Te tocas aquí, preciosa? —indagó él, alzando la cabeza mientras le pasaba el dedo por aquel punto húmedo y caliente.
________ apretó los ojos ante la pregunta… No podía hablar… No podía contestar… No podía mirarlo a los ojos, oscurecidos por la pasión contenida. Pero él no la dejó escapar.
—Emperatriz… —la persuadió con aquel apodo al tiempo que deslizaba un solo dedo en la entrada de su cuerpo—. Dime, ¿lo haces? —Su voz era apenas un susurro, un exuberante y licencioso sonido del que ella no podía huir. Al que no podía responder.
________ asintió con la cabeza, mordisqueándose el labio inferior al tiempo que emitía un gemido. Las mejillas le ardieron con una mezcla de pasión y vergüenza cuando los dientes y los dedos de Joe reanudaron aquellas insoportables caricias.
—¿Aquí? —Fue más un suspiro que un sonido lo que le rozó la sensible piel de los muslos mientras él introducía un dedo profundamente en su interior sin dejar de frotar con el pulgar aquel tenso punto, envolviéndola en llamas—. ¿Te tocas aquí?
—¡Sí! —jadeó ella.
Un segundo dedo se unió al primero, y Joe movió los dos en su interior consiguiendo que se estremeciera de placer sin poder controlarse. Su cuerpo ya no era suyo. Era de él. Como ella siempre había sabido que sería.
—¿En qué piensas cuando te tocas aquí? —Le susurró contra la piel mientras le besaba el abdomen, avanzando poco a poco hacia el lugar donde sus manos la despojaban de cualquier pensamiento. ________ se mordió los labios; no podía hablarle de eso, no podía responderle.
Le besó la suave curva del vientre, contemplándola.
—Emperatriz… —La aduló con su tono, haciendo que ella deseara decirle cualquier cosa que él quisiera… Absolutamente todo.
Mientras tanto, seguía explorándola profunda y minuciosamente con los dedos, acariciando y rozando aquel pequeño botón de una manera que le calentaba la sangre. _______ se ofreció a él con anhelo cuando retiró la mano. Separó las piernas todavía más y gimió ante la intensa sensación de vacío, solo para quedarse sin aliento cuando Joe sopló sobre el suave vello que le cubría el monte de Venus, haciendo desaparecer cualquier pensamiento coherente de su cabeza.
—Cariño… —Su tono era tan tranquilo que, si no hubiera sido por su jadeante respiración, ella habría pensado que no estaba afectado en absoluto.
Entonces él le separó los pliegues henchidos que protegían el centro de su cuerpo y, por un momento, luchó contra él, muerta de vergüenza por lo que le estaba haciendo, mortificada por el interés que leyó en su mirada cuando levantó la cabeza para mirarla con aquellos ojos miel y penetrantes que prometían algo que ella no comprendía, pero que ansiaba con desesperación.
—________… —Su aliento le golpeó, cálido e intenso.
—Yo… —dijo ella justo en el mismo momento en el que él sopló con fuerza, enviando una corriente de aire al lugar exacto donde el placer era cada vez más insoportable. ________ contuvo la respiración… la estaba matando.
—¿En quién piensas?
________ no podía soportarlo más.
—En ti.
La palabra terminó en un gemido cuando la boca de Joe la recompensó por su honradez. La sensación que provocaron aquellos labios hizo que _________ perdiera el sentido. Se aferró a los cabellos masculinos mientras él la acariciaba con la lengua, lamiéndole la suave y húmeda carne de sus pliegues interiores, saboreándola con lentos movimientos circulares que amenazaban con despojarla de cualquier rastro de cordura. Ella suspiró de placer y se arqueó hacia él, suplicándole más a pesar de la vergüenza que inundaba su cuerpo.
Él encontró el hinchado y dolorido nudo de nervios con la lengua y lo rodeó firmemente, haciéndole sentir un ramalazo de placer y gemir su nombre. Ella se aferró a sus hombros sin saber muy bien si para atraerlo o empujarlo. En respuesta, él la tomó por las caderas con fuerza y la inmovilizó mientras cerraba los labios sobre aquel lugar secreto y succionaba. La llevó hasta el borde del placer con aquella experimentada y lujuriosa boca.
—No… —jadeó ________, negando con la cabeza a pesar de las poderosas sensaciones que la recorrían—. Joe… para…
Él la ignoró, lamiendo con más fuerza, chupando con más intensidad, moviendo la mano para introducir un dedo más profundamente en su interior y obtener más de aquel dulce néctar femenino. Y entonces, como si supiera justo lo que su cuerpo necesitaba, Joe comenzó a mover los dedos y la lengua con rapidez en una sincronía perfecta y, tras hacer que desapareciera de su mente cualquier pensamiento racional, la ayudó a surcar una ola de placer insoportable. Justo cuando _________ pensó que no podría soportarlo más, explotó en mil pedazos y solo fue capaz de dejarse llevar por las sensaciones, palpitando contra él, gimiendo su nombre mientras el mundo se derrumbaba a su alrededor.
Joe suavizó los labios y detuvo los dedos para dejarla recobrar la consciencia lentamente, para que recordara dónde estaba. Entonces levantó la cabeza y la observó fijamente mientras ella abría los ojos, sosteniéndole la mirada con las pupilas llenas de pasión, satisfacción y otra cosa que ________ no pudo identificar. Entonces, se alzó sobre ella y aprisionó su boca con una oscura intensidad que la joven no reconoció; un beso que parecía más una marca que una caricia.
—Me deseas —afirmó con voz dura mientras se apartaba de ella.
Las palabras atravesaron la neblina de sensaciones que la había consumido y se puso rígida al instante. Con vivida claridad, ________ entendió el significado de sus palabras. No era la pasión lo que le había llevado a hacerle el amor en el estudio a plena luz del día, sino más bien la necesidad de demostrarse a sí mismo que era capaz de realizar tal proeza. Aquello no era nada más que una competición, y ella no quería ser un trofeo que ganar.
Joe no la deseaba… «Por supuesto que no. Ella no era más que una criatura corriente e insulsa.»
Aquel pensamiento le hizo estremecerse y dar un brinco en el sillón, empujándolo con todas sus fuerzas y haciéndole caer, presa de la repentina y desesperada necesidad de apartarse de su boca, de sus manos, de su calor… Se puso en pie y se alisó las faldas; luego, sorteándolo, se apresuró hacia la puerta para poner entre ellos toda la distancia posible.
—________… —dijo él, levantándose y siguiéndola.
La joven se dio la vuelta al oír su nombre y se sorprendió al verlo tan cerca. Levantó la mano como si así pudiera evitar que se acercara. Como si así pudiera impedir que se adueñara de su corazón. «Como si no fuera ya demasiado tarde.»
Joe estaba despeinado, tenía el nudo de la corbata deshecho y el chaleco desabrochado. Parecía la viva imagen de la depravación. En ese momento no cabía duda alguna de que Joseph Jonas, marqués de Ralston, era un libertino de primer orden. Lo más seguro es que hubiera tenido interludios semejantes a aquel con infinidad de mujeres, probablemente para demostrarse lo mismo. ________ negó con la cabeza, decepcionada consigo misma. Era demasiado evidente que no significaba nada para él. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta antes?
«Porque no has querido. Eres como Selene, que estaba condenada a amar a un mortal eternamente dormido.» Cerró los ojos ante ese pensamiento mientras suplicaba que no le cayeran las lágrimas. Tenía que aguantar por lo menos hasta estar fuera de allí. Lejos de aquella casa.
Él arqueó una ceja con arrogancia, jadeando de una manera ostensible.
—¿Lo niegas?
El dolor era demasiado intenso y ella ya no pudo ocultarlo más.
—No lo niego —susurró con un hilo de voz—. Siempre has sido tú.
Lo observó reaccionar ante la confesión, darse cuenta de la realidad que encerraba.
—Pero desearía que fuera cualquier otro —afirmó, antes de darse la vuelta y huir con el orgullo hecho trizas.
La observó marchar, paralizado. Cuando oyó el portazo de la puerta principal, indicando que ella había salido, comenzó a maldecir sin contenerse, y los sonidos retumbaron con fiereza a su alrededor.
F l ♥ r e n c i a.
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
O dios joe es de terror
Plis siiguela necesito saber
Si el la ama tambien
Plis siiguela necesito saber
Si el la ama tambien
#Fire Rouge..*
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
o por favorr! joseph es un horror!
espero & no lo haya hechoo solo para
demostrarse a si mismo que podia causar esa sensación
espero & que se haya arrpentido por decir esas horribles cosas sobre Rayiiz
siguee porfiiss
atto:Ale<3
espero & no lo haya hechoo solo para
demostrarse a si mismo que podia causar esa sensación
espero & que se haya arrpentido por decir esas horribles cosas sobre Rayiiz
siguee porfiiss
atto:Ale<3
AleMoralesT3
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Siguee!
porfiiss
necesiitto capii:)
porfiiss
necesiitto capii:)
AleMoralesT3
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
Oh por dios Joe es un asdfghjk
como le hace eso? no tenia que haber dicho nada!!
SIGUELAAAAAA
amo esta novela
como le hace eso? no tenia que haber dicho nada!!
SIGUELAAAAAA
amo esta novela
Creadora
Invitado
Invitado
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
caaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaap D:
Creadora
#Fire Rouge..*
Re: Nueve reglas que romper para conquistar a un Libertino (Joe & Tú) [TERMINADA]
wuuuaaauuu ameeee
todos los caaapiiisss
perdon por no comentar aaanteeesss..
pero no estaba y no podia leer y mucho menos contestar aiii
siguela porfaaaaa
amooo esta noooveeeee
jejejeje
siguela porfaa
chelis
Contenido patrocinado
Página 14 de 33. • 1 ... 8 ... 13, 14, 15 ... 23 ... 33
Temas similares
» ♥ Nueve Reglas que Romper Para Conquistar a un Granuja ♥ (Joe & Tu)...ADAPTACION
» ººLas Reglas Para Decir: Te Amoºº (Novela Ziall) TERMINADA
» 7 Pasos para conquistar ( Zayn Malik y tu )
» Las reglas para ser novios.
» amor de nueve a cinco (nick&tu) [TERMINADA]
» ººLas Reglas Para Decir: Te Amoºº (Novela Ziall) TERMINADA
» 7 Pasos para conquistar ( Zayn Malik y tu )
» Las reglas para ser novios.
» amor de nueve a cinco (nick&tu) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 14 de 33.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.