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Prohibido enamorarse de Harry Styles

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Mensaje por Converse. Vie 27 Dic 2013, 5:11 am

Realmente amo esta novela ldkjglkdfjgkldfgj
¡Haz maratón please, por Navidad!
Necesito saber que pasara.
¡SE BESARON, por fin!
Que mala que es Felicity :|
¡Siguelaaaaaaaaa!<3
Converse.
Converse.


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Prohibido enamorarse de Harry Styles   - Página 4 Empty Re: Prohibido enamorarse de Harry Styles

Mensaje por micaacosta21 Vie 27 Dic 2013, 6:13 pm

dioss que linnnndo :D
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Prohibido enamorarse de Harry Styles   - Página 4 Empty Re: Prohibido enamorarse de Harry Styles

Mensaje por Invitado Vie 27 Dic 2013, 8:15 pm

OYEEE! SIGUELA O VOY A GOLPEARTE CON UN FIERRO!
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Mensaje por Invitado Sáb 28 Dic 2013, 12:41 am

Holaaaaaaaaaaa! SUBI CAPÍTULO POR FAVOR MUJER QUE ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! OH MY GOD!
SOKFJSNAKFJNSDAKJFASN SDKSDKJFNASKÑDJFN 
ES COMO QUE EN SERIO, NECESITO UNA SOBREDOSIS DE CAPÍTULOS, QUIERO SABER QUE PASAAAAAAAAA
AMO ESTA NOVELA.
Como estas? Espero que bien :D
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Mensaje por Invitado Sáb 28 Dic 2013, 1:13 pm

Serenity escribió:Holaaaaaaaaaaa! SUBI CAPÍTULO POR FAVOR MUJER QUE ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! OH MY GOD!
SOKFJSNAKFJNSDAKJFASN SDKSDKJFNASKÑDJFN 
ES COMO QUE EN SERIO, NECESITO UNA SOBREDOSIS DE CAPÍTULOS, QUIERO SABER QUE PASAAAAAAAAA
AMO ESTA NOVELA.
Como estas? Espero que bien :D
Holaaaa! asjhbasd No soy la escritora ni nada ya pero estaba viendo tu comentario y todo emocionado diciendo que quieres una sobredosis y luego abajo vi que decia "SERENIDAD" Y yo como que:  hgdsb esto es tan gracioso y me empeze a reir sola .___. . Necesito una vida .
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Mensaje por Hendrix Sáb 28 Dic 2013, 8:41 pm


CHICAS!

¿Como están? Espero que bien!
Leí todos sus mensajes y me alegra mucho la verdad que les guste tanto la novela.
Estoy editando capítulos para un mini maratón que pienso hacer porque probablemente desaparezca hasta pasado año nuevo y no quiero dejarlas tanto tiempo sin capítulos, pero aun nose si me alcanzare a subirlo hoy o mañana, si subo hasta mañana les daré un capitulo extra.
En fin, gracias por leer! x
Hendrix
Hendrix


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Mensaje por Invitado Sáb 28 Dic 2013, 9:28 pm

AHORAAAAAAAAAA! :C
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Mensaje por micaacosta21 Sáb 28 Dic 2013, 9:59 pm

Amo esta novela! tenes que seguirla ya :)
micaacosta21
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Mensaje por Hendrix Sáb 28 Dic 2013, 11:06 pm

Capitulo 7
 


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Bambi


Pudín, pudín, pudín, pudín...
—¿Anna? ¿Tierra llamando a Anna? —Felicity chasqueó los dedos frente a mí.
Ella tenía un recogedor en una mano, y en la otra una escoba. La tía Charlotte no tardaría en llegar a inspeccionar el departamento.
Despegué la vista de mi tarea de limpiar las ventanas y, avergonzada, miré hacia el suelo.
—Aun no me has contado por qué Harry y tú estaban juntos hoy en la tarde —me reclamó ella.
Regresé a mi actividad de rociar las ventanas con Windex y luego limpiar la superficie con una tela delgada.
No debo hablar del beso... No debo hablar del beso.
—Ya te dije. Cliff lo contrató y luego me mandó a que lo acompañara a hacer algunas diligencias —mentí.
—¿Por qué Harry pediría trabajo allí? Si me hubiera dicho, hago que papá lo ponga en algún puesto de ejecutivo.
Rodé los ojos.
—¿Y por qué dijo que ustedes dos eran novios? Hubiera bastado con que le dijera a mi mamá que eran amigos.
Ella frunció el ceño, desconcertada.
No le digas del beso... Por favor Anna, mantén tu boca cerrada.
—Lo hizo para darte celos. Creo que últimamente lo tienes descuidado —respondí aún sin mirarla.
—Tienes razón. Es que estos últimos días Marcus me ha tenido ocupada.
No hables del beso, no... Espera, ¿qué?
—¿Marcus? —chillé— ¡Pensé que no volverías a verlo! Creí que tú y tu drama lo habían ahuyentado.
Felicity se mordió el labio inferior.
—Él me buscó al siguiente día, me dijo que quería ser parte de mi emocionante vida.
Estaba furiosa. Furiosa y ofendida.
¿Cómo era posible que lograra manipular a tantos hombres? ¿Es que acaso todos eran idiotas?
—¿Qué pasa con Eder? —pregunté.
—¿Qué hay con él? Tampoco lo he podido ver, pero es porque anda de viaje...
—Él habló conmigo el otro día.
—¿Por qué de repente todos mis novios hablan contigo últimamente?
No sabría decir qué fue lo que me asustó más; si el hecho de que se enojara conmigo, o el que hubiera dicho en la misma frase esas palabras: "todos mis novios".
—Ya me cansé de esto —dije tirando el pedazo de tela a un lado—, me cansé de cubrirte siempre.
Ella enarcó una ceja, desafiándome.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a correr a contarle a Eder que estoy viendo a Harry? ¿Vas a contarle a Harry que estoy viendo a Marcus?
No, él ya lo sabe… de hecho, los dos lo saben.
—Dejar de cubrirte significa que si alguno de tus novios te sorprende con alguien más, yo no voy a mentir por ti. Además me debes un favor.
—¿Un favor? ¿De qué? —escupió ella.
—De cuando estabas untando chocolate en Marcus... Insististe en que si te ayudaba, me deberías una grande.
—Eso ya te lo pagué.
Resoplé.
—¿Me quieres explicar cómo? Porque yo no lo recuerdo.
—Yo fui quien le marcó a Liam para que fuera a buscarte en casa de tu madre —dijo de manera triunfal, como si hubiera hecho la caridad del siglo. Como si se considerara a ella misma la madre Teresa de Calcuta.
—¿Qué? ¿Por qué harías eso?
—¡Duh! Estás siempre tan solitaria que pensé que una pequeña ayudadita no haría daño. Y como resultado saldremos todos juntos, ¿no? No fue tan malo después de todo. Además créeme, a Liam todavía lo vuelves loco. Uno de tus primeros novios nunca se olvida…
—De igual forma no pienso ser más tu tapadera.
—Anna, tú y yo sabemos lo mal visto que es una persona soplona.
—Ya dije. No cuentas conmigo para cubrir tus relaciones. ¿Sabes acaso lo mal que me sentí pensando que ahora tu madre cree que yo mantengo a todo un harén en mi cama?
—Por favor, ambas conocemos lo jodida que es mamá. De igual forma ella se hubiera inventado toda una historia solo por verte con Harry desnudo a mitad de la calle.
—No estaba desnudo —protesté patéticamente.
—Semidesnudo. Y por cierto, ¿qué hacía él sin camisa? —me miró de manera sospechosa.
—Se llenó de salsa. Tuvo que quitársela. —Volví a recoger el paño para limpiar la ventana y me concentré en una mancha imaginaria.
—¿Acaso no es bello? Tiene un torso espectacular. ¿Y le viste el tatuaje de la espalda, ese que tiene abajito?
Las palmas de mis manos comenzaron a sudar.
—No entendí qué decía —dije fallando en no tartamudear.
—Pffftt, ¿qué más va a ser? Por supuesto que mi nombre…
Y eso bastó para que se me bajara la presión y saliera todo el aire de mi cuerpo.
¿Por qué tenía que ser tan curiosa?


***


Ósmosis era una banda local que tocaba en un pequeño bar llamado Hipotermia. Aparentemente habían cogido fama y ahora eran bastante conocidos a nivel nacional.
Entre la multitud que hacía fila para entrar al concierto se miraban varios fans usando una camiseta con el logo de la banda.
Me sentía desubicada en mi corto vestido azul y en mis bajas zapatillas grises mientras miraba a muchas chicas en sus cómodos jeans y leggins.
A mi lado se encontraba Felicity, usando algo que requería la misma cantidad de tela que un bikini de una pieza.
—¿A qué hora te dijo Liam que vendría? —me preguntó ella por enésima vez.
Liam llevaba quince minutos de retraso. En poco tiempo estaríamos dentro del local y no quería que nos fuera a perder.
—Quedamos en vernos a las tres. No sé por qué aún no ha llegado —respondí, mirando hacia ambos lados de la calle.
—Probablemente ordeñar su última vaca lo retrasó —se burló Harry, sus ojos nunca haciendo contacto con los míos.
—Pues ordeñar vacas es mejor que limpiar parabrisas en los semáforos.
Felicity nos miró a ambos, su boca se frunció.
—¿De qué carajo hablan? —preguntó finalmente.
—De nada —dijimos Harry y yo al mismo tiempo.
Miré de reojo hacia Harry y noté que él hacía lo mismo conmigo; sus ojos verdes se clavaron en los míos por un nanosegundo y luego apartó la mirada rápidamente. Desde el día del beso él no había vuelto a verme de la misma manera... ¡Apenas y hacía contacto visual conmigo!
¿Será que yo era una terrible besadora? ¿Tenía, en ese entonces, mal aliento? ¡¿Qué era?!
De todas formas parte de su encanto murió al saber que él, entre todas las personas, le había dedicado su tatuaje a Felicity.
La decepción era abrasadora.
—Uff... Lamento el retraso. —Liam apareció frente a mí, frotándose las manos para entrar en calor debido a la repentina oleada de frío que nos cubrió.
Le sonreí y me acerqué para besar su mejilla. En su lugar, él me tomó de la barbilla y dirigió sus labios a los míos.
Abrí los ojos en sorpresa. El beso fue corto pero vigoroso, antes de poder reaccionar, ya estaba separándose de mí.
—Hola —murmuró con un rubor extendiéndose por sus mejillas.
Tragué con fuerza y por más que lo intenté no pude formar ninguna oración coherente.
—Vaaaaya —habló Felicity—. Veo que las cosas entre los dos han avanzado mucho.
Liam le sonrió a mi prima, y luego pasó sus manos por mi cintura, atrayéndome hacia su cuerpo.
Tomé un poco de distancia, sintiendo cómo la situación iba demasiado rápido entre los dos.
A todo esto, Harry no parpadeó en mi dirección ni una sola vez.
—Deberíamos entrar —dijo el susodicho vagamente—, la gente ya está comenzando a disminuir aquí afuera.
Tomó la mano de Felicity y ambos se adelantaron hacia la entrada del bar, dejándonos atrás a Liam y a mí.
—¿Por qué tardaste tanto? —le pregunté casualmente, ignorando la punzada de dolor que atravesó mi sistema al ver la indiferencia de Harry.
—Resulta que la dirección que me dieron estaba mala. Fui a dar a un bar gay de mala muerte en medio de la nada; pensé que no saldría con vida cuando un tipo llamado Tarzan me reclamó como su pareja al instante de haber entrado.
—¿Qué? Pero si Harry se encargó de mandarnos la dirección... —Dejé de hablar.
Liam me dio una mirada significativa.
—Tuve que marcar al número de tu prima. Ella me dio la correcta.
Suspiré.
¿Por qué Harry haría algo como eso?
Después de unos segundos pregunté:
—¿Tarzan? —traté de reprimir la risa.
—Si —murmuró avergonzado—, lo primero que dijo al verme fue: yo Tarzan, querer primer baile con chico pestañas largas.
Sin poder aguantar más comencé a reír.
Liam terminó riendo a mi lado también.
—Aunque te diré que con sólo ver el taparrabo que usaba, me llevé una idea de que ese no era el lugar correcto; a menos que la banda se llamara "Soy tu papi" porque extrañamente todos tenían eso bordado en la ropa interior... y allí sí que había muchos en ropa interior.
Volví a reír con ganas, apretando mi estómago que ya comenzaba a doler de tanto carcajearme.
—Ni siquiera estoy seguro que fuera un bar, había una temática rara de disfraces de animales —dijo Liam—. Salí tan rápido como pude.
—Lo siento —mi voz sonaba ya más seria. Traté de no reírme nuevamente pero fue imposible sacar de mi mente la imagen de un tipo vistiendo únicamente un taparrabos—. Está bien, dejaré de reírme. Lo bueno es que ahora ya estás aquí.
Sonreí apretando la mano de Liam que ahora se aferraba a la mía.
—¿Van a entrar de una buena vez? —gruñó Harry secamente mientras sostenía la puerta para nosotros.
Sus ojos perforaban a Liam, como queriendo formar huecos en su cráneo.
Liam entró primero para ordenarnos algunas bebidas, yo le seguí después.
Harry sujetó mi brazo mientras intentaba abrirme paso entre la gente para llegar hacia donde se encontraba Felicity
—¿Qué? —pregunté enojada al ver la forma tan posesiva con la que me agarraba. Ahora sí se dignaba a mirarme a los ojos.
—Nunca tuve la oportunidad de llevarte a conocer el lugar al que trabajo.
—No te preocupes, paso todos los días por ahí.
—No hablo de los semáforos. Hablo de lo que hago en realidad.
—¿Y qué haces en realidad?
Se encogió de hombros.
—Quiero enseñártelo.
Sus ojos verdes parecían sinceros. Me sentía muy atraída hacia ellos.
—¿Por qué? ¿Por qué quieres enseñarme a mí?
—Porque... quiero compartir un pedazo de mi vida contigo. ¿Eso está mal?
Se miraba tan despreocupado y en calma.
—Supongo que no. Somos amigos —me obligué a decir. Si, Anna, metete en la cabeza: Harry y tú sólo son AMIGOS.
—Apuesto a que ahora quieres besarme —susurró él poniendo una lobuna sonrisa en su rostro.
Lo golpeé en el hombro.
—Oye, como que se te está haciendo una costumbre pegarme. Te estás volviendo violenta.
—Eso fue por darle una dirección falsa a Liam. ¿En serio, un bar gay?
—En realidad era un zoológico de contacto para adultos consensuados.
—Ni siquiera sé qué es eso.
—Mmm... Digamos que tu ordeñador hubiera sido una perfecta mascota en ese lugar. Tal vez una vaca…
—¡Deja de decirle ordeñador! —grité. Pero mis gritos fueron absorbidos gracias a un grupo de chicas que chillaban fuertemente al ver que Ósmosis hacía su aparición en el escenario.
Una ola de humo nubló todo el lugar, y el juego de luces estrambóticas comenzó a iluminar a cada miembro de la banda. Un chico de cabello rubio empezó a tocar algunos acordes en su guitarra.
Más gritos se fueron escuchando a medida que iban reconociendo la canción.
Harry se quedó quieto a mi lado.
Liam apareció minutos después cargando dos bebidas en sus manos.
Me pasó una y luego me acercó sutilmente a su cuerpo.
—Muuuu —mugió Harry en mi oído antes de ir a buscar a Felicity y pasar los brazos por sus hombros.
Sinceramente no lo entendía.
Me besaba... y luego se iba corriendo a los brazos de Felicity; me ignoraba por dos días... y terminaba haciendo bromas conmigo. Él era el completo bipolar.
Estaba seriamente confundida.
Por favor, Anna, no te empieces a enamorar de Harry Styles.
Aunque en lo profundo de mi ser sabía que ya era algo tarde para eso.


***


La presentación de la banda no estuvo tan mala. Incluso me encontré tarareando una de las canciones cuya letra incluía a una chica de pelo violeta, con labios sabor cereza.
Liam apretó mi mano todo el tiempo.
¿Era normal dejarle hacer eso a tu ex, a uno que babeaba mucho cuando besaba? ¿A uno que ya no era un asco besando?
—¿Qué les parece si comemos algo? —sugirió Felicity—, ¿qué tal si vamos a ese nuevo restaurante chino que abrieron hace poco? Tengo antojo de wang tang.
—Oh, la verdad yo esperaba estar un rato a solas con Anna —dijo Liam.
Mi estómago se agitó ante la idea; ¿Quería salir realmente con él?
—Ella no va a ir a ninguna parte sin mí—objetó Harry—, hoy tengo la responsabilidad de cuidarla.
Mis ojos se agrandaron.
—¡Harry! —gritamos ambas, Felicity y yo.
—¿Qué? Es cierto. Cecile, la madre de Anna, me pidió mantener un ojo en ella. Yo soy un tipo que cumple su palabra.
Vi a Liam tensarse y cerrar lentamente sus puños.
Oh no. ¿Qué iba a hacer?
—Harry, deja de entrometerte. Anna ya tiene edad suficiente para cuidarse ella misma —lo regañó mi prima.
—En serio Anna, no puedes irte a solas con este sujeto —volvió a insistir Harry. Lanzaba una de sus famosas miradas asesinas hacia mi ex novio—. A menos que yo esté allí presente. Si falto a mi palabra tu mamá es capaz de matarme.
—Si no es ella, entonces voy a ser yo —habló Liam entre dientes.
—Será mejor irnos —le dije a él, tomando su mano, tratando de alejarnos del bar en donde ya varios se habían marchado después del concierto.
Harry inmediatamente tomó mi brazo y me empujó a su lado.
Yo estaba más que confundida en ese momento.
—Suéltala —le dijo Liam, alzándose en su metro ochenta de estatura. Pero con todo, Harry era más alto que él.
—¿O qué? —esas dos palabras fueron el detonante que provocó que Liam se abalanzara frente a Harry, con el puño impulsado hacia su rostro.
Pero antes de que impactara en él, intenté detenerlo; al parecer no fui lo suficientemente rápida ya que el puño de Liam conectó con mi nariz.
El golpe hizo que diera una vuelta de 180 grados y me doblara a la mitad.
Un dolor intenso atravesó mi nariz y sentí inmediatamente la sangre que brotó hasta colarse en mis labios.
—Mieeeeerr... coles, jueves y viernes... —Dolía tanto que pensé que me iba a desmayar ahí mismo.
—¡Anna! ¡Anna...! —escuché más que ver la desesperación de Harry revoloteando a mi alrededor.
—Lo... lo siento muchísimo... Anna, yo no quería... El golpe no era para ti. No tenías que atravesarte. Lo lamento, no fue mi intensión... —se disculpaba Liam.
—Apártate, idiota —ordenó Harry. Puso sus brazos alrededor de mis hombros y de mi espalda doblada—. Camina, te llevaré a los baños.
Me empujó hacia su cuerpo y caminó esquivando a las personas que aún permanecían en el bar esperando felicitar a la banda personalmente.
Yo iba con la cabeza agachada y con mi mano tratando de contener la hemorragia.
—Entra aquí —dijo abriendo la puerta del baño de hombres.
Les gritó a unos cuantos chicos para que desalojaran el lugar, y una vez dentro, me tomó de la cintura y me subió al mueble del lavamanos.
—Cabeza hacia atrás —murmuró mientras abría la llave del agua y comenzó a mojar unas cuantas hojas de papel de baño.
—Duele —me quejé. Sentía que si intentaba respirar por la nariz me iba a doler aún más.
—Sostén esto —dijo él poniendo uno de los paños en mi nariz rota.
La sangre tenía un sabor extraño.
De pronto, la puerta se abrió de golpe y un chico de pelo largo entró corriendo, iba deslizando su bragueta en dirección a uno de los urinales.
Arrugué la nariz (lo que me hizo chillar aun más de dolor).
—Oye, el baño está ocupado —le gritó Harry.
—Pero... pero... —chico de pelo largo comenzó a tartamudear.
—Ve al de las mujeres.
—Es que yo sufro de incontinencia y...
—¡Al de las mujeres, dije!
El chico salió rápidamente del baño, dejándonos solos.
—De todos los lugares no entiendo por qué a un baño de hombres —murmuré aún con mi cabeza echada hacia atrás.
—En el de las mujeres hay mucho drama; ya sabes, si no están arreglándose el maquillaje, es para chismorrear o comprar tampones de la máquina expendedora... además este estaba más cerca —dijo simplemente. Tomó un puñado de papel higiénico y comenzó a limpiar la zona cerca de mi boca.
Fruncí el ceño y volví a pegarle en el hombro por segunda vez en el día.
—¿Y esta vez por qué fue? —preguntó pacientemente pasando sus dedos por mi cara, limpiando toda la sangre.
—¿Tengo que tener un motivo después de haber recibido un golpe que era para ti?
—Cierto. —Se encogió de hombros.
Después de haber terminado de limpiarme; me tomó de la barbilla, mirándome a los ojos fijamente por un momento.
—¿Qué estás...? —no pude terminar de hablar ya que sus labios empezaron a ejercer presión sobre los míos de un momento a otro.
Cuando me repuse de la sorpresa, cerré los ojos y me dejé llevar por la magnífica sensación de Harry besándome.
Su boca se movía con sutileza, su lengua acariciaba mi labio inferior y sus manos sujetaban mi rostro.
Cuando se separó, quedé en estado Bambi así como la primera vez que me besó: desorientada, ojos bizcos, rodillas dobladas una contra la otra y una completa falta de habla y coordinación.
Era Bambi versión pudín.
—¿Y eso por qué fue? —logré preguntar finalmente.
—¿Tengo que tener un motivo después de que recibiste un golpe que era para mí?
—Supongo que no. —Mi voz sonaba seca, como el croar de una rana.
—Bien.
Dicho eso, volvió a sujetarme de la nuca y dio rienda suelta a su boca.
Mmmm... Mejor que el pudín.
Este era un beso desesperado, un beso de: no se te olvide que me perteneces.
Su lengua pronto comenzó a invadir la mía. Incluso olvidé el dolor palpitante de mi nariz próximamente hinchada. Una de sus manos subió por mi rodilla, levantando levemente el vestido azul que llevaba; detuvo su recorrido justo en mi muslo.
Mi espalda se presionaba contra el espejo del lavamanos, y dejé que su boca experta guiara a la mía.
Entonces una imagen no deseada de su tatuaje con el nombre de mi prima se filtró en mi cerebro.
Reaccioné inmediatamente y a regañadientes me separé de él.
Harry estaba con Felicity. El hecho de que estuviera a favor de compartirla con otros hombres me hacía inmediatamente descartarlo de mi lista de chicos con los que debería besuquearme en el baño de hombres.
—¿Qué pasa? —me preguntó él al ver que puse distancia entre ambos.
—¿Por qué me besaste?
—¿Qué tiene de malo que lo haya hecho?
—No respondiste a mi pregunta.
—Tú tampoco respondiste a la mía.
—Harry… —no sabía qué decirle. Necesitaba pensar, y en mi estado Bambi no podía ni siquiera sumar dos más dos.
—Iré a casa —anuncié evitando su mirada, seguidamente me bajé del mueble del lavamanos.
Miré mi reflejo en el espejo: nariz hinchada, labios rojos debido a los calientes besos que compartí con Harry, y ojos vidriosos. Porque definitivamente quería echarme a llorar.
Él era el único chico al que quería besar… y resultaba tener un sentido retorcido de las relaciones.
—No he terminado de limpiar el desastre que hizo ese tipo —habló Harry. Nuestras miradas conectaron por el espejo.
—Yo me arreglo después.
Comencé a caminar hacia la salida del baño, me detuve antes de escapar por completo y me giré para ver la mirada de confusión que demostraba Harry en sus ojos verdes.
—Gracias por ayudarme —dije.
Volví a retomar mi camino, pero fui obstaculizada cuando la puerta se abrió sorpresivamente, dejando entrar a un Liam descontrolado y paranoico.
Al verme me agarró de los hombros y me dio un abrazo que era capaz de romper mis huesos.
—Lo siento tanto, Anna. No tienes ni idea... Yo... yo de verdad no sé lo que pasó. Ven, déjame llevarte a un sitio para que te revisen.
Di una última mirada vacía hacia Harry, y me dejé llevar por Liam.
No entendía para nada la situación. ¿Le gustaba a Harry o qué cosa era lo que sentía por mí?
Definitivamente no celos. Si él fuera una persona celosa jamás dejaría a Felicity andar con otros dos tipos a la vez.
¿Entonces por qué conmigo era así?
Jamás lograría entenderlo.


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Mensaje por Hendrix Sáb 28 Dic 2013, 11:15 pm

Capitulo 8
 


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Respóndeme


5 meses, dos semanas atrás...


«Te necesito aquí, ¡Pronto!»
Revisé el mensaje de texto que Felicity me había enviado hace diez minutos atrás.
Caminaba lo más de prisa que podía mientras dejaba que todo tipo de escenarios trágicos se reprodujeran en mi mente.
Mi prima jamás me había necesitado con esa urgencia; lo que significaba que algo realmente grave estaba sucediendo.
Una vez que divisé el lugar en el que ella me indicó que estaría, aumenté mi velocidad y me introduje en el pequeño local de concreto y cristal, siendo recibida por una ola de aire frio con olor a medicamentos farmacéuticos.
Pasé la vista por los diferentes estantes cargados de medicinas y pañales para adultos, y en el fondo, cerca del área de bebidas, encontré la mata de pelo naranja que esperaba por mí.
Felicity me reconoció y me agitó su mano de forma enérgica para que me reuniera con ella.
—¿Qué sucede? ¿Cuál es la emergencia? —dije con la respiración entrecortada y con mi cabello marrón pegándose a los costados de mi cuello y nuca.
—Sucede eso —dijo señalando hacia un anciano canoso que cobraba en la única caja registradora de la farmacia. No miraba nada de especial más que el nombre Rex grabado en el rectángulo de su gafete.
—¿Qué con él? —pregunté.
—¡Que él conoce a mi mamá! Le va a decir en cuanto vea que llevo estos —extendió la palma de su mano y me mostró un paquete de condones con sabor a Mango Travieso.
Levanté una ceja y me pregunté vagamente para qué alguien quería poner sabor a un preservativo.
—¿Por qué llevas esos? ¿Eder va a venir esta noche, acaso?
Ella se ruborizó y agachó la cabeza.
—Es que su cumpleaños se acerca y quería regalarle estos, como una broma. Ya sabes, para que los usara conmigo, además le regalé un pequeño folleto del Kamasutra, solo quise poner en práctica algunas de las posiciones.
Arrugué la nariz y traté de ignorar a la señora a nuestro lado haciendo una mueca y viéndonos como si fuéramos dos pervertidas.
—No necesitaba esa imagen mental —le dije a Felicity—, ¿para qué me pediste que viniera entonces?
—Para que tú los pagaras por mí. Él no te conoce...
—¿Solo para eso salí de mi trabajo, que ni tiempo tuve de cambiarme? —chillé. Ella fijó su vista por primera vez en mi vestuario.
Mi jefe era un puerco que nos hacía usar extraños uniformes y camisetas que tenían deletreada la palabra "cariño" justo en la zona del escote. La razón por la que no renunciaba era porque mi familia ocupaba el dinero gracias a que papá lo invirtió todo en un negocio de autos chatarra, y mamá continuó con la locura de querer convertirse en psíquica. Antes de eso, ella probó incursionar en diferentes trabajos, desde estilista de perros hasta podadora oficial de césped. Apostaba mi cuero cabelludo a que ella iba a renunciar en una semana como máximo y luego probaría suerte haciendo otra excéntrica y loca cosa para distraer su ociosa mente en reciente estado de menopausia. Lo mismo ocurría con papá.
—¿Y por qué no compras en otro lado? —sugerí. Cualquier persona con medio cerebro hubiera hecho ese acto lógico.
—¡No puedo! Recuerda que el único otro lugar está cerca del trabajo de mamá y ella me mataría si de casualidad me mira y se entera de que la que creía era su hija puritana y de virtud intacta, anda comprando estos instrumentos pecaminosos.
Resoplé. Sospechaba que simplemente Felicity no quería mover un solo dedo.
—Dámelos y acabemos con esto —le dije extendiendo mi mano para que me pasara la pequeña caja color amarillenta.
—Gracias, prima querida —sonrió y me la entregó—. Oh, espera. Es que aún no me decido si quiero esos o los de Mora Seductora.
—Esta gente necesita pensar en nombres más originales —murmuré con cansancio—, ¿por qué no llevas los dos?
—¿Los dos? ¿No crees que sería un exceso?
Enarqué una ceja y esperé pacientemente a que me pasara la segunda caja.
—Está bien, serán los dos.
Terminé con tres paquetes gracias a que Felicity encontró una promoción de tres por el precio de uno. Finalmente salimos de la farmacia, yo iba cargando la bolsa de papel en la que iban metidos.
—Por cierto, ¿a que no adivinarás con quien me encontré hoy? —preguntó ella riendo como si fuera una colegiala.
—¿A quién?
—A Liam...
—¿Qué? Ay no.
—Sip. Me dio su número de teléfono para que te lo pasara a ti.
—No quiero hablar con él. Fue lo suficientemente malo tener que verlo en la graduación mientras me miraba con ojos de perrito triste.
—¿Qué fue lo que le dijiste al final de cuentas?
—Bueno... —recordaba haberle dicho que no quería que sus manos con olor a pescado volvieran a tocarme; o que había que bajarle el volumen a sus labios. No podía tener un beso normal con él porque siempre acababa de una sola manera: con la barbilla humedecida en saliva, y con la falda de mi vestido levantada hasta la cintura. Era exasperante.
—Él es un buen chico. Deberías darle otra oportunidad; así no pasarías sola tanto tiempo. Además, recuerda que el karma es una perra, y en cualquier momento puede devolverte el golpe. ¿Sabes qué deberías hacer? Pedirle a tu mamá uno de esos amuletos de la buena suerte, o algún amuleto para atraer el amor a tu vida.
—No creo en el karma o para el caso en amuletos.
—Son fantásticos. Compré dos la semana pasada e inmediatamente sentí una conexión con...
—¿Con quién? Pensé que ya tenías a Eder, no ocupas sentir conexiones con nadie más, ¿o sí?
—Por supuesto. Sentí una conexión con el amuleto, tonta.
—En ese caso, deberías cargar tus compras —le dije empujando a su lado la bolsa de papel marrón— ya que tú eres la suertuda. Probablemente a mí se me caigan enfrente de una multitud y no queremos que eso pase.
Ella chilló y los empujó de nuevo por debajo de mi brazo.
—¡Anna, no me hagas esto! Sabes que si alguien revela lo que hay dentro... moriré de la vergüenza!
—Ay, solo dices que es goma de mascar y listo. —Volví a pasarle la bolsa pero ella se movió con rapidez hacia adelante, esquivándome.
—Sé que estoy usando un amuleto de la buena suerte —levantó el pequeño collar de piedras redondas que estaba rodeado con plumas de colores—, pero no quiero tentar al destino.
Me reí y seguí caminando detrás de ella.
Lo cierto era que mamá me había enviado esta mañana una serie de amuletos para encontrar el amor.
Cargaba uno de ellos en el bolsillo de mis pantalones, el día casi acababa y dudaba seriamente que dichos objetos fueran efectivos.
—Ya te dije lo que creo de los amuletos, son puras baratijas falsas.
—Sabes Anna, nadie insulta los amuletos y sale vivo para contarlo, el amor golpeará a tu puerta cuando menos te lo esperes y es ahí cuando el karma se va a cobrar lo que hiciste con Liam —respondió Felicity en son de burla.
—Entonces que me lance su mejor golpe. Estoy lista —dije rodando los ojos.
Y así sin más, sentí cómo mi cabeza chocaba contra algo que me provocó un dolor agudo que me lanzó al suelo. Fue un golpe duro que me hizo delirar y comenzar a dudar acerca del karma. Antes de caer a la inconsciencia me pregunté si esta era la forma en el que el amor tocaría a mi puerta para vengarse por mis burlas.
La oscuridad no tardó en aparecer.
Abrí los ojos levemente, me sentía desorientada y todo me daba vueltas.
Inmediatamente noté a un par de ojos verdes que se clavaban en los míos. Era fascinante verlo.
No podía apartar mis ojos grises de los suyos. Él me miraba como a una rara atracción de circo, como el acto de la mujer barbuda a la que no sabías si estar maravillado o asqueado pensando en la cantidad de pelaje que crecía por sus mejillas y axilas gracias a la ayuda de esteroides.
Toqué con mis dedos mi rostro. Nop. Ningún rastro de barba que yo sepa.
Entonces, ¿por qué me miraba tanto?
A mi lado, mi prima Felicity se estaba riendo y señalándome con el dedo.
Busqué a mi alrededor, preguntándome por qué había un circulo de gente rodeándome.
No fue sino hasta que el atractivo chico de ojos verdes me tendiera una mano, que me di cuenta que estaba tirada en el suelo...


Actualidad…


Mi nariz seguía en proceso de recuperación pero a pesar de todo no tenía tan mal aspecto como antes.
Cliff me había mandado a la freidora porque decía que estando en la caja registradora provocaba pérdida de clientes ya que una nariz ligeramente morada no encajaba con el perfil de un "restaurante de categoría" como él lo llamaba.
Mientras depositaba las papas prefabricadas de la bolsa a la freidora, no pude dejar de pensar en Harry. En sus besos, en lo bien que se sintieron sus manos sobre mi piel. Definitivamente yo necesitaba terapia ¿quién se enamora de alguien que no le importa que su novia le sea infiel? A menos que ya no la quiera...
—¡Annie! —gritó Cliff haciéndome dar un brinco de sorpresa, provocando que varias papas se salieran de la bolsa y cayeran al suelo—, ¿dónde está el chico bolsillos—repletos—de—dinero?
—¿Harry?
Asintió pasando sus manos por su voluptuosa barriga, uno de los botones de su camisa se había desabrochado... Nunca pensé que un ombligo pudiera llegar a ser tan peludo.
—No lo sé —admití dirigiendo mi vista fuera del ombligo de Cliff.
Intenté, de verdad intenté hablar con Harry el domingo. Pero no me atreví a tocar mi celular para darle una llamada.
—Cuando una persona se compromete conmigo a ser un empleado, espero respeto y cumplimiento a su palabra... —detuvo su discurso para observar las papas tiradas en el suelo y frunció el ceño—. ¿Qué es todo este desperdicio?
—Fue un accidente…
—De ahora en adelante, pagaras por cada alimento que malgastes.
—Pero... pero yo no...
—Llegué —anunció de repente Harry, apareciendo frente a nosotros. Su cabello lucía mojado, como si acabara de salir de la ducha, sus ojos me escudriñaron brevemente y luego fijó su mirada en Cliff—. No sabía a qué hora tenía que estar.
Se encogió de hombros y Cliff resopló.
—Bien. Te pondré junto a Anna, que ella te diga lo que hay que hacer.
Con eso caminó lejos, ajustando la chaqueta de su traje color marrón, y antes de entrar a su oficina, se giró hacia mí una vez más y alzó su dedo índice en mi dirección:
—No quiero ver una sola papa sobre el suelo —advirtió, luego continuó su camino.
—Vaya, para un tipo que se está quedando calvo... tiene suficiente vello en su ombligo —murmuró Harry—. ¿Y qué es lo que tengo que hacer?
Él apenas hacia contacto visual conmigo. No sabía qué rayos pasaba por su cabeza.
¿De nuevo regresábamos a la incomodidad? No tenía sentido: me besaba y luego se enojaba. Já.
Bien, si me iba a tratar como una desconocida yo iba a hacer lo mismo, tal vez podía incluso divertirme en el proceso.
—Para empezar... Ve y limpia los baños. Cuando termines, hay mesas con chicles secos pegados que necesitan ser raspadas.
Él hizo una mueca de asco pero no protestó más. Salió en dirección a los baños sin siquiera renegar.
Este no era el Harry que yo conocía, él Harry normal hubiera murmurado y protestado conmigo hasta que lo hubiera dejado en paz.
—¿Qué le has hecho? —preguntó Mirna mientras limpiaba el área de cocina y veía la salida de Harry—, ¿están enojados? Oh, su primer pelea. Me gustaban las peleas por las reconciliaciones... confía en mí, cariño, las reconciliaciones entre pareja siempre son de lo mejor —me guiñó un ojo y se movió hacia la oficina de Cliff (no sin antes retocar su lápiz labial y de subir un poco más su uniforme de limpieza).


***


—¿Por qué están Harry y tú peleados? No me digas que él tiene que ver con la masacre a tu nariz —preguntó Rita mientras estábamos en nuestro descanso de la tarde, en medio de los vestidores para empleados.
—No... Bueno, en parte —suspiré— no sé.
—No me has contado qué sucedió el sábado. Es obvio para todos que ambos están enojados, cuéntame.
Rita tenía unos ojos increíblemente marrones y sagaces. Su cabello color café era corto y perfectamente liso, su apariencia era la de alguien en la que fácilmente podías confiar. Y yo definitivamente confiaba mucho en ella. Pero el hecho era que ni yo misma sabía por qué él estaba enojado conmigo.
—Harry me besó —admití finalmente.
Rita abrió la boca y luego la cerró de golpe.
—¿Cuándo?
—Fue en el concierto del sábado.
—No puedo creerlo... Perdí la apuesta —balbuceó ella.
—¿Qué? ¿Cuál apuesta?
—¡Lo sabía! —gritó Gustavo apareciendo de la nada con una bandeja de comida— ¡Gané! ¡Les gané a todas! Ahora paguen.
Mirna, quien justo estaba remojando sus pies en agua caliente al otro lado de la habitación, murmuró una protesta y comenzó a sacar su billetera del delantal.
—Otro día más y hubiera ganado —se quejó Dulce retocando su maquillaje gótico, también sacaba dinero de su bolso.
—Esperen... —dije atónita. Estaba confundida— ¿Ustedes apostaron a que Harry iba a besarme?
Rita asintió avergonzada.
—También apostamos a quién iniciaría el beso —habló Gustavo con orgullo.
—Y qué día —añadió Mirna masajeando la planta de sus pies.
Me sentía indignada. Seriamente indignada.
—¿Cuánto tiempo llevan apostando a mis espaldas?
—Uff... Meses —respondió Gustavo, cobrándole a las chicas el dinero que ganó.
—¿Todos sabían?
—Solo fue entre nosotros —se apresuró a responder Rita.
—¿Cuándo apostaste tú a que sería? —le pregunté.
Sus mejillas se enrojecieron.
—A inicios de la semana pasada. ¿Pero fue el sábado, verdad?
La asesiné con la mirada. Aunque de hecho, Harry me había besado antes del sábado, pero no pensaba hacer que ella ganara dinero a mis expensas.
—¿Segura que fue Harry el que te besó? ¿No fue al revés? —sonsacó, Dulce.
Mis mejillas comenzaron a arder.
—¡Fue él! Y sí, nos besamos: ¡Harry me besó! —grité para que dejaran de mencionarlo.
—¿Quién apuesta a que hubo lengua? —chilló Gustavo.
La mano de Mirna se alzó inmediatamente.
—De hecho... —Harry apareció frente a nosotros, apoyándose contra los casilleros del vestuario— Yo puedo asegurar que allí hubo algo de lengua, sí.
Ay, trágame tierra.
El lugar se puso silencioso de repente. Mirna bajó lentamente su mano.
¿Por qué tuve que abrir la boca? ¿Por qué?
Harry estaba vestido con el uniforme del restaurante: camisa color amarillo huevo, y pantalones desabridos en tonalidad caqui; él comprobaba mi teoría de que sin importar lo que usara cualquier cosa le quedaba bien (incluso la gorra ridícula con forma de hamburguesa deletreando la palabra E-S-P-E-C-I-A-L).
Él se acercó lentamente hacia mí, con sus brazos cruzados y con sus ojos verdes observando a todos los presentes.
—Apuesto a que justo ahora quiere besar a Anna —murmuró Gustavo por lo bajo para que Harry no lo oyera, pero algo en su mirada me dijo que sí lo escuchó.
Tuve que darle una patada a Gustavo para que se callara.
—Entonces... ¿de qué otra cosa hablaban? Aparte del beso entre Anna y yo —preguntó él.
Nadie respondió, y yo comenzaba a ponerme nerviosa. Las manos me sudaban y sentía la estúpida necesidad de hipar y de morderme el cabello.
Mi rostro, de por sí enrojecido, se puso el doble de ruborizado.
Cuando era pequeña mamá solía decirme que tenía la tendencia a guiñar mi ojo izquierdo cada vez que me encontraba en una situación fuera de mi alcance; pero ahora estaba segura de que lo parpadeaba mil veces por segundo, como una cámara fotográfica en modalidad ráfaga o sucesión.
—Bien. ¿Nadie va a decir algo? —habló Harry. Se quitó la gorra y sacudió su cabello negro, salpicó algunas gotas de sudor que cayeron en mi regazo. Lo tenía demasiado cerca.
Me levanté rápidamente de mi asiento, tratando de encontrar alguna excusa para alejarme y minimizar mi vergüenza.
Pero en menos de un segundo, Harry se encontraba en la estrecha salida de los vestuarios y, antes de que yo pasara a su lado, él estiró la mano y me cerró el paso.
—¿Te vas tan rápido? Pero si apenas comienza el descanso —dijo en son de burla.
—Tengo trabajo extra que hacer... —me agaché para pasar debajo de su brazo pero él se movió para de nuevo cerrarme el paso. Quería golpearlo. Con fuerza.
Era un tonto.
—No estoy para esto —murmuré con los dientes apretados—. Tengo que freír más papas.
—Entonces déjame ayudarte. A no ser que quieras que le limpie la nariz a cada cliente antes de entrar. Hablando de eso, ¿cómo sigue la tuya? —dijo esto último en un tono mucho más amable.
—Ya mejor. Solo fue un poco de hinchazón, nada grave.
De repente sus largos dedos estaban sobre mi mentón, acariciándolo. Alzó mi barbilla para que lo viera a los ojos.
Resoplé.
Ahora sí que quería verme, ¿no?
—Lo sabía. Tu campesino—ordeña—vacas no es capaz de dar un buen golpe como para romperte la nariz.
—Harry... ¿Podemos hablar luego?
Él desvió la vista hacia donde nuestro público escuchaba atentamente la conversación.
—Todos salgan, quiero hablar con Anna a solas —dijo él con una voz de mando.
—Si la vas a besar de nuevo puedes hacerlo aquí, frente a nosotros. Pero yo no me salgo, Cliff nunca nos da buenos descansos —se quejó Gustavo llevando sus manos a las caderas y actuando como adolescente hormonal.
¿Harry pensaba besarme nuevamente?
Mi rostro enrojeció de vergüenza con solo mencionarlo. Pero la verdad era que yo también quería que me besara y perder la conciencia en el intento. No me importaba si después él quisiera correr a los brazos de mi prima... Detuve ese hilo de pensamientos antes de que terminara aceptando una extraña relación compartida con Harry.
Era fácil caer en la tentación, y más cuando dicha tentación no dejaba de acariciarte la barbilla y oler condenadamente masculino.
—Vamos, hay que darles algo de privacidad —dijo Rita. Se puso en camino hacia la salida.
—Espera, yo me iré —intervine antes de que saliera e interrumpiera los pocos minutos que tenían para descansar. Además Mirna seguía con la atención a sus pies y el lugar ya comenzaba a oler a queso rancio.
—Iré contigo —dijo Harry de forma resignada.
Antes de marcharme busqué con la mirada a Rita, ella me transmitió algo de valor y una sonrisa de ánimo.
—¿De qué querías hablar conmigo? —le pregunté a Harry justo cuando intercambiaba lugar con la otra chica que se encargaba de la freidora.
Harry tomó una papa y la sumergió en uno de los enormes botes tamaño industrial de salsa de tomate.
—El tipo ese, tu ex novio, ¿te llevó a casa después del concierto?
—¿Quieres hablar de Liam? —El desconcierto se podía escuchar fuerte y claro en mi voz. Yo pensaba que hablaríamos del beso y de cómo fue un error que no se volverá a repetir y bla, bla, bla... conciencia, conciencia... Bla, bla... Culpa, Felicity... Más bla, bla, bla.
—Respóndeme —pidió simplemente.
Suspiré.
—Sí. Me llevó a casa. Estoy en una sola pieza como puedes ver.
En una sola pieza y vestida como un canario vulgar (cortesía de mi jefe). El amarillo no era mi color. Para nada.
—Espero que se haya disculpado contigo, porque si no lo hizo soy capaz de romperle el cuello y lisiarlo de por vida.
—Él se disculpó. No fue su intensión lastimarme.
Apilé a mi lado una de las bolsas herméticas que contenían las papas congeladas y rebanadas en tiras. Mientras tanto, vigilaba que la carne de la hamburguesa estuviera bien cocida.
—¿Qué hicieron después, Liam y tú? —preguntó de manera casual.
Rodé los ojos.
—Dormimos juntos —dije sarcásticamente.
—Este no es un momento para que juegues conmigo, Anna —dijo en un tono serio. Pensé que la vena de su frente explotaría—. Contéstame una cosa: ¿lo besaste a él después de besarme a mí?
Si hubiera estado bebiendo agua o comiendo algo, ya habría escupido todo.
—Wow, alto ahí. Sabes, yo podría preguntarte lo mismo. ¿Besaste a Felicity después de besarme a mí?
—Quiero que me respondas primero. ¿Lo besaste?
Me negué a abrir la boca y me crucé de brazos. ¿A qué se debía todo esto? De todas formas no me gustaba hablar del beso, me daba vergüenza y se sentía tan real que daba miedo.
—Anna... Me estás matando. Por favor responde —dijo en un tono de voz que me calentó en las partes correctas.
Sentí como si una parte de mi corazón se derritiera. Sus ojos verdes lucían desesperados y sin consuelo.
—¿Por qué quieres saberlo?
En un arrebato su mano golpeó la bolsa de papas congeladas a mi lado, y esta cayó al suelo, haciendo que todas se regaran en el piso.
—Ay no, ay no... —hiperventilé viendo el desastre que era la cocina.
La chica que servía los alimentos detrás del mostrador eligió ese momento para gritar pidiendo más papas y un tipo de hamburguesa que incluía tocino.
—Esto es un desastre —murmuré aún paralizada en mi sitio. Solo podía recordar a Cliff diciendo que tendría que pagar por cada alimento malgastado—. Tengo que recoger esto... Yo...
Me agaché rápidamente y comencé a tomar con mis dedos lo que se cayó al suelo, tratando de devolver las papas a la bolsa.
—No importa que se hayan caído ¿verdad? —dije angustiada. Harry solo me miraba con la mandíbula desencajada—. Se supone que los alimentos congelados no agarran gérmenes, ¿cierto?
Solo rogaba para que un inspector de salubridad no entrara por esa puerta porque sino estaría realmente jodida.
Espera, ¿no es malo darle a los clientes comida que ha estado previamente en el suelo?
—Anna...
Mis dedos comenzaron a insensibilizarse y tenía un único objetivo en la mente: que Cliff no me viera.
—¡Anna! —gritó Harry agachándose a mi lado y sujetando mis muñecas, elevándolas en el aire.
—¡¿Qué haces?! ¡Tengo que apresurarme antes de que alguien vea esto!
—Necesito que me escuches nada más... —logré soltar mis muñecas y volví a mi labor. Me sentía como un vampiro con la urgencia de contar todos los granos de arroz en el suelo.
—SUFICIENTE —Harry me lanzó un chorro de salsa de tomate del bote más cercano.
Cayó en mi mejilla, en parte de mi boca y lo podía sentir deslizándose por mi cuello y mi blusa.
—¿Qué hiciste? ¡¿Qué hiciste?! —grité como animal rabioso. No dejaba de pensar en lo poco que ganaba de sueldo y en lo reducido que sería mi pago gracias a este idiota y sus desastres.
Me sentía furiosa, enojada y frustrada con Harry. Actué sin pensar y tomé lo que sea que encontré más cerca y se lo lancé a la cabeza.
Resultó ser un pequeño molde de aluminio lleno con mostaza. El lado izquierdo de su cara se volvió amarillo.
Y ahí fue cuando comenzó la guerra.
Él me lanzó más salsa de tomate a la ropa y el rostro. Yo tomé puñados de las papas congeladas y se las disparé en todas direcciones; cuando se le acabó la salsa, se puso de pie y tomó hojas de lechuga que se encontraban perfectamente cortadas en un empaque sellado y me las lanzó. Gracias a la salsa de tomate que tenía en el pelo, la lechuga se pegó y se metía en los lugares menos cómodos de mi blusa.
No quise quedarme atrás y, poniéndome también de pie, agarré una botella de mayonesa y comencé a rociar a Harry, persiguiéndolo mientras se movía entre la máquina de helados y el horno donde más de una docena de panes se estaban calentando.
—¡Detente! —grité cuando vi que activaba la máquina de helado y me lanzaba pequeños puñados en la espalda.
—¡Harry! —volví a gritar cuando él me agarró de la cintura y vació un bote entero de mostaza en mi cabeza.
—¡Ahora.sí.tienes.que.escucharme! —dijo entrecortadamente, con la respiración agitada gracias al esfuerzo de perseguirnos el uno al otro.
Era vagamente consiente de un pequeño grupo de espectadores parados lejos de la zona del desastre, observándonos con diversión.
—¿Qué quieres? dilo de una vez —traté de no escupir la cantidad de sustancias que rodeaban mi boca en ese momento.
—¡Dios! Solo dime si te gusto —habló finalmente.
Eso me tomó por sorpresa y me quedé paralizada. Los dedos de mis pies hormigueaban y mi estómago se retorcía como cuando quería vomitar, pero era por eso o porque comenzaba a darme nausea tanta comida.
Abrí la boca para decir algo pero la cerré rápidamente.
¡Me quedé en blanco!
—Por favor Anna, responde —me dijo con cierto pánico en su voz. Me sostenía por la cintura y su rostro estaba a centímetros del mío.
—¿Lo besaste, a ese tipo Liam? ¿Sigues sintiendo algo por él? —insistió con voz temblorosa, poniéndose serio nuevamente.
Las lágrimas se empezaban a acumular en mis ojos. Aparté la mirada y fijé la vista en el punto de mostaza que manchaba la pared.
—No. No besé a Liam y tampoco siento nada por él —respondí después de unos segundos.
Alivio se reflejó en los músculos de Harry; tentativamente alcé la vista para verlo.
—¿Y en cuanto a lo otro? —quiso saber.
Jamás lo había visto tan inseguro y miserable. No podía creer que estaba diciéndole esto. Solo rogaba para que no se fuera a burlar de mis sentimientos.
—Resulta que me gusta alguien, aunque el tipo es un completo idiota.
Esta vez Harry sonrió mostrando sus dientes.
—Es un idiota suertudo entonces —aseguró él.
—Es un idiota que ya está en otra relación.
—Es un idiota que no sabe cómo dejar de serlo.
—Harry, tú tienes a Felicity... —rápidamente él colocó dos dedos en mi boca para evitar que continuara hablando.
—Ya no más.
—¿Cómo que ya no más?
—Ella y yo terminamos, Anna. Rompimos.
—¿Qué...?
Apenas y podía procesar la noticia cuando, de repente, apareció Cliff frente a mí. Su rostro estaba rojo por la cólera, su prominente barriga se agitaba al caminar y la vena de su frente parecía cobrar vida propia.
—¡Annabelle Green! —gritó fuertemente. Oh no, cuando utilizaban el nombre completo la cosa se ponía fea— ¡Estás despedida!


Última edición por Hendrix el Sáb 28 Dic 2013, 11:28 pm, editado 1 vez
Hendrix
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Prohibido enamorarse de Harry Styles   - Página 4 Empty Re: Prohibido enamorarse de Harry Styles

Mensaje por Hendrix Sáb 28 Dic 2013, 11:27 pm

Capitulo 9
 


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Sobrante



Dos Semanas, un día atrás


—Anna, hoy saldré con Harry —fue lo primero que me dijo Felicity cuando entró a mi habitación sin siquiera llamar a la puerta.
No hice ni el más mínimo esfuerzo por despegar la vista del libro que estaba leyendo, se trataba de un chico y una chica que eran amantes y mantenían una bella relación, hasta que ambos murieron en un trágico accidente, pero reencarnan veinte años después en distintos cuerpos en donde terminaron siendo hermanos.
—¿Para qué necesito escucharlo? —dije casi sin prestar atención, ya iba en donde las cosas se ponían buenas en el libro. Oh, hombre, ambos hermanos se estaban viendo a los ojos, ¡Se reconocieron! ¡¡Se besaron!! ¡¡¡No había nadie en casa!!! ¡¡¡¡Las cosas se empiezan a poner candentes!!!!
—¡Anna! —gritó Felicity al ver que no le daba importancia a lo que decía. Ella me quitó el libro y ojeó la cubierta.
—¿Relaciones Prohibidas? —leyó el título con cierto escepticismo—, ¿en serio? Todo el mundo sabe que cuando le añades "prohibido" al tema, terminas cediendo. Saben que no deben pero igual lo hacen. Realmente odio que el título lleve una advertencia.
Lanzó el libro hacia el pequeño escritorio de madera que se encontraba en la esquina opuesta de la habitación.
Me crucé de brazos.
—¿Qué quieres entonces? —pregunté molesta.
—Ya te dije, hoy es mi noche dedicada completamente a Harry —sonrió con picardía—. Si viene Eder en mi ausencia, le dices que estoy con mamá. Él es demasiado caballeroso como para llamarla para comprobarlo. —Se puso frente a mi armario y comenzó a examinar la poca ropa que tenía.
—¿Por qué crees que voy a ayudarte? Ya sabes lo que pienso del hecho de que veas y te acuestes con dos tipos a la vez. Es asqueroso.
Ella se giró para verme mientras yo me acomodaba en la cama y abrazaba una de mis almohadas.
—Porque, Anna, no querrás que tus padres sepan el vergonzoso acto de delincuencia que cometiste el otro día.
Desvié la vista hacia otro lado, fijándome en el patrón geométrico de mis cortinas azules.
—Me estás chantajeando —afirmé, era increíble lo mucho que mi prima había cambiado. Pasó de ser esa niña de rizos rojos que siempre compartía conmigo sus juguetes cuando la iba a visitar, a esta chica de mirada fría y de pensamientos egoístas.
—No pienses en esto como un chantaje —dijo sentándose en la cama conmigo—. Piensa que es un recordatorio de lo mucho que fui de ayuda en ese momento, y de cómo ahora yo soy quien ocupa cobrar el favor.
Todavía me daba vergüenza recordarlo. Hace tres meses acompañé a Felicity a una tienda de ropa exclusiva y carísima; al salir por la puerta principal, los sensores de alarma se dispararon y al instante dos guardias de seguridad estaban sobre mí, revisando mi bolso y mirándome como una condenada delincuente. Pensé que me deberían una disculpa después de eso porque obviamente yo no tomé nada, pero la sorpresa me la llevé yo al ver que sacaban de mi cartera una brillante y sedosa blusa de color turquesa. Una que yo precisamente había mirado con anhelo desde que había entrado a la tienda. Lo siguiente que supe fue que Felicity estaba pagando la multa que me habían impuesto, y pagó por el precio de la blusa en cuestión.
Lo juro, ni siquiera supe cómo llegó eso a mi bolso. En ningún momento me despegué de Felicity y de sus incesantes cambios de ropa. Pero nadie creyó en mi inocencia. Tal vez me había vuelto cleptómana y ni siquiera lo sabía.
—¿A qué hora estarás de vuelta? —dije de mala gana. Le debía mucho a Felicity (no sólo monetariamente hablando) sino que le debía por no haber dicho nada a mis padres, o peor, a sus padres (quienes adoraban hacer sentir pequeña a mi familia).
—No tardaré mucho. Como máximo estaré en casa a las tres.
—¿A las tres de la mañana? Eso es exagerado.
—Anna, Anna, Anna. Definitivamente no sales mucho. Después de las doce, la cosa se pone buena. Te invitaría pero tú eres muy reservada con eso. —Se giró de nuevo hacia mi armario y sacó... la blusa turquesa que mantenía escondida en el fondo. Odiaba esa cosa. Felicity había tenido el descaro de comprarla y dármela como regalo.
Por supuesto que no me la había puesto ni un sólo día.
—¿Me la prestas? Veo que tú no la usas... —Felicity sostuvo la blusa en alto y deslizó sus dedos a través de las cintas que se ataban en la espalda. Era una blusa hermosa.
—Claro —dije en un suspiro.
Ella chilló e inmediatamente se dirigió hacia la salida de mi cuarto.
De todas formas yo jamás la usaría. No después de haber pasado por la vergüenza que pasé ese día; hasta me tomaron fotografías instantáneas y las pegaron en una pared de anuncios, etiquetándome como ladrona.
Nunca volví a pasar por esa tienda para verificar si mi foto aun continuaba en el tablón.
Después de sentirme melancólica, regresé a tomar mi libro y a perderme en la relación complicada entre Dorian y Selene.
Odiaba y amaba las relaciones complicadas; pero si yo estuviera en una… definitivamente no manejaría muy bien las cosas.


***


Mis ojos se abrieron en alerta. Todo era oscuro a mí alrededor y las voces se escuchaban a través de la sala.
Yo aun me encontraba somnolienta y cansada.
Bajé de la cama y busqué a tientas mis cómodas pantuflas afelpadas con forma de conejito, luego, caminando como zombi, salí de mi habitación y fui directo hacia donde el ruido se escuchaba cada vez más fuerte.
Desde donde me encontraba podía ver la luz de la sala encendida; entonces lo vi, a Harry. Estaba sentado en el suelo, absorbiendo una botella de licor y Felicity se encontraba a su lado, bebiendo con él.
—¿Qué hacen? —croé en su dirección. Ambos se pusieron alarmados y asustados, pero cuando vieron que se trataba de mí, se relajaron. Después de unos segundos, ambos, simultáneamente comenzaron a reírse a carcajadas.
Me froté los ojos con las palmas de las manos, miré hacia donde estaba ubicado el reloj en la pared. Las cuatro de la madrugada.
—Bonito pijama —observó Harry. Entonces bajé la vista hacia mi ropa.
La vergüenza me carcomió de inmediato.
Llevaba puesta una camiseta con la cara de los chicos de One Direction, y en medio, un gran corazón rosa señalaba al rubio de ellos. La usaba únicamente para dormir ya que mucha gente me molestaba y me llamaban: asalta cunas, codicia niños, o sino me decían que los dejara crecer. Todavía no lograba entender por qué me decían esas cosas, ¡La mayoría de ellos tenían exactamente la misma edad que yo! Además, había comprado la camiseta en una venta de garaje, fue una ganga a la que no pude decir que no (junto con las pantuflas de conejito).
Detuve de inspeccionar mi camiseta en cuanto escuché a Harry comenzar a cantar una de sus canciones.
—You know you love me, I know you care just shout whenever and I'll be there you want my love you want my heart and we would never, ever, ever be apart  ... —las palabras le salían pegadas y casi no se le podía entender. Pero pronto Felicity se le unió en el coro.
Ahora era yo la que me estaba riendo.
Ambos sujetaban sus puños tratando de imitar micrófonos en el aire.
Definitivamente los dos estaban borrachos.
Justo iba caminando en dirección de la cocina, cuando Harry se puso temblorosamente de pie y gritó:
—Anna... quédate.
Me detuve a unos tres metros de la puerta de la cocina y giré mi rostro hacia él.
—Solo... voy por agua. —Harry me miraba de una manera intensa que hizo que mi corazón diera un tropiezo en mi pecho y se desviara de su ritmo habitual.
¿Él me estaba pidiendo que me quedara?
De repente, Felicity golpeó las inestables rodillas de Harry y él cayó (con botella y todo) sobre el suelo.
—Bésame, bebé —lo urgió ella sujetando las solapas de su camisa.
Entonces él obedeció y sus labios chocaron con los de ella, juntos y torpes.
Sentí morir cualquier clase de esperanza que se estaba encubando en mi pecho como un virus.
Alejé mi vista y prácticamente corrí hacia la cocina.
Una vez dentro, rebusqué en el refrigerador y encontré una botella de leche fría, olvidándome del agua. La abrí y me la llevé directo a la boca. Cuando terminé, estaba apunto de pasar la palma de mi mano para borrar el bigote de leche que se había formado sobre mi labio superior, cuando, repentinamente, me congelé en plena acción de levantar la mano.
Parado, en el mueble de la cocina, había un zorrillo; un pequeño y casi tierno zorrillo bebé que escarbaba entre las plantas de girasoles que Felicity compraba para adornar el lugar. Vivíamos en el quinto piso de un edificio estilo mediterráneo, y lo primero que pensé al ver al animal fue: ¿cómo rayos había hecho para llegar hasta aquí?
Retrocedí en mis pasos, procurando que el zorrillo no fuera a asustarse y decidiera rociarme con la asquerosa sustancia con la que todos los zorrillos venían programados.
Salí por la puerta y una vez más estuve de vuelta en la sala, viendo cómo Felicity absorbía la boca de Harry.
Finalmente se separaron y, como si nada hubiera pasado entre ellos, Harry continuó cantando lo mismo que antes.
—And I was like  baby, baby, baby ooh —hipó en la última parte y luego cambió de artista, la canción siguiente era una de Selena Gómez.
—Cariño, tienes que irte —dijo Felicity arrastrando las palabras—. Se supone que Eder va a venir pronto.
—No me gusta que me digas cariño —dijo él— para esa gracia prefiero que me llamen Lady Agustina. ¿Oíste, Anna? Laaaaaady Aguuuuustina.
Sip, estaba borracho.
—No quisiera interrumpirlos —hablé rápidamente— pero hay un zorrillo en nuestra cocina.
Ambos me miraron atentamente, y luego se echaron a reír, tanto, que Felicity tuvo que correr en dirección al baño para evitar orinarse en la alfombra del suelo.
—Eres divertida —dijo Harry poniéndose de pie y caminando a ritmo de tortuga hacia mí—, tienes un…
Se paró a centímetros de mi rostro y luego hizo una cosa de lo más inesperada: me tomó de los hombros y me empujó cerca de su cuerpo.
—Harry… Estás borracho, tengo sueño, Felicity no tarda en venir y hay un zorrillo en la cocina, escarbando las plantas y probablemente comiendo insectos. Definitivamente este no es un buen momento para…
—Solo hay algo que quiero hacer —su boca estaba tan cerca de mi rostro que pude oler el alcohol en su garganta. Tal vez era vodka. No lo sé.
—Mira… —no me dejó terminar lo que iba a decir, y colocó dos dedos sobre mis labios.
— Shhh.
Sus dedos recorrieron mi labio inferior y de ahí se trasladaron hacia el labio superior; entonces se movieron un poco más arriba, cerca de mi nariz.
Yo estaba paralizada. Debería ser ilegal que un chico pudiera descontrolar mis nervios y darle la vuelta a mi mundo entero con un solo toque. En especial si dicho chico estaba borracho y probablemente no recordaría nada de esto mañana.
Sentí los dedos de Harry sujetar mi barbilla y, en lo profundo de mi egoísta y masoquista mente, quise que él me besara. Lo quería tan mal. Pero no lo hizo, sólo se quedó repasando sus dedos por encima de mi labio superior y luego… luego se los llevó a la boca. Chupándolos.
—Te ves adorable con esa camisa y ese bigote de leche —susurró. Se relamió los labios con la lengua mientras yo aún me encontraba sin palabras. Mirándolo como una idiota. Mi pequeña burbuja se rompió cuando escuché pequeños golpes en la puerta principal.
Mis ojos viajaron inmediatamente hacia ese lugar, y la voz de Eder sonaba amortiguada del otro lado.
Para mi desgracia, Harry retiró los dedos de mi rostro e intentó correr para abrir la puerta.
—¡Harry! —grité lo más bajo que pude—. Regresa aquí, es el novio de Felicity.
Él me miró confundido, como si le hubiera hablado en japonés.
—Noooo. Yo soy el novio de Felicity.
Lo tomé del brazo y comencé a caminar hacia mi habitación, pero puso resistencia y plantó sus pies en el suelo.
—¿No debería presentarme? —preguntó negándose a seguir caminando—. Sabes, mi madre antes de morir me enseñó que siempre tenía que tener buenos modales.
Eructó en mi cara y se echó a reír.
—Lo siento, nena…
—Ni te disculpes —lo detuve en seco—, sólo lo empeorarás. Ahora muévete sino quieres despertar hecho picadillo.
—En realidad… no puedes despertar si ya estás hecho picadillo. No tiene sentido que…
Lo empujé a través de la puerta de mi habitación y cayó directo al suelo.
—Quédate aquí. Solo tengo que ir allá un momento —cerré la puerta y corrí hacia la entrada principal para abrirle a un muy somnoliento Eder.
Su cabello estaba revuelto bajo una gorra celeste desteñida y sus músculos se ceñían en la tela de su camiseta del equipo de fútbol del Barcelona.
—Hola Anna. Lamento despertarte a esta hora pero Felicity llamó hace poco. Dijo que le dolía el estómago; le traje medicinas —levantó la bolsita plástica y me sonrió sin muchas ganas.
—Claro, pasa —extendí la puerta abierta mientras le abría paso.
Inmediatamente una voz masculina se comenzó a escuchar a lo lejos. Cantaba una canción que sospechaba era probablemente de Selena Gómez.
Al menos ya tenía material para molestarlo por los próximos días.
—¿Qué es eso? —dijo Eder moviendo su cabeza en todas direcciones, como queriendo encontrar de dónde provenía el sonido—. ¿Alguien está cantando?
Me aclaré la garganta.
—Sí, es que soy aficionada a esos programas de karaoke.
—¿A las cuatro de la mañana? —examinó el reloj de la pared.
Me sonrojé y maldije por lo bajo. Esta noche iba a ser larga.
—Sí. Soy rara —dije porque no sabía cómo rellenar los silencios incómodos que siempre se tenían con Eder. Sí, el chico era guapo y bien esculpido, sus rasgos eran suaves y el tipo era más callado que la H. Pero cuando intentábamos entablar una conversación, ambos éramos nulos para eso.
Nunca había apreciado tanto la confianza y la familiaridad al hablar con Harry hasta ahora.
—Felicity está en su cuarto. Ya conoces el camino —me apresuré a decir. ¿En serio le dije que soy rara?
—Gracias. —Él caminó hacia el cuarto de mi prima, y así logré evitar un gran desastre. Como siempre, Anna salvaba el día.
Regresé a mi larga noche… más bien madrugada, a oír nuevamente los gritos de Harry.
Cuando entré en mi habitación él ya estaba acostado en mi cama, sosteniendo el libro que leía esta tarde. Me vio entrar y se apoyó en un codo para poder verme a la cara.
—¿Relaciones Prohibidas? —preguntó elevando ambas cejas—. ¿Este es de esa clase de libros no aptos para menores de edad? Annnnna, me sorprendes.
Me ruboricé y traté de quitarle el libro de sus manos pero él lo llevó fuera de mi alcance.
—Harry, no bromeo, dámelo.
—Oh, entonces sí es de esos.
—No, no lo es. —Intenté atraparlo de nuevo pero él se movió rápidamente y lo alejó de mí.
Tomé una de las almohadas de mi cama y se la lancé a la cara.
—Dámelo —repetí furiosa. Si no tenía cuidado podría romper alguna página.
—No quiero.
—¡Aggh! Pero qué inmaduro.
Lo seguí golpeando, e incluso le hice cosquillas para que me lo diera. De alguna manera terminé encima de él en la cama, mi rostro a centímetros del suyo. Me hice agua al recordar sus dedos sobre mis labios, quitando las marcas de mi bigote de leche y llevándoselos a la boca.
—Lo quiero de vuelta. Y más vale que esté en buen estado.
—¿Qué pasa si hago esto entonces? —Metió el libro bajo su espalda mientras esta se presionaba contra el colchón.
En un arrebato, me subí a horcajadas sobre él y comencé a moverlo para llegar hacia su espalda. El alcohol lo hacía lento y recuperé rápidamente mi libro. Lo llevé directo a mi pecho y lo sostuve por un rato.
Me encontraba jadeando debido al esfuerzo, pero no tanto como para no notar que la camiseta de Harry se levantaba en los bordes, justo lo suficiente como para que llegara a tener un buen vistazo de su abdomen y del tatuaje en su espalda.
—Hueles a lavanda —dijo él repentinamente mientras presionaba su nariz contra mi pelo.
¿Era normal que un chico huela tu cabello de la forma en la que él lo hacía?
Entonces sus mágicos dedos recorrieron mi nuca, escalofríos imparables sacudieron a mi cuerpo.
—Me gusta tu cuarto. Está lleno de vida —dijo viendo las paredes de colores y los múltiples cuadros hechos por mí.
—Gracias. Me gusta tu… —todo tu delicioso cuerpo— cabello de esa forma.
Él resopló por la nariz y justo cuando llegué a pensar que se había desmayado, me sorprendió hablando:
—Anna... Sé que soy un completo idiota y que probablemente no necesitas que te diga esto pero... —se detuvo un momento para hipar—. Nunca, jamás, ni en tus sueños más oscuros, te vayas a enamorar de un tonto como yo. Estoy arruinado, te lo digo.
Mi respiración se volvió elevada.
¿Por qué me estaba diciendo esto?
—Buenas noches, nena —fue lo último que le escuché decir antes de que comenzara a cantar otra canción de Selena Gómez.
Esa noche apenas y pude dormir algo.


Actualidad...

—Esto es tu culpa —le lancé a Harry una rodaja de tomate que se deslizaba desde la pared más cercana—. Siempre te las arreglas para meterme en problemas.
Estaba histérica.
Cliff me había despedido, y todo por culpa de ese pelmazo de cabello negro y ojos verdes.
—Anna, tranquilízate. —Levantó las dos manos al aire, como si fuera victima de un asalto.
—¿Tranquilízate? ¡¿Tranquilízate?! ¡Ve a tranquilizar a tu abuela! —grité lanzándole más comida que quedó regada en el suelo gracias a nuestra pelea previa.
—Va a ser difícil tranquilizar a mi abuela ya que ella es la diva de los aerobics para la tercera edad. Se mantiene en movimiento.
—¡Por favor, deja de bromear! No estoy de ánimos desde que por tu culpa perdí mi empleo.
Quería echarme a llorar. Ya le había suplicado a Cliff que no me despidiera pero él se negó a volverme a contratar. Dijo que conmigo correría riesgos.
—Le pagaré cada centavo que le debas a “Porky” —habló él metiendo las manos en sus bolsillos, sacando una tarjeta de crédito. Al menos no eran fajos de billetes.
—No necesito tu dinero, Harry. Es más, si vuelves a ofrecérmelo, directa o indirectamente, voy a patear tu trasero hasta que no puedas sentarte en todo el día.
Él se echó a reír y eso me enfureció. Comencé a lanzarle más comida desperdiciada.
—Suficiente los dos —Rita me detuvo justo cuando preparaba mi siguiente ataque con cebolla—. Cliff se va a enojar más, así que les sugiero continuar en otra parte.
Me tomó del brazo y me obligó a caminar con ella. Harry se quedó parado como un imbécil viendo mientras me marchaba.
—Es un tonto —dije una vez que estábamos fuera de su alcance, parpadeé las lágrimas que se querían salir de mis ojos pero fue inútil, salieron de igual manera, sin mi consentimiento.
—Lo sé —se limitó a decir ella—. Es un tonto que tiene sentimientos escondidos por ti.
Lloré aun más fuerte.
Rita me apoyó contra su hombro y le dio suaves golpecitos a mi cabeza.
—Yo no lo quiero. No quiero nada que tenga que ver con él.
—No te engañes a ti misma, a ti te gusta Harry desde hace bastante tiempo.
Entonces recordé lo que me dijo antes de que Cliff me despidiera.
—Él terminó con Felicity.
Rita me sacó de su cómodo hombro y me miró directo a los ojos.
—¿Terminó con ella? Esas son buenas noticias.
Hice un puchero.
—Pues no tiene nada que ver conmigo; a mi no me afecta lo que haga con su vida sentimental.
—Claro que te afecta; ¿hasta cuando vas a dejar de ser tan ciega y ver que a él le interesas también?
Me sequé las lágrimas acumuladas con la punta de mis dedos, y a lo lejos me fijé en una figura masculina recostada contra la pared.
—Está esperando por ti —habló Rita, señalando en dirección a Harry—. Ve a hablar con él.
—No tengo nada que decir.
—Claro que sí. Acaba de podar la mala hierba de su jardín, es el momento ideal para sembrar nuevas semillas.
—Pues esta semilla quiere ser plantada en otro lado. Además qué clase de persona sería si aceptara salir con él, es prácticamente el desecho de mi prima. Es como comer la mierda que deja.
Rita abrió mucho los ojos, y yo casi me arrepentí de haber dicho lo que dije.
Me mordí la lengua.
—Entonces es así como me consideras... como mierda —dijo Harry apareciendo demasiado cerca de mí, sonaba enojado y resentido.
Sí, deseé no haber dicho eso. Quería disculparme. No sabía que estaba escuchándome todo este tiempo.
—No se supone que tengas que escuchar conversaciones ajenas —pero en su lugar dije eso.
Su mandíbula se tensó y sus lindos ojos verdes se oscurecieron repentinamente.
Sin decir otra palabra salió disparado fuera de mi vista.
Tonta, tonta, tonta.
—¡Síguelo! —me impulsó Rita.
Y como era común en mi vida, seguí la orden sin pensarlo dos veces.
—¡Harry! —lo llamé mientras corría hacia la salida de emergencia del restaurante. Las alarmas no sonaron, estaban desconectadas desde hace más de tres años.
La salida lo llevó hacia un callejón maloliente en donde se mantenían los contenedores de basura.
—No necesito que me sigas —gritó él aún sin voltear a verme.
—Lo siento. No quise ser grosera y decir que eras… —no pude terminar la frase. No sabía lo que me había poseído para haber dicho lo que dije de él.
Mis pies caminaban por inercia, siguiéndolo, así que cuando Harry se detuvo repentinamente, no pude pararme a tiempo y choqué contra él. Antes de que pudiera caerme y golpear mi trasero contra el suelo, él ya estaba sosteniéndome por mis muñecas y presionándome fuertemente.
—Completa lo que ibas a decir —me retó.
Teniéndolo así de cerca llegué incluso a olvidar mi nombre. ¿Cuál era? Estaba segura que terminaba en “a”.
Harry me presionó más cerca y más fuerte.
—Te arrepientes de decir que yo era, ¿qué, Anna?
¡Anna! Cierto. Ese era mi nombre.
—Lamento haberte comparado con la mierda —hice una mueca y agaché la cabeza hasta que lo único que vi fue su camiseta amarilla con el logo del restaurante.
Se echó a reír pero no había humor en ese sonido.
—¿Acaso me veo como la mierda? —me sacudió levemente y me obligó a alzar la mirada—, ¿acaso huelo como a eso también?
Permanecí callada, era increíble lo que me hacía este chico: en un momento le quería ensartar un tenedor en el cuello, y al siguiente, quería ensartármelo a mí.
—Harry, por favor…
Pero me calló de la mejor manera conocida por el hombre: con un beso. Me besó tan fuerte que pensé que mis labios se iban a gastar. Se separó tan rápido que quedé completamente aturdida, pensando en si debería decirle “más, por favor”.
—¿Acaso también beso como la mierda? —Negué distraídamente, viendo directo a sus labios—. Quiero que uses palabras.
Lo miré confundida por un momento.
Volvió a acercarme hasta que su frente estuvo pegada a la mía, y me sujetaba únicamente de las muñecas, obligando a mis pies a ponerse en puntillas.
—Dime, ¿también beso como la mierda? —preguntó tranquilamente rozando sus labios con los míos.
Este hombre me iba a volver loca.
De pronto su boca estuvo sobre la mía, poseyendo todo a su paso. Besándome con lentitud y con fuerza. Mi respiración se aceleraba mientras él continuaba dominando el movimiento de nuestros labios.
Finalmente me soltó, y el efecto Bambi se hizo inmediatamente presente.
—Besas muuuy bien, mejor que bien —dije aun en mi estupor.
Él se limitó a darme una sonrisa ladeada y lentamente soltó mis brazos.
—Entonces, ¿por qué me comparas con la mierda?
La neblina que cubría mis pensamientos fue desapareciendo.
—Lo siento, es solo que acabas de terminar con Felicity. Ni siquiera entiendes lo horrible que es el que digan que al día siguiente encontraste su reemplazo. No es que me considere como el reemplazo pero… ¿en qué clase de persona me convierte eso? No quiero que piense que me voy a quedar siempre con sus sobras… —Y lo hice de nuevo, solo que esta vez lo llamé “sobras”.
—Tienes derecho a llamarme como quieras —respondió tranquilamente—, soy un jodido imbécil que adora invertir dinero en ti, también soy el idiota que hizo que te despidieran de tu empleo soñado…
—No es mi empleo soñado. Y lo siento, no pretendía llamarte de nuevo sobra o…
—Te entiendo. Y sé que me lo merezco. Pero te pido que me des una oportunidad, sólo una para demostrarte que este “sobrante” puede llegar a valer la pena.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Lo que quiero decir es que probablemente seré tu ruina, lo peor que te haya pasado; soy como un virus ébola multiplicado por cien, pero Anna, estoy completamente seguro que no tenerte cerca, ni por un segundo al día, hace que mi piel deje de sentir. Sé que suena estúpido y cursi pero te quiero sólo para mí, y con Felicity jamás sentí la necesidad de partirle la cara al primero que le veía el trasero. Y no sabes las veces que deseé romperle la quijada a tu ordeña-vacas por mirarte de la forma en que lo hizo.
Me reí nervosamente y fijé mis ojos en los suyos. Oír sus palabras me derritió de los pies a la cabeza.
—Harry… las cosas no son tan fáciles…
—Sólo di que sí y yo me encargo de todo si el mundo se viene encima.
—Dame tiempo para pensarlo.
—Nena, por favor acaba con mi sufrimiento ahora. Prometo alejarme de tu vida si lo echo a perder; y vaya que lo voy a echar a perder miles de veces antes de comenzar a hacerlo bien, pero quiero descubrirlo a tu lado. No creo que pueda soportar a otro imbécil babeando por tu cuello.
Sonreí de lado.
—¿Entonces me estás diciendo que tú quieres ser el único imbécil que babee por mí?
—Exactamente.
¿Qué tan malo podía ser darle una oportunidad a Harry? ¿Darnos a ambos una oportunidad?
¿A quién engaño? Yo quería estar con él desde hace tanto tiempo como pudiera recordar.
—Probablemente me arrepienta después de esto pero… te estoy dando un tal vez —respondí.
El rostro de Harry regresó a su habitual arrogancia mientras me agarraba de la cintura y me sonreía de lado.
—No voy a dejar de besarte hasta que digas que sí.
—Entonces vamos a estar aquí un largo rato… —sonreí contra su boca y me perdí de nuevo en sus labios.
—No te preocupes, nena, tengo una larga resistencia.



Aqui esta este mini maraton, espero y les guste! x
Hendrix
Hendrix


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Mensaje por Invitado Dom 29 Dic 2013, 12:01 am

AHHHHHH WII! Lo amee! Me encantaaa el capitulo no nos puedes dejar asi hasta depues de año nuevo :ccccc es demasiado sufrimiento mujer!
Solo uno mas por favor! un capi mas :c ah y otra cosilla como se llama la chica que sale en el Gif es que recuerdo su cara  pero no su nombre :c xd
Amo a este imbecil y me encanta la novela!
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Mensaje por Converse. Dom 29 Dic 2013, 5:44 am

Muchas gracias por el mini-maratón.
Lo ameeeeeeeeeee sfodjdlkjg
La escritora es increíble, y a ti gracias por adaptar con Haroldo.
Cada vez que leo es tan djgkfd me encanta.
¡Por fin dejo a Felicity! Quiero que su amor triunfe :3 jajaja
Siguela pronto cielo Prohibido enamorarse de Harry Styles   - Página 4 1857533193
Converse.
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Mensaje por faanny123 Dom 29 Dic 2013, 11:09 pm

morí lentamente, leeentamente. asdfghasdfghasdfgh<3<3<3 amo esta jodida novela*-* es tan malditamente perfecta enserio muchisimas gracias por el maratón, me urge saber cual sera la reacción de felicity yo digo que la correar ala obre del apartamento, y también tengo la duda de saber "donde diablos trabaja harry?" en fin esta es la mejor novela que estoy leyendo y no se como agradecerte por subirla. síguela cuando puedas, besos:*
faanny123
faanny123


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Mensaje por alicia P.J Mar 31 Dic 2013, 1:52 am

siguelaaa me encanto el maratonnn
besos alii
alicia P.J
alicia P.J


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