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Carmilla
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Carmilla
XVI. Conclusión
Quizás suponga usted que escribo todo esto serenamente. Ni mucho menos; no puedo pensar en ello sin sentirme inquieta. Tan sólo la vehemencia de su petición, tantas veces expresada, podía haberme inducido a sentarme ante el escritorio para llevar a cabo una tarea que me ha trastornado los nervios, quizás para siempre, proyectando de nuevo la sombra de los horrores indescriptibles que, años después de mi liberación, siguen espantando mis días y mis noches, haciéndome enormemente insoportable la soledad.
Permítame añadir una o dos palabras más a propósito del extraño barón Vordenburg, a cuya singular erudición debimos el descubrimiento de la tumba de la condesa Mircalla.
Había establecido su residencia en Graz, donde vivía de una pequeña renta, que era lo único que le quedaba de las otrora principescas posesiones de su familia en la Alta Estiria, dedicado a la minuciosa y laboriosa investigación de las tradiciones, asombrosamente autentificadas, del vampirismo. Conocía al dedillo todas las obras, grandes y pequeñas, sobre la materia: Magia postuma,13 De mirabilibus14 de Flegonte de Tralles, De cura pro mortuis de San Agustín, Philosophicae et christianae cogitationes de vampiris15 de John Christoph Herenberg,16 y otras mil más, entre las cuales recuerdo tan sólo unas pocas que le prestó a mi padre.
Poseía un voluminoso archivo con todos los casos judiciales, del que había extraído una suma de principios que parecían gobernar (algunos, siempre; otros, sólo en ocasiones) la condición del vampiro. Me permito mencionar, de pasada, que la palidez mortal atribuida a esta clase de revenants es pura ficción melodramática. En realidad, presentan una apariencia de vida saludable, tanto en la tumba como cuando se muestran públicamente. Cuando se los expone a la luz en sus ataúdes, presentan todos los síntomas que han sido enumerados como prueba de la confirmación de la existencia vampírica de la condesa Karnstein, muerta hace tanto tiempo.
Siempre se ha reconocido como totalmente inexplicable la forma en que escapan de sus tumbas durante algunas horas al día y vuelven a ellas, sin desplazar la tierra ni dejar señal alguna de alteración en el ataúd ni en las mortajas. La doble vida del vampiro continúa en la tumba mediante sueños diariamente renovados. Su horrenda avidez de sangre procedente de personas vivas le proporciona la energía necesaria para su existencia despierta. El vampiro es propenso a dejarse fascinar con absorbente vehemencia, parecida a la pasión amorosa, en presencia de determinadas personas. En su persecución de estas personas, desplegará una paciencia y una astucia inagotables, ya que el acceso al objeto concreto de su deseo puede verse obstaculizado de mil maneras. Jamás desistirá de su empeño hasta haber saciado su pasión y apurado la propia vida de su codiciada víctima. Pero en esos casos, economizará y demorará su disfrute asesino con el refinamiento de un epicúreo, y lo acrecentará mediante las aproximaciones graduales de un galanteo ingenioso. En tales casos parece como si no deseara otra cosa que la simpatía y el consentimiento. En las demás ocasiones, se dirige directamente a su víctima, la sojuzga mediante la violencia, y con frecuencia la estrangula y la vacía en un solo festín.
Al parecer, en determinadas situaciones, el vampiro está sujeto a unas condiciones especiales. En el caso particular que os he relatado, Mircalla parecía estar limitada a un nombre que, aun no siendo realmente el suyo, debía por lo menos reproducir todas las letras, ni una más ni una menos, que componen lo que llamamos su anagrama. Lo hizo, y también Millarca.
Mi padre le contó al barón Vordenburg, que se quedó con nosotros dos o tres semanas después de la expulsión de Carmilla, la historia del gentilhombre moravo y del vampiro del cementerio de Karnstein, preguntándole luego cómo había descubierto la posición exacta de la tumba, tanto tiempo oculta, de la condesa Millarca. El barón frunció su grotesco semblante en una sonrisa enigmática. Sin dejar de sonreír, bajó la mirada a su estuche para las gafas y lo manoseó torpemente. Luego, alzó la mirada y dijo:
― Poseo muchos diarios y otros documentos escritos por ese hombre extraordinario. El más curioso de todos es uno que trata de la visita a Karnstein, a la que usted alude. La tradición, por supuesto, deforma y distorsiona un poco los hechos. Es posible que le tomaran por un gentilhombre moravo, ya que había trasladado su residencia a ese territorio y era, además, de noble cuna. Pero, en realidad, había nacido en la Alta Estiria. Baste con decir que en su primera juventud había sido amante apasionado y predilecto de la bella Mircalla, condesa de Karnstein. La prematura muerte de ella le sumió en una congoja inconsolable. Está en la naturaleza de los vampiros el crecer y multiplicarse, pero según una comprobada ley reservada únicamente a estos espectros.
“Supongamos, para empezar, un territorio completamente libre de flagelo. ¿Cómo se inicia éste y se desarrolla? Os lo diré. Una persona, más o menos depravada, pone fin a su vida. En determinadas circunstancias, un suicida puede convertirse en vampiro. Ese espectro visita en sueños a determinadas personas vivas, las cuales mueren y, en la tumba se transforman, casi invariablemente, en vampiros. Eso fue lo que sucedió en el caso de la bella Mircalla, que había sido atormentada por uno de esos demonios. Mi antepasado Vordenburg, cuyo título todavía llevo, no tardó en descubrirlo, y en el transcurso de los estudios a los que se consagró, aprendió mucho más.
“Entre otras cosas, dedujo que la sospecha de vampirismo recaería, tarde o temprano, sobre la condesa muerta, que había sido su ídolo mientras vivía. Fuera ella lo que fuese, sintió horror ante la idea de que sus restos pudieran ser profanados con el ultraje de una ejecución póstuma. Dejó un curioso documento que prueba que el vampiro, una vez expulsado de su doble existencia, es impelido a otra vida más terrible todavía. Por tanto, resolvió evitarle eso a su amada Mircalla.
“Urdió la estratagema de un viaje a estos lugares, un supuesto traslado de los restos de la condesa, y una auténtica destrucción de su sepulcro. Con el paso de los años y próximo ya el fin de sus días, recordando las escenas que iba a dejar atrás, miró con otros ojos lo que había hecho, y el horror se apoderó de él. Hizo los trazados y anotaciones que me guiaron hasta el lugar exacto, y redactó una confesión del engaño que había llevado a cabo. Es posible que intentara dar un paso más en esa misma dirección, mas la muerte se lo impidió. Sólo la mano de un lejano descendiente suyo ha podido dirigir, demasiado tarde, para muchos, la búsqueda de la guarida del monstruo.”
Seguimos hablando un poco más y, entre otras cosas, dejo lo siguiente:
― Uno de los indicios de vampirismo es la fuerza que tienen en las manos. La delgada mano de Mircalla se cerró como un grillete de acero sobre la muñeca del general cuando éste alzó el hacha para golpearla. Pero la fuerza de su mano no se limita al apretón: deja un entumecimiento en el miembro que agarra, del que la víctima se recupera muy lentamente, si es que lo hace.
Durante la primavera siguiente mi padre me llevó a un viaje por Italia. Permanecimos fuera más de un año. Tuvo que pasar bastante tiempo antes de que se apaciguara en mi mente el horror de los acontecimientos recientes. Aun ahora, la imagen de Carmilla retorna a mi memoria con ambigua alternancia: unas veces es la muchacha retozona, lánguida y bella; otras, el torturado demonio que vi en la iglesia en ruinas. Y con frecuencia, en medio de mis ensoñaciones, me he sobresaltado al imaginar que oía los pasos ligeros de Carmilla junto a la puerta del salón.
_________________________
13 Esta es una de las obras que son referidas por Dom Agustin Calmet en su ensayo sobre los vampiros. Hasta donde tengo noticia, el libro fue escrito por Charles Ferdinand de Schertz y se imprimió en Olmuz en 1706 con una dedicatoria al príncipe Carlos de Lorena, obispo de Olmuz y Osnabruch.
14 “De maravillas”, en latín. Todo parece indicar que el autor se refiere a la compilación de los oráculos sibilinos que este autor realizó en tiempos del emperador Adriano, pues la posibilidad de que se refiera al cristiano de la iglesia de Roma, a quien Pablo menciona en su Epístola a los Romanos (16:14) es mucho más que remota.
15 “De la piedad para los difuntos”, en latín.
16 Le Fanu se refiere al el primer tratado sobre los vampiros: Conceptos racionales y cristianos sobre vampiros o chupasangres, el cual fue escrito en 1733 por John Christoph Herenberg.
Permítame añadir una o dos palabras más a propósito del extraño barón Vordenburg, a cuya singular erudición debimos el descubrimiento de la tumba de la condesa Mircalla.
Había establecido su residencia en Graz, donde vivía de una pequeña renta, que era lo único que le quedaba de las otrora principescas posesiones de su familia en la Alta Estiria, dedicado a la minuciosa y laboriosa investigación de las tradiciones, asombrosamente autentificadas, del vampirismo. Conocía al dedillo todas las obras, grandes y pequeñas, sobre la materia: Magia postuma,13 De mirabilibus14 de Flegonte de Tralles, De cura pro mortuis de San Agustín, Philosophicae et christianae cogitationes de vampiris15 de John Christoph Herenberg,16 y otras mil más, entre las cuales recuerdo tan sólo unas pocas que le prestó a mi padre.
Poseía un voluminoso archivo con todos los casos judiciales, del que había extraído una suma de principios que parecían gobernar (algunos, siempre; otros, sólo en ocasiones) la condición del vampiro. Me permito mencionar, de pasada, que la palidez mortal atribuida a esta clase de revenants es pura ficción melodramática. En realidad, presentan una apariencia de vida saludable, tanto en la tumba como cuando se muestran públicamente. Cuando se los expone a la luz en sus ataúdes, presentan todos los síntomas que han sido enumerados como prueba de la confirmación de la existencia vampírica de la condesa Karnstein, muerta hace tanto tiempo.
Siempre se ha reconocido como totalmente inexplicable la forma en que escapan de sus tumbas durante algunas horas al día y vuelven a ellas, sin desplazar la tierra ni dejar señal alguna de alteración en el ataúd ni en las mortajas. La doble vida del vampiro continúa en la tumba mediante sueños diariamente renovados. Su horrenda avidez de sangre procedente de personas vivas le proporciona la energía necesaria para su existencia despierta. El vampiro es propenso a dejarse fascinar con absorbente vehemencia, parecida a la pasión amorosa, en presencia de determinadas personas. En su persecución de estas personas, desplegará una paciencia y una astucia inagotables, ya que el acceso al objeto concreto de su deseo puede verse obstaculizado de mil maneras. Jamás desistirá de su empeño hasta haber saciado su pasión y apurado la propia vida de su codiciada víctima. Pero en esos casos, economizará y demorará su disfrute asesino con el refinamiento de un epicúreo, y lo acrecentará mediante las aproximaciones graduales de un galanteo ingenioso. En tales casos parece como si no deseara otra cosa que la simpatía y el consentimiento. En las demás ocasiones, se dirige directamente a su víctima, la sojuzga mediante la violencia, y con frecuencia la estrangula y la vacía en un solo festín.
Al parecer, en determinadas situaciones, el vampiro está sujeto a unas condiciones especiales. En el caso particular que os he relatado, Mircalla parecía estar limitada a un nombre que, aun no siendo realmente el suyo, debía por lo menos reproducir todas las letras, ni una más ni una menos, que componen lo que llamamos su anagrama. Lo hizo, y también Millarca.
Mi padre le contó al barón Vordenburg, que se quedó con nosotros dos o tres semanas después de la expulsión de Carmilla, la historia del gentilhombre moravo y del vampiro del cementerio de Karnstein, preguntándole luego cómo había descubierto la posición exacta de la tumba, tanto tiempo oculta, de la condesa Millarca. El barón frunció su grotesco semblante en una sonrisa enigmática. Sin dejar de sonreír, bajó la mirada a su estuche para las gafas y lo manoseó torpemente. Luego, alzó la mirada y dijo:
― Poseo muchos diarios y otros documentos escritos por ese hombre extraordinario. El más curioso de todos es uno que trata de la visita a Karnstein, a la que usted alude. La tradición, por supuesto, deforma y distorsiona un poco los hechos. Es posible que le tomaran por un gentilhombre moravo, ya que había trasladado su residencia a ese territorio y era, además, de noble cuna. Pero, en realidad, había nacido en la Alta Estiria. Baste con decir que en su primera juventud había sido amante apasionado y predilecto de la bella Mircalla, condesa de Karnstein. La prematura muerte de ella le sumió en una congoja inconsolable. Está en la naturaleza de los vampiros el crecer y multiplicarse, pero según una comprobada ley reservada únicamente a estos espectros.
“Supongamos, para empezar, un territorio completamente libre de flagelo. ¿Cómo se inicia éste y se desarrolla? Os lo diré. Una persona, más o menos depravada, pone fin a su vida. En determinadas circunstancias, un suicida puede convertirse en vampiro. Ese espectro visita en sueños a determinadas personas vivas, las cuales mueren y, en la tumba se transforman, casi invariablemente, en vampiros. Eso fue lo que sucedió en el caso de la bella Mircalla, que había sido atormentada por uno de esos demonios. Mi antepasado Vordenburg, cuyo título todavía llevo, no tardó en descubrirlo, y en el transcurso de los estudios a los que se consagró, aprendió mucho más.
“Entre otras cosas, dedujo que la sospecha de vampirismo recaería, tarde o temprano, sobre la condesa muerta, que había sido su ídolo mientras vivía. Fuera ella lo que fuese, sintió horror ante la idea de que sus restos pudieran ser profanados con el ultraje de una ejecución póstuma. Dejó un curioso documento que prueba que el vampiro, una vez expulsado de su doble existencia, es impelido a otra vida más terrible todavía. Por tanto, resolvió evitarle eso a su amada Mircalla.
“Urdió la estratagema de un viaje a estos lugares, un supuesto traslado de los restos de la condesa, y una auténtica destrucción de su sepulcro. Con el paso de los años y próximo ya el fin de sus días, recordando las escenas que iba a dejar atrás, miró con otros ojos lo que había hecho, y el horror se apoderó de él. Hizo los trazados y anotaciones que me guiaron hasta el lugar exacto, y redactó una confesión del engaño que había llevado a cabo. Es posible que intentara dar un paso más en esa misma dirección, mas la muerte se lo impidió. Sólo la mano de un lejano descendiente suyo ha podido dirigir, demasiado tarde, para muchos, la búsqueda de la guarida del monstruo.”
Seguimos hablando un poco más y, entre otras cosas, dejo lo siguiente:
― Uno de los indicios de vampirismo es la fuerza que tienen en las manos. La delgada mano de Mircalla se cerró como un grillete de acero sobre la muñeca del general cuando éste alzó el hacha para golpearla. Pero la fuerza de su mano no se limita al apretón: deja un entumecimiento en el miembro que agarra, del que la víctima se recupera muy lentamente, si es que lo hace.
Durante la primavera siguiente mi padre me llevó a un viaje por Italia. Permanecimos fuera más de un año. Tuvo que pasar bastante tiempo antes de que se apaciguara en mi mente el horror de los acontecimientos recientes. Aun ahora, la imagen de Carmilla retorna a mi memoria con ambigua alternancia: unas veces es la muchacha retozona, lánguida y bella; otras, el torturado demonio que vi en la iglesia en ruinas. Y con frecuencia, en medio de mis ensoñaciones, me he sobresaltado al imaginar que oía los pasos ligeros de Carmilla junto a la puerta del salón.
_________________________
13 Esta es una de las obras que son referidas por Dom Agustin Calmet en su ensayo sobre los vampiros. Hasta donde tengo noticia, el libro fue escrito por Charles Ferdinand de Schertz y se imprimió en Olmuz en 1706 con una dedicatoria al príncipe Carlos de Lorena, obispo de Olmuz y Osnabruch.
14 “De maravillas”, en latín. Todo parece indicar que el autor se refiere a la compilación de los oráculos sibilinos que este autor realizó en tiempos del emperador Adriano, pues la posibilidad de que se refiera al cristiano de la iglesia de Roma, a quien Pablo menciona en su Epístola a los Romanos (16:14) es mucho más que remota.
15 “De la piedad para los difuntos”, en latín.
16 Le Fanu se refiere al el primer tratado sobre los vampiros: Conceptos racionales y cristianos sobre vampiros o chupasangres, el cual fue escrito en 1733 por John Christoph Herenberg.
Última edición por DearLizzy el Jue 26 Jun 2014, 9:15 pm, editado 1 vez
DearLizzy
Re: Carmilla
Ellos recordando a Carmilla poco después de lo ocurrido, recordándola como la bella niña que era, jamás se imaginaron que tenía otra identidad guardada, mucho menos el general que fue el que más se sorprendió al descubrir que Millarca y Carmilla eran la misma persona, y más con la horrorosa forma en la que se presentó en aquella iglesia.
Oye, entendí que la forma de hacerse vampiro es sistemática: O uno puede hacerse vampiro, si uno se suicida, de alguna manera su alma seguiría viva y puede meterse en los sueños de los demás, con el propósito de causarles un susto de muerte, para que al conseguirlo esa sea otra alma vagante (su acompañante), pareciera una forma de convertirse en vampiro, ( jejeje si sé que no tiene mucho sentido pero pues eso es lo que le entendí, estuvo confuso jijij :s )
Y bueno, esto es lo que más me llamo la atención, porque si te fijas eso de meterse en los sueños de los demás es justo lo que hacía Carmilla con su acompañante, ¿me explico? Es como Carmilla quería hacerla vampiro para no quedarse sola, y es como una cadenita que se empezó desde hace mucho…….
Me focino la historia n.n ¡AHORA ESPERO OTRO PROYECTO MMM! Eee :P :D
Oye, entendí que la forma de hacerse vampiro es sistemática: O uno puede hacerse vampiro, si uno se suicida, de alguna manera su alma seguiría viva y puede meterse en los sueños de los demás, con el propósito de causarles un susto de muerte, para que al conseguirlo esa sea otra alma vagante (su acompañante), pareciera una forma de convertirse en vampiro, ( jejeje si sé que no tiene mucho sentido pero pues eso es lo que le entendí, estuvo confuso jijij :s )
Y bueno, esto es lo que más me llamo la atención, porque si te fijas eso de meterse en los sueños de los demás es justo lo que hacía Carmilla con su acompañante, ¿me explico? Es como Carmilla quería hacerla vampiro para no quedarse sola, y es como una cadenita que se empezó desde hace mucho…….
Me focino la historia n.n ¡AHORA ESPERO OTRO PROYECTO MMM! Eee :P :D
OhMyPrettyEli
Re: Carmilla
OhMyPrettyEli escribió:Ellos recordando a Carmilla poco después de lo ocurrido, recordándola como la bella niña que era, jamás se imaginaron que tenía otra identidad guardada, mucho menos el general que fue el que más se sorprendió al descubrir que Millarca y Carmilla eran la misma persona, y más con la horrorosa forma en la que se presentó en aquella iglesia.
Oye, entendí que la forma de hacerse vampiro es sistemática: O uno puede hacerse vampiro, si uno se suicida, de alguna manera su alma seguiría viva y puede meterse en los sueños de los demás, con el propósito de causarles un susto de muerte, para que al conseguirlo esa sea otra alma vagante (su acompañante), pareciera una forma de convertirse en vampiro, ( jejeje si sé que no tiene mucho sentido pero pues eso es lo que le entendí, estuvo confuso jijij :s )
Y bueno, esto es lo que más me llamo la atención, porque si te fijas eso de meterse en los sueños de los demás es justo lo que hacía Carmilla con su acompañante, ¿me explico? Es como Carmilla quería hacerla vampiro para no quedarse sola, y es como una cadenita que se empezó desde hace mucho…….
Me focino la historia n.n ¡AHORA ESPERO OTRO PROYECTO MMM! Eee :P :D
Más bien estaban recordando la vida de Carmilla antes de ser una vampira, ¿osea que tuvo alguna relación con aquel hombre; el pariente del señor Vordenburg? ¡También reparé en eso! Se me hace una manera muy, muy extraña de convertirse en vampiro necesito investigar. Yo creo que sólo lo hizo por sed de sangre :sohappy:Pero bueno, ¡gracias por leer!
DearLizzy
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