fairy tale | nc.

Hola :AA:lamento no haberme pasado antes, pero no me había dado cuenta que habían subido :c ahora sí, comentaré como es debido (?)


Vick: ¿puedo llamarte así, verdad? Me encantó la personalidad de Hayley, es tan tierna con Travis y no sé, me recuerda a alguien, pero aun no sé a quien xd. Me estresa pensar que Liam está haciendo algo que no debería hacer o que no debería haber hecho D: alskjdklasd ojalá no sea así. Amé el capítulo, por cierto


Mari: esposha ;-; loco, me encanta como plasmaste la personalidad de Marley lksjlkasd además toda esa rivalidad que tiene con Harry me hace amarla aún más ;_; alsdjklasd amé el cap, amore <333

Intentaré subir lo más pronto posible
pd; cambié el pb :c porque a Lucy ya la tenía en otra NC y no me gusta repetir (?) so, eso
Cuídense, besotes<3

— No puede ser – se murmuró a sí misma al momento que sus manos comenzaban a sudar y su corazón comenzaba a latir de manera frenética dentro de su pecho.

Un recuerdo espontaneo de los días pasados llegó a su cabeza. Las noches en las cuales se despertaba con nauseas, el dolor y sensibilidad constantes en sus pechos y por sobre todo, los malestares que no cesaban.

Ahogó un jadeo cuando su mirada divagó hacia sus manos ocupadas, sin poder retener el suspiro tembloroso que se le escapó luego al fijar sus bellos ojos azules sobre las dos pruebas de embarazo que tenía entre sus dedos. Sudor frío comenzaba a recorrer por su frente mientras un montón de suposiciones e ideas se cruzaron por su cabeza, todas a la vez.  

Intentó inhalar profundamente una bocanada de aire, con tal de ignorar el nudo que estaba comenzado a formarse en su garganta. Cortas, frecuentes y alteradas eran las respiraciones que la muchacha, de apenas veintidós años, daba frente al espejo del pequeño departamento que compartía junto a, lo que podría llamarse, novio.

La cabeza de Tonnie no conseguía encontrar una explicación razonable a la explicación que había llegado a su cabeza. Las preguntas cómo y cuándo no tardaron en hacerse presente en su mente, sin embargo, ella estaba tomando píldoras anticonceptivas, estaba siendo precavida en ese aspecto, dado que lo último que quería era quedar embarazada de Louis.

Sabía perfectamente que él no era un chico con el cual se podía pensar en un futuro. Su falta de seriedad, su poca estabilidad en el trabajo y su forma de tomar todo a la ligera no lo convertían en un candidato para un futuro en la vida de Antoniette, no obstante, ella sentía más que una atracción física por él. Aunque no quisiera admitirlo.

Las palmas de sus manos se posaron contra el lavabo antes de observarse a sí misma con sus bellos ojos azules en el espejo frente a ella. Soltó la respiración que estaba atrapada en sus pulmones al momento que el miedo y pánico comenzaban a moverse por su sistema, desesperándola por completo.

¿Qué debía hacer? ¿En quién podía confiar para decírselo? ¿Y si era todo un error?

Negó con la cabeza una vez más y salió del cuarto de baño. Sus manos temblorosas tomaron sus jeans negros del suelo, donde los había tirado la noche anterior, con rapidez se los puso y comenzó a buscar entre su pila de ropa una playera blanca, sin mangas, la cual se colocó en menos de dos segundos. Calcetines y botas estilo militar negras fueron lo siguiente. Tomó su bolso y su abrigo antes de encaminarse a la puerta del departamento, aun sintiéndose mareada.

Aspiró aire con fuerza cuando vio a Louis tumbado en la cama, boca abajo, durmiendo plácidamente. Una extraña sensación invadió su cuerpo ante la anticipación de su reacción, si es que las pruebas de embarazo estaban en lo correcto.
Conocía a Louis mejor de lo que debería y tenía claro que tipo de reacción podía esperar de él.




— Mierda – musitó dejando el móvil en la mesa, mirándolo con cierto recelo.

Apartó la mirada de la mesita en la cual estaba sentada, clavando sus ojos en la ventana. Era sábado por la mañana y aun así la gente se movía frenética por el centro de Londres. El viento soplaba y la niebla parecía ir disipándose a medida que el sol se asomaba por lo más alto de las nubes.

Aflojó el agarre de su taza de café, bajando la mirada nuevamente hacia el aparato en la mesa. Podía hacerlo, podía llamar, podía tragarse su orgullo y pedir ayuda.

Tonnie tenía claro que no podía enfrentar aquel desafío sola. No podría, porque no le tomaría el peso correspondiente a la situación. Jamás había sido cuidadosa y menos responsable. ¿Qué haría con un bebé en su vida? Sinceramente, no lo sabía.

Observó el nombre de su hermana mayor escrito en la pantalla de su teléfono y se decidió a marcarlo. La necesitaba, por mucho que le costase admitirlo.

SI bien la relación con sus dos hermanas mayores se había resquebrajado con el transcurso de los años, tenía una cosa muy clara; jamás dejarían de ser sus hermanas, por mucho que tratase de alejarse de ellas.

— ¿Hola? – la cálida voz de Hayley resonó en sus oídos.

Antoniette inhaló una profunda cantidad de aire antes de contestar. No sabía como comenzar a hablar, tampoco sabía si tenía la fuerza suficiente como para comentarle lo que le estaba sucediendo por teléfono.

— Soy yo, Tonnie – escuchó el suspiro de su hermana, desde el otro lado de la línea telefónica.

— ¿Está todo bien? – fue lo primero que la rubia le preguntó, notando de inmediato que el tono de voz de su hermana era diferente al sarcástico y altivo que solía usar cuando hablaba con ella.

Las palabras quedaron estancadas en su boca al momento que intentó hablar. Un nudo en la garganta de Tonnie comenzó a formarse sin preámbulos cuando escuchó que su hermana hablaba con su pequeño hijo mientras ella intentaba responder. Todo en su campo de visión se volvió borroso cuando un montón de lágrimas se aproximaron a acumularse en sus ojos y todo parecía estar dando vueltas dentro de su cabeza.

— No, nada está bien – alcanzó a pronunciar antes de que una solitaria lágrima comenzara a caer por su mejilla. – Las necesito – susurró, quitando la lágrima con el dorso de su mano.

— Tonnie, ¿dónde estás? – inquirió su hermana, con ese tono preocupado de madre y, a la vez, de hermana mayor.

— El café que está a unas cuantas cuadras de mi departamento – musitó.

— Estoy allá en cinco – se apresuró a contestar Hayley antes de colgar el teléfono.

Dejó caer su mano en su regazo antes de quitar con furia el resto de las lágrimas que caían por su rostro. Ella no era el tipo de chicas que lloraba, peor los acontecimientos la estaban superando y el posible hecho de que estuviese embarazada, la estaba carcomiendo por dentro.




La mirada de Hayley no se apartaba de su hermana menor. Ambas parecidas por fuera, pero tan diferentes por dentro. Los ojos azules que ambas compartían eran el rasgo más similar entre ellas, seguidos de las pecas que ambas poseían en los puentes de sus narices y siendo diferenciadas notoriamente por las tonalidades de sus cabellos.

Tonnie enderezó la espalda una vez que dejó de hablar. Necesitaba una reacción por parte de su hermana, unas palabras, una reprimenda o cualquier cosa que le indicara que estaba bien. Quería oírla, oír cualquier cosa que pudiera calmarla o, incluso, alterarla aun más. Sólo necesitaba escuchar su voz y que apartara sus ojos inquisitivos de los de ella.

El resoplido por parte de la rubia la puso alerta. Hayley bajó su mirada antes de volver a enfrentarse con los ojos de su hermana. Su característico brillo sarcástico ya no estaba ahí. Había sido remplazado por una mezcla de miedo y dolor ante los posibles hechos. Pero ¿qué podía decirle? En teoría, nada que ya no le hubiese dicho antes.

Millones de veces Hayley, junto con Marley, la habían advertido sobre el estilo de vida que estaba llevando con un hombre como Louis. Centenares de ocasiones fueron las que le habían dicho que él era el tipo de hombre que conocías antes de conocer al amor de su vida, que Louis no era más que un amor pasajero, un chico que tenía serios problemas de compromiso y muchas cosas más. Hayley había perdido la cuenta de cuantas veces la había advertido y de cuantas veces su hermana la había ignorado.

— ¿Qué quieres que diga o haga, Tonnie? – La culpa en los ojos de la pequeña Antoniette no tardó en aparecer – Te lo advertimos, cada vez que podíamos.

El sonido de las puertas del café abriéndose le dieron al oportunidad a Tonnie desapartar la mirada de su hermana mayor. Frunció levemente el entrecejo cuando Marley apareció en el café, observándolas casi de inmediato y corriendo a sentarse junto a ellas. No tardó en comprender que Hayley la había llamado.

— ¿Está todo bien? – preguntó la castaña, quitándose el abrigo y sentándose de manera inmediata.
Los ojos castaños de Marley no tardaron en escrutar con la mirada la imagen de la menor de las Ewan que ahí se encontraban. Sus ojos se estrecharon al notar que Tonnie carecía de su aura de arrogancia y egocentrismo que siempre solía rodearla. De esa mirada rulo y sarcástica que casi siempre le sacaba más de un dolor de cabeza y, por sobre todo, de aquel brillo en sus ojos que siempre la acompañaba hacia donde fuese.

La mirada de Tonnie viajó desde Hayley hasta Marley en cosa de segundos. Soltó un suspiro, una vez más, y negó con la cabeza.

— Tonnie está embarazada – soltó la hermana mayor, clavando su mirada en el rostro anonadado de Marley.

La pregunta implícita en los ojos de Marley no tardó en ser captada por Antoniette, quien con el rostro avergonzado, asintió.

— ¿Él lo sabe? – interrogó la castaña, posando sus codos sobre la mesa.

— No, no he tenido tiempo de procesar los hechos – contestó Tonnie, bajando su mirada hasta sus dedos entrelazados sobre su regazo.

— Tonnie – la llamó Marley, haciendo que la muchacha regresara su vista hacia ellas – Para cualquier cosa, lo que sea – aclaró – nos tienes a nosotras. Y si… Louis – pronunció su nombre con cierto desgano – no se quiere hacer responsable del bebé que llevas en tú vientre, me encargaré de que le quede bien en claro que con las hermanas Ewan nadie se mete – finalizó, dejando boquiabierta a Tonnie, quien esperaba una reacción completamente distinta por parte de sus hermanas.

— Conseguiré una cita con mi doctor para el lunes – informó Hayley, haciendo parpadear a su hermana – y tú debes decirle a Louis, mal que mal, es el padre de tú futuro hijo – agregó.

Asintió, sintiéndose sobrecogida por las reacciones de sus hermanas. Jamás hubiese pensando que actuarían de aquella manera. Ella estaba esperando gritos, sermones y demás, jamás se le ocurrió que podrían ser tan comprensivas con ella, después de todo lo que ella las había echo pasar.




— ¿Dónde te habías metido? – la voz ronca y soñolienta de Louis llegó a sus oídos al momento que posó un pie en el departamento que ambos compartían.

— Necesitaba pensar – contestó, dejando su abrigo en el perchero.

— ¿Pensar? – Louis se acercó a ella, con su pantalón de pijama gris y nada más. Sus brazos la rodearon al instante en el que ella se volteó para encararlo.

— Sí, pensar – soltó ella, absorbiendo el calor que el cuerpo del chico frente a ella emanaba.
— ¿En mí? – inquirió, en tono juguetón, alzando una ceja.

Tonnie, aun entre sus brazos, alzó su rostro para encontrarse con el de Louis. Su barba de a penas un día rozaba contra su piel, las suaves caricias que le daba el muchacho sobre su espalda la desconcentraron de un segundo a otro, antes de que sus labios se estrellaran, haciéndola perder el sentido.

— Cariño – la llamó Louis, separándose de ella en cosa de segundos, al notar que su novia estaba actuando de manera extraña. – ¿te encuentras bien? – formuló la pregunta, notando por primera vez desde que Antoniette regresó al apartamento, que estaba más pálida de costumbre.

— No, Louis. No estoy bien – respiro profundamente, buscando encontrar el valor que ella sabía que se encontraba dentro de ella. Sus hermanas la habían alentado, estaba siendo apoyada por ellas. Podía hacerlo, podía decírselo y podía enfrentar cualquier cosa con o sin él. Era una mujer fuerte y lo sabía.

Dejó caer sus brazos, quitando de paso los de Louis sobre ella. Enderezó la espalda y alzó el mentón decidida a decirle lo que estaba ocurriendo, sucediese lo que sucediese.

— Louis, estoy embarazada – musitó, dejando que la noticia estallase como una bomba en los oídos de su novio.

Sigue: Nicol

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