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The Adventure | Saga Harry Potter
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: The Adventure | Saga Harry Potter
Mina ♡ escribió:¡Ow, subiste al fin! Me alegro de que se pudiera publicar después del problema que tuviste. Estuvo bastante bien. Me reí mucho con los gemelos. Por cierto, ¿Emily se enamorará de Harry o de quién? Es que eso no me queda claro. Puede ser una fic sin romance, pero lo común es poner al personaje algún tipo de pareja o así, no sé. Solo que si me dices que es Harry me muero de un ataque al corazón. Sería tan tierno asdfghjklñ.
Gracias por subir el capítulo, vuelvo a decir que me ha encatado. Espero el siguiente con ansias. Mil besos, chau<3.
¡Que hermoso que te haya encantado! Los gemelos le harán la vida imposible de bromas a la pobre asdfjklñ. La verdad es que lo he estado pensando, en eso del romance... Y, empecé a pensar en que Emily se enamorará de uno de los personajes del fic, pero luego pasará algo y.... ¡Harry y Emily juntos y una pelirroja celosa! muajaja. Algo así he estado pensado, pero no lo sé bien.
De nada, y mil disculpas por no subir antes el capítulo. El siguiente lo he estado haciendo con dedicación máxima.
Mil besos también, xau♡.
Xio
Re: The Adventure | Saga Harry Potter
Capítulo 6
''No dejes que los planes que tienes para ti sean más importantes que tú mismo.''
Emily se dio cuenta que era nada más que Snape. Él al verla en aquel aspecto se espantó y dijo:
—Te atacan por la espalda y después te comportas como una tonta.
—A mí nadie me dice tonta profesor Severus —dijo ella, arrastrando las palabras y mirándolo con mala cara—, nadie.
—Snape, no te tengo permitido hablar así de mi hija —dijo Sirius, apareciendo atrás de ella —, ¿Quién te hizo eso, Emily?
—Los gemelos —respondió—, pero no fue con malas intenciones, solo fueron… unas bromas —continuó diciendo mientras los miraba. Ellos tenían una mirada seria, al ver a Snape.
—Muy bien, entonces, ve a cambiarte y… la comida ya está lista —dijo algo cansado.
Ella hizo caso y no se demoró nada en bajar otra vez, tantas subidas y bajadas de esas escaleras la iban a volver loca.
Entro a la cocina y vio a todos comiendo sus bocadillos. Harry apareció a un lado de ella, con una mirada pensante, ella no le dio importancia y miro a todos lados, en busca de su padre.
—No te preocupes, Harry —dijo alguien atrás de él. Era Sirius—. Estoy seguro de que lo aclararán, efectivamente hay algo en el Estatuto de Secretismo Internacional que permite utilizar la magia para salvar tu propia vida.
—Pero si ellos me expulsan —dijo Harry pausadamente—. ¿Puedo regresar y vivir aquí contigo y con Emily? —Sirius sonrió tristemente. Y Emily miró a Harry, incrédula.
—Veremos —dijo Sirius.
—¿Veremos? —Preguntó Emily, con el ceño fruncido— Estas loco, papá. Potter no vivirá con nosotros si lo expulsan, me niego rotundamente —se cruzó de brazos.
—Yo me sentiría mucho sobre la audiencia si supiera que yo no tendré que volver con los Dursley's. Emily, por favor. —Harry la presiono.
—Deben ser realmente malos si tú prefieres este lugar —dijo Sirius con melancolía.
—Una vez fui a buscar a Harry con los Weasley, papá —dijo Emily recordando aquel día, en su cuarto año— el año anterior y… Te lo digo yo, ellos tenían demasiado miedo de nosotros… los magos. Puede que tenga compasión contigo, Potter.
—Gracias, Ems —dijo él, sonriendo.
—Tú no tienes derecho de decirme así, Potter —dijo mientras veía a Harry con una mirada fría.
Potter iba a decir algo, pero Molly Weasley apareció y lo interrumpió:
—Dense prisa, ¡O no les quedará comida!
Sirius lanzó un gran suspiro y después, entro a la cocina junto a Harry. Emily ya estaba adentro, y se sentó junto a Hermione
—Yo no quiero nada, señora Weasley —dijo la pelinegra, con una sonrisa—. ¿Dónde está… El profesor Severus? —miro a su alrededor.
—Recuerda que él no come aquí —respondió Bill.
—Cierto —dijo recordando lo que él siempre hacia— ese Severus… —murmuró.
—¿Dijiste algo? —preguntaron al otro lado de ella, Ronald como siempre.
—No, solo que le daba la razón a Bill —le sonrió a Ron. Y Ron hizo lo mismo.
—¡Esto esta delicioso! —Exclamo Ron, comiendo nuevamente los bocadillos que estaban en la mesa, otra vez.
—¡Ronald, tú ya comiste! —Lo regaño Hermione, mirándolo mal.
—A Emily no le molesta, ¿o sí? —pregunto mirándola y ella negó rotundamente.
—No tengo hambre, no se preocupen.
Emily desvió su mirada y vio a Sirius, quien sufrió una mala mordedura de una tabaquera de plata; unos segundos después la mano mordida dentro de segundos había desarrollado una desagradable costra como un guante castaño duro.
—¿Estas bien, papá? —pregunto ella, viendo a gran costra.
—Sí, lo estoy —dijo, examinando con interés su mano antes de golpearla con la varita y restaurarla a su estado normal normal, debe haber polvos Wartcap ahí.
Los demás, cuando terminaron de comer, fueron a otra habitación, al igual que Harry, ella empezó a extrañarse y los siguió, entraron a una habitación en donde George estaba envolviendo en una tela un montón de cosas, no sabía que era, imagino que eran Doxys, hasta que se acercó, y en efecto, eran muchos Doxys. Ella rió, George se dio cuenta y lo guardo en su bolsillo rápidamente.
Encontró un instrumento plateado de aspecto desagradable, similar a muchos pares de patas y pinzas como una araña, cuando ella lo recogió intentaron picarle. Sirius lo asió y lo aplastó con un pesado libro titulado La Naturaleza Noble: Una Genealogía de Magos. Había una caja musical en el piso, que emitió un sonido poco audible, tintineando una melodía hiriente, todos empezaron curiosamente a sentirse débiles y somnolientos, hasta que Ginny tuvo la idea de cerrar la tapa de golpe, y un medallón pesado que ninguno de ellos pudo abrir. Varios sellos antiguos; y, en una caja polvorienta, un Orden de Merlín, Primero Clase, había sido otorgada al abuelo de Sirius por los servicios al Ministerio.
Sirius dijo algo, que Emily no tomo en cuenta, y tiro el medallón que había allí a un saco de basura.
—Significa que les dio un montón de oro —dijo Sirius desdeñosamente, tirando la medalla en el saco de la basura.
Varias veces Kreacher anduvo de lado a lado del cuarto intentando llevarse cosas de contrabando bajo su ropa, murmurando
maldiciones horribles cada vez que le cogían.
Cuando Sirius arrebató un gran anillo de oro con el escudo de los Black de sus garras, Kreacher estalló en lagrimas y sollozos y comenzó a llamar Sirius nombres que Harry nunca había oído antes.
—Era de mi padre —dijo Sirius, tirando el anillo en el saco.
No le había dado importancia el anillo a Emily, lo que a Kreacher sí, siendo que es solo un elfo de la casa.
El señor Arthur Weasley los tuvo a todos ocupados durante los siguientes días. Necesitaron tres días para desinfecta el cuarto de dibujo. Emily también tuvo que ayudar aunque a veces se negara junto a los gemelos.
Al final lo único indeseable que quedaba era el tapiz con el árbol familiar de los Black que resistió todos sus esfuerzos por quitarlo de la pared, y el escritorio que se sacudía.
Ellos tuvieron que limpiar todo.
Snape decía que ese trabajo solo era limpieza, pero para Emily, Harry y Ron, eso era una guerra en la casa, con una lucha muy buena, y también siendo ayudados e incitados por Kreacher, ya que ese elfo doméstico seguía apareciendo dondequiera que se juntasen.
Sus murmullos eran cada vez más y más ofensivos cuando intentaba recuperar algo de los sacos de la basura. Sirius fue hasta donde estaba para amenazarlo con la prenda, pero Kreacher fijó en el una mirada acuosa y dijo, "Amo debe hacer como deseos del Amo", antes de apartarse y murmurar muy ruidosamente, "pero el Amo no rechazará Kreacher, no, porque Kreacher sabe lo del que ellos dependen, oh sí, él está planeando contra el Señor Oscuro, sí, con estos sangre sucia y traidores y escoria..."
A lo que Sirius, ignorando las protestas de Hermione, asió a Kreacher por la parte de atrás de su ropero y lo tiró a través del cuarto. Y obviamente, recibió un reclamo de parte de Emily por su trato a Kreacher.
El timbre de la puerta sonaba varias veces al día, esa era la señal que incitaban a la madre de Sirius para que comenzara a gritar, y para que Emily y los demás intentaran escuchar a los visitantes detrás de la puerta, aunque se estiraban todo lo posible para enterarse de las conversaciones antes de que la señora Weasley les recordara sus tareas.
Snape revoloteo dentro y fuera de la casa varias veces más, pero por suerte, Emily no lo vió cara a cara otra vez. Varias veces se sorprendió por la profesora de Transformaciones, McGonagall, en su casa, con ropa muggle.
A veces los visitantes se quedaron para ayudar, y eso era bueno. Tonks se unió a ellos para una tarde memorable en la que se encontraron con un viejo lacayo asesino al acecho en un baño de arriba, y Lupin, que se alojaba en la casa, pero que se fue por mucho tiempo períodos que hacer el trabajo misterioso de la Orden, les ayudó a reparar un reloj de pie que tenía desarrollado el hábito desagradable de disparar rayos pesadas a los transeúntes. Mundungus redimido sí un poco en los ojos de la señora Weasley rescatando Ron de un antiguo juego de túnicas moradas que había intentado estrangularlo cuando él los sacó de su armario.
Emily se la paso limpiando junto a Ginny, Hermione y los gemelos. Ella se quedaba callada y ellos hablaban alegres mientras limpiaban cosas de por allí.
Así pasó la tarde, y fueron a cenar, Emily tenía un gran apetito.
Iba a entrar a la cocina junto a los demás pero antes, ella miró a Harry quién tenía una mirada pensante.
Seguro piensa cosas estúpidas y en sí mismo, como siempre.
Ella se sentó lejos de él y empezó a comer. Cuando todos estaban iguales, la señora Weasley hablo:
—He planchado tu mejor ropa para mañana por la mañana, Harry, también quiero que te laves el pelo esta noche. Una primera impresión buena puede hacer maravillas.
Harry se notó algo rojo, Emily rió y lo examino, junto a Ron, Hermione, Fred, George y Ginny, quienes habían dejado de hablar de inmediato. Harry agachó la cabeza e intentó seguir comiendo su chuleta. La pelinegra lo seguía viendo, aunque en ese momento ya nadie lo veía.
—¿Cómo iré allí? —Preguntó de repente Harry a la señora Weasley, intentando parecer indiferente, pero Emily lo notó entre nervioso y avergonzado.
—Arthur te llevará al trabajo con él —dijo la señora Weasley suavemente, ella sonrió alentadoramente a Harry por la mesa.
Emily comprendió que todo eso se trataba de su audiencia en el ministerio.
Ella quería darle una visita a un viejo amigo de allí desde que supo lo que paso entre él y su familia.
—Puedes esperar en mi oficina hasta que sea la hora de la audiencia —dijo Arthur.
Harry miró a Sirius con mucha concentración, él de seguro preguntará algo Molly se fijó en eso y se dio cuenta del porqué de esa mirada, al igual que Emily.
—El Profesor Dumbledore piensa que no es una idea buena que Sirius vaya contigo, y debo decir...
—Creo que tiene razón —dijo Sirius mascullando entre dientes y la señora Weasley frunció sus labios.
—¿Cuándo te dijo eso Dumbledore? —preguntó Harry, mirando fijamente a Sirius.
—Vino anoche, cuando estabas en la cama —dijo la señora Weasley y Sirius apuñaló malhumoradamente a una patata con su tenedor.
Harry bajó sus propios ojos a su plato. Y Emily al fin pudo comer en paz, ya que no se hablo más en todo lo que quedaba de aquella noche.
Al terminar la cena, Emily subió a su habitación muy feliz, y fue porque tenía un plan. El plan solo consistía en ir con Arthur y Potter al ministerio de magia, y después conseguiría ir donde su viejo amigo a darle una visita, ella pensó que sin duda, esa sería la mejor idea que realizaría.
A pesar de todo, ella llevo su plan muy a pecho.
—Te atacan por la espalda y después te comportas como una tonta.
—A mí nadie me dice tonta profesor Severus —dijo ella, arrastrando las palabras y mirándolo con mala cara—, nadie.
—Snape, no te tengo permitido hablar así de mi hija —dijo Sirius, apareciendo atrás de ella —, ¿Quién te hizo eso, Emily?
—Los gemelos —respondió—, pero no fue con malas intenciones, solo fueron… unas bromas —continuó diciendo mientras los miraba. Ellos tenían una mirada seria, al ver a Snape.
—Muy bien, entonces, ve a cambiarte y… la comida ya está lista —dijo algo cansado.
Ella hizo caso y no se demoró nada en bajar otra vez, tantas subidas y bajadas de esas escaleras la iban a volver loca.
Entro a la cocina y vio a todos comiendo sus bocadillos. Harry apareció a un lado de ella, con una mirada pensante, ella no le dio importancia y miro a todos lados, en busca de su padre.
—No te preocupes, Harry —dijo alguien atrás de él. Era Sirius—. Estoy seguro de que lo aclararán, efectivamente hay algo en el Estatuto de Secretismo Internacional que permite utilizar la magia para salvar tu propia vida.
—Pero si ellos me expulsan —dijo Harry pausadamente—. ¿Puedo regresar y vivir aquí contigo y con Emily? —Sirius sonrió tristemente. Y Emily miró a Harry, incrédula.
—Veremos —dijo Sirius.
—¿Veremos? —Preguntó Emily, con el ceño fruncido— Estas loco, papá. Potter no vivirá con nosotros si lo expulsan, me niego rotundamente —se cruzó de brazos.
—Yo me sentiría mucho sobre la audiencia si supiera que yo no tendré que volver con los Dursley's. Emily, por favor. —Harry la presiono.
—Deben ser realmente malos si tú prefieres este lugar —dijo Sirius con melancolía.
—Una vez fui a buscar a Harry con los Weasley, papá —dijo Emily recordando aquel día, en su cuarto año— el año anterior y… Te lo digo yo, ellos tenían demasiado miedo de nosotros… los magos. Puede que tenga compasión contigo, Potter.
—Gracias, Ems —dijo él, sonriendo.
—Tú no tienes derecho de decirme así, Potter —dijo mientras veía a Harry con una mirada fría.
Potter iba a decir algo, pero Molly Weasley apareció y lo interrumpió:
—Dense prisa, ¡O no les quedará comida!
Sirius lanzó un gran suspiro y después, entro a la cocina junto a Harry. Emily ya estaba adentro, y se sentó junto a Hermione
—Yo no quiero nada, señora Weasley —dijo la pelinegra, con una sonrisa—. ¿Dónde está… El profesor Severus? —miro a su alrededor.
—Recuerda que él no come aquí —respondió Bill.
—Cierto —dijo recordando lo que él siempre hacia— ese Severus… —murmuró.
—¿Dijiste algo? —preguntaron al otro lado de ella, Ronald como siempre.
—No, solo que le daba la razón a Bill —le sonrió a Ron. Y Ron hizo lo mismo.
—¡Esto esta delicioso! —Exclamo Ron, comiendo nuevamente los bocadillos que estaban en la mesa, otra vez.
—¡Ronald, tú ya comiste! —Lo regaño Hermione, mirándolo mal.
—A Emily no le molesta, ¿o sí? —pregunto mirándola y ella negó rotundamente.
—No tengo hambre, no se preocupen.
Emily desvió su mirada y vio a Sirius, quien sufrió una mala mordedura de una tabaquera de plata; unos segundos después la mano mordida dentro de segundos había desarrollado una desagradable costra como un guante castaño duro.
—¿Estas bien, papá? —pregunto ella, viendo a gran costra.
—Sí, lo estoy —dijo, examinando con interés su mano antes de golpearla con la varita y restaurarla a su estado normal normal, debe haber polvos Wartcap ahí.
Los demás, cuando terminaron de comer, fueron a otra habitación, al igual que Harry, ella empezó a extrañarse y los siguió, entraron a una habitación en donde George estaba envolviendo en una tela un montón de cosas, no sabía que era, imagino que eran Doxys, hasta que se acercó, y en efecto, eran muchos Doxys. Ella rió, George se dio cuenta y lo guardo en su bolsillo rápidamente.
Encontró un instrumento plateado de aspecto desagradable, similar a muchos pares de patas y pinzas como una araña, cuando ella lo recogió intentaron picarle. Sirius lo asió y lo aplastó con un pesado libro titulado La Naturaleza Noble: Una Genealogía de Magos. Había una caja musical en el piso, que emitió un sonido poco audible, tintineando una melodía hiriente, todos empezaron curiosamente a sentirse débiles y somnolientos, hasta que Ginny tuvo la idea de cerrar la tapa de golpe, y un medallón pesado que ninguno de ellos pudo abrir. Varios sellos antiguos; y, en una caja polvorienta, un Orden de Merlín, Primero Clase, había sido otorgada al abuelo de Sirius por los servicios al Ministerio.
Sirius dijo algo, que Emily no tomo en cuenta, y tiro el medallón que había allí a un saco de basura.
—Significa que les dio un montón de oro —dijo Sirius desdeñosamente, tirando la medalla en el saco de la basura.
Varias veces Kreacher anduvo de lado a lado del cuarto intentando llevarse cosas de contrabando bajo su ropa, murmurando
maldiciones horribles cada vez que le cogían.
Cuando Sirius arrebató un gran anillo de oro con el escudo de los Black de sus garras, Kreacher estalló en lagrimas y sollozos y comenzó a llamar Sirius nombres que Harry nunca había oído antes.
—Era de mi padre —dijo Sirius, tirando el anillo en el saco.
No le había dado importancia el anillo a Emily, lo que a Kreacher sí, siendo que es solo un elfo de la casa.
El señor Arthur Weasley los tuvo a todos ocupados durante los siguientes días. Necesitaron tres días para desinfecta el cuarto de dibujo. Emily también tuvo que ayudar aunque a veces se negara junto a los gemelos.
Al final lo único indeseable que quedaba era el tapiz con el árbol familiar de los Black que resistió todos sus esfuerzos por quitarlo de la pared, y el escritorio que se sacudía.
Ellos tuvieron que limpiar todo.
Snape decía que ese trabajo solo era limpieza, pero para Emily, Harry y Ron, eso era una guerra en la casa, con una lucha muy buena, y también siendo ayudados e incitados por Kreacher, ya que ese elfo doméstico seguía apareciendo dondequiera que se juntasen.
Sus murmullos eran cada vez más y más ofensivos cuando intentaba recuperar algo de los sacos de la basura. Sirius fue hasta donde estaba para amenazarlo con la prenda, pero Kreacher fijó en el una mirada acuosa y dijo, "Amo debe hacer como deseos del Amo", antes de apartarse y murmurar muy ruidosamente, "pero el Amo no rechazará Kreacher, no, porque Kreacher sabe lo del que ellos dependen, oh sí, él está planeando contra el Señor Oscuro, sí, con estos sangre sucia y traidores y escoria..."
A lo que Sirius, ignorando las protestas de Hermione, asió a Kreacher por la parte de atrás de su ropero y lo tiró a través del cuarto. Y obviamente, recibió un reclamo de parte de Emily por su trato a Kreacher.
El timbre de la puerta sonaba varias veces al día, esa era la señal que incitaban a la madre de Sirius para que comenzara a gritar, y para que Emily y los demás intentaran escuchar a los visitantes detrás de la puerta, aunque se estiraban todo lo posible para enterarse de las conversaciones antes de que la señora Weasley les recordara sus tareas.
Snape revoloteo dentro y fuera de la casa varias veces más, pero por suerte, Emily no lo vió cara a cara otra vez. Varias veces se sorprendió por la profesora de Transformaciones, McGonagall, en su casa, con ropa muggle.
A veces los visitantes se quedaron para ayudar, y eso era bueno. Tonks se unió a ellos para una tarde memorable en la que se encontraron con un viejo lacayo asesino al acecho en un baño de arriba, y Lupin, que se alojaba en la casa, pero que se fue por mucho tiempo períodos que hacer el trabajo misterioso de la Orden, les ayudó a reparar un reloj de pie que tenía desarrollado el hábito desagradable de disparar rayos pesadas a los transeúntes. Mundungus redimido sí un poco en los ojos de la señora Weasley rescatando Ron de un antiguo juego de túnicas moradas que había intentado estrangularlo cuando él los sacó de su armario.
Emily se la paso limpiando junto a Ginny, Hermione y los gemelos. Ella se quedaba callada y ellos hablaban alegres mientras limpiaban cosas de por allí.
Así pasó la tarde, y fueron a cenar, Emily tenía un gran apetito.
Iba a entrar a la cocina junto a los demás pero antes, ella miró a Harry quién tenía una mirada pensante.
Seguro piensa cosas estúpidas y en sí mismo, como siempre.
Ella se sentó lejos de él y empezó a comer. Cuando todos estaban iguales, la señora Weasley hablo:
—He planchado tu mejor ropa para mañana por la mañana, Harry, también quiero que te laves el pelo esta noche. Una primera impresión buena puede hacer maravillas.
Harry se notó algo rojo, Emily rió y lo examino, junto a Ron, Hermione, Fred, George y Ginny, quienes habían dejado de hablar de inmediato. Harry agachó la cabeza e intentó seguir comiendo su chuleta. La pelinegra lo seguía viendo, aunque en ese momento ya nadie lo veía.
—¿Cómo iré allí? —Preguntó de repente Harry a la señora Weasley, intentando parecer indiferente, pero Emily lo notó entre nervioso y avergonzado.
—Arthur te llevará al trabajo con él —dijo la señora Weasley suavemente, ella sonrió alentadoramente a Harry por la mesa.
Emily comprendió que todo eso se trataba de su audiencia en el ministerio.
Ella quería darle una visita a un viejo amigo de allí desde que supo lo que paso entre él y su familia.
—Puedes esperar en mi oficina hasta que sea la hora de la audiencia —dijo Arthur.
Harry miró a Sirius con mucha concentración, él de seguro preguntará algo Molly se fijó en eso y se dio cuenta del porqué de esa mirada, al igual que Emily.
—El Profesor Dumbledore piensa que no es una idea buena que Sirius vaya contigo, y debo decir...
—Creo que tiene razón —dijo Sirius mascullando entre dientes y la señora Weasley frunció sus labios.
—¿Cuándo te dijo eso Dumbledore? —preguntó Harry, mirando fijamente a Sirius.
—Vino anoche, cuando estabas en la cama —dijo la señora Weasley y Sirius apuñaló malhumoradamente a una patata con su tenedor.
Harry bajó sus propios ojos a su plato. Y Emily al fin pudo comer en paz, ya que no se hablo más en todo lo que quedaba de aquella noche.
Al terminar la cena, Emily subió a su habitación muy feliz, y fue porque tenía un plan. El plan solo consistía en ir con Arthur y Potter al ministerio de magia, y después conseguiría ir donde su viejo amigo a darle una visita, ella pensó que sin duda, esa sería la mejor idea que realizaría.
A pesar de todo, ella llevo su plan muy a pecho.
Xio
Re: The Adventure | Saga Harry Potter
¡Hola! Como siempre, el capítulo ha estado genial. ¿Falta mucho para que lleguen a Hogwarts? Es que, sin ofender, la casa de Sirius empieza a ser aburrida. ¿Y quién es el viejo amigo de Emily? Ya quiero saberlo. He visto que Em y Harry no se llevan bien. Ah, quien se pelea se deseeea JAJAJAJ. En fin delfín, sube pronto pls. Besis<3.
Mina ♡
Re: The Adventure | Saga Harry Potter
Capítulo 7
''
''El camino no es largo cuando amas a quien vas a visitar.''
Ella se durmió de inmediato, con una sonrisa en la boca. El sueño duró poco, ya que por lo impaciente, se despertó muy temprano. Cuatro y media o cinco de la mañana. Durante unos minutos permaneció inmóvil, imaginando la cara de su amigo al verla, y la gran charla que le daría a él. Luego, incapaz de aguantar aquella emoción, se levantó de la cama y se vistió lo más rápido posible y escondió su varita en su pantalón.
Ella bajó sigilosamente las escaleras, pasó ante las cabezas de los antepasados de Kreacher y bajó a la cocina.
Esperaba que estuviese vacía, pero estaba Sirius, Tonks y Lupin, ella frunció el ceño y salió de la cocina, pero Sirius se lo impidió y le pidió a los otros dos presentes que los dejaran a solas y lo hicieron. Ya cuando ella se sentó junto a su padre en unas sillas, y cuando hubo un silencio medio incomodo, Sirius hablo:
—¿Cómo amaneciste, hija? ¿Por qué tan temprano despierta?
—Papá, amanecí bien y... Fue porque no tenía sueño, solo eso —intento sonreír.
—Bueno, como amaneciste bien, te quería preguntar algo más profundo acerca de...
—¿De...? —ella estaba confundida.
—Acerca de lo que te paso hace días... Evades mis preguntas acerca de eso desde entonces, y... creo que este es el momento.
Ella se quedó pensando, y entonces, se dio cuenta de que no necesitaba ocultarle todo lo que tenía que decir de esa noche.
—Esa noche yo caminaba por Londres, muy normal, sin ningún problema, luego apareció él y empezó a seguirme, yo corrí con miedo, él me ataco, y... como tú sabes, papá... él... bueno, tú sabes... —repitió, ahora nerviosa—.
—Sigue contándome —dijo, acariciándole un hombro.
—Yo intente atacarlo, pero no pude. Seguí corriendo y en un callejón hizo lo mismo, me ataco y se alejó. Mostró su marca tenebrosa y la apunto con su varita, tú sabes qué significa eso... tú sabes —murmuró lo último y lágrimas empezaron a correr sobre sus mejillas.
Lucius lo único que hacía esa noche era invocar al señor Tenebroso, y llevársela, para al fin acabar con ella.
Su padre lo sabía a la perfección, él solo la abrazo dándole protección y le susurró:
—Tú eres valiente, fuerte, y no eres cobarde e inútil... No dejes que otros te hagan daño porque... se las verán conmigo y, no saldrán del todo bien —bromeó con lo último y ella sonrió.
—Papá... Tú, digo... ¿en serio crees que yo soy valiente?
—Claro que sí, y eres mucho más que eso.
Sirius le sonrió a su hija.
Tonks y Lupin entraron a la cocina con brusquedad y junto a ellos estaban Molly y Arthur Weasley. Todos veían vestidos menos Molly que llevaba una bata acolchada púrpura.
—Oh, ¿seguían hablando? —preguntó Tonks—, mil disculpas...
—No Tonks, ya terminamos de hablar —dijo Emily, sonriendo—, buenos días a todos —sonrió mucho más.
Ella se alejó de los demás y Molly le hizo unos deliciosos huevos con tocino. Su desayuno estuvo bien, nadie de ellos le preguntó porque tan temprano estaba despierta. La pena se le había ido y eso era bueno.
Después de que desayuno, entro alguien a la cocina, era Harry San Potter.
Lupin y Emily le echaron un vistazo a Harry, pero ella lo observaba de arriba abajo, él se sentó junto a ella, la señora Weasley le puso un par de tostadas de mermelada y el intento comerlas pero no pudo, a la muchacha le resultaba extraño, él no se resistía a las tostadas de mermelada, las comía como si fueran lo más delicioso, y ahora no.
Ella no se dio cuenta de que venía bien arreglado, camiseta y pantalones bien planchados. Olió algo cautivante, pero no prestó atención al principio al aroma, pero luego, sintió el aroma en su nariz muy cerca, se acerco a Harry, él era el de aquella fragancia, se acercó a su cuello y lo olió aún de más cerca. El muchacho lo notó y la miro, estaba con los ojos cerrados oliendo su cuello. Harry rió un poco y ella abrió los ojos de inmediato y se alejó al mismo tiempo. Se había ruborizado, todos estaban mirando aquella escena.
Qué vergüenza.
Después de eso, los demás siguieron hablando y la señora Weasley se acercó a Harry para arreglarle la camiseta, y la muchacha soltó una risa por lo bajo. Hasta que una voz interrumpió el pensamiento de Emily, el pensamiento de… La fragancia de Harry.
—Y tendré que decirle a Dumbledore que no podré hacer guardia mañana, estoy demasiado cansada —terminó Tonks, con otro enorme bostezo.
—Yo te cubriré —dijo el señor Weasley. Yo estoy bien, de todas maneras tengo que terminar un informe.
El señor Weasley no usaba los trajes de magos, en vez de eso llevaba un par de pantalones de rayas y una chaqueta bomber vieja. Miro a Harry y a Emily, juntos.
—¿Cómo se sienten?
Harry se encogió de hombros y Emily sonrió, en forma de decir un ‘’me siento bien’’.
—Todo terminará muy pronto —dijo con vigor el señor Weasley—. En unas pocas horas estarás limpio —miro solamente a Emily ahora—, y tú, Emily, ¿por qué tan callada? —sonrió.
Harry no dijo nada y miró a la muchacha, ella iba a hablar, pero no sabía que decir.
—Prefiero quedarme callada, señor —intento sonreír nuevamente.
—Muy bien… —dijo el señor Weasley no muy convencido.
Emily no prestó atención, como siempre, a todo lo que le decían a Harry, a veces se molestaba mucho. Harry solo asentía con la cabeza a cada cosa que le decían, lo que era sumamente gracioso.
Hasta que la señora Weasley se acercó nuevamente a Harry y empezó a peinarlo con un peine mojado, y él se sorprendió.
—¿Nunca se queda bien peinado, Harry? —dijo ella desesperada, Emily rió fuertemente y Harry negó con la cabeza.
—Creo que deberíamos irnos ahora —dijo el señor Weasley repentinamente—. Es un poco temprano pero creo que estarás mejor en el ministerio que aquí.
—De acuerdo —dijo Harry automáticamente, dejando su tostada y poniéndose de pie.
—¿Puedo ir con ustedes, señor Weasley? —preguntó Emily.
Arthur miró a Sirius, quién miraba a su hija con una ceja arqueada.
—Papá, por favor, quiero ver cómo le va a Harry —sonrió falsamente.
—Bien, si Arthur quiere…
—¡Claro que no! —Exclamó la señora Weasley—. Tú te quedarás aquí Emily…
—Por mí está bien —dijo Arthur sonriendo.
El cara-rajada estaba recibiendo apoyo de todos los que estaban allí. Ella sonrió como muestra de su apoyo no muy grato hacia él. Empezó a mirar a todos y luego vio que el señor Weasley y Harry ya se iban, antes de que ellos cerraran la puerta, ella salió junto a ellos, despidiéndose de los demás. Y luego emprendieron una caminata en el frío y gris amanecer.
Harry empezó a preguntarle al señor Weasley cosas, y rodearon una plaza de allí y se encontraron con unas calles casi desiertas. Pero cuando llegaron a la pequeña y miserable estación de metro la encontraron lleno ya de madrugadores viajeros.
El señor Weasley estaba conteniendo su entusiasmo al ver que estaba cerca de Muggles. Y Emily emitió una risa pequeña.
—Simplemente fabuloso —susurró, indicando las máquinas automáticas de tickets—. Maravillosamente ingenioso.
—Señor Weasley, Harry… están fuera de servicio —le dijo Emily a ellos, señalando un letrero.
—Sí, pero incluso... —murmuró el señor Weasley.
Empezaron a caminar por la estación de metro y la muchacha vio a un taquillero, compro los tickets junto con un poco de ayuda de Harry, ella no se manejaba perfectamente con el dinero muggle. Y el señor Weasley no se manejaba para nada bien con el dinero.
Cinco minutos más tarde estaban a bordo de un metro que les llevaba hacia el centro de Londres. Emily miraba el mapa del metro sobre las ventanas, al igual que el señor Weasley, quién estaba muy ansioso.
—Cuatro paradas más, chicos… Ahora faltan tres paradas… dos paradas para llegar, Emily, Harry…
Mientras más hablaba el señor Weasley, bajaron en una estación en pleno centro de Londres, y se quedó callado al instante, algo maravillado. Se alejaron del tren entre una marea de hombres y mujeres cargados de carteras.
Subieron por las escaleras automáticas, pasaron por las barreras y al señor Weasley se le quedo trabado su ticket, lo cual le encanto, y Emily hizo que el ticket ya no se trabara. Después, emergieron en una amplia calle con edificios de líneas imponentes y ya llena de tráfico.
—¿Dónde estamos? —dijo inexpresivamente el señor Weasley y Emily miro a Harry, el cual estaba callado, ella le pego en el brazo y el reacciono. Abrió la boca para hablar, pero luego la cerro de inmediato— ¡Ah, sí! Por aquí, Emily, Harry… —dijo caminando, y ellos lo siguieron.
Estaban caminando por una calle lateral, el señor Weasley y Harry hablaban aislándola, a ella no le importó y de repente, llegaron a una calle que contenía varias oficinas, un pub y a un llamativo skip.
—Ya llegamos —dijo el señor Weasley brillantemente, señalando en una vieja cabina de teléfonos roja, a la que le faltaban varios cristales del cristal y permanecía ante una pared llena de graffitis—. Después de ti, Emily —sonrió.
Él abrió la puerta de la cabina de teléfono y Emily entró, estaba dudosa pero igual lo hizo al fin de cuentas, Harry entró cuando ella estaba incorporada en la cabina, y luego el señor Weasley. Él los aplastaba a los dos, pero igual pudo cerrar la puerta. Estaban muy apretados. Claro, tres personas en una cabina estrecha, obviamente estarían así.
Harry estaba encajado contra el aparato de teléfono, el cual colgaba torcido de la pared como si un vándalo hubiera intentado arrancarlo. Emily quiso correrse para que Harry no estuviera tan incómodo pero no pudo.
Él iba a hablar pero el señor Weasley sostenía el receptor sobre su cabeza y mirando con fijeza en el dial.
—Veamos... seis... —él marcó el número—, dos...cuatro... y otro cuatro... y otros dos...
Mientras que el dial giró zumbando suave, nuevamente dentro de lugar, una voz femenina fresca sonaba dentro de la caja de teléfono, no del receptor en mano de señor Weasley, pero tan alto claro como si una mujer invisible estuviese dentro con ellos.
—Bienvenidos al Ministerio de Magia. Por favor indiquen su nombre y ocupación-.
—Uhm... —dijo el Sr. Weasley, dudando si debía o no hablar al receptor. Él lo arregló colocando el micrófono en su oreja—, Arthur Weasley, Oficina del uso incorrecto de los artefactos Muggle, acompañando a Harry Potter que tiene una audiencia disciplinaria y a Emily Black, acompañante...
—Gracias —dijo la voz femenina—. Los visitantes, tomen las insignias y colóquesela en su ropa.
Hubo un traqueteo y un click, y los dos acompañantes del señor Weasley vieron algo que se deslizó por el tobogán que devolvía normalmente las monedas. Las recogieron y eran unas placas cuadradas plateadas, una tenía la inscripción: “Harry Potter, Audiencia Disciplinaria’’ y la otra ‘’Emily Black, acompañante’’. Emily arqueó la ceja en busca de una respuesta a eso. Pero vio que Harry fijó al frente de su camiseta su inscripción. Ella hizo lo mismo y la voz femenina habló de nuevo:
—Visitantes al ministerio, se le solicita que se someta a un reconocimiento y que presente su varita para registrarla en el mostrador de seguridad, que está situado al final del patio.
El suelo de la cabina de teléfono se estremeció. Se hundían lentamente en la tierra. Emily miraba aprensiva como el pavimento parecía levantarse para arriba más allá de las ventanas de cristal de la cabina hasta que la oscuridad se cerró sobre sus cabezas. Entonces no pudo ver nada de nada, sólo podía oír el ruido que hacía la cabina atravesando la tierra. Después de un minuto, una rendija de luz dorada iluminó sus pies, y, ensanchándose, subió por su cuerpo hasta que le dio en la cara y tuvo pestañear para evitar que los ojos le llorasen.
—El Ministerio de la Magia les desea un día agradable —dijo la voz de la mujer.
La puerta de la cabina de teléfono se abrió con un resorte y el señor Weasley caminó fuera, seguido por Harry y Emily con la boca abierta.
Estaban parados en un extremo de un pasillo muy largo y espléndido, con un suelo de madera oscura muy pulida. Las paredes a cada lado eran de oscura y brillante madera artesonada y tenían muchas chimeneas doradas fijadas en ellas. Cada pocos segundos una bruja o un mago emergían de una de las chimeneas de izquierdas. En el lado derecho, había formadas pequeñas colas delante de cada chimenea esperando para partir.
En el centro del pasillo había una fuente y muchas cosas.
Vio a muchas brujas y magos, la mayoría de ellos de aspecto malhumorado. Ella miro al señor Weasley y a Harry.
—Por aquí —dijo el señor Weasley. Cruzaron la puerta, caminando a su manera entre los trabajadores del ministerio, algunos llevaban pilas de pergaminos, otros carteras estropeadas y otros leían el diario El Profeta mientras caminaban.
Al pasar por la fuente Harry y Emily vieron Sickles de plata y Knuts de bronce en el del fondo del estanque. En un pequeño cartel se podía leer:
‘‘TODOS LOS INGRESOS DE LA FUENTE DE LA HERMANDAD MÁGICA SERÁN DONADOS AL HOSPITAL SAN MUNGO PARA ENFERMEDADES Y LESIONES MÁGICAS’’.
Emily pensó, iba a acercarse a la fuente pero el señor Weasley la interrumpió, se dirigieron hacia las puertas de oro, había un mago de traje azul pavo real sentado en un escritorio que tenía un cartel de ‘‘Seguridad’’. El mago estaba leyendo El Profeta.
—Vengo aquí con un acompañante y a un visitante —dijo el señor Weasley, señalando a Emily y a Harry.
—Caminen hasta aquí —dijo el mago con voz aburrida.
Emily se acercó primero y el mago cogió una barra de oro larga, delgada y flexible como una antena de auto, y la pasó arriba y abajo por delante y por detrás de Emily.
—Varita… —gruñó el mago de seguridad a Emily, dejando el instrumento de oro y extendiendo su mano.
Ella entregó su varita y el mago la metió a un extraño instrumento de cobre, parecía muy pesado. Eso comenzó a vibrar y una tira estrecha de pergamino salió de la ranura de aquella cosa. El mago la cortó y leyó lo que estaba escrito en él.
—Doce pulgadas, madera de cedro y centro de dragón, cuatro años de uso... ¿Correcto?
—Sí…
—Yo guardo esto —dijo el mago, clavando el trozo de pergamino en un pequeño punto de cobre amarillo—. Te devuelvo esto otro —añadió, empujando la varita hacia Emily, a quién casi se le cae al tomarla.
—Gracias…
Los ojos del mago fueron desde la placa de Emily hasta su frente.
Lo mismo pasó con Harry, y Arthur le agradeció. Se dirigieron lejos del escritorio y empujado levemente por la muchedumbre, ellos siguieron al señor Weasley a través de las puertas en el pasillo más pequeño más allá, donde había por lo menos veinte ascensores detrás de unas parrillas de oro labradas. Al final, se unieron a la murchedumbre y entraron a un ascensor. El señor Weasley se encontró con un mago y hablaron. Harry se encontró aplastado contra la pared de atrás. Varias brujas y magos le miraban con curiosidad y él miro hacia abajo, encogiéndose, avergonzado, Emily rió y Harry la vio, y cuando lo hizo, la muchacha dejo de reír y miro hacia otro lado.
El ascensor subió con un traqueteo de cadenas, mientras que la misma voz femenina del ascensor empezó a hablar, Emily seguía mirando a Harry y luego dejaba de hacerlo.
En su mente pasaban muchas cosas como: ¿Por qué olorose su perfume? ¿Por qué tuve que acercarme tanto? ¿Por qué…?
Infinitos ‘’por qué’’ pasaban por su cabeza, era perturbarte que solo pensara en el incidente de aquella mañana, aunque era gracioso pensarlo de una manera distinta.
El señor Weasley y Harry empezaron a salir del ascensor y Emily se apresuró en hacerlo también. Estaban en un piso con muchas puertas y muchos aurores estaban allí. Emily pudo ver como el señor Fudge hablaba con uno de ellos. De seguro él sabía dónde estaba su viejo amigo.
Ella vio a Harry pero luego de eso, lo perdió de vista, igual que al señor Weasley. Se extrañó y empezó a caminar, viendo en donde podrían estar, pero no los encontró.
Vaya, me perdí… ¡Bien hecho, Black!
Pero lo pensó bien y pudo seguir con su plan. El señor Fudge iba a tomar el ascensor, ella se apresuró también lo hizo ‘‘por casualidad’’.
—Hola, señor Fudge —dijo ella, intentando parecer normal.
—Hola señorita… —dijo él, mirando su placa— Emily… Black… —murmuró y luego se impresiono— ¡Una Black! Aquí en el…
—Señor, yo no soy como mi familia, si usted piensa eso.
—Usted es hija de Sirius Black, debe de ser igual a él…
—Sabe, yo no le vengo a hablar de él. Así que no meta a mi padre en esto, señor Fudge.
—Bien, bien… —Fudge se rascó la nuca—, ¿y de qué me quiere hablar? Por qué al hablarme así…
—¿Usted sabe donde trabaja Weasley?
—En el piso que estuvimos…
—No, el otro Weasley —dijo remarcando la palabra ‘‘otro’’.
—Ah, Weatherby, sí… Por aquí, sígame… —dijo mientras la puerta del ascensor se abrió y salió, ella, algo confusa como había llamado a ese Weasley, lo siguió.
Llegaron a una puerta, en donde ella no pudo ver por donde quedaba. Fudge desapareció de repente, y ella toco a la puerta, un ‘‘Adelante’’ se escuchó por dentro de aquel despacho y entró.
—Hola, viejo amigo —ironizo ella.
—Emily… —dijo él, algo sorprendido— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vaya, ni siquiera un hola, que educado —dijo entrando—, bonito lugar —ironizo nuevamente—.
—Hola —dijo cortante—, deberías estar en tu casa…
—Debería, pero no estoy allí.
—Me estás diciendo que…
—No, no me escape ni nada, si a eso te refieres. Vine con tú padre…
—Mi padre… —murmuró mientras se paraba de su escritorio—. ¿Y por qué viniste a hablarme? Y reitero, ¿Qué haces aquí?
—Acompañe a Harry, a su audición y de paso vine a verte, es un gusto —sonrió falsamente.
—Vaya, Entonces…
—Entonces, te quería decir unas cosas —lo interrumpió y hubo un silencio cómodo para Emily.
Ella empezó a acercarse a él lentamente, mirándolo.
—Eres un idiota, un cobarde, un traidor a tu familia… —murmuro teniéndolo frente a ella—. Abandonar así a tu familia y creerle más al ministerio… me das vergüenza Weasley. ¡Pomposo, estúpido, desleal! ¡Te odio! —exclamo pegándole en el pecho.
Percy estaba sorprendido, se alejó un poco e iba a hablar, pero Emily se lo impidió enseguida:
—¡Y no vengas con tus ‘‘El ministerio es mi prioridad’’ por favor! —Estaba sumamente enojada—. ¿Acaso no te da vergüenza traicionar así a tu familia? ¡Responde!
—Emily, no tienes por qué meterte en asuntos de mi familia y yo —dijo, cortante.
—¡Ah! Ahora que me acuerdo, tú ya no existes para tu familia, ni para mí.
—¿Yo te importo acaso?
—Sí, Percival… ¡Tú me importabas y yo te quería!…—exclamo alzando las manos— No, eso no es lo adecuando, ¡yo te amaba! Pero veo que no vale la pena.
Él se quedó sin aliento por así decirlo. Eso debió ser como un balde de agua fría.
Xio
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