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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Hola, soy nueva lectora.
Contra esta novela esta mas que misteriosa y me gusta.
Siguelaa :))
Contra esta novela esta mas que misteriosa y me gusta.
Siguelaa :))
kimariie
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
hola new reader me encanta la nove es una de las mejors q e leido
no se porq pero presiento q zayn es vampiro como casi nunca come y toma ese likido extraño
drina me da mala espina se q ella mato a evageline
jajajaj yo y mis sospechas , lo cierto esq me encantan las noves de misterio creo q son las mejores
bye
no se porq pero presiento q zayn es vampiro como casi nunca come y toma ese likido extraño
drina me da mala espina se q ella mato a evageline
jajajaj yo y mis sospechas , lo cierto esq me encantan las noves de misterio creo q son las mejores
bye
ale maslow malik
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
NUEVA LECTORAAAAAAAAAAAAAAAAAA SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA *-*
Alejandra257
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Su actitud es tan sjdkskds aunque aveces me dan ganas de golpearlo por lo de Drina XDnarrysgirl escribió:ay Diojjj le va a caer en la movida al misterioso de Zaynie, el Zayn misterioso y tenebroso me encanta :baba:quiero uno asíiiii bueno síguela
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Hola:D bienvenida ¿como te llamas?kimariie escribió:Hola, soy nueva lectora.
Contra esta novela esta mas que misteriosa y me gusta.
Siguelaa :))
Sí yo siempre por lo general subo novelas de misterio XD bueno adaptadas las que yo hago son otro genero, pero está es muy misteriosa pero pronto se sabra todo.
La sigo en un rato:D
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Hola Ale :D bienvenida, sjdkskdks y eso que no has leído otra que subi que se llama "Lazos de sangre" esa si es de vampiros y esta como para morirse sdjsjksjale maslow malik escribió:hola new reader me encanta la nove es una de las mejors q e leido
no se porq pero presiento q zayn es vampiro como casi nunca come y toma ese likido extraño
drina me da mala espina se q ella mato a evageline
jajajaj yo y mis sospechas , lo cierto esq me encantan las noves de misterio creo q son las mejores
bye
Pues eso te lo dejo en suspenso:D
Drina me cae mal ._. aparte de que ella tiene mucho que ver con Zayn y con la misma rayis._. no se me haría raro XD la asesina de Drina.
sjdkskdks si las de misterio pero con romances son las mejores
bye<3
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Hola Alejandra :DDDD qué gusto verte por aca también, bienvenida, la sigo alrato :DAlejandra257 escribió:NUEVA LECTORAAAAAAAAAAAAAAAAAA SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA *-*
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
XD Ahora tendras que llegarle al 22 XDHoranNovelsMS escribió:AGUANTELE ELY, QUE APENAS Y COMIENZO CON EL CAPÍTULO 16 XDDD
TE AMO BITCH.
yo más
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
La sigo más alrato cuando termine el partido xp jajaAnna Payne1D escribió:Sigue cielo x
TQTQTQTQ,ANNA<3
TQM <3
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Capítulo 23
♣
Zayn vive en un vecindario cerrado por una verja de seguridad. Un detalle que Riley curiosamente olvidó mencionar. Imagino que, puesto que la presencia de enormes barras de acero y guardas uniformados no puede detener a alguien como ella, no le pareció importante. No obstante, supongo que eso tampoco puede detener a alguien como yo, porque solo me hace falta saludar a la vigilante y decirle:
—Hola, soy Megan Foster. He venido a ver a Jody Howard. La mujer consulta la pantalla de su ordenador en busca del nombre que yo sé que aparece en la tercera posición de la lista.
—Ponga esto en la ventanilla del lado del conductor —me dice tiempo que me entrega un trozo de papel amarillo con la palabra « VISITANTE » y la fecha bien claras en la parte delantera—. Y no aparque en el lado izquierdo de la calle, solo en el derecho. —Se despide con un gesto de la cabeza y regresa a su cabina mientras yo atravieso las puertas de la verja con la esperanza de que no se fije en que paso de largo la calle de Jody para dirigirme hacia la de Zayn. Casi he llegado a la cima de la colina cuando veo la siguiente calle de mi lista y, después de girar a la izquierda un par de veces, me detengo al final de su manzana, apago el motor… y me doy cuenta de que he perdido el coraje.
¿Acaso soy una de esas novias psicópatas o algo así? ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría pedirle a su difunta hermana muerta que espiara a su novio?
No obstante, nada en mi vida es ni remotamente normal, así que ¿por qué mi relación iba a ser diferente? Me quedo sentada en el coche, concentrada en mi respiración, luchando por mantenerla a un ritmo normal a pesar de que mi corazón parece querer salirse del pecho y tengo las palmas de las manos empapadas de sudor. Y cuando echo un vistazo al limpio, organizado y próspero vecindario, me doy cuenta de que no podría haber elegido un día peor para hacer esto. En primer lugar, hace un día espléndido, cálido y soleado, lo que significa que a todo el mundo le entran ganas de montar en bici, de pasear al perro o de trabajar en el jardín; es decir, las peores condiciones para espiar que uno podría pedir. Y puesto que me he pasado todo el viaje en coche obsesionada con llegar y no he pensado qué haría cuando estuviera aquí, no tengo ningún plan. Sin embargo, es posible que eso no importe mucho de todas formas. ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? ¿Que me pillen y que Zayn se entere de que soy un bicho raro de verdad? Después de la forma empalagosa, angustiosa y desesperada en que me he comportado esta mañana, es probable que ya lo sepa. Salgo del coche y me dirijo hacia su casa, la que está al final del callejón sin salida, la que tiene plantas tropicales y un césped bien cuidado. Pero no avanzo de forma sigilosa, ni me escondo; no hago nada que pueda atraer la atención. Me limito a caminar hacia delante, como si tuviera todo el derecho del mundo a estar allí, hasta que llego a las enormes puertas de la entrada, y entonces me pregunto qué hacer. Doy un paso atrás y echo un vistazo a las ventanas.
En algunas, las persianas están bajadas, y, en otras, las cortinas corridas; y aunque no tengo ni la menor idea de qué decir, me muerdo el labio, llamó al timbre y espero conteniendo la respiración. No obstante, después de que pasen unos minutos sin que nadie responda, llamo una vez más. Como sigue sin venir nadie, giro el picaporte, compruebo que la puerta está cerrada y, tras asegurarme de que ninguno de los vecinos me está vigilando, bajo por el paseo, me cuelo por la puerta lateral y me escabullo por la parte trasera. Permanezco pegada al edificio. Apenas le echo un fugaz vistazo a la piscina, las plantas y las asombrosas vistas del mar embravecido mientras camino hacia la puerta de cristal, que, por supuesto, también está cerrada. Y justo cuando estoy a punto de rendirme y volver a casa, oigo una voz en mi cabeza que me apremia: « La ventana, la que está junto al fregadero ».
Y me acerco sin vacilar para descubrir que está entreabierta, lo justo para que pueda introducir los dedos por debajo y abrirla del todo. Coloco las manos en el borde y hago uso de todas mis fuerzas para alzarme hasta el interior. Y, en el momento en que pongo los pies en el suelo, me extralimito oficialmente. No debería continuar. No tengo derecho a hacer esto. Debería volver a saltar afuera y correr hasta el coche. Regresar a mi tranquilo hogar mientras aún puedo hacerlo. Sin embargo, esa vocecilla de mi cabeza me insta a continuar y, puesto que ya he llegado bastante lejos, supongo que puedo averiguar hasta dónde me lleva. Examino la enorme cocina vacía, el estudio desnudo, el comedor sin mesas ni sillas y el cuarto de baño, que solo tiene una pequeña pastilla de jabón y una toalla negra.
Riley tenía razón: este lugar parece siniestro y abandonado; no hay objetos personales, no hay fotos ni libros. No hay más que oscuros suelos de madera, deslumbrantes paredes blancas, alacenas vacías y una nevera llena de incontables botellas con ese extraño líquido rojo. Cuando llego a la sala de estar, veo el televisor de plasma que Riley mencionó, un sillón reclinable que no mencionó, y un enorme montón de DVD en idiomas extranjeros cuyos títulos soy incapaz de traducir. Me detengo al pie de las escaleras, sabiendo que debería marcharme, que ya he visto más que suficiente. Sin embargo, algo que no puedo identificar insiste en que siga adelante. Me aferro al pasamanos y me encojo al oír el crujido de los escalones, cuyos lamentos resuenan alto y claro en el amplio espacio vacío de la casa. Cuando consigo llegar al descansillo, me encuentro cara a cara con la puerta que Riley encontró cerrada. Solo que esta vez no tiene echado el pestillo y está ligeramente entreabierta. Me acerco con sigilo a ella y apelo a la vocecilla de mi cabeza, desesperada por un poco de ayuda. Sin embargo, la única respuesta que recibo cuando apoyo la palma de la mano sobre la hoja de madera es el latido de mi propio corazón. Y no puedo evitar quedarme boquiabierta cuando abro la puerta del todo y descubro una habitación tan ornamentada, formal y majestuosa que parece salida del palacio de Versalles. Hago una pausa en el vano de la puerta mientras me esfuerzo por contemplarlo todo. Los delicados tapices, las alfombras antiguas, las lámparas de araña de cristal, las gruesas cortinas de seda, el sofá de terciopelo, la mesa con tablero de mármol llena de libros. En las paredes, toda la zona comprendida entre las molduras del techo y los paneles de madera está cubierta de largos cuadros con marcos dorados... y todos ellos representan a Zayn con distintos disfraces que abarcan diferentes siglos. En uno de ellos aparece pintado a lomos de un semental blanco, con una espada al costado y la misma chaqueta que llevaba puesta la noche de Halloween. Me acerco a ese cuadro y busco con la mirada el agujero del hombro, la zona deshilachada que él achacó en broma al fuego de artillería. Me quedo atónita al descubrir que también aparece en la pintura y deslizo el dedo por encima mientras me pregunto, fascinada, qué clase de extraño y elaborado embuste ha inventado Zayn. E, instantes después, mis dedos topan con la pequeña placa de bronce que hay en la parte inferior y que reza:
Todos los libros están dedicados a « Zayn Jawaad Malik Army », a « Zayn Malik », a « Zayn Army » o solo a « Zayn ». Y todos ellos están firmados por autores que llevan muertos más de un siglo.
Cierro los ojos y trato de concentrarme en aminorar el ritmo de la respiración y el de los latidos de mi corazón, de controlar el temblor de mis manos diciéndome que aquello no es más que una especie de broma, que Zayn no es más que un tío chiflado por la historia, un coleccionista de antigüedades, un falsificador de obras de arte que ha llegado demasiado lejos. Quizá estas cosas no sean más que valiosas reliquias familiares heredadas de un largo linaje de tataratataratatarabuelos que llevan el mismo nombre y guardan un increíble parecido con él.
Pero cuando miro a mi alrededor, el escalofrío que recorre mi espalda revela la innegable verdad: estas cosas no son simples antigüedades ni reliquias familiares.
Son las posesiones personales de Zayn, los objetos predilectos que ha ido atesorando con el paso de los años. Me pongo en pie con bastante dificultad y camino hasta el pasillo; me siento confusa, inestable, desesperada por escapar de esta espeluznante habitación, de este horrible, llamativo y recargado mausoleo, de esta casa semejante a una cripta. Quiero alejarme cuanto me sea posible de este lugar y no regresar nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia. No he hecho más que llegar al pie de las escaleras cuando oigo un chillido desgarrador seguido de un gemido apagado y, sin pensármelo dos veces, empiezo a correr hasta el final del pasillo siguiendo el sonido. Cuando atravieso la puerta, me encuentro a Zayn en el suelo, con la ropa desgarrada y la cara cubierta de sangre mientras Haven forcejea y gime bajo él.
— ¡_____! —grita Zayn, que se pone en pie de un salto y me sujeta. Yo arremeto contra él, lucho y le doy patadas, desesperada por llegar hasta mi amiga.
— ¿Qué le has hecho a Haven? —pregunto a voz en grito. Paseo la vista entre ellos y me fijo en la piel pálida de Haven, que tiene los ojos en blanco. Sé que no hay tiempo que perder.
—_____, para, por favor —me pide Zayn. Su voz parece demasiado segura, demasiado tranquila teniendo en cuenta las comprometedoras circunstancias en las que se encuentra.
— ¿Qué le has hecho a Haven? —grito con todas mis fuerzas. Le doy patadas, puñetazos, mordiscos, arañazos… Echo mano de todas mis fuerzas, pero no soy rival para él. Zayn se limita a sujetarme con una mano mientras encaja mis golpes sin inmutarse.
—_____, por favor, deja que te lo explique —dice al tiempo que esquiva una furiosa patada. Clavo la vista en mi amiga, que sangra profusamente (abundantemente) y gime de dolor, y una terrible idea cruza mi mente: "¡Esta es la razón por la que quería mantenerme alejada de aquí!".
— ¡No! ¡No es por eso! Estás muy equivocada. Sí, es cierto que no quería que vieses esto, pero no por los motivos que piensas. Me sostiene en alto y mis piernas cuelgan como las de una muñeca de trapo. A pesar de que no dejo de darle patadas y puñetazos, él ni siquiera está sudando. Pero no me preocupa Zayn. Ni siquiera me preocupo por mí. Lo único que me importa es Haven, cuyos labios empiezan a ponerse azules. Su respiración es cada vez más débil.
— ¿Qué le has hecho? —Clavo en él una mirada asesina con todo el odio que consigo reunir. « ¿Qué le has hecho a Haven, maldito monstruo? » (OMAIGAD)
—_____, por favor, tienes que escucharme —me ruega con una mirada suplicante. Y a pesar de la rabia que me invade, de la adrenalina que recorre mis venas, todavía puedo sentir el lánguido y cálido hormigueo que provocan sus manos sobre mi piel, así que lucho con todas mis fuerzas para ignorarlo. Chillo, grito y sacudo los pies en busca de sus partes más vulnerables, pero siempre fallo, ya que él es mucho más rápido que yo. —Tú no puedes ayudarla, créeme. El único que puede hacerlo soy yo.
— ¡Tú no la estás ayudando, la estás matando! —le grito. Él sacude la cabeza y me mira; su rostro parece agotado cuando susurra:
—De eso nada. Intento alejarme de él una vez más, pero es inútil, no puedo vencerlo.
Así pues, me quedo quieta y cierro los ojos, rendida. Pienso: « De modo que así es como ocurre. Así es como voy a morir ». Y en el momento en que Zayn afloja las manos, le doy una patada con todas mis fuerzas en la entrepierna, logrando que me suelte y me deje caer al suelo. Corro hacia Haven y sujeto su muñeca cubierta de sangre para buscarle el pulso. No puedo apartar los ojos de los dos pequeños agujeros que hay en el centro del repugnante tatuaje y comienzo a suplicar que siga respirando, que aguante. Y justo cuando cojo el teléfono para llamar a urgencias, Zayn aparece detrás de mí, me quita el teléfono de la mano y dice: —Esperaba no tener que hacer esto.
—Hola, soy Megan Foster. He venido a ver a Jody Howard. La mujer consulta la pantalla de su ordenador en busca del nombre que yo sé que aparece en la tercera posición de la lista.
—Ponga esto en la ventanilla del lado del conductor —me dice tiempo que me entrega un trozo de papel amarillo con la palabra « VISITANTE » y la fecha bien claras en la parte delantera—. Y no aparque en el lado izquierdo de la calle, solo en el derecho. —Se despide con un gesto de la cabeza y regresa a su cabina mientras yo atravieso las puertas de la verja con la esperanza de que no se fije en que paso de largo la calle de Jody para dirigirme hacia la de Zayn. Casi he llegado a la cima de la colina cuando veo la siguiente calle de mi lista y, después de girar a la izquierda un par de veces, me detengo al final de su manzana, apago el motor… y me doy cuenta de que he perdido el coraje.
¿Acaso soy una de esas novias psicópatas o algo así? ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría pedirle a su difunta hermana muerta que espiara a su novio?
No obstante, nada en mi vida es ni remotamente normal, así que ¿por qué mi relación iba a ser diferente? Me quedo sentada en el coche, concentrada en mi respiración, luchando por mantenerla a un ritmo normal a pesar de que mi corazón parece querer salirse del pecho y tengo las palmas de las manos empapadas de sudor. Y cuando echo un vistazo al limpio, organizado y próspero vecindario, me doy cuenta de que no podría haber elegido un día peor para hacer esto. En primer lugar, hace un día espléndido, cálido y soleado, lo que significa que a todo el mundo le entran ganas de montar en bici, de pasear al perro o de trabajar en el jardín; es decir, las peores condiciones para espiar que uno podría pedir. Y puesto que me he pasado todo el viaje en coche obsesionada con llegar y no he pensado qué haría cuando estuviera aquí, no tengo ningún plan. Sin embargo, es posible que eso no importe mucho de todas formas. ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? ¿Que me pillen y que Zayn se entere de que soy un bicho raro de verdad? Después de la forma empalagosa, angustiosa y desesperada en que me he comportado esta mañana, es probable que ya lo sepa. Salgo del coche y me dirijo hacia su casa, la que está al final del callejón sin salida, la que tiene plantas tropicales y un césped bien cuidado. Pero no avanzo de forma sigilosa, ni me escondo; no hago nada que pueda atraer la atención. Me limito a caminar hacia delante, como si tuviera todo el derecho del mundo a estar allí, hasta que llego a las enormes puertas de la entrada, y entonces me pregunto qué hacer. Doy un paso atrás y echo un vistazo a las ventanas.
En algunas, las persianas están bajadas, y, en otras, las cortinas corridas; y aunque no tengo ni la menor idea de qué decir, me muerdo el labio, llamó al timbre y espero conteniendo la respiración. No obstante, después de que pasen unos minutos sin que nadie responda, llamo una vez más. Como sigue sin venir nadie, giro el picaporte, compruebo que la puerta está cerrada y, tras asegurarme de que ninguno de los vecinos me está vigilando, bajo por el paseo, me cuelo por la puerta lateral y me escabullo por la parte trasera. Permanezco pegada al edificio. Apenas le echo un fugaz vistazo a la piscina, las plantas y las asombrosas vistas del mar embravecido mientras camino hacia la puerta de cristal, que, por supuesto, también está cerrada. Y justo cuando estoy a punto de rendirme y volver a casa, oigo una voz en mi cabeza que me apremia: « La ventana, la que está junto al fregadero ».
Y me acerco sin vacilar para descubrir que está entreabierta, lo justo para que pueda introducir los dedos por debajo y abrirla del todo. Coloco las manos en el borde y hago uso de todas mis fuerzas para alzarme hasta el interior. Y, en el momento en que pongo los pies en el suelo, me extralimito oficialmente. No debería continuar. No tengo derecho a hacer esto. Debería volver a saltar afuera y correr hasta el coche. Regresar a mi tranquilo hogar mientras aún puedo hacerlo. Sin embargo, esa vocecilla de mi cabeza me insta a continuar y, puesto que ya he llegado bastante lejos, supongo que puedo averiguar hasta dónde me lleva. Examino la enorme cocina vacía, el estudio desnudo, el comedor sin mesas ni sillas y el cuarto de baño, que solo tiene una pequeña pastilla de jabón y una toalla negra.
Riley tenía razón: este lugar parece siniestro y abandonado; no hay objetos personales, no hay fotos ni libros. No hay más que oscuros suelos de madera, deslumbrantes paredes blancas, alacenas vacías y una nevera llena de incontables botellas con ese extraño líquido rojo. Cuando llego a la sala de estar, veo el televisor de plasma que Riley mencionó, un sillón reclinable que no mencionó, y un enorme montón de DVD en idiomas extranjeros cuyos títulos soy incapaz de traducir. Me detengo al pie de las escaleras, sabiendo que debería marcharme, que ya he visto más que suficiente. Sin embargo, algo que no puedo identificar insiste en que siga adelante. Me aferro al pasamanos y me encojo al oír el crujido de los escalones, cuyos lamentos resuenan alto y claro en el amplio espacio vacío de la casa. Cuando consigo llegar al descansillo, me encuentro cara a cara con la puerta que Riley encontró cerrada. Solo que esta vez no tiene echado el pestillo y está ligeramente entreabierta. Me acerco con sigilo a ella y apelo a la vocecilla de mi cabeza, desesperada por un poco de ayuda. Sin embargo, la única respuesta que recibo cuando apoyo la palma de la mano sobre la hoja de madera es el latido de mi propio corazón. Y no puedo evitar quedarme boquiabierta cuando abro la puerta del todo y descubro una habitación tan ornamentada, formal y majestuosa que parece salida del palacio de Versalles. Hago una pausa en el vano de la puerta mientras me esfuerzo por contemplarlo todo. Los delicados tapices, las alfombras antiguas, las lámparas de araña de cristal, las gruesas cortinas de seda, el sofá de terciopelo, la mesa con tablero de mármol llena de libros. En las paredes, toda la zona comprendida entre las molduras del techo y los paneles de madera está cubierta de largos cuadros con marcos dorados... y todos ellos representan a Zayn con distintos disfraces que abarcan diferentes siglos. En uno de ellos aparece pintado a lomos de un semental blanco, con una espada al costado y la misma chaqueta que llevaba puesta la noche de Halloween. Me acerco a ese cuadro y busco con la mirada el agujero del hombro, la zona deshilachada que él achacó en broma al fuego de artillería. Me quedo atónita al descubrir que también aparece en la pintura y deslizo el dedo por encima mientras me pregunto, fascinada, qué clase de extraño y elaborado embuste ha inventado Zayn. E, instantes después, mis dedos topan con la pequeña placa de bronce que hay en la parte inferior y que reza:
ZAYN JAWAAD MALIK ARMY
MAYO DE 1775
Me vuelvo hacia el que está al lado y mi corazón late con fuerza mientras contemplo el retrato de un Zayn serio, ataviado con un austero traje negro y rodeado de un fondo azul, cuya placa dice:
ZAYN MALIK
RETRATO PINTADO POR PABLO PICASSO EN 1902
El cuadro que hay más allá está lleno de remolinos de textura intensa, y en la placa pone:
ZAYN ARMY
RETRATO PINTADO POR VINCENT VAN GOGH
Y la historia se repite, ya que en las cuatro paredes hay retratos de Zayn firmados por todos los grandes maestros. Me dejo caer en el sofá con los ojos vidriosos y las piernas flojas; mi mente baraja un millar de posibilidades, a cuál más ridicula. Luego cojo el libro que me queda más a mano, paso la página del título y leo:
Para Zayn Jawaad Malik Army.
Está firmado por William Shakespeare.
Lo dejo caer al suelo y cojo el siguiente:
« Cumbres borrascosas », para Zayn Malik.
Firmado por Emily Brontë.
MAYO DE 1775
Me vuelvo hacia el que está al lado y mi corazón late con fuerza mientras contemplo el retrato de un Zayn serio, ataviado con un austero traje negro y rodeado de un fondo azul, cuya placa dice:
ZAYN MALIK
RETRATO PINTADO POR PABLO PICASSO EN 1902
El cuadro que hay más allá está lleno de remolinos de textura intensa, y en la placa pone:
ZAYN ARMY
RETRATO PINTADO POR VINCENT VAN GOGH
Y la historia se repite, ya que en las cuatro paredes hay retratos de Zayn firmados por todos los grandes maestros. Me dejo caer en el sofá con los ojos vidriosos y las piernas flojas; mi mente baraja un millar de posibilidades, a cuál más ridicula. Luego cojo el libro que me queda más a mano, paso la página del título y leo:
Para Zayn Jawaad Malik Army.
Está firmado por William Shakespeare.
Lo dejo caer al suelo y cojo el siguiente:
« Cumbres borrascosas », para Zayn Malik.
Firmado por Emily Brontë.
Todos los libros están dedicados a « Zayn Jawaad Malik Army », a « Zayn Malik », a « Zayn Army » o solo a « Zayn ». Y todos ellos están firmados por autores que llevan muertos más de un siglo.
Cierro los ojos y trato de concentrarme en aminorar el ritmo de la respiración y el de los latidos de mi corazón, de controlar el temblor de mis manos diciéndome que aquello no es más que una especie de broma, que Zayn no es más que un tío chiflado por la historia, un coleccionista de antigüedades, un falsificador de obras de arte que ha llegado demasiado lejos. Quizá estas cosas no sean más que valiosas reliquias familiares heredadas de un largo linaje de tataratataratatarabuelos que llevan el mismo nombre y guardan un increíble parecido con él.
Pero cuando miro a mi alrededor, el escalofrío que recorre mi espalda revela la innegable verdad: estas cosas no son simples antigüedades ni reliquias familiares.
Son las posesiones personales de Zayn, los objetos predilectos que ha ido atesorando con el paso de los años. Me pongo en pie con bastante dificultad y camino hasta el pasillo; me siento confusa, inestable, desesperada por escapar de esta espeluznante habitación, de este horrible, llamativo y recargado mausoleo, de esta casa semejante a una cripta. Quiero alejarme cuanto me sea posible de este lugar y no regresar nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia. No he hecho más que llegar al pie de las escaleras cuando oigo un chillido desgarrador seguido de un gemido apagado y, sin pensármelo dos veces, empiezo a correr hasta el final del pasillo siguiendo el sonido. Cuando atravieso la puerta, me encuentro a Zayn en el suelo, con la ropa desgarrada y la cara cubierta de sangre mientras Haven forcejea y gime bajo él.
— ¡_____! —grita Zayn, que se pone en pie de un salto y me sujeta. Yo arremeto contra él, lucho y le doy patadas, desesperada por llegar hasta mi amiga.
— ¿Qué le has hecho a Haven? —pregunto a voz en grito. Paseo la vista entre ellos y me fijo en la piel pálida de Haven, que tiene los ojos en blanco. Sé que no hay tiempo que perder.
—_____, para, por favor —me pide Zayn. Su voz parece demasiado segura, demasiado tranquila teniendo en cuenta las comprometedoras circunstancias en las que se encuentra.
— ¿Qué le has hecho a Haven? —grito con todas mis fuerzas. Le doy patadas, puñetazos, mordiscos, arañazos… Echo mano de todas mis fuerzas, pero no soy rival para él. Zayn se limita a sujetarme con una mano mientras encaja mis golpes sin inmutarse.
—_____, por favor, deja que te lo explique —dice al tiempo que esquiva una furiosa patada. Clavo la vista en mi amiga, que sangra profusamente (abundantemente) y gime de dolor, y una terrible idea cruza mi mente: "¡Esta es la razón por la que quería mantenerme alejada de aquí!".
— ¡No! ¡No es por eso! Estás muy equivocada. Sí, es cierto que no quería que vieses esto, pero no por los motivos que piensas. Me sostiene en alto y mis piernas cuelgan como las de una muñeca de trapo. A pesar de que no dejo de darle patadas y puñetazos, él ni siquiera está sudando. Pero no me preocupa Zayn. Ni siquiera me preocupo por mí. Lo único que me importa es Haven, cuyos labios empiezan a ponerse azules. Su respiración es cada vez más débil.
— ¿Qué le has hecho? —Clavo en él una mirada asesina con todo el odio que consigo reunir. « ¿Qué le has hecho a Haven, maldito monstruo? » (OMAIGAD)
—_____, por favor, tienes que escucharme —me ruega con una mirada suplicante. Y a pesar de la rabia que me invade, de la adrenalina que recorre mis venas, todavía puedo sentir el lánguido y cálido hormigueo que provocan sus manos sobre mi piel, así que lucho con todas mis fuerzas para ignorarlo. Chillo, grito y sacudo los pies en busca de sus partes más vulnerables, pero siempre fallo, ya que él es mucho más rápido que yo. —Tú no puedes ayudarla, créeme. El único que puede hacerlo soy yo.
— ¡Tú no la estás ayudando, la estás matando! —le grito. Él sacude la cabeza y me mira; su rostro parece agotado cuando susurra:
—De eso nada. Intento alejarme de él una vez más, pero es inútil, no puedo vencerlo.
Así pues, me quedo quieta y cierro los ojos, rendida. Pienso: « De modo que así es como ocurre. Así es como voy a morir ». Y en el momento en que Zayn afloja las manos, le doy una patada con todas mis fuerzas en la entrepierna, logrando que me suelte y me deje caer al suelo. Corro hacia Haven y sujeto su muñeca cubierta de sangre para buscarle el pulso. No puedo apartar los ojos de los dos pequeños agujeros que hay en el centro del repugnante tatuaje y comienzo a suplicar que siga respirando, que aguante. Y justo cuando cojo el teléfono para llamar a urgencias, Zayn aparece detrás de mí, me quita el teléfono de la mano y dice: —Esperaba no tener que hacer esto.
CHICAS HAGAMOS ESTO MÁS INTERESANTE:
Ustedes van a escribir en su comentario que creen que es Zayn, déjenme decirles que la respuesta está muy clara, enserio no se como no se darían cuenta, está justo enfrente de sus narices._. posiblemente lo sabían desde el inicio.
La que gane va a decirme cuantos capítulos quiere que suba, no importa si son 5, 7, 10 los que sean, yo los subire.
Ustedes van a escribir en su comentario que creen que es Zayn, déjenme decirles que la respuesta está muy clara, enserio no se como no se darían cuenta, está justo enfrente de sus narices._. posiblemente lo sabían desde el inicio.
La que gane va a decirme cuantos capítulos quiere que suba, no importa si son 5, 7, 10 los que sean, yo los subire.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Soy Michelle de Puerto Rico :))Harriet escribió:Hola:D bienvenida ¿como te llamas?kimariie escribió:Hola, soy nueva lectora.
Contra esta novela esta mas que misteriosa y me gusta.
Siguelaa :))
Sí yo siempre por lo general subo novelas de misterio XD bueno adaptadas las que yo hago son otro genero, pero está es muy misteriosa pero pronto se sabra todo.
La sigo en un rato:D
kimariie
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Pues obvio, es un VAMPIROO :)
YA QUIERO CAP! ahhhh
YA QUIERO CAP! ahhhh
kimariie
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
Como aun faltan las demás para poder que creen que es Zayn, les subire cap:)
Capítulo 24
Capítulo 24
♣
Al despertar, estoy tumbada en la cama y Sabine está inclinada sobre mí.
Su rostro refleja el alivio que siente, aunque sus pensamientos son un mar de preocupaciones.
—Hola —me dice con una sonrisa mientras sacude la cabeza—. Debes de haber pasado un fin de semana espectacular…
La miro con los ojos entornados antes de fijarme en el reloj. Y al ver la hora, me levanto de un salto de la cama.
— ¿Te encuentras bien? —pregunta mientras me sigue los pasos—, Ya estabas dormida cuando llegué a casa anoche. No estarás enferma, ¿verdad?
Me encamino hacia la ducha, sin saber muy bien qué responder. Porque aunque no me siento enferma, no puedo creer que haya dormido hasta tan tarde.
— ¿Hay algo que deba saber? ¿Algo que quieras decirme? —pregunta mi tía desde el otro lado de la puerta.
Cierro los ojos y rememoro el fin de semana; recuerdo la playa, a Evangeline, que Zayn se quedó a pasar la noche y me preparó la cena y el desayuno…
—No, no ha pasado nada —contesto al final. —Bueno, pues será mejor que te des prisa si quieres llegar al instituto a tiempo. ¿Seguro que te encuentras bien?
—Sí —respondo, intentando parecer convencida, tajante, tan segura como se puede estar; pero, mientras abro el grifo de la ducha, me doy cuenta de que no sé si estoy mintiendo o no.
Miles se pasa hablando de Eric todo el camino hasta el instituto. Me cuenta paso a paso y con todo lujo de detalles que rompieron a través de un mensaje de texto telefónico el sábado por la noche; intenta convencerme de que no puede importarle menos, de que pasa completamente de él, y eso demuestra que no es cierto.
— ¿Me estás escuchando? —Me mira con el ceño fruncido.
—Por supuesto que sí —murmuro antes de detenerme en el semáforo que se encuentra a una manzana del instituto. Mi mente no deja de repasar lo ocurrido durante mi propio fin de semana, pero todo termina en el desayuno del domingo. Sin importar lo mucho que me esfuerce, no logro recordar nada después de eso.
—No me mientas, ¿eh? —Esboza una sonrisa burlona y mira por la ventanilla—. Si te aburro, solo tienes que decirlo. Porque, créeme, paso completamente de Eric. ¿Te he contado alguna vez aquella ocasión en la que él…?
—Miles, ¿has hablado con Haven? —le pregunto mirándolo un instante antes de que el semáforo se ponga en verde. El hace un gesto negativo.
— ¿Y tú?
—Creo que no. —Piso el acelerador y me pregunto por qué el mero hecho de pronunciar el nombre de mi amiga me llena de pavor.
— ¿No lo crees? —Abre los ojos de par en par y se remueve en el asiento.
—No desde el viernes. Entro en el aparcamiento y mi corazón empieza a latir a toda velocidad cuando veo a Zayn en el lugar de costumbre, esperándome apoyado contra el coche.
—Bueno, al menos uno de nosotros tiene una oportunidad de disfrutar de uno de esos finales de "fueron felices y comieron perdices" —dice Miles señalando con la cabeza a Zayn, que rodea el coche para situarse a mi lado con un tulipán rojo en la mano.
—Buenos días. —Sonríe y me entrega el tulipán antes de darme un beso en la mejilla.
Yo murmuro alguna incoherencia a modo de respuesta y me encamino hacia la verja. Suena el timbre y Miles sale corriendo hacia su clase; Zayn coge mi mano y me conduce hacia la clase de Lengua.
—El señor Robins está de camino —susurra. Me aprieta los dedos cuando pasamos al lado de Stacia, que me mira con el ceño fruncido y saca el pie para ponerme la zancadilla, aunque lo retira en el último momento—. Está dejando el alcohol para intentar recuperar a su mujer. —Sus labios se curvan contra mi oreja mientras yo acelero el paso para alejarme. Ocupo mi sitio y saco los libros, preguntándome por qué la presencia de mi novio me pone tan nerviosa. Luego busco el iPod en el bolsillo secreto y me entra el pánico al darme cuenta de que lo he olvidado en casa.
—No lo necesitas —dice Zayn, que cubre mi mano con la suya y empieza a acariciarme los dedos —. Ahora me tienes a mí. Cierro los ojos. Sé que el señor Robins llegará en tres, dos, uno… —_____ —susurra Zayn. Sus dedos se deslizan sobre las venas de mi muñeca—, ¿te encuentras bien? Aprieto los labios y asiento. —Vale. —Hace una pausa—. Lo he pasado muy bien este fin de semana, y espero que tú también…
Abro los ojos justo en el momento en que entra el señor Robins y me fijo en que sus ojos ya no están tan hinchados y en que su cara no parece tan roja, aunque todavía le tiemblan un poco las manos.
—Ayer lo pasamos bien, ¿no crees? Me giro hacia Zayn y lo miro a los ojos; siento un cálido hormigueo en la piel por el mero hecho de tener su mano sobre la mía. Después asiento para expresar mi acuerdo porque sé que esa es la respuesta que busca; sin embargo, no sé si es cierto.
Las dos horas siguientes no son más que una confusa mezcla de clases y sensación de desconcierto, y no es hasta que llego a la mesa del comedor cuando descubro la verdad sobre lo que ocurrió ayer.
—No puedo creer que se metieran en el agua… —comenta Miles, que me mira mientras remueve el yogur—. ¿Es que no sabían lo fría que está?
—_____ llevaba puesto un traje de neopreno. —Zayn se encoge de hombros—. De hecho, te lo dejaste en mi casa. Le quito el envoltorio al sandwich, pero sigo sin recordar nada. Ni siquiera tengo un traje de neopreno. ¿O sí?
—Hummm, ¿eso no fue el viernes? —pregunto. No puedo evitar ruborizarme cuando, de repente, todo lo sucedido ese día regresa a mi memoria. Zayn sacude la cabeza. —El que hizo surf el viernes fui yo, no tú. Fue el domingo cuando te di unas cuantas lecciones. Arranco la corteza del pan de molde mientras trato de recordarlo, pero sigo en blanco.
—Bueno, ¿y se le da bien o no? —pregunta Miles, que lame su cuchara mientras nos mira alternativamente a los dos.
—Bueno, apenas había olas, así que no pudimos practicar mucho. Nos pasamos la mayor parte del día tumbados en la playa bajo un par de mantas. Y sí, lo cierto es que se le da bastante bien. —Suelta una carcajada. Miro a Zayn y me pregunto si tenía puesto el traje de neopreno bajo las mantas o no; y también qué es lo que ocurrió… si es que ocurrió algo. « ¿Es posible que tratara de enmendar lo sucedido el viernes y después lo bloqueara de tal forma que ahora no puedo recordarlo? » Miles me mira con las cejas enarcadas, pero yo me limito a encogerme de hombros antes de darle un mordisco al sandwich.
— ¿En qué playa estuvieron? —pregunta. Pero como no me acuerdo, miro a Zayn. —En Crystal Cove —contesta él antes de darle un sorbo a su bebida. Miles sacude la cabeza y pone los ojos en blanco.
—Por favor, díganme que no van a convertirse en una de esas parejas en las que los chicos son los que hablan siempre. ¿También pide en tu nombre en los restaurantes? Miro a Zayn, pero, antes de que él pueda responder, Miles añade:
—No, te lo estoy preguntando a ti, _____.
Pienso en las dos únicas veces que hemos comido en un restaurante; una aquel maravilloso día en Disneyland que terminó de una forma tan extraña y la otra el día del hipódromo, cuando ganamos todo aquel dinero.
—Yo me encargo de pedir mi propia comida —respondo. Después lo miro y agrego—: ¿Te importaría prestarme tu Sidekick? Miles se lo saca del bolsillo y me lo pasa.
— ¿Por qué? ¿Has olvidado tu teléfono?
—Sí, y quiero enviarle un mensaje de texto a Haven para saber cómo está. Tengo un extraño presentimiento con respecto a ella. —Sacudo la cabeza; no sé muy bien cómo explicármelo siquiera a mí misma, así que mucho menos a ellos—. No puedo dejar de pensar en ella —añado mientras presiono las teclas del diminuto teclado con el dedo. —Está en casa, enferma —dice Miles—. Tiene la gripe o algo así. Además, está triste por lo de Evangeline, aunque me ha jurado que ya no nos odia.
—Creí que habías dicho que no habías hablado con ella. —Me detengo un instante y lo miro, convencida de que eso fue lo que dijo en el coche.
—Le he enviado un mensaje en clase de Historia.
—Entonces, ¿está bien? —Clavo la mirada en Miles. Tengo el estómago hecho un nudo a causa de los nervios, pero ni siquiera sé por qué motivo.
—Está echando las tripas por la boca y llorando la pérdida de su amiga, pero sí, básicamente, está bien. Le devuelvo el Sidekick, ya que supongo que no tiene sentido molestarla si no se encuentra bien. Instantes después, Zayn coloca su mano sobre mi pierna y Miles sigue hablando de Eric. Yo picoteo del almuerzo mientras asiento y sonrío de vez en cuando, pero no logro deshacerme de la sensación de intranquilidad.
Y, cómo no, el único día que Zayn decide pasar todo el día en el instituto resulta ser el día que yo desearía que se hubiera marchado. Porque cada vez que salgo de clase me lo encuentro junto a la puerta, esperándome para preguntarme si estoy bien. Y la verdad es que empieza a ponerme de los nervios. Así pues, después de clase de Arte, cuando caminamos hacia el aparcamiento y él se ofrece a acompañarme hasta casa, me limito a mirarlo y le digo:
—Bueno, si no te importa, preferiría estar a solas un rato.
— ¿Va todo bien? —pregunta por enésima vez. Asiento y me meto en el coche, impaciente por cerrar la puerta y poner algo de distancia entre nosotros.
—Solo necesito ponerme al día en unas cuantas cosas, pero te veré mañana, ¿de acuerdo? —Y, sin darle la oportunidad de responder, doy marcha atrás y me alejo con el coche.
Cuando llego a casa, me siento tan cansada que me voy directamente a la cama. Mi intención es dormir un rato antes de que venga Sabine y empiece a preocuparse por mí de nuevo. Pero cuando me despierto en mitad de la noche con el corazón a mil por hora y la ropa empapada en sudor, me da la sensación de que no estoy sola en la habitación. Busco la almohada y la aprieto con fuerza, como si las suaves plumas pudieran servirme de escudo. Luego examino el espacio oscuro que hay ante mí y susurro:
— ¿Riley? —No obstante, estoy bastante segura de que no se trata de ella. Contengo la respiración al oír un sonido apagado, algo parecido al de unas zapatillas sobre la alfombra, cerca de las puertas de la terraza. Me sorprendo a mí misma al oírme murmurar:
— ¿Zayn? —Sigo escudriñando la oscuridad, pero soy incapaz de percibir nada aparte de ese suave sonido. Busco a tientas el interruptor de la luz y entorno los párpados ante la súbita claridad. Después me pongo a buscar al intruso. Estoy tan segura de que tengo compañía, tan convencida de que no estoy sola, que casi me siento decepcionada cuando veo que la habitación está vacía. Salgo de la cama de un salto, todavía aferrada a la almohada, y echo el pestillo de la puerta de la terraza. Luego me asomo al interior del armario y miro debajo de la cama del mismo modo que solía hacer mi padre hace ya tanto tiempo, cuando cumplía su deber como ahuyentador del hombre del saco. Pero como no encuentro nada, vuelvo a la cama y me pregunto si es posible que lo que estaba soñando haya despertado todos esos temores. Era un sueño parecido al que tuve una vez, en el que corría a través de un oscuro cañón con un vestido blanco casi transparente que apenas me protegía del frío y que parecía invitar al viento a azotar mi piel. Estaba totalmente helada y, aunque apenas me daba cuenta porque me concentraba solo en correr, mis pies descalzos se hundían en el suelo húmedo y lleno de barro para llevarme hacia un refugio que estaba envuelto por la niebla y que casi no lograba distinguir. Lo único que sé es que corría hacia una luz suave y resplandeciente.
Y que me alejaba de Zayn.
Su rostro refleja el alivio que siente, aunque sus pensamientos son un mar de preocupaciones.
—Hola —me dice con una sonrisa mientras sacude la cabeza—. Debes de haber pasado un fin de semana espectacular…
La miro con los ojos entornados antes de fijarme en el reloj. Y al ver la hora, me levanto de un salto de la cama.
— ¿Te encuentras bien? —pregunta mientras me sigue los pasos—, Ya estabas dormida cuando llegué a casa anoche. No estarás enferma, ¿verdad?
Me encamino hacia la ducha, sin saber muy bien qué responder. Porque aunque no me siento enferma, no puedo creer que haya dormido hasta tan tarde.
— ¿Hay algo que deba saber? ¿Algo que quieras decirme? —pregunta mi tía desde el otro lado de la puerta.
Cierro los ojos y rememoro el fin de semana; recuerdo la playa, a Evangeline, que Zayn se quedó a pasar la noche y me preparó la cena y el desayuno…
—No, no ha pasado nada —contesto al final. —Bueno, pues será mejor que te des prisa si quieres llegar al instituto a tiempo. ¿Seguro que te encuentras bien?
—Sí —respondo, intentando parecer convencida, tajante, tan segura como se puede estar; pero, mientras abro el grifo de la ducha, me doy cuenta de que no sé si estoy mintiendo o no.
Miles se pasa hablando de Eric todo el camino hasta el instituto. Me cuenta paso a paso y con todo lujo de detalles que rompieron a través de un mensaje de texto telefónico el sábado por la noche; intenta convencerme de que no puede importarle menos, de que pasa completamente de él, y eso demuestra que no es cierto.
— ¿Me estás escuchando? —Me mira con el ceño fruncido.
—Por supuesto que sí —murmuro antes de detenerme en el semáforo que se encuentra a una manzana del instituto. Mi mente no deja de repasar lo ocurrido durante mi propio fin de semana, pero todo termina en el desayuno del domingo. Sin importar lo mucho que me esfuerce, no logro recordar nada después de eso.
—No me mientas, ¿eh? —Esboza una sonrisa burlona y mira por la ventanilla—. Si te aburro, solo tienes que decirlo. Porque, créeme, paso completamente de Eric. ¿Te he contado alguna vez aquella ocasión en la que él…?
—Miles, ¿has hablado con Haven? —le pregunto mirándolo un instante antes de que el semáforo se ponga en verde. El hace un gesto negativo.
— ¿Y tú?
—Creo que no. —Piso el acelerador y me pregunto por qué el mero hecho de pronunciar el nombre de mi amiga me llena de pavor.
— ¿No lo crees? —Abre los ojos de par en par y se remueve en el asiento.
—No desde el viernes. Entro en el aparcamiento y mi corazón empieza a latir a toda velocidad cuando veo a Zayn en el lugar de costumbre, esperándome apoyado contra el coche.
—Bueno, al menos uno de nosotros tiene una oportunidad de disfrutar de uno de esos finales de "fueron felices y comieron perdices" —dice Miles señalando con la cabeza a Zayn, que rodea el coche para situarse a mi lado con un tulipán rojo en la mano.
—Buenos días. —Sonríe y me entrega el tulipán antes de darme un beso en la mejilla.
Yo murmuro alguna incoherencia a modo de respuesta y me encamino hacia la verja. Suena el timbre y Miles sale corriendo hacia su clase; Zayn coge mi mano y me conduce hacia la clase de Lengua.
—El señor Robins está de camino —susurra. Me aprieta los dedos cuando pasamos al lado de Stacia, que me mira con el ceño fruncido y saca el pie para ponerme la zancadilla, aunque lo retira en el último momento—. Está dejando el alcohol para intentar recuperar a su mujer. —Sus labios se curvan contra mi oreja mientras yo acelero el paso para alejarme. Ocupo mi sitio y saco los libros, preguntándome por qué la presencia de mi novio me pone tan nerviosa. Luego busco el iPod en el bolsillo secreto y me entra el pánico al darme cuenta de que lo he olvidado en casa.
—No lo necesitas —dice Zayn, que cubre mi mano con la suya y empieza a acariciarme los dedos —. Ahora me tienes a mí. Cierro los ojos. Sé que el señor Robins llegará en tres, dos, uno… —_____ —susurra Zayn. Sus dedos se deslizan sobre las venas de mi muñeca—, ¿te encuentras bien? Aprieto los labios y asiento. —Vale. —Hace una pausa—. Lo he pasado muy bien este fin de semana, y espero que tú también…
Abro los ojos justo en el momento en que entra el señor Robins y me fijo en que sus ojos ya no están tan hinchados y en que su cara no parece tan roja, aunque todavía le tiemblan un poco las manos.
—Ayer lo pasamos bien, ¿no crees? Me giro hacia Zayn y lo miro a los ojos; siento un cálido hormigueo en la piel por el mero hecho de tener su mano sobre la mía. Después asiento para expresar mi acuerdo porque sé que esa es la respuesta que busca; sin embargo, no sé si es cierto.
Las dos horas siguientes no son más que una confusa mezcla de clases y sensación de desconcierto, y no es hasta que llego a la mesa del comedor cuando descubro la verdad sobre lo que ocurrió ayer.
—No puedo creer que se metieran en el agua… —comenta Miles, que me mira mientras remueve el yogur—. ¿Es que no sabían lo fría que está?
—_____ llevaba puesto un traje de neopreno. —Zayn se encoge de hombros—. De hecho, te lo dejaste en mi casa. Le quito el envoltorio al sandwich, pero sigo sin recordar nada. Ni siquiera tengo un traje de neopreno. ¿O sí?
—Hummm, ¿eso no fue el viernes? —pregunto. No puedo evitar ruborizarme cuando, de repente, todo lo sucedido ese día regresa a mi memoria. Zayn sacude la cabeza. —El que hizo surf el viernes fui yo, no tú. Fue el domingo cuando te di unas cuantas lecciones. Arranco la corteza del pan de molde mientras trato de recordarlo, pero sigo en blanco.
—Bueno, ¿y se le da bien o no? —pregunta Miles, que lame su cuchara mientras nos mira alternativamente a los dos.
—Bueno, apenas había olas, así que no pudimos practicar mucho. Nos pasamos la mayor parte del día tumbados en la playa bajo un par de mantas. Y sí, lo cierto es que se le da bastante bien. —Suelta una carcajada. Miro a Zayn y me pregunto si tenía puesto el traje de neopreno bajo las mantas o no; y también qué es lo que ocurrió… si es que ocurrió algo. « ¿Es posible que tratara de enmendar lo sucedido el viernes y después lo bloqueara de tal forma que ahora no puedo recordarlo? » Miles me mira con las cejas enarcadas, pero yo me limito a encogerme de hombros antes de darle un mordisco al sandwich.
— ¿En qué playa estuvieron? —pregunta. Pero como no me acuerdo, miro a Zayn. —En Crystal Cove —contesta él antes de darle un sorbo a su bebida. Miles sacude la cabeza y pone los ojos en blanco.
—Por favor, díganme que no van a convertirse en una de esas parejas en las que los chicos son los que hablan siempre. ¿También pide en tu nombre en los restaurantes? Miro a Zayn, pero, antes de que él pueda responder, Miles añade:
—No, te lo estoy preguntando a ti, _____.
Pienso en las dos únicas veces que hemos comido en un restaurante; una aquel maravilloso día en Disneyland que terminó de una forma tan extraña y la otra el día del hipódromo, cuando ganamos todo aquel dinero.
—Yo me encargo de pedir mi propia comida —respondo. Después lo miro y agrego—: ¿Te importaría prestarme tu Sidekick? Miles se lo saca del bolsillo y me lo pasa.
— ¿Por qué? ¿Has olvidado tu teléfono?
—Sí, y quiero enviarle un mensaje de texto a Haven para saber cómo está. Tengo un extraño presentimiento con respecto a ella. —Sacudo la cabeza; no sé muy bien cómo explicármelo siquiera a mí misma, así que mucho menos a ellos—. No puedo dejar de pensar en ella —añado mientras presiono las teclas del diminuto teclado con el dedo. —Está en casa, enferma —dice Miles—. Tiene la gripe o algo así. Además, está triste por lo de Evangeline, aunque me ha jurado que ya no nos odia.
—Creí que habías dicho que no habías hablado con ella. —Me detengo un instante y lo miro, convencida de que eso fue lo que dijo en el coche.
—Le he enviado un mensaje en clase de Historia.
—Entonces, ¿está bien? —Clavo la mirada en Miles. Tengo el estómago hecho un nudo a causa de los nervios, pero ni siquiera sé por qué motivo.
—Está echando las tripas por la boca y llorando la pérdida de su amiga, pero sí, básicamente, está bien. Le devuelvo el Sidekick, ya que supongo que no tiene sentido molestarla si no se encuentra bien. Instantes después, Zayn coloca su mano sobre mi pierna y Miles sigue hablando de Eric. Yo picoteo del almuerzo mientras asiento y sonrío de vez en cuando, pero no logro deshacerme de la sensación de intranquilidad.
Y, cómo no, el único día que Zayn decide pasar todo el día en el instituto resulta ser el día que yo desearía que se hubiera marchado. Porque cada vez que salgo de clase me lo encuentro junto a la puerta, esperándome para preguntarme si estoy bien. Y la verdad es que empieza a ponerme de los nervios. Así pues, después de clase de Arte, cuando caminamos hacia el aparcamiento y él se ofrece a acompañarme hasta casa, me limito a mirarlo y le digo:
—Bueno, si no te importa, preferiría estar a solas un rato.
— ¿Va todo bien? —pregunta por enésima vez. Asiento y me meto en el coche, impaciente por cerrar la puerta y poner algo de distancia entre nosotros.
—Solo necesito ponerme al día en unas cuantas cosas, pero te veré mañana, ¿de acuerdo? —Y, sin darle la oportunidad de responder, doy marcha atrás y me alejo con el coche.
Cuando llego a casa, me siento tan cansada que me voy directamente a la cama. Mi intención es dormir un rato antes de que venga Sabine y empiece a preocuparse por mí de nuevo. Pero cuando me despierto en mitad de la noche con el corazón a mil por hora y la ropa empapada en sudor, me da la sensación de que no estoy sola en la habitación. Busco la almohada y la aprieto con fuerza, como si las suaves plumas pudieran servirme de escudo. Luego examino el espacio oscuro que hay ante mí y susurro:
— ¿Riley? —No obstante, estoy bastante segura de que no se trata de ella. Contengo la respiración al oír un sonido apagado, algo parecido al de unas zapatillas sobre la alfombra, cerca de las puertas de la terraza. Me sorprendo a mí misma al oírme murmurar:
— ¿Zayn? —Sigo escudriñando la oscuridad, pero soy incapaz de percibir nada aparte de ese suave sonido. Busco a tientas el interruptor de la luz y entorno los párpados ante la súbita claridad. Después me pongo a buscar al intruso. Estoy tan segura de que tengo compañía, tan convencida de que no estoy sola, que casi me siento decepcionada cuando veo que la habitación está vacía. Salgo de la cama de un salto, todavía aferrada a la almohada, y echo el pestillo de la puerta de la terraza. Luego me asomo al interior del armario y miro debajo de la cama del mismo modo que solía hacer mi padre hace ya tanto tiempo, cuando cumplía su deber como ahuyentador del hombre del saco. Pero como no encuentro nada, vuelvo a la cama y me pregunto si es posible que lo que estaba soñando haya despertado todos esos temores. Era un sueño parecido al que tuve una vez, en el que corría a través de un oscuro cañón con un vestido blanco casi transparente que apenas me protegía del frío y que parecía invitar al viento a azotar mi piel. Estaba totalmente helada y, aunque apenas me daba cuenta porque me concentraba solo en correr, mis pies descalzos se hundían en el suelo húmedo y lleno de barro para llevarme hacia un refugio que estaba envuelto por la niebla y que casi no lograba distinguir. Lo único que sé es que corría hacia una luz suave y resplandeciente.
Y que me alejaba de Zayn.
Harriet
Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA
ahhh pero que rapido subiste xD
Iba a acostarme porque tengo Universidad mañana pero dije, deja verificar a ver si subieron capitulo y que grata sorpresa!!!!!!
Subiste hehehe :) siempre dejando las cosas en lo mejorr ehh!!!
Sube :)
Iba a acostarme porque tengo Universidad mañana pero dije, deja verificar a ver si subieron capitulo y que grata sorpresa!!!!!!
Subiste hehehe :) siempre dejando las cosas en lo mejorr ehh!!!
Sube :)
kimariie
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