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The American Dream | Novela Colectiva
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
mcvey. escribió:[size=30]PERO CON LULA QUEREMOS EL SMUT :lloro:ah[/size]
Y yo tmb ah
hemmo.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
pirque yo debo subir :cc y tengo ideado todo mi cap:c
culpen a la escuela :c
culpen a la escuela :c
Atenea.
-------
Re: The American Dream | Novela Colectiva
JAJAJJAJAJJJAJA eso era ezra haciendose una paja, ocurre en cualquier momentohemmo. escribió:mcvey. escribió:PERO CON LULA QUEREMOS EL SMUT :lloro: ah
Y yo tmb ahMovimientos circulares, memories.
hood.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
LAU TU AVYYYYYYYYYY AFIGASOIGFAOIASDJ MI BB CINTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Clifford.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
- abran este coso o las mato :cc okno :c:
- Well... lamento demasiado el haberme tardado casi dos semanas para subir cap (?) no tuve mucho tiempo que digamos :c, espero les agrade y les aviso que subiré el otro o mañana o pasado. Este cap es para dar a conocer las reglas de la academia y lo del baile de bienvenida :AA:ya saben :aah: , eso, las amoo<3333
Capítulo 13
Codes by Kitty Sykes.
→b y Daqueen.
→Jackson Flickerman | Clarisse Young
No había sido un mal primer día para la academia… claro, exceptuando el hecho de que más de la mitad de los estudiantes se habían perdido al tratar de buscar sus respectivas habitaciones. De nada había servido trazar cada pasillo, habitación y salón en más de 60 mapas, ningún estudiante se había dignado a coger uno de los croquis que el Director Jackson había impreso.
Todo se hallaba tan tranquilo y en paz, que realmente se cuestionaba el hecho de que si los alumnos seguían en el edificio… ni un alma abundaba por los pasillos, o más bien, por el pasillo donde se hallaba la oficina principal de ambos directores. Clarisse no se encontraban en la suya, así que el señor Flickerman había supuesto que se hallaba merodeando por los pasillos para asegurarse de que cada alumno se encontrara en su respectiva habitación.
La castaña era una de las personas más estrictas que te pudieras encontrar en tu vida. Jackson sabía de más, que si a él le hacía falta meter mano dura –a modo de que todos le obedecieran−, Clarisse se encargaría de respaldarlo y hacer que todos hicieran caso a cada regla que impondrían.
Levanto la hoja tamaño oficio que había impreso recientemente. Con letras negras y oscuras, se marcaban y resaltaban los números de cada regla que, tanto él como Clarisse habían ideado para que el orden en la academia no se perdiera. Y al final de los números, y de cada párrafo que los acompañaba, se hallaba, con letra cursiva un anuncio, que a su parecer, sería bien recibido por parte de los nuevos integrantes de la familia…, porque si, para él oji marrón, la academia se y todos los que habían logrado ingresar, se convertirían en una gran y enorme familiar al finalizar el curso…, claro, después de borrar cada diferencia y competencia que se presentará durante el camino.
− ¿Listo? –despego la vista de la impresión al escuchar la voz de su amiga.
− Por supuesto.
La puerta de roble con un vidrio transparente, que presentaba en medio el nombre de cada uno se cerró tras salir de la oficina principal. Ambos caminaron a la par del otro, y cada uno se encontraba inmerso en sus pensamientos. ¿Había sido buena idea el abrir una academia de talento? ¿Y si las cosas no salían como habían predicho? O ¿Si los alumnos pensarán que la calidad no era la necesaria para que todos se lancen al estrellato, en cada cosa que fueran realmente buenos? ¿Qué tal si alguien se perdía durante el transcurso del año?
Preguntas como esas se hallaban rondando por la mente de la castaña de la señorita Young. Podría parecer una persona dura y fría en cuanto a su actitud… y en parte lo era, pero la confianza nunca había sido su fuerte, y el pensar negativamente siempre le sucedía en cualquier momento del día; realmente esperaba que las cosas resultarán como Jackson las suponía.
− ¿Sigues pensando que esto no funcionará, Clari? –sus pensamientos se callaron cuando escucho la voz de su compañero llamándola. Vio como las cejas del castaño se hallaban levantadas a modo de cuestionamiento, y eso solo sucedía cuando ella no tenía confianza sobre el futuro.
− Me conoces, Jack –respondió evasiva, odiaba pensar de forma negativa, pero por más que quería, no dejaba de hacerlo.
− Todo saldrá bien ¿de acuerdo? –se acercó tomando la mano de la oji miel y sintiendo el golpeo de su corazón más acelerado de lo normal… al igual que su amiga.
− De acuerdo –suspiro al final, dando la palabra al su fiel amigo, y prosiguiendo la caminata hacia un gran salón, en el cual, todos los estudiantes se hallaban dentro, parados, un tanto cansados por la espera y por el pesar del día largo que todos habían tenido ayer al llegar a la academia, y durante el transcurso del día.
− Bueno, chicos –Jackson alzo la voz para que todos prestarán suma atención a lo que iba a decir. La mirada de todos demostraban varios estados sentimentales: tristeza, aburrimiento, emoción, entusiasmo y cansancio−. Sé que la mayoría de todos ustedes piensan que tienen mejores cosas que hacer que estar aquí, esperando por nuestra llegada y escuchar lo que su estúpido y aburrido director esta por decir… ¿o me equivoco?
Se podría notar la cara de estupefacción que habían tenido unos cuantos. Realmente, no se esperaban que el director de la academia fuera tan… tan… directo e inteligente; y pensar que tendrían que lidiar con dos durante un largo año.
− Creo que el director Flickerman les hizo una pregunta a todos ¿cierto? –sentencio Clarisse con voz trémula y seria, casi como siempre hablaba.
− Si, Clarisse –respondieron todos con diferente tono de voz.
− ¿Disculpen? –arqueo las cejas representando algo de indignación− Dejaré en claro una cosa, jóvenes: siempre que se refieran al señor Jackson, será con las palabras “director o señor Flickerman” y en cuanto a su servidora, serán las palabras mágicas “directora o señorita Young”, ¿me comprenden?
− Sí…, señorita Young.
− Perfecto –comento satisfecha por el resultado, y esperando que así fueran las cosas−. Ahora… el director Jackson pegará en la pared las reglas que proporcionamos tanto él como yo para mantener el orden en la academia durante todo el año.
− ¿Un reglamento? –un joven con una gran altura, cabellos rubios y ojos azules alzo la voz con vos incrédula… aunque verdaderamente, nadie esperaba el hecho de que hubiesen reglas dentro del instituto− ¿Están jodiendo?
− Por supuesto que no, joven Zeppelin –respondió firme la castaña, sin inmutarse ante el comentario del rubio−. Todo instituto, necesita reglas para mantener un orden en el lugar, y tener la seguridad de que los alumnos no cometerán actos para perjudicar el prestigioso de la academia.
− Ni que fuéramos delincuentes –puntualizo una rubia de ojos azules con desagrado.
− No, sé que no lo son, Katsandra –comento cruzándose los brazos−, pero al menos, podremos asegurarnos de que no se vuelvas unos.
− Regla número uno, jóvenes –inicio el director Flickerman elevando la voz para ser escuchado por todos−: No deberán usar palabras vulgares refiriéndose a algún compañero suyo o algún docente que imparta la clase.
− ¿Palabras vulgares? –una morena con ojos café elevo las cejas ante la regla y ante como la habían pronunciado− ¿Por qué no simplemente dice «groserías»? No estamos en el siglo 15, Director.
Jackson agudizo la vista para tener una mejor visión de cómo era la joven… le recordaba a alguien, pero en estos momentos su mente no lograba conectar con los recuerdos del pasado como para saber a quién le recordaba esa joven peli negra.
− Porque, a diferencia tuya, Lorreine –comenzó Clarisse con algo de irritación ante el atrevimiento de la oji marrón−, el director no usa mal vocabulario como cualquier adolescente con hormonas alborotadas… ¿me explico?
Todos guardaron silencio ante el comentario de la directora… parecía que alguien se tomaba muy en serio el papel de arruinar la vida de cada estudiante.
− Regla número dos –prosiguió el castaño−: No sé permite el uso de aparatos electrónicos para comunicarse con alguien del exterior. Entra todo teléfono celular, así como computadoras portátil, véase como cualquier medio de comunicación con cualquier persona de afuera.
− ¡¿Qué cosa?! –vociferaron varios alumnos… al parecer, la segunda regla no había sido del agrado de ninguno.
− ¡No pueden hacer eso! –reclamo una rubia alta con ojos claros junto con un chico de mata colorida.
− ¿Qué clase de gente lunática son ustedes dos? –cuestiono sorprendida una joven peli negra de ojos verdes realmente intimidantes…
− Esto es una bazofia –comento el chico de cabello teñido de varios colores, aturdiendo un poco la vista de la señorita Young.
− Me pregunto si realmente conoces el significado de esa palabra, joven Rumsfeld –interrogo con seriedad viendo detenidamente a todos y callando a las masas−. Y Cameron, créeme, los lunáticos aquí no somos el director Jackson y yo…, y Nirvana, por supuesto que podemos hacer eso y más si nos lo propusiéramos –formulo una sonrisa, aquellas que dan a entender quién tiene el poder y quiénes son los que deben obedecer−. Jackson, prosigue.
− Regla número tres: No se permiten las muestras de afecto de ningún tipo… entendiéndose como abrazos cariños, besos, caricias y propuestas pasadas de límite. Reconsiderando todo esto, está prohibida la relación amorosa de un alumno con otro.
− ¿Se supone que debemos aceptar todas estas normas? –cuestiono Lya con cara de sorpresa, al igual que la mayoría, por no decir todos.
− Por supuesto, querida… tienen dos opciones: o las cumplen o las cumplen.
− Esas no fueron dos opciones, directora Young –comento una rubia de ojos azules hermosos.
− Prudence… mejor cállate –hablo Nora estando a lado de la blonda.
− Regla número cuatro: El toque de queda será a las 22:00 horas entre semana, y los fines de semana a las 23:00. Cualquier alumno que se le vea en algún otro lugar que no sea su habitación será llamado inmediatamente por la dirección.
− Ni mis padres hacen eso, por favor –alego una castaña de ojos azulados.
− Me pregunto si llegas a dormir a tu casa –comento Lorreine riéndose y el moreno a su lado acompañándola, mientras que Jenna solo la asesinaba con la mirada.
− Gran chiste, señorita Jenkins, pero deberá guardar ese tipo de comentarios para si sola… ¿o quiere una amonestación?
− No, directora Young.
− Regla número cinco: Deberán respetar el horario que se les imponga a cada uno, basado en la carrera que eligieron. Si se encuentra a algún estudiante fuera del aula de estudio será llamado por la dirección.
− ¿Cuándo nos darán los horarios, directora? –hablo con timidez una peli negra de ojos oscuros.
− El lunes de la próxima semana, Sadie… primero les daremos un aviso.
− Regla número seis: Todos tienen la obligación de participar en cada actividad que realice la academia, dentro o fuera de las instalaciones.
− ¿Cómo que «obligación»? –Nathan no podía ser menos obvio con el disgusto de tener que pasar «tiempo de convivencia» con los demás.
− Que aunque quieran o no, tendrán que hacerlo –respondió Clarisse.
− Jóvenes –hablo con voz firme el director, logrando que todos pusieran atención en él−, si alguno de ustedes, por la razón que sea, rompe en algún momento alguna de estas cinco reglas, será motivo de una amonestación… o como nos gusta llamarle, un strike.
− Al tercer strike, despídanse de la academia, chicos –termino la directora viendo sin sentimiento alguno a los alumnos−. Y un aviso: a modo de darles la bienvenida de modo oficial, sus directores planeamos un baile de bienvenida para ustedes. Tendrá la temática de San Valentín, por lo cual, para poder entrar deberán ir con pareja.
− La fiesta se llevará a cabo este viernes a las 19:00 horas, tendrán tres días para buscar algún compañero –agrego el castaño−. ¡Vamos, jóvenes! La fiesta es para conocernos entre todos, diviértanse y conozcan a los demás.
Los dos directores se retiraron del aula, dejando a todo el alumno pensando las seis reglas que impusieron el par de castaños… eran pocas, sí, pero eran de las peores para todos, sin excepción. Aunque unos se quedaron debatiendo otra cosa… ¿a quién invitar al baile de bienvenida?
Todo se hallaba tan tranquilo y en paz, que realmente se cuestionaba el hecho de que si los alumnos seguían en el edificio… ni un alma abundaba por los pasillos, o más bien, por el pasillo donde se hallaba la oficina principal de ambos directores. Clarisse no se encontraban en la suya, así que el señor Flickerman había supuesto que se hallaba merodeando por los pasillos para asegurarse de que cada alumno se encontrara en su respectiva habitación.
La castaña era una de las personas más estrictas que te pudieras encontrar en tu vida. Jackson sabía de más, que si a él le hacía falta meter mano dura –a modo de que todos le obedecieran−, Clarisse se encargaría de respaldarlo y hacer que todos hicieran caso a cada regla que impondrían.
Levanto la hoja tamaño oficio que había impreso recientemente. Con letras negras y oscuras, se marcaban y resaltaban los números de cada regla que, tanto él como Clarisse habían ideado para que el orden en la academia no se perdiera. Y al final de los números, y de cada párrafo que los acompañaba, se hallaba, con letra cursiva un anuncio, que a su parecer, sería bien recibido por parte de los nuevos integrantes de la familia…, porque si, para él oji marrón, la academia se y todos los que habían logrado ingresar, se convertirían en una gran y enorme familiar al finalizar el curso…, claro, después de borrar cada diferencia y competencia que se presentará durante el camino.
− ¿Listo? –despego la vista de la impresión al escuchar la voz de su amiga.
− Por supuesto.
La puerta de roble con un vidrio transparente, que presentaba en medio el nombre de cada uno se cerró tras salir de la oficina principal. Ambos caminaron a la par del otro, y cada uno se encontraba inmerso en sus pensamientos. ¿Había sido buena idea el abrir una academia de talento? ¿Y si las cosas no salían como habían predicho? O ¿Si los alumnos pensarán que la calidad no era la necesaria para que todos se lancen al estrellato, en cada cosa que fueran realmente buenos? ¿Qué tal si alguien se perdía durante el transcurso del año?
Preguntas como esas se hallaban rondando por la mente de la castaña de la señorita Young. Podría parecer una persona dura y fría en cuanto a su actitud… y en parte lo era, pero la confianza nunca había sido su fuerte, y el pensar negativamente siempre le sucedía en cualquier momento del día; realmente esperaba que las cosas resultarán como Jackson las suponía.
− ¿Sigues pensando que esto no funcionará, Clari? –sus pensamientos se callaron cuando escucho la voz de su compañero llamándola. Vio como las cejas del castaño se hallaban levantadas a modo de cuestionamiento, y eso solo sucedía cuando ella no tenía confianza sobre el futuro.
− Me conoces, Jack –respondió evasiva, odiaba pensar de forma negativa, pero por más que quería, no dejaba de hacerlo.
− Todo saldrá bien ¿de acuerdo? –se acercó tomando la mano de la oji miel y sintiendo el golpeo de su corazón más acelerado de lo normal… al igual que su amiga.
− De acuerdo –suspiro al final, dando la palabra al su fiel amigo, y prosiguiendo la caminata hacia un gran salón, en el cual, todos los estudiantes se hallaban dentro, parados, un tanto cansados por la espera y por el pesar del día largo que todos habían tenido ayer al llegar a la academia, y durante el transcurso del día.
− Bueno, chicos –Jackson alzo la voz para que todos prestarán suma atención a lo que iba a decir. La mirada de todos demostraban varios estados sentimentales: tristeza, aburrimiento, emoción, entusiasmo y cansancio−. Sé que la mayoría de todos ustedes piensan que tienen mejores cosas que hacer que estar aquí, esperando por nuestra llegada y escuchar lo que su estúpido y aburrido director esta por decir… ¿o me equivoco?
Se podría notar la cara de estupefacción que habían tenido unos cuantos. Realmente, no se esperaban que el director de la academia fuera tan… tan… directo e inteligente; y pensar que tendrían que lidiar con dos durante un largo año.
− Creo que el director Flickerman les hizo una pregunta a todos ¿cierto? –sentencio Clarisse con voz trémula y seria, casi como siempre hablaba.
− Si, Clarisse –respondieron todos con diferente tono de voz.
− ¿Disculpen? –arqueo las cejas representando algo de indignación− Dejaré en claro una cosa, jóvenes: siempre que se refieran al señor Jackson, será con las palabras “director o señor Flickerman” y en cuanto a su servidora, serán las palabras mágicas “directora o señorita Young”, ¿me comprenden?
− Sí…, señorita Young.
− Perfecto –comento satisfecha por el resultado, y esperando que así fueran las cosas−. Ahora… el director Jackson pegará en la pared las reglas que proporcionamos tanto él como yo para mantener el orden en la academia durante todo el año.
− ¿Un reglamento? –un joven con una gran altura, cabellos rubios y ojos azules alzo la voz con vos incrédula… aunque verdaderamente, nadie esperaba el hecho de que hubiesen reglas dentro del instituto− ¿Están jodiendo?
− Por supuesto que no, joven Zeppelin –respondió firme la castaña, sin inmutarse ante el comentario del rubio−. Todo instituto, necesita reglas para mantener un orden en el lugar, y tener la seguridad de que los alumnos no cometerán actos para perjudicar el prestigioso de la academia.
− Ni que fuéramos delincuentes –puntualizo una rubia de ojos azules con desagrado.
− No, sé que no lo son, Katsandra –comento cruzándose los brazos−, pero al menos, podremos asegurarnos de que no se vuelvas unos.
− Regla número uno, jóvenes –inicio el director Flickerman elevando la voz para ser escuchado por todos−: No deberán usar palabras vulgares refiriéndose a algún compañero suyo o algún docente que imparta la clase.
− ¿Palabras vulgares? –una morena con ojos café elevo las cejas ante la regla y ante como la habían pronunciado− ¿Por qué no simplemente dice «groserías»? No estamos en el siglo 15, Director.
Jackson agudizo la vista para tener una mejor visión de cómo era la joven… le recordaba a alguien, pero en estos momentos su mente no lograba conectar con los recuerdos del pasado como para saber a quién le recordaba esa joven peli negra.
− Porque, a diferencia tuya, Lorreine –comenzó Clarisse con algo de irritación ante el atrevimiento de la oji marrón−, el director no usa mal vocabulario como cualquier adolescente con hormonas alborotadas… ¿me explico?
Todos guardaron silencio ante el comentario de la directora… parecía que alguien se tomaba muy en serio el papel de arruinar la vida de cada estudiante.
− Regla número dos –prosiguió el castaño−: No sé permite el uso de aparatos electrónicos para comunicarse con alguien del exterior. Entra todo teléfono celular, así como computadoras portátil, véase como cualquier medio de comunicación con cualquier persona de afuera.
− ¡¿Qué cosa?! –vociferaron varios alumnos… al parecer, la segunda regla no había sido del agrado de ninguno.
− ¡No pueden hacer eso! –reclamo una rubia alta con ojos claros junto con un chico de mata colorida.
− ¿Qué clase de gente lunática son ustedes dos? –cuestiono sorprendida una joven peli negra de ojos verdes realmente intimidantes…
− Esto es una bazofia –comento el chico de cabello teñido de varios colores, aturdiendo un poco la vista de la señorita Young.
− Me pregunto si realmente conoces el significado de esa palabra, joven Rumsfeld –interrogo con seriedad viendo detenidamente a todos y callando a las masas−. Y Cameron, créeme, los lunáticos aquí no somos el director Jackson y yo…, y Nirvana, por supuesto que podemos hacer eso y más si nos lo propusiéramos –formulo una sonrisa, aquellas que dan a entender quién tiene el poder y quiénes son los que deben obedecer−. Jackson, prosigue.
− Regla número tres: No se permiten las muestras de afecto de ningún tipo… entendiéndose como abrazos cariños, besos, caricias y propuestas pasadas de límite. Reconsiderando todo esto, está prohibida la relación amorosa de un alumno con otro.
− ¿Se supone que debemos aceptar todas estas normas? –cuestiono Lya con cara de sorpresa, al igual que la mayoría, por no decir todos.
− Por supuesto, querida… tienen dos opciones: o las cumplen o las cumplen.
− Esas no fueron dos opciones, directora Young –comento una rubia de ojos azules hermosos.
− Prudence… mejor cállate –hablo Nora estando a lado de la blonda.
− Regla número cuatro: El toque de queda será a las 22:00 horas entre semana, y los fines de semana a las 23:00. Cualquier alumno que se le vea en algún otro lugar que no sea su habitación será llamado inmediatamente por la dirección.
− Ni mis padres hacen eso, por favor –alego una castaña de ojos azulados.
− Me pregunto si llegas a dormir a tu casa –comento Lorreine riéndose y el moreno a su lado acompañándola, mientras que Jenna solo la asesinaba con la mirada.
− Gran chiste, señorita Jenkins, pero deberá guardar ese tipo de comentarios para si sola… ¿o quiere una amonestación?
− No, directora Young.
− Regla número cinco: Deberán respetar el horario que se les imponga a cada uno, basado en la carrera que eligieron. Si se encuentra a algún estudiante fuera del aula de estudio será llamado por la dirección.
− ¿Cuándo nos darán los horarios, directora? –hablo con timidez una peli negra de ojos oscuros.
− El lunes de la próxima semana, Sadie… primero les daremos un aviso.
− Regla número seis: Todos tienen la obligación de participar en cada actividad que realice la academia, dentro o fuera de las instalaciones.
− ¿Cómo que «obligación»? –Nathan no podía ser menos obvio con el disgusto de tener que pasar «tiempo de convivencia» con los demás.
− Que aunque quieran o no, tendrán que hacerlo –respondió Clarisse.
− Jóvenes –hablo con voz firme el director, logrando que todos pusieran atención en él−, si alguno de ustedes, por la razón que sea, rompe en algún momento alguna de estas cinco reglas, será motivo de una amonestación… o como nos gusta llamarle, un strike.
− Al tercer strike, despídanse de la academia, chicos –termino la directora viendo sin sentimiento alguno a los alumnos−. Y un aviso: a modo de darles la bienvenida de modo oficial, sus directores planeamos un baile de bienvenida para ustedes. Tendrá la temática de San Valentín, por lo cual, para poder entrar deberán ir con pareja.
− La fiesta se llevará a cabo este viernes a las 19:00 horas, tendrán tres días para buscar algún compañero –agrego el castaño−. ¡Vamos, jóvenes! La fiesta es para conocernos entre todos, diviértanse y conozcan a los demás.
Los dos directores se retiraron del aula, dejando a todo el alumno pensando las seis reglas que impusieron el par de castaños… eran pocas, sí, pero eran de las peores para todos, sin excepción. Aunque unos se quedaron debatiendo otra cosa… ¿a quién invitar al baile de bienvenida?
Atenea.
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
el justin cumple años
estoy sentimental
no me hablen
no me toquen
no existan cerca de mi.
pd:loathan forever pls.
estoy sentimental
no me hablen
no me toquen
no existan cerca de mi.
pd:loathan forever pls.
Invitado
Invitado
Re: The American Dream | Novela Colectiva
ISLEROIFJSLREOIGJDLROTIGVJDLROTGI GINA STOP.
Mañana si puedo hago un comentario como se debe but omg omg omg, tengo feels ;_;
Mañana si puedo hago un comentario como se debe but omg omg omg, tengo feels ;_;
irwin.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
ay ;-; no me acuerdo de las parejas de mis personajes HAHAHAHAH, oh mai gad amé este capítulo, es obvio que todos mis personajes (especialmente Evan ) las romperan como es debido:') y estoy emocionada por el baile de san valentín, estará genial, i know:')
peralta.
---------
Re: The American Dream | Novela Colectiva
a mi me faltan cinco personas de pareja :cccc
Invitado
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