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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Miér 20 Nov 2013, 7:50 am

Hola chicas perdon por no haber aparecido antes les dejare un capitulo bien largo como compensacion =)

Capitulo 8
Iba vestido con una amplia camisa de seda blanca, pantalones grises también sueltos, y una cazadora de cuero negro remangada.  Parecía recién salido de una revista de moda masculina italiana, terriblemente atractivo y sexi.  Era el prototipo de cantante que hace gritar a los adolescentes y vuelve locas a las mujeres maduras.  El sueño de cualquier mujer, y se encontraba a un metro de _______.  El aire que lo rodeaba parecía cargado con la energía de su presencia.
_______ se había quedado sin aliento, y lo único que podía hacer era mirarlo a él y después a la foto; a la foto y a él, como si quisiera asegurarse de que era la misma persona; que no había error alguno.
Sí, era el mismo, no cabía duda.
-¡Tú! – exclamó por fin -.  ¿Dónde… cómo…?  ¡Yo creía que te habías marchado!
-Y así fue, pero sólo durante un rato.  Ahora he vuelto.  Dime… - frunció las cejas contemplando la foto, y al hacerlo tocó la silla con la mano.  _______ se apartó instintivamente -.  Esa fotografía…¿qué has hecho para que se vuelva tan pequeña?  ¿Eso que tienes en la mano es un periódico?  ¿Es que han cambiado tanto?
-Es una copia – respondió ella mecánicamente -, o mejor dicho, una copia facsímil, pero por favor, no me preguntes cómo es eso ni cómo funciona.
-Está bien – respondió él apoyándose en el borde de la mesa del terminal -.  Así que has estado fisgando en mi pasado.
_______ no podía dejar de contemplarlo.  Resultaba tan real, tan semejante a la vida…  Llevaba incluso un botón de la camisa desabrochado, y a través de la abertura se distinguía una maraña de vello negro.
-Sí.
-¿Y bien?
_______ lo miró como si no le hubiera oído.
-¿Qué has encontrado?
Y no sólo era real en apariencia, sino que el aire parecía cargarse de electricidad…  Ella misma experimentaba en su propio cuerpo aquella energía.  Aquella forma de energía desconocida con aspecto de hombre vibraba con la fuerza de la vida.
Después de unos instantes de silencio, consiguió concentrarse en lo que le había dicho.
-He averiguado que todo lo que me contaste ayer es verdad – respondió sencillamente -.  Eres un fantasma.
Joe esbozó una mueca.
-Preferiría que no utilizaras esa palabra.  No resulta demasiado halagadora que digamos.  De todas formas, no pareces demasiado inquieta.  Ayer eras todo escepticismo, y hoy pareces del todo convencida.  ¿Es que no te cuesta ningún trabajo aceptar las cosas?  ¿No necesitas un tiempo para asimilarlo?
-La vedad es que no – respondió _______ pensativa -.  Hay muchas cosas en este mundo que soy incapaz de explicar, y de todas formas las acepto.  Hay muchas cosas en las que creo sin necesidad de verlas.
-Pero tú eres una científica – señaló él.
-Efectivamente.  Y si creo en los quarks, ¿por qué no voy a creer en los fantasmas?
Él asintió.
-Admiro tu manera de pensar.  Racional y equilibrada, las características de los grandes científicos.  A propósito, ¿qué son los quarks?
_______ sonrió de poder enseñar algo a una persona que se definía a sí misma como genio.
-Ante todo son producto de la imaginación de un físico.  Supuestamente, son los componentes básicos de la materia, más pequeños que los protones y los neutrones.  Pero la única prueba de su existencia es la especulación matemática.
-Razonamiento deductivo – concluyó él, como si hubiera comprendido perfectamente lo que acababan de explicarle.
-Más o menos.  Nadie los ha visto nunca, pero su existencia explicaría muchas cosas.
Joe sonrió.
-Igual que yo.  Tienes una mente clara.
_______ no sabía si podía seguir con aquella línea de razonamiento.  Por el contrario, tenía la sensación de no poder pensar con claridad, así que cambió de tema.
-Hoy te veo diferente.  La ropa que llevas…
Joe pareció complacido de que lo hubiera notado.
-Me gusta estar a la altura de la moda.  A mí siempre me ha preocupado mi aspecto.
-Pero…
Sería mejor no indagar más… en cómo era posible que un fantasma se cambiara de ropa, y por qué… Tenía el presentimiento de que se lo iba a explicar si se lo preguntaba, pero su cabeza no estaba en condiciones de recibir más información.
-¡Oh, Dios mío! – exclamó de pronto, alarmada -.  ¡Tengo una clase dentro de dos minutos!
Empezó a recoger sus cosas a toda prisa, y dejó el terminal preparado para el siguiente usuario, siempre bajo la mirada alerta de Joe.
-¿Qué es esa máquina?
-Un ordenador.
-¿Y para qué sirve?
-Para muchas cosas.  Su función más importante es la de almacenar y ordenar información.
-¿Y cómo funciona?
-Por el sistema de numeración binaria y códigos electrónicos… la verdad es que ahora no tengo tiempo de explicártelo.
Dicho aquello se colgó el bolso y buscó su maletín debajo del pupitre.  Y al no encontrarlo, se dio cuenta de que no estaba segura de haberlo sacado aquella mañana de casa.
-Comprendo – respondió Joe mientras examinaba la parte de atrás del monitor -.  ¿Puedo quedarme aquí solo, estudiándolo?
-¡Eso es imposible!  Si haces algo mal, puedes echar a perder todo el sistema.
Joe parecía impresionado.
-No, claro, sería una faena.  ¿No tendrás por ahí algún manual técnico que pueda servirme de guía?
-Ve a la biblioteca – respondió distraídamente, en aquel momento sólo podía pensar en su maletín, que contenía sus notas de clase y los libros de texto.
-¿Es esto lo que buscas?
Joe se agachó y sacó el maletín de la papelera.
-¡Sí! – respondió _______ agradecida, quitándoselo de la mano.
Salió corriendo de la cabina, pero hasta que no llegó a la puerta del departamento de informática, no se le ocurrió pensar en lo que iba a ser de Joe sin ella.  Volvió a la cabina a toda prisa, pero la encontró vacía.  No tenía tiempo para preocuparse, porque ya llegaba cinco minutos tarde a su clase.
 
 
Aunque para _______ la enseñanza no era más que un medio para conseguir un fin, un trabajo que le permitiera cubrir sus gastos hasta que recibiera la enorme beca de investigación que le otorgarían con toda seguridad, y se dedicara seriamente a la consecución del premio Nobel por su trabajo sobre la inteligencia artificial, o quizás por el descubrimiento de las pruebas definitivas e irrefutables de la existencia de los quarks, lo cierto era que disfrutaba dando clases.  La clase de aquella mañana era de álgebra, una asignatura que tenían que aprobar todos los alumnos que pasaran por Leeland.  Como es natural, no a todos los alumnos les entusiasmaba el álgebra tanto como a ella, y por eso _______ se esforzaba por hacer la clase agradable y divertida, siempre que fuera posible.  Por eso, cuando terminaron de corregir los ejercicios obligatorios del programa y la atención de los muchachos, unos veinte, empezaba a flaquear, decidió animarlos un poco.
-Muy bien, ahora vamos con la parte divertida de la clase.  ¿Cuántos de vosotros habéis adivinado que el problema que os di el último día se resolvía con una progresión geométrica?
-Eso se deducía fácilmente – respondió un alumno -.  Lo difícil era hacerlo.
Hubo algunas risas y murmullos de aprobación, y _______ se dirigió al encerado.
-Ya veréis lo fácil que es…
Mientras escribía el problema en la pizarra, una de las chicas comentó:
-Fíjate, ni siquiera mira el libro.  ¿Cómo puedes acordarte de tantos números?
-Hay gente que nunca olvida una cara – respondió _______ con una sonrisa -.  Yo no olvido nunca un número.
-Lo que a mí me gustaría saber es quién se dedica a inventarse los problemas – dijo otro chico.
-El mismo que se inventa los crucigramas del Times – respondió una voz desde las últimas filas.
-No, yo me refiero a todo en general.  Hay que estar pirado para pasarse el día sentado pensando en las matemáticas.
-Como la señora Castle – bromeó alguien, y _______ sonrió sin dejar de escribir.
-Yo creo que las matemáticas son muy, muy antiguas.
-Los babilonios – dijo una chica de la primera fila -.  Eso lo sabe todo el mundo.
-Los habitantes de la Atlántica – añadió alguien que pretendía hacerse el gracioso.
_______ terminó el problema y se volvió a mirar a la clase.
-La verdad es que el origen de las matemáticas es todavía más remoto.  Las matemáticas forman parte de la naturaleza.  Los movimientos de las estrellas, la salida y la puesta del sol y de la luna, el cambio de las estaciones… todos esos fenómenos eran muy importantes para el hombre antiguo.  Lo que hoy llamamos matemáticas para los hombres de las cavernas no era más que sentido común, cuestión de supervivencia.
-Si insinúa que un hombre de las cavernas entendía las matemáticas mejor que yo…
-No, lo que quiero decir es que las relaciones matemáticas existen en todas las cosas – respondió _______ -  Fijaos en la música; realmente es una serie de progresiones matemáticas…
-Y probablemente la forma más antigua de comunicación conocida por el hombre – dijo una voz extraña y al mismo tiempo familiar.
A _______ se le cayó la tiza de la mano.  Volvió la cabeza bruscamente y vio a Joe Jonas apoyado tranquilamente en el marco de la ventana, de brazos cruzados, plenamente iluminado por el sol.  _______ parpadeó varias veces, abrió la boca y se tragó la respuesta que estaba a punto de formular justo a tiempo.  Mientras tanto, todos los alumnos la miraban, esperando a que acabara la frase.
-… Seguramente la forma más antigua de comunicación conocida por el hombre – repitió con voz trémula -.  Incluso en el modelo de crecimiento de los pétalos de una flor común, que es exactamente lo que este problema demuestra.  ¿Os dais cuenta ahora de lo fácil que era?  ¿No os parece asombroso?
Pero mientras se elevaba el rumor de murmullos de admiración, y otros de confusión, _______ volvió a mirar a Joe.  Él le dedicó una sonrisa amable e inocente, como si tuviera todo el derecho del mundo a estar allí.
-Tus alumnos parecen mayores que tú – comentó separándose de la ventana -.  A propósito… ¿cuántos años tienes?
-Veintiocho – respondió _______ sin pensar.
Charles, el alumno que estaba más cerca de ella, levantó la cabeza y la miró con curiosidad desde su pupitre.
-¿Veintiocho qué? – preguntó.
_______ carraspeó, ruborizándose un poco.
-Veintiocho posibles soluciones al problema – dijo con la voz un poco alterada.
Joe chasqueó la lengua con aire reprobatorio.
-Hay solamente una solución posible… lo sabes perfectamente.
_______ se volvió de nuevo hacia el encerado y, escudándose en las voces de sus alumnos, murmuró:
-Ellos no te ven, ¿verdad?
Joe miró a su alrededor.
-Aparentemente, no.
-¿Qué estás haciendo aquí? – susurró _______, furiosa -.  No deberías haber entrado…  No tienes ningún derecho…
Se contuvo antes de elevar demasiado la voz e inspiró profundamente.
-De acuerdo, chicos – dijo en voz alta, volviéndose hacia sus alumnos -.  ¿Qué pasa si reducimos exponencialmente la solución?
-Que obtenemos la misma cifra que teníamos al principio – respondió Charles, el primero de la clase.
Joe se echó a reír.
-Me parece que se va a llevar una sorpresa.
-Vamos a probarlo – respondió _______,  tratando de actuar con naturalidad.
De nuevo en el encerado, trató de concentrarse en el problema, aunque no le resultaba fácil, sabiendo que Joe estaba tan cerca, observando todos sus movimientos.  El corazón le latía a toda velocidad y se había sonrojado…aquellas reacciones físicas incontrolables la contrariaban.  El hecho de que sólo ella fuera consciente de su presencia resultaba emocionante, peligroso y… estimulante.
-Siete – dijo Joe en voz baja.
La tiza volvió a salir disparada de la mano de _______, que lo miró espantada.
-Te has equivocado – le señaló Joe -.  Has escrito nueve en vez de siete.
_______ borró rápidamente el nueve con la palma de la mano y escribió un siete.
-Muy bien – asintió Joe con aire de aprobación -.  Ahora sólo tienes que reducir esa suma por un factor de nueve…
-Sé hacerlo perfectamente… - murmuró ella.
A toda velocidad, tanta que sus alumnos apenas pudieron cogerlo, _______ terminó el problema y se volvió con una sonrisa forzada.
-Ahí lo tenéis – anunció mientras se sacudía las manos -.  Muchas veces las cosas no son lo que parecen.  Hasta en las matemáticas hay lugar para las sorpresas.
-Vaya, vaya – murmuró Joe.
-¿Cómo lo has hecho? – preguntó Charles, mientras se alzaba un murmullo de desacuerdo y confusión de todos los pupitres -.  No puede estar bien.
Precisamente ésa era la curiosidad que a _______ le gustaba suscitar en sus clases, y en condiciones normales, habría sacado el mayor provecho posible de ella.  Pero aquel día, dadas las circunstancias, se limitó a decir:
-Quien consiga duplicar el resultado en casa tendrá un punto positivo – dicho aquello, se puso a borrar la pizarra antes de que los alumnos tuvieran tiempo de copiarla -.  Se acabó la clase.
Mientras los alumnos se marchaban, ella desahogó la rabia que sentía con el encerado y el borrador.  Estaba casi tan enfadada consigo misma como con Joe, pues era la primera vez que algo interfería con el buen funcionamiento de sus clases.  Pero es que teniendo a alguien detrás mirando lo que hacía por encima de su hombro, era imposible concentrarse.
-Eres una profesora muy buena – comentó Joe -.  Casi me habría gustado tener a alguien como tú cuando estudiaba en la universidad – sacudió la cabeza con aire de incredulidad -, aunque no habría obtenido tan buenos resultados, claro.  Un profesor de universidad mujer… ¿quién iba a imaginarlo?  Uno tiene que distraerse a la fuerza.
_______ metió sus libros en el maletín, lo cerró de golpe y se dirigió a la puerta.  Con el rostro contraído, pasó por entre los grupos de estudiantes que llenaban el pasillo y llegó hasta el vestíbulo.  Joe la seguía a pocos pasos.
-Pareces enfadada – comentó.
_______ hizo un esfuerzo para no responderle, consciente de que cientos de ojos y oídos habrían presenciado el inédito espectáculo de una profesora de matemáticas que hablaba sola por los pasillos, o lo que era peor, que gritaba sola.  Sin mirarlo siquiera, se puso la boina de lana que llevaba en el bolso y salió a la calle.
_______ siguió andando sin mirar a ninguna parte, hasta llegar a una parte más tranquila del campus, el sendero que conducía a la facultad de Bellas Artes, donde no había nadie, y allí por fin volvió a mirar a Joe, que no había dejado de seguirla, y se desahogó:
-Los fantasmas viven en castillos, casas, cementerios, en el páramo…  ¡Pero no se meten en modernos edificios de apartamentos o en universidades y menos en mi clase!  ¿Has comprendido?
-Qué ideas más raras tienes – respondió Joe con asombro.
Mientras hablaba, miraba incansablemente a su alrededor, reaccionando con asombro e interés ante todo lo que veía.
Furiosa, _______ se plantó delante de él.
-No puedes hacerme esto – le dijo -.  ¡Me niego a que un fantasma venga a complicarme la vida!  Ya me has demostrado lo que querías; has conseguido que crea en la existencia de los fantasmas…
-En eso yo no he intervenido para nada – le interrumpió Joe -.  Te has convencido tú solita con tu método científico.
-¡Bueno, pues ya está bien! – gritó ella -.  Ahora sólo quiero que te marches y que me deje en paz.
-¿Y dónde quieres que vaya? – preguntó con suma educación.
-No lo sé… ¡ni me importa!  ¡Vete donde sea, donde tengas que estar, pero que sea lejos de mí!
A Joe le brillaron los ojos de risa.
-Pero querida, ¿no te das cuenta?  Estoy donde debo estar.  Tú estás aquí, y yo también.
-¡No, no lo comprendo!  ¿Cómo quieres que lo comprenda?  Lo único que sé es que te estoy viendo y que eres un fantasma.
Joe hizo un gesto de contrariedad.
-Ya te he dicho que no me llames eso.  No me gusta nada… es tan vulgar.
_______ oyó unos pasos que se acercaban por detrás y se alejó de ellos, volviéndose de espaldas.
-Lo que pasa es…
-Poltergeist – dijo él de pronto, con una sonrisa burlona -.  Significa espíritu juguetón.  ¿No te parece un hombre más bonito que fantasma?
Y para demostrarle que tenía razón, le arrancó la boina de la cabeza y la lanzó al aire.
_______ salió corriendo a toda prisa para recuperarla antes que él, pues si el hecho de que se le hubiera caído podía ser explicado, justificar que volviera flotando a su cabeza habría sido más difícil.  La boina fue a aterrizar a unos cuantos metros, y un estudiante que pasaba por allí la recogió del suelo y se la entregó.
-Vaya viento que hace hoy, ¿verdad? – le comentó con una sonrisa.  Por el modo en que la miraba, _______ se dio cuenta al momento de que la había tomado por una posible conquista -.  Por tu seguridad, es mejor que vaya contigo para sujetarte por si acaso el viento te lleva a ti también.
_______ se puso la boina de nuevo con aire digno.
-Te lo agradezco, pero no hace falta.
-Si no es molestia – insistió el muchacho sin dejar de sonreír.
-No, de verdad, no quiero – respondió ella con firmeza, esforzándose por parecer diez años mayor.
Al cabo de unos instantes, el estudiante se encogió de hombros y prosiguió su camino, y Joe, que no había perdido detalle de la escena, se echó a reír escandalosamente.
-¡Estaba flirteando contigo! – exclamó, encantado -.  ¡Ese joven estaba flirteando contigo!
_______ se sonrojó vivamente.
-Yo no le veo la gracia, la verdad – respondió _______ poniéndose muy seria.
Joe puso los ojos en blanco.
-¡Ahí está el problema, en que no ves nada!  Todo te parece normal, cotidiano, y eso te impide darte cuenta de lo maravilloso que es el mundo en el que vives.
En un repentino arrebato de energía, Joe echó a correr hacia un patio en el que los estudiantes almorzaban, charlaban y estudiaban.  _______ lanzó una exclamación de sorpresa cuando lo vio saltar por encima de un banco en el que había un chico y una chica con un libro entre ambos.  Lo más alucinante, y también lo más natural, fue que ni siquiera levantaron la vista.
-¡Mira a tu alrededor, _______!  ¡Fíjate!
Su voz vibraba de entusiasmo, y su rostro estaba encendido de alegría.  Abrió los brazos como si quisiera abarcar todo lo que veía.
-Mira a tu alrededor: los colores, el calor, el brillo del sol… la vida.  ¡Abre los ojos!
Por un momento, _______ se sintió cautivada e influida por su entusiasmo y le pareció que veía el mundo por primera vez.  Su belleza y su intensidad la cautivaron.
-_______ – dijo Joe en voz baja, poniéndose en cuclillas junto al banco, de manera que sus ojos quedaban a la altura de los de ella.
Le brillaban los ojos, y al estar más cerca de él, _______ volvió a sentir aquel curioso cambio que se producía en la atmósfera que él tocaba.
-_______ – repitió con voz contenida, como si temiera que sus sentimientos se le escaparan a borbotones -.  Mírate a ti misma.  Tienes reflejos dorados en el pelo, y tus ojos son de color violeta…  No, no son azules, sino violeta, exactamente igual que las flores.  Nunca había visto unos ojos de ese color.  Las pecas que te salpican la nariz, ese absurdo sombrero rojo, y tus cabellos despeinados por el viento…ojalá pudieras sentir el placer que yo siento simplemente al contemplarte, porque no puedo expresarlo con palabras.
_______ se llevó la mano a la garganta.  Era la primera vez que un hombre la miraba de aquella manera y le decía esas cosas.  Todo era nuevo para Joe, y ella era el centro de su admiración.  _______ nunca había experimentado nada semejante.  Al cabo de un momento, apartó la vista de ella, pues sus ojos no dejaban de hacer descubrimientos.
-Estos chicos – dijo señalando con un ademán a todos los jóvenes que los rodeaban -, tan jóvenes, tan saludables, tan llenos de energía…  Tan perfectos.  Los hombres de esta época son más fuertes y más altos que nunca, y las mujeres – _______ lo observó mientras contemplaba lleno de admiración las largas piernas de una jovencita rubia con minifalda que estaba sentada a su lado, enfrascada en una conversación con su novio -.  Ni en sueños había imaginado mujeres tan hermosas.  ¡Y tantas juntas en el mismo sitio!
Mientras decía aquello, dejó su mirada vagar de una atractiva mujer a otra.
_______ se sintió irritada ante aquel reconocimiento de la belleza general, sobre todo después de la declaración de admiración que le había hecho a ella.  Sin previo aviso, se puso de pie y echó a andar.  Como sospechaba, él la siguió, aunque a paso lento.  Su mirada se detenía en todo lo que pasaba, aunque _______ estaba completamente segura de que lo que más llamaba su atención eran las jóvenes que pasaban.
_______ se detuvo en una entrada poco frecuentada y le preguntó:
-De todas formas, ¿cómo pueden interesarte a ti las mujeres si tienes más de ciento veinte años?
Joe sonrió.
-Nunca se es demasiado viejo para mirar.  Aunque, naturalmente, ya es demasiado tarde como para hacer otra cosa.  Hace tiempo que se me pasó la edad de los impulsos carnales, te lo aseguro.  Mi interés es puramente estético.
_______ juntó las manos y se las llevó a los labios mientras hacía un verdadero esfuerzo por mantener la calma.
-Escucha – le dijo después de un momento de silencio -, quiero que trates de comprender una cosa.  Para mí ha sido muy difícil conocerte… verte, quiero decir.  Me cuesta un poco aceptar lo que eres.  Esto no es nada fácil, en efecto.  A estas alturas ya he superado la primera impresión y lo llevo bien.  Lo que no puedo soportar es tenerte a mi alrededor todo el tiempo, preguntándome tonterías, interponiéndote en mi camino y… volviéndome loca, ¿es que no lo comprendes? – a medida que hablaba, su tono se iba haciendo cada vez más desesperado, y ella lo notaba, pero le daba lo mismo -.  Ya me cuesta bastante administrar mi dinero y recordar todo lo que tengo que hacer, dónde he dejado las gafas, etc., como para encima tener que aguantar a un fantasma.  ¡Tienes que marcharte ahora mismo!  ¡Márchate!
La expresión burlona había desaparecido de los ojos de Joe.
-_______ – dijo dulcemente, con su voz melodiosa y bien modulada, aunque quizás un poco vacilante y menos segura que antes -.  Durante años y siglos he vivido entre las sombras, semiconsciente, sabiendo, pero sin comprender, observando sin preocuparme.  Y ahora, de pronto, veo los colores.  Ahora veo la vida, y capto la energía y la fuerza que me rodea.  ¿Cómo quieres que deje todo eso?  Nadie sería capaz de abandonar algo tan maravilloso.
_______ sintió un nudo en la garganta.  La verdad era que él había perdido la vida hacía noventa años.  Pero oyendo sus palabras, viendo el anhelo pintado en su rostro y recordando el éxtasis en el que se encontraba hacía sólo unos momentos, ¿cómo podía decirle una cosa así?  _______ lo comprendía y lo sentía por él.
Apartó la vista de él con impotencia, frotándose la nuca.
-Pero… ¿por qué yo?  ¿Es que no puedes ir a otra parte?  ¿No puedes perseguir a otro ser humano?
Él la miró con confusión.
-No – dijo lentamente -.  Creo que no puedo.  No podría decirte por qué, pues ni yo mismo lo comprendo, pero lo cierto es que sólo puedo estar donde estás tú.  Qué raro, ¿verdad? – comentó con el ceño fruncido.
_______ le dirigió una mirada fugaz y esperanzada.
-Pero anoche, por ejemplo, te marchaste.  ¿Dónde estuviste?  ¿No podrías marcharte así otra vez?
-No me fui a ninguna parte – la contradijo él -.  Estuve descansando; nada más.  Necesito reponerme, igual que hacéis vosotros con el sueño.  Y aunque dé la impresión de que tengo mucho más vigor… o energía, como quieras llamarlo, que antes, de vez en cuando sigo desvaneciéndome.
-Oh, Dios mío – exclamó _______, sintiendo un incipiente dolor de cabeza -.  No comprendo nada.  No quiero comprender.  Lo único que quiero es que todo vuelva a la normalidad.
-Quizá podría tratar de ser menos entrometido – le dijo Joe en tono esperanzado.
-Entonces no te metas en mi aula – le advirtió _______.
-Y menos preguntón – añadió él sin demasiada convicción -.  Yo no quiero causarte problemas, pero es que no lo puedo controlar.
_______ lo miró con incredulidad.
-¿Significa eso que vas a perseguirme ya siempre?
Joe hizo una mueca.
-Preferiría no plantearlo de esa manera.
-¿Para siempre? – repitió _______ con incredulidad.
-¡No lo sé! – exclamó él, por primera vez exasperado -.  Lo único que sé es que yo estoy aquí y tú estás aquí, y lo más razonable es esforzarnos para que sea lo más agradable posible.
_______ lanzó un profundo suspiro, dio media vuelta y echó a andar como si así pudiera dejar atrás sus problemas.  Pero, naturalmente, las cosas no eran tan fáciles.
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Miér 20 Nov 2013, 8:02 am

Capitulo 9
Durante el resto de la tarde, Joe se esforzó notablemente por ser menos “entrometido” y “preguntón”.  _______ trató de hacer como si no estuviera, y durante la mayor parte del tiempo, lo consiguió.  Pero cada vez que levantaba la vista lo veía, apoyado en un rincón, subido en el borde del escritorio, siempre observándola y siguiendo todos sus movimientos con sumo interés, escuchando con toda atención sus clases.  Alguna vez se dio cuenta de que estaba a punto de hacerle alguna pregunta o de lanzar un comentario, pero después se contenía recordando su propósito de buena conducta.  En una ocasión, olvidándose de sí mismo, fue a coger un libro de texto y _______, que le vio, se adelantó a él y lo retiró con pánico, evitando así un desastre de inconmensurables consecuencias, que afortunadamente quedó reducido sólo a algunas miradas extrañadas de sus alumnos, que no comprendían por qué estaba tan alterada.  Joe se disculpó encogiéndose de hombros y volvió a su posición detrás de los alumnos, y siguió dedicándose a leer por encima de sus hombros.
_______ concentró todos sus esfuerzos en pasar el día de la mejor manera posible, consolándose con la idea de que cuando llegara a su apartamento podría descansar.  Durante unas horas estuvo prácticamente convencida de que esa fantasía podía hacerse realidad.
A las seis en punto, cuando salió del campus, estaba sola.  Entró en el coche sola, se puso el cinturón de seguridad y arrancó.  Salió del aparcamiento, torció a la izquierda para coger la carretera de Powell y empezó a sentirse relajada.  En el cruce de Powell con Indian Springs, cuando estaba parada en un semáforo, Joe dijo:
-¡Qué sistema debe suponer la planificación de este sistema de organización del tráfico!  ¿Quién se ocupa de ello, lo sabes?
_______ ahogó un gemido y aceleró cuando el semáforo se puso en verde.
Durante los quince minutos del trayecto hasta su casa, Joe calculó que aproximadamente el treinta y cinco por ciento de los conductores desconocía el significado de la luz amarilla.  En su opinión se trataba de un fallo imperdonable en un sistema tan eficaz.  Al mismo tiempo, le hizo un sinfín de preguntas acerca del funcionamiento del motor de combustión interna, pero resultó que él sabía mucho más que _______, pues, puesto que en vida había sido un gran aficionado a las máquinas movidas por gasolina.  Se exasperó mucho cuando _______ le dijo que nadie se había ocupado de crear un vehículo totalmente eléctrico, y pasó mucho rato diciéndole que la electricidad generada por energía solar era lo mejor para los vehículos automotores.
_______ lo escuchaba asombrada por su comprensión de los avances de la tecnología moderna, e incluso ultramoderna, y por otro lado consternada por el hecho de su presencia constante.  Ni siquiera en el coche estaba a salvo de invasión.
En un momento dado, estuvieron a punto de sufrir un percance.  Joe asió de pronto la palanca de cambios, probablemente con la intención de discernir su función, precisamente cuando iban por una recta a más de cine por hora.  _______ le lanzó un grito y él se apartó.  Después la miró con cierto resentimiento.
-Reconocerás, de todas formas, que los seres humanos no están hechos para viajar a estas velocidades.
-Ni tampoco para morir a estas velocidades – respondió _______.
Nada más decirlo, se arrepintió de haber utilizado aquella expresión, pero Joe, que acababa de descubrir la radio portátil en el salpicadero, pareció no darse cuenta.
Cuando llegaron al aparcamiento de su edificio, _______ tenía los nervios de punta.  Al salir, se dio cuenta vagamente de que un avión sobrevolaba la zona a escasa altitud, e inmediatamente Joe se acercó a ella.  Resultaba insoportable.
-¿Qué es eso? – preguntó levantando la cabeza.
-Un avión – respondió.  No recordaba cuándo se habían inventado los aviones, pero estaba segura que no fue antes de 1899 -.  Es una máquina que vuela y transporta personas.
Joe parecía atónito.  La miró pensativo y un poco incrédulo.
-¿Una máquina voladora?  ¿Me dices que todavía no han inventado el coche eléctrico y ya hay máquinas voladoras?
-También hemos estado en la luna y hemos vuelto – le informó con aire indiferente.
-Sí, conocí a un caballero que escribía novelas basadas en esas posibilidades – respondió sin darle demasiada importancia -.  Pero esos aviones…
-Hace decenios que los utilizamos – le dijo _______ en voz baja, pues estaban entrando en el edificio -.  Hemos hecho dos guerras mundiales con ellos.  Ahora existe uno que vuela de Nueva Cork a Londres en dos horas.  De todas formas, en los años cincuenta ya existían aviones.  ¿Por qué no los conoces?
-Nunca había visto uno.  Lo único que veía era la televisión.
_______ abrió la puerta, pero Joe, con aire distraído, pasó directamente a través del muro.  _______ sintió grima al mirarlo.  Aquello estaba llegando al colmo de la extravagancia.
Cuando entró encontró a Joe de pie justo al lado de la puerta.  Como no esperaba verlo tan cerca se sobresaltó.  Se rascaba la cabeza con aire pensativo.
-¿Tú puedes subir en un avión de esos? – preguntó.
-Sí, claro.
-¿Y por qué no subes a uno mañana?
_______ dejó caer el bolso en el sofá y se quitó la chaqueta y el sombrero.
-No.
-¿Por qué no?
-Porque es muy caro – respondió impacientemente -, y no tengo a dónde ir.
-Pero tú ya has viajado alguna vez en avión, ¿verdad?
-Sí, claro.
-Es alucinante – murmuró él en voz baja -.  Hombres volando por el cielo a velocidades increíbles, atravesando nubes, contemplando el firmamento… ¡cómo me gustaría tener una experiencia semejante!
Al verlo tan entusiasmado, la impaciencia de _______ fue tornándose poco a poco en indulgencia.  ¿Cómo podía uno detestar a una persona que se entusiasmaba sin reservas ante todo lo que se cruzaba en su camino?  ¿Cómo podía resistirse a su curiosidad?
Cogió una revista que tenía por allí y pasó rápidamente las hojas hasta que dio con un anuncio de una importante compañía aérea.
-Toma.  Así son los aviones por dentro.
Lo dejó entretenido con la revista y entró en la cocina a servirse un vaso de vino.  Cuando al cabo de unos minutos volvió al salón, lo encontró vacío.  La revista estaba encima del sofá, abierta.
Aunque su primera impresión fue exhalar un suspiro de alivio, _______ se dio cuenta de pronto de que no se sentía aliviada en absoluto, sino desilusionada.  La verdad era que se había acostumbrado a él.  En cuestión de ocho horas se había habituado de tal manera a encontrarlo siempre allí donde miraba, a adelantarse a sus pensamientos, a tolerar sus preguntas con paciencia que ahora, en lugar de alegrarse por haber recuperado su intimidad, lo echaba de menos sinceramente.
Pero aquella situación no habría de durar mucho, pues cuando se había vuelto de espaldas para poner la radio del equipo de música, volvió a oír su voz.
-Espero que no te moleste, pero he estado viendo tus habitaciones – le dijo desde la puerta de su dormitorio -.  Anoche no me dio tiempo…  Tengo tantas cosas que ver y que aprender…  ¡Ah!  ¡Ya veo!  Sí que es como un gramófono – exclamó adelantándose hacia el aparato precisamente en el momento en que se ponía en marcha la radio  -.  Es otra máquina musical, como la de tu coche.
_______ lo miró con mala cara, olvidando por completo lo que había sentido hacía un momento.
-Pues mira, sí que me importa que andes fisgando en mis habitaciones.  No puedes meterte en el dormitorio y el cuarto de baño de otra persona sin pedir permiso…
-No digas tonterías.  Yo no tengo existencia física.  ¿Qué daño puedo hacer?  Además, yo no te puse ninguna objeción cuando estuviste recorriendo mi casa.
Viéndose sin argumentos, _______ respondió secamente:
-Y no es un gramófono, para que lo sepas.  Tiene también radio y puede reproducir discos y cintas de casete.
-¿Y todo se controla con estos botones? – probó los botones de sintonía y volumen -.  ¿Qué son las cintas de casete?  Bueno, bueno, perdona – añadió con una dulce sonrisa -.  Me doy cuenta de que vuelvo a hacer demasiadas preguntas…
_______ lo miró con benevolencia.
-Me imagino que no lo puedes remediar.  Y para serte sincera, cuando hace un minuto no te encontraba, he llegado incluso a echarte de menos… pero sólo durante un minuto.
-Lo mismo que se echa de menos a un perrito que siempre está a nuestros pies, me figuro.
-Una cosa así.
-¿Eso que estás bebiendo es vino?  ¿Me lo das un momento?
_______ le tendió el vaso extrañada.  Joe lo levantó un poco para que le diera la luz, y después se lo acercó a la cara como si estuviera aspirando su aroma, cerrando los ojos.
-Es nacional – murmuró al cabo de un momento -.  No de muy buena calidad, y joven, pero después de tanto tiempo, me parece una verdadera delicia.
-Entonces, ¿es que lo hueles? – le preguntó _______, sin salir de su asombro.
Por primera vez cayó en la cuenta de que Joe no tenía olor.  Precisamente ésa era una de las características que le recordaban que no era lo que parecía.
-Los olores son los estimulantes más potentes conocidos por el hombre.  Cada olor desencadena una avalancha de recuerdos, y cada recuerdo se compone de cientos de asociaciones de ideas diferentes… - abrió los ojos y esbozó una sonrisa encantadora -.  Yo he sido siempre un sensualista empedernido.  Me encantan las fragancias, los sabores, el tacto de las cosas, el color, la música… de esas cosas está hecha la vida, ¿no?
Con unas pocas palabras, acababa de darle más que pensar que un curso completo de física nuclear.  Cuando empezaba a desenmarañar aquella filosofía, él le dijo:
-¿Tú fumas cigarrillos?
-No.
-Es una pena.  A mí me gustaba fumarme un cigarrillo de vez en cuando, y algunas veces echo de menos ese sabor.
_______ se preguntó asombrada si era posible que una adicción perdurara hasta la tumba.
Joe sonreía ahora con aire soñador.
-Una vez estuve en Turquía y fumé un tabaco aromático y delicioso en una pipa de agua.  Resultaba embriagador.  Me recordaba un poco al opio, aunque debo decir que nunca he sido muy amigo de ese narcótico.
-Ahora el opio es ilegal – le dijo.
-No me extraña.
Se miraron sonriendo, y por un momento, _______ estuvo a punto de olvidar que no estaba ante un hombre de verdad.  Cuando lo miraba a los ojos, su corazón…
Pero aquel momento de flaqueza y encantamiento se vio súbitamente interrumpido por el zumbido del timbre de la puerta.
Abrió la puerta y se encontró frente a frente con Larry, que la saludó con un beso en la mejilla.
-Hola, cariño.  Te traigo contratos en lugar de flores.  Ya sé que habíamos quedado más tarde, pero pensé que nos vendría bien revisar la letra pequeña antes de la cena.
-¡Vaya, tu amigo tiene el don de la ubicuidad! – murmuró Joe.
_______ le dirigió una mirada distraída mientras Larry se quitaba el abrigo.
-¿Una cena?
-Ya te has olvidado, ¿no? – respondió él con aire resignado -.  Tú ibas a prepararla, ¿no te acuerdas?
-No, no me había olvidado – se apresuró a decir _______ -.  Lo que pasa es que se me ha hecho un poco tarde, nada más.
Larry sonrió sin creerla, y le acarició la mejilla.
-No te preocupes.  Tu desamparo es una de las cosas que más me gustan de ti.  Hace que me sienta necesario.
-¡Desamparo! – exclamó Joe haciendo una mueca, tomándoselo como un insulto personal -.  ¿Qué es eso de desamparo?  Si tú eres una mujer desamparada, la Reina Victoria es pobre.  ¿Cómo permites que te hable así?
_______ se volvió rápidamente hacia la cocina.
-Siéntate, por favor.  ¿Quieres un poco de vino?
-Sí, gracias – Larry se sentó en el sofá y abrió su maletín -.  ¿Tienes algo en la nevera, o quieres que salga en un momento a comprar unos filetes?
-Dile que te lleve a un restaurante – intervino Joe, con maldad.
-¡Cállate! – susurró _______.  Y en voz alta, dirigiéndose a Larry, dijo: -¿Te apetece una tortilla?
-Sí, estupendo.
Joe se quedó de pie a pocos pasos de Larry, con los brazos cruzados y el ceño fruncido mientras lo miraba.  _______ sirvió rápidamente un vaso de vino, volvió a llenar el suyo y trató de no pensar en los resultados desastrosos que podría tener aquella cena.  Había podido manejar a Joe durante todo el día frente a cientos de alumnos, así que confiaba en seguir arreglándoselas por la noche.
-¿A ti te parece divertido?  - preguntó Joe en tono impertinente.
_______ tomó un sorbo de vino, se sirvió todavía más y salió corriendo de la sala con la mejor imitación de sonrisa que había logrado en su vida.
Larry se enfrascó en una farragosa explicación del contrato, y ella hizo todo lo posible por prestarle atención, aunque no podía dejar de comparar a los dos hombres que tenía delante.  Al lado de Joe, Larry parecía vulgar, bajito y un poco gordo.  Por primera vez se fijó en que el pelo empezaba a clarearle por la parte de la coronilla.
-Verás – le estaba diciendo Larry -, si el banco te ofrece una hipoteca a treinta años con renta variable, creo que a largo plazo te conviene invertir más tu capital…
-Cielo santo – exclamó Joe con disgusto -.  Qué rancio es este hombre.  ¿A esto llamas tú hacer la corte?
-Estoy de acuerdo contigo – respondió _______ con firmeza.
De repente, la radio empezó a emitir música de rock duro a todo volumen.  Larry alzó la cabeza y miró espantado a su alrededor, _______ se levantó de un salto y Joe exclamó entusiasmado:
-¡Qué música tan increíble!
-¿Qué demonios…?
-Ah, no pasa nada – le atajó _______, apagando el equipo -.  Últimamente la radio no funciona demasiado bien.
Tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para dominarse y no lanzarle una mirad fulminante a Joe.  En cambio, se las arregló de alguna manera para sonreír a Larry.
-¿Quieres que le eche un vistazo? – se ofreció éste empezando a levantarse.
-No, no.  De todas formas, apenas la uso.  Cuando tenga tiempo, la llevaré a la tienda.
Joe se encogió de hombros y se dirigió a la ventana.
-De acuerdo – Larry la cogió de las manos y la hizo sentarse en el sofá, a su lado-.  Ya está bien de hablar de negocios.  Déjame que te diga hola como es debido.
No había hecho más que rozar los labios de _______ cuando Joe se volvió hacia ellos con una expresión de contrariedad mezclada con interés.  _______ se las arregló para escabullirse de los brazos de Larry sin demasiado arte, con la excusa de coger el vaso.
Él se quedó mirándola un poco preocupado.
-¿Qué te pasa?
-Nada – respondió _______ rápidamente mientras daba un sorbo de vino.
Aquello no podía salir bien.  Definitivamente, era imposible.  ¿Cómo iba a poder llevar una vida normal, y mucho menos una vida sexual normal, si tenía un fantasma encima observándola todos los minutos del día?
-Perdona, Larry.  Es que hoy estoy un poco nerviosa.
-Vaya, vaya – murmuró Larry pasándole el brazo por los hombros y atrayéndola hacia sí -.  Y yo sé por qué.  Es por la casa, ¿verdad?
-Bueno…
-Y por algo más – insistió él mientras le daba un ligero masaje en la nuca con la frustrada intención de calmarla -.  Mira, querida – le dijo muy serio -.  He estado pensando mucho en ello y quiero que tú también lo pienses.  La compra de una casa es un compromiso muy serio; tú misma has reconocido que no se te dan bien los compromisos.  No sé si te habrán entrado las prisas porque yo te estaba presionando para que aceptaras otro tipo de compromiso.
Joe se acercó y escuchó con interés.
_______ trató de reírse, pero sólo consiguió articular un ruido extraño.
-Vamos, Larry.  ¿Es que me crees incapaz de tomar decisiones sin tu participación?
-Por supuesto que no.  Sé que eres perfectamente capaz.  Lo único que quería era asegurarme de qué es lo que quieres hacer de verdad… y que no se trata de un pretexto suave para decirme que me vaya por ahí.
_______ volvió a reír, aunque de una manera poco convincente.
-Si quisiera decirte que me dejaras en paz, buscaría una manera menos cara de dártelo a entender.
-Yo también – dijo Joe.
Larry sonrió acariciándole el pelo.
-Lo único que quiero es cuidar de ti.  Tú lo sabes, ¿verdad?
-Pero si no necesitas que te cuide nadie – protestó Joe, indignado -.  ¿Cómo permites que te hable así?  Es a él a quien le hace falta una niñera.
_______ estaba ya tan nerviosa que tenía ganas de gritar.  Pero en cambio, se puso repentinamente de pie y dijo:
-¿Pues sabes lo que a mí me apetece?  Firmar ese contrato y salir a celebrarlo.  ¿Qué te parece?
-¿Es que no vas a leerlo antes de firmarlo? – protestó Joe mientras _______ buscaba un bolígrafo.
Larry se echó a reír.
-Debería haberme imaginado que buscarías algún pretexto para no tener que cocinar.  Toma, yo tengo un bolígrafo.
_______ se volvió y vio a Joe inclinado sobre el contrato, que estaba encima de la mesita.  Al mismo tiempo, Larry estaba a punto de cogerlo y Joe gritó:
-¡No debes firmar esto!
Todo ocurrió de repente.  _______ corrió hacia ellos, Larry fue a coger el contrato y Joe derramó intencionadamente el vaso de vino de Larry de manera que los papeles quedaron empapados.  Furiosa, _______ cogió el papel y gritó fuera de sí:
-¿Por qué has hecho esto, si se puede saber?
Larry la miró atónito.
-Ha sido un error.  El vaso debía estar colocado encima del contrato.
-¿Es que no te has dado cuenta del precio que pide? – le preguntó Joe -.  ¡No puedes firmar una cosa así!
_______ sacudió los papeles con furia.
-¡Sé perfectamente lo que hago!
-Oye, que no son más que unos papeles – insistió Larry, poniéndose de pie -.  No hay que disgustarse.  Puede repetirse.
-Pues yo no estoy tan seguro – estaba diciendo Joe -.  Si estabas a punto de hacer semejante tontería…
-¡Si no quieres que me quede con la casa, dímelo claramente!  ¡No hace falta que recurras a travesuras!
La expresión de Larry se alteró por completo, y entonces _______ recuperó el sentido.  Había estado gritándole a Joe, cuando Joe no existía más que para ella, y ahora, Larry estaba dolido, se sentía insultado y creía que toda aquella ira iba dirigida a él.
-Larry, perdóname.  Es que hoy estoy tan cansada que no sé ni lo que me digo.
Él se volvió con aire muy digno y cogió su maletín.
-Eso resulta evidente.  Será mejor que te quedes con el contrato.  Espera a que se seque y después podrás firmarlo.  Si no, házmelo saber.
-Larry…
Él se echó a andar hacia la puerta.
-No olvides el abrigo – le dijo Joe.
_______ corrió hacia la puerta y cogió el abrigo de Larry.  Él se quedó mirándola un momento y después lo cogió.
-Te llamaré – dijo.  Y sin más, se marchó.
_______ cerró la puerta y se quedó apoyada en ella, abatida, sin querer mirar a Joe para no estallar.
-¡Cómo te has atrevido! – gritó fuera de sí, sin poder contenerse -.  ¿Quién te has creído que eres?  De esto precisamente estaba hablando…
-Ese sinvergüenza estaba a punto de estafarte varios miles – replicó Joe -.  ¿Qué esperabas?  ¿Qué me quedara de brazos cruzados viendo cómo te desplumaba?
-¡Eso no es verdad!  ¡Yo sé perfectamente cuál es el precio!
-¡No digas tonterías!  ¡Para construir esa casa me gasté menos de diez mil, y aún así ya era caro!
-¡Pero eso fue hace cien años! – gritó _______ -.  ¡Desde entonces las cosas han cambiado!  ¡El dinero es diferente!  ¡Todo es diferente!  ¡No tienes derecho a meterte en cosas que no comprendes!
Joe la miró un poco más calmado pero todavía con desconfianza.
-Las cosas no pueden haber cambiado tanto.
-Tú no sabes ni la mitad.
Resultaba agotador enfadarse de aquella manera, así que con aquellas últimas palabras, la ira de _______ se apagó.  Se volvió bruscamente y fue colocando las páginas del contrato separadamente sobre la encimera de la cocina para que se fueran secando.
-Es un precio normal – le dijo -.  Más que normal.  Yo quiero la casa y estoy dispuesta a pagar por ella.  Y lo que yo pague o deje de pagar no es asunto tuyo.  Si no quieres que me quede con la casa…
Se volvió a mirarlo.  La expresión de Joe era sombría, y ella sintió cierta aprensión, pensando que formaba parte de la casa, y que no iba a poder vivir toda la vida en contra de sus deseos.
-Entonces es eso, ¿no? – dijo con un hilo de  voz -.  No quieres que me quede con la casa.  Pero, ¿por qué?  Ya te he dicho…
-Claro que quiero que te quedes con la casa – respondió él con impaciencia -.  Al fin y al cabo es tuya.  Te prefiero a ti antes que a un desconocido…  Aunque debo confesarte que si yo pudiera intervenir en el asunto, cosa que es imposible, procuraría que ese vendedor pico de oro no pusiera el pie sobre mi casa.
_______ empezó a enfadarse otra vez.
-¿Qué tienes tú en contra de Larry?
-Pues que es un imbécil – respondió Joe -.  No tiene la menor idea de arquitectura, y desconoce lo que es el gusto.  Quiere tapar mis suelos con nylon y cambiar el cristal de colores por ventanas normales.  No distingue los robles de los cipreses y está convencido de que la antigüedad es un defecto y no un valor.  Pero lo que menos comprendo es cómo te puede gustar un elemento semejante.  Yo pensaría que tienes un gusto demasiado bueno como para estar con él.
_______ cada vez estaba más asombrada.
-Si no supiera que es imposible, pensaría que estabas celoso.
-Sólo en la medida en que mi casa se ve afectada.
-¿Pero qué tiene que ver Larry con tu casa?  Él es únicamente el agente.  La compradora soy yo.
-Sí, pero cuando os caséis…
-¿Cuándo nos casemos?  ¿Por qué crees que nos vamos a casar?
-Ah, ¿es que no?
-¡Pues claro que no!
En el colmo de la exasperación, _______ se apartó de él, cogió una bayeta de la cocina y se puso a limpiar el vino derramado en la mesita del salón.
-Pues no lo comprendo.  Si no vas a casarte con él, ¿por qué lo ves tanto?  Y no me digas que vuestra relación es meramente comercial, porque te he visto besarlo varias veces.
-¡Por el amor de Dios!  Porque una mujer bese a un hombre, no quiere decir que vaya a casarse con él… por lo menos en este siglo no es así.
Joe guiñó un ojo.
-Afortunadamente.  Ni en mi época tampoco, pues de lo contrario yo habría ido a la cárcel varias veces acusado de bigamia.  Pero no has respondido a mi pregunta.  ¿Por qué sales con él?
-Porque me gusta – respondió ella mientras frotaba una mancha que había caído en la alfombra -.  Es un hombre majo, y hoy en día resulta difícil encontrar hombres majos.
-Por lo menos parece educado.
-Es más que eso.  También disfruto con su compañía, y no pienso decirte nada más.
-Pero tú te mereces algo mejor que un simple vendedor – protestó Joe -.  Además, a tu edad no deberías perder el tiempo con flirteos.
-¿Qué debería estar haciendo, si puede saberse?
-Deberías casarte.
-¿Por qué? – preguntó, empezando a divertirse con la conversación.  Al fin y al cabo, resultaba interesante tener la oportunidad de conversar con un ser con ideas decimonónicas.
-Porque es el orden natural de las cosas.
-No sé por qué lo dices, si tú no te casaste.
-Pero para los hombres es diferente.
-Pues ya no es así, te lo digo.
Joe se quedó pensativo.
-Pues no sé si eso será humano – dijo lentamente -.  Las mujeres no están hechas para vivir solas.  Aunque los hombres tampoco – añadió con una sonrisa.
_______ quería seguir con la conversación, pues por primera vez empezaba a saber algo sobre la verdadera vida de Joe Jonas.  Pero él no se lo permitió.
-Te pido disculpas por meterme en tu vida personal – dijo fríamente -.  Ya sé que no me corresponde.  No te prometo que no vuelva a ocurrir, pero pido disculpas.
_______ sonrió de mala gana.  Por lo menos era sincero.
-Tienes razón – le dijo -.  No te corresponde a ti meterte en mi vida.  Es mi vida, ¿te das cuenta?  ¡Y no hay sitio para ti en ella!  No está bien que te metas en ella, y no debes seguir acosándome.  Tienes que marcharte.
Joe sacudió la cabeza con una sonrisa y la miró con paciencia.
-Para ser una joven tan inteligente, a veces te cuesta comprender las cosas.  ¿Es que todavía no has comprendido que no depende de mí?
-¿Por qué no? – preguntó _______, desesperada -.  Eres tú el que tiene poderes sobrenaturales.  Eres tú quien violas las leyes de la física y de la metafísica.  Tú puedes hacer lo que quieras.
-Pero yo no tengo poderes sobrenaturales – le respondió Joe en tono tolerante -.  Mis “poderes”, como tú los llamas, para mí son tan naturales como los tuyos para ti.  Si yo pudiera hacer lo que quisiera, en este momento estaría volando en un avión, o en una función de teatro en Londres, o dividiendo un átomo debajo de un microscopio electrónico de los que hablabas en clase… ¡eso haría!
_______ empezaba a comprender, aunque no del todo.
-De acuerdo, si tú no eres responsable de tus actos, ¿quién lo es?
Joe le dirigió una mirada peculiar.
-Parece que solamente depende ti y de mí.
_______ tardó un momento en comprender el significado de lo que acababa de decir, y entonces lanzó una exclamación.
-¿Yo?  Insinúas que yo…  Pero, si yo no tengo nada que ver con esto.  Yo no soy vidente, ni espiritista, ni nada… y si de mi dependiera, esto no habría pasado nunca.  Ya te he dicho unas cuantas veces que no quiero que estés aquí.
-¿Ah, no? – le preguntó él con una débil sonrisa -.  ¿Sabes?  Lo he estado pensando, y lo que tengo perfectamente claro.  Es como… - se quedó callado un momento, buscando la palabra justa -, es como la televisión.  Las imágenes se transmiten constantemente, ¿verdad?  Pero no sirven para nada, son invisible, intangibles, mudas, hasta que alguien enciende un receptor.  Tú eres mi receptor.
_______ estaba atónita.  Oyéndolo hablar así, todo le parecía lógico.  Nadie lo veía, sólo ella.  Pero aunque la teoría la intrigaba, la rechazó.
-No – dijo con firmeza -.  Porque el receptor puede encenderse y también apagarse.  Debería ser capaz de apartarte de mí, y no lo consigo.
-A lo mejor es que no quieres.
-Pero si te acabo de decir…
-_______, es la única explicación posible… - insistió él.
Los ojos de Joe brillaban, parecía emocionado.  _______ se dio cuenta de pronto de que la respuesta a aquel dilema le preocupaba a él tanto como a ella, y empezó a tomarse en serio sus palabras.
-Tú tienes algo diferente a todos los demás – prosiguió Joe, muy serio -, algo que nos permite comunicarnos, algo que hace posible que me veas.  Puede que se trate de algo de lo que tú no eres consciente, pero en cierto modo quieres que esté aquí, en la misma medida en la que yo quiero estar.
_______ vaciló.  Cuanto más lo oía hablar, más consciente era de la verdad que encerraban sus palabras.  Conscientemente no deseaba que estuviera con ella; hasta entonces su presencia no le había traído más que problemas, y las cosas amenazaban con ponerse peor.  Ella no necesitaba complicarse la vida de ese modo, y sólo Dios sabía que ella no se lo había buscado.
-¿Puede ser la curiosidad? – le preguntó en voz baja.
-Esa explicación puede ser tan satisfactoria como cualquiera.  Eres una científica que se enfrenta ante un fenómeno desconocido que ha interesado a la humanidad desde el origen de los tiempos, y tu curiosidad no va a permitir que pase de largo.  Hay una parte de ti que disfruta con esto.
-Pero una parte muy pequeña – murmuró _______ -.  Está bien – añadió de mala gana -.  Estoy dispuesta a reconocer eso.  Quizás, y recalco eso de quizás, en cierto modo todo esto me emociona.  E incluso me alegro de que me pase.  Me refiero a que tú eres… interesante.  No puedo evitar sentirme fascinada por ti.
Joe sonrió encantado.  Tenía los ojos brillantes.
-No sabes lo que me alegro de saber que a pesar de los años sigo ejerciendo el mismo efecto sobre el sexo opuesto.
Mirándolo de arriba abajo, _______ pensó para sí que de ningún modo había perdido su atractivo.
-Pero – agregó ella -, es no significa que esta situación me guste.  Yo soy una persona muy amante de mi intimidad.  Estoy acostumbrada a hacer las cosas a mi manera, a vivir sola, a tener tiempo para mí.  No puedes seguir interfiriendo en todo lo que hago, apareciendo cada vez que me vuelvo de espaldas.
-Trataré de ser más discreto – le prometió Joe muy serio.
-Bueno… está bien – dijo _______ mirándolo con ciertas reservas.  No sabía qué más decir, y añadió -.  Por lo menos, mientras nos entendamos…
-Por supuesto.
Joe se quedó mirándola con tanta seriedad, que _______ empezó a sospechar que tenía que haber algo de burla oculto en el trasfondo de sus ojos.  Nerviosa, se frotó las manos y dijo:
-Bueno, voy a darme un baño y después prepararé la cena.
-De acuerdo.
-Ahora ha llegado el momento de que seas discreto – añadió con impaciencia al ver que seguía plantado donde estaba, observándola.
-¿Cómo dices?
_______ se sonrojó vivamente.
-¿No querrás que me quite la ropa mientras tú me observas, ¿verdad?  ¡Lárgate!
Joe se echó a reír.
-¡No lo dirás en serio!  ¿Y qué más da?  ¿Es que has olvidado que yo no soy un ser físico?
-Puede que no – insistió _______ en contra de toda razón -.  Pero a pesar de todo sigues siendo un hombre, joven, y además… atractivo.
Él arqueó las cejas, halagado.
-¿De verdad te lo parece?
_______ lo miró con el ceño fruncido.
-No importa lo que yo piense.  Lo que te digo es que no me siento cómoda si en mi propia casa…
-Estás diciendo tonterías, ¿sabes?
_______ sabía que tenía razón, pero no podía evitar sentirse turbada.  Por fin se decidió a meterse en su dormitorio y cerró la puerta.
Ya en el cuarto de baño, cuya puerta también cerró cuidadosamente, se quedó en camiseta y braguitas mientras comprobaba la temperatura del agua de la bañera.  Precisamente cuando estaba metiendo la punta del pie, oyó una carcajada a sus espaldas.
-¡Pero si llevas ropa interior de hombre! – exclamó Joe.
_______ se tapó con una toalla y se dio la vuelta rápidamente, pero no vio nada.  La risita que estaba oyendo provenía del otro lado de la puerta.
-Yo no te he prometido que no iba a mirar – le recordó Joe.
-¡Pero si me dijiste que habías superado tus impulsos carnales! – exclamó _______ en tono acusador.
Él no dejaba de reírse.
-Pues era mentira.
_______ lanzó un suspiro de exasperación y tiró la toalla contra la puerta.  No golpeó a nadie, pero ella se sintió un poco mejor
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por chelis Miér 20 Nov 2013, 2:03 pm

:quee: :quee:  jajajajajajajajajaja...... Me facina joe!!!!!!.... Pon el que sigue!!!!!
chelis
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Jue 28 Nov 2013, 10:27 am

Hola chicas perdon por no subir capitulo esqe e tenido muchos problemas con el internet, voy a subir un capitulo muy largo de compensacion =)
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Jue 28 Nov 2013, 10:27 am

Capitulo 10
_______ se detuvo frente al letrero dorando en el que se leía el nombre de la tienda: “Visiones terrenales”, y abrió la puerta.  En contraste con la mañana fría, gris y húmeda, el local era como un oasis de luz y de calor.  Mientras se apagaba el tintineo de las campanillas de la puerta se quedó un momento absorta, reflexionando sobre la semana transcurrida, durante la cual se había ido acostumbrando cada vez más a la presencia constante de Joe al tiempo que su relación con Larry se enfriaba irremediablemente.
Pero lo peor no era eso.  _______ nunca se había considerado una persona insociable hasta entonces, pero desde que Joe había irrumpido en su vida, todos sus contactos sociales se habían visto anulados.  Y sin embargo, lo que le estaba pasando era tan extraordinario, le parecía una experiencia tan fuerte, que necesitaba compartirla con alguien.  Necesitaba hablar con alguien.  Debía encontrar la manera de poner las cosas en su justa perspectiva, y al mismo tiempo contrastar su opinión con una visión ajena.  Tenía que seleccionar cuidadosamente la persona indicada para contarle aquella historia.  Y ya se había decidido… por eso estaba en la librería y cristalería “Visiones Terrenales” esperando que apareciera su dueña.
-¡Hombre, pero si está aquí mi clienta favorita! – exclamó Elena Barret apareciendo de pronto por la puerta de la trastienda.
Antes de abrir aquella tienda, Elena era asesora de imagen, y eso era algo que se notaba en su aspecto.  Siempre iba perfectamente peinada y maquillada, y su vestuario, a pesar de ser clásico, estaba siempre de moda.  Normalmente sus clientes se quedaban sorprendidos al conocerla, pues por el carácter de la tienda esperaban encontrar una propietaria exótica e incluso bohemia, y se topaban con una mujer perfectamente arreglada y clásica que tenía todo el aspecto de una empresaria.
La curiosa amistad entre _______ y Elena se había iniciado dos años atrás, un día en que _______ entró casualmente en la tienda y terminó convirtiéndose en clienta habitual, pues coleccionaba figuritas de cristal, y concretamente dragones.  De hecho, conoció a Larry en una fiesta de Elena.  En el mundo vertiginoso y competitivo en el que _______ se movía, Elena era su única amiga de verdad, una confidente y compañera de cenas que siempre tenía un buen consejo a mano cuando _______ lo necesitaba.  Por eso sabía que era la única persona que comprendería, o por lo menos escucharía, lo que le estaba sucediendo.
-Has llegado justo a tiempo para almorzar – dijo Elena -, precisamente tenía medio sándwich de atún con tu nombre puesto en la bolsita.  Vamos a la trastienda, porque tengo muchísimas ganas de hablar contigo.  Tienes que contarme qué es de tu vida.  ¿Te has gastado ya la herencia, o aún me comprarás algún dragón más?
La trastienda era un pequeño almacén lleno de cajas y bastante desordenado.  Estaba amueblado con un sofá viejo, un par de sillas plegables y una cafetera eléctrica.  A pesar de todo, resultaba cálido y acogedor, y _______ se sentía allí a sus anchas.
-Pues precisamente me he gastado la mayor parte de la herencia en la entrada de una casa – le comentó _______ mientras se servía una taza de café.
-¡Por fin lo has hecho! – exclamó Elena -.  Me parece fenomenal.
-Dentro de un mes cerraremos el trato definitivamente.
Elena, que estaba dividiendo un sándwich con un cuchillo de plástico, se detuvo y le dirigió una mirada traviesa.
-¡Hay que ver! Me parece increíble que no me lo hayas contado antes…  Larry tampoco me había dicho ni una palabra.  ¿Ni siquiera vas a invitarme a verla?  ¿Cómo has podido tomar una decisión tan importante sin consultarle a tu mejor amiga?
_______ sonrió.
-Tienes razón.  La verdad es que fue una decisión un tanto impulsiva.
-¿Impulsiva?  ¿Tú impulsiva?  ¡Entonces tiene que ser una señora casa! – exclamó tendiéndole medio sándwich en una servilleta -.  Cuenta, cuenta.  Con todo detalle.
_______ no quiso aplazar más el momento de la confesión.
-En primer lugar, tiene un fantasma.
Elena la miró con los ojos desmesuradamente abiertos, y estuvo a punto de atragantarse con un trozo de sándwich que tenía en la boca.
-¡No lo dirás en serio! – exclamó por fin -.  ¡Es fantástico!  ¿Cómo lo has notado?  ¿Puntos fríos? ¿Ruidos?  ¿Es que en esa casa se cometió algún asesinato o está construida encima de alguna antigua tumba india?  ¿Quién te dijo que tenía un fantasma?
-No me lo ha dicho nadie.  Yo misma he visto al fantasma.
La emoción de Elena se transformó en estupefacción.
-¿Que lo has visto?  ¿Precisamente tú?
_______ asintió.
-Dios mío – susurró Elena -.  No estarás hablando en serio, ¿verdad?  ¿De verdad lo viste?
_______ volvió a asentir con un gesto.
-Dios mío – repitió su amiga, mirándola fijamente -.  Nunca he conocido a nadie que haya visto un fantasma… por lo menos a nadie de quien me pudiera fiar.  Es increíble.  ¿Es un fantasma de verdad? – le preguntó de nuevo emocionada -.  ¿Qué has visto exactamente?  ¿Era como un cúmulo de energía flotante, o formaba alguna figura?  ¿Mueve las cosas, te habla o no dice nada?  ¡Cuéntame!
El entusiasmo de Elena resultaba alentador, aunque su concepción tradicional de los fenómenos paranormales la colocaba en una situación difícil.  Tuvo la tentación de inventarse algo para satisfacer su curiosidad y dejar el tema, pero al cabo de unos segundos lo pensó mejor y decidió llegar al fondo del asunto.  Al fin y al cabo, Elena había tenido un novio en Los Ángeles que se ganaba la vida hablando con espíritus.  A la fuerza tenía que ser comprensiva.
-Forma una figura completa.
-¿Masculina o femenina?
-Masculina.
Elena se inclinó hacia ella con interés.
-¿Qué aspecto tiene?
_______ vaciló un momento.
-¿Tú has visto los retratos de Lord Byron que aparecen en los libros de literatura?
-¿Con una mirada sentimental, cuello subido y corbata de lazo?
-Así.  Una cosa así.  Aunque éste lleva pantalones vaqueros y le encanta el canal de vídeos de la televisión.
La expresión de Elena permaneció impasible durante un momento.  Pero de pronto plegó los labios, contrariada, y volvió a coger su olvidado sándwich.
-Maldita sea, _______.  Debería haberme dado cuenta de que me estabas tomando el pelo.  No tiene nada gracioso, ¿sabes?  Me lo estaba tragando como una bendita.  Anda, cuéntame cómo es la casa.
_______ trató de dominar la contrariedad que sentía.
-No estoy de broma – dijo.  Y viendo que Elena se encogía de hombros, sin mirarla, añadió: -Elena, mírame, por favor.  Te digo que estoy hablando en serio.
Elena la miró con expresión vacilante.  Su presión era casi de incredulidad.
-Vamos, _______ – exclamó cogiendo el refresco sin calorías que tenía en el suelo -.  ¿Que le gustan los videos musicales?
-Lleva mucho tiempo muerto – dijo _______ con angustiada insistencia -.  Le gustan la televisión y el rock porque son cosas nuevas para él, me parece a mí que no es tan difícil de comprender.  Por lo mismo le gustan los aviones, las batidoras y conducir coches…
Elena estuvo a punto de atragantarse con la bebida.
-¡No me digas que conduce!
-No, no conduce – le explicó _______ perdiendo la paciencia -.  Le gusta verme conducir, hablar de mecánica y ver motores…
Elena se quedó mirando a su amiga con una expresión indefinible.
-Estoy empezando a creer que hablas en serio.
-¡Por supuesto que te estoy hablando en serio!
Elena la miró con cautela.
-Te juro que si esto resulta ser una broma…
-No es una broma.  ¿Alguna vez me has visto hacer bromas de este tipo?
-No – asintió Elena pensativa -.  Nunca te he visto gastar bromas de este tipo.  Yo siempre he dicho que eres la persona más seria que conozco.  Pero dime, por favor, ¿qué es exactamente lo que me estás diciendo?
_______ exhaló un suspiro, tratando de tranquilizarse, y decidió empezar el relato por el principio.
-Mi casa, la que acabo de comprar, fue construida por un hombre llamado Joe Jonas, que murió en 1899.  Lo que ocurre es que en realidad no murió… durante este tiempo ha estado vagando por la casa.
-Viendo la MTV – dijo Elena en tono de guasa.
-Por supuesto que no – la contradijo _______, que a pesar de todos sus esfuerzos empezaba a ponerse nerviosa -.  En esa casa no hay televisión.  Está vacía.  Por eso ya no vive allí.  Está en mi apartamento… y en mis clases… y en el supermercado… en todas partes…
Dicho aquello, se quedó mirando a Elena con tristeza.
Elena se quedó mirando el sándwich que tenía en la mano como si de pronto le supiera amargo.  Luego lo dejó a un lado, junto con la bebida, se limpió los dedos con una servilleta de papel, se sacudió las migas de la falda y miró a _______ con profundo pesar y ternura.
-_______, quiero que comprendas que lo que voy a decirte ahora te lo digo porque te quiero.
_______ apoyó la cabeza en el respaldo con un gesto de impotencia.
-¡No me estoy volviendo loca!
-Escúchame.  Últimamente has estado sometida a muchas presiones…
-Elena…
-La muerte de tu tía, la herencia, la compra de una casa cuando tú no has vivido nunca más de dos años seguidos en el mismo sitio…
-Eso no tiene nada que ver…
-Y mientras tanto, estás haciendo una jornada completa como profesora y sacándote el doctorado en física, por el amor de Dios… bien sabe Dios que eso no es fácil.  Y por si fuera poco, Larry no te deja en paz tratando de que tengas un hijo suyo o algo así cuando te ha costado tantos años de esfuerzo forjarte una profesión…
-¿Quieres callarte de una vez? – exclamó _______ de pronto, exasperada -.  ¡No estoy sufriendo una crisis nerviosa, aunque si sigues ahí sentada diciéndome tonterías, creo que va a darme una!  ¡Estoy completamente segura de que lo he visto!
Elena la miró con compasión, y al mismo tiempo tratando de disculparse.
-Lo único que te estoy diciendo es que no es de extrañar que no hayas podido soportar tantas cosas juntas.  Y si lo piensas un momento, te darás cuenta de que es perfectamente lógico…
-Mira, Elena, lo siento mucho, pero me doy cuenta de que ha sido un error contártelo – dijo _______ empezando a ponerse los zapatos -.  Olvídalo.  Lo único que esperaba era que tú fueras capaz de escucharme.
-Espera, _______ – le dijo Elena poniéndole la mano en el brazo -.  Perdóname.  Debería haberme dado cuenta de que tú eres incapaz de imaginarte una cosa así.  Pero es que parece una locura… - se interrumpió bruscamente -.  No hagas caso de lo que digo.  A veces soy una boba.  Vamos a empezar otra vez desde el principio, ¿de acuerdo?
-Mira, Elena, te lo diga como te lo diga, va a seguir sonando como un disparate.
Elena asintió,  pensativa.
-Entonces vamos punto por punto.  ¿Has dicho que te habla?
-Tan claramente como tú me estás hablando ahora mismo.
-¿Y de qué habla?
-De todo.  Del tiempo, de las noticias de actualidad, de física cuántica, de lo que estoy preparando para cenar… opina de todo.
-Lo dices como si fuera tan… real.
-Es que lo es.  Es real y tridimensional, no como los espectros sombríos que salen en las películas de terror.  Si te cruzaras con él por la calle, no lo mirarías dos veces.  Es como cualquier persona normal y corriente, con la diferencia de que es capaz de atravesar las paredes y de que nadie puede verlo más que yo.
Elena lanzó un silbido de admiración y se recostó en el sofá, pensativa.  Al cabo de unos minutos, habló midiendo cuidadosamente sus palabras.
-Yo no sé qué conocimientos tendrás tú del mundo de los espíritus, y bien sabe Dios que yo tampoco soy una experta en la materia, pero lo que estás diciendo… no tiene sentido.  ¿Comprendes lo que te quiero decir?
Mggie asintió con expresión sombría, y Elena, animada, añadió:
-Lo que quiero decir es que puede que existan espíritus, casas habitadas por fantasmas y poltergeists… figúrate, todavía hay gente que dice que en la Casa Blanca puede verse a Abraham Lincoln paseándose por los salones.  Quizás también tengan algo de cierto las historias de los parientes muertos hace muchos años que se sientan al borde de la cama de ciertas personas para advertirles un desastre…  Pero esto que tú me cuentas…nunca había oído una cosa igual.
-Ni yo tampoco – asintió _______ -.  Y date cuenta de que yo nunca he creído en los espíritus ni en los videntes.
-A no ser que… - murmuró Elena poniéndose más pensativa.  Al cabo de un momento, volvió a mirar a _______ de manera distinta -.  A lo mejor lo que tú necesitas es la ayuda de un profesional.
_______ la miró desconcertada.
-Aunque no puedo decirte que estoy totalmente convencida de todo lo que me has dicho, creo que tú lo crees.  Y por otra parte, tú no eres el tipo de persona capaz de inventar semejante historia, así que es posible que sea verdad…
-Muchas gracias…  Por lo menos empezamos a llegar a alguna parte.
Elena se puso a la defensiva.
-Sólo estoy tratando de ayudarte, _______.
-De acuerdo, de acuerdo.  Ya lo sé.  ¿Qué me recomiendas? – añadió con cierta impaciencia.
-Lo que estaba tratando de decirte – prosiguió Elena sin alterarse -, es que puedes estar enfrentándote a un espíritu confinado en la tierra.  Y si ése es el caso, tú no estás preparada para vértelas con él.  Deberías acudir a un experto.
_______ se sintió picada por la curiosidad.
-¿A qué te refieres con eso de confinado en la tierra?
-Bueno, como ya te he dicho, yo no soy una experta – respondió Elena con más naturalidad -, pero según tengo entendido, lo normal es que las almas de las personas muertas continúen su viaje hacia un destino más alto, por así decirlo, sea lo que sea.  Pero algunas veces se quedan atrapadas.  No pueden ir hacia delante ni hacia atrás.  Es algo trágico.
_______ se sentía intrigada.
-¿Y cuál puede ser la causa de que se encuentre en ese estado?
-Pueden ser muchas cosas.  Quizás algún trauma en su vida anterior, como una muerte violenta o alguna injusticia, incluso un amor no correspondido.  La mayoría de las veces tiene que ver con algo que dejaron sin terminar en la tierra; algo que se sienten obligados a terminar antes de seguir su camino.  En cualquier caso, por lo que se dice, se trata de almas que son desesperadamente desgraciadas, condenadas a vagar por la tierra hasta que alguien las libere.
-¿Como por ejemplo un exorcista?
Elena hizo un mohín.
-Eso suena a película de Hollywood, ¿no?
-Sí, claro – _______ se puso de pie para marcharse, pensativa -.  No le cuentes esto a nadie, por favor.  Lo digo porque después de lo difícil que me ha sido contártelo, no querría que la gente se enterara…
-_______, me conoces y sabes que seré como una tumba.
_______ sonrió.
-Sí, claro.
Elena la miró con preocupación.
-Si yo puedo hacer algo…
_______ besó a su amiga en la mejilla.
-Has sido estupenda, de verdad.  Muchas gracias.
-Llámame – insistió Elena.
_______ le dijo adiós con la mano y salió de la tienda.
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Jue 28 Nov 2013, 10:29 am

Capitulo 11
Durante el trayecto hasta su casa, _______ fue todo el tiempo distraída, pensando en las conclusiones que había sacado su amiga.  Era cierto que el mismo Joe había reconocido que no podía marcharse.  Y del mismo modo, no cabía duda de que estaba sujeto a las ataduras del mundo físico, como la vista, el oído y las sensaciones del mismo modo que cualquier habitante del planeta.  Pero eso de que estuviera traumatizado o se sintiera desesperadamente desgraciado…  Ahí era donde flaqueaba la teoría de Elena.  De hecho, Joe era el hombre menos desesperado y desgraciado que había conocido en su vida, y si había sufrido algún tipo de trauma en sus ciento veinticinco años de existencia, desde luego no daba muestras de ello.
Pero a pesar de su convencimiento no estaba tranquila, y ahora se daba cuenta de que nunca lo había estado desde que lo conocía.  Tenía que haber alguna explicación.  Tenía que haber habido algún error en el gran sistema de la vida y la muerte, y por el bien de Joe y el suyo propio, _______ debía tratar de remediarlo.  Todas las ecuaciones tenían una solución.  Lo único que debía hacer _______ era averiguarla, y entonces Joe se vería libre de su prisión terrenal.  Sería un gesto grandioso y noble.
El único problema residía en que _______ no estaba del todo segura de que Joe quisiera liberarse.  Pero entonces se vio obligada a formularse otra pregunta todavía más problemática: ¿hasta qué punto quería ella misma liberarse de él?
Todas estas cuestione seguían bullendo en su cabeza cuando llegó frente a la puerta de su apartamento e inició la búsqueda ritual de las llaves.  En el bolso no estaban, así que palpó los bolsillos del abrigo.  Allí tampoco.  Frunciendo el ceño metió las manos en los bolsillos de la falda donde sólo encontró unas cuantas monedas y un recibo de compra, pero ni rastro de la llave.  Un poco desesperada, volvió a abrir el bolso.
-Las habías dejado dentro del coche cerrado – dijo Joe blandiéndolas ante sus ojos.
-Oh.  Gracias – _______ las cogió a toda prisa temiendo que cualquier viandante viera unas llaves que flotaban en el aire -.  Empiezo a pensar que eso de tener un fantasma alrededor de una reviste sus ventajas.
Pero Joe no contestó, y cuando _______ abrió la puerta y entró en la sala lo encontró apoyado en la pared.
-Te agradecería que no me dieras estos sustos.  Me pones nerviosa.  ¿Por qué no utilizas la puerta, como todo el mundo?
Joe hizo un guiño lleno de malicia.
-La respuesta resulta obvia.
_______ tuvo que sonreír a su pesar.  Una cosa debía reconocer, y era que por muy malhumorada que estuviera, él siempre lograba hacerla sonreír y olvidar sus problemas.
Cuando se estaba quitando el abrigo, se produjo la pregunta inesperada.
-¿No vas a enseñarme los dragones de cristal que has comprado?
-¡Estabas allí!
La respuesta de Joe fue una sonrisa.
-¿Me los enseñas?
Magie sacó los dragones del bolso y los desenvolvió, un poco intranquila.  Si Joe había estado todo el tiempo en la tienda con ella, debía haber oído su conversación.
Pero Joe se mostró tan entusiasmado con las figuritas que en cuestión de segundos, todas las preocupaciones quedaron alejadas de la mente de _______.
-A éste le llamaré Pendrake – anunció con solemnidad -.  Y este otro… es Ulyssia.
-¿Una hembra?
-Sí, claro.  Las hembras siempre salen victoriosas, más tarde o más temprano, y como puedes ver, ésta tiene ya su premio – le dijo señalando la diminuta esfera de cristal que sujetaba entre las patas -.  ¿Qué crees que representa esa esfera?
-La verdad – sugirió _______ -, la fuerza, la belleza, la justicia…
-O el amor – añadió él sonriendo para sus adentros mientras contemplaba los dragones -.  El premio más difícil de conseguir de todos.
De pronto el tiempo se detuvo en torno a ellos.  Más allá de las ventanas estaba la niebla fina, el bullicio y las prisas de la ciudad.  Pero por dentro, _______ se sentía segura y satisfecha.  Placeres sencillos, momentos de tranquilidad… ¿Por qué la vida no podía ser siempre así?  ¿Por qué no sería real aquella situación?
-Veo tu aliento – dijo en voz baja, mirándole a los ojos maravillada -.  ¿Cómo es posible?
-Quizás sea porque es lo que esperas ver – Joe se volvió y dejó los dragones en la estantería -.  La mente es una herramienta extraordinaria  que puede crear modelos familiares a partir de los miles de fragmentos que vamos acumulando a lo largo de los días.
-Precisamente, es la capacidad de pensar la que nos distingue de las especies inferiores - murmuró _______ pensativa.
-Yo, por ejemplo, me he pasado decenas de años sin hacer otra cosa más que pensar – murmuró Joe -.  La gente a veces valora demasiado el intelecto.
Acababan de entrar sin proponérselo en el terreno que a _______ le interesaba.
-Entonces… - preguntó tímidamente -.  ¿Es eso lo que les ocurre a las personas que mueren?
Joe se quedó mirándola largamente sin decir nada.
-Yo sólo puedo responder por mí mismo, claro – respondió al cabo de un momento -.  La muerte es… aburrida – hablaba muy despacio, como si estuviera retrocediendo hacia tiempos lejanos con la memoria -.  Monótona.  Como encontrarse atrapado en el fondo de un río turbio.  Las cosas se ven, pero no pueden tocarse.  Se puede desear, pero no tener.  Al final lo único que se puede hacer es vivir dentro de los pensamientos de uno.  La verdad es que se trata de una situación que yo no recomendaría a nadie.
_______ sintió escalofríos al escucharlo.  De pronto comprendió perfectamente, y por vez primera, el placer que le producían las cosas de la vida cotidiana.  Era imposible que nadie, corpóreo o incorpóreo, eligiera por voluntad propia el estado que acababa de describirle.
-Entonces, ¿por eso regresaste?  ¿Porque te aburrías?
Joe sonrió.
-Al decir eso das a entender que alguna vez he estado en alguna otra parte, cuando no es así.  Pero sí, el aburrimiento era una de las partes más importantes de mi anterior existencia.  Aburrimiento y… - se detuvo un momento, como si de pronto le asombrara su propio pensamiento -, y espera…
-¿Qué esperabas?
-No estoy seguro – luego se encogió de hombros despreocupadamente -.  Supongo que te esperaba a ti.
-Eso no tiene sentido.
-Quizás no debiera.  Pero no todas las cosas de la vida y de más allá de la vida tienen sentido – sentenció con una sonrisa.
Pero _______ todavía era incapaz de aceptar aquello.  Siempre había respuestas; su mentalidad científica así lo exigía.  Y aunque ahora le diera miedo conocer esas respuestas, por lo menos debía intentarlo.
-Has oído lo que he estado hablando con Elena esta tarde, ¿no?
-Sí.  No me había dado cuenta de lo sola que debías sentirte al no poder compartir este secreto con nadie.  Yo sé lo que es la soledad, y no era mi intención aislarte de los demás.  Perdona.
_______ se sintió conmovida.  En momentos emotivos como aquél, le resultaba muy difícil aceptar que en realidad no se trataba de un hombre de carne y hueso.  En momentos como aquél deseaba que fuera real.
-Tú sabes que tu presencia aquí no es normal.  Tiene que haber alguna razón.
Él se encogió de hombros.
-Yo no estoy tan seguro.  Si estoy aquí es porque quiero estar.  No tiene ninguna complicación.
-Pero tiene que haber alguna razón – insistió _______ moviendo la cabeza -.  Algo que hayas dejado sin terminar.  Algún error que tengas que reparar…
Joe se echó a reír de buena gana y con tanta franqueza, que _______ se dio cuenta de inmediato de lo simple que era la teoría de Elena.
-Mi vida fue sumamente feliz y colmada – le aseguró -.  Viajé por todo el mundo, traté con los hombres más inteligentes de la época, diseñé y construí con mis propias manos monumentos que perdurarán cuando nadie ya se acuerde de mí.  Conocía el sabor del buen vino y el tacto de la seda contra mi piel.  Amé a muchas mujeres hermosas.  ¿Qué más puede pedir un hombre?  Si tengo algún remordimiento, es no haber apreciado más todo lo que me brindaba la vida en su momento.
A pesar de la sinceridad evidente con la que hablaba, aquella declaración de amor a la vida resultaba un tanto frustrante.
-Tiene que haber algo más – insistió, y después preguntó bruscamente -: ¿Cómo moriste?
Joe adoptó un aire pensativo.
-Ah, eso… Mi muerte fue muy trágica.  Me encontraba en Egipto, destapando la tumba de un antiguo faraón.  Al cabo de tres semanas, llegamos a una cámara interna y descubrimos una inscripción.  La tradujimos.  Anunciaba una muerte terrible de zarpas y colmillos para aquellos que violaran el sepulcro sagrado.  Como es natural, hicimos caso omiso de ello, pero los trabajadores nativos, supersticiosos por naturaleza, lograron que cundiera el pánico.  Ocurrieron entonces una serie de accidentes, y los nativos empezaron a abandonarnos, así que nos vimos obligados a regresar a El Cairo para reclutar más hombres.  En nuestro segundo campamento de noche fuimos atacados por un enorme felino, un tigre de Bengala, creo, que parecía salido del infierno.  Vi cómo mis compañeros iban cayendo uno a uno.  Yo mantuve alejada a la bestia todo lo que pude, pero cuando me quedé sin municiones yo también caí, víctima de la maldición de los colmillos y las zarpas.
_______, cautivada por el hechizo de un experto contador de cuentos, estuvo a punto de creérselo.  Sin embargo, su mente racional pudo más.
-En Egipto no hay tigres.
-¿Ah, no? – exclamó Joe con fingida sorpresa, mientras en sus ojos relucía la malicia -.  Entonces tendré que inventarme otra historia.
-No me estás ayudando nada… por lo menos podrías intentarlo.
-Lo siento, querida, pero no sé qué quieres de mí.
-No estamos hablando de lo que yo quiera – protestó _______, sintiendo que para su pesar se le llenaban los ojos de lágrimas -.  No tiene nada que ver con lo que yo quiera.  Lo único que quiero saber es lo que tú quieres.  De eso se trata, ¿no?
Sin darse cuenta, había ido elevando la voz, hasta que las lágrimas contenidas desbordaron sus ojos y una de ellas rodó por su mejilla.
-¿Que qué deseo?
Joe se acercó a ella.  Parecía molesto o afectado por una emoción que _______ no acertaba a comprender.
-¿Quieres que te diga lo que quiero, _______ Castle la de las ecuaciones interminables y las soluciones perfectas?
_______ lo miró asombrada a través de las lágrimas.  La expresión de Joe se había vuelto sombría, y su rostro irradiaba intranquilidad.
-Quiero… - mientras hablaba abrió el grifo y colocó la mano debajo del chorro de agua, que siguió cayendo recto e inalterable, como si le traspasara la piel -.  Quiero sentir esto, y esto – agregó cerrando el grifo -.  Debería ser duro y frío, pero yo lo siento como aire.  ¿Es que no lo comprendes? – insistió, mientras en el aire se desencadenaba una especie de tormenta eléctrica -.  Para mí los olores no son más que un recuerdo, los sonidos un mero eco, e incluso las imágenes son una composición de lo que deseo ver.  Para mí tu mundo es tan poco real como el mío para ti.  Hasta que apareciste tú, no deseaba nada, y ahora lo deseo todo.  Pero ni tú ni yo podemos hacer nada para cambiar la situación.
Se detuvo bruscamente, y _______ imaginó que oía su respiración acelerada.  Pero Joe la miraba con una profunda tristeza, como si estuviera sufriendo.
-Querría secarte las lágrimas, pero ni siquiera puedo hacer eso.
-Oh, Joe... - susurró _______, contagiada de su tristeza.
Si alguna vez en su vida había necesitado el reconfortante contacto humano, era entonces.  Deseaba ser tocada, que la abrazaran suavemente, poder aferrarse a una mano que salvara la distancia que se extendía entre los dos y que calmara el tumulto que los dos habían originado sin saberlo…  Anhelaba ardientemente todo aquello, pero no podía hacer nada.  Nada.
-Perdona que te haya hecho tantas preguntas.  Y perdona lo de las teorías… - dicho aquello, se limpió torpemente las lágrimas con la manga y trató de tragarse el nudo que se le había formado en la garganta -.  Lo que pasa es que estoy acostumbrada a vérmelas con cosas más concretas y… supongo que yo tengo un solo método para abordar los problemas, y… - lo miró, y en aquella mirada quedaba reflejada toda la impotencia acumulada -.  Algunas veces yo también siento que no seas real.
La expresión de Joe se dulcificó mientras la miraba con ternura, y le respondió con una sonrisa tan cálida que era como una caricia:
-Ya lo sé.
Se produjo entonces un momento de comprensión sin palabras y sentimientos compartidos.  Juntos y apartados del mundo por su comunicación secreta, encontraban consuelo en el simple acto de mirarse sabiendo que ninguno de los dos se encontraba completamente solo.  Pero en aquella ocasión el momento era demasiado intenso, y estaba demasiado cargado de anhelos inciertos para que durara demasiado.  _______ bajó los ojos y dijo con voz temblorosa.
-Supongo… que es uno de los defectos de la vida moderna.  Todo resulta demasiado fácil.  Por eso quizás espero que también esto sea fácil.
-No – respondió Joe con una sonrisa -.  El dilema en el que nos encontramos no es fácil.  Pero quizás tampoco sea tan complicado como parece.  Puede que tú misma hayas dado la respuesta.
_______ lo miró con curiosidad.
-La era moderna… - murmuró Joe -.  Siempre he tenido la sensación de haber nacido fuera de mi época.  Recuerdo que estaba deseando que llegara el siglo XX.  Pero no pude conseguirlo, y quizás sea eso lo que me ha mantenido aquí durante tanto tiempo.  Quizás solamente quería saber cómo eran las cosas en este siglo.
-Sí – dijo _______, maravillada, empezando a vislumbrar una sombra de esperanza -.  Sí, podría ser… ¿verdad?
Joe pareció tranquilizarse de pronto.
-Yo diría que es una explicación tan buena como cualquiera.
-Sí, me parece perfectamente lógica.
No era cierto.  En el fondo, deseaba creerlo y apaciguar su curiosidad de una vez, pero en lo más profundo de sí misma sabía que aquello era más que un recurso provisional, pues la verdadera respuesta todavía estaba por descubrir.  Sin saber por qué, se echó a reír muy fuerte.
-Bueno, si la respuesta te hace feliz, todo solucionado.  Me encanta oírte reír, _______.
-Estaba pensando en una cosa que siempre me dice Elena.  Según ella, soy demasiado rígida, y necesito relajarme un poco.  Quizás ahora empiece a relajarme… y es gracias a ti.
-¿Tú crees? – le preguntó Joe, complacido -.  En ese caso, me parece una razón lo suficientemente noble como para sacar a alguien de la tumba.  Por cierto, ¿no vas a cenar hoy?
-Sí – dijo _______ acercándose a la nevera y sacando un paquete de brécol congelado -.  Voy a hacerme brécol con queso.  Ya sé que para un hombre con un paladar tan refinado como el tuyo es un plato vulgar, pero es que resulta muy nutritivo.
-Desde luego, la gente de tu generación está obsesionada con la nutrición.  Hablan constantemente de ella en la tele.
-Entre otras cosas – respondió _______.  Mientras abría el paquete se quedó pensativa.  De pronto levantó la cabeza y lo miró -.  Joe… lo que me decías hace un minuto… de que en realidad no puedes sentir ni gustar…  Porque por el modo que tenías de hablar de los colores y la música y de lo mucho que los disfrutabas, yo creía que…
Por el rostro de Joe pasó una sombra.
-Me encanta estar cerca de las cosas, pero en realidad no puedo experimentarlas del mismo modo que tú.  No siento las vibraciones de la música, los olores sólo me incitan a conocerlos, y los colores, por muy vivos y bonitos que sean, se me presentan como planos y unidimensionales porque no puedo tocarlos. Después de pasar tantos años echándolos de menos, el más leve indicio de esas cosas es un enorme placer para mí, pero de todas formas, no es lo mismo.  En cualquier caso, es propio de los hombres, y no sólo de los ausentes, añorar lo que no pueden tener.
_______ apartó el paquete.  De pronto le invadía un cosquilleo de emoción.
-¿Qué pasaría si yo te tocara?
Joe la miró con cautela, sorpresa e interés.
-Bueno… no lo sé.
_______ avanzó un paso hacia él, mientras que Joe levantaba lentamente una mano, con la palma hacia arriba.  El corazón de _______ empezó a latir aceleradamente, movido por una mezcla de miedo y excitación.  Le costaba creer que estuviera haciendo aquello, que quisiera hacerlo y que hubiera sido ella la autora de la iniciativa.
Joe esperaba con una mirada plácida.  Su mano era hermosa y bien formada, pero, ¿cómo sería al tacto?  ¿Fría y dura como una piedra?  ¿Podría disimular el terror si la atravesaba como un cuchillo la mantequilla?  Si su imagen se disolvía ante sus ojos, ¿sería capaz de volver a creer en él? En realidad no quería hacer aquello, pero no tenía más remedio.
Pero los ojos de Joe la llamaban con firmeza.  Cuando ella levantó la mano, temblaba.  Lentamente la elevó hasta la altura de la de Joe, palma contra palma.
En el momento del contacto se produjo una explosión de luz azul y blanca, mientras aumentaba la temperatura y se sentía presa de sensaciones mareantes, como si el aire que la rodeaba se hubiera cargado de energía o electricidad.  Se olvidó de respirar, y dejó de sentir los latidos del corazón.  Era como si de pronto hubiera perdido la conciencia de su cuerpo y toda su capacidad de sentir estuviera concentrada en aquella sensación inmediata, pulsiva, magnética.  Vio un caleidoscopio de colores, sintió un ruido que aumentaba en los oídos y un sabor terriblemente dulce en la boca, y Joe…  Penetró a través de ella, la inundó de luz y de calor líquido, cargando electrones, magnetizando protones, desordenando sus átomos hasta que no sólo lo estaba tocando sino que había pasado a formar parte de él.  Estaba dentro de sus pensamientos del mismo modo en que él estaba dentro de los suyos, y supo, probó, sintió, pasó a formar parte de todo lo que él había sido o había conocido.  Desmesurada alegría, tristeza desgarradora, soledad, anhelo, asombro, júbilo explosivo y felicidad tranquila… todas esas sensaciones pasaron a pertenecerle a ella, como le pertenecían a él, y en su unión no había ninguna fisura.  Eran como el río y su corriente, fluyendo en unidad invisible.
Pero al cabo de un momento todo terminó.
Joe retrocedió con la mirad fija en su mano.  _______ no podía moverse, pues tenía los nervios a flor de piel y las extremidades como paralizadas.  Poco a poco fue dándose cuenta de que el sonido sibilante que percibía era su propia respiración. Se sentía mareada y desorientada pero llena de un placer y un asombro indescriptibles.
Chistopher seguía con la mirada fija en su mano, y la giraba y la movía lentamente mientras la examinaba.  Estaba tan asombrado como ella misma.
-Dios mío – susurró.
Entonces la miró con los ojos empañados por el pavor y aún animados por la fuerza de un recuerdo incapaz de reproducir con palabras.  Pero las palabras eran innecesarias, pues _______ lo sabía perfectamente.  Ella se llevó la mano a la garganta, sabiendo que después de aquella noche su vida no podría volver a ser la misma.
-Ha habido un momento en que… he sentido calor.  Me ha parecido sentir la sangre fluyendo por mis venas, mis pulmones llenos de aire, los músculos, la carne y… también te sentía a ti, _______.  Te he sentido perfectamente.
Animada por aquella descripción, _______ consiguió articular palabra.
-Yo me sentía como en un plano diferente, más rico, más profundo…  Estaba aquí, pero no estaba aquí, y te sentía, Joe he visto tus pensamientos…
-_______…  El don que me has concedido… - empezó a decir Joe con los ojos brillantes de emoción.
-Y tú a mí…
No podían seguir hablando.  Se miraron, maravillados y absortos, felices.  Poco a poco, la expresión de Joe fue transformándose, se tornó aturdida, consternada.  Retrocedió un paso con aire vacilante.
-Tengo que irme – dijo.
-Joe…
Entonces su forma empezó a temblar en el aire, y se disolvió como se disuelven las partículas de polvo en el viento.  Ante los ojos de _______, desapareció.
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Jue 28 Nov 2013, 10:32 am

Capitulo 12
Joe no había aparecido en tres días.  Durante aquel tiempo, _______ se esforzó en recordar todas aquellas razones tan válidas por las que antes deseaba mantenerlo alejado de su vida.  También trató de dedicarse con entusiasmo renovado a la vida “normal” que antes tanto valoraba, pero no sirvió de nada.  Su clase estaba vacía sin las agudas observaciones de Joe y su mirada cargada de interés, y su apartamento le deparaba una fría acogida al final de la jornada.  Perdió las gafas dos veces y el maletín una, pero Joe no estaba allí para encontrarlos.
Algunas veces le parecía sentirle cerca.  No experimentaba nada específico; tan sólo un cosquilleo en la nuca, un ligero cambio en el ambiente que tan sólo se concretaba en el recuerdo de él.  Cuando eso ocurría, se paraba donde estuviera, miraba a su alrededor y susurraba su nombre.  Pero nunca obtenía respuesta.
Tenía que rellenar demasiadas horas, y nada parecía suficiente para gastarlas.  Pasó toda una tarde y buena parte de la noche trabajando en su tesis.  Desde el punto de vista académico, realizó un gran avance.  Pero cuando releyó su trabajo, se preguntó por primera vez por qué estaba haciendo aquello.  ¿De qué le servía?  Cuando tuviera el doctorado, ¿qué habría ganado?  ¿Verdaderamente deseaba pasar el resto de su vida rodeada de hechos científicos y cifras, inmersa en el mundo aburrido y seco de los intelectuales?  Era como si después de la breve experiencia que había vivido con Joe su vida ordinaria hubiera dejado de brindarle satisfacciones.  Desde siempre, sus estudios habían sido el centro de su vida, y la superación intelectual su único objetivo.  Pero ahora se preguntaba si todo aquello era tan importante como ella había pensado.
Larry la llamó para invitarla a cenar el sábado por la noche.  Por primera vez desde que Joe irrumpiera en su vida, no se le ocurrió ninguna excusa válida y aceptó la invitación.
El sábado por la tarde ya estaba harta de su estado de letargo y autocompasión, así que decidió hacer algo útil: metió la cinta de medir y unos muestrarios de tapicerías y papel pintado en una gran bolsa y decidió ir a la casa nueva para empezar a trazar un proyecto de decoración.  Para justificarse, se dijo a sí misma que si se concentraba en el trabajo que tenía por delante conseguiría apartar a Joe de su mente, pero en su fuera interno sabía que la razón principal por la que quería estar allí era que se trataba de la casa de él, y estar dentro la haría sentirse más cerca.
En la bahía de Chesapeake el otoño desembocaba rápidamente en el invierno, que traía ya noches húmedas y días grises y ventosos.  Al salir del coche, _______ notó un fuerte olor a mar en el aire y el viento que le azotó las mejillas era húmedo y salado.  El sendero de entrada estaba completamente tapizado de hojas secas.
Estremecida de frío, _______ abrió la puerta y entró.  La casa estaba fría y oscura, pero a pesar de todo seguía siendo maravillosa.  Dejó la bolsa en el vestíbulo y decidió darse una vuelta por las habitaciones antes de empezar a medir.
Cuando se encontraba en el balcón del salón, sintió algo así como un calor cerca, y después oyó claramente una voz conocida:
-En esa ventana solía poner yo el árbol de Navidad.
_______ sintió que el corazón le daba un vuelco.  Dio media vuelta rápidamente y vio a Joe, de pie ante ella.  Lanzó una exclamación que era de alegría y de sorpresa por su indumentaria.  Iba vestido con un traje de fiesta de su época: levita negra, el cuello blanco almidonado con corbata y sombrero de chistera.  Estaba apoyado en el marco de la puerta, con los ojos soñadores, como si recordara.
-Me encantaban las Navidades… - prosiguió -.  Mi criado y yo solíamos salir al bosque a buscar muérdago, y llenábamos la casa de verde.  Colocábamos un enorme abeto donde tú estás ahora y lo adornábamos con dulces de chocolate y pájaros de papel…
De pronto dejó de hablar y se volvió como si tuviera la intención de marcharse.
_______ lo siguió apresuradamente.
-Joe… ¿qué ha ocurrido?  ¿Dónde has estado?
-Yo creía que preferías que me marchara – respondió él sin mirarla.
_______ se quedó sin habla, y tropezó al decirle.
-Yo… te he echado de menos.
Joe le dirigió una mirada tierna y llena de comprensión.
-Siempre estoy contigo- le dijo suavemente -. Aunque no puedas verme, estoy conectado a ti.  Tú lo sabes, ¿verdad?
_______ se sintió inundada de paz.
-Sí – respondió con una sonrisa -.  Lo sé.
La sonrisa de Joe se volvió traviesa de pronto.  Le hizo un gesto.
-Ven conmigo.  Quiero enseñarte una cosa.
Cuando llegaron al pie de la escalera, levantó una mano ceremoniosamente y apretó uno de los paneles de madera de la pared.
_______ se quedó alucinada al ver que el panel se retiraba silenciosamente dejando al descubierto una pequeña habitación oculta detrás de la escalera.
-¡Debería haber imaginado que habías diseñado una cosa así!  Siempre tan ocurrente.  Espera… he traído una linterna.
-No hace falta – respondió Joe, haciéndole un gesto para que cruzara el umbral -.  Ven a verlo.
La habitación era un poco más pequeña que el dormitorio de su apartamento, completamente circular, con un techo inclinado que debía seguir la forma de la escalera.  Lo que más asombró a _______ fue que estaba iluminada con luz natural procedente de arriba.  Inclinó la cabeza buscando el punto de luz, pero no lo encontró.
-¿Cómo lo hiciste? – le preguntó -.  ¿De dónde viene la luz?
-Es un efecto telescópico producido por la claraboya del piso de arriba – respondió Joe -.  Ingenioso, ¿verdad?
_______ se echó a reír, encantada.
-En efecto.
-En mi casa todas las habitaciones tienen iluminación natural.  Naturalmente, se está mucho mejor aquí un día soleado.
-No sé… a mí me gusta así.  La luz es tenue… íntima.  También me resulta más cálida.
-Naturalmente.  Está provista de doble aislamiento.
-¿Y en verano no hace calor?
Joe se acercó a la pared y señaló una palanca.
-Esto activa una serie de válvulas que permiten la entrada de más aire, aunque en un día ventoso puede convertir la habitación en un túnel de viento.
-Dios mío… - exclamó _______, maravillada -.  Eras un auténtico mago.
-No, en absoluto – protestó él, modestamente -.  Únicamente era bueno en lo que hacía.
-Y mira… ¡tus muebles!
La habitación estaba amueblada con un confortable sofá tapizado con un brocado de color burdeos, un mullido sillón de lectura con su reposapiés y un escritorio con tapa.  Había también un par de mesitas con lámparas, y en el suelo una gran alfombra, todo ello cubierto por una espesa capa de polvo.
-Nadie ha entrado en esta habitación en todos estos años – le dijo Joe -.  Yo siempre me preguntaba quién sería el primero en descubrirlo, pero nadie llegó a entrar.
Sobre el taburete había una revista abierta como si su lector, interrumpido a mitad de un artículo, la hubiera dejado a un lado esperando regresar en cualquier momento.  Las páginas de la revista tenían los bordes deformados y amarillentos.  Se trataba del número de diciembre de 1899 de The Saturday Evening Post.   _______ sintió un nudo en la garganta al pensar que tenía entre las manos algo que Joe leía hace noventa años.  Tiempo atrás, un hombre vivo había pasado aquellas páginas.  Habría dejado la revista olvidada para atender alguna otra ocupación.  Una cena, quizás…  O tal vez un visitante que llamaba a su puerta.  En cualquier caso, su intención era volver a cogerla más tarde, pero nunca había regresado.  Sintió un escalofrío y una oleada de tristeza.  ¿Habría salido de aquella habitación para encontrarse con la muerte?  ¿Tendría entre las manos el último objeto personal que había tocado?
-Te estás poniendo triste – dijo Joe de pronto -.  No he querido inquietarte trayéndote aquí.  Pensé que te gustaría verlo.
_______ lo miró.  Resultaba difícil formular aquella pregunta, pero ella quería saber, ahora más que nunca.
-Joe, ¿cómo fue tu muerte?
-¿No te lo he contado? Yo creía que ya te lo había dicho – añadió encogiéndose de hombros -.  Iba a buscar a un amigo mío a la estación cuando de pronto vi a una niña gateando por las vías en el momento en que venía un tren.  Como es natural, me lancé corriendo para intervenir y me las arreglé para salvar a la niña.  Pero yo no tuve tanta suerte; no logré salvarme a mí mismo.  El fin sobrevino en un instante.  Toda la ciudad se conmovió; me aclamaron como a un héroe, el alcalde me puso una medalla póstuma, y creo que llegaron a proponer la idea de erigir una estatua en mi honor.  Fue todo muy espectacular.
_______ vaciló un momento, tratando de averiguar por qué aquella historia no terminaba de parecerle verosímil.  En seguida se dio cuenta.
-Por aquí no hay vías de tren – dijo con calma.
-Detalles insignificantes – respondió él despreocupadamente, con una sonrisa burlona.
_______ sonrió a su pesar.  Resultaba imposible sentir lástimas por él o permanecer melancólica en su presencia.  Joe no se había marchado.  No había salido de aquella habitación para no volver más; no había perdido nada.  Estaba tan vivo y tenía tanta energía en aquel momento como cuando le tocó vivir, y _______ se alegraba de ello.  Invitada por él, se sentó ante el escritorio y se puso a mirar, encantada, algunos planos y bocetos de sus inventos.
De repente dijo:
-Joe, si hubieras nacido en el siglo XX es decir, si hoy siguieras estando vivo, ¿a qué te dedicarías?
-¿A qué profesión? – no tardó ni un segundo en responder -.  Con toda seguridad sería ingeniero.  Quizás estaría trabajando en el programa espacial.
_______ lo miró y se echó a reír, encantada.
-Perfecto – dijo -.  Yo fabricaría el combustible para nuestra nueva nave espacial, y tú diseñarías el motor.
-Formaríamos un equipo sensacional – murmuró Joe mirándola a los ojos con el mismo entusiasmo -.  Quién iba a decirme a mí que iba a encontrar a una mujer que me complementara perfectamente, y… un siglo demasiado tarde – añadió ya sin sonreír.
Durante unos segundos se miraron tristemente, con impotencia, hasta que al fin _______ se atrevió a formular la pregunta que la había atormentado durante aquellos días.
-Joe, ¿qué ha ocurrido? – murmuró con la voz alterada por la tensión y la incertidumbre -.  ¿Por qué te marchaste?
Joe se miró la mano que en aquel momento tenía posada en el escritorio, y tan cercana a la de _______ que podría haberla tocado con sólo mover un poco los dedos.  Pero cuando empezaba a hacerlo, Joe la miró sobresaltado y se apartó de ella.
-_______, amor mío, existes ciertos imponderables sobre los que no conviene insistir.
_______ buscó sus ojos con avidez.
-Dímelo – le pidió con firmeza.
Ella sabía que se estaba debatiendo internamente, pero también que era incapaz de mentirle.  Apartó la mirada un momento y después dijo:
-No lo hice voluntariamente, supongo que lo sabrás.  Hubo un lapso de tiempo durante el cual… no tenía energía suficiente como para hacerme visible a ti.
-¿Por qué? – preguntó ella con temor -.  ¿Porque te toqué?
-Por lo que compartimos en ese momento.  No fue natural, y siempre se paga una pena por violar las normas.
_______ asintió lentamente, comprendiendo contra su voluntad.  Joe no era un ser físico, pero ella le había vivir por un instante, del mismo modo que él, al ponerse en contacto con ella, la había hecho partícipe de su estado.  Joe no podía estar en dos sitios a la vez.  No podía ser ella, ni ella él por mucho que lo desearan.
_______ se sintió invadida por un gran desaliento.  Hubiera sido preferible no haber vivido aquel momento con él antes que tener la certeza de que nunca volvería a ocurrir.  Pero _______ no quería ponerse triste.  Rápidamente rechazó aquel pensamiento negativo y alzó la cabeza.  Joe estaba allí con ella, como siempre.
-Muy bien – le dijo mirándolo tranquilamente -, ahora ya lo sabemos.  Nunca más volveré a tratar de tocarte.
-Quizás sea lo mejor – respondió él con la voz, aunque sus ojos expresaban todo lo contrario.
Ella bajó la tapa del escritorio.
-Gracias por enseñarme esta habitación, Joe.  Creo que va a ser mi lugar favorito de la casa.
-Lo era para mí.  Cuando la diseñé, pensaba que un hombre necesita un espacio para aislarse de vez en cuando de su familia, por mucho que los quiera.  El ruido de las carreras de los niños puede llegar a cansar al cabo de un tiempo hasta al padre más solícito.
_______ lo miró sorprendido.
-¿No decías que no estabas casado?
-No, no lo estaba, pero esperaba que acabaría casándome algún día.  Cuando estaba trabajando en el proyecto de esta casa, tenía la sensación de que la estaba haciendo para otra persona, y me imaginaba lo que a ella le gustaría y lo que no le gustaría.  Pero esa mujer no apareció nunca.  Qué tontería, verdad.  En cualquier caso, ahora esta casa es tuya, y cuando formes una familia, tendrás un lugar para aislarte.
-No tengo intención de casarme – respondió _______ con sencillez -.  Pero de todas formas, te aseguro que disfrutaré de esta habitación.
-Ya estás diciendo tonterías otra vez – replicó Joe sin tomarla en serio -.  Naturalmente que te casarás y tendrás muchos hijos que llenarán esta casa.  Así lo manda la naturaleza.
-Pero mi naturaleza no – dijo ella firmemente mientras sacaba los guantes de la chaqueta y se los ponía -.  ¿Quieres salir conmigo al jardín?  Me gustaría que me dijeras con exactitud cómo lo diseñaste.
-Esas cosas las dices porque todavía no has encontrado al hombre adecuado – comentó Joe resistiéndose a cambiar de tema mientras salían de la habitación.  Una vez fuera, volvió a apretar el panel de madera, y la habitación quedó perfectamente oculta -.  Dada tu edad, comprendo tu desesperación.  Pero todavía eres una mujer saludable y atractiva…
_______ rompió a reír, interrumpiéndole.
-¡Muchas gracias, eres muy amable!  Desde luego, tienes unas ideas un tanto anticuadas, aunque sea lo más normal, dadas las circunstancias.  Como ya te he dicho, la gente ya no se casa por obligación, y yo particularmente he decidido que no quiero casarme.  Es tan simple como eso.
-Nada es tan simple.  Haz el favor de explicármelo.
_______ le dirigió una mirada divertida mientras abría la puerta delantera.
-A mí me gusta vivir sola.  No tiene más explicación.
-A nadie le gusta vivir solo.  Si no vas a volver a entrar, será mejor que cojas esto – añadió tendiéndole el bolso.
-Gracias.
-Y cierra la puerta – le recordó.
-Sí.
_______ empezó a buscar las llaves en el bolso, como siempre hacía.
-¿No estarán en el bolsillo de tu abrigo? – le sugirió Joe.
En efecto, allí estaban.
Cuando llegaron al otro lado del edificio, fuera de la vista de posibles curiosos, _______ le dijo.
-De todas formas, no sé por qué te empeñas en que me case, cuando tú mismo dijiste que no querías desconocidos en tu casa.
-Yo no me estoy empeñando, como tú dices.  Solamente he hecho una pregunta.
Hacía frío, y el cielo estaba plomizo, como si fuera a nevar.  _______ se estremeció.
-No comprendes nada.  Hoy en día las cosas son muy complicadas.
-Entre los hombres y las mujeres las cosas han sido siempre complicadas – sentenció Joe.
Habían llegado al jardín de la parte trasera, y él se detuvo mirando a su alrededor con interés.
-Como es natural, habrá que podar estos rosales.  Cuando yo vivía aquí había un sendero con peldaños que atravesaba el rosal, pero ya veo que ahora es una especie de selva virgen.  Creo que tenía un jardinero que se encargaba de todo esto, aunque no me acuerdo bien.
_______ se apretó la bufanda y metió las manos en los bolsillos.  Tenía los ojos fijos en las plantas del jardín, aunque en realidad no las estaba viendo.
-No lo sé.  Quizás sea por el modo en que mis padres se separaron, o una cuestión simplemente genética, pero el caso es que yo siempre he sabido que no estaba hecha para mantener una relación permanente.  No tengo madera para sacrificarme por otra persona, y un compromiso supone sacrificio, ¿no?...  No sé si me comprendes.  Lo que quiero decir es que me gusta ser dueña absoluta de mi vida – añadió en tono más decidido -.  Y todas las satisfacciones que necesito me las proporciona el trabajo.  Hace mucho tiempo aprendí que en la vida sólo puedo contar con dos cosas seguras: yo misma y mi trabajo.  Es lo único indispensable: cosas seguras con las que se pueda contar.  Algo sólido que no se venga abajo por el mínimo problema ni que desaparezcan al examinarlas detenidamente, o que traigan con ellas decepción si se espera demasiado.  Por eso me he dedicado a la ciencia, ¿comprendes?
-¿Para huir del mundo real? – inquirió Joe.
-No digas tonterías.  La ciencia es real, sólida y permanente.  Todo lo demás es innecesario, distracciones, y ya tengo suficientes distracciones como para que venga un hombre a complicarme la vida.
-Amor, risas, dolor, desilusiones – murmuró Joe -.  Cosas complicadas que distraen a la mente, pero qué triste sería el mundo si no existieran.
Antes de que _______ tuviera tiempo de responder, Joe le señaló con un gesto uno de los extremos del jardín.
Ella sonrió.
-Un sauce… no me extraña.  Eres un romántico empedernido.
Él la miró con un brillo peculiar en los ojos.
-Y tú también lo eres, _______ Castle, como tú bien sabes.  Por mucho que te escondas detrás de tus libros de texto y de tus fórmulas, yo sé perfectamente que lo que te seduce es el misterio del proceso científico, y no la precisión.  Eres capaz de relacionar una clase de matemáticas con el continente perdido de Atlanta.  Coleccionas dragones y unicornios de cristal, charlas con un espíritu y aún te atreves a decirme que tú sólo sirves para las cosas prácticas.
_______ se sintió incómoda.  En el fondo temía que tuviera razón.
-Eso no es verdad.  El espíritu eres tú, y si charlo contigo es porque tú me hablaste a mí primero.
-_______, amor, nunca reniegues de la parte de ti que disfruta con las cosas poco prácticas y que anhela el conocimiento de cosas inexploradas.  Dragones y magos, castillos en el aire y el poquísimo práctico amor.  De estas cosas se compone la magia.  Y la creencia en la magia es lo único que distingue a los vivos de los muertos.  Confía en ella, porque de eso sí que sé.
_______ se quedó mirándolo un momento con incertidumbre, y luego dio media vuelta y se dirigió hacia el coche.  Pero las palabras de Joe permanecieron en sus oídos y se repitieron en su mente.  Una vez más, Joe le daba algo en que pensar.  Y una vez más, no tenía ningún deseo de pensar en ello.
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por chelis Jue 28 Nov 2013, 1:56 pm

yo querer uno como joe!!!!!
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por chelis Jue 28 Nov 2013, 1:57 pm

ame el caaaapiiisssss!!!!.... Super-largusisisimo!!!!!.....
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por Kari_JB Lun 02 Dic 2013, 9:38 pm

Capitulo 13
De camino hacia su apartamento, _______ le dijo a Joe que tenía que parar en unos grandes almacenes a comprarse unas medias.  Entraron juntos y después de las medias, él se empeñó en que se probara algunos vestidos.  _______ al principio se resistió, porque ella no se preocupaba lo más mínimo por la ropa, pero cuando se vio con un conjunto de minifalda y una chaqueta ceñida y Joe le dijo que estaba preciosa, no pudo resistir la tentación y siguió probándose faldas, vestidos, pantalones y complementos.  Cuando quiso darse cuenta, tenía un guardarropa completo y se sentía feliz.  Joe, por su parte, tampoco podía ocultar su satisfacción.
-Estás tan guapa con esa ropa nueva, que si no fuera porque estás decidida a permanecer soltera, creo que me casaría contigo.
_______ se echó a reír de buena gana.
-¿Y qué harías si te casaras conmigo, si puede saberse?
Joe puso los ojos en blanco.
-¿Que qué haría? – exclamó haciendo un ademán exagerado -.  Te regalaría la luna.  Brindaría contigo por nuestro amor en los Campos Elíseos, en primavera.  Te declararía mi pasión en lo alto de las pirámides de Egipto.  Descubriría una estrella y le pondría tu nombre.
_______ se llevó la mano a los labios y se ruborizó intensamente.  Bajó los ojos, pero luego los clavó en los de él, que seguía contemplándola con emoción.
-Llenaría tu vida de dragones de cristal y castillos de cuento, y te adoraría, con toda mi alma y todo mi corazón, durante toda la eternidad.
_______ creyó que el corazón quería escapársele del pecho.  Sentía de pronto una felicidad indecible que se mezclaba con el desaliento y una agridulce sensación de melancolía.  Lentamente, Joe extendió los dedos de la mano, como si quisiera acariciarla, y ella misma tendió la tuya, anhelando tocarle.
Pero entonces, Joe, abatido, bajó la cabeza y dejó caer los brazos.
-Espero que no te conformes con menos, sea quien sea el hombre elegido, _______, amor.
 
Ya en su apartamento, _______ consiguió después de mucho esfuerzo convencerse de que verdaderamente quería salir a cenar con Larry aquella noche.  En cierto modo, le parecía más seguro que quedarse a solas en casa con Joe.
Aquella noche puso un cuidado muy especial en su aspecto.  Se puso un vestido ceñido de color crema de los que se había comprado aquella tarde.  No quería estar guapa para impresionar a Larry, sino porque acababa de descubrir, no sin sorpresa, que disfrutaba arreglándose.  Se recogió los rizos en un moño, dejando que algunos mechones se escaparan por delante para enmarcar su rostro y experimentó con un nuevo de lápiz de labios rosa y una sombra de ojos del mismo color.  Como último toque, se puso unas largas cadenas doradas con brazalete a juego que la dependienta le había recomendado para combinar con el vestido.  Una vez arreglada, se plantó ante el espejo y se contempló a placer.
-Estoy guapísima – murmuró.
-Estás espectacular – agregó Joe.
_______ volvió la cabeza, un poco sobresaltada, y se ruborizó al darse cuenta del modo en que la estaba devorando con los ojos.
-Eres un exagerado – respondió con una sonrisa.
-Lo que no me explico es cómo una mujer tan hermosa puede salir con un hombre tan aburrido como Larry, que en vez de corazón tiene una hipoteca.  Además es insulso, tiene una imaginación de besugo y en capacidad intelectual no te llega ni a la suela de los zapatos.  Y lo que es peor, no lo amas ni lo has amado nunca.
-No empieces otra vez con eso, por favor – _______ miró el reloj y empezó a buscar el bolso.  De pronto se quedó quieta y miró a Joe con preocupación -.  Escucha, no pretenderás venir conmigo para hacerme la vida imposible esta noche, ¿verdad?  Porque si tienes esa intención…
Joe alzó la mano.
-Te aseguro que me portaré como un perfecto caballero.
_______ encontró el bolso detrás de un cojín.
-Prefiero que te portes como un caballero invisible.
-¿Y dejarte a merced de ese merluzo?  Te morirás de aburrimiento antes de los postres.
-Joe…
-De acuerdo, de acuerdo.  Te dejaré en paz.  Pero luego no te quejes, ¿eh?
En aquel momento sonó el timbre, y _______ corrió a abrir la puerta, dirigiéndole de paso una mirada de advertencia a Joe.
Larry la miró sorprendido nada más verla.
-Estás muy elegante – dijo.
-Qué facilidad de palabra tan pasmosa tiene este hombre – murmuró Joe.
_______ hizo caso omiso del comentario y besó a Larry en la mejilla.
-Estoy espectacular, que es muy diferente.  Hoy he estado de compras.
-Ya veo – respondió Larry, entrando -.  Elena por fin consiguió convencerte, ¿no?
-No exactamente.  Voy a coger el abrigo, y nos marchamos.
-¿No vas a ofrecerme una copa?
-No creerás que me he puesto de punta en blanco para quedarme en mi apartamento, ¿verdad?  Quiero que me saques por ahí para que me vean.
Larry le dio un beso en la frente y la ayudó a ponerse el abrigo.
-Será un placer.
Mientras tanto, Joe se acomodó en el sofá y cogió el mando a distancia.
-No te preocupes por mí – dijo -.  Me entretendré aquí solo.
_______ lo miró de reojo, y Larry volvió la cabeza sobresaltado cuando la televisión se puso en marcha de pronto.
-¿Qué…? – exclamó.
-Ha sido el gato – dijo _______ rápidamente -.  Habrá pisado el mando a distancia.
-¿Qué gato?  Si tú no tienes gato.
-Pues ahora sí.  Me lo ha regalado un alumno.  La verdad es que es muy revoltoso…
_______ suspiró aliviada cuando por fin pudo salir del apartamento y dejó la puerta bien cerrada con Joe adentro.
Larry tragó sin problemas el cuento del gato, y cuando por fin llegaron al restaurante, _______ ya empezaba a sentirse relajada.  Naturalmente, sabía que Joe no se había quedado en casa viendo la televisión, sino que estaría detrás de ella pendiente de su conversación y haciendo comentarios para sí mismo.  Pero mientras no lo viera, no se preocupaba por él, y así por lo menos podía mantener cierta sensación de intimidad.
Larry le dedicó una sonrisa echando a un costado la vela que los separaba.
-No sabes cuánto me alegro de verte, _______… y no creas que es sólo porque hoy estés espectacular.  Hacía siglos que no salíamos.
-Eso es lo bueno de nuestra relación – comentó _______ -.  Podemos pasar semanas enteras sin vernos y sin pensar siquiera el uno en el otro.  Pero siempre que nos volvemos a ver nos encontramos a gusto, como si no hubiera pasado el tiempo.
Larry cubrió con la suya la mano que _______ tenía posada sobre la mesa.
-Pues yo pienso en ti todos los días – dijo casi en un susurro -.  Pero sé que no debo agobiarte.  Te hecho de menos cuando no estás, _______.
_______ se sintió conmovida, y pensó que Larry era una buena persona, atento, leal, de confianza.  Pero se sentía en cierto modo culpable por no poder responderle con el mismo entusiasmo.  La verdad era que a él no le echaba de menos como echaba de menos a Joe cuando desaparecía.
Tomó un sorbo de vino.
-Dime, Larry, ¿cómo va lo de la casa?  ¿Cuándo cerramos definitivamente el trato?
-Oh, antes de que se me olvide – exclamó Larry mientras cogía la cartera.  Sacó un abultado sobre de papel -.  Aquí tienes la información que me pediste sobre la historia de la casa.  Ya conoces a Cecilia, es la mujer más eficiente del mundo.  Ha removido cielo y tierra para conseguir copias de testamentos, registros y recortes de periódico aparecidos durante los últimos cien años.  Creo que hay bastante información sobre el arquitecto que construyó la casa.  Yo no he podido mirarlo, pero Cecilia me ha asegurado que te va a interesar.
-Estupendo.  Dale las gracias a Cecilia de mi parte.
-Así lo haré.  Con respecto al contrato de venta, como yo tengo que marcharme a Los Ángeles la semana que viene, dejaré a Jeff a cargo de todo.  Yo ya he hecho todo lo principal, y lo único que queda son los papeleos rutinarios.  Los papeles llegarán por correo, y tú sólo tendrás que ir a la oficina a firmar delante de un notario.  A propósito, la inspección resultó positiva.  Jeff tiene toda la información archivada, por si quieres mirarla.
-Lo único que quiero es mudarme.  ¿Qué tienes tú que hacer en Los Ángeles?
A lo largo de la cena, mientras Larry le hablaba de su negocio, _______ apenas le prestó atención.  Finalmente terminó imaginando que era Joe quien estaba sentado con ella en la mesa, mirándola con aquellos ojos chispeantes de vida, cargados de fuego, contándole anécdotas para hacerla reír, disfrutando de la comida…  Poniéndole el abrigo cuando se marcharan…  Tocándola.  Tocándola…
_______ se puso tan triste que dejó el tenedor sobre el mantel, olvidando el plato de espaguetis a la marinera que tenía delante.  De pronto era perfectamente consciente de que era Joe quien debía estar con ella.  Quería que fuera Joe, porque él la comprendía a la perfección, porque con su conversación la estimulaba y con sus sonrisas la calmaba y lograba que se sintiera la más hermosa de las mujeres, llena de vida y de entusiasmo.  Porque con Joe todos los momentos eran únicos, perfectos…
-¿Te encuentras mal?
Larry también había dejado de comer y la miraba alarmado.
_______ volvió a la realidad, y con una sonrisa un tanto culpable le dijo:
-No, no.  Es que estaba pensando en lo agradable que es este sitio.  Me alegro de que me hayas invitado.
Durante el resto de la comida, _______ ya no se distrajo más, y ambos charlaron en un tono distendido, con la camaradería de siempre.  Hubo momentos en los que casi se olvidó por completo de Joe, y cuando lo hacía era para alegrarse de que se había atenido a su palabra y los había dejado solos.  Con muy buena voluntad, evitó en todo momento hacer comparaciones entre los dos hombres.  Hacia el final de la cena, cuando charlaban ante dos cafés con amaretto, Larry le cogió la mano y dijo:
-Ven a mi casa, _______.  Quédate esta noche.  Vamos a pasar mucho tiempo sin vernos.  Demasiado.
_______ vaciló.  Habían compartido una velada agradable y relajada, y era natural que quisieran prolongarla.  Con Larry todo resultaba cómodo y fácil, y ella necesitaba sentirse cómoda durante un tiempo para relajarse y olvidar los fenómenos inexplicables y los dilemas que asaltaban su corazón.  Habría sido muy fácil responder que sí.  Casi quería decir que sí.
Pero entonces apareció Joe en sus pensamientos.  Joe, que siempre estaba con ella y que se enteraría siempre.  Joe presente siempre en su recuerdo aunque no lo viera.  _______ carecía de intimidad.  ¿Cómo podía abandonarse entre los brazos de un hombre cuando su corazón soñaba con unos ojos soñadores?  Aquello no estaba bien para ella, para Larry, ni para el mismo Joe.
Alzó la vista y trató de sonreír:
-Lo siento, Larry, pero no.  Esta noche no puede ser.
No dijo nada más, y Larry, a pesar de su evidente decepción y del daño que le había hecho la negativa, la aceptó sin insistir.
_______, por su parte, sucumbió a la tristeza.  Una tristeza que no se debía al hecho de que tuviera que volver a casa sola.
Kari_JB
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Mensaje por chelis Mar 03 Dic 2013, 9:39 am

joeeeee!!!!... Nos enamoras con esas palabras!!!...
chelis
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Mar 03 Dic 2013, 10:32 am

a la tarde subo el proximo capitulo, se vienen los capitulos mas tristes ahora =(
Kari_JB
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por chelis Mar 03 Dic 2013, 11:14 am

:wut: :wut:  ya quiero leeeerrrlioooosssss!!!!!......
chelis
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Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada) - Página 3 Empty Re: Mas Alla de lo Terrenal (Joe y Tu) Adaptacion (Terminada)

Mensaje por Kari_JB Mar 03 Dic 2013, 2:46 pm

Capitulo 14
_______ cerró la puerta al entrar:
-¿Joe?
Alargó la mano hacia el interruptor y se encendió la luz.  Joe estaba apoyado en el respaldo del sofá, con las piernas cruzadas.
-Deberías haberlo invitado a tomar un café – dijo.
-No he querido – respondió _______ mientras colgaba el abrigo del perchero.
-Pero lo habéis pasado muy bien.
Aquello era una afirmación, no una pregunta, y él la miraba con aire inquisitivo.
-Sí – respondió _______ tratando de no ponerse a la defensiva -.  Me lo he pasado muy bien.  Joe se puso en pie, un poco abatido.
-Sospecho que te debo una disculpa.  A ti te gusta ese tipo, ¿verdad?
_______ lo miró un tanto sorprendida ante aquella pregunta, y casi tentada a aprovecharla en su propio beneficio.  Pero no lo hizo.  Habían llegado a un punto en el que toda posibilidad de defenderse había quedado eliminada y sólo quedaba la verdad pura y dura.
Suspiró mientras se mesaba los cabellos con un gesto de cansancio.
-La verdad es que me pasado toda la velada pensando en ti, en lo mal que está todo, haciendo comparaciones… entre Larry y tú.  Y te advierto que Larry no ha salido muy bien parado – mientras decía aquello se dejó caer en el sofá y apoyó los pies sobre la mesa -.  ¿Sabes cuál es tu problema?  Eres demasiado perfecto.  Eres terriblemente perfecto, tanto que a veces pienso si no te habré soñado.
Él esbozó una sonrisa cargado de ternura.
-Querida _______, para mí todo es un sueño, excepto tú.
_______ sintió que la tristeza oprimía su pecho.
-Oh, Joe, ¿por qué tuviste que elegirme a mí?  Todo era tan sencillo antes de conocerte…  Yo sabía perfectamente quién era y lo que quería.  Tomaba decisiones y las cumplía.  Y ahora… ahora ya no sé nada.
Joe se quedó silencioso durante tanto tiempo que _______ volvió la cabeza temiendo que hubiera desaparecido.  Su expresión no era burlona, como ella había esperado.  Su gesto era más bien el gesto de un hombre cansado.
-Yo no quería causarte tristeza, de eso estoy seguro – suspiró y esbozó una sonrisa -.  ¡Ah, _______, recuerdo todavía el despertar, cuando entraste en mi casa aquel primer día.  Mi mente quedó limpia al instante de todas las telarañas del tiempo, y oí a mi alrededor los ecos de la vida y de la felicidad.  No puedo expresarte la alegría que sentí cuando fui consciente de lo que me estaba ocurriendo… la belleza de aquellos primeros días de descubrimientos y redescubrimientos… era como si los sueños anhelantes de un millar de almas solitarias se hicieran de pronto realidad.  Pensé que si un hombre podía crearse un paraíso a su medida, tenía que ser así.  Pero ahora… - cerró los ojos y esbozó una sonrisa débil y llena de tristeza -.  Empiezo a pensar que lo que he creado ha sido un infierno.
_______ trató de decir algo, pero no pudo.  Se volvió y lo miró fijamente, en silencio.
-Tú conoces la historia de Tántalo en el Hades.  Desear y no tener es un tormento.  Pero tener al alcance de la mano la esencia misma de la vida y saber que nunca será tuya… eso es el infierno.  Para mí la vida eres tú, _______.
_______ aferró con fuerza el respaldo del sofá, susurrando:
-Oh, Joe, ojalá…
Él se acercó rápidamente hasta ella, alzando la mano como si quisiera tocarle los labios.
-Ya sé lo que deseas – dijo él con ternura, aunque con un tono que era de advertencia -.  Y tú sabes que yo deseo lo mismo.  Pero ambos sabemos que es una locura.
_______ hundió los dedos en el respaldo del sofá con un gesto lleno de desesperación.
-Deseo tocarte – dijo con voz trémula, mientras su corazón se estremecía de tristeza al ver la expresión de él -.  Quiero abrazarte, estar cerca de ti… Quiero que seas real, Joe.
-_______… ojalá pudiera compensarte de alguna manera por todo el dolor que te he causado – murmuró envolviéndola en una mirada ardiente.  Pero de pronto su expresión se tornó lúgubre y se separó de ella -.  Pero no puede ser.  Será mejor que nos separemos ahora y que mañana por la mañana hayamos olvidado esta conversación.
Y dicho aquello, desapareció.
Aquella noche, la cama de _______ le pareció más solitaria y fría que nunca.  No fue consciente de haberse quedado dormida, pero el abatimiento de la depresión pudo finalmente con ella.  Sin embargo, no tuvo un sueño tranquilo; se sentía inquieta e incómoda.  Quizás por eso se sintió casi aliviada cuando algo la despertó.  Estaba tan agotada que apenas podía abrir los ojos ni mover la cabeza.  Poco a poco fue dándose cuenta de que lo que la había despertado era un movimiento, un peso en la cama.  Entonces sintió una caricia en la frente.  Una caricia dulce, suave, llena de ternura.  Trató de abrir los ojos, pero no lo consiguió.  En realidad no quería abrirlos.  Sintió unas manos cálidas en las mejillas, y murmuró:
-¿Joe?
-Sí, amor mío, soy yo.
_______ quería despertarse.  Atrapada en la frontera que separa la vigilia del sueño, las preguntas se desvanecían.  Era Joe.  Se alegraba detenerlo en su cama.
Sintió entonces un aliento cálido contra los labios, y después un beso suave, apenas perceptible.  Luego aquellos mismos labios la besaron en el cuello, despertando lentamente una sensación placentera en su piel.  _______ deseaba levantar los brazos, estrecharlo y devolverle las caricias, pero sentía los miembros muy pesados.  Se dejó hundir en aquella niebla de sensaciones.
-Estoy soñando, ¿verdad?
No sabía si había pronunciado las palabras o si las había pensado, pero la voz melodiosa de Joe respondió de inmediato.
-No te despiertes, amor.  Déjame regalarte esta noche.
Era como un sueño, pero al mismo tiempo algo más.  Porque era Joe quien la abrazaba, la besaba y la llenaba de caricias.  Sentía el roce de sus cabellos sedosos en la mejilla, y el tacto suave y palpitante de su piel.  Aquellas manos que tanto había ansiado tocar se deslizaron por sus pechos, por su cintura, por sus caderas.  Fueron esas mismas manos enloquecedoras las que la desnudaron.  Se sintió invadida por una sensualidad abrumadora, como jamás la había vivido, y se dejó arrastrar en aquel mar de sensaciones.
El deseo dulce y tolerable al principio fue creciendo como una marea, como un ciclón, acercándose cada vez más a un punto desconocido.  Sin embargo, todas aquellas sensaciones le llegaban a _______ difuminadas, a media luz de la conciencia.  No había jadeos, ni gemidos de pasión; tan sólo placer sin dolor.  A veces le parecía estar abrazando aquel cuerpo fuerte y musculoso, le parecía estar hundiendo los dedos en sus cabellos.  Otras veces, la insistencia de sus caricias la desarmaba y lo único que podía hacer era abandonarse al placer y a la excitación.
_______ probó el sabor de la piel de su cuello con la lengua, percibió su armo, un aroma indefinible.  Hubo un momento, prolongado y lento en el que todas las sensaciones se concentraron en las puntas de sus dedos, cuando unieron las manos.  _______ se sentía envuelta en calor.  El amor de Joe estaba dentro de ella, a su alrededor… la traspasaba.  Sintió el peso de sus muslos, duros y fuertes, contra los suyos, y después se unieron…  Aquello fue más que una unión; fue la fusión de sensaciones puramente físicas y la verdad más pura, fue un éxtasis maravilloso, eterno, efímero, brillante como una estrella.  Eran uno; así había sido y así sería para siempre.  Sencillamente, uno.
No hubo un momento que marcara el final.  Una sensación que iba más allá del placer permaneció dentro de _______ como un resplandor etéreo, sólido y continuo que no la abandonó ni siquiera cuando agotada sucumbió al sueño.  Sentía la almohada y el latido de su corazón con tanta claridad como sentía los dedos de Joe entrelazados con los suyos y su presencia cálida muy cerca.  Por una parte quería despertarse, quería saber, necesitaba confirmar con los sentidos lo que su mente adormecida ya sabía.  Pero una parte de ella misma más profunda y quizás más sensata, rechazó aquel impulso.
-Todavía te siento dentro de mí – susurró sin abrir los ojos -.  Siento tu pulso en mi piel, tu aliento sobre mis labios… formas parte de mí.  Sigues formando parte de mí.
Unos labios le rozaron el pelo.
-Siempre – dijo Joe suavemente -.  Siempre.
 
Cuando despertó a la mañana siguiente, _______ recordaba claramente todo lo ocurrido durante la noche anterior.  Joe estaba con ella.  Lo supo antes incluso de abrir los ojos.  Se volvió y a la luz que se filtraba a través de la rendija de las cortinas, lo vio.
Estaba apoyado en la cómoda, contemplándola con una sonrisa soñadora.  Ella se incorporó y se llevó la mano al escote del camisón, ruborizándose.
-Anoche soñé contigo.
Él sostuvo su mirada con ternura.
-Yo también he soñado contigo.
_______ dejó escapar un suspiro.  Se sentía desconcertada, pero también feliz.
-Solamente era… un sueño.
Él sonrió.
-Por supuesto.  ¿Qué iba a ser si no?
-Un sueño que tú me has dado.
Joe guardó silencio, y _______ se sintió de pronto abrumada por las dudas y la frutración.
-Pero Joe, ¿cómo es posible una cosa así?
Él vaciló un momento antes de responder.
-¿Te arrepientes de haber soñado conmigo?
-No – respondió ella de inmediato, con voz trémula -.  No.
Y de pronto supo que era cierto.  Ya no le importaban los cómos ni los porqués.  Lo importante era que Joe estaba allí, con ella, formando parte de su vida, como debía ser.
Sonrió con cierta timidez.
-No sabes cuánto me alegro de haberte conocido Joe.
-Y yo me alegro de haberte encontrado.
Era la primera vez que se lo decían, y ya era hora.
La casa pasó a pertenecer a _______ oficialmente el doce de noviembre.  A partir de ese día, pasó allí todos sus ratos libres con Joe decorándola, restaurando muebles, pintando y empapelando.  Juntos consultaron catálogos, eligieron colores, discutieron y rieron muchísimo.  Compartieron secretos, se contaron anécdotas y pasaron momentos tranquilos de descanso.  Aquéllas fueron las semanas más felices de la vida de _______.
Larry llamó varias veces desde la costa Oeste, y _______ contestaba a sus preguntas como si estuviera ausente, diciendo lo imprescindible y sin pensar para nada ni en la conversación ni en Larry.  Elena dejó varios recados en su contestador automático, pero _______ no se molestó en responder.  Otros amigos y conocidos llamaron para invitarla a comer o a cenar, pero a _______ no le interesaba ver a nadie.  Dejó de trabajar en su tesis, porque el mundo frío y práctico de las teorías y las matemáticas había perdido su atractivo para ella.  También dejó las clases particulares de tutoría a sus alumnos alegando que no tenía tiempo, cuando la verdad era que para ella cualquier momento en que no disfrutara de la compañía de Joe era una pérdida de tiempo.  Mirando hacia atrás, en algún momento aislado de introspección, n ose explicaba cómo había podido considerarse feliz antes de conocer a Joe.  Todo lo anterior a él le parecía una sombra de la realidad actual.
Él estaba de pie frente a la chimenea contemplando el efecto de los candelabros de pared situados a ambos lados,  en el salón recién pintado.
-Ya no sé si me gusta la electricidad tanto como me gustaba antes.  La luz de gas me parecía mucho más romántica.
-Pues olvídate – le dijo _______ mientras examinaba un cable que los electricistas habían dejado colgando -.  Ya me convenciste de que pusiera calefacción de gas, pero no quiero luz de gas, además…
-¡Hola!  ¿Hay alguien en casa?
-¡Elena! – exclamó _______ con alegría, haciendo un gesto de sorpresa al ver a su amiga aparecer por la puerta del salón.
-He llamado a la puerta, pero no me oías…  ¡Dios mío!  ¡Pero si estás guapísima!  ¡Y la casa!  ¡No sé qué curiosear primero!
Echándose a reír, _______ fue hacia ella y la abrazó con cariño.
-¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?  ¿Cómo me has encontrado?
-Bueno, pensé que si la montaña no venía a Mahoma… - Elena se echó hacia atrás los pliegues de su elegante capa y cogió a _______ por las manos -.  Pero, ¿qué es lo que has hecho?  ¡Te encuentro preciosa!
_______ se levantó las puntas del vestido amarillo de vuelo que llevaba e hizo una pose.
-¿Te gusta mi nueva imagen?
-Pareces salida de la portada de Seventeen.
_______ hizo un mohín.
-Preferiría que hubieras dicho Cosmopolitan.
Elena rió de buena gana.
-Todavía te quedan años para eso, querida.  Pero no es solamente el vestido… estás resplandeciente – se quedó mirándola entonces con suspicacia -.  ¿No estarás embarazada?
-Siempre se te ocurren ideas más peregrinas.  ¿Es que nadie puede pasárselo bien sin que tu mente sucia se ponga a maquinar?
-Pues tú sí que debes estar pasándotelo bien, porque no coges el teléfono y has desaparecido del mundo… - avanzó unos pasos, contemplando la habitación con ojo crítico -.  Así que ésta es la casa, ¿no?  Resulta increíble, absolutamente increíble.
-Una mujer de buen gusto – observó Joe, que había retrocedido y contemplaba apoyado en la chimenea las evoluciones de Elena por la habitación.
-Es preciosa, _______ – dijo volviéndose hacia ella -.  ¿No dirás que lo has hecho tú todo?
-No, no todo.  El suelo lo han puesto unos especialistas, y luego también he contratado fontaneros y electricistas.
-Dale una vuelta por la casa – sugirió Joe.
Así lo hicieron.  Elena fue siguiendo a _______ de habitación en habitación, encantada con lo que veía.  Cuando regresaron al salón no tenía palabras para expresar su sorpresa.
-¿Quién iba a decir que al final ibas a resultar una mujer de tu casa?  Me parece increíble que estés pintando, empapelando y restaurando muebles, tú, que los únicos dibujos que mirabas en tu vida eran los de las funciones matemáticas.  No sabes cuánto me alegro por ti, _______ – añadió con una sonrisa, apretándole la mano -.  Me preocupaba mucho que dedicaras todas tus energías al trabajo, como si no existiera nada más.  Esto es justo lo que necesitabas.
-Tienes razón – asintió _______, sorprendida de que Elena aprobara sin reserva alguna la nueva dirección que había tomado en su vida -.  Nunca me lo había pasado tan bien como decorando esta casa.  Pero no es sólo cuestión de que me lo pase bien… me siento realmente satisfecha por primera vez en mi vida.  ¿Comprendes lo que quiero decir?
-Perfectamente.  En la vida hay más cosas además de las sumas y los coeficientes.
_______ asintió.
-También he dejado de momento el doctorado, ¿lo sabías?
Elena la miró sorprendida.
-No, no lo sabía.  ¿Cómo es que has tomado esa decisión?  Desde que te conozco no hablabas de otra cosa.
_______ se encogió de hombros.
-Como tú decías, en la vida hay más cosas…
Elena la miró un poco preocupada, pero enseguida volvió a sonreír.
-Bueno, mientras tú estés contenta… y debo decirte que nunca te había visto tan feliz como ahora – se volvió y miró a su alrededor con los brazos extendidos -.  ¡Este color es espectacular!  Parece sacado de una revista de decoración.  ¿Seguro que no te ayudó algún decorador a elegirlo?
-Pues la verdad es que Christ… - _______ se detuvo a mitad de palabra, pero luego recobró el aplomo al pensar que su amiga sabía la existencia del fantasma de la casa -.  Joe me ayudó a elegirlo – añadió casi en tono desafiante.
Elena se volvió a mirarla lentamente, con expresión cautelosa.
-Joe – repitió -.  ¿El… fantasma?
_______ asintió.
Elena se aclaró la garganta e hizo un esfuerzo por mantener la naturalidad.
-Entonces, ¿sigue aquí?
_______ disimuló una sonrisa.
-Sí.  Constantemente.
-Fíjate…  Está Jonaso más que ninguno de mis novios.  No vas a echarle en cara su fidelidad, claro – añadió con una risita nerviosa.
-Ahora mismo está ahí – dijo _______ -.  Junto a la puerta.
Elena se volvió de un salto, sobresaltada, y Joe le hizo una pequeña reverencia.
-Enchanté – murmuró.
_______ se dio cuenta de que su amiga estaba tragando saliva.
-Yo no tengo por qué verlo, ¿verdad?
-No – respondió _______ con un suspiro -.  Yo soy la única que lo ve.
-Su aplomo es admirable – reconoció Joe con admiración -.  Dile de mi parte que siento no haberla conocido en circunstancias más favorables.
_______ lo miró indecisa a él y después a Elena.
-Joe dice que siente no haberte conocido en circunstancias más favorables.
-Ah – Elena miró a la puerta, luego a _______ y después se quedó como si no supiera dónde mirar.  Se llevó la mano al pendiente y se atusó el pelo -.  Lo mismo digo – murmuró al fin con voz entrecortada.
Luego carraspeó y se dirigió hacia la chimenea.  De pronto el ambiente estaba cargado de tensiones, y _______ miró a Joe con impotencia.
-Ésta es una prueba de verdadera amistad – dijo Joe -.  ¿Te sentirías más cómoda si hago alguna señal para demostrar que estoy aquí?
-No – dijo _______ rápidamente, y Elena se volvió, asustada.
-Estaba… hablando con Joe – se explicó _______ haciendo un ademán.
-Entonces hablas con él – repitió Elena con voz inexpresiva -.  ¿Y él te responde?
_______ empezaba a sentirse un tanto irritada.
-Naturalmente.
-¿Siempre?
-Pues sí, siempre.  Ya te lo he dicho.  Ya te he explicado todo antes…
-Ya lo sé – Elena se volvió hacia la chimenea y preguntó con falsa naturalidad -.  ¿Has tenido noticias de Larry últimamente?
-Me llamó hace un par de noches – respondió _______ con cautela.  Empezaba a sospechar que Elena estaba pensando algo desagradable -.  Dice que regresa la semana que viene.
-Empiezo a aburrirme un poco – anunció Joe -, como casi siempre que se menciona a ese caballero en particular.  Creo que os voy a dejar solas para que habléis de vuestras cosas.
_______ se volvió de inmediato hacia la voz, pero él ya no estaba.
-¿Sabes lo que te está haciendo falta de verdad? – dijo Elena un poco tensa, con una sonrisa que no era del todo natural -.  Un buen sofá y una tetera humeante, para que pudiéramos ponernos cómodas y hablar con tranquilidad.
-Joe se ha marchado – dijo _______, con la esperanza de que su amiga se tranquilizara -. A mí también me pone un poco nerviosa saber que está escuchando todo lo que decimos.  Ahora ya podemos hablar tranquilamente.
Pero Elena parecía lejos de la tranquilidad.  Volvió a mirar con cautela a su alrededor.
-¿Y dónde se marcha cuando dices que se va?
_______ se encogió de hombros.
-Probablemente a ninguna parte.  La mayoría de las veces sigue a mi alrededor, pero yo no lo veo.  Pero hay algunas veces en las que desaparece de verdad… él dice que se va a descansar, y como yo no distingo entre unas veces y otras, cuando no lo veo prefiero actuar como si no estuviera.
Elena se quedó mirándola en silencio largo rato, como tratando de sacar algún sentido de lo que _______ acababa de decir.  _______ sonrió y le señaló la banqueta que estaba utilizando para pintar.
-Ya sé que no es muy acogedora, pero siéntate, por favor.  Vamos a charlar un rato.
Elena se quedó un momento indecisa y luego fue hacia el rincón y se sentó en la banqueta, plegando cuidadosamente la falda.  _______ colocó una colcha vieja doblada en el suelo y se sentó a su lado con las rodillas encogidas.
Elena sacudió la cabeza suavemente, como si saliera de un sueño.
-Debe ser difícil para ti… convivir con un fantasma.
-Al principio sí que lo era – reconoció _______ -.  Yo siempre he sido una amante de la soledad, y tú sabes perfectamente que no me gustaba que nadie se metiera en mi vida ni en mi trabajo.  Pero ahora… no lo sé.  Es como si formara parte de mí; como si fuera mi otra mitad, y ya ni me acuerdo de cómo era mi vida antes de que él apareciera.
_______ no se había planteado lo bien que iba a sentarle expresar en palabras lo que le estaba ocurriendo.  De hecho, se dio cuenta de que lo necesitaba.  Cuando le contó a Elena lo de Joe la primera vez, fue porque se sentía desorientada e insegura.  Sin embargo, su conversación ahora equivalía a contarle una buena noticia.  Para ella era como relatarle un triunfo personal o un milagro, algo demasiado maravilloso como para no comunicárselo a alguien.
A medida que hablaba su voz se volvió soñadora, y una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
-De verdad, Elena, no puedes imaginar cómo ha cambiado mi vida.  Joe consigue que mire las cosas de otra manera; es como si me hubiera abierto los ojos a cosas que antes ni siquiera me planteaba.  Y además es divertidísimo estar con él.  Con él, cada día es una aventura.  Nunca sé qué va a pasar a continuación.  Y sin embargo… nunca había conocido a una persona en la que pudiera confiar tanto como en Joe… no me figuraba que fuera posible sentirse tan cercano a una persona.  Entre nosotros no hay secretos.  Él comprende todas mis cosas, y siempre está ahí cuando lo necesito.  Es como…
Se interrumpió, porque no sabía expresar exactamente cómo era.  Por alguna razón, le daba apuro confesar unos sentimientos tan íntimos a alguien, aunque ese alguien fuera Elena.
-Por lo que dices, es perfecto – dijo Elena en voz baja.
_______ sonrió.
-Efectivamente, lo es.
Elena vaciló un momento, y después la miró con gesto decidido, retorciéndose las manos en el regazo.
-_______ – le dijo -.  Tengo que confesarte una cosa.  No he venido hoy aquí sólo para ver tu casa.  He venido porque estaba preocupada por ti.  Y porque anoche estuve hablando con Larry y me pidió que viniera a ver qué tal estabas.
-¡Larry!  ¿Qué…?
-Él también está preocupado – prosiguió Elena con firmeza -.  Temía que te estuvieras matando a trabajar en la casa, y yo tenía la esperanza de que sólo se tratara de eso.
-¡Es una estupidez!  ¡Vosotros dos…!
-¡Vamos, _______!  Tenemos toda la razón del mundo para estar preocupados, y tú lo sabes.  Esta semana te he invitado a cenar dos veces, y las dos veces me has dicho que no.  La gente ha dejado de verte, no contestas al teléfono…  Y ahora me dices que has decidido olvidarte del doctorado…
-No es que me haya olvidado.  Lo he pospuesto, nada más.
Elena tomó una gran bocanada de aire y la miró sin perder un ápice de su firmeza.
-Yo sabía que algo malo te sucedía, pero no estaba segura de qué podía ser.  Ahora ya lo sé.  Estás enamorada de ese fantasma.
_______ se quedó inmóvil, estupefacta, como si acabara de recibir un golpe en pleno rostro.
-¡Ésa es la mayor locura que he oído en mi vida! – exclamó con la voz entrecortada -.  Enamorada… - se sonrojó vivamente -.  Es… absurdo.
-¿Ah, sí? – respondió Elena inmediatamente, ya del todo disparada -.  ¿Es que no te das cuenta de lo que me estabas diciendo?  Tu Joe es una combinación de Lord Byron y Albert Einstein con un toque de Rodolfo Valentino.  Me has descrito a un hombre perfecto, de cuento, y me lo has descrito con voz y ojos de amante.
_______ se puso de pie echando chispas por los ojos.
-¡No estoy dispuesta a seguir escuchando…!
-¡Muy bien! – exclamó Elena, haciendo un gesto apaciguador con ambas manos -.  Si no es amor, llamémoslo obsesión.  En cualquier caso, es una locura, y tú lo sabes.
_______ apretó los puños.
-Yo creía que eras amiga mía.  Creía que me creías.  Te he contado todo esto porque confiaba en ti…
-¡Por Dios, _______, pero si yo te creo!  Ahí está el problema, ¿no te das cuenta?
Elena se levantó y se acercó a _______, pero ella torció la cabeza con expresión de disgusto.
-No me crees – le dijo fríamente -.  Piensas que me he inventado todo esto porque soy víctima de una necesidad psicótica de… de… ¡yo qué sé de qué!  Creía que tú me conocías bien, Elena.  Creía que tú me conocías.
Elena se quedó callada un momento, y luego dijo con voz tensa:
-Mira, _______, yo te creo, en la medida que me es posible.  Quiero creerte de la misma manera que quiero creer que las piedras ordinarias tienen poderes curativos que todavía están por descubrir, y del mismo modo que quiero creer en que existe vida inteligente en otros planetas, pues así resulta más fácil creer que hay vida inteligente en éste…  Y también quiero creer que la muerte no es el fin de la vida porque todo el mundo trata de creerlo…_______, por favor.  Estoy haciendo todo lo que puedo.  Escúchame aunque sólo sea un minuto, por favor.
_______ no quería escuchar nada.  Lo único que deseaba era que Joe acudiera en su ayuda y acabara con aquella situación.
Pero Joe no apareció, y _______ se volvió lentamente hacia Elena.
-De acuerdo – dijo con un hilo de voz -.  Te escucho.
-_______, tú siempre has sido una persona con tendencia a evadirte de la realidad.  Normalmente, cuando las cosas se ponían demasiado intensas para tu gusto, sobre todo en cuestión de relaciones personales, te refugiabas en tu trabajo.  Y ahora te estás refugiando en otra cosa.  No tiene importancia que Joe sea real o no, o que yo crea en él o no.  El hecho es que lo estás utilizando para evadirte del mundo real y… de las cosas que antes eran importantes para ti.  ¿Eres capaz al menos de reconocer eso?
-Hablas como una psiquiatra, Elena – dijo _______ con impaciencia -.  No me prejuzgues de esa manera, por favor.
-Vale.  Sí, sí, tienes razón.  A mí tampoco me gustan los psicólogos de pacotilla.  Pero respóndeme a una cosa: ¿Cuánto esperas que dure esta situación?
_______ no esperaba aquella pregunta.  Se sintió totalmente insegura por vez primera desde que iniciaran la conversación.
-¿A qué te refieres?
-A la situación planteada entre Joe y tú.  Me has dicho un montón de cosas maravillosas acerca de él, lo mucho que significa para ti y lo que ha hecho por ti…  No lo dudo ni por un momento, te lo digo sinceramente.  Pero lo que quiero saber es si vas a seguir así el resto de tu vida, _______.  Mira, te has desconectado de tus amigos, de tu trabajo e incluso de Larry.  Y te digo una cosa: puede que Larry no sea perfecto, pero por lo menos está vivo.  ¿Es que pretendes encerrarte con un fantasma durante el resto de tu vida?
,aggie no tenía respuesta.  Ni siquiera sabía qué decir.
-¿Qué va a pasar si algún día quieres casarte? – insistió Elena -.  ¿Y si quieres tener hijos?  ¿Qué vas a hacer… qué vas a hacer en una cena con amigos?  ¿Es que lo presentarás a tus invitados diciéndoles que te disculpen, porque tu compañero es invisible?  ¡_______, no puedes prescindir de la vida social para siempre!
_______ se llevó las manos a las mejillas, que ardían.  De pronto sentía un nudo en la garganta y tenía ganas de llorar.
-Elena, no digas nada más.  Es una locura…
-¿Qué va a pasar cuando tú te hagas vieja y él siga siendo joven? – prosiguió su amiga inexorablemente -.  ¿Cómo vas a sentirte entonces?  Sí, sí, ya sé que hablo sin conocimiento de causa, pero lo único que intento es hacerte ver las cosas tal y como son.  Estás dejando que esta historia absorba por completo tu vida, cuando no va a durar para siempre.
-Yo no puedo predecir el futuro – dijo _______ -.  No sé la respuesta a ninguna de tus preguntas.  De todas formas, son unas preguntas absurdas, no es algo así…
-Muy bien, entonces – dijo Elena con calma -.  Voy a hacerte una pregunta que no tiene nada de absurdo.  ¿Qué pasa con él?  ¿Qué va a pasar con él?
_______ la miró sin decir nada.
-_______, tú sabes que esto no está bien.  Estás con un espíritu errante que no debería estar aquí, y ni siquiera quieres liberarlo.
_______ sacudió la cabeza, aprovechando la oportunidad de intervenir.
-Ya hemos hablado antes de ese asunto.  Las cosas no son tan simples como las pintan los libros, Elena, ¿quién es nadie para decir lo que está bien o lo que está mal?  A lo mejor él no quiere liberarse.
Pero mientras hablaba, se dio cuenta de que sus palabras estaban huecas; carecían de sentido.  Joe cuando le describía el suplicio de tener y no tener, de encontrarse atrapado entre dos mundos… No, no estaba bien.  Y ella no podía seguir fingiendo que así era.
Pero, ¿qué podía hacer?
Elena sacudió la cabeza.
-Si por lo menos supieras por qué ha vuelto y qué es lo que lo retiene aquí…  ¿Cómo murió?  ¿Lo sabes?
-No lo sé.  Y la verdad es que no estoy segura de que él mismo lo sepa.
-¡Entonces tiene que ser eso! – exclamó Elena -.  Si puedes averiguar cómo murió, tendrás la llave para liberarlo.  Tienes que liberarlo, _______ – añadió mirándola con preocupación -.  Por tu bien… y por el suyo.
_______ no respondió porque no sabía qué decir.  Después de que Elena se marchara, permaneció mucho rato con la cabeza hundida sobre las rodillas, esperando a Joe....
Kari_JB
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Mensaje por Kari_JB Mar 03 Dic 2013, 2:49 pm

Chicas qedan solo 2 capitulo y termina la novela =) mañana subire el capitulo mas triste, les recomiendo de antemano que tengan una caja de pañuelos cerca =) qe estes bien y gracias por sus comentarios
Kari_JB
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