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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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|| Come Back When You Can ||
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Re: || Come Back When You Can ||
Wanda. escribió:A Sophia
Quiero tu capi
Invitado
Invitado
Re: || Come Back When You Can ||
A mi? Nunca supe intento meterme al notebook y escribir:c16:26:45
taeyong.
Re: || Come Back When You Can ||
The One With The Green Ring
capítulo tres
¿Si se lo esperaba? En realidad no.
Su cara de frustración se había hecho presente dos días atrás al haber recibido la noticia. ¡Por supuesto que estaba en desacuerdo! Su madre desde su nacimiento le había dejado en claro que se había convertido en un problema para su vida. Pero bien, Suzanne con aquella soberbia personalidad no era un bien para nadie. Aunque no es su culpa todo lo que hizo su padre biológico, ¿verdad? Solo que si su madre no la hubiera culpado por aquellas situaciones quizás su carácter no fuera tan grotesco.
Su hermano de seis años casi revoloteaba de felicidad con la noticia al igual que su padrastro. Y en el fondo Susie sabía que su madre también. ¡Sería tan perfecto que ella se fuera lejos y dejara de arruinar todo! Había escuchado que se decía el matrimonio, aunque no le importo. Simplemente la idea de ir a ese complejo y quedarse allí era para ella algo incómoda. No le era indiferente, pero estaba furiosa. Y su madre le informó que allí habrían más chicas. Hecho que tampoco la había puesto muy feliz. Casi la obligaron a preparar sus maletas, pero al fin y al cabo Suzanne tuvo que aceptar que no tenía que luchar por quedarse, la decisión ya estaba tomada y no desertarían por nada del mundo.
Cuando despertó esa mañana, sabía que ya era hora de irse. Miraba el techo, una y otra vez, sin saber qué hacer. Las paredes llenas de frases de libros y fotografías que sacaba parecían estar cada vez más estrechas. Cómo si ese ya no fuera su lugar, o como si recién se diera cuenta que en realidad nunca lo fue.
El aire la agobiaba y le daba la sensación de que en ese mismo momento dejaría de respirar y todo terminaría para siempre, pero no fue así. Su fin parecía acercarse con mayor rapidez. ¿O esos eran los pasos de su madre por el pasillo? No estaba segura. Al final; la segunda acertó.
—Levántate. —rugió. Ese día parecía más enojada que cualquier otro. Suzanne hizo caso, y la mujer al notar que continuaba en pijama casi explota de los nervios.
“Quiere que me vaya rápido y ya” pensaba. Aunque en realidad comprendía el rencor que su madre sentía por ella, la razón del porque la odiaba, para la chica era todo un misterio.
A continuación, su madre salió de la habitación dando unos fuertes y sobreactuados pasos haciendo rechinar el piso de madera.
Suzanne sintió la necesidad de aclararle que ese ruido la estaba molestando, pero prefirió callar, era su último día y ya estaba cansada. Cansada de todo.
Su vida no era la peor del mundo y ella lo tenía completamente claro, pero eso no significaba que pudiera resistir con la presión de que su madre jamás la haya abrazado o si quiera mostrado un gesto de amor en dirección a ella. Pues bien a su nuevo esposo y a su segundo hijo les hacía mimos hasta en el desayuno.
Cuando terminó de “arreglarse” —aunque no es el término correcto, porque si quiera se peinó—y también se retiró de su habitación, con sus maletas en mano y sin ayuda alguna.
Su vivienda era gigantesca, y para nada acogedora. Nunca le agradó ello, pero le encantaba que tuviera un extenso patio donde la naturaleza reinaba como debía.
Su cabeza estaba llena de distintas visiones del lugar al que la llevarían. Al principio se imagino una construcción en las ruinas y cayéndose a pedazos, aunque luego descartó la idea recordando que habrían más chicas, y suponiendo que sus padres no las llevarían a lugares así.
Luego pensó que sería como un hospital psiquiátrico lleno de paredes blancas y acolchonado para no lastimarse. Se dio cuenta de lo estúpido que era aquello y prefirió dejar de buscar conclusiones y esperar a ver cuál sería “su nuevo hogar”.
Cuando estaba llegando a la salida de su casa, su madre se le acercó, algo más calmada y en sus ojos se podía distinguir un sentimiento que hace mucho Suzanne no veía en la mujer que le dio la vida; felicidad.
Aunque muy en el fondo sentía tristeza y Suzanne no pudo notarla.
Abigail —su madre— le entregó una pequeña caja que ella decidió no abrir por el momento, luego solo le dio una inexperta palmeada en el hombro, como si no supiera que hacer.
—Llamé un taxi para que te lleve, está pagado y ya tiene la dirección. Vete. —y eso hizo la pequeña chica, salió como siempre con la cabeza en alto. Y eso tampoco la había tomado con sorpresa, el hecho de que nadie quisiera estar cerca de ella había dejado de ser una novedad hace mucho.
Se subió al taxi con sus pesadas maletas, se abrochó el cinturón y el conductor partió rumbo a su nueva vida. ¿O estaba siendo exagerada? De cualquier manera, era como comenzar desde cero.
Suzanne era de la clase de chicas que miraban por la ventana del automóvil y sentían que todo era un película donde ella misma era la protagonista.
Entonces, el auto paró. ¡En medio de la nada! Porque, debía admitir que había estado bastante tiempo en ese auto y el lugar estaba aislado de todo. No podía visualizar nada a la cercanía y aquello no le agradó.
Siete chicas y una orientadora conviviendo juntas en medio de la nada.
—Debería escribir un libro de esto y hacerme multimillonaria. —murmuró al aire para luego callar al escuchar el rechinido de las ruedas del taxi. Seguramente había acelerado demasiado; pues ya se había ido. —Genial.
Creyó ver una estructura y se dirigió allí. Aunque en realidad ella no era de las personas que caben dentro del grupo de los orientados. Solía perderse con facilidad y sin darse cuenta de la nada podía aparecer sola caminando con un vagabundo borracho y sin dientes. Basado en hechos reales.
Luego de caminar un poco, pero con bastante lentitud y aburrimiento, Suzanne logró llegar a la puerta. Se adentró en la casona, en donde su recibimiento no fue tan grato como ella creía y lo que una corriente de aire la golpeara.
En realidad le había parecido un lugar muy bonito, tanto dentro como fuera de la vivienda —ignorando el hecho de que el viento casi la había tirado de espaldas—. Algo rústico, pensó. Y le agradaba, las cosas simples solían ser de su agrado más que algo complicado.
Bajo ella el piso sonaba dando a conocer su presencia allí, y a Suzanne no le gusta el ruido precisamente. Procuró caminar casi a saltitos, intentando terminar con aquella tortura.
Es entonces cuando lo que parecía ser una casa solamente poblada por el silencio fue decorada con las risas de las que Suzanne creyó, eran dos chicas.
A decir verdad, eso la hizo pensar lo sola que estaría allí —o quizás esas chicas se conocían de antes— porque no sabía tratar con la gente. Pero ella necesitaba ayuda y lo sabía, quizás podría adaptarse a ello, o incluso, podría gustarle.
Su cara de frustración se había hecho presente dos días atrás al haber recibido la noticia. ¡Por supuesto que estaba en desacuerdo! Su madre desde su nacimiento le había dejado en claro que se había convertido en un problema para su vida. Pero bien, Suzanne con aquella soberbia personalidad no era un bien para nadie. Aunque no es su culpa todo lo que hizo su padre biológico, ¿verdad? Solo que si su madre no la hubiera culpado por aquellas situaciones quizás su carácter no fuera tan grotesco.
Su hermano de seis años casi revoloteaba de felicidad con la noticia al igual que su padrastro. Y en el fondo Susie sabía que su madre también. ¡Sería tan perfecto que ella se fuera lejos y dejara de arruinar todo! Había escuchado que se decía el matrimonio, aunque no le importo. Simplemente la idea de ir a ese complejo y quedarse allí era para ella algo incómoda. No le era indiferente, pero estaba furiosa. Y su madre le informó que allí habrían más chicas. Hecho que tampoco la había puesto muy feliz. Casi la obligaron a preparar sus maletas, pero al fin y al cabo Suzanne tuvo que aceptar que no tenía que luchar por quedarse, la decisión ya estaba tomada y no desertarían por nada del mundo.
Cuando despertó esa mañana, sabía que ya era hora de irse. Miraba el techo, una y otra vez, sin saber qué hacer. Las paredes llenas de frases de libros y fotografías que sacaba parecían estar cada vez más estrechas. Cómo si ese ya no fuera su lugar, o como si recién se diera cuenta que en realidad nunca lo fue.
El aire la agobiaba y le daba la sensación de que en ese mismo momento dejaría de respirar y todo terminaría para siempre, pero no fue así. Su fin parecía acercarse con mayor rapidez. ¿O esos eran los pasos de su madre por el pasillo? No estaba segura. Al final; la segunda acertó.
—Levántate. —rugió. Ese día parecía más enojada que cualquier otro. Suzanne hizo caso, y la mujer al notar que continuaba en pijama casi explota de los nervios.
“Quiere que me vaya rápido y ya” pensaba. Aunque en realidad comprendía el rencor que su madre sentía por ella, la razón del porque la odiaba, para la chica era todo un misterio.
A continuación, su madre salió de la habitación dando unos fuertes y sobreactuados pasos haciendo rechinar el piso de madera.
Suzanne sintió la necesidad de aclararle que ese ruido la estaba molestando, pero prefirió callar, era su último día y ya estaba cansada. Cansada de todo.
Su vida no era la peor del mundo y ella lo tenía completamente claro, pero eso no significaba que pudiera resistir con la presión de que su madre jamás la haya abrazado o si quiera mostrado un gesto de amor en dirección a ella. Pues bien a su nuevo esposo y a su segundo hijo les hacía mimos hasta en el desayuno.
Cuando terminó de “arreglarse” —aunque no es el término correcto, porque si quiera se peinó—y también se retiró de su habitación, con sus maletas en mano y sin ayuda alguna.
Su vivienda era gigantesca, y para nada acogedora. Nunca le agradó ello, pero le encantaba que tuviera un extenso patio donde la naturaleza reinaba como debía.
Su cabeza estaba llena de distintas visiones del lugar al que la llevarían. Al principio se imagino una construcción en las ruinas y cayéndose a pedazos, aunque luego descartó la idea recordando que habrían más chicas, y suponiendo que sus padres no las llevarían a lugares así.
Luego pensó que sería como un hospital psiquiátrico lleno de paredes blancas y acolchonado para no lastimarse. Se dio cuenta de lo estúpido que era aquello y prefirió dejar de buscar conclusiones y esperar a ver cuál sería “su nuevo hogar”.
Cuando estaba llegando a la salida de su casa, su madre se le acercó, algo más calmada y en sus ojos se podía distinguir un sentimiento que hace mucho Suzanne no veía en la mujer que le dio la vida; felicidad.
Aunque muy en el fondo sentía tristeza y Suzanne no pudo notarla.
Abigail —su madre— le entregó una pequeña caja que ella decidió no abrir por el momento, luego solo le dio una inexperta palmeada en el hombro, como si no supiera que hacer.
—Llamé un taxi para que te lleve, está pagado y ya tiene la dirección. Vete. —y eso hizo la pequeña chica, salió como siempre con la cabeza en alto. Y eso tampoco la había tomado con sorpresa, el hecho de que nadie quisiera estar cerca de ella había dejado de ser una novedad hace mucho.
Se subió al taxi con sus pesadas maletas, se abrochó el cinturón y el conductor partió rumbo a su nueva vida. ¿O estaba siendo exagerada? De cualquier manera, era como comenzar desde cero.
Suzanne era de la clase de chicas que miraban por la ventana del automóvil y sentían que todo era un película donde ella misma era la protagonista.
Entonces, el auto paró. ¡En medio de la nada! Porque, debía admitir que había estado bastante tiempo en ese auto y el lugar estaba aislado de todo. No podía visualizar nada a la cercanía y aquello no le agradó.
Siete chicas y una orientadora conviviendo juntas en medio de la nada.
—Debería escribir un libro de esto y hacerme multimillonaria. —murmuró al aire para luego callar al escuchar el rechinido de las ruedas del taxi. Seguramente había acelerado demasiado; pues ya se había ido. —Genial.
Creyó ver una estructura y se dirigió allí. Aunque en realidad ella no era de las personas que caben dentro del grupo de los orientados. Solía perderse con facilidad y sin darse cuenta de la nada podía aparecer sola caminando con un vagabundo borracho y sin dientes. Basado en hechos reales.
Luego de caminar un poco, pero con bastante lentitud y aburrimiento, Suzanne logró llegar a la puerta. Se adentró en la casona, en donde su recibimiento no fue tan grato como ella creía y lo que una corriente de aire la golpeara.
En realidad le había parecido un lugar muy bonito, tanto dentro como fuera de la vivienda —ignorando el hecho de que el viento casi la había tirado de espaldas—. Algo rústico, pensó. Y le agradaba, las cosas simples solían ser de su agrado más que algo complicado.
Bajo ella el piso sonaba dando a conocer su presencia allí, y a Suzanne no le gusta el ruido precisamente. Procuró caminar casi a saltitos, intentando terminar con aquella tortura.
Es entonces cuando lo que parecía ser una casa solamente poblada por el silencio fue decorada con las risas de las que Suzanne creyó, eran dos chicas.
A decir verdad, eso la hizo pensar lo sola que estaría allí —o quizás esas chicas se conocían de antes— porque no sabía tratar con la gente. Pero ella necesitaba ayuda y lo sabía, quizás podría adaptarse a ello, o incluso, podría gustarle.
Quiero empezar pediendo perdón por ser tan despistada, jamás noté el comentario de Ale en el que informó que Sofi no podría subir. Y también quiero pedir disculpas por esta horriblidad, pero me senntí demasiado culpable y ahora que llegué del mall escribí todo lo que pude, aunque en word se veía más. Las amo<3 |
Continúa: Mari
taeyong.
Re: || Come Back When You Can ||
¡El capítulo estuvo PER-FECT! Pobre Suzanne, su familia es tan... You know. Me hace pensar en Clary, aunque ella directamente no tiene familia. Pero ruleo su personalidad Es muy... yo.
¡Síguela, Mari!
¡Síguela, Mari!
Invitado
Invitado
Re: || Come Back When You Can ||
ay, amo a suzanne, jsiadhfkjsd tu emi, siempre escribiendo tanta perfección, kwjdhfksafj ilysm.
sampaio.
Re: || Come Back When You Can ||
weón asdfghjkl a esto llamo perfección ems
realmente, me había desconectado de la novela por completo, y lo siento muchísimo, el tema se había hundido en el abismo de mi bandeja de entrada de hotmail, si no fuera año nuevo y no me hubieran entrado las ganas de eliminar todos los mensajes inservibles jamás me hubiera dado cuenta de que era mi turno, asjdjsjd estoy tan avergonzada :ccc
btw los capítulos de las tres han estado maravillosos, ems lo escribiste en tan poco tiempo? eres una diosa esta muy bueno tu capítulo que ya me inspiró para hacer el mío (?)
intento subir lo más pronto que pueda, intentaré hacer todo lo posible para no defraudarlas
realmente, me había desconectado de la novela por completo, y lo siento muchísimo, el tema se había hundido en el abismo de mi bandeja de entrada de hotmail, si no fuera año nuevo y no me hubieran entrado las ganas de eliminar todos los mensajes inservibles jamás me hubiera dado cuenta de que era mi turno, asjdjsjd estoy tan avergonzada :ccc
btw los capítulos de las tres han estado maravillosos, ems lo escribiste en tan poco tiempo? eres una diosa esta muy bueno tu capítulo que ya me inspiró para hacer el mío (?)
intento subir lo más pronto que pueda, intentaré hacer todo lo posible para no defraudarlas
prinsloo.
Re: || Come Back When You Can ||
The One With The Yellow Lath
capítulo cuatro.
El agua fría cayó sobre su rostro, el frágil cuerpo pálido de la chica quedó empapado en pocos segundos, y abrió los ojos sobresaltada. El profundo sueño de la joven había sido cruelmente interrumpido, las sábanas en las que estaba envuelta y brindaban algo de calor en su fría habitación, ahora sólo la congelaban.
Su mente revoloteó por todos lados para hallar alguna explicación lógica por la que era mal tratada de esa forma y sólo eran audibles para sus oídos los fuertes gruñidos de su madre, quien con su cabello pelirrojo desarreglado amarrado en una coleta mal hecha, sólo le daban un aspecto más frívolo.
Bonnie suspiró al caer en cuenta que su despertador de nuevo le había puesto la soga al cuello, su madre odiaba la impuntualidad como si se tratase del mismo diablo en vida, y aquella era la razón por la que la pelirroja muchacha, que ahora se encontraba cambiándose de ropa con prisa, haya sufrido varias reprimendas de parte de su progenitora.
Aquella chica de diecinueve años jamás había deseado con tantas ansias que llegase un día, excepto aquel en que estaba lista para irse de casa por una buena temporada.
Tomó las maletas que yacían al pie de la puerta de su armario vacío desde hacía una semana entera, las cuales cargaban la mayoría de sus pertenencias junto a algunos libros y algunas de sus píldoras medicinales, y de inmediato se volvió en el marco de la puerta de su habitación.
Estaba lista para dejar atrás aquel dormitorio, quería dejar aquel lugar de suplicio cuanto antes. La brisa de aire que movió las cortinas de terciopelo que colgaban en el marco de su ventana, tomaron las riendas de la despedida.
Inmediatamente la pelirroja salió del cuarto, negándose a volver a mirar atrás, por un buen tiempo.
El continuo sonido del choque de pares de zapatos contra el piso, le advirtió a la muchacha la llegada de un par de cabelleras pelirrojas y antes de pronunciar una palabra, sintió que cuatro brazos se aferraban a sus piernas.
—No te vayas Buns— dijo despacio Ethan, con voz que avecinaba el llanto.
—Prometemos que ya no tocaremos tu maquillaje— aquella promesa en confesión de boca del otro gemelo, Collin, provocó que la ojiverde alzara una ceja de sorpresa, aunque de igual manera, conmovida— pero quédate con nosotros. —rogó.
—Pequeños renacuajos los extrañaré muchísimo —respondió la pelirroja, soltándose del agarre de su par de hermanos gemelos, agachándose para llegar a su altura y abrazándolos fuertemente.— Debo irme, pero no olviden escribirme, los llevo en mi corazón.— respondió ella acariciando las pequeña cabelleras pelirrojas rizadas.
—Aquí estás.— llamó su madre proviniendo del pasillo, con una mirada severa, de inmediato sus hermanos soltaron las piernas de su hermana al ver el humor que tenía su madre.
Despertarse tarde por el estúpido despertador, sólo la había enfurecido más.
—Date prisa, niña, debes desayunar.— dijo acercándose y tomando el brazo de su hija bruscamente para arrastrarla hacia la cocina.
—No gracias.— respondió pasivamente la pelirroja menor, soltándose del agarre. Lo último que quería era problemas.— Haré que el taxi pare un rato y comeré algo en el camino.
—Deja de hablar estupideces y ve a comer.— habló fuerte y firme Katherine.— Ya es suficiente con que te hayas despertado tarde, anda, camina.
—Mamá ¿puedo...— la pregunta de Collin fue interrumpida, por lo que una pelirroja de espaldas adivinó que su madre levantó su mano en señal de alto.
No volteó de nuevo atrás, no intentaría provocar más a su estricta madre.
Apenas llegó a la cocina, halló sus cereales sobre la mesa, comenzando a tragar el contenido del plato, cinco minutos para ser exactos y el taxi tocaría la puerta.
Terminó su desayuno, concluyendo con tomar una servilleta y limpiar el rastro de leche que se hallaba en la comisura de su boca.
Lavó sus pocos trastos y atravesó fugazmente la puerta de la cocina, dos pequeños la esperaban con los ojos llorosos.
—No lloren— fue lo único que podía salir de la boca de Bonnie en aquel momento, repitió aquella frase una vez más y continuó— Prometan que me escribirán, los quiero mucho.— terminó abrazándolos una vez más antes de escuchar la bocina del taxi afuera del edificio.
—Cuídate mucho.— dijo su madre con los ojos igual que los de los pequeños, cuando la muchacha pasó por su lado.
Aquellas lágrimas que amenazaban con salir a mares fueron suficientes para que Bonnie comprendiera que el enojo de su madre no sólo se debía a su demora sino porque ella se estaba yendo.
—Lo haré, tu también deberías hacerlo. — dijo la pelirroja volteándose hacia su madre a abalanzarse a abrazarla— Olvida a papá, hazlo por ellos.— concluyó señalando a su par de hermanos gemelos con un movimiento de cabeza.
Se separó y de nuevo miró el rostro de su progenitora antes de entrar al taxi luego de asegurarse que cargaba todo su equipaje.
Un nuevo comienzo no debería empezar con lágrimas sino con risas lo cual esperaba encontrar en su destino.
Su mente revoloteó por todos lados para hallar alguna explicación lógica por la que era mal tratada de esa forma y sólo eran audibles para sus oídos los fuertes gruñidos de su madre, quien con su cabello pelirrojo desarreglado amarrado en una coleta mal hecha, sólo le daban un aspecto más frívolo.
Bonnie suspiró al caer en cuenta que su despertador de nuevo le había puesto la soga al cuello, su madre odiaba la impuntualidad como si se tratase del mismo diablo en vida, y aquella era la razón por la que la pelirroja muchacha, que ahora se encontraba cambiándose de ropa con prisa, haya sufrido varias reprimendas de parte de su progenitora.
Aquella chica de diecinueve años jamás había deseado con tantas ansias que llegase un día, excepto aquel en que estaba lista para irse de casa por una buena temporada.
Tomó las maletas que yacían al pie de la puerta de su armario vacío desde hacía una semana entera, las cuales cargaban la mayoría de sus pertenencias junto a algunos libros y algunas de sus píldoras medicinales, y de inmediato se volvió en el marco de la puerta de su habitación.
Estaba lista para dejar atrás aquel dormitorio, quería dejar aquel lugar de suplicio cuanto antes. La brisa de aire que movió las cortinas de terciopelo que colgaban en el marco de su ventana, tomaron las riendas de la despedida.
Inmediatamente la pelirroja salió del cuarto, negándose a volver a mirar atrás, por un buen tiempo.
El continuo sonido del choque de pares de zapatos contra el piso, le advirtió a la muchacha la llegada de un par de cabelleras pelirrojas y antes de pronunciar una palabra, sintió que cuatro brazos se aferraban a sus piernas.
—No te vayas Buns— dijo despacio Ethan, con voz que avecinaba el llanto.
—Prometemos que ya no tocaremos tu maquillaje— aquella promesa en confesión de boca del otro gemelo, Collin, provocó que la ojiverde alzara una ceja de sorpresa, aunque de igual manera, conmovida— pero quédate con nosotros. —rogó.
—Pequeños renacuajos los extrañaré muchísimo —respondió la pelirroja, soltándose del agarre de su par de hermanos gemelos, agachándose para llegar a su altura y abrazándolos fuertemente.— Debo irme, pero no olviden escribirme, los llevo en mi corazón.— respondió ella acariciando las pequeña cabelleras pelirrojas rizadas.
—Aquí estás.— llamó su madre proviniendo del pasillo, con una mirada severa, de inmediato sus hermanos soltaron las piernas de su hermana al ver el humor que tenía su madre.
Despertarse tarde por el estúpido despertador, sólo la había enfurecido más.
—Date prisa, niña, debes desayunar.— dijo acercándose y tomando el brazo de su hija bruscamente para arrastrarla hacia la cocina.
—No gracias.— respondió pasivamente la pelirroja menor, soltándose del agarre. Lo último que quería era problemas.— Haré que el taxi pare un rato y comeré algo en el camino.
—Deja de hablar estupideces y ve a comer.— habló fuerte y firme Katherine.— Ya es suficiente con que te hayas despertado tarde, anda, camina.
—Mamá ¿puedo...— la pregunta de Collin fue interrumpida, por lo que una pelirroja de espaldas adivinó que su madre levantó su mano en señal de alto.
No volteó de nuevo atrás, no intentaría provocar más a su estricta madre.
Apenas llegó a la cocina, halló sus cereales sobre la mesa, comenzando a tragar el contenido del plato, cinco minutos para ser exactos y el taxi tocaría la puerta.
Terminó su desayuno, concluyendo con tomar una servilleta y limpiar el rastro de leche que se hallaba en la comisura de su boca.
Lavó sus pocos trastos y atravesó fugazmente la puerta de la cocina, dos pequeños la esperaban con los ojos llorosos.
—No lloren— fue lo único que podía salir de la boca de Bonnie en aquel momento, repitió aquella frase una vez más y continuó— Prometan que me escribirán, los quiero mucho.— terminó abrazándolos una vez más antes de escuchar la bocina del taxi afuera del edificio.
—Cuídate mucho.— dijo su madre con los ojos igual que los de los pequeños, cuando la muchacha pasó por su lado.
Aquellas lágrimas que amenazaban con salir a mares fueron suficientes para que Bonnie comprendiera que el enojo de su madre no sólo se debía a su demora sino porque ella se estaba yendo.
—Lo haré, tu también deberías hacerlo. — dijo la pelirroja volteándose hacia su madre a abalanzarse a abrazarla— Olvida a papá, hazlo por ellos.— concluyó señalando a su par de hermanos gemelos con un movimiento de cabeza.
Se separó y de nuevo miró el rostro de su progenitora antes de entrar al taxi luego de asegurarse que cargaba todo su equipaje.
Un nuevo comienzo no debería empezar con lágrimas sino con risas lo cual esperaba encontrar en su destino.
lamento haber tardado tanto en subir mi capítulo, verán estoy de vacaciones pero mis padres me hicieron entrar a una escuela de verano para prepararme para mi último año de escuela ;-; espero que mi capítulo no las decepcione y se lo dedico a ems. {wanda.} por su cumpleaños que fue hace poco, espero hayas pasado un lindo día. las amo<3 |
Continúa: .wednesday.
prinsloo.
Re: || Come Back When You Can ||
no habia visto ela cap:C asdfghjkl lo he amado, mari♡me gusta bonnie, u su familia tambien. Su madre la quiere muchisimo aunque no lo parezca y los gemelos son amor<3. Y me gusta su actitud, idk why, es unica. So, he amado el cap y muchas gracias por dedicarmelo♡ nunca habia tenido la oportunidad de leerte, y me enamore de tu forma de escribir.
Espero caaaap<3
Espero caaaap<3
taeyong.
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