disney magic | nc

Garabateé cualquier cosa en mi cuaderno, en vez de tomar apuntes. La escuela me importaba poco y nada, entonces, ¿para que anotar cosas?
Química, odiaba química.
El profesor Henry Stapleton era un hombre bajito, gordo y medio calvo. El poco cabello que tenía era gris y grasoso, y la cabeza le brillaba como si se la puliera todos los días.
Su voz era gruesa y desgastada por los años, de modo que a penas se lo escuchaba, y mucho menos al fondo de la clase.
Vi como sus labios se movían pero no entendí que decía. En fin, me miraba y señalaba el enorme pizarrón en el que anotaba la fórmula de algo.

-Profesor, ¿ha pensado en comprarse un megáfono?-le pregunté y toda la clase rio.

Él no, por supuesto.
Se veía enfadado y lo único que hacía era provocarme ganas de reírme de él a carcajadas. Le sonreí de lado, burlona.
Seguía hablando y mirandome, y yo negaba con la cabeza.
Me levanté de mi banco y me encaminé hacia la puerta, luego de leer en el pizarrón las palabras:

“Fuera de mi clase.”

Caminé con paso firme, hasta que recordé que el que ríe último ríe mejor. Me detuve, me volteé y escribí en el pizarrón mis palabras de despedida.

“Nos vemos en Disney.”

Puedo asegurar con modestia que toda la clase me ovacionó.
Sí, Disney. Era el último día de clases, y Chelsea se iba a Disney, ¿por qué yo no?
Por mis notas, obviamente.
La escuela me traía sin cuidado y mis notas eran las más bajas de toda la clase. Mis padres me mantenían castigada todo el año y nunca salía.
A menos que me escapara, claro está.
Cosa que pensaba hacer.
Llegué a mi casa y entré, luego de cerrar con llave.

-Esto les pasa por meterse conmigo-murmuré.

Corrí hacia mi habitación y saqué la maleta. Con la mano le quité un poco el polvo que tenía, debido a que hace años que no viajaba, y me disuse a empacar mis cosas.
Mi celular vibró y un mensaje de Chelsea apareció en la pantalla.

“Te recogo en media hora.”

Media hora. Era demasiado tiempo. Mis padres llegarían para ese entonces.

“Ven por la puerta de atrás, y espérame con el coche encendido.”

¿Debería llevar traje de baño? Quizá fuera a algún parque acuático.
Amaba los parques acuáticos.
Y además podría coquetearle a alguién allá... En realidad no...
Como sea, empaqué el traje de baño.

[...]

-¡Destiny, abre!-gritó mi madre luego de perder los estribos.
-No encuentro la llave-le repliqué.

Estaba viendo Bob Esponja y tomando un refresco mientras esperaba que sea la hora para efectuar el plan.
Las maletas estaban en la parte trasera de la casa, para que no saliera por toda la casa cargada. Tenía la nota en la mano.
Mi celular vibró y por segunda vez me llegó un mensaje de mi castaña amiga:

“Estoy afuera.”

Sería fácil irme ahora, pero lo que en realidad quería era hacerlos enfadar, entonces...

“Toca la bocina, por favor.”

Estoy segura de que cuando vio el mensaje puso los ojos en blanco.
Da igual, me hizo caso y la bocina sonó, llegando a oídos de mis padres.

-¡Hija! ¿Qué es eso?-bramó mi padre desde afuera.
-Es Chelsea-le respondí radiante.
-¿Qué?
-Me voy a Disney, no me esperen para cenar.

Hubiera dado lo que fuera por ver sus caras.
Pero sí escuché los gritos de furia de ellos, y pude darme una idea. Una inevitable sonrisa se formó en mis labios.
La sonrisa se esfumó cuando tomé mi maleta. No tenía otra, por eso la traía.
Mi maleta era negra, con detalles en fucsia, y decía en el mismo color: “just do it.” Me la había regalado Kevin.
Él es mi ex novio, y fue el mejor que tuve según todos. Durante dos años corrigió mi conducta rebelde y maleducada y era “otra”.
Para todos, él era un ángel, un chico correcto, educado y caballero. En secreto, comentaban que yo no lo merecía.
Pero, un lluvioso jueves fui a su casa, para sorprenderlo en nuestro aniversario de dos años, y lo encontré con otra.
Subí al coche luego de poner la maleta en el lugar designado.

-¿Y esos gritos?-preguntó mi amiga.

Me limité a sonreír, dándole la respuesta.
Chace manejaba, y Chelsea se sentaba en los asientos traseros. Era raro. ¿Que hacía Chace aquí y por qué mi amiga no se se había sentado en el lugar del copiloto?
Él es el hermano mellizo de Chels. Tenía el cabello color avellana y unos ojos verdes impresionantes.
Mi morena amiga dice que él está enamorado de mí, y en cierto modo también lo creo. Pero nada está comprobado.

-Ah, hola, Chace-dije algo incómoda.

Se limitó a hacer un gesto con la cabeza y comenzar a manejar.
Era lindo, quizá demasiado. Él y Chelsea eran iguales.
Los dos con ojos verdes hipnóticos y cabello lacio y castaño, casi dorado.

-Viene porque “necesitamos a alguien que nos vigile”.-bufó mi amiga refiriéndose a su hermano, con disgusto.
-Gracias, hermanita-espetó irónicamente él.

Sí, quizá su relación no era la mejor...
Pero me llevaban a Disney. ¿Que más podía pedir?

[…]

-¡Disney!-gritamos las dos al unísono, provocando que Chace rodara sus ojos.

La familia de ellos era millonaria por así decirlo, por lo cual estábamos en un auto descapotable. Mi amiga y yo nos subimos en los asientos y levantamos los brazos.
Sí, como en las películas.
Lo primero que queríamos hacer era llegar al hotel y dejar las maletas, luego iríamos a dar una vuelta por distintos lugares hasta que anocheciera.
El hotel era fabuloso. Demasiado fabuloso.
Mi familia no es que digamos “rica”, por lo cual nunca podría haberme permitido un hotel así con ellos, mucho menos un viaje a Disney.
Aporté todo el dinero que pude para contribuir, pero la mayor parte la aportaban los Blackwood.
Paseamos por todos los lugares que quisimos, en una ocasión me choqué con Pinocho.

-Oh, lo siento-me disculpé.

Estaba disfrazado, de modo que no ví quien era ni que cara ponía, pero se alejó luego de darme un abrazo, con sus manos un poco más abajo que mi cintura.
Puse cara de indignación. Chelsea soltó una risa, y Chace lo miró mal.

-Le gustaste a Pinocho-comentó ella con burla.
-Ay, cállate-dijimos Chace y yo al unísono.

Cabe mencionar que en todos los lugares a los que iba me encontraba a Pinocho. En el parque acuático, incluso.
¿Que hacía Pinocho en el parque acuático?
Caminaba con mi bikini morada junto a los mellizos Blackwood cuando me volteé y lo vi esconderse en un pequeño callejón, por así decirlo.

-Chicos, ya vuelvo.

Me metí allí y lo encontré.

-¿Me estás siguiendo?-le pregunté conmocionada, mientrás le sacaba la cabeza del disfraz.
-No-respondió él, con una masculina voz.

Era castaño oscuro y tenía ojos verdes azulados, como los míos. Su tez era blanca y tenía una sonrisa burlona en su rostro.
Era perfecto.

-¿No?-me acerqué hacía él.
-Eh...
-Lo supuse-le dije-. ¿Sabes en que hotel me hospedo?
-No-negó, con poca convicción.
-Que mal-enarqué una ceja-. Nos habríamos vuelto buenos amigos-canturreé burlona.

Lo había pillado.

-Bien, me voy-me despedí de él con la mano. Iba a seguir así, pero se me ocurrió algo y volví hacia donde él estaba, para susurrarle:- Si sigues mintiendo así, te crecerá la nariz.

Desde lejos, lo oí responderme con una risa que se contagió en mí:

-No tienes idea.