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Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
OLISSSS MAÑANA LA SIGOO =)keykol escribió:tssss!!!! siiiii, vaya , vaya señorita steele , ja! siguela porfa!!!!
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 50
—Deberías ponerte el cinturón de seguridad —susurra reprobadoramente con la
boca hundida en mi cabello, pero no hace ningún ademán de retirarme de su regazo.
Me acurruco contra su cuerpo, con los ojos cerrados, con la nariz en su cuello,
embebiéndome de esa fragancia sexy a gel de baño almizclado y a Harry,
apoyando la cabeza en su hombro. Dejo volar mi imaginación y fantaseo con que
me quiere. Ah… y parece tan real, casi tangible, que una parte pequeñísima de mi
desagradable subconsciente se comporta de forma completamente inusual y se
atreve a albergar esperanzas. Procuro no tocarle el pecho, pero me refugio en sus
brazos mientras me abraza con fuerza.
Y demasiado pronto, me veo arrancada de mi quimera.
—Ya estamos en casa —murmura Harry, y la frase resulta tentadora, cargada
de potencial.
En casa, con Harry. Salvo que su casa es una galería de arte, no un hogar.
Taylor nos abre la puerta y yo le doy las gracias tímidamente, consciente de que
ha podido oír nuestra conversación, pero su amable sonrisa tranquiliza sin revelar
nada. Una vez fuera del coche, Harry me escudriña. Oh, no, ¿qué he hecho
ahora?
—¿Por qué no llevas chaqueta?
Se quita la suya, ceñudo, y me la echa por los hombros.
Siento un gran alivio.
—La tengo en mi coche nuevo —contesto adormilada y bostezando.
Me sonríe maliciosamente.
—¿Cansada, señorita Steele?
—Sí, señor Styles. —Me siento turbada ante su provocador escrutinio. Aun así,
creo que debo darle una explicación—. Hoy me han convencido de que hiciera
cosas que jamás había creído posibles.
—Bueno, si tienes muy mala suerte, a lo mejor consigo convencerte de hacer
alguna cosa más —promete mientras me coge de la mano y me lleva dentro del
edificio.
Madre mía… ¿Otra vez?
En el ascensor, lo miro. Había dado por supuesto que quería que durmiera con
él y ahora recuerdo que él no duerme con nadie, aunque lo haya hecho conmigo
unas cuantas veces. Frunzo el ceño y, de pronto, su mirada se oscurece. Levanta la
mano y me coge la barbilla, soltándome el labio que me mordía.
—Algún día te follaré en este ascensor, ______tn , pero ahora estás cansada, así
que creo que nos conformaremos con la cama.
Inclinándose, me muerde el labio inferior con los dientes y tira suavemente. Me
derrito contra su cuerpo y dejo de respirar a la vez que las entrañas se me
revuelven de deseo. Le correspondo, clavándole los dientes en el labio superior,
provocándole, y él gruñe. Cuando se abren las puertas del ascensor, me lleva de la
mano hacia el vestíbulo y cruzamos la puerta de doble hoja hasta el pasillo.
—¿Necesitas una copa o algo?
—No.
—Bien. Vámonos a la cama.
Arqueo las cejas.
—¿Te vas a conformar con una simple y aburrida relación vainilla?
Ladea la cabeza.
—Ni es simple ni aburrida… tiene un sabor fascinante —dice.
—¿Desde cuándo?
—Desde el sábado pasado. ¿Por qué? ¿Esperabas algo más exótico?
La diosa que llevo dentro asoma la cabeza por el borde de la barricada.
—Ay, no. Ya he tenido suficiente exotismo por hoy.
La diosa que llevo dentro me hace pucheros, sin lograr en absoluto ocultar su
desilusión.
—¿Seguro? Aquí tenemos para todos los gustos… por lo menos treinta y un
sabores.
Me sonríe lascivo.
—Ya lo he observado —replico con sequedad.
Menea la cabeza.
—Venga ya, señorita Steele, mañana le espera un gran día. Cuanto antes se
acueste, antes la follaré y antes podrá dormirse.
—Es usted todo un romántico, señor Styles.
—Y usted tiene una lengua viperina, señorita Steele. Voy a tener que someterla
de alguna forma. Ven.
Me lleva por el pasillo hasta su dormitorio y abre la puerta de una patada.
—Manos arriba —me ordena.
Obedezco y, con un solo movimiento pasmosamente rápido, me quita el vestido
como un mago, agarrándolo por el bajo y sacándomelo suavemente por la cabeza.
—¡Tachán! —dice travieso.
Río y aplaudo educadamente. Él hace una elegante reverencia, riendo también.
¿Cómo voy a resistirme a él cuando es así? Deja mi vestido en la silla solitaria que
hay junto a la cómoda.
—¿Cuál es el siguiente truco? —inquiero provocadora.
—Ay, mi querida señorita Steele. Métete en la cama —gruñe—, que enseguida
lo vas a ver.
—¿Crees que por una vez debería hacerme la dura? —pregunto coqueta.
Abre mucho los ojos, asombrado, y veo en ellos un destello de excitación.
—Bueno… la puerta está cerrada; no sé cómo vas a evitarme —dice burlón—.
Me parece que el trato ya está hecho.
—Pero soy buena negociadora.
—Y yo. —Me mira, pero, al hacerlo, su expresión cambia; la confusión se
apodera de él y la atmósfera de la habitación varía bruscamente, tensándose—.
¿No quieres follar? —pregunta.
—No —digo.
—Ah.
Frunce el ceño.
Vale, allá va…respira hondo.
—Quiero que me hagas el amor.
Se queda inmóvil y me mira alucinado. Su expresión se oscurece. Mierda, esto
no pinta bien. ¡Dale un minuto!, me espeta mi subconsciente.
—______Tn, yo…
Se pasa las manos por el pelo. Las dos. Está verdaderamente desconcertado.
—Pensé que ya lo habíamos hecho —dice al fin.
—Quiero tocarte.
Se aparta un paso de mí, involuntariamente; por un instante parece asustado,
luego se refrena.
—Por favor —le susurro.
Se recupera.
—Ah, no, señorita Steele, ya le he hecho demasiadas concesiones esta noche. La
respuesta es no.
—¿No?
—No.
Vaya, contra eso no puedo discutir… ¿o sí?
—Mira, estás cansada, y yo también. Vámonos a la cama y ya está —dice,
observándome con detenimiento.
—¿Así que el que te toquen es uno de tus límites infranqueables?
—Sí. Ya lo sabes.
—Dimelo por qué, por favor.
—Ay, , por favor. Déjalo ya —masculla exasperado.
—Es importante para mí.
Vuelve a pasarse ambas manos por el pelo y maldice por lo bajo. Da media
vuelta y se acerca a la cómoda, saca una camiseta y me la tira. La cojo, pensativa.
—Póntela y métete en la cama —me espeta molesto.
Frunzo el ceño, pero decido complacerlo. Volviéndome de espaldas, me quito
rápidamente el sujetador y me pongo la camiseta lo más rápido que puedo para
cubrir mi desnudez. Me dejo las bragas puestas… he ido sin ellas casi toda la
noche.
—Necesito ir al baño —digo con un hilo de voz.
Frunce el ceño, aturdido.
—¿Ahora me pides permiso?
—Eh… no.
—_____Tn , ya sabes dónde está el baño. En este extraño momento de nuestro
acuerdo, no necesitas permiso para usarlo.
No puede ocultar su enfado. Se quita la camiseta y yo me meto corriendo en el
baño.
Me miro en el espejo gigante, asombrada de seguir teniendo el mismo aspecto.
Después de todo lo que he hecho hoy, ahí está la misma chica corriente de siempre
mirándome pasmada. ¿Qué esperabas, que te salieran cuernos y una colita
puntiaguda?, me espeta mi subconsciente. ¿Y qué narices haces? Las caricias son
uno de sus límites infranqueables. Demasiado pronto, imbécil. Para poder correr
tiene que andar primero. Mi subconsciente está furiosa, su ira es como la de
Medusa: el pelo ondeante, las manos aferrándose la cara como en El grito de
Edvard Munch. La ignoro, pero se niega a volver a su caja. Estás haciendo que se
enfade; piensa en todo lo que ha dicho, hasta dónde ha cedido. Miro ceñuda mi
reflejo. Necesito poder ser cariñosa con él, entonces quizá él me corresponda.
Niego con la cabeza, resignada, y cojo el cepillo de dientes de Harry. Mi
subconsciente tiene razón, claro. Lo estoy agobiando. Él no está preparado y yo
tampoco. Hacemos equilibrios sobre el delicado balancín de nuestro extraño
acuerdo, cada uno en un extremo, vacilando, y el balancín se inclina y se mece
entre los dos. Ambos necesitamos acercarnos más al centro. Solo espero que
ninguno de los dos se caiga al intentarlo. Todo esto va muy rápido. Quizá necesite
un poco de distancia. Georgia cada vez me atrae más. Cuando estoy empezando a
lavarme los dientes, llama a la puerta.
—Pasa —espurreo con la boca llena de pasta.
Harry aparece en el umbral de la puerta con ese pantalón de pijama que se le
desliza por las caderas y que hace que todas las células de mi organismo se pongan
en estado de alerta. Lleva el torso descubierto y me embebo como si estuviera
muerta de sed y él fuera agua clara de un arroyo de montaña. Me mira impasible,
luego sonríe satisfecho y se sitúa a mi lado. Nuestros ojos se encuentran en el
espejo, gris y azul. Termino con su cepillo de dientes, lo enjuago y se lo doy, sin
dejar de mirarlo. Sin mediar palabra, coge el cepillo y se lo mete en la boca. Le
sonrío yo también y, de repente, me mira con un brillo risueño en los ojos.
—Si quieres, puedes usar mi cepillo de dientes —me dice en un dulce tono
jocoso.
—Gracias, señor —sonrío con ternura y salgo al dormitorio.
A los pocos minutos viene él.
—Que sepas que no es así como tenía previsto que fuera esta noche —masculla
malhumorado.
—Imagina que yo te dijera que no puedes tocarme.
Se mete en la cama y se sienta con las piernas cruzadas.
—_____tn, ya te lo he dicho. De cincuenta mil formas. Tuve un comienzo duro
en la vida; no hace falta que te llene la cabeza con toda esa mierda. ¿Para qué?
—Porque quiero conocerte mejor.
—Ya me conoces bastante bien.
—¿Cómo puedes decir eso?
Me pongo de rodillas, mirándolo.
Me pone los ojos en blanco, frustrado.
—Estás poniendo los ojos en blanco. La última vez que yo hice eso terminé
tumbada en tus rodillas.
—Huy, no me importaría volver a hacerlo.
Eso me da una idea.
—Si me lo cuentas, te dejo que lo hagas.
—¿Qué?
—Lo que has oído.
—¿Me estás haciendo una oferta? —me pregunta pasmado e incrédulo.
Asiento con la cabeza. Sí… esa es la forma
—Negociando.
—Esto no va así, _______Tn.
—Vale. Cuéntamelo y luego te pongo los ojos en blanco.
Ríe y percibo un destello del Harry despreocupado. Hacía un rato que no lo
veía. Se pone serio otra vez.
—Siempre tan ávida de información. —Me mira pensativo. Al poco, se baja con
elegancia de la cama—. No te vayas —dice, y sale del dormitorio.
La inquietud me atraviesa como una lanza, y me abrazo a mi propio cuerpo.
¿Qué hace? ¿Tendrá algún plan malvado? Mierda. Supón que vuelve con una vara
o algún otro instrumento de perversión? Madre mía, ¿qué voy a hacer entonces?
Cuando vuelve, lleva algo pequeño en las manos. No veo lo que es, pero me muero
de curiosidad.
—¿A qué hora es tu primera entrevista de mañana? —pregunta en voz baja.
—A las dos.
Lentamente se dibuja en su rostro una sonrisa perversa.
—Bien.
Y ante mis ojos, cambia sutilmente. Se vuelve duro, intratable… sensual. Es el
Harry dominante.
—Sal de la cama. Ponte aquí de pie. —Señala a un lado de la cama y yo me bajo
y me coloco en un abrir y cerrar de ojos. Me mira fijamente, y en sus ojos brilla una
promesa—. ¿Confías en mí? —me pregunta en voz baja.
Asiento con la cabeza..................
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
ahhhh!! siguelaaaa , siempre quedan en las mejores partes
keykol
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
hoy ala noche seguro la sigoo linda paciencia :3keykol escribió:ahhhh!! siguelaaaa , siempre quedan en las mejores partes
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
:muere: :muere: :muere: :muere: :lizzena: :lizzena: :lizzena: :buho: :buho: :buho: :buho: :buho: siguelaaaaaaaaaa
lokita
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
jjajajajja ya mismo :3lokita escribió: :muere: :muere: :muere: :muere: :lizzena: :lizzena: :lizzena: :buho: :buho: :buho: :buho: :buho: siguelaaaaaaaaaa
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 51
—Deberías ponerte el cinturón de seguridad —susurra reprobadoramente con la
boca hundida en mi cabello, pero no hace ningún ademán de retirarme de su regazo.
Me acurruco contra su cuerpo, con los ojos cerrados, con la nariz en su cuello,
embebiéndome de esa fragancia sexy a gel de baño almizclado y a Harry,
apoyando la cabeza en su hombro. Dejo volar mi imaginación y fantaseo con que
me quiere. Ah… y parece tan real, casi tangible, que una parte pequeñísima de mi
desagradable subconsciente se comporta de forma completamente inusual y se
atreve a albergar esperanzas. Procuro no tocarle el pecho, pero me refugio en sus
brazos mientras me abraza con fuerza.
Y demasiado pronto, me veo arrancada de mi quimera.
—Ya estamos en casa —murmura Harry, y la frase resulta tentadora, cargada
de potencial.
En casa, con Harry. Salvo que su casa es una galería de arte, no un hogar.
Taylor nos abre la puerta y yo le doy las gracias tímidamente, consciente de que
ha podido oír nuestra conversación, pero su amable sonrisa tranquiliza sin revelar
nada. Una vez fuera del coche, Harry me escudriña. Oh, no, ¿qué he hecho
ahora?
—¿Por qué no llevas chaqueta?
Se quita la suya, ceñudo, y me la echa por los hombros.
Siento un gran alivio.
—La tengo en mi coche nuevo —contesto adormilada y bostezando.
Me sonríe maliciosamente.
—¿Cansada, señorita Steele?
—Sí, señor Styles. —Me siento turbada ante su provocador escrutinio. Aun así,
creo que debo darle una explicación—. Hoy me han convencido de que hiciera
cosas que jamás había creído posibles.
—Bueno, si tienes muy mala suerte, a lo mejor consigo convencerte de hacer
alguna cosa más —promete mientras me coge de la mano y me lleva dentro del
edificio.
Madre mía… ¿Otra vez?
En el ascensor, lo miro. Había dado por supuesto que quería que durmiera con
él y ahora recuerdo que él no duerme con nadie, aunque lo haya hecho conmigo
unas cuantas veces. Frunzo el ceño y, de pronto, su mirada se oscurece. Levanta la
mano y me coge la barbilla, soltándome el labio que me mordía.
—Algún día te follaré en este ascensor, ______tn , pero ahora estás cansada, así
que creo que nos conformaremos con la cama.
Inclinándose, me muerde el labio inferior con los dientes y tira suavemente. Me
derrito contra su cuerpo y dejo de respirar a la vez que las entrañas se me
revuelven de deseo. Le correspondo, clavándole los dientes en el labio superior,
provocándole, y él gruñe. Cuando se abren las puertas del ascensor, me lleva de la
mano hacia el vestíbulo y cruzamos la puerta de doble hoja hasta el pasillo.
—¿Necesitas una copa o algo?
—No.
—Bien. Vámonos a la cama.
Arqueo las cejas.
—¿Te vas a conformar con una simple y aburrida relación vainilla?
Ladea la cabeza.
—Ni es simple ni aburrida… tiene un sabor fascinante —dice.
—¿Desde cuándo?
—Desde el sábado pasado. ¿Por qué? ¿Esperabas algo más exótico?
La diosa que llevo dentro asoma la cabeza por el borde de la barricada.
—Ay, no. Ya he tenido suficiente exotismo por hoy.
La diosa que llevo dentro me hace pucheros, sin lograr en absoluto ocultar su
desilusión.
—¿Seguro? Aquí tenemos para todos los gustos… por lo menos treinta y un
sabores.
Me sonríe lascivo.
—Ya lo he observado —replico con sequedad.
Menea la cabeza.
—Venga ya, señorita Steele, mañana le espera un gran día. Cuanto antes se
acueste, antes la follaré y antes podrá dormirse.
—Es usted todo un romántico, señor Styles.
—Y usted tiene una lengua viperina, señorita Steele. Voy a tener que someterla
de alguna forma. Ven.
Me lleva por el pasillo hasta su dormitorio y abre la puerta de una patada.
—Manos arriba —me ordena.
Obedezco y, con un solo movimiento pasmosamente rápido, me quita el vestido
como un mago, agarrándolo por el bajo y sacándomelo suavemente por la cabeza.
—¡Tachán! —dice travieso.
Río y aplaudo educadamente. Él hace una elegante reverencia, riendo también.
¿Cómo voy a resistirme a él cuando es así? Deja mi vestido en la silla solitaria que
hay junto a la cómoda.
—¿Cuál es el siguiente truco? —inquiero provocadora.
—Ay, mi querida señorita Steele. Métete en la cama —gruñe—, que enseguida
lo vas a ver.
—¿Crees que por una vez debería hacerme la dura? —pregunto coqueta.
Abre mucho los ojos, asombrado, y veo en ellos un destello de excitación.
—Bueno… la puerta está cerrada; no sé cómo vas a evitarme —dice burlón—.
Me parece que el trato ya está hecho.
—Pero soy buena negociadora.
—Y yo. —Me mira, pero, al hacerlo, su expresión cambia; la confusión se
apodera de él y la atmósfera de la habitación varía bruscamente, tensándose—.
¿No quieres follar? —pregunta.
—No —digo.
—Ah.
Frunce el ceño.
Vale, allá va…respira hondo.
—Quiero que me hagas el amor.
Se queda inmóvil y me mira alucinado. Su expresión se oscurece. Mierda, esto
no pinta bien. ¡Dale un minuto!, me espeta mi subconsciente.
—______Tn, yo…
Se pasa las manos por el pelo. Las dos. Está verdaderamente desconcertado.
—Pensé que ya lo habíamos hecho —dice al fin.
—Quiero tocarte.
Se aparta un paso de mí, involuntariamente; por un instante parece asustado,
luego se refrena.
—Por favor —le susurro.
Se recupera.
—Ah, no, señorita Steele, ya le he hecho demasiadas concesiones esta noche. La
respuesta es no.
—¿No?
—No.
Vaya, contra eso no puedo discutir… ¿o sí?
—Mira, estás cansada, y yo también. Vámonos a la cama y ya está —dice,
observándome con detenimiento.
—¿Así que el que te toquen es uno de tus límites infranqueables?
—Sí. Ya lo sabes.
—Dimelo por qué, por favor.
—Ay, , por favor. Déjalo ya —masculla exasperado.
—Es importante para mí.
Vuelve a pasarse ambas manos por el pelo y maldice por lo bajo. Da media
vuelta y se acerca a la cómoda, saca una camiseta y me la tira. La cojo, pensativa.
—Póntela y métete en la cama —me espeta molesto.
Frunzo el ceño, pero decido complacerlo. Volviéndome de espaldas, me quito
rápidamente el sujetador y me pongo la camiseta lo más rápido que puedo para
cubrir mi desnudez. Me dejo las bragas puestas… he ido sin ellas casi toda la
noche.
—Necesito ir al baño —digo con un hilo de voz.
Frunce el ceño, aturdido.
—¿Ahora me pides permiso?
—Eh… no.
—_____Tn , ya sabes dónde está el baño. En este extraño momento de nuestro
acuerdo, no necesitas permiso para usarlo.
No puede ocultar su enfado. Se quita la camiseta y yo me meto corriendo en el
baño.
Me miro en el espejo gigante, asombrada de seguir teniendo el mismo aspecto.
Después de todo lo que he hecho hoy, ahí está la misma chica corriente de siempre
mirándome pasmada. ¿Qué esperabas, que te salieran cuernos y una colita
puntiaguda?, me espeta mi subconsciente. ¿Y qué narices haces? Las caricias son
uno de sus límites infranqueables. Demasiado pronto, imbécil. Para poder correr
tiene que andar primero. Mi subconsciente está furiosa, su ira es como la de
Medusa: el pelo ondeante, las manos aferrándose la cara como en El grito de
Edvard Munch. La ignoro, pero se niega a volver a su caja. Estás haciendo que se
enfade; piensa en todo lo que ha dicho, hasta dónde ha cedido. Miro ceñuda mi
reflejo. Necesito poder ser cariñosa con él, entonces quizá él me corresponda.
Niego con la cabeza, resignada, y cojo el cepillo de dientes de Harry. Mi
subconsciente tiene razón, claro. Lo estoy agobiando. Él no está preparado y yo
tampoco. Hacemos equilibrios sobre el delicado balancín de nuestro extraño
acuerdo, cada uno en un extremo, vacilando, y el balancín se inclina y se mece
entre los dos. Ambos necesitamos acercarnos más al centro. Solo espero que
ninguno de los dos se caiga al intentarlo. Todo esto va muy rápido. Quizá necesite
un poco de distancia. Georgia cada vez me atrae más. Cuando estoy empezando a
lavarme los dientes, llama a la puerta.
—Pasa —espurreo con la boca llena de pasta.
Harry aparece en el umbral de la puerta con ese pantalón de pijama que se le
desliza por las caderas y que hace que todas las células de mi organismo se pongan
en estado de alerta. Lleva el torso descubierto y me embebo como si estuviera
muerta de sed y él fuera agua clara de un arroyo de montaña. Me mira impasible,
luego sonríe satisfecho y se sitúa a mi lado. Nuestros ojos se encuentran en el
espejo, gris y azul. Termino con su cepillo de dientes, lo enjuago y se lo doy, sin
dejar de mirarlo. Sin mediar palabra, coge el cepillo y se lo mete en la boca. Le
sonrío yo también y, de repente, me mira con un brillo risueño en los ojos.
—Si quieres, puedes usar mi cepillo de dientes —me dice en un dulce tono
jocoso.
—Gracias, señor —sonrío con ternura y salgo al dormitorio.
A los pocos minutos viene él.
—Que sepas que no es así como tenía previsto que fuera esta noche —masculla
malhumorado.
—Imagina que yo te dijera que no puedes tocarme.
Se mete en la cama y se sienta con las piernas cruzadas.
—_____tn, ya te lo he dicho. De cincuenta mil formas. Tuve un comienzo duro
en la vida; no hace falta que te llene la cabeza con toda esa mierda. ¿Para qué?
—Porque quiero conocerte mejor.
—Ya me conoces bastante bien.
—¿Cómo puedes decir eso?
Me pongo de rodillas, mirándolo.
Me pone los ojos en blanco, frustrado.
—Estás poniendo los ojos en blanco. La última vez que yo hice eso terminé
tumbada en tus rodillas.
—Huy, no me importaría volver a hacerlo.
Eso me da una idea.
—Si me lo cuentas, te dejo que lo hagas.
—¿Qué?
—Lo que has oído.
—¿Me estás haciendo una oferta? —me pregunta pasmado e incrédulo.
Asiento con la cabeza. Sí… esa es la forma
—Negociando.
—Esto no va así, _______Tn.
—Vale. Cuéntamelo y luego te pongo los ojos en blanco.
Ríe y percibo un destello del Harry despreocupado. Hacía un rato que no lo
veía. Se pone serio otra vez.
—Siempre tan ávida de información. —Me mira pensativo. Al poco, se baja con
elegancia de la cama—. No te vayas —dice, y sale del dormitorio.
La inquietud me atraviesa como una lanza, y me abrazo a mi propio cuerpo.
¿Qué hace? ¿Tendrá algún plan malvado? Mierda. Supón que vuelve con una vara
o algún otro instrumento de perversión? Madre mía, ¿qué voy a hacer entonces?
Cuando vuelve, lleva algo pequeño en las manos. No veo lo que es, pero me muero
de curiosidad.
—¿A qué hora es tu primera entrevista de mañana? —pregunta en voz baja.
—A las dos.
Lentamente se dibuja en su rostro una sonrisa perversa.
—Bien.
Y ante mis ojos, cambia sutilmente. Se vuelve duro, intratable… sensual. Es el
Harry dominante.
—Sal de la cama. Ponte aquí de pie. —Señala a un lado de la cama y yo me bajo
y me coloco en un abrir y cerrar de ojos. Me mira fijamente, y en sus ojos brilla una
promesa—. ¿Confías en mí? —me pregunta en voz baja.
Asiento con la cabeza. Me tiende la mano y en la palma lleva dos bolas de plata
redondas y brillantes unidas por un grueso hilo negro.
—Son nuevas —dice con énfasis.
Lo miro inquisitiva.
—Te las voy a meter y luego te voy a dar unos azotes, no como castigo, sino
para darte placer y dármelo yo.
Se interrumpe y sopesa la reacción de mis ojos muy abiertos.
¡Metérmelas! Ahogo un jadeo y se tensan todos los músculos de mi vientre. La
diosa que llevo dentro está haciendo la danza de los siete velos.
—Luego follaremos y, si aún sigues despierta, te contaré algunas cosas sobre
mis años de formación. ¿De acuerdo?
¡Me está pidiendo permiso! Con la respiración acelerada, asiento. Soy incapaz
de hablar.
—Buena chica. Abre la boca.
¿La boca?
—Más.
Con mucho cuidado, me mete las bolas en la boca.
—Necesitan lubricación. Chúpalas —me ordena con voz dulce.
Las bolas están frías, son lisas y pesan muchísimo, y tienen un sabor metálico.
Mi boca seca se llena de saliva cuando explora los objetos extraños. Los ojos de
Harry no se apartan de los míos. Dios mío, me estoy excitando. Me estremezco.
—No te muevas,__________tn—me advierte—. Para.
Me las saca de la boca. Se acerca a la cama, retira el edredón y se sienta al borde.
—Ven aquí.
Me sitúo delante de él.
—Date la vuelta, inclínate hacia delante y agárrate los tobillos.
Lo miro extrañada y su expresión se oscurece.
—No titubees —me regaña con fingida serenidad y se mete las bolas en la boca.
Joder, esto es más sexy que la pasta de dientes. Sigo sus órdenes
inmediatamente. Uf, ¿me llegaré a los tobillos? Descubro que sí, con facilidad. La
camiseta se me escurre por la espalda, dejando al descubierto mi trasero. Menos
mal que me he dejado las bragas puestas, aunque supongo que no me van a durar
mucho.
Me posa la mano con reverencia en el trasero y me lo acaricia suavemente. Entre
mis piernas solo atisbo a ver las suyas, nada más. Cierro los ojos con fuerza cuando
me aparta con delicadeza las bragas y me pasea un dedo despacio por el sexo. Mi
cuerpo se prepara con una mezcla embriagadora de gran impaciencia y excitación.
Me mete un dedo y lo mueve en círculos con deliciosa lentitud. Oh, qué gusto.
Gimo.
Se me entrecorta la respiración y lo oigo gemir mientras repite el movimiento.
Retira el dedo y muy despacio inserta los objetos, primero una bola, luego la otra.
Madre mía. Están a la temperatura del cuerpo, calentadas por nuestras bocas. Es
una curiosa sensación: una vez que están dentro, no me las siento, aunque sé que
están ahí.
Me recoloca las bragas, se inclina hacia delante y sus labios depositan un beso
tierno en mi trasero.
—Ponte derecha —me ordena y, temblorosa, me enderezo.
¡Huy! Ahora sí que las siento… o algo. Me agarra por las caderas para sujetarme
mientras recupero el equilibrio.
—¿Estás bien? —me pregunta muy serio.
—Sí.
—Vuélvete.
Me giro hacia él.
Las bolas tiran hacia abajo y, sin querer, mi vientre se contrae alrededor de ellas.
La sensación me sobresalta, pero no en el mal sentido de la palabra.
—¿Qué tal? —pregunta.
—Raro.
—¿Raro bueno o raro malo?
—Raro bueno —confieso ruborizándome.
—Bien. —Asoma a sus ojos un vestigio de humor—. Quiero un vaso de agua. Ve
a traerme uno, por favor.
-Oh......
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
what!!? que le pasa a estee!! auch!!! jajajaja siguelaaa ese harry es un malote en el buen sentido de la palabra... :vibracionmodeo :vibracionmodeo :vibracionmodeo siguelaaa i love it!! besos!!!
lokita
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
ES UN LOKITO !:3 AHHHH PRONTO LO SIGOlokita escribió:what!!? que le pasa a estee!! auch!!! jajajaja siguelaaa ese harry es un malote en el buen sentido de la palabra... :vibracionmodeo :vibracionmodeo :vibracionmodeo siguelaaa i love it!! besos!!!
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
CAPITULO 52 ...
—Bien. —Asoma a sus ojos un vestigio de humor—. Quiero un vaso de agua. Ve
a traerme uno, por favor.
-Oh......
a traerme uno, por favor.
-Oh......
—Y cuando vuelvas, te tumbaré en mis rodillas. Piensa en eso,______tn.
¿Agua? Quiere agua ahora? ¿Para qué?
Cuando salgo del dormitorio, me queda clarísimo por qué quiere que me pasee;
al hacerlo, las bolas me pesan dentro, me masajean internamente. Es una sensación
muy rara y no del todo desagradable. De hecho, se me acelera la respiración
cuando me estiro para coger un vaso del armario de la cocina, y ahogo un jadeo.
Madre mía. Igual tendría que dejarme esto puesto. Hacen que me sienta deseada.
Cuando vuelvo, me observa detenidamente.
—Gracias —dice, y me coge el vaso de agua.
Despacio, da un sorbo y deja el vaso en la mesita de noche. En ella hay un
condón, listo y esperando, como yo. Entonces sé que está haciendo esto para
generar expectación. El corazón se me ha acelerado un poco. Centra su mirada de
ojos grises en mí.
—Ven. Ponte a mi lado. Como la otra vez.
Me acerco a él, la sangre me zumba por todo el cuerpo, y esta vez… estoy
caliente. Excitada.
—Pídemelo —me dice en voz baja.
Frunzo el ceño. ¿Que le pida el qué?
—Pídemelo —repite, algo más duro.
¿El qué? ¿Un poco de agua? ¿Qué quiere?
—Pídemelo, ______tn . No te lo voy a repetir más.
Hay una amenaza velada en sus palabras, y entonces caigo. Quiere que le pida
que me dé unos azotes.
Madre mía. Me mira expectante, con la mirada cada vez más fría. Mierda.
—Azótame, por favor… señor —susurro.
Cierra los ojos un instante, saboreando mis palabras. Alarga el brazo, me agarra
la mano izquierda y, tirando de mí, me arrastra a sus rodillas. Me dejo caer sobre
su regazo, y me sujeta. Se me sube el corazón a la boca cuando empieza a
acariciarme el trasero. Me tiene ladeada otra vez, de forma que mi torso descansa
en la cama, a su lado. Esta vez no me echa la pierna por encima, sino que me
aparta el pelo de la cara y me lo recoge detrás de la oreja. Acto seguido, me agarra
el pelo a la altura de la nuca para sujetarme bien. Tira suavemente y echo la cabeza
hacia atrás.
—Quiero verte la cara mientras te doy los azotes, ______tn —murmura sin
dejar de frotarme suavemente el trasero.
Desliza la mano entre mis nalgas y me aprieta el sexo, y la sensación global es…
Gimo. Oh, la sensación es exquisita.
—Esta vez es para darnos placer, ______tn , a ti y a mí —susurra.
Levanta la mano y la baja con una sonora palmada en la confluencia de los
muslos, el trasero y el sexo. Las bolas se impulsan hacia delante, dentro de mí, y
me pierdo en un mar de sensaciones: el dolor del trasero, la plenitud de las bolas
en mi interior y el hecho de que me esté sujetando. Mi cara se contrae mientras mis
sentidos tratan de digerir todas estas sensaciones nuevas. Registro en alguna parte
de mi cerebro que no me ha atizado tan fuerte como la otra vez. Me acaricia el
trasero otra vez, paseando la mano abierta por mi piel, por encima de la ropa
interior.
¿Por qué no me ha quitado las bragas? Entonces su mano desaparece y vuelve a
azotarme. Gimo al propagarse la sensación. Inicia un patrón de golpes: izquierda,
derecha y luego abajo. Los de abajo son los mejores. Todo se mueve hacia delante
en mi interior, y entre palmadas, me acaricia, me manosea, de forma que es como
si me masajeara por dentro y por fuera. Es una sensación erótica muy estimulante
y, por alguna razón, porque soy yo la que ha impuesto las condiciones, no me
preocupa el dolor. No es doloroso en sí… bueno, sí, pero no es insoportable.
Resulta bastante manejable y, sí, placentero… incluso. Gruño. Sí, con esto sí que
puedo.
Hace una pausa para bajarme despacio las bragas. Me retuerzo en sus piernas,
no porque quiera escapar de los golpes sino porque quiero más… liberación, algo.
Sus caricias en mi piel sensibilizada se convierten en un cosquilleo de lo más
sensual. Resulta abrumador, y empieza de nuevo. Unas cuantas palmadas suaves y
luego cada vez más fuertes, izquierda, derecha y abajo. Oh, esos de abajo. Gimo.
—Buena chica, _____tn —gruñe, y se altera su respiración.
Me azota un par de veces más, luego tira del pequeño cordel que sujeta las bolas
y me las saca de un tirón. Casi alcanzo el clímax; la sensación que me produce no
es de este mundo. Con movimientos rápidos, me da la vuelta suavemente. Oigo,
más que ver, cómo rompe el envoltorio del condón y, de pronto, lo tengo tumbado
a mi lado. Me coge las manos, me las sube por encima de la cabeza y se desliza
sobre mí, dentro de mí, despacio, ocupando el lugar que han dejado vacío las
bolas. Gimo con fuerza.
—Oh, nena —me susurra mientras retrocede y avanza a un ritmo lento y
sensual, saboreándome, sintiéndome.
Es la manera más suave en que me lo ha hecho nunca, y no tardo nada en caer
por el precipicio, presa de una espiral de delicioso, violento y agotador orgasmo.
Cuando me contraigo a su alrededor, disparo su propio clímax, y se desliza dentro
de mí, sosegándose, pronunciando mi nombre entre jadeos, fruto de un asombro prodigioso y desesperado.
—¡____Ta!
Guarda silencio, jadeando encima de mí, con las manos aún trenzadas en las
mías por encima de mi cabeza. Por fin se vuelve y me mira.
—Me ha gustado —susurra, y me besa tiernamente.
No se entretiene con más besos dulces, sino que se levanta, me tapa con el
edredón y se mete en el baño. Cuando vuelve, trae un frasco de loción blanca. Se
sienta en la cama a mi lado.
—Date la vuelta —me ordena y, a regañadientes, me pongo boca abajo.
La verdad, no sé para qué tanto lío. Tengo mucho sueño.
—Tienes el culo de un color espléndido —dice en tono aprobador, y me
extiende la loción refrescante por el trasero sonrosado.
—Déjalo ya, Styles —digo bostezando.
—Señorita Steele, es usted única estropeando un momento.
—Teníamos un trato.
—¿Cómo te sientes?
—Estafada.
Suspira, se tiende en la cama a mi lado y me estrecha en sus brazos. Con
cuidado de no rozarme el trasero escocido, vuelve a hacerme la cucharita. Me besa
muy suavemente detrás de la oreja.
—La mujer que me trajo al mundo era una puta adicta al crack, ______Tn.
Duérmete.
Dios mío… ¿y eso qué significa?
—¿Era?
—Murió.
—¿Hace mucho?
Suspira.
—Murió cuando yo tenía cuatro años. No la recuerdo. Des me ha dado
algunos detalles. Solo recuerdo ciertas cosas. Por favor, duérmete.
—Buenas noches, Harry.
—Buenas noches, ______Ta.
Y me duermo, aturdida y agotada, y sueño con un niño de cuatro años y ojos
verdes en un lugar oscuro, terrible y triste.
Hay luz por todas partes. Una luz intensa, cálida, penetrante, y me esfuerzo por
mantenerla a raya unos cuantos minutos más. Quiero esconderme, solo unos
minutos más, pero el resplandor es demasiado fuerte y, al final, sucumbo al
despertar. Una gloriosa mañana de Seattle me saluda: el sol entra por el ventanal e
inunda la habitación de una luz demasiado intensa. ¿Por qué no bajamos las
persianas anoche? Estoy en la enorme cama de Harry Styles , pero él no está.
Me quedo tumbada un rato, contemplando por el ventanal desde mi
encumbrada y privilegiada posición el perfil urbano de Seattle. La vida en las
nubes produce desde luego una sensación de irrealidad. Una fantasía —un castillo
en el aire, alejado del suelo, a salvo de la cruda realidad— lejos del abandono, del
hambre, de madres que se prostituyen por crack. Me estremezco al pensar lo que
debió de pasar de niño, y entiendo por qué vive aquí, aislado, rodeado de belleza,
de valiosas obras de arte, tan alejado de sus comienzos… toda una declaración de
intenciones. Frunzo el ceño, porque eso sigue sin explicar por qué no puedo
tocarlo.
Curiosamente, yo me siento igual aquí arriba, en su torre de marfil. Lejos de la
realidad. Estoy en este piso de fantasía, teniendo un sexo de fantasía con mi novio
de fantasía, cuando la cruda realidad es que él quiere un contrato especial, aunque
diga que intentará darme más. ¿Qué significa eso? Eso es lo que tengo que aclarar
entre nosotros, para ver si aún estamos en extremos opuestos del balancín o nos
vamos acercando.
Salgo de la cama sintiéndome agarrotada y, a falta de una expresión mejor, bien
machacada. Sí, debe de ser de tanto sexo. Mi subconsciente frunce los labios en
señal de desaprobación. Yo le pongo los ojos en blanco, alegrándome de que cierto
obseso del control de mano muy suelta no esté en la habitación, y decido
preguntarle por el entrenador personal. Eso, si firmo. La diosa que llevo dentro me
mira desesperada. Pues claro que vas a firmar. Las ignoro a las dos y, tras una
visita rápida al baño, salgo en busca de Harry.
No está en la galería de arte, pero una mujer elegante de mediana edad está
limpiando en la zona de la cocina. Al verla, me paro en seco. Es rubia, lleva el pelo
corto y tiene los ojos azules; viste una impecable blusa blanca y lisa y una falda de
tubo azul marino. Esboza una ampia sonrisa al verme.
—Buenos días, señorita Steele. ¿Le apetece desayunar? —me pregunta en un
tono agradable pero profesional, y yo alucino.
¿Qué hace esta atractiva rubia en la cocina de Harry? No llevo puesta más
que la camiseta que me dejó. Me siento cohibida por mi desnudez.
—Me temo que juega usted con ventaja —digo en voz baja, incapaz de ocultar la
angustia que me produce.
—Ah, lo siento muchísimo… Soy la señora Jones, el ama de llaves del señor
Styles .
Ah.
—¿Qué tal? —consigo decir.
—¿Le apetece desayunar, señora?
¡Señora!
—Me gustaría tomar un poco de té, gracias. ¿Sabe dónde está el señor Harry?
—En su estudio.
—Gracias.
Salgo disparada hacia el estudio, muerta de vergüenza. ¿Por qué Harry solo
contrata a rubias atractivas? Y una idea desagradable me viene a la cabeza: ¿serán
todas ex sumisas? Me niego a acariciar una idea tan espantosa. Asomo la cabeza
tímidamente por la puerta. Está al teléfono, de cara al ventanal, vestido con
pantalones negros y camisa blanca. Aún tiene el pelo mojado de la ducha y eso me
distrae por completo de mis pensamientos negativos.
—Salvo que mejore el balance de pérdidas y ganancias de la compañía, no me
interesa, Ros. No vamos a cargar con un peso muerto. No me pongas más excusas
tontas. Que me llame Marco, es todo o nada. Sí, dile a Barney que el prototipo
pinta bien, aunque la interfaz no me convence. No, le falta algo. Quiero verlo esta
tarde para discutirlo. A él y a su equipo; podemos hacer una tormenta de ideas.
Vale. Pásame con Andrea otra vez. —Espera, mirando por el ventanal, amo y señor
del universo contemplando a la pobre gente bajo su castillo en el cielo—. Andrea…
Al levantar la vista, me ve en la puerta. Una sensual sonrisa se extiende
lentamente por su hermoso rostro, y me quedo sin habla al tiempo que se me
derriten las entrañas. Es sin lugar a dudas el hombre más hermoso del planeta,
demasiado hermoso para los seres vulgares de allá abajo, demasiado hermoso para
mí. No, la diosa que llevo dentro me mira ceñuda, demasiado hermoso para mí,
no. En cierto modo, es mío… de momento. La idea me produce un escalofrío y
disipa mi irracional inseguridad.
Sigue hablando, sin dejar de mirarme.
—Cancela toda mi agenda de esta mañana, pero que me llame Bill. Estaré allí a
las dos. Tengo que hablar con Marco esta tarde, eso me llevará al menos media
hora. Ponme a Barney y a su equipo después de Marco, o quizá mañana, y
búscame un hueco para quedar con Claude todos los días de esta semana. Dile que
espere. Ah. No, no quiero publicidad para Darfur. Dile a Sam que se encargue él de
eso. No. ¿Qué evento? ¿El sábado que viene? Espera.
»¿Cuándo vuelves de Georgia? —me pregunta.
—El viernes.
Retoma la conversación telefónica.
—Necesitaré una entrada más, porque voy acompañado. Sí, Andrea, eso es lo
que he dicho, acompañado, la señorita ________tn Steele vendrá conmigo. Eso es
todo. —Cuelga—. Buenos días, señorita Steele.
—Señor Styles —sonrío tímidamente.
Rodea el escritorio con su habitual elegancia y se sitúa delante de mí. Me
acaricia suavemente la mejilla con el dorso de los dedos.
—No quería despertarte, se te veía tan serena. ¿Has dormido bien?
—He descansado, gracias. Solo he venido a saludar antes de darme una ducha.
Lo miro, me embebo de él. Se inclina y me besa con suavidad, y no puedo
controlarme. Me cuelgo de su cuello y mis dedos se enredan en su pelo aún
húmedo. Con el cuerpo pegado al suyo, le devuelvo el beso. Lo deseo. Mi ataque lo
toma por sorpresa, pero, tras un instante, responde con un grave gruñido gutural.
Desliza las manos por mi pelo y desciende por la espalda para agarrarme el trasero
desnudo, explorándome la boca con la lengua. Se aparta, con los ojos
entrecerrados.
—Vaya, parece que el descanso te ha sentado bien —murmura—. Te sugiero
que vayas a ducharte, ¿o te echo un polvo ahora mismo encima de mi escritorio?
—Prefiero lo del escritorio —le susurro temeraria mientras el deseo invade mi
organismo como la adrenalina, despertándolo todo a su paso.
Me mira perplejo un milisegundo.
—Esto le gusta de verdad, ¿no, señorita Steele? Te estás volviendo insaciable —masculla.
—Lo que me gusta eres tú —le digo.
Sus ojos se agrandan y se oscurecen mientras me masajea el trasero desnudo.
—Desde luego, solo yo —gruñe, y de pronto, con un movimiento rápido, aparta
todos los planos y documentos del escritorio, que se esparcen por el suelo, y luego
me coge en brazos y me tumba en el lado corto de la mesa, de forma que la cabeza
casi me cuelga por el borde—. Tú lo has querido, nena —masculla, sacándose un
preservativo del bolsillo del pantalón al tiempo que se baja la cremallera.
Vaya con el boyscout. Desliza el condón por su miembro erecto y me mira......
CONTINUARA......
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
mi DIOS!! ya la pobre es adicta :latigo: :latigo: :latigo: que has hecho estupidosensualsexyharold!!! siguelaaaaaaaaaa
lokita
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
olio jejejje ya la sigoo hoy ala tarde mas seguroo :3lokita escribió:mi DIOS!! ya la pobre es adicta :latigo: :latigo: :latigo: que has hecho estupidosensualsexyharold!!! siguelaaaaaaaaaa
grasias por seguir leyendola y no ser lectora fantasma ¡¡
besos
**Hale**
Re: Perdida En Tus Sombras -Harry Styles Y ____Tn Steele-Hot ||¡ Prohibida Para Menores De 18 Años !||
de nada... muak!! :conny: :conny: :conny:**Hale** escribió:olio jejejje ya la sigoo hoy ala tarde mas seguroo :3lokita escribió:mi DIOS!! ya la pobre es adicta :latigo: :latigo: :latigo: que has hecho estupidosensualsexyharold!!! siguelaaaaaaaaaa
grasias por seguir leyendola y no ser lectora fantasma ¡¡
besos
lokita
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