Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Página 3 de 3. • Comparte
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Capítulo 001.
Dylan Schmidt [Carly Rae Jepsen] ∞ Justin Bieber { Worldwide with you♡.
En medio de mi letargo y profundo escape continuo de la realidad, sentí un hormigueo recorrer mi cara poco a poco, provocando que mi rostro se contrajera precipitadamente en una sonrisa de satisfacción.
—Abre los ojos ya hermanita. Despierta antes de que se te haga más tarde. Mira que mi paciencia se agota y no quiero golpearte —escuché a lo lejos, un murmullo casi inaudible que tensó mi cuerpo.
Abrí los ojos de golpe tras gruñir sonoramente y tratar de tomar el rostro de Kendall y pellizcarlo hasta que quedaran marcas sangrantes, pero no pude; el fue más ágil que yo.
—Vaya, que sutil eres, Kendall —disipé con sarcasmo.
Estrujé mis ojos y tuve que pestañear varias veces antes de que mis grandes ojos color cielo se abrieran e inspeccionaran el rostro sonriente de mi hermano mayor. Lo tomé por la cintura y choqué su cuerpo contra el mío; mis ojos se cerraron con fuerza antes de captar su loción tan exquisita. Sus brazos envolvieron mi pequeño y frágil cuerpo en un dulce fortunio de su parte. La relación que manteníamos Kendall y yo sufría de un tormentoso temperamento, faceta que solo sirvió para que se uniera e intensificara aún más con el pasar de los años, logrando que a pesar de los defectos y las malas situaciones que teníamos que soportar, sirvieran de hincapié a un afecto mutuo y quizás sobreprotector.
La tenue y hasta casi indescifrable luz del sol que se colaba por mis ventanas, avisándonos sin emplear palabras clave que el día daba pie a su resplandor desde temprano, lo que quería decir que ya eran más de las seis en punto.
—Debo ir a trabajar, cariño —cortó Kendall deshaciendo el abrazo y obsequiándome, a su vez, el tierno brillo de sus ojos al observarme.
Asentí en consentimiento y me levante de la cama algo aturdida; mis pies se colocaron de puntillas y despeiné su cabello que hasta ese momento permanecía perfectamente peinado de forma causal y moderna.
—Ñoña, ve a ducharte —su mano ejerció presión en mi espalda impulsándome a entrar al baño de sopetón.
Una carcajada fue lo que bastó para mi mente se concentrara solo en ella. Mi aseo personal no requería de más de dos horas, como en los casos de las chicas normales en particular. En menos de media hora, estuve lista para otro tedioso día laborioso. Me posicioné en frente del espejo de mi habitación y pude mirar una sonrisa totalmente falsa que esperaba a la soledad para derrumbarse, y, por fin, no aparecer hasta que nadie sospeche por lo que pasó. Sacudí mi cabello y retire la gorra con el logo de la franquicia digitalizado de mi escritorio, al mismo tiempo que la colocaba sobre mi cabeza.
—Vamos a ver que tanto hueles a frituras hoy, Dylan —me susurré a mí misma.
Siempre me consolaba el hecho de que lo que hacía, lo realizaba por una buena y única causa: mi familia. La razón de mi esfuerzo y dedicación, la raíz de mi esperanza. Desde que mis padre nos abandonó cuan caja llena de cachorritos mugrientos, nuestras vidas se vieron afectadas abruptamente con su partida y no solo el dolor emocional demandó territorio en nuestro hogar, sino que también se fue maximizando a tal punto de hacer deprimir muchísimo a mi madre, causándole una enfermedad de gravedad mortal. Agregando sin más que nuestra solvencia económica descendió a cero, dejándonos en la ruina, obligándonos a Kendall y a mí que adquiriésemos un trabajo para el sustento de todos.
Aún conservaba las esperanzas vagas de que, a pesar de las adversidades que se lanzaban hacia nosotros, pudiésemos tener una vida tranquila y muy dentro de las características de la alegría y el amor, del que carecíamos estos últimos días; pero sobretodo, albergaba la fe de que mi madre sobreviviera a su terrible enfermedad. Mis ojos se cristalizaron al instante de considerar mi razonamiento totalmente ilógico y fuera de lo real, a realidad me golpeaba con fuerza todas las mañanas al abrir mis ojos. Pero no cabía dudas de que mi descontrol de la situación demostraba mediante lágrimas que de mis ojos brotaban, que esta vez la cruda realidad había absorbido la poca fuerza que poseía.
El sonido de la puerta cerrarse contra el umbral de ésta, hizo eco en mi cabeza y con la mano debajo de mis ojos para limpiar las lágrimas, ladeé la cabeza y me encontré con un par de esmeraldas muy pequeñas, apagadas bajo el espesor de sus largas pestañas, enfocándome con atención.
—Sam, ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ya con Kendall en la pastelería? —inquirí fingiendo una sonrisa genuina mientras me acercaba a mi hermanito menor.
Flexione las piernas hasta quedar a una altura frente a frente con Samuel, tomé su pequeña mano entre la mía y la besé, infundiéndole confianza.
—Te oí llorar y quería venir a verte antes de marcharme —se excusó aun con la misma mirada inicial, bajando su cabeza.
—Oh… No-no estaba lloran… —tartamudeé antes de que un siseo me hiciera cortar el rumbo de la mentira que estuve a punto de justificarle a Sam.
—No me mientas más, Dy —espetó en una melodía infantil muy madura a pesar de su corta edad.
—¿Qué dices, Samuel? Estoy bien —le mentí—. Mira —apunté con la barbilla la ranura de la puerta de la puerta, que estaba entreabierta dejando ver con claridad el perfil de Kendall—, te está esperando, anda.
Sus ojitos no se convencieron, pero aun así acercó su mano a mi rostro, limpiando las lágrimas de mis mejillas cuidadosamente; como si del juguete más preciado, hasta su favorito, se tratase.
—¿Me prometes que ya no lloraras más, Dy? Yo te puedo hacer feliz, estoy aquí contigo, ¿sí? —con la misma mano, acaricio mi cabello y yo solo pude tomar aire en un suspiro y asentir.
—Tu eres todo lo que necesite para sonreír, Sammy —repliqué besando sonoramente la coronilla de su cabellera rubia, como el oro en solido que lo representaba tal cual.
Me levanté de la cuclillas en la que me había puesto, y finalmente, entrelacé sus dedos entre los míos dirigiéndolo hacia mi puerta, a la espera de Kendizle.
—Sam, ve a buscar el almuerzo y tus juguetes, luego espérame en la cocina, ¿podrías? —Kendall chocó su puño con el de mi hermanito.
—De acuerdo. Nos vemos, Dy —me lanzó un beso pequeño para que Kendall no lo pudiera ver.
Le guiñé un ojo en respuesta. En unos segundos más, ya Sammy había desaparecido del pasillo principal que daba con los pares de habitaciones.
Seguramente había descifrado mal el brillo ansioso en los ojos de Kendall, la desilusión y todo rastro de esperanza se consumieron en un pestañeo, invocando mis lágrimas a salir.
—Mamá está empeorando, Dy. Hoy la llevare al médico, pero no es seguro que puedan atenderla. Esta mañana convulsionó de fiebre en mis manos y en realidad, está matándome a mí también —sollozó entre frases entrecortadas que provocaban que no llegara a sentir mi corazón palpitar.
No me gustó para nada que Kendall se mostrara débil ante mí, eso me daba a entender que ya le estaba afectando demasiado. Él no podía dejarme sola, no podía dejarme sucumbir. Mi roca de salvación no podía huir de mí, ni mucho menos hundirse a profundidades inalcanzables.
—Volveré lo más temprano posible del trabajo y te prometo que juntos la llevaremos a revisar con el esposo de la tía Molly. Todo va a estar bien, solo dame fuerza y una sonrisa, ¿vale?
Acerqué su pecho al mío, con mis dedos limpie el camino de lágrimas que ya tenían lugar en sus pálidas mejillas.
—Cuídate mucho, cielo. Nos veremos a la hora de la cena, traeré helado de chocolate suizo, Sammy te hará brownies y los cuatro veremos la trilogía de crespúsculo, ¿te parece? —me preguntó, ahora con el tono de voz más feliz, de cierta manera.
Deposito un beso sonoro y mojado en mi frente.
Carcajeé y le mostré una sonrisa única y especial, a la que solo tenían acceso completo Sam, Kendall y mi madre.
Apagué la pantalla del móvil, pero aunque este no reflejara nada, salvo la sombra de un rostro demacrado, no pare de contemplarla.
El olor a hamburguesas, pollo, carne frita, patatas y helados al mismo tiempo no suponía ningún tipo de fastidio alguno para mí, pero si me irritaba sobremanera el balbuceo incesante de la clientela. Me desagradaban los bullicios y las conversaciones fuera de tono y aunque llevara dos meses de contrato, intentaba sin éxito acostumbrarme por completo, tal vez ni una pizca. Soy más de esas chicas a las que les gusta el silencio y la música clásica de fondo en cualquier ambiente. Me entraron unas ganas tremendas de llevar las palmas de mis manos a los oídos para evitar escuchar el gorgoteo que no paraba de aquellas personas, más el choque de dos manos juntarse hizo que ladeara mi cabeza inconscientemente.
—Menos distracción, mas ingreso, señorita Schmidt —exigió la jocosa y anticuada voz de mi jefe, Rafael Jewkins.
La postura soberbia y por supuesto, superior que mantenía me intimidó un poco, lo suficiente como para que concentrara mi atención el maquina manufacturera y el monitor que llevaba a sucesión las cuentas que requerían un chequeo. Luego de asesorarse de que todo estuviera bajo control con la despistada chica, se esfumó del lugar de la caja registradora, mi sección especificada de trabajo. Entorné los ojos y con un poco de mala suerte, las ganas de soportar algo que tanto detestaba no se largaron de mi secuencia pensativa.
La puerta de la franquicia de comida rápida se abrió de par en par, alborotando las hormonas de las chicas que darían suspiros de admiración y más por respirar el mismo aire que respira cualquier sujeto de atractivo parecido a una pila de perfección en su expresión más pura. Un hombre de, calculándole a simple vista, unos cuarenta y pico de años irrumpió en el lugar con elegancia y un porte que daba a indicar de forma inmediata, su nivel de riqueza económica; junto con otro joven que escondía debajo de una chaqueta negra su rostro y otro acompañante rizado que sonreía abiertamente de mejilla a mejilla, cautivando a más de una chica del lugar con sus adorables hoyuelos, debía apreciar.
Para mi cuestionamiento interno, nada común por cierto, era la primera vez que gente de ese tipo de vida llegara como de la nada a un restaurant de hamburguesas grasientas y patatas adictivas. Me sorprendió un poco, mas debido a mi conocimiento sobre esas personas, el tema dejo de opacar mi cabeza.
Después, todo recobró el sentido anterior de bienvenida en mi persona; y podía jurar y perjurar que las ganas que tenia de huir de semejante escena me pedían a gritos ser tomadas en cuenta. Lastimosamente, mis zapatos parecían haberse pegado al suelo con cemento, por ejemplo. Los miré deseando quemarlos con la mirada.
El joven de la chaqueta de cuero con capucha negra arrastró sus pies a la caja en donde yo yacia petrificada y lentamente, dejo caer su capucha hacia atrás. Posó sus manos en el mostrador y antes de que articulara palabra alguna, yo hablé primero:
—Buen día. ¿Qué se le ofrece? —imité la voz que estaba grabada en mi cerebro para cuando un cliente hacia su orden.
Monótona y repetitiva.
—Soy Justin Bieber, así que también es un placer —apuntó con una carcajada frustrada y seca al mismo tiempo.
¿Para qué se presentaba? Yo solo deseaba con ansias su orden y desapareciera de su vista; su sonrisa fuera más irónica y yo pudiera comenzar a respirar sin dificultad. Clavé los ojos en el monitor del computador y esperé no parecer una tonta.
—¿Se le ofrece algo? —repetí de nuevo, sin cambiar nada a mi expresión anterior.
Sus nudillos golpearon con suavidad en la mesa.
—Me podrías decir tú nombre.
Respingué, vencida, y pensé que lo mejor sería darle la cara y que se marchara de una buena vez por todas. Mis ojos impactaron con amabilidad en los suyos y parecí haberme hundido en una especie de ensoñación ridícula propia de los adolescentes.
El sujeto carraspeó, divirtiéndose con el asunto de ser jodidamente tentador en todos los sentidos.
—Dylan Schmidt —dije, sin más, siendo algo indiferente a lo que respectaba su belleza—. ¿Va a ordenar algo, joven?
—Dylan, es un placer muy grato, pero desearía que me llamaras por mi nombre, si no es mucho pedir.
Alzó una de sus rubias cejas y esperó pacientemente a que cumpliera con lo que él quería escuchar.
—Justin… —musité frunciendo los labios—. ¿Qué quieres?
No lo pensó dos veces antes de contestarme, mordiéndose el labio, poniendo en un hilo mi paciencia:
—Una sonrisa de tú parte, querida.
No pude evitar arrugar la nariz; comenzaba a fastidiarme, en verdad.
—Bien puedes mover el trasero hacia la salida y olvidarte de tus coqueteos por un segundo u ordenar de una buena vez, querido —contesté balbuceando cada palabra con inquietud.
Parpadeó confundido y me miró por un largo minuto, no creyéndose el fallo intento de sus tácticas seductoras ridículas; por mi parte, bien podría largarse y dejar de jugar con mi persona.
—Está bien.
Su respuesta hizo que sonreirá levemente, victoriosa. Nunca estaba de más esfumar el ego de un chico con un par de palabras grotescas. Más mi victoria respecto al desplome de su ego, no significo ningún tipo de gratitud en mí. Era medianamente imposible impedir que mis pensamientos de detuvieran y me dejaran el subconsciente en silencio, a diferencia de mi día a día, donde en mi mundo interpretaba las cosas de una forma más puntual y diferente, donde miles de vocecillas pequeñas atacaban mi subconsciente con cuestionamientos que eran de relevancia personal, atormentándome, pero controlando mis emociones lo que nos llevaría a una gama de decisiones más completas y de mayor rango racional, claro está.
El joven seductor de rizos alborotados y extraños, miraba la escena con una mueca claramente burlona tatuada en el semblante y los ojos enfocados hacia nuestra dirección, sin interés alguno en mostrar discreción. Me pregunte en mi fuero interno si aquel chico era su hermano y el hombre de aspecto moderno pero mayor era su padre; así, cabía destacar, que entre los dos muchachos no había parecido alguno que los asemejara con un parentesco.
Desvié la mirada hacia la nómina de pago que estaba resolviendo sin éxito, pues mi imprudencia provocaba varias preguntas sobre ellos se pasara por mi mente, atacando hechos y con eso, determinando conclusiones que ni yo sabía si eran acertadas al cien por ciento.
De repente, sentí como una mano rugosa me tomaba del antebrazo con soltura, lastimándome al contacto. Volteé, dispuesta a descifrar de quien se trataba y cuando lo hice, me topé con los oscuros y no muy amables ojos de Jewkins. ¿Qué estaba haciendo? No fui capaz de mirar a Justin, pues supuse que él ya se habría ido. Me equivoqué.
—Oiga, la está lastimando, déjela en paz —demandó Justin en un gruñido receloso.
—Suélteme ya —me defendí tratando de zafarme de su agarre.
—Vendrás conmigo, tengo que hablarte sobre algunas cosas —me soltó a regañadientes al intercambiar una mirada de duda con Bieber.
Me cuestioné que habría visto a través de ellos.
—Que sea la última vez que me pone un solo dedo encima —le dije sin perder los cabales del respeto.
Aunque me haya tratado inadecuadamente, no podía permitirme perder los buenos modales de una dama que mama me había inculcado con tanto esmero.
—Vale, vale. Acompáñame, Dylan —había cambiado por completo el tono de su voz, transformándolo en uno más cordial y menos agresivo.
Todavía Justin no le quitaba los ojos de encima, evidentemente hostil. Yo estaba en el medio de un altercado de miradas llenas de ira entre los dos, no sabía que parte de la conversación me había perdido.
Lleve las manos sudorosas a mi rostro y despegué de él los cabellos que se habían adherido a mi frente, que estaba perlada de sudor. Tenía que buscar una manera de irme a casa, sonreír con todas mis fuerzas y asegurar que todo cambiaria, que todo estaba bien, pero… no había nada que mi fe de que las cosas mejorasen pudiera hacer. Me sentía tan inútil, no tenía ningún poder sobre el destino y eso me afectaba. El contrapeso de la mejoría con el dolor se inclinaba al agobio, dejando tocar al suelo la mejoría. No quería que Sam se criara en un vecindario de mala muerte, quería que mantuviera presente los valores que le habíamos enseñado, pero la situación era tan critica que hasta eso iba a cambiar.
Finalmente, visualicé un rincón oscuro cerca de la salida trasera del local, ignoré que Jewkins me hubiera prohibido volver a pisar ese terreno; me senté en el duro y caliente asfalto, abrazándome a mí misma, dándome consuelo. Eso ocurría cuando no tenías a absolutamente nadie que te prometiera que las cosas estaban bien, que algún día la felicidad tocaría nuestros corazones… Kendall estaba lejos, inalcanzable, casi sentía su desesperanza, su decepción quemar mi pecho, mis ojos, mi corazón…
Una sola pregunta invadía mi razón, ¿Hasta dónde llegaríamos?
Mis ojos se cerraron lentamente, mi corazón se precipitó a detener su ritmo acelerado, mis piernas se debilitaban y mis ganas de seguir con vida se desvanecían.
—Dylan… —me había llamado con la voz apagada, casi desolada.
No obtuve el ánimo suficiente para volverme a ver su cara de ángel caído del cielo. Simplemente, no des adopté mi postura.
—Schmidt, el destino es algo tan… acertado y calculado. ¿Quién diría que hoy me toparía contigo? Siempre me ha afectado la debilidad de las chicas en sus momentos más difíciles, pero, eso algo totalmente natural, tomando en cuenta que es lo que te lastimó —un suspiro escapó de sus labios y percibí como la tonada de su voz era tan compasiva y sutil—. Tu hermano es una persona maravillosa, a decir verdad, uno de los mejores amigos que he tenido —me paralicé ante la mención de Kendall. Justin río levemente, para luego justificar sus palabras—: Lo conocí en la primaria pero nunca llegué a imaginar que tendría una hermana. Al principio me pareciste conocida, pero, nada que ver con algún tipo de asemejo, hasta que la determinación de tu voz te delató. Eres tan igual a él…
Mi mente estaba en blanco. Aferré mis rodillas a mi cuerpo en débil, solo que sin derramar ninguna lagrima, ya se había extinguido hace mucho.
—¿Eres alguien que me mandaron para minimizar mis agobios o… te burlaras de mí? —inquirí en un susurro, que al final, se quebró en la sintonía de aparentar ser lo que nunca seré: lo suficientemente fuerte.
—Yo seré lo que tú quieras que sea —me dijo, agregándole una pizca de dulzura.
Mi corazón se achicó por algo que no pude explicar mediante simples palabras ordinarias. Después de todo, siempre llega ese alguien que logra provocar en ti, un pequeño atisbo de luz que creías inexistente. Esa pizca del complemento del que carecías.
Estiré mis piernas y destapé mi rostro de la burbuja personal en la que me había sumido.
Me miró con ternura, traté de sonreírle lo mejor que pude. Me sentí culpable por el prototipo que le definí.
—Te conozco desde hace… —miró el reloj de su muñeca y se volvió hacia mí— aproximadamente, cuarenta minutos, por lo que no me has dicho que tipo de café te gusta, aunque permíteme predecir que es… —hizo un gesto pensativo y se colocó la mano en la barbilla.
—Moca late con crema de chocolate y una ración almendras endulzadas —adivinamos al unísono.
—Hay cosas que nunca cambian —admitió soltando una carcajada suave.
—Es el favorito de Kendall —le recordé mostrando la sinceridad de una sonrisa simple…
…. aunque no sabía por qué, él se merecía mucho más.
—Vamos al Starbucks más cercano, esta solo a unas cuadras —propuso él levantándose de mi rincón y tendiéndome la mano para ayudar.
—Me encantaría ir contigo, Bieber.
Se disculpó con una sonrisa de pena automática. Me acaricio la mano por encima de la mesa; sí que se sentía culpable.
—Gracias… por preocuparte de tal manera, Justin —agradecí y tomé su mano entre la mía, acariciándola con lentitud.
—No tienes por qué agradecer. Todo lo que hago, lo hago de corazón.
Le propiné una sonrisa encantadora. Tomé un sorbo de mi café, aunque me quemé la garganta y la lengua, no podía despegar la vista de la ventana. Aun me preocupaba la reacción de Kendall, nuestro futuro tan incierto…
Mi cerebro no podía analizar nada, estaba totalmente cegado por el giro inesperado que tomaron las cosas.
El respetó mi silencio, y lo interpreto como la toma de un segundo para volver a la realidad de nuestro mundo alejado de ella. Le miré de reojo, cuidando que no se percatara de esa pequeña acción. No sabía si era un agite falso de algún tipo de preocupación o quizás temor, pero no sabía por qué. Su mirada reflejaba una mezcla de estas dos emociones al él mirar la pantalla de su móvil. ¿Había recibido una mala noticia?
Mi estómago sufrió un retorcijón de emociones confusas. Ya no estaba el pasivo o seductor Justin, estaba un Justin atemorizado. Su nariz tenía pequeñas gotitas de sudor y sus labios estaban hinchados de tanto morderlos. Noté que quería gritarme algo, pero no podía, por alguna razón en específico.
Opté por no preguntar nada, y evadir ese detalle. No quería obligarlo a inventar una excusa para no comentar nada.
—Debo irme, Justin, fue un placer haber compartido la tarde contigo. Le mandaré tus saludos a Kendall. Con permiso —me levanté de mi asiento y le dirigí una sonrisa como despedida.
Su rapidez me dejo pasmada, me tomó abruptamente por el codo haciéndome girar sobre mis talones.
—No te puedes ir, Dylan.
—¿Por qué no? Tengo que ir a casa, ya es tarde —repliqué mirándole con confusión.
Soltó mi brazo con la expresión vacía.
—Lo siento, no… no quiero que te vayas… —alzó sus cejas en modo de respuesta.
Me apresuré a negar con la cabeza varias veces.
—Me quedaría, pero no puedo. Aunque si gustas, podrías venir conmigo y te quedas a cenar —ofrecí con la voz ronca a causa del improvisto de mi propuesta.
—Vale, vale. Me haría bien conversar con Kendall —aceptó, nervioso.
Sus ojos transmitían un mensaje, pero no supe cuál era. Tal vez era algo inconsciente y no tenía por qué preocuparme…
… todos mis intentos de evasión acerca de su evidente reflejo de angustia, decayeron con la rapidez con la que cae un vaso y se estrella contra el piso, rompiéndose en miles de pedazos. Mis ojos fueron los emisores de mi pronto miedo, lo que me causó un estremecimiento de pies a cabeza desagradable. Súbitamente, mis piernas perdieron su fuerza e impactaron contra el suelo en un golpe seco. Un grito desgarrador alarmó mis sentidos, a pesar de que me estaba consumiendo por el temor que me invadía.
—¡Dylan! —me llamó en el retumbo más alejado que noté de su voz— ¡Déjenla en paz!
Un hombre de aspecto fortachón y espeluznante, con violencia, golpeó mi mejilla. El líquido corrió de la parte derecha de mi rostro. Gemí de dolor y pataleé alejándome del sujeto que quería tomarme de alguna manera. Visualicé a lo lejos como Justin me miraba sin expresar emoción alguna, sin querer acercarse a ayudarme. No pude reprimir las ganas de llorar desconsoladamente, y las lágrimas me impidieron ver con claridad cómo se desataba la situación.
¿Por qué no me ayudaba? ¿Es que había fingido todo este tiempo?
Mi corazón no soportó por mucho ver su indiferencia, mis ojos se cerraban con pesadez, mis piernas se cansaban de forcejear… mis pulmones de respirar.
No le di tiempo a mi sensatez de interpretar todo, pues un pañuelo mojado fue posado sobre mi nariz.
Sammy, mi madre Ellen, Kendall…
Todo pasó como un flashback por mi memoria… y no salí a la superficie.
—Abre los ojos ya hermanita. Despierta antes de que se te haga más tarde. Mira que mi paciencia se agota y no quiero golpearte —escuché a lo lejos, un murmullo casi inaudible que tensó mi cuerpo.
Abrí los ojos de golpe tras gruñir sonoramente y tratar de tomar el rostro de Kendall y pellizcarlo hasta que quedaran marcas sangrantes, pero no pude; el fue más ágil que yo.
—Vaya, que sutil eres, Kendall —disipé con sarcasmo.
Estrujé mis ojos y tuve que pestañear varias veces antes de que mis grandes ojos color cielo se abrieran e inspeccionaran el rostro sonriente de mi hermano mayor. Lo tomé por la cintura y choqué su cuerpo contra el mío; mis ojos se cerraron con fuerza antes de captar su loción tan exquisita. Sus brazos envolvieron mi pequeño y frágil cuerpo en un dulce fortunio de su parte. La relación que manteníamos Kendall y yo sufría de un tormentoso temperamento, faceta que solo sirvió para que se uniera e intensificara aún más con el pasar de los años, logrando que a pesar de los defectos y las malas situaciones que teníamos que soportar, sirvieran de hincapié a un afecto mutuo y quizás sobreprotector.
La tenue y hasta casi indescifrable luz del sol que se colaba por mis ventanas, avisándonos sin emplear palabras clave que el día daba pie a su resplandor desde temprano, lo que quería decir que ya eran más de las seis en punto.
—Debo ir a trabajar, cariño —cortó Kendall deshaciendo el abrazo y obsequiándome, a su vez, el tierno brillo de sus ojos al observarme.
Asentí en consentimiento y me levante de la cama algo aturdida; mis pies se colocaron de puntillas y despeiné su cabello que hasta ese momento permanecía perfectamente peinado de forma causal y moderna.
—Ñoña, ve a ducharte —su mano ejerció presión en mi espalda impulsándome a entrar al baño de sopetón.
Una carcajada fue lo que bastó para mi mente se concentrara solo en ella. Mi aseo personal no requería de más de dos horas, como en los casos de las chicas normales en particular. En menos de media hora, estuve lista para otro tedioso día laborioso. Me posicioné en frente del espejo de mi habitación y pude mirar una sonrisa totalmente falsa que esperaba a la soledad para derrumbarse, y, por fin, no aparecer hasta que nadie sospeche por lo que pasó. Sacudí mi cabello y retire la gorra con el logo de la franquicia digitalizado de mi escritorio, al mismo tiempo que la colocaba sobre mi cabeza.
—Vamos a ver que tanto hueles a frituras hoy, Dylan —me susurré a mí misma.
Siempre me consolaba el hecho de que lo que hacía, lo realizaba por una buena y única causa: mi familia. La razón de mi esfuerzo y dedicación, la raíz de mi esperanza. Desde que mis padre nos abandonó cuan caja llena de cachorritos mugrientos, nuestras vidas se vieron afectadas abruptamente con su partida y no solo el dolor emocional demandó territorio en nuestro hogar, sino que también se fue maximizando a tal punto de hacer deprimir muchísimo a mi madre, causándole una enfermedad de gravedad mortal. Agregando sin más que nuestra solvencia económica descendió a cero, dejándonos en la ruina, obligándonos a Kendall y a mí que adquiriésemos un trabajo para el sustento de todos.
Aún conservaba las esperanzas vagas de que, a pesar de las adversidades que se lanzaban hacia nosotros, pudiésemos tener una vida tranquila y muy dentro de las características de la alegría y el amor, del que carecíamos estos últimos días; pero sobretodo, albergaba la fe de que mi madre sobreviviera a su terrible enfermedad. Mis ojos se cristalizaron al instante de considerar mi razonamiento totalmente ilógico y fuera de lo real, a realidad me golpeaba con fuerza todas las mañanas al abrir mis ojos. Pero no cabía dudas de que mi descontrol de la situación demostraba mediante lágrimas que de mis ojos brotaban, que esta vez la cruda realidad había absorbido la poca fuerza que poseía.
El sonido de la puerta cerrarse contra el umbral de ésta, hizo eco en mi cabeza y con la mano debajo de mis ojos para limpiar las lágrimas, ladeé la cabeza y me encontré con un par de esmeraldas muy pequeñas, apagadas bajo el espesor de sus largas pestañas, enfocándome con atención.
—Sam, ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ya con Kendall en la pastelería? —inquirí fingiendo una sonrisa genuina mientras me acercaba a mi hermanito menor.
Flexione las piernas hasta quedar a una altura frente a frente con Samuel, tomé su pequeña mano entre la mía y la besé, infundiéndole confianza.
—Te oí llorar y quería venir a verte antes de marcharme —se excusó aun con la misma mirada inicial, bajando su cabeza.
—Oh… No-no estaba lloran… —tartamudeé antes de que un siseo me hiciera cortar el rumbo de la mentira que estuve a punto de justificarle a Sam.
—No me mientas más, Dy —espetó en una melodía infantil muy madura a pesar de su corta edad.
—¿Qué dices, Samuel? Estoy bien —le mentí—. Mira —apunté con la barbilla la ranura de la puerta de la puerta, que estaba entreabierta dejando ver con claridad el perfil de Kendall—, te está esperando, anda.
Sus ojitos no se convencieron, pero aun así acercó su mano a mi rostro, limpiando las lágrimas de mis mejillas cuidadosamente; como si del juguete más preciado, hasta su favorito, se tratase.
—¿Me prometes que ya no lloraras más, Dy? Yo te puedo hacer feliz, estoy aquí contigo, ¿sí? —con la misma mano, acaricio mi cabello y yo solo pude tomar aire en un suspiro y asentir.
—Tu eres todo lo que necesite para sonreír, Sammy —repliqué besando sonoramente la coronilla de su cabellera rubia, como el oro en solido que lo representaba tal cual.
Me levanté de la cuclillas en la que me había puesto, y finalmente, entrelacé sus dedos entre los míos dirigiéndolo hacia mi puerta, a la espera de Kendizle.
—Sam, ve a buscar el almuerzo y tus juguetes, luego espérame en la cocina, ¿podrías? —Kendall chocó su puño con el de mi hermanito.
—De acuerdo. Nos vemos, Dy —me lanzó un beso pequeño para que Kendall no lo pudiera ver.
Le guiñé un ojo en respuesta. En unos segundos más, ya Sammy había desaparecido del pasillo principal que daba con los pares de habitaciones.
Seguramente había descifrado mal el brillo ansioso en los ojos de Kendall, la desilusión y todo rastro de esperanza se consumieron en un pestañeo, invocando mis lágrimas a salir.
—Mamá está empeorando, Dy. Hoy la llevare al médico, pero no es seguro que puedan atenderla. Esta mañana convulsionó de fiebre en mis manos y en realidad, está matándome a mí también —sollozó entre frases entrecortadas que provocaban que no llegara a sentir mi corazón palpitar.
No me gustó para nada que Kendall se mostrara débil ante mí, eso me daba a entender que ya le estaba afectando demasiado. Él no podía dejarme sola, no podía dejarme sucumbir. Mi roca de salvación no podía huir de mí, ni mucho menos hundirse a profundidades inalcanzables.
—Volveré lo más temprano posible del trabajo y te prometo que juntos la llevaremos a revisar con el esposo de la tía Molly. Todo va a estar bien, solo dame fuerza y una sonrisa, ¿vale?
Acerqué su pecho al mío, con mis dedos limpie el camino de lágrimas que ya tenían lugar en sus pálidas mejillas.
—Cuídate mucho, cielo. Nos veremos a la hora de la cena, traeré helado de chocolate suizo, Sammy te hará brownies y los cuatro veremos la trilogía de crespúsculo, ¿te parece? —me preguntó, ahora con el tono de voz más feliz, de cierta manera.
Deposito un beso sonoro y mojado en mi frente.
Carcajeé y le mostré una sonrisa única y especial, a la que solo tenían acceso completo Sam, Kendall y mi madre.
{…}
«Dylan, espero que todo marche bien. Quiero verte después del trabajo, aunque tenía pensado ir a comer una hamburguesa con Zack dentro de un rato. Te manda un beso. Cualquier improvisto, te estoy avisando. Te amamos. Clara.»Apagué la pantalla del móvil, pero aunque este no reflejara nada, salvo la sombra de un rostro demacrado, no pare de contemplarla.
El olor a hamburguesas, pollo, carne frita, patatas y helados al mismo tiempo no suponía ningún tipo de fastidio alguno para mí, pero si me irritaba sobremanera el balbuceo incesante de la clientela. Me desagradaban los bullicios y las conversaciones fuera de tono y aunque llevara dos meses de contrato, intentaba sin éxito acostumbrarme por completo, tal vez ni una pizca. Soy más de esas chicas a las que les gusta el silencio y la música clásica de fondo en cualquier ambiente. Me entraron unas ganas tremendas de llevar las palmas de mis manos a los oídos para evitar escuchar el gorgoteo que no paraba de aquellas personas, más el choque de dos manos juntarse hizo que ladeara mi cabeza inconscientemente.
—Menos distracción, mas ingreso, señorita Schmidt —exigió la jocosa y anticuada voz de mi jefe, Rafael Jewkins.
La postura soberbia y por supuesto, superior que mantenía me intimidó un poco, lo suficiente como para que concentrara mi atención el maquina manufacturera y el monitor que llevaba a sucesión las cuentas que requerían un chequeo. Luego de asesorarse de que todo estuviera bajo control con la despistada chica, se esfumó del lugar de la caja registradora, mi sección especificada de trabajo. Entorné los ojos y con un poco de mala suerte, las ganas de soportar algo que tanto detestaba no se largaron de mi secuencia pensativa.
La puerta de la franquicia de comida rápida se abrió de par en par, alborotando las hormonas de las chicas que darían suspiros de admiración y más por respirar el mismo aire que respira cualquier sujeto de atractivo parecido a una pila de perfección en su expresión más pura. Un hombre de, calculándole a simple vista, unos cuarenta y pico de años irrumpió en el lugar con elegancia y un porte que daba a indicar de forma inmediata, su nivel de riqueza económica; junto con otro joven que escondía debajo de una chaqueta negra su rostro y otro acompañante rizado que sonreía abiertamente de mejilla a mejilla, cautivando a más de una chica del lugar con sus adorables hoyuelos, debía apreciar.
Para mi cuestionamiento interno, nada común por cierto, era la primera vez que gente de ese tipo de vida llegara como de la nada a un restaurant de hamburguesas grasientas y patatas adictivas. Me sorprendió un poco, mas debido a mi conocimiento sobre esas personas, el tema dejo de opacar mi cabeza.
Después, todo recobró el sentido anterior de bienvenida en mi persona; y podía jurar y perjurar que las ganas que tenia de huir de semejante escena me pedían a gritos ser tomadas en cuenta. Lastimosamente, mis zapatos parecían haberse pegado al suelo con cemento, por ejemplo. Los miré deseando quemarlos con la mirada.
El joven de la chaqueta de cuero con capucha negra arrastró sus pies a la caja en donde yo yacia petrificada y lentamente, dejo caer su capucha hacia atrás. Posó sus manos en el mostrador y antes de que articulara palabra alguna, yo hablé primero:
—Buen día. ¿Qué se le ofrece? —imité la voz que estaba grabada en mi cerebro para cuando un cliente hacia su orden.
Monótona y repetitiva.
—Soy Justin Bieber, así que también es un placer —apuntó con una carcajada frustrada y seca al mismo tiempo.
¿Para qué se presentaba? Yo solo deseaba con ansias su orden y desapareciera de su vista; su sonrisa fuera más irónica y yo pudiera comenzar a respirar sin dificultad. Clavé los ojos en el monitor del computador y esperé no parecer una tonta.
—¿Se le ofrece algo? —repetí de nuevo, sin cambiar nada a mi expresión anterior.
Sus nudillos golpearon con suavidad en la mesa.
—Me podrías decir tú nombre.
Respingué, vencida, y pensé que lo mejor sería darle la cara y que se marchara de una buena vez por todas. Mis ojos impactaron con amabilidad en los suyos y parecí haberme hundido en una especie de ensoñación ridícula propia de los adolescentes.
El sujeto carraspeó, divirtiéndose con el asunto de ser jodidamente tentador en todos los sentidos.
—Dylan Schmidt —dije, sin más, siendo algo indiferente a lo que respectaba su belleza—. ¿Va a ordenar algo, joven?
—Dylan, es un placer muy grato, pero desearía que me llamaras por mi nombre, si no es mucho pedir.
Alzó una de sus rubias cejas y esperó pacientemente a que cumpliera con lo que él quería escuchar.
—Justin… —musité frunciendo los labios—. ¿Qué quieres?
No lo pensó dos veces antes de contestarme, mordiéndose el labio, poniendo en un hilo mi paciencia:
—Una sonrisa de tú parte, querida.
No pude evitar arrugar la nariz; comenzaba a fastidiarme, en verdad.
—Bien puedes mover el trasero hacia la salida y olvidarte de tus coqueteos por un segundo u ordenar de una buena vez, querido —contesté balbuceando cada palabra con inquietud.
Parpadeó confundido y me miró por un largo minuto, no creyéndose el fallo intento de sus tácticas seductoras ridículas; por mi parte, bien podría largarse y dejar de jugar con mi persona.
—Está bien.
Su respuesta hizo que sonreirá levemente, victoriosa. Nunca estaba de más esfumar el ego de un chico con un par de palabras grotescas. Más mi victoria respecto al desplome de su ego, no significo ningún tipo de gratitud en mí. Era medianamente imposible impedir que mis pensamientos de detuvieran y me dejaran el subconsciente en silencio, a diferencia de mi día a día, donde en mi mundo interpretaba las cosas de una forma más puntual y diferente, donde miles de vocecillas pequeñas atacaban mi subconsciente con cuestionamientos que eran de relevancia personal, atormentándome, pero controlando mis emociones lo que nos llevaría a una gama de decisiones más completas y de mayor rango racional, claro está.
El joven seductor de rizos alborotados y extraños, miraba la escena con una mueca claramente burlona tatuada en el semblante y los ojos enfocados hacia nuestra dirección, sin interés alguno en mostrar discreción. Me pregunte en mi fuero interno si aquel chico era su hermano y el hombre de aspecto moderno pero mayor era su padre; así, cabía destacar, que entre los dos muchachos no había parecido alguno que los asemejara con un parentesco.
Desvié la mirada hacia la nómina de pago que estaba resolviendo sin éxito, pues mi imprudencia provocaba varias preguntas sobre ellos se pasara por mi mente, atacando hechos y con eso, determinando conclusiones que ni yo sabía si eran acertadas al cien por ciento.
De repente, sentí como una mano rugosa me tomaba del antebrazo con soltura, lastimándome al contacto. Volteé, dispuesta a descifrar de quien se trataba y cuando lo hice, me topé con los oscuros y no muy amables ojos de Jewkins. ¿Qué estaba haciendo? No fui capaz de mirar a Justin, pues supuse que él ya se habría ido. Me equivoqué.
—Oiga, la está lastimando, déjela en paz —demandó Justin en un gruñido receloso.
—Suélteme ya —me defendí tratando de zafarme de su agarre.
—Vendrás conmigo, tengo que hablarte sobre algunas cosas —me soltó a regañadientes al intercambiar una mirada de duda con Bieber.
Me cuestioné que habría visto a través de ellos.
—Que sea la última vez que me pone un solo dedo encima —le dije sin perder los cabales del respeto.
Aunque me haya tratado inadecuadamente, no podía permitirme perder los buenos modales de una dama que mama me había inculcado con tanto esmero.
—Vale, vale. Acompáñame, Dylan —había cambiado por completo el tono de su voz, transformándolo en uno más cordial y menos agresivo.
Todavía Justin no le quitaba los ojos de encima, evidentemente hostil. Yo estaba en el medio de un altercado de miradas llenas de ira entre los dos, no sabía que parte de la conversación me había perdido.
{…}
Las lágrimas se golpeaban en mis ojos con furor de decepción. Mi rostro estaba contraído en una mueca de indecisión. ¿Cómo se suponía que se lo diría a Kendall? Arruinaría lo que con tanto esfuerzo nos logró construir, estaríamos casi o igual que al principio. El sueldo pobre de Kendall no bastaba para todo un mes de sustento, cuidado y sólo duraba para una semana. Me regañaba mentalmente por haber perdido un empleo tan valioso, y no para mí, sino para mi familia. Veía a través de mis ojos, como el futuro estaba deslizándose en un abismo sin fondo; no sabía que haría. Jugueteé con mis dedos, el temor se apoderó de mí aunque no quise aceptarlo en ningún momento. Debía mantenerme fuerte, aunque yo misma sabía que todo cristal se quebraba.Lleve las manos sudorosas a mi rostro y despegué de él los cabellos que se habían adherido a mi frente, que estaba perlada de sudor. Tenía que buscar una manera de irme a casa, sonreír con todas mis fuerzas y asegurar que todo cambiaria, que todo estaba bien, pero… no había nada que mi fe de que las cosas mejorasen pudiera hacer. Me sentía tan inútil, no tenía ningún poder sobre el destino y eso me afectaba. El contrapeso de la mejoría con el dolor se inclinaba al agobio, dejando tocar al suelo la mejoría. No quería que Sam se criara en un vecindario de mala muerte, quería que mantuviera presente los valores que le habíamos enseñado, pero la situación era tan critica que hasta eso iba a cambiar.
Finalmente, visualicé un rincón oscuro cerca de la salida trasera del local, ignoré que Jewkins me hubiera prohibido volver a pisar ese terreno; me senté en el duro y caliente asfalto, abrazándome a mí misma, dándome consuelo. Eso ocurría cuando no tenías a absolutamente nadie que te prometiera que las cosas estaban bien, que algún día la felicidad tocaría nuestros corazones… Kendall estaba lejos, inalcanzable, casi sentía su desesperanza, su decepción quemar mi pecho, mis ojos, mi corazón…
Una sola pregunta invadía mi razón, ¿Hasta dónde llegaríamos?
Mis ojos se cerraron lentamente, mi corazón se precipitó a detener su ritmo acelerado, mis piernas se debilitaban y mis ganas de seguir con vida se desvanecían.
—Dylan… —me había llamado con la voz apagada, casi desolada.
No obtuve el ánimo suficiente para volverme a ver su cara de ángel caído del cielo. Simplemente, no des adopté mi postura.
—Schmidt, el destino es algo tan… acertado y calculado. ¿Quién diría que hoy me toparía contigo? Siempre me ha afectado la debilidad de las chicas en sus momentos más difíciles, pero, eso algo totalmente natural, tomando en cuenta que es lo que te lastimó —un suspiro escapó de sus labios y percibí como la tonada de su voz era tan compasiva y sutil—. Tu hermano es una persona maravillosa, a decir verdad, uno de los mejores amigos que he tenido —me paralicé ante la mención de Kendall. Justin río levemente, para luego justificar sus palabras—: Lo conocí en la primaria pero nunca llegué a imaginar que tendría una hermana. Al principio me pareciste conocida, pero, nada que ver con algún tipo de asemejo, hasta que la determinación de tu voz te delató. Eres tan igual a él…
Mi mente estaba en blanco. Aferré mis rodillas a mi cuerpo en débil, solo que sin derramar ninguna lagrima, ya se había extinguido hace mucho.
—¿Eres alguien que me mandaron para minimizar mis agobios o… te burlaras de mí? —inquirí en un susurro, que al final, se quebró en la sintonía de aparentar ser lo que nunca seré: lo suficientemente fuerte.
—Yo seré lo que tú quieras que sea —me dijo, agregándole una pizca de dulzura.
Mi corazón se achicó por algo que no pude explicar mediante simples palabras ordinarias. Después de todo, siempre llega ese alguien que logra provocar en ti, un pequeño atisbo de luz que creías inexistente. Esa pizca del complemento del que carecías.
Estiré mis piernas y destapé mi rostro de la burbuja personal en la que me había sumido.
Me miró con ternura, traté de sonreírle lo mejor que pude. Me sentí culpable por el prototipo que le definí.
—Te conozco desde hace… —miró el reloj de su muñeca y se volvió hacia mí— aproximadamente, cuarenta minutos, por lo que no me has dicho que tipo de café te gusta, aunque permíteme predecir que es… —hizo un gesto pensativo y se colocó la mano en la barbilla.
—Moca late con crema de chocolate y una ración almendras endulzadas —adivinamos al unísono.
—Hay cosas que nunca cambian —admitió soltando una carcajada suave.
—Es el favorito de Kendall —le recordé mostrando la sinceridad de una sonrisa simple…
…. aunque no sabía por qué, él se merecía mucho más.
—Vamos al Starbucks más cercano, esta solo a unas cuadras —propuso él levantándose de mi rincón y tendiéndome la mano para ayudar.
—Me encantaría ir contigo, Bieber.
{…}
—Lamento mucho lo de tu madre, Dy. En verdad no sabía, porque si hubiese sido lo contrario… no te lo habría siquiera recordado. Se disculpó con una sonrisa de pena automática. Me acaricio la mano por encima de la mesa; sí que se sentía culpable.
—Gracias… por preocuparte de tal manera, Justin —agradecí y tomé su mano entre la mía, acariciándola con lentitud.
—No tienes por qué agradecer. Todo lo que hago, lo hago de corazón.
Le propiné una sonrisa encantadora. Tomé un sorbo de mi café, aunque me quemé la garganta y la lengua, no podía despegar la vista de la ventana. Aun me preocupaba la reacción de Kendall, nuestro futuro tan incierto…
Mi cerebro no podía analizar nada, estaba totalmente cegado por el giro inesperado que tomaron las cosas.
El respetó mi silencio, y lo interpreto como la toma de un segundo para volver a la realidad de nuestro mundo alejado de ella. Le miré de reojo, cuidando que no se percatara de esa pequeña acción. No sabía si era un agite falso de algún tipo de preocupación o quizás temor, pero no sabía por qué. Su mirada reflejaba una mezcla de estas dos emociones al él mirar la pantalla de su móvil. ¿Había recibido una mala noticia?
Mi estómago sufrió un retorcijón de emociones confusas. Ya no estaba el pasivo o seductor Justin, estaba un Justin atemorizado. Su nariz tenía pequeñas gotitas de sudor y sus labios estaban hinchados de tanto morderlos. Noté que quería gritarme algo, pero no podía, por alguna razón en específico.
Opté por no preguntar nada, y evadir ese detalle. No quería obligarlo a inventar una excusa para no comentar nada.
—Debo irme, Justin, fue un placer haber compartido la tarde contigo. Le mandaré tus saludos a Kendall. Con permiso —me levanté de mi asiento y le dirigí una sonrisa como despedida.
Su rapidez me dejo pasmada, me tomó abruptamente por el codo haciéndome girar sobre mis talones.
—No te puedes ir, Dylan.
—¿Por qué no? Tengo que ir a casa, ya es tarde —repliqué mirándole con confusión.
Soltó mi brazo con la expresión vacía.
—Lo siento, no… no quiero que te vayas… —alzó sus cejas en modo de respuesta.
Me apresuré a negar con la cabeza varias veces.
—Me quedaría, pero no puedo. Aunque si gustas, podrías venir conmigo y te quedas a cenar —ofrecí con la voz ronca a causa del improvisto de mi propuesta.
—Vale, vale. Me haría bien conversar con Kendall —aceptó, nervioso.
Sus ojos transmitían un mensaje, pero no supe cuál era. Tal vez era algo inconsciente y no tenía por qué preocuparme…
… todos mis intentos de evasión acerca de su evidente reflejo de angustia, decayeron con la rapidez con la que cae un vaso y se estrella contra el piso, rompiéndose en miles de pedazos. Mis ojos fueron los emisores de mi pronto miedo, lo que me causó un estremecimiento de pies a cabeza desagradable. Súbitamente, mis piernas perdieron su fuerza e impactaron contra el suelo en un golpe seco. Un grito desgarrador alarmó mis sentidos, a pesar de que me estaba consumiendo por el temor que me invadía.
—¡Dylan! —me llamó en el retumbo más alejado que noté de su voz— ¡Déjenla en paz!
Un hombre de aspecto fortachón y espeluznante, con violencia, golpeó mi mejilla. El líquido corrió de la parte derecha de mi rostro. Gemí de dolor y pataleé alejándome del sujeto que quería tomarme de alguna manera. Visualicé a lo lejos como Justin me miraba sin expresar emoción alguna, sin querer acercarse a ayudarme. No pude reprimir las ganas de llorar desconsoladamente, y las lágrimas me impidieron ver con claridad cómo se desataba la situación.
¿Por qué no me ayudaba? ¿Es que había fingido todo este tiempo?
Mi corazón no soportó por mucho ver su indiferencia, mis ojos se cerraban con pesadez, mis piernas se cansaban de forcejear… mis pulmones de respirar.
No le di tiempo a mi sensatez de interpretar todo, pues un pañuelo mojado fue posado sobre mi nariz.
Sammy, mi madre Ellen, Kendall…
Todo pasó como un flashback por mi memoria… y no salí a la superficie.
___________________________
¡Chicas! aquí está el capi que hasta yo esperé leer. No todo sale como yo quiero, pues esto me deja en evidencia. Lo bueno es que me imaginé a Dylan como Carly y a Justin como Jusin)? aq. No, en serio, espero que les haya gustado, hubieron partes de bloqueo mental, aunque parte del capítulo estaban en el word de mi teléfono. Debo comentar, que Sammy es un amor, ¿saben por qué le puse Samuel? ¿no? quedense con las ganas, nah, por qué es el segundo del chico que me gusta, se llama ari samuel y me pareció genial. Eso, Kendall aparece, es el hermanote de Carly, yo lo amo, loco. Y Justin... bueno, él fue él hasta que se topó con la no idea de decepcionar a su padre. Harry sentía culpa, yo lo sabía)? Hasta conseguí un icon del shastem con la chaquetica, re cúl. Nada, eso, las amo, un beso enorme<3.
bigtimerush.
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Me siento culpable bc soy la primera en comentar mi comentario no dirá todo lo que quiero :c
Es que me siento mierda y se me fue toda la inspiración :ccc
Pero tu capítulo fue hermoso, tanto en la gramática como en la trama. Era como leer un libro ¡Te juro! Exactamente igual, en especial la parte en la que pusiste asteriscos y nos diste a entender que cuando se la llevó la despidió. Es como en un libro y te amo por eso<3
Me encantó, pobre Dylan, me dejó con ganas de más :c No sé porqué me la imaginaba como Leighton Meester :/ Pero bueh, me super encantó, es uno de los mejores caps que hiciste, aunque todos son super ruleadores, sé que quisiste que saliera hermoso y te salió miles de veces mejor, te salió perfecto. Tienes gran talento, mi amada Mey<3
¿Alguna vez te dije cuánto te amo? ¿No? Es que te amo muchísimo, en serio, mi mejor amiga, no sé que sería de mi vida sin vos :c Sos la mejor<3
Es que me siento mierda y se me fue toda la inspiración :ccc
Pero tu capítulo fue hermoso, tanto en la gramática como en la trama. Era como leer un libro ¡Te juro! Exactamente igual, en especial la parte en la que pusiste asteriscos y nos diste a entender que cuando se la llevó la despidió. Es como en un libro y te amo por eso<3
Me encantó, pobre Dylan, me dejó con ganas de más :c No sé porqué me la imaginaba como Leighton Meester :/ Pero bueh, me super encantó, es uno de los mejores caps que hiciste, aunque todos son super ruleadores, sé que quisiste que saliera hermoso y te salió miles de veces mejor, te salió perfecto. Tienes gran talento, mi amada Mey<3
¿Alguna vez te dije cuánto te amo? ¿No? Es que te amo muchísimo, en serio, mi mejor amiga, no sé que sería de mi vida sin vos :c Sos la mejor<3
Última edición por Deby. el Dom 13 Oct 2013, 11:28 am, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
leo y edito esto bc se ve re sensual
tenshittae
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Leo y edito
ya se me hizo costumbre decir eso :'c
ya se me hizo costumbre decir eso :'c
Sky.
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Perfección.
COMO CARAJO HACES PARA ESCRIBIR ASÍ?
Es que simplemente I CAN'T
TODAS LAS DESCRIPCIONES, EL MODO EN EL QUE NARRASTE
No entiendo:c
Tenés un don. Enserio:c
Justin no dijo nada cuando la golpearon:c Y tampoco hizo nada:c
Lo odio
PERO TAMBIEN LO AMO :wut:
ahque :pokerface:
Yo sigo diciendo que amé cada parte de tu capítulo. TENES QUE SER BETA, O PARTE DEL EQUIPO DE TUTORIALES.
YO NO SE COMO NO TE PRESENTASTE PARA LAS AUDICIONES :gasp:
En serio, no se que más decirte
ily<3
La que siga, que la siga, rai nao.
COMO CARAJO HACES PARA ESCRIBIR ASÍ?
Es que simplemente I CAN'T
TODAS LAS DESCRIPCIONES, EL MODO EN EL QUE NARRASTE
No entiendo:c
Tenés un don. Enserio:c
Justin no dijo nada cuando la golpearon:c Y tampoco hizo nada:c
Lo odio
PERO TAMBIEN LO AMO :wut:
ahque :pokerface:
Yo sigo diciendo que amé cada parte de tu capítulo. TENES QUE SER BETA, O PARTE DEL EQUIPO DE TUTORIALES.
YO NO SE COMO NO TE PRESENTASTE PARA LAS AUDICIONES :gasp:
En serio, no se que más decirte
ily<3
La que siga, que la siga, rai nao.
demons.
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
Ay ¡Dios, Mey! ame el capitulo no sabes cuanto me gustó el cap, de veras. Mientras más leo escritos tuyos, más me gusta como lo haces. Es muy hermoso todo, desde la personalidad de Dyan hasta los pequeños detalles que le agregas.
idk, siempre he amado los nombres unisex, y por ello Dylan es uno de mis favoritos
El capitulo me dejo enganchada hasta el final, puto, es que se quedo allí sin hacer nada... y todo fue muy triste, y eso sumándole lo de su madre :c
Mey, escribís hermoso, y además el capitulo estuvo bien largo c:
Sigo yo, no sé si pueda llegar a subir para la fecha, tengo exámenes todos los días y el sábado entreno desde temprano, cualquier cosa aviso y subo al final de la ronda :c bai, lov iu ♡
idk, siempre he amado los nombres unisex, y por ello Dylan es uno de mis favoritos
El capitulo me dejo enganchada hasta el final, puto, es que se quedo allí sin hacer nada... y todo fue muy triste, y eso sumándole lo de su madre :c
Mey, escribís hermoso, y además el capitulo estuvo bien largo c:
Sigo yo, no sé si pueda llegar a subir para la fecha, tengo exámenes todos los días y el sábado entreno desde temprano, cualquier cosa aviso y subo al final de la ronda :c bai, lov iu ♡
Sophia.
Re: Special Ladies {Novela Colectiva} || {One Direction y más}
chicas ♡
espero que aún quieran seguir con la novela bc yo sí quiero<3. entonces, avisenme para buscar a nuevas chicas. ya saben, lo de siempre, si no tienen tiempo, me dicen que no y listo, la cuestión es que me encantaría seguirla.
eso, a sweetie kisss♡
espero que aún quieran seguir con la novela bc yo sí quiero<3. entonces, avisenme para buscar a nuevas chicas. ya saben, lo de siempre, si no tienen tiempo, me dicen que no y listo, la cuestión es que me encantaría seguirla.
eso, a sweetie kisss♡
bigtimerush.
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Special School/H.S/1D & 5SOS/No Novela Colectiva
» my direction (novela colectiva)sobre one direction (inscripciones abiertas) solo falta MRS.PAYNE Y SE CIERRA
» Elections/Novela Colectiva One Direction
» ¿Hacemos una novela colectiva? |De One Direction|
» A night to renember}Novela colectiva | One Direction.
» my direction (novela colectiva)sobre one direction (inscripciones abiertas) solo falta MRS.PAYNE Y SE CIERRA
» Elections/Novela Colectiva One Direction
» ¿Hacemos una novela colectiva? |De One Direction|
» A night to renember}Novela colectiva | One Direction.
Página 3 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Ayer a las 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.