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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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||"Invisible" ||Justin Bieber||
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Página 3 de 21. • 1, 2, 3, 4 ... 12 ... 21
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
Asddfghjklñ God... es que no lo puedo creer.Es cierto, la sociedad es una gran puticima mierda.... :'D. En realidad cuando veo que JUSTIN hace eso con ____ pienso y reflexiono y estoy algo segura que el haria eso en la vida real.Todo chico como chica tiene punto devil... unos lo demuestran mas que otros.Es cierto...c: Aaaawww me gusto mucho el capitulo y gracias por ponerlo c: Mira mi MI TWITTER Y si, quiero que me sigas c:
Someone
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
Awwww es hermoso, "naciste para ser real, no perfecta", es hermosa la frase.
SÍGUELA
SÍGUELA
Valeria Bieber
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
NUEVA LECTORA!!! No sabes como AMO tu novela es simplemente perfecta, hermosa, una de las mejores que estoy leyendo, sigueeela pronto por favor es que no aguanto mas me la he leido toda en menos de una hora jajaja Besooos y siguelaaa!!!
katara.
------
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
“Invisible”
Capitulo XII:
“No sé que duele más si las cicatrices o tragarse el nudo en la garganta al querer llorar.”
Su cabello húmedo se pega a su cara mientras toma un humeante café a mi lado. Está perdida en sus pensamientos, hundida en sus problemas. Sus ojos están rojos e hinchados, pues tan solo hacen unos minutos no llora más. Tiene las manos rodeando el envase del café y succiona de la pajilla en la punta de este, la acomoda y sigue con su desayuno.
-¿Mejor?
Ella asiente y cierra los ojos un segundo. Al abrirlos noto esa mirada nuevamente, esa mirada que indica que está perdida, que pide ayuda a gritos. Esa mirada que nadie se toma el tiempo en analizar. Sus ojos miel están casi verdosos y sus labios tiemblan levemente.
-Tienes que desayunar todos los días –le digo suavemente.
Vuelve a asentir quedamente. Sé que no me va a hacer caso, pero vale la pena intentarlo. Sigo bajando y subiendo mi mano por su espalda en un intento de tranquilizarla un poco más. Yo no estoy tomando nada, pues es ella la que no ha desayunado esta mañana.
La lluvia sigue cayendo sobre Georgia, los vidrios están casi empañados y la mirada de _____ se fija en las gotas suicidas, como sus lágrimas. Termina el café y cierra los ojos levemente, como si le doliera.
-Voy al baño –dice suavemente. Se pone de pie y yo me acomodo en mi parte del asiento.
La veo perderse en el pequeño pasillo y se mete en el baño de mujeres. Por más que no quiera, una incógnita asalta mi cabeza. ¿Por qué va al baño apenas termina? Y sacudo la cabeza para quitarla de allí, para que se desaloje de mi mente. ¿Es acaso porqué si? ¿Es bulímica? Cierro los ojos con fuerza e intento despejar mi cabeza, no quiero pensar en aquello. Así que me pongo de pie y después de dejar el envase vacío en la basura, me dirijo al mostrador para pagar lo consumido.
-Listo. –Llega a mi lado y busca mi mano.
Le tomo la mano lentamente y siento el buzo que no nos deja hacer contacto directo. El chico me pasa el vuelto de lo abonado y lo meto en el bolsillo trasero de mi pantalón.
-¿Nos vamos?
Ella alza la mirada para encontrase con la mía. Siento como mi estómago se contrae. Tiene más problemas de los que creí. Es más frágil que lo que pensé.
-¿Adónde vamos?
-¿Adónde quieres ir?
Se encoge de hombros y me mira pensativa mientras caminamos a la salida del café. No tenemos paraguas y si se preguntan cómo hemos llegado, la respuesta es fácil y sencilla.
-------
-No, no, no –me dice cerrando la puerta.
-Oh, vamos, ¿qué te puede hacer un poco de agua?
No está divertida, se nota a kilómetros, pero tenemos que salir del colegio. Afuera sigue lloviendo como si el mundo fuera a caerse a pedazos, ______ tiene que comprender que no tenemos paraguas y hay que salir de acá. Le pongo la capucha de su buzo y le cierro el pequeño cierre hasta la garganta. Ella se queja y me aparta con un leve empujón. Me pongo mi capucha y tiro del extremo de los cordones para encerrarme en ella. ______ ríe levemente.
-Qué tonto eres.
-Tonta tú. –Le doy un suave beso en la punta de la nariz y aflojo mi capucha-. Tienes que correr rápido.
-No quiero correr, me duele la cabeza.
Abro la puerta del colegio y sin escuchar las quejas de _______ la arrastro para saltar los tres escalones de la entrada y comienzo a correr llevándola de la mano, arrastrándola conmigo.
-Espera, Justin, espera –me grita algo divertida.
-No espero nada. ¡Muévete!
Siento su risa detrás de mí y decido pisar fuerte en un charco al pasar. El agua le empapa los vaqueros haciendo que se peguen a su cuerpo. Ella grita horrorizada y yo me río divertido mientras sigo llevándola a rastras hasta el café.
-------
-No se puede ir a ningún lado –me dice observando la lluvia caer.
-Mi mamá pasa a buscarnos por el colegio a la una del medio día.
______ se ríe divertida y me río con ella porque no sé que le ha hecho gracia.
-En mi casa no hay nadie, podemos ir allí si quieres.
-¿En qué?
Se pone un dedo sobre los labios y luego me devuelve la vista con un brillo en los ojos. Sé que tiene una idea. Mete la mano en el bolsillo de sus vaqueros y saca un pequeño monedero.
-En autobús.
La miro extrañado y ella alza una ceja mientras abre la puerta de vidrio y salimos de allí. Está vez es ella la que me conduce y casi me arrastra a la parada del autobús.
-¿Acaso nunca te has subido a uno?
Niego con la cabeza y ella se ríe de mí. La parada tiene un techo para tres o cuatro personas y está casi destruida. Ella se asoma a la calle y luego alza los hombros divertida. Caigo en la cuenta de que aún seguimos tomados de la mano.
Cuando el autobús llega, nos subimos y está casi vacío. Ella paga por mí. No sé ni cómo se paga en estas cosas. Y luego nos sentamos al final de este. Ella me explica que en su casa no hay nadie, que están todos en el colegio y su mamá trabajando. Y luego se queda callada de repente. No comprendo su silencio, pero si me doy cuenta cuando aprieta más mi mano. Y en vez de soltarla, también aprieto su mano y beso sus nudillos.
-¿Puedo? –Pregunto en un susurro tomando el borde de su manga.
Ella cierra los ojos y asiente lentamente. Subo la manga y me encuentro con las marcas de sus uñas sobre las palmas de su mano, pero eso no es nada a comparación de lo que he visto ayer en el coche.
-Anoche no lo hice –susurra.
Alzo la vista de sus palmas y la veo sonriéndome levemente. Eso indica que todas las noches se corta, que todas las noches sufre, que todas las noches pasa por la misma mierda.
-Un día a tu favor –le digo sonriendo.
Ella me devuelve la mirada y yo inspecciono que no nos esté viendo nadie para levantarle el buzo hasta el codo. Allí están los cortes que odio ver, las marcas de guerra, como ella dice. Y aunque me duele verlas, me hace bien saber que anoche no se ha cortado, que quizá se haya dormido entre lágrimas, pero no se ha lastimado.
-No es una casa muy súper grande, pero nosotros cuatro entramos en ella –me dice cuando abre la puerta. Se hace a un lado para que entre yo primero y es ahí cuando nos soltamos las manos.- ¿Quieres tomar algo?
Niego levemente con la cabeza y me fijo la hora en mi reloj pulsera. Las nueve y media. Bueno, tenemos un buen rato para volver al colegio antes de que mi mamá se dé cuenta de que no he asistido a clases.
-¿Te muestro la casa? –Pregunta arreglándose las mangas.
Asiento con la cabeza y ella vuelve a tomarme la mano para moverme de la sala. Me muestra la cocina, el comedor pegado a esta. Es una pequeña casa de dos plantas, con tan solo tres habitaciones y dos baños, uno arriba y otro abajo. Sus hermanos duermen los dos juntos, su madre ocupa otra habitación y ella otra.
-Compartí mi habitación con mis hermanos hasta los diez años.
Abro los ojos con impresión y ella me sonríe levemente. Suelta mi mano cuando llegamos a la puerta de su habitación y la abre. Es un completo desastre. Peor que la mía.
-No he tenido tiempo de ordenar –explica.
Le sonrío levemente y ella entra en la habitación, la sigo. La cama está sin hacer, tiene demasiados libros apilados en un escritorio de madera con una lámpara encima. La habitación está ambientada en color lila, al que tomo como su favorito. Tiene un balcón no tan grande y hay ropa tirada por todo el suelo. Ella se agacha y comienza a levantarla para meterla hecha un bollo en el armario.
-Qué ordenada. –Me río de ella.
Voltea a verme y pone los ojos en blanco. Luego sigue con su tarea no tan aplicada. Me siento en la cama y tomo la foto sobre su mesa de noche. Dos niños y un hombre. La niña tiene el cabello casi rubio y demasiado fino. En la playa, con un traje de baño enterizo. El nene tiene el cabello más oscuro y un traje de baño azul. Ambos están sobre el hombre tirados en la arena.
-Mi papá –dice en un susurro.
Dejo la foto sobre la mesa de noche y me froto las manos con nerviosismo. No sé cómo actuar en estos casos. Ella cierra el armario y se sienta a mi lado. Suspira.
-¿Una pregunta por una pregunta?
Alzo la vista y la veo observándome. Me sonríe levemente y recuerdo el efecto de mis preguntas en ella la última vez. Lo que menos quiero es hacerle daño, un daño irreparable.
-No, está bien.
-Oh, vamos. Has estado todo el día viéndome con las pupilas hechas un signo de pregunta. Responderé cualquier cosa, sin derramar lágrimas.
Bajo la mirada a sus manos, están entrelazadas y supongo que es su manera de darse seguridad.
-Está bien.
-Tú también debes responder lo que sea.
-¿Entonces cualquier cosa?
-Vamos, que sea un juego duro. Pregunta lo que quieras, voy a responderlo todo.
Asiento levemente y luego la veo a los ojos. Ella me sonríe. Y de repente me siento tímido.
-Empieza –susurra.
Está bien. “Que sea un juego duro” y sé a que se refiere. Voy a preguntar todo lo que quiera preguntar, y voy a responder todo lo que ella me pregunte. Respiro profundamente y decido empezar con algo que me viene carcomiendo la cabeza durante días y días.
-¿Con qué te cortas?
_________
Perdon por tardar tanto es que mi hermanita ya nacio y asasasa
Capitulo XII:
“No sé que duele más si las cicatrices o tragarse el nudo en la garganta al querer llorar.”
Su cabello húmedo se pega a su cara mientras toma un humeante café a mi lado. Está perdida en sus pensamientos, hundida en sus problemas. Sus ojos están rojos e hinchados, pues tan solo hacen unos minutos no llora más. Tiene las manos rodeando el envase del café y succiona de la pajilla en la punta de este, la acomoda y sigue con su desayuno.
-¿Mejor?
Ella asiente y cierra los ojos un segundo. Al abrirlos noto esa mirada nuevamente, esa mirada que indica que está perdida, que pide ayuda a gritos. Esa mirada que nadie se toma el tiempo en analizar. Sus ojos miel están casi verdosos y sus labios tiemblan levemente.
-Tienes que desayunar todos los días –le digo suavemente.
Vuelve a asentir quedamente. Sé que no me va a hacer caso, pero vale la pena intentarlo. Sigo bajando y subiendo mi mano por su espalda en un intento de tranquilizarla un poco más. Yo no estoy tomando nada, pues es ella la que no ha desayunado esta mañana.
La lluvia sigue cayendo sobre Georgia, los vidrios están casi empañados y la mirada de _____ se fija en las gotas suicidas, como sus lágrimas. Termina el café y cierra los ojos levemente, como si le doliera.
-Voy al baño –dice suavemente. Se pone de pie y yo me acomodo en mi parte del asiento.
La veo perderse en el pequeño pasillo y se mete en el baño de mujeres. Por más que no quiera, una incógnita asalta mi cabeza. ¿Por qué va al baño apenas termina? Y sacudo la cabeza para quitarla de allí, para que se desaloje de mi mente. ¿Es acaso porqué si? ¿Es bulímica? Cierro los ojos con fuerza e intento despejar mi cabeza, no quiero pensar en aquello. Así que me pongo de pie y después de dejar el envase vacío en la basura, me dirijo al mostrador para pagar lo consumido.
-Listo. –Llega a mi lado y busca mi mano.
Le tomo la mano lentamente y siento el buzo que no nos deja hacer contacto directo. El chico me pasa el vuelto de lo abonado y lo meto en el bolsillo trasero de mi pantalón.
-¿Nos vamos?
Ella alza la mirada para encontrase con la mía. Siento como mi estómago se contrae. Tiene más problemas de los que creí. Es más frágil que lo que pensé.
-¿Adónde vamos?
-¿Adónde quieres ir?
Se encoge de hombros y me mira pensativa mientras caminamos a la salida del café. No tenemos paraguas y si se preguntan cómo hemos llegado, la respuesta es fácil y sencilla.
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-No, no, no –me dice cerrando la puerta.
-Oh, vamos, ¿qué te puede hacer un poco de agua?
No está divertida, se nota a kilómetros, pero tenemos que salir del colegio. Afuera sigue lloviendo como si el mundo fuera a caerse a pedazos, ______ tiene que comprender que no tenemos paraguas y hay que salir de acá. Le pongo la capucha de su buzo y le cierro el pequeño cierre hasta la garganta. Ella se queja y me aparta con un leve empujón. Me pongo mi capucha y tiro del extremo de los cordones para encerrarme en ella. ______ ríe levemente.
-Qué tonto eres.
-Tonta tú. –Le doy un suave beso en la punta de la nariz y aflojo mi capucha-. Tienes que correr rápido.
-No quiero correr, me duele la cabeza.
Abro la puerta del colegio y sin escuchar las quejas de _______ la arrastro para saltar los tres escalones de la entrada y comienzo a correr llevándola de la mano, arrastrándola conmigo.
-Espera, Justin, espera –me grita algo divertida.
-No espero nada. ¡Muévete!
Siento su risa detrás de mí y decido pisar fuerte en un charco al pasar. El agua le empapa los vaqueros haciendo que se peguen a su cuerpo. Ella grita horrorizada y yo me río divertido mientras sigo llevándola a rastras hasta el café.
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-No se puede ir a ningún lado –me dice observando la lluvia caer.
-Mi mamá pasa a buscarnos por el colegio a la una del medio día.
______ se ríe divertida y me río con ella porque no sé que le ha hecho gracia.
-En mi casa no hay nadie, podemos ir allí si quieres.
-¿En qué?
Se pone un dedo sobre los labios y luego me devuelve la vista con un brillo en los ojos. Sé que tiene una idea. Mete la mano en el bolsillo de sus vaqueros y saca un pequeño monedero.
-En autobús.
La miro extrañado y ella alza una ceja mientras abre la puerta de vidrio y salimos de allí. Está vez es ella la que me conduce y casi me arrastra a la parada del autobús.
-¿Acaso nunca te has subido a uno?
Niego con la cabeza y ella se ríe de mí. La parada tiene un techo para tres o cuatro personas y está casi destruida. Ella se asoma a la calle y luego alza los hombros divertida. Caigo en la cuenta de que aún seguimos tomados de la mano.
Cuando el autobús llega, nos subimos y está casi vacío. Ella paga por mí. No sé ni cómo se paga en estas cosas. Y luego nos sentamos al final de este. Ella me explica que en su casa no hay nadie, que están todos en el colegio y su mamá trabajando. Y luego se queda callada de repente. No comprendo su silencio, pero si me doy cuenta cuando aprieta más mi mano. Y en vez de soltarla, también aprieto su mano y beso sus nudillos.
-¿Puedo? –Pregunto en un susurro tomando el borde de su manga.
Ella cierra los ojos y asiente lentamente. Subo la manga y me encuentro con las marcas de sus uñas sobre las palmas de su mano, pero eso no es nada a comparación de lo que he visto ayer en el coche.
-Anoche no lo hice –susurra.
Alzo la vista de sus palmas y la veo sonriéndome levemente. Eso indica que todas las noches se corta, que todas las noches sufre, que todas las noches pasa por la misma mierda.
-Un día a tu favor –le digo sonriendo.
Ella me devuelve la mirada y yo inspecciono que no nos esté viendo nadie para levantarle el buzo hasta el codo. Allí están los cortes que odio ver, las marcas de guerra, como ella dice. Y aunque me duele verlas, me hace bien saber que anoche no se ha cortado, que quizá se haya dormido entre lágrimas, pero no se ha lastimado.
-No es una casa muy súper grande, pero nosotros cuatro entramos en ella –me dice cuando abre la puerta. Se hace a un lado para que entre yo primero y es ahí cuando nos soltamos las manos.- ¿Quieres tomar algo?
Niego levemente con la cabeza y me fijo la hora en mi reloj pulsera. Las nueve y media. Bueno, tenemos un buen rato para volver al colegio antes de que mi mamá se dé cuenta de que no he asistido a clases.
-¿Te muestro la casa? –Pregunta arreglándose las mangas.
Asiento con la cabeza y ella vuelve a tomarme la mano para moverme de la sala. Me muestra la cocina, el comedor pegado a esta. Es una pequeña casa de dos plantas, con tan solo tres habitaciones y dos baños, uno arriba y otro abajo. Sus hermanos duermen los dos juntos, su madre ocupa otra habitación y ella otra.
-Compartí mi habitación con mis hermanos hasta los diez años.
Abro los ojos con impresión y ella me sonríe levemente. Suelta mi mano cuando llegamos a la puerta de su habitación y la abre. Es un completo desastre. Peor que la mía.
-No he tenido tiempo de ordenar –explica.
Le sonrío levemente y ella entra en la habitación, la sigo. La cama está sin hacer, tiene demasiados libros apilados en un escritorio de madera con una lámpara encima. La habitación está ambientada en color lila, al que tomo como su favorito. Tiene un balcón no tan grande y hay ropa tirada por todo el suelo. Ella se agacha y comienza a levantarla para meterla hecha un bollo en el armario.
-Qué ordenada. –Me río de ella.
Voltea a verme y pone los ojos en blanco. Luego sigue con su tarea no tan aplicada. Me siento en la cama y tomo la foto sobre su mesa de noche. Dos niños y un hombre. La niña tiene el cabello casi rubio y demasiado fino. En la playa, con un traje de baño enterizo. El nene tiene el cabello más oscuro y un traje de baño azul. Ambos están sobre el hombre tirados en la arena.
-Mi papá –dice en un susurro.
Dejo la foto sobre la mesa de noche y me froto las manos con nerviosismo. No sé cómo actuar en estos casos. Ella cierra el armario y se sienta a mi lado. Suspira.
-¿Una pregunta por una pregunta?
Alzo la vista y la veo observándome. Me sonríe levemente y recuerdo el efecto de mis preguntas en ella la última vez. Lo que menos quiero es hacerle daño, un daño irreparable.
-No, está bien.
-Oh, vamos. Has estado todo el día viéndome con las pupilas hechas un signo de pregunta. Responderé cualquier cosa, sin derramar lágrimas.
Bajo la mirada a sus manos, están entrelazadas y supongo que es su manera de darse seguridad.
-Está bien.
-Tú también debes responder lo que sea.
-¿Entonces cualquier cosa?
-Vamos, que sea un juego duro. Pregunta lo que quieras, voy a responderlo todo.
Asiento levemente y luego la veo a los ojos. Ella me sonríe. Y de repente me siento tímido.
-Empieza –susurra.
Está bien. “Que sea un juego duro” y sé a que se refiere. Voy a preguntar todo lo que quiera preguntar, y voy a responder todo lo que ella me pregunte. Respiro profundamente y decido empezar con algo que me viene carcomiendo la cabeza durante días y días.
-¿Con qué te cortas?
_________
Perdon por tardar tanto es que mi hermanita ya nacio y asasasa
Leiluu Horan
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
Hoooli!!!
Me encantooo!! Siguelaporfas quiero saber que diceee!!!
Me encantooo!! Siguelaporfas quiero saber que diceee!!!
katara.
------
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
CDSNIUDCNHSYUDFGEY ESA PREGUNTA JUSTIN¡ ESA PREGUNTA ¡ ¬¬ Ay siguela jcefuigt aawww ¿nueva hermanita? aawww le deseo muchas bendiciones a la nena
Someone
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
Hoy por ser Sábado hago mini maratón de 3 capitulos...
#22:00 #MuchLove #Invisible
#22:00 #MuchLove #Invisible
Leiluu Horan
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
¡Genial! Abra maratón :3 lo espero con muchas ansias c: #LoveYouLeiluu Horan escribió:Hoy por ser Sábado hago mini maratón de 3 capitulos...
#22:00 #MuchLove #Invisible
Someone
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
“Invisible”
Capitulo XIII:
“Eres mejor que todo esto.”
-Depende.
Sé que esa ha sido la respuesta y la próxima tendré que esforzarme más para sacar más información.
-¿Por qué se separaron tus padres?
-Mi mamá se quedó embarazada a los dieciocho años, así que no se casaron. Eran muy chicos, no sabían lo que hacían cuando mi mamá se quedó embarazada de mí. Así que, bueno, creo que ellos no se llevaban tan bien estando juntos y decidieron separarse.
Ella asiente con la cabeza.
-¿De que depende con qué te cortes?
Toma aire profundamente y lo suelta de golpe. Baja la mirada.
-Depende de cuanto quiera cortarme y donde.
Abro los ojos con mucha impresión. ¿Dónde? ¿No solo se corta las muñecas?
-¿Te gusta Shay?
-¿Shay? No, claro que no. Solo somos amigos.
¿A qué viene esa pregunta? Mi chica invisible aún esconde muchos secretos que tengo que intentar revelar lo máximo posible hoy.
-¿Y que utilizas para cortarte según cuanto quieras cortarte?
Ella tuerce la mirada y se ríe tímidamente. Sé que no es por la pregunta, sino por cómo está planteada tan retorcidamente. Me río también.
-Puede ser con la maquina de afeitar, con una tijera, con una cuchilla o con un pedazo de espejo.
-¿Un pedazo de espejo?
Me pone un dedo sobre los labios.
-Es mi turno –dice con cautela-. ¿Te has enamorado en serio?
Oh, vamos. ¿Por qué hace esas preguntas?
-No, creo que no. No he llegado a querer a alguien tanto como para decirle que la amo. –La veo asentir y pienso en seguir con mi pregunta más acechante-. ¿Cómo te cortas con un pedazo de espejo?
-No quiero responder a eso –murmura.
Quizá he ido demasiado lejos, pero ella dijo “que sea un juego duro” y supongo que a esto se refería.
-No lo…
-Hay distintas formas –responde interrumpiéndome-. Lo coloco sobre mi muñeca, lo presiono y luego lo paso sin disminuir la presión.
Se me retuerce el estómago. La imagino hacer aquello y mi corazón se estruja. Yo no quiero que ella se haga daño.
-¿Quién es tu mejor amigo?
-Chaz y Ryan son mis mejores amigos –respondo.
-Charles –se ríe divertida.
Me río con ella.
-¿Lloras todas las noches, ______?
-Casi todas –dice sin mirarme.
Nos quedamos callados por unos segundos y ahora ella levanta la vista.
-Si lloras todas las noches –afirmo viendo sus ojos.
Ella asiente y luego sus ojos se llenan de lágrimas. Oh, no, no. Yo no quiero que ella llore. Hago que se suelte las manos para poder tomar una de ellas entre las mías y le sonrío levemente.
-Estoy para ti. Así que si hay una noche que no puedes dormir y quieres llorar, tienes mi número.
Me sonríe como si en serio estuviera agradecida y el brillo que veo en sus ojos es de esperanza. Ella no eligió está vida, simplemente le tocó, pero eso no significa que no pueda salir de esto.
-¿Tu mamá tiene novio?
Me río. ¿Qué clase de pregunta es esa?
-No, que yo sepa no lo tiene.
Ella también se ríe conmigo. Su risa es una canción que me gustaría escuchar en modo repetición. Uno de mis sonidos favoritos.
-¿Te gusta la música?
Ella asiente enérgicamente y sube los pies a la cama. Se sienta como indio pero no deja de tomarme la mano.
-Amo la música, me encanta. –Sonríe-. Pero no sé cantar ni tocar instrumentos. ¿A ti te gusta?
-Me fascina.
Ladea la cabeza con una sonrisa en sus labios y se ve que tiene ganas de preguntar, pero no lo hace. Sabe que no es su turno.
-¿Qué instrumento te gustaría aprender a tocar? Veamos si puedo servir.
-Quiero aprender a tocar la guitarra –dice entusiasmada como un niño en Navidad.
Le sonrío tiernamente.
-Yo sé tocar la guitarra.
Su boca forma una “O” y me río por su expresión. Es tan buena y tiene tan pocos amigos que siento demasiada compasión por ella. Necesita desesperadamente compañía.
-También sé tocar la trompeta, el piano y la batería.
-Oh, Dios –articula felizmente.
Me río por sus muecas y expresiones. Es hermosa, realmente. Su cabello lacio no se ha enrulado a pesar de la lluvia y eso me indica que es así, es realmente lacio. Sus ojos tienen un brillo especial y su sonrisa, su sonrisa tan perfecta en cuanto a valiosa. Su sonrisa es lo que merece la pena en este mundo roto.
-¿A quién le toca? –Me pregunta.
-Oh, creo que has gastado tu pregunta.
-¡Justin, eso no es justo! –Se ríe y me golpea el hombro con la mano libre.
Me río con ella y me echo hacía atrás en la cama. Nuestras manos siguen entrelazadas. Ella hace exactamente lo mismo que yo y quedamos en la misma posición. Se ríe divertida y coloca la cabeza de costado para verme.
-Hola.
-Hola, _____.
Se ríe como una niña y luego cierra los ojos, abre uno y me sonríe divertida. Nos quedamos callados haciendo contacto visual. Ella de repente cierra sus ojos y vuelve a abrirlos cuando está en posición mirando el techo de la habitación.
-Háblame de ti –susurro.
Ella traga saliva al escucharme. Vuelvo la cabeza para quedar como ella. Nuestras manos no se han soltado en ningún momento, y no sé porqué siento que a ella eso le da confianza.
-¿Qué quieres saber?
-Todo.
-¿Todo de qué, Justin? Hay mucho para contar.
-¿Por qué lo haces?
Ela cierra sus ojos un segundo y luego frunce el ceño.
-Porque puedo soportar el dolor físico y no el interno.
-¿Por qué?
-No vas a entenderlo, Justin –murmura.
-Lo intentaré y voy a ayudarte, _______.
-No puedes, estoy perdida.
-No es cierto.
-Sí que lo es.
-¿Tu mamá lo sabe?
-¡Estás loco! ¿Cómo va a saberlo?
-Qué se yo. –Me encojo de hombros-. Quizá lo sabía. ¿Quiénes saben?
-Tú y yo. Y es nuestro secreto de por vida.
Me quedo callado, muy callado. Bueno, tengo un secreto para compartir con ella y por un momento desearía que fuera un lindo secreto y no ese. Ese secreto triste y abrumador.
-Tú eres mejor que todo esto, mucho mejor.
-No lo creas.
-Sé que una vez me dijiste que si te conociera en realidad no querría ser tu amigo. Sigo a tu lado ¿ya lo he conocido todo?
-No, eso es solo el comienzo.
-No me digas eso.
Ella vuelve la cabeza para verme. Soy consciente de que mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Qué has hecho con tu vida, ______? ¿Por qué más estás pasando, niña? Se acerca un poco a mí y nuestros hombros se tocan.
-¿En serio quieres saberlo?
-Todo.
-Me corto hace ocho meses. Comenzó como algo inocente, una forma poco común de descargarme. Yo siento que tengo la culpa de todo, de absolutamente todo, es porque me trago las cosas, no las digo, no me desahogo. Creo que lo que mejor sé hacer es lastimarme, soy una bomba de tiempo y me voy destruyendo a mí misma. No puedo querer a alguien si no me quiero a mí misma, ¿entiendes?
Asiento con la cabeza y ella cierra los ojos. Vuelve a observar al techo y suspira. Vuelvo mi cabeza al techo también.
-Perdí a mi papá hace cinco años, cinco malditos años. ¿Y sabes? Creo que he crecido muy de golpe, que las niñas de mi edad seguían jugando con muñecas mientras yo me quedaba en casa cuidando de mi hermano menor, que tenía cuatro años y mi mamá estaba devastada como para poder cuidarlo. No voy a mentirte, he querido suicidarme desde hace tres años, siempre intento cambiar, pero es que no puedo. Odio las críticas, odio los gritos entre mi mamá y mi hermano, odio que la gente me juzgue sin conocerme, odio mi cuerpo, odio mi vida, me odio a mi misma.
-No digas eso.
-Justin, me odio. Hablo muy en serio, me odio, me odio mucho. Una persona normal se quiere por lo menos algo, yo deseo padecer de una enfermedad para morirme pronto.
Mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que cerrarlos para mantenerme fuerte. Me veo apretándole más fuerte la mano a ella, ella responde apretando la mía.
-No te odies –susurro.
-Eso es imposible.
-Nada es imposible si uno se lo propone.
Se queda callada, sé que está pensando en lo que he dicho anteriormente. Sin embargo, suspira y sigue hablando casi entre sollozos.
-La gente me excluye, no tengo amigos, bueno, unos pocos. Pero no los conozco, son amigos de otros países, gente con la que hablo por skype, facebook, twitter, pero sé que nunca en mi vida voy a conocer. Tengo una familia que dice quererme, pero yo siento todo lo contrario. Bueno, ahora te tengo a ti, pero antes no podía confiar en nadie más. La gente dice que hay que ser fuerte, pero es muy difícil.
-Ve a lo peor –suplico intentando mantener la compostura.
-Me corto desde la muñeca hasta el codo en ambos brazos. Tengo cortes en las piernas, en los muslos, ambos. No como casi nada y muchas veces que como, me siento culpable y corro al baño. Ya sabes.
Mi subconsciente me dice que he tenido razón. Asiento tragando el nudo en mi garganta y pretendo que ella siga.
-Quiero morirme, ¿sabes lo que es vivir todos los días deseando que ocurra algo para morirte? Veo a mi familia y siento que estarían mejor sin mí. Mi mamá y mi hermano mayor se gritan todo el tiempo, tengo que morder la almohada para que nadie me oiga llorar por las noches. Anoche ha sido un milagro que no me cortara, y todo por ti, Justin.
Sonrío levemente, eso es lo más lindo que ha dicho desde que ha empezado a hablar.
-Estoy cansada de todo. Estoy cansada de estar cansada. Tengo una vida que no se la deseo a nadie. Paso fin de semana tras fin de semana llorando en casa, sola. Me he leído un batallón de libros, he escrito varias novelas. Mi hermano mayor se droga. Llega a casa con los ojos rojos, con la mente en cualquier lado. Y mi hermano menor, mi hermosa debilidad, el niño de mis ojos, es él que más sufre en toda esta historia. Y yo sufro por él, siento que es mi culpa, me corto por los dos.
-No, no, no, no –digo casi abandonándome al llanto.
Pero no es propio de un hombre. Se supone que tengo que darle mi apoyo, no llorar como una nena indefensa.
-No te alejes de mí, no me sueltes. –Me aprieta la mano y las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.
Mierda, es ella la que está sufriendo no yo. Y me siento en la cama de golpe, asustado. Caigo en la cuenta de que ella necesita ayuda urgente, de que no quiero separarme de ella. Y tengo miedo de dejarla sola, ahora yo también le tengo miedo a ella. Así que me tiro sobre ella y la estrecho entre mis brazos lo más que puedo. Cuando quiero acordar, ella está sobre mi regazo y solloza sobre mi pecho. Así la quiero, descargándose conmigo, no con sus brazos, no con un espejo en mano. No quiero que se haga daño, quiero que viva.
-No sé de lo que soy capaz, eso me asusta.
Capitulo XIII:
“Eres mejor que todo esto.”
-Depende.
Sé que esa ha sido la respuesta y la próxima tendré que esforzarme más para sacar más información.
-¿Por qué se separaron tus padres?
-Mi mamá se quedó embarazada a los dieciocho años, así que no se casaron. Eran muy chicos, no sabían lo que hacían cuando mi mamá se quedó embarazada de mí. Así que, bueno, creo que ellos no se llevaban tan bien estando juntos y decidieron separarse.
Ella asiente con la cabeza.
-¿De que depende con qué te cortes?
Toma aire profundamente y lo suelta de golpe. Baja la mirada.
-Depende de cuanto quiera cortarme y donde.
Abro los ojos con mucha impresión. ¿Dónde? ¿No solo se corta las muñecas?
-¿Te gusta Shay?
-¿Shay? No, claro que no. Solo somos amigos.
¿A qué viene esa pregunta? Mi chica invisible aún esconde muchos secretos que tengo que intentar revelar lo máximo posible hoy.
-¿Y que utilizas para cortarte según cuanto quieras cortarte?
Ella tuerce la mirada y se ríe tímidamente. Sé que no es por la pregunta, sino por cómo está planteada tan retorcidamente. Me río también.
-Puede ser con la maquina de afeitar, con una tijera, con una cuchilla o con un pedazo de espejo.
-¿Un pedazo de espejo?
Me pone un dedo sobre los labios.
-Es mi turno –dice con cautela-. ¿Te has enamorado en serio?
Oh, vamos. ¿Por qué hace esas preguntas?
-No, creo que no. No he llegado a querer a alguien tanto como para decirle que la amo. –La veo asentir y pienso en seguir con mi pregunta más acechante-. ¿Cómo te cortas con un pedazo de espejo?
-No quiero responder a eso –murmura.
Quizá he ido demasiado lejos, pero ella dijo “que sea un juego duro” y supongo que a esto se refería.
-No lo…
-Hay distintas formas –responde interrumpiéndome-. Lo coloco sobre mi muñeca, lo presiono y luego lo paso sin disminuir la presión.
Se me retuerce el estómago. La imagino hacer aquello y mi corazón se estruja. Yo no quiero que ella se haga daño.
-¿Quién es tu mejor amigo?
-Chaz y Ryan son mis mejores amigos –respondo.
-Charles –se ríe divertida.
Me río con ella.
-¿Lloras todas las noches, ______?
-Casi todas –dice sin mirarme.
Nos quedamos callados por unos segundos y ahora ella levanta la vista.
-Si lloras todas las noches –afirmo viendo sus ojos.
Ella asiente y luego sus ojos se llenan de lágrimas. Oh, no, no. Yo no quiero que ella llore. Hago que se suelte las manos para poder tomar una de ellas entre las mías y le sonrío levemente.
-Estoy para ti. Así que si hay una noche que no puedes dormir y quieres llorar, tienes mi número.
Me sonríe como si en serio estuviera agradecida y el brillo que veo en sus ojos es de esperanza. Ella no eligió está vida, simplemente le tocó, pero eso no significa que no pueda salir de esto.
-¿Tu mamá tiene novio?
Me río. ¿Qué clase de pregunta es esa?
-No, que yo sepa no lo tiene.
Ella también se ríe conmigo. Su risa es una canción que me gustaría escuchar en modo repetición. Uno de mis sonidos favoritos.
-¿Te gusta la música?
Ella asiente enérgicamente y sube los pies a la cama. Se sienta como indio pero no deja de tomarme la mano.
-Amo la música, me encanta. –Sonríe-. Pero no sé cantar ni tocar instrumentos. ¿A ti te gusta?
-Me fascina.
Ladea la cabeza con una sonrisa en sus labios y se ve que tiene ganas de preguntar, pero no lo hace. Sabe que no es su turno.
-¿Qué instrumento te gustaría aprender a tocar? Veamos si puedo servir.
-Quiero aprender a tocar la guitarra –dice entusiasmada como un niño en Navidad.
Le sonrío tiernamente.
-Yo sé tocar la guitarra.
Su boca forma una “O” y me río por su expresión. Es tan buena y tiene tan pocos amigos que siento demasiada compasión por ella. Necesita desesperadamente compañía.
-También sé tocar la trompeta, el piano y la batería.
-Oh, Dios –articula felizmente.
Me río por sus muecas y expresiones. Es hermosa, realmente. Su cabello lacio no se ha enrulado a pesar de la lluvia y eso me indica que es así, es realmente lacio. Sus ojos tienen un brillo especial y su sonrisa, su sonrisa tan perfecta en cuanto a valiosa. Su sonrisa es lo que merece la pena en este mundo roto.
-¿A quién le toca? –Me pregunta.
-Oh, creo que has gastado tu pregunta.
-¡Justin, eso no es justo! –Se ríe y me golpea el hombro con la mano libre.
Me río con ella y me echo hacía atrás en la cama. Nuestras manos siguen entrelazadas. Ella hace exactamente lo mismo que yo y quedamos en la misma posición. Se ríe divertida y coloca la cabeza de costado para verme.
-Hola.
-Hola, _____.
Se ríe como una niña y luego cierra los ojos, abre uno y me sonríe divertida. Nos quedamos callados haciendo contacto visual. Ella de repente cierra sus ojos y vuelve a abrirlos cuando está en posición mirando el techo de la habitación.
-Háblame de ti –susurro.
Ella traga saliva al escucharme. Vuelvo la cabeza para quedar como ella. Nuestras manos no se han soltado en ningún momento, y no sé porqué siento que a ella eso le da confianza.
-¿Qué quieres saber?
-Todo.
-¿Todo de qué, Justin? Hay mucho para contar.
-¿Por qué lo haces?
Ela cierra sus ojos un segundo y luego frunce el ceño.
-Porque puedo soportar el dolor físico y no el interno.
-¿Por qué?
-No vas a entenderlo, Justin –murmura.
-Lo intentaré y voy a ayudarte, _______.
-No puedes, estoy perdida.
-No es cierto.
-Sí que lo es.
-¿Tu mamá lo sabe?
-¡Estás loco! ¿Cómo va a saberlo?
-Qué se yo. –Me encojo de hombros-. Quizá lo sabía. ¿Quiénes saben?
-Tú y yo. Y es nuestro secreto de por vida.
Me quedo callado, muy callado. Bueno, tengo un secreto para compartir con ella y por un momento desearía que fuera un lindo secreto y no ese. Ese secreto triste y abrumador.
-Tú eres mejor que todo esto, mucho mejor.
-No lo creas.
-Sé que una vez me dijiste que si te conociera en realidad no querría ser tu amigo. Sigo a tu lado ¿ya lo he conocido todo?
-No, eso es solo el comienzo.
-No me digas eso.
Ella vuelve la cabeza para verme. Soy consciente de que mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Qué has hecho con tu vida, ______? ¿Por qué más estás pasando, niña? Se acerca un poco a mí y nuestros hombros se tocan.
-¿En serio quieres saberlo?
-Todo.
-Me corto hace ocho meses. Comenzó como algo inocente, una forma poco común de descargarme. Yo siento que tengo la culpa de todo, de absolutamente todo, es porque me trago las cosas, no las digo, no me desahogo. Creo que lo que mejor sé hacer es lastimarme, soy una bomba de tiempo y me voy destruyendo a mí misma. No puedo querer a alguien si no me quiero a mí misma, ¿entiendes?
Asiento con la cabeza y ella cierra los ojos. Vuelve a observar al techo y suspira. Vuelvo mi cabeza al techo también.
-Perdí a mi papá hace cinco años, cinco malditos años. ¿Y sabes? Creo que he crecido muy de golpe, que las niñas de mi edad seguían jugando con muñecas mientras yo me quedaba en casa cuidando de mi hermano menor, que tenía cuatro años y mi mamá estaba devastada como para poder cuidarlo. No voy a mentirte, he querido suicidarme desde hace tres años, siempre intento cambiar, pero es que no puedo. Odio las críticas, odio los gritos entre mi mamá y mi hermano, odio que la gente me juzgue sin conocerme, odio mi cuerpo, odio mi vida, me odio a mi misma.
-No digas eso.
-Justin, me odio. Hablo muy en serio, me odio, me odio mucho. Una persona normal se quiere por lo menos algo, yo deseo padecer de una enfermedad para morirme pronto.
Mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que cerrarlos para mantenerme fuerte. Me veo apretándole más fuerte la mano a ella, ella responde apretando la mía.
-No te odies –susurro.
-Eso es imposible.
-Nada es imposible si uno se lo propone.
Se queda callada, sé que está pensando en lo que he dicho anteriormente. Sin embargo, suspira y sigue hablando casi entre sollozos.
-La gente me excluye, no tengo amigos, bueno, unos pocos. Pero no los conozco, son amigos de otros países, gente con la que hablo por skype, facebook, twitter, pero sé que nunca en mi vida voy a conocer. Tengo una familia que dice quererme, pero yo siento todo lo contrario. Bueno, ahora te tengo a ti, pero antes no podía confiar en nadie más. La gente dice que hay que ser fuerte, pero es muy difícil.
-Ve a lo peor –suplico intentando mantener la compostura.
-Me corto desde la muñeca hasta el codo en ambos brazos. Tengo cortes en las piernas, en los muslos, ambos. No como casi nada y muchas veces que como, me siento culpable y corro al baño. Ya sabes.
Mi subconsciente me dice que he tenido razón. Asiento tragando el nudo en mi garganta y pretendo que ella siga.
-Quiero morirme, ¿sabes lo que es vivir todos los días deseando que ocurra algo para morirte? Veo a mi familia y siento que estarían mejor sin mí. Mi mamá y mi hermano mayor se gritan todo el tiempo, tengo que morder la almohada para que nadie me oiga llorar por las noches. Anoche ha sido un milagro que no me cortara, y todo por ti, Justin.
Sonrío levemente, eso es lo más lindo que ha dicho desde que ha empezado a hablar.
-Estoy cansada de todo. Estoy cansada de estar cansada. Tengo una vida que no se la deseo a nadie. Paso fin de semana tras fin de semana llorando en casa, sola. Me he leído un batallón de libros, he escrito varias novelas. Mi hermano mayor se droga. Llega a casa con los ojos rojos, con la mente en cualquier lado. Y mi hermano menor, mi hermosa debilidad, el niño de mis ojos, es él que más sufre en toda esta historia. Y yo sufro por él, siento que es mi culpa, me corto por los dos.
-No, no, no, no –digo casi abandonándome al llanto.
Pero no es propio de un hombre. Se supone que tengo que darle mi apoyo, no llorar como una nena indefensa.
-No te alejes de mí, no me sueltes. –Me aprieta la mano y las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.
Mierda, es ella la que está sufriendo no yo. Y me siento en la cama de golpe, asustado. Caigo en la cuenta de que ella necesita ayuda urgente, de que no quiero separarme de ella. Y tengo miedo de dejarla sola, ahora yo también le tengo miedo a ella. Así que me tiro sobre ella y la estrecho entre mis brazos lo más que puedo. Cuando quiero acordar, ella está sobre mi regazo y solloza sobre mi pecho. Así la quiero, descargándose conmigo, no con sus brazos, no con un espejo en mano. No quiero que se haga daño, quiero que viva.
-No sé de lo que soy capaz, eso me asusta.
Leiluu Horan
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
“Invisible”
Capitulo XIV:
“Así como los desordenes de alimentación se usan para aliviar la pena interna, el acto de cortarse tiene el mismo fin ayudar a la persona a lidiar con esa pena.”
-Ya, tranquila, tranquila. –Acaricio su pelo y la pego más a mi pecho.
Son demasiadas lágrimas para un solo día. ¿Cómo es posible que ella pueda llorar tanto y aún así no se ha secado por dentro? Sigue pegada a mi pecho empapando mi remera con sus saladas lágrimas. Baso su frente y ella alza la mirada.
-Te quiero –susurro.
Hace un puchero y alza el rostro para atrapar mis labios con los suyos. Me sorprendo al principio, pero luego me doy cuenta de que me gusta y eso es lo que ella necesita. Cariño. El beso se torna cada vez mejor y con esa expresión me refiero a más apasionado, más intenso. Se acomoda en mi regazo y suelta mis manos para tomarme la cara entre estas, se coloca a horcajadas sobre mí y sigue con el beso. Bastante audaz para ser la chica insegura que segundos antes estaba destrozada entre mis brazos. Así que bajo mis brazos, le rodeo la cintura y la pego más a mí. Siento las lágrimas que aún resbalan por sus mejillas y mojan las mías. Quito una mano de su espalda y las seco, me separo de ella y baja la mirada.
-Mírame, ______.
Niega con la cabeza observando hacia abajo. La tomo por la barbilla y cierra los ojos.
-No pasa nada.
-Soy una mandada.
-No, no lo eres. Oye, a mí me gusta que me beses así.
Se ríe tímidamente y sus mejillas se tornan rosadas. Beso la punta de su nariz y veo las nuevas lágrimas que resbalan por sus mejillas.
-No más, ¿si? No más lágrimas, _____.
Asiente levemente con la cabeza mientras le seco las lágrimas. Alza la vista y se encuentra con la mía. Tiene un brillo especial. Y de repente, me sonríe con ternura.
-¿Seguimos jugando?
-Esa fue tu pregunta.
-Oye, eres un tramposo –se queja entre risas.
-¿Era o no una pregunta?
Me señala con su dedo índice y luego se ríe tiernamente. Si, acabo de hacer mi pregunta.
-Vamos, tu turno. –Me río.
Luego de tranquilizarla un rato, ella sigue sobre mis piernas. Ahora ya no jugamos, solo estamos hablando. Es extraño como a veces puede soltarse tanto y otras ser tan cerrada. Sé que no la conozco desde hace muchos años, pero siento como si así fuera. La quiero, le tengo cariño y estoy muy seguro de que si algo le ocurriera, yo no podría soportarlo.
________ es esa clase de chica insegura, que se quiere poco y nada, que se siente inútil, que no tienes muchas amigas, que no quiere aceptar la ayuda pero, sin embargo, la necesita. Es ese tipo de chica a las que llaman “raras” sin siquiera conocerlas, pero en el fondo se esconde una persona muy dulce. Le gusta la música, he descubierto que también le gusta escribir, que tiene amigas en otros países. Ahora sé que la chica por la que yo moría de curiosidad, es una chica que solo necesita mucho cariño. Ella necesita a alguien que la ayude, que la proteja, que la saque de toda esta mierda.
-Tengo sueño –murmura.
-¿No has dormido bien anoche?
Niega con la cabeza y se acomoda en mi regazo al tiempo que deja caer su cabeza sobre mi hombro.
-Descansa, ¿quieres?
-¿Y tú qué harás?
-Quedarme aquí contigo mientras duermes.
Sé que me está mirando y por eso la observo desde arriba. Me sonríe tiernamente. Sé que nunca nadie le da mucha importancia a lo que siente, a lo que hace y por eso le hace bien que alguien se preocupe por ella. Cierra los ojos de repente.
-Arreglemos tu cama y duermes un rato.
-Vas a irte, Justin.
-No voy a irme, voy a quedarme.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
La ayudo a ordenar un poco su cama, está hecha un gran desastre al igual que toda su habitación. Se acuesta y cierra los ojos con cuidado, murmura algo y no tarda más de dos minutos en caer en un profundo sueño. Estoy parado en medio de la habitación y no sé qué hacer, pero no voy a irme, le he dicho que me quedaría. Quizá a esta habitación le venga bien una limpieza. Comienzo por su escritorio, está lleno de libros de lectura y libros del colegio. Tiene una computadora vieja, una notebook, está apagada y arriba tiene hojas de carpeta donde hay escritos de ella. Apilo los libros del colegio por un lado y los otros en una pila. Luego comienzo a levantar la ropa del suelo y voy doblándola para dejarla sobre la silla del escritorio. No me animo a abrir su armario, tampoco quiero invadirla. Levanto unos vaqueros nevados y cae un pequeño pedazo de espejo. Mierda. _______ se remueve en la cama y sigue durmiendo. El ruido no la ha despertado.
-Mierda, mierda.
Tomo el espejo como si fuera un arma mortal. Lo examino un poco. Para mi suerte no tiene rastros de nada. Lo muevo para mirarlo por todas partes y veo mi reflejo en él. Esto debe de cortar mucho y no es nada seguro que se corte con esto, puede quedarle pedazos pequeños dentro de las lastimaduras. Al moverlo corto la yema de mi dedo índice, mierda, arde mucho. Lo suelto tan rápido como si me estuviera quemando. _______ vuelve a removerse en la cama. Salgo de la habitación intentando no hacer ruido y diviso el pequeño baño. Me lavo la mano y envuelvo el dedo que sangra con papel higiénico. Me siento sobre la tapa cerrada del retrete y suspiro. Yo también estoy cansado, estoy abrumado y ahora mismo me duele el dedo.
-¡Justin! –Siento un grito ahogado.
Mierda, ¿Qué le ocurre?
Me pongo de pie tan rápido que me mareo y debo apoyarme sobre la pared. Los sollozos de ______ son bastante audibles desde allí. Camino lentamente para no matarme en el camino y la encuentro sentada en la cama con los ojos llenos de lágrimas y algunas resbalando por sus mejillas.
-Creía que te habías ido.
-No, _____. Te prometí que me quedaría.
-Y aquí estás –susurra.
Pero claro que aquí estoy. Y he descubierto un defecto muy grande en ella, la inseguridad.
-Voy a apagar la luz del baño y vengo, ¿si?
Ella asiente con la cabeza y se deja caer en la cama de nuevo. Salgo de la habitación mientras observo la hora en mi reloj, las once y tres minutos, bueno tenemos algo de tiempo todavía. Apago la luz del baño y me succiono el dedo mientras camino por el pasillo. He logrado que la sangre deje de fluir del pequeño corte. _______ ya está con los ojos cerrados y su respiración es tranquila. Me recuesto a su lado y contemplo la habitación ordenada, gracias a mí. Cierro los ojos y soy inconciente del momento en el que me quedo dormido.
Mi móvil suena insistiendo, siento que la lluvia golpea el techo de fondo. Estoy confundido y abro un solo ojo. _____ duerme a mi lado, está de espaldas a mí. Saco el móvil de mi bolsillo y deja de sonar. ¡Una y cincuenta! Mierda, tres llamadas perdidas de mi mamá.
Soy hombre muerto.
Le regreso la llamada a mi mamá.
-Voy a degollarte, Justin Drew Bieber Mallette.
-Ya para, mamá.
-¿Dónde estás?
-En el colegio.
-No me mientas. Chaz y Ryan me han dicho que te fuiste con la chica rara, ¿se referían a _____?
Mis amigos, esos eran mis amigos.
-Si, estoy en su casa. Tuvo un problema. Perdona, mamá. Sé que debí avisarte y todo, pero simplemente a ella le surgió un problema y yo no quería que se viniera sola a su casa.
-¿Sabes que estás castigado?
-Mamá… -me quejo.
-Dije que estás castigado y voy a pasarte a buscar por la casa de _______ en este mismo momento. Espérame listo porque no estoy de humor, Bieber.
Cuelga y me deja con la palabra en la boca. Mamá es enojona aunque sea un amor en persona. Y cuando está enojada es mejor hacerle caso. Cierro los ojos y dejo caer el móvil sobre mi pecho. La lluvia no ha cesado, parece que va a llover durante todo el día. No quiero dejar a ______ sola, no me gusta la idea de que esté sola.
-Deja tus cosas allí y llama a ______ -siento una voz escaleras abajo.
¿Los hermanos de ella? Mierda, mierda.
Muevo a ______ intentando no asustarla, se da vuelta y abre un solo ojo. Golpean la puerta.
-Creo que son tus hermanos –susurro.
Ella asiente.
-Estoy viva, ya bajo –grita.
-Bueno –una fina voz dice desde afuera.
-Ellos llegan a esta hora del colegio. ¿Tu mamá te ha regañado?
-Si, eso mismo. Viene a buscarme en un rato.
-Oh –dice como si le doliera.
Me pongo de pie y me arreglo un poco el cabello. Diviso el pedazo de espejo en el suelo y automáticamente me veo el corte en el dedo. Ella de está desperezando del otro lado de la cama y aprovecho que tengo los cordones desatados para atármelos y meter el pedazo de espejo en mi bolsillo sin que ella me vea.
-¿No quieres almorzar con nosotros?
-No, gracias. Es que mamá ya viene y está algo enojada.
-Uy, sabe que te escapaste –me dice asintiendo lentamente.
Si, eso mismo. Y va a matarme apenas me vea. Aparte tengo dos buenos amigos que me han mandado al frente.
-Bueno, otro día será. –Sonríe levemente y después de unos segundos dice-: Desgraciadamente conocerás a mis hermanos.
¿Es eso una desgracia? Frunzo el ceño.
-No quería que los vieras, por lo menos no a Marco.
-¿Por qué?
-Es del que te hablaba, él… él… se droga –dice apenada.
-Eso no es tu culpa, _______ -digo, porque sé que se echa la culpa.
Asiente levemente pero lo hace solo por el hecho de complacerme. Sé que sigue echándose la culpa.
-Es en serio.
Golpean la puerta nuevamente.
-¿______? ¿Puedo pasar a mostrarte un dibujo? –Dice la voz finita desde afuera.
Ella sonríe levemente. Nunca había visto esa sonrisa en su rostro. Examina la habitación con la vista.
-Si, entra, Chris, tengo a alguien para presentarte.
-¿Es un perrito? –Dice entrando corriendo a la habitación.
Es un niño de ojos chocolate y el cabello corto y alborotado. Tiene una sucia remera celeste y unos jeans desgastados. No advierte mi presencia y abraza a _______. Ella lo abraza también y Christopher le da un dibujo.
-Somos tú y yo en el parque. La señorita dijo que era un dibujo muy lindo, ¿qué dices?
-Oh, si que es lindo. –Sonríe.
---
Capitulo XIV:
“Así como los desordenes de alimentación se usan para aliviar la pena interna, el acto de cortarse tiene el mismo fin ayudar a la persona a lidiar con esa pena.”
-Ya, tranquila, tranquila. –Acaricio su pelo y la pego más a mi pecho.
Son demasiadas lágrimas para un solo día. ¿Cómo es posible que ella pueda llorar tanto y aún así no se ha secado por dentro? Sigue pegada a mi pecho empapando mi remera con sus saladas lágrimas. Baso su frente y ella alza la mirada.
-Te quiero –susurro.
Hace un puchero y alza el rostro para atrapar mis labios con los suyos. Me sorprendo al principio, pero luego me doy cuenta de que me gusta y eso es lo que ella necesita. Cariño. El beso se torna cada vez mejor y con esa expresión me refiero a más apasionado, más intenso. Se acomoda en mi regazo y suelta mis manos para tomarme la cara entre estas, se coloca a horcajadas sobre mí y sigue con el beso. Bastante audaz para ser la chica insegura que segundos antes estaba destrozada entre mis brazos. Así que bajo mis brazos, le rodeo la cintura y la pego más a mí. Siento las lágrimas que aún resbalan por sus mejillas y mojan las mías. Quito una mano de su espalda y las seco, me separo de ella y baja la mirada.
-Mírame, ______.
Niega con la cabeza observando hacia abajo. La tomo por la barbilla y cierra los ojos.
-No pasa nada.
-Soy una mandada.
-No, no lo eres. Oye, a mí me gusta que me beses así.
Se ríe tímidamente y sus mejillas se tornan rosadas. Beso la punta de su nariz y veo las nuevas lágrimas que resbalan por sus mejillas.
-No más, ¿si? No más lágrimas, _____.
Asiente levemente con la cabeza mientras le seco las lágrimas. Alza la vista y se encuentra con la mía. Tiene un brillo especial. Y de repente, me sonríe con ternura.
-¿Seguimos jugando?
-Esa fue tu pregunta.
-Oye, eres un tramposo –se queja entre risas.
-¿Era o no una pregunta?
Me señala con su dedo índice y luego se ríe tiernamente. Si, acabo de hacer mi pregunta.
-Vamos, tu turno. –Me río.
Luego de tranquilizarla un rato, ella sigue sobre mis piernas. Ahora ya no jugamos, solo estamos hablando. Es extraño como a veces puede soltarse tanto y otras ser tan cerrada. Sé que no la conozco desde hace muchos años, pero siento como si así fuera. La quiero, le tengo cariño y estoy muy seguro de que si algo le ocurriera, yo no podría soportarlo.
________ es esa clase de chica insegura, que se quiere poco y nada, que se siente inútil, que no tienes muchas amigas, que no quiere aceptar la ayuda pero, sin embargo, la necesita. Es ese tipo de chica a las que llaman “raras” sin siquiera conocerlas, pero en el fondo se esconde una persona muy dulce. Le gusta la música, he descubierto que también le gusta escribir, que tiene amigas en otros países. Ahora sé que la chica por la que yo moría de curiosidad, es una chica que solo necesita mucho cariño. Ella necesita a alguien que la ayude, que la proteja, que la saque de toda esta mierda.
-Tengo sueño –murmura.
-¿No has dormido bien anoche?
Niega con la cabeza y se acomoda en mi regazo al tiempo que deja caer su cabeza sobre mi hombro.
-Descansa, ¿quieres?
-¿Y tú qué harás?
-Quedarme aquí contigo mientras duermes.
Sé que me está mirando y por eso la observo desde arriba. Me sonríe tiernamente. Sé que nunca nadie le da mucha importancia a lo que siente, a lo que hace y por eso le hace bien que alguien se preocupe por ella. Cierra los ojos de repente.
-Arreglemos tu cama y duermes un rato.
-Vas a irte, Justin.
-No voy a irme, voy a quedarme.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
La ayudo a ordenar un poco su cama, está hecha un gran desastre al igual que toda su habitación. Se acuesta y cierra los ojos con cuidado, murmura algo y no tarda más de dos minutos en caer en un profundo sueño. Estoy parado en medio de la habitación y no sé qué hacer, pero no voy a irme, le he dicho que me quedaría. Quizá a esta habitación le venga bien una limpieza. Comienzo por su escritorio, está lleno de libros de lectura y libros del colegio. Tiene una computadora vieja, una notebook, está apagada y arriba tiene hojas de carpeta donde hay escritos de ella. Apilo los libros del colegio por un lado y los otros en una pila. Luego comienzo a levantar la ropa del suelo y voy doblándola para dejarla sobre la silla del escritorio. No me animo a abrir su armario, tampoco quiero invadirla. Levanto unos vaqueros nevados y cae un pequeño pedazo de espejo. Mierda. _______ se remueve en la cama y sigue durmiendo. El ruido no la ha despertado.
-Mierda, mierda.
Tomo el espejo como si fuera un arma mortal. Lo examino un poco. Para mi suerte no tiene rastros de nada. Lo muevo para mirarlo por todas partes y veo mi reflejo en él. Esto debe de cortar mucho y no es nada seguro que se corte con esto, puede quedarle pedazos pequeños dentro de las lastimaduras. Al moverlo corto la yema de mi dedo índice, mierda, arde mucho. Lo suelto tan rápido como si me estuviera quemando. _______ vuelve a removerse en la cama. Salgo de la habitación intentando no hacer ruido y diviso el pequeño baño. Me lavo la mano y envuelvo el dedo que sangra con papel higiénico. Me siento sobre la tapa cerrada del retrete y suspiro. Yo también estoy cansado, estoy abrumado y ahora mismo me duele el dedo.
-¡Justin! –Siento un grito ahogado.
Mierda, ¿Qué le ocurre?
Me pongo de pie tan rápido que me mareo y debo apoyarme sobre la pared. Los sollozos de ______ son bastante audibles desde allí. Camino lentamente para no matarme en el camino y la encuentro sentada en la cama con los ojos llenos de lágrimas y algunas resbalando por sus mejillas.
-Creía que te habías ido.
-No, _____. Te prometí que me quedaría.
-Y aquí estás –susurra.
Pero claro que aquí estoy. Y he descubierto un defecto muy grande en ella, la inseguridad.
-Voy a apagar la luz del baño y vengo, ¿si?
Ella asiente con la cabeza y se deja caer en la cama de nuevo. Salgo de la habitación mientras observo la hora en mi reloj, las once y tres minutos, bueno tenemos algo de tiempo todavía. Apago la luz del baño y me succiono el dedo mientras camino por el pasillo. He logrado que la sangre deje de fluir del pequeño corte. _______ ya está con los ojos cerrados y su respiración es tranquila. Me recuesto a su lado y contemplo la habitación ordenada, gracias a mí. Cierro los ojos y soy inconciente del momento en el que me quedo dormido.
Mi móvil suena insistiendo, siento que la lluvia golpea el techo de fondo. Estoy confundido y abro un solo ojo. _____ duerme a mi lado, está de espaldas a mí. Saco el móvil de mi bolsillo y deja de sonar. ¡Una y cincuenta! Mierda, tres llamadas perdidas de mi mamá.
Soy hombre muerto.
Le regreso la llamada a mi mamá.
-Voy a degollarte, Justin Drew Bieber Mallette.
-Ya para, mamá.
-¿Dónde estás?
-En el colegio.
-No me mientas. Chaz y Ryan me han dicho que te fuiste con la chica rara, ¿se referían a _____?
Mis amigos, esos eran mis amigos.
-Si, estoy en su casa. Tuvo un problema. Perdona, mamá. Sé que debí avisarte y todo, pero simplemente a ella le surgió un problema y yo no quería que se viniera sola a su casa.
-¿Sabes que estás castigado?
-Mamá… -me quejo.
-Dije que estás castigado y voy a pasarte a buscar por la casa de _______ en este mismo momento. Espérame listo porque no estoy de humor, Bieber.
Cuelga y me deja con la palabra en la boca. Mamá es enojona aunque sea un amor en persona. Y cuando está enojada es mejor hacerle caso. Cierro los ojos y dejo caer el móvil sobre mi pecho. La lluvia no ha cesado, parece que va a llover durante todo el día. No quiero dejar a ______ sola, no me gusta la idea de que esté sola.
-Deja tus cosas allí y llama a ______ -siento una voz escaleras abajo.
¿Los hermanos de ella? Mierda, mierda.
Muevo a ______ intentando no asustarla, se da vuelta y abre un solo ojo. Golpean la puerta.
-Creo que son tus hermanos –susurro.
Ella asiente.
-Estoy viva, ya bajo –grita.
-Bueno –una fina voz dice desde afuera.
-Ellos llegan a esta hora del colegio. ¿Tu mamá te ha regañado?
-Si, eso mismo. Viene a buscarme en un rato.
-Oh –dice como si le doliera.
Me pongo de pie y me arreglo un poco el cabello. Diviso el pedazo de espejo en el suelo y automáticamente me veo el corte en el dedo. Ella de está desperezando del otro lado de la cama y aprovecho que tengo los cordones desatados para atármelos y meter el pedazo de espejo en mi bolsillo sin que ella me vea.
-¿No quieres almorzar con nosotros?
-No, gracias. Es que mamá ya viene y está algo enojada.
-Uy, sabe que te escapaste –me dice asintiendo lentamente.
Si, eso mismo. Y va a matarme apenas me vea. Aparte tengo dos buenos amigos que me han mandado al frente.
-Bueno, otro día será. –Sonríe levemente y después de unos segundos dice-: Desgraciadamente conocerás a mis hermanos.
¿Es eso una desgracia? Frunzo el ceño.
-No quería que los vieras, por lo menos no a Marco.
-¿Por qué?
-Es del que te hablaba, él… él… se droga –dice apenada.
-Eso no es tu culpa, _______ -digo, porque sé que se echa la culpa.
Asiente levemente pero lo hace solo por el hecho de complacerme. Sé que sigue echándose la culpa.
-Es en serio.
Golpean la puerta nuevamente.
-¿______? ¿Puedo pasar a mostrarte un dibujo? –Dice la voz finita desde afuera.
Ella sonríe levemente. Nunca había visto esa sonrisa en su rostro. Examina la habitación con la vista.
-Si, entra, Chris, tengo a alguien para presentarte.
-¿Es un perrito? –Dice entrando corriendo a la habitación.
Es un niño de ojos chocolate y el cabello corto y alborotado. Tiene una sucia remera celeste y unos jeans desgastados. No advierte mi presencia y abraza a _______. Ella lo abraza también y Christopher le da un dibujo.
-Somos tú y yo en el parque. La señorita dijo que era un dibujo muy lindo, ¿qué dices?
-Oh, si que es lindo. –Sonríe.
---
Leiluu Horan
Re: ||"Invisible" ||Justin Bieber||
“Invisible”
Capitulo XV:
“Con una sonrisa se puede ocultar un par de muñecas destrozadas.”
Christopher tiene nueve años. Una carita dulce y ojos soñadores que te dejan encantado. Cuando me divisa cerca de él sonríe tiernamente.
-Chris, él es Justin. Justin, él es Christopher.
Christopher me tiende una mano y yo la estrecho en un apretón, luego me sonríe y vuelve al lado de su hermana.
-Marco dice que vamos a almorzar, deberías apurarte –susurra.
Lastimosamente lo he escuchado y _____ se asegura de que no sea así. No quiere que conozca a Marco, eso lo sé. Y Christopher parece asustado con la idea. Así que Marco es una de esas personas a las que no hay que hacer enojar.
-Ya bajo.
Chris sale de la habitación dando saltitos y cierra la puerta detrás de él. Mi móvil comienza a sonar. Lo tomo y veo que es mi mamá.
-Ya bajo.
-Rápido –dice cortante y cuelga la llamada.
Está furiosa. Mierda.
-Bueno, tengo que irme.
______ baja la mirada. Odio dejarla sola, sé de lo que es capaz.
-Cuídate, ¿si?
-Lo haré.
Me acerco titubeando a ella y sus ojos brillan en advertencia. Me sonríe levemente y se inclina. He dejado en claro que voy a besarla. Le planto un suave beso y me alejo despacio.
-Nos vemos mañana.
Asiente y salimos juntos de la habitación. No hay nadie en la sala, por eso ______ me apura a salir de la casa y cierra a medias la puerta detrás de ella.
-Si necesitas algo, ya sabes.
-Gracias –murmura.
Le dedico media sonrisa y me doy vuelta. La lluvia sigue cayendo y me empapo la ropa hasta llegar al auto de mi mamá. Ella me espera enojada y se molesta aún más cuando mojo todo el asiento delantero del auto.
-Eres un irresponsable, un mentiroso, un mal hijo. Justin, puedo ser muy buena, pero tengo mis límites.
Me tomo la cabeza entre las manos y cierro los ojos.
-Mamá, no exageres.
-¿Qué no exagere? Te haz escapado del colegio, Justin Drew.
Cuando dice mi segundo nombre significa que estoy en serios problemas.
-Disculpa, ¿si?
-No te disculpes –dice bruscamente-. No verás tu maldita motocicleta por un buen tiempo.
Abro los ojos de golpe. ¿Mildred? ¿Me quitará a Mildred? No puede hacer eso, sabe que esa moto es mi vida. Encima la ha llamado “maldita”. Tengo ganas de gritarle, pero sé que ella está más furiosa que yo.
-Quítame todo menos a Mildred.
-Encima el nombre que le haz puesto.
-Con ella no te metas.
-Pareces un niño defendiendo a un soldado de juguete. Ya quédate callado y deja de mover la cabeza que me vas salpicando con tu cabello mojado.
Tengo ganas de abrir la puerta y salir rodando del coche. Mi mamá a veces puede ser estresante. Ella no entendería nunca porqué me he ido del colegio así, no entendería porque ella nunca ha ayudado a una amiga que tiene serios problemas en su vida. Me regaña, me puede quitar las salidas, a Mildred, el móvil, y aún así no me arrepiento de haberme ido del colegio con ________.
Afuera sigue lloviendo cuando yo salgo de tomar un baño caliente. Tengo hambre y estoy algo agotado. Mi mamá no me ha servido el almuerzo, se ha servido solo para ella, y para evitar peleas no he querido sentarme con ella a almorzar. Así que me visto, me abrigo un poco y bajo las escaleras sacudiendo el cabello. Mamá ya ha comido y ha lavado todo lo sucio. Hay comida en la olla, me sirvo y me siento solitariamente en la mesa del comedor. Mi móvil suena y mientras bostezo lo saco de mi bolsillo. Es un mensaje de ______.
“Tengo un serio problema, Justin. -______ Miller.”
Me quemo con una rodaja de papa hervida y me obligo a escupirla sobre la mesa. Mierda, ¿Qué le ocurrió? Tomo agua fresca de mi vaso y presiono el nombre de ella para llamarla.
-Justin –dice al atender.
-¿Qué ocurrió?
-Lo perdí.
Frunzo el ceño.
-¿Qué?
-Espera un momento.
Siento como corre por las escaleras y luego abre una puerta, luego se cierra de golpe.
-Lo perdí –dice agitada.
-¿Qué cosa perdiste?
-El coso.
-______, tienes que hablar como una persona normal. ¿Qué se te ha perdido?
Se queda en silencio y parece estar estresada. No quiere decirlo o le da vergüenza, miedo, algo.
-¡Justin! –Grita mi mamá desde la cocina.
-Espera un segundo, _____ -digo y tapo el parlante del móvil-. ¿Qué quieres, mamá?
-Primero, que me hables bien. Y segundo, saca todo lo que tengas dentro de los bolsillos cuando vayas a darme las cosas para lavar. ¿Qué hace un pedazo de espejo en tu campera?
Oh, santa mierda.
-Perdón, mamá. No lo tires, por favor –le grito.
-¿Justin? ¿Estás?
-Si, si, ¿podemos hablar luego?
-Es importante, te dije que perdí mi coso y tú quieres colgar. Gracias, ¿sabes?
-No, no, espera. Yo tengo tu coso, creo que es eso a lo que te refieres. No me quiero imaginar para qué lo estabas buscando. Así que no me hables en ese tono. Y me voy porque mi mamá acaba de ver tu coso y quiere explicaciones. No te enfades, te quiero.
Cuelgo la llamada sin esperar respuesta. Mi chica invisible y mi mamá van a matarme de estrés. Tengo hambre y ninguna de ellas me deja comer en paz.
-Mamá –me pongo de pie y corro a la cocina -¿dónde haz dejado el espejo?
-En la basura.
-Te dije que no lo tiraras.
-¿Es un arma? ¿Lo usas para salir con pandillas? Justin, te estás yendo por un camino que tu papá y yo nunca hemos querido para ti.
Oh, Dios, ¿es en serio?
-Mamá, no digas pavadas.
-¿Por qué tenías un pedazo de espejo en el bolsillo?
¿Y ahora, Justin? Tengo que inventar algo y que sea rápido.
-----
Agradezcan a Elena Britos porque sin ella no habria capitulo ni maraton
Himmel_Horan: "¡Genial! Abra maratón :3 lo espero con muchas ansias c: #LoveYou" #ILoveYouToo #ThankYouSoMuch
Capitulo XV:
“Con una sonrisa se puede ocultar un par de muñecas destrozadas.”
Christopher tiene nueve años. Una carita dulce y ojos soñadores que te dejan encantado. Cuando me divisa cerca de él sonríe tiernamente.
-Chris, él es Justin. Justin, él es Christopher.
Christopher me tiende una mano y yo la estrecho en un apretón, luego me sonríe y vuelve al lado de su hermana.
-Marco dice que vamos a almorzar, deberías apurarte –susurra.
Lastimosamente lo he escuchado y _____ se asegura de que no sea así. No quiere que conozca a Marco, eso lo sé. Y Christopher parece asustado con la idea. Así que Marco es una de esas personas a las que no hay que hacer enojar.
-Ya bajo.
Chris sale de la habitación dando saltitos y cierra la puerta detrás de él. Mi móvil comienza a sonar. Lo tomo y veo que es mi mamá.
-Ya bajo.
-Rápido –dice cortante y cuelga la llamada.
Está furiosa. Mierda.
-Bueno, tengo que irme.
______ baja la mirada. Odio dejarla sola, sé de lo que es capaz.
-Cuídate, ¿si?
-Lo haré.
Me acerco titubeando a ella y sus ojos brillan en advertencia. Me sonríe levemente y se inclina. He dejado en claro que voy a besarla. Le planto un suave beso y me alejo despacio.
-Nos vemos mañana.
Asiente y salimos juntos de la habitación. No hay nadie en la sala, por eso ______ me apura a salir de la casa y cierra a medias la puerta detrás de ella.
-Si necesitas algo, ya sabes.
-Gracias –murmura.
Le dedico media sonrisa y me doy vuelta. La lluvia sigue cayendo y me empapo la ropa hasta llegar al auto de mi mamá. Ella me espera enojada y se molesta aún más cuando mojo todo el asiento delantero del auto.
-Eres un irresponsable, un mentiroso, un mal hijo. Justin, puedo ser muy buena, pero tengo mis límites.
Me tomo la cabeza entre las manos y cierro los ojos.
-Mamá, no exageres.
-¿Qué no exagere? Te haz escapado del colegio, Justin Drew.
Cuando dice mi segundo nombre significa que estoy en serios problemas.
-Disculpa, ¿si?
-No te disculpes –dice bruscamente-. No verás tu maldita motocicleta por un buen tiempo.
Abro los ojos de golpe. ¿Mildred? ¿Me quitará a Mildred? No puede hacer eso, sabe que esa moto es mi vida. Encima la ha llamado “maldita”. Tengo ganas de gritarle, pero sé que ella está más furiosa que yo.
-Quítame todo menos a Mildred.
-Encima el nombre que le haz puesto.
-Con ella no te metas.
-Pareces un niño defendiendo a un soldado de juguete. Ya quédate callado y deja de mover la cabeza que me vas salpicando con tu cabello mojado.
Tengo ganas de abrir la puerta y salir rodando del coche. Mi mamá a veces puede ser estresante. Ella no entendería nunca porqué me he ido del colegio así, no entendería porque ella nunca ha ayudado a una amiga que tiene serios problemas en su vida. Me regaña, me puede quitar las salidas, a Mildred, el móvil, y aún así no me arrepiento de haberme ido del colegio con ________.
Afuera sigue lloviendo cuando yo salgo de tomar un baño caliente. Tengo hambre y estoy algo agotado. Mi mamá no me ha servido el almuerzo, se ha servido solo para ella, y para evitar peleas no he querido sentarme con ella a almorzar. Así que me visto, me abrigo un poco y bajo las escaleras sacudiendo el cabello. Mamá ya ha comido y ha lavado todo lo sucio. Hay comida en la olla, me sirvo y me siento solitariamente en la mesa del comedor. Mi móvil suena y mientras bostezo lo saco de mi bolsillo. Es un mensaje de ______.
“Tengo un serio problema, Justin. -______ Miller.”
Me quemo con una rodaja de papa hervida y me obligo a escupirla sobre la mesa. Mierda, ¿Qué le ocurrió? Tomo agua fresca de mi vaso y presiono el nombre de ella para llamarla.
-Justin –dice al atender.
-¿Qué ocurrió?
-Lo perdí.
Frunzo el ceño.
-¿Qué?
-Espera un momento.
Siento como corre por las escaleras y luego abre una puerta, luego se cierra de golpe.
-Lo perdí –dice agitada.
-¿Qué cosa perdiste?
-El coso.
-______, tienes que hablar como una persona normal. ¿Qué se te ha perdido?
Se queda en silencio y parece estar estresada. No quiere decirlo o le da vergüenza, miedo, algo.
-¡Justin! –Grita mi mamá desde la cocina.
-Espera un segundo, _____ -digo y tapo el parlante del móvil-. ¿Qué quieres, mamá?
-Primero, que me hables bien. Y segundo, saca todo lo que tengas dentro de los bolsillos cuando vayas a darme las cosas para lavar. ¿Qué hace un pedazo de espejo en tu campera?
Oh, santa mierda.
-Perdón, mamá. No lo tires, por favor –le grito.
-¿Justin? ¿Estás?
-Si, si, ¿podemos hablar luego?
-Es importante, te dije que perdí mi coso y tú quieres colgar. Gracias, ¿sabes?
-No, no, espera. Yo tengo tu coso, creo que es eso a lo que te refieres. No me quiero imaginar para qué lo estabas buscando. Así que no me hables en ese tono. Y me voy porque mi mamá acaba de ver tu coso y quiere explicaciones. No te enfades, te quiero.
Cuelgo la llamada sin esperar respuesta. Mi chica invisible y mi mamá van a matarme de estrés. Tengo hambre y ninguna de ellas me deja comer en paz.
-Mamá –me pongo de pie y corro a la cocina -¿dónde haz dejado el espejo?
-En la basura.
-Te dije que no lo tiraras.
-¿Es un arma? ¿Lo usas para salir con pandillas? Justin, te estás yendo por un camino que tu papá y yo nunca hemos querido para ti.
Oh, Dios, ¿es en serio?
-Mamá, no digas pavadas.
-¿Por qué tenías un pedazo de espejo en el bolsillo?
¿Y ahora, Justin? Tengo que inventar algo y que sea rápido.
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Agradezcan a Elena Britos porque sin ella no habria capitulo ni maraton
Himmel_Horan: "¡Genial! Abra maratón :3 lo espero con muchas ansias c: #LoveYou" #ILoveYouToo #ThankYouSoMuch
Leiluu Horan
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