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"La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Mar 18 Oct 2011, 7:50 pm

Nuevaa Lectoraa!!! :lol!:
Qiero mas caps xfisss ;)
me encanta <3
:grupo:
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por #Fire Rouge..* Miér 19 Oct 2011, 6:32 pm

sisi
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Saho :) Sáb 29 Oct 2011, 8:53 am

Quiero Caps..
Nesecito caps
Deseo Caps..
Ook.. estoy desesperada por CAPS!
Saho :)
avatar


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por #Fire Rouge..* Sáb 29 Oct 2011, 6:45 pm

siguee
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Bianca Sáb 12 Nov 2011, 1:20 pm

no la dejes porfavor...!!!!!
Bianca
Bianca


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por #Fire Rouge..* Sáb 12 Nov 2011, 8:46 pm

siguelaa..!!
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por ama-jonatik Sáb 11 Feb 2012, 7:37 pm

nueva lectora :D
ama-jonatik
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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por #Fire Rouge..* Dom 12 Feb 2012, 8:26 am

chicas porque dejen las noves?
por lo menos avisen please
esta ya la dejaron dos veces :(
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 11:47 am

#Fire Rouge..* escribió:chicas porque dejen las noves?
por lo menos avisen please
esta ya la dejaron dos veces :(


Ammm... si creo tienes razon, pero es que han sucedido varias cosas en mi vida y mi tiempo
y me aleje por completo de aqui.

Apenas estoy apareciendo por aqui, :/

Pienso seguir con esta y con Enamorandose de Romeo, pero de una a una, ademas ya estoy preparando
mi nueva nove y estoy muy emocionada, es una historia realmente linda, con un amor imposible, algo hot y :'3 bueno
aunque no me guste un final algo triste, pero es hermosa.

Solo les pido tiempo, ya entre a la prepa y bueno voy en las tardes, so..(? tratare de subir cuando pueda, pero de varios caps o cap largo.

Pero quiero primero terminar Enamorandose de Romeo y luego esta.

No se frustren y lo siento, ya no la volvere a dejar c:
Mansita
Mansita


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 11:54 am


Por Brensus, am... me retracto, buscare el libro y subire algunos cap's(? B:

Amo esta nove y no puedo dejarla de esta forma xD


Igual mi prioridad por el momento es Enamorandose de Romeo ya que va mas de la mitad y quiero terminarla, seguir con esta y subir la nueva c:

No desesperen...
Mansita
Mansita


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 2:04 pm



Eh aqui en mi regreso NO oficial,


Capitulo 16:


Tenía sólo catorce años cuando perdí mi virginidad con Jake Fuentes.

Él acababa de cumplir los dieciocho, y yo sabía perfectamente que era demasiado mayor
para mí. Todavía era una estudiante de primer año de instituto y yo sólo quería tener
novio. Quería gustar a alguien y encajar. Jake era un chico mayor con coche. En aquel
momento, pensaba que eso era perfecto.

En los tres meses que estuvimos juntos, nunca tuve una verdadera cita con Jake .Un par
de veces nos enrollamos en las últimas filas de un cine, pero nunca salimos a cenar, o al
boliche o a nada de eso. La mayoría de las veces quedábamos a escondidas para que
nuestros padres y su hermana, que llegó a ser luego una de mis mejores amigas, no se
enteraran de nuestra relación. . De hecho, encontraba esa parte divertida y excitante.
Era como un romance prohibido...como Romeo y Julieta, que habíamos tenido que leer
en clase de inglés ese semestre.

Nos acostamos varias veces, y aunque no disfrutaba realmente del sexo, sí lo hacía de la
sensación de cercanía, de conexión, era reconfortante. Cuando Jake me tocaba así, sabía
que me quería. Sabía que el sexo era algo bonito y apasionado, y tenía mis razones para
estar con él.

Acostarse con Nicholas Jonas era completamente diferente. Aunque definitivamente sentía
un mayor placer físico, la cercanía y el amor no existían. Cuando terminaba me sentía
sucia, como si hubiera hecho algo malo y vergonzoso, pero al mismo tiempo, me sentía
bien, viva, libre y salvaje. Mi mente se quedaba completamente despejada, como si
alguien hubiera apretado un botón. Sabía que la euforia no duraría para siempre. Pero
sentirme sucia, me servía para marcharme rápido.

-Guau- dijo Nicholas. Nos quedamos en la cama sólo unos minutos al acabar, con unos
treinta centímetros o más de espacio entre nuestros cuerpos.

-No me esperaba esto.

¡Dios!, siempre lo estropeaba cuando hablaba. Enfadada y todavía aturdida por las
repercusiones emocionales, me mofé.

-¿Qué?, ¿avergonzado de haberte acostado conmigo?

-No.- Me sorprendió lo serio que lo dijo. -Nunca me he avergonzado de acostarme con
alguien. El sexo es una reacción química natural. Siempre sucede por una razón. ¿Quién
soy yo para decir quien disfruta compartiendo mi cama?- no me vio poner los ojos en
blanco mientras decía. -No, sólo significa que estoy sorprendido. Honestamente, creía que
me odiabas.

-Realmente te odio- le aseguré, apartando el edredón y levantándome para recoger mi
ropa.

-No debes odiarme demasiado- dijo Nicholas, rodando sobre su brazo para mirarme
mientras me vestía. -Si casi te tiras encima de mí. Normalmente, el odio no inspira esa
clase de pasión-.

Me puse la camiseta. -Créeme, Jonas, definitivamente te odio. Acabo de utilizarte. Tú
utilizas a la gente todo el tiempo, así que estoy segura de que lo comprendes-. Me
abroché los vaqueros y cogí la pinza con forma de caimán de la mesita de noche. -Esto ha
estado bien, pero si se lo dices a alguien, te juro que te matare, ¿entendido?

-¿Por qué?- preguntó. -Tú reputación sólo podría mejorar si se supiera que estuvimos
juntos.

-Eso quizás sea verdad -admití. -Pero no deseo mejorar mi reputación, y menos de esta
manera. Entonces, ¿vas a mantener tu boca cerrada o tengo que buscar algo afilado?

-Un caballero se calla -dijo.

-Tú no eres un caballero. -dije recogiéndome el pelo con el prendedor. -Por eso estoy
preocupada.

Me miré en el espejo de la pared. Y una vez que vi que parecía normal y no culpable, me
giré para encarar a Nicholas otra vez. -date prisa y ponte los pantalones .Tenemos que
terminar esta estúpida redacción. Faltaba poco para las siete de la tarde cuando Nicholas y
yo terminamos la redacción de inglés, o por lo menos, terminamos el borrador. Le hice
prometer que me lo enviaría por correo electrónico para luego poder redactarlo.

-¿No te confías de mí? -preguntó, levantando una ceja mientras miraba como me ponía los
zapatos en el vestíbulo.

-No confío en ti para nada- dije.

-Salvo para acostarte conmigo.

Tenía esa sonrisa que tanto odiaba.

-¿Esto es cosa de una noche, o te veré otra vez?

Comencé a bufar, iba a decirle que soñaba despierto si pensaba que iba a volver a pasar,
pero entonces recordé que tenía que volver a casa.

El sobre manila probablemente estaría todavía en la mesa de la cocina.

-¿Tn?- preguntó Nicholas. Sentí un temblor cuando me tocó el hombro. -¿Estás bien?

Di un tirón para soltarme y me fui hacia la puerta. Casi había conseguido salir cuando me
giré hacia él y dije dudando: -ya veremos. - Entonces bajé corriendo por las escaleras.

-¡Tn!, ¡espera!.

Me puse la chaqueta, tratando de luchar contra el viento frío, y abrí la puerta de mi
Saturn . Estaba detrás de mí, gracias a Dios esta vez no me tocó.

-¿Qué?- dije cuando me senté en el asiento del piloto. -debo irme a casa.

A casa, el último lugar al que quería ir.

El cielo del invierno ya se había puesto oscuro, pero todavía podía ver los ojos de Nicholas
en la oscuridad. Se agachó para ponerse a mi altura y me resultó incómoda la manera en que me miraba.

-No me has contestado la otra pregunta.

- ¿Qué pregunta?

¿Estás bien?- lo miré enfadada, asumiendo que era como un grano en el c*lo. Pero algo
en sus ojos me hizo vacilar

-No importa si estoy bien o no -susurré. Arranqué mi coche y al cerrar la puerta le dije:
-Adiós, Nicholas. Y me fui.

Cuando llegué a casa, mi padre todavía estaba en su dormitorio. Terminé de limpiar el
salón, evité la cocina y me fui arriba a darme una ducha. El agua caliente no quitó el
sentimiento de suciedad que Nicholas había dejado en mi piel, pero me relajó algunos
músculos que estaban tensos en la espalda y en los hombros. Esperaba que la suciedad se
fuera con el tiempo.

Acababa de envolverme con una toalla cuando empezó a sonar mi móvil en el dormitorio,
corrí a través del pasillo para contestar a tiempo.

-Oye, Tn - dijo Carla en la oreja. -¿Qué has hecho con Nicholas ?


-¿Qué?

-Estuviste haciendo la redacción de inglés hoy, ¿no?. -pensaba que habías quedado en
tu casa.

-oh,…sí, bueno. Al final fui yo a la suya.

Me esforcé mucho por no sentirme culpable.

- ¡Oh dios mío! ¿A la mansión?- preguntó Carla -¡Qué suerte!. ¿Has estado en alguno de los
balcones? Vicky dijo que esa era una de las razones por la que quería quedar con él otra
vez. La última vez fue en el asiento trasero de su Porsche, pero tenía muchas ganas de
ver el interior de su casa.

-Carla, ¿esta conversación tiene alguna finalidad?

-¡Ah!, sí -se rió. -Perdón. Sólo quería asegurarme de que estabas bien.

¿Qué les había dado a todos por preguntarme lo mismo esta noche?

-Sé que lo odias -continuó. -Quería asegurarme de que tú estás bien… y de que él
también. No apuñalarías al chico ¿verdad? estoy totalmente en contra del asesinato de
chicos sexys, pero si tengo que ayudarte a enterrar el cuerpo, sabes que llevaré la pala.

-Gracias, Carla -dije -pero está vivo. No fue tan malo como esperaba. De hecho,…- casi le
cuento todo a Carla. Que mi padre y mi madre se iban a divorciar y que en un momento
de desesperación había besado a Nicholas Jonas, otra vez. Y que ese beso se había
convertido en algo más, en mucho más. Cómo todo mi cuerpo se sentía sucio, pero al
mismo tiempo asombrosamente libre.

Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero no pude hacerlas salir.
Todavía no, al menos.

-De hecho...¿qué, Tn? -preguntó, sacándome de mis pensamientos.

-Pues,… nada. Que tenía algunas ideas realmente buenas para el trabajo.- Eso es. -Creo
que es, una especie de friki de Hawthorne.

-Bien, eso es bueno. Sé cuánto te gustan los chicos inteligentes. ¿Admites que te gusta?

Me quedé helada sin saber qué responder a eso, pero Carla ya se estaba riendo.

-No te enfades, era una broma .Me alegro que haya ido todo bien. Estaba algo
preocupada. Tenía el presentimiento de que algo malo iba a suceder. Creo que me estoy
volviendo una paranoica.

-Probablemente.

-Tengo que dejarte. Victoria quiere que le llame para contarle todos los detalles de mi cita
con Harrison. Ella no lo entiende. De todos modos, te veré en el colegio el lunes.


-Bien. Adiós, Carla.

-Adiós Tn.

Colgué el teléfono y lo puse en la mesita de noche, sintiéndome como una auténtica
mentirosa. Técnicamente, no había mentido; sólo me había callado…pero no contarle las
cosas a Casey era un pecado mortal. Especialmente cuando siempre me había ayudado
con mis problemas.

Pero al final se lo diría. Sobre lo de mis padres, primero necesitaba asimilarlo y luego
Hablaría con ella y con Victoria. Lo de Nicholas…¡Dios!, esperaba que nunca lo averiguaran.
Me arrodillé a los pies de mi cama y comencé a doblar la ropa limpia, como hacía cada
noche. Era raro, pero no había pensado mucho en el problema que tenía en casa. Odiaba
Admitirlo, pero tenía que darle las gracias definitivamente a Nicholas por eso..



Capitulo 17:


Papá no salió de su dormitorio el resto del fin de semana. Llamé un par de veces el
domingo por la tarde y me ofrecí a hacerle algo de comer, pero él sólo murmuró una
negativa sin abrir la puerta. Su aislamiento me aterrorizó. Debía estar deprimido por lo de
mamá, y avergonzado de haber dejado pasar su tren.

Pero yo sabía que no era saludable. Decidí que si no salía antes del lunes por la tarde,
entraría en la habitación y... bueno, no sabía lo que iba a hacer a continuación. Mientras
tanto, intentaría no pensar en mi padre o en los papeles de divorcio que estaban en la
mesa de la cocina.

Sorprendentemente, fue bastante fácil.

La mayoría de mis pensamientos pululaban alrededor de Nicholas. Pero realmente no sabía
cómo manejar la situación en el instituto el lunes. ¿Qué hacer después de una aventura
de una noche (o, en mi caso, una de tarde) con un chico popular del instituto? ¿Se suponía
que debía actuar de forma indiferente? ¿Tratar de no disimular el odio o parecer normal?
¿O bien, ser honesta conmigo misma y reconocer que me había gustado? ¿Bajar el tono de
desprecio y ser amigable? ¿Le debía algo? Por supuesto que no. El había disfrutado de la
experiencia tanto como yo menos el odio hacia uno mismo.

En el momento en que llegué al instituto el lunes por la mañana, había decidido evitarlo
lo más posible.

— ¿Estás bien, Tn? —Preguntó Victoria cuando salimos de español, al final del primer
piso.- Estás actuando… rara.

Lo voy a admitir, mis habilidades de espionaje no eran precisamente buenas, pero sabía
que Nicholas iba a pasar por delante de la clase cuando fuera de camino a la suya en el
segundo piso, y yo no quería arriesgarme a una reunión incómoda post-sexo en el pasillo.
Miré con ansiedad por el borde de la puerta, examinando a la multitud buscando los rizos
castaños inconfundibles. Pero Victoria sabía que algo pasaba, estaba siendo demasiado
obvio.

—No es nada —Mentí, saliendo al pasillo como un niño pequeño mirando a ambos lados
cuando va a cruzar una calle muy transitada, y me sentí aliviada al no verlo por ninguna
parte. — Estoy bien.

—Oh, está bien —Dijo ella sin levantar sospechas-. Debo de estarlo imaginando, entonces.

—Sí, debes de estarlo imaginando

Victoria se colocó un mechón suelto de cabello que se había soltado de su coleta—.
¡Oh, Tn, se me olvido contarte! ¡Estoy tan emocionada!

—Déjame adivinar, —bromeé—. Tiene algo que ver con Harrison Carlyle, ¿verdad? ¿Te
preguntó en qué lugar conseguiste esos vaqueros ceñidos tan bonitos? ¿O cómo te arreglas
el cabello?

— ¡No! —Jessica se rió—. No.... En realidad, es sobre mi hermano. Él viene a visitarnos
esta semana, y debe llegar a Hamilton al mediodía. Me va a recoger a la salida del
instituto. Estoy muy emocionada, hace unos dos años y medio desde que se fue para la
universidad y... —Hola Tn, ¿estás segura de que estás bien? —

Me quedé congelada en medio del pasillo. Podía sentir como me estaba quedando blanca y
mis manos se tornaron frías, empecé a temblar y empezaba a sentir náuseas pero dije la
mentira de siempre. —Estoy bien.

Forcé a mis pies a moverse. — Estoy mejor, bueno, pensé que se me había olvidado algo.
Estoy bien, ¿Qué estabas diciendo?

Victoria asintió con la cabeza. — Oh, bueno, estoy muy entusiasmada con la llegada de
Jake. No puedo creer que diga esto pero lo he echado tanto de menos. Será agradable
pasar el rato con él durante unos días. Ah, y creo que Fanny viene con él. ¿Te dije que
acaban de comprometerse?

—No. Eso es genial.... Tengo que ir a clase, Victoria.

—Oh, está bien.... Bueno, te veo en Inglés, Tn.

Ya estaba a mitad de camino por el pasillo antes de que Victoria terminara de hablar. Pase
junto a un grupo de estudiantes en estampida, apenas me fije en ellos, ya era bastante
con andar de puntillas como para embestirles con mi mochila. Los sonidos a mí alrededor
poco a poco se desvanecieron cuando los recuerdos no deseados inundaron mi cabeza. Era
como si por las palabras de Victoria salieran sin control después de mucho tiempo.

— ¿Eres Tn? ¿La perra de primer año que se enrollo con mi novio?

— ¿Tu novio? Yo no—

-—Mantente lo más lejos posible de Jake.


Mi rostro se enrojeció con los recuerdos.

Mis pies se movieron tan rápido que casi corría hacia mi clase. Como si pudiera escapar
de los recuerdos. Como si no me perseguían con una venganza. Pero Jake Gaither estaría
de vuelta en Hamilton durante una semana. Jake Gaither estaba comprometido con
Fanny. Jake Gaither... el chico que me rompió el corazón.

Llegue a clase cuando sonó el timbre. Sabía que el señor Chaucer estaba mirándome pero
no me molesté en voltear. Me senté cerca de la parte de atrás de clase, tratando
desesperadamente de dedicarme a otra cosa, pero ni siquiera el comentario ingenioso de
Toby Tucker sobre el Poder Legislativo y su cara adorable hizo que dejara por un momento
de pensar en Jake y su novia.

Apenas escuché las palabras del Sr. Chaucer y cuando sonó el timbre, mis apuntes eran
escasos, solo tenía dos frases apenas legibles. Dios, iba a suspender esta asignatura, las
cosas se estaban poniendo feas. Si yo fuera una rica snob de Manhattan, podría haber sido
un personaje en Gossip Girl. (A veces veo esa serie de mala calidad...aunque mis amigas
no lo saben) ¿Por qué no podía ser mi vida una comedia? Por otra parte, incluso en
Friends tenían problemas.

Entré en la cafetería, y me encontré con Carla y Victoria esperándome en nuestra mesa.
Como siempre, Ángela, , Jeanine, y el primo de Jeanine se unieron a nosotros.
Ángela estaba mostrando sus nuevos Vans, por lo que mi enfado fue desapercibido cuando
me dejé caer en la silla.

—Son bonitos —Comentó Carla. — ¿Quién te los regaló?

—Mi padre—Contestó Ángela, acariciando la punta de su zapato.

Él y mi madre están compitiendo por mi amor ahora. En un primer momento estaba un
poco molesta, pero he decidido seguir el rollo y divertirme con ello. — Ella cruzó las
piernas y se toco su pelo oscuro. —Estoy esperando por el próximo Prada.

Todos se rieron.

—No estuve nada de acuerdo con el divorcio de mis padres —Dijo Casey —A mi padre no le
importaba si yo lo amaba más, supongo.

—Es triste, Carla —Murmuró Victoria.

—Oh, no lo es—. Carla se encogió de hombros y empezó a coger su esmalte de uñas de
color naranja. —Papá era detestable. Yo me sentí satisfecha cuando mamá lo echó de la
casa. Ella lloró mucho y cuando mamá es más feliz, el mundo es más feliz. Claro, que no
tiene tanto dinero, pero no es como papá, siempre controlándonos. Él se ofreció a
comprar un coche a mamá, ella no quería, pero él insistía.

—Los divorcios son deprimentes —Suspiró Victoria.- —Me sentí muy mal cuando mis padres
se separaron. ¿No, Tn?

Sentí como me ponía roja, menos mal que Carla cambió de tema, como si no hubiera oído
la pregunta de Victoria.

—Hola, Marisol, ¿qué ocurrió ayer por la noche? No nos dijiste donde habías ido. — Jeanine
rió a sabiendas. — ¿Qué paso Marisol?

Marisol puso los ojos en blanco y se toco un mechón de su pelo rizado rubio perfectamente
cuidados.

—Oh, Dios mío. Bueno tuve una pelea con Clint, no creo que me hable más, y Ross...

No presté atención a lo que estaba hablando mientras pensaba en otra cosa. Por mucho
que quería de dejar de pensar en Jake. No me interesaban los problemas de Marisol.
Cualquier otro día, hubiera encontrado divertida la historia debido a mi telenovela
personal, pero en ese momento el drama parecía tan vago y sin importancia. Así que era
insípido. Tan indulgente. Tan vacío. No pude evitar sentirme un poco culpable por pensar
eso. Estaba muy distraída pero traté de escuchar los males de Marisol.

Luego, algo que dijo me llamó la atención.

-... Pero hice el tonto con Nicholas un rato después...

— ¿Nicholas? —Dije.

Marisol me miró, orgullosa de lo que ella veía como un logro. ¿No había más de dos tercios
de las chicas en la escuela que habían logrado lo mismo? Por ejemplo yo... pero, por
supuesto, ella no sabía nada.

—Sí —Dijo—. Después de la pelea con Clint, terminé en el aparcamiento con Nicholas.

Estuvimos en su coche un rato hasta que mi madre me llamó y tuve que irme a casa antes
de que pudiéramos hacer algo. Apesta, ¿no?

—Claro—

Mis ojos se movieron a través de la cafetería, en busca de una cabeza marrón rizada por
encima de los que le rodean. Estabas sentado con algunos de sus amigos, en su mayoría
chicas, por supuesto. Estaban en una mesa rectangular larga al otro lado de la habitación.
Llevaba una camiseta negra ajustada. No era muy apropiada para el frío que hacía,
estábamos a principios de febrero, mostraba sus perfectos brazos musculosos. Brazos que
me habían abrazado... que habían ayudado a borrar mi estrés…


Capitulo 18:


— ¿Les dije chicas que mi hermano viene a la ciudad? —Preguntó Victoria—. Él y su novia
nos visitarán por una semana.

Carla me miró preocupada y se preocupó más cuando me vio levantarme.

— ¿A dónde vas, Tn?

Todos en la mesa me miraron, y traté de parecer convincente. —Acabo de recordar, —le
dije— Que tengo que ir a hablar con Nicholas acerca de nuestro trabajo de inglés.

Quería evitarlo pero tenía una mejor idea.

— ¿No lo acabaron el sábado? — Preguntó Victoria.

—Lo empezamos pero no lo terminamos.

—Porque estaban muy ocupados con otras cosas. — Bromeó Carla haciéndome un guiño.

No luzcas culpable. No luzcas culpable.

— ¿No has oído? —Victoria se echó a reír.- —TN está locamente enamorada de Nicholas.

Fingí como si fuera a vomitar y todos rieron. —Correcto —Le dije, asegurándome de que
mi voz estaba llena de irritación y asco.- No lo soporto. Dios, le he perdido el respeto
desde que la señora Perkins me hizo trabajar con él.

—Estaría en éxtasis, si yo fuera tú —Dijo Marisol, sonando un poco amarga.

Jeanine y Ángela asintieron con la cabeza.

—Como sea— Me sentía un poco nerviosa. —Necesito hablar con él acerca del trabajo. Nos
vemos más tarde, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —Dijo Victoria, riéndose.

Me di prisa en cruzar la cafetería llena de gente, no paré hasta que estuve a unos pasos
de la mesa de Nicholas, donde el único ocupante era Carlyle Harrison. Entonces hizo una
pausa de un segundo, de repente, un poco vacilante. Una de las chicas, era una delgada
rubia con los labios de Angelina Jolie, estaba hablando acerca de unas vacaciones de
mi*rda en Miami, y Nicholas estaba escuchando con atención, obviamente, tratando de
convencerla de su simpatía.

La repugnancia borró mi inseguridad, y me aclaré la garganta con fuerza, consiguiendo de
todo el grupo un poco de atención. La rubia estaba agitada y enojada, pero me centre en
Nicholas, que me miró con indiferencia, como si fuera cualquier chica.

—Necesito hablar contigo acerca de nuestro trabajo de inglés

— ¿Es necesario? —Preguntó Nicholas con un suspiro.

—Sí -dije—. Ahora mismo. Yo no voy a reprobar por tu pereza.

Puso los ojos en blanco y se levantó.

—Lo siento chicas, el deber me llama —Dijo a las chicas afectadas— Las veré mañana, ¿me
guardarian un sitio?

—Por supuesto que lo haremos —Chilló una pequeña pelirroja.

Cuando Nicholas y yo nos alejamos, oí decir a los de los Labios Grandes: — Dios, esa chica
es una perra.

Cuando llegamos al pasillo Nicholas preguntó: — ¿Cuál es el problema, Duffy? Te envié un
correo electrónico con el ensayo anoche, como me dijiste. ¿Y a dónde exactamente
vamos? ¿A la biblioteca?—

—Cállate y ven conmigo—.

Lo llevó por el pasillo, más allá de las aulas de inglés. No me pregunten de dónde saqué
esa idea, porque yo no podía contestarla, pero sabía exactamente a dónde íbamos, y
estaba segura de que esto me podría hacer una p*ta. Pero cuando llegamos a la puerta del
armario de la limpieza, no tenía ningún sentimiento de vergüenza... todavía no, por lo
menos. Agarré el pomo de la puerta y vi los ojos de Nicholas estrechados por sospecha. Abrí
la puerta, comprobé que nadie estaba mirando, e hizo un gesto para que él entrara.
Nicholas entró en el armario pequeño, y yo lo seguí, cerrando sigilosamente la puerta
detrás de nosotros.

—Algo me dice que no se trata de”La Letra Escarlata”—Dijo, e incluso en la oscuridad,
sabía que él estaba riendo.

—Cállate

Esta vez me encontró a mitad de camino. Sus manos se enredaron en mi pelo y la mías se
posaron en sus antebrazos. Nos besamos con violencia, y nos estrellamos contra la pared.
Oí caer un trapeador, o tal vez una escoba, pero mi cerebro apenas registró el sonido
cuando una de las manos de Nicholas se trasladó a mi cadera, y me acercó más a él.
Él era mucho más alto que yo, se tenía que inclinar para besarme. Sus labios se
presionaban con fuerza contra los míos, y dejé que mis manos exploraran sus bíceps. El
olor de su colonia invadía el aire rancio de la habitación y llenó mis sentidos. Sentí como
su mano insistentemente intentaba levantar el borde de mi camiseta. Con un suspiro, me
aparte de él y me agarró por la muñeca.

—No, no... Ahora.

—Entonces ¿cuándo? —Preguntó Nicholas en mi oído. Todavía me tenia sujeta contra la
pared. Ni siquiera le faltaba el aliento. Yo, en cambio, luchaba por recuperarlo.

—Más tarde.

—Se más específica.

Me deshice de sus brazos y me dirigí hacia la puerta, casi tropecé con lo que parecía una
cubeta. Levanté una mano para retocarme el pelo ondulado y sujeté el picaporte.

—Esta noche. Voy a estar en tu casa cerca a las siete. ¿De acuerdo? —

Pero antes de que pudiera responder, salí del cuarto y me apresuré por el pasillo,
esperando que no luciera como el paseo de la vergüenza..










Mansita
Mansita


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 4:24 pm

Capitulo 19:


No pensé que el timbre que anuncia el final de la clase fuera a sonar nunca. Cálculo era
terriblemente largo y aburrido, e inglés era horripilante. Me encontré a mí misma
mirando a Nicholas muchas veces, ansiosa por sentir de nuevo los efectos adormecedores
que provoca en mi mente sus brazos, manos, y labios.

Sólo recé para que mis amigas no lo notaran. Victoria, por supuesto, me creería si le digo
que está imaginando cosas; Carla, por otro lado... bueno, con suerte Carla estaría muy
absorbida con la clase de gramática del Sr. Perkins, ja, ¡sí claro!, para mirarme.

Probablemente me interrogaría por horas y adivinaría todo lo que había pasado, viendo a
través de mis negaciones. De verdad necesitaba salir de aquí antes de ser expuesta.
Pero para cuando finalmente sonó el timbre, no tenía prisa por salir.

Victoria entró a la cafetería con su rubia coleta balanceándose tras ella. —¡No puedo esperar a verlo!

—Lo entendemos, Vicky —dijo Carla—. Amas a tu hermano mayor. Es lindo, en serio, pero
has dicho eso como... ¿veinte veces hoy? ¿Treinta quizás?

Victoria se sonrojó. —Bueno, no puedo esperar.

—Por supuesto que no puedes — sonrió Carla—. Estoy segura de que estará feliz de verte
también, pero quizás quieras calmarte un poquito. —Se detuvo en medio de la cafetería y
miró sobre su hombro hacia mí—. ¿Vienes, Tn?

—No —dije, agachándome y jugando con los cordones de mis zapatos—. Tengo que... atar
esto. Adelántense chicas. No atrasen la reunión por mí.

Carla me dirigio una mirada complice antes de asentir y empujar a Victoria hacia
adelante. Comenzó una nueva conversación para distraer a Victoria de mi patética excusa.

—Háblame de su prometida. ¿Cómo es? ¿Es guapa? ¿Tonta como un saco de patatas? Quiero
los detalles.

Esperé en la cafetería unos buenos veinte minutos, sin querer tener la oportunidad de
encontrármelo en el aparcamiento. Qué gracioso que, hace menos de siete horas, había
estado evitando a un chico completamente distinto... uno por el que ahora estaba
desesperada por ver.

Tan enfermo y retorcido como era, no podía esperar a estar de vuelta en la habitación de Nicholas.
De vuelta a mi propia isla privada. De vuelta a mi mundo de escape. Pero primero tenía que esperar
que Jake Gaither saliera del aparcamiento.

Cuando me sentí segura de que él se había ido, salí de la escuela, poniéndome el suéter.
El viento de febrero golpeó mi cara mientras me movía a través del aparcamiento vacío, la
visión de mi coche no me brindó ninguna comodidad. Me senté en el asiento del
conductor, temblando como una loca y encendí el motor. El viaje a casa pareció durar
horas, aunque el instituto de Hamilton está a sólo cuatro kilómetros de mi casa. Había
comenzado a preguntarme si podía llegar a casa de Nicholas unas pocas horas antes,
cuando entré a mi cochera y recordé a mi papá. Oh, genial. Su coche estaba aparcado allí,
pero todavía no debería estar de vuelta del trabajo.

— ¡Maldición! —Gemí, golpeando el volante y saltando como una idiota cuando sonó la
bocina—. ¡Maldición! ¡Maldición!

La culpa se apoderó de mí. ¿Cómo me pude olvidar de papá? .Mi pobre papá, solo,
atrincherado en su dormitorio. Me preocupé mientras salía del coche y caminaba
pensando que estaría en su habitación. Si lo estaba, ¿tendría que tumbar la puerta?
¿Luego qué? ¿Gritarle? ¿Llorar con él? ¿Decirle que mamá no lo merece? ¿Cuál era la
respuesta correcta?

Pero papá estaba sentado en el sofá cuando entré, con un tazón de palomitas de maíz en
su regazo. Dudé en la puerta, sin estar segura de qué demonios estaba sucediendo. Se
veía... normal. No se veía como si hubiera estado llorando o bebiendo ni nada. Sólo se
parecía a mi padre con sus gruesas gafas de montura y desordenado cabello castaño
De la misma manera en que lo veía todos los días de la semana.

—Hola, Abejorro —dijo, mirándome—. ¿Quieres palomitas? Hay una película de Clint
Eastwood en la AMC.

—Um... no gracias. —Miré alrededor de la habitación. No había vasos rotos. Ninguna
botella de cerveza. Como si no hubiera estado bebiendo nada ese día. Me pregunté si eso
era el final. Si la recaída había terminado. ¿Las recaídas funcionaban de esa manera? No
tenía idea. Pero no podía evitar sentirme precavida—. ¿Papá, estás bien?

—Oh, estoy bien —dijo—. Me desperté tarde esta mañana, así que llamé al trabajo y les
dije que estaba enfermo. No he cogido ninguno de mis días de vacaciones, así que no es
gran cosa.

Miré hacia la cocina. El sobre de Manila todavía estaba intacto en la mesa de la cocina.

Intocable.

Debió seguir mi mirada, o adivinarlo, porque con un encogimiento de hombros dijo: —Oh,
¡esos estúpidos papeles! Ya sabes, me tenían en un aprieto. Finalmente pensé en ello y
me di cuenta de que sólo son un error. El abogado de tu madre escuchó que se había ido
un poco más de tiempo de lo usual y soltó la bomba.

— ¿Has hablado con ella?

—No —admitió papá—. Pero estoy seguro de que ese es el problema. Nada de que
preocuparse abejorro. ¿Qué tal el día?

—Estuvo bien.

Ambos estábamos mintiendo, pero yo sabía que mis palabras no eran ciertas. Él, por otra
parte, parecía genuinamente convencido. ¿Cómo podía recordarle que la firma de mamá
estaba en los papeles? ¿Cómo podía devolverlo a la realidad? Eso sólo lo llevaría a su
habitación de nuevo o lo enviaría en búsqueda de una botella y arruinaría este momento
de paz fabricada.

Y no quería ser la que estropeara la sobriedad de mi papá.

Consternada, decidí mientras subía las escaleras hacia mi habitación. Estaba simplemente
consternada. Pero la negación no iba a durar mucho. Eventualmente tendría que
despertar. Sólo esperaba que lo hiciera con gracia.

Me estiré en mi cama con mi libro de cálculo en frente de mí, tratando de hacer una tarea
que realmente no entendía. Mis ojos continuaban saltando al reloj despertador de mi
mesita de noche. 3:28... 3:31... 3:37... Los minutos pasaban, y los problemas de
matemáticas se volvieron borrosos, patrones de símbolos indescifrables, como runas
antiguas.

Finalmente cerré el libro y reconocí mi derrota. Esto era enfermo. No debería estar
pensando en Nicholas. No debería estar besando a Nicholas. No debería estar durmiendo con
Nicholas. Maldita sea, semanas antes habría pensado que hablar con él era horrible. Pero
mientras más giraba en mi mundo, más atrayente se volvía. No me malentiendan, todavía
lo odiaba con pasión. Su arrogancia me hacía querer gritar, pero su habilidad para alejarme;
aunque sólo sea temporalmente, de mis problemas lo dejaba en lo alto. Era mi droga.

Estaba enferma. Aún más enferma era la forma en la que le mentí a Carla, sobre esto
cuando me llamó a las cinco y media.

—Hola, ¿estás bien? Oh, Dios mío, no puedo creer que Jake esté de vuelta. ¿Estás, como
en estado de pánico? ¿Necesitas que vaya a tu casa?

—No —estaba nerviosa, todavía miraba el reloj cada pocos minutos—. Estoy bien.

—No te lo guardes, Tn —instó.

—No lo hago. Estoy bien.

—Voy para allá —dijo ella.

—No —dije rápidamente—. No lo hagas. No hay razón para ello.

Hubo silencio por un segundo, y cuando Carla habló de nuevo, sonaba un poco herida. —
De acuerdo... pero, quiero decir, incluso si no hablamos acerca de Jake, podríamos salir o
cualquier cosa.

—No puedo —dije—. Yo, um... —Eran las cinco y treinta y tres. Aún había una hora para
poder salir a lo de Nicholas. Pero no le podía decir eso a Carla. Nunca. —Pienso que me voy
a ir a la cama temprano esta noche

— ¿Qué?

—Me quedé despierta hasta muy tarde anoche viendo, u... una película. Estoy exhausta.

Ella sabía que estaba mintiendo. Era muy obvio. Pero no me cuestionó. En su lugar, sólo
dijo: —Bueno... bien, supongo. ¿Pero quizás mañana? ¿O este fin de semana? En verdad
necesitas hablar de ello, Tn. Aun cuando pienses que no lo necesitas. Sólo porque es el
hermano de Victoria...

Al menos ella pensó que estaba mintiendo para encubrir mis asuntos con Jake. Prefería
que pensara eso, que la verdad. Dios, era una amiga de m*erda. Pero Nicholas era algo
acerca de lo que tenía que mentir. A todos.

Cuando finalmente se hicieron las seis y cuarenta y cinco, agarré mi suéter y corrí hacia
abajo por las escaleras, sacando las llaves de mi bolsillo. Encontré a papá en la cocina,
calentando en el microondas unas mini pizzas. Me sonrió mientras me colocaba mis
guantes. —Oye, papá —dije—. Volveré más tarde.

— ¿A dónde vas, Abejorro?

Oh, uh, buena pregunta. Este era un problema que no había anticipado, pero cuando todo
lo demás falla, di la verdad... o al menos parte de ella.

—Voy a la casa de Nicholas Jonas. Estamos trabajando en un ensayo para inglés. No llegaré a
casa tarde —Oh, por favor, pensé. No permitas que mis mejillas se sonrojen.

—De acuerdo —dijo papá—. Diviértete con Nicholas.

Salí de la cocina antes de que mi cara ardiera en llamas. — ¡Adiós, papá!

Casi corrí hasta mi coche y me resulto difícil cuando entré en la autopista. No iba a
obtener mi primera multa por Nicholas Jonas. El límite tenía que estar señalado en algún
lugar.

Entonces de nuevo, ya había cruzado varios límites.
¿
Qué estaba haciendo exactamente? Siempre me había burlado de las chicas que j*dían
con Nicholas, y aun así, aquí estaba yo, volviéndome una de ellas. Me dije que había una
diferencia. Esas chicas pensaban que tenían una oportunidad con Nicholas; lo encontraban
sexy y atrayente, lo que de una forma retorcida, supongo que lo era. Ellas pensaban que
era un buen chico, que podían domarlo, pero yo sabía que era un imbécil. Sólo quería su
cuerpo. Ninguna atadura. Nada de sentimientos. Sólo quería el subidon.

¿Eso me hacía una drogadicta y una prostituta?

Detuve mi coche en frente de la inmensa casa y decidí que mis razones eran justificadas.

La gente con cáncer fumaba marihuana con prescripción médica; mi situación era muy
similar. Si no usaba a Nicholas para distraerme, me volvería loca, así que en realidad me
estaba salvando de la autodestrucción y una montaña de facturas por terapia.

Caminé por la acera y toqué el timbre. Un segundo después, el seguro sonó y el pomo
giró. En el instante en que la sonriente cara de Nicholas apareció en la puerta, supe que, a
pesar de mi razonamiento, esto estaba mal.

Asqueroso. Enfermo. Poco saludable.

Y completamente estimulante..
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Capitulo 2O:


Tenía el cabello hecho un desastre. Me vi en el gran espejo y trate de aplacar el desastre
de ondas en mi cabello mientras Nicholas se ponía su ropa detrás de mí. Definitivamente una
situación en la que nunca me imagine estar.

—Estoy perfectamente de acuerdo con ser usado, —dijo él mientras tiraba dentro de su
apretada franela negra. Su cabello era bastante incriminatorio también—. Pero me
gustaría saber para qué estoy siendo usado.

—Distracción.

—Eso ya lo deduje. —El colchón crujió cuando se dejó caer sobre su espalda y se metió los
brazos detrás de su cabeza—. ¿De qué se supone que te estoy distrayendo? Hay una
posibilidad de que, si lo sé, podría hacer mi trabajo más eficientemente.

—Lo estás haciendo bien ya—. Pase los dedos a través de mi cabello, pero estaba lo mejor
que podría lograr. Suspirando, me aleje del espejo y le di la cara a Nicholas. Para mi
sorpresa, el me estaba viendo con verdadero interés—. ¿Realmente te importa?

—Claro—. El se sentó y dio unas palmaditas en un lugar junto a él—. Hay más en este
increíble cuerpo que abdominales impresionantes. Tengo un par de oídos también, y ellos
funcionan muy bien.

Pongo en blanco los ojos y me siento a su lado, poniendo mis pies sobre la cama—. Bien,
digo, envolviendo mis brazos alrededor de las rodillas—. No es que importe, pero supe que
mi exnovio vuelve a la ciudad por una semana esta mañana. Es estúpido, pero entré en
pánico. Me refiero, la última vez que nos vimos… no fue muy bien. Es por eso que te
arrastré hasta el armario en la escuela.

— ¿Qué pasó?

—Tú estabas allí. No me hagas revivirlo.

—Me refiero con tu ex-novio, —dijo Nicholas—. Tengo curiosidad. ¿Qué clase de miseria
pudo causar a una persona odiosa como tú correr a mis brazos musculosos? ¿O es él el que
puso la capa de hielo alrededor de tú corazón? —sus palabras sonaron chistosas, pero su
sonrisa sonaba sincera, no la desequilibrada que él usa cuando piensa que está siendo
inteligente.

—Comenzamos a salir durante mi primer año, —comienzo a decir de mala gana—. El era un
estudiante de último año, y sabía que mis padres nunca me dejarían verlo si ellos
supieran cuantos años tenia. Así que mantuvimos todo en secreto para todo el mundo. El
nunca me presentó a sus amigos o me llevó a ningún lugar o me habló en la escuela, y
simplemente asumí que era para protegernos. Bien, por supuesto, estaba totalmente
equivocada.

Sentía hormigueo en mi piel mientras los ojos de Nicholas me veían. Dios, eso me
molestaba. El quizás me estaba viendo con pena. Pobre Duffy. Mis hombres se tensaron, y
mire mis medias, negándome a ver su reacción de mi historia. Una historia que no le
había contado a nadie sino a Carla.

—Así que lo vi compartiendo con una chica algunas veces en la escuela, —continúe—. Cada
vez que le preguntaba, el solo me decía que eran amigos y que no me preocupara. Así que
no lo hice. Es decir, el me dijo que me amaba. Tenía toda la razón de creerle. ¿Cierto?

NIcholas no respondió.

—Entonces ella se enteró. La chica con la que lo estaba viendo me rastreó un día en la
escuela, y me dijo que dejara de f*llar con su novio. Pensé que era un error, así que le
pregunté a el…

—No era un error, —adivinó Nicholas.

—Nop. Su nombre era Fanny, y ellos habían estado juntos desde séptimo año. Yo era la
otra mujer… o chica, técnicamente.

Lentamente, miré hacia arriba y vi a Nicholas haciendo una mueca—. Que hijo de p*ta, —
dijo él.

— No puedes hablar. Eres el más grande playboy que hay.

—Es verdad, —admite—. Pero no hago promesas. El te dijo que te amaba. El hizo un
compromiso. Yo no haría eso nunca. Una chica puede creer lo que quiera creer, pero no
digo nada que no sienta. Lo que el hizo es la marca de un verdadero hijo de p*ta.

—En fin, el esta de vuelta en la ciudad esta semana con Fanny… su prometida.
Nicholas dejó escapar un silbido bajo—. Ah, eso es embarazoso.

— ¿Tu crees?

Hubo una larga pausa. Finalmente, Nicholas habló, —Bien, ¿Quién es el? ¿Lo podría
recordar?
—No lo se. Quizás. Su nombre es Jake Geither.

—Jake Geither. —La cara de Nicholas se tornó en horror—. ¿Jake Geither? ¿Te refieres a ese
extraño chico? El chiflado con acné y nariz de garfio? —sus ojos se abrieron como platos
sorprendido—. ¿Dime como demonios él tenia dos chicas? ¿Por qué alguien saldría con el?
¿Por qué saliste con el? El era una bestia.

Sentí que mis ojos se contrajeron—. Gracias, —murmuré—. ¿No crees que tal vez eso es lo
mejor que una Duff puede lograr?

La expresión de Nicholas se cayó. El miró más allá de mi, examinando nuestro reflejo en el
espejo de la habitación. Después de unos momentos de incomodo silencio, el dijo— Sabes,
Tn, no eres tan inatractiva. Si tienes cierto potencial. Tal vez si te la pasaras con
diferentes amigas…

—Detente, —digo—. Mira, ya me he acostado contigo dos veces. No tienes que alagarme.
Además, amo mucho a mis amigas como para cambiarlas por el bien de lucir más
atractiva.

— ¿De verdad?

—Si. Me refiero, Carla ha sido mi mejor amiga, desde, siempre, y ella es la persona más
leal que he conocido. Y Victoria… buen, ella no tiene idea de su hermano y yo. No éramos
amigas en ese entonces. En realidad, no quería conocerla después de que Jake y yo
rompimos, pero Carla dijo que seria bueno para mí y ella tenia razón… como siempre.

Victoria puede ser un poco histérica, pero es la más dulce e inocente persona que
conozco. Nunca podría dejarlas solo por lucir bien. Eso me haría una verdadera idiota.

—Entonces tienen suerte de tenerte.

—Te dije que no halagaras…

—Solo estoy siendo honesto. —Nicholas frunció el ceño mirando al espejo—. Solo tengo un
amigo… un verdadero amigo. Harrison es el único tipo con que se me verá, y eso es
porque no estamos tratando de atraer a la misma audiencia, si sabes a lo que me refiero—

Una pequeña sonrisa se expandió en sus labios cuando volteó a verme.

—La mayoría de las personas harían lo que fuese para evitar estar con la Duff.

—Bueno, creo que no soy la mayoría—. El me miró seriamente—. ¿La palabra ni siquiera te
incomoda? —preguntó.

—No. —Sabía que era una mentira en el segundo en que la respuesta pasó por mis labios.

Si me molestaba, pero no admitiría eso. Especialmente no a él.


Capitulo 21:


Todo mi cuerpo parecía ser consciente de sus ojos en mí otra vez. Antes de que el
pudiera decir nada, me paré y camine a la puerta del cuarto.

—Escucha, —digo, girando el pomo de la puerta—. Me tengo que ir, pero estaba pensando
que deberíamos hacerlo de nuevo—. Como una aventura, tal vez. Puramente físico. ¿Sin
ataduras?

— No puedes tener suficiente de mí, ¿verdad? —Preguntó Nicholas, se extendió sobre la
espalda de nuevo con una sonrisa—. Eso suena muy bien para mí, pero si soy tan
fantástico, deberías correr la voz con tus amigas. Dices que las adoras, por lo que
deberías permitirles experimentar el mismo placer alucinante... tal vez al mismo tiempo.

Es lo correcto.

Le fruncí el ceño—. Cuando pienso que tal vez tienes alma, dices mierdas como esa. — La
puerta dio un vuelco a la pared cuando la abrí. Me marché por la escalera y grité—,
¡Saldré por mi propia cuenta!

— ¡Nos vemos pronto Duffy!

Que pndejo.

Mi padre no parecía darse cuenta de lo que la rodeaba. Creo que su modo de padre
sospechoso estaba defectuoso o algo, porque apenas me interrogó cuando me salí de la
casa para ir a ver a Nicholas más y más esa semana. Y cualquier papa cuerdo se hubiese
alertado cuando su hija usara la excusa de “trabajando en un artículo” dos veces
seguidas, ¿pero cuatro veces en una semana? ¿Realmente pensaba que me tomaría tanto
tiempo escribir ese estúpido ensayo? ¿No estaba preocupado de que estuviese haciendo
exactamente lo que estaba haciendo?

Aparentemente no. Cada vez que salía de la casa, el solo decía—, Pásala bien, abejorro.
P
ero creo que el despiste debe haber estado en el aire. Hasta Carla, quien me ha estado
observando como un halcón desde que Jake llegó a la ciudad, no había captado nada
entre Nicholas y yo. Nada más que sus bromas usuales acerca de mi pasión secreta por él,
eso es todo. Por supuesto, estaba haciendo todo lo posible para ocultar la evidencia, pero
más de una vez, estaba segura que me iba a agarrar.

Como el sábado en la tarde cuando estábamos en mi cuarto arreglándonos para ir a Nest.
En realidad, Carla era la única que se estaba arreglando. La mayoría del tiempo yo estaba
sentada en mi cama simplemente y veía como ella posaba en frente al espejo. Habíamos
hecho eso un montón de veces, pero con Victoria todavía aferrada a su hermano cada
sencillo momento, el cuarto se sentía raramente vació. Casi extraño.

Victoria era muy diferente de nosotras dos. Me refiero, Carla y yo éramos opuestas pero
Visctoria era de un planeta totalmente diferente. Ella era un constante rayo de luz. El vaso
medio lleno. Ella mantenía nuestro balance con una gran sonrisa y una cándida inocencia
que siempre nos asombraba. Mientras algunas veces se sentía como que Carla y yo
habíamos visto mucho del mundo, Victoria era, de muchas maneras, una niña. Virginal.

Siempre llena de preguntas. Ella era nuestro sol y Carla y yo estábamos en una especie de
oscuridad sin ella.

Me preguntaba cuantos días mas estaría Jake en la ciudad cuando Carla se volteó a
verme, aparentemente decidiendo si le gustaba sus apretados jeans purpuras después de
todo. (Estoy feliz de que lo hiciera porque yo pensaba que eran horribles.)— Sabes, Tn,
estas lidiando con todo esta cuestión de Jake mucho mejor de lo que esperaba, —dijo
ella.

—Gracias… creo.

―Bien, supuse que cuando Jake volviera a Hamilton con su prometida, estarías espantada.
Yo apostaba por lágrimas, llamadas de medianoche y algunas crisis nerviosas de las viejas.
Pero en su lugar, has estado totalmente normal.. O, tú sabes, tan normal como Tn
Piper puede estar.

—Me retracto de las gracias.

—De verdad—. Ella cruzó el cuarto y se sentó cerca de mí—. ¿Estas lidiando bien con esto?
Te has quejado muy poco, lo cual es preocupante porque tú te quejas de todo.

—No lo hago, —protesté.

—Lo que tú digas.

Puse los ojos en blanco—. Para tu información, he encontrado una manera de sacármelo
de la cabeza, pero se arruina cuando sigues hablando de eso, Carla—. Le di un codazo—.
Estoy empezando a creer quieres que llore.

—Eso al menos me probaría que no lo estas reteniendo.

—Carla, —aclamé.

—No estoy jugando Tn, —dijo ella—. Ese tipo de verdad te arruinó. Estabas llorando,
gimoteando, en un desastre de pánico después de lo que hizo, y se que es difícil porque
hemos tenido que ocultarlo de Vicky, pero necesitas manejarlo de algún modo. No quiero
pasar por esa mierda otra vez.

—Carla, estoy bien, —le aseguré—. Realmente he encontrado una manera de liberar el
estrés, ¿bien?

— ¿Qué cosa?

Oh, m*erda.

―¿Que cosa de que?

Carla me vió con el ceño fruncido―. Obvio. Tu manera de liberar el estress. ¿Qué estas
hacienda?

―Um… simplemente cosas.

―¿Has estado ejercitándote? ―pregunta ella―. No te avergüences si es así. Mi mamá hace
cardios cuando esta molesta. Ella dice que ayuda a canalizar su energía negativa…lo que
sea que eso signifique. ¿Entonces que estas haciendo? ¿Te estas ejercitando?

—Um… se podría decir.

Maldición. Mis mejillas definitivamente estaban ardiendo. Me aparte de ella, examinando
los vellos detrás de mi brazo.

—¿Cardio?

— Mmm… ujum.

Pero milgarosamente, ella no notó que mi cara estaba en llamas.

—Genial. Sabes, estos pantalones son una talla mayor de los que compro usualmente. Tal
vez deberíamos ejercitar juntas. Podría ser divertido.

—No lo creo. —Antes de que pudiera discutirlo o ver el color escarlata de mis mejillas, me
puse de pie y dije—, tengo que ir a cepillarme los dientes otra vez. Luego me iré, ¿bien? Y
Salí del cuarto.

Cuando regrese unos minutos después, estuve forzada a mentir otra vez.

— ¿Quieres quedarte aquí esta noche? —Preguntó Carla mientras escrespaba su pelo corto
en el espejo—. Mamá dice que va a ir a una despedida de soltera de una compañera de
trabajo, así que solo seriamos nosotras… y un poco de las películas de James McAvoy si
quieres. Vicky estará triste si se lo pierde, pero…

—No puedo esta noche, Carla.

— ¿Por qué no? —ella sonó dolida.

La verdad era que tenía planes de ver a Nicholas cerca de las once esa noche, pero
obviamente no podía ser honesta. Pero no podía mentir tampoco. Me refiero, las mentiras
eran siempre j*didamente transparentes. Asi que hice en lo que me estaba convirtiendo
cada vez y cada vez mejor en estos días. Lo oculte.

—Tengo planes.

— ¿Después de que salgamos de Nest?

—Sí, Lo siento.

Carla se volteo del espejo y me quedo viendo por un largo momento. Finalmente, me
dijo—, has estado muy ocupada últimamente, sabes. Ya no quieres hacer muchas cosas
conmigo.

—Voy a salir contigo esta noche, ¿no? —pregunté.

—Si, supongo, pero… no lo se—. Ella se volteó y examinó su reflejo una última vez—.
Olvidalo. Vamonos.

Dios, odio ser deshonesta con Carla. Especialmente porque ella claramente sabia que
sucedía algo, incluso aunque ella no lo adivinara todavía. Pero iba a hacer todo lo que
estuviera en mi poder para mantener el asunto de Nicholas es secreto.

Y, por supuesto, Nicholas actuaba totalmente casual acerca de todo. En público, nos
tratamos el uno al otro con la sarcástica indiferencia de siempre. Lo insultaba, le daba
miradas asesinas, y lo maldecía en secreto cuando actuaba como un cerdo (no es que
tenga que actuar). Nadie habría adivinado que éramos diferentes detrás de puertas
cerradas. Nadie podría decir que estaba contando los minutos hasta que nos encontramos
en las escaleras de su porche.

Nadie excepto Joe.

―El te gusta, ―el barman bromeó cuando Nicholas, después de soportar una diatriba verbal
de su servidora, se fue a bailar con una atractiva cabeza hueca—. Y creo que también le
gustas. Ustedes tienen algo.

—Estas demente, —dije, sorbiendo mi refresco de cereza.

—Te lo he dicho un millón de veces, Tn, y te lo diré otra vez. Eres una mala
mentirosa.

— ¡Yo no tocaría a ese cretino ni con un palo de tres metros! — ¿Mi voz transmitía
suficiente disgusto?— ¿Realmente piensas que soy tan idiota Joe? El es arrogante, y
duerme con todo lo que pueda tener sus sucias manos. La mayoría del tiempo, quisiera
sacarle los ojos. ¿Cómo podría gustarme? El es un asno.

—Y las mujeres aman los asnos. Esa es la razón por la que no consigo una cita. Soy
demasiado bueno.

—O muy peludo, —ofrecí—. Tome mi último sorbo de mi refresco de cereza y empujé el
vaso hacia él—. Aféitate esa barba de Moisés y quizás tengas mejor suerte. Las mujeres no
quieren besar alfombras, sabes.

—Estas tratando de cambiar la conversación, —señaló Joe—. Eso solo prueba que tu y el Sr.
Asno tienen algo.

—Cállate. Solo cállate, Joe.

— ¿Entonces tengo razón?

—No, —dije—. Solo que realmente, realmente me estas sacando de quicio.
Bien, definitivamente tenia que encontrar una manera de evitar el Nest por unas pocas
semanas… o, mejor todavía, para siempre.


Capitulo 22:


—Tu tiro, Duffy —Nicholas se inclinó sobre su palo de billar, con una sonrisa triunfal en el
rostro.

—No has ganado todavía —dije, poniendo los ojos en blanco.

—Pero estoy ganando.

Lo ignoré, centrando mi atención en una de las dos bolas que aún quedaban en la mesa.

En ese momento, yo realmente deseaba a Nicholas y sólo pensaba en ir directa a la
habitación, por encima de todo lo demás. Pero esa noche, en lo alto de la escalera,
Nicholas mencionó la mesa de billar y empezó a jactarse de que era un genio con el palo de
billar. Por alguna razón, provocó una vena competitiva en mí, no veía la hora de limpiar
el suelo con él y borrarle esa sonrisa arrogante de la cara. Sólo estaba empezando a
lamentar mi decisión de desafiarlo en este juego porque, como se vio después, él no
estaba muy lejos de la verdad. Yo tampoco era mala en el billar, pero él podía patearme
el c*lo. Y no había nada que pudiera hacer para salir de esta.

—Quédate ahí —susurró él. Sus labios acariciaron detrás de mis orejas, poniéndose detrás
de mí. Sus manos se colocaron en mis caderas y sus dedos jugaron con el dobladillo de mi
camisa.

—Céntrate, Duffy. ¿Te estás concentrando?

Él estaba intentando distraerme. Y, m*erda, estaba funcionando. Me aparté de él,
intentando empujarlo con la parte trasera de mi palo. Por supuesto él me esquivó, y yo
sólo logré golpear la bola blanca en dirección opuesta a la que había querido, enviándola
a la derecha de uno de los agujeros de las esquinas.

—Cero —anunció Nicholas.

— ¡Maldita sea! —me di la vuelta para mirarlo—. ¡Eso no debe contar!

—Pero cuenta —él sacó la bola blanca del agujero y la envió cuidadosamente al final de la
mesa.

—Todo vale en el amor y en el billar.

—Guerra —corregí.

—Es lo mismo —él echó el palo hacia atrás, mirando hacia delante, antes de disparar de
nuevo. Medio segundo después, la bola navegó hacia el hoyo. Fue ganadora.

—Idiota —susurré.

—No seas mala perdedora —dijo él, apoyando el palo contra la pared—. ¿Qué esperabas?
Obviamente, soy increíble en todo —sonrió—. Pero oye, no puedes estar en mi contra, ¿de
acuerdo? No podemos dejar de ser como Dios nos hizo.

—Eres un arrogante tramposo —arrojé mi palo de billar a un lado, dejándolo en el suelo
estrepitosamente.

—Los malos ganadores son peor que los malos perdedores. ¡Y no he ganado porque me
distrajiste! No podías mantener tus j*didas manos lo suficientemente lejos de mí para
hacer un disparo decente. Y por otra cosa…

Sin avisar, Nicholas me subió en la mesa de billar. Sus manos se movieron en mis hombros,
y un segundo más tarde, estaba tumbada mirando como sonreía. Él se subió a la mesa
también, inclinándose sobre mí, con su cara a pocos centímetros de la mía.

—¿En la mesa de billar? —dije, estrechando mis ojos—. ¿En serio?

—No puedo resistirme —dijo—. ¿Sabes? Eres muy sexy cuando te enfadas conmigo, Duffy.

En primer lugar, me llamó la atención la ironía de esa declaración. Quiero decir, usó: sexy
y duffy, -que implicaba que era gorda y fea-, en la misma frase. El contraste era casi
cómico. Casi. Lo que realmente me extrañaba, sin embargo, era que nadie, ni siquiera
Jake Gaither, me había llamado alguna vez sexy. Nicholas fue el primero. Y la verdad era
que estando con él me sentía atractiva. La forma en que me tocaba. La forma en que me
besaba. Podía decir que su cuerpo me quería. Vale. Vale. Así era Nicholas. Su cuerpo
quería a todo el mundo. Pero hasta entonces, era un sentimiento que no había
experimentado. Bueno, nunca había experimentado nada. Era extraño. Pero nada de eso
podía borrar la punzada de dolor de la última palabra de su declaración. Nicholas había sido
el primero en llamarme sexy, pero también el primero en llamarme Duff. Esa palabra me
había estado rondando, persiguiéndome, durante semanas. Y era por su culpa. Así que,
¿cómo podía él verme sexy y duff al mismo tiempo?

Pregunta mejor: ¿por qué me importaba?

Antes de que pudiera pensar alguna respuesta decente, empezó a besarme y sus dedos ya
habían localizado los botones y las cremalleras de mi ropa. Nos convertimos en una
maraña de labios, manos y rodillas y la cuestión se fue completamente de mi cabeza. Por
el momento, al menos.

— ¡Vamos Panteras! —gritó Carla y unos pocos miembros de la Brigada de Skinny hicieron
volteretas a lo largo del margen.

A mi lado, Victoria agitaba uno de los pompones de dos dólares azul y naranja, con el
rostro radiante de entusiasmo. Jake y Fanny estaban cenando con los padres de Fanny
esa noche, lo que significaba que debía pasar un par de horas con ella, incluso si ese par
de horas era en un estúpido evento deportivo. La verdad era que yo odiaba todo lo que
requiriera espíritu escolar, porque, obviamente, no tenía ninguno. Odiaba Hamilton High.
Odiaba el horrible brillo de los colores del colegio, la increíble mascota, y por lo menos, al
noventa por ciento de los estudiantes. Eso era por lo que no podía esperar a dejar el
colegio.

—Tú lo odias todo —me había dicho Carla temprano, el día que le expliqué que no tenía
ningún deseo de asistir al partido de baloncesto.

—Eso no es verdad.

—Sí, lo es. Tú lo odias todo. Pero te quiero. Y Victoriaa también. Es por eso que te voy a
pedir, como tu mejor amiga, que vengas al partido.

Cuando Victoria me había dicho que quería salir esa noche, mi primer instinto fue ir a mi
casa y ver una película. Por eso la obligación de Carla como animadora del partido había
interferido. Eso no podía ser un gran plan —Victoria y yo podríamos haber visto una
película— pero Carla tuvo que hacerlo muy complicado. Ella quería ver a Victoria,
también. Y quería que la viéramos animar, incluso si iba en contra de todo lo que
representaba.

—Vamos, Tn —dijo, sonando irritada—. Sólo es un juego.

Ella había estado irritada estos días, especialmente conmigo. Y yo no estaba de humor
para discutir con ella. Y así era como había acabado aquí, en una grada incómoda,
aburriendo mi mente, con los vítores y gritos de la gente provocándome una migraña de
mierda. Absolutamente maravilloso.

Había acabado de decidir que conduciría a donde Nicholas después del partido cuando
Victoria me dio un codazo en el costado. Por un segundo, creí que era un accidente, que
había llegado un poco emocionado agitando su pom pom, pero entonces sentí un tirón en
la muñeca.

—Tn.

— ¿Humm? —giré mi cabeza hacia su cara, pero ella no me estaba mirando. Su mirada
estaba centrada en unas pocas personas en las gradas de abajo- tres alta y guapas chicas —
junior, pensé— estaban sentada en primera fila, recostadas en sus asientos y con las
piernas cruzadas. Tres perfectas colas de caballo. Tres vaqueros de talle bajo. Y luego,
por el pasillo, se dirigía la cuarta. Era más pequeña y pálida, con el pelo corto y negro.

Era evidente que era estudiante de primer año. Llevaba varias botellas de agua y unos
perritos calientes en las manos, como si acabara de volver del puesto de comida.

Vi como la sonriente estudiante de primer año pasaba las botellas y la comida. Vi como
cada junior la cogía. Vi como apreciaban menos su aspecto. Ella tomó asiento al final de la
pequeña fila, y ninguna de las chicas mayores parecía hablar con ella, sólo con algunas de
las de atrás. Vi como ella intentaba saltar en sus conversaciones, su pequeña boca
abriéndose y cerrándose otra vez cuando alguna de las junior la interrumpía, ignorándola
por completo. Hasta que, después de un momento, una la miró, habló rápidamente, y
miró hacia atrás de sus amigas. La de primer año se puso de pie otra vez, y se fue, sin
dejar de sonreír. Rehaciendo sus pasos, bajó las gradas y fue al puesto de comida.

Volviendo a obedecer sus órdenes.

Cuando miré a Victoria de nuevo, sus ojos estaban oscuros y... tristes. O tal vez
enfadados. Era difícil de decir de ella porque no mostraban ninguna de esas emociones
muy a menudo. De cualquier manera, la entendía.

Victoria había sido como esa estudiante de primer año una vez. Así es como Carla y yo la
encontramos. Dos chicas mayores, animadoras como Carla con el—total estereotipo de
porristas: p*rras, rubias y parecían tontas —habían estado alardeando sobre alguna tonta
estudiante de segundo año que mantenían como una “mascota”, y más de una vez Carla
las había visto hablarle con desdén—Vamos a hacer algo con eso, Tn —había dicho ella
instantáneamente—. No podemos dejar que la traten de esa manera.

Carla pensaba que tenía que salvar a todo el mundo. Al igual que me había salvado en el
patio hacía tantos años. Yo estaba acostumbrada a eso. Sólo una vez, ella había
necesitado de mi ayuda. Normalmente, yo habría estado de acuerdo porque Carla sólo
estaba preguntando. Pero Victora Gaither era una chica a la que yo no deseaba conocer,
que se salvara sola.

No es que no tuviera corazón. Yo sólo no quería conocer a la hermana de Jake Gaither.
No después de lo que me había hecho. No después del drama que había atravesado el año
antes. Y me las arreglé para mantenerme firme... hasta ese día en la cafetería.

—Dios, Victoria, ¿tu cerebro está muerto o qué?

Carla yo giramos las cabezas para ver a una de las flacas animadoras humillando a
Victoria, que era por lo menos una cabeza más baja que ella. O tal vez fue que Victoria se
había desplomado, acobardada.

—Te pedí que hicieras una cosa simple —escupió la animadora, golpeando con el dedo el
plato que Victoria llevaba—. Una cosa estúpidamente simple. No echar m*erda en mi
ensalada. ¿Tan difícil es eso?

—Así es como viene la ensalada, Mía —masculló Victoria, con las mejillas brillantemente
rosas—. Yo no hice…

—Tú eres una idiota —la animadora se giró y se fue, moviendo la cola de caballo detrás de
ella.

Victoria sólo se quedó ahí, mirando al plato de ensalada con grandes ojos tristes.

Parecía muy pequeña entonces, muy débil y tímida. En ese momento, yo no pensé en ella
como guapa. O incluso linda. Sólo frágil y asustada. Igual que un ratón.

—Date prisa, Victoriaa —una de las otras animadoras la llamó desde la mesa, sonando
irritada—. No vamos a guardarte el sitio para siempre. Jesús.

Yo pude sentir a Carla mirándome, y supe lo que quería. Y, mirando a Victoria, no podía
pretender no saber exactamente por qué. Si alguien necesitaba una mano de Carla Salva
el Día, era esta chica. Además, ella no se parecía en nada a su hermano. Eso hizo que mi
decisión fuera un poco más fácil. Suspiré, y dije en voz alta:
—Oye, Victoria.

Ella saltó y se giró para mirarme, y la expresión temerosa de su cara casi rompió mi
corazón.

—Ven, siéntate con nosotras —no era una pregunta. Ni siquiera una oferta. Era mucho más
que una orden. No quería darle elección. Incluso pensé, que si era sensata, nos elegiría a
nosotras.

Entonces, Victoria se apresuró hacia nosotras, las animadoras mayores se enfadaron y
Carla estaba radiante. Y eso fue todo. Fin de la historia.

Aunque ahora no parecía tanto como en el pasado, vi el apuro de la de primer año en el
puesto de comida. Podía ver que los vaqueros le quedaban mal —no tenía suficientes
curvas para vaqueros de talle bajo— y sus hombros caídos le hacían parecer extrañamente
desequilibrada. Todas esas cosas la separaban de sus mandonas amigas.

Era el eco andante de Victoria mucho tiempo atrás. Sólo que ahora tenía una nueva
palabra para eso. Para esa chica.

Duff..






Mansita
Mansita


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 6:43 pm

Capitulo 23:


No había forma de evitarlo. La estudiante de primer año era definitivamente Duff en
comparación con las pequeñas z*rras que la rodeaban. No es que fuera poco atractiva, y
definitivamente no era gorda, pero de las cuatro ella era la última en la que alguien se
fijaría. Y no podía dejar de preguntarme si esa era la cuestión, si ellas la usaban para algo
más que la diligencia. ¿Estaba ahí para que ellas se vieran mejor?

Miré de nuevo a Victoria, recordando lo pequeña y débil que parecía esa día. No parecía ni
linda ni guapa. Sólo patética. Duff. Ahora, ella era guapa, voluptuosa y adorable y…
bueno, sexy. Todos los chicos —excepto Harrison, desafortunadamente— la querían.

Pero lo extraño era, que ella no veía la diferencia. No en la superficie, al menos. Había
sido voluptuosa y rubia entonces. Así que, ¿qué había cambiado? ¿Cómo podía una de las
chicas más hermosas que había conocido haber sido Duff? ¿Era lógico? Era como Nicholas
llamándome Duffy y sexy al mismo tiempo. Simplemente, no tenía sentido.

¿Era posible no ser gorda o no ser fea y ser Duff? Creo que Nicholas lo había dicho esa
noche en el Nest. Duff era una comparación. ¿Quería decir eso que incluso las chicas más
atractivas podían ser Duffs?

¿Debíamos ayudarla? Me quedé sorprendida por un segundo, y un poco confusa. Me di
cuenta de que Victoria estaba mirando a la de primer año hacer su camino por la primera
fila.

Y tuve un horrible pensamiento. Uno que me hizo oficialmente la z*rra más grande que
había existido jamás. Pensé en ir y tomar a la estudiante de primer año como una de las
nuestras, de modo que tal vez, sólo tal vez, no sería más Duff.

Podía oír la voz de Nicholas en mi cabeza “la mayoría de la gente no hace nada por evitar
ser Duff”. Me dije que yo no era la mayoría de la gente, pero, ¿qué era? ¿Era yo igual que
esas animadoras, graduadas hacía ya tiempo, que habían maltratado a Victoria, o como
esas tres chicas de perfectas colas de caballo de las gradas?

Antes de que pudiera tomar una decisión, pensé en la de ayudar a la de primer año —ya
fuera por razones correctas o incorrectas— el timbre sonó sobre nuestras cabezas. A
nuestro alrededor, la multitud estaba de pie vitoreando, bloqueando mi punto de vista de
la pequeña figura de pelo oscuro.

Ella se había ido y así fue como perdí mi oportunidad de salvarla o lo que pudiera haber
hecho.

El partido había terminado.

Las Panteras habían ganado.

Y yo todavía era la Duff.


Capitulo 24:


El Día de San Valentín podría haber sido llamado el día anti-Duff.

Quiero decir, ¿Qué otro día puede lastimar más la autoestima de una chica? No era que
importara. Odiaba el Día de San Valentín, incluso antes de que estuviera consciente de mi
estado Duff. Honestamente, ni siquiera entendía por qué era un día de fiesta. En serio,
era sólo una excusa para que las chicas se quejaran de estar solas y para que los chicos se
arrastraran a su manera para acostarse con alguien. Me parecía materialista, indulgente,
y, con todos los chocolates, totalmente insalubre.

— ¡Es mi día favorito del año! — Exclamó Victoria una mañana mientras bailaba de camino
por el pasillo hacia español. Era la primera vez que la había visto verdaderamente saltar
desde la partida de Jake dos días antes. — ¡Todo el rosa y rojo! ¡Y las flores y los dulces!
¿No es divertido, Tn? —.

—Claro —.

Había pasado casi una semana desde el partido de baloncesto, y ninguna de los dos había
mencionado a la chica de primer año desde que había salido del gimnasio aquella noche.

Me pregunté si Victoria ya se habría olvidado de ello. Bien por ella. Yo no. No podía. Esa
chica y yo teníamos en común, una identidad compartida como Duffs, había
estado acechando en el fondo de mi mente desde entonces.

Pero desde luego no iba a hablar de ello. No con Victoria. Ni con nadie.

— Oh, solo desearía que Harrison me hubiera pedido que fuera su San Valentín — dijo. —
Eso hubiera sido perfecto, pero no siempre se puede conseguir lo que queremos, ¿verdad?

— No —.

—Ya sabes, creo que este es el primer año que las tres estamos libres —continuó Victoria.
—El año pasado, yo estaba saliendo con Terrence, y el año antes Carla estaba con Zack.
Supongo que todas podemos ser las San Valentín unas de otras. Sería muy divertido. Es
nuestro último día de San Valentín juntas antes de la universidad, y realmente no hemos
salido juntas últimamente. ¿Qué te parece? Podemos pasar el rato en mi casa para
celebrar —.

— Suena bien —.

Victoria echó un brazo alrededor de mis hombros. — ¡Feliz Día de San Valentín, Tn! —.

— Para ti también, Victoria —. Sonreí a pesar de mí misma. No podía evitarlo. Victoria tenía
una de esas sonrisas contagiosas que hacía realmente difícil ser negativa cuando ella era
tan malditamente burbujeante.

Llegamos a la puerta del aula y nos encontramos con nuestra maestra esperándonos en el
interior. —Tn— dijo mientras yo entraba —Recibí un e-mail de una de las secretarias
de la recepción. Necesita que algunos estudiantes le ayuden a distribuir las flores que las
personas han enviado. Estás atrapada con todo tú trabajo pero, ¿Te importaría hacer eso
por mí? —.

— Um... bien —.

— ¡Oh, Qué divertido! — Victoria me soltó de su abrazo. — Tendrás la oportunidad de
entregar las flores. Es casi como si estuvieras jugando a ser Cupido—.

Cierto. Qué divertido.

— Hasta luego — le dije a Victoria, mientras me daba vuelta y caminaba directo para salir
de la habitación. Pasé a través de las hordas de estudiantes, luchando contra la corriente
para dirigirme a la recepción. Las parejas parecían estar en todas partes, demostrando su
afecto — sosteniendo sus manos, los ojos parpadeando, intercambiando regalos,
besándose — para que la escuela entera los viera. —Repugnante — murmuré.

Estaba a mitad de camino a la recepción, cuando una mano fuerte se apoderó de mi codo.

—Hola, Duffy —.

— ¿Qué quieres?—

Nicholas me estaba sonriendo cuando me di la vuelta para hacerle frente. — Sólo quería
saber si planeas visitarme esta noche, podría estar un poco ocupado. Siendo el día del
amor, tengo una agenda muy completa—.

Ahora su voz sonaba como un prostituto profesional.

— Pero si estás desesperada por verme, debería estar libre alrededor de las once en
punto—.


—Creo que puedo sobrevivir una noche sin ti, Nichols-—dije. — De hecho, puedo
sobrevivir una eternidad.

— Claro que puedes—. Soltó mi brazo y me guiñó un ojo. — Te veré esta noche, Duffy —. Y
se fue, arrastrado por la marea de estudiantes a punto de llegar tarde a sus clases.

—Patán— me quejé —Dios, lo odio —.

Unos minutos más tarde, me encontraba en la recepción donde la secretaria, que parecía
un manojo de nervios, me sonrió con alivio. — ¿La señora Romalí te envió? Por aquí, por
aquí. La mesa está aquí —. Me llevó alrededor de la esquina e hizo un gesto a hacia una
mesa cuadrada plegada con una superficie verde vomitiva. — Ahí está. ¡Que te diviertas!

— No es probable —.

La mesa estaba cubierta — quiero decir cubierta — con ramos de flores, jarrones, cajas en
forma de corazón, y tarjetas de Hallmark. Por lo menos cincuenta paquetes de rojo y rosa
esperaban ser entregados, y tendría el privilegio de ser la portadora de tremenda alegría.
Debatía por dónde empezar cuando escuché unos pasos detrás de mí. Asumiendo que la
secretaria había vuelto, le pregunté sin darme la vuelta, — ¿Tiene una lista de las clases
donde están estos chicos para saber a dónde llevar los regalos? —.

—Sí, la tengo —.

Eso no sonó como la secretaria.

Me di la vuelta, sorprendida por la voz que había respondido. Era una que conocía muy
bien, a pesar de que nunca, ni una sola vez, me había hablado directamente.
Toby Tucker sonrió. — Hola—.

—Oh. Pensé que eras otra persona —.

—No tuve intención de asustarte — dijo. — Así que te tocó esto también, ¿eh? —.

— Um, sí —Sentí un gran alivio al descubrir que mis cuerdas vocales no estaban en un
estado de parálisis.

Como siempre, Toby llevaba una chaqueta un-poco-muy-formal-para-la-escuela, y su
cabello rubio caía alrededor de su rostro en ese corte de tazón pasado de moda.
Adorable. Único. Inteligente. Era la encarnación de todas las cosas que quería en un
hombre. Si creyera en cosas estúpidas como el destino, podría haber pensado que era el
destino que estuviéramos trabajando juntos el Día de San Valentín.

—Aquí están las listas de las clases — dijo dándome una carpeta verde. — Probablemente
deberíamos empezar, esto podría llevar un buen tiempo —. Sus ojos recorrieron la mesa
de regalos desde detrás de sus gafas ovaladas. — No creo que jamás haya visto tanto rosa
en un lugar —.

— Yo sí. En el dormitorio de mi mejor amiga —.

Toby se rió entre dientes y tomó un ramo de rosas blancas y rosas. Miró la etiqueta y dijo:
—La forma más rápida de hacer esto podría ser separar estos en montones por la clase en
la que cada estudiante esté. Hará la entrega mucho más eficiente.

—De acuerdo – dije. — Organizarlos por clase. Muy bien —.

Era muy consciente de lo estúpida que sonaba con mis pocas elocuentes respuestas, pero
no había mucho que pudiera hacer al respecto. Quiero decir, sólo porque mi voz
efectivamente trabajaba no necesariamente significaba que pudiera usarla bien en su
presencia. Había estado flechada por Toby durante tres años, no decir que me ponía
nerviosa sería una subestimación masiva.

Por suerte para mí, Toby no parecía darse cuenta. Mientras ordenábamos los diferentes
ramos en grupos, incluso me ofreció una amable pequeña charla. Poco a poco, me
encontré aliviada en una semi-confortable charla con Toby Tucker. ¡Un milagro de San
Valentín!

Bueno, milagro era una palabra demasiado fuerte, un milagro habría sido él agarrándome
en sus brazos y tendiéndose sobre mi allí mismo. Así que tal vez era más como un
beneficio del Día de San Valentín. De cualquier manera, mi diálogo torpe e idiota empezó
a disminuir. Gracias a Dios.

— Vaya, hay mucho para Marisol — dijo colocando una caja de caramelos en la parte
superior de una pila en constante crecimiento. — ¿Tiene seis novios? —

—Sólo sé de tres— le dije. —Pero no me cuenta todo —.
Toby negó con la cabeza —Por Dios —. Cogió una tarjeta y comenzó a mirarla—. —
Entonces, ¿qué hay de ti? ¿Algún plan para el Día de San Valentín? —

— No —.

Puso la tarjeta en uno de los montones. — ¿Ni siquiera una cita con tu novio? —

—Para ello sería necesario que tuviera un novio — le dije. — Lo que no es así —. No
queriendo que empezara a sentir lástima por mí, agregué — Pero incluso si lo tuviera, no
estaría haciendo nada especial. El Día de San Valentín es una estúpida y patética excusa
para un día de fiesta —.

— ¿Realmente piensas eso? — me preguntó.

—Por supuesto. Quiero decir, hay una razón para que sus siglas sean DV. Apuesto a que
más personas contraen sífilis en el Día de San Valentín que en cualquier otro día del año.
Que buena razón de celebración —. Nos reímos juntos, y por un momento lo vi normal.

— ¿Y tú? — Le pregunté. -— ¿Tienes planes con tu novia? —

— Bueno, teníamos— dijo, y suspiró. — Pero rompimos el sábado, así que esos planes están
ahora muertos —.

— Oh. Lo siento —.

Pero no lo hacía. En el interior, me sentí como extasiada y llena de alegría. Dios, era una
maldita p*rra.

— Yo también —. Hubo una pausa momentánea al borde de ser incómoda, y entonces dijo:
— Creo que tenemos todos estos ordenados. ¿Estás lista para empezar a entregar? —

— Estoy lista, pero no muy dispuesta —. Señalé un gran jarrón con una variedad de flores.

— Mira esto. Apostaría dinero a que alguna chica se lo envió a sí misma para quedar bien
delante de sus amigos. Qué triste es eso—.

— ¿Me estás diciendo que no lo harías? — Preguntó Toby con una pequeña sonrisa que se
extendió por su cara de niño.

— Nunca — le dije rotundamente. — ¿A quién le importa lo que los otros piensen de mí? ¿Y
qué si no tengo un regalo en el Día de San Valentín? Es sólo vanidad. ¿A quién tengo que
impresionar? —.

— No lo sé. Creo que el Día de San Valentín es más sobre sentirse especial — dijo
arrancando una flor del gran jarrón. — Creo que cada chica merece sentirse especial de
vez en cuando. Incluso tú, Bianca —. Llegó y me puso la flor detrás de la oreja.

Traté de convencerme de que esto era completamente cursi y ridículo. Que si cualquier
otro chico — Nicholas, por ejemplo — hubiera probado una línea como esa, podría haberlo
abofeteado o simplemente reído en su cara. Pero sentí que mi rostro se ponía rosa
mientras sus dedos rozaban mi mejilla. Después de todo, este no era ningún otro chico.

Era Toby Tucker. El perfecto, increíble, soñado Tucker Toby.

Tal vez el Día de San Valentín podía ser Duff—fácil después de todo.

—Vamos —dijo. —Agarra ese montón y vamos a repartirlo —.

— Uh... está bien —.

Podríamos haber terminado con las entregas a final del primer bloque, pero la secretaria
cada vez traía más y más paquetes a la mesita de color de vómito. Llegó a ser muy claro
para Toby y para mí que íbamos a estar trabajando al menos hasta el almuerzo.
No era que me importara pasar la mañana con Toby Tucker.

— No quiero traer mala suerte — dijo mientras regresábamos a la mesa, sólo cinco minutos
antes de la campana del almuerzo. — Pero creo que en realidad podríamos haber
terminado —.

Llegamos a la mesa vacía e intercambiamos sonrisas, aunque la mía era a medias. — Eso es
todo — le dije. — Ese fue el último —.

— Sí — Toby se inclinó sobre la mesa. — Ya sabes, me alegro de que te hayan obligado a
ayudar. Me hubiera aburrido si lo hubiera hecho solo. Fue divertido hablar contigo —.

— Me divertí mucho también — dije tratando de no sonar demasiado entusiasta.

— Escucha — dijo. — No deberías sentarte en el fondo de la sala en la clase de gobierno
AP. ¿Por qué no te mueves a uno de los escritorios detrás de Jeanine y de mí? No hay
razón para que estés sola allí atrás. Creo que deberías unirte a nosotros los nerds en el
frente de la sala—.

— Puede ser —. Y, obviamente sabía que lo haría. ¿Cómo podría rechazar la solicitud de
Toby Tucker?

— ¿Tn Piper? — La secretaria rodeó la esquina y se acercó a nosotros. No había flores o
cajas de dulces en sus manos esta vez. — Tn, hay alguien aquí para llevarte -.

— Oh — dije. — Um, de acuerdo —. Extraño. Tenía coche. No había razón para que me
llevaran.

— Hasta luego, Tn — dijo Toby mientras yo seguía a la secretaria a la recepción.

— Feliz Día de San Valentín —.

Lo saludé justo antes de doblar la esquina, tratando de recordar si no tenía una cita
médica el mismo día o algo. ¿Por qué me estaban sacando de la escuela? Sin embargo,
antes de que mi mente pudiera inventar tragedias familiares, la respuesta me golpeó
como una tonelada de ladrillos, y me detuvo en seco.

Oh. Mi Dios.

Se puso de pie en el mostrador, pareciendo como si acabara de salir de algún estudio de
Hollywood. Su pelo rubio, iluminado por el sol, caía sobre sus hombros en suaves y
perfectas ondas. Llevaba un vestido verde azulado hasta la rodilla, sin medias, por
supuesto, y zapatos de tacón alto. Oscuras gafas de sol cubrían sus ojos, los cuales yo
sabía que eran verdes.

Se levantó las gafas de sol mientras se volvía hacia mí.

— Hola, Tn — dijo la hermosa mujer.

— Hola, mamá —.


Capitulo 25:


Me di cuenta de que estaba nerviosa por la forma en que dio un paso hacia mí. Parecía
frágil, y sus ojos estaban muy abiertos, yo podía adivinar, el miedo. Por una buena razón,
también. A diferencia de mi padre, sabía que tenía la intención de enviar los papeles de
divorcio, y yo la odiaba por ello.

Por no advertirnos a ninguno de nosotros. Así que le dispare una advertencia y me aparté
cuando ella se acercó a mí.

Esto debió confirmar sus preocupaciones, porque miró al suelo y se centró en la punta de
su zapato.

—Te he echado de menos, Tn— Dijo mi madre.

—Claro que sí.

—Sra. Piper ¿firmó la autorización de salida? —Preguntó la secretaria, sentándose en su
silla detrás del mostrador.

—Sí, lo hice —Dijo la mamá. Con su voz suave y natural. — ¿Podemos irnos? —

—Si pueden hacerlo —Rió la secretaria. Ella ahuecó su pelo y agregó: —Y yo quería que
supiera, que me compré su libro. Ha sido como un salvavidas para mí. Lo leí hace un mes.

Mamá sonrió. —Oh, gracias. Me alegro de conocer a una de las diez personas que lo han
leído.

La secretaria le sonrió. —Me cambió la vida.

Puse los ojos en blanco.

Todo el mundo quería a mi madre. Ella era graciosa, inteligente, y magnífica. Ella se
parecía mucho a Uma Thurman, —tan lejos de ser la Duff como tu consigas posible. Todos
sus defectos se escondían detrás de esa cara bonita, y su sonrisa que podía hacer creer a
la gente que ella era perfecta. La secretaria, se rió y saludó cuando mamá me llevó fuera
de la escuela, era otra tonta.

— ¿Exactamente dónde vamos? No me moleste en disimular mi disgusto. Ella se lo
merecía.

—Um... no sé —Admitió mamá.

Sus tacones sonaban suavemente en el pavimento al caminar. El sonido se detuvo cuando
llegamos a su coche, un Mustang rojo que parecía ser nuevo. No era difícil saber que le
había impulsado a venir desde el Condado de Orange.

—Algún sitio que haga calor —Dijo ella estaba tratando de sonar alegre. —Me estoy
congelando.

—Si te pones algo de ropa decente, puede que no tengas ese problema. —Abrió
bruscamente la puerta del pasajero y retiró cosas de su asiento antes de sentarse dentro

—Lo siento, esto no es California. Aquí hace frío.

—Oh, California no es como lo pintan —Dijo mamá.

Parecía tensa mientras ella se metia en el coche, y su burbujeante risa era claramente
nerviosa, no humorística. —No es tan divertido como se ve en las películas, ¿sabes?

— ¿En serio? Eso es raro. Parece que te gusta más que Hamilton. Pero, bueno, te gusta
estar en cualquier lugar, menos aquí, ¿no?

La risa murió, y el coche se quedó en silencio. Mamá arrancó el coche y salió del
estacionamiento.

Por último, susurró, —Tn, porque hay que hablar de esto. No creo que entiendas lo
que estoy pasando ahora.

—Sí, parece difícil mamá —Le espeté. —Sé que el Condado de Orange debe haber sido un
infierno real. ¿Cómo te las arreglaste?

—Tn Piper, no sigas con esa actitud. —Gritó. —A pesar de lo que piensas de mí
en este momento, sigo siendo tu madre, y me merezco un cierto respeto.

— ¿En serio? — Resople yo. — ¿El mismo respeto que mostraste por papá enviando los
documentos del divorcio de m*erda sin avisarle primero a él o a mí? .Por el amor de Dios,
Madre, ¿qué diablos es lo que te pasa?

Más silencio.

Sabía que esto nos llevaría a ninguna parte. Sabía que debía escucharla, considerar su
versión, y compartir mis sentimientos razonablemente. Había visto lo suficiente al Dr. Phil
para saber que era necesario ceder, pero yo no quería hacerlo. Egoísta, infantil,
inmadura... Yo podría haber sido todas esas cosas, pero la cara de mi padre, las botellas
de cerveza vacías que había recogido la semana pasada, y los papeles de divorcio,
simplemente seguían apareciendo en mi mente. ¿Escuchar? ¿Tenerla en cuenta? ¿Ser
razonable? ¿Cuales eran las opciones? Ella era tan infantil y egoísta como yo. La única
diferencia era que ella lo disimulaba mejor.

Mamá dejó escapar un lento suspiro antes de parar el coche al lado de la carretera. Apago
el motor sin decir una palabra, y yo mire por la ventilla el paisaje, que estaba lleno de
matas de maíz altas de verano, cuando finalmente mire arriba. El cielo gris de febrero,
dijo todo. Frío. Desolado. Un día desperdiciado. Un esfuerzo inútil. Pero yo no hablaría
primero. Tendría que ser ella ya que debía ser una adulta, por una vez en su vida.
Los segundos pasaban. El único sonido en el coche era nuestra respiración. La de mamá
era entrecortada, vacilante, como si estuviera a punto de hablar, pero cambiaba de idea
antes de que la primera palabra que escapara de sus labios. Esperé.

—Tn —Dijo finalmente. —Estuvimos en silencio por lo menos cinco minutos. —Yo
soy.... Lo siento. Estoy tan... lo siento. —Yo no dije nada. —Yo no quería que terminara
así.

Por su tono de voz me hizo preguntarme si estaba llorando, pero no giré mi cabeza. —No
he sido feliz durante mucho tiempo, y después de que la abuela murió, tu papá me sugirió
hacer un viaje. Me pareció que podría ayudar. Como si pudiera escapar por un rato, dar
unas cuantas conferencias en diferentes ciudades, y después volver y todo sería mejor.
Volver a lo que solía ser cuando tu padre y yo nos casamos. Pero...

Sus dedos largos y delgados temblaban alrededor de mí la mano. De mala gana, la miré.
No había lágrimas en sus mejillas, pero pude ver un brillo en sus ojos brumosos. La presa
simplemente no se había roto todavía. — Pero me equivoqué—, dijo. —Pensé que podría
escapar de mis problemas, pero yo estaba tan equivocada, Tn. No importa dónde vaya
o lo que haga para distraerme, la realidad me puso al día con el tiempo. Llegué a casa, y
después de unos días, me sentí otra vez, como antes de ir de viaje. Yo me quedaría fuera
un poco más, seguiría con las conferencias, ir un poco más lejos...hasta que no pude ir
más lejos en absoluto. Me alcanzó en el otro lado del país, y yo... he tenido que hacerle
frente.

— ¿A qué?

—No quiero estar con tu padre nunca más.

Ella se miró las manos, todavía entrelazadas entre sí. —Me encanta tu padre, pero no
estoy enamorada de él... no de la forma en que él esta enamorado de mí. Eso es como un
cliché, pero es verdad. No puedo seguir mintiendo y haciendo creer que las cosas están
bien entre nosotros. Lo siento.

— ¿Así que quieres el divorcio?

—Sí.

Suspiré y miré por la ventanilla. Aún gris. Todavía frío.

—Tienes que decírselo a papá— le dije. -El piensa que fue un error. No puede creer... que
tú podrías hacernos eso a nosotros.

— ¿Me odias?

—No

La respuesta en realidad no me sorprendió, aunque fue una respuesta que me salió de
forma automática. Quería odiarla. No tanto por lo del divorcio, por la manera en que
había ido la relación en los últimos años, la idea de vivir con una madre soltera no era tan
nueva o perturbadora. Y, honestamente, había estado esperando que se separaran por un
tiempo. Realmente, yo hubiera querido odiarla por papá. Por el dolor que sabía que le
estaba causando.

Esa noche había sufrido una recaída. Pero se me ocurrió entonces. Ella no causó la
recaída. Podría culparla todo lo que quisiera, pero eso no serviría de nada. Ella tenía que
asumir la responsabilidad de su propia vida, y papá tenía que hacer lo mismo. Los últimos
tres años habían sido el camino hasta este fracaso y solo habíamos mirado para otro lado.

Mi madre por fin hizo frente a la realidad. Papá tendría que enfrentarse a ello, también.

—No te odio, mamá.

El cielo se había vuelto negro después de que hubiéramos dejado el aparcamiento de la
escuela.

Habíamos pasado la tarde dando vueltas por Hamilton hablando de todo lo que ella había
perdido. De la misma manera que hicimos cada vez que ella regresó de una gira. Sólo que
esta vez, ella no volvería a casa. Al menos no para quedarse.

—Voy a ir a ver a tu padre ahora... supongo —Dijo mamá.

—Tal vez deberías pasar la noche con Carla. Es lo mejor, no sé cómo va a reaccionar....

Eso es una mentira. Yo sé cómo va a reaccionar, y no va a ser bueno.

Asentí con la cabeza, esperando que ella se sintiera mal, aunque las definiciones de no
bueno eran diferentes. No había mencionado su recaída por ella, sobre todo desde que
había pasado sin ningún tipo de drama significativo.

Ella tenía miedo de las lágrimas y los gritos, las cosas que se deben esperar en una
confrontación de este tipo. Yo no quería que se preocupara por el consumo de alcohol,
también. Realmente no había sido gran cosa al final.

—Dios, -susurró. —Me siento horrible. Le voy a decir a mi marido que quiero el divorcio el
Día de San Valentín. Soy una... una p*ta. Tal vez debería esperar hasta mañana.

—Tienes que decírselo, mamá. Si no lo haces ahora nunca lo harás. —Me desabroche el
cinturón de seguridad. -Voy a llamar a Carla y ver si puedo quedarme con ella. Tienes
que ir ahora... antes de que sea demasiado tarde.

-Está bien. Ella respiro profundamente y lo dejó escapar lentamente. —Está bien, lo haré.
Abrí la puerta del Mustang y salí. —Va a ir bien. —Mamá negó con la cabeza y jugueteó con
las llaves del contacto.

—Tú no eres la que tienes que ser la adulta— murmuró. —Yo soy la madre. Me tranquiliza
saber que vas a estar bien. Esto es tan disfuncional.

—La funcionalidad está sobre valorado. —Le sonreí de manera tranquila— Hablaré contigo
mañana. Buena suerte.

—Gracias-suspiró ella—. —Te quiero, Tn.

—Yo también.

—Adiós, cariño.

Cerré la puerta y me alejé del coche. Con mi sonrisa todavía firmemente intacta, me
despedí y vi cómo el pequeño Mustang de color rojo salía del estacionamiento hacia la
carretera, donde dudó, como si dudara que hacer. Pero mi madre siguió conduciendo. Así
que seguí saludando.

Tan pronto como las luces traseras desaparecieron, dejé que la sonrisa desapareciera de
mi cara.

Sí, yo sabía que las cosas estarían bien. Sabía que mamá estaba haciendo lo correcto. Sí,
sabía que se trataba de un paso a la dirección correcta, para mis padres. Pero yo sabía
que papá no lo vería así... al menos no al principio. Me alegre por la tranquilidad de
mamá, pero sabia que papá estaba mal.

Saqué las llaves del coche de mi bolsillo trasero y abrí la puerta. Después lancé mis cosas
al asiento del pasajero, me metí dentro y cerré la puerta, poniendo un muro entre el frío
de la noche de febrero y mi cuerpo. Por varios minutos, me senté en el coche en silencio,
tratando de no pensar o preocuparme de mis padres.

Eso era imposible, por supuesto. Metí la mano en mi bolso y comencé a buscar entre el
desorden de los envoltorios de chicle y bolígrafos. Por último, localicé mi teléfono. Lo
saque y detuve el pulgar cerca del teclado.

No llame a Carla.

Esperé a través de tres tonos antes de que me contestaran.

—Hola. Soy Tn. Um, ¿todavía estás ocupado?

— ¿Me estás tomando el pelo?

Yo miré boquiabierta el espejo retrovisor y vi mi cara enrojecida.
¿Otra vez? ¿En serio? Eran las diez, una hora antes de la que me había dicho Nicholas que
estaría desocupado. No me extrañaría encontrarlo con alguna rubia de piernas largas a
escondida en su dormitorio cuando subiera las escaleras, pero la escena me pareció que
era muy diferente. Nicholas estaba jugando al Soul Calibur IV. Y porque soy una
masoquista, lo desafié.

Dios mío, yo tenía que encontrar la manera de ganarle.

Algo más astuto que la m*erda de un personaje animado que realmente me hacia sentir
mejor. Antes de saberlo, ya no estaba preocupada siquiera por mamá o papá. Las cosas
estarían bien. Tenían estarlo. Tenía que ser paciente y dejar que las cosas sucedieran. Y
mientras tanto, tuve que patear el c*lo de Nicholas... o tratar de conseguirlo, por lo
menos.

—Ya te dije, soy genial en todo, —bromeó, poniendo el mando de la PS3 en el suelo entre
nosotros.

—Eso incluye videojuegos.

Vi como el personaje de Nicholas se movió por la pantalla, haciendo una especie de
extraña danza de victoria.

—No es justo—, murmuré. —Su espada era más grande que la mía.

—Mi espada es la más grande de todo el mundo.

Le lance el mando a la cabeza, pero, por supuesto, se agachó y no le di. Maldita sea. —
Pervertido.

—Oh, vamos, — se rió. —Duffy tú lo sabes bien.

Yo le fruncí el ceño un momento, pero yo podía sentir como se disipaba mi enfado. Por
último, negué con la cabeza y sonreí.

—Bueno, tienes razón. Pero sabes que los chicos que presumen de ello casi siempre no
dicen la verdad.

Nicholas frunció el ceño. —Los dos sabemos que eso no es cierto. Lo has comprobado un
montón de veces. —Él sonrió, se inclinó hacia mí, besando mi oreja. —Te lo puedo
desmostar de nuevo si tú quieres... y sabes que quieres.

—Yo... yo no creo que sea necesario, —logré decir. Sus labios se movían por el cuello,
enviando una corriente eléctrica hasta mi espina dorsal.

—Oh, —gruñó él juguetón. —Te lo demuestro.

Me reí cuando me empujó al suelo, una de sus manos capturo perfectamente el espacio
por encima de mi cadera izquierda donde estaba lo más delicado. Lo había descubierto
hace un par de semanas, y yo estaba furiosa conmigo misma por dejar que él usara eso
contra mía. Ahora podía hacerme que me retorciera y me riera sin control cada vez que
quisiera, y me di cuenta que estaba totalmente bajó el patán.

Sus dedos sondearon el punto sensible sobre mi cadera como su boca se mudó de la
clavícula a mi oído. Me estaba riendo tan fuerte que apenas podía respirar. No es justo.
Así no es justo. Hice un intento para darle una patada, pero él atrapo la pierna y empezó
a hacerme cosquillas otra vez.

Justo cuando pensé que podría morir por falta de oxígeno, sentí vibrar algo en mi bolsillo
trasero. --¡Para, para! —Rogué empujando a Nicholas. Él se separo, y me senté, tratando de
recuperar el aliento, y cogí el teléfono de mi bolsillo. Yo esperaba que fuera mamá, para
contarme como iban las cosas, pero cuando mire la pantalla, me sobresalte.

—Oh, mierda. Carla. —Miré hacia Nicholas, permanecía tendido sobre el suelo, con las
manos metidas detrás de la cabeza. Su camiseta se había subido un poco, y sólo podía ver
los huesos de la cadera, asomando por debajo de la tela verde. —No digas nada —le dije. —
Ella no puede saber que estoy aquí. Se dio la vuelta y contesté al teléfono, entonces dije,
tan suavemente como pude.

— ¿Hola?

—Hola. Pareces enfadada. ¿Qué diablos te pasó esta noche? Vicky dijo que las tres
quedaríamos en el Día de San Valentín, pero nunca apareciste.

—Lo siento—le dije—. Tuve un imprevisto.

—Tn, has estado diciendo eso mucho últimamente. Siempre te surge algo o...

De repente, sentí el aliento de Nicholas en la parte trasera de mi cuello.

Se había levantado del suelo y se deslizó detrás de mí sin que me diera cuenta. Sus brazos
se deslizaron por la cintura, sus dedos abrieron el botón de mis vaqueros antes de que
pudiera darme cuenta. —... Y Vicky tenía esperanzas de que haríamos algo divertido...

No podía concentrarse en las palabras que Carla estaba diciendo cuando Nicholas deslizó
su mano por debajo de mis pantalones, los dedos moviéndose más y más.

Yo no podía decir una palabra. No podía decirle que lo dejara, ni mostrar ninguna
reacción. Si lo hiciera, Carla sabría que no estaba sola. Sin embargo, Dios, pude sentir
como mi cuerpo se convertía en una bola de fuego.

Nicholas estaba riendo en mi cuello, sabiendo que me estaba volviendo loca.

—... Yo no entiendo lo que te pasa. —Me mordí los labios para no jadear cuando los dedos
de Nicholas llegaron al lugar de mi excitación, me hizo temblar las rodillas. Podía sentir la
sonrisa en los labios mientras se movía por mi oído. Imbécil. Él estaba tratando de
torturarme. Yo no podía manejar esto mucho tiempo. —Tn, ¿estás ahí?

Nicholas mordió el lóbulo de mi oreja y siguió hurgando dentro de mis vaqueros.

—Carla, tengo que dejarte.

— ¿Qué? T...

Colgué el teléfono y lo deje caer al suelo. Empuje a Nicholas lejos de mí y me di la vuelta
para enfrentarme a él. Efectivamente, él sonreía.

—Eres un hijo de...

—Oye, dijo, levantando las manos en señal de rendición. —Me has dicho que no era capaz.

Cogí el mando de la consola para reiniciar el videojuego, decidida a darle una lección por
jugar conmigo así. Yo ya le había metido en unos cuantos golpes buenos antes de que
Nicholas fuera capaz de recuperar su propio mando y luchara.

—Y tú me acusas de ser un tramposo —Dijo, bloqueando el puñetazo a mi chica gladiador.

—Bueno, te lo mereces —Le espeté, golpeando con furia los botones.

No importaba. Incluso con mi ventaja espectacular, todavía me golpeaba. Maldita sea.

—Feliz Día de San Valentín, Duffy—. Nicholas volvió a sonreír mirándome con sus ojos
brillantes llenos con el triunfo engreído.

¿Por qué tienen que hacer eso? .Me pregunté por qué mis pensamientos giraron hacia mis
padres. Mamá le había dado la noticia, Sin embargo, papá... ¿Estaría gritando o llorando?

—Tn.

Me di cuenta de que había estado mordiendo el labio un poco fuerte, entonces sentí el
sabor metálico de la sangre cuando tocó la punta de mi lengua. Parpadeé y vi a Nicholas,
que me observaba de cerca. Me miró un buen rato, pero en vez de preguntarme si algo
iba mal o si estaba bien. Pulsó de nuevo los botones del mando. —Vamos —Dijo. —Me lo
voy a tomar con calma esta vez.

Forcé una sonrisa.

—No seas estúpido—Le dije a Nicholas. —Voy a patearse el c*lo en este momento. Te he
dado ventaja. Se echó a reír, sabiendo que era mentira. —Ya lo veremos —Y empezamos
otra vez a jugar.


Capitulo 26:


Yo nunca había escuchado algo tan malditamente alto en mi vida. Sonó como una bomba
que estaba pasando fuera justo al lado de mi oreja...una bomba que pulsaba al ritmo —
Thriller — de Michael Jackson. Atontada me di la vuelta y tomé mi teléfono vibrando de
arriba de la mesita de noche, mirando la hora antes de contestar. Las cinco de la mañana.

— ¿Hola? —gemí.

—Siento que te despierte, cariño —dijo mamá a través del altavoz. - No desperté a Carla
también, ¿verdad? —

—Mm-mm. Estás bien. ¿Qué pasa?

—Me fui de la casa hace aproximadamente dos horas — dijo. —Tu papa y yo tuvimos una
larga conversación, pero... no lo manejo muy bien, Tn. Sabía que no lo haría. De
todas formas, he estado dando vueltas desde entonces, tratando de ver qué hacer a
continuación. He decidido registrarme en un hotel en Oak Hill durante unos días para
poder pasar mas tiempo contigo, y este fin de semana voy a comenzar a moverme para
Tennessee. Tu abuelo necesita a alguien para cuidar de él. Sera un buen lugar para
establecerse. No lo crees?

—Claro, — murmuré.

—Lo siento, —dijo mama. —Debí haberte dicho esto mas tarde. Vuelve a dormir. Llámame
cuando salgas de la escuela, y te digo en cual hotel estoy. ¿Tal vez podemos ir a ver una
película esta noche? —

—Suena bien. Adiós, mamá—.

—Adiós, bebe —.

Puse mi teléfono en la mesita de noche y estire mis brazos sobre mi cabeza, ahogando un
bostezo.

Esta cama, con su cómodo colchón y sus costosas sabanas, era malditamente demasiado
cómoda.

Nunca había tenido tanta dificultad para levantarme en la mañana, pero eventualmente
logre plantar mis pies sobre la alfombra.

— ¿Adonde vas? — pregunto Nicholas con una voz semidormida.

—A casa — jale de mis pantalones. —Tengo que tomar una ducha y alistarme para la
escuela —.

Se levantó en un codo para mirarme. Su cabello era un desastre, rizos cafés cayendo en
sus ojos y sobresaliendo en la parte de atrás. —Puedes ducharte aquí, — ofreció. —Incluso
podría unirme si tienes suerte—.

—No, gracias—.Tomé mi chaqueta del piso y la colgué sobre mi hombro. — ¿Despertaré a
tus padres si salgo por la puerta de enfrente? —

—Eso será difícil considerando que ellos no están aquí—.

— ¿No regresaron a casa anoche? —.

—.Ellos no estarán en casa en una semana, —.dijo Nicholas. —Y Dios sabe cuanto tiempo se
quedaran. Un día. Tal vez dos—.

Ahora que lo pienso, nunca he visto otro coche en la entrada de la casi-mansión. Nicholas
parece ser el único aquí cuando vengo—. Que es malditamente a menudo estos días—.

— ¿Donde están? —.

—.No lo recuerdo—. Se encogió de hombros y rodo sobre su espalda de nuevo. —.Viaje de
negocios. Vacaciones en el Caribe, nunca puedo mantenerme al tanto con ellos—.

— ¿Que hay sobre tu hermana?—.

— Amy se queda con nuestra abuela cuando mis padres están fuera, —.dijo.
—Que es esencialmente todo el tiempo—.

Lentamente me moví de regreso a la cama. —.Así que,- —.dije en voz baja, sentándome
en la orilla del colchón. — ¿Porque no te quedas ahí, también? Apuesto a que a tu
hermana le gustará tenerte cerca—.

—Podría ser, — asintió Nicholas. —Sin embargo, mi abuela, es una historia diferente. Ella
me detesta. No aprueba mí— hizo comillas en el aire— estilo de vida. Aparentemente soy
una desgracia para el apellido Jonas, y mi padre debería de estar avergonzado de mí. —Su
risa era hueca y vacía— Porque él y mi madre son el ejemplo de perfección, sabes—.

— ¿Como sabe tu abuela sobre tu, eh, estilo de vida? —

—Oye los rumores de sus amigas. Viejas brujas escuchan a sus nietas desmayándose por mí
¿y quien las puede culpar? — y luego le dicen a mi abuela todo. En realidad yo podría
gustarle si saliera seriamente con una chica por un tiempo, pero una parte de mi no
quiere darle la satisfacción. No debería de cambiar mi vida para que se adapte a la de ella
o a la de cualquier otra persona—.

—Entiendo lo que quieres decir—.Y lo hacia. Porque yo tenia el mismo pensamiento un
millón de veces a lo largo de los años. Recientemente incluso me refería a él. Seria fácil
cambiar la opinión de Nicholas sobre mí, pasar el rato con personas diferentes o traer a
otra chica a mi círculo de amigos— como la de primer año del juego de baloncesto— para
evitar ser la Duff.

Pero ¿por qué debería de hacer algo solo para arreglar lo que él o alguien más piensa
sobre mí? No debería de hacerlo. Ni tampoco él. Sin embargo, de alguna manera, su
situación se sentía diferente. Eché un vistazo alrededor de la habitación, sintiéndome
estúpida incluso por compararlo con la cuestión de Duff. Entonces, sin querer, me
encontré a mi misma preguntando, — ¿Pero no te sientes solo? En esta casa tan grande solo tu—. Oh Dios mío.
Estaba realmente sintiendo pena por Nicholas? ¿Nicholas el mujeriego? ¿El ricachón Nicholas?
¿El idiota de Nicholas? De todas las emociones que sentía por él, la simpatía nunca había
llegado. ¿Que demonios estaba pasando? Pero si había algo que nos podía relacionar, seria
el drama familiar. Por lo que parecía Nicholas y yo teníamos algunas cosas en común. Ugh.

—Te olvidas que raramente estoy solo—. Se sentó y me miro con una sonrisa. Sin embargo
no llego a sus ojos. — Tú no eres la única que me encuentra irresistible, Duffy.
Usualmente tengo un flujo sin fin de invitadas atractivas—.

Me mordí el labio, no estando segura si debería de decir lo que tenia en mente.

Finalmente, decidí decirlo y ya. No haría ningún daño, después de todo. —Escucha,
Nicholas, esto podría sonar extraño viniendo de mi, ya que te odio y eso, pero me puedes
decir cosas si quieres—. Sonaba como algo salido de una cursi película de adolescentes.
Fantástico. —Quiero decir, ventilé toda la mierda sobre Jake a ti, así que si tú quieres
hacer lo mismo,... bueno, estoy bien con eso—.

La sonrisa se deslizó por un segundo. — Tendré eso en mente—. Entonces se aclaró la
garganta y agregó secamente, — ¿No dijiste que necesitabas ir a tu casa? No querrás llegar
tarde a la escuela—.

—Bien—. Me empecé a poner de pie, pero su cálida mano se cerró alrededor de mi
muñeca. Me di la vuelta y lo encontré mirándome. Se inclinó hacia adelante y presionó
sus labios contra los míos. Antes de que me diera cuenta de lo que estaba ocurriendo, se
alejó y me susurro, —Gracias, Tn—.

—Um....no hay problema—. No sabia que hacer con eso. Todas las otras veces que Nicholas
y yo nos habíamos besado, había sido un feroz guerrero haciéndolo. Una introducción al
sexo. El nunca me había besado de una manera tan suave, sin avaricia, y como que me
asustó. Pero no tenía tiempo de pensar en eso mientras corría por las escaleras y por el
vestíbulo.

Una vez que ya estaba en mi coche, tuve que acelerar — que yo realmente odiaba
hacerlo— todo el camino hacia mi casa, y todavía no llegue ahí antes de las seis. Eso me
dio solo una hora y media para ducharme, vestirme, y verificar a mi papá. Que manera
tan fantástica de comenzar la mañana. Mejor aun fue el hecho de que las luces de la sala
estaban encendidas cuando me acerqué a mi entrada. No era una buena señal. Papa
siempre— siempre— apagaba cada luz en la casa antes de acostarse. Lo trataba como un
ritual. El hecho de que las había dejado encendidas era definitivamente un mal presagio.

Oí el ronquido en cuanto entré en puntillas y al instante supe que había comprado más
cervezas. Incluso antes de ver las botellas sobre la mesa de centro o su forma
inconsciente en el sofá, yo sabia. Se había emborrachado lo suficiente como para perder
el conocimiento.

Comencé a avanzar pero me detuve. Por mucho que quisiera, no tenía tiempo de limpiar
el desastre de papá. Necesitaba ir arriba. Necesitaba ir a la escuela. Y mientras me
arrastraba hacia mi habitación, me dije a mi misma que el estaría bien. Él solo estaba
sorprendido, estaría bien, y este... episodio pasaría sin incidentes. Yo apenas podía
sostener en contra del hombre que tomara unos cuantos tragos, considerando la bomba
que mama le dejo caer, no?

Tome una ducha rápida y seque mi cabello que siempre me toma una eternidad, en serio,
tal vez debería de cortar todo mi cabello como Carla en vez de perder mi tiempo) antes
de ponerme ropa fresca. Después de cepillar mis dientes, me dirigí a la planta baja de
nuevo y entré a la cocina para tomar un Pop-Tart para el camino. Entonces salí, por la
puerta de enfrente.

Para la hora que llegué a la escuela, el estacionamiento de los estudiantes estaba casi
lleno. Tuve que aparcar en la última fila y correr— con mi mochila de veinte libras— a las
puertas dobles. Por supuesto que para el momento en que llegué al pasillo principal me
quedé sin aliento. Dios, pensé miserablemente mientras movía mi gordo trasero hacia
español, no es de extrañar que sea la Duff.

Estoy tan malditamente fuera de forma que es deprimente. Bueno al menos los pasillos
estaban más o menos vacios. Eso significaba que nadie había presenciado lo patética que
soy.

—Hey, ¿a donde fuiste ayer? — Pregunto Victoria cuando me dejé caer en mi escritorio solo
segundos antes de que sonara la campana. —No estuviste en almuerzo o en inglés. Carla y
yo estábamos un poco preocupadas—.

—Me fui de la escuela temprano—.

—Pensé que las tres íbamos a hacer algo para celebrar que el Día de San Valentín todas
estábamos solteras—.

— ¿Eso es un poco irónico, no te parece? — Suspiré y moví mi cabeza, tratando de no
mirar en sus grandes ojos heridos... Dios, ella era buena haciéndome sentir culpable. Y yo
sabia que iba a pagar por haberle colgado a Carla ayer por la noche. —Lo siento,Victoria.
Algo surgió ayer. Te diré todo al respecto después de la escuela, ¿está bien? —.

Antes de que pudiera decir algo, la Sra. Romali se aclaro la garganta y grito, —Silencio,
buenos días, amigos. Hoy vamos a comenzar con el tiempo presente progresivo, y les
advierto desde ahora que es bastante malditamente difícil.- Y lo era. La Sra. Romali nos
pasó una hoja de trabajo que nos mantuvo ocupados hasta el final del bloque. Para la hora
que la campana sonó, yo realmente me estaba cuestionando mi afecto por la clase de
español, y no estaba sola.

— ¿Es demasiado tarde para cambiar clases por el semestre? — Ángela le pregunto a Victoria y a mi
cuando caminamos fuera del salón de clases.

—Como un mes demasiado tarde, — le dije.

—Maldita sea—.

—Adiós, Tn! — gritó Victoria mientras corría dirigiéndose a su clase de Química.

— ¡Nos vemos en el almuerzo!—

La saludé con la mano y comencé a caminar hacia el otro pasillo. Hoy, sin embargo,
realmente estaba esperando la clase de AP gobierno. Toby Tucker me había pedido que
me sentara cerca de él. Ya no seria la chica solitaria de atrás del salón. Nunca pensé que
cambiaria o que seria demasiado feliz cuando lo hiciera. ¿Que puedo decir? El aislamiento
auto-impuesto estaba finalmente comenzando a molestarme.

Pero Toby no estaba ahí. Su asiento estaba completamente, cien porciento vacio cuando
entre al salón (por una vez estaba demasiado temprano, de la manera que al Sr. Chaucer
le gustaba), y mi corazón se hundió un poco...o tu sabes, demasiado. Al menos no me
tenía que sentar sola. Janine prácticamente me arrastró hacia enfrente del salón,
aparentemente perdida sin Toby para mantenerla entretenida.

Ella debía ver decepcionada que yo no era ni cerca de inteligente con sus chistes políticos
como su usual compañero. Todo lo que yo podía ofrecer eran algunos comentarios
sarcásticos sobre la utilidad del sistema judicial. Dios, extrañaba a Toby. También él
Sr.Chaucer. Parecía ponerse aburrido con su lectura ininterrumpida, y despidió la clase
solo a medias cuando la campana sonó, y su labio inferior sobresalía como el de un niño. Y
dicen que los maestros no tienen favoritos.

Estaba aliviada de estar afuera de ese salón, que parecía frio sin los comentarios
esclarecedores de Toby, hasta que llegué a la cafetería. La mesa del almuerzo no era
exactamente un ambiente amoroso y cálido esa tarde. Casey me miró durante todo el
almuerzo, obviamente molesta de que le había colgado la noche anterior. Pero
aparentemente no lo suficiente molesta para reunirse con Victoria y conmigo después de
la escuela para escuchar mis excusas. Había prometido explicarles las cosas después de
clases.

Por supuesto, eso significaba que al segundo que la campana sonó, me arrastraron
adentro del baño vacio y comenzaron a hacerme demandas como — ¡Escúpelo! — y —
¡afuera con eso! — antes de que pudiera tomar un maldito solo suspiro.

Gemí y me deslicé por el frío muro de concreto para aterrizar sentada en el suelo. Abracé
mis rodillas ligeramente y dije, — Está bien, está bien. Así que mama se presentó ayer por
la tarde—.

— ¿Ya regreso de su viaje? — pregunto Jessica.

—No exactamente. Solo vino a hablar conmigo. Ella y mi Papa se van a divorciar—.

Victoria puso una mano sobre su boca asombrada, y Carla se arrodilló a mi lado tomando
mi mano. — ¿Estas bien, Tn?- —pregunto, dejando su ira hacia mi.

—Estoy bien, — dije. Sabía que ellas estarían más molestas sobre eso que lo que yo estaba.
Carla, cuyos padres habían pasado por un largo y amargo divorcio, y Victoria, que no se
podía imaginar nada más infeliz y perturbador.

— ¿Es por eso que faltaste el Día de San Valentín anoche? — preguntó Victoria.

—Si, — dije. —Lo siento. Yo solo... Realmente no me sentía con ganas de celebrar—.

—Debiste haber llamado, — dijo Carla. —O haberme dicho algo en el teléfono por la
noche. Yo te hubiera escuchado, sabes—.

—Lo se. Pero realmente, estoy bien. Era solo cuestión de tiempo. Lo he estado esperando
por un tiempo—. Me encogí de hombros. —Y, honestamente, no me molesta realmente.

Quiero decir, ustedes saben que mi mama no ha estado mucho en el pasado por algunos
años, así que realmente no cambiará mucho eso. Pero solo va estar en la ciudad por unos
días, por lo que necesito irme ahora mismo—.Me puse de pie.

— ¿Adonde vas? — preguntó Carla.

—Le dije a mi mamá que veríamos juntas una película esta tarde. — Agarré mi mochila y
me di un vistazo a mi reflejo en el espejo. —Lo siento. Chicas se que ustedes quieren
hablar sobre eso o lo que sea, pero mi mamá se marcha al final de la semana, así que...—

— ¿Estás segura que estas bien? — Pregunto Carla con escepticismo.

Dudé, levante mi mano para cepillar algunas ondas castañas de mi cara. Les pude haber
dicho entonces. Podría haberles dicho sobre papá y las botellas de cerveza y como estaba
confundida. Ellas eran mis mejores amigas después de todo. Se preocupaban por mí.
¿Pero que pasaría si delato a Papa, que podría pasar? ¿Y si se corriera la voz? ¿Que
pensaría la gente de él entonces? Yo no podría manejar eso. Incluso el pensar que mis
mejores amigas lo juzgarían me incomodaba. El era mi papá, después de todo. Y esto era
una cosa pequeña. El solo estaba pasando por un momento difícil. Nada de que
preocuparse.

—Positivo, — dije, apartándome del espejo con una sonrisa forzada. —Pero debería irme
ya. No quiero que Mama esperé—.

—Diviértanse, — murmuro Victoria, sus ojos todavía bien abiertos con inocente sorpresa.
Tal vez le debería haber dado la noticia más suavemente.

Estaba casi fuera de la puerta del baño cuando Carla me llamó. —Hey, Tn, espera un
segundo—.

— ¿Si? —

—Vamos a salir este fin de semana, — dijo. —Para compensar por no haber salido el Día de
San Valentín. Todas podríamos ir al Nest. Una Noche de Chicas Fuera. Será divertido.
Incluso te compraremos helado—.

—Claro. Te llamo mas tarde, pero realmente tengo que irme—. Con un saludo, corrí fuera
del baño. Si, yo quería ir a ver una película con mamá, pero esa no era la razón de mi
prisa. Había algo más que tenia que hacer primero.

Una vez que estuve en mi carro, no perdí tiempo en sacar mi teléfono. Marque el familiar
número y espere para que la voz profesional del hombre respondiera.

—Has llamado a Tech Plus. Este es Ricky. ¿En que le puedo ayudar?—

Quería hablar con papá. Para asegurarme de que estuviera bien y dejarle saber que
saldríamos de esto. Solo, tú sabes, ser de apoyo. Yo sabía que lo necesitaba. Después de
la noche que tuvo, sabía que estaría teniendo un día horrible en el trabajo. Además, yo
estaba lidiando con la noticia muy bien, podría al menos ayudarlo a salir de esto.

—Buenas tardes, Ricky, — dije. — ¿Esta Tp Piper disponible? —

—Me temo que no. El Sr. Piper no vino hoy—.

Me senté ahí, aturdida por un minuto, sabiendo que significaba eso. Pero me saqué las
preocupaciones arrastrándose en mi estómago. El solo estaba teniendo una mala resaca
después de una mala noche. Probablemente más que suficiente para recordarle porque
había dejado de beber en primer lugar. El estaría bien mañana. Tenia la esperanza.

—Gracias, de todos modos, — dije. —Que tengas un buen día. —Colgué el teléfono y
empecé a marcar otro número. Esta vez una mujer con una clara y alegre voz respondió.

— ¿Hola? —

—Hey, Mama. — Me esforcé para sonar al menos semi-optimista. Si estaba demasiado feliz,
ella sabría que algo estaba sucediendo. Después de todo, yo solo no era del tipo lleno de
vida. — ¿Todavía quieres ir a ver una película esta noche? —

—Oh, hola, Tn! — Exclamó mamá. —Si, eso suena bien. Escucha, cariño, ¿has hablado
hoy con tu papá? ¿El está bien? El se alteró tanto la noche anterior, y estaba llorando
cuando me fui—.
Por la forma en que hablaba, me di cuenta que no tenia ni idea de que había recaído, de
que había tocado una botella. Si lo hiciera, su voz hubiera sido mucho mas tensa, llena de
preocupación. Tal vez incluso al borde del pánico. Pero sonaba calmada. Solo un poco
preocupado. El hecho de que ella fuera tan ciega realmente me molestó. Quiero decir, el
había dejado de tomar hace casi dieciocho años, pero aun así. El pensamiento debía de
haber cruzado por su mente. Pero no quería ser yo la que le diera la noticia.

—El esta bien. Acabo de hablar con el hace un segundo. El va a estar en su trabajo hasta
tarde esta noche, así que una película funciona muy bien para mí—.

—Oh, esta bien. Me alegra escuchar eso, — dijo mamá. —Que quieres ver? Ni siquiera se
que es lo que esta en el cine ahora—.

Yo tampoco, pero estaba pensando que una comedia estaría bien—
Mansita
Mansita


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"La Duff" (Nick & Tu)  - TERMINADA - Página 12 Empty Re: "La Duff" (Nick & Tu) - TERMINADA

Mensaje por Mansita Dom 12 Feb 2012, 7:10 pm

Capitulo 27:


Papá no estaba mejor al siguiente día.

O el día después de ese.

Regresó al trabajo al final de la semana, pero estaba segura de que no era la única que
notó que llevó las resacas con él. Parecía que siempre había cerveza o whiskey alrededor
de la casa ahora. Siempre estaba desmayado en el sofá o encerrado en su habitación. Y
nunca me lo mencionó. Como si no lo notara. ¿Se suponía que debía ignorarlo? ¿Pretender
que no era un problema?

Quería decir algo. Quería decirle que se detuviera. Que estaba cometiendo un error
enorme. Pero ¿cómo? ¿Cómo una chica de diecisiete años convence a su padre de que ella
sabe lo que es mejor? Si trataba de detenerlo, quizás se pondría a la defensiva. Quizás
pensaría que lo he abandonado también. Quizás se molestaría conmigo.

Desde que papá había dejado de tomar antes de que yo naciera, realmente no sabía
mucho acerca del proceso completo de sobriedad. Supe que tuvo un padrino una vez. Un
tipo alto, calvo de Oak Hill al que mamá siempre le enviaba tarjetas de navidad cuando
era una niña. Papá ya no habla más de él, y yo estaba segura de que, aún si lo intentara,
no sería capaz de encontrar su número. Si lo hiciera, ¿qué diría? ¿Cómo funcionaba todo
eso del padrino?

Me sentía impotente e inútil, y más que todo, avergonzada. Sabía que, con mamá
ausente, era mi trabajo hacer algo. Sólo que no tenía idea de lo que ese algo era.
Así que en las semanas después de que mi mamá dejara Tennessee, pasé la mayor parte
del tiempo evitando a mi papá en la casa. Realmente nunca lo había visto ebrio en mi
vida, así que no sabía que esperar. Todo lo que tenía eran los detalles de conversaciones
que había escuchado por casualidad cuando era una niña. Él había sido una persona
violenta una vez. Tenía temperamento. No podía imaginarme esto viniendo de mi padre,
pero no quería empezar a hacerlo en algún momento pronto. Así que me quedé en mi
habitación, y él se quedó en la suya.

Me seguía diciendo que esto pasaría. Mientras tanto, había mantenido su pequeño secreto
para mí misma. Por suerte para mí, mamá era lo suficientemente crédula para creerme
cada vez que le decía que todo estaba bien por teléfono, a pesar de mis menos que
buenas habilidades para la actuación podía ver a través de mí, después de todo.

Traté evitándola al principio, ignorando sus llamadas e inventando excusas cuando me
pedía que saliéramos. Nunca la llamé para lo de la Noche de Chicas que había sugerido en
el baño. Estaba segura de que me bombearía con preguntas en el segundo en que me tuviera
sola, así que siempre traté de usar a Victoria, la pobre ignorante, como parachoques. Pero al pasar
una semana, tuve esta extraña sensación de que Carla se estaba alejando de mí.

Llamó menos y menos.

Dejó de preguntarme si quería ir al Nest los fines de semana.

Hasta cambió asientos con Jeanine en el almuerzo, poniéndose al otro lado de la mesa –
tan lejos de mí como fuera posible. Una o dos veces, la había pillado brindándome
miradas malvadas.

Quería saber cuál era su maldito problema, pero tenía miedo de confrontarla. Sabía que si
realmente hablásemos de ello, no sería capaz de seguir mintiendo acerca de papá. No a
ella. Pero era su secreto, su vergüenza, no era mía para contarla. No dejaría que nadie, ni
siquiera Carla, lo supiera.

Así que tuve que dejar pasar su rareza extrema por un tiempo.

Nicholas era la única cosa llenándome esas semanas. Una parte de mi estaba horrorizada de
mí misma, pero ¿qué podía decir? Necesitaba ese escape –esa altura— más que nunca, y
siempre estaba a una corta distancia. Una dosis tres o cuatro veces por semana era todo
lo que necesitaba para mantenerme cuerda.

Dios, era como una endemoniada drogadicta. Quizás mi cordura ya se había largado hace
mucho tiempo.

— ¿Qué harías sin mí? —preguntó una noche. Estábamos enredados en las sábanas de seda
de su cama gigante. Mi corazón todavía estaba palpitando por la altura de lo que acababa
de hacer, y no me estaba ayudando colocando sus labios muy cerca de mi oído.

—Vivir una vida feliz...feliz, —murmuré—. Quizás hasta sería...optimista...si no estuvieras
alrededor.

—Mentirosa. —Mordió el lóbulo de mi oreja juguetonamente—. Serías completamente
miserable. Admítelo, Duffy. Soy el viento tras tus alas.

Mordí mi labio, pero aún así no pude contener la risa –y justo cuando estaba recuperando
el aliento, también. —Acabas de imitar a Bette Midler*...en la cama. Estoy comenzando a
cuestionarme tu sexualidad, Nicholas.

Nicholas me miró con un brillo desafiante en su ojo. —Oh, ¿en serio? —Sonrió antes de
mover su boca de vuelta a mi oído y susurrando, —Ambos sabemos que mi masculinidad
nunca se ha puesto en duda...pienso que solamente estás cambiando el tema porque
sabes que es verdad. Soy la luz de tu vida.

—Tú... —luché en busca de palabras mientras Nicholas presionaba su boca en el hueco de
mi cuello. La punta de su lengua se movió abajo hacia mi hombro e hizo que mi cerebro
se pusiera todo confuso. ¿Cómo se supone que iba a poder discutir bajo estas condiciones?

—Como digas. Solo te estoy usando, ¿recuerdas?

Su risa sonó apagada contra mi piel. —Eso es gracioso, —dijo, con sus labios todavía
apoyados sobre mi clavícula—. Porque estoy muy seguro de que tú ex está fuera de la
ciudad ahora mismo. —Una de sus manos se deslizó entre mis rodillas—. Aún así sigues
aquí, ¿cierto? —Sus dedos empezaron a deslizarse de arriba hacia abajo en mi muslo
interno, haciéndome difícil el pensar en una respuesta. Parecía gustarle esto, porque se
rió de nuevo—. No creo que me odies, Duffy. Pienso que te gusto mucho.

Me retorcí sin control mientras las manos de Nicholas bailaron por el interior de mi pierna.

Quería desesperadamente discutirle, pero estaba enviando corrientes eléctricas por mi
espina dorsal.

Finalmente, cuando pensé que iba a explotar, su mano se movió a mi cadera y empujó su
boca lejos de mi hombro. —Oh, gracias a Dios. —Susurré mientras él alcanzaba un condón
en la gaveta de la mesita de noche, sabiendo qué venía después.

—Supongo que es una buena cosa que no me importe tenerte alrededor, —dijo con esa
sonrisa arrogante—. Ahora, déjame responderte todas esas dudas que dices tener acerca
de mi sexualidad.

Mi cabeza se llenó de nubes de nuevo.

Pero no podía negar que las cosas se estaban saliendo mucho de control. Se me hizo
dolorosamente claro el viernes en la tarde en inglés que algo no estaba bien.

La Sra. Perkins estaba pasando unos ensayos viejos que había agarrado y hablando acerca
de algún libro de Nora Roberts que acababa de terminar —totalmente inadvertida de que
de que nadie la estaba escuchando— cuando se detuvo frente a mi escritorio. Me brindó
esta grande y tonta sonrisa, como la sonrisa de una abuela orgullosa. —Tu ensayo estuvo
maravilloso, —me susurró—. Una perspectiva tan interesante de Hester. Usted y el Sr.
Jonas son un excelente equipo. —Luego me tendió una carpeta marrón y palmeó mi
hombro.

Abrí la carpeta mientras se alejaba, un poco confundida acerca de lo que había dicho.
Dentro había un papel que reconocí instantáneamente. El Escape de Hester: Un análisis
por Tn Piper y Nicholas. En la esquina superior izquierda, la Sra. Perkins había
garabateado nuestra nota en tinta roja brillante. Un noventa y ocho. Una A. No pude
evitar sonreír al ensayo. ¿Realmente había pasado un mes y medio desde que habíamos
escrito esto en la habitación de Nicholas? ¿Desde la primera vez que habíamos dormido
juntos? Me sentí como si hubieran pasado décadas. Hasta milenios. Miré a través del salón
hasta él, y mi sonrisa se desvaneció.

Estaba hablándole a Louisa Farr. No, no sólo hablando. Hablar solo implica la vibración de
las cuerdas vocales, y había mucho más que eso sucediendo. La mano de él estaba en la
rodilla de ella. Las mejillas de ella se estaban tornando rojas. Le estaba brindando su
sonrisa linda, arrogante.

¡No! Sonrisa repulsiva. ¿Desde cuando pienso que esta muestra de arrogancia es linda? ¿Y
qué fue este raro retortijón que sentí en mi estómago?

Miré lejos cuando Louisa comenzó a jugar con su cuello, una señal definitiva de coqueteo.

P*rra.

Me sacudí, sorprendida y un poco preocupada. ¿Qué estaba mal conmigo? Louisa Farr no
era una p*rra. Seguro, era una animadora de muy buen gusto —co capitana del equipo
Skinny— pero Casey nunca decía nada malo acerca de ella. La chica solo estaba hablando
con un chico guapo. Todas hemos hecho lo mismo. Y no era como si Nicholas estuviera
apartado o algo. No era como si estuviera comprometido con nadie.

Como yo...

¡Oh Dios! Pensé, dándome cuenta del significado de mi retortijón en la barriga. Oh Dios,
estoy celosa. ¡Estoy j*dida y seriamente celosa! ¡Oh, mierda!

Decidí que estaba enferma. Tenía fiebre o SPM algo estaba perjudicando gravemente mi
estabilidad mental, porque no había manera en el infierno de que estuviera celosa de que
un hombre—perro como Nicholas estuviera flirteando con alguien más. Quiero decir, esa
era su naturaleza. El mundo realmente habría parado de girar si Nicholas no flirteara con
chicas pobres e ingenuas. ¿Por qué habría de estar celosa? Eso era ridículo. Así que debo
estar enferma. Tenía que estarlo.

— ¿Estás bien, Tn? —preguntó Vicky. Ella giró alrededor de su escritorio para
mirarme—. Te ves como furiosa. ¿Estás molesta o algo?

—Estoy bien. —Pero mis palabras salieron a través de mis dientes apretados.

—De acuerdo, —dijo Victoria. Era tan crédula como mi madre—. Escucha, Tn, en serio
pienso que deberías hablar con Carla. Está algo molesta, y pienso que ustedes necesitan
mucho tener un acercamiento. ¿Quizás hoy? ¿Después de clases?

—Sí... lo que sea. —Pero no estaba escuchando. Estaba muy ocupada buscando maneras de
mutilar la cara perfecta de Louisa.

SPM. Esto era definitivamente un mal caso de SPM.

Saqué mi trasero de ese salón de clases en el segundo en el que la campana sonó. Mi
cabeza iba a explotar si escuchaba la risa femenina de oh-estoy-tan-feliz-de-que-estéscoquetando-
conmigo-Nicholas otra maldita vez. ¡Qué importaba si era tan delgada como mi
dedo meñique y tenía senos del tamaño de balones de baloncesto! Apuesto a que tiene un
coeficiente intelectual de veintisiete.

Deténte, me dije. Louisa nunca me había hecho algo. No tenía derecho de pensar esas
cosas de ella...aunque realmente pudiera ser una idiota.

Lancé mis cosas dentro de mi casillero y corrí hacia la cafetería, ansiosa de escapar del
edificio de la escuela. Estaba tan concentrada en no pensar acerca de mis celos inducidos
por el SPM hasta que salté a detenerme cerca de cinco pies de él.

— ¿Estás apurada? —me preguntó.

—Algo así, —suspire—. Disculpa por casi chocar contra ti.

—No es problema. —Nerviosamente jugó con sus lentes.

— ¿Piensas que te importaría desacelerar un poco el paso? Me gustaría hablar contigo.

No estaba tan sorprendida. Toby y yo medio nos estábamos volviendo amigos durante las
últimas semanas. La mayoría de las veces hablábamos en clases de de “colocación
avanzada”, pero ya saben, era una mejora definitiva. En realidad, de alguna manera
empezaba a sentirme cómoda a su alrededor. Si bien mi corazón todavía revoloteaba un
poco cuando entraba en la habitación, ya no me preocupa el perder la voz.

—Seguro. —Dije. Al menos me daría algo más en qué pensar por un par de minutos.
Sonrió y avanzó un paso hacia mí. — ¿Puedes guardar un secreto? —preguntó mientras
alcanzábamos la cafetería, donde el cuerpo estudiantil se congregaba, esperando por el
timbre final que los despediría para la tarde.

—La mayoría del tiempo. ¿Por qué?

— ¿Recuerdas cuando falté a clases un par de semanas antes? ¿El día después de SanValentín?

—Uh-huh. Creo que fue el peor día en la vida del Sr, Chaucer, —dije—. Pensé que el tipo
iba a llorar cuando se dio cuenta de no había nadie allí que hiciera la mayor parte de su
trabajo por él.

Toby se rió –pero solo una pequeña risa— y dijo, —Estaba faltando a la escuela...bueno,
por una entrevista. —Sacó un gran sobre de dentro de su suéter y susurró—, presenté para
Harvard. Estaba mañana acabo de recibir la carta.

— ¿Por qué es eso un secreto?

Sus mejillas se sonrojaron de la forma más tierna posible. —No quiero ser humillado si no
entro, —dijo.

—Entrarás.

—Eso no lo sé.

—Yo sí.

—Desearía tener tanta confianza en mí mismo como tú la tienes en mí.

—Oh, vamos, Toby, —dije seriamente—.Todos los mejores políticos —como senadores y
presidentes— van a escuelas geniales. Vas a ser un excelente político, así que tienen que
dejarte entrar. Además, eres uno de los chicos más inteligente de la clase de graduandos.
¿Eres el mejor de la clase, cierto?

—Lo soy, —Toby acordó, con el ceño fruncido hacia el sobre—. Pero...pero es Harvard.
—Y tú eres Toby. —Me encogí de hombros—. Aún si no entraras, hay millones de otras
escuelas que matarían por tenerte. Eso no importa, sin embargo, porque sé que entraste.

Hazte un favor y abre la carta.

Tobby se detuvo en el medio de la cafetería y me sonrió. —Ves, —dijo él—, esto es por lo
que quería que fueras tú la que estuviera conmigo cuando la abriera. Sabía que serías—

Lo corté. —Mientras que estoy segura de que tus próximas palabras que salgan de tu boca
serán increíblemente dulces, estoy cien por ciento consciente de que estás evadiéndolo.
Abre la carta, Toby. Incluso un rechazo será mejor que ponerte en este infierno. Te
sentirás mejor si solo la lees.

—Lo sé. Yo—

—Ahora.

Abrió el sobre, y me di cuenta de lo raro que era esto. Él estaba viniendo hacia mí con
esta cosa tan personal. Por apoyo. Por estímulo. Atrás en Enero, nunca me hubiera
imaginado ordenándole a Toby Tucker que abriera su carta de aceptación. Nunca me
hubiera imaginado hablando con él, punto.

Dios, mi Dios, cuánto han cambiado las cosas.

De las mejores formas posibles, por supuesto.

Sacó el papel del sobre marrón con los dedos temblando y empezó a leer. Vi sus ojos
escanear la hoja y agrandarse. ¿Era eso felicidad o depresión? ¿Sorpresa, quizás?
¿Sorprendido de que entrara o sorprendido de que no lo hiciera?

— ¿Bueno?

—Yo...yo fui aceptado. —Toby dejó caer el papel y lo dejó flotar con gracia hasta el
suelo—. Tn, ¡entré! —Me agarró por los hombros y empujó hacia él, envolviendo sus
brazos a mí alrededor.

Eso era otra cosa que no hubiera esperado de vuelta en enero.

—Te dije que lo harías, —dije, devolviendo el abrazo.

Sobre su hombro, divisé a Carla y Victoria caminando a través de la cafetería.mientras se movían
por la multitud de estudiantes; me vieron abrazada entre los brazosde Toby. Pero por alguna razón
las expresiones de sus rostros no reflejaban la felicidadque yo sentía. Victoria se veía medio triste,
pero Carla...bueno, se veía completamente furiosa.

¿Por qué? ¿Qué estaba pasando con ella? Con ambas.

Toby me apretó antes de dejarme ir y se arrodilló para agarrar su carta caída. —No puedo
creerlo. Mis padres nunca lo creerán.

Alejé mis ojos de mis amigas mientras desaparecían tras un grupo de nuevos y volví mi
atención al chico radiante en frente de mí. —Si te conocen del todo, Toby, lo creerán por
completo, —dije—. Todos hemos sabido que estabas destinado para grandes cosas por un
largo tiempo. Quiero decir, yo lo he sabido por años.

Toby parecía sorprendido. — ¿Años? Pero realmente no empezamos a hablar sino hasta
hace unas pocas semanas..


Mansita
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Mensaje por MaferCastilloJonas Dom 12 Feb 2012, 9:06 pm

maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssss!
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