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"En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
sssiiiiiigguueeellllaaaa ♥
alli_94
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
caoituloooooooooooooooooo sigue ta buenisimoooooooo.... :twisted:
Invitado
Invitado
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
P-E-R-D-I-D-A-!
Más vale que subás, si no no te voy a pagar! :P
Y nada de sesiones para Kevin, si no paga, que se cague! -.-
Más vale que subás, si no no te voy a pagar! :P
Y nada de sesiones para Kevin, si no paga, que se cague! -.-
Camilita :)
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
ah porque no has subido
ya casi me suicido con una galleta
regresa por favor :(
subi pronto capí porfa :o
ya casi me suicido con una galleta
regresa por favor :(
subi pronto capí porfa :o
aranzhitha
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
HOLA NEW LECTORA LA NOVE STA RECONTRA BUENA SEGUILAA PLZZZ :)
raqel d' Jonas(NJJ<3
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa!Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! Siguelaaaa! D:
'MafeeR de Jonas
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
aranzhitha escribió:ah porque no has subido
ya casi me suicido con una galleta
regresa por favor :(
subi pronto capí porfa :o
CON UNA GALLETA? HAHAHHA POR DIOS! :P
como seria eso?? ;) he escuchado "con un platano" pero UNA GALLETA! kfjgksjdfhgkjhdfkgh :risa:
Tina(:
Re: "En las Redes del Placer" (Nick y Tu)
Capítulo 15
Nick situó el resbaladizo glande ante la estrecha y anegada entrada y comenzó a introducir su miembro poco a poco. Cada célula de su cuerpo le instaba a tomarla con rápida dureza, pero se contuvo, determinado a que el clímax fuera más intenso que nunca. Sin embargo, notar la presión de su funda hinchada alrededor de su pene le hizo apretar los dientes. El deseo le transformó la sangre en lava ardiente.
Santo Dios, penetrar a _______ siempre era una experiencia extraordinaria. Le cautivaba como nada antes lo había hecho. Se perdía en su sedoso y estrecho canal hasta el punto de quedarse sin respiración. Aquella cercanía que compartían era... Había practicado sexo con muchas mujeres pero jamás se había entregado de esa manera. A partir de ahora, no disfrutaría de ninguna otra.
—Nick... —gimió ella, suplicando; indagando.
Escuchar su nombre en labios de _______ era lo único que necesitaba para correrse. Era lo que quería oír todos los días durante el resto de su vida. Quería unirse a ella de tal manera, formar algo tan indisoluble, que ella no pudiera volver a pensar en dejarle.
—Sí —graznó él—. _______, ah... —Se enterró en ella por completo y dejó caer la cabeza hacia atrás, gimiendo—. Joder, eres asombrosa.
Ella respiró entrecortadamente.
—Ahh... Sé que no debería gustarme la manera en que me impones estas sensaciones.
«Memeces.»
—No puede haber nada mejor que estar profundamente sumergido en tu cuerpo.
—Sí —sollozó.
Decidido a llevarla hasta el límite, se retiró casi por completo y se hundió hasta el fondo. Fue como bañarse en miel, era una sensación lenta y dulce; su pasaje ciñéndole por completo. Pensó que se volvería loco.
Se clavó en ella hasta que chocó con su cérvix. _______ arañó de nuevo la mesa acolchada y bajó la cabeza, mostrando inconscientemente su sumisión. La imagen casi le hizo perder el control. Puede que su esposa no quisiera admitir su naturaleza, pero él la sentía, la saboreaba, la olía. La misma naturaleza que distorsionaba sus respuestas. Ella jamás sería realmente feliz con alguien que no pudiera ofrecerle la dominación que ansiaba con tanta intensidad. Y Nick tenía intención de mantenerla muy contenta.
Dios, estaba tan mojada y apretada... El palpitar de los músculos internos de _______ le cautivaba y estaba cerca de alcanzar el orgasmo. Nick apretó los dientes; tenía los pulmones a punto de explotar, la piel ardiendo... pero logró contenerse.
—No debería entregarme a ti de esta manera —jadeó ella.
«Más memeces.»
—Me muero por complacerte, cielo.
Le demostró sus últimas palabras recostándose sobre la piel húmeda de su espalda, apretándole el clítoris con la mano y embistiendo en su vagina.
_______ arqueó la garganta y gritó.
—¡Nick!
—¿Quieres correrte ahora?
—Sí... ¡Sí!
—¿Hablarás conmigo antes de tomar cualquier decisión sobre nosotros?
—Lo haré —sollozó—. Por favor...
Le inundó una ardiente satisfacción al escucharla. Soltó las riendas y se dejó llevar por el deseo que había estado conteniendo. Comenzó a embestir, empujándola hacia delante con cada envite. _______ gimió y clavó las uñas en la mesa. Nick se perdió en la intensidad con que le ceñía.
_______ gimió en éxtasis, los mechones de pelo oscuro le cubrían los hombros con la sedosa suavidad del pelaje de una marta cibelina. Santo Dios, todo en ella era sexy. La penetró una vez más, dándole todo el placer que podía, abandonándose a un ritmo que les llevaba cada vez más alto. Notó cómo palpitaba en torno a su miembro, cómo respiraba hondo varias veces antes de exhalar un grito agudo.
El sudor cubría la espalda de Nick, le empapaba el pelo y se deslizaba por sus sienes, y todavía continuó penetrándola, determinado a entregarse a ella con una devoción total y un goce absoluto. Quería que en esa ocasión todo fuera distinto a lo que ella hubiera experimentado; que nunca lo olvidara. Porque dentro de tres días, él tendría que irse. Tenía que asegurarse de que no pedía el divorcio en su ausencia. Perderla sería su muerte.
Apretó su cuerpo contra el de ella con más fuerza, entregándose al lujo de sentirla bajo sus manos mientras seguía taladrándola con dureza. Le pobló de besos el hombro, apartando el pelo bruscamente para poder desrizarle los labios por el cuello y aspirar el olor almizclado de su piel, con un toque a sudor femenino y excitación, regado con algo que siempre le recordaría a _______. El olor y la sensación que provocaba su mujer lo conducían inexorablemente hacia el borde.
—¡Nick! —Le constriñó la polla con fuerza, casi a punto de estallar. En respuesta, el placer se deslizó por su espalda y le hizo hervir la sangre. Se le tensaron los testículos. Maldición, no aguantaría mucho más.
Le apretó la palma de la mano contra el clítoris.
—¡Ahora! Córrete, cielo.
Ella lo hizo, gritando con fuerza al alcanzar el clímax. Lo succionó con su sexo con tanta fuerza que él no pudo moverse durante un largo rato. «¡Joder!» Las paredes vaginales le tenían apresado, le estrechaban, le acariciaban. ¿Había sentido alguna vez algo tan bueno? El placer se deslizó por su espalda, afilado como una cuchilla... Le atravesó de arriba abajo. Entonces mordió suavemente el hombro de _______ y se vació en ella, derramando en su interior todo lo que tenía: su semilla, su necesidad, su alma...
_______ lo era todo para él. La sumisa que siempre había buscado, la esposa audaz e inteligente que siempre le desafiaría. Tenía que arreglárselas de alguna manera para detener a un asesino, asegurarse de que Joe era agua pasada y convencer a _______ de que sentía lo mismo que él. Y apenas tenía unos días.
_______ se esforzó en recuperar el aliento. Nick tenía las piernas enredadas en las de ella y la rodeaba con los brazos. Notaba su respiración jadeante en el hombro. Santo Dios, él la envolvía por completo, le hacía sentir todo.
Se estremeció. Las compuertas que contenían su miedo se habían abierto para derramar la realidad de su sumisión que, añadida al cansancio, amenazaban con ahogarle. Pero esposada a la mesa y cautiva del musculoso cuerpo de Nick, _______ no podía moverse.
La envolvió una creciente oleada de angustia. Tragó saliva intentando contener el sentimiento, pero se le formó en el pecho un sollozo gigante, todavía más intenso que la liberación que siguió a la zurra. Se atragantó, incapaz de dominarse. Las lágrimas surgieron incontrolables mientras los brazos y las piernas se volvían de gelatina.
Sabía que Nick quería que ella descubriera todas sus emociones. Que él le había mostrado las suyas. Jamás olvidaría la expresión furiosa y vulnerable que había mostrado cuándo le habló de su madre, cómo describió su impotencia cuando su padre accedió al divorcio. Aquello era una herida que se había enconado en su corazón.
La manera en que él había dominado su cuerpo por completo probaba que no tenía intención de dejarla marchar. La cruel capitulación a la que la había sometido era su manera de contraatacar. Nick haría cualquier cosa para retenerla. La consumiría durante el proceso. Y ella se temía que, a la larga, acabara por resultar fatal.
Se estremeció. Maldición, ya le había dado mucho más que a cualquier otro hombre, más de lo que jamás había imaginado que pudiera dar. Pero él no descansaría hasta que la poseyera por completo, hasta que obtuviera su alma.
Debía poner alguna distancia entre ellos. Cada vez que Nick la tocaba, la devastaba un poco más. Después de cada encuentro, ella siempre pensaba que él no podía dejarla más expuesta y vulnerable. Y siempre se equivocaba.
¿Qué consecuencias tendría en su psique pasar tres días más con él? ¿Cuáles pasar toda su vida? ¿Cuánto tiempo resistiría antes de convertirse en un felpudo? Él la empujaba, la presionaba y le exigía todo. Entonces, cuando ella estaba indefensa, mostraba una feroz ternura que llenaba todos los recovecos de su alma. Con respecto a Nick, ella era débil, se mostraba ridículamente ansiosa por someterse. Y, a pesar de ello, él había arraigado tan firmemente en su ser, que la asustaba muchísimo. Se temía que jamás podría arrancarlo de su corazón.
Quiso acurrucarse hasta formar una pelota, pero no podía porque estaba esposada a la mesa. Más sollozos incontrolables, imparables y dolorosos agitaron su pecho. Nick la observaba con aquellos ojos a los que no se les escapaba nada, mimándola con sus tranquilizadoras caricias. Ella no podría darse por completo de esa manera día tras día, año tras año, durante toda la vida. Nick no comprendía lo que significaba sentirse diseccionada una y otra vez. Él no sabía que ese sometimiento la llevaba a cuestionarse a sí misma... Ni que se quedaba totalmente vacía cuando se entregaba a él.
Pero después de disfrutar del sexo más sensacional de su vida, _______ no tenía manera de reservarse nada.
—_______, cielo —le susurró al oído.
Ella se intentó alejar y negó con la cabeza.
—¿Ha sido demasiado intenso?
Con él, sí. Siempre lo era.
—No lo hagas —logró decir entre sollozos—. Deja de hacerme esto.
—Shh... —Le pasó la mano por la espalda de arriba abajo para tranquilizarla.
Luego Nick se estiró hasta la anilla en una de las esquinas de la mesita y abrió las esposas con un rápido «clic». Repitió el mismo movimiento en el otro lado, liberándole las muñecas. Sin salir de su interior, Nick se sentó en la chaise con ella encima del regazo mientras le frotaba los antebrazos y las muñecas, intentando calmarla con su ternura. _______ se negó a mirarle por encima del hombro, pero sentía su mirada clavada en el pelo y no podía evadirse de la sensación que producía su rígido miembro en el interior de su sensible vagina.
No podía entregarse a él otra vez, no podía abrirle su corazón. Santo Dios, ya no le quedaba nada que ofrecer.
Hizo acopio de todas sus fuerzas y se puso en pie, haciendo que el miembro saliera de su sexo. Notó las piernas de goma y se dejó caer al lado de Nick en la chaise.
El suspiró y la alzó para sentarla en su regazo.
—Para, _______. Deja que yo me ocupe de ti.
La llevó de vuelta al dormitorio. Ella se tensó al sentir la placentera caricia de su piel. Había una parte de ella que quería que él se fuera... Pero pensar en no volver a estar con Nick hacía que se viera invadida por el pánico.
Una píldora amarga de tragar. Sollozó con más fuerza.
Él la besó en la coronilla y se acomodó en la cama, poniéndola sobre sus piernas.
—Déjame sola un minuto —le rogó. Odió el tono suplicante de su voz, sabía que él también se había entregado por completo. Sin embargo, a la chica asustada que vivía en su interior le horrorizaba acabar convirtiéndose en alguien como su madre.
Nick vaciló, luego se deslizó por la cama, alejándose.
—Vengo ahora mismo.
Pasaron unos preciosos minutos, pero _______ no podía centrar los pensamientos ni tranquilizarse. Unos momentos después, él regresó, volvió a sentarse contra el cabecero de la cama y la colocó en su regazo antes de coger la bandeja que había dejado en la mesilla de noche.
—Abre la boca —le ordenó, colocando una galleta de canela delante de sus labios.
Ella negó con la cabeza. El dulce no solucionaría sus problemas. Nick frunció el ceño.
—Hace horas que no comes nada. Venga, tómala. No discutas.
¿Aquel hombre no sabía aceptar una negativa?
—No me hacen falta todas esas calorías.
—Las necesitarás cuando haya acabado contigo. Abre la boca.
Exasperada, _______ la abrió y mordió la galleta, y casi gimió al notar la textura esponjosa y dulce en la lengua. Alargó los dedos para cogerla y comérsela entera. El retiró la mano.
—No, cielo. Yo te la daré.
¿Quería que comiera de su mano? _______ levantó la mirada hacia los ojos azules, llena de dudas. Sí, eso era lo que quería. Tenía intención de alimentarla él. La idea la excitó y molestó a la vez. Era un gesto demasiado íntimo. Y se temía que incrementara su dependencia de él.
Incluso con esos pensamientos atravesando su mente a toda velocidad, _______ se sentía extrañamente feliz al estar tan cerca, tan unida a él. No podía decir que no. Nick la animó a comer hasta que no dejó ni las migas, luego le ofreció uvas y un plátano, al que también él dio algunos mordiscos.
Mientras, con la mano libre, él le acariciaba la espalda con suavidad, la besaba dulcemente en el hombro y el cuello. Por fin, _______ se relajó y su inquietud decreció empujada por el cansancio.
Entonces, Nick le puso un dedo bajo la barbilla y le cubrió la boca con la suya.
—Eres increíble. Cuando estoy contigo, me siento el hombre más afortunado del mundo.
Y ella se sentía como se debían de haber sentido los troyanos cuando les regalaron el famoso caballo; le parecía haber sucumbido a una bestia atractiva y aparentemente inofensiva, sólo para darse cuenta al final de que la habían sometido a un asedio en toda regla, en el que él sólo aceptaría la rendición total.
Nick presionó los labios con más intensidad. Al principio, _______ se puso rígida, pero él la besó de una manera lenta y embaucadora hasta conseguir que su cuerpo se licuara. Hasta que ella se combó contra él. Entonces la cogió de la mano y la llevó a la ducha.
Tras instarla a colocarse debajo del grifo de agua caliente, Nick no permitió que se lavara. Lo hizo él mismo en medio de un reverente silencio. Con el corazón desbocado y los ojos por fin secos, aunque irritados, _______ observó cómo él le besaba los hombros, le lavaba los pechos, le enjabonaba las nalgas.
—Sé que esto ha sido muy intenso para ti. Te he presionado mucho, pero estoy orgulloso de la manera en que has aceptado todo lo que di. ¿Ves?, todavía estás aquí conmigo y sigues siendo la misma.
Ella no se sentía la misma. Le zumbaba todo el cuerpo y tenía la mente en blanco. Las emociones se arremolinaban en un torbellino gigante que la aterraba, pero decírselo a Nick sólo iniciaría una discusión y ella estaba demasiado cansada para ganar. Así que se limitó a quedarse quieta y erguida mientras él le enjabonaba el pelo, mientras se arrodillaba para lavarle los pies, las pantorrillas, los muslos, el sexo.
Nick se demoró más tiempo allí, jugando y tanteando con los dedos hasta que _______ tuvo que apoyarse en la pared para no caerse. Se mordió los labios al sentir la escalada de placer, pero nada podía detener el deseo —ni a Nick—, a pesar de saber que, si se corría otra vez, no quedaría ninguna parte de su alma que él no hubiera reclamado.
Como si lo hubiera intuido, él se arrodilló ante ella y le obligó a poner el pie en la repisa de la ducha, consiguiendo que sus pliegues quedaran expuestos para él.
—Nick —gimió ella—. Por favor...
—No permitiré que te alejes de mí. Eres tan dulce, estás tan mojada. Te necesito.
_______ no tuvo oportunidad de decir una palabra más. El aplicó sus labios sobre la carne sensible y provocó su deseo hasta que el miedo quedó relegado a un segundo plano, hasta que ella supo que sólo la sensación de la lengua de Nick reclamando su pasión la llevaría al éxtasis, hasta que lo único que deseó fue el orgasmo que él mantenía alejado de su alcance.
Nick se deslizó entre sus pliegues empapados, destrozando sus defensas. _______ no pudo impedirlo; sus manos se movieron con vida propia y le acariciaron el cuero cabelludo antes de aferrarle por los cortos cabellos para que no se apartara. Pero no era necesario que le retuviera. Aquella experimentada boca tenía intención de llevarla cada vez más alto, de hacerla sentir cada vez más ardiente, hasta que entregara su alma a cambio de la liberación.
—¡Sí! —sollozó ella—. ¡Síiii!
—Quiero oír tus gritos, cielo. Córrete.
Como si aquellas palabras fueran algún catalizador misterioso, el clímax la alcanzó y la hizo explotar en mil pedazos. Se sujetó a él y le clavó las uñas en los hombros, mientras su grito ensordecedor resonaba entre las paredes del cuarto de baño. Y él siguió bebiendo de ella, extrayendo hasta el último retazo de placer y alargando el orgasmo.
Luego, Nick se sentó con ella en brazos en la repisa y terminó de lavarla y enjugarla con rapidez. La ayudó a salir de la cabina y la secó como si fuera una niña, pasándole suavemente el peine por el pelo mojado.
_______ le observó y contempló su propia imagen en el espejo empañado. A pesar de su enorme tamaño, Nick se mostraba capaz y contenido al ocuparse de ella. Se le veía completamente seguro de sí mismo, en paz. Sin embargo ella parecía una refugiada de guerra; una de esas mujeres que habían sobrevivido a pesar de haber visto demasiado.
Cuando terminó, Nick la llevó a la cama y miró la pantalla del móvil.
—Nos quedan cinco horas antes de que le den el alta a tu madre. Pareces exhausta.
Ella asintió con la cabeza. Dormir. Podía librarse de esa abrumadora sensación de cansancio durmiendo un poco. Se acurrucó en la cama y se hizo un ovillo en un extremo, subiendo la sábana hasta debajo de la barbilla.
Pero él la cogió del brazo suavemente y la hizo rodar contra su cuerpo. Sin advertirle primero, Nick deslizó el muslo entre los suyos, y se colocó sobre ella. Luego sumergió la acerada longitud de su miembro en su interior, introduciéndose hasta la empuñadura con un único movimiento.
Sin tregua, el cuerpo de _______ palpitó de necesidad.
—¿Otra vez? —jadeó ella.
A la vez que preguntaba, separó más los muslos y le rodeó con los brazos, estrechándole más cerca. El se sumergió profundamente con rapidez, sometiéndola con su poderosa dominación; aquélla que la mente de _______ ya no podía combatir. Un increíble placer creció en su vientre.
—Sí, otra vez. Y otra. Siempre te daré más de lo que crees que puedes tomar. Y no tengo ninguna duda de que tú siempre me excitarás con tu rendición y tu fuerza.
Se quedó conmocionada. Antes de que pudiera pensar qué decirle o cómo impedir que la diezmara todavía más, Nick procedió a empujar en ella con profundas y destructivas embestidas.
Desde el primer envite, _______ comenzó a gemir sin poder evitarlo. No eran gemidos de mero placer, de los que se emitiría en una relación sexual cualquiera, eran súplicas feroces, acentuadas por la manera en que le clavaba las uñas en la espalda y se arqueaba salvajemente hacia él.
Nick le sujetó las caderas, controlando sus movimientos y obligándola a aceptar la tortura que suponían sus lentas penetraciones. Cada centímetro de su miembro taladró la carne hinchada y sensible, entrando repetidamente en ella; cada empuje terminaba más profundamente sumergido en su interior. Ella se retorció, sin aliento, y se aferró a él con todas sus fuerzas.
—Ah, así. Perfecto, cielo. ¿Te gusta?
Claro que le gustaba y él, maldito fuera, lo sabía.
El se retiró y volvió a arremeter, rozando aquel lugar en su vagina que excitaba todas sus terminaciones nerviosas.
—Te he hecho una pregunta.
Cuando él se apartaba, _______ contraía los músculos internos, intentando retenerle profundamente insertado en su interior, la intimidad del acto era más extraordinaria que nunca. La despojaba de las últimas defensas que le quedaban.
Apretó los labios y cerró los ojos en un fútil intento por dejarle fuera. Si no lo hacía así, diría o haría cualquier cosa que Nick quisiera.
—Quiero hacer el amor contigo, _______. Quiero que sea de una manera tierna y lenta. Pero si sigues intentando alejarme, no dudaré en castigarte otra vez.
«Castigo. Zurra. Tortura sensual.» Nick la llevaría hasta el límite de la cordura, luego la empujaría a un negro abismo de placer tan abrumador que el refugio que le ofrecerían sus brazos sería la única posibilidad de sobrevivir. Pero sus caricias tenían un precio: su alma. El se estaba convirtiendo en una adicción, y ella no sabía cómo liberarse de algo que ansiaba con tanta desesperación. Ni lo que haría cuando ya no pudiera enfrentarse a él.
—Me gusta mucho —admitió.
Él le acarició la cara.
—Abre los ojos.
Lo hizo a regañadientes, sabiendo que él desnudaría de nuevo su alma. Cuando sus miradas conectaron, él volvió a introducirse profundamente, friccionándose contra aquel lugar sensible.
A ella le resultó imposible contener el gemido de necesidad.
—Eres única. Tu coño palpita de una manera increíble a mi alrededor y en tu mirada sólo veo súplica. Espero con ansiedad la oportunidad de traspasar los límites, de intensificar nuestra unión.
Con lentos y metódicos empujes, Nick continuó machacando aquel lugar que tanto placer le daba, con ese ritmo lento que la hizo comenzar a arder. Gimoteó y se aferró a él con la respiración jadeante. Santo Dios, estaba tan cerca.
—Córrete, cielo. No te contengas.
Aquel susurro en su oído la hizo vibrar del placer. La cautivó e hizo que un oscuro latido creciera entre sus piernas. Violentos estremecimientos agitaron su cuerpo y explotó sin retener nada. Un rugido gutural resonó en sus oídos y se dio cuenta de que era ella quien lo había emitido. Nick la poseyó sin parar y el placer de _______ creció todavía más, haciendo que se convulsionara. Gritó otra vez. Un instante después, él se derramó en su interior con un aullido posesivo.
Nick buscó su mirada mientras jadeaban sincronizados y apoyó la frente en la de ella. Seguía sepultado en lo más profundo de su cuerpo, como si se hubiera convertido en parte de ella. _______ jamás se había sentido tan cerca de otro ser humano y aquello la asustaba de una manera increíble.
—Te amo —susurró Nick, besándole la punta de nariz antes de retirar su miembro suavemente.
_______ cerró los ojos. Unos minutos después, sintió un paño húmedo entre las piernas. El la limpió con ternura. Se sintió muy cansada mientras observaba cómo él la cuidaba íntimamente. Aquello, como él, era demasiado apabullante.
Cuando él se tumbó a su lado y se curvó contra su espalda, _______ supo que debía luchar para no darle cada parte de sí misma.
Pero una vocecita en su cabeza le susurró que ya era demasiado tarde.
Tras dormir unas horas, _______ y Nick regresaron al hospital. El médico estaba atendiendo una urgencia y aún no había firmado los papeles del alta de Carlotta. _______ esperó con impaciencia, estremeciéndose cada vez que miraba a su madre perdida entre las sábanas. A pesar de la palidez, se la veía un poco mejor, aunque todavía estaba muy débil.
Finalmente, Nick habló con la enfermera y movió algunos hilos hasta que arregló los papeles. En este instante, _______ bajó la mirada y observó cómo la tomaba de la mano. Incluso ahora, no sabía si debía agarrarse a él o rechazarle.
Casi había anochecido cuando aparcaron delante de la casa de Gordon y su madre. Las luces del interior no estaban encendidas y sólo se veía el reflejo cambiante de la televisión a través de la ventana delantera. Parecía que su padrastro estaba en casa, «¡qué bien!»
Lo único que quería era acurrucarse en un rincón y dormir un mes seguido, pero tenía que mantenerse despierta por su madre.
—¿Qué tal te encuentras, mamá? —preguntó _______, girándose en el asiento.
Recostada en el asiento trasero del Jeep, Carlotta sonrió. Tenía mala cara y la sonrisa era forzada.
—Te preocupas demasiado por mí, hija. El médico ha dicho que me pondré bien. Sólo tengo que seguir el tratamiento.
Pero los médicos habían prescrito mucho descanso y _______ sabía que no lo conseguiría al lado de Gordon.
—Por favor, quédate en casa de Mari unos días. Permite que te cuide. Estoy segura de que estará encantada.
—Ya lo hemos hablado. Tiene mucho trabajo con Carlos y los niños. No voy a darle más. Además, mi casa es ésta. Gordon estará esperándome.
Maldición, ¿no se daba cuenta de que no era más que un bastardo manipulador?
—Mamá, necesitas que alguien se ocupe de ti.
—Estaré bien, de veras.
Por el rabillo del ojo vio que Nick fruncía el ceño. Él no sabía por qué ella estaba intentado que su madre no regresara a casa. Sí, le había hablado de Gordon, pero... Quizá se diera cuenta del alcance de la situación cuando viera a aquel bastardo en acción. Después de la manera cómo la había alimentado con su propia mano y la había bañado, no creía que Gordon le cayera bien.
Debería alegrarse de que Nick viera por fin al tipo de mujer en que ella temía convertirse y por qué. Quizá sirviera para que él le diera el tiempo y el espacio que necesitaba. Pero su mayor preocupación en ese momento era que Nick no se enfrentara a golpes a Gordon.
—¿Preparada? —preguntó a su madre mientras Nick detenía el Jeep y se bajaba de un salto.
Cuando Carlotta asintió con la cabeza, _______ abrió la puerta y recogió el equipaje. Vio que su madre intentaba ponerse en pie. Pero Nick no iba a permitirlo, le observó inclinarse y coger en brazos a su madre como si no pesara nada.
—Señor Jonas, soy perfectamente capaz de caminar hasta la puerta. No tiene que molestarse así.
—Llámeme Nick, y no es molestia, señora.
Nick la miró y, a pesar de la tensión que había entre ellos, _______ no pudo evitar sonreír.
—No ganarás nada discutiendo con él, mamá. Créeme.
Los tres se acercaron a la puerta principal. _______ sacó sus llaves, segura de que Gordon sólo se cabrearía —y la tomaría después con su madre— si le hacían levantarse del sofá para abrir la puerta. Era un capullo egoísta que sólo pensaba en su bienestar. Su madre era conveniente para él, igual que la maquinilla de afeitar o el móvil. Y se comportaba así porque Carlotta no era capaz de hacerle frente.
_______ se preguntó si, tras pasar meses o años sometida a aquella intensa relación con Nick, también perdería las ganas de enfrentarse a nada.
Abrió la puerta y Nick la siguió al interior con su madre en brazos. Estaba un poco pálida y temía dejarla allí. ¿Y si Carlotta no acaba de mejorar porque Gordon no la dejaba descansar? Nick había contratado a una enfermera, lo que suponía un alivio, pero _______ deseaba poder quedarse ella misma a supervisar la recuperación de su madre.
_______ maldijo para sus adentros a quien estaba tratando de matarla. Aquel bastardo la había empujado a los brazos de Nick y ahora no le dejaba hacer lo que le dictaban el amor filial y el deber. Y eso le irritaba profundamente.
—¿Dónde está el dormitorio, señora? —preguntó Nick.
—Tienes que cruzar la salita, al final del pasillo.
—Gracias. —Nick asintió con la cabeza y se dirigió hacia allí—. La enfermera se llama Becka. Llegará dentro de una hora aproximadamente. Se ocupará de comprar las medicinas. Nos quedaremos con usted hasta entonces.
—Es muy amable por vuestra parte. No me lo habéis contado ¿cómo os conocisteis?
A _______ se le aceleró el corazón. Le había pedido a Nick que no mencionara que se habían casado, no era el mejor momento para alterar a su madre. Y, la verdad, ¿para qué molestarse cuando ni siquiera ella estaba segura de que siguieran estándolo después del domingo?
—¿Eres tú, Carlotta? —gritó Gordon por encima del volumen del televisor, con los pies apoyados en el brazo del sofá.
_______ vio de reojo que aquella comadreja estaba tumbada en el sillón en camiseta y boxers. Tenía el pelo canoso despeinado y sus ojos azules mostraban tan poca expresión como el resto de su cara.
—Sí, querido. —La voz de su madre fue entrecortada. ¿Se debía a que estaba cansada y sin aliento o a que le producía ansiedad ver a aquel bastardo?
—Llegas tarde —gruñó Gordon.
Aquel hombre se las arreglaba como nadie para sacarla de quicio.
—No es culpa suya. Tuvimos que esperar a que le dieran el alta. De lo que ya estarías enterado si te hubieras molestado en ir a recoger a tu mujer.
—_______... hija, no le digas eso —imploró su madre, mirándola por encima del protuberante bíceps de Nick.
—Cállate, chica. Trabajo duramente para darle cobijo y comida a tu madre. Lo único que pido a cambio es un poco de paz y relax cuando vuelvo a casa. Ya me he ocupado de que alguien hiciera las labores domésticas mientras ella estaba ingresada. Así que ¡déjame en paz!
Cuando Nick entró en la línea de visión de Gordon, éste se sentó en el sofá y le miró con el ceño fruncido.
—¿Quién coño es usted?
_______ debía callarse, lo sabía... pero no era capaz.
—Alguien que está dispuesto a ayudar a mamá, ya que tú eres demasiado perezoso y egocéntrico para acostarla.
—¿Acostarla? La tratas como a una inválida. —Gordon se levantó y arqueó las cejas con incredulidad—. Son casi las siete, quiero cenar.
—Señor Buckley, dado el estado de su mujer no es aconsejable que se levante de la cama por ninguna razón. _______, dale las instrucciones del hospital.
Ella encogió los hombros y metió la mano en el bolso, luego le lanzó los papeles a su padrastro.
—Como puedes ver, ahí dice que debe guardar reposo absoluto durante la próxima semana. Nick ha contratado a una enfermera para encargarse de ella y...
—No quiero desconocidos en casa. Carlotta no necesita cuidados especiales. —Miró a Nick—. Deje a mi mujer en el suelo. Puede ir ella sola hasta la cocina.
—Su mujer va a acostarse. —La voz de Nick tenía un tono acerado—. Usted es un hombre capaz, con dos brazos y dos piernas. Debería ser usted quien cocinara.
_______ miró a su marido de reojo. Parecía muy enfadado. Tuvo que contener una sonrisa.
—No voy a permitir que nadie me diga lo que tengo que hacer en mi casa —gruñó Gordon, luego la miró a ella y dijo en tono burlón—: ________*, aquí no va a entrar ninguna enfermera. Te quedarás tú y te ocuparas de tu madre y de mí.
—No puedo. —No pensaba decirle a Gordon por qué. Si consideraba que la neumonía de su madre era un simple catarro, jamás se creería que alguien estaba tratando de matarla.
—¿No puedes? —Señaló a Nick con el pulgar—. ¿Es que no puedes mantener juntas esas gordas piernas el tiempo suficiente para cuidar de tu madre?
—¡Gordon! —protestó Carlotta.
_______ notó que Nick se tensaba y que lanzaba a Gordon una mirada asesina.
—No vuelva a hablar así a mi mujer. Por lo general no me molesto en avisar, pero dado que forma parte de la familia de _______ le haré una advertencia: muéstrele el respeto que merece o le daré una paliza tal, que acabará pidiendo clemencia. Y no piense que la tendré.
De repente, Gordon pareció encontrar su instinto de conservación y retrocedió.
Carlotta contuvo la respiración.
—¿Casados? ¿Os habéis casado, hija?
_______ cerró los ojos. Eso sí que era sentarse a hablar de cómo querían llevar su relación.
—Mamá, lo más importante es que descanses. Hablaremos después. Esto es demasiado agotador para ti.
Nick se dirigió a la habitación por el largo pasillo y su madre se incorporó entre sus brazos, señalando la primera puerta de la izquierda; pero él entró en la que solía ser la habitación de _______.
—Mi dormitorio es el otro —indicó su madre suavemente.
—Sí, señora. Pero creo que se encontrará más cómoda sola en una habitación. Y así no molestará a su marido.
—Sí, toso demasiado fuerte. —Le dio una palmada en el hombro—. ¿Así que se ha casado con mi _______?
—Sí, señora. Y la amo.
Carlotta giró la cabeza y le dirigió a _______ una sonrisa.
—No sé cuándo y cómo ocurrió, pero quiero todos los detalles más tarde. Este hombre parece preocuparse mucho por ti, hija.
Sí, eso es justo lo que diría su madre.
—Mamá, tienes que descansar. Pronto te lo contaré todo. —«Es muy poco probable.»
Una vez dentro de lo que ahora era una habitación de invitados, _______ adelantó a Nick y abrió la cama. Cuando las sábanas estuvieron colocadas y las almohadas mullidas, él depositó a Carlotta entre ellas y la arropó como si fuera una niña. Su madre recostó la cabeza con un suspiro, y se quedó dormida tan pronto su cabeza tocó la almohada.
_______ le dirigió a su marido una mirada de agradecimiento. Puede que derribara todas sus defensas emocionales sin piedad, pero había sido una verdadera ayuda con su madre. Incluso había puesto a Gordon en su lugar. En cuanto se fueran, su padrastro vejaría a su madre y se negaría a dejar entrar a la enfermera; eso era lo único que importaba en ese momento. Pero ver cómo Nick golpeaba figuradamente a Gordon en donde más le dolía, había sido muy dulce.
—Debemos dejarla descansar —comentó Nick—. Y quiero preguntarte algo.
La cogió de la mano y la hizo atravesar el pasillo hasta la habitación de enfrente. En el momento en que cerró la puerta, le vio apretar los dientes; resultaba evidente que su temperamento pendía de un hilo.
—¿Por qué tu madre sigue viviendo con un capullo integral como este tío?
Ella cerró los ojos. Nick se daba cuenta de que su madre se había casado con un bastardo, pero además, la pregunta significaba que él no comprendía por qué Carlotta había dejado que la situación se le fuera de las manos. ¿Se habría percatado de que volverse tan dependiente como su madre era su mayor temor?
—Tanto mi hermana como yo hemos intentado que le deje. Créeme —suspiró—. Ahora que Gordon la ha despojado de su vida, ocuparse de él es su único objetivo. La ha dejado sin trabajo, sin amigos y sin independencia. Le ha arrebatado la autoestima. He intentado convencerla para que venga a vivir conmigo, pero no lo he conseguido.
—Es una mujer muy hermosa. Y lo suficientemente joven para comenzar de cero.
—Estoy de acuerdo contigo, pero ella no lo ve así. Y cada vez que le saco este tema, me asegura que es feliz. Sé que miente. Teme ser una carga para mí. Además, Gordon la buscaría y la arrastraría hasta casa. No está dispuesto a quedarse sin su chacha personal, su cocinera y su esclava sexual.
—Entonces tenemos que llevarla a otro lugar.
_______ se mordió los labios. Nick tenía razón.
—Volveré a llamar a Joaquín. Mari no podrá mantener alejado a Gordon, pero Joaquín sí. Bueno, Gordon jamás le encontrará. Pero tampoco estoy segura de que yo pueda localizarle.
Nick negó con la cabeza.
—Si está realizando una misión encubierta, no lo lograrás. Si quieres perder de vista a este gilipollas, sé de un lugar donde la tratarán a cuerpo de rey. Gordon jamás la encontrará, así que no podrá traerla de vuelta. Ella misma decidirá cualquier otra cosa más permanente cuando se encuentre bien, pero al menos le podremos brindar la oportunidad de un nuevo comienzo.
—¿Adonde la llevarás?
—Déjame eso a mí.
Eso requeriría una buena dosis de confianza, pero Nick se ganaba la vida protegiendo a la gente. No permitiría que le pasara nada a su madre.
—No sé si ella aceptará la ayuda de un desconocido.
—Yo me ocuparé de todo. Haz su maleta. Si el memo de tu padrastro va a explotarla hasta morir y se niega a cuidar de ella, no quiero que se quede aquí ni tres minutos más.
—¿Ahora mismo? —_______ se quedó sin respiración—. A Gordon le van a dar los siete males.
Nick resopló.
—Que intente detenerme.
_______ vaciló.
—Puede que mi madre no quiera irse. La única vez que la convencí para que le dejara fue hace tres años; la ayudé a ahorrar dinero suficiente para comprarse un coche y un móvil de prepago. Hicimos las maletas y, cuando estaba a tres horas de la ciudad, lloraba demasiado para ver bien la carretera y tuvo un accidente. Se destrozó la pierna y el pie izquierdos. —_______ se había prometido no llorar, lo había jurado, pero unas lágrimas ardientes le inundaron los ojos irritados. Santo Dios, ¿cómo le quedaban lágrimas todavía?—. La operaron varias veces y le llevó meses recuperarse. Yo me ocupé de ella. Gordon se negó en redondo a hacerlo. Después de todo, jamás habría tenido el accidente si no hubiera intentado abandonarle. Mi madre cojea y él no hace más que repetirle que tiene suerte de que sea lo suficientemente bueno como para aceptar material deteriorado.
Nick apretó los puños.
—No es persona ni es nada. No te preocupes por tu madre, la convenceré de que lo mejor para su recuperación es irse de aquí, por el bien de todos, incluido el de Gordon. Cuando esté mejor, no querrá regresar. Confía en mí.
Sabiendo lo tenaz que era Nick, _______ sabía quién ganaría esa batalla. Se sintió esperanzada por su madre. Con Nick apoyándola, Gordon no se saldría con la suya.
—¿Harías eso por mi madre?
—Y por ti. Haría cualquier cosa por ti, cielo. —La besó suavemente en los labios.
Al mirar los ojos azules de Nick, supo que él estaba seguro de cada palabra que decía. Puede que le exigiera tanto que ella temiera entregarle su propia alma, pero sabía con todo su ser que ayudaría a su madre a comenzar una nueva vida. Si no hubiera sospechado ya que estaba muy cerca de enamorarse de Nick, aquello hubiera conseguido que lo hiciera.
Santo Dios, penetrar a _______ siempre era una experiencia extraordinaria. Le cautivaba como nada antes lo había hecho. Se perdía en su sedoso y estrecho canal hasta el punto de quedarse sin respiración. Aquella cercanía que compartían era... Había practicado sexo con muchas mujeres pero jamás se había entregado de esa manera. A partir de ahora, no disfrutaría de ninguna otra.
—Nick... —gimió ella, suplicando; indagando.
Escuchar su nombre en labios de _______ era lo único que necesitaba para correrse. Era lo que quería oír todos los días durante el resto de su vida. Quería unirse a ella de tal manera, formar algo tan indisoluble, que ella no pudiera volver a pensar en dejarle.
—Sí —graznó él—. _______, ah... —Se enterró en ella por completo y dejó caer la cabeza hacia atrás, gimiendo—. Joder, eres asombrosa.
Ella respiró entrecortadamente.
—Ahh... Sé que no debería gustarme la manera en que me impones estas sensaciones.
«Memeces.»
—No puede haber nada mejor que estar profundamente sumergido en tu cuerpo.
—Sí —sollozó.
Decidido a llevarla hasta el límite, se retiró casi por completo y se hundió hasta el fondo. Fue como bañarse en miel, era una sensación lenta y dulce; su pasaje ciñéndole por completo. Pensó que se volvería loco.
Se clavó en ella hasta que chocó con su cérvix. _______ arañó de nuevo la mesa acolchada y bajó la cabeza, mostrando inconscientemente su sumisión. La imagen casi le hizo perder el control. Puede que su esposa no quisiera admitir su naturaleza, pero él la sentía, la saboreaba, la olía. La misma naturaleza que distorsionaba sus respuestas. Ella jamás sería realmente feliz con alguien que no pudiera ofrecerle la dominación que ansiaba con tanta intensidad. Y Nick tenía intención de mantenerla muy contenta.
Dios, estaba tan mojada y apretada... El palpitar de los músculos internos de _______ le cautivaba y estaba cerca de alcanzar el orgasmo. Nick apretó los dientes; tenía los pulmones a punto de explotar, la piel ardiendo... pero logró contenerse.
—No debería entregarme a ti de esta manera —jadeó ella.
«Más memeces.»
—Me muero por complacerte, cielo.
Le demostró sus últimas palabras recostándose sobre la piel húmeda de su espalda, apretándole el clítoris con la mano y embistiendo en su vagina.
_______ arqueó la garganta y gritó.
—¡Nick!
—¿Quieres correrte ahora?
—Sí... ¡Sí!
—¿Hablarás conmigo antes de tomar cualquier decisión sobre nosotros?
—Lo haré —sollozó—. Por favor...
Le inundó una ardiente satisfacción al escucharla. Soltó las riendas y se dejó llevar por el deseo que había estado conteniendo. Comenzó a embestir, empujándola hacia delante con cada envite. _______ gimió y clavó las uñas en la mesa. Nick se perdió en la intensidad con que le ceñía.
_______ gimió en éxtasis, los mechones de pelo oscuro le cubrían los hombros con la sedosa suavidad del pelaje de una marta cibelina. Santo Dios, todo en ella era sexy. La penetró una vez más, dándole todo el placer que podía, abandonándose a un ritmo que les llevaba cada vez más alto. Notó cómo palpitaba en torno a su miembro, cómo respiraba hondo varias veces antes de exhalar un grito agudo.
El sudor cubría la espalda de Nick, le empapaba el pelo y se deslizaba por sus sienes, y todavía continuó penetrándola, determinado a entregarse a ella con una devoción total y un goce absoluto. Quería que en esa ocasión todo fuera distinto a lo que ella hubiera experimentado; que nunca lo olvidara. Porque dentro de tres días, él tendría que irse. Tenía que asegurarse de que no pedía el divorcio en su ausencia. Perderla sería su muerte.
Apretó su cuerpo contra el de ella con más fuerza, entregándose al lujo de sentirla bajo sus manos mientras seguía taladrándola con dureza. Le pobló de besos el hombro, apartando el pelo bruscamente para poder desrizarle los labios por el cuello y aspirar el olor almizclado de su piel, con un toque a sudor femenino y excitación, regado con algo que siempre le recordaría a _______. El olor y la sensación que provocaba su mujer lo conducían inexorablemente hacia el borde.
—¡Nick! —Le constriñó la polla con fuerza, casi a punto de estallar. En respuesta, el placer se deslizó por su espalda y le hizo hervir la sangre. Se le tensaron los testículos. Maldición, no aguantaría mucho más.
Le apretó la palma de la mano contra el clítoris.
—¡Ahora! Córrete, cielo.
Ella lo hizo, gritando con fuerza al alcanzar el clímax. Lo succionó con su sexo con tanta fuerza que él no pudo moverse durante un largo rato. «¡Joder!» Las paredes vaginales le tenían apresado, le estrechaban, le acariciaban. ¿Había sentido alguna vez algo tan bueno? El placer se deslizó por su espalda, afilado como una cuchilla... Le atravesó de arriba abajo. Entonces mordió suavemente el hombro de _______ y se vació en ella, derramando en su interior todo lo que tenía: su semilla, su necesidad, su alma...
_______ lo era todo para él. La sumisa que siempre había buscado, la esposa audaz e inteligente que siempre le desafiaría. Tenía que arreglárselas de alguna manera para detener a un asesino, asegurarse de que Joe era agua pasada y convencer a _______ de que sentía lo mismo que él. Y apenas tenía unos días.
_______ se esforzó en recuperar el aliento. Nick tenía las piernas enredadas en las de ella y la rodeaba con los brazos. Notaba su respiración jadeante en el hombro. Santo Dios, él la envolvía por completo, le hacía sentir todo.
Se estremeció. Las compuertas que contenían su miedo se habían abierto para derramar la realidad de su sumisión que, añadida al cansancio, amenazaban con ahogarle. Pero esposada a la mesa y cautiva del musculoso cuerpo de Nick, _______ no podía moverse.
La envolvió una creciente oleada de angustia. Tragó saliva intentando contener el sentimiento, pero se le formó en el pecho un sollozo gigante, todavía más intenso que la liberación que siguió a la zurra. Se atragantó, incapaz de dominarse. Las lágrimas surgieron incontrolables mientras los brazos y las piernas se volvían de gelatina.
Sabía que Nick quería que ella descubriera todas sus emociones. Que él le había mostrado las suyas. Jamás olvidaría la expresión furiosa y vulnerable que había mostrado cuándo le habló de su madre, cómo describió su impotencia cuando su padre accedió al divorcio. Aquello era una herida que se había enconado en su corazón.
La manera en que él había dominado su cuerpo por completo probaba que no tenía intención de dejarla marchar. La cruel capitulación a la que la había sometido era su manera de contraatacar. Nick haría cualquier cosa para retenerla. La consumiría durante el proceso. Y ella se temía que, a la larga, acabara por resultar fatal.
Se estremeció. Maldición, ya le había dado mucho más que a cualquier otro hombre, más de lo que jamás había imaginado que pudiera dar. Pero él no descansaría hasta que la poseyera por completo, hasta que obtuviera su alma.
Debía poner alguna distancia entre ellos. Cada vez que Nick la tocaba, la devastaba un poco más. Después de cada encuentro, ella siempre pensaba que él no podía dejarla más expuesta y vulnerable. Y siempre se equivocaba.
¿Qué consecuencias tendría en su psique pasar tres días más con él? ¿Cuáles pasar toda su vida? ¿Cuánto tiempo resistiría antes de convertirse en un felpudo? Él la empujaba, la presionaba y le exigía todo. Entonces, cuando ella estaba indefensa, mostraba una feroz ternura que llenaba todos los recovecos de su alma. Con respecto a Nick, ella era débil, se mostraba ridículamente ansiosa por someterse. Y, a pesar de ello, él había arraigado tan firmemente en su ser, que la asustaba muchísimo. Se temía que jamás podría arrancarlo de su corazón.
Quiso acurrucarse hasta formar una pelota, pero no podía porque estaba esposada a la mesa. Más sollozos incontrolables, imparables y dolorosos agitaron su pecho. Nick la observaba con aquellos ojos a los que no se les escapaba nada, mimándola con sus tranquilizadoras caricias. Ella no podría darse por completo de esa manera día tras día, año tras año, durante toda la vida. Nick no comprendía lo que significaba sentirse diseccionada una y otra vez. Él no sabía que ese sometimiento la llevaba a cuestionarse a sí misma... Ni que se quedaba totalmente vacía cuando se entregaba a él.
Pero después de disfrutar del sexo más sensacional de su vida, _______ no tenía manera de reservarse nada.
—_______, cielo —le susurró al oído.
Ella se intentó alejar y negó con la cabeza.
—¿Ha sido demasiado intenso?
Con él, sí. Siempre lo era.
—No lo hagas —logró decir entre sollozos—. Deja de hacerme esto.
—Shh... —Le pasó la mano por la espalda de arriba abajo para tranquilizarla.
Luego Nick se estiró hasta la anilla en una de las esquinas de la mesita y abrió las esposas con un rápido «clic». Repitió el mismo movimiento en el otro lado, liberándole las muñecas. Sin salir de su interior, Nick se sentó en la chaise con ella encima del regazo mientras le frotaba los antebrazos y las muñecas, intentando calmarla con su ternura. _______ se negó a mirarle por encima del hombro, pero sentía su mirada clavada en el pelo y no podía evadirse de la sensación que producía su rígido miembro en el interior de su sensible vagina.
No podía entregarse a él otra vez, no podía abrirle su corazón. Santo Dios, ya no le quedaba nada que ofrecer.
Hizo acopio de todas sus fuerzas y se puso en pie, haciendo que el miembro saliera de su sexo. Notó las piernas de goma y se dejó caer al lado de Nick en la chaise.
El suspiró y la alzó para sentarla en su regazo.
—Para, _______. Deja que yo me ocupe de ti.
La llevó de vuelta al dormitorio. Ella se tensó al sentir la placentera caricia de su piel. Había una parte de ella que quería que él se fuera... Pero pensar en no volver a estar con Nick hacía que se viera invadida por el pánico.
Una píldora amarga de tragar. Sollozó con más fuerza.
Él la besó en la coronilla y se acomodó en la cama, poniéndola sobre sus piernas.
—Déjame sola un minuto —le rogó. Odió el tono suplicante de su voz, sabía que él también se había entregado por completo. Sin embargo, a la chica asustada que vivía en su interior le horrorizaba acabar convirtiéndose en alguien como su madre.
Nick vaciló, luego se deslizó por la cama, alejándose.
—Vengo ahora mismo.
Pasaron unos preciosos minutos, pero _______ no podía centrar los pensamientos ni tranquilizarse. Unos momentos después, él regresó, volvió a sentarse contra el cabecero de la cama y la colocó en su regazo antes de coger la bandeja que había dejado en la mesilla de noche.
—Abre la boca —le ordenó, colocando una galleta de canela delante de sus labios.
Ella negó con la cabeza. El dulce no solucionaría sus problemas. Nick frunció el ceño.
—Hace horas que no comes nada. Venga, tómala. No discutas.
¿Aquel hombre no sabía aceptar una negativa?
—No me hacen falta todas esas calorías.
—Las necesitarás cuando haya acabado contigo. Abre la boca.
Exasperada, _______ la abrió y mordió la galleta, y casi gimió al notar la textura esponjosa y dulce en la lengua. Alargó los dedos para cogerla y comérsela entera. El retiró la mano.
—No, cielo. Yo te la daré.
¿Quería que comiera de su mano? _______ levantó la mirada hacia los ojos azules, llena de dudas. Sí, eso era lo que quería. Tenía intención de alimentarla él. La idea la excitó y molestó a la vez. Era un gesto demasiado íntimo. Y se temía que incrementara su dependencia de él.
Incluso con esos pensamientos atravesando su mente a toda velocidad, _______ se sentía extrañamente feliz al estar tan cerca, tan unida a él. No podía decir que no. Nick la animó a comer hasta que no dejó ni las migas, luego le ofreció uvas y un plátano, al que también él dio algunos mordiscos.
Mientras, con la mano libre, él le acariciaba la espalda con suavidad, la besaba dulcemente en el hombro y el cuello. Por fin, _______ se relajó y su inquietud decreció empujada por el cansancio.
Entonces, Nick le puso un dedo bajo la barbilla y le cubrió la boca con la suya.
—Eres increíble. Cuando estoy contigo, me siento el hombre más afortunado del mundo.
Y ella se sentía como se debían de haber sentido los troyanos cuando les regalaron el famoso caballo; le parecía haber sucumbido a una bestia atractiva y aparentemente inofensiva, sólo para darse cuenta al final de que la habían sometido a un asedio en toda regla, en el que él sólo aceptaría la rendición total.
Nick presionó los labios con más intensidad. Al principio, _______ se puso rígida, pero él la besó de una manera lenta y embaucadora hasta conseguir que su cuerpo se licuara. Hasta que ella se combó contra él. Entonces la cogió de la mano y la llevó a la ducha.
Tras instarla a colocarse debajo del grifo de agua caliente, Nick no permitió que se lavara. Lo hizo él mismo en medio de un reverente silencio. Con el corazón desbocado y los ojos por fin secos, aunque irritados, _______ observó cómo él le besaba los hombros, le lavaba los pechos, le enjabonaba las nalgas.
—Sé que esto ha sido muy intenso para ti. Te he presionado mucho, pero estoy orgulloso de la manera en que has aceptado todo lo que di. ¿Ves?, todavía estás aquí conmigo y sigues siendo la misma.
Ella no se sentía la misma. Le zumbaba todo el cuerpo y tenía la mente en blanco. Las emociones se arremolinaban en un torbellino gigante que la aterraba, pero decírselo a Nick sólo iniciaría una discusión y ella estaba demasiado cansada para ganar. Así que se limitó a quedarse quieta y erguida mientras él le enjabonaba el pelo, mientras se arrodillaba para lavarle los pies, las pantorrillas, los muslos, el sexo.
Nick se demoró más tiempo allí, jugando y tanteando con los dedos hasta que _______ tuvo que apoyarse en la pared para no caerse. Se mordió los labios al sentir la escalada de placer, pero nada podía detener el deseo —ni a Nick—, a pesar de saber que, si se corría otra vez, no quedaría ninguna parte de su alma que él no hubiera reclamado.
Como si lo hubiera intuido, él se arrodilló ante ella y le obligó a poner el pie en la repisa de la ducha, consiguiendo que sus pliegues quedaran expuestos para él.
—Nick —gimió ella—. Por favor...
—No permitiré que te alejes de mí. Eres tan dulce, estás tan mojada. Te necesito.
_______ no tuvo oportunidad de decir una palabra más. El aplicó sus labios sobre la carne sensible y provocó su deseo hasta que el miedo quedó relegado a un segundo plano, hasta que ella supo que sólo la sensación de la lengua de Nick reclamando su pasión la llevaría al éxtasis, hasta que lo único que deseó fue el orgasmo que él mantenía alejado de su alcance.
Nick se deslizó entre sus pliegues empapados, destrozando sus defensas. _______ no pudo impedirlo; sus manos se movieron con vida propia y le acariciaron el cuero cabelludo antes de aferrarle por los cortos cabellos para que no se apartara. Pero no era necesario que le retuviera. Aquella experimentada boca tenía intención de llevarla cada vez más alto, de hacerla sentir cada vez más ardiente, hasta que entregara su alma a cambio de la liberación.
—¡Sí! —sollozó ella—. ¡Síiii!
—Quiero oír tus gritos, cielo. Córrete.
Como si aquellas palabras fueran algún catalizador misterioso, el clímax la alcanzó y la hizo explotar en mil pedazos. Se sujetó a él y le clavó las uñas en los hombros, mientras su grito ensordecedor resonaba entre las paredes del cuarto de baño. Y él siguió bebiendo de ella, extrayendo hasta el último retazo de placer y alargando el orgasmo.
Luego, Nick se sentó con ella en brazos en la repisa y terminó de lavarla y enjugarla con rapidez. La ayudó a salir de la cabina y la secó como si fuera una niña, pasándole suavemente el peine por el pelo mojado.
_______ le observó y contempló su propia imagen en el espejo empañado. A pesar de su enorme tamaño, Nick se mostraba capaz y contenido al ocuparse de ella. Se le veía completamente seguro de sí mismo, en paz. Sin embargo ella parecía una refugiada de guerra; una de esas mujeres que habían sobrevivido a pesar de haber visto demasiado.
Cuando terminó, Nick la llevó a la cama y miró la pantalla del móvil.
—Nos quedan cinco horas antes de que le den el alta a tu madre. Pareces exhausta.
Ella asintió con la cabeza. Dormir. Podía librarse de esa abrumadora sensación de cansancio durmiendo un poco. Se acurrucó en la cama y se hizo un ovillo en un extremo, subiendo la sábana hasta debajo de la barbilla.
Pero él la cogió del brazo suavemente y la hizo rodar contra su cuerpo. Sin advertirle primero, Nick deslizó el muslo entre los suyos, y se colocó sobre ella. Luego sumergió la acerada longitud de su miembro en su interior, introduciéndose hasta la empuñadura con un único movimiento.
Sin tregua, el cuerpo de _______ palpitó de necesidad.
—¿Otra vez? —jadeó ella.
A la vez que preguntaba, separó más los muslos y le rodeó con los brazos, estrechándole más cerca. El se sumergió profundamente con rapidez, sometiéndola con su poderosa dominación; aquélla que la mente de _______ ya no podía combatir. Un increíble placer creció en su vientre.
—Sí, otra vez. Y otra. Siempre te daré más de lo que crees que puedes tomar. Y no tengo ninguna duda de que tú siempre me excitarás con tu rendición y tu fuerza.
Se quedó conmocionada. Antes de que pudiera pensar qué decirle o cómo impedir que la diezmara todavía más, Nick procedió a empujar en ella con profundas y destructivas embestidas.
Desde el primer envite, _______ comenzó a gemir sin poder evitarlo. No eran gemidos de mero placer, de los que se emitiría en una relación sexual cualquiera, eran súplicas feroces, acentuadas por la manera en que le clavaba las uñas en la espalda y se arqueaba salvajemente hacia él.
Nick le sujetó las caderas, controlando sus movimientos y obligándola a aceptar la tortura que suponían sus lentas penetraciones. Cada centímetro de su miembro taladró la carne hinchada y sensible, entrando repetidamente en ella; cada empuje terminaba más profundamente sumergido en su interior. Ella se retorció, sin aliento, y se aferró a él con todas sus fuerzas.
—Ah, así. Perfecto, cielo. ¿Te gusta?
Claro que le gustaba y él, maldito fuera, lo sabía.
El se retiró y volvió a arremeter, rozando aquel lugar en su vagina que excitaba todas sus terminaciones nerviosas.
—Te he hecho una pregunta.
Cuando él se apartaba, _______ contraía los músculos internos, intentando retenerle profundamente insertado en su interior, la intimidad del acto era más extraordinaria que nunca. La despojaba de las últimas defensas que le quedaban.
Apretó los labios y cerró los ojos en un fútil intento por dejarle fuera. Si no lo hacía así, diría o haría cualquier cosa que Nick quisiera.
—Quiero hacer el amor contigo, _______. Quiero que sea de una manera tierna y lenta. Pero si sigues intentando alejarme, no dudaré en castigarte otra vez.
«Castigo. Zurra. Tortura sensual.» Nick la llevaría hasta el límite de la cordura, luego la empujaría a un negro abismo de placer tan abrumador que el refugio que le ofrecerían sus brazos sería la única posibilidad de sobrevivir. Pero sus caricias tenían un precio: su alma. El se estaba convirtiendo en una adicción, y ella no sabía cómo liberarse de algo que ansiaba con tanta desesperación. Ni lo que haría cuando ya no pudiera enfrentarse a él.
—Me gusta mucho —admitió.
Él le acarició la cara.
—Abre los ojos.
Lo hizo a regañadientes, sabiendo que él desnudaría de nuevo su alma. Cuando sus miradas conectaron, él volvió a introducirse profundamente, friccionándose contra aquel lugar sensible.
A ella le resultó imposible contener el gemido de necesidad.
—Eres única. Tu coño palpita de una manera increíble a mi alrededor y en tu mirada sólo veo súplica. Espero con ansiedad la oportunidad de traspasar los límites, de intensificar nuestra unión.
Con lentos y metódicos empujes, Nick continuó machacando aquel lugar que tanto placer le daba, con ese ritmo lento que la hizo comenzar a arder. Gimoteó y se aferró a él con la respiración jadeante. Santo Dios, estaba tan cerca.
—Córrete, cielo. No te contengas.
Aquel susurro en su oído la hizo vibrar del placer. La cautivó e hizo que un oscuro latido creciera entre sus piernas. Violentos estremecimientos agitaron su cuerpo y explotó sin retener nada. Un rugido gutural resonó en sus oídos y se dio cuenta de que era ella quien lo había emitido. Nick la poseyó sin parar y el placer de _______ creció todavía más, haciendo que se convulsionara. Gritó otra vez. Un instante después, él se derramó en su interior con un aullido posesivo.
Nick buscó su mirada mientras jadeaban sincronizados y apoyó la frente en la de ella. Seguía sepultado en lo más profundo de su cuerpo, como si se hubiera convertido en parte de ella. _______ jamás se había sentido tan cerca de otro ser humano y aquello la asustaba de una manera increíble.
—Te amo —susurró Nick, besándole la punta de nariz antes de retirar su miembro suavemente.
_______ cerró los ojos. Unos minutos después, sintió un paño húmedo entre las piernas. El la limpió con ternura. Se sintió muy cansada mientras observaba cómo él la cuidaba íntimamente. Aquello, como él, era demasiado apabullante.
Cuando él se tumbó a su lado y se curvó contra su espalda, _______ supo que debía luchar para no darle cada parte de sí misma.
Pero una vocecita en su cabeza le susurró que ya era demasiado tarde.
Tras dormir unas horas, _______ y Nick regresaron al hospital. El médico estaba atendiendo una urgencia y aún no había firmado los papeles del alta de Carlotta. _______ esperó con impaciencia, estremeciéndose cada vez que miraba a su madre perdida entre las sábanas. A pesar de la palidez, se la veía un poco mejor, aunque todavía estaba muy débil.
Finalmente, Nick habló con la enfermera y movió algunos hilos hasta que arregló los papeles. En este instante, _______ bajó la mirada y observó cómo la tomaba de la mano. Incluso ahora, no sabía si debía agarrarse a él o rechazarle.
Casi había anochecido cuando aparcaron delante de la casa de Gordon y su madre. Las luces del interior no estaban encendidas y sólo se veía el reflejo cambiante de la televisión a través de la ventana delantera. Parecía que su padrastro estaba en casa, «¡qué bien!»
Lo único que quería era acurrucarse en un rincón y dormir un mes seguido, pero tenía que mantenerse despierta por su madre.
—¿Qué tal te encuentras, mamá? —preguntó _______, girándose en el asiento.
Recostada en el asiento trasero del Jeep, Carlotta sonrió. Tenía mala cara y la sonrisa era forzada.
—Te preocupas demasiado por mí, hija. El médico ha dicho que me pondré bien. Sólo tengo que seguir el tratamiento.
Pero los médicos habían prescrito mucho descanso y _______ sabía que no lo conseguiría al lado de Gordon.
—Por favor, quédate en casa de Mari unos días. Permite que te cuide. Estoy segura de que estará encantada.
—Ya lo hemos hablado. Tiene mucho trabajo con Carlos y los niños. No voy a darle más. Además, mi casa es ésta. Gordon estará esperándome.
Maldición, ¿no se daba cuenta de que no era más que un bastardo manipulador?
—Mamá, necesitas que alguien se ocupe de ti.
—Estaré bien, de veras.
Por el rabillo del ojo vio que Nick fruncía el ceño. Él no sabía por qué ella estaba intentado que su madre no regresara a casa. Sí, le había hablado de Gordon, pero... Quizá se diera cuenta del alcance de la situación cuando viera a aquel bastardo en acción. Después de la manera cómo la había alimentado con su propia mano y la había bañado, no creía que Gordon le cayera bien.
Debería alegrarse de que Nick viera por fin al tipo de mujer en que ella temía convertirse y por qué. Quizá sirviera para que él le diera el tiempo y el espacio que necesitaba. Pero su mayor preocupación en ese momento era que Nick no se enfrentara a golpes a Gordon.
—¿Preparada? —preguntó a su madre mientras Nick detenía el Jeep y se bajaba de un salto.
Cuando Carlotta asintió con la cabeza, _______ abrió la puerta y recogió el equipaje. Vio que su madre intentaba ponerse en pie. Pero Nick no iba a permitirlo, le observó inclinarse y coger en brazos a su madre como si no pesara nada.
—Señor Jonas, soy perfectamente capaz de caminar hasta la puerta. No tiene que molestarse así.
—Llámeme Nick, y no es molestia, señora.
Nick la miró y, a pesar de la tensión que había entre ellos, _______ no pudo evitar sonreír.
—No ganarás nada discutiendo con él, mamá. Créeme.
Los tres se acercaron a la puerta principal. _______ sacó sus llaves, segura de que Gordon sólo se cabrearía —y la tomaría después con su madre— si le hacían levantarse del sofá para abrir la puerta. Era un capullo egoísta que sólo pensaba en su bienestar. Su madre era conveniente para él, igual que la maquinilla de afeitar o el móvil. Y se comportaba así porque Carlotta no era capaz de hacerle frente.
_______ se preguntó si, tras pasar meses o años sometida a aquella intensa relación con Nick, también perdería las ganas de enfrentarse a nada.
Abrió la puerta y Nick la siguió al interior con su madre en brazos. Estaba un poco pálida y temía dejarla allí. ¿Y si Carlotta no acaba de mejorar porque Gordon no la dejaba descansar? Nick había contratado a una enfermera, lo que suponía un alivio, pero _______ deseaba poder quedarse ella misma a supervisar la recuperación de su madre.
_______ maldijo para sus adentros a quien estaba tratando de matarla. Aquel bastardo la había empujado a los brazos de Nick y ahora no le dejaba hacer lo que le dictaban el amor filial y el deber. Y eso le irritaba profundamente.
—¿Dónde está el dormitorio, señora? —preguntó Nick.
—Tienes que cruzar la salita, al final del pasillo.
—Gracias. —Nick asintió con la cabeza y se dirigió hacia allí—. La enfermera se llama Becka. Llegará dentro de una hora aproximadamente. Se ocupará de comprar las medicinas. Nos quedaremos con usted hasta entonces.
—Es muy amable por vuestra parte. No me lo habéis contado ¿cómo os conocisteis?
A _______ se le aceleró el corazón. Le había pedido a Nick que no mencionara que se habían casado, no era el mejor momento para alterar a su madre. Y, la verdad, ¿para qué molestarse cuando ni siquiera ella estaba segura de que siguieran estándolo después del domingo?
—¿Eres tú, Carlotta? —gritó Gordon por encima del volumen del televisor, con los pies apoyados en el brazo del sofá.
_______ vio de reojo que aquella comadreja estaba tumbada en el sillón en camiseta y boxers. Tenía el pelo canoso despeinado y sus ojos azules mostraban tan poca expresión como el resto de su cara.
—Sí, querido. —La voz de su madre fue entrecortada. ¿Se debía a que estaba cansada y sin aliento o a que le producía ansiedad ver a aquel bastardo?
—Llegas tarde —gruñó Gordon.
Aquel hombre se las arreglaba como nadie para sacarla de quicio.
—No es culpa suya. Tuvimos que esperar a que le dieran el alta. De lo que ya estarías enterado si te hubieras molestado en ir a recoger a tu mujer.
—_______... hija, no le digas eso —imploró su madre, mirándola por encima del protuberante bíceps de Nick.
—Cállate, chica. Trabajo duramente para darle cobijo y comida a tu madre. Lo único que pido a cambio es un poco de paz y relax cuando vuelvo a casa. Ya me he ocupado de que alguien hiciera las labores domésticas mientras ella estaba ingresada. Así que ¡déjame en paz!
Cuando Nick entró en la línea de visión de Gordon, éste se sentó en el sofá y le miró con el ceño fruncido.
—¿Quién coño es usted?
_______ debía callarse, lo sabía... pero no era capaz.
—Alguien que está dispuesto a ayudar a mamá, ya que tú eres demasiado perezoso y egocéntrico para acostarla.
—¿Acostarla? La tratas como a una inválida. —Gordon se levantó y arqueó las cejas con incredulidad—. Son casi las siete, quiero cenar.
—Señor Buckley, dado el estado de su mujer no es aconsejable que se levante de la cama por ninguna razón. _______, dale las instrucciones del hospital.
Ella encogió los hombros y metió la mano en el bolso, luego le lanzó los papeles a su padrastro.
—Como puedes ver, ahí dice que debe guardar reposo absoluto durante la próxima semana. Nick ha contratado a una enfermera para encargarse de ella y...
—No quiero desconocidos en casa. Carlotta no necesita cuidados especiales. —Miró a Nick—. Deje a mi mujer en el suelo. Puede ir ella sola hasta la cocina.
—Su mujer va a acostarse. —La voz de Nick tenía un tono acerado—. Usted es un hombre capaz, con dos brazos y dos piernas. Debería ser usted quien cocinara.
_______ miró a su marido de reojo. Parecía muy enfadado. Tuvo que contener una sonrisa.
—No voy a permitir que nadie me diga lo que tengo que hacer en mi casa —gruñó Gordon, luego la miró a ella y dijo en tono burlón—: ________*, aquí no va a entrar ninguna enfermera. Te quedarás tú y te ocuparas de tu madre y de mí.
—No puedo. —No pensaba decirle a Gordon por qué. Si consideraba que la neumonía de su madre era un simple catarro, jamás se creería que alguien estaba tratando de matarla.
—¿No puedes? —Señaló a Nick con el pulgar—. ¿Es que no puedes mantener juntas esas gordas piernas el tiempo suficiente para cuidar de tu madre?
—¡Gordon! —protestó Carlotta.
_______ notó que Nick se tensaba y que lanzaba a Gordon una mirada asesina.
—No vuelva a hablar así a mi mujer. Por lo general no me molesto en avisar, pero dado que forma parte de la familia de _______ le haré una advertencia: muéstrele el respeto que merece o le daré una paliza tal, que acabará pidiendo clemencia. Y no piense que la tendré.
De repente, Gordon pareció encontrar su instinto de conservación y retrocedió.
Carlotta contuvo la respiración.
—¿Casados? ¿Os habéis casado, hija?
_______ cerró los ojos. Eso sí que era sentarse a hablar de cómo querían llevar su relación.
—Mamá, lo más importante es que descanses. Hablaremos después. Esto es demasiado agotador para ti.
Nick se dirigió a la habitación por el largo pasillo y su madre se incorporó entre sus brazos, señalando la primera puerta de la izquierda; pero él entró en la que solía ser la habitación de _______.
—Mi dormitorio es el otro —indicó su madre suavemente.
—Sí, señora. Pero creo que se encontrará más cómoda sola en una habitación. Y así no molestará a su marido.
—Sí, toso demasiado fuerte. —Le dio una palmada en el hombro—. ¿Así que se ha casado con mi _______?
—Sí, señora. Y la amo.
Carlotta giró la cabeza y le dirigió a _______ una sonrisa.
—No sé cuándo y cómo ocurrió, pero quiero todos los detalles más tarde. Este hombre parece preocuparse mucho por ti, hija.
Sí, eso es justo lo que diría su madre.
—Mamá, tienes que descansar. Pronto te lo contaré todo. —«Es muy poco probable.»
Una vez dentro de lo que ahora era una habitación de invitados, _______ adelantó a Nick y abrió la cama. Cuando las sábanas estuvieron colocadas y las almohadas mullidas, él depositó a Carlotta entre ellas y la arropó como si fuera una niña. Su madre recostó la cabeza con un suspiro, y se quedó dormida tan pronto su cabeza tocó la almohada.
_______ le dirigió a su marido una mirada de agradecimiento. Puede que derribara todas sus defensas emocionales sin piedad, pero había sido una verdadera ayuda con su madre. Incluso había puesto a Gordon en su lugar. En cuanto se fueran, su padrastro vejaría a su madre y se negaría a dejar entrar a la enfermera; eso era lo único que importaba en ese momento. Pero ver cómo Nick golpeaba figuradamente a Gordon en donde más le dolía, había sido muy dulce.
—Debemos dejarla descansar —comentó Nick—. Y quiero preguntarte algo.
La cogió de la mano y la hizo atravesar el pasillo hasta la habitación de enfrente. En el momento en que cerró la puerta, le vio apretar los dientes; resultaba evidente que su temperamento pendía de un hilo.
—¿Por qué tu madre sigue viviendo con un capullo integral como este tío?
Ella cerró los ojos. Nick se daba cuenta de que su madre se había casado con un bastardo, pero además, la pregunta significaba que él no comprendía por qué Carlotta había dejado que la situación se le fuera de las manos. ¿Se habría percatado de que volverse tan dependiente como su madre era su mayor temor?
—Tanto mi hermana como yo hemos intentado que le deje. Créeme —suspiró—. Ahora que Gordon la ha despojado de su vida, ocuparse de él es su único objetivo. La ha dejado sin trabajo, sin amigos y sin independencia. Le ha arrebatado la autoestima. He intentado convencerla para que venga a vivir conmigo, pero no lo he conseguido.
—Es una mujer muy hermosa. Y lo suficientemente joven para comenzar de cero.
—Estoy de acuerdo contigo, pero ella no lo ve así. Y cada vez que le saco este tema, me asegura que es feliz. Sé que miente. Teme ser una carga para mí. Además, Gordon la buscaría y la arrastraría hasta casa. No está dispuesto a quedarse sin su chacha personal, su cocinera y su esclava sexual.
—Entonces tenemos que llevarla a otro lugar.
_______ se mordió los labios. Nick tenía razón.
—Volveré a llamar a Joaquín. Mari no podrá mantener alejado a Gordon, pero Joaquín sí. Bueno, Gordon jamás le encontrará. Pero tampoco estoy segura de que yo pueda localizarle.
Nick negó con la cabeza.
—Si está realizando una misión encubierta, no lo lograrás. Si quieres perder de vista a este gilipollas, sé de un lugar donde la tratarán a cuerpo de rey. Gordon jamás la encontrará, así que no podrá traerla de vuelta. Ella misma decidirá cualquier otra cosa más permanente cuando se encuentre bien, pero al menos le podremos brindar la oportunidad de un nuevo comienzo.
—¿Adonde la llevarás?
—Déjame eso a mí.
Eso requeriría una buena dosis de confianza, pero Nick se ganaba la vida protegiendo a la gente. No permitiría que le pasara nada a su madre.
—No sé si ella aceptará la ayuda de un desconocido.
—Yo me ocuparé de todo. Haz su maleta. Si el memo de tu padrastro va a explotarla hasta morir y se niega a cuidar de ella, no quiero que se quede aquí ni tres minutos más.
—¿Ahora mismo? —_______ se quedó sin respiración—. A Gordon le van a dar los siete males.
Nick resopló.
—Que intente detenerme.
_______ vaciló.
—Puede que mi madre no quiera irse. La única vez que la convencí para que le dejara fue hace tres años; la ayudé a ahorrar dinero suficiente para comprarse un coche y un móvil de prepago. Hicimos las maletas y, cuando estaba a tres horas de la ciudad, lloraba demasiado para ver bien la carretera y tuvo un accidente. Se destrozó la pierna y el pie izquierdos. —_______ se había prometido no llorar, lo había jurado, pero unas lágrimas ardientes le inundaron los ojos irritados. Santo Dios, ¿cómo le quedaban lágrimas todavía?—. La operaron varias veces y le llevó meses recuperarse. Yo me ocupé de ella. Gordon se negó en redondo a hacerlo. Después de todo, jamás habría tenido el accidente si no hubiera intentado abandonarle. Mi madre cojea y él no hace más que repetirle que tiene suerte de que sea lo suficientemente bueno como para aceptar material deteriorado.
Nick apretó los puños.
—No es persona ni es nada. No te preocupes por tu madre, la convenceré de que lo mejor para su recuperación es irse de aquí, por el bien de todos, incluido el de Gordon. Cuando esté mejor, no querrá regresar. Confía en mí.
Sabiendo lo tenaz que era Nick, _______ sabía quién ganaría esa batalla. Se sintió esperanzada por su madre. Con Nick apoyándola, Gordon no se saldría con la suya.
—¿Harías eso por mi madre?
—Y por ti. Haría cualquier cosa por ti, cielo. —La besó suavemente en los labios.
Al mirar los ojos azules de Nick, supo que él estaba seguro de cada palabra que decía. Puede que le exigiera tanto que ella temiera entregarle su propia alma, pero sabía con todo su ser que ayudaría a su madre a comenzar una nueva vida. Si no hubiera sospechado ya que estaba muy cerca de enamorarse de Nick, aquello hubiera conseguido que lo hiciera.
Tina(:
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