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Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Nombre: Una novia para el italiano -Adaptación-
Autor: Michelle Reid
Adaptación: Si
Género: Romántica
Advertencias: Creo que no.
Otras Páginas: De mi parte no.
Si había un bebé… tendría que haber una boda
Increíblemente rico y solicitado, Nicholas Jonas estaba acostumbrado a amar y después abandonar a las mujeres. Pero su libertad se vio de pronto restringida por una cándida fotografía que daba a entender que el codiciado soltero por fin había caído rendido a los pies de la inocente _____ Carmichael. Unas horas después, toda la prensa afirmaba que estaban prometidos…
Nicholas no perdió el tiempo en intentar seducir a su falsa prometida y, veinticuatro horas después, _____ estaba en sus brazos… Y sospechaban que podía haberse quedado embarazada. Hasta estar seguro de si iba a ser padre, Nicholas exigió que ella fingiese ser su prometida
Bueno aqui les traigo otra adaptacion (:
Me llamo Vanessa pero diganme Vane (.
Espero y esta nove les guste
A mi me encanto y espero que a ustedes igual
Autor: Michelle Reid
Adaptación: Si
Género: Romántica
Advertencias: Creo que no.
Otras Páginas: De mi parte no.
Si había un bebé… tendría que haber una boda
Increíblemente rico y solicitado, Nicholas Jonas estaba acostumbrado a amar y después abandonar a las mujeres. Pero su libertad se vio de pronto restringida por una cándida fotografía que daba a entender que el codiciado soltero por fin había caído rendido a los pies de la inocente _____ Carmichael. Unas horas después, toda la prensa afirmaba que estaban prometidos…
Nicholas no perdió el tiempo en intentar seducir a su falsa prometida y, veinticuatro horas después, _____ estaba en sus brazos… Y sospechaban que podía haberse quedado embarazada. Hasta estar seguro de si iba a ser padre, Nicholas exigió que ella fingiese ser su prometida
Bueno aqui les traigo otra adaptacion (:
Me llamo Vanessa pero diganme Vane (.
Espero y esta nove les guste
A mi me encanto y espero que a ustedes igual
Última edición por Vanee LovatoD'Jonas el Dom 20 Oct 2013, 7:48 pm, editado 2 veces
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Me gusto la sinopsis, asi que siguela pronto.
Puchy_ve
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Me gustó!!! Siguela pronto!!!! Suena interesante!!!
alma24
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Siguelaaaaaaaaaa se ve buenisima *_*
barbiejonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Holi! Bienvenida :hug:Puchy_ve escribió:Me gusto la sinopsis, asi que siguela pronto.
Ya subo una parte ;)
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Holi! Ya subo cap! ;)alma24 escribió:Me gustó!!! Siguela pronto!!!! Suena interesante!!!
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Holi. Ya la sigo! ;)barbiejonas escribió:Siguelaaaaaaaaaa se ve buenisima *_*
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Capítulo 1 .
ERA como jugar a la ruleta rusa con la vida sexual: meter una invitación en el cargador, disparar y ver si había suerte.
Nicholas Jonas observó, sombrío, que todas lo hacían. Jóvenes núbiles siliconadas, con el pelo cuidadosamente alisado y teñido de rubio, que se paseaban por la habitación estudiando a sus posibles víctimas, elegían al hombre más rico que pudieran encontrar, lo preparaban y disparaban para ver si había suerte. O si había mala suerte, según la perspectiva.
«A veces se gana, a veces se pierde», pensó mientras le daba la espalda a una jugadora impaciente que trataba de tentarlo.
Con una expresión de desprecio, se batió en retirada hacia el bar, situado en la esquina más alejada del salón, y pidió que le cambiaran la copa de champán que no había probado por otra de vino tinto.
Detestaba aquellas reuniones y, si su hermanastra no lo hubiera presionado, no habría ido. Pero le debía un favor a Daniella por haberle evitado una situación complicada con la mujer que había estado a punto de convertirse en su última amante, al advertirle que estaba casada y tenía un hijo. Enterarse de que hasta le había dado un nombre falso y en realidad era Elise Castle, la ex modelo casada con Leo Savakis, el poderoso empresario griego, no había hecho que Nicholas se sintiera muy bien consigo mismo.
Si las mujeres casadas no eran su tipo, las casadas con hijos y las mentirosas que fingían ser quienes no eran, menos aún, y Elise Castle encajaba en las tres categorías. Lo peor para él había sido reconocer hasta qué punto se había dejado engañar por unos ojos azules ingenuos y un buen par de senos sin operar.
En aquel momento ya no estaba seguro de nada. Tal vez el pecho y los ojos fueran sólo otra de las mentiras con las que la preciosa Elise lo había engatusado. Afortunadamente, no había llegado a intimar lo suficiente para descubrirlo. Aun así, estaba en deuda con Daniella por haberle permitido evitar un escándalo potencial antes de que le estallara en la cara.
Se dio cuenta de que le había dado por las metáforas armamentísticas y pensó que era una manera espantosa de pasar la noche de un sábado. Se preguntaba dónde estaría Daniella. Se enderezó hasta alcanzar su metro noventa de estatura y empezó a otear entre el mar de cuerpos que tenía enfrente buscando la silueta de sílfide de su hermosa hermanastra.
La encontró casi de inmediato. Con su melena negra y el vestido rojo que llevaba, era prácticamente imposible no verla. Estaba con un hombre bastante atractivo junto a una pared, en el otro extremo del salón, y Nicholas se quedó estupefacto al ver que estaba jugando a lo mismo que las demás. Estaba haciendo pucheros con absoluto descaro y tenía el pecho prácticamente encima de su acompañante, que la miraba con una sonrisa que indicaba su interés.
Se preguntó si Daniella llevaría silicona, pero al tomar conciencia de lo que estaba pensando maldijo entre dientes, porque no le importaba cómo fuera el pecho de su hermanastra. No era su tipo, ni lo había sido nunca; además, al ser de su familia, estaba y siempre había estado fuera de su alcance, y, por si fuera poco, sólo faltaban dos meses para que se casara con uno de sus mejores amigos.
Sin embargo, estaba allí, coqueteando con otro hombre. Nicholas se apartó de la barra enfadado y decidido a llevársela antes de que alguno de los buitres de la prensa que pululaban por allí la descubriera y le complicara la vida.
—¿Señor Jonas? —dijo una mujer de voz grave—. Siento mucho molestarlo, pero...
Nicholas se giró para encontrarse ante otra chica núbil que cumplía el requisito de la melena rubia y el pecho llamativo. La miró con expresión gélida, aunque la mirada aprensiva de aquellos ojos azules y grandes le hizo dudar sobre si debía darle la espalda. Y dudó aún más cuando la vio pasarse la punta de la lengua por los labios para tratar de ocultar un ligero temblor. Eran unos labios bonitos, carnosos y muy deseables.
—¿Podría hablar un momento con usted? —preguntó ella, nerviosa—. Es muy importante. Necesito pedirle un gran favor...
Un favor. No se podía negar que era un estilo de acercamiento nuevo. Nicholas sintió que se le arqueaban las comisuras de los labios e hizo lo peor que podría haber hecho: dejarse llevar por el interés en vez de alejarse.
La joven tenía una piel perlada preciosa, y el pelo sedoso y liso le caía por unos hombros esbeltos. Nicholas bajó la vista al escote, donde unos senos firmes, abundantes y blanquísimos se mantenían a duras penas dentro de la diminuta prenda de seda turquesa que alguien habría definido como vestido. No era alta, pero tenía unas piernas tan largas y espectaculares que no le hacían falta los tacones de diez centímetros que llevaba.
Mientras levantaba la vista para mirarle de nuevo los labios temblorosos, Nicholas reconoció que, con retoques cosméticos o sin ellos, aquél era el envoltorio más atractivo del lugar.
Al ver que no le contestaba, la joven se acercó un poco más y lo miró con sus ojos azules y luminosos.
—Verá, tengo un problema...
Estaba a punto de tocarlo. Nicholas se puso tenso al comprender que su estúpida vacilación la había impulsado a creer que estaba interesado.
—No —espetó antes de dar media vuelta y alejarse dando grandes zancadas.
_____ lo maldijo mentalmente, presa de una punzada de frustración. Era un cerdo frío, maleducado y arrogante. Se preguntaba si por ser alto, moreno y asquerosamente atractivo se creía tan especial que no necesitaba ser amable con ninguna mujer.
—Pues no es mi tipo, señor Jonas —murmuró entre dientes.
Y menos si el tipo de Nicholas estaba representado por las mujeres que circulaban por allí aquella noche. A ______ se le agrió la mirada mientras contemplaba a los ricos y famosos reunidos en el lugar. Primero a los ricos, desde luego, porque el dinero era la mayor atracción de la velada. A la gente guapa le parecía lógico ofrecerse como mercancía ante los millonarios de Londres, pero se cuidaba de ocultar la oferta sexual bajo el honorable título de fiesta benéfica.
Se dijo que no debería haber ido. Si Elise no la hubiera convencido de que aquélla era la única forma de acercarse a un hombre como Nicholas Jonas, no habría asistido ni muerta.
—Le gustan las rubias provocativas —había dicho Elise—. No puede quitarles las manos de encima. Basta con ver la lista de sus quince últimas novias para saber que pierde el control cuando tiene delante a una rubia con buenas piernas.
_____ pensó que no era precisamente lo que había ocurrido en su caso y trató de bajarse un poco la falda del vestido que le había hecho ponerse Elise.
—Es necesario que tengas el aspecto adecuado —había insistido su hermana—. Si pagas el precio exorbitante de las entradas a una fiesta como ésa, tiene que parecer que te sobra el dinero.
El precio escandaloso de la entrada ya era bastante grave, pero un vestido de cinco cifras sólo valía la pena si le quedaba bien a quien lo llevara, y _____ se sentía una prostituta barata.
—Hola, guapa...
El hombre que se le había acercado por detrás le pasó una mano por la cintura y le acercó la boca a un tirante.
—¿Tienes problemas con el vestido? —añadió, sujetando el tirante con los dientes— ¿Te puedo ayudar?
_____ resopló indignada.
—Quítame las manos y los dientes de encima —espetó.
Acto seguido, se apartó y se alejó sin mirar atrás. Al cabo de cinco pasos se dio cuenta de que sin querer había avanzado en dirección a Nicholas Jonas. Al verlo se quedó paralizada. El atractivo italiano estaba tratando de separar a una joven encantadora vestida de rojo de las garras posesivas de otro hombre. La chica de rojo se volvió hacia él para protestar, pero luego le echó los brazos al cuello y le estampó un beso en la boca.
«Ya veo cómo prefiere a las rubias», pensó ______, abatida. La mujer que se acababa de disputar y que lo estaba besando era una espléndida morena de labios ardientes. _____ se desesperó pensando que tal vez no consiguiera cumplir su cometido.
—Estás borracha —le dijo Nicholas a Daniella.
—Un poco alegre —replicó ella con una sonrisa calculada para disipar el enfado de su hermanastro. No tuvo éxito.
—Reconoce que estás borracha, cara —le aconsejó él, mientras la agarraba de las muñecas y le apartaba los brazos del cuello—. Es la única excusa que aceptará Gino para lo que estabas haciendo.
Daniella abrió mucho los ojos color chocolate y puso cara de inocente.
—No estaba haciendo nada.
—Estabas seduciendo a ese tipo —la acusó.
—Estábamos coqueteando, nada más.
Nicholas la tomó de la mano y la llevó hacia la salida.
—¿Qué haces? —protestó ella.
—Te llevo a casa. No sé por qué te dejé convencerme para que te trajera.
—¿Porque querías divertirte?
—No me interesa esta clase de diversión.
—Y ése es el problema. Últimamente no haces más que trabajar a destajo.
—Porque quiero.
—Y también quieres ser un gruñón, sí.
Alfonso apretó los labios, porque su hermanastra tenía razón: se estaba convirtiendo en un gruñón; un gruñón amargado y negativo.
—Y todo porque una mujer te hizo creer que era un encanto... —añadió Daniella.
—¿Igual que lo intentas tú?
—Eso no es justo. Yo soy un encanto. No miento ni engaño a nadie.
—Díselo a Gino, no a mí. Si te hubiera visto con ese tipo, habría cancelado la boda.
—Pero no está aquí, porque prefiere estar en la otra punta del planeta haciendo de magnate famoso.
—Sin embargo, la prensa sí ha venido...
De pronto se le ocurrió algo que lo hizo pararse en seco y volverse hacia ella con una mirada penetrante.
—¿De eso se trata? —le recriminó—. Querías que la prensa te retratara haciéndote la vampiresa, pero con la tranquilidad de saber que me tenías cerca para sacarte de cualquier embrollo. Me has arrastrado a este lugar, que no es más que un burdel caro, sólo para castigar a Gino, ¿verdad?
—Lo odio. Puede que hasta decida no casarme con él. Se supone que soy el amor de su vida, pero no le he visto el pelo en dos semanas.
Cuando se le quebró la voz, Nicholas notó que estaba conteniendo las lágrimas y suspiró.
—Ven aquí, tonta —dijo, estrechándola entre sus brazos—. Sabes que Gino besa el suelo que pisas, pero está tratando de adelantar todo el trabajo posible para poder disfrutar a sus anchas del largo y maravilloso viaje de novios que tenéis planeado.
—Cuando me llama tengo la impresión de que preferiría estar haciendo cualquier otra cosa antes que hablar conmigo. No soy un felpudo; me niego a dejar que me pisotee.
Nicholas desvió la vista.
—¡Te estás riendo de mí! —espetó Daniella.
—En absoluto.
En realidad, lo que estaba haciendo Nicholas era mirar los ojos azules cargados de pesimismo de la rubia que se le había acercado unos minutos antes, y que en aquel momento estaba a unos tres metros de distancia mirándolo como si fuera una víbora. Sintió una punzada entre las piernas. Las señales contradictorias que emitía la joven mientras lo miraba así con aquel vestido, o con lo que el vestido no cubría, le estaban alterando los sentidos.
No sabía quién era aquella rubia. Pensó en la posibilidad de quedarse a averiguarlo, pero no estaba seguro de querer saberlo. Se le endureció la mirada y se contestó que no, que no sentía la menor curiosidad. El salón estaba lleno de prostitutas de lujo con vestidos caros; no necesitaba comprarse mujeres, y además, aquélla era más adecuada para el hombre que se le estaba acercando por detrás en aquel momento, mirándola de arriba abajo como si fuera su próximo piscolabis. A pesar de sus reparos, mientras le recorría las piernas con la mirada, Alfonso tuvo que reconocer que era un piscolabis muy apetitoso.
Se preguntaba si tendría el pelo del pubis del mismo tono dorado que el de la cabeza. Volvió a desviar la vista. Sabía que Daniella le estaba hablando, pero no la oía. La curiosidad sexual estaba tratando de apoderarse de él y le estaba haciendo hervir la sangre.
Notó que la rubia se ponía tensa y, cuando volvió a mirarla a los ojos, se dio cuenta de que le había leído el pensamiento, porque se había ruborizado.
«¿Tú también sientes la chispa, cara?», le dijo con la mirada. «Pues es una pena, porque no me interesan tus servicios».
El hombre que se había acercado a ella, un rubio alto y atractivo, le acarició los brazos y se agachó para susurrarle algo al oído. Nicholas la vio estremecerse, sacudir la cabeza y girarse con una sonrisa.
—Hola —dijo _____, aún tensa porque Nicholas Jonas había estado mirándola como si fuera un objeto sexual a la venta.
—Hola —contestó Mark—. ¿Has tenido suerte?
—Más quisiera. Míralo.
_____ suspiró y volvió a mirar a Nicholas, que estaba abrazando a la morena. Mientras lo examinaba de pies a cabeza calculó que debía de medir más de un metro noventa. Llevaba un traje negro, y se notaba que tenía los hombros anchos y las piernas largas y fuertes. La camisa blanca daba un aspecto tan cálido y saludable al tono dorado de su piel que, muy a su pesar, ______ no pudo evitar que se le hiciera la boca agua.
Elise había dicho que tenía cuerpo de atleta. Al verlo cuando empezaba a llevar a la morena hacia las puertas que conducían al vestíbulo del hotel, _____ entendió a qué se refería. Se movía con elegancia y agilidad, y estaba segura de que no tenía ni un gramo de grasa.
Listo! Aqui les traigo parte del cap
Que bueno que les haya gustado
Las quiero!
XOXO VG
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Que bueno que te guste! Ahora la sigoPuchy_ve escribió:Siguela pronto:penita:
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Hola! :3
NUEVA LECTORA! *.*
Me encanto el primer capi!
Quiero saber cual es el favor que quiere la rayiz! :scratch:
& bueno sabes que el Nicho es todo un Dios!
Esperando el siguiente capi! ;)
Nos Estamos Leyendo! *.*
\^.^/
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Su historial lo decía todo. Estado civil: soltero. Edad: treinta y tres años. Aficionado al esquí alpino y al acuático. Dueño de una motora de carreras con la que competía cuando tenía tiempo, los fines de semana. Propietario de casas en Londres, París, Mónaco y, por supuesto, su Milán natal, además de un enorme albergue privado en el famoso Gigante Park, donde le gustaba pasarse los inviernos perfeccionando su técnica de esquí, sin duda impecable. Heredero de la fortuna familiar y responsable de las inversiones que habían triplicado aquella fortuna y los habían situado a él y al apellido Jonas en los primeros puestos de las listas de ricos y famosos.
En otras palabras, era un italiano alto, moreno, muy atractivo y muy rico, con una sensualidad de escándalo y todo el engreimiento y la arrogancia que cabía esperar de un historial tan impresionante como el suyo.
No era de extrañar que le hubiera dado la espalda sin concederle la oportunidad de explicarse. Los hombres como él se creían un partido demasiado valioso para que a una mujer pudiera interesarle acercarse a ellos por algo que no fuera su cuerpo espléndido y su fortuna incalculable.
_____ se sonrió pensando en lo mucho que se equivocaba con ella. El mundo estaba lleno de millonarios ególatras; bastaba con echar un vistazo al salón para comprobarlo. En cambio, los hombres de honor eran una especie en vías de extinción. .
—Según Elise, sólo le gustan las rubias —le dijo a Mark—, pero no se despega de esa morenaza. ¿Cómo pretendía que consiguiera acercarme?
—Mira que eres beep. ¿No sabes quién es la morena? Es la veleta de Daniella Leeson, su hermanastra. Es hija de los dueños de la cadena de hoteles Leeson y está a punto de casarse con el mejor amigo de Jonas, Gino Rossi, otro peso pesado de la hostelería. ¿No lees nada de lo que publico?
______ sacudió la cabeza sin dejar de mirar a Nicholas, que se había parado en el vestíbulo para ayudar a su hermanastra a ponerse el abrigo. Tenía que reconocer que su perfil era espectacular, con los pómulos marcados y las pestañas larguísimas.
Cuando terminó de ponerle el abrigo a Daniella, Nicholas la tomó de la barbilla y sonrió mientras murmuraba algo que le arrancó una sonrisa. _____ observó que, cuando quería, podía ser increíblemente encantador y no le gustó nada el repentino cosquilleo que sintió en el estómago. Se preguntaba si habría utilizado aquel aspecto de su personalidad para que Elise hubiera cometido la estupidez de poner en peligro su matrimonio por él. Según le había contado su hermana, él la había perseguido, y ella había tratado de guardar las distancias. Pero _____ estaba segura de que ninguna mujer habría podido mantenerlo alejado, si Jonas no quería, y no le sorprendía que Elise se hubiera rendido con tanta facilidad.
—Lo he echado todo a perder —murmuró—. Mira, se van.
Mark la tomó de la mano y la llevó hacia el vestíbulo.
—Esto no ha terminado. No podemos dejar a Elise en la estacada después de tantos preparativos. Aún puedo salvar la situación. El problema es que has insistido en intentarlo por las buenas y no ha resultado. Esta vez haz lo que planeamos, ¿de acuerdo? Préstame atención.
Mark se ganaba la vida persiguiendo a los ricos y famosos para pescarlos con las manos en la masa y sabía cómo actuar en aquellas circunstancias.
—Voy a captar la atención de Daniella —continuó—. Lo único que tienes que hacer es acercarte a él en el momento en que yo me acerque a ella. Como máximo, puedo conseguirte diez segundos, así que no te entretengas y, por lo que más quieras, no te pongas a pensar. Es nuestra última oportunidad.
Cuando llegaron al vestíbulo, _____ sentía que las instrucciones de Mark le tensaban los músculos. Nicholas Jonas y su hermanastra ya estaban avanzando hacia la salida.
—¡Señorita Leeson! —gritó Mark—. ¿Dónde está su futuro esposo?
Daniella se detuvo, giró en redondo y, cuando lo vio con la cámara, improvisó una sonrisa.
—Está en...
—Venga —le dijo disimuladamente Mark a ______.
Ella se dejó dominar por la impaciencia de Mark y avanzó con la sensación de que tenía las piernas de gelatina. Como Nicholas se había vuelto para ver a su hermanastra posando ante el odioso paparazzi, no la vio llegar por el lateral. _____ se situó delante de él y, sin darse tiempo para pensar, le tomó la cara con las dos manos, se puso de puntillas y lo besó en la boca. Sintió que una corriente de alto voltaje le encendía el cuerpo y no supo quién de los dos estaba más estremecido. Le ardía la piel y le temblaban los manos.
Nicholas tardó unos segundos en comprender qué estaba pasando, y para entonces, la mujer ya estaba devorándole la boca. La tomó de la cintura con intención de quitársela de encima.
Vio un flash, apartó la boca y se encontró ante la misma rubia que se le había acercado antes.
—Madre de Dios —exclamó—. ¿Qué haces?
El flash lo iluminó una vez más. Ella lo tenía sujeto por la nuca y lo estaba mirado, con los ojos azules llenos de culpa y el pintalabios corrido.
—Lo siento —susurró con la respiración entrecortada—, pero no me has dejado alternativa.
_____ empezó a apartarse. La cámara los seguía retratando. En vez de dejarla retroceder, Nicholas la aferró por la cintura y la hizo quedarse donde estaba. Estaba ciego de cólera.
—¿Alternativa respecto a qué? —preguntó.
Ella forcejeó tratando de soltarse. Lo que pasó después le hizo contener la respiración, y él supo por qué. Estaban pegados, pelvis contra pelvis.
—Dios —maldijo Nicholas.
—Oh, Dios. Estás... Tienes...
—No necesito que me digas lo que ya sé. Sólo necesito que me expliques qué pretendes con esto.
—Pues...
—De acuerdo, chica. Vamos.
Nicholas miró al fotógrafo y se preguntó por qué no había reparado antes en que llevaba una cámara al cuello. Apretó los labios y se contestó que porque había estado demasiado ocupado mirándola a ella para prestar atención a cualquier otra cosa.
—Ha sido un montaje —dijo entre dientes.
—Suéltame, por favor —suplicó ______.
—No, ni aunque te desmayes.
Nicholas echaba fuego por los ojos cuando vio que Daniella se volvía y los miraba con perplejidad. Se sentía tan desconcertado como ella. El fotógrafo aprovechó el momento de distracción para escabullirse por la puerta.
—Tú te vienes conmigo —le dijo a la mujer que lo había asaltado—. Quiero una explicación.
Sin darle oportunidad de protestar, la tomó de la muñeca y la arrastró hacia la salida.
—¡Nicholas...! —gritó Daniella mientras corría tras ellos.
Fuera soplaba una brisa fresca. Nicholas estaba furioso. Más que furioso, estaba colérico. Debía de tener el instinto adormecido, porque de lo contrario no habría caído en aquella trampa.
—Por favor... —imploró la rubia.
—Cállate.
Nicholas le apretó más la muñeca. Notó que hacía un gesto de dolor, pero no le importó. Cuando vio que Dino, su chófer, acercaba la limusina y se apeaba, avanzó hacia él, llevando a su cautiva casi a rastras.
—Consigue un taxi y lleva a casa a la señorita Leeson —le ordenó.
—Pero... Nicholas... —protestó su hermanastra.
Él no le hizo caso. Ni a ella ni a la rubia que forcejeaba desesperada para que la soltara. Abrió la portezuela del asiento del acompañante de la limusina y trató de empujarla dentro. Ella clavó los tacones en el suelo.
—No...
Nicholas la levantó en brazos y la metió en el vehículo. Cuando ella trató de salir y abrió la boca para pedir ayuda a gritos, se agachó y la calló con un beso. Se dijo que no disfrutaba de los besos por despecho, y menos cuando la destinataria era una mujer que más que un beso merecía una bofetada. Sin embargo, aquel beso le provocó un intenso placer, sobre todo cuando sintió el grito en la boca y le introdujo la lengua para acallarlo.
Ella se estremeció. Sabía a champán y a pintalabios. El beso la dejó temblando, conmocionada.
—Ahora escúchame —dijo Nicholas mientras le ponía el cinturón de seguridad—. No sé cuánto te habrá pagado tu cómplice por hacer esto, pero por si no lo has notado, no era el único cazador de escándalos del lugar. La jauría se ha olido una historia y se nos va a echar encima.
Después de aquella advertencia se enderezó, cerró la portezuela y corrió al otro lado del vehículo, mientras _____ volvía la cabeza para ver a un ejército de periodistas reunidos en la puerta del hotel. Al cabo de los segundos que tardó en asimilar la situación, Nicholas ya estaba sentado a su lado, en el asiento del conductor. El chófer había dejado el motor en marcha, y arrancaron justo cuando la prensa se abalanzaba con sus cámaras.
______ contemplaba aquel desastre como si fuera una tira cómica. Hasta la hermanastra de Jonas desempeñaba su papel en el disparatado argumento. Estaba de pie junto al bordillo mirándolos alejarse mientras el chófer trataba amablemente de subirla a un taxi.
No veía a Mark por ninguna parte.
Se desesperó, segura de que su querido hermano materno había corrido a publicar la primicia sin pensar en qué situación la había dejado. Miró asustada al hombre que tenía a su lado y se estremeció. Tenía mirada de asesino.
—Por favor, para el coche para que me pueda bajar —le suplicó.
Él no contestó y se adentró en el tráfico, con los labios apretados y haciendo caso omiso a las protestas de los otros conductores.
—Oye, sé que estás enfadado —añadió ella, con voz trémula—. Y sé que tienes derecho, pero...
—Grazie.
—¡Esto es un secuestro!
—Pues denúnciame. Tendría gracia.
_____ se estremeció. No le parecía gracioso nada de lo que había pasado desde que se había dejado convencer por Mark y Elise para participar de aquel circo. Había pasado de estar refugiada tranquilamente en Devon para curarse el corazón destrozado a estar en Londres permitiendo que su hermana la enredara con las complicaciones de su vida amorosa.
—No es lo que piensas —balbuceó.
—No sabes qué pienso.
—No me han pagado para...
—¿Para seducirme? —Dijo él, quitándole las palabras de la boca—. Es un alivio saber que aún tengo algo de capacidad de atracción natural.
Precisamente, el problema era que tenía demasiada capacidad de atracción.
—¿Siempre eres tan desagradable cuando te pillan por sorpresa? —preguntó ella—. De acuerdo, he tratado de seducirte. ¿Qué tiene de raro para un hombre como tú? Por lo que he oído, la mitad de las mujeres de Europa han hecho lo mismo, y no todas por tu atractivo sexual.
Él le lanzó una mirada incendiaria.
—Me ha parecido notar un atisbo de desprecio en tu voz, ¿me equivoco?
—¡No! Los hombres como tú se creen los dueños del mundo. Hacéis lo que queréis cuando queréis. Elegís a las mujeres que se os antojan y no os importa herirlas.
—¿Te he hecho algo malo?
—¿Quieres decir que no lo sabes a ciencia cierta? —replicó ella, sin poder reprimir el sarcasmo.
Se detuvieron en un semáforo, y Nicholas se giró en el asiento. El poder que emanaba la envolvió como una toalla caliente. Notó que le estudiaba el cuerpo y las facciones mientras repasaba su enorme base de datos de mujeres tratando de identificarla. Sintió la tentación de mentir, aunque sólo fuera para confundirlo, pero sabía que no tardaría en establecer el parentesco que podría haber descubierto horas antes, si hubiera sido más observador.
—No —dijo al fin.
_____ no pudo evitar pensar en cuánto la había herido un hombre como él, y lo miró con rencor. Después respiró profundamente y le evitó la molestia de tener que seguir pensando.
—Elise Castle —añadió con un suspiro
Vanee LovatoD'Jonas
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