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Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Hola, nueva lectora, Siguela
Dorin
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Ya la sigo! (:Puchy_ve escribió:Tienes que seguirla, siguela pronto
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
kajskaksjka xD :fiu:chelis escribió: aaaaaaahhhhhh!!!!!.... Que caaaloorrrrr..... Querer caaaaalooorrr!!!!...
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Holi! (: Bienvenida :hug: Ya la sigoDorin escribió:Hola, nueva lectora, Siguela
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Ya subo!chelis escribió:Otroooooooo
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Capítulo 5
SE quedaron tendidos con los músculos relajados, el corazón acelerado y la piel ardiendo. Mientras trataba de recuperar el aliento, Nicholas tenía la cara apoyada en la almohada, cerca de la cabeza de _____, que tenía una palidez cadavérica y estaba con los ojos cerrados tratando de no olvidar lo que acababa de ocurrir.
Sentía náuseas de sólo pensar que acababa de tener relaciones sexuales con un desconocido. No había hecho nada parecido en toda su vida, lo cual no hacía que se sintiera mejor. Sospechaba que nada haría que se sintiera mejor. El hombre que tenía encima era Nicholas Jonas, un italiano famoso por salir con rubias de piernas largas.
Había averiguado qué se sentía al ser una más en una larga lista de conquistas. Sentía vergüenza y desprecio por sí misma, y más vergüenza sintió cuando de repente él se movió para salir de su interior, y no pudo evitar estremecerse con la sensación.
La tranquilizó ver que el roce también lo hacía temblar. Nicholas levantó la cabeza de la almohada y la miró. Se hizo un silencio incómodo, y _____ trató de reprimir el impulso de echarse a llorar. El corazón le seguía latiendo con fuerza, y se moría por salir de allí. No la ayudaba en absoluto que la estuviera mirando con aquella expresión adormilada y sensual, propia de un hombre que se sentía muy satisfecho.
—Creo...
La tensión de la garganta no le permitió decir nada más. Él le pasó un dedo por el labio tembloroso.
—Crees, ¿qué?
—Creo que nos hemos dejado llevar...
—Yo me he dejado llevar por ti. Has sido... especial...
Nicholas esbozó una extraña media sonrisa que podía ser tanto una muestra de cinismo como una mueca de incomodidad por lo que había pasado.
—Gracias —farfullo ella con tristeza.
—Has sido como una especie de regalo inesperado después de una noche terrible, y me alegro mucho de no haberlo rechazado cuando tenía la oportunidad...
Ella no se podía creer que la considerara un regalo y decidió que la media sonrisa había sido cínica.
—Pues rechácelo ahora, señor Jonas —replicó con frialdad—. Porque es el último regalo que obtendrá de mí.
_____ le dio un empujón para obligarlo a apartarse, se levantó de la cama y empezó a buscar algo con que cubrir su desnudez. Vio su vestido arrugado en el suelo, se estremeció de sólo mirarlo y optó por ponerse la camisa de Nicholas.
—Pareces muy segura.
—Lo estoy.
—Nos lo hemos pasado muy bien.
—De acuerdo, eres un amante fantástico. Mejor que la mayoría, si eso te estimula el amor propio.
—Grazie.
_____ quería gritarle que desapareciera de su vista. Seguía sin poder creer que hubiera dicho que era una especie de regalo. Se odiaba, estaba furiosa, y se dio cuenta de que en cualquier momento se iba a echar a llorar desconsoladamente.
—¿Hay algún otro dormitorio que pueda usar? —preguntó, mirándolo con lo que le quedaba de orgullo.
—No lo necesitas. Esta cama es bastante grande para los dos.
_____ se negaba a discutir con él y se volvió para avanzar hacia la puerta.
—No me gustan las aventuras de una noche —declaró Nicholas.
Ella se detuvo en seco y tensó los hombros.
—A mí tampoco.
—Bien. De modo que nos entendemos.
—No —dijo ella, girándose—. ¡Yo no entiendo nada!
Nicholas se había levantado y estaba buscando los pantalones; parecía muy cómodo con su desnudez y era tan atractivo que _____ no pudo evitar ruborizarse al recordar cómo había sido sentirlo dentro. Trató de no pensar en ello, pero era demasiado tarde, porque cuando estaba a punto de ponerse el pantalón, la miró y se quedó inmóvil.
Empezó a respirar entrecortadamente y sintió pánico en zonas en las que sabía que se podía sentir miedo: en el pecho, en los pezones y entre las piernas.
El dejó caer los pantalones, y ella comprendió por qué: le había excitado la manera en que lo estaba mirando. Lo que antes le había parecido poderoso, en aquel momento le parecía absolutamente increíble. Nicholas empezó a avanzar hacia ella, y _____ gimoteó mientras levantaba una mano temblorosa con la absurda esperanza de hacerlo retroceder.
—No, por favor —suplicó, sintiendo que se le aflojaban las piernas—. Ya habíamos complicado bastante esta situación sin necesidad de añadirle intimidad. ¡Por favor!
—Acabo de entrar en ti y ha sido la experiencia más placentera de mi vida. Esto es intimidad, mia bella. Ya es demasiado tarde para negarlo.
—No quiero...
—Oh, sí que quieres. Lo has deseado desde el momento en que nos conocimos. Y sería un mentiroso si no reconociera que he sentido lo mismo.
—¿Sexo sólo por diversión?
—¿Por qué no? —replicó, atrayéndola hacia sí—. Estamos condenados a pasar juntos los próximos meses mientras se resuelve este embrollo, así que ¿por qué no disfrutar de lo que nos pasa y que no forma parte de la mentira?
—Si saliera de aquí vestida así y le dijera a alguno de los que esperan fuera que he cambiado de opinión porque no eres bastante bueno en la cama, se resolvería este embrollo.
—¿Quieres decir que me falta práctica? —se echó a reír y añadió—: Ya que los dos sabernos que pareces tener un talento natural para el sexo, señorita Carmichael, dejaré que me enseñes todo lo que sabes.
—¿Qué insinúas con eso?
—Que o bien alguien te enseñó a complacer de una manera increíble a los hombres o bien es algo natural en ti. E intento darte el beneficio de la duda más honorable.
_____ no se podía creer que se atreviera a insinuar que la habían preparado como a una concubina para satisfacer a los hombres. Un rato antes era un regalo, y en aquel momento, una prostituta experimentada. Se puso muy tensa.
—¿Cómo te atreves?
—Indígnate todo lo que quieras, pero utilizas músculos que no sabía que las mujeres pudieran utilizar y besas como una Circe encantadora, hambrienta y experimentada, amore. Eres peligrosa, pero ya estoy en tus redes.
—Creo que esto ha llegado demasiado lejos.
_____ se giró para alejarse, pero él la obligó a darse la vuelta, le abrió la camisa e introdujo las manos por debajo para tomarla de la cintura y acariciarle el estómago con los pulgares. Cuando ella soltó un suspiro desesperado, Nicholas vio que empujaba las caderas hacia él, como si no pudiera dejar de desear el contacto con su sexo.
—¿No te das cuenta? —murmuró—. No te puedes contener. Puedo ver cómo tu pubis está pidiendo a gritos sentirme de nuevo.
_____ sabía que tenía razón, pero sacudió la cabeza.
—No.
—Si hago esto —dijo él, separándole un poco las piernas—, tus muslos se aferran a mí como si les fuera la vida en ello.
Y ella no pudo evitar aferrarse a él. Cuando Nicholas movió las caderas, le echó los brazos al cuello y se entregó al placer del momento. Echó la cabeza hacia atrás, con las pupilas dilatadas y los labios entreabiertos, y le rogó que la besara.
Él no se reprimió. Le devoró la boca mientras otras partes de su cuerpo le devoraban la cálida humedad de entre las piernas. A _____ no le parecía que fuera una especie de esclavo de lo que se estaba generando entre ellos. En su opinión sólo estaba demostrando que la despreciaba, jugando con ella para vengarse, porque seguía sintiéndose humillado por haber sido víctima propiciatoria de los problemas matrimoniales de Elise. Se estaba cobrando una deuda y aceptaba los favores sexuales como parte de pago. Y pretendía hacerla pagar hasta que se acabara la farsa.
La tomó en brazos, la recostó en el edredón y se acercó a ella, tapando la luz como una sombra dominante. Todo en él era físicamente impresionante, fuerte, fascinante, abrumador y excitante.
La miró con los ojos muy brillantes. Estaba a punto de hacerla suya por segunda vez, y lo más terrible era que ella sabía que no iba a oponer resistencia.
Empezó a sonar un teléfono con el tono agudo de una sirena. _____ lo miró a la cara y, durante un momento, pensó que no iba a contestar e iba a seguir con lo que había empezado. Pero de pronto le cambió la expresión, le cerró la camisa para cubrirle el pecho y se levantó para ponerse los pantalones.
—Quédate en la cama y duerme.
Cuando Nicholas se marchó y cerró la puerta del dormitorio, ella comprendió que la acaba de poner en su sitio: era el regalo que podía usar cuando le apeteciera.
Los timbrazos dejaron de sonar. _____ no se pudo contener y abrió la puerta sin hacer ruido para escuchar la conversación.
Nicholas estaba delante de una mesa, de espaldas a ella y con los pantalones desabrochados.
—¿Te parece que me puedo alegrar de que me llames a las dos de la mañana, Daniella?
No sonaba contento en absoluto. _____ se quedó quieta y notó que se le tensaban los hombros cuanto más hablaba la hermanastra.
—¿Me vas a dejar hablar, Daniella? Lamento que hayas recibido tantas llamadas —dijo cansinamente—. No, la chica en cuestión no es Elise; es la que ha sido siempre. Eran los demás los que se equivocaban.
Una mentira. Otra mentira. _____ sentía el peso de cada una sobre los hombros. Nicholas se volvió de golpe, como si se hubiera dado cuenta de que estaba allí. Lo vio mirarla de la cara a las piernas, pasando por la camisa. La intimidad de la mirada se contradecía con la frialdad de las facciones, y _____ supo que no sólo había recuperado el control, sino que había vuelto a ser el mismo que había visto por primera vez en la fiesta: un hombre extremadamente atractivo, pero cínico y duro.
Bajó la vista y volvió al dormitorio. Mientras cerraba la puerta pensó que Elise había elegido al hombre equivocado para tener una aventura.
Nicholas se metió la mano en el bolsillo, se apoyó en el borde de la mesa y reprimió el impulso de maldecir mientras Daniella le seguía gritando en el oído. Estaba furioso por la intromisión de los periodistas, que no dejaban de llamar a su hermanastra para pedir información, y porque la situación se había convertido en una bola de nieve imparable. Además, estaba terriblemente excitado y se despreciaba por ello. No entendía qué estaba haciendo al abalanzarse sobre una desconocida como un adolescente con las hormonas alteradas.
No le sorprendía que lo hubiera mirado como si fuera una especie de monstruo ni que se hubiera vuelto a encerrar en el dormitorio. _____ sabía que estaba atrapada, y Nicholas sabía que él también.
—No, Daniella —interrumpió—. Fuiste tú la que cometió el error hace dos meses. Nunca fue Elise, ¿te enteras?
La frialdad de su tono tuvo el efecto deseado.
—¿Pretendes que diga que estaba equivocada?
—No. Digo que te equivocas.
—¿De modo que te acabas de comprometer con la tal _____ Carmichael, la misma mujer que se te ha echado a los brazos esta noche?
—Sí.
—¿Así, de repente?
Daniella rió entre dientes con incredulidad.
—No. He estado... cortejando a ______ durante los dos últimos meses.
—¿Cortejándola?
—Bueno, seduciéndola.
—¿Está embarazada?
—¡No!
Nicholas se enderezó de un salto y se giró cuando cayó en la cuenta de la gravedad de la situación. No se había puesto preservativo y no se le había ocurrido preguntarle a _____ si usaba algún método anticonceptivo. No se podía creer que se hubiesen dejado llevar sin tomar precauciones.
—Y, dado que mi vida personal es asunto mío, cara —continuó—, ¿sería mucho pedir que te limitaras a decir que no harás comentarios? O, mejor aún, Daniella, descuelga el teléfono.
Nicholas cortó la comunicación, colgó el auricular y se quedó parado sin saber qué hacer. Había tenido relaciones sexuales sin preservativo con una mujer a la que apenas conocía. Se puso en tensión al pensar en las posibles consecuencias de su irresponsabilidad. Con la suerte que tenía, _____ podía haberse quedado embarazada. Sin contar que podían haberse contagiado alguna enfermedad.
Soltó un gruñido de impotencia y volvió al dormitorio. Cuando abrió la puerta tenía la mandíbula apretada como una tenaza. La habitación estaba a oscuras. Encendió la luz y se situó a los pies de la cama. _____ estaba acurrucada bajo el edredón.
—No me he puesto preservativo —anunció de golpe.
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Ya la sigo! (:Dorin escribió:síguela
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Ya la sigo!! :)Puchy_ve escribió:Ay DiosSiguela pronto
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
Ella se sentó en la cama, con las mejillas coloradas y los ojos llenos de desconfianza, y aun así estaba absolutamente encantadora.
Nicholas tragó saliva.
—Repite lo que has dicho —dijo.
—No he usado preservativo. No soy promiscuo y jamás había corrido un riesgo semejante en mi vida. Espero que estés en el mismo caso.
_____ se quedó mirándolo. Parecía un déspota al que la bruja de su mujer hubiera pillado en calzoncillos. Sólo que tenía los pantalones puestos y, en aquel caso, la bruja de su mujer era el «regalo» del que había disfrutado a conciencia antes de preguntarse dónde había estado antes de aterrizar en su cama.
Como si no tuviera suficiente con estar en el dormitorio de un hombre al que había conocido aquella noche, semidesnuda, con una camisa ajena y oliendo a sexo, tenía que soportar conversaciones propias de un burdel.
Sólo faltaba que le preguntara cuánto le debía por sus servicios. Sabía que si le daba la oportunidad no dudaría en acusarla de ser una prostituta.
—Soy una persona pulcra, cuidadosa y sana —espetó indignada.
—Me alivia oírlo.
No parecía aliviado en absoluto.
—¡No me acuesto con cualquiera! Y si te atreves a insultarme una vez más, creo que te voy a pegar.
—Disculpa si ha sonado como si estuviera tratando de insultarte.
—Me has insultado.
—Pero no nos conocemos.
—Es cierto.
—Y es un asunto que tenemos que tratar.
—Pues tu tratamiento es muy elocuente —dijo ella, metiéndose de nuevo bajo el edredón.
—No hemos terminado con esto.
—Sí, hemos terminado.
—No, _____. No me he puesto preservativo y necesito saber si usas algún método anticonceptivo.
_____ se puso pálida. Tenía la sensación de que no dejaban de asestarle golpes.
—No me puedo creer que me esté pasando esto —murmuró.
—Por tu respuesta, parece que tenemos un problema.
—¡Ya te he dicho que no me acuesto con cualquiera!
—No necesitas ser promiscua para tomar la píldora.
—Te agradezco el dato. Pero, en mi caso, no tomo la píldora, porque no me acuesto con cualquier...
La vehemencia se le atragantó cuando cayó en la cuenta de lo que estaba diciendo, y se llevó las manos a la cabeza. Acababa de tener relaciones sexuales con un desconocido sin usar ningún método anticonceptivo y tenía millones de espermatozoides en el cuerpo en busca de un óvulo que fecundar. Se levantó de un salto y corrió al baño. Creía que iba a vomitar, pero descubrió que no podía. Quería lavarse por dentro y por fuera. Sin embargo, se quedó paralizada abrazándose el estómago.
Lo oyó llegar cuando se abrió la puerta.
—Te odio —dijo—. Ojalá no hubiera oído nunca tu estúpido nombre.
Nicholas se apoyó en el quicio de la puerta. Quería hacerse eco de los sentimientos de _____, pero no creía que estuviera en condiciones de escucharlo.
—Son cosas que pasan, cara. Ahora ya es demasiado tarde para intercambiar insultos.
Ella se giró para mirarlo, con los ojos azules llenos de lágrimas y rabia.
—¿Te parece que ayuda ese tipo de comentarios?
Nicholas se metió las manos en los bolsillos y arqueó una ceja.
—¿Y crees que tu comentario anterior sirve de mucho?
_____ imaginaba que no. No tenía fuerzas para seguir de pie y se dejó caer sobre la tapa del inodoro.
—Estoy horrorizada por lo que hemos hecho.
—Ya veo.
—No quiero tener un hijo.
—¿Con nadie, o sólo conmigo?
Lo miró, de pie en la puerta, semidesnudo en todo su esplendor, la viva imagen de todo lo que podría apetecer extraer del genoma masculino.
—Tomarse las cosas a broma tampoco ayuda.
—Y flagelarse tampoco.
Ella se quedó mirándolo.
—¿Adonde quieres llegar? No me conoces, y te quedas ahí mirando como si ya no se pudiera hacer nada.
—Soy pragmático. Ya no se puede hacer nada.
—Te felicito —farfulló ella, apartándose el pelo de la frente—. Yo sigo deseando que el día de ayer no hubiera empezado.
—Demasiado tarde para las lágrimas, cara.
—Ahora eres simplemente molesto.
—Lo siento. De todas maneras, dado que en el futuro podríamos volver a vernos en esta situación, te aconsejo que te acostumbres a mis molestias.
_____ no entendía de qué estaba hablando.
—¿Futuro?
—En mi familia, las bodas vienen antes que los hijos.
—Oh, por el amor de Dios. Mañana tomaré una de esas píldoras del día después.
—No, no harás nada de eso.
Ella se puso en pie.
—La decisión no es tuya.
—No, es de los dos. Me han educado de una manera y soy muy respetuoso de las tradiciones. En mi familia estas cosas se resuelven asumiendo la responsabilidad.
—Con una boda —se burló ella.
—Seguro que sabes que se me considera un buen partido, cara.
_____ tardó un momento en hacerse cargo de lo que estaba insinuando.
—Debería haberlo visto venir.
Nicholas frunció el ceño.
—No te entiendo.
—Tendría que haber sabido que más tarde o más temprano me acusarías de haberlo hecho a propósito, de haberte llevado a la cama para tratar de quedarme con el gran partido.
—Yo no he dicho eso.
_____ sabía que lo había dicho. Estaba temblando por dentro.
—Me quedaré con la opción de la píldora —contraatacó, pasándole por delante.
El sacó una mano temblorosa del bolsillo para tomarla del brazo. En la otra tenía un móvil.
—Suéltame —protestó ella.
Nicholas no le hizo caso, marcó un número de la memoria y se acercó el teléfono al oído.
—¿Seguimos bajo el asedio de la prensa? —preguntó.
_____ se dio cuenta de que estaba hablando con el guardia del vestíbulo. Se puso tensa mientras esperaba a descubrir qué pretendía. Cuando cortó la comunicación, apretó los labios, se guardó el móvil en el bolsillo y la miró fijamente.
—Los paparazzis siguen ahí —informó—. No creo que nos dejen en paz por un tiempo y te garantizo que de aquí en adelante te seguirán a todas partes. Piénsalo. ¿Quieres salir a dar un paseo a la farmacia de guardia y convertir esto en un escándalo público cuando los periodistas te sigan y te vean comprando la píldora del día después?
Se quedaron en silencio, desafiándose con la mirada. _____ creyó que iba a gritar. Sentía que estaba gritando. Le dolía el corazón con sólo pensar que Nicholas pudiera tomarla por una especie de timadora profesional que ni siquiera respetaba su derecho de decidir sobre la vida de un posible hijo en común, y se le llenaron los ojos de lágrimas, porque después de la forma en que se habían conocido era lógico que desconfiara de ella.
Él vio las lágrimas y frunció el ceño.
—_____...
Ella tiró del brazo para soltarse y se alejó, pero se detuvo en medio de la habitación. No tenía adonde ir. No se podía esconder en ningún lugar. Al final hizo lo único que podía hacer en aquel momento: volvió a la cama, desapareció debajo del edredón y se apretó un puño contra la boca para reprimir los sollozos. Se apagaron las luces, y lo oyó cerrar la puerta con cuidado. Comprendió que había tenido la delicadeza de dejarla a solas con el dolor y se permitió soltar el primer sollozo. Pero volvió la cabeza en la almohada justo a tiempo para verlo levantar el edredón y tumbarse desnudo en la cama. La miró con aquellos ojos que parecían diamantes y torció el gesto.
—Estás llorando —dijo.
—No.
_____ quiso enjugarse las lágrimas, pero él se adelantó, y la ternura del gesto la hizo llorar más.
—Habría querido no llorar —murmuró.
—Ya lo sé. Estábamos discutiendo. Has usado bien tus armas, y he contraatacado para hacerte pedazos. Te pido disculpas.
—Eres tan despiadado que asusta.
—Sí.
Nicholas le pasó una pierna por encima de las cadera para acercarla más; después le tomó una mano y la presionó contra su pecho.
_____ sintió el calor y la firmeza de los músculos contra la palma de la mano. Era muy íntimo y muy peligroso, sobre todo porque no trató de apartarlo. Suspiró y trató de hacer caso omiso del deseo.
—Lamento mucho que nos hayamos metido en este embrollo.
—Pero nos hemos metido —puntualizó él con una sencillez demoledora—. Ahora tenemos que lidiar con lo que tenemos. Y lo que tenemos es un compromiso, una cama. Mientras estemos juntos, no des motivos a nadie para que cuestione nuestra sinceridad.
—Querrás decir nuestras mentiras.
El sacudió la cabeza.
—Empieza a creer en esto, cara —le aconsejó—. El destino del matrimonio de tu hermana reside en tu capacidad para vivir, respirar y dormir en el papel que has elegido desempeñar en mi vida.
Su vida. Aquellas palabras lo decían todo para _____. Era su vida la que estaba protegiendo. Su reputación y su orgullo.
Le empezó a temblar la boca, y Nicholas le pasó la lengua por el labio inferior. _____ vio que el deseo había reemplazado a la severidad y supo qué sucedería.
—No —dijo.
Pero él le introdujo la lengua en la boca.
—Sí —replicó.
—Pero yo no...
—Tú sí, cara.
Nicholas le demostró lo mucho que la deseaba introduciéndole los dedos bajo la camisa para acariciarle los senos mientras la besaba. _____ intentó en vano no reaccionar. Abrió la boca para convertir el ligero contacto en un beso. Era espantoso; no parecía capaz de controlarse.
Después de la discusión que habían tenido no debería sentir deseo, pero no podía evitarlo. Era un ataque lento a cada uno de las zonas erógenas que podía descubrir con los labios, la lengua y los dedos. Le exploró cada milímetro de piel hasta que _____ se sintió esclava de su propia sensualidad y, sobre todo, de la de Nicholas.
Cuando se preparó para entrar en ella, _____ estaba tan consumida por el deseo que se quedó tendida, mirándolo ponerse el preservativo que no habían usado la vez anterior.
Nicholas la miró con ojos ardientes, se introdujo en ella y ahogó los gemidos con sus besos. Se movieron juntos en un viaje lento, intenso y profundo que los dejó totalmente agotados.
La última palabra que se le cruzó a _____ en la vigilia fue «ojalá», y se durmió preguntándose qué era lo que había estado a punto de desear.
Se despertó arropada por el calor del edredón y porque otra vez estaba sonando un teléfono. Pero en aquella vez el timbre no estaba tan alto; llegaba amortiguado por paredes y puertas. No quería abrir los ojos, porque se resistía a afrontar la realidad. Y la realidad era que estaba en la casa de un hombre al que apenas conocía y que se había pasado la noche acostándose con él.
El teléfono dejó de sonar. _____ abrió los ojos. A pesar de que las cortinas impedían que entrara la luz del sol, podía ver lo suficiente para saber que el otro lado de la cama estaba vacío, y suspiró aliviada. Al menos tendría tiempo para reponerse antes de volver a mirarlo a la cara. Se levantó y buscó algo para ponerse. Su ropa no estaba; sólo le quedaba la camisa que había usado la noche anterior como última línea de defensa. No sabía qué hacer. De pronto vio la manta de cachemir en una silla y optó por envolverse con ella. La cubría desde el cuello hasta los tobillos, pero se sentía como la concubina de un monstruo que la tenía encarcelada para su uso exclusivo. Aunque tenía que reconocer que su carcelero sabía cómo usarla.
Oyó unos golpes en la puerta, y estuvo a punto de tropezar cuando se giró a mirar. Le asombraba que se molestara en llamar cuando la noche anterior no le había importado en absoluto traspasar el límite de la intimidad.
—¿Sí? —gritó.
—Han llegado sus cosas, señorita Carmichael —le contestó una desconocida voz de mujer—. ¿Le dejo la maleta junto a la puerta?
—Oh, sí, gracias.
_____ frunció el ceño, porque no entendía de qué le estaba hablando. Esperó un momento antes de entreabrir la puerta para asegurarse de que la mujer se había ido antes de bajar la vista y descubrir que la maleta que había preparado antes de irse de Devon estaba en el suelo. La metió en la habitación y volvió a cerrar la puerta. La última vez que la había visto estaba abierta y con el contenido desparramado por la habitación de invitados de Mark. No sabía cómo había llegado hasta allí.
La subió a la cama, la abrió y descubrió que estaba todo lo que se había llevado a Londres, además de las cosas que le había dado Elise para que pudiera parecerse a ella. También había un papel doblado encima de todo. Lo abrió y se encontró con una nota de Mark.
¿Cómo mandas al chófer a buscar tus cosas a mi casa a las seis de la mañana? ¡Me acababa de acostar! Elise te llamó anoche después de que le diera la buena noticia, pero tenías el teléfono apagado. Leo y ella te quieren felicitar por tus futuras nupcias, ya sabes. Llámala más tarde, y así podrá hacer de hermana emocionada delante de Leo. Esta tarde me voy a Los Ángeles, y vuelvo en unas semanas. Hasta entonces. Besos, M.
En otras palabras, misión cumplida. Para Mark, la vida había vuelto a su curso normal. Ni una sola palabra preguntando cómo se sentía. Nada sobre un posible plan para rescatarla pronto. _____ se quedó con la vista perdida durante unos minutos. Después tiró la nota a la cama y volvió su atención a la ropa de la maleta. Se consoló pensando que al menos tenía un cargamento de cosméticos.
Nicholas entró en el dormitorio cuando ella estaba en el baño. Llevaba un albornoz corto y estaba recién duchado. Vio el equipaje de Anahi, se acercó a la cama y levantó la nota. Mientras la leía se le endureció la expresión. Volvió la vista a la maleta abierta y sacudió la cabeza; se notaba que la habían llenado apresuradamente.
Se preguntó si _____ se sentiría abandonada. Imaginó que sí, porque era exactamente lo que le había pasado. Dejó la nota donde la había encontrado y cruzó la habitación para abrir la puerta que daba al vestidor. Al cabo de diez minutos salió del dormitorio, tan silenciosamente como había entrado, mientras oía que la ducha seguía abierta en el cuarto de baño.
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
SIGUE QUE ME ENCANTA :)
MissKeynes96
Re: Una novia para el italiano (Nick & Tu) -Adaptación- [Terminada]
bueno...... Creo que Nick se merece unos cuantos golpes en la cabeza para ser un poco mas sensible!!!!!!!!...... Aaaaaaaahhhh pero quien no daría algo por ser la raayiis!!!!!?
chelis
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