Summer, love and problems | One Direction & Logan Lerman.

Con la rapidez de un rayo agitado por el giro inesperado de sus malas acciones, Lucy tomo el móvil de su habitación pensando en que quizás ya eran más de la hora especificada el día anterior.
Meditando sobre la posibles excusas más viables para el justificamiento de su pérdida de atención, tomó de un tirón el bolso de cuero beige del perchero y bajo las escaleras a trompicones, casi saltando tres escalones a la vez para evitar perder más tiempo. Antes, se aseguró de tener bien asegurado el bolso y el teléfono para que en medio de tanto vaivén no se le perdieran de vista.
Sin detenerse a pensar en lo inapropiado que se vería comer, hablar y asegurarse de que todo estuviera listo, arrebató una sándwich de queso tostado que yacía en la mesa y devoró la mitad de él.
Alicia, su nana, la miró con una mueca divertida en el rostro, pero a la vez disgustada en cuanto Luciana pronunció su despedida con la boca llena de alimentos masticados:
—Asegúrate de que papá tome sus vitaminas. Ya sabes que el pobre ha de estar desorientado. ¡Te quiero!
Dicho todo esto, bebió el jugo de naranja hasta el fondo.
Alicia se limitó a asentir mientras le lanzaba un beso en el aire, que fue esquivado por una carrera que enmarcó la rubia hacia el baño del segundo piso.
Tomó el dentífrico con urgencia, se cepilló los dientes, lavo su boca y su cara que incluso permanecía adormilada.
Sin tiempo de hacer nada más, cogió las grandes maletas negras que se encontraban ya listas en la entrada de su casa.
Martín le guiñó un ojo divertido mientras contemplaba la escena y ella suspiró con cansancio debido al zarandeo, no iba a ser su mejor día, sin duda. Su mayordomo y fiel amigo, estaba sorprendido por la reacción tardía de su mañana, pero sabía con exactitud que era la primera vez que algo así ocurría y de ninguna manera se dedicó a fastidiarla, como hacía la mayoría de las veces.
Acompañada por unos pasos de tras de sí, cerró la puerta de la mansión tras dar un portazo a toda prisa.
Se percató de que cargaba puesto el reloj negro en su muñeca y contemplo las agujas del reloj con el ceño fruncido.
—Demonios —susurró para sí misma mientras tiraba su bolso en el asiento de atrás y resoplaba de frustración.
Martín depositó las maletas de la rubia en la parte de atrás del vehículo.
—¡Gracias, Martin! —le sonrió como pudo por el retrovisor y él le correspondió con asentimiento educado pero no menos juguetón.
Introdujo la llave en el contacto una vez que se dio dé cuenta de que tenía más de un minuto observando con vista ausente el vidrio del parabrisas.
El motor rugió casi en comparación con su impotencia. Retiró el bolso de su pecho y colocó el teléfono sobre el tablero del carro.
Una luz roja proveniente de del semáforo hizo que detuviera el auto de un frenazo. ¡Que oportuno! Ya era un hecho que llegaría tarde a casa de Valerie. Allí ya se debían encontrar las chicas, Gabrielle, Deby, Skylar, Isabelle, preguntándose donde diablos estaría Lucy. Ya llevaba una hora de retraso y eso parecía mucho; la matarían en cuanto llegara.
Se arrepintió en su fuero interno de haberse comprometido de llevar a las chicas en su auto hacia la casa del padre de Harry —que es donde pasarían el verano—, que quedaba a como dos horas de diferencia; pero ese no era el problema, era más bien su falta de atención: se había quedado dormida. La responsabilidad era una característica esencial en ella y sentía una punzada de culpabilidad, ella siempre destacaba esa particularidad.
Casi diez minutos de espera, claxon por aquí, por allá y ninguno de los autos se movía. Estaba empezando a fastidiarle. Llegaría aún más tarde a su destino si el tráfico mañanero de California no se despejaba.
La vibración de su teléfono provoco que se estremeciera levemente y creyó que quizás eran las chicas, pero se extrañó al ver que el nombre reflejado en la pantalla era totalmente inesperado y diferente a uno cercano a su próximo ahorcamiento seguro.
Lo tomó entre sus manos y se relajó un poco.
‘Hola, Luciana. ¿Cómo va todo? ¿Están bien por allá? Creo que… tendremos un pequeño retraso, Harry se quedó dormido otra vez y no despierta. Ya lo conoces. Nos vemos pronto. Te quiero, Liam.’
‘Hey, Liam. Todo va bien, si estamos bien, mantén la calma, mamá. Yo también me quede dormida, no sean duros con él ¡También te quiero!’
Se preguntó cómo habrán solucionado el pequeño inconveniente diurno.
Su cabeza no dejaba de lanzar ideas o suposiciones de lo que sería pasar casi tres meses en compañía de sus mejores amigos desde la secundaria, aunque la idea no era tan fatídica como parecía. Después de todo les había extrañado un montón y una distracción no le haría daño.
Tendría que cuidar de diez adolescentes con personalidades diferentes pero que de una forma u otra, que encajaban con un clic perfectamente; y de todas maneras si no lo hacia ella, ¿quién? No había que olvidar que estaban controlados por las hormonas de todo muchacho. Más que un sentimiento de protección innecesaria era algo que naturalmente, irradiaba su persona.
Disipó prender el mini estéreo de su vehículo y olvidarse del asunto por un momento.
Colocó su disco favorito de Foster The People y le subió el volumen al máximo. Houdini era su canción favorita, y hacia que moviera la cabeza al ritmo de la canción. Había bajado la capota de su Audi y el sol pegaba directamente al vehículo, se sentía realmente genial.
Al cabo de dos canciones, poco más o menos, llego al aparcamiento de autos en los suburbios de California. Sitúo su teléfono en el bolsillo trasero de su short blanco, que contrastaba perfectamente con su color de piel casi pálido. Dejó la cartera en el auto, no tardaría mucho.
Caminó hacia la entrada de la gran casa de madera, no tocó la puerta si no que entró de una vez.
—¡Buenos días! —saludo alegre y cerró la puerta detrás de sí.
La gran casa de Valerie estaba algo silenciosa y le extrañó, por lo que se adentró un poco más a ella; ya era costumbre, su madre la quería casi como a una hija más y no eran necesarias las indicaciones.
Cuando llego al living, cuatro caras la miraban detenidamente, y no cinco porque Deby solo tenía los labios curveados en una sonrisa, bien ya conocía a Lucy como para determinar que ella se sentía culpable aunque fuera solo un poquito.
Y la castaña no se equivocó, era verdad.
—Chicas, lo sient… —la rubia se vio interrumpida por un siseo por parte de Gabrielle.
Ninguna desadoptó su postura.
—Tres horas tarde, Stanley —sermoneó Gabrielle.
Movía sus botas de tacón contra el suelo de madera, destilando un sonido algo molesto.
Lucy suspiro y sus ojos enfocaron a Deby, quien asintió rápidamente. La sacaría de problemas en un dos por tres.
—Chicas, ya saben cómo es Lucy; quizás no fue su intención llegar tarde —y ahí estaba esa voz tan dulce que podía convencer hasta a Harry de saltarse de un precipicio.
Nadie se le resistía.
—Deby tiene razón, chicas. Denle un respiro —Skylar le guiñó un ojo a Lucy.
En cambio Isabelle Y Gabrielle compartieron miradas cautelosas.
—Ya, evítense esto —regañó Valerie entornando los ojos en pro de la rubia—, Ven aquí y siéntate, querida —Valerie palmeo el puesto vacío a su lado en el gran sofá negro del living.
Todas rieron, sonaban como un sinfín de campanas, tan melodiosas como una canción de cuna. Centraron su atención en Lucy.
Parecía estar una reunión de arcaicas amigas del siglo XVII, las que no se veían desde años. Y en parte… así era.
—¿Por qué llegaste tarde, Lucy? —sonsacó Isabelle.
—Me quede dormida —contestó Lucy haciendo una mueca—. De todas maneras Harry también se quedó dormido y ellos también se retrasaron…
—Ese holgazán —apuntó Valerie en un bufido.
Deby rio sutilmente.
—Ya es hora de irnos, dejen de parlotear —dijo Isabelle y jaló a Luciana del brazo, levantándola del sofá.
Su agitación se vio presente debido a la gran sonrisa que adornaba su rostro. Por un momento, Micky pensó que sus mejillas se romperían de tanta presión.
—Hey, cálmate amiga —Lucy le abrió los ojos como platos.
—Niall no se va a ir corriendo, ¿a qué no? —agregó Skylar.
Un almohadón negro aterrizo en la cabeza de Isabelle; está se balanceó y centro todo el peso en su calzado.
—Idiota —musitó la chica.
—¡Déjenme buscar el equipaje! —avisó Gabrielle subiendo escaleras arriba haciendo un esfuerzo en ignorarnos y en evitar salir herida con otro almohadón más.
La madre de Valerie apareció en la estancia con una sonrisa maternal, una taza de té en la mano y el pijama color crema de seda que le cubría parte del cuerpo.
—Buenos días, corazones. ¿Ya se van? —alzó las cejas repetidas veces causando risotadas avergonzadas.
—¿Ya todo está listo? —preguntó Lucy echando una última ojeada a la parte trasera de su auto.
—Creo que si… —contestó Skylar.
—Bueno, ¡a divertirse nenas! —proclamó Gabrielle.
Todas se miraron entre sí y sus sonrisas relampaguearon la escena. A estas alturas ninguna podía ocultar su nerviosismo y su emoción. Sus ojos chispeaban de excitación. Se metieron en el auto en un movimiento ágil pero torpe a la vez, y prendieron la música a todo volumen. Lucy estaba a cargo del volante y en un asiento consigo al de la rubia, se encontraba Isabelle.
Ya hacía años que no se veían y la idea de un recuentro seguro les revolvía el estómago, el futuro cercano a partir del momento en que Lucy pisará el acelerador de su auto era impredecible e irreversible.

—Uno —susurró Louis tomando con mucho cuidado el balde que contenían casi cuatro litros de agua fría y hielos en él.
Sabían que Harry se molestaría, pero la madre del rizado ya les había dado permiso de hacerlo. De todos, modos valía la pena.
—Dos —el rubio sonrió y tomo la sabana que tapaba al rizado para a la cuenta de tres, jalarla.
Por su parte, Liam se encontraba sentado en la silla junto al escritorio de Harry, escribiéndole un mensaje a Lucy, ajeno a toda la situación que se desataría. Él les había advertido y Harry no sería condescendiente.
—Y tres —finalizo Zayn mirando la escena divertido.
Niall dejó caer la sabana al suelo y le hizo la seña a Louis para que vertiera el balde de agua fría. Zayn casi saltaba de emoción, al fin recibiría venganza. Harry le había tomado una foto de sus bóxers de cachorritos –regalo de una maternal e imprudente madre– y la había subido a Twitter.
—¡Malditos imbéciles! —grito Harry una vez que sintió el agua helada chocar contra su cuerpo.
El grito fue demasiado fuerte, tanto como para que Niall, Zayn y Louis salieran del cuarto corriendo tanto como podían.
Los matará, pensó Liam con resignación guardando su móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.
El rizado bajo las escaleras rápidamente, con el rostro transformado en cólera. Agua fría en tu cuerpo es lo más desagradable por las mañanas. Payne lo siguió, cuidando que en verdad si los matara por su mero acto de estupidez.
Liam no pudo evitar soltar una carcajada, una cosa que sabían hacer esos cinco eran las buenas bromas y esta vez, lograron afectar al rizado.
Harry lo fulminó con la mirada, sería la primera y última vez que le jugaran algo así. No sabía cuándo pero podían estar seguros de que no se quedaría de brazos cruzados.
Niall se encontraba detrás del sofá, pero no valió esconderse, se podía apreciar a simple vista. Los pies mojados de Harry chocaban contra las baldosas y eso solo sirvió para que Niall pensara con temor que era el final.
—Fue idea de Louis, lo siento, lo siento —el rubio hervía de miedo y alzo las manos para tapar su rostro ahogando una risa compulsiva.
Harry sabía que Niall no mataría ni a una mosca, pero aun así le dirigió una mirada de advertencia.
—Harry, contrólate —intervino Liam tomándolo del brazo para evitar que entrara a la cocina.
En la cocina estaban Louis y Zayn y le hicieron una advertencia a Liam, algo así como “Hablas y te mato”.
Harry le miro y le lanzó una mirada envenenada; si el castaño estuviera en su situación, hubiera hecho lo mismo.
Incluso los poderes paternales del castaño fueron de inútil intento.
—¡Amanecerán sin pelotas par de tarados! —explotó Harry en un grito que casi lo dejo sin aire y se revolvió de rabia en su postura.
Niall tembló de miedo y Liam casi se tiraba al suelo por la risotada que amenazaba con salir sin previo aviso de su boca.
—Vale, vale. Lo sentimos, Harry —Louis salió de su escondite para afrontar a Harry. Él se volvió y se encontró tan cerca con Louis, que ya podía verse ahorcándolo con fuerza—. No nos hagas nada malo, por favor. Solo es que las chicas ya deben ir en camino y nosotros… vamos tarde —eso sonó casi como a una súplica.
Louis parecía haber visto a un fantasma, estaba tan pálido como un papel.
En cambio, Zayn aún no inhibía la suspicacia de su mirada.
—DEBY te está esperando… —dijo Zayn alzando las cejas y agitando las llaves de su preciado Ferrari en el aire.
Harry las tomo de un tirón, no sin antes susurrar lo idiota que era el moreno.
—Todas las maletas están listas, solo vístete y baja —Harry parecía adormilado mientras escuchaba a Liam lanzar ordenes—. ¡Rápido! —gritó más fuerte.
Harry hizo algo con las manos y balbuceo algo intangible en cuanto se dio la vuelta.
Serían unas largas vacaciones de verano.
Pasaron aproximadamente treinta minutos y Harry bajo ahora con una sonrisa pintada en el rostro y más lleno de energía. Había recibido un mensaje de sus padres por email, donde le deseaba toda la suerte del mundo y que la casa de verano Styles estaría a su total y entera disposición.
Cada quien tomo sus maletas y las estaban colocando en el auto cuando una pregunta saco de sus pensamientos a Zayn, quien jugueteaba con sus dedos:
—¿Estás nervioso? —preguntó Niall colocando una mano en su hombro.
—Para nada —musitó Zayn.
Niall le sonrió, dándole aliento. El rubio sabía que la principal y única razón que tenía Zayn para estarse así era Valerie.
—¿Lerman no piensa llegar? —inquirió Louis impaciente mirando su reloj.
Todas las maletas se encontraban al frente del auto de Harry, esperando por ser introducidas en él. Los nervios de los chicos hacían que cada quien guardara silencio, y con él, trataban de ocultar su exaltación por la cuestión.
En ese preciso momento se oyó un claxon. Los cinco muchachos se volvieron y allí estaba Logan, bajando las maletas negras para su estadía en la casa de verano.
—¿Qué pasó, hermano? —Liam fue el primero en acercársele, se podría decir que se llevaban de maravilla. Hicieron ese habitual choque de manos.
—Todo bien, todo bien. ¿Ya nos vamos? —escudriñó Lerman mientras bajaba la última maleta de su auto.
—¡Lerman, mi amor, llegaste! —Louis corrió hacia el chico y lo abrazo con fuerza. Harry lo miraba extrañado—. Tranquilo, Hazza. ¡Hay amor para todos! —chillo Louis y Zayn le dio un codazo.
No podía faltar el acto de homosexualidad de Louis.
Todos rieron con sus gruesas y masculinas voces y Harry siguió colocando las maletas estratégicamente en su auto, de modo de que entraran todas. Logan estaciono su auto en el garaje de la casa de Harry, cuando regresaran lo recogería.
Emprendieron la marcha hacia el norte de California, por ahí quedaba la casa del padre de Harry. Zayn, quien iba de copiloto, coloco un disco con sus mezclas favoritas, entre ellas Light up the night, de Black Eyed Peas.
Se repitió la misma acción y todos cantaron la canción con agitación. Sus voces eran fenomenales y hacían que a cada chica que los oyera, se le alborotaran las hormonas.
Este viaje prometía cosas que ni ellos se esperaban. Era verano, la época en donde la diversión forma parte de tu vida 24/7, donde no importaba donde la pasaras, si no con quien lo pasaras. Un verano lleno de sorpresas, que dejarían a más de uno con la boca abierta. Todo podría ser válido bajo el sol resplandeciente de California. Sentimiento florecerán a flor de piel, sin su permiso, solo aparecerán y serán tan fuertes que… nada ni nadie podrá detenerlos.