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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Capitulo 5 Parte 2
Él era alto y sexy. No podía negarlo. Y esos ojos...
Ella podría mirar esos agudos ojos toda la eternidad, unos ojos dorados bordeados por unas pestañas gruesas y oscuras. Lo que es más, de pronto la textura de su piel la atrajo. Había algo electrizante en la línea de su mandíbula. Algo apetitoso. Algo que la cautivaba hasta el punto de hacerla desear tocarle.
Él se quedó completamente quieto mientras miraba fijamente sus labios entreabiertos. Kat tenía una boca muy bella que se complementaba con sus pálidos rasgos, un torrente de deseo lo abrasó. En realidad, toda ella era hermosa. Su piel era suave y pálida. Sus ojos brillantes e inteligentes.
Cuanto más la conocía, menos parecido con su madre le encontraba.
Hacía mucho tiempo que una mujer no le plantaba cara, nunca le habían hecho burla de forma tan directa. Demasiado tiempo desde que había sentido ese calor abrasador en el bajo vientre.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, agachó la cabeza y la besó.
Kat tembló al sentir sus labios contra los suyos. Nunca la habían besado antes. Entre su madre y su abuela, siempre había estado protegida y vigilada hasta tal punto que nadie había estado a solas con ella.
Al menos no durante mucho tiempo.
Siempre se había preguntado que se sentiría al recibir un tierno beso. Y tenía que decir que Harry no la había decepcionado. Sus labios eran suaves y exigentes, su cuerpo se sentía duro contra el suyo. Puso los brazos alrededor de su cuello, acercándolo más a ella. Oh, esto era el cielo. Maravilloso y cálido. Hipnotizante. Oh si, podría quedarse así mucho tiempo.
Hasta que de repente él fue arrancado de sus brazos y lanzado contra la pared. Harry maldijo mientras era sostenido en el aire a seis pies del suelo.
“Guarda tus labios y las otras partes de tu cuerpo para ti mismo o te quedarás sin cabeza”.
Kat se rió al oír en el cuarto el tronante tono de voz de su abuela, un instante antes de que Harry fuera lanzado con tanta fuerza contra el suelo, en verdad pudo oír el ruido de sus huesos al chocar.
Él dejó escapar un gruñido de indignación.
─Juro que cuando recupere mis poderes, si puedo volveré y....
─Sh... ─dijo Kat, interrumpiéndole─. Ten cuidado, ella puede oírte.
Él dio la vuelta sobre sí mismo y giró la cabeza para mirar a Kat desde el suelo. No sabía cómo esa postura podía resultar sexy, pero él conseguía hacerlo.
─¿Cómo va tu vida social?
─No tengo.
─Me lo creo ─dijo él mientras se ponía de pie─. Imagino que Joe es más duro que ella en lo que a ti se refiere.
La tristeza la invadió ante la mención del nombre de su padre, ya que daría cualquier cosa por conocerlo en esa faceta. Pero la verdad era que había accedido a la petición de su madre de mantenerse oculta, ya que entendía la razón por la que se lo había pedido, a pesar de que eso le hacía mucho daño. Honestamente, su separación era la cosa que más lamentaba en la vida.
─No realmente. Mi padre no sabe nada de mí.
Harry se quedó atontado por la noticia. Si él sabía algo de Joseph, era que el hombre estaría furioso cuando se enterara de que tenía una hija crecida y que nadie se lo había dicho.
─¿Cómo demonios no se ha enterado? Él lo sabe todo.
Kat se encogió de hombros.
─Casi todo. No puede ver nada que esté relacionado con los más cercanos a él, y dado que compartimos un vínculo genético, soy un fantasma para su visión. Mi madre fue la primera que me ocultó, y luego mi abuela se le unió al darse cuenta de que la noticia sólo le causaría más dolor...y le daría a mi madre otra herramienta para usar contra él. Créeme es mucho mejor para él no enterarse nunca de que existo.
Eso tenía sentido, pero seguía sin estar bien. Personalmente, mataría a cualquier persona que le hiciera algo así.
─¿Y nunca has pensado que pueden estar equivocadas?
─¿Tú qué piensas?
─Joe morirá si alguna vez se entera de que tiene una hija a la que nunca ha visto, y que además ya está crecida.
─Por eso nunca debe saberlo, y tienes que dejar de referirte a Artemisa como mi madre. Hasta donde todos saben, sólo soy una de sus siervas, una niña abandonada que Artemisa crió.
Harry sacudió la cabeza. Maldición, a excepción de perder un hijo, no podía imaginar otra cosa peor que tener uno y no saberlo. Joseph merecía algo mejor que eso.
─Vosotras tres realmente le habéis hecho algo horrible. ¿Alguien más lo sabe?
─Sólo Simi y nosotras. Y espero que no digas nada.
─No te preocupes. No quiero ser el mensajero al que él mate por el enfado cuando se entere.
Él le lanzó una sonrisa malvada, como si apreciara la imagen de Joe bombardeando a Artemisa hasta hacerla trizas.
─¿Sabes?, todo esto tiene su lado bueno. Tarde o temprano se va a enterar de tú existencia, y cuando lo haga matará a Artemisa por mí. Sólo espero estar allí para verlo.
Ella le puso mala cara, algo que de forma inexplicable hizo que su ingle le diera un tirón.
─Muy gracioso. Nunca la lastimará.
─Sí, lo sé. Maldita sea ─dijo él en voz baja─. El bastardo todavía está enamorado de ella. Hay algo que funciona mal en su cabeza.
─No ─dijo ella suavemente─. No está enamorado de ella. Lo sabría si fuera así. No estoy muy segura, pero diría que sólo estaba encaprichado de ella. Pero la entiende y no está en su naturaleza lastimar a nadie y más si puede ayudarle.
Harry bufó en desacuerdo. Había visto a Joe perder a muchas personas durante los siglos pasados. Una de las razones por las que Harry no empujó al dios Atlante más allá del límite. Y esas personas fueron perdidas menores. Harry no podía imaginar la furia que cegaría a Joe si se enteraba de su existencia.
─No lo conoces tan bien como crees.
─¿Y qué te hace a ti un experto?
─Déjame decirte que entiendo de traición. Y de haber estado donde él se encuentra, sé lo que se avecina y también sé que nada podrá pararlo.
Ella se tensó ante su advertencia. ─Artemisa no te traicionó.
─¿Quién te ha dicho que hablaba de ella?
Kat hizo una pausa como si tratara de leerle, pero Harry era todo menos un libro abierto. Hasta sus emociones estaban escondidas para ella. A pesar de que normalmente podía decir lo que sentía cualquiera que estuviera cerca de ella, y aunque notó punzadas de dolor en él, no podía sentir nada en él, como normalmente hacía. Era desconcertante y extraño, así que estaba desorientada.
─Entonces, ¿quién te traicionó?
Él cruzó los brazos sobre el pecho.
─Esa es la cosa acerca de la traición. Tú realmente no quieres hablar de eso, especialmente con desconocidos relacionados con tu peor enemigo.
Él miró alrededor del cuarto antes de hablar otra vez.
─¿Dónde nos deja esto de todas formas? ¿Tienes planes de retenerme aquí hasta después de que el gallu desate el Dimme o qué?
Esa parecía ser la pregunta del día. Ella no sabía qué hacer con él.
─¿No mientes sobre el Dimme?
Él se sacó la camisa para mostrarle un cuerpo cubierto de músculos y cicatrices. Algunas parecían ser marcas de garra, mientras que otras eran claramente mordeduras y quemaduras.
─¿Se ve como si estuviera bromeando?
No. Él parecía un antiguo guerrero que había participado en demasiadas batallas. Un pequeño temblor de simpatía la traspasó. Era obvio que él llevaba mucho tiempo luchando por preservar la humanidad.
Y lo había estado haciendo sólo la mayoría de las veces. Harry nadie que le cuidara la espalda.
Tenía heridas que lo demostraban. Nadie debería encarar tal pesadilla solo.
─¿Qué puedo hacer para ayudar?
Él se sorprendió por su pregunta, como si no pudiera creer lo que había oído, antes de ponerse la camisa delante. Pero su expresión cambió rápidamente a una dura y amarga.
─Envíame de regreso a mi lugar y mantente fuera de mi camino.
Kat negó con la cabeza. ¿Cómo se había podido olvidar el hecho de que era un dios machista prehistórico?
─Tal vez deberías acordarte, de que hay un perro de caza griego sediento de sangre que tiene tu nombre y tu tarjeta de visita. ¿Te acuerdas de él? Deimon no está exactamente para hacer amigos o exteriorizar misericordia. Pero lo único que él tiene que hacer es escucharme.
Él era alto y sexy. No podía negarlo. Y esos ojos...
Ella podría mirar esos agudos ojos toda la eternidad, unos ojos dorados bordeados por unas pestañas gruesas y oscuras. Lo que es más, de pronto la textura de su piel la atrajo. Había algo electrizante en la línea de su mandíbula. Algo apetitoso. Algo que la cautivaba hasta el punto de hacerla desear tocarle.
Él se quedó completamente quieto mientras miraba fijamente sus labios entreabiertos. Kat tenía una boca muy bella que se complementaba con sus pálidos rasgos, un torrente de deseo lo abrasó. En realidad, toda ella era hermosa. Su piel era suave y pálida. Sus ojos brillantes e inteligentes.
Cuanto más la conocía, menos parecido con su madre le encontraba.
Hacía mucho tiempo que una mujer no le plantaba cara, nunca le habían hecho burla de forma tan directa. Demasiado tiempo desde que había sentido ese calor abrasador en el bajo vientre.
Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, agachó la cabeza y la besó.
Kat tembló al sentir sus labios contra los suyos. Nunca la habían besado antes. Entre su madre y su abuela, siempre había estado protegida y vigilada hasta tal punto que nadie había estado a solas con ella.
Al menos no durante mucho tiempo.
Siempre se había preguntado que se sentiría al recibir un tierno beso. Y tenía que decir que Harry no la había decepcionado. Sus labios eran suaves y exigentes, su cuerpo se sentía duro contra el suyo. Puso los brazos alrededor de su cuello, acercándolo más a ella. Oh, esto era el cielo. Maravilloso y cálido. Hipnotizante. Oh si, podría quedarse así mucho tiempo.
Hasta que de repente él fue arrancado de sus brazos y lanzado contra la pared. Harry maldijo mientras era sostenido en el aire a seis pies del suelo.
“Guarda tus labios y las otras partes de tu cuerpo para ti mismo o te quedarás sin cabeza”.
Kat se rió al oír en el cuarto el tronante tono de voz de su abuela, un instante antes de que Harry fuera lanzado con tanta fuerza contra el suelo, en verdad pudo oír el ruido de sus huesos al chocar.
Él dejó escapar un gruñido de indignación.
─Juro que cuando recupere mis poderes, si puedo volveré y....
─Sh... ─dijo Kat, interrumpiéndole─. Ten cuidado, ella puede oírte.
Él dio la vuelta sobre sí mismo y giró la cabeza para mirar a Kat desde el suelo. No sabía cómo esa postura podía resultar sexy, pero él conseguía hacerlo.
─¿Cómo va tu vida social?
─No tengo.
─Me lo creo ─dijo él mientras se ponía de pie─. Imagino que Joe es más duro que ella en lo que a ti se refiere.
La tristeza la invadió ante la mención del nombre de su padre, ya que daría cualquier cosa por conocerlo en esa faceta. Pero la verdad era que había accedido a la petición de su madre de mantenerse oculta, ya que entendía la razón por la que se lo había pedido, a pesar de que eso le hacía mucho daño. Honestamente, su separación era la cosa que más lamentaba en la vida.
─No realmente. Mi padre no sabe nada de mí.
Harry se quedó atontado por la noticia. Si él sabía algo de Joseph, era que el hombre estaría furioso cuando se enterara de que tenía una hija crecida y que nadie se lo había dicho.
─¿Cómo demonios no se ha enterado? Él lo sabe todo.
Kat se encogió de hombros.
─Casi todo. No puede ver nada que esté relacionado con los más cercanos a él, y dado que compartimos un vínculo genético, soy un fantasma para su visión. Mi madre fue la primera que me ocultó, y luego mi abuela se le unió al darse cuenta de que la noticia sólo le causaría más dolor...y le daría a mi madre otra herramienta para usar contra él. Créeme es mucho mejor para él no enterarse nunca de que existo.
Eso tenía sentido, pero seguía sin estar bien. Personalmente, mataría a cualquier persona que le hiciera algo así.
─¿Y nunca has pensado que pueden estar equivocadas?
─¿Tú qué piensas?
─Joe morirá si alguna vez se entera de que tiene una hija a la que nunca ha visto, y que además ya está crecida.
─Por eso nunca debe saberlo, y tienes que dejar de referirte a Artemisa como mi madre. Hasta donde todos saben, sólo soy una de sus siervas, una niña abandonada que Artemisa crió.
Harry sacudió la cabeza. Maldición, a excepción de perder un hijo, no podía imaginar otra cosa peor que tener uno y no saberlo. Joseph merecía algo mejor que eso.
─Vosotras tres realmente le habéis hecho algo horrible. ¿Alguien más lo sabe?
─Sólo Simi y nosotras. Y espero que no digas nada.
─No te preocupes. No quiero ser el mensajero al que él mate por el enfado cuando se entere.
Él le lanzó una sonrisa malvada, como si apreciara la imagen de Joe bombardeando a Artemisa hasta hacerla trizas.
─¿Sabes?, todo esto tiene su lado bueno. Tarde o temprano se va a enterar de tú existencia, y cuando lo haga matará a Artemisa por mí. Sólo espero estar allí para verlo.
Ella le puso mala cara, algo que de forma inexplicable hizo que su ingle le diera un tirón.
─Muy gracioso. Nunca la lastimará.
─Sí, lo sé. Maldita sea ─dijo él en voz baja─. El bastardo todavía está enamorado de ella. Hay algo que funciona mal en su cabeza.
─No ─dijo ella suavemente─. No está enamorado de ella. Lo sabría si fuera así. No estoy muy segura, pero diría que sólo estaba encaprichado de ella. Pero la entiende y no está en su naturaleza lastimar a nadie y más si puede ayudarle.
Harry bufó en desacuerdo. Había visto a Joe perder a muchas personas durante los siglos pasados. Una de las razones por las que Harry no empujó al dios Atlante más allá del límite. Y esas personas fueron perdidas menores. Harry no podía imaginar la furia que cegaría a Joe si se enteraba de su existencia.
─No lo conoces tan bien como crees.
─¿Y qué te hace a ti un experto?
─Déjame decirte que entiendo de traición. Y de haber estado donde él se encuentra, sé lo que se avecina y también sé que nada podrá pararlo.
Ella se tensó ante su advertencia. ─Artemisa no te traicionó.
─¿Quién te ha dicho que hablaba de ella?
Kat hizo una pausa como si tratara de leerle, pero Harry era todo menos un libro abierto. Hasta sus emociones estaban escondidas para ella. A pesar de que normalmente podía decir lo que sentía cualquiera que estuviera cerca de ella, y aunque notó punzadas de dolor en él, no podía sentir nada en él, como normalmente hacía. Era desconcertante y extraño, así que estaba desorientada.
─Entonces, ¿quién te traicionó?
Él cruzó los brazos sobre el pecho.
─Esa es la cosa acerca de la traición. Tú realmente no quieres hablar de eso, especialmente con desconocidos relacionados con tu peor enemigo.
Él miró alrededor del cuarto antes de hablar otra vez.
─¿Dónde nos deja esto de todas formas? ¿Tienes planes de retenerme aquí hasta después de que el gallu desate el Dimme o qué?
Esa parecía ser la pregunta del día. Ella no sabía qué hacer con él.
─¿No mientes sobre el Dimme?
Él se sacó la camisa para mostrarle un cuerpo cubierto de músculos y cicatrices. Algunas parecían ser marcas de garra, mientras que otras eran claramente mordeduras y quemaduras.
─¿Se ve como si estuviera bromeando?
No. Él parecía un antiguo guerrero que había participado en demasiadas batallas. Un pequeño temblor de simpatía la traspasó. Era obvio que él llevaba mucho tiempo luchando por preservar la humanidad.
Y lo había estado haciendo sólo la mayoría de las veces. Harry nadie que le cuidara la espalda.
Tenía heridas que lo demostraban. Nadie debería encarar tal pesadilla solo.
─¿Qué puedo hacer para ayudar?
Él se sorprendió por su pregunta, como si no pudiera creer lo que había oído, antes de ponerse la camisa delante. Pero su expresión cambió rápidamente a una dura y amarga.
─Envíame de regreso a mi lugar y mantente fuera de mi camino.
Kat negó con la cabeza. ¿Cómo se había podido olvidar el hecho de que era un dios machista prehistórico?
─Tal vez deberías acordarte, de que hay un perro de caza griego sediento de sangre que tiene tu nombre y tu tarjeta de visita. ¿Te acuerdas de él? Deimon no está exactamente para hacer amigos o exteriorizar misericordia. Pero lo único que él tiene que hacer es escucharme.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Capitulo 5 Parte 3
─¿Y eso por qué?
Ella le sonrió divertida.
─Porque una vez pateé su trasero, y todavía lo recuerda.
Ella le abordó resuelta.
─Necesitas a alguien que te cubra.
Él la miró fríamente.
─No te ofendas. Pero llevo el tiempo suficiente en el mundo como para dejar que alguien haga eso, me apuñalaron así. Me gusta pensar que aprendo mis lecciones.
─No todo el mundo es un traidor.
─Mi experiencia dice otra cosa, y dado tu enlace genético con alguien que me hizo mucho daño, me perdonarás si no te pongo en la lista de las personas en las que confío.
Tenía razón en eso, pero ella no era como su madre.
─Soy la hija de mi padre también.
─Lo sé, pero por lo que me has contado has tenido menos trato con él que con tu madre. Así que me entenderás si actúo con cautela.
No podía culparle por sus sospechas. ¿Cómo podría ni siquiera ella confiaba en su madre?
Él la miro con fijeza.
─Necesito salir de aquí, Kat. No puedo hacer mi trabajo si estoy encerrado en el reino inferior.
─Y no puedo dejarte salir hasta que no sepa cuáles son tus planes.
Él dejó escapar un gruñido indignado.
─Pues evitar la aniquilación del género humano y de la tierra. Es un plan realmente simple, pero uno importante. ¿Puedo irme ya?
Una parte de ella estaba divertida, pero otra parte quería estrangularlo por su obstinación y su secretismo.
─¿Por qué necesitas la Tabla del Destino?
Él redujo la distancia que había entre ellos, para mirarla fijamente con esos ojos dorados echando fuego.
─Déjame salir de aquí, Katra. Ahora.
─No puedo.
─Entonces espero que puedas vivir con la muerte de la humanidad en tu conciencia. Él le señaló su sofá con el pulgar.
─Me sentaré aquí hasta que todo se acabe. ¿Tienes buenos DVD’s que pueda ver? Ayudará a ahogar por completo los gritos de misericordia. Especialmente los de los niños. Esos son los más difíciles de ignorar.
Sus palabras la hirieron en lo más profundo de su alma. Lo único que no podía soportar era la idea de un niño sufriendo. Él había dado en el blanco y eso le dolió.
─¡Maldito seas!
Sus rasgos se endurecieron.
─Demasiado tarde. Tú madre ya lo hizo.
Kat apartó la mirada mientras luchaba consigo misma. No podía perder el tiempo si lo que le había dicho él era cierto, pero ¿cuánto tiempo duraría él con un demonio persiguiéndolo?
Él no tenía poderes de Dios y el demonio era un cruel hijo de perra.
─¿Entiendes que allí arriba lo tendrás todo en contra?
Él le dirigió una mirada adusta.
─Si algo tan patético como un Dolophonos griego puede ganarme en una pelea, entonces merezco morir.
─¿Y qué pasará entonces con la humanidad?
─Estarán jodidos, ¿uh?
¿Cómo podía ser tan arrogante y apático? Sabía que lo tenía todo en su contra. ¿Pensaba realmente que podría ganar sin alguien a su lado para ayudarle?
No podía permitir que él muriera en una pelea sin que alguien más supiera cómo combatir a los gallu. El género humano necesitaba más de un defensor.
─Enséñame como luchar contra los Dimme.
Sin no estaría más sorprendido si ella se hubiera quitado la ropa y hubiera saltado sobre él.
─¿Perdona? Creo que no te he oído bien.
Ella no se echó atrás.
─He dicho que me enseñes como luchar contra ellos y contra los gallu.
Se rió de la idea de ella luchando contra ellos y su crueldad. Sí, ella era alta y no demasiado delgada, pero no conocía la fuerza del gallu, mucho menos la del Dimme. Se la comerían viva. Literalmente.
─Tú no tienes sangre sumeria.
─Hay formas de sortear eso.
Él dio un paso hacia atrás mientras una idea surgió en su mente.
─¿No habrá chupasangre en tu familia, verdad?
─No, pero si tomamos tu sangre, entonces tendríamos tu fuerza y tu sangre sumeria.
Eso no era todo lo que le daría, y él lo sabía.
─Y te daría poder sobre mí. Jódete.
Dio un paso hacia él, con sus ojos verdes suplicando.
─Harry...
─Katra.... ─se burló él─. No te daré ni a ti ni a nadie más el permiso para controlarme más de lo que habéis hecho ya. Nunca.
─Entonces déjame entrenar a tú lado. Enséñame.
─¿Mis mejores movimientos para que puedas matarme? ¿Qué? ¿Estás loca? Que te den.
Ella le gruñó.
─¿No confías en nadie?
─¿No hemos hablado ya de esto? Por supuesto que no. Nunca. ¿Por qué debería hacerlo?
─Porque nadie puede estar solo todo el tiempo.
Harry se rió. Parecía que ella realmente creía esa majadería, pero él no era tan ingenuo como para pensar que era verdad.
─Estás equivocada. He estado solo toda mi vida y me gusta estar así.
Ella no se aplacó todavía. Le persiguió a través de la habitación mientras él intentaba poner distancia entre ellos.
─Créeme Harry, sólo quiero ayudar.
─¿Realmente quieres que confíe en ti?
Se detuvo de forma tan repentina que ella chocó contra él. La blandura de su cuerpo hizo que él se sobresaltara, pero él no estaba dispuesto a dejar a su libido interferir con su lógica. Se dio la vuelta y la miro duramente. Sabía cómo hacer que dejará de decir estupideces.
─Bien. Confiaré en ti sólo con una condición. Dime como matarte.
Sus ojos se abrieron con confusión.
─¿Perdona?
Harry sonrió, sabía que ahora la tenía. Nunca le diría cual era la fuente de sus poderes.
─Todos los dioses tienen un secreto que los puede dejar desarmados y provocar su muerte. ¿Cuál es el tuyo?
Ahora él vio la sospecha en sus ojos. Era bueno que no fuera una tonta confiada. ─¿Cómo se que no me matarás?
─Bien ─dijo él duramente─. No es una cosa fácil, pero tendrás que confiar en mí. Ella todavía no había caído completamente. Tenía que admirarla por eso.
─Tú tienes la Tabla del Destino. Eso me puede dejar desarmado.
─Pero eso no demuestra que confíes en mí, ¿no es así? Dime cómo matarte sin eso.
Kat se paró en seco, como si considerase seriamente las consecuencias de contestarle. Dado el odio hacia su madre, sería totalmente estúpido darle esa clase de poder. Podría matarla, cuando quisiera, dónde quisiera.
Ella recordó todas las cosas que se decían en la base de datos de los Dark Hunter sobre él. No tenía compasión ni cordura. Pero un hombre así, no podría tener cicatrices de luchar contra demonios para proteger a la humanidad.
Tal hombre no habría ido a rescatarla. No, no era el monstruo que los demás habían pintado. Pero tampoco era un santo.
Confiar en él podría constarle la vida. No hacerlo podría destruir el mundo.
¿Realmente tenía elección?
No, no la tenía...
Era realmente aterrador, pero no tenía otra opción. Uno de ellos iba a tener que abrirse, y estaba segura de que no iba a ser él.
─Si te digo la respuesta, ¿me entrenarás? ─preguntó ella de nuevo.
─¿Y eso por qué?
Ella le sonrió divertida.
─Porque una vez pateé su trasero, y todavía lo recuerda.
Ella le abordó resuelta.
─Necesitas a alguien que te cubra.
Él la miró fríamente.
─No te ofendas. Pero llevo el tiempo suficiente en el mundo como para dejar que alguien haga eso, me apuñalaron así. Me gusta pensar que aprendo mis lecciones.
─No todo el mundo es un traidor.
─Mi experiencia dice otra cosa, y dado tu enlace genético con alguien que me hizo mucho daño, me perdonarás si no te pongo en la lista de las personas en las que confío.
Tenía razón en eso, pero ella no era como su madre.
─Soy la hija de mi padre también.
─Lo sé, pero por lo que me has contado has tenido menos trato con él que con tu madre. Así que me entenderás si actúo con cautela.
No podía culparle por sus sospechas. ¿Cómo podría ni siquiera ella confiaba en su madre?
Él la miro con fijeza.
─Necesito salir de aquí, Kat. No puedo hacer mi trabajo si estoy encerrado en el reino inferior.
─Y no puedo dejarte salir hasta que no sepa cuáles son tus planes.
Él dejó escapar un gruñido indignado.
─Pues evitar la aniquilación del género humano y de la tierra. Es un plan realmente simple, pero uno importante. ¿Puedo irme ya?
Una parte de ella estaba divertida, pero otra parte quería estrangularlo por su obstinación y su secretismo.
─¿Por qué necesitas la Tabla del Destino?
Él redujo la distancia que había entre ellos, para mirarla fijamente con esos ojos dorados echando fuego.
─Déjame salir de aquí, Katra. Ahora.
─No puedo.
─Entonces espero que puedas vivir con la muerte de la humanidad en tu conciencia. Él le señaló su sofá con el pulgar.
─Me sentaré aquí hasta que todo se acabe. ¿Tienes buenos DVD’s que pueda ver? Ayudará a ahogar por completo los gritos de misericordia. Especialmente los de los niños. Esos son los más difíciles de ignorar.
Sus palabras la hirieron en lo más profundo de su alma. Lo único que no podía soportar era la idea de un niño sufriendo. Él había dado en el blanco y eso le dolió.
─¡Maldito seas!
Sus rasgos se endurecieron.
─Demasiado tarde. Tú madre ya lo hizo.
Kat apartó la mirada mientras luchaba consigo misma. No podía perder el tiempo si lo que le había dicho él era cierto, pero ¿cuánto tiempo duraría él con un demonio persiguiéndolo?
Él no tenía poderes de Dios y el demonio era un cruel hijo de perra.
─¿Entiendes que allí arriba lo tendrás todo en contra?
Él le dirigió una mirada adusta.
─Si algo tan patético como un Dolophonos griego puede ganarme en una pelea, entonces merezco morir.
─¿Y qué pasará entonces con la humanidad?
─Estarán jodidos, ¿uh?
¿Cómo podía ser tan arrogante y apático? Sabía que lo tenía todo en su contra. ¿Pensaba realmente que podría ganar sin alguien a su lado para ayudarle?
No podía permitir que él muriera en una pelea sin que alguien más supiera cómo combatir a los gallu. El género humano necesitaba más de un defensor.
─Enséñame como luchar contra los Dimme.
Sin no estaría más sorprendido si ella se hubiera quitado la ropa y hubiera saltado sobre él.
─¿Perdona? Creo que no te he oído bien.
Ella no se echó atrás.
─He dicho que me enseñes como luchar contra ellos y contra los gallu.
Se rió de la idea de ella luchando contra ellos y su crueldad. Sí, ella era alta y no demasiado delgada, pero no conocía la fuerza del gallu, mucho menos la del Dimme. Se la comerían viva. Literalmente.
─Tú no tienes sangre sumeria.
─Hay formas de sortear eso.
Él dio un paso hacia atrás mientras una idea surgió en su mente.
─¿No habrá chupasangre en tu familia, verdad?
─No, pero si tomamos tu sangre, entonces tendríamos tu fuerza y tu sangre sumeria.
Eso no era todo lo que le daría, y él lo sabía.
─Y te daría poder sobre mí. Jódete.
Dio un paso hacia él, con sus ojos verdes suplicando.
─Harry...
─Katra.... ─se burló él─. No te daré ni a ti ni a nadie más el permiso para controlarme más de lo que habéis hecho ya. Nunca.
─Entonces déjame entrenar a tú lado. Enséñame.
─¿Mis mejores movimientos para que puedas matarme? ¿Qué? ¿Estás loca? Que te den.
Ella le gruñó.
─¿No confías en nadie?
─¿No hemos hablado ya de esto? Por supuesto que no. Nunca. ¿Por qué debería hacerlo?
─Porque nadie puede estar solo todo el tiempo.
Harry se rió. Parecía que ella realmente creía esa majadería, pero él no era tan ingenuo como para pensar que era verdad.
─Estás equivocada. He estado solo toda mi vida y me gusta estar así.
Ella no se aplacó todavía. Le persiguió a través de la habitación mientras él intentaba poner distancia entre ellos.
─Créeme Harry, sólo quiero ayudar.
─¿Realmente quieres que confíe en ti?
Se detuvo de forma tan repentina que ella chocó contra él. La blandura de su cuerpo hizo que él se sobresaltara, pero él no estaba dispuesto a dejar a su libido interferir con su lógica. Se dio la vuelta y la miro duramente. Sabía cómo hacer que dejará de decir estupideces.
─Bien. Confiaré en ti sólo con una condición. Dime como matarte.
Sus ojos se abrieron con confusión.
─¿Perdona?
Harry sonrió, sabía que ahora la tenía. Nunca le diría cual era la fuente de sus poderes.
─Todos los dioses tienen un secreto que los puede dejar desarmados y provocar su muerte. ¿Cuál es el tuyo?
Ahora él vio la sospecha en sus ojos. Era bueno que no fuera una tonta confiada. ─¿Cómo se que no me matarás?
─Bien ─dijo él duramente─. No es una cosa fácil, pero tendrás que confiar en mí. Ella todavía no había caído completamente. Tenía que admirarla por eso.
─Tú tienes la Tabla del Destino. Eso me puede dejar desarmado.
─Pero eso no demuestra que confíes en mí, ¿no es así? Dime cómo matarte sin eso.
Kat se paró en seco, como si considerase seriamente las consecuencias de contestarle. Dado el odio hacia su madre, sería totalmente estúpido darle esa clase de poder. Podría matarla, cuando quisiera, dónde quisiera.
Ella recordó todas las cosas que se decían en la base de datos de los Dark Hunter sobre él. No tenía compasión ni cordura. Pero un hombre así, no podría tener cicatrices de luchar contra demonios para proteger a la humanidad.
Tal hombre no habría ido a rescatarla. No, no era el monstruo que los demás habían pintado. Pero tampoco era un santo.
Confiar en él podría constarle la vida. No hacerlo podría destruir el mundo.
¿Realmente tenía elección?
No, no la tenía...
Era realmente aterrador, pero no tenía otra opción. Uno de ellos iba a tener que abrirse, y estaba segura de que no iba a ser él.
─Si te digo la respuesta, ¿me entrenarás? ─preguntó ella de nuevo.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Capitulo 5 Parte 4
─Claro, ¿qué más da?
Ella aspiró profundamente para reunir el coraje necesario antes de hablar otra vez.
─Muy bien. Mis poderes están derivados del sol y la luna. Mientras más tiempo pasó sin uno o sin otro, más débil me vuelvo. Por eso no puedo quedarme aquí con mi abuela, o me enfermaré. Si estuviera aquí recluida sin exponerme al cielo, moriría.
Harry clavó los ojos en ella con incredulidad. No podía creer que ella le hubiera contado todo eso. ¿Estaba loca?
─¿Cómo sé que eso es verdad?
─Sí, es verdad.
¡Sí!.... ella estaba chiflada. Sin lugar a dudas. ¿Qué tipo de tonto contaba algo así de importante?
─Tú sabes que odio a tu madre.
─Y sé lo que piensas de mi padre.
─Que aún no sabe que estás viva.
─Así es ─le concedió ella─. Pero quiero ayudarte a hacer lo correcto, y si para ello tengo que darte poder sobre mí, entonces lo haré.
Realmente estaba loca. No podría superarla después de eso. ¿Quién sería tan estúpido y confiado? ¿Y para qué? Para ayudar a una raza que no sabía que ella existía.
─Te puedo destruir ahora mismo.
─Sí ─dijo ella con sus ojos brillando intensamente─. Tú puedes. Pero confío en que no lo harás.
Harry meneó la cabeza con incredulidad. Nadie había confiado así en él... ni su esposa. Los dioses no renunciaban a ese tipo de control bajo ningún concepto.
─Tú no estás bien, ¿verdad?
─Podría ser. Otras personas definitivamente han creído que sí. Ahórrate el discurso he recibido peores insultos que esos.
Él levantó la mano para tocar su mejilla. Su piel se sintió suave como la seda contra la punta de sus dedos. Era muy delicada, pero sintió que tenía un corazón hecho de acero.
─¿Sabes el peligro al que vas a tener que enfrentarte?
─Vi como uno de ellos partía mi brazo hace un tiempo. Me hago una idea de lo a que me enfrentaré. Pero nunca me he echado a atrás por ninguna cosa. Necesitas ayuda, y yo te la voy a dar la quieras o no.
Alguien a su lado. Para luchar. Que concepto tan nuevo. Nadie le había hecho esa oferta antes y no estaba seguro de si debería aceptar. Pero le había dado su palabra y no era un tipo que rompía su palabra.
Todavía dudaba de ella.
─¿Cómo sé que no utilizarás lo que te voy a enseñar contra mí?
Ella hizo le gruñó con dureza.
─¿Hola? Tú eres el que sabe lo que se necesita para matarme. Pienso que aquí, soy yo la que probablemente acabe jodida.
Él sacudió la cabeza dándole la razón antes de apartar la mano de su cara.
─Está bien, te enseñaré. Pero ahora necesito salir de aquí. Debo regresar a mi casa, donde podremos prepararnos.
─Me parece bien.
En un parpadeo, estaban otra vez en su penthouse en Las Vegas. Él buscó con la mirada a Artemisa, pero ella y su Dolophonos se habían ido. Kish estaba todavía de pie al lado del sofá como una estatua de tamaño natural.
Kat frunció el ceño cuando vio por primera vez la forma congelada de Kish.
─¿Amigo o enemigo?
─Depende de la hora y del día ─él chasqueó sus dedos y Kish regresó a su estado normal.
Negando con la cabeza, Kish frunció el ceño. ─¿Me congelaste otra vez?
Harry se encogió de hombros.
─Me estabas molestando.
─Odio cuando haces eso ─respondió Kish reaccionando con retraso, mientras se percataba de que Kat estaba de pie a su lado, la miró con curiosidad. La confusión apareció en su cara antes de volverse hacia Harry─. ¿Artemisa y tú hicisteis las paces? ¿Joder, cuánto tiempo estuve congelado?
Kat se rió.
─No soy Artemisa.
─Cometí un error ─dijo Harry, no queriendo profundizar más en el tema.
─¿Y tú lo admites? ─Kish alzó sus manos─. No me tomes el pelo, jefe. Voy a vigilar el casino. No quiero saber nada de esto. Nada en absoluto. Kish quiere vivir, así que él se larga ―Adiós.
Apenas abrió la puerta salió disparado a través de ella, desapareciendo de su vista.
Kat le sonrió a Harry divertida.
─Interesante ayuda. ¿Es tú escudero?
─Harry negó con la cabeza antes de recoger su abrigo y dejarlo en un taburete detrás de la barra.
─No soy un Dark Hunter. No tengo escuderos. ─Interesante elección de palabras.
La miró con irritación.
─Ja, Ja.
Se movió para situarse frente a él, para atraparlo entre ella y la barra.
─¿Entonces por qué se te considera un Dark Hunter?
─Fue idea de Joseph. Pensó que ponerme en nómina era lo mínimo que podía hacer después de lo que me había hecho Artemisa.
─Pero tú no cazas Daimons.
─No. Joseph sabe desde el principio que los gallu están ahí fuera. Así nosotros dos los hemos estado manteniendo bajo control.
Kat frunció el ceño al oír eso.
─¿Joe te ayuda?
─¿Por qué te sorprendes?
─Pensaba que nadie fuera de tú panteón podía matarlos.
─Yeah, bueno, tu padre es un poco diferente. Estoy seguro de que sabes eso.
Kat no podría estar más de acuerdo con eso. Había algo en su padre que era extraño, por no decir más.
─Entonces, ¿por qué piensas que yo no puedo hacerlo?
─Porque tú no eres un Chthonian. Si lo fueras, entonces no tendrías una debilidad.
Kat frunció el ceño. Los Chthonians eran asesinos de dioses. Algo así como un sistema de contrapeso creado por la naturaleza. Eran los únicos que tenían el poder de destruir cualquier cosa indestructible. El único problema era que nadie sabía como destruirlos a ellos. La única persona que podría matar a un Chthonian era otro Chthonian.
─¿Ese es su secreto?
─No realmente. La mayoría de los dioses antiguos saben eso. Es por lo que ellos están tan asustados de la justicia Chthonian.
Verdad. Eran los únicos que podían hacer que los dioses antiguos se pusieran firmes y les escucharan. Desafortunadamente para Harry cuando el panteón de su madre atacó al suyo, los Chthonians estaban luchando entre ellos y no había nadie para proteger su panteón.
Kat miró hacia fuera por las altas ventanas a su izquierda, desde donde ella tenía una vista espectacular de las Vegas.
─De todas formas, ¿por qué estás viviendo en una zona al lado del desierto?
─Gestión logística. Mi padre expulsó al Dimme y al gallu aquí, porque en aquella época la población en América era escasa y pensó que sería un buen lugar para controlarlos. Desafortunadamente, él carecía de visión de futuro, por lo que no pudo prever el desarrollo nuclear en el siglo veinte. Con Nevada como lugar de pruebas, se empezaron a liberar gallu por docenas. Cuando se liberan, los cazo a ellos y a sus víctimas.
Kat cogió su mano y la puso entre las de ella, para poder estudiar todas las cicatrices que arruinaban su belleza. Ella recordó cuando era joven y su madre la había convocado a su dormitorio.
─Ayúdame, Katra. Tenemos que quitarle sus poderes o él me matará.
Kat se sobresaltó por el recuerdo. Harry había estado inconsciente todo el tiempo. Demasiado joven e ingenua, ella hizo lo que su madre le pidió.
Y había arruinado al hombre frente a ella.
La mataría si alguna vez se enteraba de la verdad.
─¿Qué le sucedió a tu padre? ─preguntó ella.
Harry acarició sus dedos con su pulgar antes de apartarse de ella.
─Tuvo que luchar en casa y fuera. ¿Cómo dice el viejo dicho? ¿Ten cuidado con los regalos que traen los griegos? Apolo y tú madre llegaron como amigos para propagar mentiras. Sistemáticamente nos pusieron a todos unos contra otros, hasta que no hubo nadie en quien confiar. No es que alguna vez los hubiera tenido para empezar. Después cansado y drenada mi fuerza, traté de advertir a los demás, pero pensaron que eso no podría pasarle a ellos. Fui un tonto después de todo y merecí lo que sucedió. Todos ellos eran más listos que yo. O eso pensaba.
─Sí, pero tú todavía estás aquí mientras ellos se han ido. Él inclinó la cabeza.
─Sobrevivir es la mejor venganza. Yo y la cucaracha. ─¿Y los gallu?
Él se rió de eso.
─Probablemente. Me vendrá bien tener que enfrentarme a esos bastardos por toda la eternidad.
Kat sonrió por su humor. Realmente era un ex dios listo y chistoso. Había algo en él que era absolutamente contagioso, y la dejaba atontada cuando estaba cerca de él. No era común que a ella le gustará alguien tan fácilmente. A pesar de todo lo que había oído sobre él, ella quería creer en él.
No tenía sentido.
Y aun así, todo lo que ella quería hacer era extender la mano y tocarle. Besarle otra vez, y ver que habría ocurrido si Apollymi no los hubiera interrumpido.
De forma instintiva ella dio un paso hacia él. Y probablemente habría dado otro si un temblor extraño no hubiera recorrido su columna vertebral. Era un hormigueo que ella conocía muy bien.
Daimon.
Nacido de la raza maldita Apolita que se vía forzada a morir dolorosamente a la tierna edad de veintisiete años, los Daimons podían sobrevivir sólo si empezaban a alimentarse de almas humanas. Y por eso, tenían que ser cazados. Tan pronto como tomaban un alma, ésta comenzaba a morir en el cuerpo extraño. La única forma de salvar el alma y enviarla al lugar donde debía estar, era matar al Daimon antes de que ésta muriera.
Ahora había un Daimon cerca.
Un golpe sonó en la puerta. Eso puso en funcionamiento su cuerpo. Había un Daimon ahí fuera. Ella lo sabía.
Trató de detener a Harry cuando éste fue a contestar el golpe, pero no la escuchó. Cuando abrió la puerta, allí parado, con un traje de chaqueta negro había un Daimon rubio y alto.
Haciendo aparecer un cuchillo en su mano, ella corrió hacia él.
─Claro, ¿qué más da?
Ella aspiró profundamente para reunir el coraje necesario antes de hablar otra vez.
─Muy bien. Mis poderes están derivados del sol y la luna. Mientras más tiempo pasó sin uno o sin otro, más débil me vuelvo. Por eso no puedo quedarme aquí con mi abuela, o me enfermaré. Si estuviera aquí recluida sin exponerme al cielo, moriría.
Harry clavó los ojos en ella con incredulidad. No podía creer que ella le hubiera contado todo eso. ¿Estaba loca?
─¿Cómo sé que eso es verdad?
─Sí, es verdad.
¡Sí!.... ella estaba chiflada. Sin lugar a dudas. ¿Qué tipo de tonto contaba algo así de importante?
─Tú sabes que odio a tu madre.
─Y sé lo que piensas de mi padre.
─Que aún no sabe que estás viva.
─Así es ─le concedió ella─. Pero quiero ayudarte a hacer lo correcto, y si para ello tengo que darte poder sobre mí, entonces lo haré.
Realmente estaba loca. No podría superarla después de eso. ¿Quién sería tan estúpido y confiado? ¿Y para qué? Para ayudar a una raza que no sabía que ella existía.
─Te puedo destruir ahora mismo.
─Sí ─dijo ella con sus ojos brillando intensamente─. Tú puedes. Pero confío en que no lo harás.
Harry meneó la cabeza con incredulidad. Nadie había confiado así en él... ni su esposa. Los dioses no renunciaban a ese tipo de control bajo ningún concepto.
─Tú no estás bien, ¿verdad?
─Podría ser. Otras personas definitivamente han creído que sí. Ahórrate el discurso he recibido peores insultos que esos.
Él levantó la mano para tocar su mejilla. Su piel se sintió suave como la seda contra la punta de sus dedos. Era muy delicada, pero sintió que tenía un corazón hecho de acero.
─¿Sabes el peligro al que vas a tener que enfrentarte?
─Vi como uno de ellos partía mi brazo hace un tiempo. Me hago una idea de lo a que me enfrentaré. Pero nunca me he echado a atrás por ninguna cosa. Necesitas ayuda, y yo te la voy a dar la quieras o no.
Alguien a su lado. Para luchar. Que concepto tan nuevo. Nadie le había hecho esa oferta antes y no estaba seguro de si debería aceptar. Pero le había dado su palabra y no era un tipo que rompía su palabra.
Todavía dudaba de ella.
─¿Cómo sé que no utilizarás lo que te voy a enseñar contra mí?
Ella hizo le gruñó con dureza.
─¿Hola? Tú eres el que sabe lo que se necesita para matarme. Pienso que aquí, soy yo la que probablemente acabe jodida.
Él sacudió la cabeza dándole la razón antes de apartar la mano de su cara.
─Está bien, te enseñaré. Pero ahora necesito salir de aquí. Debo regresar a mi casa, donde podremos prepararnos.
─Me parece bien.
En un parpadeo, estaban otra vez en su penthouse en Las Vegas. Él buscó con la mirada a Artemisa, pero ella y su Dolophonos se habían ido. Kish estaba todavía de pie al lado del sofá como una estatua de tamaño natural.
Kat frunció el ceño cuando vio por primera vez la forma congelada de Kish.
─¿Amigo o enemigo?
─Depende de la hora y del día ─él chasqueó sus dedos y Kish regresó a su estado normal.
Negando con la cabeza, Kish frunció el ceño. ─¿Me congelaste otra vez?
Harry se encogió de hombros.
─Me estabas molestando.
─Odio cuando haces eso ─respondió Kish reaccionando con retraso, mientras se percataba de que Kat estaba de pie a su lado, la miró con curiosidad. La confusión apareció en su cara antes de volverse hacia Harry─. ¿Artemisa y tú hicisteis las paces? ¿Joder, cuánto tiempo estuve congelado?
Kat se rió.
─No soy Artemisa.
─Cometí un error ─dijo Harry, no queriendo profundizar más en el tema.
─¿Y tú lo admites? ─Kish alzó sus manos─. No me tomes el pelo, jefe. Voy a vigilar el casino. No quiero saber nada de esto. Nada en absoluto. Kish quiere vivir, así que él se larga ―Adiós.
Apenas abrió la puerta salió disparado a través de ella, desapareciendo de su vista.
Kat le sonrió a Harry divertida.
─Interesante ayuda. ¿Es tú escudero?
─Harry negó con la cabeza antes de recoger su abrigo y dejarlo en un taburete detrás de la barra.
─No soy un Dark Hunter. No tengo escuderos. ─Interesante elección de palabras.
La miró con irritación.
─Ja, Ja.
Se movió para situarse frente a él, para atraparlo entre ella y la barra.
─¿Entonces por qué se te considera un Dark Hunter?
─Fue idea de Joseph. Pensó que ponerme en nómina era lo mínimo que podía hacer después de lo que me había hecho Artemisa.
─Pero tú no cazas Daimons.
─No. Joseph sabe desde el principio que los gallu están ahí fuera. Así nosotros dos los hemos estado manteniendo bajo control.
Kat frunció el ceño al oír eso.
─¿Joe te ayuda?
─¿Por qué te sorprendes?
─Pensaba que nadie fuera de tú panteón podía matarlos.
─Yeah, bueno, tu padre es un poco diferente. Estoy seguro de que sabes eso.
Kat no podría estar más de acuerdo con eso. Había algo en su padre que era extraño, por no decir más.
─Entonces, ¿por qué piensas que yo no puedo hacerlo?
─Porque tú no eres un Chthonian. Si lo fueras, entonces no tendrías una debilidad.
Kat frunció el ceño. Los Chthonians eran asesinos de dioses. Algo así como un sistema de contrapeso creado por la naturaleza. Eran los únicos que tenían el poder de destruir cualquier cosa indestructible. El único problema era que nadie sabía como destruirlos a ellos. La única persona que podría matar a un Chthonian era otro Chthonian.
─¿Ese es su secreto?
─No realmente. La mayoría de los dioses antiguos saben eso. Es por lo que ellos están tan asustados de la justicia Chthonian.
Verdad. Eran los únicos que podían hacer que los dioses antiguos se pusieran firmes y les escucharan. Desafortunadamente para Harry cuando el panteón de su madre atacó al suyo, los Chthonians estaban luchando entre ellos y no había nadie para proteger su panteón.
Kat miró hacia fuera por las altas ventanas a su izquierda, desde donde ella tenía una vista espectacular de las Vegas.
─De todas formas, ¿por qué estás viviendo en una zona al lado del desierto?
─Gestión logística. Mi padre expulsó al Dimme y al gallu aquí, porque en aquella época la población en América era escasa y pensó que sería un buen lugar para controlarlos. Desafortunadamente, él carecía de visión de futuro, por lo que no pudo prever el desarrollo nuclear en el siglo veinte. Con Nevada como lugar de pruebas, se empezaron a liberar gallu por docenas. Cuando se liberan, los cazo a ellos y a sus víctimas.
Kat cogió su mano y la puso entre las de ella, para poder estudiar todas las cicatrices que arruinaban su belleza. Ella recordó cuando era joven y su madre la había convocado a su dormitorio.
─Ayúdame, Katra. Tenemos que quitarle sus poderes o él me matará.
Kat se sobresaltó por el recuerdo. Harry había estado inconsciente todo el tiempo. Demasiado joven e ingenua, ella hizo lo que su madre le pidió.
Y había arruinado al hombre frente a ella.
La mataría si alguna vez se enteraba de la verdad.
─¿Qué le sucedió a tu padre? ─preguntó ella.
Harry acarició sus dedos con su pulgar antes de apartarse de ella.
─Tuvo que luchar en casa y fuera. ¿Cómo dice el viejo dicho? ¿Ten cuidado con los regalos que traen los griegos? Apolo y tú madre llegaron como amigos para propagar mentiras. Sistemáticamente nos pusieron a todos unos contra otros, hasta que no hubo nadie en quien confiar. No es que alguna vez los hubiera tenido para empezar. Después cansado y drenada mi fuerza, traté de advertir a los demás, pero pensaron que eso no podría pasarle a ellos. Fui un tonto después de todo y merecí lo que sucedió. Todos ellos eran más listos que yo. O eso pensaba.
─Sí, pero tú todavía estás aquí mientras ellos se han ido. Él inclinó la cabeza.
─Sobrevivir es la mejor venganza. Yo y la cucaracha. ─¿Y los gallu?
Él se rió de eso.
─Probablemente. Me vendrá bien tener que enfrentarme a esos bastardos por toda la eternidad.
Kat sonrió por su humor. Realmente era un ex dios listo y chistoso. Había algo en él que era absolutamente contagioso, y la dejaba atontada cuando estaba cerca de él. No era común que a ella le gustará alguien tan fácilmente. A pesar de todo lo que había oído sobre él, ella quería creer en él.
No tenía sentido.
Y aun así, todo lo que ella quería hacer era extender la mano y tocarle. Besarle otra vez, y ver que habría ocurrido si Apollymi no los hubiera interrumpido.
De forma instintiva ella dio un paso hacia él. Y probablemente habría dado otro si un temblor extraño no hubiera recorrido su columna vertebral. Era un hormigueo que ella conocía muy bien.
Daimon.
Nacido de la raza maldita Apolita que se vía forzada a morir dolorosamente a la tierna edad de veintisiete años, los Daimons podían sobrevivir sólo si empezaban a alimentarse de almas humanas. Y por eso, tenían que ser cazados. Tan pronto como tomaban un alma, ésta comenzaba a morir en el cuerpo extraño. La única forma de salvar el alma y enviarla al lugar donde debía estar, era matar al Daimon antes de que ésta muriera.
Ahora había un Daimon cerca.
Un golpe sonó en la puerta. Eso puso en funcionamiento su cuerpo. Había un Daimon ahí fuera. Ella lo sabía.
Trató de detener a Harry cuando éste fue a contestar el golpe, pero no la escuchó. Cuando abrió la puerta, allí parado, con un traje de chaqueta negro había un Daimon rubio y alto.
Haciendo aparecer un cuchillo en su mano, ella corrió hacia él.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
nononono D: Harry mi chulo :c sdfñ siguela
Feer :)x.
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Mas comentarios y la sigoo minimo pag 10
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
oh por diooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos D: dfghjklñ mas tarde vuelvo
Feer :)x.
Página 7 de 50. • 1 ... 6, 7, 8 ... 28 ... 50
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