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EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
dfghjklsdfghjkldfghjkl mañana bailo D: fghjk{
Feer :)x.
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 1/5
Capitulo 6 Parte 4
Esta vez no se molestó con el vaso. Bebió directamente de la botella antes de responder.
─En cuanto fui negado y Zakar desapareció, estaba sola luchando contra ellos. La escuché gritar pidiendo ayuda, y me apresuré hacia ella aunque sabía que no tenía poder para combatirlos.
Tragó mientras el dolor le inundaba los ojos.
─Fue demasiado tarde. No tienes ni idea de lo que se siente al coger a tu propia hija en brazos y verla morir. Saber que si todavía tuvieras tus poderes, podrías haberla salvado ─su mirada la atravesó─. Podría haberle perdonado a Artemisa lo que me hizo. Es la muerte de mi hija la que nunca superaré. Si alguna vez tengo oportunidad de matar a esa perra, créeme, la aprovecharé. Y al demonio todas las consecuencias.
Un escalofrío recorrió a Kat ante sus sinceras palabras. No podía culparle por ello. Había visto el dolor de la muerte de Ishtar a través de sus ojos, y había sentido su horror y cólera.
Ningún padre merecía ese recuerdo.
Tragándose el nudo que tenía en la garganta, dio un paso hacia delante.
─Harry...
─No me toques. No necesito consuelo, especialmente no de la hija de la mujer que me lo quitó todo.
Kat asintió. Entendía eso, y le dolía por él.
─¿Qué pasó con los poderes de Ishtar cuando murió? Harry se acabó la botella de un último trago.
─Antes de morir, me pasó los suficientes para evitar que el universo se desenmarañase. Es por ello que ahora puedo luchar contra los gallu y derrotarlos. Tras su muerte, el resto fueron liberados, lo que dio lugar a una tremenda erupción volcánica. Entonces Afrodita entró en nuestro panteón como la diosa del amor y la belleza para reemplazar a Ishtar, y poco tiempo después, mi panteón pasó a ser historia. Literalmente.
Kat tragó al recordar a los dioses griegos hablando de ello. Afrodita había usado los celos como un arma para enfrentar a los Sumerios los unos contra los otros, hasta que no confiaron en nadie cercano a ellos. La tía de Kat había sido insidiosa como manipuladora. Todavía le sorprendía a Kat que la gente que se había conocido desde hacía tanto tiempo hubiera estado tan dispuesta a escuchar las mentiras de una recién llegada.
Lo dispuestos que habían estado a dejarse llevar por una emoción tan negativa hasta el punto de hacer lo que fuera para ir contra otro, sólo para ver caer a su inocente enemigo.
Al final, todos habían pagado un precio excesivo.
Pero eso era el pasado y no podía solucionar su actual dilema. Lo que necesitaban era a alguien que pudiera...
Ella se detuvo al recordar algo que Sin había dicho.
─Tengo una pregunta. ¿Por qué no puedes hacer lo que hacía Zakar? Si sois gemelos, ¿no puedes luchar contra Asag en un sueño y entonces obtener el mismo tipo de poderes demoníacos?
Harry se limpió la boca con el dorso de la mano.
─Si tuviese todos mis poderes y no la mitad de los de Ishtar, habría un montón de cosas que podría hacer... como matar a tu madre, por ejemplo.
Kat había caído directa en ese comentario. Eligiendo ignorar su rencor, probó con otra idea.
─¿Qué me dices de los Oneroi? ─Eran los dioses del sueño del panteón griego─. ¿Podemos coger a uno para que encuentre a Asag y luche contra él?
─Podemos intentarlo. Por supuesto, no tenemos ni idea de cómo les podrá afectar el veneno de Asag, ya que pertenecen a otro panteón. Podría ser muy interesante. O funcionaría o se convertirían en un nuevo tipo de demonio que tendríamos que aprender a matar. ¿A quién deberíamos escoger para que hiciese de conejillo de indias?
Kat torció la cara ante su sarcasmo. Tenía razón, por supuesto. No podían saber cómo esa cosa podría afectar negativamente a uno de sus primos.
─Parece que Zakar es nuestra mejor apuesta.
─A menos que puedas persuadir a la perra de tu madre para que libere mis poderes, sí.
Ella estrechó la mirada.
─Bueno, eso es un poco difícil, ya que ni siquiera puedo persuadirla para que te perdone la vida, ¿eh? No te has hecho querer exactamente.
─Oh, perdona mi total falta de modales. ¿Deberíamos llamar a Mamá querida e invitarla a tomar el té? Prometo comportarme con mis mejores modales cuando la estrangule hasta dejarla sin vida.
─Vaya ─dijo Kish con una risa al entrar a la habitación a su derecha─, ¿qué es esto? ¿La batalla entre el Sarcástico y la Cabreada? ¿Debería hacer palomitas? Olvídate de American Idol, tío. Esto es mucho más entretenido.
Harry fulminó a su sirviente con una mirada asesina.
─¿Hay alguna razón para tu último comentario irritante, Kish?
─Tuve un repentino deseo de morir. Sentí la necesidad de subir hasta aquí para que me congelaras de nuevo. Me gusta ser una estatua... al menos mientras no me coloques en un parque de algún sitio y dejes que las palomas me caguen encima.
Kat tuvo que reprimir una risa. Oh, si las miradas pudiesen mutilar, Kish sería un kish kebab.
─Vale ─dijo Kish, alargando la palabra─, la razón de mi visita es que hay un hombre abajo esperando para hablar contigo. Dice que es urgente.
─Estoy un poco ocupado.
─Ya le dije eso.
─Entonces, ¿por qué me estás molestando?
Kish estiró su puño cerrado.
─Quería que te diera esto.
Harry tuvo que luchar para no poner los ojos en blanco hacia su sirviente.
─No acepto sobornos. ─Pero cuando Kish dejó caer un pequeño medallón en la mano de Harry, su agitación se evaporó. Era una antigua moneda babilonia─. ¿Por casualidad mencionó su nombre?
─Kessar.
Kat frunció el ceño ante el nombre que nunca antes había escuchado. ─¿Kessar? ─repitió.
Harry no habló mientras un frío temor y cólera hundían su estómago. ─Es para los gallu lo que Stryker es para los Daimon ─explicó.
Harry otra palabra, agarró un bastón de la pared y se dirigió al ascensor para bajar al casino.
Capitulo 6 Parte 4
Esta vez no se molestó con el vaso. Bebió directamente de la botella antes de responder.
─En cuanto fui negado y Zakar desapareció, estaba sola luchando contra ellos. La escuché gritar pidiendo ayuda, y me apresuré hacia ella aunque sabía que no tenía poder para combatirlos.
Tragó mientras el dolor le inundaba los ojos.
─Fue demasiado tarde. No tienes ni idea de lo que se siente al coger a tu propia hija en brazos y verla morir. Saber que si todavía tuvieras tus poderes, podrías haberla salvado ─su mirada la atravesó─. Podría haberle perdonado a Artemisa lo que me hizo. Es la muerte de mi hija la que nunca superaré. Si alguna vez tengo oportunidad de matar a esa perra, créeme, la aprovecharé. Y al demonio todas las consecuencias.
Un escalofrío recorrió a Kat ante sus sinceras palabras. No podía culparle por ello. Había visto el dolor de la muerte de Ishtar a través de sus ojos, y había sentido su horror y cólera.
Ningún padre merecía ese recuerdo.
Tragándose el nudo que tenía en la garganta, dio un paso hacia delante.
─Harry...
─No me toques. No necesito consuelo, especialmente no de la hija de la mujer que me lo quitó todo.
Kat asintió. Entendía eso, y le dolía por él.
─¿Qué pasó con los poderes de Ishtar cuando murió? Harry se acabó la botella de un último trago.
─Antes de morir, me pasó los suficientes para evitar que el universo se desenmarañase. Es por ello que ahora puedo luchar contra los gallu y derrotarlos. Tras su muerte, el resto fueron liberados, lo que dio lugar a una tremenda erupción volcánica. Entonces Afrodita entró en nuestro panteón como la diosa del amor y la belleza para reemplazar a Ishtar, y poco tiempo después, mi panteón pasó a ser historia. Literalmente.
Kat tragó al recordar a los dioses griegos hablando de ello. Afrodita había usado los celos como un arma para enfrentar a los Sumerios los unos contra los otros, hasta que no confiaron en nadie cercano a ellos. La tía de Kat había sido insidiosa como manipuladora. Todavía le sorprendía a Kat que la gente que se había conocido desde hacía tanto tiempo hubiera estado tan dispuesta a escuchar las mentiras de una recién llegada.
Lo dispuestos que habían estado a dejarse llevar por una emoción tan negativa hasta el punto de hacer lo que fuera para ir contra otro, sólo para ver caer a su inocente enemigo.
Al final, todos habían pagado un precio excesivo.
Pero eso era el pasado y no podía solucionar su actual dilema. Lo que necesitaban era a alguien que pudiera...
Ella se detuvo al recordar algo que Sin había dicho.
─Tengo una pregunta. ¿Por qué no puedes hacer lo que hacía Zakar? Si sois gemelos, ¿no puedes luchar contra Asag en un sueño y entonces obtener el mismo tipo de poderes demoníacos?
Harry se limpió la boca con el dorso de la mano.
─Si tuviese todos mis poderes y no la mitad de los de Ishtar, habría un montón de cosas que podría hacer... como matar a tu madre, por ejemplo.
Kat había caído directa en ese comentario. Eligiendo ignorar su rencor, probó con otra idea.
─¿Qué me dices de los Oneroi? ─Eran los dioses del sueño del panteón griego─. ¿Podemos coger a uno para que encuentre a Asag y luche contra él?
─Podemos intentarlo. Por supuesto, no tenemos ni idea de cómo les podrá afectar el veneno de Asag, ya que pertenecen a otro panteón. Podría ser muy interesante. O funcionaría o se convertirían en un nuevo tipo de demonio que tendríamos que aprender a matar. ¿A quién deberíamos escoger para que hiciese de conejillo de indias?
Kat torció la cara ante su sarcasmo. Tenía razón, por supuesto. No podían saber cómo esa cosa podría afectar negativamente a uno de sus primos.
─Parece que Zakar es nuestra mejor apuesta.
─A menos que puedas persuadir a la perra de tu madre para que libere mis poderes, sí.
Ella estrechó la mirada.
─Bueno, eso es un poco difícil, ya que ni siquiera puedo persuadirla para que te perdone la vida, ¿eh? No te has hecho querer exactamente.
─Oh, perdona mi total falta de modales. ¿Deberíamos llamar a Mamá querida e invitarla a tomar el té? Prometo comportarme con mis mejores modales cuando la estrangule hasta dejarla sin vida.
─Vaya ─dijo Kish con una risa al entrar a la habitación a su derecha─, ¿qué es esto? ¿La batalla entre el Sarcástico y la Cabreada? ¿Debería hacer palomitas? Olvídate de American Idol, tío. Esto es mucho más entretenido.
Harry fulminó a su sirviente con una mirada asesina.
─¿Hay alguna razón para tu último comentario irritante, Kish?
─Tuve un repentino deseo de morir. Sentí la necesidad de subir hasta aquí para que me congelaras de nuevo. Me gusta ser una estatua... al menos mientras no me coloques en un parque de algún sitio y dejes que las palomas me caguen encima.
Kat tuvo que reprimir una risa. Oh, si las miradas pudiesen mutilar, Kish sería un kish kebab.
─Vale ─dijo Kish, alargando la palabra─, la razón de mi visita es que hay un hombre abajo esperando para hablar contigo. Dice que es urgente.
─Estoy un poco ocupado.
─Ya le dije eso.
─Entonces, ¿por qué me estás molestando?
Kish estiró su puño cerrado.
─Quería que te diera esto.
Harry tuvo que luchar para no poner los ojos en blanco hacia su sirviente.
─No acepto sobornos. ─Pero cuando Kish dejó caer un pequeño medallón en la mano de Harry, su agitación se evaporó. Era una antigua moneda babilonia─. ¿Por casualidad mencionó su nombre?
─Kessar.
Kat frunció el ceño ante el nombre que nunca antes había escuchado. ─¿Kessar? ─repitió.
Harry no habló mientras un frío temor y cólera hundían su estómago. ─Es para los gallu lo que Stryker es para los Daimon ─explicó.
Harry otra palabra, agarró un bastón de la pared y se dirigió al ascensor para bajar al casino.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 2/5
CAPÍTULO 7
Kat intercambió un ceño fruncido con Kish antes de seguir a Harry por el corredor donde estaba el ascensor. Harry les dirigió una perturbadora mirada cuando lo hicieron a un lado para entrar en el ornamentado y revestido ascensor con él.
─¿Qué? ─preguntó Kat irritada, mirándolo.
La respuesta de él fue un gruñido por lo bajo.
─¿Debo suponer que conoces a ese tío, jefe?─preguntó Kish. Harry siguió sin hablar.
Kat no necesitaba sus poderes para sentir la salvaje furia en el interior de Harry, para sentir al asesino en que se había convertido ante la mera mención del nombre de Kessar. Kat no sabía qué pasado tenían en común, pero era obvio que no era uno feliz. Aparentemente, Kessar, junto con la madre de ella, no era demasiado apreciado por Harry.
Harry estaba rígido como una vara detrás de ella, y agarraba con fuerza el bastón en un puño de nudillos blanquecinos. En ese momento sus rasgos parecían incluso más duros. Sus ojos estaban vidriosos. No sabía cómo se las arreglaba para parecer atractivo, pero había algo en él, y en su furia, que hacía jadear a sus hormonas.
De pronto, la canción ―Get Stoned de Hinder le pasó por la mente. Totalmente inapropiada, especialmente en un momento como ese. Aún así, no pudo evitar preguntarse si la ira realmente mejoraría el sexo.
Por otra parte, no tenía una idea cabal de cómo era el sexo ni siquiera tranquilo.
De verdad que deberían dejarme salir más.
Harry la miró como si pudiera leerle los pensamientos. Oh, estupendo. Justo lo que necesitaba... tenerlo dentro de la cabeza, oyendo el hecho de que se sentía atraída por sus miradas furiosas. Genial. Simplemente genial.
Ya que estaba en eso bien podría haberse puesto a chillar como una adolescente de trece años y decirle lo guapo que estaba cuando la regañaba. Por suerte para ella, él siempre lo estaba.
Desviando la mirada hacia las puertas, no dijo nada ni hizo ningún movimiento que pudiese traicionar la senda por donde iban sus pensamientos. ¡Sería tan embarazoso! Especialmente dado el hecho de que el hombre odiaba a toda su ascendencia materna.
Había degradaciones que una persona simplemente no necesitaba. Ésta era, definitivamente, una de ellas. Así que intentó ignorarlo. Algo que habría sido mucho más fácil si su imagen no se reflejase en el acero de las puertas. Maldita sea, el hombre era guapísimo, especialmente cuando tenía aquella dura mirada de determinación. Era todo un predador y hombre.
Era una combinación peligrosa para su cordura.
Tan pronto como se abrieron las puertas del ascensor, Harry salió y caminó delante de ellos... algo increíble dado el hecho de que no le gustaba tener gente a sus espaldas. Supongo que confía en que Kish le advierta si me muevo para atacarlo.
Qué pensamiento tan encantador...
El casino estaba oscuro, con luces brillando provenientes de las tragaperras y las mesas. El ruido de campanillas y tonos electrónicos luchaban por la supremacía, mientras los ganadores reían y otros gritaban por encima de la tenue música. El casino parecía una total anarquía, y al mismo tiempo invitador y divertido. Kat no sabía qué pasaba con los sitios como aquel, pero eran hipnóticos.
Inconsciente de todo eso, Harry cruzaba el área con resolución, dirigiéndose hacia las mesas de juego, como si supiese por instinto dónde encontrar a su enemigo.
Kat miraba a izquierda y derecha, intentando localizar a alguien que pudiese estar contra ellos o cualquiera que pudiese ser una de aquellas cosas que la habían atacado en Nueva York. Vio numerosos humanos inconscientes del hecho de que estaban en mitad de una zona de guerra. Algunas camareras altas y rubias con cortos vestidos negros hicieron una pausa para mirarla con malicia. Eran Apolitas, pero la que circulaba con el cambio, era una Daimon mujer. De hecho, curvó su labio hacia Kat, mostrando la punta de un colmillo.
Ignoró a la Daimon mientras continuaba su búsqueda de demonios gallu.
De pronto, algo la recorrió. Era como hielo deslizándose por su espalda. Un sexto sentido que le advertía del peligro. Hizo una pausa cuando un movimiento a su izquierda captó su atención.
Había cinco hombres allí, todos con trajes negros y devastadoramente atractivos. Sus pieles eran oscuras y bronceadas, lo que dado su ascendencia persa tenía sentido. Tres de ellos tenían el cabello negro y rizado, cortado en un estilo desgreñado. Otro tenía el lacio cabello negro recogido en una cola de caballo. Los ojos de todos eran tan negros como sus cabellos. Como brillante obsidiana.
Pero el líder del grupo...
Destacaba incluso más que el resto. Su cabello era de un oscuro color rubio caramelo con mechones de un rubio más claro. Sus facciones eran definidas y hermosas. Aristocráticas. Y aunque estaba oscuro dentro del casino, llevaba un par de gafas de sol color marrón oscuro que ocultaban sus ojos. No fue hasta que se acercó que Kat se dio cuenta de por qué.
Sus ojos eran de color rojo sangre.
Una siniestra media sonrisa curvó sus labios cuando Harry se detuvo frente a él.
Había algo insidiosamente malvado en Kessar, incluso aunque fuese hermoso. No había duda de que había sido la clase de niño que le había arrancado las alas... bueno, probablemente a los Carontes y luego reído mientras lloraban.
─Vaya, vaya. Nana ─dijo con una voz casi jovial─. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Harry ignoró su pregunta y formuló la suya propia.
─¿Quién demonios te ha dejado salir?
Kessar rió en voz baja y de manera maligna, y como Harry, eligió no contestar la pregunta.
─Las Dimme se están despertando. Sé que lo sabes ─cerró los ojos como si saboreara algo delicioso─. Puedo oír sus alas desplegándose mientras hablamos. Siento la sangre empezando a bombear a través de sus venas. Mis hermanas estarán hambrientas cuando despierten. Debemos asegurarnos de que tengan un buen banquete.
Harry echó un vistazo a los demonios detrás de Kessar antes de dirigir al demonio una penetrante mirada.
─Y yo sé exactamente con qué alimentarlas.
Kessar lo miró.
─No somos una especie caníbal, así que en eso no tendrás suerte. Simplemente considera que esto es una cita amistosa sólo para dejarte saber que no encontrarás lo que estás buscando... Así que no malgastes el tiempo. Encontramos la Luna primero, y ahora está donde no puedes tocarlo. Y cuando mis hermanas despierten, te unirás a él en la pura miseria.
La cara de Harry empalideció mientras se le endurecían las facciones. Kat pudo sentir el ansioso pánico crecer dentro de él.
─¿Qué has hecho con Zakar?
Kessar lo ignoró mientras centraba aquella fría y letal mirada en Kat. Un ligero ceño le oscureció la frente antes de que se moviese para colocarse frente a ella.
─¿Qué tenemos aquí? ─preguntó en tono cantarín─. Una Atlante. Creí que estaban todos muertos.
─Sorpresa ─se mofó Kat.
Él pareció saborear el rencor de ella. Levantó la mano para trazar el ángulo de su mandíbula con el dorso de un nudillo.
Despectivamente, Kat apartó bruscamente la cabeza de su frío contacto. Quería escupirle, pero era demasiado digna para hacer algo así.
Harry los separó con el bastón, usándolo para forzar a Kessar a alejarse de ella. Kessar bajó la vista hacia el bastón y su cara palideció por completo.
─No puedes usar eso delante de los humanos. ¿Qué dirían?
Harry se encogió de hombros.
─Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas. Después de todo, es la Ciudad del Pecado.
─Ummm ─Kessar levantó la mano y chasqueó los dedos sobre su hombro. El demonio con la cola de caballo se adelantó. Kessar abrió la mano y el demonio le puso una pequeña caja en la palma. Kessar se la tendió a Harry.
─En ese caso, aquí tienes un pequeño detalle para que me recuerdes.
Harry lo abrió. Kat se giró cuando vio un dedo rígido con un anillo. Era tan desagradable.
CAPÍTULO 7
Kat intercambió un ceño fruncido con Kish antes de seguir a Harry por el corredor donde estaba el ascensor. Harry les dirigió una perturbadora mirada cuando lo hicieron a un lado para entrar en el ornamentado y revestido ascensor con él.
─¿Qué? ─preguntó Kat irritada, mirándolo.
La respuesta de él fue un gruñido por lo bajo.
─¿Debo suponer que conoces a ese tío, jefe?─preguntó Kish. Harry siguió sin hablar.
Kat no necesitaba sus poderes para sentir la salvaje furia en el interior de Harry, para sentir al asesino en que se había convertido ante la mera mención del nombre de Kessar. Kat no sabía qué pasado tenían en común, pero era obvio que no era uno feliz. Aparentemente, Kessar, junto con la madre de ella, no era demasiado apreciado por Harry.
Harry estaba rígido como una vara detrás de ella, y agarraba con fuerza el bastón en un puño de nudillos blanquecinos. En ese momento sus rasgos parecían incluso más duros. Sus ojos estaban vidriosos. No sabía cómo se las arreglaba para parecer atractivo, pero había algo en él, y en su furia, que hacía jadear a sus hormonas.
De pronto, la canción ―Get Stoned de Hinder le pasó por la mente. Totalmente inapropiada, especialmente en un momento como ese. Aún así, no pudo evitar preguntarse si la ira realmente mejoraría el sexo.
Por otra parte, no tenía una idea cabal de cómo era el sexo ni siquiera tranquilo.
De verdad que deberían dejarme salir más.
Harry la miró como si pudiera leerle los pensamientos. Oh, estupendo. Justo lo que necesitaba... tenerlo dentro de la cabeza, oyendo el hecho de que se sentía atraída por sus miradas furiosas. Genial. Simplemente genial.
Ya que estaba en eso bien podría haberse puesto a chillar como una adolescente de trece años y decirle lo guapo que estaba cuando la regañaba. Por suerte para ella, él siempre lo estaba.
Desviando la mirada hacia las puertas, no dijo nada ni hizo ningún movimiento que pudiese traicionar la senda por donde iban sus pensamientos. ¡Sería tan embarazoso! Especialmente dado el hecho de que el hombre odiaba a toda su ascendencia materna.
Había degradaciones que una persona simplemente no necesitaba. Ésta era, definitivamente, una de ellas. Así que intentó ignorarlo. Algo que habría sido mucho más fácil si su imagen no se reflejase en el acero de las puertas. Maldita sea, el hombre era guapísimo, especialmente cuando tenía aquella dura mirada de determinación. Era todo un predador y hombre.
Era una combinación peligrosa para su cordura.
Tan pronto como se abrieron las puertas del ascensor, Harry salió y caminó delante de ellos... algo increíble dado el hecho de que no le gustaba tener gente a sus espaldas. Supongo que confía en que Kish le advierta si me muevo para atacarlo.
Qué pensamiento tan encantador...
El casino estaba oscuro, con luces brillando provenientes de las tragaperras y las mesas. El ruido de campanillas y tonos electrónicos luchaban por la supremacía, mientras los ganadores reían y otros gritaban por encima de la tenue música. El casino parecía una total anarquía, y al mismo tiempo invitador y divertido. Kat no sabía qué pasaba con los sitios como aquel, pero eran hipnóticos.
Inconsciente de todo eso, Harry cruzaba el área con resolución, dirigiéndose hacia las mesas de juego, como si supiese por instinto dónde encontrar a su enemigo.
Kat miraba a izquierda y derecha, intentando localizar a alguien que pudiese estar contra ellos o cualquiera que pudiese ser una de aquellas cosas que la habían atacado en Nueva York. Vio numerosos humanos inconscientes del hecho de que estaban en mitad de una zona de guerra. Algunas camareras altas y rubias con cortos vestidos negros hicieron una pausa para mirarla con malicia. Eran Apolitas, pero la que circulaba con el cambio, era una Daimon mujer. De hecho, curvó su labio hacia Kat, mostrando la punta de un colmillo.
Ignoró a la Daimon mientras continuaba su búsqueda de demonios gallu.
De pronto, algo la recorrió. Era como hielo deslizándose por su espalda. Un sexto sentido que le advertía del peligro. Hizo una pausa cuando un movimiento a su izquierda captó su atención.
Había cinco hombres allí, todos con trajes negros y devastadoramente atractivos. Sus pieles eran oscuras y bronceadas, lo que dado su ascendencia persa tenía sentido. Tres de ellos tenían el cabello negro y rizado, cortado en un estilo desgreñado. Otro tenía el lacio cabello negro recogido en una cola de caballo. Los ojos de todos eran tan negros como sus cabellos. Como brillante obsidiana.
Pero el líder del grupo...
Destacaba incluso más que el resto. Su cabello era de un oscuro color rubio caramelo con mechones de un rubio más claro. Sus facciones eran definidas y hermosas. Aristocráticas. Y aunque estaba oscuro dentro del casino, llevaba un par de gafas de sol color marrón oscuro que ocultaban sus ojos. No fue hasta que se acercó que Kat se dio cuenta de por qué.
Sus ojos eran de color rojo sangre.
Una siniestra media sonrisa curvó sus labios cuando Harry se detuvo frente a él.
Había algo insidiosamente malvado en Kessar, incluso aunque fuese hermoso. No había duda de que había sido la clase de niño que le había arrancado las alas... bueno, probablemente a los Carontes y luego reído mientras lloraban.
─Vaya, vaya. Nana ─dijo con una voz casi jovial─. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Harry ignoró su pregunta y formuló la suya propia.
─¿Quién demonios te ha dejado salir?
Kessar rió en voz baja y de manera maligna, y como Harry, eligió no contestar la pregunta.
─Las Dimme se están despertando. Sé que lo sabes ─cerró los ojos como si saboreara algo delicioso─. Puedo oír sus alas desplegándose mientras hablamos. Siento la sangre empezando a bombear a través de sus venas. Mis hermanas estarán hambrientas cuando despierten. Debemos asegurarnos de que tengan un buen banquete.
Harry echó un vistazo a los demonios detrás de Kessar antes de dirigir al demonio una penetrante mirada.
─Y yo sé exactamente con qué alimentarlas.
Kessar lo miró.
─No somos una especie caníbal, así que en eso no tendrás suerte. Simplemente considera que esto es una cita amistosa sólo para dejarte saber que no encontrarás lo que estás buscando... Así que no malgastes el tiempo. Encontramos la Luna primero, y ahora está donde no puedes tocarlo. Y cuando mis hermanas despierten, te unirás a él en la pura miseria.
La cara de Harry empalideció mientras se le endurecían las facciones. Kat pudo sentir el ansioso pánico crecer dentro de él.
─¿Qué has hecho con Zakar?
Kessar lo ignoró mientras centraba aquella fría y letal mirada en Kat. Un ligero ceño le oscureció la frente antes de que se moviese para colocarse frente a ella.
─¿Qué tenemos aquí? ─preguntó en tono cantarín─. Una Atlante. Creí que estaban todos muertos.
─Sorpresa ─se mofó Kat.
Él pareció saborear el rencor de ella. Levantó la mano para trazar el ángulo de su mandíbula con el dorso de un nudillo.
Despectivamente, Kat apartó bruscamente la cabeza de su frío contacto. Quería escupirle, pero era demasiado digna para hacer algo así.
Harry los separó con el bastón, usándolo para forzar a Kessar a alejarse de ella. Kessar bajó la vista hacia el bastón y su cara palideció por completo.
─No puedes usar eso delante de los humanos. ¿Qué dirían?
Harry se encogió de hombros.
─Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas. Después de todo, es la Ciudad del Pecado.
─Ummm ─Kessar levantó la mano y chasqueó los dedos sobre su hombro. El demonio con la cola de caballo se adelantó. Kessar abrió la mano y el demonio le puso una pequeña caja en la palma. Kessar se la tendió a Harry.
─En ese caso, aquí tienes un pequeño detalle para que me recuerdes.
Harry lo abrió. Kat se giró cuando vio un dedo rígido con un anillo. Era tan desagradable.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 3/5
Capitulo 7 Parte 2
Harry siseó y se movió hacia Kessar, pero Damien tiró de él hacia atrás.
─Aquí no, Harry. Ahora no.
─Bastardo ─gruñó Sin entre dientes─. Será mejor que vigiles tu espalda. Iré por ti.
─Qué gracioso, es lo mismo que dijo Zakar. Pero no ha hablado en bastante tiempo. Todo lo que hace ahora es gemir y llorar ─sonrió fríamente─. Lo mismo que harás tú.
Damien mantuvo su agarre sobre Harry. Pero Kat había tenido suficiente. Podría ser demasiado digna para escupir, pero en el fondo, era la hija de su padre. Sin previo aviso, caminó hasta Kessar y le dio un rodillazo en la ingle.
Kessar se dobló instantáneamente, gimiendo. Era agradable saber que los demonios eran tan susceptibles a aquella táctica como los humanos. Cuando el de la cola de caballo se acercó le dio un puñetazo tan fuerte que lo hizo girar. El resto no hizo más que parpadear.
Kat levantó a Kessar del cabello para poder susurrarle en el oído.
─Nunca subestimes a un Atlante. No pertenecemos a tu mediocre panteón.
La cara de él cambió al oírla. Largas venas le sobresalieron en la frente antes de que sus ojos resplandecieran. La boca se alargó y apareció la doble fila de colmillos. Iba a morderla, pero Harry lo agarró por la garganta.
Harry lo tiró en los brazos de Damien.
─Saca la basura, Damien. No quiero que apeste mi casino.
La cara de Kessar volvió a la normalidad tan rápido que dejó a Kat pasmada. Kessar empujó a Damien lejos de él.
─No me toques, Daimon. No eres digno.
Damien curvó los labios.
─Como quieras, gilipollas. De cualquier forma no desearía que el hedor del fango Sumerio me impregne. Llévate a tus chicas y sal de nuestro casino.
Kessar se alisó las mangas de la camisa. ─Oh, volveremos. Por la fuerza.
Los rasgos de Harry eran fríos y duros. ─Lo esperaremos con ansias.
─Al igual que yo.
Y diciendo esto, se dieron la vuelta y se fueron, en formación de V literalmente.
─Wow ─dijo Kat en voz baja─. Con esa formación, me recuerdan a un grupo de gansos.
─Sí, y al igual que los gansos, normalmente te cagan toda la propiedad. Damien sacó un pequeño spray bucal del bolsillo y empezó a rociar el lugar. ─Una pena que no tengamos un espanta demonios.
─Quizás sí ─Kat los miró a los dos─, ¿Qué es lo que más odian los gallu? ─Lo estas viendo ─dijo Harry secamente.
─Sí, pero lo más cercano sería un Caronte. ¿Verdad? Harry la miró divertido.
─Por si no lo has notado, ya no hay una provisión de ellos en este reino. Creo que tu abuela tiene el monopolio sobre ellos.
Kat rió.
─No del todo. Conozco a una en particular a quien le gustaría venir aquí y tener la oportunidad de tomarse un frenético festín, especialmente aquí en las Vegas, donde hay tantos bonitos brillos que ver.
Damien y Harry intercambiaron un ceño fruncido.
─¿Quién es esa demonio? ─preguntó Damián─. Y más importante, ¿es atractiva?
─Oh, es muy atractiva. Pero debo avisaros contra intentar nada con ella. El último hombre que lo hizo, tristemente, terminó muerto.
Kat sacó el móvil del cinturón de Damien y marcó el único número que haría sonar el exquisito y rosado móvil Razr cubierto con diamantes blancos y rosados.
─¿Hola?
Kat sonrió ante la ligera y cantarina voz que conocía y quería tanto. ─¿Simi? ¿Tienes algo de tiempo libre?
Simi hizo un sonido de disgusto en el otro lado.
─Por supuesto que lo tengo. Ya sabes Akri está en el Olimpo con la Diosa Vaca que quiero comerme, pero no deja a que la Simi la tenga para cenar. Así que ¿por qué me llamas, pequeña Akra—Kitty?
─Estoy en las Vegas y desesperadamente necesito la ayuda de un demonio de calidad. Tráete tu salsa de barbacoa, cariño ─Kat le sonrió a Harry triunfante─. Mucha.
─Oh... ¿Un buffet?
─Sí, señora. Tanto como quieras.
Simi soltó un chillido emocionado.
─ La Simi va de camino. Déjame empaquetar un par de cosas y estaré ahí enseguida.
Kat colgó y le devolvió el teléfono a Damien.
─Una Caronte realmente hambrienta está de camino.
Harry asintió, pero su cara seguía siendo sombría cuando observó la caja que tenía en la mano.
Kat le puso la mano encima para consolarlo. ─Encontraremos a tu hermano, Harry.
La expresión de él hizo que le doliera el corazón.
─Sí, pero ¿qué es exactamente lo que vamos a encontrar?
Se le encogió el estómago al pensarlo y pudo sentir cómo crecía la furia dentro de él. Si no fuese por su madre, Harry habría podido proteger a su hermano y mantenerlo a salvo. Debía estar planeando nuevas formas de torturar a Artemisa incluso mientras estaba allí de pie, y Kat no podía culparlo ni siquiera un poco.
Damien se aclaró la garganta.
─Ya ha amanecido, jefe. Pero esta noche podemos ayudarte a buscarlo. Harry negó con la cabeza.
─Tú te quedarás fuera de esto. Te cortarían como a mantequilla.
La mirada en la cara de Damien decía que no estaba ni un poco asustado.
─¿Qué hay de Savitar? ─preguntó Kat, pensando en alguien que estuviera dispuesto a ayudarlos en su causa─. ¿O alguno de los Chthonians, para el caso? ¿No nos ayudarían?
─Aún no lo han hecho. Desde su guerra civil, todo lo que quieren es defender sus territorios e ignorar al resto.
Harry apoyó el bastón en el suelo.
Kat ladeó la cabeza, recordando la forma en que Kessar había reaccionado ante ello. Por si solo había hecho vacilar al demonio.
─¿Qué es eso que llevas? ¿Criptonita para demonios?
─Algo así.
Levantó el mango para mostrarle una fina cuchilla, que era exactamente lo que ella esperaba que ocultase el bastón.
─Fue creado por Anu de forma similar a las dagas Atlantes que pueden matar a los Carontes. Es la forma en que mantenemos a los gallu a raya.
Oh, le gustaba cómo sonaba aquello.
─¿Tienes más?
─No ─dijo él con un suspiro─. Después de todos estos siglos, se han vuelto frágiles. Ésta es la última que tengo, y ya que Anu no está para hacer más...
Estaban jodidos. No hacía falta que dijese las palabras, la mente de ella las dijo por él.
─¿Funcionaría con ellos una daga Atlante?
─No lo sé. ¿Tienes una?
─En realidad no. Sólo pensaba en voz alta. Se suponía que no ibas a ponerme en evidencia.
─Perdóname por estropear tu plan ─Sin se giró hacia Kish, quién había estado increíblemente quieto durante todo aquello─. Descubre los espejos del casino. Asegúrate que tenemos superficies reflectantes en todas las entradas.
Kat frunció el ceño.
─¿Para mantener fuera a los Dark—Hunters?
─Para mantener fuera a los gallu. Los espejos les enseñan lo que son. No se acercarán a uno.
Damien soltó un bufido.
─Me gusta más la idea de mantener fuera a los Dark—Hunters.
Kat le dirigió una mirada maliciosa.
─Seguro que sí. Me sorprende que ninguno haya estado aquí haciendo limpieza, por decirlo así.
─No me muestro realmente amistoso con ellos ─dijo Harry─. Los de aquí saben que este lugar es mío y me dejan espacio. Después de todo, al contrario de los verdaderos Dark—Hunters, no tengo prohibido golpearles o matarles, y lo saben.
Capitulo 7 Parte 2
Harry siseó y se movió hacia Kessar, pero Damien tiró de él hacia atrás.
─Aquí no, Harry. Ahora no.
─Bastardo ─gruñó Sin entre dientes─. Será mejor que vigiles tu espalda. Iré por ti.
─Qué gracioso, es lo mismo que dijo Zakar. Pero no ha hablado en bastante tiempo. Todo lo que hace ahora es gemir y llorar ─sonrió fríamente─. Lo mismo que harás tú.
Damien mantuvo su agarre sobre Harry. Pero Kat había tenido suficiente. Podría ser demasiado digna para escupir, pero en el fondo, era la hija de su padre. Sin previo aviso, caminó hasta Kessar y le dio un rodillazo en la ingle.
Kessar se dobló instantáneamente, gimiendo. Era agradable saber que los demonios eran tan susceptibles a aquella táctica como los humanos. Cuando el de la cola de caballo se acercó le dio un puñetazo tan fuerte que lo hizo girar. El resto no hizo más que parpadear.
Kat levantó a Kessar del cabello para poder susurrarle en el oído.
─Nunca subestimes a un Atlante. No pertenecemos a tu mediocre panteón.
La cara de él cambió al oírla. Largas venas le sobresalieron en la frente antes de que sus ojos resplandecieran. La boca se alargó y apareció la doble fila de colmillos. Iba a morderla, pero Harry lo agarró por la garganta.
Harry lo tiró en los brazos de Damien.
─Saca la basura, Damien. No quiero que apeste mi casino.
La cara de Kessar volvió a la normalidad tan rápido que dejó a Kat pasmada. Kessar empujó a Damien lejos de él.
─No me toques, Daimon. No eres digno.
Damien curvó los labios.
─Como quieras, gilipollas. De cualquier forma no desearía que el hedor del fango Sumerio me impregne. Llévate a tus chicas y sal de nuestro casino.
Kessar se alisó las mangas de la camisa. ─Oh, volveremos. Por la fuerza.
Los rasgos de Harry eran fríos y duros. ─Lo esperaremos con ansias.
─Al igual que yo.
Y diciendo esto, se dieron la vuelta y se fueron, en formación de V literalmente.
─Wow ─dijo Kat en voz baja─. Con esa formación, me recuerdan a un grupo de gansos.
─Sí, y al igual que los gansos, normalmente te cagan toda la propiedad. Damien sacó un pequeño spray bucal del bolsillo y empezó a rociar el lugar. ─Una pena que no tengamos un espanta demonios.
─Quizás sí ─Kat los miró a los dos─, ¿Qué es lo que más odian los gallu? ─Lo estas viendo ─dijo Harry secamente.
─Sí, pero lo más cercano sería un Caronte. ¿Verdad? Harry la miró divertido.
─Por si no lo has notado, ya no hay una provisión de ellos en este reino. Creo que tu abuela tiene el monopolio sobre ellos.
Kat rió.
─No del todo. Conozco a una en particular a quien le gustaría venir aquí y tener la oportunidad de tomarse un frenético festín, especialmente aquí en las Vegas, donde hay tantos bonitos brillos que ver.
Damien y Harry intercambiaron un ceño fruncido.
─¿Quién es esa demonio? ─preguntó Damián─. Y más importante, ¿es atractiva?
─Oh, es muy atractiva. Pero debo avisaros contra intentar nada con ella. El último hombre que lo hizo, tristemente, terminó muerto.
Kat sacó el móvil del cinturón de Damien y marcó el único número que haría sonar el exquisito y rosado móvil Razr cubierto con diamantes blancos y rosados.
─¿Hola?
Kat sonrió ante la ligera y cantarina voz que conocía y quería tanto. ─¿Simi? ¿Tienes algo de tiempo libre?
Simi hizo un sonido de disgusto en el otro lado.
─Por supuesto que lo tengo. Ya sabes Akri está en el Olimpo con la Diosa Vaca que quiero comerme, pero no deja a que la Simi la tenga para cenar. Así que ¿por qué me llamas, pequeña Akra—Kitty?
─Estoy en las Vegas y desesperadamente necesito la ayuda de un demonio de calidad. Tráete tu salsa de barbacoa, cariño ─Kat le sonrió a Harry triunfante─. Mucha.
─Oh... ¿Un buffet?
─Sí, señora. Tanto como quieras.
Simi soltó un chillido emocionado.
─ La Simi va de camino. Déjame empaquetar un par de cosas y estaré ahí enseguida.
Kat colgó y le devolvió el teléfono a Damien.
─Una Caronte realmente hambrienta está de camino.
Harry asintió, pero su cara seguía siendo sombría cuando observó la caja que tenía en la mano.
Kat le puso la mano encima para consolarlo. ─Encontraremos a tu hermano, Harry.
La expresión de él hizo que le doliera el corazón.
─Sí, pero ¿qué es exactamente lo que vamos a encontrar?
Se le encogió el estómago al pensarlo y pudo sentir cómo crecía la furia dentro de él. Si no fuese por su madre, Harry habría podido proteger a su hermano y mantenerlo a salvo. Debía estar planeando nuevas formas de torturar a Artemisa incluso mientras estaba allí de pie, y Kat no podía culparlo ni siquiera un poco.
Damien se aclaró la garganta.
─Ya ha amanecido, jefe. Pero esta noche podemos ayudarte a buscarlo. Harry negó con la cabeza.
─Tú te quedarás fuera de esto. Te cortarían como a mantequilla.
La mirada en la cara de Damien decía que no estaba ni un poco asustado.
─¿Qué hay de Savitar? ─preguntó Kat, pensando en alguien que estuviera dispuesto a ayudarlos en su causa─. ¿O alguno de los Chthonians, para el caso? ¿No nos ayudarían?
─Aún no lo han hecho. Desde su guerra civil, todo lo que quieren es defender sus territorios e ignorar al resto.
Harry apoyó el bastón en el suelo.
Kat ladeó la cabeza, recordando la forma en que Kessar había reaccionado ante ello. Por si solo había hecho vacilar al demonio.
─¿Qué es eso que llevas? ¿Criptonita para demonios?
─Algo así.
Levantó el mango para mostrarle una fina cuchilla, que era exactamente lo que ella esperaba que ocultase el bastón.
─Fue creado por Anu de forma similar a las dagas Atlantes que pueden matar a los Carontes. Es la forma en que mantenemos a los gallu a raya.
Oh, le gustaba cómo sonaba aquello.
─¿Tienes más?
─No ─dijo él con un suspiro─. Después de todos estos siglos, se han vuelto frágiles. Ésta es la última que tengo, y ya que Anu no está para hacer más...
Estaban jodidos. No hacía falta que dijese las palabras, la mente de ella las dijo por él.
─¿Funcionaría con ellos una daga Atlante?
─No lo sé. ¿Tienes una?
─En realidad no. Sólo pensaba en voz alta. Se suponía que no ibas a ponerme en evidencia.
─Perdóname por estropear tu plan ─Sin se giró hacia Kish, quién había estado increíblemente quieto durante todo aquello─. Descubre los espejos del casino. Asegúrate que tenemos superficies reflectantes en todas las entradas.
Kat frunció el ceño.
─¿Para mantener fuera a los Dark—Hunters?
─Para mantener fuera a los gallu. Los espejos les enseñan lo que son. No se acercarán a uno.
Damien soltó un bufido.
─Me gusta más la idea de mantener fuera a los Dark—Hunters.
Kat le dirigió una mirada maliciosa.
─Seguro que sí. Me sorprende que ninguno haya estado aquí haciendo limpieza, por decirlo así.
─No me muestro realmente amistoso con ellos ─dijo Harry─. Los de aquí saben que este lugar es mío y me dejan espacio. Después de todo, al contrario de los verdaderos Dark—Hunters, no tengo prohibido golpearles o matarles, y lo saben.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 4/5
Capitulo 7 Parte 3
Le dedicó una sarcástica mirada con ojos de cervatillo, una mirada de adoración. Hasta dobló las manos debajo de su barbilla y habló con un falso acento meridional.
─Eres un pastelito tan dulce. No puedo imaginar por qué los otros Dark—Hunters no te dejan jugar con ellos. Deberían sentirse avergonzados.
La ignoró salvo por un pequeño revoleo de ojos.
─Damien, mantente alerta por si aparecen más gallu hasta que Kish pueda poner los espejos en su lugar.
─Dalo por hecho.
Kish se dirigió hacia la pared más cercana.
Levantando el bastón, Harry se volvió y se encaminó de regreso a los ascensores tan rápido que Kat prácticamente tuvo que correr para alcanzarlo.
No hablo mientras sostenía la puerta para que ella pasara. Estaba bastante aturdida ante su inusual caballerosidad.
─Gracias.
Inclinó la cabeza antes de hacerse atrás y dejar salir un largo suspiro. Podía percibir que quería decir algo, pero al mismo tiempo no quería decirlo. Ni siquiera la miraba a los ojos. Había algo tan increíblemente infantil acerca de su comportamiento. No era usual en él que estuviera inseguro acerca de algo, y lo encontraba extrañamente atrayente.
Cuando tomaba el mando Harry era sexo envasado, este otro era encantador. Adorable y dulce. Una extraña dicotomía que estaba descubriendo en el hombre.
Después de unos segundos, le dio una mirada tímida.
─¿Tienes el poder de localizar a mi hermano?
Así que eso era lo que lo molestaba. Harry le había pedido ayuda a ella. Era algo que estaba convencida que no hacía a menudo. Demonios, por lo que había podido observar, ésta bien podría ser la primera vez en su vida que hubiera hecho algo así.
─ Ojalá pudiera. Lo siento.
Soltó una maldición.
─Pero... ─dijo, con la esperanza de alegrarlo─. Mi abuela tiene un sfora. Con eso tal vez seríamos capaces de localizarlo.
Harry frunció el ceño.
─¿Sfora?
─Es como una bola de cristal. Le pides que te muestre cosas y lo hace. Habitualmente.
No había error en el alivio que evidenciaron esos ojos dorados.
─¿Lo intentarías por mi... por favor?
La forma en que agregó esa palabra, ese ―por favor bien podría ser otra primera vez para él. Tenía que admitir que le gustaba este aspecto de él. De hecho podría ser amiga de este hombre.
─Sí.
Harry le dedicó una sonrisa que no sintió. Todo en lo que podía pensar era en Zakar que estaba allí afuera solo. Acerca de él sufriendo, sólo los Dioses sabían qué tormentos, a manos de sus enemigos.
Quien podía saber cuanto tiempo lo habían retenido. El mero pensamiento hacía que a Harry se le revolviera el estómago.
¿Cómo había sido capturado su hermano?
¿Estaría Zakar siquiera con vida? Pero en cuanto ese pensamiento atravesó a Harry, supo la respuesta. Por supuesto que Zakar estaba vivo. Los gallu vivían para torturar y para el derramamiento de sangre. Tener a un antiguo Dios en sus manos sería el premio gordo de todos los tiempos.
Malditos fueran. Harry apenas podía respirar debido a la furia que lo inflamaba.
Cuando Artemisa lo había abandonado en el desierto, Zakar había sido el que lo encontró y le restauró la salud. Cuando nadie más quería acercársele, Zakar lo había cuidado hasta que estuvo sano y lo había puesto a salvo.
¿Y cómo le había pagado a su hermano?
Había dejado que los gallu lo capturaran.
Harry merecía morir por su traición. Si solo pudiera compensárselo a Zakar, pero, sabía que no. Nada podía compensar la tortura y el dolor.
Disgustado consigo mismo, dejó el ascensor en cuanto se abrieron las puertas y regresó a su apartamento. Recostó el bastón contra el bar y dejó la caja antes de pasarse las manos por el cabello. Deseaba gritar de la frustración.
─No te preocupes, Harry. Los atraparemos ─Kat le puso una reconfortante mano sobre el hombro.
No sabía como ese único toque podía calmarlo, pero de alguna forma lo hizo. Más que eso, envío una descarga eléctrica a través de su cuerpo que lo calentó instantáneamente.
Y aunque su cuerpo reaccionó hambriento ante la presencia de ella, su inteligencia no fue engañada. A pesar de su bondad, sólo había una razón por la que estaba con él en ese momento.
─Tu madre te mandó a matarme la otra noche, ¿no es así?
Kat se sintió conmocionada ante la inesperada pregunta. ¿Cómo lo había
descubierto?
─¿Discúlpame?
Se volvió para arrasarla con una mirada amenazadora.
─No me mientas, Kat. Artemisa quiere que me mates. Admítelo.
No había necesidad de ser deshonesta. A Harry ya le habían mentido mucho y ella no iba a continuar en esa dirección.
– Sí. Lo hizo.
Soltó una amarga risa antes de sacar una daga de la funda oculta en su cintura.
Contuvo el aliento, esperando a que se lanzara contra ella, pero no lo hizo. En vez de eso, se la entregó.
─Si esa es tu intención. Entonces inténtalo. No voy a andar por ahí, esperando que me ataques cuando te vuelva la espalda. Sé un hombre acerca de esto y terminemos con el asunto de la pelea.
No sabía por qué, pero se sintió extrañamente divertida por su exigencia de que actuara como un hombre y lo enfrentara. No obstante no cambiaba el hecho de que ahora no tenía ninguna intención de matarlo.
Kat dejó la daga sobre el bar.
─No soy mi madre, Harry. Ella no me controla.
Eso pareció apaciguarlo. Al menos por unos pocos segundos.
─¿Y cuándo vaya a matarla? ¿De que lado te pondrás? ¿Detrás de mí o en mi camino?
Le dedicó una leve sonrisa.
─No creo que vayas a ir por ella. Su mirada fue cruel y mortal. ─¿Apostarías su vida a ello?
─Sí. Porque sabes que su muerte provocaría una ruptura en la trama de la tierra, y, al contrario que ella, no eres tan egoísta ─cada vez que un Dios mayor era muerto, sus poderes eran liberados de regreso al universo. Si nadie absorbía esos poderes, fácilmente podrían detonar como una bomba nuclear. Especialmente cuando el Dios que moría era uno nacido del Sol o de la Luna. Esos Dioses debían ser protegidos más que cualquier otro.
Y dado que Artemisa había absorbido los poderes de Harry además de los suyos propios, hacía que su destrucción fuera el doble de peligrosa que la de cualquier otro Dios.
La mirada de Harry se estrechó.
─Tal vez absorba sus poderes y la reemplace como hizo conmigo.
Kat todavía no se tragaba lo que él quería venderle.
─Si supieras como hacer eso, entonces lo habrías hecho antes.
Apartando la mirada, sacudió la cabeza.
─Confías demasiado fácilmente.
─Y tú no confías en nada.
Su rostro se volvió implacable, se apartó de ella.
─Tienes toda la maldita razón.
Okay, había aprendido algo que era un detonante para el ex Dios. Ni siquiera bromearas con la confianza. Tenía problemas con eso.
Queriendo recuperar la camaradería que casi habían alcanzado antes de que el camino se desviara y rodara hacia abajo por la colina para explotar en llamas, intentó cambiar de tema.
─Entonces, ¿me vas a enseñar como luchar contra esas cosas para que la próxima vez que Kessar oscurezca tu puerta pueda hacerlo cojear y sangrar? ─sus palabras casi consiguen hacerlo sonreír.
Casi.
─¿Qué me dices de la sfora y acerca de encontrar a mi hermano?
─Espera un segundo.─Kat cerró los ojos y dejó que sus pensamientos fueran a la deriva. Vio a su abuela en el jardín y pensó que no estaba llorando, Kat podía sentir la tristeza de Apollymi. Su abuela no estaba de humor para visitas en ese momento y eso significaba que ni siquiera la de ella. Todavía estaba enfadada por la última visita de Harry y dolida por lo que le había pasado a Joseph.
Capitulo 7 Parte 3
Le dedicó una sarcástica mirada con ojos de cervatillo, una mirada de adoración. Hasta dobló las manos debajo de su barbilla y habló con un falso acento meridional.
─Eres un pastelito tan dulce. No puedo imaginar por qué los otros Dark—Hunters no te dejan jugar con ellos. Deberían sentirse avergonzados.
La ignoró salvo por un pequeño revoleo de ojos.
─Damien, mantente alerta por si aparecen más gallu hasta que Kish pueda poner los espejos en su lugar.
─Dalo por hecho.
Kish se dirigió hacia la pared más cercana.
Levantando el bastón, Harry se volvió y se encaminó de regreso a los ascensores tan rápido que Kat prácticamente tuvo que correr para alcanzarlo.
No hablo mientras sostenía la puerta para que ella pasara. Estaba bastante aturdida ante su inusual caballerosidad.
─Gracias.
Inclinó la cabeza antes de hacerse atrás y dejar salir un largo suspiro. Podía percibir que quería decir algo, pero al mismo tiempo no quería decirlo. Ni siquiera la miraba a los ojos. Había algo tan increíblemente infantil acerca de su comportamiento. No era usual en él que estuviera inseguro acerca de algo, y lo encontraba extrañamente atrayente.
Cuando tomaba el mando Harry era sexo envasado, este otro era encantador. Adorable y dulce. Una extraña dicotomía que estaba descubriendo en el hombre.
Después de unos segundos, le dio una mirada tímida.
─¿Tienes el poder de localizar a mi hermano?
Así que eso era lo que lo molestaba. Harry le había pedido ayuda a ella. Era algo que estaba convencida que no hacía a menudo. Demonios, por lo que había podido observar, ésta bien podría ser la primera vez en su vida que hubiera hecho algo así.
─ Ojalá pudiera. Lo siento.
Soltó una maldición.
─Pero... ─dijo, con la esperanza de alegrarlo─. Mi abuela tiene un sfora. Con eso tal vez seríamos capaces de localizarlo.
Harry frunció el ceño.
─¿Sfora?
─Es como una bola de cristal. Le pides que te muestre cosas y lo hace. Habitualmente.
No había error en el alivio que evidenciaron esos ojos dorados.
─¿Lo intentarías por mi... por favor?
La forma en que agregó esa palabra, ese ―por favor bien podría ser otra primera vez para él. Tenía que admitir que le gustaba este aspecto de él. De hecho podría ser amiga de este hombre.
─Sí.
Harry le dedicó una sonrisa que no sintió. Todo en lo que podía pensar era en Zakar que estaba allí afuera solo. Acerca de él sufriendo, sólo los Dioses sabían qué tormentos, a manos de sus enemigos.
Quien podía saber cuanto tiempo lo habían retenido. El mero pensamiento hacía que a Harry se le revolviera el estómago.
¿Cómo había sido capturado su hermano?
¿Estaría Zakar siquiera con vida? Pero en cuanto ese pensamiento atravesó a Harry, supo la respuesta. Por supuesto que Zakar estaba vivo. Los gallu vivían para torturar y para el derramamiento de sangre. Tener a un antiguo Dios en sus manos sería el premio gordo de todos los tiempos.
Malditos fueran. Harry apenas podía respirar debido a la furia que lo inflamaba.
Cuando Artemisa lo había abandonado en el desierto, Zakar había sido el que lo encontró y le restauró la salud. Cuando nadie más quería acercársele, Zakar lo había cuidado hasta que estuvo sano y lo había puesto a salvo.
¿Y cómo le había pagado a su hermano?
Había dejado que los gallu lo capturaran.
Harry merecía morir por su traición. Si solo pudiera compensárselo a Zakar, pero, sabía que no. Nada podía compensar la tortura y el dolor.
Disgustado consigo mismo, dejó el ascensor en cuanto se abrieron las puertas y regresó a su apartamento. Recostó el bastón contra el bar y dejó la caja antes de pasarse las manos por el cabello. Deseaba gritar de la frustración.
─No te preocupes, Harry. Los atraparemos ─Kat le puso una reconfortante mano sobre el hombro.
No sabía como ese único toque podía calmarlo, pero de alguna forma lo hizo. Más que eso, envío una descarga eléctrica a través de su cuerpo que lo calentó instantáneamente.
Y aunque su cuerpo reaccionó hambriento ante la presencia de ella, su inteligencia no fue engañada. A pesar de su bondad, sólo había una razón por la que estaba con él en ese momento.
─Tu madre te mandó a matarme la otra noche, ¿no es así?
Kat se sintió conmocionada ante la inesperada pregunta. ¿Cómo lo había
descubierto?
─¿Discúlpame?
Se volvió para arrasarla con una mirada amenazadora.
─No me mientas, Kat. Artemisa quiere que me mates. Admítelo.
No había necesidad de ser deshonesta. A Harry ya le habían mentido mucho y ella no iba a continuar en esa dirección.
– Sí. Lo hizo.
Soltó una amarga risa antes de sacar una daga de la funda oculta en su cintura.
Contuvo el aliento, esperando a que se lanzara contra ella, pero no lo hizo. En vez de eso, se la entregó.
─Si esa es tu intención. Entonces inténtalo. No voy a andar por ahí, esperando que me ataques cuando te vuelva la espalda. Sé un hombre acerca de esto y terminemos con el asunto de la pelea.
No sabía por qué, pero se sintió extrañamente divertida por su exigencia de que actuara como un hombre y lo enfrentara. No obstante no cambiaba el hecho de que ahora no tenía ninguna intención de matarlo.
Kat dejó la daga sobre el bar.
─No soy mi madre, Harry. Ella no me controla.
Eso pareció apaciguarlo. Al menos por unos pocos segundos.
─¿Y cuándo vaya a matarla? ¿De que lado te pondrás? ¿Detrás de mí o en mi camino?
Le dedicó una leve sonrisa.
─No creo que vayas a ir por ella. Su mirada fue cruel y mortal. ─¿Apostarías su vida a ello?
─Sí. Porque sabes que su muerte provocaría una ruptura en la trama de la tierra, y, al contrario que ella, no eres tan egoísta ─cada vez que un Dios mayor era muerto, sus poderes eran liberados de regreso al universo. Si nadie absorbía esos poderes, fácilmente podrían detonar como una bomba nuclear. Especialmente cuando el Dios que moría era uno nacido del Sol o de la Luna. Esos Dioses debían ser protegidos más que cualquier otro.
Y dado que Artemisa había absorbido los poderes de Harry además de los suyos propios, hacía que su destrucción fuera el doble de peligrosa que la de cualquier otro Dios.
La mirada de Harry se estrechó.
─Tal vez absorba sus poderes y la reemplace como hizo conmigo.
Kat todavía no se tragaba lo que él quería venderle.
─Si supieras como hacer eso, entonces lo habrías hecho antes.
Apartando la mirada, sacudió la cabeza.
─Confías demasiado fácilmente.
─Y tú no confías en nada.
Su rostro se volvió implacable, se apartó de ella.
─Tienes toda la maldita razón.
Okay, había aprendido algo que era un detonante para el ex Dios. Ni siquiera bromearas con la confianza. Tenía problemas con eso.
Queriendo recuperar la camaradería que casi habían alcanzado antes de que el camino se desviara y rodara hacia abajo por la colina para explotar en llamas, intentó cambiar de tema.
─Entonces, ¿me vas a enseñar como luchar contra esas cosas para que la próxima vez que Kessar oscurezca tu puerta pueda hacerlo cojear y sangrar? ─sus palabras casi consiguen hacerlo sonreír.
Casi.
─¿Qué me dices de la sfora y acerca de encontrar a mi hermano?
─Espera un segundo.─Kat cerró los ojos y dejó que sus pensamientos fueran a la deriva. Vio a su abuela en el jardín y pensó que no estaba llorando, Kat podía sentir la tristeza de Apollymi. Su abuela no estaba de humor para visitas en ese momento y eso significaba que ni siquiera la de ella. Todavía estaba enfadada por la última visita de Harry y dolida por lo que le había pasado a Joseph.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Maratón 5/5
Capitulo 7 Parte 4
Abriendo los ojos, Kat le dio a Harry una mirada mordaz.
─¿Podemos hacerlo después? No creo que mi abuela quiera vernos ni a ti ni a mí en este momento. Dale un poco más de tiempo... una hora o dos más, y con suerte esta vez cuando vayamos no tratará de alimentar a sus demonios contigo. ¿Te parece bien?
─En realidad no. Pero ya que sé bien que no se debe apresurar a una Diosa enfadada, me esforzaré por tener un poco de paciencia.
Eso era cierto.
─Además ─añadió─, Simi está por llegar en cualquier momento y creo que será mejor que estemos aquí cuando llegue.
─Sí ─dijo con una risa baja─. Definitivamente no quiero un hambriento Caronte rondando a mis trabajadores y a mi clientela.
Ciertamente. Simi podía ser un poquito feroz cuando se la dejaba sola.
─Entonces, ¿empezamos el entrenamiento?
Él miró sus ropas.
─Necesitamos conseguirte otra ropa. No creo que esa te vaya a servir para entrenar.
Bueno, le servía para luchar, pero no iba a indicarle eso y arriesgarse a enajenarlo cuando realmente necesitaba saber cómo matar a esas cosas que hacían que se le erizara la piel.
Kat chasqueó los dedos y sus jeans y su camisa se convirtieron en unos pantalones de entrenamiento negros y una camiseta sin mangas negra, completándolo con unos tenis.
─¿Esto servirá?
─Eso servirá ─copió su gesto de chasquear los dedos y su propia ropa fue reemplazada por unos pantalones de entrenamiento negros y una camiseta sin mangas blanca que sólo enfatizaba los oscuros, y esculpidos músculos de su cuerpo.
Ah, sí, cariño... Debía dejar de retener el aliento como si el deseo la consumiera. Santo Cielo, estaba de rechupete cuando estaba apenas vestido. Y la hacía preguntarse que tanto más delicioso estaría cuando estuviera desnudo.
Por no hablar de que sus acciones probaban que era mucho más poderoso que un Dark Hunter promedio. Podría no tener todos sus poderes de dios, pero tenía los suficientes para hacerlo extremadamente formidable.
Preguntándose que iba a mostrarle lo siguió por el corredor hacia una gran sala de entrenamiento.
Joe gruñó dormido cuando sus sueños giraron a través de una brumosa niebla. Verdaderamente odiaba soñar. Siempre lo había hecho. Los sueños nunca tenían sentido y éste no era mucho más útil o lúcido que cualquier otro.
Había dos mujeres que no conocía, atormentándolo. Una era alta y rubia. Extrañamente, le recordaba a Artemisa. Pero no era ella. Esta mujer tenía compasión y bondad en sus ojos. Estaba de pie junto a él con una mirada triste en los ojos.
“Algún día nos conoceremos ...”
Luego se adelantó la otra, pero su rostro estaba completamente oculto por la niebla. Aún así, sabía que estaba enfadada con él. Incluso furiosa mientras sus ojos lo miraban intensamente a través de las sombras.
“¿Quién te crees que eres? ¡Te odio! Vete. No quiero volver a verte nunca. Espero que te atropelle un coche en el aparcamiento. Si tengo suerte, hasta dará marcha atrás para volver a arrollarte. ¡Ahora vete!”
El veneno de su voz lo desgarró. ¿Qué le había hecho? ¿Por qué lo odiaba? Todas las mujeres lo amaban. Codiciaban su presencia.
Pero no ésta.
Ella quería cortarle al cabeza.
Joe se despertó bañado en sudor frío. Le tomó un minuto darse cuenta que estaba en la cama de Artemisa, a salvo de la ardiente lengua de su atormentadora. Limpiándose la frente, se sentó lentamente, dejando que las blancas sábanas de seda se arremolinaran a la altura de su cintura.
Dioses, cuanto odiaba dormir. Nunca había tenido un sueño agradable en toda su existencia. Pero al menos estos no estaban enfocados en su pasado. Eran de otro lugar...
─¡Inútil!
Frunció el ceño ante el chillido de Artemisa que provenía de la habitación contigua. Fue seguido por el sonido de algo que se rompía.
─Hice lo que pude.
─¡Eres un inútil!
Joe no escuchó nada más, pero se sintió como si alguien lo hubiera estrellado contra el piso. Le dolía cada parte del cuerpo y debía averiguar por qué. Saliendo de la cama, apareció ropa sobre su cuerpo antes de caminar a zancadas atravesando la habitación para abrir las grandes puertas doradas con sus pensamientos.
Deimos tenía a Artemisia clavada contra el piso agarrándola por la garganta.
─Si vuelves...
No tuvo oportunidad de terminar la amenaza antes de que Joe lo levantara y lo sacudiera ampliamente. Deimos chocó contra la pared, y luego contra el piso. Saltó para ponerse de pie, listo para atacar hasta que se dio cuenta a quien se estaba enfrentando.
Sus labios y nariz sangraban, Deimos se enjugó la cara. Joe le dio una fría y desapasionada mirada.
─Ahora deberías irte. Realmente.
Deimos escupió sangre en el blanco suelo de mármol. Su mirada se desvío hacia Artemisa, que ahora se había sentado donde Deimos la había dejado. Por una vez no se veía arrogante.
─Si quieres que el bastardo muera, Artemisa, deberías mandar a tu mascota tras él.
Normalmente Joe hubiera dejado pasar semejante comentario sin problemas. Pero hoy lo tomó de mala manera. Extendió las manos y atrajo a Deimos directo a sus manos.
─Estoy de humor para patearle el culo a alguien sin ninguna razón aparente. Me alegra que te pasaras por aquí ─le dio un rodillazo a Deimos en el estómago, y justo cuando iba a darle un puñetazo, Deimos desapareció.
─Oh, vamos ─dijo Joe en voz alta─, ¿fue algo que dije?
Como era de esperarse, Deimos permaneció callado. Una palabra le habría permitido a Joe seguirlo a su refugio y terminarlo.
Bastardo.
Sin haberse sosegado aún, fue hacia Artemisa, que no se había movido del lugar en el que estaba sobre el suelo. Qué extraño de ella. Apretó los dientes cuando vio que su garganta estaba enrojecida debido al ataque de Deimos y sus mejillas estaban ruborizadas de la furia.
─¿Estás bien? ─le preguntó.
─Como si te importara ─escupió las palabras cabreada─. En realidad también me lastimarías igual de fácil.
Cuando vio el dolor en sus ojos, reprimió un comentario sarcástico de asentimiento. Aunque tuvieran una relación mucho menos que idílica, no estaba en él patearla cuando estaba caída y dolida. Había sido bastante herido en su vida como para no desear nunca que nadie pasara por eso.
Se sentó junto a ella en el suelo y se llevó las rodillas al pecho. ─Entonces, ¿qué pasó?
Su triste mohín hubiera hecho sentirse orgulloso a un niño. ─Nada.
Suspiró enfadado cuando vio adonde iba todo esto. Quería hablar, pero haría que le arrancara cada palabra a la fuerza. Genial. Justo como él deseaba pasar su tiempo cuando estaba en ese lugar. Por otra parte, dada la forma en que normalmente pasaba el tiempo junto a él, seguramente esto era una mejoría.
─Vamos. Artie. Lo sé bien. Mandaste a Deimos detrás de Harry, ¿no es verdad?
Su mohín se hizo más hondo antes de sollozar.
─¿Qué otra opción tenía? Tú no querías hacer nada.
¿Es que nunca crecería? Sólo por una vez, le gustaría tratar con un adulto...
─No puedo mientras estoy aquí. Sabes eso. Te rehúsas a darme un respiro para que vaya y hable con él.
─Tampoco harías nada si no estuvieras aquí. Probablemente cierto.
Sollozó otra vez y lo miró de costado.
─A nadie le importa lo que me pasa.
─No lo hagas, Artemisa ─dijo entre dientes apretados─. No juego a ese jueguito de dar lástima y lo sabes. Si quieres un Papi que te mime, debes buscarlo en el gran hall en lo alto de la colina.
La furia retornó a sus ojos.
Capitulo 7 Parte 4
Abriendo los ojos, Kat le dio a Harry una mirada mordaz.
─¿Podemos hacerlo después? No creo que mi abuela quiera vernos ni a ti ni a mí en este momento. Dale un poco más de tiempo... una hora o dos más, y con suerte esta vez cuando vayamos no tratará de alimentar a sus demonios contigo. ¿Te parece bien?
─En realidad no. Pero ya que sé bien que no se debe apresurar a una Diosa enfadada, me esforzaré por tener un poco de paciencia.
Eso era cierto.
─Además ─añadió─, Simi está por llegar en cualquier momento y creo que será mejor que estemos aquí cuando llegue.
─Sí ─dijo con una risa baja─. Definitivamente no quiero un hambriento Caronte rondando a mis trabajadores y a mi clientela.
Ciertamente. Simi podía ser un poquito feroz cuando se la dejaba sola.
─Entonces, ¿empezamos el entrenamiento?
Él miró sus ropas.
─Necesitamos conseguirte otra ropa. No creo que esa te vaya a servir para entrenar.
Bueno, le servía para luchar, pero no iba a indicarle eso y arriesgarse a enajenarlo cuando realmente necesitaba saber cómo matar a esas cosas que hacían que se le erizara la piel.
Kat chasqueó los dedos y sus jeans y su camisa se convirtieron en unos pantalones de entrenamiento negros y una camiseta sin mangas negra, completándolo con unos tenis.
─¿Esto servirá?
─Eso servirá ─copió su gesto de chasquear los dedos y su propia ropa fue reemplazada por unos pantalones de entrenamiento negros y una camiseta sin mangas blanca que sólo enfatizaba los oscuros, y esculpidos músculos de su cuerpo.
Ah, sí, cariño... Debía dejar de retener el aliento como si el deseo la consumiera. Santo Cielo, estaba de rechupete cuando estaba apenas vestido. Y la hacía preguntarse que tanto más delicioso estaría cuando estuviera desnudo.
Por no hablar de que sus acciones probaban que era mucho más poderoso que un Dark Hunter promedio. Podría no tener todos sus poderes de dios, pero tenía los suficientes para hacerlo extremadamente formidable.
Preguntándose que iba a mostrarle lo siguió por el corredor hacia una gran sala de entrenamiento.
Joe gruñó dormido cuando sus sueños giraron a través de una brumosa niebla. Verdaderamente odiaba soñar. Siempre lo había hecho. Los sueños nunca tenían sentido y éste no era mucho más útil o lúcido que cualquier otro.
Había dos mujeres que no conocía, atormentándolo. Una era alta y rubia. Extrañamente, le recordaba a Artemisa. Pero no era ella. Esta mujer tenía compasión y bondad en sus ojos. Estaba de pie junto a él con una mirada triste en los ojos.
“Algún día nos conoceremos ...”
Luego se adelantó la otra, pero su rostro estaba completamente oculto por la niebla. Aún así, sabía que estaba enfadada con él. Incluso furiosa mientras sus ojos lo miraban intensamente a través de las sombras.
“¿Quién te crees que eres? ¡Te odio! Vete. No quiero volver a verte nunca. Espero que te atropelle un coche en el aparcamiento. Si tengo suerte, hasta dará marcha atrás para volver a arrollarte. ¡Ahora vete!”
El veneno de su voz lo desgarró. ¿Qué le había hecho? ¿Por qué lo odiaba? Todas las mujeres lo amaban. Codiciaban su presencia.
Pero no ésta.
Ella quería cortarle al cabeza.
Joe se despertó bañado en sudor frío. Le tomó un minuto darse cuenta que estaba en la cama de Artemisa, a salvo de la ardiente lengua de su atormentadora. Limpiándose la frente, se sentó lentamente, dejando que las blancas sábanas de seda se arremolinaran a la altura de su cintura.
Dioses, cuanto odiaba dormir. Nunca había tenido un sueño agradable en toda su existencia. Pero al menos estos no estaban enfocados en su pasado. Eran de otro lugar...
─¡Inútil!
Frunció el ceño ante el chillido de Artemisa que provenía de la habitación contigua. Fue seguido por el sonido de algo que se rompía.
─Hice lo que pude.
─¡Eres un inútil!
Joe no escuchó nada más, pero se sintió como si alguien lo hubiera estrellado contra el piso. Le dolía cada parte del cuerpo y debía averiguar por qué. Saliendo de la cama, apareció ropa sobre su cuerpo antes de caminar a zancadas atravesando la habitación para abrir las grandes puertas doradas con sus pensamientos.
Deimos tenía a Artemisia clavada contra el piso agarrándola por la garganta.
─Si vuelves...
No tuvo oportunidad de terminar la amenaza antes de que Joe lo levantara y lo sacudiera ampliamente. Deimos chocó contra la pared, y luego contra el piso. Saltó para ponerse de pie, listo para atacar hasta que se dio cuenta a quien se estaba enfrentando.
Sus labios y nariz sangraban, Deimos se enjugó la cara. Joe le dio una fría y desapasionada mirada.
─Ahora deberías irte. Realmente.
Deimos escupió sangre en el blanco suelo de mármol. Su mirada se desvío hacia Artemisa, que ahora se había sentado donde Deimos la había dejado. Por una vez no se veía arrogante.
─Si quieres que el bastardo muera, Artemisa, deberías mandar a tu mascota tras él.
Normalmente Joe hubiera dejado pasar semejante comentario sin problemas. Pero hoy lo tomó de mala manera. Extendió las manos y atrajo a Deimos directo a sus manos.
─Estoy de humor para patearle el culo a alguien sin ninguna razón aparente. Me alegra que te pasaras por aquí ─le dio un rodillazo a Deimos en el estómago, y justo cuando iba a darle un puñetazo, Deimos desapareció.
─Oh, vamos ─dijo Joe en voz alta─, ¿fue algo que dije?
Como era de esperarse, Deimos permaneció callado. Una palabra le habría permitido a Joe seguirlo a su refugio y terminarlo.
Bastardo.
Sin haberse sosegado aún, fue hacia Artemisa, que no se había movido del lugar en el que estaba sobre el suelo. Qué extraño de ella. Apretó los dientes cuando vio que su garganta estaba enrojecida debido al ataque de Deimos y sus mejillas estaban ruborizadas de la furia.
─¿Estás bien? ─le preguntó.
─Como si te importara ─escupió las palabras cabreada─. En realidad también me lastimarías igual de fácil.
Cuando vio el dolor en sus ojos, reprimió un comentario sarcástico de asentimiento. Aunque tuvieran una relación mucho menos que idílica, no estaba en él patearla cuando estaba caída y dolida. Había sido bastante herido en su vida como para no desear nunca que nadie pasara por eso.
Se sentó junto a ella en el suelo y se llevó las rodillas al pecho. ─Entonces, ¿qué pasó?
Su triste mohín hubiera hecho sentirse orgulloso a un niño. ─Nada.
Suspiró enfadado cuando vio adonde iba todo esto. Quería hablar, pero haría que le arrancara cada palabra a la fuerza. Genial. Justo como él deseaba pasar su tiempo cuando estaba en ese lugar. Por otra parte, dada la forma en que normalmente pasaba el tiempo junto a él, seguramente esto era una mejoría.
─Vamos. Artie. Lo sé bien. Mandaste a Deimos detrás de Harry, ¿no es verdad?
Su mohín se hizo más hondo antes de sollozar.
─¿Qué otra opción tenía? Tú no querías hacer nada.
¿Es que nunca crecería? Sólo por una vez, le gustaría tratar con un adulto...
─No puedo mientras estoy aquí. Sabes eso. Te rehúsas a darme un respiro para que vaya y hable con él.
─Tampoco harías nada si no estuvieras aquí. Probablemente cierto.
Sollozó otra vez y lo miró de costado.
─A nadie le importa lo que me pasa.
─No lo hagas, Artemisa ─dijo entre dientes apretados─. No juego a ese jueguito de dar lástima y lo sabes. Si quieres un Papi que te mime, debes buscarlo en el gran hall en lo alto de la colina.
La furia retornó a sus ojos.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Extra
Capitulo 7 Parte 5
─¿Por qué te quedas conmigo si sientes de esa forma? Gracioso, se hacía la misma pregunta todos los días. ─Sabes por qué.
Ella eludió su comentario.
─Me odias, ¿no es así?
A veces. No, la mayoría de las veces. Pero sentía su subyacente vulnerabilidad y por alguna razón que nunca pudo comprender, tenía la necesidad de calmarla. Sí, era un enfermo hijo—de—puta.
─No, Artie, no te odio.
─Estás mintiendo ─lo acusó─. ¿No crees que me daría cuenta de la diferencia? ─una única lágrima se deslizó por su mejilla mientras lo miraba fijamente─. Solías abrazarme como si realmente te importara.
Tenía razón, y lo triste era, que en ese entonces ella le importaba más que su propia vida. Pero eso había sido once mil años atrás y muchas, muchas cosas habían cambiado entre ellos.
─Asimismo, tú solías no golpearme, ¿Recuerdas?
Artemisa sacudió la cabeza.
─Habías cambiado incluso antes de eso. Estabas enfadado conmigo antes de morir.
Joe realmente no quería lidiar con esto. Su pasado había sido lo suficientemente doloroso la primera vez. Lo último que quería hacer era revivirlo bajo ninguna condición ni de ninguna forma o suerte.
Levantándose, se dirigió de vuelta al dormitorio, pero Artemisa lo siguió.
─¿Qué fue lo que te pasó? ─le preguntó.
Se echó a reír ante la estupidez de esa pregunta antes de volverse a enfrentarla nuevamente. Verdaderamente parecía que no tenia ni idea.
─¿Cómo puedes haberlo olvidado? Fue el día en que me dijiste que no era más que un consuelo sexual para ti. Oh espera... ¿Cuáles fueron las palabras exactas que usaste? ―Si alguna vez le cuentas algo a alguien acerca de nosotros, haré que te despellejen vivo en mi templo hasta que estés sangrando por todo el lugar. Eso fue una especie de neutralizador de emociones, ¿huh? Y luego cuando cumpliste esa promesa incluso aunque no había dicho una palabra acerca de lo nuestro a nadie, destrozó cualquier parte de mí que aún te apreciara, Artemisa.
─Me disculpé por la paliza.
Joe dio un respingo ante sus palabras. Palabras. Meras palabras que pensaba que podían borrar el dolor y la humillación que había sufrido por culpa de ella. Todavía podía sentir el tormento del látigo contra su piel desnuda.
Aún ahora podía sentir el penetrante grito de su hermana esa tarde cuando su padre humano lo había confrontado por su ausencia.
─¡Padre detente! Es inocente. Estaba con Artemisa. ¡Díselo, Joseph! Por amor a los Dioses, dile la verdad para que detenga esta paliza.
Su padre humano lo había derribado contra el suelo. Luego lo había pateado hasta hacerlo trizas y había presionado un pie contra la garganta de Joe hasta que le subió la bilis a la garganta ahogándolo.
─¿Qué mentiras le has contado, larva?
Joe había tratado de apartarle el pie, pero su padre sólo había presionado más fuerte contra su tráquea. Hablar le había resultado imposible.
─Nada, p—p—por favor...
─Blasfemo ─entonces su padre se había apartado y dejado a Joe para que se asfixiara mientras trataba desesperadamente de respirar a través del magullado esófago─. Desnúdadlo y arrástradlo hasta el tempo de Artemisa. Que la Diosa sea testigo de su castigo y si realmente estaba con ella, entonces estoy seguro de que vendrá en su defensa. ─le había dado una satisfecha mirada a Ryssa─. Golpéadlo en el altar hasta que Artemisa se muestre.
La humillación de ese día todavía atormentaba la misma esencia de su alma. La gente que vitoreaba para que el verdugo lo azotara más fuerte. Los sacerdotes que lo habían abofeteado mientras el verdugo lo azotaba.
El agua que le habían tirado a la cara para revivirlo cada vez que se desmayaba por el dolor...
Cada pedazo de ello todavía estaba fresco en su memoria.
Y si era cierto, Artemisa había aparecido. Pero nadie más que Joe la podía ver allí. Observó su paliza con gusto. ―Te dije lo que pasaría si me traicionabas. Luego había ido hacia el robusto verdugo que estaba azotando a Joe y le había susurrado que lo azotara más fuerte, que hiciera los latigazos más severos.
Joe sólo tenía veinte años en ese entonces.
Cuando finalmente terminó, y sólo porque el brazo del verdugo se había salido de lugar, Joe había sido dejado allí colgado tres días en el templo de ella. Sin comida, sin agua. Sin consuelo. Desnudo y sangrante. Dolido. Solo. Y mientras estaba allí colgado, la gente había venido a escupirlo y a maldecirlo. Le tiraban del cabello y lo golpeaban.
Decirle que no valía nada y que se merecía lo que había recibido.
Cuando los sacerdotes finalmente lo bajaron, le habían afeitado la cabeza y habían marcado en la parte posterior de su cráneo el símbolo de Artemisa.
Entonces había sido hecho encadenado a un caballo para regresar al palacio. El suelo había vuelto a abrir sus heridas y había agregado aún más. Cuando regresó a su cuarto, no había podido hablar por el dolor. Había yacido en el frío piso de piedra durante días, llorando por el hecho de que la mujer que había querido tanto lo hubiese abandonado cuando él no había hecho nada malo. Había protegido nombre hasta el final.
Y ella pensaba que una mera disculpa aliviaría todo eso... La zorra estaba loca.
Hasta ese día, Artemisa no diría nada a nadie acerca de su relación. No es que cualquiera con un poco de cerebro no hubiese llegado a ese punto. ¿Cuánto hacía de eso? Once mil años metiéndolo a escondidas en su templo. Once mil años abusando de él.
Ellos lo sabían, pero ninguno lo dejaba ver. Era un estúpido juego al que jugaban todos, ¿Y por qué? Por la vanidad de Artemisa.
—Abrázame, Joseph.—dijo ella con un temblor en la voz.—Abrázame como solías hacerlo.
Eso era todo lo que podía hacer para no alejarla a empujones. Pero eso sería cruel, y a pesar de que quizás lo deseaba, él no era tan cruel como ella.
En vez de eso, la atrajo contra él incluso aunque se encogió interiormente.
Ella suspiró soñadora antes de rodearle la cintura con los brazos y se acurrucó contra él.
Joe odiaba su ternura más que nada. Esta le recordaba demasiado al sueño que había tenido una vez. Un sueño de ella tomando su mano en público. De ella sonriéndole abiertamente.
Como humano, había sido lo bastante estúpido para pensar que ella lo cobijaría. Que al menos reconocería su presencia.
Pero en vez de eso, siempre fue y siempre había sido su sucio secreto. Antes de que muriera a manos del propio hermano de ella, Joe nunca había tenido permitido decir el nombre de ella en público. Jamás tocarla o mirarla o pasear por su templo. Era solo en privado que ella lo reconocía.
Había estado tan desesperado incluso por esa módica cantidad de bondad que lo había aceptado.
—Te quiero, Joseph.
El apretó los dientes con fuerza ante las palabras que ella jamás entendió.
Amor...Sip. Si eso era amor, definitivamente podia pasar sin él.
Ella besó sus labios antes de apartarse con una sonrisa.
—Siempre supiste igual que el sol.
Y ella siempre supo a fría oscuridad.
Él dejó escapar un cansado suspiro.
—¿Te sientes mejor?
Frotándole el pecho, ella asintió.
—Pareces cansado, mi Joseph. Vuelve a la cama. Me uniré a ti en breve.
Yee—haw, pensó sarcásticamente. No podia esperar por eso. Lo valoraba tanto como un enema ácido.
—¿A dónde vas a ir?
Ella se levantó.
—Tengo algo de lo que encargarme. Pero volveré pronto. Confía en mí.
¿Tenía a caso elección?
—Tómate tu tiempo.—Si tenía suerte, quizás tuviera una hora entera para investigar furtivamente.
Realmente le entristecía cuando eso era lo mejor que un todo poderoso dios inmortal podía esperar.
Artemisa le sonrió, antes de desvanecerse.
Ella se trasladó al Inframundo donde los Dolophoni en la parte más oscura de los dominios de Hades.
No le llevó mucho tiempo encontrar a Deimos.
Él estaba ante un enorme armario de armas, examinando la hoja de una pequeña hacha de mano.
Capitulo 7 Parte 5
─¿Por qué te quedas conmigo si sientes de esa forma? Gracioso, se hacía la misma pregunta todos los días. ─Sabes por qué.
Ella eludió su comentario.
─Me odias, ¿no es así?
A veces. No, la mayoría de las veces. Pero sentía su subyacente vulnerabilidad y por alguna razón que nunca pudo comprender, tenía la necesidad de calmarla. Sí, era un enfermo hijo—de—puta.
─No, Artie, no te odio.
─Estás mintiendo ─lo acusó─. ¿No crees que me daría cuenta de la diferencia? ─una única lágrima se deslizó por su mejilla mientras lo miraba fijamente─. Solías abrazarme como si realmente te importara.
Tenía razón, y lo triste era, que en ese entonces ella le importaba más que su propia vida. Pero eso había sido once mil años atrás y muchas, muchas cosas habían cambiado entre ellos.
─Asimismo, tú solías no golpearme, ¿Recuerdas?
Artemisa sacudió la cabeza.
─Habías cambiado incluso antes de eso. Estabas enfadado conmigo antes de morir.
Joe realmente no quería lidiar con esto. Su pasado había sido lo suficientemente doloroso la primera vez. Lo último que quería hacer era revivirlo bajo ninguna condición ni de ninguna forma o suerte.
Levantándose, se dirigió de vuelta al dormitorio, pero Artemisa lo siguió.
─¿Qué fue lo que te pasó? ─le preguntó.
Se echó a reír ante la estupidez de esa pregunta antes de volverse a enfrentarla nuevamente. Verdaderamente parecía que no tenia ni idea.
─¿Cómo puedes haberlo olvidado? Fue el día en que me dijiste que no era más que un consuelo sexual para ti. Oh espera... ¿Cuáles fueron las palabras exactas que usaste? ―Si alguna vez le cuentas algo a alguien acerca de nosotros, haré que te despellejen vivo en mi templo hasta que estés sangrando por todo el lugar. Eso fue una especie de neutralizador de emociones, ¿huh? Y luego cuando cumpliste esa promesa incluso aunque no había dicho una palabra acerca de lo nuestro a nadie, destrozó cualquier parte de mí que aún te apreciara, Artemisa.
─Me disculpé por la paliza.
Joe dio un respingo ante sus palabras. Palabras. Meras palabras que pensaba que podían borrar el dolor y la humillación que había sufrido por culpa de ella. Todavía podía sentir el tormento del látigo contra su piel desnuda.
Aún ahora podía sentir el penetrante grito de su hermana esa tarde cuando su padre humano lo había confrontado por su ausencia.
─¡Padre detente! Es inocente. Estaba con Artemisa. ¡Díselo, Joseph! Por amor a los Dioses, dile la verdad para que detenga esta paliza.
Su padre humano lo había derribado contra el suelo. Luego lo había pateado hasta hacerlo trizas y había presionado un pie contra la garganta de Joe hasta que le subió la bilis a la garganta ahogándolo.
─¿Qué mentiras le has contado, larva?
Joe había tratado de apartarle el pie, pero su padre sólo había presionado más fuerte contra su tráquea. Hablar le había resultado imposible.
─Nada, p—p—por favor...
─Blasfemo ─entonces su padre se había apartado y dejado a Joe para que se asfixiara mientras trataba desesperadamente de respirar a través del magullado esófago─. Desnúdadlo y arrástradlo hasta el tempo de Artemisa. Que la Diosa sea testigo de su castigo y si realmente estaba con ella, entonces estoy seguro de que vendrá en su defensa. ─le había dado una satisfecha mirada a Ryssa─. Golpéadlo en el altar hasta que Artemisa se muestre.
La humillación de ese día todavía atormentaba la misma esencia de su alma. La gente que vitoreaba para que el verdugo lo azotara más fuerte. Los sacerdotes que lo habían abofeteado mientras el verdugo lo azotaba.
El agua que le habían tirado a la cara para revivirlo cada vez que se desmayaba por el dolor...
Cada pedazo de ello todavía estaba fresco en su memoria.
Y si era cierto, Artemisa había aparecido. Pero nadie más que Joe la podía ver allí. Observó su paliza con gusto. ―Te dije lo que pasaría si me traicionabas. Luego había ido hacia el robusto verdugo que estaba azotando a Joe y le había susurrado que lo azotara más fuerte, que hiciera los latigazos más severos.
Joe sólo tenía veinte años en ese entonces.
Cuando finalmente terminó, y sólo porque el brazo del verdugo se había salido de lugar, Joe había sido dejado allí colgado tres días en el templo de ella. Sin comida, sin agua. Sin consuelo. Desnudo y sangrante. Dolido. Solo. Y mientras estaba allí colgado, la gente había venido a escupirlo y a maldecirlo. Le tiraban del cabello y lo golpeaban.
Decirle que no valía nada y que se merecía lo que había recibido.
Cuando los sacerdotes finalmente lo bajaron, le habían afeitado la cabeza y habían marcado en la parte posterior de su cráneo el símbolo de Artemisa.
Entonces había sido hecho encadenado a un caballo para regresar al palacio. El suelo había vuelto a abrir sus heridas y había agregado aún más. Cuando regresó a su cuarto, no había podido hablar por el dolor. Había yacido en el frío piso de piedra durante días, llorando por el hecho de que la mujer que había querido tanto lo hubiese abandonado cuando él no había hecho nada malo. Había protegido nombre hasta el final.
Y ella pensaba que una mera disculpa aliviaría todo eso... La zorra estaba loca.
Hasta ese día, Artemisa no diría nada a nadie acerca de su relación. No es que cualquiera con un poco de cerebro no hubiese llegado a ese punto. ¿Cuánto hacía de eso? Once mil años metiéndolo a escondidas en su templo. Once mil años abusando de él.
Ellos lo sabían, pero ninguno lo dejaba ver. Era un estúpido juego al que jugaban todos, ¿Y por qué? Por la vanidad de Artemisa.
—Abrázame, Joseph.—dijo ella con un temblor en la voz.—Abrázame como solías hacerlo.
Eso era todo lo que podía hacer para no alejarla a empujones. Pero eso sería cruel, y a pesar de que quizás lo deseaba, él no era tan cruel como ella.
En vez de eso, la atrajo contra él incluso aunque se encogió interiormente.
Ella suspiró soñadora antes de rodearle la cintura con los brazos y se acurrucó contra él.
Joe odiaba su ternura más que nada. Esta le recordaba demasiado al sueño que había tenido una vez. Un sueño de ella tomando su mano en público. De ella sonriéndole abiertamente.
Como humano, había sido lo bastante estúpido para pensar que ella lo cobijaría. Que al menos reconocería su presencia.
Pero en vez de eso, siempre fue y siempre había sido su sucio secreto. Antes de que muriera a manos del propio hermano de ella, Joe nunca había tenido permitido decir el nombre de ella en público. Jamás tocarla o mirarla o pasear por su templo. Era solo en privado que ella lo reconocía.
Había estado tan desesperado incluso por esa módica cantidad de bondad que lo había aceptado.
—Te quiero, Joseph.
El apretó los dientes con fuerza ante las palabras que ella jamás entendió.
Amor...Sip. Si eso era amor, definitivamente podia pasar sin él.
Ella besó sus labios antes de apartarse con una sonrisa.
—Siempre supiste igual que el sol.
Y ella siempre supo a fría oscuridad.
Él dejó escapar un cansado suspiro.
—¿Te sientes mejor?
Frotándole el pecho, ella asintió.
—Pareces cansado, mi Joseph. Vuelve a la cama. Me uniré a ti en breve.
Yee—haw, pensó sarcásticamente. No podia esperar por eso. Lo valoraba tanto como un enema ácido.
—¿A dónde vas a ir?
Ella se levantó.
—Tengo algo de lo que encargarme. Pero volveré pronto. Confía en mí.
¿Tenía a caso elección?
—Tómate tu tiempo.—Si tenía suerte, quizás tuviera una hora entera para investigar furtivamente.
Realmente le entristecía cuando eso era lo mejor que un todo poderoso dios inmortal podía esperar.
Artemisa le sonrió, antes de desvanecerse.
Ella se trasladó al Inframundo donde los Dolophoni en la parte más oscura de los dominios de Hades.
No le llevó mucho tiempo encontrar a Deimos.
Él estaba ante un enorme armario de armas, examinando la hoja de una pequeña hacha de mano.
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Bueno espero que les halla gustado y comenten muchooo las quierooooo
issadanger
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
HOLAAAAA whkakjskaska Solo entre aqui porque me fije en ek titulo! y es que amo a Sherrilyn Kenyon <3 jakaksjkakajka I'm Menyon Bitch! ah.... gja,kalakjaks Bueh.... No leere la novela porque aun no llego a ese libro xD y no quiero enterarme de nada que me los pueda arruinar xD ....Ennnn fin , Era solo eso e.e jaksjwkjsjakjskw xD Salu2!
Francisca1DAndMichelTeló
Re: EL DIABLO TAMBIEN PUEDE LLORAR - HARRY Y KATRA
Si.. debo de decirlo.. pobre joseph :C me lo hace sufrir :c siguela
Feer :)x.
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