Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 8. • Comparte
Página 5 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
OMG!!!!!!!!!!!! jo sali un momento con mi mamá y m encuntro con todos estos estupendos capis!!!!!! jajaja me encantan son tan ajagdajkbiakjshb es que se aman y se not pero la pobre rayis tiene un cacao en la cabeza y ese secreto que la atormenta pobrecita :( AMO a Zayn :enamorado: :ilusion: :aah: por dios que cosa mas linda y a la vez mas lanzado jajaja esta loquito!!!!!
me encantaron los capis enserio siguela amor!!!!!!
Anna xx
Annaxx
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
yeah pase de pagina!!!!!!!!!!!!!!! XD
Annaxx
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
Holoo! ya estoy adaptando!CeciHoran* escribió:WOOO me encantaron TOOODOS los caps :) Zayn es demaciado tienoo, le regalo un anillooo! SIGUELA
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
jajaja,si ese Zayn es un necio,estoy adaptando,subo en un rato!annabel1D escribió:
OMG!!!!!!!!!!!! jo sali un momento con mi mamá y m encuntro con todos estos estupendos capis!!!!!! jajaja me encantan son tan ajagdajkbiakjshb es que se aman y se not pero la pobre rayis tiene un cacao en la cabeza y ese secreto que la atormenta pobrecita :( AMO a Zayn :enamorado: :ilusion: :aah: por dios que cosa mas linda y a la vez mas lanzado jajaja esta loquito!!!!!
me encantaron los capis enserio siguela amor!!!!!!
Anna xx
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
JOOOO YAYYYY :hug:annabel1D escribió:yeah pase de pagina!!!!!!!!!!!!!!! XD
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 20.
La semana siguiente fue extrañamente tranquila.Zayn dejó su asalto verbal acerca de mi secreto, por lo que me sentía agradecida, pero sólo quería decir que usaba otros medios para tratar de deshacerse de mí. Calmarme en una falsa sensación de seguridad, o algo así. Sabía que no se rendiría. Sólo tendría que sacarlo primero. O por lo menos averiguar en qué estaba.Algo que me distrajo de Zayn era Renee. Ella había estado muy extraña y reservada. Había ido por largas cantidades anormales de tiempo a la biblioteca y había vuelto con una sonrisa tonta en la cara. Le pregunté si había conocido a un chico lindo en las estanterías, pero se limitó a sonreír y me dijo que algún día lo entendería.
Darah ni siquiera había intentado averiguarlo, pero no habría conseguido nada de nada. Una noche, cuando Mase había terminado y estábamos cenando mientras Renee había salido otra vez, hablamos de las posibilidades.
—Tiene que ser Paul —dijo Zayn. Coincidía, pero no iba a admitirlo.
—Tiene que estar conectando con alguien y no nos dice al respecto —dije.
—Renee es terrible para guardar secretos. ¿Por qué de repente es buena en ello? —dijo Darah.
Me encogí de hombros. —No lo sé, pero lo último que nunca haría es admitir que se ha equivocado. Sabes que odia eso más que cualquier otra cosa.
—Es verdad. Pero vi a Paul un par de días y no dijo nada al respecto.
—Eso es raro —dije.
El misterio de Renee se resolvió esa noche cuando oí un ruido en la sala de estar y luego risas en voz alta.
—Oye, despierta y ponte los pantalones —susurré a Zayn, agarrando su bóxer y lanzándoselo.
—Tiene que ser Renee —dijo—. Suena como su risa. —Entonces oí una voz masculina.
—Parece que vamos a resolver el misterio de su cita de estudio. —Me encontraba detrás de él cuando fue a abrir la puerta y vio lo que pasaba.
Contó hasta cinco en voz baja antes de hacerlo.
—Oh, Dios mío —dije, apartando los ojos. Renee y Paul enredados en el sofá, ambos a medio vestir y en camino a desnudarse completamente.
—Oh, hola —dijo Renee, riendo cuando nos vio. Borracha. Estaba borracha—. Este es Paul.
—Nos conocemos —dije. Paul parecía estar un poco más sobrio y al menos tuvo el buen sentido de lucir mortificado.
—Es un placer, ah, conocerte, Paul —dijo Zayn—. Sólo vamos a, um, volver a la cama. Ustedes dos... tengan una buena noche.
Nos escabullimos de regreso a nuestra habitación tan rápido como pudimos.
—Dios mío —dije cuando ya habíamos cerrado la puerta.
—Bueno, supongo que el misterio está resuelto. —Me miró y se echó a reír, apoyando la espalda contra la puerta. Oímos a uno de ellos levantarse y chocar contra la mesa y luego Renee riendo como una loca.
—Es una buena cosa que Darah esté con Mase esta noche.
—Uf, realmente no quiero pensar lo que va a pasar en la habitación de al lado. Voy a necesitar mis tapones para los oídos esta noche.
—¿Por qué? ¿Qué otras personas tengan relaciones sexuales te hace sentir incómoda?
—No, es sólo raro. Tenerlos justo ahí —dije, señalando a la pared.
—Esa es la universidad para ti. —Se alejó de la puerta y volvió a la cama, arrojando el bóxer en el suelo y suspirando.
Aparté la vista y volví a la cama.
—No estás celosa, ¿verdad? ¿Ya qué no eres la afortunada?
—Ella está borracha. Probablemente ni siquiera lo recuerde.
—Estás celosa. Bueno, ____. Ya te he dicho que podemos arreglar esto.
—¿Por qué todo se reduce a tener sexo contigo?
—No se trata sólo de sexo, ____. A pesar de que esa parte es muy divertida. Es la otra cosa. El despertar desnudo al lado de alguien y saber que has compartido algo. Que estuviste conectado, aunque sea por unos minutos.
—¿Eso es lo que significa para ti? —No podía imaginarme teniendo ese tipo de relación con Chastity o con quien sea que él haya tenido relaciones sexuales.
—Lo sería contigo.
—¿No es con todos?
—Bueno, ¿has conectado con todos lo que has estado? —Mierda.
No había esperado que diera vuelta esto sobre mí.
—No —dije con demasiada rapidez. Maldita sea.
—Jesucristo —dijo, sentándose y agarrando la manta para que no se cayera.
—¿Qué?
—Eres virgen.
—No —dije, sonando muy parecido a alguien que miente.
—Mierda. Oh, mierda. —Actuaba como si acabara de atropellar a un perrito con su coche.
—Me voy a la cama —dije, porque no tenía nada más que decir.
—¿Eso es todo? ¿Tu gran secreto?
Oh, si sólo fuera eso. No respondí.
—Siento que te he profanado ahora. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Por qué es importante? Bien, ahora sabes que soy un bicho raro. Felicitaciones.
—Eso no es lo que quise decir. Cristo.
Me sentía mortificada y no sabía por qué me molestaba tanto. No era un secreto que guardé tan estrechamente, pero estaba muy cerca de serlo. Esto era por qué no había querido que Zayn se hiciera cercano. Debido a este momento.
—Deberías haber dicho algo. Me hubiera detenido.
—No soy una niña, Zayn.
—Lo sé, pero no te habría dicho todas esas cosas si lo hubiera sabido.
—¿En serio? ¿En serio? —Me senté, finalmente mirándolo.
—¿Quizás? No sé. Simplemente parecías tan segura.
—Quieres decir promiscua.
—No. Definitivamente no quería decir eso. No eres ese tipo de chica. Sólo quería decir que parecía que tenías experiencia, que sabía lo que hacías. Supongo que... Guau.
Negó con la cabeza con incredulidad.
—¿Eres realmente una virgen?
Respiré hondo antes de contestar. —Sí.
—¿Pero has hecho otras cosas? Como, ¿físicamente?
—Si me preguntas si alguna vez he dado o recibido sexo oral o he sido acariciada, la respuesta es no. He sido besada, y mi seno ha sido agarrado una vez por un tipo quien estoy bastante segura de que nunca tendrá hijos después de lo que le hice.
Por primera vez, Zayn se quedó sin habla. Punto para mí.
—No sé qué decir —dijo.
—Entonces, tengo una idea, no digas nada. Buenas noches.
—No, no, no. Estamos hablando de esto.
Le oí alcanzar su bóxer, y luego una camisa. Hmm. Un minuto más tarde, el final de mi cama se hundió.
—Oye, habla conmigo. Yo sólo... sólo parece incomprensible que no haya sucedido todavía. Si gritaras por la ventana ahora mismo que eres virgen, habría por lo menos cien tipos en fila en cinco segundos.
—Lo que sea. —Me negué a girarme y mirarlo. Sólo quería que se fuera a la cama para que así pudiera seguir con mi muerte interior en paz.
—¿Nadie lo ha intentado siquiera?
—No. —Claro, me habían invitado a salir, pero nunca había ido. Y cualquiera que intentara algo por lo general terminó con una entrepierna muy adolorida.
—Entonces, debe haber algo en el agua donde vives que altera la lógica. Probablemente deberías alertar a alguien sobre eso, porque eso es una locura.
—Me llamaban la Reina de Hielo —murmuré.
—¿Qué?
—Me llamaban la Reina de Hielo —le dije, dándome la vuelta. Tal vez si satisfago su curiosidad, se iría.
—No lo hicieron. ¿A ti?
—Creo que era más fría cuando iba a la escuela secundaria. Tal vez me has descongelado.
Su mano tocó mi hombro. —Lo siento por todo.
—No tienes que hacerlo. Sólo piensa antes de hablar la próxima vez. No quieres ir insultando a vírgenes. Podemos ser feroces cuando queremos.
—Lo tendré en cuenta. Buenas noches. —Por fin se levantó y volvió a su cama—. Ah, y si alguna vez decides entregar esa carta V, estoy aquí. Para que lo sepas.
—Estoy muy consciente.
—Bien. Porque podría ser increíble. Tú y yo.
—Buenas noches —dije, porque se sentía como la millonésima vez.
—Buenas noches, ____.
***************************
Zayn fue ridículamente amable conmigo durante dos semanas, mientras pasábamos los últimos momentos del verano al otoño.
El otoño era mi estación favorita. No sólo porque era mi cumpleaños en noviembre, sino debido a Halloween y las hojas crujientes y cosas perfumadas de calabaza y sombreros y bufandas lindas. ¿Qué no me gustaba del otoño? No podía pensar en nada.Usualmente me gustaba hornear en el otoño, así que una noche preparé galletas de calabaza glaseadas con queso cremoso que hizo a Renee proponerse, sobre una rodilla y todo.
—Gracias, cariño —dijo Paul mientras tomaba otro. Desde que Renee lo había traído a casa, Paul se había convertido en un fijo en nuestro apartamento. Él y Zayn se cayeron bien enseguida y ya habían tenido varios torneos de Halo extremadamente intensos y sesiones improvisadas de guitarra. Paul tenía una guitarra y, bueno, no era tan malo. Renee se sentaría y miraría, tocando su mano y meneando la cabeza y gritando peticiones.
Nunca la había visto tan feliz. Sonreía de oreja a oreja la mayor parte del tiempo, y siempre estaba tocándolo, riéndole y besándolo. Él era dulce y divertido y una especie de idiota. Me gustó incluso más que la última vez que los vimos. Parecía más asentado. Más suave.
Entre Paul, Zayn y Mase, teníamos bastante presencia masculina en nuestro lugar. Así que agrega a Sean y Dev y teníamos una buena tropa.
Me acostumbré a tener un millón de personas alrededor, todos subiendo unos sobre otros. Las cenas eran una producción, por lo que nos asegurábamos de que teníamos algo para todo el mundo. De alguna manera, aunque yo era más joven, me había convertido en una especie de madre para todos. Cuando cenamos, nadie se acordaba de agarrar una servilleta y siempre necesitaban algo y usualmente yo solía ser la que iba por ello.
Todavía llevaba el anillo. Sólo me lo quité para la ducha, y mi mano se sentía fría y desnuda sin él. Zayn no había hecho mención de los costos, y yo andaba en una especie de dejarlo ir. O al menos eso pensó.
Me encontraba decidida a averiguar de dónde sacó el dinero. Sabía que no vendía drogas o robaba bancos ni nada de eso, pero sabía que tenía algo que ver con Joe. Simplemente tenía que serlo.
La misma noche que hice las galletas de calabaza, limpié nuestra habitación, o al menos mi lado de ella, cuando vi lo que parecía un arrugado cheque. Intrigada, lo desdoblé.
Fue realizado para Zayn con un monto de cinco mil dólares.
—Mierda —dije, dejando caer el cheque.
—¿Qué estás haciendo? —dijo una voz detrás de mí. La voz de Nicholas.
—Limpieza. Y deja de acercarte sigilosamente a mí.
—¿Qué te sorprendió tanto?
—Nada. Nada. —Traté de empujar el cheque con el pie por lo que quedaría debajo de una camiseta que no había tomado aún, pero me atrapó. El muchacho era demasiado malditamente observador.
—Entonces, ¿por qué estás tratando de ocultarlo?
-¿Ocultar qué?
—No eres imbécil y no puedes jugar muy bien. —Alcanzó el cheque, pero llegué primero.
—Entonces, ¿por qué no me dices qué demonios es esto? —Lo sostuve en frente de su cara y vi cómo todo el color desapareció.
Impresionante.
—Devuélvemelo. —Quiso agarrarlo, pero yo había estado en kickboxing esta semana, y mis reflejos se hallaban encendidos.
—Dime qué es.
—Devuélvemelo —dijo con los dientes apretados.
Di un paso atrás, poniendo el cheque a mis espaldas. Iba a apoderarse de él, porque, seamos sinceros, era más alto y más fuerte. Pero al menos podría ser capaz de averiguar de qué se trataba todo esto.
—Dime qué es. ¿De dónde sacaste ese dinero?
—Dame. El. Cheque.
Nunca había visto tan enojado a Zayn. Nunca. Sus ojos azules brillaban con ello. Por primera vez, tenía miedo de él. Pero eso no significa que iba a dárselo antes de saber qué diablos era.
—Cuéntame —dije en voz baja, retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra mi cama.
—Juro por Dios que si no me das eso en los próximos cinco segundos, te lo voy a quitar y no voy a ser muy amable en ello.
Negué con la cabeza. —Bien.
Se lanzó hacia mí, pasmándome así que quedamos en mi cama.
Luché, pero él tenía el peso y el impulso de su lado.
—¡Suéltame!
—No hasta que me lo des.
—Dime y lo haré.
Eso sólo parecía ponerlo más loco, y me agarró del brazo, tirándolo alrededor mientras luchaba.
—Me haces daño.
No respondió.
Seguimos luchando hasta que finalmente se apoderó de ello.
—Gracias. Ahora vete a la mierda —dijo mientras se levantaba. Yo jadeaba, pero él no. Pero al menos los dos nos sentíamos molestos ahora.
—¿Qué?
—Vete a la mierda —rugió.
—¿A dónde se supone que voy a ir?
—Ese no es mi problema.
—No me voy —dije, cruzando los brazos.
—Entonces voy a tener que sacarte.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Con acero en sus ojos, me alcanzó. Peleé, pero me lanzó sobre su hombro y se dirigió hacia la puerta, más allá de Renee y Paul, que tenían una pelea de cosquillas en el sofá, y salió al pasillo dejándome allí. Traté de darle una buena patada o un puñetazo, pero fue capaz de evitarlos.
—No toques mis cosas. Nunca. —Cerró la puerta en mi cara y puso el cerrojo._______________________________________________
La semana siguiente fue extrañamente tranquila.Zayn dejó su asalto verbal acerca de mi secreto, por lo que me sentía agradecida, pero sólo quería decir que usaba otros medios para tratar de deshacerse de mí. Calmarme en una falsa sensación de seguridad, o algo así. Sabía que no se rendiría. Sólo tendría que sacarlo primero. O por lo menos averiguar en qué estaba.Algo que me distrajo de Zayn era Renee. Ella había estado muy extraña y reservada. Había ido por largas cantidades anormales de tiempo a la biblioteca y había vuelto con una sonrisa tonta en la cara. Le pregunté si había conocido a un chico lindo en las estanterías, pero se limitó a sonreír y me dijo que algún día lo entendería.
Darah ni siquiera había intentado averiguarlo, pero no habría conseguido nada de nada. Una noche, cuando Mase había terminado y estábamos cenando mientras Renee había salido otra vez, hablamos de las posibilidades.
—Tiene que ser Paul —dijo Zayn. Coincidía, pero no iba a admitirlo.
—Tiene que estar conectando con alguien y no nos dice al respecto —dije.
—Renee es terrible para guardar secretos. ¿Por qué de repente es buena en ello? —dijo Darah.
Me encogí de hombros. —No lo sé, pero lo último que nunca haría es admitir que se ha equivocado. Sabes que odia eso más que cualquier otra cosa.
—Es verdad. Pero vi a Paul un par de días y no dijo nada al respecto.
—Eso es raro —dije.
El misterio de Renee se resolvió esa noche cuando oí un ruido en la sala de estar y luego risas en voz alta.
—Oye, despierta y ponte los pantalones —susurré a Zayn, agarrando su bóxer y lanzándoselo.
—Tiene que ser Renee —dijo—. Suena como su risa. —Entonces oí una voz masculina.
—Parece que vamos a resolver el misterio de su cita de estudio. —Me encontraba detrás de él cuando fue a abrir la puerta y vio lo que pasaba.
Contó hasta cinco en voz baja antes de hacerlo.
—Oh, Dios mío —dije, apartando los ojos. Renee y Paul enredados en el sofá, ambos a medio vestir y en camino a desnudarse completamente.
—Oh, hola —dijo Renee, riendo cuando nos vio. Borracha. Estaba borracha—. Este es Paul.
—Nos conocemos —dije. Paul parecía estar un poco más sobrio y al menos tuvo el buen sentido de lucir mortificado.
—Es un placer, ah, conocerte, Paul —dijo Zayn—. Sólo vamos a, um, volver a la cama. Ustedes dos... tengan una buena noche.
Nos escabullimos de regreso a nuestra habitación tan rápido como pudimos.
—Dios mío —dije cuando ya habíamos cerrado la puerta.
—Bueno, supongo que el misterio está resuelto. —Me miró y se echó a reír, apoyando la espalda contra la puerta. Oímos a uno de ellos levantarse y chocar contra la mesa y luego Renee riendo como una loca.
—Es una buena cosa que Darah esté con Mase esta noche.
—Uf, realmente no quiero pensar lo que va a pasar en la habitación de al lado. Voy a necesitar mis tapones para los oídos esta noche.
—¿Por qué? ¿Qué otras personas tengan relaciones sexuales te hace sentir incómoda?
—No, es sólo raro. Tenerlos justo ahí —dije, señalando a la pared.
—Esa es la universidad para ti. —Se alejó de la puerta y volvió a la cama, arrojando el bóxer en el suelo y suspirando.
Aparté la vista y volví a la cama.
—No estás celosa, ¿verdad? ¿Ya qué no eres la afortunada?
—Ella está borracha. Probablemente ni siquiera lo recuerde.
—Estás celosa. Bueno, ____. Ya te he dicho que podemos arreglar esto.
—¿Por qué todo se reduce a tener sexo contigo?
—No se trata sólo de sexo, ____. A pesar de que esa parte es muy divertida. Es la otra cosa. El despertar desnudo al lado de alguien y saber que has compartido algo. Que estuviste conectado, aunque sea por unos minutos.
—¿Eso es lo que significa para ti? —No podía imaginarme teniendo ese tipo de relación con Chastity o con quien sea que él haya tenido relaciones sexuales.
—Lo sería contigo.
—¿No es con todos?
—Bueno, ¿has conectado con todos lo que has estado? —Mierda.
No había esperado que diera vuelta esto sobre mí.
—No —dije con demasiada rapidez. Maldita sea.
—Jesucristo —dijo, sentándose y agarrando la manta para que no se cayera.
—¿Qué?
—Eres virgen.
—No —dije, sonando muy parecido a alguien que miente.
—Mierda. Oh, mierda. —Actuaba como si acabara de atropellar a un perrito con su coche.
—Me voy a la cama —dije, porque no tenía nada más que decir.
—¿Eso es todo? ¿Tu gran secreto?
Oh, si sólo fuera eso. No respondí.
—Siento que te he profanado ahora. ¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Por qué es importante? Bien, ahora sabes que soy un bicho raro. Felicitaciones.
—Eso no es lo que quise decir. Cristo.
Me sentía mortificada y no sabía por qué me molestaba tanto. No era un secreto que guardé tan estrechamente, pero estaba muy cerca de serlo. Esto era por qué no había querido que Zayn se hiciera cercano. Debido a este momento.
—Deberías haber dicho algo. Me hubiera detenido.
—No soy una niña, Zayn.
—Lo sé, pero no te habría dicho todas esas cosas si lo hubiera sabido.
—¿En serio? ¿En serio? —Me senté, finalmente mirándolo.
—¿Quizás? No sé. Simplemente parecías tan segura.
—Quieres decir promiscua.
—No. Definitivamente no quería decir eso. No eres ese tipo de chica. Sólo quería decir que parecía que tenías experiencia, que sabía lo que hacías. Supongo que... Guau.
Negó con la cabeza con incredulidad.
—¿Eres realmente una virgen?
Respiré hondo antes de contestar. —Sí.
—¿Pero has hecho otras cosas? Como, ¿físicamente?
—Si me preguntas si alguna vez he dado o recibido sexo oral o he sido acariciada, la respuesta es no. He sido besada, y mi seno ha sido agarrado una vez por un tipo quien estoy bastante segura de que nunca tendrá hijos después de lo que le hice.
Por primera vez, Zayn se quedó sin habla. Punto para mí.
—No sé qué decir —dijo.
—Entonces, tengo una idea, no digas nada. Buenas noches.
—No, no, no. Estamos hablando de esto.
Le oí alcanzar su bóxer, y luego una camisa. Hmm. Un minuto más tarde, el final de mi cama se hundió.
—Oye, habla conmigo. Yo sólo... sólo parece incomprensible que no haya sucedido todavía. Si gritaras por la ventana ahora mismo que eres virgen, habría por lo menos cien tipos en fila en cinco segundos.
—Lo que sea. —Me negué a girarme y mirarlo. Sólo quería que se fuera a la cama para que así pudiera seguir con mi muerte interior en paz.
—¿Nadie lo ha intentado siquiera?
—No. —Claro, me habían invitado a salir, pero nunca había ido. Y cualquiera que intentara algo por lo general terminó con una entrepierna muy adolorida.
—Entonces, debe haber algo en el agua donde vives que altera la lógica. Probablemente deberías alertar a alguien sobre eso, porque eso es una locura.
—Me llamaban la Reina de Hielo —murmuré.
—¿Qué?
—Me llamaban la Reina de Hielo —le dije, dándome la vuelta. Tal vez si satisfago su curiosidad, se iría.
—No lo hicieron. ¿A ti?
—Creo que era más fría cuando iba a la escuela secundaria. Tal vez me has descongelado.
Su mano tocó mi hombro. —Lo siento por todo.
—No tienes que hacerlo. Sólo piensa antes de hablar la próxima vez. No quieres ir insultando a vírgenes. Podemos ser feroces cuando queremos.
—Lo tendré en cuenta. Buenas noches. —Por fin se levantó y volvió a su cama—. Ah, y si alguna vez decides entregar esa carta V, estoy aquí. Para que lo sepas.
—Estoy muy consciente.
—Bien. Porque podría ser increíble. Tú y yo.
—Buenas noches —dije, porque se sentía como la millonésima vez.
—Buenas noches, ____.
***************************
Zayn fue ridículamente amable conmigo durante dos semanas, mientras pasábamos los últimos momentos del verano al otoño.
El otoño era mi estación favorita. No sólo porque era mi cumpleaños en noviembre, sino debido a Halloween y las hojas crujientes y cosas perfumadas de calabaza y sombreros y bufandas lindas. ¿Qué no me gustaba del otoño? No podía pensar en nada.Usualmente me gustaba hornear en el otoño, así que una noche preparé galletas de calabaza glaseadas con queso cremoso que hizo a Renee proponerse, sobre una rodilla y todo.
—Gracias, cariño —dijo Paul mientras tomaba otro. Desde que Renee lo había traído a casa, Paul se había convertido en un fijo en nuestro apartamento. Él y Zayn se cayeron bien enseguida y ya habían tenido varios torneos de Halo extremadamente intensos y sesiones improvisadas de guitarra. Paul tenía una guitarra y, bueno, no era tan malo. Renee se sentaría y miraría, tocando su mano y meneando la cabeza y gritando peticiones.
Nunca la había visto tan feliz. Sonreía de oreja a oreja la mayor parte del tiempo, y siempre estaba tocándolo, riéndole y besándolo. Él era dulce y divertido y una especie de idiota. Me gustó incluso más que la última vez que los vimos. Parecía más asentado. Más suave.
Entre Paul, Zayn y Mase, teníamos bastante presencia masculina en nuestro lugar. Así que agrega a Sean y Dev y teníamos una buena tropa.
Me acostumbré a tener un millón de personas alrededor, todos subiendo unos sobre otros. Las cenas eran una producción, por lo que nos asegurábamos de que teníamos algo para todo el mundo. De alguna manera, aunque yo era más joven, me había convertido en una especie de madre para todos. Cuando cenamos, nadie se acordaba de agarrar una servilleta y siempre necesitaban algo y usualmente yo solía ser la que iba por ello.
Todavía llevaba el anillo. Sólo me lo quité para la ducha, y mi mano se sentía fría y desnuda sin él. Zayn no había hecho mención de los costos, y yo andaba en una especie de dejarlo ir. O al menos eso pensó.
Me encontraba decidida a averiguar de dónde sacó el dinero. Sabía que no vendía drogas o robaba bancos ni nada de eso, pero sabía que tenía algo que ver con Joe. Simplemente tenía que serlo.
La misma noche que hice las galletas de calabaza, limpié nuestra habitación, o al menos mi lado de ella, cuando vi lo que parecía un arrugado cheque. Intrigada, lo desdoblé.
Fue realizado para Zayn con un monto de cinco mil dólares.
—Mierda —dije, dejando caer el cheque.
—¿Qué estás haciendo? —dijo una voz detrás de mí. La voz de Nicholas.
—Limpieza. Y deja de acercarte sigilosamente a mí.
—¿Qué te sorprendió tanto?
—Nada. Nada. —Traté de empujar el cheque con el pie por lo que quedaría debajo de una camiseta que no había tomado aún, pero me atrapó. El muchacho era demasiado malditamente observador.
—Entonces, ¿por qué estás tratando de ocultarlo?
-¿Ocultar qué?
—No eres imbécil y no puedes jugar muy bien. —Alcanzó el cheque, pero llegué primero.
—Entonces, ¿por qué no me dices qué demonios es esto? —Lo sostuve en frente de su cara y vi cómo todo el color desapareció.
Impresionante.
—Devuélvemelo. —Quiso agarrarlo, pero yo había estado en kickboxing esta semana, y mis reflejos se hallaban encendidos.
—Dime qué es.
—Devuélvemelo —dijo con los dientes apretados.
Di un paso atrás, poniendo el cheque a mis espaldas. Iba a apoderarse de él, porque, seamos sinceros, era más alto y más fuerte. Pero al menos podría ser capaz de averiguar de qué se trataba todo esto.
—Dime qué es. ¿De dónde sacaste ese dinero?
—Dame. El. Cheque.
Nunca había visto tan enojado a Zayn. Nunca. Sus ojos azules brillaban con ello. Por primera vez, tenía miedo de él. Pero eso no significa que iba a dárselo antes de saber qué diablos era.
—Cuéntame —dije en voz baja, retrocediendo hasta que mi espalda chocó contra mi cama.
—Juro por Dios que si no me das eso en los próximos cinco segundos, te lo voy a quitar y no voy a ser muy amable en ello.
Negué con la cabeza. —Bien.
Se lanzó hacia mí, pasmándome así que quedamos en mi cama.
Luché, pero él tenía el peso y el impulso de su lado.
—¡Suéltame!
—No hasta que me lo des.
—Dime y lo haré.
Eso sólo parecía ponerlo más loco, y me agarró del brazo, tirándolo alrededor mientras luchaba.
—Me haces daño.
No respondió.
Seguimos luchando hasta que finalmente se apoderó de ello.
—Gracias. Ahora vete a la mierda —dijo mientras se levantaba. Yo jadeaba, pero él no. Pero al menos los dos nos sentíamos molestos ahora.
—¿Qué?
—Vete a la mierda —rugió.
—¿A dónde se supone que voy a ir?
—Ese no es mi problema.
—No me voy —dije, cruzando los brazos.
—Entonces voy a tener que sacarte.
—Me gustaría ver que lo intentes.
Con acero en sus ojos, me alcanzó. Peleé, pero me lanzó sobre su hombro y se dirigió hacia la puerta, más allá de Renee y Paul, que tenían una pelea de cosquillas en el sofá, y salió al pasillo dejándome allí. Traté de darle una buena patada o un puñetazo, pero fue capaz de evitarlos.
—No toques mis cosas. Nunca. —Cerró la puerta en mi cara y puso el cerrojo._______________________________________________
¡ZAYN ESTA LOCOOOOOOOOO!
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 21.
Me senté en el piso del pasillo durante unos aturdidores segundos antes de levantarme y tocar la puerta. Por supuesto, no tenía llave, así que golpeé hasta que Renee tímidamente abrió y me dejó entrar.
—Gracias por eso —le espeté.
—Yo... yo no sabía qué hacer. Es que... Nunca lo había visto así. Entró en su habitación, cerró la puerta y no va a salir.
Paul estaba por golpear la puerta de nuestro dormitorio.
—Aquí, déjame —le dije, tomando su lugar—. Me voy, idiota. Sólo tengo una cosa que decirte. Te. Odio. Si no me crees, no importa. Pero no me mudaré de forma permanente. Yo estaba aquí primero antes de que tú irrumpieras. No me importa donde vayas, pero cuando vuelva mañana, será mejor que te hayas ido. Que te jodan, Zayn Malik.
Agarré mi bolso y me fui, llamando a Megan para preguntarle si tenía el sofá libre esta noche.
—Por supuesto, ¿qué pasó?
—Te lo diré cuando llegue allí.
Sassy rugió a la vida, y me fui tan rápido como pude, lejos del campus, sin ser atrapada por la seguridad por exceso de velocidad.
Todavía no lloraba. Oh no. Las lágrimas eran la última cosa en mi mente.
Yo estaba enojada. Más que enojada. Estaba lívida.
Megan me esperaba con un plato de pastel de chocolate y un hombro comprensivo.
—Jake todavía está en el trabajo, y sus irritantes amigos no van a venir esta noche, así que el sofá es todo tuyo. Ya le he puesto sábanas frescas. ¿Necesitas algo de ropa?
Me había ido sin nada, pero tenía un cambio de emergencia en mi coche para momentos como este.
Mientras terminaba con dos pedazos de pastel pegajoso y un vaso de leche, le conté todo a Megan. Yo no había tenido la oportunidad de ponerme al día con ella por un tiempo, así que la puse al corriente de la historia del anillo y todo lo demás.
—Él tiene dinero y lo está ocultando. Si se tratara de sus tíos, lo habría admitido. Sigo volviendo a este tipo Joe.
—Así que tuvo una reunión con él y le dijo algo acerca de no querer... algo. Tal vez era el dinero.
—Eso fue lo primero que pensé. Quiero decir, sus padres están muertos, este tal Joe tiene una reunión con él, y después esto —dije, levantando el anillo—, y luego el cheque por cinco mil dólares. Tiene que estar conectado. No sé por qué me mentiría al respecto.
—Odio decirlo, pero tú le estás mintiendo también.
—Eso es diferente.
—No lo es y lo sabes. No puedes esperar que sea franco contigo si tú tampoco lo eres. Va en ambas direcciones, nena.
—Sé que lo hace.
—Sólo pasa la noche aquí, piensa en ello y ve cómo te sientes por la mañana. Este sofá es tuyo siempre que lo necesites. Prefiero tenerte a ti aquí que a los amigos brutos de Jake.
—Gracias, Meg. No sé lo que habría hecho.
—Eres una chica con recursos. Se te habría ocurrido algo.
—Gracias.
—Buenas noches.
—Buenas noches.
Dormí horriblemente en el sofá, pero le dije a Megan que dormí de maravilla. Jake trató de no hacer mucho ruido cuando llegó a casa a las seis, de su turno nocturno, pero le fue imposible. Me levanté tan pronto como pude. No tenía ninguna clase temprano y tampoco Megan, así que comimos tortitas y hablamos un poco más.
—¿Alguna revelación después de una noche de sueño? —dijo.
—Nope. Pero mi buzón de voz está lleno, y tengo un millón de textos que no he leído.
—Tal vez deberías hablar con él. Resolverlo.
—No sé si podremos. Hay demasiadas cosas en nuestro camino.
—Cosas que tú pusiste allí.
—Exactamente. Meg, sabes que no puedo hacerlo. Simplemente no puedo. Ni siquiera por él.
—Sabes que todo el mundo tiene secretos. Algunos son más grandes que otros, pero parece como si él tuviera uno igual de grande que el tuyo. Así que, ¿por qué no te cambias y aunque sea lo llamas? ¿Por qué dejar que eso se interponga en el camino de algo que podría ser increíble?
La cosa era que yo no tenía una buena respuesta. Dejar a Zayn meterse en mi secreto ya no me parecía algo tan grande. Ver la expresión de su rostro anoche fue terrible. Me puso en el lugar oscuro del que yo había creído salir años atrás. Sólo no pensaba que estuviera lista.
Alguien llamó a la puerta y Megan fue a abrir.
—Yo no voy a dejarte entrar. Depende de ella —dijo, moviendo la puerta para que pudiera ver quién era.
Zayn. Con su guitarra.
—Por favor. Sólo escucha. Yo... lo siento mucho. He estado tratando de averiguar cómo podría demostrártelo, y esto fue todo lo que se me ocurrió. No tienes que hacer nada más que escuchar. Sólo escucha.
Megan me miró, y asentí.
—Voy a estar en la cocina. Sólo grita si necesitas algo y estaré allí con un cuchillo o dos
—Gracias. —Volví mi atención a Nicholas y su guitarra—. Tú puedes quedarte en el porche. Así como me dejaste en el suelo fuera de nuestra habitación.
—No sabía qué otra cosa hacer. Encontraste el cheque, y entré en pánico.
—Eso no es una excusa.
—Lo sé. No estoy diciendo que esto va a compensarte por ello. Voy a intentar, a tratar realmente, para hacerte confiar en mí otra vez. Quiero que confíes en mí. Es que... no pude dormir anoche sin ti. Fue la cosa más extraña estar solo en el cuarto sin ti. No podía oír tu respiración, y tu risa se había ido. Te habías ido, y fue como si una parte de mi vida hubiera desaparecido. Una gran parte. Tropecé al ir al baño y me golpeé la cabeza. ¿Ves? —Señaló una pulcra herida en su frente—. Y luego me quemé la mano en el horno tostador. Después mi coche no arrancó. De nuevo. Nunca he tenido tanta mala suerte en mi vida.
Tomó la guitarra y la puso frente a él para poder tocar.
—He estado pensando en esta canción desde que te cerré la puerta. Iba a venir a verte anoche, pero quería darte espacio.
Esperé.
—Así que, aquí está la primera parte de mi disculpa.
Rasgó la guitarra en una melodía conocida y comenzó a cantar.
Era “Honey, Come Home” de The Head and the Heart. La letra era sobre un matrimonio, donde el marido le pedía a la mujer que volviera.
Había lavado los platos y limpiado la casa, y lo único que quería era acostarse a su lado, con la única que amaba.
Había hecho un nuevo arreglo que era a la vez triste y hermoso. Me fundí en la música, en la voz de Zayn, y pude verlo. Podía vernos, lavando los platos y despertando enredados por la mañana. Estaba tan cerca que podía saborearlo. Podía sentir sus labios sobre los míos.
Cuando terminó la canción, me miró. —¿Puedo pasar?
—No confío en ti.
—Lo sé, ____. Pero yo tampoco confío en ti. También tienes un secreto. Me has estado alejando para mantenerlo. Y yo te aleje para guardar el mío.
—Estabas tan enojado. Tenía miedo de ti.
—Tenía miedo de mí, también.
—¿Vas a decirme?
—Si eso es lo que se necesita para llevarte a casa. Sí. Puede que no te guste, pero si tanto quieres saberlo, entonces sí.
—Está bien. Puedes entrar.
—¿Estás bien, allí? —preguntó Megan.
—Estamos bien —respondí.
—De acuerdo, voy a tomar una ducha. Los cuchillos están aquí mismo si los necesitas.
Momentos después, oí el chasquido del agua y a Megan tarareando.
—No tengo dudas de por qué ustedes dos son amigas. Canta en la ducha, también —dijo, entrando lentamente. En lugar del sofá, tomó una de las sillas de mierda que se caían a pedazos, y que los chicos utilizan cuando tenían noches de juegos.
—Entonces, Joe —le dije.
—Joe. —Zayn tomó aliento—. Joe es mi abogado. Bueno, en realidad era abogado de mis padres. Cuando murieron, fue puesto a cargo de la gestión de su dinero hasta mi mayoría de edad. Ahora que soy mayor, todavía está a cargo de él.
—¿Por qué?
—Porque no quiero nada de eso.
—¿Cuánto dinero?
—No lo sé. Millones.
Casi me ahogo con mi propia lengua. —¿Millones?
—Sí. Mi padre era un ejecutivo petrolero de Texas. Así que tenía un montón de dinero.
—¿Por qué no lo quieres? —¿Quién no querría millones de dólares? No podía pensar en nadie.
—Porque es dinero manchado.
—¿Cómo? —Tal vez su padre había estado involucrado en el crimen organizado. Tal vez eso era todo. No me sorprendería demasiado.
—Porque mi padre mató a mi madre y luego se suicidó.
El tiempo se detuvo por un segundo después de lo que dijo. Tenía que haber oído mal. Eso no podía ser. Y entonces todo tuvo sentido. Las pesadillas, la renuencia a hablar de ellos, sus tíos ricos.
—Oh.
—Sí, no hay mucho que decir. Es lo que es. Sucedió hace mucho tiempo, y he seguido adelante. Por lo menos eso creía.
—¿Qué pasó?
—Mi padre pensaba que mi mamá estaba teniendo una aventura. Ella no lo estaba, pero eso no importaba. Las cosas se encontraban tensas en la empresa, y él estaba bajo mucha presión. Se emborrachó una noche, y tuvieron una gran pelea. Le disparó. —Hizo una pausa por un momento—. Yo estaba en mi habitación, tratando de tapar mis oídos para no escuchar más. Entonces oí el estallido. Sabía lo que significaba. Salí corriendo y vi un charco de sangre en el suelo. Traté de salvarla, pero ya era demasiado tarde. Papá se me quedó mirando, fijamente. Luego se puso la pistola en la boca y apretó el gatillo.
—Oh Dios mío —le dije, horrorizada. Era mucho peor de lo que yo había pensado.
—Te sorprenderías de lo que ocurre con el rostro de una persona cuando es arrancado por un arma de fuego. —Sacó una cuerda de la guitarra—. Así que ahí está. Sabes todo lo que hay que saber. Las únicas personas que conocen sobre ello son mi familia, y por supuesto la ciudad de Texas donde vivíamos. Fui el niño con los padres muertos por mucho tiempo, hasta que Hope y John se mudaron aquí y tuve que empezar de nuevo. Joe sólo aparece un par de veces al año para darme noticias sobre inversiones y esas cosas. Sigue tratando de involucrarme, para que tome parte del dinero para mí, pero no lo quiero.
Oh. Eso era lo que él no quería. El dinero.
—¿Qué quiere que hagas con él?
—Invertir y ganar más dinero. Joe está mucho en ese tipo de cosas. Juega en la bolsa de valores y todo eso. Piensa que estoy loco por no querer. Si me lo permitiera, lo regalaría. Daría tanto como me dejara dar.
—¿Lo regalarías?
—Bueno, sí. ¿Qué voy a hacer con millones de dólares que no quiero? Me siento como... —Hizo una pausa y pensó por un segundo—. Me siento como que si ese dinero pudiera hacer un bien a este mundo, entonces ellos no habrían muerto por nada. El dinero los destruyó. Volvió a papá loco, enojado y estresado, y se rompió ese día. Sé que debería echarle la culpa y estar enojado, pero no puedo. Tengo demasiados buenos recuerdos de él como para dejar que uno malo arruine todo.
Guau.
—Así que ahí lo tienes. Mi profundo y oscuro secreto. Bueno, uno de ellos por lo menos. Un hombre tiene que tener un poco de misterio, ¿verdad?
—Yo... yo no tenía ni idea.
—No, no lo hacías. Pero está bien. Debería habértelo dicho. Te merecías saberlo.
No, realmente no lo merecía.
—Lo siento mucho.
—¿Sabes? Eres una de las pocas personas a la que le creo cuando dicen eso. Cuando tus padres mueren y uno es joven, especialmente si son conocidos, todo tipo de personas te dicen que lo sienten, pero es una mierda en su mayoría. Tienen que decirlo. Pero sé que tú lo sientes.
—Lo hago. Siento haberte presionado.
Puso su mano en mi hombro.
—Está bien, ____. Debería haber sabido que estarías tan curiosa que ibas a usar otras formas de averiguarlo.
—Te espié. En la casa de tu tío. Le dije a Hope que iba al baño, pero fui por el pasillo y escuché tras la puerta.
—Por supuesto que lo hiciste. No esperaba nada menos. ¿Qué oíste? —Ni se inmutó. Me conocía mejor de lo que pensaba.
—Sólo estabas diciendo que no querías algo. Ahora sé lo que es.
—Ah, ¿así que no me oíste llamar a Joe un imbécil agresivo?
—¿Lo llamaste imbécil?
—Sí, está muy genial chica lo usa, y decidí robarlo.
—Ella lo aprueba.
—¿Eso significa que me perdonas?
—Quiero hacerlo —le dije, siendo totalmente honesta—. Cuando... cuando me miraste... como que... —Negué con la cabeza, recordando. Me hizo pensar en esa noche—. No puedes tocarme de esa forma nunca más, o de lo contrario te arrancaré las pelotas y te las daré en la mano. Asintió. —Me recordó algo que he pasado casi ocho años tratando de olvidar. Yo... puedo decirte sobre eso, si quieres. —Quería tragarme las palabras de nuevo una vez que las dije.
—____—dijo, su voz y sus ojos suaves. Nada comparado con la pasada noche. No quería volver a recordar esa noche otra vez. Quería borrarla de mi vida—. No tienes que hacerlo. Veo que te duele y te pesa, pero si no quieres decirme, no tienes que hacerlo. Sólo escuchar lo que te hablé sobre mis padres fue suficiente. Te llevaré a pesar de todo. Lo siento mucho por cómo me comporté. No quiero volver a ser ese hombre de nuevo.
—Tampoco quiero que lo seas. —Se movió en el sofá—. Yo sólo... No sé si pueda decírtelo. No sé cómo.
Él había hecho que parezca tan fácil. Sólo se había sentado y me lo dijo. Dios, había visto dos muertes. Yo no tenía nada de eso.
—Quiero llevarte a cenar. A algún lugar agradable donde pueda continuar arrastrándome y mostrándote que puedes confiar en mí. Quiero que confíes en mí. Lo necesito. Te necesito más que nada. Todo tiene sentido cuando estás cerca. Todo es mejor. Ni siquiera podía cocinar la cena de anoche, porque no estabas allí. Tuve una pesadilla, y no hubo nadie que me despertase de ella. No es tu trabajo salvarme, pero... te quiero cerca.
—Yo también.
No le dije a Megan, pero me había despertado con la cara pegada a la almohada y mis dientes apretados en un grito. Por suerte, o de lo contrario se podría haber pensado que alguien trataba de matarme.
—Entonces, ¿qué me dices? ¿Vas a dejar que te lleve a una cita?
—¿Quieres ayudarme a escoger algo de ropa?
—Por supuesto. —En su rostro apareció la sonrisa que sabía que traía problemas.
—No llevaré sólo ropa interior, así que puedes sacarte esa imagen de la cabeza.
—Maldita sea. Valía la pena intentarlo.
—Tengo el derecho de vetar cualquiera de tus opciones.
—Supongo
—Está bien, entonces. Vamos a una cita.
—Está bien, entonces.
No le dije que era, técnicamente, mi primera cita. Había estado en cosas de grupo, pero ningún chico me recogió, esperó pagar, tiró de mi silla y me dio un casto beso al final.
Zayn se levantó del sofá cuando Megan cerró la ducha. — ¿Todavía viven ahí afuera?
—Sí —respondimos ambos.
—¿Le has cortado las extremidades? —preguntó.
—No. Está intacto.
—Bueno, dile que si alguna vez te lastima otra vez, no va a estarlo.
—Lo tengo. —Me volví hacia Zayn—. Ella dice…
—Ya entendí. ¿Quieres venir a casa ahora? Hay una taza de café más negro que el pecado esperando por ti.
—Nos vemos allí, ¿de acuerdo? Sólo quiero darle las gracias a Megan y sacar mis cosas.
—Está bien, ____. Te veré en casa.
Se fue y me quedé en el sofá. Megan salió de su habitación con el pelo envuelto en una toalla. —¿Y bien?
—Se disculpó de la manera más romántica y me llevará a cenar.
—Aún hay que tener cuidado.
—Lo sé. —Sabía a qué se refería—. Él no es Travis.
—No, no lo es. Aún así.
—Lo sé, Meg.
—Está bien, entonces.
Me levanté para tomar mi bolsa y mi ropa de anoche. Yo estaba todavía con mis pijamas. —Gracias por dejar que me quede —le dije, dándole un abrazo.
—Cuando quieras, chica. Sabes que estoy aquí para ti.
—Gracias.
—Llámame. Quiero saber todos los detalles. Haz que trabaje por ello.
—Oh, créeme, lo haré. Va a estar de guardia durante al menos dos semanas. Nos vemos más tarde.
—Adiós.
Me senté en el piso del pasillo durante unos aturdidores segundos antes de levantarme y tocar la puerta. Por supuesto, no tenía llave, así que golpeé hasta que Renee tímidamente abrió y me dejó entrar.
—Gracias por eso —le espeté.
—Yo... yo no sabía qué hacer. Es que... Nunca lo había visto así. Entró en su habitación, cerró la puerta y no va a salir.
Paul estaba por golpear la puerta de nuestro dormitorio.
—Aquí, déjame —le dije, tomando su lugar—. Me voy, idiota. Sólo tengo una cosa que decirte. Te. Odio. Si no me crees, no importa. Pero no me mudaré de forma permanente. Yo estaba aquí primero antes de que tú irrumpieras. No me importa donde vayas, pero cuando vuelva mañana, será mejor que te hayas ido. Que te jodan, Zayn Malik.
Agarré mi bolso y me fui, llamando a Megan para preguntarle si tenía el sofá libre esta noche.
—Por supuesto, ¿qué pasó?
—Te lo diré cuando llegue allí.
Sassy rugió a la vida, y me fui tan rápido como pude, lejos del campus, sin ser atrapada por la seguridad por exceso de velocidad.
Todavía no lloraba. Oh no. Las lágrimas eran la última cosa en mi mente.
Yo estaba enojada. Más que enojada. Estaba lívida.
Megan me esperaba con un plato de pastel de chocolate y un hombro comprensivo.
—Jake todavía está en el trabajo, y sus irritantes amigos no van a venir esta noche, así que el sofá es todo tuyo. Ya le he puesto sábanas frescas. ¿Necesitas algo de ropa?
Me había ido sin nada, pero tenía un cambio de emergencia en mi coche para momentos como este.
Mientras terminaba con dos pedazos de pastel pegajoso y un vaso de leche, le conté todo a Megan. Yo no había tenido la oportunidad de ponerme al día con ella por un tiempo, así que la puse al corriente de la historia del anillo y todo lo demás.
—Él tiene dinero y lo está ocultando. Si se tratara de sus tíos, lo habría admitido. Sigo volviendo a este tipo Joe.
—Así que tuvo una reunión con él y le dijo algo acerca de no querer... algo. Tal vez era el dinero.
—Eso fue lo primero que pensé. Quiero decir, sus padres están muertos, este tal Joe tiene una reunión con él, y después esto —dije, levantando el anillo—, y luego el cheque por cinco mil dólares. Tiene que estar conectado. No sé por qué me mentiría al respecto.
—Odio decirlo, pero tú le estás mintiendo también.
—Eso es diferente.
—No lo es y lo sabes. No puedes esperar que sea franco contigo si tú tampoco lo eres. Va en ambas direcciones, nena.
—Sé que lo hace.
—Sólo pasa la noche aquí, piensa en ello y ve cómo te sientes por la mañana. Este sofá es tuyo siempre que lo necesites. Prefiero tenerte a ti aquí que a los amigos brutos de Jake.
—Gracias, Meg. No sé lo que habría hecho.
—Eres una chica con recursos. Se te habría ocurrido algo.
—Gracias.
—Buenas noches.
—Buenas noches.
Dormí horriblemente en el sofá, pero le dije a Megan que dormí de maravilla. Jake trató de no hacer mucho ruido cuando llegó a casa a las seis, de su turno nocturno, pero le fue imposible. Me levanté tan pronto como pude. No tenía ninguna clase temprano y tampoco Megan, así que comimos tortitas y hablamos un poco más.
—¿Alguna revelación después de una noche de sueño? —dijo.
—Nope. Pero mi buzón de voz está lleno, y tengo un millón de textos que no he leído.
—Tal vez deberías hablar con él. Resolverlo.
—No sé si podremos. Hay demasiadas cosas en nuestro camino.
—Cosas que tú pusiste allí.
—Exactamente. Meg, sabes que no puedo hacerlo. Simplemente no puedo. Ni siquiera por él.
—Sabes que todo el mundo tiene secretos. Algunos son más grandes que otros, pero parece como si él tuviera uno igual de grande que el tuyo. Así que, ¿por qué no te cambias y aunque sea lo llamas? ¿Por qué dejar que eso se interponga en el camino de algo que podría ser increíble?
La cosa era que yo no tenía una buena respuesta. Dejar a Zayn meterse en mi secreto ya no me parecía algo tan grande. Ver la expresión de su rostro anoche fue terrible. Me puso en el lugar oscuro del que yo había creído salir años atrás. Sólo no pensaba que estuviera lista.
Alguien llamó a la puerta y Megan fue a abrir.
—Yo no voy a dejarte entrar. Depende de ella —dijo, moviendo la puerta para que pudiera ver quién era.
Zayn. Con su guitarra.
—Por favor. Sólo escucha. Yo... lo siento mucho. He estado tratando de averiguar cómo podría demostrártelo, y esto fue todo lo que se me ocurrió. No tienes que hacer nada más que escuchar. Sólo escucha.
Megan me miró, y asentí.
—Voy a estar en la cocina. Sólo grita si necesitas algo y estaré allí con un cuchillo o dos
—Gracias. —Volví mi atención a Nicholas y su guitarra—. Tú puedes quedarte en el porche. Así como me dejaste en el suelo fuera de nuestra habitación.
—No sabía qué otra cosa hacer. Encontraste el cheque, y entré en pánico.
—Eso no es una excusa.
—Lo sé. No estoy diciendo que esto va a compensarte por ello. Voy a intentar, a tratar realmente, para hacerte confiar en mí otra vez. Quiero que confíes en mí. Es que... no pude dormir anoche sin ti. Fue la cosa más extraña estar solo en el cuarto sin ti. No podía oír tu respiración, y tu risa se había ido. Te habías ido, y fue como si una parte de mi vida hubiera desaparecido. Una gran parte. Tropecé al ir al baño y me golpeé la cabeza. ¿Ves? —Señaló una pulcra herida en su frente—. Y luego me quemé la mano en el horno tostador. Después mi coche no arrancó. De nuevo. Nunca he tenido tanta mala suerte en mi vida.
Tomó la guitarra y la puso frente a él para poder tocar.
—He estado pensando en esta canción desde que te cerré la puerta. Iba a venir a verte anoche, pero quería darte espacio.
Esperé.
—Así que, aquí está la primera parte de mi disculpa.
Rasgó la guitarra en una melodía conocida y comenzó a cantar.
Era “Honey, Come Home” de The Head and the Heart. La letra era sobre un matrimonio, donde el marido le pedía a la mujer que volviera.
Había lavado los platos y limpiado la casa, y lo único que quería era acostarse a su lado, con la única que amaba.
Había hecho un nuevo arreglo que era a la vez triste y hermoso. Me fundí en la música, en la voz de Zayn, y pude verlo. Podía vernos, lavando los platos y despertando enredados por la mañana. Estaba tan cerca que podía saborearlo. Podía sentir sus labios sobre los míos.
Cuando terminó la canción, me miró. —¿Puedo pasar?
—No confío en ti.
—Lo sé, ____. Pero yo tampoco confío en ti. También tienes un secreto. Me has estado alejando para mantenerlo. Y yo te aleje para guardar el mío.
—Estabas tan enojado. Tenía miedo de ti.
—Tenía miedo de mí, también.
—¿Vas a decirme?
—Si eso es lo que se necesita para llevarte a casa. Sí. Puede que no te guste, pero si tanto quieres saberlo, entonces sí.
—Está bien. Puedes entrar.
—¿Estás bien, allí? —preguntó Megan.
—Estamos bien —respondí.
—De acuerdo, voy a tomar una ducha. Los cuchillos están aquí mismo si los necesitas.
Momentos después, oí el chasquido del agua y a Megan tarareando.
—No tengo dudas de por qué ustedes dos son amigas. Canta en la ducha, también —dijo, entrando lentamente. En lugar del sofá, tomó una de las sillas de mierda que se caían a pedazos, y que los chicos utilizan cuando tenían noches de juegos.
—Entonces, Joe —le dije.
—Joe. —Zayn tomó aliento—. Joe es mi abogado. Bueno, en realidad era abogado de mis padres. Cuando murieron, fue puesto a cargo de la gestión de su dinero hasta mi mayoría de edad. Ahora que soy mayor, todavía está a cargo de él.
—¿Por qué?
—Porque no quiero nada de eso.
—¿Cuánto dinero?
—No lo sé. Millones.
Casi me ahogo con mi propia lengua. —¿Millones?
—Sí. Mi padre era un ejecutivo petrolero de Texas. Así que tenía un montón de dinero.
—¿Por qué no lo quieres? —¿Quién no querría millones de dólares? No podía pensar en nadie.
—Porque es dinero manchado.
—¿Cómo? —Tal vez su padre había estado involucrado en el crimen organizado. Tal vez eso era todo. No me sorprendería demasiado.
—Porque mi padre mató a mi madre y luego se suicidó.
El tiempo se detuvo por un segundo después de lo que dijo. Tenía que haber oído mal. Eso no podía ser. Y entonces todo tuvo sentido. Las pesadillas, la renuencia a hablar de ellos, sus tíos ricos.
—Oh.
—Sí, no hay mucho que decir. Es lo que es. Sucedió hace mucho tiempo, y he seguido adelante. Por lo menos eso creía.
—¿Qué pasó?
—Mi padre pensaba que mi mamá estaba teniendo una aventura. Ella no lo estaba, pero eso no importaba. Las cosas se encontraban tensas en la empresa, y él estaba bajo mucha presión. Se emborrachó una noche, y tuvieron una gran pelea. Le disparó. —Hizo una pausa por un momento—. Yo estaba en mi habitación, tratando de tapar mis oídos para no escuchar más. Entonces oí el estallido. Sabía lo que significaba. Salí corriendo y vi un charco de sangre en el suelo. Traté de salvarla, pero ya era demasiado tarde. Papá se me quedó mirando, fijamente. Luego se puso la pistola en la boca y apretó el gatillo.
—Oh Dios mío —le dije, horrorizada. Era mucho peor de lo que yo había pensado.
—Te sorprenderías de lo que ocurre con el rostro de una persona cuando es arrancado por un arma de fuego. —Sacó una cuerda de la guitarra—. Así que ahí está. Sabes todo lo que hay que saber. Las únicas personas que conocen sobre ello son mi familia, y por supuesto la ciudad de Texas donde vivíamos. Fui el niño con los padres muertos por mucho tiempo, hasta que Hope y John se mudaron aquí y tuve que empezar de nuevo. Joe sólo aparece un par de veces al año para darme noticias sobre inversiones y esas cosas. Sigue tratando de involucrarme, para que tome parte del dinero para mí, pero no lo quiero.
Oh. Eso era lo que él no quería. El dinero.
—¿Qué quiere que hagas con él?
—Invertir y ganar más dinero. Joe está mucho en ese tipo de cosas. Juega en la bolsa de valores y todo eso. Piensa que estoy loco por no querer. Si me lo permitiera, lo regalaría. Daría tanto como me dejara dar.
—¿Lo regalarías?
—Bueno, sí. ¿Qué voy a hacer con millones de dólares que no quiero? Me siento como... —Hizo una pausa y pensó por un segundo—. Me siento como que si ese dinero pudiera hacer un bien a este mundo, entonces ellos no habrían muerto por nada. El dinero los destruyó. Volvió a papá loco, enojado y estresado, y se rompió ese día. Sé que debería echarle la culpa y estar enojado, pero no puedo. Tengo demasiados buenos recuerdos de él como para dejar que uno malo arruine todo.
Guau.
—Así que ahí lo tienes. Mi profundo y oscuro secreto. Bueno, uno de ellos por lo menos. Un hombre tiene que tener un poco de misterio, ¿verdad?
—Yo... yo no tenía ni idea.
—No, no lo hacías. Pero está bien. Debería habértelo dicho. Te merecías saberlo.
No, realmente no lo merecía.
—Lo siento mucho.
—¿Sabes? Eres una de las pocas personas a la que le creo cuando dicen eso. Cuando tus padres mueren y uno es joven, especialmente si son conocidos, todo tipo de personas te dicen que lo sienten, pero es una mierda en su mayoría. Tienen que decirlo. Pero sé que tú lo sientes.
—Lo hago. Siento haberte presionado.
Puso su mano en mi hombro.
—Está bien, ____. Debería haber sabido que estarías tan curiosa que ibas a usar otras formas de averiguarlo.
—Te espié. En la casa de tu tío. Le dije a Hope que iba al baño, pero fui por el pasillo y escuché tras la puerta.
—Por supuesto que lo hiciste. No esperaba nada menos. ¿Qué oíste? —Ni se inmutó. Me conocía mejor de lo que pensaba.
—Sólo estabas diciendo que no querías algo. Ahora sé lo que es.
—Ah, ¿así que no me oíste llamar a Joe un imbécil agresivo?
—¿Lo llamaste imbécil?
—Sí, está muy genial chica lo usa, y decidí robarlo.
—Ella lo aprueba.
—¿Eso significa que me perdonas?
—Quiero hacerlo —le dije, siendo totalmente honesta—. Cuando... cuando me miraste... como que... —Negué con la cabeza, recordando. Me hizo pensar en esa noche—. No puedes tocarme de esa forma nunca más, o de lo contrario te arrancaré las pelotas y te las daré en la mano. Asintió. —Me recordó algo que he pasado casi ocho años tratando de olvidar. Yo... puedo decirte sobre eso, si quieres. —Quería tragarme las palabras de nuevo una vez que las dije.
—____—dijo, su voz y sus ojos suaves. Nada comparado con la pasada noche. No quería volver a recordar esa noche otra vez. Quería borrarla de mi vida—. No tienes que hacerlo. Veo que te duele y te pesa, pero si no quieres decirme, no tienes que hacerlo. Sólo escuchar lo que te hablé sobre mis padres fue suficiente. Te llevaré a pesar de todo. Lo siento mucho por cómo me comporté. No quiero volver a ser ese hombre de nuevo.
—Tampoco quiero que lo seas. —Se movió en el sofá—. Yo sólo... No sé si pueda decírtelo. No sé cómo.
Él había hecho que parezca tan fácil. Sólo se había sentado y me lo dijo. Dios, había visto dos muertes. Yo no tenía nada de eso.
—Quiero llevarte a cenar. A algún lugar agradable donde pueda continuar arrastrándome y mostrándote que puedes confiar en mí. Quiero que confíes en mí. Lo necesito. Te necesito más que nada. Todo tiene sentido cuando estás cerca. Todo es mejor. Ni siquiera podía cocinar la cena de anoche, porque no estabas allí. Tuve una pesadilla, y no hubo nadie que me despertase de ella. No es tu trabajo salvarme, pero... te quiero cerca.
—Yo también.
No le dije a Megan, pero me había despertado con la cara pegada a la almohada y mis dientes apretados en un grito. Por suerte, o de lo contrario se podría haber pensado que alguien trataba de matarme.
—Entonces, ¿qué me dices? ¿Vas a dejar que te lleve a una cita?
—¿Quieres ayudarme a escoger algo de ropa?
—Por supuesto. —En su rostro apareció la sonrisa que sabía que traía problemas.
—No llevaré sólo ropa interior, así que puedes sacarte esa imagen de la cabeza.
—Maldita sea. Valía la pena intentarlo.
—Tengo el derecho de vetar cualquiera de tus opciones.
—Supongo
—Está bien, entonces. Vamos a una cita.
—Está bien, entonces.
No le dije que era, técnicamente, mi primera cita. Había estado en cosas de grupo, pero ningún chico me recogió, esperó pagar, tiró de mi silla y me dio un casto beso al final.
Zayn se levantó del sofá cuando Megan cerró la ducha. — ¿Todavía viven ahí afuera?
—Sí —respondimos ambos.
—¿Le has cortado las extremidades? —preguntó.
—No. Está intacto.
—Bueno, dile que si alguna vez te lastima otra vez, no va a estarlo.
—Lo tengo. —Me volví hacia Zayn—. Ella dice…
—Ya entendí. ¿Quieres venir a casa ahora? Hay una taza de café más negro que el pecado esperando por ti.
—Nos vemos allí, ¿de acuerdo? Sólo quiero darle las gracias a Megan y sacar mis cosas.
—Está bien, ____. Te veré en casa.
Se fue y me quedé en el sofá. Megan salió de su habitación con el pelo envuelto en una toalla. —¿Y bien?
—Se disculpó de la manera más romántica y me llevará a cenar.
—Aún hay que tener cuidado.
—Lo sé. —Sabía a qué se refería—. Él no es Travis.
—No, no lo es. Aún así.
—Lo sé, Meg.
—Está bien, entonces.
Me levanté para tomar mi bolsa y mi ropa de anoche. Yo estaba todavía con mis pijamas. —Gracias por dejar que me quede —le dije, dándole un abrazo.
—Cuando quieras, chica. Sabes que estoy aquí para ti.
—Gracias.
—Llámame. Quiero saber todos los detalles. Haz que trabaje por ello.
—Oh, créeme, lo haré. Va a estar de guardia durante al menos dos semanas. Nos vemos más tarde.
—Adiós.
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 22.
Estoy excitado —susurró Zayn en mi oído durante sexualidad humana.
—Bueno, estamos hablando sobre ETS, pero lo que sea que te encienda —siseé. No importaba si hablábamos a un volumen normal. Gran parte de la clase lo hacía, así que había un constante murmullo de conversación que la profesora no se molestaba en callar.
—Sobre nuestra cita. Sé exactamente lo que deberías usar.
—¿Estás seguro de que no eres gay? Estás muy familiarizado con mi armario.
—No, sólo estoy muy familiarizado contigo. Digo, dormimos en la misma habitación.
Era verdad. Conocía prácticamente toda su ropa, incluyendo sus bóxers, los cuales veía demasiado o no lo suficiente, dependiendo del día.
—Te ves realmente hermosa hoy. Lo haces todos los días, pero no lo digo lo suficiente.
—Guau, realmente estás besando mi trasero —dije mientras Marjorie indicó a los asistentes que pasaran las cestas con condones. Podías hacer esas cosas en la universidad. Sólo esperaba que no nos diera una demostración con una banana.
—Envuélvanlo antes de utilizarlo, pásenlos —dijo Carissa, una de las asistentes, mientras me pasaba una canasta.
—¿Crees que puedas recordarlo? —pregunté a Zayn.
—Tendrás que hacerme recordar —dijo enviando escalofríos por mi columna.
—Te daré una lección de banana más tarde —susurré cuando Marjorie pedía silencio para hablar sobre la clamidia. Encantador.
—Estoy esperándolo —dijo con un guiño.
Caminamos al apartamento, Zayn estaba extrañamente silencioso.
—¿Un centavo por tus pensamientos? —pregunté.
—Sólo pensaba que mi madre te hubiera amado.
—¿Cómo era?
—Hermosa. Tengo esta foto en blanco y negro de ella que te tengo que mostrar. Gastaba casi todo su tiempo haciendo caridad, pero también tenía un titulo en arquitectura. Siempre decía que la gente pensaba que era una esposa trofeo hasta que abría la boca y los ponía en su lugar. Directa como un látigo, decía papá. Tenía una respuesta para todo. No creo que hubiera perdido una discusión en su vida.
—¿Cómo se veía? —Imaginé el cabello negro y la sonrisa de Zayn.
—Saqué mis ojos azules de ella. Y alguna gente dice que mi sonrisa. Me parezco más a mi papá. Tengo una foto de él también, por si la quieres ver.
Lo hacía. Quería ver de dónde venía, ya que no podía conocerlos. Si no iba a dejar que lo que su padre hizo definiera como se sentía sobre sí mismo, yo tampoco iba a hacerlo.
—¿De verdad no estás enojado con él?
—Lo estuve por un tiempo. Pensé y hablé mucho con mi tía e hice terapia y eso. Solía romper cosas y prenderlas fuego. Estuve en detención algunas cuantas veces.
—Me lo imagino —dije pretendiendo estar en shock.
—Fui un punk por un tiempo.
—Déjame adivinar —dije dándome vuelta y caminando hacia atrás para poder mirarlo—, eras un skater con un mohicano, puedes o no haber tenido una oreja perforada. Tus pantalones probablemente se caían un montón.
Me miró. —No era un skater, sólo era un chico que andaba en patineta frecuentemente.
—Es lo mismo. ¿Tengo razón en lo demás?
—Todavía tengo la cicatriz del aro.
Se detuvo y agachó la cabeza para que pudiera ver el minúsculo agujero en su oreja. Volteé la cabeza y me di cuenta de que tan cerca estaban nuestros labios y cuanto querían los míos unirse a los suyos.
No.
Labios malos.
Giré y volví a caminar.
—¿Puedo hacer lo mismo?
—Adelante. —Nunca lo haría bien.
—Veamos. Apuesto a que usabas medias de red negras, mucho delineador, te gustaba la poesía muy profunda y estudiabas francés.
—Lejos —dije, tosiendo. Ni siquiera estaba cerca.
—Lo sé. Sólo bromeaba. Apuesto a que hacías un poco de todo. Arte, quizás un deporte como tenis, y leías un montón y creo que la sociedad nacional de honor. Oh, y apuesto que bailabas. Te mueves como si hubieras bailado. ¿Como lo hice?
Mierda. Lo hizo perfecto.
—Acosador —dije caminando más rápido. No había forma de que pudiera haberlo hecho sin una buena investigación.
—Espera. Juro que no te acose. Te lo dije, soy observador. Piensa en mí como Sherlock Holmes, sólo que sin las malas habilidades sociales y el uso de cocaína.
—¿Holmes consumía cocaína?
—¿Si no como hacía para quedarse despierto toda la noche resolviendo crímenes?
—Cierto. —En un paso se puso a mi lado—. ¿Entonces no me acosaste?
—Puede que haya visto algunos de tus viejos estados de Facebook. —Me había olvidado de eso. Malditas redes sociales. Ya nadie era anónimo.
—Practiqué danza por algunos años, pero era muy caro así que tuve que parar. También me echaron.
—¿Te echaron de danza?
—Sí. Como que le dije a una chica que le arrancaría la garganta.
Empezó a reír, tirando la cabeza hacia atrás. —¿Por qué?
Suspiré. —Porque dijo que mi papá había estado engañando a mi mamá desde antes del divorcio, y mi mamá tenía algo de su lado también.
—¿Cuántos años tenías?
—Catorce. Sólo estaba repitiendo algo que su madre había dicho, pero suficientemente mayor para saber lo que decía.
—Dios, las chicas son perras.
—Dímelo a mí.
—Como sea, traté de arrancarle su mocosa cola de caballo platinada de la cabeza y eso fue todo. Me pidieron que me fuera y nunca volviera. Fue el fin de mi carrera como bailarina.
—Es una lástima. Todavía tienes los movimientos. —Me detuve y me sacudí un poco—. Siempre podrías tomar clases.
—Quizás lo haga.
—Deberías. Si te gustaba.
—Lo hacía
—Bueno, ahí tienes.
Renee estudiaba en el sofá mientras Paul estaba esparcido en la mesa del comedor con lo que parecía una adivinanza matemática. Paul era locamente inteligente y estudiaba ingeniería mecánica y química. Renee siempre bromeaba con que él conseguiría un elegante trabajo como un magnate petrolero y ella sería su enfermera trofeo. Todo lo que ella quería era trabajar en la unidad de cuidados intensivos neonatales, cuidando a los bebes.
—Oye, ¿se arreglaron? —dijo Renee, sus ojos no dejaron el libro.
—Algo así —dije.
—Bien.
—Hola —dijo Paul, saludando sin dejar de mirar la calculadora. Dos guisantes en una vaina.
—Vamos a salir esta noche y luego vamos a lo de Paul, así que no estaremos para la cena.
—Entendido. Tampoco vamos a estar.
—Oh, ¿De verdad?
—Voy a llevar a ____ a una cita. —Zayn sonrió como si se hubiera ganado la lotería.
—Bien. Le debes un millón de cenas. Espero que estés llevándola a un lugar lindo.
—Lo estoy.
—Ooh, dime, dime —dijo ella.
—¡De ninguna manera! Si yo no puedo saber, entonces tú tampoco —dije.
Pero Zayn se inclinó y susurró en su oído.
—Muy lindo. Tienes buen gusto, amigo.
—Gracias. Ahora, si no les importa. Ambos tenemos tarea que hacer antes de dicha cita.
—Diviértanse —dijo Renee, sus ojos volviendo al libro.
Zayn hizo un bocadillo mientras yo reunía mi tarea. De alguna forma éramos capaces de funcionar y estudiar juntos sin distraernos. Al menos, la mayor parte del tiempo. Cada tanto, lo encontraba mirándome, o robaría un momento para mirarlo. Amaba mirarlo concentrarse. Su rostro era tan calmo y hermoso. No podía negar el poder de su sonrisa, pero amaba verlo estudiar.
Me instalé en la cama, apoyando las almohadas para prepararme para leer un montón de historia medieval, y luego tenía que revisar algunas notas sobre el subjuntivo en francés. Amordácenme. Iba a empezar con francés ya que era lo peor. No me malinterpreten, amaba el país, pero conjugar verbos no era una actividad de mi elección.
Zayn volvió con mis s’mores que no necesitaban fuego, que estaban hechos con Nutella, fluff y galletitas Graham. También tenía dos vasos de té helado.
—Aquí tiene, señorita Caldwell. Feliz estudio.
—Gracias, señor Malik. Igualmente.
Nos retiramos a nuestras camas y nos pusimos a trabajar. Nuestros escritorios estaban tan apretados a nuestras camas que no podías sentarte cómodamente. Estudiar en la cama era mucho más preferible.
El único sonido era el giro de una hoja, el raspado de una lapicera y nuestras respiraciones. Cada tanto, sentía la mirada de Zayn en mí y me encontraría con esos ojos azules intensos. Siempre era la primera en dejar de mirar.
Terminé con francés y empecé a leer sobre la vestimenta medieval.
Era fascinante, pero no tan interesante como mirar a Nicholas estudiar su aburrido libro de economía. Yum.
—Estás mirando —dijo.
—No por mucho tiempo. Estoy admirando tu sexy cerebro.
—Adelante. No me importa, te lo hago lo suficiente.
—Sí, soy consciente —dije, rodando los ojos.
—Si no te gusta, pararé. Sólo di la palabra y pararé.
—No tienes que parar.
—Está bien —dijo.
Trabajamos un poco más, hasta que mis ojos estaban exhaustos. La falta de sueño de anoche no ayudaba a meter información en mi cerebro.
—Estoy lista —dije, cerrando mi libro.
—Yo también. Me gusta la economía, pero me gustas más tú.
—Eso espero.
—Puedes bañarte primero. Sé que tu cabello tarda más en secarse.
—Es cierto. —El suyo se secaba en cinco segundos.
Agarré algunas ropas y me metí en la ducha, cantando Taylor Swift tan alto como quería, sabiendo que Zayn podía escucharme por la puerta.
Me afeité cuidadosamente, porque si íbamos a un lugar elegante, me iba a hacer usar un vestido. Limpié el espejo empañado y me miré desnuda, volteando de lado a lado. Yo. Nada especial, pero nada horrorosa tampoco. A Zayn no parecía preocuparle, pero tampoco me había visto completa.
Lo más cercano a desnuda que había estado era una remera tubo y unos pantaloncillos cortos. Él nunca había visto mi estomago, y estaba casi segura que no sabía sobre el aro en mi ombligo. Me las había arreglado para mantener eso en secreto.
Me puse una bata y volví a nuestra habitación, secando mi cabello con una toalla.
—Cruel, esa bata es cruel —dijo, levantando la mirada del libro que había comprado con Megan en el último viaje al centro comercial.
—¿Por qué?
—Porque cubre todo.
—Exacto. Es lo que se supone que haga.
Sacudió la cabeza y agarró sus cosas para la ducha. Nunca se lo dije, pero a veces cuando no estaba, abría su gel de baño y lo olía, lo que era raro. Él nunca haría algo tan horripilante.
Mientras esperaba que volviera, retorcí mi pelo hacia arriba para que se secara mejor y se ondulara. Había visto un peinado torcido en internet que quería intentar. Zayn volvió para encontrarme atascando clips en mi pelo.
—¿Qué haces? —Sólo tenía una toalla. Por supuesto. Se paró detrás de mí y alcanzó mi pelo.
—¿Qué estás haciendo? —Me alejé de sus entrometidas manos—. Me tomo diez minutos que quedara así.
—Déjalo suelto. Así luce mejor.
—Lo usaré como yo quiera.
—Está bien —dijo, dándose vuelta, pero se detuvo y dejó suelto un pequeño mechón de pelo para que enmarcara mi rostro—. Ahí. Perfecto.
Estudié el efecto en el espejo y suspiré. El resultado era hermoso, pero no era yo. Parecía como si me hubiera disfrazado de abogada para Halloween. Nunca iba a poder encontrar todos los clips.
—Está bien, tú ganas. Dame una mano. —Zayn y yo pasamos los siguientes diez minutos revolviendo por mi cabello buscando todos los clips.
Nuestras manos seguían encontrándose.
—¿Haces algún tratamiento especial para tu cabello?
—No ¿Por qué?
Sacó sus manos y dio un paso atrás. Todavía éramos cuidadosos alrededor del otro luego del estallido.
—Porque tienes un pelo increíble.
—Buenos genes, supongo. —Hacía un tratamiento con mayonesa cada tanto, pero sólo cuando sabía que él no iba a estar. No me importaba si me veía acomodando mi sostén, pero los tratamientos de belleza eran personales.
—Ahí. Creo que ese es el último —dije. Mi cabello cayó sobre mis hombros, lo esponjé y decidí que estaba bien.
—Eso es lo que me gusta ver. Natural. Voy a des-desnudarme, así que quizás quieras darte vuelta. A menos que quieras darme una mano…
—No, estoy bien. Voy a, um ¿cepillarme los dientes? —Sonó como una pregunta.
—Diviértete.
Terminé lavándome los dientes y volví cuando estaba segura de que Nicholas estaba vestido.
—Guau —dije. Usaba una camisa negra con caquis e incluso zapatos de vestir. ¿De dónde habían salido? Nunca los había visto.
—También tengo mis secretos, señorita Caldwell.
—Se ve muy bien, señor Malik.
—El tuyo está esperando en tu cama.
Había elegido un vestido de coctel negro que compré en una venta por un antojo porque Megan me había dicho que todas las chicas necesitaban un pequeño vestido negro.
—Pensé que se vería bien en ti. No tienes que usarlo si no quieres.
—No, no. Me gusta. Sólo que nunca tuve un lugar para usarlo.
—Ahora lo tienes.
—Voy a prepararme —dije, y se fue.
Cerré la puerta antes de deslizarme en el vestido. Era seductor y se sentía corto en mis rodillas, pero era alto en la parte delantera. Me recordaba a Audrey Hepburn. Encontré un collar de cuentas negras y unos aros que le pedí prestados a Tawny y nunca devolví. Para cuando Nicholas llegó, me estaba poniendo rímel.
—No te pinches el ojo.
—Creo que puedo manejarlo.
—Está bien, está bien. —Me observó por un momento y salió, probablemente para darme un poco más de privacidad. Buen chico.
Ya estaba lista cuando golpeó la puerta.
—¿Está lista, señorita Caldwell?
—Sí lo estoy señor Malik. Ya puede escoltarme.
Abrió la puerta, y aunque ya me había visto, sus ojos igual saltaron.
—Hermosa.
—Gracias.
—¿De acuerdo? —Sostuvo su brazo. Lo tomé y nos fuimos.
—¿Dónde está Darah? —pregunté.
—Tenía que trabajar.
—Oh. No dijo adiós.
Zayn se encogió de hombros. Huh.
Hizo todo lo que suponía que haría, abrir la puerta, y acompañarme, y esas cosas. La feminista en mí se resistió a la idea de que no podía abrir una puerta, pero era lindo no tener que hacer esas cosas por una noche.
Dejar que Zayn sacara mi silla por una noche no iba a retrasar el movimiento de la liberación de la mujer. O eso esperaba.
—Estás a cargo, ____. Veo esa mirada en tu rostro.
—¿Qué mirada?
—No es un pecado dejarme abrir la puerta por ti. Sé que eres perfectamente capaz de hacerlo.
—¿Quién dijo que lo fuera?
—Está bien, entonces.
Estoy excitado —susurró Zayn en mi oído durante sexualidad humana.
—Bueno, estamos hablando sobre ETS, pero lo que sea que te encienda —siseé. No importaba si hablábamos a un volumen normal. Gran parte de la clase lo hacía, así que había un constante murmullo de conversación que la profesora no se molestaba en callar.
—Sobre nuestra cita. Sé exactamente lo que deberías usar.
—¿Estás seguro de que no eres gay? Estás muy familiarizado con mi armario.
—No, sólo estoy muy familiarizado contigo. Digo, dormimos en la misma habitación.
Era verdad. Conocía prácticamente toda su ropa, incluyendo sus bóxers, los cuales veía demasiado o no lo suficiente, dependiendo del día.
—Te ves realmente hermosa hoy. Lo haces todos los días, pero no lo digo lo suficiente.
—Guau, realmente estás besando mi trasero —dije mientras Marjorie indicó a los asistentes que pasaran las cestas con condones. Podías hacer esas cosas en la universidad. Sólo esperaba que no nos diera una demostración con una banana.
—Envuélvanlo antes de utilizarlo, pásenlos —dijo Carissa, una de las asistentes, mientras me pasaba una canasta.
—¿Crees que puedas recordarlo? —pregunté a Zayn.
—Tendrás que hacerme recordar —dijo enviando escalofríos por mi columna.
—Te daré una lección de banana más tarde —susurré cuando Marjorie pedía silencio para hablar sobre la clamidia. Encantador.
—Estoy esperándolo —dijo con un guiño.
Caminamos al apartamento, Zayn estaba extrañamente silencioso.
—¿Un centavo por tus pensamientos? —pregunté.
—Sólo pensaba que mi madre te hubiera amado.
—¿Cómo era?
—Hermosa. Tengo esta foto en blanco y negro de ella que te tengo que mostrar. Gastaba casi todo su tiempo haciendo caridad, pero también tenía un titulo en arquitectura. Siempre decía que la gente pensaba que era una esposa trofeo hasta que abría la boca y los ponía en su lugar. Directa como un látigo, decía papá. Tenía una respuesta para todo. No creo que hubiera perdido una discusión en su vida.
—¿Cómo se veía? —Imaginé el cabello negro y la sonrisa de Zayn.
—Saqué mis ojos azules de ella. Y alguna gente dice que mi sonrisa. Me parezco más a mi papá. Tengo una foto de él también, por si la quieres ver.
Lo hacía. Quería ver de dónde venía, ya que no podía conocerlos. Si no iba a dejar que lo que su padre hizo definiera como se sentía sobre sí mismo, yo tampoco iba a hacerlo.
—¿De verdad no estás enojado con él?
—Lo estuve por un tiempo. Pensé y hablé mucho con mi tía e hice terapia y eso. Solía romper cosas y prenderlas fuego. Estuve en detención algunas cuantas veces.
—Me lo imagino —dije pretendiendo estar en shock.
—Fui un punk por un tiempo.
—Déjame adivinar —dije dándome vuelta y caminando hacia atrás para poder mirarlo—, eras un skater con un mohicano, puedes o no haber tenido una oreja perforada. Tus pantalones probablemente se caían un montón.
Me miró. —No era un skater, sólo era un chico que andaba en patineta frecuentemente.
—Es lo mismo. ¿Tengo razón en lo demás?
—Todavía tengo la cicatriz del aro.
Se detuvo y agachó la cabeza para que pudiera ver el minúsculo agujero en su oreja. Volteé la cabeza y me di cuenta de que tan cerca estaban nuestros labios y cuanto querían los míos unirse a los suyos.
No.
Labios malos.
Giré y volví a caminar.
—¿Puedo hacer lo mismo?
—Adelante. —Nunca lo haría bien.
—Veamos. Apuesto a que usabas medias de red negras, mucho delineador, te gustaba la poesía muy profunda y estudiabas francés.
—Lejos —dije, tosiendo. Ni siquiera estaba cerca.
—Lo sé. Sólo bromeaba. Apuesto a que hacías un poco de todo. Arte, quizás un deporte como tenis, y leías un montón y creo que la sociedad nacional de honor. Oh, y apuesto que bailabas. Te mueves como si hubieras bailado. ¿Como lo hice?
Mierda. Lo hizo perfecto.
—Acosador —dije caminando más rápido. No había forma de que pudiera haberlo hecho sin una buena investigación.
—Espera. Juro que no te acose. Te lo dije, soy observador. Piensa en mí como Sherlock Holmes, sólo que sin las malas habilidades sociales y el uso de cocaína.
—¿Holmes consumía cocaína?
—¿Si no como hacía para quedarse despierto toda la noche resolviendo crímenes?
—Cierto. —En un paso se puso a mi lado—. ¿Entonces no me acosaste?
—Puede que haya visto algunos de tus viejos estados de Facebook. —Me había olvidado de eso. Malditas redes sociales. Ya nadie era anónimo.
—Practiqué danza por algunos años, pero era muy caro así que tuve que parar. También me echaron.
—¿Te echaron de danza?
—Sí. Como que le dije a una chica que le arrancaría la garganta.
Empezó a reír, tirando la cabeza hacia atrás. —¿Por qué?
Suspiré. —Porque dijo que mi papá había estado engañando a mi mamá desde antes del divorcio, y mi mamá tenía algo de su lado también.
—¿Cuántos años tenías?
—Catorce. Sólo estaba repitiendo algo que su madre había dicho, pero suficientemente mayor para saber lo que decía.
—Dios, las chicas son perras.
—Dímelo a mí.
—Como sea, traté de arrancarle su mocosa cola de caballo platinada de la cabeza y eso fue todo. Me pidieron que me fuera y nunca volviera. Fue el fin de mi carrera como bailarina.
—Es una lástima. Todavía tienes los movimientos. —Me detuve y me sacudí un poco—. Siempre podrías tomar clases.
—Quizás lo haga.
—Deberías. Si te gustaba.
—Lo hacía
—Bueno, ahí tienes.
Renee estudiaba en el sofá mientras Paul estaba esparcido en la mesa del comedor con lo que parecía una adivinanza matemática. Paul era locamente inteligente y estudiaba ingeniería mecánica y química. Renee siempre bromeaba con que él conseguiría un elegante trabajo como un magnate petrolero y ella sería su enfermera trofeo. Todo lo que ella quería era trabajar en la unidad de cuidados intensivos neonatales, cuidando a los bebes.
—Oye, ¿se arreglaron? —dijo Renee, sus ojos no dejaron el libro.
—Algo así —dije.
—Bien.
—Hola —dijo Paul, saludando sin dejar de mirar la calculadora. Dos guisantes en una vaina.
—Vamos a salir esta noche y luego vamos a lo de Paul, así que no estaremos para la cena.
—Entendido. Tampoco vamos a estar.
—Oh, ¿De verdad?
—Voy a llevar a ____ a una cita. —Zayn sonrió como si se hubiera ganado la lotería.
—Bien. Le debes un millón de cenas. Espero que estés llevándola a un lugar lindo.
—Lo estoy.
—Ooh, dime, dime —dijo ella.
—¡De ninguna manera! Si yo no puedo saber, entonces tú tampoco —dije.
Pero Zayn se inclinó y susurró en su oído.
—Muy lindo. Tienes buen gusto, amigo.
—Gracias. Ahora, si no les importa. Ambos tenemos tarea que hacer antes de dicha cita.
—Diviértanse —dijo Renee, sus ojos volviendo al libro.
Zayn hizo un bocadillo mientras yo reunía mi tarea. De alguna forma éramos capaces de funcionar y estudiar juntos sin distraernos. Al menos, la mayor parte del tiempo. Cada tanto, lo encontraba mirándome, o robaría un momento para mirarlo. Amaba mirarlo concentrarse. Su rostro era tan calmo y hermoso. No podía negar el poder de su sonrisa, pero amaba verlo estudiar.
Me instalé en la cama, apoyando las almohadas para prepararme para leer un montón de historia medieval, y luego tenía que revisar algunas notas sobre el subjuntivo en francés. Amordácenme. Iba a empezar con francés ya que era lo peor. No me malinterpreten, amaba el país, pero conjugar verbos no era una actividad de mi elección.
Zayn volvió con mis s’mores que no necesitaban fuego, que estaban hechos con Nutella, fluff y galletitas Graham. También tenía dos vasos de té helado.
—Aquí tiene, señorita Caldwell. Feliz estudio.
—Gracias, señor Malik. Igualmente.
Nos retiramos a nuestras camas y nos pusimos a trabajar. Nuestros escritorios estaban tan apretados a nuestras camas que no podías sentarte cómodamente. Estudiar en la cama era mucho más preferible.
El único sonido era el giro de una hoja, el raspado de una lapicera y nuestras respiraciones. Cada tanto, sentía la mirada de Zayn en mí y me encontraría con esos ojos azules intensos. Siempre era la primera en dejar de mirar.
Terminé con francés y empecé a leer sobre la vestimenta medieval.
Era fascinante, pero no tan interesante como mirar a Nicholas estudiar su aburrido libro de economía. Yum.
—Estás mirando —dijo.
—No por mucho tiempo. Estoy admirando tu sexy cerebro.
—Adelante. No me importa, te lo hago lo suficiente.
—Sí, soy consciente —dije, rodando los ojos.
—Si no te gusta, pararé. Sólo di la palabra y pararé.
—No tienes que parar.
—Está bien —dijo.
Trabajamos un poco más, hasta que mis ojos estaban exhaustos. La falta de sueño de anoche no ayudaba a meter información en mi cerebro.
—Estoy lista —dije, cerrando mi libro.
—Yo también. Me gusta la economía, pero me gustas más tú.
—Eso espero.
—Puedes bañarte primero. Sé que tu cabello tarda más en secarse.
—Es cierto. —El suyo se secaba en cinco segundos.
Agarré algunas ropas y me metí en la ducha, cantando Taylor Swift tan alto como quería, sabiendo que Zayn podía escucharme por la puerta.
Me afeité cuidadosamente, porque si íbamos a un lugar elegante, me iba a hacer usar un vestido. Limpié el espejo empañado y me miré desnuda, volteando de lado a lado. Yo. Nada especial, pero nada horrorosa tampoco. A Zayn no parecía preocuparle, pero tampoco me había visto completa.
Lo más cercano a desnuda que había estado era una remera tubo y unos pantaloncillos cortos. Él nunca había visto mi estomago, y estaba casi segura que no sabía sobre el aro en mi ombligo. Me las había arreglado para mantener eso en secreto.
Me puse una bata y volví a nuestra habitación, secando mi cabello con una toalla.
—Cruel, esa bata es cruel —dijo, levantando la mirada del libro que había comprado con Megan en el último viaje al centro comercial.
—¿Por qué?
—Porque cubre todo.
—Exacto. Es lo que se supone que haga.
Sacudió la cabeza y agarró sus cosas para la ducha. Nunca se lo dije, pero a veces cuando no estaba, abría su gel de baño y lo olía, lo que era raro. Él nunca haría algo tan horripilante.
Mientras esperaba que volviera, retorcí mi pelo hacia arriba para que se secara mejor y se ondulara. Había visto un peinado torcido en internet que quería intentar. Zayn volvió para encontrarme atascando clips en mi pelo.
—¿Qué haces? —Sólo tenía una toalla. Por supuesto. Se paró detrás de mí y alcanzó mi pelo.
—¿Qué estás haciendo? —Me alejé de sus entrometidas manos—. Me tomo diez minutos que quedara así.
—Déjalo suelto. Así luce mejor.
—Lo usaré como yo quiera.
—Está bien —dijo, dándose vuelta, pero se detuvo y dejó suelto un pequeño mechón de pelo para que enmarcara mi rostro—. Ahí. Perfecto.
Estudié el efecto en el espejo y suspiré. El resultado era hermoso, pero no era yo. Parecía como si me hubiera disfrazado de abogada para Halloween. Nunca iba a poder encontrar todos los clips.
—Está bien, tú ganas. Dame una mano. —Zayn y yo pasamos los siguientes diez minutos revolviendo por mi cabello buscando todos los clips.
Nuestras manos seguían encontrándose.
—¿Haces algún tratamiento especial para tu cabello?
—No ¿Por qué?
Sacó sus manos y dio un paso atrás. Todavía éramos cuidadosos alrededor del otro luego del estallido.
—Porque tienes un pelo increíble.
—Buenos genes, supongo. —Hacía un tratamiento con mayonesa cada tanto, pero sólo cuando sabía que él no iba a estar. No me importaba si me veía acomodando mi sostén, pero los tratamientos de belleza eran personales.
—Ahí. Creo que ese es el último —dije. Mi cabello cayó sobre mis hombros, lo esponjé y decidí que estaba bien.
—Eso es lo que me gusta ver. Natural. Voy a des-desnudarme, así que quizás quieras darte vuelta. A menos que quieras darme una mano…
—No, estoy bien. Voy a, um ¿cepillarme los dientes? —Sonó como una pregunta.
—Diviértete.
Terminé lavándome los dientes y volví cuando estaba segura de que Nicholas estaba vestido.
—Guau —dije. Usaba una camisa negra con caquis e incluso zapatos de vestir. ¿De dónde habían salido? Nunca los había visto.
—También tengo mis secretos, señorita Caldwell.
—Se ve muy bien, señor Malik.
—El tuyo está esperando en tu cama.
Había elegido un vestido de coctel negro que compré en una venta por un antojo porque Megan me había dicho que todas las chicas necesitaban un pequeño vestido negro.
—Pensé que se vería bien en ti. No tienes que usarlo si no quieres.
—No, no. Me gusta. Sólo que nunca tuve un lugar para usarlo.
—Ahora lo tienes.
—Voy a prepararme —dije, y se fue.
Cerré la puerta antes de deslizarme en el vestido. Era seductor y se sentía corto en mis rodillas, pero era alto en la parte delantera. Me recordaba a Audrey Hepburn. Encontré un collar de cuentas negras y unos aros que le pedí prestados a Tawny y nunca devolví. Para cuando Nicholas llegó, me estaba poniendo rímel.
—No te pinches el ojo.
—Creo que puedo manejarlo.
—Está bien, está bien. —Me observó por un momento y salió, probablemente para darme un poco más de privacidad. Buen chico.
Ya estaba lista cuando golpeó la puerta.
—¿Está lista, señorita Caldwell?
—Sí lo estoy señor Malik. Ya puede escoltarme.
Abrió la puerta, y aunque ya me había visto, sus ojos igual saltaron.
—Hermosa.
—Gracias.
—¿De acuerdo? —Sostuvo su brazo. Lo tomé y nos fuimos.
—¿Dónde está Darah? —pregunté.
—Tenía que trabajar.
—Oh. No dijo adiós.
Zayn se encogió de hombros. Huh.
Hizo todo lo que suponía que haría, abrir la puerta, y acompañarme, y esas cosas. La feminista en mí se resistió a la idea de que no podía abrir una puerta, pero era lindo no tener que hacer esas cosas por una noche.
Dejar que Zayn sacara mi silla por una noche no iba a retrasar el movimiento de la liberación de la mujer. O eso esperaba.
—Estás a cargo, ____. Veo esa mirada en tu rostro.
—¿Qué mirada?
—No es un pecado dejarme abrir la puerta por ti. Sé que eres perfectamente capaz de hacerlo.
—¿Quién dijo que lo fuera?
—Está bien, entonces.
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
[Cambiemos de color,ya me aburrio el rojo,y...la "estructura del texto" como sea,talvez asi,con espacios y todo sea mas facil de leer c:"jiji]
CAPITULO 23.
El restaurante, La casa pública de Broadway, era un edificio de ladrillos ubicado en el bajo Bangor, a unos minutos de la universidad. De alguna forma Zayn encontró un sitio para estacionar su Pontiac Sunfire justo al lado del restaurante.
—Tengo suerte —dijo mientras abría la puerta por mí.
El restaurante estaba en una franja de edificios de ladrillo que recorría todo el camino por la calle principal, con una antigua fábrica de ladrillo en el extremo.
Todo era de lino blanco y velas y cosas Francesas en el menú.
Gracias a Dios que sabía lo suficiente para saber lo que era.
El camarero tenía un acento, lo que probablemente significa que era Franco-Canadiense, y había llegado justo sobre la frontera. Pedimos canapés de pan Francés y una salsa de queso de cabra y mozzarella, albahaca y brochetas de tomate en salsa balsámica.
No quisimos arriesgar las identificaciones falsas, por lo que ambos ordenamos agua mineral.
Cuando llegó la hora para ordenar, fui con el fettuccini al pesto con pan de ajo, y luego fue el turno de Zayn.
—Mantequilla de maní y jalea con una guarnición de espárragos. — El camarero le miró boquiabierto por un segundo, pero lo escribió.
—¿Qué tipo de jalea te gustaría?
—Fresa. —El camarero lo anotó y se fue, negando con su cabeza un poco.
—Venimos a este restaurante de lujo, ¿tú ordenas MM y J?
Se encogió de hombros, imperturbable de que el camarero estaba probablemente diciendo a toda la cocina sobre el chico loco que había ordenado mantequilla de maní y jalea.
—Nunca he comido aquí, por lo que no sé lo que es bueno. Mantequilla de maní y jalea siempre es bueno. No se puede joder eso. La mantequilla de maní y jalea siempre ha estado ahí para mí y es una de las constantes en mi vida. La mantequilla de maní y jalea nunca me ha hecho mal. Es mi favorito. —Sus ojos se clavaron en mí mientras lo decía y tuve la sensación de que no hablábamos de un sándwich.
—¿Debo dejarlos a ustedes dos dolos cuando llegue? Suena como si no me necesitaras.
—Podría estar proyectando mis puntos de vista de otra persona en el sándwich.
—Sólo un poco.
El camarero se había compuesto a sí mismo para el momento en que trajo nuestra cena. Habían hecho lo que pudieron en la cocina para hacer el aspecto del sándwich apetecible, pero en realidad, todavía era MM y J. Parecía tonto que se acompañara con perejil al lado y una especie de llovizna alrededor del plato.
—Propongo un brindis —dijo Zayn levantando su copa. Levanté la mía también—. Por la mantequilla de maní y jalea. Mi sándwich favorito.
—MM y J —dije, y chocamos nuestras copas. Algunos de los otros comensales nos dieron miradas extrañas, pero los ignoré. Simplemente no entendían lo impresionante de MM y J.
—¿Quieres un poco? —dijo Zayn, levantando su sándwich. Una mujer se veía absolutamente horrorizada de que acababa de levantar su sándwich para que yo tomara un bocado. Me incliné y le di un mordisco. Maldición. Era bueno. La mantequilla de maní tenía que ser orgánica y tenía la cantidad justa de crujiente. La jalea también estaba claramente hecha en casa. ¡Mmm!
—¿Quieres un bocado del mío? —Le di un bocado de mi increíble pasta.
—No es tan bueno como el mío.
—Lo que sea. Coma su sándwich. Sr.Malik.
—Sí, señorita Caldwell.
Masticamos un poco más y me empapé del tranquilo ambiente del restaurante. Suave música de piano flotaba desde una esquina donde un profesional tocaba y el tintineo de porcelana añadido a la acogedora sensación. Definitivamente era un lugar agradable, y me sentí un poco incomoda.
—Así que, ¿Quieres jugar un juego? —dijo.
—¿Qué clase de juego? —La mente tambaleándose.
—Yo digo algo y tú dices la primera cosa que venga a tu mente. Después, puedes decírmelo a mí.
—Está bien. —Se limpió la boca con la servilleta y tomó un sorbo de agua.
—¿Qué fue lo primero que vino a tu mente cuando me viste? — preguntó.
—Mierda.
—Como en, “Oh mierda, ¿Ese es un chico caliente?”
—Más bien como, “Oh mierda, eso no es una chica.”
—Bastante justo. ¿Cuál fue la segunda cosa que pensaste cuando me viste?
—Problema.
Se rió en voz alta sobresaltando a los otros comensales.
—¿Es mi turno? —dije.
—Adelante —dijo, inclinándose hacia atrás como si fuera a prepararse.
—¿Lo primero que pensaste cuando me viste?
—Tuve tres pensamientos simultáneos. Uno. —Tenía un dedo hacia arriba—. Impresionante, dos. —Otro dedo—. Esto no puede ser real, y tres, que yo realmente, realmente esperaba que llegara a compartir habitación contigo para poder mirarte todo el tiempo.
—Se suponía que sólo usarías una palabra.
—____, una palabra no puede describirte. —Yo diría lo mismo de él.
—Está bien, ¿Qué tal esto? ¿Qué es lo primero que piensas cuando te levantas?
—Tú.
Rodé mis ojos.
—¿Qué hay de ti? —preguntó.
—Lo primero que pienso es, “Oh mierda, tengo que levantarme.” Lo segundo es, “Espero que la manta de Zayn se levante.”
—Mentirosa.
Me sonrojé. Algunas veces era mentira.
—¿Qué pensaste cuando te despertaste esa mañana cuando estábamos juntos? —preguntó.
—Segura —le dije sin pensar.
—También yo. Y caliente.
—Eres bastante caliente cuando duermes. ¿Alguna vez alguien te lo ha dicho?
—____, siempre estoy caliente —dijo, echándose hacia atrás más lejos y sonriendo.
—Lo que sea. Bueno, ¿Qué tal cuando te golpeé?
—Primero fue, “¡Ay, tiene un buen gancho derecho!”, y lo segundo fue, “Que esa es una de las cosas más sexys que he visto”.
—¿En serio?
—____, no hay nada más sexy que una mujer que puede cuidar de sí misma. En lo que a mí respecta, la década de 1950 ya terminó. Aunque, te verías malditamente linda en una falda de caniche y zapatos para montar. Pero me gustas más cuando puedes mostrar tus rodillas y hablar sin estar hablando. No es que hubieras seguido las reglas de todos modos.
—Cierto, maldita sea. Habría sido un ama de casa horrible.
—Sí, no te veo diciendo, “¿Cómo estuvo tu día, cariño?” y entregándome mi pipa y pantuflas.
—Probablemente te los lanzaría.
—Probablemente. Y entonces tendría que castigarte —dijo con una sonrisa maliciosa.
—¿Me echarías fuera? —Su sonrisa cayó.
—Lo siento mucho por eso. —Bajó la mirada a su plato vacío. Yo todavía tenía un poco de pasta a la izquierda, pero lo había hecho a propósito para que pudiera llevar algo a casa conmigo. Nunca me fui de un restaurante sin una bolsa para llevar.
—Lo sé. Yo sólo... Tengo miedo que vas a ser dulce y agradable ahora y todo va a estar bien y entonces voy a hacer algo y pasará otra vez. He… He visto cómo funcionan las relaciones abusivas, y no quiero eso.
—Yo nunca lo haría, quiero que nunca me tengas miedo, nunca.
—Entonces, asegúrate de que nunca suceda. Porque si es así, me habré ido, y probablemente te falten uno o más apéndices.
—Esa es mi chica —dijo. Puse mi tenedor en la mesa y el camarero se acercó a preguntarnos si queríamos postre—. ¿Quieres compartir algo?
—¿Tiene pastel de terciopelo rojo? —dije.
—Por supuesto —dijo el camarero, como si fuera una pregunta ridícula. ¿Cómo me atrevo a suponer que no tienen pastel de terciopelo rojo? Los nervios.
—Traiga dos tenedores, por favor —dijo Zayn. El camarero asintió—. ¿Quieres seguir jugando?
—¿Por qué no?
—Está bien. ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste en sexualidad humana? —Una mujer que había estado escuchando desde la mesa de al lado casi se atragantó con el filete miñón.
Eso fue lo que le pasó por escuchar.
—¿Honestamente? "Oh, joder" —susurré la última parte para que la mujer realmente no se ahogara. No quería ser responsable de eso—. ¿Tú?
—Acostarse.
—Cabrón.
El pastel llegó y fue glorioso, con toneladas de crema y llovizna de chocolate y era casi demasiado bonito para comer. Casi.
—Las damas primero —dijo Zayn cuando cada uno fuimos al asunto con nuestros tenedores. Malditamente bueno.
Casi tuve un pasteorgasmo en la mesa. Mis ojos rodaron de vuelta a mi cabeza, y gemí.
—Dulce Cristo. —Abrí mis ojos para encontrar a Zayn mirándome con la más extraña expresión en el rostro—. ¿Qué? Es realmente bueno, deberías probar un poco —le dije, empujando el plato hacia él. Era un testimonio de lo avergonzada que estaba por el pasteorgasmo que estaba incluso compartiendo del todo.
—Lo juro, si no hubiera una mesa entre nosotros, estaría besándote ahora. Y no muy gentilmente.
Puse mi tenedor en el plato y tragué así no me ahogaría.
—No parecía importarte sobre el sillón reclinable —le dije.
—Es verdad. Pero no había audiencia, y ese es un sillón muy feo. Y esta es una muy bonita mesa. También hay vidrio y cosas filosas, no me gustaría hacerte daño.
—Buen punto. Por favor, toma un poco.
—Si vas a hacer ese ruido y cara de nuevo, no sé si puedo dejarte que tengas más.
—Seré buena. Lo juro.
—Tú no eres buena. Ese es el problema.
—Tienes razón. No lo soy —le dije, dándole mi propia sonrisa—. Lo intento, sin embargo.
—Cruel. Esa es la palabra que te describe en este momento.
—Sólo tengo un pedazo de pastel.
Tomó el tenedor y le dio un mordisco.
—Maldita sea. Es bueno. —Tuvo otro bocado y luego tuve que luchar con él por el resto del pastel.
Fui capaz de abstenerme de cualquier muestra pública de afecto al pastel. —Te lo dije.
—Eso es un fino y poderoso pastel —dijo, con un acento sureño. Mi mandíbula pudo haber caído un poco—. ¿Qué? Sabes que soy medio- Texano. Puedo sacarlo de vez en cuando. He intentado deshacerme de él, pero sale de vez en cuando, especialmente cuando paso tiempo con mi familia.
—¿Tienes más familia en Texas?
—La familia de mi padre se trasladó allí desde Nueva York cuando él era un niño. No los veo mucho.
El camarero vino a tomar nuestro plato de pastel y me recosté en mi silla. Estaba satisfecha.
—¿Me disculpas? —dijo Zayn. Levanté una ceja ante su evidente cortesía—. Estoy siendo un caballero, no lo arruines.
—Sí, puede ser disculpado, Sr.Malik.
—Gracias, señorita Caldwell. Volveré en un momento. —Se levantó y salió del restaurante. ¿Qué él qué?
—¿Está lista para la cuenta? —El camarero estaba de vuelta.
—Um, seguro. —Miró al asiento vacío de Zayn con desaprobación como si hubiera salido corriendo, dejándome.
—Estará de vuelta. —Sentí la necesidad de decir.
—Por supuesto. —No me creyó.
Pasé los siguientes treinta segundos mirando la puerta, rezando que Zayn caminara a través de ella. Finalmente lo hizo, y tenía algo con él. Su guitarra.
¿Qué demonios hacía?
No volvió a la mesa, si no que fue hacia el tipo que tocaba el piano, interrumpiéndole en mitad de una canción. Zayn se inclinó para hablar con el pianista, que, para su crédito, siguió tocando. Zayn hizo un gesto con sus manos, como lo hacía cuando realmente quería transmitir su punto. El Hombre del piano asintió y luego Zayn dijo algo que le hizo sonreír.
Acabo su canción con broche de oro y se levantó. Todo el restaurante se volvió hacia ese lugar. El hombre del piano saludó a un camarero y explicó rápidamente la situación. El camarero fue a buscar un banco y movió el micrófono lejos del piano. Podía ver a donde iba esto. Zayn se sentó en el banco y sacó su guitarra, estableciéndose para poder tocar. Todo el mundo observó con fascinación.
—Hola a todos. Lamento interrumpir su cena. Sólo voy a tomar unos minutos de su tiempo. —Se ajustó la correa, y me di cuenta de que estaba nervioso. Su rodilla iba a mil por hora—. Sólo quería tocar una canción para mi chica, ____, por ahí. Aceptó venir conmigo aquí esta noche, incluso después de que no fui muy amable con ella. Esto es parte de mi disculpa. Espero que te guste.
Todo el mundo me miró, y me sentí como si estuviera bajo un foco de más o menos la luminosidad del sol. No me ruborizaba, pero lo hice en ese momento.
Comenzó la canción, e inmediatamente la reconocí como “Fix You” de Coldplay. Era una canción vieja, pero una que siempre había amado. Nunca le había dicho que lo hacía, y me pregunté si lo había hecho por eso, o la había escogido por su cuenta. No importaba.
Su voz se envolvió alrededor de la canción y me di cuenta que la había cantado cientos de veces. Me senté y lo observé. Había empezado mirando la guitarra, pero pronto levantó la mirada para encontrar mis ojos.
La letra era perfecta para nosotros dos.
Ambos estábamos rotos, tratando de ser inquebrantables, tal vez sólo necesitábamos un poco de ayuda.
No para repararnos el uno al otro, si no para ayudarnos a arreglarlo nosotros mismos.
La charla en el restaurante cesó mientras Zayn cantaba acerca de las luces guiándote a casa. La mujer que había estado escuchando se secó sus ojos con su servilleta.
—Y yo tratare, de repararte —terminó la canción y la habitación quedó en silencio durante medio segundo. Luego hubo un puñado de aplausos que se construyó hasta que Zayn estuvo obligado a levantarse y hacer una reverencia.
—Lo siento ____. Gracias por su atención —dijo en el micrófono antes de regresar a nuestra mesa. Se sentó lentamente, como si estuviera esperando a que yo le gritara—. ¿Y bien? —dijo, después de que no le respondí.
—Realmente no sé qué decir.
—Nunca en tu vida has perdido las palabras. Déjame tenerlas. Lo odiaste.
—No, no lo hice.
Podía sentir a todos los demás escuchándonos.
—¡Oh, cariño, perdónalo! Mi marido nunca haría algo romántico — dijo la espía. Su marido parecía avergonzado. Esperé por alguien más para dar su opinión, pero nadie más se acercó.
—No soy de exhibiciones públicas, pero creo que puedo hacer una excepción por eso. ¿Cómo supiste que amaba esa canción? —le dije.
—No lo hacía. Suerte, supongo.
—La más afortunada. —Me levanté de mi asiento y fui hacia él, dándole un beso en la mejilla—. Gracias. Fue perfecto.
—No lo fue, pero significa todo que lo creas así. Lo dije en serio. Sé que los dos estamos jodidos, pero incluso la gente jodida debería ser capaz de ser feliz.
—También lo creo. —Le di otro beso, prolongándolo por un momento para que yo pudiera respirar. Deslizó sus brazos alrededor de mi cintura, y puse mi cabeza sobre él por un segundo. Ahí estaba, nuestra burbuja, sellando alrededor de nosotros.
La espía, respiró felizmente detrás de mí.
—¿Nos vamos? —dijo, poniendo su guitarra de nuevo en el estuche.
—Por supuesto. —Sacó su tarjeta y la puso en el libro. El camarero se acercó para recogerlo, mirando un poco aturdido.
—Eso fue increíble. En serio, tienes talento. Eres bienvenido de nuevo en cualquier momento. —Zayn trató de entregarle la tarjeta, pero el camarero se negó—. Su cuenta ha sido pagada. Que tenga buena noche. —Zayn trató de nuevo, pero el camarero se mantuvo firme.
—¿Puede darme su nombre? —preguntó Zayn.
—Es Will.
—Gracias Will. Que tengas una buena noche —dijo Zayn estrechándole la mano.
—¿Estás lista, ____?
Tomé mi bolsa para llevar en una mano, la de Zayn con la otra, y él tenía el estuche de su guitarra en el otro lado. La espía me saludó en nuestro camino.
—Cuida de esa chica bonita ahora.
—Lo haré.
CAPITULO 23.
El restaurante, La casa pública de Broadway, era un edificio de ladrillos ubicado en el bajo Bangor, a unos minutos de la universidad. De alguna forma Zayn encontró un sitio para estacionar su Pontiac Sunfire justo al lado del restaurante.
—Tengo suerte —dijo mientras abría la puerta por mí.
El restaurante estaba en una franja de edificios de ladrillo que recorría todo el camino por la calle principal, con una antigua fábrica de ladrillo en el extremo.
Todo era de lino blanco y velas y cosas Francesas en el menú.
Gracias a Dios que sabía lo suficiente para saber lo que era.
El camarero tenía un acento, lo que probablemente significa que era Franco-Canadiense, y había llegado justo sobre la frontera. Pedimos canapés de pan Francés y una salsa de queso de cabra y mozzarella, albahaca y brochetas de tomate en salsa balsámica.
No quisimos arriesgar las identificaciones falsas, por lo que ambos ordenamos agua mineral.
Cuando llegó la hora para ordenar, fui con el fettuccini al pesto con pan de ajo, y luego fue el turno de Zayn.
—Mantequilla de maní y jalea con una guarnición de espárragos. — El camarero le miró boquiabierto por un segundo, pero lo escribió.
—¿Qué tipo de jalea te gustaría?
—Fresa. —El camarero lo anotó y se fue, negando con su cabeza un poco.
—Venimos a este restaurante de lujo, ¿tú ordenas MM y J?
Se encogió de hombros, imperturbable de que el camarero estaba probablemente diciendo a toda la cocina sobre el chico loco que había ordenado mantequilla de maní y jalea.
—Nunca he comido aquí, por lo que no sé lo que es bueno. Mantequilla de maní y jalea siempre es bueno. No se puede joder eso. La mantequilla de maní y jalea siempre ha estado ahí para mí y es una de las constantes en mi vida. La mantequilla de maní y jalea nunca me ha hecho mal. Es mi favorito. —Sus ojos se clavaron en mí mientras lo decía y tuve la sensación de que no hablábamos de un sándwich.
—¿Debo dejarlos a ustedes dos dolos cuando llegue? Suena como si no me necesitaras.
—Podría estar proyectando mis puntos de vista de otra persona en el sándwich.
—Sólo un poco.
El camarero se había compuesto a sí mismo para el momento en que trajo nuestra cena. Habían hecho lo que pudieron en la cocina para hacer el aspecto del sándwich apetecible, pero en realidad, todavía era MM y J. Parecía tonto que se acompañara con perejil al lado y una especie de llovizna alrededor del plato.
—Propongo un brindis —dijo Zayn levantando su copa. Levanté la mía también—. Por la mantequilla de maní y jalea. Mi sándwich favorito.
—MM y J —dije, y chocamos nuestras copas. Algunos de los otros comensales nos dieron miradas extrañas, pero los ignoré. Simplemente no entendían lo impresionante de MM y J.
—¿Quieres un poco? —dijo Zayn, levantando su sándwich. Una mujer se veía absolutamente horrorizada de que acababa de levantar su sándwich para que yo tomara un bocado. Me incliné y le di un mordisco. Maldición. Era bueno. La mantequilla de maní tenía que ser orgánica y tenía la cantidad justa de crujiente. La jalea también estaba claramente hecha en casa. ¡Mmm!
—¿Quieres un bocado del mío? —Le di un bocado de mi increíble pasta.
—No es tan bueno como el mío.
—Lo que sea. Coma su sándwich. Sr.Malik.
—Sí, señorita Caldwell.
Masticamos un poco más y me empapé del tranquilo ambiente del restaurante. Suave música de piano flotaba desde una esquina donde un profesional tocaba y el tintineo de porcelana añadido a la acogedora sensación. Definitivamente era un lugar agradable, y me sentí un poco incomoda.
—Así que, ¿Quieres jugar un juego? —dijo.
—¿Qué clase de juego? —La mente tambaleándose.
—Yo digo algo y tú dices la primera cosa que venga a tu mente. Después, puedes decírmelo a mí.
—Está bien. —Se limpió la boca con la servilleta y tomó un sorbo de agua.
—¿Qué fue lo primero que vino a tu mente cuando me viste? — preguntó.
—Mierda.
—Como en, “Oh mierda, ¿Ese es un chico caliente?”
—Más bien como, “Oh mierda, eso no es una chica.”
—Bastante justo. ¿Cuál fue la segunda cosa que pensaste cuando me viste?
—Problema.
Se rió en voz alta sobresaltando a los otros comensales.
—¿Es mi turno? —dije.
—Adelante —dijo, inclinándose hacia atrás como si fuera a prepararse.
—¿Lo primero que pensaste cuando me viste?
—Tuve tres pensamientos simultáneos. Uno. —Tenía un dedo hacia arriba—. Impresionante, dos. —Otro dedo—. Esto no puede ser real, y tres, que yo realmente, realmente esperaba que llegara a compartir habitación contigo para poder mirarte todo el tiempo.
—Se suponía que sólo usarías una palabra.
—____, una palabra no puede describirte. —Yo diría lo mismo de él.
—Está bien, ¿Qué tal esto? ¿Qué es lo primero que piensas cuando te levantas?
—Tú.
Rodé mis ojos.
—¿Qué hay de ti? —preguntó.
—Lo primero que pienso es, “Oh mierda, tengo que levantarme.” Lo segundo es, “Espero que la manta de Zayn se levante.”
—Mentirosa.
Me sonrojé. Algunas veces era mentira.
—¿Qué pensaste cuando te despertaste esa mañana cuando estábamos juntos? —preguntó.
—Segura —le dije sin pensar.
—También yo. Y caliente.
—Eres bastante caliente cuando duermes. ¿Alguna vez alguien te lo ha dicho?
—____, siempre estoy caliente —dijo, echándose hacia atrás más lejos y sonriendo.
—Lo que sea. Bueno, ¿Qué tal cuando te golpeé?
—Primero fue, “¡Ay, tiene un buen gancho derecho!”, y lo segundo fue, “Que esa es una de las cosas más sexys que he visto”.
—¿En serio?
—____, no hay nada más sexy que una mujer que puede cuidar de sí misma. En lo que a mí respecta, la década de 1950 ya terminó. Aunque, te verías malditamente linda en una falda de caniche y zapatos para montar. Pero me gustas más cuando puedes mostrar tus rodillas y hablar sin estar hablando. No es que hubieras seguido las reglas de todos modos.
—Cierto, maldita sea. Habría sido un ama de casa horrible.
—Sí, no te veo diciendo, “¿Cómo estuvo tu día, cariño?” y entregándome mi pipa y pantuflas.
—Probablemente te los lanzaría.
—Probablemente. Y entonces tendría que castigarte —dijo con una sonrisa maliciosa.
—¿Me echarías fuera? —Su sonrisa cayó.
—Lo siento mucho por eso. —Bajó la mirada a su plato vacío. Yo todavía tenía un poco de pasta a la izquierda, pero lo había hecho a propósito para que pudiera llevar algo a casa conmigo. Nunca me fui de un restaurante sin una bolsa para llevar.
—Lo sé. Yo sólo... Tengo miedo que vas a ser dulce y agradable ahora y todo va a estar bien y entonces voy a hacer algo y pasará otra vez. He… He visto cómo funcionan las relaciones abusivas, y no quiero eso.
—Yo nunca lo haría, quiero que nunca me tengas miedo, nunca.
—Entonces, asegúrate de que nunca suceda. Porque si es así, me habré ido, y probablemente te falten uno o más apéndices.
—Esa es mi chica —dijo. Puse mi tenedor en la mesa y el camarero se acercó a preguntarnos si queríamos postre—. ¿Quieres compartir algo?
—¿Tiene pastel de terciopelo rojo? —dije.
—Por supuesto —dijo el camarero, como si fuera una pregunta ridícula. ¿Cómo me atrevo a suponer que no tienen pastel de terciopelo rojo? Los nervios.
—Traiga dos tenedores, por favor —dijo Zayn. El camarero asintió—. ¿Quieres seguir jugando?
—¿Por qué no?
—Está bien. ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste en sexualidad humana? —Una mujer que había estado escuchando desde la mesa de al lado casi se atragantó con el filete miñón.
Eso fue lo que le pasó por escuchar.
—¿Honestamente? "Oh, joder" —susurré la última parte para que la mujer realmente no se ahogara. No quería ser responsable de eso—. ¿Tú?
—Acostarse.
—Cabrón.
El pastel llegó y fue glorioso, con toneladas de crema y llovizna de chocolate y era casi demasiado bonito para comer. Casi.
—Las damas primero —dijo Zayn cuando cada uno fuimos al asunto con nuestros tenedores. Malditamente bueno.
Casi tuve un pasteorgasmo en la mesa. Mis ojos rodaron de vuelta a mi cabeza, y gemí.
—Dulce Cristo. —Abrí mis ojos para encontrar a Zayn mirándome con la más extraña expresión en el rostro—. ¿Qué? Es realmente bueno, deberías probar un poco —le dije, empujando el plato hacia él. Era un testimonio de lo avergonzada que estaba por el pasteorgasmo que estaba incluso compartiendo del todo.
—Lo juro, si no hubiera una mesa entre nosotros, estaría besándote ahora. Y no muy gentilmente.
Puse mi tenedor en el plato y tragué así no me ahogaría.
—No parecía importarte sobre el sillón reclinable —le dije.
—Es verdad. Pero no había audiencia, y ese es un sillón muy feo. Y esta es una muy bonita mesa. También hay vidrio y cosas filosas, no me gustaría hacerte daño.
—Buen punto. Por favor, toma un poco.
—Si vas a hacer ese ruido y cara de nuevo, no sé si puedo dejarte que tengas más.
—Seré buena. Lo juro.
—Tú no eres buena. Ese es el problema.
—Tienes razón. No lo soy —le dije, dándole mi propia sonrisa—. Lo intento, sin embargo.
—Cruel. Esa es la palabra que te describe en este momento.
—Sólo tengo un pedazo de pastel.
Tomó el tenedor y le dio un mordisco.
—Maldita sea. Es bueno. —Tuvo otro bocado y luego tuve que luchar con él por el resto del pastel.
Fui capaz de abstenerme de cualquier muestra pública de afecto al pastel. —Te lo dije.
—Eso es un fino y poderoso pastel —dijo, con un acento sureño. Mi mandíbula pudo haber caído un poco—. ¿Qué? Sabes que soy medio- Texano. Puedo sacarlo de vez en cuando. He intentado deshacerme de él, pero sale de vez en cuando, especialmente cuando paso tiempo con mi familia.
—¿Tienes más familia en Texas?
—La familia de mi padre se trasladó allí desde Nueva York cuando él era un niño. No los veo mucho.
El camarero vino a tomar nuestro plato de pastel y me recosté en mi silla. Estaba satisfecha.
—¿Me disculpas? —dijo Zayn. Levanté una ceja ante su evidente cortesía—. Estoy siendo un caballero, no lo arruines.
—Sí, puede ser disculpado, Sr.Malik.
—Gracias, señorita Caldwell. Volveré en un momento. —Se levantó y salió del restaurante. ¿Qué él qué?
—¿Está lista para la cuenta? —El camarero estaba de vuelta.
—Um, seguro. —Miró al asiento vacío de Zayn con desaprobación como si hubiera salido corriendo, dejándome.
—Estará de vuelta. —Sentí la necesidad de decir.
—Por supuesto. —No me creyó.
Pasé los siguientes treinta segundos mirando la puerta, rezando que Zayn caminara a través de ella. Finalmente lo hizo, y tenía algo con él. Su guitarra.
¿Qué demonios hacía?
No volvió a la mesa, si no que fue hacia el tipo que tocaba el piano, interrumpiéndole en mitad de una canción. Zayn se inclinó para hablar con el pianista, que, para su crédito, siguió tocando. Zayn hizo un gesto con sus manos, como lo hacía cuando realmente quería transmitir su punto. El Hombre del piano asintió y luego Zayn dijo algo que le hizo sonreír.
Acabo su canción con broche de oro y se levantó. Todo el restaurante se volvió hacia ese lugar. El hombre del piano saludó a un camarero y explicó rápidamente la situación. El camarero fue a buscar un banco y movió el micrófono lejos del piano. Podía ver a donde iba esto. Zayn se sentó en el banco y sacó su guitarra, estableciéndose para poder tocar. Todo el mundo observó con fascinación.
—Hola a todos. Lamento interrumpir su cena. Sólo voy a tomar unos minutos de su tiempo. —Se ajustó la correa, y me di cuenta de que estaba nervioso. Su rodilla iba a mil por hora—. Sólo quería tocar una canción para mi chica, ____, por ahí. Aceptó venir conmigo aquí esta noche, incluso después de que no fui muy amable con ella. Esto es parte de mi disculpa. Espero que te guste.
Todo el mundo me miró, y me sentí como si estuviera bajo un foco de más o menos la luminosidad del sol. No me ruborizaba, pero lo hice en ese momento.
Comenzó la canción, e inmediatamente la reconocí como “Fix You” de Coldplay. Era una canción vieja, pero una que siempre había amado. Nunca le había dicho que lo hacía, y me pregunté si lo había hecho por eso, o la había escogido por su cuenta. No importaba.
Su voz se envolvió alrededor de la canción y me di cuenta que la había cantado cientos de veces. Me senté y lo observé. Había empezado mirando la guitarra, pero pronto levantó la mirada para encontrar mis ojos.
La letra era perfecta para nosotros dos.
Ambos estábamos rotos, tratando de ser inquebrantables, tal vez sólo necesitábamos un poco de ayuda.
No para repararnos el uno al otro, si no para ayudarnos a arreglarlo nosotros mismos.
La charla en el restaurante cesó mientras Zayn cantaba acerca de las luces guiándote a casa. La mujer que había estado escuchando se secó sus ojos con su servilleta.
—Y yo tratare, de repararte —terminó la canción y la habitación quedó en silencio durante medio segundo. Luego hubo un puñado de aplausos que se construyó hasta que Zayn estuvo obligado a levantarse y hacer una reverencia.
—Lo siento ____. Gracias por su atención —dijo en el micrófono antes de regresar a nuestra mesa. Se sentó lentamente, como si estuviera esperando a que yo le gritara—. ¿Y bien? —dijo, después de que no le respondí.
—Realmente no sé qué decir.
—Nunca en tu vida has perdido las palabras. Déjame tenerlas. Lo odiaste.
—No, no lo hice.
Podía sentir a todos los demás escuchándonos.
—¡Oh, cariño, perdónalo! Mi marido nunca haría algo romántico — dijo la espía. Su marido parecía avergonzado. Esperé por alguien más para dar su opinión, pero nadie más se acercó.
—No soy de exhibiciones públicas, pero creo que puedo hacer una excepción por eso. ¿Cómo supiste que amaba esa canción? —le dije.
—No lo hacía. Suerte, supongo.
—La más afortunada. —Me levanté de mi asiento y fui hacia él, dándole un beso en la mejilla—. Gracias. Fue perfecto.
—No lo fue, pero significa todo que lo creas así. Lo dije en serio. Sé que los dos estamos jodidos, pero incluso la gente jodida debería ser capaz de ser feliz.
—También lo creo. —Le di otro beso, prolongándolo por un momento para que yo pudiera respirar. Deslizó sus brazos alrededor de mi cintura, y puse mi cabeza sobre él por un segundo. Ahí estaba, nuestra burbuja, sellando alrededor de nosotros.
La espía, respiró felizmente detrás de mí.
—¿Nos vamos? —dijo, poniendo su guitarra de nuevo en el estuche.
—Por supuesto. —Sacó su tarjeta y la puso en el libro. El camarero se acercó para recogerlo, mirando un poco aturdido.
—Eso fue increíble. En serio, tienes talento. Eres bienvenido de nuevo en cualquier momento. —Zayn trató de entregarle la tarjeta, pero el camarero se negó—. Su cuenta ha sido pagada. Que tenga buena noche. —Zayn trató de nuevo, pero el camarero se mantuvo firme.
—¿Puede darme su nombre? —preguntó Zayn.
—Es Will.
—Gracias Will. Que tengas una buena noche —dijo Zayn estrechándole la mano.
—¿Estás lista, ____?
Tomé mi bolsa para llevar en una mano, la de Zayn con la otra, y él tenía el estuche de su guitarra en el otro lado. La espía me saludó en nuestro camino.
—Cuida de esa chica bonita ahora.
—Lo haré.
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
voy a hacer 2 o 3 tareas,sigo orita!
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 24.
Tomé la mano de Zayn en el camino de vuelta a casa. Se sentía como lo correcto que hacer. Como si estuviéramos en una cita real, y podríamos ser una pareja real. Mi mente nunca se desvió lejos de pensar en mi secreto. Acerca de finalmente decirle y dejar que las cosas cayeran donde pudieran. Allí estaba otra vez. La palabra caer.
—Te ves increíble.
—Gracias. Te ves muy bien. —Indirecta.
—Oh, ¿esta cosa vieja? Soy modesto —dijo.
—Idiota.
—Diosa.
Me tomó la mano y besó la parte de atrás, quitando sus ojos de la carretera por un momento.
—Así que, ¿no estás todavía enojada conmigo? Quiero decir, está bien si estás…
—No estoy enojada con exactitud. Bueno, ya no. Es sólo que... nunca pensé que tenías eso en ti.
—Lo hago —dijo—. Yo he... he perdido el control así antes, pero no por mucho tiempo. Quería ir tras de ti, pero estaba tan avergonzado de lo que había hecho. No quiero que te sientas amenazada por mí.
—Puedo cuidar de mí misma, Zayn.
—Lo sé.
—No vamos a hablar más del tema. Hablar de ello no lo va a cambiar. Sucedió y ya está —le dije.
—No es así, pero estoy de acuerdo con un cambio de tema. ¿Qué te gustaría discutir?
—¿Qué le dijiste a la pianista?
—Sólo le dije que había sido un idiota y había una mujer especial que necesitaba una disculpa muy especial.
—Déjame adivinar, soy la mujer especial.
Negó con la cabeza. —Nop era la señora de la mesa de al lado.
—¿La chismosa? ¿Cómo te atreves?
—¿Estás bromeando? Nada enciende a un hombre como pendientes de oro gigantes y un top estampado de animal. Rawr.
Reí mientras nos deteníamos en el estacionamiento de los estudiantes. Esta vez esperé a que Zayn abriera mi puerta.
—Entonces, ¿tienes algo más planeado para esta encantadora noche? —le pregunté.
—Bueno, sé cuánto te gusta la película de la boda y siempre te hace reír, así que pensé que podríamos verla con un poco de palomitas. ¿Suena bien?
—Suena perfecto. —Pude ver toda la escena en mi cabeza. Zayn y yo en nuestros pijamas, conmigo sentada a horcajadas de él en el sofá, riendo tanto que nuestros estómagos se dañarían.
—No tienes que decirme esta noche. Un secreto es suficiente por un día, ¿no crees?
—Sí. —Una parte de mí quería dejarlo escapar, para desahogarme y matar el suspenso ya. Él quería saber. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Prácticamente arranqué su secreto de él, como si cavara la perla de una almeja. Pero estaba contenta de que lo sabía. Esperaba que no se arrepintiera de decírmelo. Esperaba no arrepentirme de decirle.
Había una nota en la puerta cuando subimos las escaleras.
—Me pregunto quién escribió esta nota.
—Bueno, supongo que Renee la escribió y Darah añadió la parte de las toallitas.
—Suena bastante correcto. —Bajó la nota y puso la llave en la cerradura—. Entonces —dijo cuando abrió la puerta y encendió la luz—. Supongo que somos sólo nosotros.
Nunca habíamos estado solos toda la noche antes. Durante el día era una historia completamente diferente.
Zayn seguía sosteniendo mi mano.
—Yo, um, te dejaré cambiarte y voy a preparar las palomitas de maíz —dijo, dejándola caer como un carbón ardiente.
Una pequeña voz interior me gritó con frustración, pero me di la vuelta y me fui a la habitación de todos modos. Extendí los brazos hasta mi espalda para bajar la cremallera, pero no quería bajar. No había tenido ningún problema para subirla, pero bajarla era otra historia. Casi me arranqué los brazos intentando conseguir que la maldita cosa cooperara conmigo.
—¡Hijo de puta!
Oí un golpe en la puerta.
—¿Estás bien ahí dentro?
—Sí, estoy bien. —Traté de tirar el dobladillo del vestido hacia arriba sobre la cabeza, pero era demasiado ajustado. Bueno, mierda. Intenté una última vez antes de darme por vencida—. Está bien, ¿me puedes dar una mano? La estúpida cremallera se ha quedado atascada.
—¿En serio?
—Cierra la boca y ayúdame, ¿por favor? —Abrí la puerta y me puse de espaldas a él—. Ponte en marcha...
Dejé de hablar cuando sentí sus cálidas manos en mi espalda. Respirar de repente se volvió muy difícil. Sus dedos se tomaron su tiempo rozando a través de mi piel y poniendo mi cabello a un lado de la traidora cremallera. Tiró suavemente y hacia abajo la cremallera.
—Ya está. No parece tener ningún problema.
—Bueno, eso es bueno para ti —le espeté, tratando de dar marcha atrás a su alrededor.
Sostuvo mis hombros, así que no podía. Muy lentamente, presionó sus labios en el lugar que la cremallera había revelado. Mi piel se quemaba con el contacto y el resto de mi cuerpo se derretía en jalea. Quería derretirme contra de él, pero no lo hice.
—Zayn —le dije. Bueno, era más como un susurro.
—Lo siento. No pude resistirme. Me siento atraído por ti. Me vuelve absolutamente loco tener que estar contigo todo el tiempo y no poder tocarte.
Quise mover mi pie para dar un paso hacia adelante, y por lo tanto lejos de él. Por último, mi pie obedeció. Me sentía de la misma manera a su alrededor, pero no podía seguir adelante. Había un secreto gigante permanentemente en nuestro camino.
—No puedo.
—Lo sé. Lo siento. Voy a comportarme. —Miré sus ojos, y tuve que apartar la mirada. Quería decirle que no. Tirar todo por la ventana y que me besara como lo había hecho cuando casi había roto el sillón reclinable.
—Tengo que cambiarme —le dije, mi voz alta en la silenciosa habitación.
—Está bien. —Se volteó y se fue.
Todavía podía sentir sus labios en mi espalda mientras deslizaba una camiseta por la cabeza y me ponía unos pantalones cortos. Debí haberme puesto un conjunto manga larga para dejar la menor cantidad de piel visible, pero era una noche caliente y nuestro apartamento tenía ventilación de mierda. Oí el pitido del microondas cuando salí.
—Creo que puede ser que necesite un poco de ayuda con mi cremallera, ¿por qué no me das una mano? —dijo Zayn, dándome la espalda.
—Lo siento, mis manos están llenas —dije, agarrando la bolsa de palomitas de maíz y el recipiente que él había agarrado y sostenía—. Vas a tener que hacerlo todo por ti mismo
—Está bien. Pero te lo estás perdiendo. —Como si no lo supiera.
Cerró la puerta y me apoyé contra el mostrador. ¿Por qué, por qué las cosas que dijo empezaban a sonar tan bien? ¿Por qué quería entrar en esa habitación y decir: Demonios sí, te ayudo con esa cremallera y el resto de tu ropa, a sacarlos AHORA?
Sentí mi frente. Tal vez tenía fiebre. Tal vez fue el pastel de terciopelo rojo que me había comido de rapidez. O tal vez era la maldita canción. ¿Qué chica no se volvía tonta por un chico que podía cantar? Fue por eso que Christine había bajado a la espeluznante guarida subterránea del Fantasma. Era por eso que tantas mujeres se lanzaban a las estrellas de rock, guapos o no tanto.
En el momento en que salió, yo estaba ubicada en el sofá con las palomitas de maíz en un tazón y dos refrescos completos con portavasos. Darah tendría un berrinche si sabía que no había usado portavasos.
—Portavasos, bien pensado —dijo Zayn, asintiendo a las bebidas.
—Me lo imaginaba.
Tenía bóxer y una camiseta gris. En cualquier otra persona, habría sido bóxer y una camiseta gris. En Zayn, era... malditamente caliente.
—¿Tengo algo en la cara? —dijo, pillándome mirándolo fijamente.
—No.
—Entonces, ¿por qué me miras de esa manera?
—No lo estaba haciendo. —Negar, negar, negar.
—Está bien, entonces, no lo hacías. —Se sentó a mi lado y tomó su vaso—. ¿Tienes la película?
—Sí. —Tenía el control remoto en la mano, pero no quería presionar play.
Zayn tomó un sorbo de su bebida y luché contra el impulso de tirarme sobre él. Agarré el cuenco de palomitas de maíz y lo puse entre nosotros como una muralla. ¿Por qué Renee y Darah me habían hecho esto a mí? Sabía que pensaban que estaban ayudando, pero esto ciertamente no ayudaba. Presioné play en la película, con la esperanza de que sirviera como una distracción.
Funcionó durante unos cinco segundos. Entonces la mano de Zayn y la mía chocaron en el tazón de palomitas de maíz en uno de los momentos de la película. Retiré la mía, pero me detuvo.
—¿Puedo ser honesto contigo en este momento? —dijo.
Tenía la boca seca mientras decía—: Claro. ¿Cuando no eres honesto conmigo? Con la excepción de una vez.
—Sí, bueno —dijo, frotándose el tatuaje una, dos, tres veces. Uh oh—. Voy a ser brutalmente honesto, ¿de acuerdo?
—Una vez más, ¿cuándo no? Pero sigue adelante —le dije, agitando mi mano para que continuara. La película sonaba en el fondo, pero bien podría haber estado en Esperanto pero toda la atención que le prestaba era a esto.
Tomó aliento.
—Te quiero. Ahora mismo. Si dices que sí, me gustaría besarte. Te besaría hasta que ambos nos olvidáramos que los labios se hicieron para otra cosa que besar. Te quitaría ese traje, tan lindo como es. Quiero ver cómo te ves sin nada encima. Quiero hacerte suspirar como lo hiciste con el pastel. Quiero estar contigo. Ahora mismo.
—¿Ahora? —chillé.
—Ahora mismo. Que se vaya a la mierda película. —Agarró el mando a distancia y detuvo la película—. Sólo pensé que debías saber cómo me siento.
Tuve que cerrar los ojos por un segundo. Estaba tan cerca, era difícil pensar. Mi cerebro sólo se quedó en blanco, y decidió imaginar todas las cosas que había dicho. Mi piel zumbaba, lista y esperando.
—Yo...
—No te estoy pidiendo que lo hagas. Sé que esto es difícil para ti. Sólo quería que supieras que eso es algo que quería hacer. —Abrí mis ojos.
—Me has estado diciendo cosas como esas desde el primer día.
—No es así. ¿Las otras chicas? ¿Eso que hice con ellas? Era sólo sexo. No quiero volver a tener sólo sexo otra vez. Quiero tener suerte contigo. Sólo contigo. En pocas palabras.
Busqué una respuesta.
—Voy a hacer una nota de ello —le dije.
—Está bien, entonces. —Tomó el control remoto y encendió la película de nuevo, acomodándose como si nada hubiera pasado.
Qué. Diablos.
Giré mi cabeza hacia la película, pero estaba aún más distraída. Se había plantado la semilla de esa idea en mi cabeza y ahora crecía como si alguien tuviera Miracle-Gro y lo rociara. Ese herbicida mental no iba a trabajar con ese idiota.
La siguiente hora fue una verdadera tortura. Una parte de mí se preguntaba si lo había hecho a propósito. Para burlarse de mí. Había hecho cosas así antes. Nuestras manos no se volvieron a chocar en el tazón de palomitas de maíz, y fingió como si fuéramos dos amigos viendo una película. Cuando todo terminó, y las palomitas de maíz se habían ido, esperé a que dijera algo.
—¿Estás cansado? —le pregunté. No tenía por qué ser demasiado temprano, pero sabía que lo estaba.
—Sí, creo que deberíamos ir a la cama.
Fue un final muy decepcionante para nuestra cita. Se levantó y recogió los restos de nuestros bocadillos para la película, y los arrojó en el fregadero.
—Voy a lavarme los dientes —dijo, acercándose a mí alrededor.
Entré en la habitación y traté de controlarme. No es bueno, no es bueno, no es bueno.
Tuve que poner un corcho en mis hormonas. Nunca había reaccionado así por nadie. Nunca un hombre había hecho que me sintiera como si estuviera en llamas. Pensaba que todos los que hablan acerca de eso eran sólo gente siendo melodramática. Supongo que no lo eran.
Regresó y sin otra mirada a mí, se quitó la camisa y se metió en la cama. Oh, eso fue todo.
—¿Qué diablos, viejo?
—¿Qué? —Se dio la vuelta, como si no tuviera ni idea de lo que hablaba.
—¿Estás bromeando? ¿En serio? ¿Toda esa charla sobre el deseo y los besos y todo y ahora vas a fingir como que no pasó? ¿Qué diablos te pasa?
—Simplemente pensé que había empujado demasiado hacia delante y que te había asustado. Sólo te daba espacio.
—Oh.
—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de lo que dije?
Como si me escupieran, por un segundo no pude utilizar palabras reales. Así parece.
—¿Puedo tomar esto como una confirmación de que sí, esto es algo en lo que estás interesada? —Sus ojos azules me rogaban que dijera que sí.
—No lo sé. ¿Quizás?
—No hay un tal vez en esto, ____. Sí o no.
—¿Puedo tener un poco de tiempo?
—Claro, señorita no hay ninguna fecha de caducidad en mi oferta. Si vienes a mí en sesenta años, voy a estar esperando con una botella de Viagra.
Qué asco.
—Gracias por esta noche. Lo pasé muy bien. —¿Cómo se supone que esto funciona? Quiero decir, por lo general cuando una cita termina, el chico deja a la chica y le diría buenas noches. Con nosotros, no había buenas noches. Nos veríamos cuando nos despertáramos.
—Bueno. Ese era el plan. —Me metí en la cama, tratando de no mirar su pecho.
—¿Puedo hacer algo más? —dijo.
—Sí, claro.
—¿Puedo darte un beso de buenas noches?
—Supongo que sí.
—Parecía que lo disfrutabas las dos últimas veces.
—Cállate. —Y bésame, no lo dije.
Se levantó de la cama y caminó lentamente a la mía. Me levanté y nos miramos el uno al otro para respirar un poco de tiempo. Se inclinó, y esperé este momento.
—Buenas noches, ____.
Se inclinó y presionó el beso más dulce y breve en la historia del mundo. Trató de apartarse, pero mis labios y el resto de mí no se lo permitieron. Lo aparté por un segundo antes de cerrar la puerta a mi deseo y fuera capaz de desprenderme de él.
—Buenas noches, Zayn. —De alguna manera me fui de nuevo a la cama. Se quedó allí un momento antes de suspirar e irse a su cama.
—¿Me amas? —susurró mientras tiraba su bóxer en el suelo.
—No.
—¿Me odias?
—No tanto como la conjugación de los verbos.
—Bueno.
Mi cuerpo vibraba de energía. No había manera de que fuera a dormir en este punto. Iba a ser una noche larga.
Tomé la mano de Zayn en el camino de vuelta a casa. Se sentía como lo correcto que hacer. Como si estuviéramos en una cita real, y podríamos ser una pareja real. Mi mente nunca se desvió lejos de pensar en mi secreto. Acerca de finalmente decirle y dejar que las cosas cayeran donde pudieran. Allí estaba otra vez. La palabra caer.
—Te ves increíble.
—Gracias. Te ves muy bien. —Indirecta.
—Oh, ¿esta cosa vieja? Soy modesto —dijo.
—Idiota.
—Diosa.
Me tomó la mano y besó la parte de atrás, quitando sus ojos de la carretera por un momento.
—Así que, ¿no estás todavía enojada conmigo? Quiero decir, está bien si estás…
—No estoy enojada con exactitud. Bueno, ya no. Es sólo que... nunca pensé que tenías eso en ti.
—Lo hago —dijo—. Yo he... he perdido el control así antes, pero no por mucho tiempo. Quería ir tras de ti, pero estaba tan avergonzado de lo que había hecho. No quiero que te sientas amenazada por mí.
—Puedo cuidar de mí misma, Zayn.
—Lo sé.
—No vamos a hablar más del tema. Hablar de ello no lo va a cambiar. Sucedió y ya está —le dije.
—No es así, pero estoy de acuerdo con un cambio de tema. ¿Qué te gustaría discutir?
—¿Qué le dijiste a la pianista?
—Sólo le dije que había sido un idiota y había una mujer especial que necesitaba una disculpa muy especial.
—Déjame adivinar, soy la mujer especial.
Negó con la cabeza. —Nop era la señora de la mesa de al lado.
—¿La chismosa? ¿Cómo te atreves?
—¿Estás bromeando? Nada enciende a un hombre como pendientes de oro gigantes y un top estampado de animal. Rawr.
Reí mientras nos deteníamos en el estacionamiento de los estudiantes. Esta vez esperé a que Zayn abriera mi puerta.
—Entonces, ¿tienes algo más planeado para esta encantadora noche? —le pregunté.
—Bueno, sé cuánto te gusta la película de la boda y siempre te hace reír, así que pensé que podríamos verla con un poco de palomitas. ¿Suena bien?
—Suena perfecto. —Pude ver toda la escena en mi cabeza. Zayn y yo en nuestros pijamas, conmigo sentada a horcajadas de él en el sofá, riendo tanto que nuestros estómagos se dañarían.
—No tienes que decirme esta noche. Un secreto es suficiente por un día, ¿no crees?
—Sí. —Una parte de mí quería dejarlo escapar, para desahogarme y matar el suspenso ya. Él quería saber. ¿Cómo no iba a hacerlo?
Prácticamente arranqué su secreto de él, como si cavara la perla de una almeja. Pero estaba contenta de que lo sabía. Esperaba que no se arrepintiera de decírmelo. Esperaba no arrepentirme de decirle.
Había una nota en la puerta cuando subimos las escaleras.
Ustedes chicos diviértanse. El lugar es todo suyo. Por favor, limpien todas las superficies sobre las que se pongan amorosos con las toallitas de la cocina. Los queremos, Darah y Renee.
—Me pregunto quién escribió esta nota.
—Bueno, supongo que Renee la escribió y Darah añadió la parte de las toallitas.
—Suena bastante correcto. —Bajó la nota y puso la llave en la cerradura—. Entonces —dijo cuando abrió la puerta y encendió la luz—. Supongo que somos sólo nosotros.
Nunca habíamos estado solos toda la noche antes. Durante el día era una historia completamente diferente.
Zayn seguía sosteniendo mi mano.
—Yo, um, te dejaré cambiarte y voy a preparar las palomitas de maíz —dijo, dejándola caer como un carbón ardiente.
Una pequeña voz interior me gritó con frustración, pero me di la vuelta y me fui a la habitación de todos modos. Extendí los brazos hasta mi espalda para bajar la cremallera, pero no quería bajar. No había tenido ningún problema para subirla, pero bajarla era otra historia. Casi me arranqué los brazos intentando conseguir que la maldita cosa cooperara conmigo.
—¡Hijo de puta!
Oí un golpe en la puerta.
—¿Estás bien ahí dentro?
—Sí, estoy bien. —Traté de tirar el dobladillo del vestido hacia arriba sobre la cabeza, pero era demasiado ajustado. Bueno, mierda. Intenté una última vez antes de darme por vencida—. Está bien, ¿me puedes dar una mano? La estúpida cremallera se ha quedado atascada.
—¿En serio?
—Cierra la boca y ayúdame, ¿por favor? —Abrí la puerta y me puse de espaldas a él—. Ponte en marcha...
Dejé de hablar cuando sentí sus cálidas manos en mi espalda. Respirar de repente se volvió muy difícil. Sus dedos se tomaron su tiempo rozando a través de mi piel y poniendo mi cabello a un lado de la traidora cremallera. Tiró suavemente y hacia abajo la cremallera.
—Ya está. No parece tener ningún problema.
—Bueno, eso es bueno para ti —le espeté, tratando de dar marcha atrás a su alrededor.
Sostuvo mis hombros, así que no podía. Muy lentamente, presionó sus labios en el lugar que la cremallera había revelado. Mi piel se quemaba con el contacto y el resto de mi cuerpo se derretía en jalea. Quería derretirme contra de él, pero no lo hice.
—Zayn —le dije. Bueno, era más como un susurro.
—Lo siento. No pude resistirme. Me siento atraído por ti. Me vuelve absolutamente loco tener que estar contigo todo el tiempo y no poder tocarte.
Quise mover mi pie para dar un paso hacia adelante, y por lo tanto lejos de él. Por último, mi pie obedeció. Me sentía de la misma manera a su alrededor, pero no podía seguir adelante. Había un secreto gigante permanentemente en nuestro camino.
—No puedo.
—Lo sé. Lo siento. Voy a comportarme. —Miré sus ojos, y tuve que apartar la mirada. Quería decirle que no. Tirar todo por la ventana y que me besara como lo había hecho cuando casi había roto el sillón reclinable.
—Tengo que cambiarme —le dije, mi voz alta en la silenciosa habitación.
—Está bien. —Se volteó y se fue.
Todavía podía sentir sus labios en mi espalda mientras deslizaba una camiseta por la cabeza y me ponía unos pantalones cortos. Debí haberme puesto un conjunto manga larga para dejar la menor cantidad de piel visible, pero era una noche caliente y nuestro apartamento tenía ventilación de mierda. Oí el pitido del microondas cuando salí.
—Creo que puede ser que necesite un poco de ayuda con mi cremallera, ¿por qué no me das una mano? —dijo Zayn, dándome la espalda.
—Lo siento, mis manos están llenas —dije, agarrando la bolsa de palomitas de maíz y el recipiente que él había agarrado y sostenía—. Vas a tener que hacerlo todo por ti mismo
—Está bien. Pero te lo estás perdiendo. —Como si no lo supiera.
Cerró la puerta y me apoyé contra el mostrador. ¿Por qué, por qué las cosas que dijo empezaban a sonar tan bien? ¿Por qué quería entrar en esa habitación y decir: Demonios sí, te ayudo con esa cremallera y el resto de tu ropa, a sacarlos AHORA?
Sentí mi frente. Tal vez tenía fiebre. Tal vez fue el pastel de terciopelo rojo que me había comido de rapidez. O tal vez era la maldita canción. ¿Qué chica no se volvía tonta por un chico que podía cantar? Fue por eso que Christine había bajado a la espeluznante guarida subterránea del Fantasma. Era por eso que tantas mujeres se lanzaban a las estrellas de rock, guapos o no tanto.
En el momento en que salió, yo estaba ubicada en el sofá con las palomitas de maíz en un tazón y dos refrescos completos con portavasos. Darah tendría un berrinche si sabía que no había usado portavasos.
—Portavasos, bien pensado —dijo Zayn, asintiendo a las bebidas.
—Me lo imaginaba.
Tenía bóxer y una camiseta gris. En cualquier otra persona, habría sido bóxer y una camiseta gris. En Zayn, era... malditamente caliente.
—¿Tengo algo en la cara? —dijo, pillándome mirándolo fijamente.
—No.
—Entonces, ¿por qué me miras de esa manera?
—No lo estaba haciendo. —Negar, negar, negar.
—Está bien, entonces, no lo hacías. —Se sentó a mi lado y tomó su vaso—. ¿Tienes la película?
—Sí. —Tenía el control remoto en la mano, pero no quería presionar play.
Zayn tomó un sorbo de su bebida y luché contra el impulso de tirarme sobre él. Agarré el cuenco de palomitas de maíz y lo puse entre nosotros como una muralla. ¿Por qué Renee y Darah me habían hecho esto a mí? Sabía que pensaban que estaban ayudando, pero esto ciertamente no ayudaba. Presioné play en la película, con la esperanza de que sirviera como una distracción.
Funcionó durante unos cinco segundos. Entonces la mano de Zayn y la mía chocaron en el tazón de palomitas de maíz en uno de los momentos de la película. Retiré la mía, pero me detuvo.
—¿Puedo ser honesto contigo en este momento? —dijo.
Tenía la boca seca mientras decía—: Claro. ¿Cuando no eres honesto conmigo? Con la excepción de una vez.
—Sí, bueno —dijo, frotándose el tatuaje una, dos, tres veces. Uh oh—. Voy a ser brutalmente honesto, ¿de acuerdo?
—Una vez más, ¿cuándo no? Pero sigue adelante —le dije, agitando mi mano para que continuara. La película sonaba en el fondo, pero bien podría haber estado en Esperanto pero toda la atención que le prestaba era a esto.
Tomó aliento.
—Te quiero. Ahora mismo. Si dices que sí, me gustaría besarte. Te besaría hasta que ambos nos olvidáramos que los labios se hicieron para otra cosa que besar. Te quitaría ese traje, tan lindo como es. Quiero ver cómo te ves sin nada encima. Quiero hacerte suspirar como lo hiciste con el pastel. Quiero estar contigo. Ahora mismo.
—¿Ahora? —chillé.
—Ahora mismo. Que se vaya a la mierda película. —Agarró el mando a distancia y detuvo la película—. Sólo pensé que debías saber cómo me siento.
Tuve que cerrar los ojos por un segundo. Estaba tan cerca, era difícil pensar. Mi cerebro sólo se quedó en blanco, y decidió imaginar todas las cosas que había dicho. Mi piel zumbaba, lista y esperando.
—Yo...
—No te estoy pidiendo que lo hagas. Sé que esto es difícil para ti. Sólo quería que supieras que eso es algo que quería hacer. —Abrí mis ojos.
—Me has estado diciendo cosas como esas desde el primer día.
—No es así. ¿Las otras chicas? ¿Eso que hice con ellas? Era sólo sexo. No quiero volver a tener sólo sexo otra vez. Quiero tener suerte contigo. Sólo contigo. En pocas palabras.
Busqué una respuesta.
—Voy a hacer una nota de ello —le dije.
—Está bien, entonces. —Tomó el control remoto y encendió la película de nuevo, acomodándose como si nada hubiera pasado.
Qué. Diablos.
Giré mi cabeza hacia la película, pero estaba aún más distraída. Se había plantado la semilla de esa idea en mi cabeza y ahora crecía como si alguien tuviera Miracle-Gro y lo rociara. Ese herbicida mental no iba a trabajar con ese idiota.
La siguiente hora fue una verdadera tortura. Una parte de mí se preguntaba si lo había hecho a propósito. Para burlarse de mí. Había hecho cosas así antes. Nuestras manos no se volvieron a chocar en el tazón de palomitas de maíz, y fingió como si fuéramos dos amigos viendo una película. Cuando todo terminó, y las palomitas de maíz se habían ido, esperé a que dijera algo.
—¿Estás cansado? —le pregunté. No tenía por qué ser demasiado temprano, pero sabía que lo estaba.
—Sí, creo que deberíamos ir a la cama.
Fue un final muy decepcionante para nuestra cita. Se levantó y recogió los restos de nuestros bocadillos para la película, y los arrojó en el fregadero.
—Voy a lavarme los dientes —dijo, acercándose a mí alrededor.
Entré en la habitación y traté de controlarme. No es bueno, no es bueno, no es bueno.
Tuve que poner un corcho en mis hormonas. Nunca había reaccionado así por nadie. Nunca un hombre había hecho que me sintiera como si estuviera en llamas. Pensaba que todos los que hablan acerca de eso eran sólo gente siendo melodramática. Supongo que no lo eran.
Regresó y sin otra mirada a mí, se quitó la camisa y se metió en la cama. Oh, eso fue todo.
—¿Qué diablos, viejo?
—¿Qué? —Se dio la vuelta, como si no tuviera ni idea de lo que hablaba.
—¿Estás bromeando? ¿En serio? ¿Toda esa charla sobre el deseo y los besos y todo y ahora vas a fingir como que no pasó? ¿Qué diablos te pasa?
—Simplemente pensé que había empujado demasiado hacia delante y que te había asustado. Sólo te daba espacio.
—Oh.
—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de lo que dije?
Como si me escupieran, por un segundo no pude utilizar palabras reales. Así parece.
—¿Puedo tomar esto como una confirmación de que sí, esto es algo en lo que estás interesada? —Sus ojos azules me rogaban que dijera que sí.
—No lo sé. ¿Quizás?
—No hay un tal vez en esto, ____. Sí o no.
—¿Puedo tener un poco de tiempo?
—Claro, señorita no hay ninguna fecha de caducidad en mi oferta. Si vienes a mí en sesenta años, voy a estar esperando con una botella de Viagra.
Qué asco.
—Gracias por esta noche. Lo pasé muy bien. —¿Cómo se supone que esto funciona? Quiero decir, por lo general cuando una cita termina, el chico deja a la chica y le diría buenas noches. Con nosotros, no había buenas noches. Nos veríamos cuando nos despertáramos.
—Bueno. Ese era el plan. —Me metí en la cama, tratando de no mirar su pecho.
—¿Puedo hacer algo más? —dijo.
—Sí, claro.
—¿Puedo darte un beso de buenas noches?
—Supongo que sí.
—Parecía que lo disfrutabas las dos últimas veces.
—Cállate. —Y bésame, no lo dije.
Se levantó de la cama y caminó lentamente a la mía. Me levanté y nos miramos el uno al otro para respirar un poco de tiempo. Se inclinó, y esperé este momento.
—Buenas noches, ____.
Se inclinó y presionó el beso más dulce y breve en la historia del mundo. Trató de apartarse, pero mis labios y el resto de mí no se lo permitieron. Lo aparté por un segundo antes de cerrar la puerta a mi deseo y fuera capaz de desprenderme de él.
—Buenas noches, Zayn. —De alguna manera me fui de nuevo a la cama. Se quedó allí un momento antes de suspirar e irse a su cama.
—¿Me amas? —susurró mientras tiraba su bóxer en el suelo.
—No.
—¿Me odias?
—No tanto como la conjugación de los verbos.
—Bueno.
Mi cuerpo vibraba de energía. No había manera de que fuera a dormir en este punto. Iba a ser una noche larga.
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 25.
Nunca había experimentado la sensación de estar "caliente y mojada", pero alrededor de las tres de la mañana, me había levantado y salido de la habitación. Podía oír cada respiración y movimiento de Zayn como nunca lo había hecho antes.
Tuve la breve intención de ir a dormir, o intentarlo, en el cuarto de Darah y Renee, pero entonces Zayn sabría que yo estaba caliente y mojada.
No miré mi cara en el espejo porque no quería verla. En lugar de eso me senté en el borde de la bañera y retorcí mi pelo en un dedo. Era un hábito que había adquirido cuando era una niña y el que no había hecho en mucho tiempo. Cuando era más joven, lo había retorcido tanto que en realidad me había arrancado algo de pelo. Mi terapeuta en ese momento, el Dr. Blood, me dio una bola para la tensión, pero eso no había ayudado. Estaba irreparablemente rota.
Hace mucho tiempo que había aceptado el hecho de que estaba desquiciada. Era una de las razones por las que me había prometido no involucrarme con nadie.
Nadie debería tener que lidiar con mis problemas, salvo yo. Era fácil, pues no había nadie con quien quisiera estar, de todos modos.
Hasta ahora.
Zayn había dicho que me quería, y yo no podía negarlo por más tiempo. Le quería, también. Lo quería tanto que apenas podía soportarlo.
Pasaba casi cada hora del día con él, y me lamentaba de las horas que estábamos separados. No porque lo necesitara todo el tiempo, pero lo echaba de menos cuando no estaba cerca. Había momentos cuando veía algo, o alguien decía algo y yo pensaba, “a Zayn le encantaría eso,” o “la única otra persona que encontraría esto divertido es Zayn.”
Echaba de menos tener su comentario rondando en todo.
Me había dicho que yo no estaba enamorada de él, todavía. Oh, pero estaba cerca. Si esto no era casi amor, no sabía lo que era.
Un golpe interrumpió mis pensamientos.
—¿Estás bien?
—Sí. ¿Puedo tener un poco de maldita intimidad?
—Lo siento. Como estás ahí desde hace un rato quería asegurarme de que no estabas enferma ni nada. Me voy ahora. Además, estoy desnudo, así que si abres la puerta ahora mismo, te llevarás el espectáculo completo.
—Paso.
—Haz lo que quieras. —Oí que daba la vuelta, volvía a nuestra habitación y cerraba la puerta.
Me quedé en el cuarto de baño unos minutos más, decidiendo que si estaba tan caliente y mojada allí como en mi cama, también podría estar cómoda.
No dije nada mientras volví a la cama.
—Sabes que si estás incómoda con lo que dije, está bien. De algún modo, te sorprendí —dijo—. Puedo retractarme si lo deseas.
—El problema no es que me sienta incómoda con esto, ¡el problema es que lo quiero! —grité. Era oficial; lo había soltado. Oh, bueno, no era conocida por tener mucho aguante—. ¿Estás contento? Jesús. Dices algo así y luego esperas que me comporte de cualquier manera ante eso. Es como gastarle una broma a alguien con un enorme pastel de cacao y después lo pusieras en una de esas vitrinas para el postre. —No era mi mejor discurso para el momento.
—¿Significa eso que soy el pastel?
—Cállate, era una metáfora.
—¿Así que me quieres?
Tanto que duele. —Sí — susurré.
—¿Justo ahora?
—Sí.
—Oh. —Ahora era él el que parecía nervioso.
—¿Qué?
—Es sólo... una sorpresa.
—Te dije que te entretendría la idea.
—Lo sé. Simplemente no creí que estarías tan entusiasmada tan pronto.
—Zayn, soy virgen. No monja.
No habló por un momento.
—Esa fue la cosa más sexy que has dicho alguna vez. Dios, ¿por qué me haces esto? —Rodó sobre su espalda y se quedó mirando el techo.
Sólo podía ver su pecho desnudo en la oscuridad.
—Ídem.
—Me siento honrado y aterrorizado al mismo tiempo.
—¿Por qué aterrorizado? —dije. Zayn Malik no tenía miedo a nada, y mucho menos al sexo.
—Eso es mucha presión. Quiero decir, pedirme que sea el primero. Es sólo... que no quiero estropearlo. Eres demasiado importante para eso.
—Estoy segura de que tienes mucha experiencia. —Yo sería la única que lo estropearía.
—Todo eso no tiene importancia. Todas esas cosas que hice antes sólo eran sexo. Te lo dije, no quiero tener sexo contigo. Quiero más. Te mereces mucho más. Más de mí, de todos modos.
—¿Y si no quiero más? ¿Y si sólo te quiero a ti? —Finalmente todos mis sentimientos y frustraciones se habían derramado de mi boca.
—Me retracto. Esa fue la cosa más sexy que has dicho.
—¿Y ahora qué?
—Bueno, sé que los dos tenemos clase mañana, pero realmente no quiero que esta cita termine.
—Yo tampoco.
—¿Hacemos novillos? Tengo un sitio al que quiero llevarte. —Nunca había hecho novillos en la universidad. En la escuela secundaria, un montón de veces. Pensé que había pagado el suficiente maldito dinero por mi educación universitaria como para no desperdiciarla. Pero tal vez sólo por esta vez.
Tendría que llamar al trabajo, pero sólo estaba anotada para dos horas, por lo que el negociarlo no era tan problemático. Probablemente sería la primera y única vez. Sólo había llamado diciendo que estaba enferma una vez en cualquiera de los puestos de trabajo que alguna vez había tenido y eso fue porque tuve una intoxicación alimentaria y tenía que estar al lado de un cubo de basura en todo momento.
—Está bien —dije.
—Está bien.
Los dos nos quedamos allí por un momento.
—No puedo dormir —dijo.
—Yo tampoco.
—Tengo algo en mente que podríamos hacer.
—Estoy segura de que sí.
—Si quieres.
— Tomo nota.
—Todo lo que tienes que hacer es venir aquí. O podría ir yo.
—Está bien.
—Nunca he hablado mucho de esto.
—¿Sexo?
—Sí, por lo general sólo ocurre.
—Mira, nunca he entendido eso. No puede “sólo pasar”. No puedes ir desde el punto A al sexo en un momento.
—Depende.
—¿De qué?
—Por lo general, de lo mucho que hayas bebido, o de lo caliente que esté la chica.
—Cerdo.
—Oye, te dije que todas esas cosas estaban en el pasado. Sería diferente contigo.
—¿Cómo?
—¿Quieres todos los detalles?
—Sólo tengo curiosidad...
—Te lo juro, me estás matando de la manera más lenta y tortuosa posible. Creo que necesitaré unas veinte duchas de agua fría después de esta conversación.
Yo iba a necesitar más que unas pocas.
—Deberíamos ir a la cama —dije.
—Deberíamos —suspiró—. Nop, no va a pasar. Si me necesitas, estaré en el sofá. —Con eso agarró sus calzoncillos, se deslizó en ellos, tomó su almohada y la manta, y salió por la puerta antes de que pudiera decir condón.
Gracias a Dios.
Era más fácil pensar en otras cosas, como en los verbos franceses y la expresión sutil de la misoginia en la película, cuando él no estaba en la habitación. También pensé en otras cosas. Nos imaginé estando... juntos.
Fue una bonita imagen, pero luego se transformó en otra. La imagen de la cara de Travis cuando... No. Apagué la reproducción mental y traté de pensar en otra cosa.
El resultado final era que yo no podía estar con Zayn hasta que no se lo hubiera dicho. Tendría que correr el riesgo más grande para conseguir una recompensa mayor. ¿Tenía las agallas para hacerlo?
Probablemente conseguí dormir tres horas cuando escuché a Zayn moverse en la cocina. Era como si tuviera una alarma programada para encenderse si él estaba haciendo algo. El sueño que había conseguido no había sido de calidad. Parecía que no podía dormir con él, pero tampoco sin él.
—Hola —dije mientras me arrastraba hasta el baño. Realmente no me importaba como me veía. Si él había visto mi apariencia mañanera y no había huido por ahora, no iba a hacerlo.
—Buenos días, preciosa.
—Um —dije como respuesta.
Me sentí un poco mejor después de que Zayn puso una taza de café en mis manos y tomé unos pocos sorbos.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer hoy? —dije.
—Nada de eso. Llegué a sorprenderte anoche y tengo la intención de hacer lo mismo hoy.
—¿Me das una pista? ¿Tal vez una palabra para describirlo?
Pensó por un momento, bebiendo de su taza.
—Princesa.
—¿Princesa?
—Así es. Eso es todo lo que conseguirás. —Lo fulminé con la mirada, pero sólo sonrió.
—Bromeas —le dije. Se echó a reír—. ¿Vas a elegir mi traje viendo que no sé a dónde vamos?
—Puedes ponerte lo que quieras, sólo trae una sudadera y zapatos cómodos.
—Así que vamos a algún lugar que podría ser potencialmente frío — dije, dando golpecitos en mi barbilla.
—Humm —dijo Zayn, uniéndose a mí.
—Voy a ir a vestirme y reflexionar sobre eso. ¿Cómo estuvo el sofá?
—Incómodo, pero no creo que tenga nada que ver con el sofá.
—Tal vez no.
Terminé mi café y fui a cambiarme. Era un día frío, pero el sol estaba fuera, así que cogí una camisa y pantalones vaqueros color óxido, agarrando mi sudadera de la Universidad de Maine y lanzándome en unas andrajosas zapatillas.
—¿Esto sirve?
—Perfecto. Me toca a mí.
Le envié un mensaje a Tawny mientras se cambiaba, diciéndole que necesitaba hablar. Necesitaba realmente, realmente, hablar con Tawny.
También le envié un mensaje a Megan, hablándole de mis planes. Dijo que estaba emocionada y que la llamara con todos los detalles.
Renee me envió un mensaje justo cuando Zayn salía de la habitación, preguntando cómo fue nuestra noche. Sabía lo que peguntaba. No iba a decírselo. Realmente, no había nada que decir, todavía.
—¿Cuál es el veredicto? —Dio una vuelta y me acordé de la exhibición de break-dance que había visto el primer fin de semana que lo había conocido.
—¿Dónde aprendiste a bailar?
—Mase y yo solíamos perder el tiempo cuando éramos niños, así que de alguna forma nos enseñamos a nosotros mismos. Podría mostrarte un par de movimientos. Eres una bailarina natural. Podría mostrarte cómo hacer un saque de pecho. —Lo demostró mientras yo ponía los ojos en blanco.
—Sí, por supuesto.
—¿Qué? Es un movimiento legítimo, en el que serías excelente. —Yo no tenía demasiado pecho para sacar. Lo suficiente para saber que no podía caminar sin un sostén cómodo.
—¿Estás listo?
—Sí, señorita Caldwell. Su carruaje la espera.
—¿Quieres decir que trajiste tu coche? —No me hizo caso y me ofreció su brazo—. ¿Tengo una tiara? Por favor, di que tengo una tiara.
—Pensaré en algo —dijo mientras cerraba nuestra puerta.
—La tiara es la parte más importante de ser princesa. Oh, tengo que llamar al trabajo.
—Ya me ocupé.
—¿Qué?
—Llamé a Tom y dije que estabas en el baño vomitando las tripas.
—Pero, ¿qué pasa si alguien de la escuela nos ve?
—Relájate. No eres el primer estudiante que haya hecho novillos.
Estoy seguro de que sabía que me lo inventé.
—Pero necesito ese trabajo, Zayn…
Me interrumpió colocando un dedo en mis labios.
—Princesa, no te estreses. Que tomen las riendas y deja que otras personas se preocupen por los detalles.
—Está bien. Pero si me despiden, te culparé.
—Si te despiden, renunciaré.
—Trato hecho.
—Trato hecho.
Dejé que Zayn me ayudara a entrar en el coche, ya que las princesas no podían entrar en los coches sin ayuda o alguna tontería semejante.
—Así el fotógrafo no conseguirá una foto de tu ropa interior.
—No llevo falda.
—Nunca se puede ser demasiado cuidadoso —dijo seriamente.
Lo hice detenerse y traerme un pastelillo de arándanos y té helado. Pensé que realmente debería exprimir esta cosa de la princesa mientras durara.
—No es tan bueno como el de Hope —comenté acerca del té helado.
—Eso es algo que saben hacer en el sur. A veces lo echo de menos —dijo.
—¿Qué echas de menos?
—Parece... no sé, más acogedor, a falta de un término mejor. No es que Maine no sea así. Sólo es diferente.
—No lo sabría. Nunca he estado en el sur.
—Bueno, tendré que llevarte. No quiero que tu primera experiencia sea con alguien más.
—Estamos hablando de viajar, ¿no?
—Así es.
Dimos la vuelta hacia el sur por la I-95, lo que significaba que nos dirigíamos a la costa.
—No vamos a dejar el estado, ¿verdad?
—Nop. Sólo iremos un poco por las rutas de la costa.
—Así que vamos a la costa. Interesante...
Meditaba mientras nos encaminábamos.
—¿Qué, ninguna mezcla para el viaje por carretera de la princesa?
—No lo planifiqué por adelantado. Elige un CD. —Me lanzó una carpeta cerrada con una cremallera que pesaba sobre unos dos kilos y medio—. Todavía me gusta tenerlos por si acaso mis mp3 se mueren por alguna razón. Como tener registros.
Revolví entre ellos y había unos pocos grupos de los que no había oído hablar, así que tomé notas mentales para revisarlos. Cogí lo primero que me hizo sonreír. The Head and the Heart.
Él también sonrió cuando escuchó la primera canción. Salté a “Honey, Come Home”.
—¿Así que te gustó? —dijo.
—Debería haber sido totalmente cursi, pero no. —Puse mi mano sobre la suya mientras la apoyaba en la palanca de cambios.
—Yo iba por lo no cursi. Eliminé muchas otras canciones antes de escoger esa.
—Fue perfecta.
—Bueno, iba a escoger “Love Story”, pero pensé que sería cursi.
—Si hubieras escogido esa, probablemente habría encontrado el camino contigo en el sofá mientras Megan estaba en la ducha.
—Maldita sea. Menuda oportunidad perdida. —Los dos nos reímos mientras Nicholas apretó el acelerador y pasó una gigantesca casa rodante.
—¿A dónde vamos? —gemí.
—Dios, ese es un sonido que no quiero volver a escuchar.
—Dime a dónde vamos y no lo haré.
—Buen intento, señorita.
—Creo que, como princesa, tengo derecho a esta información. De lo contrario, esto es un secuestro.
—Lo siento, señorita Caldwell. Tengo órdenes estrictas de no revelar esa información.
—Estúpido.
—Sí, señorita Caldwell. Lo que tú digas.
Le di a su hombro un ligero golpe ligero en respuesta.
Se desvió de la I-95 hacia la 202 y luego a la 1A.
Humm...
—¿La Ruta de la Costa? —Asintió en respuesta.
—Hay tantos lugares a los que podrías llevarme. Si fuéramos a Portland, te habrías quedado en la 95. Así que debemos ir a uno de los lugares a lo largo del camino. —Saqué mi teléfono y busqué los nombres de las ciudades de la ruta.
—Acabamos de pasar Winterport, así que no es esa. ¿Belfast? ¿Lincolnville? ¿Camden?
—No te lo voy a decir.
—Creo que me estoy acercando.
—¿No puedes sólo dejar que te sorprenda sin ser curiosa? —Sus ojos imploraban de una manera muy dulce.
—Bien. —Puse mi teléfono de regreso en mi bolso y me apoyé en el asiento.
—Te está matando, ¿no? —dijo después de unos dos minutos.
—No.
—Mentirosa.
—Secuestrador.
Era una especie de diversión conducir a través de las diferentes ciudades, preguntándose en cuál iba a parar. Pasamos por Belfast y luego Lincolnville, pasando más allá de la playa. Yo había pensado en eso como una posibilidad, pero no lo fue.
—Camden. Apuesto a que es Camden —dije mientras pasábamos la señal de“Ahora está saliendo de Lincolnville”.
—Tal vez lo es y quizá lo sea.
—¡Ja! Está bien, ¿así que en Camden hay...? —Me devanaba los sesos tratando de recordar. Reuní las pistas que ya tenía mientras pasábamos posadas, hoteles y hosterías. Camden tenía alrededor de un millón. Era una ciudad costera, pero de la variedad engreída, con un montón de grandes veleros y tiendas de lujo y tal.
Princesa, zapatos cómodos, una sudadera...
—No vamos a ir de excursión, ¿no? —Había dos montañas en Camden, el monte Battie y el Megunticook. Había ido de excursión a los dos varias veces con Tawny cuando habíamos sido más jóvenes y también en los viajes escolares.
—No tenemos suficiente tiempo y no lo planeé con suficiente antelación para eso, pero pensé que podríamos ir por la ruta y almorzar.
—¿Y qué pasa con la parte de princesa?
—Esto —dijo, poniendo la luz de cruce. Miré para ver a dónde estaba girando.
—¿Norumbega?
—El único castillo en Maine.
Mi boca cayó abierta. Cuando era pequeña y habíamos conducido cruzando Camden, le había rogado a mi madre que parara allí, pero siempre estábamos en nuestro camino a algún lugar más. El Norumbega Inn parecía el lugar más mágico para mis jóvenes ojos. Ahora parecía mágico, muy mágico.
Zayn se detuvo frente al edificio, y nos sentamos y lo miramos. Sin duda parecía un castillo, construido en piedra, algunas pintadas de color verde oscuro, que le daban un aire casi gótico. Había incluso una torreta en un lado.
—Vamos, princesa —dijo, saliendo del coche. Lo seguí antes de que pudiera abrir la puerta.
—¿Qué?
—Vamos a entrar.
Puse mi mano sobre su brazo para detenerlo. —No podemos.
—¿Por qué no?
—No van a dejarnos sólo pasear por los alrededores.
—Quítate tu anillo.
—¿Qué?
Agarró mi mano derecha y deslizó fuera mi anillo, luego tomó mi mano izquierda y lo puso en mi dedo anular.
—Ya está. Ahora podemos decir que estamos viendo lugares para casarnos. Estarán ofreciéndose a sí mismos para mostrarnos los alrededores.
omó mi mano y me arrastró por las escaleras hasta la puerta principal. No se molestó en llamar, sólo entró. Me quedé sin aliento. Vaya.
Me sentía tan fuera de lugar aquí, como lo hacía en la casa del tío de Zayn. Apenas había llegado a ver los suelos de madera color caramelo y los paneles de madera a juego en las paredes antes de que una mujer, con un traje elegante, nos viera.
—¿Les puedo ayudar?
—Sí, mi novia y yo vamos a casarnos en primavera y estamos mirando posibles ubicaciones. Pasábamos para una caminata hasta el Monte Battie y vimos este lugar y no pudimos resistirnos a entrar. ¿Verdad, nena?
Llevó nuestras manos enlazadas a su boca y besó la parte superior de mi mano antes de guiñar un ojo. Santo cielo.
—Oh, maravilloso. Felicidades. ¿Cuándo es el gran día? —Nos sonrió.
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —solté.
Zayn me miró. Sólo acababa de inventármelo.
—Qué bonito. Bueno, tenemos mucho que ofrecer cuando se trata de bodas, si me siguen —dijo, guiándonos hacia la izquierda hasta un enorme escritorio. No podía dejar de mirar los techos de madera adornados con celosías y los espejos dorados. Algunas de las paredes estaban cubiertas de papel verde oscuro. Le daba un acogedor ambiente de estudio de antaño al lugar.
—Soy Susan, por cierto. Es un placer conocerlos.
—Zayn —dijo, sacudiendo su mano—. Ella es ____.
—____. ¿Es la abreviatura de Marissa?
—Sí —dije lanzándole a él una mirada cuando ella se dio la vuelta para agarrar un folleto.
—Esto tiene todas nuestras opciones y listas de todos nuestros proveedores. Si quieren el paquete completo, podemos proveerles de todo. Comida, bebidas, sillas, obras. ¿Les gustaría echar un vistazo a algunas de las habitaciones? ¿En qué tamaño están pensando para la boda?
—Pequeño. Definitivamente —dije, adelantándome a Zayn.
Ninguno de nosotros tenía una gran familia. Ya se sabe, si fuéramos a casarnos, lo cual no íbamos a hacer, porque esto sólo era para aparentar.
—¿Menos de veinticinco personas?
—Probablemente. No nos hemos sentado y contado todavía —dijo Zayn—. Pero será, ¿qué?, tus padres, Tawny, mi familia, eso son ocho, y luego Darah, Renee, Paul, Megan y Jake, y a continuación Dev y Sean. Y unos pocos primos, ¿verdad? —Fue como si de verdad hubiera pensado en eso.
—Así es —dije con una sonrisa más dulce que una dulce sonrisa.
—Está bien, bueno, eso sería perfecto. No creo que pudiéramos acomodar a todo el mundo, pero definitivamente sí a las partes de la novia y el novio. Vamos arriba a ver algunas de las habitaciones y luego podemos salir a los jardines.
—Suena bien —dije con otra dolorosa sonrisa mostrando mis dientes.
—Buen trabajo, chica ____ —dijo Zayn mientras subíamos la escalera de caracol hasta el resto de la posada.
—Muérdeme, Sr. Malik.
—En cualquier momento, Sra. Malik. —Casi me tropecé con el siguiente escalón. Oírle llamarme así me provocó una extraña sensación que se apoderaba de mí y que no era del todo desagradable.
Susan nos enseñó unas pocas habitaciones que no estaban ocupadas. Todas estaban pintorescamente amuebladas y tenían vistas geniales. Mi favorita era la biblioteca. Di un grito ahogado cuando bajamos por un conjunto de estrechas escaleras blancas y entramos en una habitación amueblada en verde oscuro con detalles rojos. Era un poco como si una fresa se hubiese vuelto loca, pero con LIBROS. Había incluso un balcón con más filas de estantes. Casi me lo perdí.
—Oye, vas a exprimir la sangre de mi mano —susurró Zayn, bajé la mirada y vi que apretaba su mano por la emoción. Tal vez un poco demasiado fuerte.
—Puedes aguantarlo. ¿No ves los libros?
—¿Quieres hacer tu recorrido conmigo ahora mismo?
¿Rodeada por toda esta literatura? Oh infiernos, sí. Maldita Susan.
Ella aún parloteaba, pero no estaba escuchándola. Demasiado bonitos libros llamándome por mi nombre.
—¿Por qué crees que Bella escogió a Bestia? Fue por la biblioteca.
—Adivino que soy la Bestia en esta situación.
—A menos que quieras ser Bella.
—No, todo tuyo. —Me atrajo hacia él y me dio un beso en la frente.
Me pareció oír suspirar a Susan.
—¿Les gustaría ver los jardines?
—Claro —dije, dándole una última y anhelante mirada a la biblioteca.
—Espera —dijo Nicholas, sacando su teléfono—. ¿Podrías hacernos una foto?
—Por supuesto —dijo Susan tomando el teléfono.
Zayn me acercó y puso su brazo alrededor de mí.
—Sonríe, nena. —Lo hice, y Susan nos hizo unas cuantas fotos.
—Perfecto —dijo ella. Zayn me sonrió, y quise abofetearle la cara y besarle al mismo tiempo.
Susan nos llevó a la parte trasera de la posada, la cual tenía una enorme extensión de césped en pendiente.
—Ahora podemos poner carpas, o algunas parejas prefieren el mirador.
—¿Qué te parece, amor? ¿Mirador o carpa? —dije.
—Lo que sea que tu pequeño corazón desee, mi amor. —Estaba siendo sarcástico. Tenía la esperanza de que Susan no pudiera oír su sarcasmo. Pareció no darse cuenta.
—Me gusta el mirador. Siempre me he imaginado casándome en un mirador. —Ahora era yo la que estaba siendo sarcástica.
Susan nos hizo el resto de la visita, apenas parando su torrente de palabras para respirar. Zayn y yo tuvimos una pequeña batalla, conmigo dándole codazos y él intentando devolvérmelos. Susan permanecía ajena. Hicimos algunas fotos más de la posada y Zayn hizo que Susan nos tomara alguna más a nosotros.
—Juro por dios que si subes estas fotos a internet te estrangularé mientras duermes —susurré mientras ella nos hacía otra foto en el mirador.
—Tomo nota —susurró de vuelta.
Susan nos dio un montón de folletos más sobre todo tipo de cosas y bobadas acerca del catering. Estaba agotada en el momento en el que salimos.
Me di la vuelta y lo miré una vez más.
—¿Te gusta tu castillo, princesa?
Me encogí de hombros. —Está bien.
Entrecerró los ojos. —Lo siento si no está a la altura de tus exigencias. ¿Quieres que llame a mi jet privado y te lleve a Inglaterra a ver uno de verdad?
—Bueno, si insistes.
—Eres una chica exigente, ____. No vas a querer cisnes para nuestra boda, ¿verdad?
—Sólo unas pocas docenas. Y palomas. Debemos liberar palomas.
—Oh, las palomas son un hecho. Es por eso que no las mencioné. — Se dio la vuelta en el camino y cambió de dirección en la entrada circular de coches.
—El interior es realmente genial. Gracias por traerme aquí.
—En cualquier momento, princesa.
Fuimos al centro de la ciudad, a The Camden Deli para conseguir unos sándwiches y luego nos dirigimos a la parte superior de la montaña.
Afortunadamente, como estábamos a mitad de semana, no había mucha gente allí arriba. Los turistas ya se habían marchado en su mayoría, pero los mirones de hojas ya estaban en plena fuerza, y allí estaban siempre los observadores de pájaros con los que lidiar. Siempre puedes detectarlos porque tienen prismáticos enormes.
Encontramos un lugar medio plano y nos sentamos para mirar los barcos entrar y salir del pequeño puerto y la bulliciosa ciudad. Zayn encontró una vieja manta en su coche y la extendimos en el suelo. Por supuesto él había traído su guitarra.
—Uno nunca sabe cuándo la puede necesitar. ¿Qué pasa si nos roban y nos quedamos sin gasolina? Entonces tendría mi guitarra y podría tocar, así la gente se apiadaría de nosotros y nos daría dinero para gasolina. Así que en realidad ésta guitarra podría salvar nuestras vidas.
—Nunca insultes a la guitarra de Zayn. Anotado —dije, dándome una palmadita en la cabeza—. No tienes que hacerte vegetariano por mí. No me importa si comes carne, siempre y cuando no la empujes contra mi cara o por mi garganta.
—Me gusta el hummus; no sé de qué estás hablando.
—¿Desde cuándo?
Hizo rodar sus ojos. —Desde que me hiciste comerlo hace tres semanas.
—Exactamente.
—Eres tan adorable cuando eres presumida.
—Cállate.
—____no se toma bien los cumplidos. Tomo nota.
Terminamos y luego tomamos galletas con doble de chispas de chocolate de postre.
—¿Quieres subir a la torre?
—Por supuesto.
El detalle más destacable en la cima de la montaña era una torre de piedra con una escalera de caracol por la que se podía subir hasta la parte superior. Yo no era muy de subir escaleras a través de las cuales podía ver, pero no iba a decirle eso a Zayn. Fui primero y de algún modo llegué arriba sin enloquecer.
—¿Puedo decirte algo? —dijo Zayn cuando nos encontrábamos en la cima. Asentí.
—Tu culo parece increíble desde éste ángulo.
—Te lo juro, te tiraré de esta torre.
—No lo harás —dijo con una sonrisa mientras me levantaba y me colocaba en el borde del muro que rodeaba la torre. Tenía pequeñas almenas y encajé perfectamente entre ellas.
—No te muevas aún, quiero hacerte una foto. Sonríe, nena. — Todavía me llamaba nena, incluso aunque Susan no estaba en ningún lugar.
Lo hice, lo cual era fácil de hacer con él mirándome como si fuera el mejor regalo de navidad que nunca hubiese tenido.
—Preciosa. Muy bien, vamos a bajar. —A regañadientes dejé que me ayudara a bajar—. Vamos a hacer una más. Gran sonrisa. —Sujetó la cámara con una mano y pegó su cara a la mía—. Uno, dos… —Antes de llegar al tres movió la cabeza y me besó en la mejilla. Levanté mi cara con sorpresa.
—Oye, nada de emboscadas de besos. —Le golpeé el pecho con poco entusiasmo. Capturó mi mano y me besó la palma.
—¿Incluso si te gusta?
Sacudí la cabeza. —No.
Oímos voces en las escaleras y un momento después se nos unió una madre, un padre, dos niños y una pareja que probablemente eran los abuelos. La parte superior de la torre no era demasiado ancha, así que estábamos bastante aplastados.
—Lo siento, no hay demasiado espacio aquí arriba —dijo la madre mientras uno de los niños le suplicaba a su padre que le levantara para que pudiera ver por encima del muro.
—No pasa nada, creo que vamos a bajar pronto —dije.
—Oh, ¿te importaría hacernos una foto? —dijo la mujer, intentando coger a su hijo para que no se tirara por las escaleras.
—Claro —dije, cogiendo la cámara. Se colocaron y tuve que andar hacia atrás casi hasta el otro extremo de la torre y ampliar todo el camino para conseguir que todos entraran.
—Digan ¡Monte Battie! —repicaron todos.
—Muchas gracias —dijo la mujer y le mostré su foto en la cámara.
—Oh dios mío, que hermoso anillo. ¿Cuándo te casas?
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —dijo Zayn, rodeándome con su brazo.
—Bueno, felicidades.
—Gracias —dije, intentando clavar mi tacón en el pie de Zayn. Me esquivó y dijimos adiós a la familia y empezamos a bajar las escaleras.
—Ve tú primero.
—¡Qué aguafiestas! —dijo, pero lo hizo primero.
Casi extendí la mano para aferrarme a su camisa mientras bajábamos, pero me resistí y antes de que nos diéramos cuenta, estábamos abajo de nuevo. ¡Uf!
—¿Quieres caminar un poco? —No soltó mi mano y paseamos un poco alrededor de la carretera, haciendo una curva y volviendo de nuevo.
—Me encantaría venir aquí por la noche para ver el aspecto que tiene la ciudad toda iluminada. Cierran las puertas, así que tendría que subir con linternas. Aun así valdría la pena.
Asentí, bajando la mirada hasta nuestras manos entrelazadas.
—Entonces, ¿así es cómo verías tu boda? ¿Con cisnes y todo eso? — dijo.
—En realidad nunca imaginé una boda.
—Pensé que era algo que hacían todas las niñas.
—Bueno, como tú dijiste, no soy una chica normal.
—Sabes que no quise decir eso.
—¿Qué quisiste decir?
—Quise decir que tú no eres sólo otra chica más. Tú eres tú.
—Profundo.
—Vamos. No seas así. Todas las otras chicas que he conocido habrían estado emocionadas y se lo habrían mostrado a cualquiera quisieran verlo o no. Algunas habrían pensado que se trataba de una proposición. Pero tú no lo hiciste. Estabas enfadada por el dinero que me había gastado en ti.
—Aún estoy enfadada por eso, ¿pero qué puedo hacer?
—Exactamente.
—¿Qué?
—Tú sólo eres diferente. Me gusta eso.
—Lo que sea.
Seguimos andando en silencio.
—Me gusta que seas amable con la gente —dije.
—¿Qué?
Hablé un poco entre dientes. —Eres agradable con la gente cuando no tienes que serlo. Como aquellas chicas borrachas y Susan. Actúas como si fueras un gran tipo duro, pero no lo eres realmente.
—¿Estás diciéndome que no soy un tipo duro? Entonces todos estos tatuajes eran para nada. ¿Qué voy a hacer? —Sacudió el puño hacia el cielo.
—Vaya, ¿he insultado tu actitud de tipo duro?
—Estoy herido —dijo, agarrándose el corazón—. Debes calmar mis heridas.
—¿Cómo?
—Dame un poco de azúcar —dijo, deteniéndose y señalando sus labios fruncidos.
—De ninguna manera, hombre. —Traté de echar a andar, pero no me dejó.
—Vamos. Dale un beso a tu novio.
—Esa era tu estúpida idea.
—Con todo, bésame, por favor. —Si sólo no hubiera dicho por favor.
—Bien —dije, aunque apreté los dientes. No era que yo no quisiera.
Era que sabía que si nuestros labios se encontraban, no tendría control sobre lo que sucediera después. Era como si tuviera un exceso de tensión sexual acumulada después de tantos años de celibato. ¿Podría suceder eso?
Apreté los labios, así no había ninguna esperanza de lengua, y le di un pequeño beso.
Sacudió la cabeza. —No. Aún duele. Tienes que hacerlo mejor que eso. —Lo intenté otra vez, dándole uno un poquito más largo, pero todavía apartándome tan pronto en cuanto quise más.
—¿Quién eres, mi abuela?
Estaba a punto de pisarle el pie y decirle que era suficiente cuando sonó mi teléfono.
—Olvídalo —dijo inclinándose.
—Es el tono de llamada de mi madre. —Era “Hip To My Heart” de The Band Perry. Le encantaba esa canción—. Tengo que cogerlo. —No había hablado con mi madre en un tiempo y me sentía horrible por eso.
—Hola, mamá.
—¡Hola, Kid! Siento como si hiciera años desde que hablamos. Salí del trabajo temprano, así que pensé en hacerte una llamada. ¿No estás en clase?
—No. No habría contestado si lo estuviera. O estaría susurrando.
—Cierto. Así que, ¿cómo estás?
—Estoy bien. Ocupada. Las clases son una locura.
—Eso está bien. ¿Cómo va el trabajo?
—Eso también va bien.
—¿Y la situación con el compañero de cuarto?
—Dile que es genial —susurró Zayn. El volumen del teléfono era lo suficiente alto como para que él lo escuchara. Me di la vuelta y me alejé.
—Está en una especie de estado resuelto. —Hasta ahora—. Voy a lidiar con ello durante el resto del semestre y luego ya veremos.
—Oh, bueno. Suenas mejor. Suenas muy feliz, en realidad.
—¿Lo hago?
—Sí. ¿A qué se debe? —El chico que actualmente intentaba enrollar sus brazos alrededor de mi cintura y distraerme de hablar contigo.
—Oh, no lo sé. Quizás sólo sea el nuevo año. Mi cumpleaños se acerca.
Mamá no se dejó engañar. —Es un chico, ¿verdad?
—No realmente.
—Oh. Dios. Mío. Pensé que esto nunca iba a suceder. Quiero detalles, Kid. —Sonó como Tawny.
—Es sólo un chico.
—Sabes que eso no es cierto.
—No realmente —dije. Zayn intentaba hacerme cosquillas—. ¿Puedes dejar eso?
—¿Qué? —dijo mamá. Miré a Zayn y me dedicó una mirada inocente de ojos muy abiertos.
—Nada, no hablaba contigo.
—Ese era él, ¿no? ¿Está ahí contigo? Si estás en una cita podemos hablar más tarde, con tal de que yo consiga los detalles. Oh, dios, no están en mitad de algo, ¿verdad?
—¡Mamá! —Mi cara se puso escarlata mientras Zayn se reía en voz baja.
—Sólo preguntaba. Nunca se sabe. ¿Están en una cita? —La emoción en su voz era palpable, incluso por el teléfono.
—No estamos en una cita.
—Sí que lo estamos —dijo Zayn lo suficientemente alto como para que ella lo oyera.
Puse mi mano sobre el altavoz. —¿Quieres callarte?
—Kid, ¿por qué no me llamaste? Oh, antes de irte, pensé que podría tenerlas a ti y a Tawny para una cena familiar el sábado por la noche. ¿Por qué no le traes? Me encantaría conocerle.
—Ni siquiera sabes su nombre.
—Eso no importa. Si ha conseguido atravesar tus muros, sé que es algo especial. Tus exigencias son altas.
—Sí, lo son —dijo Zayn en mi oído. Su cálido aliento me hizo muy difícil pensar—. Me encantaría conocer a tu madre.
—¿Ese era él?
—Sí.
—Dile que me encantaría conocerla —dijo él tan alto que estoy segura de que la gente de kilómetros alrededor pudo oírle. Le dediqué una mirada mortal.
—Dile que eso es genial. Estaré segura de hacerte algo especial.
—Gracias, mamá.
—Llámame más tarde, Kid.
—Lo haré.
—Será mejor que lo hagas. Te quiero.
—También te quiero.
Le colgué a mi madre y clavé mi puño en el estómago de Zayn. Lo esquivó en el último momento y envolvió sus brazos a mí alrededor, dándome un abrazo de oso.
—No puedo esperar para conocer a tu madre. Quiero ver cómo serás dentro de veinticinco años.
—Bueno, ya te has invitado a cenar tú mismo, así que supongo que no hay nada que pueda hacer para detenerte.
—Exactamente. —Cayó en picado y me dio un buen beso, sonriendo contra mi boca. Se lo permití totalmente—. Ya está. ¿Era tan difícil?
Nos acomodamos en nuestro lugar y Zayn me cantó mientras el sol se hundía en el cielo. Renee y Darah me enviaron un mensaje, preguntándome cuándo íbamos a volver. Les mandé un mensaje de vuelta y les dije que no lo sabía. Estaba a merced de Zayn. Renee se moría por los detalles. Probablemente estuviera decepcionada con mis detalles.
—Una última canción. ¿Qué será? —dijo.
—¿Qué tal algo más antiguo? Oooh, ¿qué hay de Love Me Tender?
—¿Elvis?
—¿Qué? Es el Rey.
—Sí, sí que lo es.
Puse las manos detrás de mi cabeza y miré hacia el cielo mientras la voz de Zayn me arrullaba de nuevo dentro de una burbuja de seguridad.
Mi estúpido móvil la explotó.
Miré la pantalla. Tawny. Ignoré la llamada. La llamaría más tarde.
Zayn siguió cantando, haciendo la canción más larga de lo que normalmente sería.
Inmediatamente llamó de nuevo. Eso elevó una bandera roja. No haría eso a menos que hubiera una razón.
—¿Qué pasa? —dije tratando de mantener el pánico fuera de mi voz.
Zayn dejó de tocar.
—Puede que a Travis le den la libertad condicional.
_________________________________________________
pd: La señora pregunta por la abreviatura de Marissa? ...bueno,porque en el libro original,a doña raya Zayn le dice "Missy"
Nunca había experimentado la sensación de estar "caliente y mojada", pero alrededor de las tres de la mañana, me había levantado y salido de la habitación. Podía oír cada respiración y movimiento de Zayn como nunca lo había hecho antes.
Tuve la breve intención de ir a dormir, o intentarlo, en el cuarto de Darah y Renee, pero entonces Zayn sabría que yo estaba caliente y mojada.
No miré mi cara en el espejo porque no quería verla. En lugar de eso me senté en el borde de la bañera y retorcí mi pelo en un dedo. Era un hábito que había adquirido cuando era una niña y el que no había hecho en mucho tiempo. Cuando era más joven, lo había retorcido tanto que en realidad me había arrancado algo de pelo. Mi terapeuta en ese momento, el Dr. Blood, me dio una bola para la tensión, pero eso no había ayudado. Estaba irreparablemente rota.
Hace mucho tiempo que había aceptado el hecho de que estaba desquiciada. Era una de las razones por las que me había prometido no involucrarme con nadie.
Nadie debería tener que lidiar con mis problemas, salvo yo. Era fácil, pues no había nadie con quien quisiera estar, de todos modos.
Hasta ahora.
Zayn había dicho que me quería, y yo no podía negarlo por más tiempo. Le quería, también. Lo quería tanto que apenas podía soportarlo.
Pasaba casi cada hora del día con él, y me lamentaba de las horas que estábamos separados. No porque lo necesitara todo el tiempo, pero lo echaba de menos cuando no estaba cerca. Había momentos cuando veía algo, o alguien decía algo y yo pensaba, “a Zayn le encantaría eso,” o “la única otra persona que encontraría esto divertido es Zayn.”
Echaba de menos tener su comentario rondando en todo.
Me había dicho que yo no estaba enamorada de él, todavía. Oh, pero estaba cerca. Si esto no era casi amor, no sabía lo que era.
Un golpe interrumpió mis pensamientos.
—¿Estás bien?
—Sí. ¿Puedo tener un poco de maldita intimidad?
—Lo siento. Como estás ahí desde hace un rato quería asegurarme de que no estabas enferma ni nada. Me voy ahora. Además, estoy desnudo, así que si abres la puerta ahora mismo, te llevarás el espectáculo completo.
—Paso.
—Haz lo que quieras. —Oí que daba la vuelta, volvía a nuestra habitación y cerraba la puerta.
Me quedé en el cuarto de baño unos minutos más, decidiendo que si estaba tan caliente y mojada allí como en mi cama, también podría estar cómoda.
No dije nada mientras volví a la cama.
—Sabes que si estás incómoda con lo que dije, está bien. De algún modo, te sorprendí —dijo—. Puedo retractarme si lo deseas.
—El problema no es que me sienta incómoda con esto, ¡el problema es que lo quiero! —grité. Era oficial; lo había soltado. Oh, bueno, no era conocida por tener mucho aguante—. ¿Estás contento? Jesús. Dices algo así y luego esperas que me comporte de cualquier manera ante eso. Es como gastarle una broma a alguien con un enorme pastel de cacao y después lo pusieras en una de esas vitrinas para el postre. —No era mi mejor discurso para el momento.
—¿Significa eso que soy el pastel?
—Cállate, era una metáfora.
—¿Así que me quieres?
Tanto que duele. —Sí — susurré.
—¿Justo ahora?
—Sí.
—Oh. —Ahora era él el que parecía nervioso.
—¿Qué?
—Es sólo... una sorpresa.
—Te dije que te entretendría la idea.
—Lo sé. Simplemente no creí que estarías tan entusiasmada tan pronto.
—Zayn, soy virgen. No monja.
No habló por un momento.
—Esa fue la cosa más sexy que has dicho alguna vez. Dios, ¿por qué me haces esto? —Rodó sobre su espalda y se quedó mirando el techo.
Sólo podía ver su pecho desnudo en la oscuridad.
—Ídem.
—Me siento honrado y aterrorizado al mismo tiempo.
—¿Por qué aterrorizado? —dije. Zayn Malik no tenía miedo a nada, y mucho menos al sexo.
—Eso es mucha presión. Quiero decir, pedirme que sea el primero. Es sólo... que no quiero estropearlo. Eres demasiado importante para eso.
—Estoy segura de que tienes mucha experiencia. —Yo sería la única que lo estropearía.
—Todo eso no tiene importancia. Todas esas cosas que hice antes sólo eran sexo. Te lo dije, no quiero tener sexo contigo. Quiero más. Te mereces mucho más. Más de mí, de todos modos.
—¿Y si no quiero más? ¿Y si sólo te quiero a ti? —Finalmente todos mis sentimientos y frustraciones se habían derramado de mi boca.
—Me retracto. Esa fue la cosa más sexy que has dicho.
—¿Y ahora qué?
—Bueno, sé que los dos tenemos clase mañana, pero realmente no quiero que esta cita termine.
—Yo tampoco.
—¿Hacemos novillos? Tengo un sitio al que quiero llevarte. —Nunca había hecho novillos en la universidad. En la escuela secundaria, un montón de veces. Pensé que había pagado el suficiente maldito dinero por mi educación universitaria como para no desperdiciarla. Pero tal vez sólo por esta vez.
Tendría que llamar al trabajo, pero sólo estaba anotada para dos horas, por lo que el negociarlo no era tan problemático. Probablemente sería la primera y única vez. Sólo había llamado diciendo que estaba enferma una vez en cualquiera de los puestos de trabajo que alguna vez había tenido y eso fue porque tuve una intoxicación alimentaria y tenía que estar al lado de un cubo de basura en todo momento.
—Está bien —dije.
—Está bien.
Los dos nos quedamos allí por un momento.
—No puedo dormir —dijo.
—Yo tampoco.
—Tengo algo en mente que podríamos hacer.
—Estoy segura de que sí.
—Si quieres.
— Tomo nota.
—Todo lo que tienes que hacer es venir aquí. O podría ir yo.
—Está bien.
—Nunca he hablado mucho de esto.
—¿Sexo?
—Sí, por lo general sólo ocurre.
—Mira, nunca he entendido eso. No puede “sólo pasar”. No puedes ir desde el punto A al sexo en un momento.
—Depende.
—¿De qué?
—Por lo general, de lo mucho que hayas bebido, o de lo caliente que esté la chica.
—Cerdo.
—Oye, te dije que todas esas cosas estaban en el pasado. Sería diferente contigo.
—¿Cómo?
—¿Quieres todos los detalles?
—Sólo tengo curiosidad...
—Te lo juro, me estás matando de la manera más lenta y tortuosa posible. Creo que necesitaré unas veinte duchas de agua fría después de esta conversación.
Yo iba a necesitar más que unas pocas.
—Deberíamos ir a la cama —dije.
—Deberíamos —suspiró—. Nop, no va a pasar. Si me necesitas, estaré en el sofá. —Con eso agarró sus calzoncillos, se deslizó en ellos, tomó su almohada y la manta, y salió por la puerta antes de que pudiera decir condón.
Gracias a Dios.
Era más fácil pensar en otras cosas, como en los verbos franceses y la expresión sutil de la misoginia en la película, cuando él no estaba en la habitación. También pensé en otras cosas. Nos imaginé estando... juntos.
Fue una bonita imagen, pero luego se transformó en otra. La imagen de la cara de Travis cuando... No. Apagué la reproducción mental y traté de pensar en otra cosa.
El resultado final era que yo no podía estar con Zayn hasta que no se lo hubiera dicho. Tendría que correr el riesgo más grande para conseguir una recompensa mayor. ¿Tenía las agallas para hacerlo?
Probablemente conseguí dormir tres horas cuando escuché a Zayn moverse en la cocina. Era como si tuviera una alarma programada para encenderse si él estaba haciendo algo. El sueño que había conseguido no había sido de calidad. Parecía que no podía dormir con él, pero tampoco sin él.
—Hola —dije mientras me arrastraba hasta el baño. Realmente no me importaba como me veía. Si él había visto mi apariencia mañanera y no había huido por ahora, no iba a hacerlo.
—Buenos días, preciosa.
—Um —dije como respuesta.
Me sentí un poco mejor después de que Zayn puso una taza de café en mis manos y tomé unos pocos sorbos.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer hoy? —dije.
—Nada de eso. Llegué a sorprenderte anoche y tengo la intención de hacer lo mismo hoy.
—¿Me das una pista? ¿Tal vez una palabra para describirlo?
Pensó por un momento, bebiendo de su taza.
—Princesa.
—¿Princesa?
—Así es. Eso es todo lo que conseguirás. —Lo fulminé con la mirada, pero sólo sonrió.
—Bromeas —le dije. Se echó a reír—. ¿Vas a elegir mi traje viendo que no sé a dónde vamos?
—Puedes ponerte lo que quieras, sólo trae una sudadera y zapatos cómodos.
—Así que vamos a algún lugar que podría ser potencialmente frío — dije, dando golpecitos en mi barbilla.
—Humm —dijo Zayn, uniéndose a mí.
—Voy a ir a vestirme y reflexionar sobre eso. ¿Cómo estuvo el sofá?
—Incómodo, pero no creo que tenga nada que ver con el sofá.
—Tal vez no.
Terminé mi café y fui a cambiarme. Era un día frío, pero el sol estaba fuera, así que cogí una camisa y pantalones vaqueros color óxido, agarrando mi sudadera de la Universidad de Maine y lanzándome en unas andrajosas zapatillas.
—¿Esto sirve?
—Perfecto. Me toca a mí.
Le envié un mensaje a Tawny mientras se cambiaba, diciéndole que necesitaba hablar. Necesitaba realmente, realmente, hablar con Tawny.
También le envié un mensaje a Megan, hablándole de mis planes. Dijo que estaba emocionada y que la llamara con todos los detalles.
Renee me envió un mensaje justo cuando Zayn salía de la habitación, preguntando cómo fue nuestra noche. Sabía lo que peguntaba. No iba a decírselo. Realmente, no había nada que decir, todavía.
—¿Cuál es el veredicto? —Dio una vuelta y me acordé de la exhibición de break-dance que había visto el primer fin de semana que lo había conocido.
—¿Dónde aprendiste a bailar?
—Mase y yo solíamos perder el tiempo cuando éramos niños, así que de alguna forma nos enseñamos a nosotros mismos. Podría mostrarte un par de movimientos. Eres una bailarina natural. Podría mostrarte cómo hacer un saque de pecho. —Lo demostró mientras yo ponía los ojos en blanco.
—Sí, por supuesto.
—¿Qué? Es un movimiento legítimo, en el que serías excelente. —Yo no tenía demasiado pecho para sacar. Lo suficiente para saber que no podía caminar sin un sostén cómodo.
—¿Estás listo?
—Sí, señorita Caldwell. Su carruaje la espera.
—¿Quieres decir que trajiste tu coche? —No me hizo caso y me ofreció su brazo—. ¿Tengo una tiara? Por favor, di que tengo una tiara.
—Pensaré en algo —dijo mientras cerraba nuestra puerta.
—La tiara es la parte más importante de ser princesa. Oh, tengo que llamar al trabajo.
—Ya me ocupé.
—¿Qué?
—Llamé a Tom y dije que estabas en el baño vomitando las tripas.
—Pero, ¿qué pasa si alguien de la escuela nos ve?
—Relájate. No eres el primer estudiante que haya hecho novillos.
Estoy seguro de que sabía que me lo inventé.
—Pero necesito ese trabajo, Zayn…
Me interrumpió colocando un dedo en mis labios.
—Princesa, no te estreses. Que tomen las riendas y deja que otras personas se preocupen por los detalles.
—Está bien. Pero si me despiden, te culparé.
—Si te despiden, renunciaré.
—Trato hecho.
—Trato hecho.
Dejé que Zayn me ayudara a entrar en el coche, ya que las princesas no podían entrar en los coches sin ayuda o alguna tontería semejante.
—Así el fotógrafo no conseguirá una foto de tu ropa interior.
—No llevo falda.
—Nunca se puede ser demasiado cuidadoso —dijo seriamente.
Lo hice detenerse y traerme un pastelillo de arándanos y té helado. Pensé que realmente debería exprimir esta cosa de la princesa mientras durara.
—No es tan bueno como el de Hope —comenté acerca del té helado.
—Eso es algo que saben hacer en el sur. A veces lo echo de menos —dijo.
—¿Qué echas de menos?
—Parece... no sé, más acogedor, a falta de un término mejor. No es que Maine no sea así. Sólo es diferente.
—No lo sabría. Nunca he estado en el sur.
—Bueno, tendré que llevarte. No quiero que tu primera experiencia sea con alguien más.
—Estamos hablando de viajar, ¿no?
—Así es.
Dimos la vuelta hacia el sur por la I-95, lo que significaba que nos dirigíamos a la costa.
—No vamos a dejar el estado, ¿verdad?
—Nop. Sólo iremos un poco por las rutas de la costa.
—Así que vamos a la costa. Interesante...
Meditaba mientras nos encaminábamos.
—¿Qué, ninguna mezcla para el viaje por carretera de la princesa?
—No lo planifiqué por adelantado. Elige un CD. —Me lanzó una carpeta cerrada con una cremallera que pesaba sobre unos dos kilos y medio—. Todavía me gusta tenerlos por si acaso mis mp3 se mueren por alguna razón. Como tener registros.
Revolví entre ellos y había unos pocos grupos de los que no había oído hablar, así que tomé notas mentales para revisarlos. Cogí lo primero que me hizo sonreír. The Head and the Heart.
Él también sonrió cuando escuchó la primera canción. Salté a “Honey, Come Home”.
—¿Así que te gustó? —dijo.
—Debería haber sido totalmente cursi, pero no. —Puse mi mano sobre la suya mientras la apoyaba en la palanca de cambios.
—Yo iba por lo no cursi. Eliminé muchas otras canciones antes de escoger esa.
—Fue perfecta.
—Bueno, iba a escoger “Love Story”, pero pensé que sería cursi.
—Si hubieras escogido esa, probablemente habría encontrado el camino contigo en el sofá mientras Megan estaba en la ducha.
—Maldita sea. Menuda oportunidad perdida. —Los dos nos reímos mientras Nicholas apretó el acelerador y pasó una gigantesca casa rodante.
—¿A dónde vamos? —gemí.
—Dios, ese es un sonido que no quiero volver a escuchar.
—Dime a dónde vamos y no lo haré.
—Buen intento, señorita.
—Creo que, como princesa, tengo derecho a esta información. De lo contrario, esto es un secuestro.
—Lo siento, señorita Caldwell. Tengo órdenes estrictas de no revelar esa información.
—Estúpido.
—Sí, señorita Caldwell. Lo que tú digas.
Le di a su hombro un ligero golpe ligero en respuesta.
Se desvió de la I-95 hacia la 202 y luego a la 1A.
Humm...
—¿La Ruta de la Costa? —Asintió en respuesta.
—Hay tantos lugares a los que podrías llevarme. Si fuéramos a Portland, te habrías quedado en la 95. Así que debemos ir a uno de los lugares a lo largo del camino. —Saqué mi teléfono y busqué los nombres de las ciudades de la ruta.
—Acabamos de pasar Winterport, así que no es esa. ¿Belfast? ¿Lincolnville? ¿Camden?
—No te lo voy a decir.
—Creo que me estoy acercando.
—¿No puedes sólo dejar que te sorprenda sin ser curiosa? —Sus ojos imploraban de una manera muy dulce.
—Bien. —Puse mi teléfono de regreso en mi bolso y me apoyé en el asiento.
—Te está matando, ¿no? —dijo después de unos dos minutos.
—No.
—Mentirosa.
—Secuestrador.
Era una especie de diversión conducir a través de las diferentes ciudades, preguntándose en cuál iba a parar. Pasamos por Belfast y luego Lincolnville, pasando más allá de la playa. Yo había pensado en eso como una posibilidad, pero no lo fue.
—Camden. Apuesto a que es Camden —dije mientras pasábamos la señal de“Ahora está saliendo de Lincolnville”.
—Tal vez lo es y quizá lo sea.
—¡Ja! Está bien, ¿así que en Camden hay...? —Me devanaba los sesos tratando de recordar. Reuní las pistas que ya tenía mientras pasábamos posadas, hoteles y hosterías. Camden tenía alrededor de un millón. Era una ciudad costera, pero de la variedad engreída, con un montón de grandes veleros y tiendas de lujo y tal.
Princesa, zapatos cómodos, una sudadera...
—No vamos a ir de excursión, ¿no? —Había dos montañas en Camden, el monte Battie y el Megunticook. Había ido de excursión a los dos varias veces con Tawny cuando habíamos sido más jóvenes y también en los viajes escolares.
—No tenemos suficiente tiempo y no lo planeé con suficiente antelación para eso, pero pensé que podríamos ir por la ruta y almorzar.
—¿Y qué pasa con la parte de princesa?
—Esto —dijo, poniendo la luz de cruce. Miré para ver a dónde estaba girando.
—¿Norumbega?
—El único castillo en Maine.
Mi boca cayó abierta. Cuando era pequeña y habíamos conducido cruzando Camden, le había rogado a mi madre que parara allí, pero siempre estábamos en nuestro camino a algún lugar más. El Norumbega Inn parecía el lugar más mágico para mis jóvenes ojos. Ahora parecía mágico, muy mágico.
Zayn se detuvo frente al edificio, y nos sentamos y lo miramos. Sin duda parecía un castillo, construido en piedra, algunas pintadas de color verde oscuro, que le daban un aire casi gótico. Había incluso una torreta en un lado.
—Vamos, princesa —dijo, saliendo del coche. Lo seguí antes de que pudiera abrir la puerta.
—¿Qué?
—Vamos a entrar.
Puse mi mano sobre su brazo para detenerlo. —No podemos.
—¿Por qué no?
—No van a dejarnos sólo pasear por los alrededores.
—Quítate tu anillo.
—¿Qué?
Agarró mi mano derecha y deslizó fuera mi anillo, luego tomó mi mano izquierda y lo puso en mi dedo anular.
—Ya está. Ahora podemos decir que estamos viendo lugares para casarnos. Estarán ofreciéndose a sí mismos para mostrarnos los alrededores.
omó mi mano y me arrastró por las escaleras hasta la puerta principal. No se molestó en llamar, sólo entró. Me quedé sin aliento. Vaya.
Me sentía tan fuera de lugar aquí, como lo hacía en la casa del tío de Zayn. Apenas había llegado a ver los suelos de madera color caramelo y los paneles de madera a juego en las paredes antes de que una mujer, con un traje elegante, nos viera.
—¿Les puedo ayudar?
—Sí, mi novia y yo vamos a casarnos en primavera y estamos mirando posibles ubicaciones. Pasábamos para una caminata hasta el Monte Battie y vimos este lugar y no pudimos resistirnos a entrar. ¿Verdad, nena?
Llevó nuestras manos enlazadas a su boca y besó la parte superior de mi mano antes de guiñar un ojo. Santo cielo.
—Oh, maravilloso. Felicidades. ¿Cuándo es el gran día? —Nos sonrió.
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —solté.
Zayn me miró. Sólo acababa de inventármelo.
—Qué bonito. Bueno, tenemos mucho que ofrecer cuando se trata de bodas, si me siguen —dijo, guiándonos hacia la izquierda hasta un enorme escritorio. No podía dejar de mirar los techos de madera adornados con celosías y los espejos dorados. Algunas de las paredes estaban cubiertas de papel verde oscuro. Le daba un acogedor ambiente de estudio de antaño al lugar.
—Soy Susan, por cierto. Es un placer conocerlos.
—Zayn —dijo, sacudiendo su mano—. Ella es ____.
—____. ¿Es la abreviatura de Marissa?
—Sí —dije lanzándole a él una mirada cuando ella se dio la vuelta para agarrar un folleto.
—Esto tiene todas nuestras opciones y listas de todos nuestros proveedores. Si quieren el paquete completo, podemos proveerles de todo. Comida, bebidas, sillas, obras. ¿Les gustaría echar un vistazo a algunas de las habitaciones? ¿En qué tamaño están pensando para la boda?
—Pequeño. Definitivamente —dije, adelantándome a Zayn.
Ninguno de nosotros tenía una gran familia. Ya se sabe, si fuéramos a casarnos, lo cual no íbamos a hacer, porque esto sólo era para aparentar.
—¿Menos de veinticinco personas?
—Probablemente. No nos hemos sentado y contado todavía —dijo Zayn—. Pero será, ¿qué?, tus padres, Tawny, mi familia, eso son ocho, y luego Darah, Renee, Paul, Megan y Jake, y a continuación Dev y Sean. Y unos pocos primos, ¿verdad? —Fue como si de verdad hubiera pensado en eso.
—Así es —dije con una sonrisa más dulce que una dulce sonrisa.
—Está bien, bueno, eso sería perfecto. No creo que pudiéramos acomodar a todo el mundo, pero definitivamente sí a las partes de la novia y el novio. Vamos arriba a ver algunas de las habitaciones y luego podemos salir a los jardines.
—Suena bien —dije con otra dolorosa sonrisa mostrando mis dientes.
—Buen trabajo, chica ____ —dijo Zayn mientras subíamos la escalera de caracol hasta el resto de la posada.
—Muérdeme, Sr. Malik.
—En cualquier momento, Sra. Malik. —Casi me tropecé con el siguiente escalón. Oírle llamarme así me provocó una extraña sensación que se apoderaba de mí y que no era del todo desagradable.
Susan nos enseñó unas pocas habitaciones que no estaban ocupadas. Todas estaban pintorescamente amuebladas y tenían vistas geniales. Mi favorita era la biblioteca. Di un grito ahogado cuando bajamos por un conjunto de estrechas escaleras blancas y entramos en una habitación amueblada en verde oscuro con detalles rojos. Era un poco como si una fresa se hubiese vuelto loca, pero con LIBROS. Había incluso un balcón con más filas de estantes. Casi me lo perdí.
—Oye, vas a exprimir la sangre de mi mano —susurró Zayn, bajé la mirada y vi que apretaba su mano por la emoción. Tal vez un poco demasiado fuerte.
—Puedes aguantarlo. ¿No ves los libros?
—¿Quieres hacer tu recorrido conmigo ahora mismo?
¿Rodeada por toda esta literatura? Oh infiernos, sí. Maldita Susan.
Ella aún parloteaba, pero no estaba escuchándola. Demasiado bonitos libros llamándome por mi nombre.
—¿Por qué crees que Bella escogió a Bestia? Fue por la biblioteca.
—Adivino que soy la Bestia en esta situación.
—A menos que quieras ser Bella.
—No, todo tuyo. —Me atrajo hacia él y me dio un beso en la frente.
Me pareció oír suspirar a Susan.
—¿Les gustaría ver los jardines?
—Claro —dije, dándole una última y anhelante mirada a la biblioteca.
—Espera —dijo Nicholas, sacando su teléfono—. ¿Podrías hacernos una foto?
—Por supuesto —dijo Susan tomando el teléfono.
Zayn me acercó y puso su brazo alrededor de mí.
—Sonríe, nena. —Lo hice, y Susan nos hizo unas cuantas fotos.
—Perfecto —dijo ella. Zayn me sonrió, y quise abofetearle la cara y besarle al mismo tiempo.
Susan nos llevó a la parte trasera de la posada, la cual tenía una enorme extensión de césped en pendiente.
—Ahora podemos poner carpas, o algunas parejas prefieren el mirador.
—¿Qué te parece, amor? ¿Mirador o carpa? —dije.
—Lo que sea que tu pequeño corazón desee, mi amor. —Estaba siendo sarcástico. Tenía la esperanza de que Susan no pudiera oír su sarcasmo. Pareció no darse cuenta.
—Me gusta el mirador. Siempre me he imaginado casándome en un mirador. —Ahora era yo la que estaba siendo sarcástica.
Susan nos hizo el resto de la visita, apenas parando su torrente de palabras para respirar. Zayn y yo tuvimos una pequeña batalla, conmigo dándole codazos y él intentando devolvérmelos. Susan permanecía ajena. Hicimos algunas fotos más de la posada y Zayn hizo que Susan nos tomara alguna más a nosotros.
—Juro por dios que si subes estas fotos a internet te estrangularé mientras duermes —susurré mientras ella nos hacía otra foto en el mirador.
—Tomo nota —susurró de vuelta.
Susan nos dio un montón de folletos más sobre todo tipo de cosas y bobadas acerca del catering. Estaba agotada en el momento en el que salimos.
Me di la vuelta y lo miré una vez más.
—¿Te gusta tu castillo, princesa?
Me encogí de hombros. —Está bien.
Entrecerró los ojos. —Lo siento si no está a la altura de tus exigencias. ¿Quieres que llame a mi jet privado y te lleve a Inglaterra a ver uno de verdad?
—Bueno, si insistes.
—Eres una chica exigente, ____. No vas a querer cisnes para nuestra boda, ¿verdad?
—Sólo unas pocas docenas. Y palomas. Debemos liberar palomas.
—Oh, las palomas son un hecho. Es por eso que no las mencioné. — Se dio la vuelta en el camino y cambió de dirección en la entrada circular de coches.
—El interior es realmente genial. Gracias por traerme aquí.
—En cualquier momento, princesa.
Fuimos al centro de la ciudad, a The Camden Deli para conseguir unos sándwiches y luego nos dirigimos a la parte superior de la montaña.
Afortunadamente, como estábamos a mitad de semana, no había mucha gente allí arriba. Los turistas ya se habían marchado en su mayoría, pero los mirones de hojas ya estaban en plena fuerza, y allí estaban siempre los observadores de pájaros con los que lidiar. Siempre puedes detectarlos porque tienen prismáticos enormes.
Encontramos un lugar medio plano y nos sentamos para mirar los barcos entrar y salir del pequeño puerto y la bulliciosa ciudad. Zayn encontró una vieja manta en su coche y la extendimos en el suelo. Por supuesto él había traído su guitarra.
—Uno nunca sabe cuándo la puede necesitar. ¿Qué pasa si nos roban y nos quedamos sin gasolina? Entonces tendría mi guitarra y podría tocar, así la gente se apiadaría de nosotros y nos daría dinero para gasolina. Así que en realidad ésta guitarra podría salvar nuestras vidas.
—Nunca insultes a la guitarra de Zayn. Anotado —dije, dándome una palmadita en la cabeza—. No tienes que hacerte vegetariano por mí. No me importa si comes carne, siempre y cuando no la empujes contra mi cara o por mi garganta.
—Me gusta el hummus; no sé de qué estás hablando.
—¿Desde cuándo?
Hizo rodar sus ojos. —Desde que me hiciste comerlo hace tres semanas.
—Exactamente.
—Eres tan adorable cuando eres presumida.
—Cállate.
—____no se toma bien los cumplidos. Tomo nota.
Terminamos y luego tomamos galletas con doble de chispas de chocolate de postre.
—¿Quieres subir a la torre?
—Por supuesto.
El detalle más destacable en la cima de la montaña era una torre de piedra con una escalera de caracol por la que se podía subir hasta la parte superior. Yo no era muy de subir escaleras a través de las cuales podía ver, pero no iba a decirle eso a Zayn. Fui primero y de algún modo llegué arriba sin enloquecer.
—¿Puedo decirte algo? —dijo Zayn cuando nos encontrábamos en la cima. Asentí.
—Tu culo parece increíble desde éste ángulo.
—Te lo juro, te tiraré de esta torre.
—No lo harás —dijo con una sonrisa mientras me levantaba y me colocaba en el borde del muro que rodeaba la torre. Tenía pequeñas almenas y encajé perfectamente entre ellas.
—No te muevas aún, quiero hacerte una foto. Sonríe, nena. — Todavía me llamaba nena, incluso aunque Susan no estaba en ningún lugar.
Lo hice, lo cual era fácil de hacer con él mirándome como si fuera el mejor regalo de navidad que nunca hubiese tenido.
—Preciosa. Muy bien, vamos a bajar. —A regañadientes dejé que me ayudara a bajar—. Vamos a hacer una más. Gran sonrisa. —Sujetó la cámara con una mano y pegó su cara a la mía—. Uno, dos… —Antes de llegar al tres movió la cabeza y me besó en la mejilla. Levanté mi cara con sorpresa.
—Oye, nada de emboscadas de besos. —Le golpeé el pecho con poco entusiasmo. Capturó mi mano y me besó la palma.
—¿Incluso si te gusta?
Sacudí la cabeza. —No.
Oímos voces en las escaleras y un momento después se nos unió una madre, un padre, dos niños y una pareja que probablemente eran los abuelos. La parte superior de la torre no era demasiado ancha, así que estábamos bastante aplastados.
—Lo siento, no hay demasiado espacio aquí arriba —dijo la madre mientras uno de los niños le suplicaba a su padre que le levantara para que pudiera ver por encima del muro.
—No pasa nada, creo que vamos a bajar pronto —dije.
—Oh, ¿te importaría hacernos una foto? —dijo la mujer, intentando coger a su hijo para que no se tirara por las escaleras.
—Claro —dije, cogiendo la cámara. Se colocaron y tuve que andar hacia atrás casi hasta el otro extremo de la torre y ampliar todo el camino para conseguir que todos entraran.
—Digan ¡Monte Battie! —repicaron todos.
—Muchas gracias —dijo la mujer y le mostré su foto en la cámara.
—Oh dios mío, que hermoso anillo. ¿Cuándo te casas?
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —dijo Zayn, rodeándome con su brazo.
—Bueno, felicidades.
—Gracias —dije, intentando clavar mi tacón en el pie de Zayn. Me esquivó y dijimos adiós a la familia y empezamos a bajar las escaleras.
—Ve tú primero.
—¡Qué aguafiestas! —dijo, pero lo hizo primero.
Casi extendí la mano para aferrarme a su camisa mientras bajábamos, pero me resistí y antes de que nos diéramos cuenta, estábamos abajo de nuevo. ¡Uf!
—¿Quieres caminar un poco? —No soltó mi mano y paseamos un poco alrededor de la carretera, haciendo una curva y volviendo de nuevo.
—Me encantaría venir aquí por la noche para ver el aspecto que tiene la ciudad toda iluminada. Cierran las puertas, así que tendría que subir con linternas. Aun así valdría la pena.
Asentí, bajando la mirada hasta nuestras manos entrelazadas.
—Entonces, ¿así es cómo verías tu boda? ¿Con cisnes y todo eso? — dijo.
—En realidad nunca imaginé una boda.
—Pensé que era algo que hacían todas las niñas.
—Bueno, como tú dijiste, no soy una chica normal.
—Sabes que no quise decir eso.
—¿Qué quisiste decir?
—Quise decir que tú no eres sólo otra chica más. Tú eres tú.
—Profundo.
—Vamos. No seas así. Todas las otras chicas que he conocido habrían estado emocionadas y se lo habrían mostrado a cualquiera quisieran verlo o no. Algunas habrían pensado que se trataba de una proposición. Pero tú no lo hiciste. Estabas enfadada por el dinero que me había gastado en ti.
—Aún estoy enfadada por eso, ¿pero qué puedo hacer?
—Exactamente.
—¿Qué?
—Tú sólo eres diferente. Me gusta eso.
—Lo que sea.
Seguimos andando en silencio.
—Me gusta que seas amable con la gente —dije.
—¿Qué?
Hablé un poco entre dientes. —Eres agradable con la gente cuando no tienes que serlo. Como aquellas chicas borrachas y Susan. Actúas como si fueras un gran tipo duro, pero no lo eres realmente.
—¿Estás diciéndome que no soy un tipo duro? Entonces todos estos tatuajes eran para nada. ¿Qué voy a hacer? —Sacudió el puño hacia el cielo.
—Vaya, ¿he insultado tu actitud de tipo duro?
—Estoy herido —dijo, agarrándose el corazón—. Debes calmar mis heridas.
—¿Cómo?
—Dame un poco de azúcar —dijo, deteniéndose y señalando sus labios fruncidos.
—De ninguna manera, hombre. —Traté de echar a andar, pero no me dejó.
—Vamos. Dale un beso a tu novio.
—Esa era tu estúpida idea.
—Con todo, bésame, por favor. —Si sólo no hubiera dicho por favor.
—Bien —dije, aunque apreté los dientes. No era que yo no quisiera.
Era que sabía que si nuestros labios se encontraban, no tendría control sobre lo que sucediera después. Era como si tuviera un exceso de tensión sexual acumulada después de tantos años de celibato. ¿Podría suceder eso?
Apreté los labios, así no había ninguna esperanza de lengua, y le di un pequeño beso.
Sacudió la cabeza. —No. Aún duele. Tienes que hacerlo mejor que eso. —Lo intenté otra vez, dándole uno un poquito más largo, pero todavía apartándome tan pronto en cuanto quise más.
—¿Quién eres, mi abuela?
Estaba a punto de pisarle el pie y decirle que era suficiente cuando sonó mi teléfono.
—Olvídalo —dijo inclinándose.
—Es el tono de llamada de mi madre. —Era “Hip To My Heart” de The Band Perry. Le encantaba esa canción—. Tengo que cogerlo. —No había hablado con mi madre en un tiempo y me sentía horrible por eso.
—Hola, mamá.
—¡Hola, Kid! Siento como si hiciera años desde que hablamos. Salí del trabajo temprano, así que pensé en hacerte una llamada. ¿No estás en clase?
—No. No habría contestado si lo estuviera. O estaría susurrando.
—Cierto. Así que, ¿cómo estás?
—Estoy bien. Ocupada. Las clases son una locura.
—Eso está bien. ¿Cómo va el trabajo?
—Eso también va bien.
—¿Y la situación con el compañero de cuarto?
—Dile que es genial —susurró Zayn. El volumen del teléfono era lo suficiente alto como para que él lo escuchara. Me di la vuelta y me alejé.
—Está en una especie de estado resuelto. —Hasta ahora—. Voy a lidiar con ello durante el resto del semestre y luego ya veremos.
—Oh, bueno. Suenas mejor. Suenas muy feliz, en realidad.
—¿Lo hago?
—Sí. ¿A qué se debe? —El chico que actualmente intentaba enrollar sus brazos alrededor de mi cintura y distraerme de hablar contigo.
—Oh, no lo sé. Quizás sólo sea el nuevo año. Mi cumpleaños se acerca.
Mamá no se dejó engañar. —Es un chico, ¿verdad?
—No realmente.
—Oh. Dios. Mío. Pensé que esto nunca iba a suceder. Quiero detalles, Kid. —Sonó como Tawny.
—Es sólo un chico.
—Sabes que eso no es cierto.
—No realmente —dije. Zayn intentaba hacerme cosquillas—. ¿Puedes dejar eso?
—¿Qué? —dijo mamá. Miré a Zayn y me dedicó una mirada inocente de ojos muy abiertos.
—Nada, no hablaba contigo.
—Ese era él, ¿no? ¿Está ahí contigo? Si estás en una cita podemos hablar más tarde, con tal de que yo consiga los detalles. Oh, dios, no están en mitad de algo, ¿verdad?
—¡Mamá! —Mi cara se puso escarlata mientras Zayn se reía en voz baja.
—Sólo preguntaba. Nunca se sabe. ¿Están en una cita? —La emoción en su voz era palpable, incluso por el teléfono.
—No estamos en una cita.
—Sí que lo estamos —dijo Zayn lo suficientemente alto como para que ella lo oyera.
Puse mi mano sobre el altavoz. —¿Quieres callarte?
—Kid, ¿por qué no me llamaste? Oh, antes de irte, pensé que podría tenerlas a ti y a Tawny para una cena familiar el sábado por la noche. ¿Por qué no le traes? Me encantaría conocerle.
—Ni siquiera sabes su nombre.
—Eso no importa. Si ha conseguido atravesar tus muros, sé que es algo especial. Tus exigencias son altas.
—Sí, lo son —dijo Zayn en mi oído. Su cálido aliento me hizo muy difícil pensar—. Me encantaría conocer a tu madre.
—¿Ese era él?
—Sí.
—Dile que me encantaría conocerla —dijo él tan alto que estoy segura de que la gente de kilómetros alrededor pudo oírle. Le dediqué una mirada mortal.
—Dile que eso es genial. Estaré segura de hacerte algo especial.
—Gracias, mamá.
—Llámame más tarde, Kid.
—Lo haré.
—Será mejor que lo hagas. Te quiero.
—También te quiero.
Le colgué a mi madre y clavé mi puño en el estómago de Zayn. Lo esquivó en el último momento y envolvió sus brazos a mí alrededor, dándome un abrazo de oso.
—No puedo esperar para conocer a tu madre. Quiero ver cómo serás dentro de veinticinco años.
—Bueno, ya te has invitado a cenar tú mismo, así que supongo que no hay nada que pueda hacer para detenerte.
—Exactamente. —Cayó en picado y me dio un buen beso, sonriendo contra mi boca. Se lo permití totalmente—. Ya está. ¿Era tan difícil?
Nos acomodamos en nuestro lugar y Zayn me cantó mientras el sol se hundía en el cielo. Renee y Darah me enviaron un mensaje, preguntándome cuándo íbamos a volver. Les mandé un mensaje de vuelta y les dije que no lo sabía. Estaba a merced de Zayn. Renee se moría por los detalles. Probablemente estuviera decepcionada con mis detalles.
—Una última canción. ¿Qué será? —dijo.
—¿Qué tal algo más antiguo? Oooh, ¿qué hay de Love Me Tender?
—¿Elvis?
—¿Qué? Es el Rey.
—Sí, sí que lo es.
Puse las manos detrás de mi cabeza y miré hacia el cielo mientras la voz de Zayn me arrullaba de nuevo dentro de una burbuja de seguridad.
Mi estúpido móvil la explotó.
Miré la pantalla. Tawny. Ignoré la llamada. La llamaría más tarde.
Zayn siguió cantando, haciendo la canción más larga de lo que normalmente sería.
Inmediatamente llamó de nuevo. Eso elevó una bandera roja. No haría eso a menos que hubiera una razón.
—¿Qué pasa? —dije tratando de mantener el pánico fuera de mi voz.
Zayn dejó de tocar.
—Puede que a Travis le den la libertad condicional.
_________________________________________________
pd: La señora pregunta por la abreviatura de Marissa? ...bueno,porque en el libro original,a doña raya Zayn le dice "Missy"
Good Vibes.
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
OMG!!!!!!!!!!!!!!!!!!! me encantaron los capitulos enserio es una de las mejores que he leído!!!!!!!!! me gusta muchisimo
Zayn enserio me lo voy a comer a besos es tan tierno que me derrito con cada cosa que hace :enamorado: :enamorado: :enamorado:
porfa siguela hermosa, muchos muchos besitos
Annabel xx
Annaxx
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
HOLOO me encantaron tooodos los caps estubieron buenisimos!! Zayn es demaciado tienooo!! Siguela esta buenisimaa, y te queria mostrar una nueva nove que estoy adaptandoo para que te pasa por ahi! :) gracias
Bss
https://onlywn.activoforo.com/t58350-un-poco-de-abril-algo-de-mayo-todo-septiembre-louis-t-y-tu#3004480
Bss
https://onlywn.activoforo.com/t58350-un-poco-de-abril-algo-de-mayo-todo-septiembre-louis-t-y-tu#3004480
CeciHoran*
Re: My favorite mistake - Zayn Malik y tu -ADAPTADA-TERMINADA.
CAPITULO 26.
El poco oxígeno que había en mis pulmones salió en una bocanada de aire. —¿Qué?
Zayn me miró con un signo de interrogación en su rostro. Me aparté de él.
—Puede que le den la condicional. Hay una audiencia en de un par de semanas.
—Pero tiene para dos años más.
—Lo sé, pero ya sabes cómo funciona. Consiguió la cita hace casi dos meses, pero olvidaron dejárnoslo saber.
—No pueden dejarlo salir —susurré.
—Sí que pueden.
—¿Podemos ir?
—Deberíamos poder, ya que los dos somos víctimas. También deberían haber llamado.
Había recibido una llamada antes, pero dejé que fuera al buzón de voz ya que no conocía el número. ¡Qué idiota!
—¿Qué pasa? Estás temblando. —Zayn puso sus manos sobre mis hombros.
—¡No me toques, joder! —grité.
—¡____! No te asustes. Todo saldrá bien. No dejarán que salga. ¿Dónde estás? —dijo Tawny.
—En Camden.
—¿Qué estás haciendo allí?
—Nada importante.
—Bien, bien, quiero que regreses a tu apartamento y te quedes allí. ¿Hay alguien que se quede contigo?
—Ajá. —Zayn no me tocó, pero comenzó a guardar nuestras cosas.
—Es Zayn, ¿no? ¿Se lo has dicho? —dijo Tawny.
—No.
—Déjame hablar con él.
—¡NO!
—No voy a contárselo. Déjame hablar con él.
—Quiere hablar contigo. —Le entregué el teléfono. Nada de lo que había dicho sobre Travis parecía real.
—Hola, Tawny, ¿qué pasa? —Su voz estaba entrecortada. Se alejó de mí y escuchó, y después respondió en voz baja—. Está bien, vamos.
No me moví. No estaba segura de que pudiera.
—Suponíamos que tendríamos dos años más. Luego me marcharía de aquí y me iría donde no pudiera encontrarme —dije a cualquiera que escuchara.
—Vamos, tenemos que llevarte a casa —dijo Zayn. Mis piernas no obedecerían—. Está bien, nena, voy a levantarte, ¿de acuerdo?
—No, puedo hacerlo. —Alcancé su mano y me levantó.
—No siempre tienes que hacer todo por ti misma —dijo, tomando mi brazo con una mano y llevando su guitarra con la otra.
Me tropecé como si estuviera borracha de regreso al coche de Zayn. No quería que me tocara, pero luego me di cuenta de que no habría podido volver al coche por mí misma.
Zayn no pidió detalles mientras conducía lo más rápido que pudo por la sinuosa carretera hacia abajo de la montaña.
—Baja la velocidad.
—Te estoy llevando a casa.
—Bueno, me gustaría llegar de una pieza.
—Bien.
—¿Tawny te lo dijo?
—No. Dijo que tú lo harías. Lo único que me dijo fue que te llevara a casa y nos quedáramos allí.
—¿No te dijo nada más?
—No. ¿Deseabas que lo hubiera hecho?
—Entonces supongo que estás esperando una explicación. —Mi conmoción se descongelaba un poco con él allí.
—He querido una desde que te conocí. Tienes la palabra secreto escrita sobre ti. Pero yo no soy nadie para hablar de eso. Me gustaría que confiaras en mí. Sé que no debe ser fácil para ti cargar con ello.
—No lo es. —No iba a llorar.
—Me gustaría ayudarte. Decirte lo de mis padres me hizo sentir mejor, no peor. A parte de la familia, tu eres la única a quien realmente se lo dicho, y fue aterrador, pero después me sentí bien. La verdad nos hará libres y todo eso.
—Tengo miedo de lo que vayas a decir.
—____, no hay nada que puedas decirme que me haga pensar diferente.
Oh, pero lo había. Tenía el poder de cambiarlo todo. Sobre todo ahora. —Me gustaría poder creer eso.
—Entonces hazlo. Créelo. Créeme.
Quería. Más que nada.
Me senté en mi asiento y traté de calmar mi acelerado corazón. Puse de nuevoThe Head and the Heart. Me pareció que el folk, con melodías blue-grass era ligeramente calmante.
—¿Puedes darme mi teléfono? —dijo cuando llegamos a la entrada del parque. Detuvo el coche, pero lo dejó encendido. Le pasé el teléfono y marcó la marcación rápida.
—Hola, Mase. Necesito un favor. ¿Te puedes llevar a Dare toda la noche? Necesito un poco de tiempo con ____. Sí. Ajá. Gracias, hombre. Sí, ya sé que te lo debo. Gracias. Adiós.
Golpeó para marcar otro número. —Hola, Ne. ¿Me puedes hacer un favor? ____ y yo, um, necesitamos otra noche. Sí. No, lo haré. No te preocupes. Nos vemos mañana. Adiós.
Tiró el teléfono en su soporte para vasos.
—Pensé que no querrías mucha gente alrededor atosigándote. —Me conocía demasiado bien—. No voy a ninguna parte, ¿de acuerdo?
—Sí.
Toda la lucha había salido de mí. Mi mente ya imaginaba a Travis saliendo de la cárcel y luego cumpliendo la promesa que me hizo esa noche.
No hablé durante la siguiente media hora mientras Zayn conducía tan rápido como podía sin dejar de conducir con seguridad. Seguí oyéndole contar en voz baja.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
Lo escuché y me dejé llevar por una especie rara de insomnio. Era como esa sensación cuando miras fijamente hacia el espacio. Sólo que no terminó.
En el momento en que llegamos al apartamento, Renee y Darah ya se habían ido. Nos habían dejado una pequeña sorpresa en forma de un corazón hecho de pasteles.
—Mírame —dijo Zayn, mientras entrábamos por la puerta. Racionalmente, sabía que no había manera de que Travis estuviera allí, pero de todos modos mi cabeza se asomó—. Nadie va a hacerte daño. No eres una chica débil. Me metiste una patada en las pelotas a las primeras horas de conocerme. No le tienes miedo a nadie —dijo.
Sólo tenía miedo de una persona. —Estoy bien.
—No, no lo estás. Ve a darte una ducha y prepararé algo para cenar.
—No tengo hambre.
—Lo siento, pero Tawny me dijo que hiciera algo de comer. —Eso era algo que ella diría. También solía obligarme cuando éramos más jóvenes.
—No me digas qué hacer.
—Está bien.
Fue a la nevera y empezó a reunir los ingredientes.
—Voy a darme una ducha.
—Está bien, entonces. —Sonrió y sacudió la cabeza.
Poco a poco abrí la puerta de mi habitación con el pie. Esperé un segundo antes de entrar y encender la luz. Poco a poco entré, mi corazón latía todo el tiempo. Eché un vistazo completamente en cada rincón antes de entrar en la habitación.
Agarré mi ropa y otras cosas para ducharme tan rápido como pude y corrí al baño. Me di una ducha rápida, saltando con cada ruido. Me acordé también de este sentimiento. Había vivido años de mi vida así, pero se había amortiguado en los últimos pocos. Ahora estaba de vuelta con toda su fuerza, volvía a tener doce años de nuevo y vomitaba por miedo todos los días. Casi me había dado una úlcera. Fue entonces cuando la terapia había comenzado.
Salí y Zayn estaba ocupado con la sopa de tomate y unos sándwiches de queso asado.
—Hice los margherita que te gusta, junto con el aguacate —dijo.
—No tengo hambre.
—Te vas a comer un maldito sándwich y un plato de sopa, incluso aunque tenga que darte un beso para someterte. ¿Entiendes?
—Por favor, no me toques.
—Entonces come.
—Te odio.
—Buen intento. No voy a irme a ninguna parte. —Puso el sándwich en un plato, lo cortó transversalmente para que pudiera ver la mozzarella que se derretía. Normalmente lo hubiera devorado y me quemaría la boca, pero no quería comer nunca más.
Se sirvió un plato de sopa. Incluso había añadido leche para que fuera cremosa.
—¿Por qué no tenemos una bandeja? Tenemos que conseguir una bandeja —murmuró.
No tenía ni idea de qué hablaba. Me pasé los dedos para peinar mi cabello y esperé a que viniera.
—Ve a sentarte en el sofá.
—No me digas qué hacer. —No quería que me tratara como a un inválido. Lo que es peor, no quería que me tratara como si tuviera que cuidarme. Como si fuera una especie de carga. Una persona a la que estaba obligado a cuidar.
Fui y me senté en el sillón en vez del sofá y encendí la televisión, cambiando de un canal a otro, sin ni siquiera darme cuenta de lo que había antes de cambiarlo.
—Aquí tenemos. —Puso el plato y la taza sobre la mesa, acercándolo al sillón reclinable. Me entregó una cuchara y una servilleta—. Te aconsejaría que comieras, pero no estoy diciendo qué lo tengas que hacer. Ya que no quieres que lo haga —dijo.
—Así es.
Alcanzó su cena y se sentó en el extremo opuesto del sofá, tan lejos de mí como podía y todavía estar mientras estuviera en la sala de estar.
Me encontré con un maratón de comedias románticas, comenzando con Pretty Woman.
—Tiene demasiados dientes. Y una prostituta nunca se ve así, te lo puedo garantizar —dijo Zayn, sentándose y comiendo su emparedado.
Lo ignoré y traté de ver la película, pero seguí saltando con cada pequeño sonido. Mi cerebro se había convencido de que Travis iba a entrar a través de la puerta en cualquier momento. Deseaba tener un objeto punzante, pero tendría que conformarme con la cuchara o el mando a distancia. O con Zayn. Probablemente lo usaría como un arma en caso de apuro.
—¿Puedo ofrecerte algo? —dijo. ¿Qué tal un arma? Me sentiría mucho mejor si tuviera una. Oh, ¿Por qué no había ido aún al campo de tiro?—. ¿____?
—¿Qué?
—¿Puedo ofrecerte algo? —repitió.
—No.
—¿Estás segura?
—¿Por qué no me dejas en paz? —espeté.
—Tal vez si me dijeras lo que te tiene así, lo haría. Hasta entonces, estaré vigilándote como un halcón. —No me gustó su intensa mirada, pero yo tampoco quería estar sola. Así que estaba a partes iguales, de acuerdo en tenerlo allí.
—Estoy bien.
—Seguro. —Se levantó para tomar mi plato y me aparté de él.
—Oh, ____(, me gustaría que me lo dijeras. Negué con la cabeza, apretando mis cerrados labios—. Qué cabezota eres. —Llevó nuestros platos al fregadero y empezó a lavarlos, tarareando la canción de platos que había escrito. Traté de mantener mis ojos pegados a la película.
Tenía la costumbre de tener mucho frío cuando me estaba volviendo loca y empecé a temblar incontrolablemente, los dientes me castañeaban. Me envolví los brazos, tratando de evitar volar en mil pedazos. Había pensado que esto había terminado. Nunca vi llegar el día que iba a salir realmente, pero tal vez no lo dejaría escapar. Tal vez podría enviarlo a prisión para que se quedara el resto de su tiempo.
Pero todavía tenía que verlo. Eso era lo que me asustaba más que nada. Eso era lo que no quería decir a nadie. Que toda mi ira y confianza, eran en realidad, un miedo interno de una niña de doce.
—Toma —dijo Zayn, viniendo detrás de mí y colocando una manta sobre mí.
—No me toques.
—Sólo te estoy poniendo una manta. Cálmate.
—Dije que no me toques.
Se puso delante, ignorándome y tratando de poner la manta a mí alrededor.
—¡Basta! —Le golpeé, pero no me soltó. Trató de levantarme, pero estaba lista para él, puñetazos y patadas a su derecha e izquierda. Su rostro estaba blanco. De alguna manera, me puse de pie y la manta cayó.
Era como si hubiera desatado algo oscuro y violento que se había estado revolviendo en mi interior desde aquella noche hace ocho años.
—¡Basta! ¡Basta ya! ¡Basta ya! —Le golpeé en el pecho. Le di una bofetada y una patada. Seguí adelante hasta que mis pulmones estaban agitados y mis brazos doloridos, y un sollozo ahogado escapó de mi boca.
Se puso de pie con los brazos a los lados. Tenía la cara roja por mis bofeteadas.
Mis rodillas cedieron, y me llamó antes de irme hacia abajo, darme la mano y ponerme en el sofá.
—No me toques.
No respondió, pero envolvió sus brazos alrededor de mí cuando comencé a sollozar. Nunca lloraba, pero ahí estaba yo, saladas lágrimas corriendo por mi cara, que se derramaban por Zayn, el chico que había molido a palos.
Me sacudió, sus fuertes brazos rodeándome con fuerza.
Comenzó a tararear, pero estaba demasiado destrozada para reconocer la melodía.
Me dolía la garganta de tanto llorar, mis lágrimas goteaban por todas partes, pero no me importaba.
Empecé a hiperventilar, y Zayn tenía que decirme que respirara lentamente para no perder el conocimiento. Eso había ocurrido antes, pero él no lo sabía. Había tenido episodios como este antes, sólo que aquellas veces estaban mamá y Tawny cuidando de mí.
Zayn esperó hasta que en su mayoría estuviera gritando y sólo esnifando. Por suerte, tenía una servilleta de repuesto y me soné la nariz.
—¿Estás bien? —dije.
—En mi línea.
—Lo siento por golpearte.
—Está bien. Necesitabas sacarlo.
—No lo he hecho en mucho tiempo. —Sentí sus labios en mi sien.
—Me has asustado —dijo.
—Lo siento.
—No tienes que disculparte. Estaré bien.
—Pero yo no.
Inhaló lentamente. —Cuando mis padres murieron, solía tener estos ataques en que me volvía loco y rompía todo lo que quería. Mi madre tenía una colección de animales de cristal de millones de dólares. Rompí cada uno de ellos. Joe estaba furioso, pero, ¿qué podía hacer él? Terminaron sacando todo lo rompible de la casa y me llevaron donde Hope y John lo más pronto posible. Hicieron una casa a prueba de Zayn, pero seguí encontrando cosas para romper.
Era mi turno.
—Solían tener que frenarme para que no me hiciera daño. Mi madre no tenía una camisa de fuerza, pero ella y Tawny me retenían —dije. Hubo una pausa y comenzó a acariciar mi cabello. Me estiré en su pecho. Sus brazos eran como cables, que me sostenían en un solo lugar. Ya no temblaba. Tomé una respiración profunda—. Se suponía que Tawny era la niñera. Esto fue antes de que mis padres se separaran, así que estaban en una cita nocturna. Tenía doce años, pero por alguna razón no querían que me quedara sola por la noche. No puedo recordar por qué. La regla era que no iba a estar nadie más, pero invitó a su novio, Travis, para pasar el rato. —Decir su nombre era como correr las hojas de afeitar sobre mi lengua, pero tenía que hacerlo—. Ella sólo había salido con él durante unas pocas semanas, y a mis padres no les gustaba. No es que llevara moto o se metiera en problemas ni nada de eso. Sólo iba por el lado equivocado, especialmente con mamá. Era mayor y tenía un temperamento fuerte, pero lo mantuvo controlado la mayor parte del tiempo. Se enojó por algo esa noche. Una vez más, no recuerdo por qué. Tawny estaba diferente a su alrededor. Cuando éramos sólo nosotras, veíamos películas y nos entreteníamos, pero cuanto Travis llegó, me hizo ir a la cama, pues así ellos podrían hacerlo en el sofá. Me enojé con ella por mandarme a la cama temprano, pero me gritó y Travis la apoyó, así que no tuve opción. —Tomé otra respiración profunda. Zayn se mantuvo acariciando mi pelo—. Mientras caminaba de regreso a mi habitación, vi algo brillante en el suelo. Era uno de los pendientes en forma de pavo real de mamá. Tawny los había sacado sin preguntar, y sabía que estaba llevando uno. El otro tenía que haberse caído. Estaba celosa, porque nunca me habían permitido usarlos, así que fui a mi habitación y me lo puse. Me quedé leyendo un rato, pero luego escuché un ruido. Me levanté, y lo escuché de nuevo. Entonces oí un grito. —Los brazos de Zayn se apretaron alrededor de mí, y me agarré de su camisa—. Volví a la habitación de Tawny, y ella gritaba mientras oía un ruido de golpes y Travis diciéndole que se callara. Gritó un poco más y luego oí que la golpeó. Ella le estaba suplicando. No sabía qué hacer. La puerta estaba rota, sólo un poco, y miré adentro. Él estaba encima y su blusa estaba desgarrada. Se comenzó a bajar los pantalones y le dijo que ya había esperado suficiente. Ella lloraba y luchaba por salir de debajo de él. La abofeteó de nuevo, y su cabeza voló hacia un lado. Nos miramos a los ojos y ella susurró algo. Travis vio que nos estábamos mirando, y no pude cerrar la puerta lo suficientemente rápido. —Comencé a temblar otra vez, pero Zayn no iba a dejar que me fuera—. Me persiguió por el pasillo y me agarró. Me gritó por interrumpir y luego dijo que tal vez yo también quería un poco. Me comenzó a rasgar los pantalones, y no pude respirar porque pesaba mucho y estaba encima de mí, pensé que iba a morirme. Me rompió la blusa y rayó mi pecho. Sólo llevaba unas mallas, así que las desgarró y luego mi ropa interior, después fue por sus calzoncillos otra vez, diciéndome que si alguna vez le hablaba a alguien de esto, vendría a buscarme y me mataría. Recé para que alguien me salvara y fue cuando Tawny le pegó tan fuerte como pudo con un bate de softbol que guardaba debajo de su cama. Colapsó encima de mí y Tawny tuvo que hacerlo rodar. Lo atamos con un par de cuerdas de saltar y un poco de cinta y llamamos a la policía. Hubo juicio. Fue declarado culpable y le cayeron diez años. Se supone que debe estar adentro otros dos años más, pero Tawny me llamó y me dijo que está en libertad condicional. —Aspiré de nuevo y me entregó una servilleta—. Así que es eso. Ahora lo sabes. La única persona a quien se lo he contado es a Megan. Todos en mi ciudad lo sabían. Me etiquetaron como puta en la escuela, y cuando empecé a enojarme y a pelear, nadie quería tener nada conmigo. Hice un pacto conmigo misma de que nunca saldría con nadie, nunca tendría novio. Estaría sola, porque la única persona en quien podía confiar era en mí. Todo el mundo iba a defraudarme. Nunca se lo conté a Tawny, pero se disculpó durante años. Creo que sigue disculpándose, a pesar de que también fue víctima. Mis padres se sintieron muy culpables por separarse. Quiero decir, no era la única razón, pero eso tuvo mucho que ver. Todo se vino abajo después de esa noche. Y ahora ya sabes por qué tengo esa obsesión con los pavos reales. Tawny llevaba un pendiente y yo el otro. Esos pendientes salvaron nuestras vidas.
Zayn pensó por un momento, y casi pude oírle tratando de elegir las palabras adecuadas.
—Me gustaría poder matarlo de la forma más lenta y dolorosa posible —dijo.
Yo también. —Me lo había imaginado tantas veces que nunca lo admitiría.
—Gracias por decírmelo.
—Ahora sabes por qué estoy tan jodida.
—No lo estás, esa es la cosa. Has pasado por algo que la mayoría de las personas no puede imaginar. No te avergüences de la forma en que le haces frente.
—No le hago frente, según mis terapeutas. Ha habido muchos.
—Que se jodan. Si romper cosas y golpear gente de vez en cuando te ayuda, voy a ser tu saco de boxeo y podemos conseguirte algunas cosas para tirar de la azotea. ¿Trato?
—Bien.
—Así que, ¿está en libertad condicional?
—Sí, hay una audiencia. Mi abogado llamó.
—Pero tienes que ir, ¿no? ¿Hacer una declaración?
—Sí.
—Está bien, entonces. Vamos a tener que ayudarte a preparar una declaración muy buena.
—No puedo.
—¿Por qué?
—No puedo enfrentarlo otra vez. —Más difícil incluso que contarle la historia, era decirle eso. Era una cobarde.
—Sí, sí puedes. Simplemente piensas que no puedes. Hay una diferencia.
—Pero no puedo mirarlo a la cara. Él estaba violando a mi hermana, y no hice nada. Podría haber conseguido un teléfono, podría haber corrido y golpearlo con algo. Pude haber hecho algo —dije.
—Eras una niña.
Traté de negar con la cabeza, pero no me dejó.
—Debí haber hecho algo.
—Dejé que mi padre le disparara a mi madre y luego se suicidara. Si alguien debió hacer algo, ese sería yo.
—Él tenía un arma.
—Él tenía a tu hermana.
—No es lo mismo.
Suspiró. —____, podemos preguntarnos "y si" hasta la muerte, pero no resolvería nada. Lo único que podemos hacer es seguir adelante, incluso cuando parezca que estás caminando a través de un pozo de cemento.
—Con bloques de cemento sobre tus hombros.
—Exactamente.
—La única diferencia es que el demonio tiene forma humana. —Su mano viajó hacia arriba y abajo de mi brazo con un movimiento suave.
—Todavía lo siento por golpearte —dije, tocando su perfecto rostro.
—¿Cómo se ve mi cara?
Levanté la mirada. Mañana se vería muy bonita.
—Un poco maltratada.
—Eso está bien. Voy a decirles a todos que estuve en una pelea de bar.
—¿Qué? ¿Te da vergüenza decir que fuiste golpeado por una chica?
—No, pero me preocupa que se te lleven por violencia doméstica — dijo con una sonrisa.
—Está bien, está bien.
—¿Te sientes mejor?
—Supongo. Te lo haré saber.
—Está bien tener miedo.
—Odio tener miedo.
—Lo sé. Pero no tienes que tener miedo de él. Está encerrado en este momento, y no estás sola. Quiero que recuerdes eso. No. Estás. Sola.
—Siempre he estado sola. Los viejos hábitos tardan en morir.
—Sí, así es. —Se rió un poco—. ¿Estás cansada?
—No realmente.
—Entonces, ¿te importa si te sujeto de esta manera? Es muy agradable.
—Sí, lo es. —Me moví, por lo que pude envolver mis piernas con las suyas, como si estuviéramos en esa noche que habíamos pasado juntos.
—Bueno, esto es incluso mejor.
—Zayn.
—Lo siento, ____.
—Cada vez que pienso en estar físicamente con alguien, todo lo que puedo recordar son sus manos y su cara encima de la mía, y no puedo respirar. Sé que no debería asociar esas cosas, pero lo hago y parece que no puedo cambiarlo. Cada vez que pienso en sexo, eso es lo que pienso. Por eso nunca he estado con nadie. Bueno, en parte. Nunca conocí a alguien con quien quisiera intentarlo hasta…
—¿Hasta yo? Por favor, di hasta que me conociste.
—Hasta que te conocí. —Lo alcancé y toqué un punto que comenzaba a volverse morado en su mejilla—. Pero soy un bicho raro. Tú no me quieres.
—No quiero a nadie más que a ti.
—Vas a tener que ser paciente conmigo —dije, trazando su rostro con un dedo. Tomó mi mano y la besó.
—Me esforzaré al máximo. Sin prometer nada.
—¿Qué tal esto? —dije, tuve una idea—. Encontremos una palabra que te pueda decir si me pongo loca.
—¿Como una palabra de seguridad? Nena, has estado leyendo demasiadas novelas de romance incompletas, ¿verdad? Los vi en tu E-Reader.
—Lo que sea. Bueno, ¿y cuál debe ser mi palabra de seguridad?
—¿Qué tal PARA?
—Aburrido. —Pasé por un montón de palabras.
—ERROR —dijo Zayn, sonriendo.
—Perfecta. —Mantuvo mi mano delante de su cara, girándola hacia atrás y adelante, como si estuviera fascinado.
—Tienes manos diminutas —dijo.
—Uh, ¿gracias?
—Son lindas y femeninas. Me gustan.
—Creo que voy a quedármelas. No tengo mi recibo de la tienda de manos, así que no las puedo comerciar.
Se echó a reír, su pecho moviéndose debajo de mí de una manera maravillosa. Bajó su mirada hacia mí y sonrió, llevando mis manos a sus labios. Besó cada uno de mis dedos y luego el dorso de mi mano. Giró la palma de mi mano y la besó. Se tomó su tiempo, como si esperara que dijera la palabra de seguridad. No lo hice.
Zayn besó mi brazo, hasta el interior de mi codo, que era sorprendentemente sensible. Esperó antes de poner una de sus manos debajo de mi mentón e inclinó mi cara hacia arriba. Se movió tan cerca que nuestras narices se tocaron antes de que tentativamente me besara en los labios. Tirando hacia atrás, esperó a que yo lo detuviera. No lo hice.
Besó mis labios de nuevo, esta vez persistentemente. Le devolví el beso, moviendo mi boca para que se ajustara contra la suya. ¿Cómo es que encajaban tan bien juntas? Zayn se apartó de nuevo y abrí los ojos.
—Voy a darte un beso, y no voy a parar.
—No quiero que lo hagas.
—Está bien, entonces. —Tiró de mi rostro hacia el suyo de nuevo y abrió su boca mientras abrí la mía para profundizar el beso. En ese momento, quise arrastrarme dentro de él y esconderme. Su lengua entró en mi boca, y le dejé. Realmente no podía usar la palabra de seguridad mientras mi boca estaba ocupada. De todos modos no quería usarla.
Zayn me acercó más, retorciendo los dedos juntos mientras mordisqueaba mi labio inferior.
Por un momento, se apartó para que ambos pudiéramos respirar.
—¿Quieres que me detenga? —dijo.
—No.
—Entonces sugiero que pasemos esto a nuestro dormitorio. ¿En tu cama o en la mía?
—En la mía —dije.
Se movió debajo de mí y me levantó, besando mis labios mientras lo hacía.
—Nada de besar y caminar. No quiero hacerte daño —dijo mientras me llevaba de vuelta a nuestra habitación. Estuvo a punto de tropezar con algunas camisetas, pero me subió a la cama y entonces sus labios estuvieron nuevamente en los míos. Me hice a un lado para que pudiera subir. Malditas sean estas pequeñas camas.
Antes de que continuara, sostuvo mi cara en sus manos.
—¿Estás segura?
—En este momento, sí. —No sabía si podría cambiar de opinión.
Besar era agradable, muy agradable, pero una vez que la ropa empezara a salir, y comenzáramos a explorar otras áreas, no estaba segura de si la fea sombra de esa horrible noche me tragaría de nuevo.
Como respuesta, volvió a sentarme, y luego se sentó, tirando del dobladillo de su camisa.
—Quiero hacerlo —le dije, apoyándome en mis codos.
—Tus deseos son órdenes para mí, princesa.
Nunca antes había sacado una camisa de un hombre, pero las camisas de los chicos no eran tan diferentes a las de las chicas, ¿no?
Tenían sisas y eran de algodón y todo eso. ¿Tan difícil podía ser? Empecé a tirar para arriba, y él alzó sus brazos. Lo tenía un poco atascado en la nariz, pero se movió para poder sacar la cabeza antes de que la tirara al suelo.
—Vamos a tener que practicar eso —dijo, volviendo a por otro beso.
Se movió hacia abajo a mi oído, lo que me hizo reír, y luego por mi cuello, lo que me hizo suspirar. Pasé mis manos arriba y abajo de su pecho, trazando sus tatuajes. Preguntándome a qué sabían.
—Quiero verte —dijo en mi cuello—. Muévete hacia mí. —Puso sus brazos alrededor de mí y nos rodó, de alguna manera sin caernos de la cama, así que estuve encima de él. Alargó su mano hacia el dobladillo de mi camisa, sin apartar sus ojos de los míos esperando que yo dijera la palabra. Alcé los brazos.
Me quitó la camisa con más gracia de la que yo tuve, pero él había tenido práctica.
—Fanfarrón —dije mientras me miraba. Ahora sólo estaba en sujetador y uno no muy sexy.
—¿Un pendiente en el vientre? Cristo, estás tratando de matarme. ¿Cómo no sabía esto? —Metió su dedo en mi ombligo, y tuve que morderme el labio.
—Es mi pequeño secreto.
Me miró fijamente durante unos segundos más antes de alcanzarme, por lo que pudimos rodar hacia el otro lado.
—Eres tan bonita que duele. —Pasó sus manos por encima de mi sujetador azul. Al menos tenía un poco de encaje, pero había tenido mejores días.
Movió su cabeza hacia abajo y besó su camino a través de mi pecho, mi piel temblando en anticipación. Cuando llegó a mi ombligo también me besó, y gemí un poco. No pensaba en otra cosa que en él y en mí. Nos encontrábamos en nuestra burbuja de nuevo.
Tenía sus manos por todo mi cuerpo, cubriendo cada centímetro de mi piel con un ligero toque, poniendo mi piel en llamas. También lo toqué, e hizo un sonido como respuesta.
—¿Demasiado rápido? —dijo, deteniéndose.
—No.
Lo besé de nuevo, esta vez sus manos recorrieron el resto de mí, yendo más abajo y encendiendo un fuego allí. Pasé mis manos por su espalda y agarré su trasero. Quise tocarlo durante mucho tiempo.
La espera valió la pena.
—Tengo que conseguir algo. Maldición, debí haber pensado en esto antes. —Miró por encima de su tocador, que estaba a varios metros de distancia—. Vas a venir conmigo. —Se levantó y me levantó de nuevo, caminando conmigo a la cómoda, donde cogió un paquete de papel de su cajón de calcetines. Mi pecho se presionó en el suyo, y sólo quise estar más cerca, más cerca, más cerca...
—Lo guardé antes de que me golpearas —dijo, sosteniendo el paquete en su mano antes de llevarnos de vuelta a mi cama. Me reí mientras hicimos nuestro camino de regreso a mi cama.
Estaba sucediendo. Realmente estaba sucediendo.
Zayn me puso de vuelta y se aseguró de que el paquete estuviera al alcance de su mano para cuando lo necesitáramos.
—Todavía no —dijo.
—Todavía no —concordé.
Nos besamos un poco más, y recorrió todo mi cuerpo con sus manos. Decidí que la ropa estaba muy sobrevalorada. Estaban entre él y yo, y no me gustaban en ese momento. Empecé a tirar de sus calzoncillos, enojada porque nos separaban.
—De ninguna manera, tú primero —dijo.
En realidad no era justo que él estuviera completamente desnudo, y yo no tanto, así que me incliné para que pudiera deshacer el broche de mi sujetador. Por supuesto que lo consiguió con una mano.
—He tenido práctica —dijo mientras deslizaba los tirantes por mis brazos y me lo quitaba. Bueno, ahí estaba yo.
Sonrió y me besó en los labios antes de mover su boca y besar mis pezones. Mi aliento chirrió entre mis dientes y mi espalda se arqueó. Zayn se echó a reír, lo que me hizo cosquillas de la mejor forma, haciendo las cosas aún peor.
—Mi turno —dije, tratando de empujarlo para poder besar su pecho.
Se movió para estar a su lado mientras yo estaba en lo mío. Besé sus tatuajes, uno por uno. Sus ojos se cerraron, e hizo un sonido de satisfacción. Eso me hizo sonreír. Besé mi camino a través de su pecho mientras movía sus manos por mi cabello y por toda mi espalda.
Movimos nuestros labios para unirlos de nuevo, y después rodó de nuevo por encima de mí. Bajé mis manos a sus calzoncillos, insistiendo nuevamente.
—____, si me tocas ahí, no seré capaz de hacerlo. Sólo te lo advierto.
—Está bien —dije, moviendo mis manos lejos de esa área en particular. Se empujó contra mí y pude sentir que estaba preparado. ¿O era yo?
—Quiero tocarte —dijo.
—Lo estás haciendo.
—Por todas partes.
No titubeé. —Está bien.
—¿Está bien?
—Sí. —Oh, estaba más que bien.
Sus manos hicieron su camino por mi estómago y por mis pantalones cortos. Joder. Mierda. Nunca había sentido esto antes.
Hacerlo tú misma era una cosa, pero tener a un hombre con las manos ligeramente callosas tocándote ahí era algo completamente distinto. Era como si hubiera tomado una clase y obtenido un sobresaliente.
Yo había tenido orgasmos antes, o sea, ¿quién no? Renee me había arrastrado a una tienda de juguetes sexuales el año pasado, y compré un par de cosas, pero nada funcionaba mejor que las manos de Zayn Malik.
Mi espalda se arqueó y me mordí el labio para no gritar demasiado alto.
—Estamos solos, grita tan fuerte como quieras, ____. Mi plan es que esto sea algo normal —dijo, besándome. Su mano continuó trabajando, torturándome otra vez.
No estaba segura de cuanto más podría aguantar. Por mi cuenta, mi record era de tres. Estaba alcanzando el número dos en un muy corto periodo de tiempo.
—Te deseo tanto en este momento.
—Está bien —le dije mientras otro me golpeaba. Esta vez hice un montón de ruido. Zayn me besó de nuevo, y decidió que ya también había tenido suficiente ropa.
Lo siguiente que supe es que ambos estábamos desnudos, y todo su cuerpo se presionó sobre el mío.
—Esto va a doler. Si quieres que me detenga, sólo di la palabra y lo haré. Hay muchas otras cosas que podemos hacer —dijo con una sonrisa—. No quiero que esto sea un mal recuerdo. Quiero que este sea uno bueno.
Volvió a besarme, y me deleité con la sensación de su cálida piel contra la mía. Zayn se apartó para rasgar la envoltura y sacar el condón.
—¿Estás lista?
—Sí. —Lo estaba. Esta era mi elección. Mi cuerpo. Mi Zayn.
Se impulsó dentro de mí, y traté de no gritar de dolor. Dolía.
—Oh, nena, lo siento. —Me besó y me aferré a él hasta que estuvo completamente dentro—. ¿Estás bien?
—Sí. —Todavía se quedó durante unos segundos, y mi cuerpo se empezó a ajustar. Era una sensación extraña, pero no quería que se detuviera.
—____—dijo Zayn, apartando mi cabello de mi rostro—. Te amo.
—Te amo —dije sin ni siquiera dudarlo. En ese momento, cuando estábamos unidos como una sola persona, lo hacía. La sacó y metió de nuevo. Volvió a doler, pero ya no tanto.
—¿Una vez más? —preguntó, sus músculos temblando.
—Una vez más.
Empezó a ir más rápido, y el placer comenzó a abrumar al dolor. Moví mis caderas hacia arriba para encontrarme con él, y me besó fuertemente. Gimió un poco, y después sentí como se corría. Cayó contra mí, exhausto.Zayn trató de sacarla, pero envolví mis piernas alrededor de él para que no lo hiciera.
—Todavía no —dije. Quería mantener este momento durante todo el tiempo que pudiera.
—Te amo —dijo, besándome mientras nos rodaba. Los dos estábamos sudorosos y todavía sin aliento, pero no importaba—. Más que las estrellas.
—Yo también te amo —dije, sosteniéndolo cerca.
—Te creo.
Nos quedamos conectados todo el tiempo que pudimos, pero luego tuvo que retirarse y tirar el condón. Cuando regresó nos acostamos desnudos durante un rato, tocándonos suavemente y tratando de averiguar lo que podríamos decir que tuviera sentido.
—¿Te he hecho daño? —preguntó.
—Sí, pero no importa.
—Desearía no haberlo hecho.
—No lo desees. Fue perfecto.
—Perfectamente imperfecto.
—Al igual que nosotros —le dije.
—Así como nosotros. —Besó mi nariz—. ¿Más?
—¿Más qué?
—Tengo todo un repertorio que quiero usar en ti. Es uno de mis muchos talentos. Mi objetivo es satisfacerte.
—Y te lo agradezco. Deben ser esos dedos —dije, llevándolos a mi boca y besándolos. Los froté sobre mis labios.
—Deben serlo.
Ya no era virgen.
—Sé que debería estar volviéndome loca ahora mismo, pero no lo estoy —dije.
—Bien. —Pasó sus dedos entre mis pechos y tiró del pendiente de mi vientre.
—Tengo que decir que me gusta mucho, mucho.
—No lo hice teniéndote en mente.
—¿Por qué lo hiciste?
Apoyé mi cabeza en mi mano. —Siempre pensé que quedaba bonito, y me pareció atrevido.
—Me gusta en ti. —Se inclinó hacia adelante y besó mi vientre.
Suspiré de nuevo. Dios, se sentía tan bien. Se sentía bien.
—Mierda —dijo, señalando a mi edredón. Había una especie de olvido en la parte del sangrado en el calor del momento.
—Oh, mierda. Supongo que es porque soy nueva. —Mi cara se puso roja, y tiré mi cara en mi almohada.
—Está bien, nos quedaremos esta noche en la mía.
—Debería limpiarme.
Levantó una ceja.
—¿Puedo ayudarte? —Estaba a punto de decir: ¡infiernos no! pero luego pensé en todas las veces que había pensado en estar en el baño con Nicholas. Eran demasiado numerosas para contarlas.
—A la ducha —dije, levantando mi brazo. Aprovechó la oportunidad para hacerme cosquillas debajo de mi axila mientras subía por encima de mí para poder levantarme.
—Lo ponemos en remojo en la bañera más tarde —dijo sobre mi edredón.
Había algo absolutamente extraño en estar completamente desnuda con otra persona y no importarte.
Se dio la vuelta en la ducha y se aseguró de que era la temperatura adecuada antes de dejarme entrar.
Pasamos la mayor parte del tiempo besándonos, yo tratando de no ahogarme en el agua y él riéndose de mí. Y mi cabello entrometiéndose en el camino. Tenía demasiado.
Nos enjabonamos el uno al otro y tuvimos un poco de demasiada diversión lavando partes especiales. Hizo que me corriera un par de veces más, y tuve que aferrarme a él, ya que mis piernas no me sostenían.
—Eres realmente bueno en esto —dije después de otro.
—Tú eres fácil. —Lo golpeé en el pecho con una bofetada húmeda—. Sabes lo que quiero decir. Todos estos años de no hacer nada y estar reprimida. Todo lo que tienes que hacer es pulsar el botón. — Empujó dicho botón y grité, cayendo en su contra.
—Te dije que era virgen, no una monja. Sé cómo hacer que suceda. Es simplemente mejor cuando lo haces tú.
—Sabía que las chicas lo hacían. La mayoría con las que he estado lo niegan.
—No tanto como los chicos, pero también tenemos necesidades.
—Chicas, chicas Necesitadas. —Me besó en la boca y me giró de modo que el agua golpeaba mi espalda. Me levantó y envolví mis piernas alrededor de él.
Lo amaba._________________________________________________
¡AQUI CULMINA LA HISTORIA!
God,hasta me lo lei de nuevo mientras adaptaba.WOOOOOOOHOO,ya se lo contó todo,por fin,J U N T O S!
El poco oxígeno que había en mis pulmones salió en una bocanada de aire. —¿Qué?
Zayn me miró con un signo de interrogación en su rostro. Me aparté de él.
—Puede que le den la condicional. Hay una audiencia en de un par de semanas.
—Pero tiene para dos años más.
—Lo sé, pero ya sabes cómo funciona. Consiguió la cita hace casi dos meses, pero olvidaron dejárnoslo saber.
—No pueden dejarlo salir —susurré.
—Sí que pueden.
—¿Podemos ir?
—Deberíamos poder, ya que los dos somos víctimas. También deberían haber llamado.
Había recibido una llamada antes, pero dejé que fuera al buzón de voz ya que no conocía el número. ¡Qué idiota!
—¿Qué pasa? Estás temblando. —Zayn puso sus manos sobre mis hombros.
—¡No me toques, joder! —grité.
—¡____! No te asustes. Todo saldrá bien. No dejarán que salga. ¿Dónde estás? —dijo Tawny.
—En Camden.
—¿Qué estás haciendo allí?
—Nada importante.
—Bien, bien, quiero que regreses a tu apartamento y te quedes allí. ¿Hay alguien que se quede contigo?
—Ajá. —Zayn no me tocó, pero comenzó a guardar nuestras cosas.
—Es Zayn, ¿no? ¿Se lo has dicho? —dijo Tawny.
—No.
—Déjame hablar con él.
—¡NO!
—No voy a contárselo. Déjame hablar con él.
—Quiere hablar contigo. —Le entregué el teléfono. Nada de lo que había dicho sobre Travis parecía real.
—Hola, Tawny, ¿qué pasa? —Su voz estaba entrecortada. Se alejó de mí y escuchó, y después respondió en voz baja—. Está bien, vamos.
No me moví. No estaba segura de que pudiera.
—Suponíamos que tendríamos dos años más. Luego me marcharía de aquí y me iría donde no pudiera encontrarme —dije a cualquiera que escuchara.
—Vamos, tenemos que llevarte a casa —dijo Zayn. Mis piernas no obedecerían—. Está bien, nena, voy a levantarte, ¿de acuerdo?
—No, puedo hacerlo. —Alcancé su mano y me levantó.
—No siempre tienes que hacer todo por ti misma —dijo, tomando mi brazo con una mano y llevando su guitarra con la otra.
Me tropecé como si estuviera borracha de regreso al coche de Zayn. No quería que me tocara, pero luego me di cuenta de que no habría podido volver al coche por mí misma.
Zayn no pidió detalles mientras conducía lo más rápido que pudo por la sinuosa carretera hacia abajo de la montaña.
—Baja la velocidad.
—Te estoy llevando a casa.
—Bueno, me gustaría llegar de una pieza.
—Bien.
—¿Tawny te lo dijo?
—No. Dijo que tú lo harías. Lo único que me dijo fue que te llevara a casa y nos quedáramos allí.
—¿No te dijo nada más?
—No. ¿Deseabas que lo hubiera hecho?
—Entonces supongo que estás esperando una explicación. —Mi conmoción se descongelaba un poco con él allí.
—He querido una desde que te conocí. Tienes la palabra secreto escrita sobre ti. Pero yo no soy nadie para hablar de eso. Me gustaría que confiaras en mí. Sé que no debe ser fácil para ti cargar con ello.
—No lo es. —No iba a llorar.
—Me gustaría ayudarte. Decirte lo de mis padres me hizo sentir mejor, no peor. A parte de la familia, tu eres la única a quien realmente se lo dicho, y fue aterrador, pero después me sentí bien. La verdad nos hará libres y todo eso.
—Tengo miedo de lo que vayas a decir.
—____, no hay nada que puedas decirme que me haga pensar diferente.
Oh, pero lo había. Tenía el poder de cambiarlo todo. Sobre todo ahora. —Me gustaría poder creer eso.
—Entonces hazlo. Créelo. Créeme.
Quería. Más que nada.
Me senté en mi asiento y traté de calmar mi acelerado corazón. Puse de nuevoThe Head and the Heart. Me pareció que el folk, con melodías blue-grass era ligeramente calmante.
—¿Puedes darme mi teléfono? —dijo cuando llegamos a la entrada del parque. Detuvo el coche, pero lo dejó encendido. Le pasé el teléfono y marcó la marcación rápida.
—Hola, Mase. Necesito un favor. ¿Te puedes llevar a Dare toda la noche? Necesito un poco de tiempo con ____. Sí. Ajá. Gracias, hombre. Sí, ya sé que te lo debo. Gracias. Adiós.
Golpeó para marcar otro número. —Hola, Ne. ¿Me puedes hacer un favor? ____ y yo, um, necesitamos otra noche. Sí. No, lo haré. No te preocupes. Nos vemos mañana. Adiós.
Tiró el teléfono en su soporte para vasos.
—Pensé que no querrías mucha gente alrededor atosigándote. —Me conocía demasiado bien—. No voy a ninguna parte, ¿de acuerdo?
—Sí.
Toda la lucha había salido de mí. Mi mente ya imaginaba a Travis saliendo de la cárcel y luego cumpliendo la promesa que me hizo esa noche.
No hablé durante la siguiente media hora mientras Zayn conducía tan rápido como podía sin dejar de conducir con seguridad. Seguí oyéndole contar en voz baja.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
Lo escuché y me dejé llevar por una especie rara de insomnio. Era como esa sensación cuando miras fijamente hacia el espacio. Sólo que no terminó.
En el momento en que llegamos al apartamento, Renee y Darah ya se habían ido. Nos habían dejado una pequeña sorpresa en forma de un corazón hecho de pasteles.
—Mírame —dijo Zayn, mientras entrábamos por la puerta. Racionalmente, sabía que no había manera de que Travis estuviera allí, pero de todos modos mi cabeza se asomó—. Nadie va a hacerte daño. No eres una chica débil. Me metiste una patada en las pelotas a las primeras horas de conocerme. No le tienes miedo a nadie —dijo.
Sólo tenía miedo de una persona. —Estoy bien.
—No, no lo estás. Ve a darte una ducha y prepararé algo para cenar.
—No tengo hambre.
—Lo siento, pero Tawny me dijo que hiciera algo de comer. —Eso era algo que ella diría. También solía obligarme cuando éramos más jóvenes.
—No me digas qué hacer.
—Está bien.
Fue a la nevera y empezó a reunir los ingredientes.
—Voy a darme una ducha.
—Está bien, entonces. —Sonrió y sacudió la cabeza.
Poco a poco abrí la puerta de mi habitación con el pie. Esperé un segundo antes de entrar y encender la luz. Poco a poco entré, mi corazón latía todo el tiempo. Eché un vistazo completamente en cada rincón antes de entrar en la habitación.
Agarré mi ropa y otras cosas para ducharme tan rápido como pude y corrí al baño. Me di una ducha rápida, saltando con cada ruido. Me acordé también de este sentimiento. Había vivido años de mi vida así, pero se había amortiguado en los últimos pocos. Ahora estaba de vuelta con toda su fuerza, volvía a tener doce años de nuevo y vomitaba por miedo todos los días. Casi me había dado una úlcera. Fue entonces cuando la terapia había comenzado.
Salí y Zayn estaba ocupado con la sopa de tomate y unos sándwiches de queso asado.
—Hice los margherita que te gusta, junto con el aguacate —dijo.
—No tengo hambre.
—Te vas a comer un maldito sándwich y un plato de sopa, incluso aunque tenga que darte un beso para someterte. ¿Entiendes?
—Por favor, no me toques.
—Entonces come.
—Te odio.
—Buen intento. No voy a irme a ninguna parte. —Puso el sándwich en un plato, lo cortó transversalmente para que pudiera ver la mozzarella que se derretía. Normalmente lo hubiera devorado y me quemaría la boca, pero no quería comer nunca más.
Se sirvió un plato de sopa. Incluso había añadido leche para que fuera cremosa.
—¿Por qué no tenemos una bandeja? Tenemos que conseguir una bandeja —murmuró.
No tenía ni idea de qué hablaba. Me pasé los dedos para peinar mi cabello y esperé a que viniera.
—Ve a sentarte en el sofá.
—No me digas qué hacer. —No quería que me tratara como a un inválido. Lo que es peor, no quería que me tratara como si tuviera que cuidarme. Como si fuera una especie de carga. Una persona a la que estaba obligado a cuidar.
Fui y me senté en el sillón en vez del sofá y encendí la televisión, cambiando de un canal a otro, sin ni siquiera darme cuenta de lo que había antes de cambiarlo.
—Aquí tenemos. —Puso el plato y la taza sobre la mesa, acercándolo al sillón reclinable. Me entregó una cuchara y una servilleta—. Te aconsejaría que comieras, pero no estoy diciendo qué lo tengas que hacer. Ya que no quieres que lo haga —dijo.
—Así es.
Alcanzó su cena y se sentó en el extremo opuesto del sofá, tan lejos de mí como podía y todavía estar mientras estuviera en la sala de estar.
Me encontré con un maratón de comedias románticas, comenzando con Pretty Woman.
—Tiene demasiados dientes. Y una prostituta nunca se ve así, te lo puedo garantizar —dijo Zayn, sentándose y comiendo su emparedado.
Lo ignoré y traté de ver la película, pero seguí saltando con cada pequeño sonido. Mi cerebro se había convencido de que Travis iba a entrar a través de la puerta en cualquier momento. Deseaba tener un objeto punzante, pero tendría que conformarme con la cuchara o el mando a distancia. O con Zayn. Probablemente lo usaría como un arma en caso de apuro.
—¿Puedo ofrecerte algo? —dijo. ¿Qué tal un arma? Me sentiría mucho mejor si tuviera una. Oh, ¿Por qué no había ido aún al campo de tiro?—. ¿____?
—¿Qué?
—¿Puedo ofrecerte algo? —repitió.
—No.
—¿Estás segura?
—¿Por qué no me dejas en paz? —espeté.
—Tal vez si me dijeras lo que te tiene así, lo haría. Hasta entonces, estaré vigilándote como un halcón. —No me gustó su intensa mirada, pero yo tampoco quería estar sola. Así que estaba a partes iguales, de acuerdo en tenerlo allí.
—Estoy bien.
—Seguro. —Se levantó para tomar mi plato y me aparté de él.
—Oh, ____(, me gustaría que me lo dijeras. Negué con la cabeza, apretando mis cerrados labios—. Qué cabezota eres. —Llevó nuestros platos al fregadero y empezó a lavarlos, tarareando la canción de platos que había escrito. Traté de mantener mis ojos pegados a la película.
Tenía la costumbre de tener mucho frío cuando me estaba volviendo loca y empecé a temblar incontrolablemente, los dientes me castañeaban. Me envolví los brazos, tratando de evitar volar en mil pedazos. Había pensado que esto había terminado. Nunca vi llegar el día que iba a salir realmente, pero tal vez no lo dejaría escapar. Tal vez podría enviarlo a prisión para que se quedara el resto de su tiempo.
Pero todavía tenía que verlo. Eso era lo que me asustaba más que nada. Eso era lo que no quería decir a nadie. Que toda mi ira y confianza, eran en realidad, un miedo interno de una niña de doce.
—Toma —dijo Zayn, viniendo detrás de mí y colocando una manta sobre mí.
—No me toques.
—Sólo te estoy poniendo una manta. Cálmate.
—Dije que no me toques.
Se puso delante, ignorándome y tratando de poner la manta a mí alrededor.
—¡Basta! —Le golpeé, pero no me soltó. Trató de levantarme, pero estaba lista para él, puñetazos y patadas a su derecha e izquierda. Su rostro estaba blanco. De alguna manera, me puse de pie y la manta cayó.
Era como si hubiera desatado algo oscuro y violento que se había estado revolviendo en mi interior desde aquella noche hace ocho años.
—¡Basta! ¡Basta ya! ¡Basta ya! —Le golpeé en el pecho. Le di una bofetada y una patada. Seguí adelante hasta que mis pulmones estaban agitados y mis brazos doloridos, y un sollozo ahogado escapó de mi boca.
Se puso de pie con los brazos a los lados. Tenía la cara roja por mis bofeteadas.
Mis rodillas cedieron, y me llamó antes de irme hacia abajo, darme la mano y ponerme en el sofá.
—No me toques.
No respondió, pero envolvió sus brazos alrededor de mí cuando comencé a sollozar. Nunca lloraba, pero ahí estaba yo, saladas lágrimas corriendo por mi cara, que se derramaban por Zayn, el chico que había molido a palos.
Me sacudió, sus fuertes brazos rodeándome con fuerza.
Comenzó a tararear, pero estaba demasiado destrozada para reconocer la melodía.
Me dolía la garganta de tanto llorar, mis lágrimas goteaban por todas partes, pero no me importaba.
Empecé a hiperventilar, y Zayn tenía que decirme que respirara lentamente para no perder el conocimiento. Eso había ocurrido antes, pero él no lo sabía. Había tenido episodios como este antes, sólo que aquellas veces estaban mamá y Tawny cuidando de mí.
Zayn esperó hasta que en su mayoría estuviera gritando y sólo esnifando. Por suerte, tenía una servilleta de repuesto y me soné la nariz.
—¿Estás bien? —dije.
—En mi línea.
—Lo siento por golpearte.
—Está bien. Necesitabas sacarlo.
—No lo he hecho en mucho tiempo. —Sentí sus labios en mi sien.
—Me has asustado —dijo.
—Lo siento.
—No tienes que disculparte. Estaré bien.
—Pero yo no.
Inhaló lentamente. —Cuando mis padres murieron, solía tener estos ataques en que me volvía loco y rompía todo lo que quería. Mi madre tenía una colección de animales de cristal de millones de dólares. Rompí cada uno de ellos. Joe estaba furioso, pero, ¿qué podía hacer él? Terminaron sacando todo lo rompible de la casa y me llevaron donde Hope y John lo más pronto posible. Hicieron una casa a prueba de Zayn, pero seguí encontrando cosas para romper.
Era mi turno.
—Solían tener que frenarme para que no me hiciera daño. Mi madre no tenía una camisa de fuerza, pero ella y Tawny me retenían —dije. Hubo una pausa y comenzó a acariciar mi cabello. Me estiré en su pecho. Sus brazos eran como cables, que me sostenían en un solo lugar. Ya no temblaba. Tomé una respiración profunda—. Se suponía que Tawny era la niñera. Esto fue antes de que mis padres se separaran, así que estaban en una cita nocturna. Tenía doce años, pero por alguna razón no querían que me quedara sola por la noche. No puedo recordar por qué. La regla era que no iba a estar nadie más, pero invitó a su novio, Travis, para pasar el rato. —Decir su nombre era como correr las hojas de afeitar sobre mi lengua, pero tenía que hacerlo—. Ella sólo había salido con él durante unas pocas semanas, y a mis padres no les gustaba. No es que llevara moto o se metiera en problemas ni nada de eso. Sólo iba por el lado equivocado, especialmente con mamá. Era mayor y tenía un temperamento fuerte, pero lo mantuvo controlado la mayor parte del tiempo. Se enojó por algo esa noche. Una vez más, no recuerdo por qué. Tawny estaba diferente a su alrededor. Cuando éramos sólo nosotras, veíamos películas y nos entreteníamos, pero cuanto Travis llegó, me hizo ir a la cama, pues así ellos podrían hacerlo en el sofá. Me enojé con ella por mandarme a la cama temprano, pero me gritó y Travis la apoyó, así que no tuve opción. —Tomé otra respiración profunda. Zayn se mantuvo acariciando mi pelo—. Mientras caminaba de regreso a mi habitación, vi algo brillante en el suelo. Era uno de los pendientes en forma de pavo real de mamá. Tawny los había sacado sin preguntar, y sabía que estaba llevando uno. El otro tenía que haberse caído. Estaba celosa, porque nunca me habían permitido usarlos, así que fui a mi habitación y me lo puse. Me quedé leyendo un rato, pero luego escuché un ruido. Me levanté, y lo escuché de nuevo. Entonces oí un grito. —Los brazos de Zayn se apretaron alrededor de mí, y me agarré de su camisa—. Volví a la habitación de Tawny, y ella gritaba mientras oía un ruido de golpes y Travis diciéndole que se callara. Gritó un poco más y luego oí que la golpeó. Ella le estaba suplicando. No sabía qué hacer. La puerta estaba rota, sólo un poco, y miré adentro. Él estaba encima y su blusa estaba desgarrada. Se comenzó a bajar los pantalones y le dijo que ya había esperado suficiente. Ella lloraba y luchaba por salir de debajo de él. La abofeteó de nuevo, y su cabeza voló hacia un lado. Nos miramos a los ojos y ella susurró algo. Travis vio que nos estábamos mirando, y no pude cerrar la puerta lo suficientemente rápido. —Comencé a temblar otra vez, pero Zayn no iba a dejar que me fuera—. Me persiguió por el pasillo y me agarró. Me gritó por interrumpir y luego dijo que tal vez yo también quería un poco. Me comenzó a rasgar los pantalones, y no pude respirar porque pesaba mucho y estaba encima de mí, pensé que iba a morirme. Me rompió la blusa y rayó mi pecho. Sólo llevaba unas mallas, así que las desgarró y luego mi ropa interior, después fue por sus calzoncillos otra vez, diciéndome que si alguna vez le hablaba a alguien de esto, vendría a buscarme y me mataría. Recé para que alguien me salvara y fue cuando Tawny le pegó tan fuerte como pudo con un bate de softbol que guardaba debajo de su cama. Colapsó encima de mí y Tawny tuvo que hacerlo rodar. Lo atamos con un par de cuerdas de saltar y un poco de cinta y llamamos a la policía. Hubo juicio. Fue declarado culpable y le cayeron diez años. Se supone que debe estar adentro otros dos años más, pero Tawny me llamó y me dijo que está en libertad condicional. —Aspiré de nuevo y me entregó una servilleta—. Así que es eso. Ahora lo sabes. La única persona a quien se lo he contado es a Megan. Todos en mi ciudad lo sabían. Me etiquetaron como puta en la escuela, y cuando empecé a enojarme y a pelear, nadie quería tener nada conmigo. Hice un pacto conmigo misma de que nunca saldría con nadie, nunca tendría novio. Estaría sola, porque la única persona en quien podía confiar era en mí. Todo el mundo iba a defraudarme. Nunca se lo conté a Tawny, pero se disculpó durante años. Creo que sigue disculpándose, a pesar de que también fue víctima. Mis padres se sintieron muy culpables por separarse. Quiero decir, no era la única razón, pero eso tuvo mucho que ver. Todo se vino abajo después de esa noche. Y ahora ya sabes por qué tengo esa obsesión con los pavos reales. Tawny llevaba un pendiente y yo el otro. Esos pendientes salvaron nuestras vidas.
Zayn pensó por un momento, y casi pude oírle tratando de elegir las palabras adecuadas.
—Me gustaría poder matarlo de la forma más lenta y dolorosa posible —dijo.
Yo también. —Me lo había imaginado tantas veces que nunca lo admitiría.
—Gracias por decírmelo.
—Ahora sabes por qué estoy tan jodida.
—No lo estás, esa es la cosa. Has pasado por algo que la mayoría de las personas no puede imaginar. No te avergüences de la forma en que le haces frente.
—No le hago frente, según mis terapeutas. Ha habido muchos.
—Que se jodan. Si romper cosas y golpear gente de vez en cuando te ayuda, voy a ser tu saco de boxeo y podemos conseguirte algunas cosas para tirar de la azotea. ¿Trato?
—Bien.
—Así que, ¿está en libertad condicional?
—Sí, hay una audiencia. Mi abogado llamó.
—Pero tienes que ir, ¿no? ¿Hacer una declaración?
—Sí.
—Está bien, entonces. Vamos a tener que ayudarte a preparar una declaración muy buena.
—No puedo.
—¿Por qué?
—No puedo enfrentarlo otra vez. —Más difícil incluso que contarle la historia, era decirle eso. Era una cobarde.
—Sí, sí puedes. Simplemente piensas que no puedes. Hay una diferencia.
—Pero no puedo mirarlo a la cara. Él estaba violando a mi hermana, y no hice nada. Podría haber conseguido un teléfono, podría haber corrido y golpearlo con algo. Pude haber hecho algo —dije.
—Eras una niña.
Traté de negar con la cabeza, pero no me dejó.
—Debí haber hecho algo.
—Dejé que mi padre le disparara a mi madre y luego se suicidara. Si alguien debió hacer algo, ese sería yo.
—Él tenía un arma.
—Él tenía a tu hermana.
—No es lo mismo.
Suspiró. —____, podemos preguntarnos "y si" hasta la muerte, pero no resolvería nada. Lo único que podemos hacer es seguir adelante, incluso cuando parezca que estás caminando a través de un pozo de cemento.
—Con bloques de cemento sobre tus hombros.
—Exactamente.
—La única diferencia es que el demonio tiene forma humana. —Su mano viajó hacia arriba y abajo de mi brazo con un movimiento suave.
—Todavía lo siento por golpearte —dije, tocando su perfecto rostro.
—¿Cómo se ve mi cara?
Levanté la mirada. Mañana se vería muy bonita.
—Un poco maltratada.
—Eso está bien. Voy a decirles a todos que estuve en una pelea de bar.
—¿Qué? ¿Te da vergüenza decir que fuiste golpeado por una chica?
—No, pero me preocupa que se te lleven por violencia doméstica — dijo con una sonrisa.
—Está bien, está bien.
—¿Te sientes mejor?
—Supongo. Te lo haré saber.
—Está bien tener miedo.
—Odio tener miedo.
—Lo sé. Pero no tienes que tener miedo de él. Está encerrado en este momento, y no estás sola. Quiero que recuerdes eso. No. Estás. Sola.
—Siempre he estado sola. Los viejos hábitos tardan en morir.
—Sí, así es. —Se rió un poco—. ¿Estás cansada?
—No realmente.
—Entonces, ¿te importa si te sujeto de esta manera? Es muy agradable.
—Sí, lo es. —Me moví, por lo que pude envolver mis piernas con las suyas, como si estuviéramos en esa noche que habíamos pasado juntos.
—Bueno, esto es incluso mejor.
—Zayn.
—Lo siento, ____.
—Cada vez que pienso en estar físicamente con alguien, todo lo que puedo recordar son sus manos y su cara encima de la mía, y no puedo respirar. Sé que no debería asociar esas cosas, pero lo hago y parece que no puedo cambiarlo. Cada vez que pienso en sexo, eso es lo que pienso. Por eso nunca he estado con nadie. Bueno, en parte. Nunca conocí a alguien con quien quisiera intentarlo hasta…
—¿Hasta yo? Por favor, di hasta que me conociste.
—Hasta que te conocí. —Lo alcancé y toqué un punto que comenzaba a volverse morado en su mejilla—. Pero soy un bicho raro. Tú no me quieres.
—No quiero a nadie más que a ti.
—Vas a tener que ser paciente conmigo —dije, trazando su rostro con un dedo. Tomó mi mano y la besó.
—Me esforzaré al máximo. Sin prometer nada.
—¿Qué tal esto? —dije, tuve una idea—. Encontremos una palabra que te pueda decir si me pongo loca.
—¿Como una palabra de seguridad? Nena, has estado leyendo demasiadas novelas de romance incompletas, ¿verdad? Los vi en tu E-Reader.
—Lo que sea. Bueno, ¿y cuál debe ser mi palabra de seguridad?
—¿Qué tal PARA?
—Aburrido. —Pasé por un montón de palabras.
—ERROR —dijo Zayn, sonriendo.
—Perfecta. —Mantuvo mi mano delante de su cara, girándola hacia atrás y adelante, como si estuviera fascinado.
—Tienes manos diminutas —dijo.
—Uh, ¿gracias?
—Son lindas y femeninas. Me gustan.
—Creo que voy a quedármelas. No tengo mi recibo de la tienda de manos, así que no las puedo comerciar.
Se echó a reír, su pecho moviéndose debajo de mí de una manera maravillosa. Bajó su mirada hacia mí y sonrió, llevando mis manos a sus labios. Besó cada uno de mis dedos y luego el dorso de mi mano. Giró la palma de mi mano y la besó. Se tomó su tiempo, como si esperara que dijera la palabra de seguridad. No lo hice.
Zayn besó mi brazo, hasta el interior de mi codo, que era sorprendentemente sensible. Esperó antes de poner una de sus manos debajo de mi mentón e inclinó mi cara hacia arriba. Se movió tan cerca que nuestras narices se tocaron antes de que tentativamente me besara en los labios. Tirando hacia atrás, esperó a que yo lo detuviera. No lo hice.
Besó mis labios de nuevo, esta vez persistentemente. Le devolví el beso, moviendo mi boca para que se ajustara contra la suya. ¿Cómo es que encajaban tan bien juntas? Zayn se apartó de nuevo y abrí los ojos.
—Voy a darte un beso, y no voy a parar.
—No quiero que lo hagas.
—Está bien, entonces. —Tiró de mi rostro hacia el suyo de nuevo y abrió su boca mientras abrí la mía para profundizar el beso. En ese momento, quise arrastrarme dentro de él y esconderme. Su lengua entró en mi boca, y le dejé. Realmente no podía usar la palabra de seguridad mientras mi boca estaba ocupada. De todos modos no quería usarla.
Zayn me acercó más, retorciendo los dedos juntos mientras mordisqueaba mi labio inferior.
Por un momento, se apartó para que ambos pudiéramos respirar.
—¿Quieres que me detenga? —dijo.
—No.
—Entonces sugiero que pasemos esto a nuestro dormitorio. ¿En tu cama o en la mía?
—En la mía —dije.
Se movió debajo de mí y me levantó, besando mis labios mientras lo hacía.
—Nada de besar y caminar. No quiero hacerte daño —dijo mientras me llevaba de vuelta a nuestra habitación. Estuvo a punto de tropezar con algunas camisetas, pero me subió a la cama y entonces sus labios estuvieron nuevamente en los míos. Me hice a un lado para que pudiera subir. Malditas sean estas pequeñas camas.
Antes de que continuara, sostuvo mi cara en sus manos.
—¿Estás segura?
—En este momento, sí. —No sabía si podría cambiar de opinión.
Besar era agradable, muy agradable, pero una vez que la ropa empezara a salir, y comenzáramos a explorar otras áreas, no estaba segura de si la fea sombra de esa horrible noche me tragaría de nuevo.
Como respuesta, volvió a sentarme, y luego se sentó, tirando del dobladillo de su camisa.
—Quiero hacerlo —le dije, apoyándome en mis codos.
—Tus deseos son órdenes para mí, princesa.
Nunca antes había sacado una camisa de un hombre, pero las camisas de los chicos no eran tan diferentes a las de las chicas, ¿no?
Tenían sisas y eran de algodón y todo eso. ¿Tan difícil podía ser? Empecé a tirar para arriba, y él alzó sus brazos. Lo tenía un poco atascado en la nariz, pero se movió para poder sacar la cabeza antes de que la tirara al suelo.
—Vamos a tener que practicar eso —dijo, volviendo a por otro beso.
Se movió hacia abajo a mi oído, lo que me hizo reír, y luego por mi cuello, lo que me hizo suspirar. Pasé mis manos arriba y abajo de su pecho, trazando sus tatuajes. Preguntándome a qué sabían.
—Quiero verte —dijo en mi cuello—. Muévete hacia mí. —Puso sus brazos alrededor de mí y nos rodó, de alguna manera sin caernos de la cama, así que estuve encima de él. Alargó su mano hacia el dobladillo de mi camisa, sin apartar sus ojos de los míos esperando que yo dijera la palabra. Alcé los brazos.
Me quitó la camisa con más gracia de la que yo tuve, pero él había tenido práctica.
—Fanfarrón —dije mientras me miraba. Ahora sólo estaba en sujetador y uno no muy sexy.
—¿Un pendiente en el vientre? Cristo, estás tratando de matarme. ¿Cómo no sabía esto? —Metió su dedo en mi ombligo, y tuve que morderme el labio.
—Es mi pequeño secreto.
Me miró fijamente durante unos segundos más antes de alcanzarme, por lo que pudimos rodar hacia el otro lado.
—Eres tan bonita que duele. —Pasó sus manos por encima de mi sujetador azul. Al menos tenía un poco de encaje, pero había tenido mejores días.
Movió su cabeza hacia abajo y besó su camino a través de mi pecho, mi piel temblando en anticipación. Cuando llegó a mi ombligo también me besó, y gemí un poco. No pensaba en otra cosa que en él y en mí. Nos encontrábamos en nuestra burbuja de nuevo.
Tenía sus manos por todo mi cuerpo, cubriendo cada centímetro de mi piel con un ligero toque, poniendo mi piel en llamas. También lo toqué, e hizo un sonido como respuesta.
—¿Demasiado rápido? —dijo, deteniéndose.
—No.
Lo besé de nuevo, esta vez sus manos recorrieron el resto de mí, yendo más abajo y encendiendo un fuego allí. Pasé mis manos por su espalda y agarré su trasero. Quise tocarlo durante mucho tiempo.
La espera valió la pena.
—Tengo que conseguir algo. Maldición, debí haber pensado en esto antes. —Miró por encima de su tocador, que estaba a varios metros de distancia—. Vas a venir conmigo. —Se levantó y me levantó de nuevo, caminando conmigo a la cómoda, donde cogió un paquete de papel de su cajón de calcetines. Mi pecho se presionó en el suyo, y sólo quise estar más cerca, más cerca, más cerca...
—Lo guardé antes de que me golpearas —dijo, sosteniendo el paquete en su mano antes de llevarnos de vuelta a mi cama. Me reí mientras hicimos nuestro camino de regreso a mi cama.
Estaba sucediendo. Realmente estaba sucediendo.
Zayn me puso de vuelta y se aseguró de que el paquete estuviera al alcance de su mano para cuando lo necesitáramos.
—Todavía no —dijo.
—Todavía no —concordé.
Nos besamos un poco más, y recorrió todo mi cuerpo con sus manos. Decidí que la ropa estaba muy sobrevalorada. Estaban entre él y yo, y no me gustaban en ese momento. Empecé a tirar de sus calzoncillos, enojada porque nos separaban.
—De ninguna manera, tú primero —dijo.
En realidad no era justo que él estuviera completamente desnudo, y yo no tanto, así que me incliné para que pudiera deshacer el broche de mi sujetador. Por supuesto que lo consiguió con una mano.
—He tenido práctica —dijo mientras deslizaba los tirantes por mis brazos y me lo quitaba. Bueno, ahí estaba yo.
Sonrió y me besó en los labios antes de mover su boca y besar mis pezones. Mi aliento chirrió entre mis dientes y mi espalda se arqueó. Zayn se echó a reír, lo que me hizo cosquillas de la mejor forma, haciendo las cosas aún peor.
—Mi turno —dije, tratando de empujarlo para poder besar su pecho.
Se movió para estar a su lado mientras yo estaba en lo mío. Besé sus tatuajes, uno por uno. Sus ojos se cerraron, e hizo un sonido de satisfacción. Eso me hizo sonreír. Besé mi camino a través de su pecho mientras movía sus manos por mi cabello y por toda mi espalda.
Movimos nuestros labios para unirlos de nuevo, y después rodó de nuevo por encima de mí. Bajé mis manos a sus calzoncillos, insistiendo nuevamente.
—____, si me tocas ahí, no seré capaz de hacerlo. Sólo te lo advierto.
—Está bien —dije, moviendo mis manos lejos de esa área en particular. Se empujó contra mí y pude sentir que estaba preparado. ¿O era yo?
—Quiero tocarte —dijo.
—Lo estás haciendo.
—Por todas partes.
No titubeé. —Está bien.
—¿Está bien?
—Sí. —Oh, estaba más que bien.
Sus manos hicieron su camino por mi estómago y por mis pantalones cortos. Joder. Mierda. Nunca había sentido esto antes.
Hacerlo tú misma era una cosa, pero tener a un hombre con las manos ligeramente callosas tocándote ahí era algo completamente distinto. Era como si hubiera tomado una clase y obtenido un sobresaliente.
Yo había tenido orgasmos antes, o sea, ¿quién no? Renee me había arrastrado a una tienda de juguetes sexuales el año pasado, y compré un par de cosas, pero nada funcionaba mejor que las manos de Zayn Malik.
Mi espalda se arqueó y me mordí el labio para no gritar demasiado alto.
—Estamos solos, grita tan fuerte como quieras, ____. Mi plan es que esto sea algo normal —dijo, besándome. Su mano continuó trabajando, torturándome otra vez.
No estaba segura de cuanto más podría aguantar. Por mi cuenta, mi record era de tres. Estaba alcanzando el número dos en un muy corto periodo de tiempo.
—Te deseo tanto en este momento.
—Está bien —le dije mientras otro me golpeaba. Esta vez hice un montón de ruido. Zayn me besó de nuevo, y decidió que ya también había tenido suficiente ropa.
Lo siguiente que supe es que ambos estábamos desnudos, y todo su cuerpo se presionó sobre el mío.
—Esto va a doler. Si quieres que me detenga, sólo di la palabra y lo haré. Hay muchas otras cosas que podemos hacer —dijo con una sonrisa—. No quiero que esto sea un mal recuerdo. Quiero que este sea uno bueno.
Volvió a besarme, y me deleité con la sensación de su cálida piel contra la mía. Zayn se apartó para rasgar la envoltura y sacar el condón.
—¿Estás lista?
—Sí. —Lo estaba. Esta era mi elección. Mi cuerpo. Mi Zayn.
Se impulsó dentro de mí, y traté de no gritar de dolor. Dolía.
—Oh, nena, lo siento. —Me besó y me aferré a él hasta que estuvo completamente dentro—. ¿Estás bien?
—Sí. —Todavía se quedó durante unos segundos, y mi cuerpo se empezó a ajustar. Era una sensación extraña, pero no quería que se detuviera.
—____—dijo Zayn, apartando mi cabello de mi rostro—. Te amo.
—Te amo —dije sin ni siquiera dudarlo. En ese momento, cuando estábamos unidos como una sola persona, lo hacía. La sacó y metió de nuevo. Volvió a doler, pero ya no tanto.
—¿Una vez más? —preguntó, sus músculos temblando.
—Una vez más.
Empezó a ir más rápido, y el placer comenzó a abrumar al dolor. Moví mis caderas hacia arriba para encontrarme con él, y me besó fuertemente. Gimió un poco, y después sentí como se corría. Cayó contra mí, exhausto.Zayn trató de sacarla, pero envolví mis piernas alrededor de él para que no lo hiciera.
—Todavía no —dije. Quería mantener este momento durante todo el tiempo que pudiera.
—Te amo —dijo, besándome mientras nos rodaba. Los dos estábamos sudorosos y todavía sin aliento, pero no importaba—. Más que las estrellas.
—Yo también te amo —dije, sosteniéndolo cerca.
—Te creo.
Nos quedamos conectados todo el tiempo que pudimos, pero luego tuvo que retirarse y tirar el condón. Cuando regresó nos acostamos desnudos durante un rato, tocándonos suavemente y tratando de averiguar lo que podríamos decir que tuviera sentido.
—¿Te he hecho daño? —preguntó.
—Sí, pero no importa.
—Desearía no haberlo hecho.
—No lo desees. Fue perfecto.
—Perfectamente imperfecto.
—Al igual que nosotros —le dije.
—Así como nosotros. —Besó mi nariz—. ¿Más?
—¿Más qué?
—Tengo todo un repertorio que quiero usar en ti. Es uno de mis muchos talentos. Mi objetivo es satisfacerte.
—Y te lo agradezco. Deben ser esos dedos —dije, llevándolos a mi boca y besándolos. Los froté sobre mis labios.
—Deben serlo.
Ya no era virgen.
—Sé que debería estar volviéndome loca ahora mismo, pero no lo estoy —dije.
—Bien. —Pasó sus dedos entre mis pechos y tiró del pendiente de mi vientre.
—Tengo que decir que me gusta mucho, mucho.
—No lo hice teniéndote en mente.
—¿Por qué lo hiciste?
Apoyé mi cabeza en mi mano. —Siempre pensé que quedaba bonito, y me pareció atrevido.
—Me gusta en ti. —Se inclinó hacia adelante y besó mi vientre.
Suspiré de nuevo. Dios, se sentía tan bien. Se sentía bien.
—Mierda —dijo, señalando a mi edredón. Había una especie de olvido en la parte del sangrado en el calor del momento.
—Oh, mierda. Supongo que es porque soy nueva. —Mi cara se puso roja, y tiré mi cara en mi almohada.
—Está bien, nos quedaremos esta noche en la mía.
—Debería limpiarme.
Levantó una ceja.
—¿Puedo ayudarte? —Estaba a punto de decir: ¡infiernos no! pero luego pensé en todas las veces que había pensado en estar en el baño con Nicholas. Eran demasiado numerosas para contarlas.
—A la ducha —dije, levantando mi brazo. Aprovechó la oportunidad para hacerme cosquillas debajo de mi axila mientras subía por encima de mí para poder levantarme.
—Lo ponemos en remojo en la bañera más tarde —dijo sobre mi edredón.
Había algo absolutamente extraño en estar completamente desnuda con otra persona y no importarte.
Se dio la vuelta en la ducha y se aseguró de que era la temperatura adecuada antes de dejarme entrar.
Pasamos la mayor parte del tiempo besándonos, yo tratando de no ahogarme en el agua y él riéndose de mí. Y mi cabello entrometiéndose en el camino. Tenía demasiado.
Nos enjabonamos el uno al otro y tuvimos un poco de demasiada diversión lavando partes especiales. Hizo que me corriera un par de veces más, y tuve que aferrarme a él, ya que mis piernas no me sostenían.
—Eres realmente bueno en esto —dije después de otro.
—Tú eres fácil. —Lo golpeé en el pecho con una bofetada húmeda—. Sabes lo que quiero decir. Todos estos años de no hacer nada y estar reprimida. Todo lo que tienes que hacer es pulsar el botón. — Empujó dicho botón y grité, cayendo en su contra.
—Te dije que era virgen, no una monja. Sé cómo hacer que suceda. Es simplemente mejor cuando lo haces tú.
—Sabía que las chicas lo hacían. La mayoría con las que he estado lo niegan.
—No tanto como los chicos, pero también tenemos necesidades.
—Chicas, chicas Necesitadas. —Me besó en la boca y me giró de modo que el agua golpeaba mi espalda. Me levantó y envolví mis piernas alrededor de él.
Lo amaba._________________________________________________
¡AQUI CULMINA LA HISTORIA!
God,hasta me lo lei de nuevo mientras adaptaba.WOOOOOOOHOO,ya se lo contó todo,por fin,J U N T O S!
Good Vibes.
Página 5 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Temas similares
» My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
» The big Mistake (Zayn Malik) adaptada.
» MRS. EGO -ZAYN MALIK- ADAPTADA TERMINADA
» His kiss -Zayn Malik y tu-ADAPTADA-TERMINADA.
» Perfect Enemies. (Zayn Malik) ~Adaptada~ (Terminada)
» The big Mistake (Zayn Malik) adaptada.
» MRS. EGO -ZAYN MALIK- ADAPTADA TERMINADA
» His kiss -Zayn Malik y tu-ADAPTADA-TERMINADA.
» Perfect Enemies. (Zayn Malik) ~Adaptada~ (Terminada)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 8.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.