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El Contrato {Harry Styles}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El Contrato {Harry Styles}
DFHSADFX AMOO TU NOVELA!!! SIGUELA y pasate por mis novelas :)
Fernandanuñezz
Re: El Contrato {Harry Styles}
CAPITULAZO!! hahhaha Hazza no se ha podido resistir a Sam :) (Ni Sam a Harold)
Admito que tngo la mente MUY pervertida ;)
Muchos besiiitos y trankila, sube cuando tú puedas :P
Admito que tngo la mente MUY pervertida ;)
Muchos besiiitos y trankila, sube cuando tú puedas :P
Anna Tomlinson
Re: El Contrato {Harry Styles}
Gracias :P Ahora la sigo hermosa :)Fernandanuñezz escribió: DFHSADFX AMOO TU NOVELA!!! SIGUELA y pasate por mis novelas :)
y ya me pase por tu novela :3
kisses xx
Ahora mismo la sigo ;)anja-smile4always escribió:Siguela
Anja xx.
lots of kisses xx
jajaja ¿Quien podría resistirse a Hazza?Anna Tomlinson escribió:CAPITULAZO!! hahhaha Hazza no se ha podido resistir a Sam :) (Ni Sam a Harold)
Admito que tngo la mente MUY pervertida ;)
Muchos besiiitos y trankila, sube cuando tú puedas :P
creo que todas tenemos unas mentes muy pervertidas xD jajaja
Ahora mismo subo capitulo ;)
Besos xx
Ahora mismo cuelgo capitulo linda :)My ego is big. escribió:siiiiiigueeeeeeelaaaaa
Muchos besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Capítulo 20
El peso del cuerpo de Harry presionaba el suyo contra el sofá y la respiración de él parecía tan entrecortada como la suya. Estiró una pierna y acarició con ella la de su marido. No podía dejar de sonreír. Incluso cuando los temblores del placer se convirtieron en pequeños espasmos, siguió sujetándolo con fuerza entre sus brazos.
¿Cómo podía negarse a aquello? Y pensar que tendría acceso al maravilloso cuerpo de Harry y a sus habilidades amatorias durante todo un año. Se detuvo un instante al pensar en el fin de la relación, pero rápidamente apartó las imágenes de su mente y se concentró en el olor y el tacto del hombre que seguía enterrado en lo más profundo de su cuerpo.
—Ha sido...
—Increíble —dijo él, terminando la frase por ella.
¿Era por él? Harry había tenido muchas más amantes que ella, eso seguro. Podía contar los hombres con los que había estado con una mano y le sobraban tres dedos. Harry, en cambio, seguro que tenía una hoja Excel para comparar resultados. A Samantha le hubiese gustado preguntarle la cifra exacta, pero las inseguridades que llevaba arrastrando toda su vida se lo impedían.
—¿A qué viene esa cara? —preguntó Harry, mirándola a los ojos.
—¿Qué cara?
—Esa de duda, la misma que pones cada vez que dices que eres muy bajita o alguna tontería por el estilo.
La suya era una relación basada en la confianza, pero ¿hasta dónde podía preguntar sin quedar como una tonta sentimental y necesitada?
—¿En serio? ¿También crees que ha sido increíble?
—Samantha —dijo él en un suspiro. Acercó una mano a la cara de su esposa y le acarició la barbilla con el reverso del dedo. Su cadera seguía firmemente apoyada sobre la de ella—. ¿No te das cuenta de lo bien que se acopla tu cuerpo al mío?
Sus pechos seguían aplastados contra el torso de él, las piernas alrededor de la cadera. Sus labios estaban tan cerca que todavía podía saborearlos.
—Sí.
—Eres perfecta. Más apasionada de lo que jamás hubiera imaginado. Y aunque ahora mismo estoy más que satisfecho, la noche es larga y no creo que haya acabado contigo. Esto —continuó, besándola suavemente mientras hablaba— es el comienzo de algo maravilloso.
No se le podía negar la habilidad para arrancarle una sonrisa a una mujer incluso después de llevarla al orgasmo.
Harry se escurrió entre sus brazos el tiempo suficiente para levantarse del sofá. Una vez en pie, la tomó en brazos y se dirigió hacia el dormitorio.
Samantha miró hacia el suelo horrorizada.
—Harry, la ropa.
Él se rió e, ignorando sus palabras, la llevó al piso de arriba, hasta el dormitorio, donde hizo efectivas sus amenazas.
Cuando Samantha bajó de la habitación, ya era casi mediodía. La ropa había desaparecido, al igual que los platos de la cena. Solo una fotografía de los dos haciendo el amor habría sido un mensaje más claro de lo sucedido la noche anterior, teniendo en cuenta las cosas que el personal había encontrado a primera hora. Estaba tan avergonzada que no podía evitar sonrojarse de vez en cuando, y cada vez que se cruzaba con Mary o con Louise bajaba la mirada. Ambas fueron increíblemente educadas, hasta tal punto que habría preferido que le tirasen de la manga y le enseñaran el pulgar en señal de aprobación a que actuaran como si limpiar los restos de los encuentros de Harry con sus amantes fuese una tarea fija todas las semanas.
De hecho, Samantha le sacó el tema de sus antiguas novias mientras hacían las maletas.
—Entonces, Harry —empezó, haciéndose la inocente—, dime: ¿encontraré recuerdos de tus amantes anteriores en alguno de los cajones?
Él dejó lo que estaba haciendo y se incorporó para mirarla, pero ella continuó con lo suyo como si nada. Después de todo, era ella la que tenía que preparar su ropa. Harry contaba con todo lo que necesitaba en ambos continentes.
—No sé si te sigo.
—Ya sabes. ¿Vanessa tenía aquí un cajón para ella, o Jacqueline?
Sintió que los ojos de Blake se clavaban en su espalda, pero evitó mirarlo a la cara. No debería importarle, pero quería saber si invitaba a sus amantes a menudo a su casa.
—Nunca he encontrado a nadie que se merezca un cajón para ella sola —respondió Harry.
Vaya, no estaba nada mal.
—¿Ni siquiera para unas braguitas olvidadas por accidente? —continuó, sin dejar de meter ropa en la maleta y evitando mirar hacia donde estaba su esposo. «Soy patética.»
—¿Samantha? —preguntó Harry, que se había acercado y estaba detrás de ella. La cogió por los hombros y la obligó a darse la vuelta. Sus hermosos ojos grises se clavaron en los de ella—. Solo hace cuatro años que tengo esta casa. Eres la única mujer que ha dormido en mi cama.
Una sonrisa floreció en el interior del pecho de Samantha. No quería que Harry supiera cuánto significaban aquellas palabras para ella, de modo que asintió, concentrada en evitar que la sonrisa alcanzara sus labios. Él la besó dulcemente en la boca.
—¿Te habría molestado encontrarte un cajón lleno de ropa de mujer?
No debería. Hacía apenas tres semanas ni siquiera se conocían.
—Bueno, supongo que no... —«Pues claro que sí.»
—¿Samantha? —Harry pronunció su nombre con la parsimonia de quien sabe que algo no es cierto.
—Vale, sí —confesó ella—. Porque... —Se devanó los sesos en busca de una excusa convincente. No le costó mucho encontrarla—. El personal pensará mejor de mí, o de nosotros... como pareja si no me ven como un número más.
«Patético.» No debería intentar ser algo más que un número, sino que haría mejor construyendo barreras alrededor de su corazón, de sus sentimientos, y evitando cualquier tipo de relación afectiva con el hombre que no apartaba la mirada de la suya.
—No eres un número, Samantha. Si alguna vez sientes que el personal de aquí, o el de Europa, te trata como tal, solo tienes que decírmelo.
Ella sacudió la cabeza.
—Todo el mundo se ha portado fenomenal conmigo.
Harry entornó los ojos un instante, como si intentara resolver un enigma, y acto seguido dio media vuelta y se dispuso a terminar su minúscula maleta.
Cuando Samantha continuó con la suya, se permitió el lujo de sonreír casi imperceptiblemente. Se equivocaba al tratar de encontrar un lado romántico en lo que estaba pasando entre ellos. Solo compartían una relación sexual satisfactoria para ambos, con la peculiaridad de que además estaban casados. Tampoco era para tanto.
—¿Y tú qué, Samantha? —empezó Harry, apartándola de sus pensamientos.
—¿Sí?
—¿Has tenido algún hombre en tu vida que se mereciera un cajón?
La mano de Samantha se detuvo en pleno movimiento.
—No —fue la breve respuesta a su escasa vida personal.
Siguieron preparando las maletas.
—¿Algún novio reciente que pueda presentarse en la puerta de casa?
Samantha echó un vistazo por encima del hombro. Harry estaba de espaldas a ella mientras manipulaba algo que tenía entre las manos. Muy bien, su marido sentía curiosidad por su pasado. La vida privada de Samantha nunca había aparecido en las portadas de las revistas como la de él.
—El dique de los novios lleva seco bastante tiempo —respondió.
—¿Cómo de seco? —preguntó Harry antes de que ella terminara la frase.
Samantha se dio la vuelta y esperó a que Harry sintiera el peso de su mirada y se la devolviera.
—Cuando mi padre entró en la cárcel, impedí que nadie se me acercara.
—Tenías veintiún años cuando tu padre ingresó en prisión.
—Así es.
—No ha habido nadie desde...
—Nadie.
Harry consideró sus palabras durante un minuto, desviando la mirada hacia el techo.
—Eso significa que...
—He estado con dos personas además de ti —dijo ella, consciente de por dónde iba la conversación. Era raro saber de antemano las preguntas—. Uno en el instituto, porque todo el mundo va al baile de graduación, y otro en la universidad. —Este último le rompió el corazón y terminó con su fe en los hombres.
La expresión de su cara debió de cambiar, porque Harry dejó de preguntar y se acercó nuevamente a ella.
—Supongo que es típico de los hombres, pero me gusta saber que formo parte de una lista muy exclusiva.
Era difícil ignorar los recuerdos de sus años de universidad, de tanta confusión y tanto dolor.
—Si una chica no puede acostarse con su marido, ¿con quién va a hacerlo? —se burló ella, forzando una sonrisa en sus labios.
Harry entornó los ojos.
—Cierto.
Se disponía a darse la vuelta, pero entre ellos se había abierto una brecha.
—¿Harry?
—Dime.
—Me gusta saber que soy la única que ha estado aquí.
Se hizo el silencio en el dormitorio. Se miraron el uno al otro sin decir nada. Cuando Harry regresó a su tarea, Samantha terminó con la suya.
¡Hola chicas! ¡¡llegamos al capitulo 20!! Espero que les guste ;)
Dejen sus comentarios :P y les prometo seguirla en cuanto pueda :3
Besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Awwwwww........ Me encanto el cap, siguela pronto .
Anja xx.
Anja xx.
anja-smile4always
Re: El Contrato {Harry Styles}
Holaa!:)
Ow :c no es la única u.u e.é
Me gusto mucho el cap.
Ok *Llegamos al capitulo 20 bailecito improvisado ah*
Bueno seguila cuando puedas Bye xx.
Invitado
Invitado
Re: El Contrato {Harry Styles}
Me encantó el caaaap!! Siguela en cuanto puedas!! :)
Besiiitos xxoxo
Besiiitos xxoxo
Anna Tomlinson
Re: El Contrato {Harry Styles}
Me alegra que te haya gustado Anja :Panja-smile4always escribió:Awwwwww........ Me encanto el cap, siguela pronto .
Anja xx.
Ahora mismo cuelgo capitulo
besos xx
Siii! el capitulo 20 :33Mope:) escribió:Holaa!:)Ow :c no es la única u.u e.éMe gusto mucho el cap.Ok *Llegamos al capitulo 20 bailecito improvisado ah*Bueno seguila cuando puedas Bye xx.
Que bueno que te gusto el capitulo ;)
Ahora subo
kisses xx
Me alegro que te gustara ^^)Anna Tomlinson escribió:Me encantó el caaaap!! Siguela en cuanto puedas!! :)
Besiiitos xxoxo
Ahora la sigo
Besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Capitulo 21
Las ventajas de tener un avión privado eran aún más agradables con una mujer al lado. Hicieron el amor y luego durmieron unas horas, lo cual debería haber sido suficiente para relajarse y llegar a Gran Bretaña descansados. Sin embargo, mientras el avión descendía, Harry percibió el nerviosismo de Samantha e hizo todo lo que estaba en su mano para distraerla.
Había reservado habitación en un hotel cercano al aeropuerto. Allí pasarían la noche, y se reunirían con su familia al día siguiente en Albany. Sin embargo, su familia tenía otro plan en mente.
Tomaron tierra a primera hora de la mañana, aunque para ellos seguía siendo última hora de la tarde. Por la forma en que Sam movía las manos, Harry sabía que su esposa tenía los nervios a flor de piel.
Bajaron del avión, él rodeándola con un brazo. Siguiendo su consejo, Samantha se había cambiado de ropa y llevaba unos vaqueros gastados y una camiseta de manga larga. «No hace falta que te pongas guapa para el chófer», le había dicho, asegurándole que tendrían tiempo para dormir, darse una ducha y vestirse adecuadamente antes de acometer algo importante.
Sin embargo, cuando la limusina que había pedido se detuvo junto al avión y se abrió la puerta trasera, Harry y Samantha se quedaron petrificados al ver uno de los tacones de la madre de él apoyándose en el suelo.
—Me dijiste que no veríamos a nadie en el aeropuerto — murmuró Samantha entre dientes.
—Y así es.
Era evidente que la mujer que acababa de bajarse del asiento trasero de la limusina era su madre. El chófer sostenía un paraguas en alto encima de ella para evitar que las gotas de lluvia que caían sobre la pista le arruinaran el peinado que sin duda un peluquero había tardado horas en crear.
A pesar del horrible matrimonio por el que había pasado, Linda Styles aparentaba diez años menos de los que tenía en realidad. Tenía el pelo de color ocre y lo llevaba recogido bajo un elegante sombrero. Vestía un abrigo largo y gris sobre, y de eso Harry estaba seguro, una falda estrecha y una blusa. Su madre siempre iba vestida al detalle. A pesar de que el sol se había escondido tras una gruesa capa de nubes, la madre de Harry llevaba unas enormes gafas de sol, bajo las que ocultaba sus ojos y los sentimientos que estos pudieran revelar.
—Entonces, ¿quién es esa?
Harry tragó saliva. Si algo había aprendido de su mujer era su tendencia a la inseguridad. Tras la actitud guerrera de Samantha se escondía un poderoso deseo de ser aceptada.
Estaba seguro de que la idea de sugerirle que se quitara el traje de seda y se pusiera cómoda acabaría explotándole irremediablemente en la cara.
—Es mi madre.
Sam vaciló, pero Harry la ayudó a seguir adelante poniendo una mano sobre su espalda y empujándola con firmeza.
—Pero...
—¿Mamá? —Harry retiró la mano de la espalda de Samantha el tiempo justo para darle dos besos a su madre—. No te esperábamos.
—Parecía despreocupado, pero confiaba en que su voz transmitiera el descontento que sentía en aquel momento.
—No podía permitir que tu esposa y tú aterrizarais sin una bienvenida.
Harry volvió al lado de Samantha y la empujó para que diera un paso al frente.
—Samantha, mi madre, Linda. Mamá, esta es mi esposa, Samantha.
La madre permitió que sus labios esbozaran una sonrisa.
—Un placer —dijo, ofreciéndole la mano a su nuera.
—He oído hablar mucho de usted.
—¿Es eso cierto? Yo prácticamente no sé nada de ti.
Samantha se puso tensa y Harry tuvo que interponerse entre las dos mujeres.
—Estamos aquí para remediarlo —le dijo a su madre—. No deberías haber venido. Ya sabes lo largos que son los viajes desde Estados Unidos.
Linda palmeó el hombro de su hijo.
—Estoy segura de que habéis tenido tiempo suficiente para descansar durante el vuelo.
—Llevamos unos días muy ocupados, como puedes imaginarte. Nos apetecería dormir unas horas.
La madre miró al chófer que sostenía el paraguas sobre su cabeza y luego el coche.
—En ese caso, será mejor que partamos cuanto antes.
Harry sintió que empezaba a perder el control. Lo peor fue que Samantha no dijo absolutamente nada. Se limitó a mirarlos, primero a uno, luego al otro, con los labios sellados.
—He reservado habitación en el Plaza.
—Eso es una estupid...
—¡Madre! —Harry ya había tenido más que suficiente.
—Linda. No te importa que te tutee, ¿verdad? —preguntó
Samantha, que por fin había recuperado la voz.
—Por supuesto que no, querida.
—Bien. Como puedes ver, necesito darme una ducha desesperadamente y recuperar unas horas de sueño. Espero que seas tan amable de aguardar en Albany hasta nuestra llegada, hasta que Harry y yo nos hayamos quitado de encima al menos parte de este horrible jet lag. —Samantha escogió un tono y unas palabras muy formales, tanto que Harry no la había oído hablar así hasta entonces.
—Supongo que tienes razón.
Samantha tomó el brazo de Harry y se apoyó en él.
—Te agradezco que hayas venido hasta aquí solo para recibirme. No sabes cuánto significa para mí.
Harry se había quedado nuevamente sin palabras. Ayudó a su esposa y a su madre a montarse en la parte trasera del coche y luego se unió a ellas. En cuanto la puerta se hubo cerrado, Samantha se acurrucó contra su marido.
—Llevas un abrigo precioso —le dijo Sam a su suegra.
—Gra... gracias.
—Espero que me digas dónde te lo has comprado. Me temo que no tengo nada parecido y, por el aspecto del cielo, creo que voy a necesitar uno mientras dure mi estancia.
—Por supuesto, querida. Tendremos tiempo de sobra para ir de compras.
La preocupación de Harry por la inesperada aparición de su madre empezó a desvanecerse.
—Mi mujer y mi madre de compras. ¿Debería preocuparme? — se burló.
—Depende —respondió Samantha.
—¿De?
—De si tu hermana se nos une. Tres mujeres y una tarjeta de crédito sin límite son un auténtico peligro.
Todos rieron. Y a pesar de las diferencias más que evidentes entre su madre y su esposa, a Harry no le preocupaba la posibilidad de que no se llevaran bien. Samantha había prestado atención a la descripción de los hábitos de su madre en cuanto al dinero, y la estaba utilizando para ganarse su afecto. Para cuando llegaron al Plaza, Harry estaba seguro de que su madre ni siquiera se había percatado de los vaqueros de centro comercial y de los zapatos sin marca que llevaba Samantha, del mismo modo que sabía que en cuanto pudiera su esposa le prendería fuego a todo el atuendo.
Afortunadamente, su madre se despidió de ellos en la puerta y no los siguió al interior del hotel. Todavía estaba amaneciendo y la recepción estaba vacía. El botones los acompañó rápidamente hasta la habitación. Harry le dio una propina y cerró la puerta tras él.
Por fin estaban solos. Sam se quitó los zapatos y se dejó caer en el sofá.
—Puede que acabe gustándome tu madre, aunque antes tendré que superar el hecho de que nos tendiera una emboscada en el aeropuerto.
—Le pedí que nos esperara en Albany.
—Es tu madre. Tiene curiosidad.
—Aun así, debería haber esperado. —Y así se lo haría saber en cuanto tuviera una oportunidad.
—Necesitaba comprobar con sus propios ojos que no estoy embarazada de cinco meses.
Harry acababa de colocar su maleta sobre la cama cuando comprendió las palabras de Samantha.
—¿Embarazada?
—Por favor, ¿no te has dado cuenta de que no dejaba de mirarme la barriga?
No, ni siquiera se le había ocurrido.
—No lo dices en serio.
—Muy en serio. Era una misión de reconocimiento. Primero para saber si tiene un nieto de camino y segundo para asegurarse de que no soy un desastre sin clase.
Harry se apoyó en la estructura de la cama y se preguntó si Samantha tendría razón.
—¿Cómo puedes estar tan segura?
—Las mujeres son criaturas emocionales. Todo está en sus ojos. Cuando tu madre se ha quitado las gafas, he podido leer cada mirada, cada movimiento.
Harry se encogió de hombros.
—Creo que te llevaré conmigo al próximo consejo de administración. Parece que se te da bien el espionaje.
—Cursé psicología como segunda especialidad.
—Podrías haber hecho carrera en la justicia.
—No lo creo. Por los cargos de mi padre y todo eso.
Samantha se levantó del sofá y puso punto final a la conversación. Había dolor en su mirada. Sacó algunas cosas de la maleta y se dirigió al lavabo. Su padre la había marcado de por vida. Desgraciadamente, Harry no sabía cuán profundas eran las heridas. Tendría que descubrirlo.
Samantha apenas había tenido tiempo de apoyar la cabeza en la almohada cuando Harry la despertó. Se dio una ducha larga con agua muy caliente y tomó un pequeño refrigerio —la comida le provocaba náuseas— antes de partir hacia Albany. La idea de que la familia de Harry observara cada uno de sus movimientos le ponía la piel de gallina. Era consciente de que se había librado del primer interrogatorio de la madre de Harry, pero no sabía si sería capaz de repetirlo ahora que Linda estaría en su terreno.
Estaba preparada para conocer a la familia al completo. Había escogido para la ocasión un traje de chaqueta con falda color óxido. Harry no se había molestado en preguntarle por qué se había dejado los vaqueros y la camiseta en el hotel, dentro de la papelera de la habitación para ser más concretos. Simplemente se había reído al verlos. ¿Qué otra cosa podía hacer? Nunca debería haber llevado esa ropa consigo y mucho menos habérsela puesto el día en el que Linda había decidido hacer su aparición. Si volvían a sorprenderla, sería vestida con sus mejores galas. Para ello se aseguró de que toda la ropa que llevaba consigo fuera acorde con el gusto de la anterior duquesa de Albany, quizá unas décadas más joven en cuanto al estilo pero siempre digna de la mujer que caminase del brazo de Harry.
De camino a Albany Hall dejó de llover. Londres se desvaneció lentamente y el paisaje se llenó de verdes colinas. Samantha intentó relajarse en el asiento junto a su marido mientras este hablaba de su hermana, que tenía aproximadamente la misma edad que ella.
—Gwen siempre ha querido que yo sentara la cabeza.
Sam sintió que se le revolvía el estómago al escuchar aquellas palabras.
—¿No te preocupa...? —Dejó que la pregunta quedara suspendida en el aire y sus ojos se posaron en el chófer. Quería preguntarle si le preocupaba que su hermana le cogiera cariño a su nueva cuñada en el poco tiempo que duraría su matrimonio.
Harry permaneció en silencio unos segundos y su rostro se cubrió de incertidumbre.
—Gwen y tú os llevaréis bien. Es muy agradable. Tal vez un poco consentida, pero no tiene mala intención.
Samantha aparcó aquella conversación para otro momento más apropiado, cuando ambos pudieran hablar a solas. Empezaba a preocuparle la posibilidad de decepcionar a toda la gente que estaba a punto de conocer. De pronto se acordó de su padre, de los días previos a que le pusieran las esposas.
Como licenciada en empresariales, Samantha pasaba muchas horas fuera de clase discutiendo con los profesores sobre el éxito de su padre. Incluso Dan, su novio de entonces, quería saberlo todo de Harris Elliot y su pequeño imperio económico e inmobiliario.
Dan era encantador, carismático y más astuto que un zorro esperando junto a una madriguera a que el conejo asomara su pequeña y peluda cabeza.
Sam era el conejo que no sabía que estaban jugando con ella.
Y pensar que se había acostado con el hombre que acabó metiendo a su padre entre rejas... Qué estúpida era. Habían estado saliendo, quedando para estudiar, o eso creía ella, y deshaciendo un buen número de camas. Mientras tanto, Dan grababa todas las conversaciones, en las que le hacía preguntas en apariencia inocentes pero que habían resultado cruciales para construir las acusaciones contra su padre.
Incluso ahora, años más tarde y sentada junto al que iba a ser su marido durante un breve espacio de tiempo, Samantha se ponía enferma al recordarlo. Entonces no había sido consciente de estar revelando pruebas cruciales contra su padre, pero los pecados del viejo eran una bola de nieve cada vez más grande que acabó por matar a su madre y arruinar la vida de Jordan.
Samantha recordaba el día en que Dan le había contado la verdad sobre su identidad, cómo había permanecido impasible mientras un agente federal la amenazaba con la encarcelación de su madre si no colaboraba en la investigación. Le hablaron sobre los agujeros en las prácticas empresariales de su padre y le revelaron que habían instalado micrófonos por toda la casa.
—Tenemos razones para creer que su madre sabe más de lo que aparenta sobre los delitos de su padre. Si usted no nos demuestra lo contrario, ambos acabarán entre rejas.
Samantha sabía que su madre no estaba enterada de los negocios de su padre, pero estaba demasiado desconcertada para preguntar por qué un federal querría obligar a una hija a probar la inocencia de su madre. Al final, Dan y sus amigos solo la utilizaron para cargarse a su padre. Sabían que su madre, Martha, no tenía nada que ver con los planes de su padre.
Samantha reflexionó sobre muchas de las cosas que su padre había hecho a lo largo de los años. Tenía socios, o eso decía él, pero Samantha nunca los había conocido. No fue hasta su primer año de universidad, cuando uno de sus profesores le preguntó por la profesión de su padre, que empezó a sospechar. No pudo darle una respuesta concreta sobre qué hacía para ganar dinero, solo que lo ganaba, y mucho.
En cuanto a su madre, era la esposa de un hombre rico. Comía con la élite del barrio, nunca fregaba los platos y miraba hacia otro lado cuando su padre tenía una aventura. Siempre iba perfectamente vestida y no permitía que Jordan o ella salieran de casa con ropa que pudiera parecer gastada o barata.
El primer año de universidad le abrió los ojos sobre cómo funcionaba el mundo. Sus compañeras de la hermandad, que desaparecieron como cucarachas cuando su padre ingresó en la cárcel, le enseñaron a administrar el dinero. Dos de ellas provenían de matrimonios rotos y tenían una habilidad especial para separar el dinero de papá de los gastos de cada día y así poder irse de vacaciones en primavera con el resto de las chicas de la hermandad. La llevaron a centros comerciales y grandes superficies donde no tenía por qué dejarse una pequeña fortuna en las compras habituales.
Samantha le había contado a su madre con orgullo cómo estaba administrando el dinero para reducir a la mitad el presupuesto que le había asignado su padre.
Martha echó un vistazo a los vaqueros de Sam y se negó a seguir escuchando.
—Ninguna hija mía va por ahí vestida así.
Ofendida pero decidida a que la estrechez de miras de su madre no le impidiera seguir aprendiendo sobre las finanzas del mundo real, Samantha continuó ingresando cada mes casi la mitad de la asignación de su padre en una cuenta aparte. Esa cuenta le salvó el pellejo cuando los federales confiscaron todo el dinero de la familia.
Ahora que Samantha había recuperado el estilo de vida de antaño, le preocupaba enormemente decepcionar a Linda, a Gwen y a toda la familia cuando, en menos de un año, les llegara la noticia de su separación.
Harry cubrió las manos de Samantha con una de las suyas, llamando su atención sobre el incesante modo de retorcerlas sobre su regazo. Sam buscó sus hermosos ojos esmeralda y en ellos encontró compasión. «Probablemente cree que estoy nerviosa por conocer a su familia.»
No tenía la menor idea de que sus preocupaciones eran mucho más profundas.
Por primera vez desde que llevaba alianza, Samantha empezaba a cuestionarse sus decisiones.
¿Y si decía o hacía algo que lo estropeara todo y la madre y la hermana de Harry se quedaban sin nada? ¿Sería Linda capaz de soportarlo?
Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
¿Y si Linda seguía los pasos de su madre?
Sam sacudió la cabeza y desterró los recuerdos del entierro de su madre.
—Todo va a salir bien.
De repente, Samantha ya no estaba tan segura de ello. Albany Hall se materializó ante sus ojos mientras la limusina recorría el camino que llevaba a la casa.
—Oh, Dios mío —masculló entre dientes.
El hogar en el que Harry había pasado su infancia tenía el tamaño de un castillo pequeño. Dos alas sobresalían de una estructura central. Samantha contó tres plantas pero no descartó la posibilidad de que hubiese un sótano enorme bajo tierra. Según Harry, la casa tenía treinta y cinco dormitorios, sin contar los del servicio. También había un salón de baile y un conservatorio, una biblioteca con más libros de los que nadie pudiera leer en su vida y varios salones, bautizados según el color de la decoración.
—El salón azul está junto a la entrada y el rojo al lado.
Al bajarse de la limusina y entrar en el mundo de su marido, Samantha se sintió un poco como Cenicienta la noche del baile, solo que en su versión del cuento el reloj no marcaría las doce de la noche hasta al cabo de un año. Eso debería ser suficiente para que se sintiera más segura, al menos durante un tiempo, pero no dejaba de imaginarse calabazas, ratones corriendo entre sus pies, zapatos de cristal y reproches.
—¿Lista? —preguntó Harry antes de guiarla hacia el interior de la casa
¡Hola guapas! Aquí les dejo el capitulo 21, espero que les guste ;)
¡Por favor, comenten! Espero que el sábado o domingo pueda subirles otro capitulo :3
Lots of kisses xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Siguelaaaaa, quiero saber como la recibe la familia....
Anja xx.
Anja xx.
anja-smile4always
Re: El Contrato {Harry Styles}
¡Hola,Hola!
Me encanto, como siempre :meh:, ¿Por que la comida le da náuseas e.é?
ahahaha esperemos que sea el vuelo (?)
La hermana de Harry se va a encariñar con Sam, lo sospecho :arrastro:
Ehm ya(?) ¡Ahí nos leemos!
Bye, besos xx.
Me encanto, como siempre :meh:, ¿Por que la comida le da náuseas e.é?
ahahaha esperemos que sea el vuelo (?)
La hermana de Harry se va a encariñar con Sam, lo sospecho :arrastro:
Ehm ya(?) ¡Ahí nos leemos!
Bye, besos xx.
Invitado
Invitado
Re: El Contrato {Harry Styles}
Wow. ¿Una casa con treinta y cinco dormitorios? OMG!! hahahah debe ser megahipergrandiosa!!
Bueno... espero que la sigas muuuy pronto q la sigas pork kiero saber que pasa con la familia :aysi:
xxoxo
Bueno... espero que la sigas muuuy pronto q la sigas pork kiero saber que pasa con la familia :aysi:
xxoxo
Anna Tomlinson
Re: El Contrato {Harry Styles}
Hola Amairani simplemente GENIAL, la empece hoy y debo confsar que me gusto bastante, síguela en cuanto puedas es muy interesante y esta bien escrita cosa que me gusta aun mas...cuidate, besitossssss
apropósito si quieres leer mi fic estaría mas que feliz de recibir tus comentarios
Marce Howard
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