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El Contrato {Harry Styles}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El Contrato {Harry Styles}
Capitulo 4
¿Cuánto tiempo tengo para demostrarle mi valía, señorita
Elliot?
—Cinco minutos —respondió ella, mirándole a través de sus
largas pestañas.
Él se inclinó hacia delante, intrigado por lo que Samantha
pudiera sacar en claro de él en tan poco tiempo.
—¿Le han detenido alguna vez?
Su historial estaba limpio, pero esa no era la pregunta. Sabía
que si le mentía, Sam recogería sus cosas y saldría inmediatamente
por la puerta.
—Con diecisiete años le di un puñetazo a un chico que iba
detrás de mi hermana. Los cargos fueron retirados. —Como ocurría
con todos los chicos de su mismo estatus social.
—¿Alguna vez ha pegado a una mujer?
Los músculos de su mentón se tensaron.
—Nunca.
—¿Y ha sentido la necesidad de hacerlo? —Ahora lo miraba
fijamente, sin apartar los ojos.
—No. —La violencia no cuadraba para nada con su
personalidad.
—Necesito el nombre de su amigo más cercano.
—Louis Tomlinson.
Sam tomó nota del nombre.
—¿Peor enemigo?
Harry no se esperaba esa pregunta.
—No estoy muy seguro de qué contestar a eso.
—Entonces permítame que se lo pregunte de otra manera. ¿A
qué persona de su entorno le gustaría ver que sufre usted algún tipo
de daño?
Su primer impulso fue repasar la lista de socios que pudieran
haberse sentido menospreciados por su culpa a lo largo de los años. A
esas alturas de la vida, ninguno de ellos se sentiría mejor si a él le
pasara algo. Solo se le ocurría una persona que podría ver las cosas
desde otra perspectiva.
—¿En quién está pensando, señor Styles?
Harry tomó un trago de café y sintió cómo se precipitaba hacia el
fondo de su estómago con un sonido sordo.
—Solo hay una persona.
Samantha levantó la mirada, expectante.
—Mi primo, Howard Walker.
Una leve vibración en la mandíbula, una caída imperceptible de
hombros, eso fue lo único que reflejó el impacto de sus palabras en
ella. Para sorpresa de Harry, Samantha Elliot anotó la información y
no siguió preguntando. Cogió la primera página del montón de papeles
y le entregó el resto.
—Necesito que rellene esto. Me lo puede enviar por fax al
número que aparece al final de la página ocho.
—¿He pasado su examen, señorita Elliot?
—La honestidad es algo que debe ser mantenido a lo largo del
proceso. Hasta el momento, estoy conforme con el resultado.
Ahora le tocaba a él sonreír.
—Podría haber mentido sobre los cargos por agresión.
Samantha empezó a recoger sus cosas.
—Su nombre era Drew Falsworth. Usted tenía diecisiete años y
dos meses cuando le rompió la nariz en un partido de polo en la
escuela privada a la que ambos asistían. Drew tenía reputación de
salir con chicas el tiempo suficiente para llevárselas a la cama antes
de dejarlas e ir a por la siguiente. Su hermana fue lista y se mantuvo
alejada de él. Si no hubiera golpeado a ese cabrón para proteger a su
hermana, o si me hubiese mentido y yo lo hubiera descubierto, esta
entrevista se habría acabado y ni siquiera le habría dado tiempo a
sentarse.
—¿Cómo demonios...?
—Tengo una lista de contactos muy larga. Estoy segura de que
sabrá los nombres de muchos de ellos antes de que se acabe el día.
Por descontado. Estaría hablando por teléfono con su asistente
antes de llegar al coche.
—¿Cuánto me va a costar esto, señorita Elliot?
—Considéreme su agente. Cuando sus abogados redacten el
acuerdo prematrimonial, tenga en cuenta que tendrá que pagarme el
veinte por ciento de lo que le ofrezca a su futura esposa. Por
adelantado.
—¿Y si solo le ofrezco un pequeño estipendio?
—Las mujeres con las que trabajo tienen un mínimo establecido
que consta en ese montón de papeles.
—¿Y si la mujer que me encuentre no se atiene a su parte del
trato? ¿Y si al pasar el año intenta oponerse al acuerdo?
Samantha se puso en pie y Harry no tuvo más remedio que
imitarla.
—No lo hará.
—Parece muy segura de ello.
—La cantidad de dinero predeterminada, la parte que le
corresponde a ella, va directamente a una cuenta. Si su futura esposa
intentará conseguir más, ese dinero serviría para que sus abogados la
aplastaran. El sobrante sería para usted. El único supuesto en que
esto cambiaría sería con la llegada de un niño, siempre que una
prueba de paternidad demostrara que usted es el padre. No soy muy
partidaria de los tribunales de familia, y menos con niños de por
medio. Depende de su capacidad para controlar sus instintos más
básicos, señor Styles. Eso, claro está, si su intención es poner punto
final al matrimonio una vez pasado el año acordado. En caso contrario,
les deseo que sean felices y que le pongan mi nombre a su primer
hijo.
Lo tenía todo pensado. Decir que Harry estaba impresionado
sería quedarse corto.
—Necesito esos papeles esta misma tarde, antes de las tres. Me
pondré en contacto con usted sobre las cinco, con una lista de
posibles candidatas. Concertaremos los encuentros para mañana, si
es que sus obligaciones se lo permiten.
Harry se agachó, recogió el bolso de Samantha y se lo entregó.
Ella apartó un mechón rebelde de sus ojos y se colgó el bolso del
hombro.
—¿Tiene alguna otra pregunta para mí, señor Styles? ¿O
debería llamarle excelencia?
La lentitud con la que su lengua envolvió el tratamiento con
aquella voz tan hipnótica se le antojó algo a lo que podría
acostumbrase fácilmente. No le importaría volver a escucharlo, quizá
por teléfono...
—¿Qué tal Harry?
¡HOLA! aquí les dejo el capitulo 4, espero que les guste. ¡Por favor comenten! :)
Y como hoy estoy de buenas, espero que en un rato les pueda subir el otro capitulo :D
besos xx
¿Cuánto tiempo tengo para demostrarle mi valía, señorita
Elliot?
—Cinco minutos —respondió ella, mirándole a través de sus
largas pestañas.
Él se inclinó hacia delante, intrigado por lo que Samantha
pudiera sacar en claro de él en tan poco tiempo.
—¿Le han detenido alguna vez?
Su historial estaba limpio, pero esa no era la pregunta. Sabía
que si le mentía, Sam recogería sus cosas y saldría inmediatamente
por la puerta.
—Con diecisiete años le di un puñetazo a un chico que iba
detrás de mi hermana. Los cargos fueron retirados. —Como ocurría
con todos los chicos de su mismo estatus social.
—¿Alguna vez ha pegado a una mujer?
Los músculos de su mentón se tensaron.
—Nunca.
—¿Y ha sentido la necesidad de hacerlo? —Ahora lo miraba
fijamente, sin apartar los ojos.
—No. —La violencia no cuadraba para nada con su
personalidad.
—Necesito el nombre de su amigo más cercano.
—Louis Tomlinson.
Sam tomó nota del nombre.
—¿Peor enemigo?
Harry no se esperaba esa pregunta.
—No estoy muy seguro de qué contestar a eso.
—Entonces permítame que se lo pregunte de otra manera. ¿A
qué persona de su entorno le gustaría ver que sufre usted algún tipo
de daño?
Su primer impulso fue repasar la lista de socios que pudieran
haberse sentido menospreciados por su culpa a lo largo de los años. A
esas alturas de la vida, ninguno de ellos se sentiría mejor si a él le
pasara algo. Solo se le ocurría una persona que podría ver las cosas
desde otra perspectiva.
—¿En quién está pensando, señor Styles?
Harry tomó un trago de café y sintió cómo se precipitaba hacia el
fondo de su estómago con un sonido sordo.
—Solo hay una persona.
Samantha levantó la mirada, expectante.
—Mi primo, Howard Walker.
Una leve vibración en la mandíbula, una caída imperceptible de
hombros, eso fue lo único que reflejó el impacto de sus palabras en
ella. Para sorpresa de Harry, Samantha Elliot anotó la información y
no siguió preguntando. Cogió la primera página del montón de papeles
y le entregó el resto.
—Necesito que rellene esto. Me lo puede enviar por fax al
número que aparece al final de la página ocho.
—¿He pasado su examen, señorita Elliot?
—La honestidad es algo que debe ser mantenido a lo largo del
proceso. Hasta el momento, estoy conforme con el resultado.
Ahora le tocaba a él sonreír.
—Podría haber mentido sobre los cargos por agresión.
Samantha empezó a recoger sus cosas.
—Su nombre era Drew Falsworth. Usted tenía diecisiete años y
dos meses cuando le rompió la nariz en un partido de polo en la
escuela privada a la que ambos asistían. Drew tenía reputación de
salir con chicas el tiempo suficiente para llevárselas a la cama antes
de dejarlas e ir a por la siguiente. Su hermana fue lista y se mantuvo
alejada de él. Si no hubiera golpeado a ese cabrón para proteger a su
hermana, o si me hubiese mentido y yo lo hubiera descubierto, esta
entrevista se habría acabado y ni siquiera le habría dado tiempo a
sentarse.
—¿Cómo demonios...?
—Tengo una lista de contactos muy larga. Estoy segura de que
sabrá los nombres de muchos de ellos antes de que se acabe el día.
Por descontado. Estaría hablando por teléfono con su asistente
antes de llegar al coche.
—¿Cuánto me va a costar esto, señorita Elliot?
—Considéreme su agente. Cuando sus abogados redacten el
acuerdo prematrimonial, tenga en cuenta que tendrá que pagarme el
veinte por ciento de lo que le ofrezca a su futura esposa. Por
adelantado.
—¿Y si solo le ofrezco un pequeño estipendio?
—Las mujeres con las que trabajo tienen un mínimo establecido
que consta en ese montón de papeles.
—¿Y si la mujer que me encuentre no se atiene a su parte del
trato? ¿Y si al pasar el año intenta oponerse al acuerdo?
Samantha se puso en pie y Harry no tuvo más remedio que
imitarla.
—No lo hará.
—Parece muy segura de ello.
—La cantidad de dinero predeterminada, la parte que le
corresponde a ella, va directamente a una cuenta. Si su futura esposa
intentará conseguir más, ese dinero serviría para que sus abogados la
aplastaran. El sobrante sería para usted. El único supuesto en que
esto cambiaría sería con la llegada de un niño, siempre que una
prueba de paternidad demostrara que usted es el padre. No soy muy
partidaria de los tribunales de familia, y menos con niños de por
medio. Depende de su capacidad para controlar sus instintos más
básicos, señor Styles. Eso, claro está, si su intención es poner punto
final al matrimonio una vez pasado el año acordado. En caso contrario,
les deseo que sean felices y que le pongan mi nombre a su primer
hijo.
Lo tenía todo pensado. Decir que Harry estaba impresionado
sería quedarse corto.
—Necesito esos papeles esta misma tarde, antes de las tres. Me
pondré en contacto con usted sobre las cinco, con una lista de
posibles candidatas. Concertaremos los encuentros para mañana, si
es que sus obligaciones se lo permiten.
Harry se agachó, recogió el bolso de Samantha y se lo entregó.
Ella apartó un mechón rebelde de sus ojos y se colgó el bolso del
hombro.
—¿Tiene alguna otra pregunta para mí, señor Styles? ¿O
debería llamarle excelencia?
La lentitud con la que su lengua envolvió el tratamiento con
aquella voz tan hipnótica se le antojó algo a lo que podría
acostumbrase fácilmente. No le importaría volver a escucharlo, quizá
por teléfono...
—¿Qué tal Harry?
¡HOLA! aquí les dejo el capitulo 4, espero que les guste. ¡Por favor comenten! :)
Y como hoy estoy de buenas, espero que en un rato les pueda subir el otro capitulo :D
besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Lo ameeee. Wooow estoy sorprendida. Sam me ha dejado boquiabierta. Es muy astuta la muy bicha. Síguela.
OriannaT'Amo
Re: El Contrato {Harry Styles}
OriannaT'Amo escribió:Lo ameeee. Wooow estoy sorprendida. Sam me ha dejado boquiabierta. Es muy astuta la muy bicha. Síguela.
Jajaja Si lo se, Sam es genial!
Ahora la sigo hermosa, gracias por comentar.
besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Capitulo 5
En cuanto estuvo segura de que nadie la observaba, Sam se deslizó tras el volante de su coche, sonrió de oreja a oreja, algo que llevaba un buen rato queriendo hacer, y se marcó un bailecito más bien ridículo frotando el trasero contra la suave piel del asiento.
—Ya era hora —susurró, hablando consigo misma.
El apuesto duque supondría su ascenso a primera división. Desde que creó Alliance, siempre había imaginado a clientes como Harry Styles haciendo cola para conseguir sus servicios: hombres ricos que necesitaban encontrar esposa para tachar una línea más de una larga lista de tareas pendientes. Su trabajo consistía en encontrar esposas para una clase de hombres que carecían del tiempo o de la voluntad necesaria para someterse al juego del cortejo. No buscaban amor, sino compañía. Algunos querían casarse para que sus amantes dejaran de exigirles un anillo de compromiso. Hasta la fecha, había conseguido un buen número de referencias que la estaban ayudando a construir su empresa y a conseguir unos ingresos regulares con los que poder vivir.
Con Styles y los beneficios que había calculado que conseguiría gracias a él, podría cubrir los gastos más elevados durante dos o tres años. O al menos eso esperaba.
A Styles, que era millonario por méritos propios, no le hacía falta el dinero de su fallecido padre, pero sería una lástima que la fortuna de la familia, más que suficiente para comprarse un país pequeño, cabara en el cajón de sastre de la caridad o en manos del primo que Harry había mencionado. Con toda la corrupción y los escándalos relacionados con las asociaciones benéficas, estaba claro dónde acabaría ese dinero o qué bolsillos engordarían gracias a él.
Sam sabía que el dinero que se destinaba a causas humanitarias a menudo caía en las manos equivocadas.
La situación de Styles supondría distracciones con las que hasta entonces nunca se había encontrado. Su título nobiliario sería el principal problema a superar. Tendría que seleccionar a las candidatas con especial cuidado, asegurándose de que no albergaran el sueño infantil de convertirse en duquesas. Las películas de Disney habían hecho mucho daño. Además, Styles era especialmente agraciado, por lo que las candidatas tendrían que estar ciegas para no querer de él algo más que su dinero o su título.
Las fotografías que había visto de él no le hacían justicia. Con su
metro sesenta y cinco, Sam estaba acostumbrada a levantar la cabeza para mirar a los hombres a la cara, pero Harry medía uno ochenta y cinco como mínimo y tenía los hombros anchos y musculosos. Había visto fotografías suyas en una revista. Estaba en una playa de Tahití y,bajo el traje de neopreno, se insinuaba un físico espectacular. Al entrar en la cafetería, no se había dado ni cuenta de que todos los ojos se fijaban en él; se había limitado a examinar el local para localizarla. Con cualquier otro cliente, Sam se habría puesto de pie nada más verle atravesar la puerta, pero con Harry había necesitado un minuto para serenarse. Su mandíbula firme y sus ojos, de un asombroso color gris,habían penetrado en el temperamento normalmente calmado de Sam,hasta el punto de que el corazón le dio un vuelco.
El físico de su nuevo cliente supondría una distracción añadida. Lo mejor para todos sería que Harry y la mujer de su elección vivieran en países distintos. Cualquier mujer con sangre en las venas y que pasará un tiempo mínimo con él no podría evitar la tentación de meterse en su cama.
Sam sacó el móvil del bolso y llamó a su ayudante.
—Alliance, al habla Eliza.
—Eh, soy yo.
—¿Cómo ha ido? —Eliza no esperó ni un segundo para hacer la pregunta.
—Genial. ¿Has buscado los archivos y hecho las llamadas?
—Sí. Joanne es la única que no está disponible.
Sam visualizó a una morena de gran estatura.
—¿En serio? ¿Por qué?
—Al parecer, tiene novio.
Eso solía arruinar cualquier matrimonio con otro hombre. Sin
Joanne, aún le quedaban tres candidatas perfectas. A menos que
Harry tuviera un problema con las mujeres guapas, el miércoles ya
estaría casado. Y solo era lunes.
—Ella se lo pierde.
—¿Vas a venir?
—Tengo que hacer un recado y luego voy para allí.
—Trae algo para comer.
Eliza y Sam hacía tiempo que eran amigas, mucho antes de entablar una relación laboral.
—Teniendo en cuenta que soy tu jefa, ¿no deberías ser tú la que
se ocupara de traerme la comida a mí?
—No si la negrera de mi jefa apenas pasa por la oficina y no se
ocupa ni de las llamadas.
La oficina, menudo chiste. Sam utilizaba una habitación que le
sobraba en casa.
—Estaré ahí en media hora —respondió entre risas.
—Antes deberías llamar a Moonlight.
Sam se incorporó en el asiento del coche.
—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —La inquietud se apoderó de su
estómago, una sensación de pánico que le resultaba familiar.
—Nada urgente. Jordan no come como debería. Dicen que te
pases por allí para hablar con ella.
Samantha respiró tranquila y se obligó a relajar los hombros.
—Vale.
Sus planes para aquella tarde se verían ahora complicados por un viaje no planeado al centro en el que estaba ingresada su hermana pequeña. La última vez que Jordan había dejado de comer, cabó en el hospital con una infección que se le extendió por la sangre. Sam esperaba que su hermana estuviera deprimida y no enferma, por muy triste que le resultara que esas fueran las opciones más optimistas por las que Jordan podría haber dejado de comer.
Pero ¿de qué otra cosa podía tratarse? Una depresión había sido la causa por la que su hermana había intentado suicidarse, para acabar sufriendo un derrame cerebral en lugar de morirse.
—Llegaré tarde, pero si no te importa esperar, traeré algo para
comer.
—Avísame si te entretienes.
—Lo haré. Gracias.
Sam colgó el teléfono, arrancó el motor y partió hacia el Centro Asistencial Moonlight. El centro le costaba más de cien mil dólares al año y por eso Samantha necesitaba los ingresos que pudiera conseguir de un contrato con Harry Styles. Llevaba un mes de retraso con sus gastos personales y siempre enviaba los cheques a Moonlight una o dos semanas tarde. Lo último que quería era hundirse bajo el peso de las deudas y acabar ingresando a Jordan en un centro del Estado. En un sitio así seguro que la ignorarían y en menos de un mes acabaría con una infección y llena de llagas tras pasar demasiadas horas en la cama. No, Sam preferiría dormir en el coche antes de dejar que eso pasara.
Al pensar en el duque, supo que las cosas no acabarían tan mal. Harry se arriesgaba a perder trescientos millones de la herencia de su padre si no se casaba antes de fin de mes. Estaba dispuesto a pagarle una cantidad importante a la mujer que se prestara a compañarlo al altar y, en consecuencia, a pagarle a Alliance una suma de dinero suficiente para mantenerse a flote durante un tiempo. Sam solo tenía que colocar a las candidatas en fila y asegurarse de que ninguna de ellas apretara el botón del pánico.
Pan comido. O eso esperaba.
¡Hola chicas! Aquí les dejo el capitulo 5, Espero que les guste ¡Por favor Comenten!
¡Oh Por Cierto!, mañana saldré de viaje, así que no podre actualizar mañana, sino hasta el domingo. Así que espero que en un rato les pueda subir otro capitulo :)
besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Oh Dios Lo ame. Pobre la hermana de Sam, Jordan. Y no te preocupes, anda tranquila a tu viaje. Oh Síguela.
OriannaT'Amo
Re: El Contrato {Harry Styles}
Muchas gracias hermosa, ya regrese y en un momento subo nuevo capítulo. :)OriannaT'Amo escribió:Oh Dios Lo ame. Pobre la hermana de Sam, Jordan. Y no te preocupes, anda tranquila a tu viaje. Oh Síguela.
Besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Capitulo 6
Candidata número uno, Candice... Sin apellido. Según el informe, era estudiante de derecho de segundo año y tenía las típicas deudas de estudios. Le encantaba el arte y dedicaba su tiempo libre a correr maratones. Blake volvió a mirar la fotografía. El parecido con Jacqueline era desconcertante. Samantha había pensado en todo, hasta el punto que había incluido las medidas y el peso de la chica al final de la página. Debajo de la fotografía, Sam había escrito una nota explicando que las agencias de citas solían utilizar imágenes antiguas del instituto retocadas con Photoshop, pero que Alliance actualizaba las suyas cada seis meses.
Candidata número dos, Rita... De nuevo, sin apellido. Ayudante en la consulta de un médico y preparándose para entrar en medicina. Le encantaba la navegación y pasar temporadas en lugares exóticos. Había viajado por muchos países, pero los papeles de Sam no hablaban de cómo se lo había costeado.
Candidata número tres, Karen... Harry no se molestó en buscar el apellido. Sabía que no aparecería por ninguna parte. Karen podría haberse dedicado al mundo de la moda. Sus ojos, de un azul increíble, y su hermoso cabello de un rubio blanco como la nieve eran suficientes para dejar sin respiración a cualquier hombre. Karen no iba a la universidad y tampoco tenía préstamos de estudios pendientes. Dirigía una especie de hogar para ancianos y hacía de mentora para chavales en un club para niños y niñas.
Las tres eran perfectas. Entonces, ¿por qué tenía la sensación de que ninguna de ellas encajaba?
Se inclinó hacia delante y cogió el teléfono.
—¿Y bien, Mitch? —preguntó cuando su ayudante respondió al otro lado del teléfono.
—Todavía tengo un par de llamadas sin respuesta, pero he encontrado algunos datos interesantes acerca de la señorita Elliot.
—Genial, tráeme lo que tengas.
Harry se acercó al ventanal de su despacho, que ocupaba toda una pared desde el suelo hasta el techo, y miró hacia abajo, a la ciudad que se extendía a sus pies. Llevar su negocio de transporte marítimo desde cuatro puntos distintos del mundo le daba ventaja sobre sus competidores. Había levantado la empresa desde la nada a pesar de la oposición de su padre. Harry quería demostrarle que no necesitaba su dinero, ni su título, y esa misma determinación le servía de combustible para seguir adelante. Sin embargo, el apellido Styles le había abierto muchas puertas a lo largo de los años, y menospreciar el grueso de su herencia no era algo que estuviese dispuesto a hacer, especialmente ahora que el viejo llevaba tiempo muerto.
Mitch llamó a la puerta del despacho antes de entrar. Harry se dio la vuelta y señaló con la cabeza hacia la mesa de café que ocupaba una esquina de la estancia, donde podría ver los documentos que Mitch llevaba en la mano.
—Pongámonos ahí.
Mitch se sentó y rápidamente repartió los papeles sobre la mesa para que Harry los revisara.
—Samantha Elliot, veintisiete años, nacida en Connecticut, hija de Harris y Martha Elliot.
Blake tomó asiento.
—¿Por qué me suenan esos nombres?
—Deberían sonarte. Harris era un pez gordo de los medios hace ya bastantes años. Fue acusado de evasión de impuestos y malversación de fondos. Él y su familia vivían en una mansión de veinte millones de dólares y tenían propiedades en Francia y Hawai. El sueño americano, vamos.
Harry lo recordaba. El gran hombre de negocios neoyorquino había canalizado todos sus fondos a través de una estafa piramidal. Firmaba pólizas de seguros para casas, terrenos, negocios y propiedades varias con víctimas que no sospechaban nada y a las que no tenía intención de pagar un solo dólar. Si la memoria no le fallaba, los federales no consiguieron pillarlo por corrupción pero se las arreglaron para meterlo en la cárcel por evasión de impuestos. Sus cuentas y todas sus propiedades fueron embargadas y su familia al completo se desmoronó.
—Martha, la esposa, no pudo soportar semejante declive en su estatus. Se tomó una caja de pastillas con ginebra y nunca volvió a despertar.
Mitch relataba los detalles de la vida familiar de Samantha Elliot como si se tratara de un culebrón.
—Según la prensa, la hermana de Samantha, Jordan, intentó seguir el ejemplo de su madre sin éxito y acabó sufriendo daños cerebrales. Estoy esperando que me pasen los detalles de dónde está la chica ahora. Samantha sobrevivió a la debacle, pero acabó recogiendo los trozos que quedaron de la familia. Dejó la universidad, donde estudiaba empresariales. Seguramente consiguió esconder una pequeña cantidad de dinero de la que el Gobierno no sabía nada para pagarle un centro a su hermana. —Mitch tomó aire y entregó una lista de nombres a Harry.
—¿Qué es esto?
—Es gente con la que la señorita Elliot se relaciona. Crecer rodeada de gente rica y bien relacionada le proporcionó algunas amistades que han perdurado en el tiempo. Los adultos cortaron cualquier lazo que los uniera a los Elliot, pero los amigos de Samantha no. Esta lista incluye a la hija de un senador y a dos abogados en rápida ascensión. Todavía no estoy seguro de cómo averiguó cosas de tu pasado, pero tengo una llamada pendiente.
Harry pasó las páginas y encontró una fotografía de la familia Elliot cuando aún eran felices. Iban a bordo de un yate. Martha estaba delgada como un lápiz y sus hijas, ambas en bañador, posaban detrás de ella. Samantha llevaba el pelo recogido en una coleta, pero aun así el viento lo había empujado hacia su cara en el momento en que se había tomado la fotografía. Jordan, mucho más joven que Sam, tenía el cabello oscuro de su madre y un cuerpo minúsculo. Harris, con al menos veinte kilos de sobrepeso, tenía una mano apoyada en el hombro de su mujer y sonreía a la cámara.
Las fotografías eran engañosas. Recordó la imagen de un retrato familiar muy parecido al de Samantha. El padre de Harry posaba de pie detrás de su mujer, con una mano sobre su hombro. Los nudillos de la madre se aferraban, blancos de la tensión, al brazo de la silla en la que descansaba. Aún recordaba el día en que se había tomado la instantánea. Harry había discutido con su padre porque quería hacer unas prácticas de verano que le ayudaran a mejorar sus posibilidades de entrar en una buena universidad. Edmund se negaba a que Harry trabajará para nadie, y menos sin cobrar. Su padre creía que los estudios solo eran necesarios para fanfarronear con los amigos. El trabajo, sin embargo, era una palabra de siete letras con la que ningún
Styles tendría jamás relación alguna mientras él tuviera algo que decir al respecto.
—Y yo que creía que mi familia era disfuncional —susurró Harry.
—Creo que la señorita Elliot se lleva el premio.
Harry sabía que aquel era un premio que no merecía la pena ganar.
—¿Dónde vive Samantha?
—Vive de alquiler en una casa en Tarzana.
—¿Algún compañero de piso?
—Es difícil saberlo.
—¿Novio? —preguntó, sin saber muy bien por qué.
Mitch le clavó la mirada.
—No lo he comprobado, pero lo haré. —Justo en ese preciso instante, el teléfono de Mitch sonó dentro del bolsillo de sus pantalones. Lo sacó y comprobó el número—. Es sobre la hermana — explicó antes de atender la llamada.
Mitch habló mientras Harry estudiaba los nombres que aparecían en el papel que sujetaba entre las manos. Samantha tenía muchos amigos. Se preguntó si alguno de ellos la ayudaba económicamente.
Mitch silbó, con el teléfono todavía en la oreja, y llamó la atención de Harry.
—De acuerdo, gracias —se despidió antes de finalizar la llamada.
—¿De qué se trata?
—Está claro que la señorita Elliot realmente necesita tenerte como cliente.
—¿Sí? ¿Por qué?
—Su hermana está ingresada en el Moonlight Villas. Bonito nombre para un centro asistencial para adultos que cuesta ni más ni menos que seis cifras al año.
Harry se quedó pálido.
—¿Y nadie ayuda a la señorita Elliot con los pagos?
Mitch sacudió la cabeza.
—No que yo sepa. Puede que sus amigos la aconsejen, pero la única fuente de ingresos constantes es la empresa.
Una empresa a la que Harry ya había investigado y de la que conocía hasta el último detalle.
—Interesante.
—¿Y cómo es ella? —Era la primera pregunta personal que le hacía Mitch.
Harry visualizó su piel de alabastro y la firme línea de su mandíbula. Y esa voz. Dios, solo recordarla fue suficiente para querer volver a hablar con ella.
—Es una mujer de negocios —le dijo Harry a su ayudante—. Te gustaría.
¡Hola chicas! Aquí esta el capitulo seis. ¡Disfrutenlo!
Por favor, comenten.
besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Hey!! New reader here!!
Espero que me reconozcas de Más que Socios ;)
Me leí todos los caps rápidisimo!! y x cierto... ¡¡ME ENCANTARON!!
Es muy gracioso cuando Hazza no sabe que Sam es una chica ?)
hahahhahah
Bueno! Espero que sigas pronto y que si necesitas chicas me avises :)
Besiiitos xxoxo
Anna Tomlinson
Re: El Contrato {Harry Styles}
Wooooow lo ame. Como carrizo hace Mitch para investigarle la vida a Sam? Síguela nena.
OriannaT'Amo
Re: El Contrato {Harry Styles}
Anna Tomlinson escribió:
Hey!! New reader here!!
Espero que me reconozcas de Más que Socios ;)
Me leí todos los caps rápidisimo!! y x cierto... ¡¡ME ENCANTARON!!
Es muy gracioso cuando Hazza no sabe que Sam es una chica ?)
hahahhahah
Bueno! Espero que sigas pronto y que si necesitas chicas me avises :)
Besiiitos xxoxo
¡Hola! claro que te reconozco :3
gracias, jaja y si Hazza no sabia, fue muy gracioso xD
bueno, ahora no necesito chicas, pero ahora la sigo linda ;)
besitos xx
OriannaT'Amo escribió:Wooooow lo ame. Como carrizo hace Mitch para investigarle la vida a Sam? Síguela nena.
Jaja la verdad no lo se... aunque es una buena pregunta x3
Ahora subo capitulo hermosa ;3
besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
Capitulo 7
Tener el control era parte de su trabajo, de modo que cuando Harry Styles insistió en cenar con ella para hablar de las candidatas a convertirse en su futura esposa, Samantha imaginó diferentes escenarios.
Quizá Harry había reconocido a alguna de las mujeres o relacionado un apellido con una cara. Samantha siempre obviaba los apellidos para que sus clientes tuvieran que valorar los méritos de cada mujer teniendo en cuenta sus atributos, no los de sus familias.
Ella misma tenía que sufrir que la gente la juzgara por las acciones de sus padres. Tras la caída de su familia, Samantha había llegado a considerar la opción de cambiar de nombre e incluso de color de pelo.
Al final decidió mudarse a la costa Oeste y evitar a la prensa. Y funcionó, porque los tabloides pronto dejaron de prestarle atención. En cuanto apareció un nuevo escándalo, la gente se olvidó del suyo. Al vivir cerca de Hollywood, se aseguraba de que los focos iluminaran siempre a otra persona. Además, su cara no había aparecido en prensa desde el funeral de su madre.
Si Samantha hubiera sido una belleza o una yonqui de los medios, los periódicos la habrían seguido sin dudarlo, pero un buen día empezó a vestirse como la fea del baile, y evitar a los periodistas fue coser y cantar.
¿De qué querría hablar Styles? Quizá ya se había puesto en contacto con su abogado y necesitaba los detalles que no constaban en la documentación que le había entregado. Cuando fundó la empresa, Samantha había tenido en cuenta hasta el último detalle para que no quedara ningún cabo suelto. Siempre pagaba sus impuestos («Gracias, papá») y guardaba los contactos a buen recaudo. Nada de lo que hacía, en lo referente a comprobaciones o detectives privados, era ilegal. Cuando necesitaba información, solía recurrir al género femenino. No es que creyera que las mujeres no cometían ilegalidades, no era tan tonta. El problema venía de su falta de confianza hacia los hombres. En su vida eran pocos los que no la habían traicionado de una forma u otra. En realidad, si se paraba a pensar en ello, no se le ocurría ninguno.
El sol todavía no se había puesto cuando entró con su coche en el aparcamiento del restaurante más caro de Malibú, en primera línea de mar. No pudo evitar al aparcacoches, así que dejó el motor de su sedán de fabricación americana en marcha y se bajó. Le dio las gracias al chico y vio como este se sentaba tras el volante y aparcaba apenas a unos metros de ella. Su GMC parecía fuera de lugar rodeado de tantos Lexus, Mercedes y Cadillac.
Samantha entró en el restaurante y dejó que el delicioso olor del ajo y las hierbas le embargara los sentidos. Había pasado un año desde la última vez que cenó en un restaurante de cinco tenedores, con una de sus clientas felizmente casadas. Hacía tiempo que Sam había renunciado a los restaurantes caros y al estilo de vida opulento del pasado, pero a veces lo echaba de menos. Entre sus objetivos a corto plazo estaba el de dejar de comer comida para llevar o preparados para microondas.
Cuando se disponía a entrar en el salón y buscar a la maître del restaurante, un hombre la abordó por la espalda.
—¿Señorita Elliot?
No llevaba el uniforme del personal. Quizá era el gerente.
—¿Sí?
—El señor Styles la espera.
«Seguro que es el gerente.» Samantha le siguió a través del restaurante hasta un reservado con vistas sobre el Pacífico. Harry
Styles, que la había visto acercarse, se levantó para recibirla.
Al igual que en su anterior encuentro, Samantha vio los rasgos cincelados del rostro de Harry y la forma en que el traje de firma que llevaba se amoldaba a su cuerpo y no pudo evitar sentir un estremecimiento recorriéndole la piel. Aquel hombre dominaba el espacio con su sola presencia.
Él, por su parte, recorrió el cuerpo de Sam con la mirada y una pequeña sonrisa afloró en la comisura de sus labios. Samantha había escogido un vestido sencillo, no demasiado informal pero tampoco apropiado para acudir a la gala de los Oscars. Y a juzgar por la expresión en el rostro de Harry, no le había defraudado. No es que ella se vistiera para recibir su aprobación, pero tampoco quería parecer fuera de lugar sentada a su lado. Lo miró a los ojos y sintió que una descarga le recorría la espalda.
—Llega tarde —dijo él con voz burlona.
Sam se quedó con la boca abierta como un pez, a punto de responder, pero decidió no hacerlo.
—Touché.
Harry sonrió.
—Me he tomado la libertad de pedir una botella de vino. Espero que no le importe.
Aguardó hasta que ella estuvo cómodamente instalada en su lado de la mesa para coger la botella de vino de la cubitera.
Samantha lo observó mientras él servía el pálido líquido en una copa de cristal, concentrando todos sus esfuerzos para que su mirada no resultara demasiado intensa.
—¿Celebramos algo?
—Quizá —respondió él mientras dirigía la botella hacia su copa.
Quería acelerar la conversación, preguntarle qué candidata era la elegida. Claro que todavía no las conocía, así que no creía que ya se hubiera decantado por una.
Harry levantó su copa en alto y esperó a que ella se le uniera en un brindis.
—Por una relación de negocios exitosa.
Un escalofrío de incertidumbre recorrió la mano con la que Samantha se disponía a coger su copa. Había algo raro en la forma en que Harry había pronunciado la palabra «relación». Tras chocar la copa contra la de él y tomar un sorbo de vino, descansó las manos sobre el regazo para ocultar el leve temblor que la delataba.
—Espero que el trayecto en coche no le haya causado problemas.
Vale, no irían directos a hablar de negocios como a ella le habría gustado. En lugar de presionarlo, prefirió dejar que la conversación siguiera su curso.
—La autopista del Pacífico siempre es un problema a última hora de la tarde.
—Gracias por acceder a reunirse conmigo.
—Me sorprende que haya elegido este sitio. Para una cena de negocios sería más apropiado un local menos formal. —Menos romántico, le habría gustado añadir.
Harry se relajó en su asiento. Sam, por su parte, apenas podía concentrarse en la razón por la que estaba sentada frente a él. Los rasgos de su cara eran perfectos, casi pecaminosos. Resultaba muy fácil perderse en la belleza de aquellos ojos esmeralda y caer en la trampa de su cálida sonrisa.
—Va contra mis normas invitar a una mujer hermosa a un bar a tomar un cóctel.
Vaya por Dios, hora de poner los pies en el suelo. Samantha sabía que no era guapa, atractiva como mucho, y que el tipo de belleza que atraía a aquel hombre estaba totalmente fuera de su alcance.
—Es usted encantador, señor Styles, pero pierde el tiempo conmigo. Supongo que ha tenido oportunidad de revisar los documentos que le he enviado por fax.
Harry entornó los ojos, pero no dijo nada. Samantha tragó saliva y juntó las manos sobre el regazo. En lugar de evitar su mirada, se la devolvió, aunque prefirió mantener los labios sellados.
Tuvo que ser el camarero quien rompiera la tensión. El chico, de unos veinte años, enumeró los platos especiales del chef mientras
Samantha escogía de la carta. Harry Styles era su cliente y la tradición mandaba que fuera ella quien se ocupara de la cuenta, aunque el restaurante se escapara del presupuesto. Al final, escogió el pez espada acompañado de una pequeña ensalada e hizo todo lo posible por ignorar los precios del menú. Lo cargaría a su tarjeta de crédito con la esperanza de poder cobrar el cheque del señor Styles antes de que le pasaran el cargo.
—Dígame, Samantha, ¿por qué cree que malgasto mis encantos con usted? —le preguntó Harry cuando se quedaron a solas.
Pronunció su nombre como la caricia suave y delicada de un amante. A Sam le pareció captar un leve dejo inglés, un acento que en realidad debería ser mucho más marcado en alguien con un título nobiliario como el suyo.
—Estamos aquí para hablar de su futura boda con una de las tres mujeres que están a mi servicio —le recordó ella—. No sé de qué le sirve a usted emplear sus encantos conmigo.
—¿Todo tiene que tener alguna utilidad?
—En los negocios, sí. —Al menos así funcionaba en su mundo.
—¿Y en su vida personal?
Harry se inclinó hacia delante y se le abrió la chaqueta. Fue entonces cuando Sam se dio cuenta de que no llevaba corbata. Los dos primeros botones de la camisa estaban desabrochados y dejaban al descubierto unos centímetros de piel bronceada en la que Sam no había reparado hasta ese momento.
—No estamos aquí para hablar de mi vida privada.
—Yo no estaría tan seguro de eso. El resumen que ha hecho esta mañana de mi vida me ha llevado a hacer algunas averiguaciones por mi cuenta.
Samantha se preparó para afrontar el juicio de Styles. Nunca intentaba ocultar su pasado, pero sabía que se arriesgaba a perder un cliente por culpa de los errores de su padre.
—No es necesario cavar muy hondo para desenterrar mi pasado, señor Styles.
—Creí que habíamos decidido que podía llamarme Harry y, ya que estamos, ¿te parece que nos tuteemos?
Nombres propios, tuteos y conversaciones sobre relaciones. Aquello no iba nada bien. Samantha tomó un buen trago de vino, deseando que fuera algo más fuerte.
—Mi padre es un hombre horrible. Mi madre era una cobarde. Ninguno de los dos me representa a mí ni a mi modo de hacer negocios, Harry.
—No he dicho lo contrario.
El tono de su propia voz a la defensiva y la mirada de compasión en los ojos de Harry le sentaron como un tiro.
—Ignoras los apellidos de las mujeres a propósito. ¿Por qué?
Perfecto, otra vez de vuelta a los negocios.
—No soy la única cuyos padres han afectado negativamente en la opinión que la gente tiene de mí. Soy consciente de que la familia puede suponer un problema en cualquier relación, aunque se trate de una relación de negocios. Empezar solo con la información de ellas y no de su entorno ayuda a mantener la puerta abierta a todas las posibilidades.
—¿Son todas niñas ricas que viven del dinero de papá o son hijas de estafadores convictos?
—Nada más lejos de la realidad. Las tres han cortado los lazos familiares, al menos en el aspecto económico, y por eso buscan seguridad en lugar de amor.
Harry acarició el borde de su copa. Sam siguió sus movimientos con la mirada y por un instante se preguntó cómo sería sentir sus manos sobre la piel, acariciándole los brazos, recorriéndole los muslos. Notó que un calor intenso le subía por el cuello y tuvo que apartar la mirada.
—Si insistes, puedo darte sus apellidos. Si va a influir en tu decisión, es mejor que lo sepas.
—No es necesario. Ya he escogido a la mujer que quiero.
Samantha lo miró fijamente. De pronto apareció el camarero con las ensaladas y no tuvo más remedio que morderse la lengua y esperar a que terminara de sazonar los primeros con pimienta negra recién molida y rellenara las copas de vino. El suspense la estaba matando. ¿A quién habría escogido y por qué? ¿Cómo podía decidir con quién quería casarse sin ni siquiera haberlas conocido? Era demasiado arriesgado, incluso para un millonario como el que tenía delante. O quizá no. En realidad, ¿qué sabía ella de Harry Styles?
Que le gustaban las mujeres delgadas, con mucho pecho y las piernas largas. No había encontrado ni una sola foto de él sin una modelo de esas características colgando del brazo. De ahí que Samantha hubiese escogido a las tres mujeres más guapas de su pequeña agenda negra —que en realidad era una libreta—. Aun así, ¿cómo había podido escoger basándose únicamente en unas fotografías?
¡Hola Hermosas! Aquí esta el capitulo 7, espero que les guste :)
¡Por favor comenten! :3
Besos xx
amairani :3
Re: El Contrato {Harry Styles}
¡¡¡Tiiienes que seguiiirla!!! Está muuy chula!!*
Muchos besiiitos y cuelga pronto ;)
xxoxo
Muchos besiiitos y cuelga pronto ;)
xxoxo
Anna Tomlinson
Re: El Contrato {Harry Styles}
Anna Tomlinson escribió:¡¡¡Tiiienes que seguiiirla!!! Está muuy chula!!*
Muchos besiiitos y cuelga pronto ;)
xxoxo
Ahora la sigo hermosa (;
besos xx
amairani :3
Capitulo 8
Capitulo 8
—¿No quieres conocerlas antes?
De pronto, la idea de que fuera capaz de escoger esposa a partir de una imagen le pareció demasiado superficial, incluso para sus estándares. ¿Una cara bonita era suficiente para decantar las intenciones de un hombre? La respuesta era sí. Sam sabía que Harry Styles podía ser tan superficial como el que más, sin embargo, no podía evitar sentirse decepcionada al comprobarlo en primera persona.
—¿A las chicas de las fotografías?
Sam asintió, confundida.
—Por supuesto, ¿a quién si no?
—No. —Harry cogió el tenedor y se lo llevó a la boca.
¿No? Mierda. Había decidido casarse con otra. De pronto, los pequeños símbolos de dólar que llevaba grabados en la retina desde el mismo día en que había oído hablar del duque por primera vez empezaron a desvanecerse lentamente
—¿Has encontrado a otra dispuesta a casarse contigo?
—No ha dicho que sí, al menos no de momento. —Harry comió otro bocado, siempre controlando la situación y sin darle mayor importancia.
Si él no pensaba utilizar sus servicios, ¿qué demonios hacía ella allí?
—Entonces, ¿Alliance es una especie de plan B? —Quizá todavía no tenía intención de deshacerse de ella. Los hombres como Harry Styles no hacían nada sin un motivo.
—No exactamente.
Samantha dejó el tenedor sobre la mesa y lo miró fijamente.
—Lo siento, señor Styles, pero hay algo que no entiendo. Esta misma mañana buscaba a una mujer dispuesta a firmar un acuerdo con el que satisfacer sus necesidades. ¿Ha cambiado algo en las últimas horas? ¿O es que no está satisfecho con las mujeres que le he presentado?
Harry dejó de fingir interés en la comida y puso las manos sobre la mesa a ambos lados del plato.
—Tutéame, por favor. Las mujeres que has escogido son perfectas. Demasiado. Como sabes, no tengo demasiado tiempo para escoger esposa, por lo que conocer a cada una de esas adorables mujeres y tomar una decisión al respecto es un lujo que no puedo permitirme. —Metió la mano debajo de la mesa y sacó un maletín que Sam no había visto. Cogió una carpeta de su interior y la deslizó hacia ella por encima de la mesa.
—¿Qué es esto?
—El contrato que mi abogado y yo hemos redactado esta misma tarde.
Sam se moría de ganas de abrir la carpeta, pero en lugar de hacerlo la cubrió con una mano.
—¿Qué contrato?
Los ojos esmeralda de Harry no se apartaban de los suyos.
—Te estoy ofreciendo un acuerdo de matrimonio.
El corazón de Sam se desplomó en el interior de su pecho con un golpe seco.
—Yo no estoy en el menú, señor Styles.
Empujó la carpeta hacia Harry, pero él cubrió su mano y la sujetó firmemente. El contacto desató la misma descarga de la primera vez, una corriente que se propagaba por su cuerpo hasta la punta de los pies y subía otra vez. Se le aceleró el corazón y sintió que el vello se le ponía de punta. Todo su cuerpo se estremecía y lo único que estaba en contacto entre los dos eran sus manos.
—Todo el mundo tiene un precio, Samantha.
—Yo no. —Intentó retirar la mano, pero él le apretó los dedos para evitarlo.
—Voy a crear un fondo fiduciario para ocuparme de Jordan de por vida. Aunque te pasara algo a ti, Jordan recibiría todos los cuidados necesarios.
Sam abrió la boca y volvió a poner cara de pez, y es que una explosión no podría haberla sorprendido más. Harry venía con los deberes hechos, sabía lo de su hermana y las necesidades especiales de esta.
—Mi hermana solo tiene veintiún años y podría vivir hasta los cien. —Según los médicos, eso era poco probable, aunque tampoco existían indicios de que fuera a morir joven.
—Y sus cuidados te cuestan ciento seis mil dólares al año. El gasto no hará más que subir. —Su mano se relajó, pero Sam no retiró la suya.
—¿Estás dispuesto a pagarme más de ocho millones de dólares a cambio de que sea tu esposa durante un año?
—Más el veinte por ciento. Esos son tus honorarios, ¿no?
Samantha asintió lentamente y luego sacudió la cabeza.
—¿Por qué yo?
—¿Por qué no? —El pulgar de Harry empezó a moverse por su mano, pero ella seguía demasiado impresionada como para moverse.
—No soy tu tipo.
—¿Mi tipo?
—Alta, rubia, espectacular.
Harry soltó una carcajada que devolvió a Sam a la realidad. Aquello no era más que un trato, un acuerdo comercial, nada más ni nada menos. Harry le había dado la vuelta a su mano y ahora le estaba acariciando la parte interna de la muñeca, describiendo círculos lentamente. Bueno, quizá un contrato matrimonial era algo más que un acuerdo de negocios.
Sam apartó la mano.
—¿En qué consistiría para ti este matrimonio?
—Tu vida no cambiaría en nada —respondió Harry, mientras se llevaba la copa de vino a los labios—. Una escapada rápida al juzgado, quizá a Las Vegas. Tendríamos que hacer algunas apariciones durante los primeros meses para satisfacer a los abogados que mi padre contrató antes de su muerte y también a mi primo, que sería el principal beneficiado si todo esto no funcionara. Yo paso la mitad de mi tiempo en Europa y la otra mitad aquí, en Malibú, así que no nos estorbaríamos el uno al otro.
—¿Y por qué no buscar esposa en Europa?
—Para minimizar la atención de la prensa de allí. En Estados Unidos no hay revistas del corazón dedicadas a reyes y reinas, duques y duquesas. Aquí la novedad de mi matrimonio se olvidaría pronto.
Según las condiciones del testamento de su padre, Harry tenía que estar casado y asentado antes de cumplir los treinta y seis años si quería heredar la fortuna familiar, además de conservar el título. Tras un largo debate, los abogados habían decidido que, cuando se cumpliera el primer año de matrimonio, el Estado renunciaría a la herencia y levantaría cualquier otra restricción legal que existiera. Al menos eso era lo que los contactos de Samantha en Londres le habían contado.
—¿Qué tipo de apariciones?
—Una pequeña recepción y unas cuantas apariciones en actos públicos. Tendrías que viajar a Londres conmigo para firmar con los abogados los papeles referentes a mi título. A nuestros títulos, vamos.
Sam tragó saliva. Por un momento había olvidado que el hombre que tenía delante era duque.
—No tengo ni idea de cuáles son las atribuciones de una duquesa.
Harry cogió el tenedor y se dispuso a comer.
—Serías la primera, así que yo tampoco estoy muy seguro.
Samantha no pudo evitar que se le escapara la risa.
—Esto es una locura.
—Me sorprende que pienses eso. Para mí, el acuerdo tiene todo el sentido del mundo.
El camarero volvió con los segundos y se marchó rápidamente.
Samantha recordó el consejo que le había dado a Harry ese mismo día: «Depende de su capacidad para controlar sus instintos más básicos, señor Styles». Quizá la había escogido porque con ella le resultaría más fácil permanecer lejos de su cama. Eso sí tenía sentido. Quizá había visto las fotografías de las candidatas y se había dado cuenta de que, tarde o temprano, acabaría acostándose con ellas.
—¿Qué ocurre? —preguntó Harry.
Tenía que mejorar su cara de póquer cuanto antes.
—Nada. Es que... son muchas cosas de golpe. No me lo esperaba.
—Pero lo estás considerando.
—Sería estúpida si no lo hiciera.
—A mí no me pareces estúpida —le dijo él, mientras se llevaba un trozo de carne a la boca.
No, Samantha Elliot no era estúpida.
—Mañana le echaré un vistazo al contrato.
—Excelente.
¡Hola! Aquí esta el otro capitulo, espero que les guste hermosas (;
¡por favor comenten!
besos xx
amairani :3
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