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El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Empty Re: El Contrato {Harry Styles}

Mensaje por amairani :3 Mar 06 Ago 2013, 9:01 pm

Capítulo 16
El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Tumblr_mqizalDCIP1rqv2jbo1_r1_500
Había cámaras en la sala de estar, en la cocina y en los dos dormitorios. Ya sabían lo de la línea telefónica. Según los hombres de Harry, el coche estaba limpio.
  Pero, ¡maldita sea!, alguien la había estado espiando mientras se vestía o mientras dormía. Samantha le contó a Harry la conversación que había tenido con Eliza, las únicas palabras que habían salido de su boca que podrían esconder una pista sobre la falsedad de su matrimonio. Seguramente los tipos que se hacían pasar por técnicos de telefonía habían sido los responsables de instalar las cámaras. O quizá alguien se había colado mientras ella salía a correr.

  Después de eso, todas las conversaciones habían sido por teléfono y normalmente fuera de casa. Tampoco es que importara mucho. Solo habían hablado de la recepción y de la gente que conocería allí. Lo cierto es que hablaban como lo haría una pareja de ancianos, lo cual era sorprendente teniendo en cuenta que apenas se conocían.

  Harry condujo su coche mientras Sam, sentada a su lado, le indicaba el camino hacia su casa.

  A medida que se iban acercando, la realidad de lo que estaban haciendo se extendió por todo el cuerpo de Samantha.

  —No paras de mover las manos —le dijo Harry—. ¿Hay algo que no te parezca bien?

  —¿Sinceramente? —preguntó ella, a pesar de que conocía la respuesta.

  —Siempre.

  —Besarte.

  Él la miró un instante a través de los cristales de las gafas y rápidamente fijó los ojos de nuevo en la carretera.

  —¿No te parece bien besarme?

  —No —respondió Samantha sin pensar—. Es decir, sí.

  A Harry se le escapó la risa.

  —¿En qué quedamos?

  —Ejem. ¿Y si me quedo atascada? ¿Y si no parezco convincente? — Y si metía la pata y le daba a la cámara exactamente lo que aquella gente buscaba y Harry perdía la herencia? 

  Harry levantó una mano del volante y cubrió con ella las de Samantha, que estaban heladas.

  —¿Samantha?

  —Sí.

  —Relájate. Deja que me ocupe de todo.

  Ella sacudió la cabeza.

  —No estoy acostumbrada a que los hombres tomen el mando de mi vida.

  —Lo sé. Pero puedes confiar en mí.

  Y Samantha quería hacerlo, pero cuando se detuvieron frente a su casa le temblaban las manos. Harry sacó la llave del contacto y se volvió hacia ella.

  —Entremos y empecemos a recoger tus cosas.

  —¿Vas a besarme en cuanto entremos? —Dios, tenía que saberlo para estar preparada.

  Harry se inclinó hacia ella y se quitó las gafas de sol.

  —Ven aquí —le susurró, sin apartar la mirada de sus labios.

  Ella se acercó, creyendo que querría susurrarle algo importante. En vez de eso, Harry se inclinó hacia su asiento y posó suavemente sus labios en los de ella. El calor fue instantáneo, una corriente que se extendió por su cuerpo hasta los dedos de los pies. Cerró los ojos y se dejó llevar hasta que de repente él se retiró.
  —Besarnos será la parte más sencilla —le dijo Harry a escasos centímetros de sus labios—. Separarnos será lo difícil.

  Harry deslizó el pulgar por el labio inferior de ella antes de darse la vuelta y abrir la puerta.

  Samantha bajó del coche. Le temblaban las piernas y tuvo que apoyarse en el brazo de Harry para mantenerse erguida. Él observó el edificio durante unos segundos con una profunda mirada de desaprobación.

  —El barrio no parece seguro. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?

  —Dos años —respondió ella mientras introducía la llave en la cerradura y abría la puerta.

  Entraron en el recibidor y Samantha dejó el bolso sobre la mesa.

  —Tengo algunas cajas en una caseta, en la parte de atrás.

  —Yo traeré las del coche.

  Mientras se alejaban en direcciones opuestas, Samantha no pudo evitar que sus ojos se detuvieran durante un segundo en la cámara que sabía que se escondía entre los libros de una estantería.

Pasó frente a ella, se dirigió hacia la caseta por la puerta trasera de la cocina y regresó con un puñado de cajas polvorientas de distintos tamaños. Las dejó sobre la mesita de la sala de estar y miró a su alrededor.

  Harry volvió del coche con media docena de cajas más sin montar y un rollo de cinta de embalar.

  —¿Por qué no usamos esas que están limpias para la ropa? — sugirió Samantha.

  —Me parece bien —respondió él, mirando hacia lo alto de la escalera.

  Samantha se dirigió al dormitorio e indicó a Harry que dejara las cajas sobre la cama para luego montarlas una a una. Con un poco de cinta de embalar, pronto estuvieron listas para ser utilizadas.

  —¿Por dónde quieres que empiece? —preguntó Harry.

  —Por el armario.

  Tras unos primeros minutos guardando cosas en las cajas, Samantha se olvidó de las cámaras y se puso manos a la obra con la ropa de la cómoda. Buscó una goma de pelo sencilla y se recogió la melena para que no le molestara.

  —¿Debería preocuparme por todos estos zapatos que hay aquí? —preguntó Harry desde el armario.

  —Fuiste tú el que me animó a ir de compras —respondió Samantha entre risas.

  —Parece que no tendré más remedio que contratar a alguien para que te construya un vestidor para ti sola —se quejó Harry, aunque en su voz se escondía una sonrisa.

  —A las mujeres nos encanta la ropa.

  —Y parece que los zapatos también. Dios, no creía que se pudieran necesitar tantos.

  Samantha guardó las braguitas que tenía en la mano en una caja y cogió más del cajón.

  —Soy bajita, por si no te has dado cuenta. Necesito tacones para ver cómo vivís el resto de la humanidad.

  Esta vez la voz de Harry sonó más cerca.

  —No eres bajita —le dijo.

  Samantha se dio la vuelta y vio que Harry tenía unos tacones de diez centímetros en la mano.

  —Pues verticalmente impedida, si te gusta más. —Se puso en pie para demostrarlo—. ¿Lo ves? —De pie junto a él, su cabeza apenas le rozaba la barbilla—. ¡Bajita! 

  Los ojos de Harry parecían atraerla hacia su cuerpo.

  —No cambiaría absolutamente nada en ti.

  Levantó una mano, le quitó la goma del pelo y le acarició las puntas. De pronto, fue como si Samantha se olvidara de respirar.

Cuanto más se acercaba él a su espacio personal, menos aire entraba en sus pulmones. Harry se inclinó sobre ella; Samantha inclinó la cabeza y permitió que su boca se moviera sobre la suya. Él dejó caer una mano y le rodeó la cintura, sujetándola con fuerza contra su cuerpo.

  Cuando Harry ladeó la cabeza para besarla con más fuerza, los pechos de ella se aplastaron contra su torso firme. Sus lenguas se encontraron y de pronto Samantha recordó que las cámaras lo estaban grabando todo. Se puso tensa al instante, pero Harry se negó a soltarla. Entonces deslizó una mano por la espalda de Samantha y cubrió con ella una de sus nalgas.

  El cuerpo de Sam se cargó de energía. La lengua de Harry inició una lenta danza con la de ella. El olor a pino que desprendía y la calidez de su aliento la distraían de todo lo que la rodeaba, excepto de la sensación de saberse entre sus brazos, del tacto de sus manos.

  Un líquido espeso empezó a acumularse en su vientre, mientras el deseo se encaramaba desbocado por su espalda. Hacía tanto tiempo que nadie la besaba que ya no recordaba lo increíble que era.

¿Y alguna vez lo había sido tanto? Seguramente no.

  Harry gimió, o quizá fue ella, cuando los labios de él se apartaron de los suyos y recorrieron la línea de su mandíbula, la curva del cuello. Quizá solo estaba actuando para la cámara, pero estaba claro que su cuerpo no conocía las normas. El calor que desprendía la erección entre sus piernas le acariciaba el vientre, avivando el deseo que ya sentía.

  —Te he echado de menos —le susurró Harry, con la cara hundida en el pelo de Samantha.

  Ella pasó los brazos alrededor de sus hombros y se agarró con fuerza a su camisa.

  —Yo también te he echado de menos.

  Sus ojos se encontraron y la chispa de picardía que vio en ellos le arrancó una sonrisa. Cuando su mano encontró la piel desnuda de la espalda de Harry, la mirada de él se oscureció. La besó de nuevo, esta vez con más desesperación. Samantha sintió que una mano le cubría el pecho por encima de la tela de la camisa. Quería sentirlo más cerca, quería que probara la dulzura de su piel donde ahora solo  sus manos se aventuraban.

  —Oh, Dios —susurró. «Esto es peligroso.» El deseo que sentían era real, o al menos así se lo parecía a ella.

  —¿Sabes qué quiero? —le preguntó Harry cuando sus labios se separaron.

  —¿Qué? —dijo ella, mientras le besaba la mandíbula y empezaba a desabrocharle los botones de la camisa.

  Harry se agachó y la levantó en brazos.

  Samantha gritó y se sujetó de sus hombros para no caerse.

  —Quiero hacerte el amor en la bañera.

  Samantha sonrió y cruzó los tobillos mientras Harry la sacaba de la habitación, lejos de miradas ajenas.

  Cuando llegaron al lavabo, él la dejó de nuevo en el suelo y volvió a besarla. El espacio era reducido y las piernas de Samantha chocaron con el mueble de formica barata. Harry la aupó hasta sentarla sobre el lavabo, sin que sus labios dejaran de bailar con los de ella ni un solo instante. Se colocó entre sus muslos y la empujó con la cadera para que el contacto fuera total.

  En un rincón de su cerebro, Samantha oyó el sonido de la puerta al cerrarse, pero sus labios seguían irremediablemente pegados a los de Harry.

  Estaban a solas. Sin cámaras, sin ojos que los observaran.

  El dulce consuelo de su boca abandonó los labios de Samantha para posarse en su sien. Ella gimió al darse cuenta de que el momento se había esfumado. Harry mantuvo los brazos alrededor de ella, firme en el abrazo. La realidad fue colándose gota a gota en el presente, mientras ambos luchaban por encontrar el valor necesario para controlarse.

  No debería sentirse tan a gusto entre sus brazos, se dijo

Samantha. ¿Cómo iba a mantenerse alejada de su cama si insistían en jugar a la ruleta rusa? Intentó apartarse pero Harry no la soltaba.

  —Dame un minuto —le susurró al oído, con la voz grave de puro deseo.

  Samantha se apoyó en él y apartó los brazos de sus hombros. Permanecieron inmóviles durante varios minutos, en silencio. Harry le acarició la espalda con movimientos lentos y acompasados.
  —¿No deberíamos abrir el agua de la ducha? —preguntó finalmente Samantha, que no estaba muy segura de que Harry llegara a soltarla.

  Él la miró a los ojos y arqueó las cejas. 

  —¿Eso es una invitación?

  —Para la cámara —respondió ella apresuradamente.

  ¿Era decepción eso que acababa de ver brillando en sus ojos?

  —Cierto. —Harry sacudió la cabeza y se liberó de los brazos de Samantha. La temperatura de la habitación descendió rápidamente.

  Apenas había espacio para los dos en aquel minúsculo lavabo, así que Samantha decidió no moverse de donde estaba y observó a Harry mientras este abría el grifo de la ducha. Una vez abierto, se dio la vuelta, apoyó la espalda contra la puerta e intentó sonreír, pero sus ojos no sonreían.

  —Esto es una locura, ¿no crees? —le preguntó ella, desesperada por saber cuáles eran sus pensamientos.

  Él se pasó una mano por el pelo, un gesto que Sam empezaba a reconocer como un signo de estrés.

  —Lo que es una locura es cuánto te deseo y cuánto esfuerzo invertimos en convencer a la gente de que nos acostamos cuando no lo hacemos.

  Samantha intentó sonreír para quitarle hierro al asunto.

  —Si lo dices así, parece hasta que estemos un poco locos.

  El vapor de la ducha empezaba a llenar el lavabo. Por primera vez desde el día en que se habían conocido, un silencio tan ancho como el Gran Cañón se interponía entre ellos.

  —¿Cuánto tiempo deberíamos quedarnos aquí dentro?

  Harry miró hacia el teléfono de la ducha como si allí pudiera encontrar la respuesta.

  —Bueno, si estuviera ahí dentro haciéndote el amor, dedicaría un buen rato a aprender cada centímetro de tu cuerpo.

  Samantha se mordió el labio e imaginó los de Harry dibujando senderos húmedos en su piel, presionándola.

  —Si sigues hablando así, acabaremos teniendo problemas.

  —Recuérdame por qué estamos aquí sentados, dejando que el agua caliente se pierda por el sumidero.

  Ojalá lo supiera. Ah, sí. Estaban casados, pero la intimidad no entraba en sus planes.

  —Porque los dos somos mercenarios y dormir juntos no forma parte del plan general. Si actuamos impulsivamente podríamos arruinarlo todo. —Las palabras tenían sentido, pero su corazón se negaba a escuchar. La estancia estaba llena de vapor y la ropa empezaba a pegársele al cuerpo.

  —Podemos cambiar los planes —sugirió Harry. 

  Su cuerpo reaccionó ante aquella posibilidad.

  —¿Estás sugiriendo una aventura de un año? — ¿Sería capaz de algo así?

  Esta vez la sonrisa se extendió por su cara y le iluminó la mirada.

  —Somos adultos con una atracción más que evidente.

  Lo cual todavía la tenía alucinada. ¿Qué veía Harry en ella? Comparada con Vanessa o con Jackie —«perdón, Jacqueline»—,Samantha era un patito negro en un lago lleno de cisnes blancos.
Quizá Blake se había dado cuenta de que estar casado durante un año entero iba a suponer un serio inconveniente para su vida sexual.
  —Nunca me he embarcado en una aventura con una fecha de caducidad en mente.
  —Yo tampoco. —Mientras hablaba, se acercó a ella y puso las manos sobre el lavabo, una a cada lado de Samantha.

  —¡Cierto! Entonces ¿por qué tus relaciones nunca duran más de entre seis y nueve meses?

  —Casualidad.

  —Mentiroso.

  Harry abrió bien los ojos, fingiéndose horrorizado.

  —Me ofendes.

  —Algo me dice que se necesita más que eso para ofenderte.

  Él deslizó un dedo desde la barbilla de Sam hasta su labio inferior.

  —Me conoces tan bien. Somos muy parecidos, Samantha. ¿Qué tendría de malo una relación física satisfactoria con un principio y un final predeterminados?

  Se acercó todavía más a ella y sus ojos se detuvieron en los labios. La atracción innegable que sentía por él le impedía pensar claramente. Y eso era un problema. El sexo le nublaba la mente como el vapor que llenaba el lavabo. Se había casado con él por dinero, de acuerdo, pero ¿sería capaz de mantener el corazón al margen si empezaban a acostarse juntos?

  —¿Siempre eres tan convincente cuando haces negocios?

  —¿Te estoy convenciendo? —Sus manos encontraron la cintura de Samantha y sus dedos se hundieron en la carne.

  —Preguntarme en este estado no es justo. Lo sabes, ¿verdad?

  La otra mano de Harry se posó sobre su muslo e inició una lenta ascensión.

  —No suelo jugar limpio. Y tampoco juego si no estoy seguro de  ganar.

  Era una advertencia, un aviso que ella haría bien en escuchar.

  De mala gana, Samantha detuvo la mano que subía por su muslo.

  —Pensaré en ello —le dijo, porque decir no le habría resultado imposible y decir sí habría sido una temeridad.

  Una sonrisa de agradecimiento iluminó el rostro de Harry.

  —Tomo nota.

  Samantha lo apartó con las manos, saltó al suelo de un brinco y empezó a quitarse la camisa por la cabeza.

  —¿Ya te lo has pensado?

  Ella puso los ojos en blanco y tiró la prenda al suelo. Debajo llevaba un sujetador de encaje rosa.

  —  Dame tu camisa —le ordenó.

  —  ¿Qué? —Harry no apartaba los ojos de sus pechos. «Los hombres son tan simples.» Bastaba con un par de tetas para dejarlos sin habla.

  —Tu camisa.

  Él parpadeó una, dos, tres veces, y luego desabrochó los botones de la camisa blanca que llevaba, dejando al descubierto un pecho puramente masculino.

  Samantha apartó la mirada, rodeó a Harry y corrió la cortina de la ducha. El agua se había enfriado mientras hablaban, lo cual le vino bien. Manteniendo el resto del cuerpo fuera del agua, metió la cabeza bajo el chorro para mojarse el pelo, temblando al sentir el contacto con el agua fría.

—  ¿Qué estás haciendo?

  El pobre Harry no entendía nada. La certeza de haberlo sumido en un estado de semiconfusión le produjo un placer que solo una mujer podía comprender.

  —Es una lástima que te lo hayas perdido, pero por si no lo recuerdas acabamos de hacer el amor en la ducha. Nos descubriríamos si saliésemos de aquí totalmente secos. —Sus ojos se pasearon por el cuerpo de Harry hasta detenerse en la evidente erección que se escondía bajo sus pantalones—. Eso y... algún que otro detalle.

  Harry miró hacia abajo y gruñó.

  Samantha se puso la camisa de Harry. Tras abrochar los botones, se quitó el sujetador con cuidado y luego se agachó para quitarse también los vaqueros. Acto seguido, se incorporó, y la mirada  de deseo que vio en los ojos de Harry le pareció tan intensa que se sintió mal por él. El agua fría que le goteaba del pelo y se deslizaba por la espalda era la ayuda perfecta para mantener a raya la libido.

  —Eres mala. —Las palabras de Harry le arrancaron una carcajada.

  Él intentó cogerla, pero Samantha esquivó el envite y consiguió apartarse. Harry dejó caer las manos a ambos lados de su cuerpo.

  —Date una ducha fría, Harry. Ya te he dicho que me lo pensaría.

  —Podría desnudarme y pensar en ello los dos juntos.

  Ella se rió.

  —Aunque accediera a tu propuesta, por absurda que sea, no sería ahora... No con una cámara en la habitación de al lado.

  Harry se frotó las mejillas con las manos.

  —Pero la idea es convencer a quien esté vigilándote de que lo hemos hecho. ¿Por qué no...?

  —No va a pasar —lo interrumpió Samantha—. Date una ducha fría.

  Vestida únicamente con unas braguitas y la camisa de Harry, Samantha salió del lavabo y sonrió mientras seguía empaquetando sus cosas. 


 ¡Hola chicas! espero que les guste el capitulo, ¡por favor, comenten! significa mucho para mi que me digan que les pareció el capitulo, así que por favor, si pueden ¡comenten!
Besos xx
amairani :3
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El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Empty Re: El Contrato {Harry Styles}

Mensaje por ~TwoFriends~ Mar 06 Ago 2013, 9:05 pm

wow tú novela es asombrosa siguela rápido *O* PD: Pasate por mi novela (onlywn.activoforo.com/t56088-deseos-prohibidos-narry-storan-semi-hot?highlight=deseos+prohibidos)espero que les guste
~TwoFriends~
~TwoFriends~


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El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Empty Re: El Contrato {Harry Styles}

Mensaje por amairani :3 Vie 09 Ago 2013, 9:06 pm

~TwoFriends~ escribió:wow tú novela es asombrosa siguela rápido *O* PD: Pasate por mi novela (onlywn.activoforo.com/t56088-deseos-prohibidos-narry-storan-semi-hot?highlight=deseos+prohibidos)espero que les guste    

 Ahora la sigo cariño :)

ya me pase por tu nove! ;)
amairani :3
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El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Empty Re: El Contrato {Harry Styles}

Mensaje por amairani :3 Vie 09 Ago 2013, 9:15 pm


Capítulo 17
 El Contrato {Harry Styles} - Página 5 Tumblr_mr712xbZTY1rv8bk8o1_500
Empaquetaron lo básico, sobre todo ropa y objetos personales que Samantha necesitaría todos los días. Luego Harry sugirió la posibilidad de contratar un servicio de mudanzas para que se ocupara del resto. Lo hizo frente a la cámara de la sala de estar. Con un poco de suerte, quienquiera que hubiese instalado las cámaras intentaría llevárselas antes de que los de las mudanzas pudieran encontrarlas.
  Neil ya había contratado a unos amigos suyos para que vigilaran la casa y grabaran a todo el que entrara o saliera de ella con el fin de encontrar al culpable y zanjar de una vez todo aquello.
  De vuelta en la casa de Malibú, Harry informó a sus empleados de que todo lo que necesitara Samantha debía ser convenientemente atendido cuanto antes. Tenía el mismo poder sobre su casa que él mismo y esperaba que la trataran como la duquesa que era. Para ella sería una forma de acostumbrarse a lo que vendría más adelante.
  —Hace mucho tiempo que no tengo servicio —le dijo Sam cuando se quedaron a solas.
  —No puedo permitir que mi mujer se ocupe de las tareas de la casa. —Estaba preparado para encontrar oposición, pero Samantha se limitó a sonreír y no le llevó la contraria. 
  —Nunca me ha gustado fregar suelos, así que no esperes oír una sola queja de mi boca.
  A Harry le agradó aquella sinceridad tan descarada incluso sobre las cosas más sencillas.
  —De todas formas, no tendrás tiempo para eso —le dijo. Se sentaron en la terraza de la casa para disfrutar de la puesta de sol sobre el Pacífico.
  —  ¿Por qué lo dices?
  —Necesito que te ocupes de tratar con los decoradores y con la gente del catering para la recepción en Albany Hall.
  —  ¿Quieres que organice una fiesta en un sitio en el que nunca he estado, para gente que ni siquiera conozco?
  Harry le dedicó una mirada de comprensión.
  —Necesito que apruebes lo que ellos te propongan. Confío plenamente en mi gente de allí, pero quiero que, cuando lleguemos, estén preparados para preguntarte sobre este tipo de cosas. Es mejor que establezcamos esa relación cuanto antes.
  Samantha estiró las piernas sobre la hamaca y las cubrió con una manta.
  —¿Es la primera fiesta que organizas en tu casa?
  —No.
  —Entonces, hasta ahora ¿quién las organizaba? No te veo ocupándote tú mismo.
  Harry no podía negar que su mujer tenía una mente brillante.
  —Casi siempre se ocupaba mi madre. —Y querría seguir ocupándose de organizarlo todo en el hogar ancestral de la familia, pero Harry quería que Samantha tuviese voz y voto desde el primer momento.
  La curiosidad de Sam no tardó en volver a manifestarse en forma de más preguntas.
  —¿Dónde vive tu madre?
  —En Albany Hall.
  —¿Vive en tu casa? —preguntó Samantha, sinceramente sorprendida.
  Harry se preguntó cuánto debería explicar, cuántas verdades podía confiarle a su esposa. Empezó con las cosas que Samantha podía averiguar fácilmente por sí misma si se molestaba en investigar.
  —Mi madre fue duquesa de Albany mientras estuvo casada con mi padre. Tras su muerte, ella conservó el título hasta que me casé contigo. 
  —Vaya, eso es lo que yo llamo una brecha entre una madre y su nuera. Es imposible que salga algo bueno de esto.
  Harry se volvió para mirar a su esposa.
  —Es lo normal. Ella sabía que tarde o temprano llegaría este día. Estoy seguro de que, tras la lectura del testamento de mi padre, fue consciente de que yo haría lo que estuviera en mi mano para asegurarme la herencia que me corresponde.
  —¿Estáis muy unidos?
  —Nos llevamos bien.
  —Eso no suena muy prometedor.
  De pronto, el aire a su alrededor parecía más frío. Hubo una época en que su madre y él estaban más unidos. Cuando su objetivo común era odiar a su padre.
  —No tienes por qué preocuparte por ella.
  Samantha escuchó con atención antes de procesar la información.
  —Pero hay alguien de quien sí debo preocuparme, ¿verdad?
  Harry hubiese querido mentir, pero no podía. Con Sam, las mentiras piadosas no lo parecían tanto y amenazaban con acabar interponiéndose entre ellos.
  —Mi primo. Está en la breve lista de personas que podrían haber instalado las cámaras en tu casa.
  —¿Me tomas el pelo?
  —Ojalá. Howard heredaría una suma considerable si nuestro matrimonio fracasara.
  —Imagino que no sois muy amigos.
  —Decir que casi no toleramos la presencia del otro se acerca más a la realidad. Se queda en Albany siempre que puede. Mi madre es demasiado educada para pedirle que se vaya.
  —¿Por qué no lo haces tú?
  —No paso allí el tiempo suficiente como para que me importe. A partir de ahora, eso cambiará.
  —¿Cómo? —preguntó Samantha.
  —Mi madre tiene derecho a vivir en la casa hasta que la propiedad pase a mi nombre el año que viene. Se supone que cuando me case, mi esposa asumirá las obligaciones como duquesa y mi madre se mudará a una casa más pequeña dentro de la misma propiedad. —No esperaba que Sam recibiera toda aquella información y la comprendiera inmediatamente, pero quería que estuviera familiarizada con lo más importante antes de partir hacia Europa. 
  —Creo que no me he informado lo suficiente sobre el hogar de tu familia. Di por sentado que Albany Hall era el nombre de una mansión. Los británicos utilizáis esa clase de expresiones para que las cosas suenen más grandilocuentes de lo que realmente son. — Samantha jugueteaba con un mechón de su pelo mientras hablaba, y sus ojos se escapaban una y otra vez hacia el mar.
  —Cuando veas Albany Hall, comprenderás mi reticencia a la hora de escoger esposa.
  —Mmm, ¿sabes? Hay algo que no he dejado de preguntarme desde que nos conocimos.
  —¿De qué se trata?
  —¿Por qué no tienes acento británico? Creciste allí, ¿verdad?
  Su cabeza se llenó de recuerdos de su padre regañándole por no hablar correctamente. Harry había hecho todo lo que estaba en su mano para llevarle la contraria, hasta el punto de adoptar el acento americano en lugar de la flema de su majestad la reina de Inglaterra.
  —Cuando iba al internado, pasaba los veranos en Albany. Mi madre nos traía a mi hermana y a mí a Estados Unidos siempre que tenía ocasión. Me empapé de la cultura americana. —Harry divisó un banco de niebla que se acercaba lentamente y dejó que sus pensamientos flotaran con ella—. Me rebelé contra mi padre a muchos niveles.
  —¿Crees que ese enfrentamiento entre los dos le llevó a ponerte trabas a la hora de recibir tu herencia?
  Harry asintió con la cabeza.
  —Mi padre siempre tenía que decir la última palabra. Incluso muerto.
  —¿Tan horrible era como persona?
  —Mi padre era el típico noble británico. Tenía los bolsillos llenos de dinero con solera, lo cual le confería el derecho a comportarse como un imbécil arrogante. Se casó con mi madre sabiendo que le sería infiel. —Aún recordaba la primera vez que había visto llorar a su madre por una de sus infidelidades. Una revista británica había publicado en portada una serie de imágenes de su padre con una mujer diez años más joven que él cogida del brazo. Fue entonces cuando los viajes a Estados Unidos empezaron a moldear la vida de Harry—. Se creía con el derecho a pisotear a la gente.
  —¿Por qué no lo abandonó tu madre?
  La dulzura que transmitía la voz de Samantha distrajo la atención de Harry, hasta entonces concentrada en el mar. Lo miraba con aquellos hermosos ojos verdes levemente entornados, como una intrusa intentando evitar ser detectada.
  —No lo sé. Seguramente por dinero. Nunca hablaron de divorcio. Casi siempre vivían vidas separadas. Tras el nacimiento de mi hermana, dejaron de dormir en la misma habitación.
  —Entonces, ¿fue el odio por ver cómo trataba a tu madre lo que os distanció?
  ¿Realmente odiaba a su padre? Harry nunca había utilizado una palabra tan dura para describir sus emociones. No le gustaba cómo era, de eso no cabía duda.
  —Mi padre quería que fuera como él. «Ve a la universidad, fórjate una educación, pero no creas que vas a trabajar más de un día a la semana» —respondió Harry, imitando el acento de su padre.
  Los labios de Samantha dibujaron una sonrisa triste.
  —Así que te rebelaste para amasar tu propia fortuna.
  Harry se incorporó en su silla.
  —Invertí mi asignación en acciones de la empresa de transportes de la que ahora soy propietario. Cuando llevaba media carrera, gané mi primer millón. Mi padre se puso furioso.
  —Quería controlarte —intervino Samantha—. Y no podría hacerlo si te convertías en un hombre hecho a sí mismo.
  Harry miró a su esposa y experimentó una sensación de orgullo desmedido hacia ella. No recordaba a nadie zambulléndose de aquella manera en su pasado y llegando a las conclusiones correctas. Samantha prestaba atención y además escuchaba todo lo que él decía.
  —Exacto.
  —Entonces, ¿por qué trabajar tan duro para luego quedarte con su dinero? Tampoco es que lo necesites.
  —Consideré la posibilidad de alejarme. Pero mi hermana, que solo conoce el estilo de vida en el que fuimos criados, y mi madre no merecen ver cómo sus vidas se hacen trizas. Por no decir, claro está, que estamos hablando de una cantidad ingente de dinero. —Harry se rió con la intención de dejar atrás la oscura senda de la memoria.
  Samantha permaneció en silencio unos minutos mientras procesaba la información. Los últimos rayos de sol arrancaban destellos de la superficie del mar.
  —¿Sabes qué, Harry? —le preguntó, apartando la mirada de él para admirar la puesta de sol.
  —¿Qué? 
  —Empiezo a creer que eres más mártir que mercenario.
  Harry soltó una carcajada, se inclinó hacia delante y la cogió de la mano.
  —Lo dice la mujer que se casó conmigo para asegurar los cuidados de su hermana.
  Samantha despertó de su ensimismamiento y le apretó los dedos.
  —Oh, no. ¡Jordan! —exclamó, incorporándose de la cómoda posición en la que estaba.
  —¿Qué pasa?
  —Es sábado. Me he olvidado de la visita semanal de mi hermana —respondió, apartando la mano de la de él—. Tengo que irme.
  —¿No es muy tarde ya?
  Samantha le quitó importancia a la pregunta con un gesto de la mano.
  —Claro que no —respondió, y de pronto le miró con una expresión extraña en los ojos—. ¿Quieres venir conmigo? ¿Quieres ver adónde va a parar todo tu dinero?
  Harry tenía una docena de cosas pendientes, cosas que debería estar haciendo en aquel preciso instante en lugar de perder la tarde hablando del pasado con su esposa, pero no le apetecía ocuparse de ellas.
  —Me encantaría conocer a tu hermana. 





¡Chicas! Espero que les guste el cap :) Enserio me gustaría que COMENTEN! ¡Por favor! me gustaría saber que les parece el capitulo :3 NO QUIERO FANTASMAS!!
si hay por lo menos dos comentario subo enseguida otro capitulo ;) 
Lots of Kisses xx
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Mensaje por Anna Tomlinson Dom 11 Ago 2013, 3:22 pm

PERDONAME X NO COMENTAR!! Esk estoy de viaje y no tngo internet a menudo... Me ENCANTARON los caps y dentro de unos dias ya estaré comentando en cada uno :)
Anna Tomlinson
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Mensaje por anja-smile4always Dom 11 Ago 2013, 10:36 pm

Holis soy anja nueva lectora.. Me encanta la novela espero la sigas lo mas pronto posible 
Anja xx.
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Mensaje por amairani :3 Lun 12 Ago 2013, 5:20 pm

Anna Tomlinson escribió:PERDONAME X NO COMENTAR!! Esk estoy de viaje y no tngo internet a menudo... Me ENCANTARON los caps y dentro de unos dias ya estaré comentando en cada uno :)
 No te preocupes hermosa, yo te entiendo. Espero que te diviertas mucho en tu viaje ;)Muchas gracias por comentar! :3
Y tranquila, comenta en cuanto puedas :)
Besos xx


anja-smile4always escribió:Holis soy anja nueva lectora.. Me encanta la novela espero la sigas lo mas pronto posible 
Anja xx.
 ¡Holi Anja! Bienvenida y muchas gracias por comentar :)
Que bueno que te encanto la nove. Y aguanta, ya viene lo mejor ;)
Ahora mismo subo capitulo :3
kisses xx
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Mensaje por amairani :3 Lun 12 Ago 2013, 5:35 pm

 Capitulo 18

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(Tenia que poner este gif xD)

 —Este sitio es alucinante. —Eliza dio una vuelta completa sobre sí misma desde el centro del salón principal de la casa de Harry—. No me puedo creer que no te mudaras en cuanto llegasteis de Las Vegas.
  —No me parecía lo correcto.
  — ¿Y ahora sí? ¿Qué ha cambiado? —Eliza se dejó caer en uno de los mullidos sofás de la estancia y cruzó las piernas.
  Samantha bajó la voz a pesar de que la cocinera estaba ocupada preparándoles la comida y la sirvienta estaba en el piso de arriba haciendo Dios sabe qué. Harry tenía que pasar el día en la oficina, lo cual dejaba a Sam con poco o nada que hacer.
  —Supongo que cada vez estamos más cómodos juntos. Además, no contaría con la seguridad que hay aquí si me hubiera quedado en Tarzana.
  —Estás en tu derecho. Si quieres saber mi opinión, ese tal Neil da un poco de miedo. —Eliza había esquivado al corpulento guardaespaldas de Harry cuando este había salido a recibirla a su llegada.
  —No habla mucho.
  —A mí no me ha dicho ni una sola palabra. Me ha mirado fijamente.
  —Harry insiste en que es inofensivo con quienes no se meten con él. —Samantha estaba sentada frente a su amiga en una de las sillas estilo Reina Ana de la casa. Llevaba un traje de seda informal tan suave que era como si no llevara nada. Ahora que por fin tenía tiempo libre, tardaba más en vestirse por las mañanas y le dedicaba más atención a su aspecto.
  Harry la había acompañado al centro Moonlight y allí Samantha había descubierto lo que significaba estar casada con un hombre tan rico y atractivo como su esposo. Se ganó al personal y le arrancó más de una sonrisa a su hermana. Desde el día en que sufrió el derrame, Jordan tenía dificultades para expresar sus necesidades. «Afasia expresiva», así era como lo llamaban los médicos. Para que su hermana no se pusiera nerviosa ni se sintiera frustrada, Sam a menudo terminaba las frases por ella. Harry comprendió la situación enseguida y se esforzó para hacer preguntas que pudieran responderse con un sí o un no, y evitó temas que pudieran provocarle  estrés.
  Cuando ya se iban, Harry encontró a unos de los administradores del centro y, como si alguien hubiese pulsado un interruptor, su encanto se desvaneció y en su lugar apareció el hombre de negocios. Quería saber qué tipo de seguridad tenía el centro, cómo evitaban que un desconocido se colara en la habitación de Jordan y quién estaba con ella fuera de los horarios de las comidas. Disparó una rápida sucesión de preguntas que podría haberle hecho a ella y que fueron contestadas por el administrador del centro antes de que ella pudiera interrumpirlos. Parecía tan sincero, tan preocupado por el cuidado de su hermana, que Sam no pudo enfadarse con él por ignorarla. Sin embargo, cuando se montaron en el coche y él empezó a poner en duda la capacidad del centro para cuidar adecuadamente de Jordan, Samantha se puso a la defensiva.
  —Es el mejor centro para gente como ella. La mayoría de los sitios están pensados para ancianos o para enfermos de alzheimer. Moonlight se especializa en pacientes más jóvenes con problemas de desarrollo.
  — ¿Y por qué no cuidar de ella en casa?
  Obviamente eso sería lo ideal, pero Samantha no podía permitirse ese tipo de atención las veinticuatro horas del día.
  —No puedo.
  Ya lo había intentado antes ella sola y había fracasado. Finalmente Harry se dio cuenta de cuánto le afectaba aquella conversación y tuvo la sensatez suficiente para dejar el tema.
  —Me alegro de que Neil esté de tu parte. No me gustaría tenerlo como enemigo —dijo Eliza, despertando a Samantha de sus pensamientos—. ¿Y qué vamos a hacer con Alliance?
  Sam le había dedicado mucho tiempo a pensar qué podía hacer con su empresa. A partir de entonces, hacer de esposa de Harry Styles ocuparía la mayor parte de su tiempo, y además tendría que viajar constantemente por todo el planeta. De hecho, su pasaporte había llegado a primera hora del lunes y Harry y ella ya estaban organizando los preparativos para salir el miércoles por la mañana.
  —Tengo una proposición que hacerte. —Sam esperó a que Eliza la mirara antes de continuar—. He trabajado muy duro para ahora echar a perder el tiempo y el esfuerzo invertidos en Alliance, pero lo que está claro es que los próximos meses no estaré disponible.
  —Pensaba que ibais a vivir en continentes distintos.
  Sam negó con la cabeza. 
  —El plan original no va a funcionar como esperábamos.
Después de lo de los micrófonos y las cámaras, creemos que lo mejor es permanecer juntos.
  Samantha recordó la propuesta de Harry. No había insistido en que se acostara con él desde el día del lavabo, pero a veces la desnudaba con la mirada o le hacía comentarios subidos de tono para que no se olvidara de que todavía la quería en su cama. De hecho, Samantha dormía en la habitación contigua a la de su marido. La explicación que le habían dado al servicio era que no se encontraba bien. La excusa era ridícula, pero nadie dijo nada al respecto.
  — ¿Y en qué situación deja eso a Alliance?
  — ¿Qué te parecería convertirte en mi socia?
  Eliza abrió los ojos como platos y en sus labios se dibujó una sonrisa.
  — ¿Cómo sería?
  —Tendrías que hacer parte del trabajo de campo.
  Ambas sabían lo que eso significaba: Eliza tendría que frecuentar reuniones y fiestas a las que las mujeres acudían en busca de un marido rico, eventos de alto nivel en los que se movía la gente con dinero. Socializar era la mejor manera de captar nuevos clientes.
El boca oreja funcionaba mejor que cualquier anuncio en el periódico.
  —Karen está de acuerdo —añadió Sam—. Te presentará a viejos amigos para que puedas empezar.
  —Karen es la dueña de Moonlight, ¿verdad?
  La rubia impresionante en la que Harry ni siquiera había reparado. Sam asintió.
  —Cuando consigas un nuevo contacto, envíame la información por fax y yo me ocuparé de comprobar su pasado. Eso es algo que puedo hacer desde cualquier lugar del mundo. Lo que no puedo hacer es reunirme con nadie, no hasta que recupere el control sobre mi tiempo.
  — ¿Y cuándo esperas que ocurra eso?
  —Dentro de unos meses. Quizá antes.
  Eliza parecía estar dándole vueltas a la proposición.
  —Supongo que no sería buena idea hablar de matrimonios temporales después de tu boda con Harry en Las Vegas. La gente podría hacer preguntas.
  —No, no lo sería. Lo pondré todo a tu nombre para que yo parezca tu empleada. —Porque de todas formas cualquier abogado mínimamente capaz acabaría descubriéndolo todo. 
  — ¿Harías eso?
  —Confío en ti. Y cuando te he ofrecido que seas mi socia, lo he dicho en serio. Si las cosas se te complican mientras yo estoy fuera, buscaremos a una secretaria a tiempo parcial. Si el negocio empieza a funcionar, la contrataremos a tiempo completo. Nos repartiremos los beneficios al cincuenta por ciento, y mientras yo esté jugando a las duquesas me haré cargo de los gastos.
  A Eliza se le iluminó la mirada.
  — ¿Te refieres a vestidos bonitos y cenas con clientes?
  A Samantha se le escapó la risa.
  —Estoy convencida de que podemos establecer un presupuesto razonable.
  —No sé qué decir.
  —Di que sí.
  —Pero esta empresa es obra tuya. Has trabajado muy duro para levantarla y yo solo soy una recién llegada.
  Samantha descruzó las piernas, se inclinó hacia Eliza y cubrió una de sus manos con la suya.
  —Me has ayudado en los momentos más difíciles y nunca te has quejado cuando escaseaba el dinero.
  —Me ofreciste una habitación en tu casa. ¿Cómo iba a quejarme cuando me dejaste vivir contigo a cambio de nada?
  Sam le quitó importancia a las palabras de su amiga.
  —Quizá yo pusiera la primera piedra del negocio, pero entre las dos lo hemos llevado hasta donde está hoy día. No confío en nadie más, Eliza.
  El lento movimiento de la cabeza de Eliza acabó convirtiéndose en un gesto afirmativo y una sonrisa de oreja a oreja.
  — ¿Cómo decir no a algo así?
  —Bien.
  — ¿Señora Styles? —preguntó la cocinera desde la entrada de la sala de estar.
  — ¿Sí, Mary?
  —La comida está lista. ¿Quiere que la traiga aquí o prefiere que la sirva en el comedor?
  Por la sonrisa pícara de Eliza, era evidente que estaba impresionada.
  —Iremos al comedor. Y espero que se una a nosotros.
  Mary abrió los ojos como platos, alarmada.
  —Oh, no, no puedo hacer eso. 
  Samantha y Eliza se levantaron de sus asientos y fueron hacia Mary.
  —Por supuesto que puede —le dijo Sam entre risas—. Cómo voy a esperar que prepare usted la comida y luego coma sola.
  —Pero...
  —Además, el cumpleaños de Harry es en menos de una semana y, si le soy sincera, no tengo ni la menor idea de qué comprarle. Quizá usted pueda ayudarme.
  Los labios de Mary dibujaron una «O» perfecta. Dejó de discutir y siguió a Sam y a su nueva socia hasta el comedor de la casa.
  Durante la comida, Samantha se dio cuenta de la rapidez con la que había vuelto a adoptar el papel de mujer con dinero. Se entretuvo con cada bocado, recordando la velocidad con la que todo podía desvanecerse. En su caso, sería así. El trato entre Harry y ella era temporal, con fecha de inicio y de caducidad. Tendría que hacer desaparecer esos pensamientos durante el siguiente año si no quería arriesgarse a que alguien descubriera lo efímero de su matrimonio con solo mirarla.
  Y para hacerlos desaparecer, tenía que empezar a actuar como una mujer casada, se dijo.
  Una mujer felizmente casada. 




Espero que les guste el capitulo! :P Y aguanten, que ya se viene lo más interesante x3
¿Vieron los TCA? ¿Qué les pareció el twerking de Harry xd?
¡Por favor, comenten! (Sí hay dos comentarios, o más ahora mismo subo el siguiente capitulo :3)
Lots of kisses xx

 
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Mensaje por anja-smile4always Lun 12 Ago 2013, 8:41 pm

Siguela quiero saber como continua todo 
Anja xx.
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Mensaje por kissesOfSugar Lun 12 Ago 2013, 10:48 pm

LA AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, ESTA GENIIAL!!! SIGUELA PRONTOO, MUY PRONTO PORFAVOOOOR.
NUEVA LECTORA HEEEEY! ESTA MUUUY BUENAAA EN VERDAD QUE SI Y ME GUSTA MUCHO EL PERSONAJE DE SAM :3 AME EL CAPITULO Y EL PASADO IGUAL, FUE MUY GENIAL
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Mensaje por LiloMarket Mar 13 Ago 2013, 2:52 pm

nueva lectora reportandose O7
me a gustadomuchomucho la trama yme a gustado mucho mas la personalidad de Harry y toda su preocupacion por Sam <3
espero la sigas pronto, un beso
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Mensaje por Anna Tomlinson Miér 14 Ago 2013, 6:40 am

AMÉ el cap y... CLARO que vi los TCA! {Al dia siguiente pork estaba en roma :P}


Buuuenuh muchos besiitos y siguela pronto :) 
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Mensaje por Invitado Miér 14 Ago 2013, 9:48 am

 ¡Hola,Hola!:) 
Si si los vi.. pero para el momento en el que harry estaba en su "twerking" ya estaba muerta pero de la risa Jajaja me encanto ahaha
¡Soy nueva Lectora!
me encanta el trama de la novela... Woww! genial yeih 
Siguela!:)
Bye xx.  :bye:
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Mensaje por amairani :3 Miér 14 Ago 2013, 9:22 pm

anja-smile4always escribió:Siguela quiero saber como continua todo 
Anja xx.

 Ahora la sigo ;)

Lots of kisses xx

kissesOfSugar escribió:LA AMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, ESTA GENIIAL!!! SIGUELA PRONTOO, MUY PRONTO PORFAVOOOOR.
NUEVA LECTORA HEEEEY! ESTA MUUUY BUENAAA EN VERDAD QUE SI Y ME GUSTA MUCHO EL PERSONAJE DE SAM :3 AME EL CAPITULO Y EL PASADO IGUAL, FUE MUY GENIAL
 ¡Hooola! Que bueno que te gusta la novela! a mí también me gusta mucho el personaje de Sam, tiene mucha suerte jaja Me alegro mucho de que te hayan gustado los capítulos. Ahora la sigo linda. ;)
kisses xx

LiloMarket escribió:nueva lectora reportandose O7
me a gustadomuchomucho la trama yme a gustado mucho mas la personalidad de Harry y toda su preocupacion por Sam <3
espero la sigas pronto, un beso

 ¡Bienvenida guapa!

y me alegro mucho de que te haya gustado :) Ahora la sigo, espero que te guste el siguiente capitulo :3
Besos xx

Anna Tomlinson escribió:AMÉ el cap y... CLARO que vi los TCA! {Al dia siguiente pork estaba en roma :P}


Buuuenuh muchos besiitos y siguela pronto :) 
 Wow! ¿en Roma? Es genial! yo ame el twerking de Harry xDD Me alegro de que te haya gustado el capitulo :)

Ahora la sigo ;)
Muchos besos xx

Mope:) escribió:
 ¡Hola,Hola!:) 
Si si los vi.. pero para el momento en el que harry estaba en su "twerking" ya estaba muerta pero de la risa Jajaja me encanto ahaha
¡Soy nueva Lectora!
me encanta el trama de la novela... Woww! genial yeih 
Siguela!:)
Bye xx.  :bye:
 Jajaja lo se. Casi me muero de la risa cuando lo vi xDDD

¡Bienvenida hermosa!
Que bueno que te haya gustado! :) Ahora mismo la sigo ;)
Besos xx
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Mensaje por amairani :3 Miér 14 Ago 2013, 9:50 pm

Capítulo 19
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Harry atravesó la verja de su casa de Malibú dos horas más tarde de lo que le había prometido a Samantha. Con la tensión en Oriente Medio, algunas de las rutas de transporte tenían que ser modificadas para evitar la inestabilidad internacional. Le hubiera sido mucho más fácil solucionar la crisis por la que pasaba su empresa desde Europa, pero Harry se había acostumbrado a manejar sus asuntos a caballo entre los dos continentes. Ahora que Samantha formaba parte de su vida, tenía una razón aún más poderosa para decantar la balanza del trabajo hacia Estados Unidos.
  Había llamado a las cinco y media para avisar de que llegaría tarde. Samantha parecía decepcionada. Precisamente esa misma decepción lo había animado a él a moverse más rápido para disponer de un rato libre que pasar con ella antes de retirarse a dormir. Sentía el deseo sincero de conocer mejor a Samantha.
  No se trataba de ningún juego extraño. La sinceridad de su mujer, clara y directa hasta el punto de haber afirmado que quería acostarse con él, era algo nuevo para Harry.
  Cada vez que recordaba a Samantha poniéndose su camisa y quitándose los vaqueros, no podía evitar tener una erección. Sentía una necesidad irresistible de compartir la cama con su esposa. Le había prometido tiempo para pensar en su oferta, cierto, pero eso no significaba que no intentara seducirla para conseguir lo que quería. Maldita sea, si ella también lo deseaba tanto como él. Lo sabía por cómo lo miraba de soslayo cuando creía que él no la veía, y por su forma de humedecerse los labios sin apartar los ojos de los de él.
  Harry había evitado besarla desde el día de la mudanza. Sin embargo, cada vez que se tocaban, cada vez que la ayudaba a bajar del coche o apoyaba una mano en la curva de su espalda para guiarla a través de una puerta, su vida se convertía en una dulce agonía.
  Se moría de ganas de explorar aquella atracción volátil que sentían ambos y ver hasta dónde podía llegar la onda expansiva.
  Al entrar en casa, tuvo que reprimir el impulso de gritar «Hola, cariño, ya he llegado». Sonrió al imaginar la escena y atravesó las estancias vacías hasta que la suave luz de unas velas en el comedor llamó su atención.
  Samantha estaba sentada a la mesa, vestida únicamente con un delicado vestido de seda color rubí y una sonrisa en los labios. Su hermosa melena le caía como una cascada sobre los hombros. Al verlo entrar en la estancia, sus ojos se iluminaron de pronto.
  Fue entonces cuando el delicioso olor de la ternera inundó sus sentidos y le recordó que llevaba todo el día sin comer.
  Samantha alzó una copa de vino tinto y se levantó de la silla para dirigirse hacia él.
  — ¿Qué es todo esto? —preguntó Harry, mientras sus ojos recorrían las suaves líneas de su cuerpo.
  Los pechos de Samantha asomaban por encima del escote, dejando al descubierto una hermosa piel blanquecina. Podía verle las piernas a través de una abertura en el vestido, las mismas piernas de las que ella siempre se quejaba por ser demasiado cortas y que, montadas sobre unos tacones de diez centímetros, mostraban unas pantorrillas espectaculares. Harry decidió que le gustaban los zapatos de mujer. Un segundo armario era un precio pequeño a pagar a cambio de disfrutar de semejantes vistas.
  —He pensado que estaría bien cenar los dos solos mientras podamos. Tu casa en Europa parece muy... llena de gente.
  Harry cogió la copa que Samantha le ofrecía y escuchó atentamente en busca de algún ruido que le confirmara que Mary estaba en la cocina o Louise en el recibidor, pero solo se oía el lejano  sonido del mar a través de una ventana abierta.
  — ¿Estamos solos?
  —Les he dado la noche libre.
  Le gustaba cómo sonaba aquello. La sensual mirada de Samantha, resguardada bajo una espesa capa de pestañas, despertó un montón de preguntas, que se quedaron en la punta de la lengua. Decidió posponerlas y seguir sus instrucciones. Si Samantha había decidido aceptar la proposición y convertirse, además de esposa, en amante, seguro que lo descubriría en breve.
  —Seguro que no se han resistido.
  Samantha apartó una silla de la mesa y lo invitó a sentarse en ella.
  —Solo me han preguntado a qué hora deben estar aquí mañana por la mañana.
  — ¿Por la mañana? Si viven aquí.
  Samantha levantó la tapa que cubría el primer plato y una nube de vapor ascendió hacia el techo: asado con guarnición de patatas en forma de concha y puntas de espárrago.
  —Louise tiene un novio que está encantado de acogerla por esta noche.
  —No sabía que tenía novio.
  —Y Mary ha aprovechado para ir a visitar a su hija y a su nieto.
  Samantha terminó de servir los platos, se sentó junto a él y cogió el tenedor. Harry no podía concentrarse en la comida por culpa del aroma a lavanda que desprendía la piel de su esposa.
  — ¿Y Neil?
  —Está en la caseta. Le he pedido que nos dejara un poco de intimidad.
  Harry sintió que le rugía el estómago y al mismo tiempo le subía la temperatura.
  — ¿Para qué necesitamos privacidad, Samantha? —Le dedicó una mirada pícara de soslayo y cogió su tenedor de encima de la mesa.
  —He pensado que estaría bien para variar.
  Pinchó la verdura con el tenedor y se la llevó a la lengua para probar su sabor. Cuando los espárragos desaparecieron en la caverna que era su boca y sus ojos se encontraron con los de él, cualquier duda acerca de dónde acabaría la velada se desvaneció en cuestión de segundos.
  La cuestión era: ¿comerían antes... o después? 
  Harry gruñó de satisfacción al ver cómo Samantha se llevaba el tenedor de nuevo a la boca y empezaba a masticar lentamente.
  De pronto tenía la boca seca. Cogió la botella de vino, sin apartar los ojos de ella ni un solo segundo.
  Se concentró en pinchar la comida del plato y llevársela a la boca. Mientras ella todavía masticaba el primer bocado, él ya iba por el segundo.
  Samantha cogió la copa de vino, pasó la lengua por el borde, y a continuación le hizo una pregunta de lo más inocente.
  — ¿Qué tal ha ido el día?
  —Bien. — ¿Aquella era su voz?
  Ella sonrió, consciente del efecto que provocaba en él. Tomó un sorbo de vino y un segundo bocado de comida. Sus labios se movían lentamente, reduciendo el cerebro de Harry a un montón de escombros. Cenar nunca había sido tan seductor.
  Decidió que lo mejor sería acabar con la comida cuanto antes.
  Cuando ya era incapaz de comer más, Harry apuró la copa de un trago y la dejó sobre la mesa con un golpe seco.
  La sonrisa inocente y la fingida sorpresa de Samantha no hicieron más que aumentar la tensión sexual entre ambos.
  — ¿Va todo bien?
  Harry se puso en pie, empujando la silla sin demasiada ceremonia.
  —Por supuesto, todo va genial.
  Samantha se dispuso a coger su copa, pero él interceptó el movimiento y la obligó a levantarse. Sus labios buscaron los de ella sin ofrecerle otra escapatoria. Los dos por igual aceptaron la lengua del otro con avidez y ofrecieron la suya.
  Samantha sabía a vino y olía a primavera. Harry inclinó la cabeza y el beso se hizo más profundo. Las manos de su esposa, que lo sujetaban firmemente por la camisa, se fueron relajando hasta abrirse por completo. Las apoyó en su pecho y luego le rodeó la espalda con ellas. Samantha gimió de placer y se deshizo entre sus brazos. Cada caricia de aquella mujer era real y estaba cargada de deseo. Estaban hechos el uno para el otro. Los esfuerzos, por parte de Sam, para hacerse con el control incluso en aquel momento resultaban nuevos y excitantes. Nadie había mandado jamás en las relaciones de Harry. Nunca entregaba las riendas. Sin embargo, con Samantha podía dejarse llevar y confiar en que era capaz de llevarlos a ambos a aguas seguras. 
  Samantha le quitó la chaqueta por los hombros, momento que él aprovechó para apartar los labios de su boca, respirar y permitirse mirar los ojos verdes y apasionados de la mujer que tenía entre sus brazos.
  —Eres preciosa.
  A diferencia de las otras veces en que le había regalado un cumplido, esta vez sintió que le creía.
  Mientras ella se peleaba con el nudo de la corbata, Harry la empujó hacia el otro extremo de la mesa, lejos de los platos y de la comida. Cuando la corbata cayó finalmente al suelo, Samantha se inclinó sobre él y dibujó una senda de besos y de caricias por toda la barbilla y el cuello. Su voz, tan sensual, tan de alcoba, no dejaba de hablar entre mordisco y mordisco.
  —He estado pensando en tu propuesta.
  Había hecho algo más que pensar.
  Deslizando una mano por su hombro, Harry apartó uno de los tirantes del vestido y posó los labios sobre la carne entre el hombro y el cuello. Era tan dulce...
  — ¿Y has llegado a alguna conclusión? —le preguntó, dispuesto a jugar según sus reglas pero sabiéndose ganador de antemano.
  Le mordió suavemente el lóbulo de la oreja y el cuerpo de Samantha respondió estremeciéndose. Harry tomó nota en su cabeza: bastaba con acariciar aquel punto de su cuerpo para provocar una descarga de placer, y tenía toda la noche para descubrir más lugares clave.
  —He... He decidido que soy una mercenaria y no una masoquista.
  Harry le lamió la parte trasera de la oreja.
  —Oh, Dios, hazlo otra vez.
  Él sonrió pegado a su cuello e hizo lo que ella le pedía. Las piernas de Samantha rozaban las suyas, su cadera se movía delicadamente en busca de contacto. Todos los músculos del cuerpo de Harry se tensaron, ansiando sentir la caricia de su piel. ¿Alguna vez había sentido aquella atracción hacia una mujer? Incluso con la mente dominada por el sexo, quería estar absolutamente seguro de que Samantha buscaba lo mismo que él.
  Hundió las manos en la melena de su esposa y la obligó a mirarle a los ojos.
  — ¿Estás segura de esto, Samantha?
  Ella clavó los ojos en los suyos. 
  —Sí —susurró.
  Harry sintió que el corazón le daba un vuelco.
  —Te estoy pidiendo más de una noche.
  Ella se inclinó hacia atrás y le acarició la mejilla.
  —Mejor. Una noche no será suficiente. Quiero un año entero.
  Harry clavó la mirada en las profundidades de los hermosos ojos verdes de su esposa y selló aquel nuevo pacto, aquella nueva locura, con un beso lento y abrasador.
  La sentó sobre la mesa sujetándola por la cadera antes de colocarse entre sus piernas. Encontró la carne desnuda de las rodillas y se abrió paso con las manos sobre la suave piel de los muslos.
Quería besar cada punto que tocaba con las manos, sentir la respuesta de Samantha. Ella le mordió el labio inferior y la mente de Harry imaginó otra escena distinta en la que la boca de su esposa recorría partes mucho más placenteras de su anatomía.
  Samantha se peleó con la camisa hasta que hubo desabrochado hasta el último botón y las manos pudieron desplegarse sobre su pecho. Le acarició los pezones y luego apartó la boca de la de él y se inclinó para saborearlos. Mientras ella jugaba con su cuerpo, Harry sintió que se le nublaba el entendimiento. Samantha tenía las piernas alrededor de su cintura y el calor que emanaba de entre ellas no hacía más que empeorar la erección. Respiró profundamente y se emborrachó del olor que desprendía su cuerpo.
  Empezó a bajarle la cremallera del vestido. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que aún estaban sobre la dura superficie de la mesa. No quería que su primera vez fuera rodeados de platos sucios.
  Mientras Samantha lo lamía y lo besaba, Harry la levantó de la mesa sin el menor esfuerzo. Ella se rió y cerró las piernas con más fuerza alrededor de su cintura, y se agarró a sus hombros. El camino hasta el sofá más cercano fue mucho más erótico de lo que Harry había imaginado. Con cada paso, el calor que desprendía el cuerpo de Samantha se deslizaba contra su piel, enviando una descarga de placer que lo animaba a seguir adelante.
  La casa era demasiado grande. Necesitó mucho tiempo para colocarla sobre uno de los sofás y cubrir su cuerpo con el suyo. La camisa salió volando en una dirección, el vestido de ella, en otra.
Harry admiró la curva de sus pechos generosos, prisioneros bajo un sujetador de encaje negro.
  —Eres hermosa.
  Jugó con ellos a través de la tela hasta que el pezón se  endureció animado por sus caricias. Dudó un momento antes de descubrirlo y acto seguido se inclinó para saborearlo por primera vez.
  Samantha arqueó el cuerpo, empujando todavía más el pecho dentro de la boca.
  —Por favor, Harry —suplicó, y levantó aún más la cadera, buscándolo.
  Harry quería aprenderse el cuerpo de ella para dar con todos los puntos sensibles y venerarlo como se merecía, pero Samantha le había bajado la cremallera de los pantalones y ya tenía la mano dentro. Y cuando los dedos se cerraron alrededor de la erección palpitante que se elevaba orgullosa entre sus piernas, Harry se quedó sin respiración. Se olvidó de los pechos, de que ella todavía llevaba las braguitas puestas, y tan solo podía pensar en adentrarse en las profundidades de su sexo.
  La suave textura de la mano de Samantha lo sujetaba con firmeza, mientras sus labios le acariciaban el cuello.
  —Te necesito —le susurró al oído con aquella voz tan profunda y sensual.
  —Y me tendrás —le prometió Harry.
  Se apartó de ella el tiempo justo para quitarse los pantalones y deshacerse de los zapatos y de los bóxers, momento que ella también aprovechó para ladear la cadera y quitarse las braguitas de encaje.
  Harry sacó un condón de la cartera y se lo puso en un suspiro. Cuando se volvió nuevamente hacia ella, Samantha había doblado una rodilla y tenía la pierna apoyada en el respaldo del sofá. Lo cogió de la mano y tiró de él hasta tenerlo encima de nuevo.
  Él se abrió paso entre los muslos de su esposa y buscó sus labios para besarla de nuevo. Esta vez fue Samantha la que se entregó por completo, utilizando la lengua con más esmero y dejándole casi sin respiración. Harry había vislumbrado la pasión que hervía en su interior, había fantaseado con tenerla en su cama desde el día en que se conocieron, pero aquello era más de lo que podría haber deseado jamás.
  Hambriento de ella, apoyó la punta del miembro contra los pliegues del húmedo sexo de Samantha. Ella pasó las piernas alrededor de su cintura, dándole el acceso que necesitaba para satisfacer a ambos, y él se deslizó en su interior.
  Samantha ronroneó como una gata en celo. Harry apenas podía contener tanto ego en su interior.
  —Qué bien —dijo ella tras separar los labios de los de él. Su respiración se aceleraba por momentos y había empezado a mover la cadera siguiendo el ritmo.
  Mejor que bien. Estar entre sus brazos era lo más cercano a la perfección. Harry quería volverla loca de placer, entregarse a ella por completo, así que se obligó a no pensar en su propia liberación.
  —Estás muy firme —le dijo.
  Sus miradas se encontraron. Samantha tenía los labios húmedos de pasión, el corazón le latía con fuerza en el cuello.
  —Es la ventaja de ser pequeña.
  Pero era más que eso. Más tarde, cuando ambos hubieran saciado sus instintos más básicos, le preguntaría por su pasado, por los hombres que se habían cruzado en su camino. Por el momento, todo se reducía a acariciarla, a darle placer.
  Samantha hundió los dedos en sus hombros y luego en sus nalgas. Su respiración se había acelerado y Harry supo que había encontrado el ritmo que ella necesitaba.
  —Sí —gimió Samantha—. Así, justo ahí.
  Sin dejar de mover las caderas, Harry aguantó cuanto pudo, esperando el momento en que ella se despeñara por el precipicio.
Cuando finalmente llegó, Samantha gritó su nombre y se sujetó a su cuerpo con fuerza, latiendo alrededor de su sexo como un capullo protector. Fue entonces cuando Harry se dejó llevar y la siguió hasta el firmamento. 



¡Hola Guapas! Espero que les guste este capitulo, es algo subido de tono, así que espero que no se traumen (aunque creo que todas tenemos mentes algo prevertidas xD).
Espero que les guste el capitulo :P por favor, comenten :3
y bienvenidas a las nuevas lectoras! :hug: 
Lamento ya no subir capitulo muy seguido, pero acabo de entrar a la prepa y me están dejando muchas tares, pero aun así tratare de subirles cada vez que pueda :)
Muchos Besos xx 

amairani :3
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