Oh, Darling. {Louis Tomlinson}

Se acercó un poco más al póster de la pared, como si este le fuera a decir algo importante. Examinó el rostro del chico frente a sus ojos. Clarise pensaba que podría estar todo el día intentado encontrar algún defecto en él, pero no encontraría nada. Para ella, todo en él era perfecto. Su sonrisa, sus ojos, su estatura, su cuerpo, su voz, su risa, la manera en que rodaba los ojos de forma chistosa, las manos, la nariz... Podía estar horas y horas observándolo, no se cansaría de hacerlo. Pero debía encontrar ese defecto, aunque fuera insignificante, aunque no tuviera sentido, él debía tener algo imperfecto. O eso era lo que pensaba ella. La voz de su primo retumbó por la casa hasta llegar a sus oídos, la había llamado más de tres veces, pero ella seguía sin prestarle atención.
-¡Clarise! ¡Baja ya o iré a por ti!-Gritó de nuevo él. La chica observó el rostro una vez más, como si de esa forma, pudiese ver el pequeño error en su creación. Aunque siguió sin ver nada.
Tal vez lo que su tía Moniqhe le decía siempre era cierto, que el amor es ciego y que no ves los defectos de la persona de la que estás enamorado. Pero ella intentaría encontrar el defecto en Louis, aunque fuera lo último que haría. Ella lo encontraría tarde o temprano.
Dejó el diario que traía entre manos y el bolígrafo azul sobre el escritorio. Caminó hasta la puerta, y la abrió ligeramente, encontrándose a su otro primo frente a ella.
-Finn te está llamando, Clarise.-Habló él.
-Ya lo sé, Jack. Es solo que estaba haciendo algo importante.-Dijo ella acomodando un mechón de pelo tras su oreja. Jack la miró divertido.
-Morrearse con el póster de Louis Tomlinson no es "algo importante"-Rió y se largó a correr tras recordar la última vez que le dijo algo semejante.
-¡Jack! ¡Estúpido memo... vuelve!-Le gritó mientras lo seguía por la casa. Vio como el castaño bajaba las escaleras con destreza y corrió tras él.
-Dejad de correr, chicos.-Les dijo Derek desde el sillón del salón. Los dos hicieron oídos sordos y no pararon de correr por la casa. Llegaron a la cocina.
-Alto ahí.-Oyeron la voz de Finn tras ellos. Los dos pararon en seco y se miraron cómplices. Algo estaba claro, cuando Finn le decía a alguien que hiciera algo, no lo hacía. Y ese momento no sería la excepción. Pasaron de él como si no les hubiera dicho nada. Y Jack le dio un golpe en la nuca mientras se iba dirección al patio trasero.
-¡Jack! ¡Clarise!-Les gritó. Pero ellos siguieron corriendo. Clarise persiguiéndole y Jack intentando escapar. Aunque tarde o temprano los dos terminaría cansados. Kilian apareció más tarde, cuando Jack y Clarise estaban a punto de rendirse.
-Papá al teléfono, Clarise.-Le dijo a su hermana mayor, aunque no tan mayor, Clarise y Kilian se llevaban tres años, ella tenía dieciocho y él quince. Kilian era el más tranquilo de todos, Clarise era la loca, aunque no tan loca; ya que, cuando se trataba de chicos, ella era la chica más tímida y reservada del mundo.
-¡Hola, cielo!-Saludó su padre cuando ella cogió el teléfono.
-Hola, papá. ¿Cuándo vuelves?-Preguntó risueña, sentándose en el césped y viendo como Jack dava pequeños saltos de victoria para luego caer rendido al suelo. Rió entre dientes y escuchó a su padre por el teléfono.
-El jueves por la noche.-Habló él.
-Eso es bueno.-Festejó.
-Muy bueno.-Sonrió.-Ahora tengo trabajo, hija. Mañana os llamo.
-De acuerdo, te quiero, papá.
-Yo también te quiero, cielo. Adiós...-Sonrió y colgó. Tres segundos después, Clarise también colgó. Costaba un poco de asimilar que su padre estuviera al otro lado del mundo, haciendo su trabajo.
Más tarde, cuando todos ya habían desayunado más de dos "Súper tortillas con caramelo" cocinadas por Finn, Clarise subió a su habitación a por las pinturas y los pinceles. Hoy, como todos los sábados, Clarise, Finn, Jack, Kilian y Oulette -hermana menor de Finn y Jack- pintarían lo que se les viniera en mente. Lo que en el idioma de Clarise significaba otro cuadro de él en la pared de su habitación. Ella lo había pintado, escrito, mirado, descrito... pero seguían faltando pinturas, palabras, ojos... para definir con exactitud lo que él significaba.
Dos horas más tarde, todos estaban listos para empezar. Cada uno en su silla, con sus pinturas, y sus materiales. Clarise empezó de forma sencilla, escribiendo. Y es que eso era lo suyo, escribir. Dibujó su nombre a un lado, el de él. Podías leer en letra cursiva y en un ligero tono rojizo "Louis". Kilian observaba con atención lo que su hermana hacía.
-Deberías hacer algo para poder conocerlo.-Le dijo sin dejar de mirar el nombre recién pintado por ella. Clarise lo miró.- Deberías hacer algo para llamar su atención, para que sepa de ti... Deberías...
-Escribirle.-Dijo interrumpiendo a su hermano.-Le escribiré una carta.
-¿Crees que por una carta que posiblemente no le llegue nunca, moverá cielo y tierra para conocerte?