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♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Capítulo 9
No era la primera vez que __________ veía a Joe encerrarse en sí mismo. Se había dado cuenta de que tenía la costumbre de hacerlo cuando se sentía amenazado o incierto. Pero no esperaba que lo hiciese justo aquel día, después de la noche que habían pasado juntos y de la intimidad que habían compartido.
Sintió un gran dolor.
Durante el vuelo, fingió que leía una revista y trató de ignorar la cercanía de su cuerpo. Casi podía sentir el calor que despedía. Le echó una mirada de reojo. Tenía los ojos cerrados y parecía muy tranquilo, cansado y distante. Estaba junto a ella, pero era como si estuviese a muchas millas de distancia.
Debía de haber decidido que había sido un error hacer el amor.
Reprimiendo las lágrimas, volvió a la revista, decidida a no avergonzar a ambos con un despliegue sensiblero de emociones. No quería llorar hasta no estar segura en la intimidad de su apartamento.
Debería haber escuchado el consejo de su padre.
Una vez en el aeropuerto de Dallas, estaban esperando el equipaje cuando una voz de hombre pronunció el nombre de ___________. Se volvió con curiosidad y sonrió al ver al atractivo rubio que la llamaba.
—¡David! —saludó.
Encantada de volver a ver a su amigo, que llevaba varios meses fuera del país por cuestiones de trabajo, __________ le devolvió el entusiasta abrazo con gran cariño.
—Me alegro de verte —le dijo, retrocediendo un poco para admirar lo moreno que estaba—. Tienes un aspecto maravilloso. ¿Cuándo has vuelto a Dallas?
David le dio un sonoro beso en la mejilla.
—Hace un cuarto de hora —contestó sonriente sin soltarla—. Había pensado llamarte nada más llegar, pero esto es mejor todavía. ¿Cómo está la pandilla?
—Muy bien. Leslie ha dado a luz la semana pasada. Ha sido un niño.
—¡Eso es fantástico! Tengo que ir a verla. ¿Y qué tal va el brazo de Brock?
—Mucho mejor. Ya lo mueve casi del todo. Y Debbie…
Siguieron charlando unos minutos. ___________ puso a David al día sobre sus amigos comunes y se enteró de todo lo que pudo acerca del trabajo que él había estado realizando en el extranjero. De repente, se acordó de Joe.
Se volvió hacia él con sentimiento de culpabilidad y notó que estaba todavía más distante y encerrado en sí mismo que durante el vuelo, aparte de visiblemente impaciente. Se preguntó con inquietud si no se habría comportado así a propósito para castigarlo por haberla ignorado en el avión.
—Joe, te presento a uno de mis mejores amigos, David Garner. David, éste es mi… mi jefe, el doctor Joseph Jonas.
Joe le dirigió a __________ una extraña mirada que ella interpretó como una mezcla de dolor y reproche. Luego, su expresión se tornó impasible y le estrechó la mano a David.
David miró a ___________ y pareció darse cuenta de que había llegado el momento de desaparecer.
—Te llamaré por teléfono, ________* . Podemos ir al cine o algo así y ponernos al corriente de todo. Te he echado de menos, chata.
—Sí, llámame —contestó __________ en un tono casi desafiante.
Eso iba por Joe. Se volvió hacia él mientras David se alejaba en otra dirección.
—Vamos a por las maletas —le dijo.
Joe dejó a _________ en la puerta de su casa sin entrar dentro. Tampoco la besó al despedirse, sino que masculló algo acerca de unas llamadas urgentes que tenía que hacer en la oficina. Ella logró cerrar la puerta y llegar hasta el sofá antes de estallar en un amargo llanto. Eran lágrimas de dolor y de enfado por la forma en que Joe la había tratado ese día. ¿Qué es lo que había hecho?, se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué estaba tan distante después de lo cerca que habían estado la noche anterior? ¿Se sentiría confuso, quizás algo asustado, por la intimidad que había crecido tan rápidamente entre ellos? Si era ese el problema podía entenderlo pero, ¿por qué razón se negaba a hablar y a compartir con ella sus preocupaciones? ¿Cómo podía encerrarse en sí mismo de esa forma?
Sentía tanto dolor, que acabó por dejar que la indignación superase los demás sentimientos. Desde luego, esa vez no sería ella quien hiciese las paces, pensó enjugándose las lágrimas en actitud rebelde. Joe decía ser capaz de manejar su propia vida, de modo que podía comenzar por solucionar sus problemas sentimentales con ella, si es que ese término podía aplicarse a la relación que existía entre ambos. Había sido perfectamente capaz de seducirla y de lograr que ella lo desease hasta el punto de hacerle olvidar los motivos por los que no quería tener una relación amorosa con su jefe.
Y si había decidido que __________ no le convenía, si estaba tratando de escurrir el bulto y dárselo a entender de la forma más cómoda, ella sobreviviría. Buscaría otro trabajo. Porque desde luego sabía que no sería capaz de trabajar para Joe sin desearlo, sin recordar continuamente la breve pasión que habría existido entre ambos. Y nunca volvería a olvidar la dura lección que había aprendido. Podía ser que sólo aceptase trabajar para mujeres.
En cualquier caso, no creía que existiese peligro alguno de que volviese a ocurrirle algo semejante, incluso trabajando de secretaria para Robert Redford, pensó con un desesperado sollozo. Estaba enamorada de Joe.
No era la primera vez que __________ veía a Joe encerrarse en sí mismo. Se había dado cuenta de que tenía la costumbre de hacerlo cuando se sentía amenazado o incierto. Pero no esperaba que lo hiciese justo aquel día, después de la noche que habían pasado juntos y de la intimidad que habían compartido.
Sintió un gran dolor.
Durante el vuelo, fingió que leía una revista y trató de ignorar la cercanía de su cuerpo. Casi podía sentir el calor que despedía. Le echó una mirada de reojo. Tenía los ojos cerrados y parecía muy tranquilo, cansado y distante. Estaba junto a ella, pero era como si estuviese a muchas millas de distancia.
Debía de haber decidido que había sido un error hacer el amor.
Reprimiendo las lágrimas, volvió a la revista, decidida a no avergonzar a ambos con un despliegue sensiblero de emociones. No quería llorar hasta no estar segura en la intimidad de su apartamento.
Debería haber escuchado el consejo de su padre.
Una vez en el aeropuerto de Dallas, estaban esperando el equipaje cuando una voz de hombre pronunció el nombre de ___________. Se volvió con curiosidad y sonrió al ver al atractivo rubio que la llamaba.
—¡David! —saludó.
Encantada de volver a ver a su amigo, que llevaba varios meses fuera del país por cuestiones de trabajo, __________ le devolvió el entusiasta abrazo con gran cariño.
—Me alegro de verte —le dijo, retrocediendo un poco para admirar lo moreno que estaba—. Tienes un aspecto maravilloso. ¿Cuándo has vuelto a Dallas?
David le dio un sonoro beso en la mejilla.
—Hace un cuarto de hora —contestó sonriente sin soltarla—. Había pensado llamarte nada más llegar, pero esto es mejor todavía. ¿Cómo está la pandilla?
—Muy bien. Leslie ha dado a luz la semana pasada. Ha sido un niño.
—¡Eso es fantástico! Tengo que ir a verla. ¿Y qué tal va el brazo de Brock?
—Mucho mejor. Ya lo mueve casi del todo. Y Debbie…
Siguieron charlando unos minutos. ___________ puso a David al día sobre sus amigos comunes y se enteró de todo lo que pudo acerca del trabajo que él había estado realizando en el extranjero. De repente, se acordó de Joe.
Se volvió hacia él con sentimiento de culpabilidad y notó que estaba todavía más distante y encerrado en sí mismo que durante el vuelo, aparte de visiblemente impaciente. Se preguntó con inquietud si no se habría comportado así a propósito para castigarlo por haberla ignorado en el avión.
—Joe, te presento a uno de mis mejores amigos, David Garner. David, éste es mi… mi jefe, el doctor Joseph Jonas.
Joe le dirigió a __________ una extraña mirada que ella interpretó como una mezcla de dolor y reproche. Luego, su expresión se tornó impasible y le estrechó la mano a David.
David miró a ___________ y pareció darse cuenta de que había llegado el momento de desaparecer.
—Te llamaré por teléfono, ________* . Podemos ir al cine o algo así y ponernos al corriente de todo. Te he echado de menos, chata.
—Sí, llámame —contestó __________ en un tono casi desafiante.
Eso iba por Joe. Se volvió hacia él mientras David se alejaba en otra dirección.
—Vamos a por las maletas —le dijo.
Joe dejó a _________ en la puerta de su casa sin entrar dentro. Tampoco la besó al despedirse, sino que masculló algo acerca de unas llamadas urgentes que tenía que hacer en la oficina. Ella logró cerrar la puerta y llegar hasta el sofá antes de estallar en un amargo llanto. Eran lágrimas de dolor y de enfado por la forma en que Joe la había tratado ese día. ¿Qué es lo que había hecho?, se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué estaba tan distante después de lo cerca que habían estado la noche anterior? ¿Se sentiría confuso, quizás algo asustado, por la intimidad que había crecido tan rápidamente entre ellos? Si era ese el problema podía entenderlo pero, ¿por qué razón se negaba a hablar y a compartir con ella sus preocupaciones? ¿Cómo podía encerrarse en sí mismo de esa forma?
Sentía tanto dolor, que acabó por dejar que la indignación superase los demás sentimientos. Desde luego, esa vez no sería ella quien hiciese las paces, pensó enjugándose las lágrimas en actitud rebelde. Joe decía ser capaz de manejar su propia vida, de modo que podía comenzar por solucionar sus problemas sentimentales con ella, si es que ese término podía aplicarse a la relación que existía entre ambos. Había sido perfectamente capaz de seducirla y de lograr que ella lo desease hasta el punto de hacerle olvidar los motivos por los que no quería tener una relación amorosa con su jefe.
Y si había decidido que __________ no le convenía, si estaba tratando de escurrir el bulto y dárselo a entender de la forma más cómoda, ella sobreviviría. Buscaría otro trabajo. Porque desde luego sabía que no sería capaz de trabajar para Joe sin desearlo, sin recordar continuamente la breve pasión que habría existido entre ambos. Y nunca volvería a olvidar la dura lección que había aprendido. Podía ser que sólo aceptase trabajar para mujeres.
En cualquier caso, no creía que existiese peligro alguno de que volviese a ocurrirle algo semejante, incluso trabajando de secretaria para Robert Redford, pensó con un desesperado sollozo. Estaba enamorada de Joe.
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Completamente, increíblemente, permanentemente enamorada. E iba a ser necesario algo más que un nuevo trabajo para arrancárselo del corazón y del pensamiento. Mucho, mucho más.
Lo odiaba. Odiaba al tal David o como se llame aquel individuo que había manoseado a __________ como si tuviese todo el derecho del mundo. Y lo peor era que ella se lo había permitido. ¡Incluso lo había animado a hacerlo!
Cerró de un portazo la puerta del despacho y se puso a recorrer con pasos furiosos el atestado cuarto. Estaba que echaba chispas. ¿Cómo se atrevía a dejarse abrazar y besar en la mejilla por otro hombre cuando había hecho el amor con él sólo unas horas antes? Y luego se lo había presentado como «uno de sus mejores amigos», mientras que a él lo había identificado como su «jefe». En lo que a él se refería, esa era la gota que había colmado el vaso. Su jefe. Al menos podía haberlo presentado como otro amigo.
Por un momento, se le ocurrió pensar que había sido él quien la había ignorado durante todo el día y que _________ debía sentirse herida y confundida por su conducta. Pero se dijo con resentimiento que eso no tenía nada que ver. No había esperado de ella que se arrojase a los brazos de otro hombre nada más pisar Dallas. Y para colmo, un rubio fornido con aspecto de ligón de playa. Un hombre que parecía tener gran sentido del humor, extrovertido, de personalidad jovial y con un gusto para vestir que cualquier mujer admiraría sin duda. Un hombre con la necesaria seguridad en sí mismo como para mostrar sus sentimientos sin miedo a malas interpretaciones, sin temor al rechazo.
Poniéndose cada vez de peor humor a medida que recordaba las virtudes del amigo de __________, Joe se dejó caer en una silla y se apartó el pelo de la frente con un gesto de despecho.
«Maldita sea», pensó, «es el tipo perfecto para ___________».
Hacían una pareja perfecta. Se merecía un hombre así. Alguien normal, que encajase con sus amistades y que no hiciese el amor con ella una noche para luego huir casi con pánico a la mañana siguiente. Alguien a todas luces distinto a él.
Nunca debía haberse permitido enamorarse. No era el tipo de hombre que supiese manejar una situación así. Si algo no cuadraba perfectamente en una subcategoría bien definida, fácilmente identificable y aplicable en la práctica, Joe se sentía perdido. Y ni ____________ ni sus complejos sentimientos hacia ella se sujetaban en absoluto a una clasificación.
Había sido relativamente fácil fingir durante un tiempo, representar el papel del amante lleno de confianza y seguridad. Pero había sido una representación. Al volverse reales sus emociones, los viejos sentimientos de duda e incapacidad lo habían invadido de nuevo. ¿Y si lo estropeaba todo? ¿Y si ella cambiaba de opinión? ¿Y si la ahuyentaba con su conducta? O también podía ocurrir que lo abandonase por decisión propia. Había demasiadas dudas, demasiadas cosas en juego. No existía fórmula alguna para minimizar las posibilidades de fracaso.
Pensó en sus colegas de Optium Forum. Se preguntó con ironía qué harían si plantease su problema en la próxima sesión. Búho serio y socialmente inepto se enamora de un encantador y seguro colibrí. ¿Qué medidas puede tomar para asegurarse de que el colibrí no se aburriría y empezara a ansiar en secreto la vuelta a su impetuoso revolotear de flor en flor, dejando al pobre búho solo, en la oscuridad?
Sus colegas le declararían mentalmente incompetente. Lo expulsarían de sus selectas filas. Los que tuviesen sentido del humor, se echarían a reír.
¿Conclusión? El brillante y respetado genio, el profesor, científico e inventor tan consultado y publicado en toda la nación se enderezó en la silla, se pasó los dedos por el revuelto cabello negro y frunció los labios mientras resumía en una breve frase la conclusión alcanzada tras reflexionar cuidadosamente sobre su hipótesis:
—El amor sobre el sexo.
El lunes por la mañana, _________ llevaba apenas unos minutos sentada en su despacho cuando Joe apareció cargado de libros y papeles. Estaba claro que se disponía a salir. __________ dio por hecho que iba a evitarla de nuevo pasándose casi todo el día en la universidad. Ahogando un suspiro, estudió su rostro y creyó notar que no parecía haber dormido mejor que ella esa noche. En cualquier caso, no pudo evitar que eso le produjera una cierta satisfacción.
Joe le puso delante una pila de notas escritas pulcramente a mano.
—Necesito que las tengas pasadas a máquina para mañana por la mañana —dijo con una voz que no reflejaba sentimiento alguno.
—Las pasaré esta tarde —prometió ella, intentando sonar igualmente distante.
—Muy bien. Estaré en la universidad la mayor parte del día. ¿Tenemos que discutir alguna cuestión antes de que me marche?
__________ se preguntó qué querría decir con eso. ¿Se refería al trabajo o a una discusión personal? De cualquier forma, su respuesta iba a ser la misma.
—No. Nada en absoluto —contestó.
Joe movió la cabeza afirmativamente y sus miradas se encontraron. __________ creyó detectar un breve reflejo de pánico en sus ojos antes de que su rostro se volviese de nuevo impenetrable. Se preguntó si habría sido imaginación suya.
—____________…
—¿Sí?
El suspiró y se pasó la mano por el bien peinado cabello.
—En relación con la otra noche…
____________ tragó saliva. No estaba preparada para hablar del tema en ese momento. Había esperado que él siguiese ignorando el problema, como parecía que solía hacer cada vez que algo se volvía demasiado personal e incómodo. Respiró hondo.
Lo odiaba. Odiaba al tal David o como se llame aquel individuo que había manoseado a __________ como si tuviese todo el derecho del mundo. Y lo peor era que ella se lo había permitido. ¡Incluso lo había animado a hacerlo!
Cerró de un portazo la puerta del despacho y se puso a recorrer con pasos furiosos el atestado cuarto. Estaba que echaba chispas. ¿Cómo se atrevía a dejarse abrazar y besar en la mejilla por otro hombre cuando había hecho el amor con él sólo unas horas antes? Y luego se lo había presentado como «uno de sus mejores amigos», mientras que a él lo había identificado como su «jefe». En lo que a él se refería, esa era la gota que había colmado el vaso. Su jefe. Al menos podía haberlo presentado como otro amigo.
Por un momento, se le ocurrió pensar que había sido él quien la había ignorado durante todo el día y que _________ debía sentirse herida y confundida por su conducta. Pero se dijo con resentimiento que eso no tenía nada que ver. No había esperado de ella que se arrojase a los brazos de otro hombre nada más pisar Dallas. Y para colmo, un rubio fornido con aspecto de ligón de playa. Un hombre que parecía tener gran sentido del humor, extrovertido, de personalidad jovial y con un gusto para vestir que cualquier mujer admiraría sin duda. Un hombre con la necesaria seguridad en sí mismo como para mostrar sus sentimientos sin miedo a malas interpretaciones, sin temor al rechazo.
Poniéndose cada vez de peor humor a medida que recordaba las virtudes del amigo de __________, Joe se dejó caer en una silla y se apartó el pelo de la frente con un gesto de despecho.
«Maldita sea», pensó, «es el tipo perfecto para ___________».
Hacían una pareja perfecta. Se merecía un hombre así. Alguien normal, que encajase con sus amistades y que no hiciese el amor con ella una noche para luego huir casi con pánico a la mañana siguiente. Alguien a todas luces distinto a él.
Nunca debía haberse permitido enamorarse. No era el tipo de hombre que supiese manejar una situación así. Si algo no cuadraba perfectamente en una subcategoría bien definida, fácilmente identificable y aplicable en la práctica, Joe se sentía perdido. Y ni ____________ ni sus complejos sentimientos hacia ella se sujetaban en absoluto a una clasificación.
Había sido relativamente fácil fingir durante un tiempo, representar el papel del amante lleno de confianza y seguridad. Pero había sido una representación. Al volverse reales sus emociones, los viejos sentimientos de duda e incapacidad lo habían invadido de nuevo. ¿Y si lo estropeaba todo? ¿Y si ella cambiaba de opinión? ¿Y si la ahuyentaba con su conducta? O también podía ocurrir que lo abandonase por decisión propia. Había demasiadas dudas, demasiadas cosas en juego. No existía fórmula alguna para minimizar las posibilidades de fracaso.
Pensó en sus colegas de Optium Forum. Se preguntó con ironía qué harían si plantease su problema en la próxima sesión. Búho serio y socialmente inepto se enamora de un encantador y seguro colibrí. ¿Qué medidas puede tomar para asegurarse de que el colibrí no se aburriría y empezara a ansiar en secreto la vuelta a su impetuoso revolotear de flor en flor, dejando al pobre búho solo, en la oscuridad?
Sus colegas le declararían mentalmente incompetente. Lo expulsarían de sus selectas filas. Los que tuviesen sentido del humor, se echarían a reír.
¿Conclusión? El brillante y respetado genio, el profesor, científico e inventor tan consultado y publicado en toda la nación se enderezó en la silla, se pasó los dedos por el revuelto cabello negro y frunció los labios mientras resumía en una breve frase la conclusión alcanzada tras reflexionar cuidadosamente sobre su hipótesis:
—El amor sobre el sexo.
El lunes por la mañana, _________ llevaba apenas unos minutos sentada en su despacho cuando Joe apareció cargado de libros y papeles. Estaba claro que se disponía a salir. __________ dio por hecho que iba a evitarla de nuevo pasándose casi todo el día en la universidad. Ahogando un suspiro, estudió su rostro y creyó notar que no parecía haber dormido mejor que ella esa noche. En cualquier caso, no pudo evitar que eso le produjera una cierta satisfacción.
Joe le puso delante una pila de notas escritas pulcramente a mano.
—Necesito que las tengas pasadas a máquina para mañana por la mañana —dijo con una voz que no reflejaba sentimiento alguno.
—Las pasaré esta tarde —prometió ella, intentando sonar igualmente distante.
—Muy bien. Estaré en la universidad la mayor parte del día. ¿Tenemos que discutir alguna cuestión antes de que me marche?
__________ se preguntó qué querría decir con eso. ¿Se refería al trabajo o a una discusión personal? De cualquier forma, su respuesta iba a ser la misma.
—No. Nada en absoluto —contestó.
Joe movió la cabeza afirmativamente y sus miradas se encontraron. __________ creyó detectar un breve reflejo de pánico en sus ojos antes de que su rostro se volviese de nuevo impenetrable. Se preguntó si habría sido imaginación suya.
—____________…
—¿Sí?
El suspiró y se pasó la mano por el bien peinado cabello.
—En relación con la otra noche…
____________ tragó saliva. No estaba preparada para hablar del tema en ese momento. Había esperado que él siguiese ignorando el problema, como parecía que solía hacer cada vez que algo se volvía demasiado personal e incómodo. Respiró hondo.
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—¿Qué pasa con la otra noche? —preguntó algo secamente.
—Significó mucho para mí —contestó él con conmovedora sencillez—. No me arrepiento de que ocurriese. Pero lo he pensado mucho y he decidido que tenías razón. Nos dejamos llevar por los papeles que estábamos representando. Somos colegas de trabajo, y espero que amigos, y será mejor que no arriesguemos lo que tenemos entregándonos a una relación sentimental.
—Estoy de acuerdo —confirmó ella sin saber cómo podía hablar con tanta calma y firmeza cuando se sentía como si le hubiesen propinado una patada en la espinilla—. Siempre he dicho que somos demasiado distintos como para intentar algo más serio que una amistad.
A Joe le tembló la mandíbula, pero asintió con frialdad.
—Sí. Ya sé que lo has dicho muchas veces. Es una de las muchas lecciones que has tratado de enseñarme, ¿no? Simplemente no aprendí a controlar mis fantasías tan fácilmente como a conducir y bailar.
Algo en su tono de voz la hizo saltar en la silla. No supo si era amargura, o disgusto, o pesar, pero inconscientemente le tendió una mano.
—Joe.
Él retrocedió unos pasos y consultó el reloj.
—Me alegro de que hayamos resuelto esto. Ahora podemos seguir adelante con nuestra relación profesional. Tenemos mucho que hacer en las próximas semanas. Tengo que prepararme para el siguiente curso en la universidad, y la reunión trimestral de Optium Forum va a ser dentro de poco.
—Estoy dispuesta a trabajar lo que sea necesario —le aseguró _________.
De hecho, deseaba estar lo más ocupada posible. Esperaba estar tan inundada de trabajo que no tuviese tiempo, al menos en la oficina, para compadecerse o dejarse llevar por inútiles pensamientos acerca de lo diferentes que podían haber sido las cosas. En la oficina, al menos, no habría tiempo para lágrimas.
Lo que desde luego no explicaba por qué al marcharse Joe se pasó un buen rato llorando sobre la máquina de escribir.
—¿Me pasas la llave inglesa, nena? —__________ cogió la herramienta y la puso en la ancha mano de su padre.
—¿Ésta?
—Sí. Gracias. Y ahora apártate, si no quieres ensuciarte la ropa.
—Papá, me he puesto ropa vieja para poder ayudarte a arreglar mi coche, no para estar mirando cómo lo haces.
Bill alzó la cabeza de debajo del capó del Ford lo suficiente como para dedicarle a su hija una rápida sonrisa indulgente.
—Me parece un buen propósito. Pero ya te dejé ayudarme una vez, ¿te acuerdas? Créeme. Es mejor que lo haga yo solo. Es más seguro tanto para mí como para el coche.
Con un bufido de resignación, __________ apoyó los codos en el coche y descansó la barbilla entre las manos. Durante diez minutos, observó a su padre manipular en el laberinto de piezas para ella desconocidas que conformaban el motor. De tanto en tanto se le escapaba un suspiro. Finalmente, Bill carraspeó y se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
—¿Quieres que hablemos de ello?
—¿Qué hablemos de qué? —preguntó _________, asombrada.
—De lo que está haciendo que suenes como una rueda vieja con un pinchazo. Está claro que algo te preocupa.
—No es nada importante —contestó.
Bill volvió a su tarea, pero no estaba dispuesto a dejar el tema.
—Has vuelto a hacerlo, ¿verdad? —insistió.
—¿A hacer qué?
—A enamorarte de tu jefe. Pensaba que habías aprendido una lección la otra vez.
—Esto no tiene nada que ver con la otra vez —protestó ___________, indignada ante la mera idea de comparar sus sentimientos por Joe con su tonta chifladura por Larry.
—Ah, ¿sí? ¿Y dónde está la diferencia?
—Larry era un ******* frívolo y egocéntrico. Joe es… Joe es…
Horrorizada al ver que estaba a punto de echarse a llorar, __________ se tragó las palabras que estaba buscando.
Bill le dio una última vuelta a lo que estaba enroscando, dejó caer la capota del coche, se secó las manos con un trapo sucio y miró fijamente el triste rostro de su hija.
—Pues sí que parece diferente.
__________ asintió.
—¿Y qué piensas hacer al respecto?
—No lo sé. Durante un tiempo pensé… tuve la esperanza… Pero ahora él dice que somos demasiado distintos y que no debemos involucrarnos sentimentalmente. Y yo sé que probablemente tenga razón, pero desearía… Y me he pasado toda la semana yendo a trabajar y es tan duro no… Y él parece infeliz pero no quiere hablar, e incluso cuando sonríe por algo que he dicho se nota que se está conteniendo y antes nunca lo hacía… Y, ¿qué voy a hacer, papá?
—Significó mucho para mí —contestó él con conmovedora sencillez—. No me arrepiento de que ocurriese. Pero lo he pensado mucho y he decidido que tenías razón. Nos dejamos llevar por los papeles que estábamos representando. Somos colegas de trabajo, y espero que amigos, y será mejor que no arriesguemos lo que tenemos entregándonos a una relación sentimental.
—Estoy de acuerdo —confirmó ella sin saber cómo podía hablar con tanta calma y firmeza cuando se sentía como si le hubiesen propinado una patada en la espinilla—. Siempre he dicho que somos demasiado distintos como para intentar algo más serio que una amistad.
A Joe le tembló la mandíbula, pero asintió con frialdad.
—Sí. Ya sé que lo has dicho muchas veces. Es una de las muchas lecciones que has tratado de enseñarme, ¿no? Simplemente no aprendí a controlar mis fantasías tan fácilmente como a conducir y bailar.
Algo en su tono de voz la hizo saltar en la silla. No supo si era amargura, o disgusto, o pesar, pero inconscientemente le tendió una mano.
—Joe.
Él retrocedió unos pasos y consultó el reloj.
—Me alegro de que hayamos resuelto esto. Ahora podemos seguir adelante con nuestra relación profesional. Tenemos mucho que hacer en las próximas semanas. Tengo que prepararme para el siguiente curso en la universidad, y la reunión trimestral de Optium Forum va a ser dentro de poco.
—Estoy dispuesta a trabajar lo que sea necesario —le aseguró _________.
De hecho, deseaba estar lo más ocupada posible. Esperaba estar tan inundada de trabajo que no tuviese tiempo, al menos en la oficina, para compadecerse o dejarse llevar por inútiles pensamientos acerca de lo diferentes que podían haber sido las cosas. En la oficina, al menos, no habría tiempo para lágrimas.
Lo que desde luego no explicaba por qué al marcharse Joe se pasó un buen rato llorando sobre la máquina de escribir.
—¿Me pasas la llave inglesa, nena? —__________ cogió la herramienta y la puso en la ancha mano de su padre.
—¿Ésta?
—Sí. Gracias. Y ahora apártate, si no quieres ensuciarte la ropa.
—Papá, me he puesto ropa vieja para poder ayudarte a arreglar mi coche, no para estar mirando cómo lo haces.
Bill alzó la cabeza de debajo del capó del Ford lo suficiente como para dedicarle a su hija una rápida sonrisa indulgente.
—Me parece un buen propósito. Pero ya te dejé ayudarme una vez, ¿te acuerdas? Créeme. Es mejor que lo haga yo solo. Es más seguro tanto para mí como para el coche.
Con un bufido de resignación, __________ apoyó los codos en el coche y descansó la barbilla entre las manos. Durante diez minutos, observó a su padre manipular en el laberinto de piezas para ella desconocidas que conformaban el motor. De tanto en tanto se le escapaba un suspiro. Finalmente, Bill carraspeó y se volvió hacia ella con el ceño fruncido.
—¿Quieres que hablemos de ello?
—¿Qué hablemos de qué? —preguntó _________, asombrada.
—De lo que está haciendo que suenes como una rueda vieja con un pinchazo. Está claro que algo te preocupa.
—No es nada importante —contestó.
Bill volvió a su tarea, pero no estaba dispuesto a dejar el tema.
—Has vuelto a hacerlo, ¿verdad? —insistió.
—¿A hacer qué?
—A enamorarte de tu jefe. Pensaba que habías aprendido una lección la otra vez.
—Esto no tiene nada que ver con la otra vez —protestó ___________, indignada ante la mera idea de comparar sus sentimientos por Joe con su tonta chifladura por Larry.
—Ah, ¿sí? ¿Y dónde está la diferencia?
—Larry era un ******* frívolo y egocéntrico. Joe es… Joe es…
Horrorizada al ver que estaba a punto de echarse a llorar, __________ se tragó las palabras que estaba buscando.
Bill le dio una última vuelta a lo que estaba enroscando, dejó caer la capota del coche, se secó las manos con un trapo sucio y miró fijamente el triste rostro de su hija.
—Pues sí que parece diferente.
__________ asintió.
—¿Y qué piensas hacer al respecto?
—No lo sé. Durante un tiempo pensé… tuve la esperanza… Pero ahora él dice que somos demasiado distintos y que no debemos involucrarnos sentimentalmente. Y yo sé que probablemente tenga razón, pero desearía… Y me he pasado toda la semana yendo a trabajar y es tan duro no… Y él parece infeliz pero no quiere hablar, e incluso cuando sonríe por algo que he dicho se nota que se está conteniendo y antes nunca lo hacía… Y, ¿qué voy a hacer, papá?
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Bill pareció seguir el inconexo monólogo de su hija sin ningún problema. Cuando ella acabó, puso un gesto irónico pero comprensivo y, pasándole un brazo por los hombros, la llevó hacia la casa.
—Vamos a tomar un poco de la tarta de cerezas de tu madre. Acaba de sacar una del horno. Hablaremos mientras comemos.
—Así que ese tipo piensa que es demasiado inteligente para ti —comentó Bill un cuarto de hora después tras haberle sacado a __________ toda la historia excepto, por supuesto, lo ocurrido la noche después del aniversario de los abuelos de Joe.
________ negó con la cabeza.
—No, papá —protestó con vehemencia—. Joe siempre me ha tratado como a su igual a pesar de que, desde luego, es mucho más inteligente que yo.
—Tonterías —dijo Bill, frunciendo el ceño—. Te graduaste con el tercer puesto en tu clase del instituto, y con el primero en la escuela para secretarias. Tus profesores siempre han dicho que podías haber llegado más alto si hubiese querido, pero nadie ha dicho nunca que no seas inteligente. ¿Le has contado eso al genio de tu jefe?
—Papá, graduarse con el tercer puesto en una clase de ciento cincuenta no se puede comparar con lo de Joe. ¡Él obtuvo el doctorado a los diecinueve! Escribe, inventa, da conferencias, recibe consultas. Puede hacer de todo con un ordenador. No es que se considere mejor que los demás, ¡es que es realmente muy especial!
—Joe es un hombre —argumentó su padre con testarudez—. No es mejor ni peor que cualquier otro. Y si no tiene sentido común para darse cuenta de su suerte al tener una chica tan brillante, bonita, dulce y buena como tú, entonces a mí no me parece que sea en absoluto inteligente.
____________ le dirigió una triste sonrisa a su madre, que asistía con expresión divertida a la conversación. Después, miró a su padre.
—¿No te parece que puedes estar juzgándolo todo con la subjetividad de un padre?
—No me importa. No quiero que pienses que no te considero digna de ese hombre. No sé cuál será su problema, pero sé que no puedes pasarte el resto de tu vida deprimiéndote a su lado. Así que tienes que tomar una decisión.
—Tienes razón —dijo finalmente—. No puedo pasarme la vida deprimiéndome al lado de Joe. Tengo más agallas que todo eso.
—Así me gusta —masculló Bill con aprobación.
__________ se puso derecha, levantó la barbilla y sacudió desafiante la cola de caballo.
—¡Maldita sea! —exclamó—. Por supuesto que soy digna de Joseph Jonas. Es su miedo lo que se interpone entre nosotros.
—Claro que sí.
—Muy bien. Se acabaron las depresiones. Voy a empezar a divertirme otra vez. Con o sin Joe. Y si quiere tener una segunda oportunidad de que hagamos algo especial juntos, ya sabe dónde encontrarme.
—Buena chica.
—Eso es.
—Eso es.
__________ se levantó con determinación y le dio un sonoro beso a su padre en la mejilla.
—Gracias, papá. Por arreglarme el coche y por el apoyo moral.
—De nada, nena.
—Gracias por la tarta, mamá. Estaba deliciosa, como siempre.
—Sí, cariño —dijo Jean, abrazándola con ternura—. Llámame más tarde si necesitas hablar, ¿eh?
—Claro. Ahora tengo que irme. Tengo que hacer la colada. Quiero tener un aspecto fresco y profesional cuando aparezca mañana en la oficina.
Y ____________ salió de la casa rebosando energía y determinación ante la mirada asombrada de sus padres, a los que nunca dejaba de sorprender el carácter tan voluble de su hija.
Joe no estaba muy seguro de cómo tomarse el cambio de conducta de __________. La semana anterior había estado callada, sumisa, haciendo su trabajo con seca y distante eficiencia. Pero esa semana fue como si hubiese reaparecido la __________ que conoció en un principio, como si el incidente de Chicago jamás hubiese ocurrido. Estaba jovial, charlatana, de buen humor. Todas las mañanas le daba los buenos días con una alegre y brillante sonrisa, y había vuelto a sus habituales bromas acerca de la atestada oficina de Joe y su desordenada forma de trabajar. Se sorprendió a sí mismo más de una vez respondiendo sin pensar a sus bromas, llevado por el magnético encanto que admiró en ella desde el comienzo.
Cada vez le resultaba más difícil acordarse de las razones prácticas y lógicas que tenía para no dejarla acercarse a él demasiado, para no ceder a los frecuentes impulsos que sentía de abrazarla y probar su atractiva sonrisa, para no dejar que sus manos sucumbiesen al deseo de acariciar de nuevo las cálidas y atractivas curvas. Había vuelto a darse duchas frías por las noches, pero el remedio no daba mejor resultado que antes de que hiciesen el amor.
No podía dejar de especular acerca de su cambio de actitud. ¿Qué lo habría provocado? ¿Por qué lo trataba como si nada hubiese ocurrido, como si nunca hubiesen sido más que amigos? ¿Acaso habría llegado a la conclusión de que se alegraba de que hubiesen puesto fin a su creciente intimidad antes de que llegase demasiado lejos?
—Vamos a tomar un poco de la tarta de cerezas de tu madre. Acaba de sacar una del horno. Hablaremos mientras comemos.
—Así que ese tipo piensa que es demasiado inteligente para ti —comentó Bill un cuarto de hora después tras haberle sacado a __________ toda la historia excepto, por supuesto, lo ocurrido la noche después del aniversario de los abuelos de Joe.
________ negó con la cabeza.
—No, papá —protestó con vehemencia—. Joe siempre me ha tratado como a su igual a pesar de que, desde luego, es mucho más inteligente que yo.
—Tonterías —dijo Bill, frunciendo el ceño—. Te graduaste con el tercer puesto en tu clase del instituto, y con el primero en la escuela para secretarias. Tus profesores siempre han dicho que podías haber llegado más alto si hubiese querido, pero nadie ha dicho nunca que no seas inteligente. ¿Le has contado eso al genio de tu jefe?
—Papá, graduarse con el tercer puesto en una clase de ciento cincuenta no se puede comparar con lo de Joe. ¡Él obtuvo el doctorado a los diecinueve! Escribe, inventa, da conferencias, recibe consultas. Puede hacer de todo con un ordenador. No es que se considere mejor que los demás, ¡es que es realmente muy especial!
—Joe es un hombre —argumentó su padre con testarudez—. No es mejor ni peor que cualquier otro. Y si no tiene sentido común para darse cuenta de su suerte al tener una chica tan brillante, bonita, dulce y buena como tú, entonces a mí no me parece que sea en absoluto inteligente.
____________ le dirigió una triste sonrisa a su madre, que asistía con expresión divertida a la conversación. Después, miró a su padre.
—¿No te parece que puedes estar juzgándolo todo con la subjetividad de un padre?
—No me importa. No quiero que pienses que no te considero digna de ese hombre. No sé cuál será su problema, pero sé que no puedes pasarte el resto de tu vida deprimiéndote a su lado. Así que tienes que tomar una decisión.
—Tienes razón —dijo finalmente—. No puedo pasarme la vida deprimiéndome al lado de Joe. Tengo más agallas que todo eso.
—Así me gusta —masculló Bill con aprobación.
__________ se puso derecha, levantó la barbilla y sacudió desafiante la cola de caballo.
—¡Maldita sea! —exclamó—. Por supuesto que soy digna de Joseph Jonas. Es su miedo lo que se interpone entre nosotros.
—Claro que sí.
—Muy bien. Se acabaron las depresiones. Voy a empezar a divertirme otra vez. Con o sin Joe. Y si quiere tener una segunda oportunidad de que hagamos algo especial juntos, ya sabe dónde encontrarme.
—Buena chica.
—Eso es.
—Eso es.
__________ se levantó con determinación y le dio un sonoro beso a su padre en la mejilla.
—Gracias, papá. Por arreglarme el coche y por el apoyo moral.
—De nada, nena.
—Gracias por la tarta, mamá. Estaba deliciosa, como siempre.
—Sí, cariño —dijo Jean, abrazándola con ternura—. Llámame más tarde si necesitas hablar, ¿eh?
—Claro. Ahora tengo que irme. Tengo que hacer la colada. Quiero tener un aspecto fresco y profesional cuando aparezca mañana en la oficina.
Y ____________ salió de la casa rebosando energía y determinación ante la mirada asombrada de sus padres, a los que nunca dejaba de sorprender el carácter tan voluble de su hija.
Joe no estaba muy seguro de cómo tomarse el cambio de conducta de __________. La semana anterior había estado callada, sumisa, haciendo su trabajo con seca y distante eficiencia. Pero esa semana fue como si hubiese reaparecido la __________ que conoció en un principio, como si el incidente de Chicago jamás hubiese ocurrido. Estaba jovial, charlatana, de buen humor. Todas las mañanas le daba los buenos días con una alegre y brillante sonrisa, y había vuelto a sus habituales bromas acerca de la atestada oficina de Joe y su desordenada forma de trabajar. Se sorprendió a sí mismo más de una vez respondiendo sin pensar a sus bromas, llevado por el magnético encanto que admiró en ella desde el comienzo.
Cada vez le resultaba más difícil acordarse de las razones prácticas y lógicas que tenía para no dejarla acercarse a él demasiado, para no ceder a los frecuentes impulsos que sentía de abrazarla y probar su atractiva sonrisa, para no dejar que sus manos sucumbiesen al deseo de acariciar de nuevo las cálidas y atractivas curvas. Había vuelto a darse duchas frías por las noches, pero el remedio no daba mejor resultado que antes de que hiciesen el amor.
No podía dejar de especular acerca de su cambio de actitud. ¿Qué lo habría provocado? ¿Por qué lo trataba como si nada hubiese ocurrido, como si nunca hubiesen sido más que amigos? ¿Acaso habría llegado a la conclusión de que se alegraba de que hubiesen puesto fin a su creciente intimidad antes de que llegase demasiado lejos?
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
El viernes por la mañana seguía preguntándose qué estaría pasando por la encantadora cabecita de __________ cuando, al cruzar el pasillo con la intención de dictarle un informe, la escuchó accidentalmente hablar por teléfono. Pero al oírle pronunciar el nombre de David, lo accidental se convirtió en a propósito. Se apoyó en la pared junto a la puerta abierta de su despacho y se puso a escuchar la conversación. _________ se reía de algo que el otro había dicho.
—Qué tonto, David —dijo __________ con voz cantarina. Luego hizo una pausa y se rió de nuevo—. Está bien, está bien. No puedo soportar que te estés marchitando y muriendo de soledad. Iré contigo al concierto esta noche. Aunque sabes perfectamente que odio la música country. No me importa que me acuses de traicionar a Texas. Me sigue gustando el rock. ¿A las seis y media? Sí, estaré lista a esa hora. Pero te advierto que vas a tener que alimentarme bien para que no considere malgastado mi tiempo… ¡Ah! Eso suena bien. Nos vemos a las seis y media, hasta luego, David.
Joseph Jonas no había recurrido a la violencia física en toda su vida. Siempre la había considerado indigna de un hombre inteligente y civilizado. Así que, se dijo respirando hondo, no era posible que estuviese allí parado pensando en estrangular a una especie de ligón de playa alto y rubio al que sólo había visto una vez en el aeropuerto. Ni sentía fuertes tentaciones de colocar a una atractiva e irresistible pelirroja sobre sus rodillas y molerla a azotazos por atreverse a coquetear con el tipo en cuestión y, lo que era peor, a quedar con él dos semanas después de que hubiesen hecho el amor.
No, se repitió, dirigiéndose a su despacho. No recurriría a la violencia. La violencia no iba con su carácter. En lugar de eso, cerró la puerta de un portazo tan fuerte que parecieron temblar todas las ventanas de la casa.
Al otro lado del vestíbulo, ___________ pegó un brinco al oír el estruendo. Se llevó una mano al pecho para calmar el martilleo provocado por el sobresalto y se quedó mirando la puerta abierta. ¿Por qué demonios estaría Joe pegando portazos?, se preguntó asustada. Y de repente sus ojos se posaron en el teléfono que acababa de colgar.
¿Habría escuchado Joe su conversación con David?
¿Le habría importado de ser así?
Recordando la fuerza del portazo, se mordió el labio para ahogar la sonrisa decididamente felina que le afloró a la boca y volvió al informe que estaba pasando a máquina antes de hablar por teléfono.
Joe tamborileó furiosamente en el volante del Corvette. Estaba en la calle de ___________, cerca de su casa, aparcado en la oscuridad. Consultó su reloj fluorescente por centésima vez en la última hora.
Eran las doce de la noche. ¿Dónde demonios estaba ___________?
Aunque se lo preguntaba, no estaba seguro de querer conocer la respuesta. Le resultaba demasiado fácil imaginarla riendo y charlando con David. Y haciendo el amor. ¡Maldición!
Se revolvió lleno de desasosiego en el asiento mientras su cuerpo reaccionaba ante el recuerdo de ___________ en la cama la noche después de la fiesta. Podía verla tan claramente, sus ojos verdes brillando en la penumbra, su pelo derramándose caprichosamente sobre los desnudos hombros, su rostro tenso de deseo y la suave laxitud tras la satisfacción. Le pareció que el eco de sus gemidos de placer llenaban el terrible silencio del interior del Corvette.
Volvió a mirar la hora. Las doce y cuarto. Podía ser que no volviese a casa. Podía ser que se hubiese quedado a pasar la noche con ese…
Se puso rígido al ver venir un coche calle abajo. El coche se paró frente a la casa de ___________. Gracias a Dios estaba en casa.
Pero, ¿y si el tipo se quedaba?
Rechinando los dientes, Joe decidió darle a aquel estúpido un plazo de diez minutos para marcharse. De lo contrario, saldría del coche y…
¿Y qué? Mascullando una palabrota, se pasó una mano por el desordenado cabello y se preguntó a sí mismo qué pretendía hacer si ___________ invitaba al otro hombre a pasar la noche en su casa. Realmente no tenía ningún derecho sobre ella. Después de todo, él mismo había dejado bien claro que no tenía intención de repetir lo ocurrido en Chicago. No podía culparla por reanudar su vida social, ni esperar que pasase el viernes por la noche sola.
Pero le dolía. Le dolía profundamente, pensó frotándose el pecho como si el dolor fuese, de hecho, real.
Casi se calló de alivio al ver que la pareja de __________ no entraba en la casa. David se limitó a quedarse un momento en las escaleras y a darle un ligero beso amistoso en los labios. Luego, agitó la mano y se dirigió al coche. Joe cerró con fuerza los ojos. Cuando los abrió, el otro hombre se había marchado y __________ estaba a salvo en su casa. Sola.
Joe se recostó en el asiento. Estaba muy disgustado consigo mismo. Se preguntó si no estaría sufriendo con retraso la loca adolescencia que nunca había vivido en su juventud. Parecía un colegial enamorado y enfermo de celos espiando a su popular novia. No se gustaba nada esa noche.
De repente se dio cuenta de que había sido un imbécil y cerró el puño con furia. Un imbécil al darse por vencido tan fácilmente cuando había encontrado algo por lo que la mayoría de los hombres habrían dado gustosos la vida. Lo ocurrido entre ___________ y él no había sido fortuito. No se habían dejado llevar por una farsa, ni sus sentimientos eran irreales. Lo que habían compartido tenía una importancia vital, había sido explosivo, increíble, y existía antes de que la comedia comenzase, existía desde el instante en que sus ojos se habían cruzado en la sala de espera de la agencia de contratación. Lo sucedido había sido más fuerte que todos sus esfuerzos por evitarlo y, maldita sea, no iba a desaparecer sólo porque Joe hubiese decidido que no era lo bastante valiente para enfrentarse a ello.
__________ pensaba que eran demasiado distintos para comprometerse en una relación sentimental, pero no había logrado ocultarle la tristeza que sentía desde la vuelta de Chicago. A pesar de su cambio de conducta de esa última semana, él sabía que no se equivocaba al creer que sus sentimientos hacia él no habían cambiado. Así que lo que debía hacer, decidió con fría y concisa lógica, era convencerla de que no eran tan distintos después de todo. Tenía que empezar desde el principio, recuperando la amistad que había surgido entre ellos durante las primeras alegres semanas de conocerse. Después, intentaría convencerla de que entre ellos podía existir más, mucho más que una amistad.
La dejaría tranquila el resto del fin de semana y él también se daría ese plazo para prepararse. El lunes empezaría su campaña. Estaba enamorado de ella, y no iba a darse por vencido sin hacer todo lo posible por convencerla de que podía hacerla feliz.
Fin cap. 9
—Qué tonto, David —dijo __________ con voz cantarina. Luego hizo una pausa y se rió de nuevo—. Está bien, está bien. No puedo soportar que te estés marchitando y muriendo de soledad. Iré contigo al concierto esta noche. Aunque sabes perfectamente que odio la música country. No me importa que me acuses de traicionar a Texas. Me sigue gustando el rock. ¿A las seis y media? Sí, estaré lista a esa hora. Pero te advierto que vas a tener que alimentarme bien para que no considere malgastado mi tiempo… ¡Ah! Eso suena bien. Nos vemos a las seis y media, hasta luego, David.
Joseph Jonas no había recurrido a la violencia física en toda su vida. Siempre la había considerado indigna de un hombre inteligente y civilizado. Así que, se dijo respirando hondo, no era posible que estuviese allí parado pensando en estrangular a una especie de ligón de playa alto y rubio al que sólo había visto una vez en el aeropuerto. Ni sentía fuertes tentaciones de colocar a una atractiva e irresistible pelirroja sobre sus rodillas y molerla a azotazos por atreverse a coquetear con el tipo en cuestión y, lo que era peor, a quedar con él dos semanas después de que hubiesen hecho el amor.
No, se repitió, dirigiéndose a su despacho. No recurriría a la violencia. La violencia no iba con su carácter. En lugar de eso, cerró la puerta de un portazo tan fuerte que parecieron temblar todas las ventanas de la casa.
Al otro lado del vestíbulo, ___________ pegó un brinco al oír el estruendo. Se llevó una mano al pecho para calmar el martilleo provocado por el sobresalto y se quedó mirando la puerta abierta. ¿Por qué demonios estaría Joe pegando portazos?, se preguntó asustada. Y de repente sus ojos se posaron en el teléfono que acababa de colgar.
¿Habría escuchado Joe su conversación con David?
¿Le habría importado de ser así?
Recordando la fuerza del portazo, se mordió el labio para ahogar la sonrisa decididamente felina que le afloró a la boca y volvió al informe que estaba pasando a máquina antes de hablar por teléfono.
Joe tamborileó furiosamente en el volante del Corvette. Estaba en la calle de ___________, cerca de su casa, aparcado en la oscuridad. Consultó su reloj fluorescente por centésima vez en la última hora.
Eran las doce de la noche. ¿Dónde demonios estaba ___________?
Aunque se lo preguntaba, no estaba seguro de querer conocer la respuesta. Le resultaba demasiado fácil imaginarla riendo y charlando con David. Y haciendo el amor. ¡Maldición!
Se revolvió lleno de desasosiego en el asiento mientras su cuerpo reaccionaba ante el recuerdo de ___________ en la cama la noche después de la fiesta. Podía verla tan claramente, sus ojos verdes brillando en la penumbra, su pelo derramándose caprichosamente sobre los desnudos hombros, su rostro tenso de deseo y la suave laxitud tras la satisfacción. Le pareció que el eco de sus gemidos de placer llenaban el terrible silencio del interior del Corvette.
Volvió a mirar la hora. Las doce y cuarto. Podía ser que no volviese a casa. Podía ser que se hubiese quedado a pasar la noche con ese…
Se puso rígido al ver venir un coche calle abajo. El coche se paró frente a la casa de ___________. Gracias a Dios estaba en casa.
Pero, ¿y si el tipo se quedaba?
Rechinando los dientes, Joe decidió darle a aquel estúpido un plazo de diez minutos para marcharse. De lo contrario, saldría del coche y…
¿Y qué? Mascullando una palabrota, se pasó una mano por el desordenado cabello y se preguntó a sí mismo qué pretendía hacer si ___________ invitaba al otro hombre a pasar la noche en su casa. Realmente no tenía ningún derecho sobre ella. Después de todo, él mismo había dejado bien claro que no tenía intención de repetir lo ocurrido en Chicago. No podía culparla por reanudar su vida social, ni esperar que pasase el viernes por la noche sola.
Pero le dolía. Le dolía profundamente, pensó frotándose el pecho como si el dolor fuese, de hecho, real.
Casi se calló de alivio al ver que la pareja de __________ no entraba en la casa. David se limitó a quedarse un momento en las escaleras y a darle un ligero beso amistoso en los labios. Luego, agitó la mano y se dirigió al coche. Joe cerró con fuerza los ojos. Cuando los abrió, el otro hombre se había marchado y __________ estaba a salvo en su casa. Sola.
Joe se recostó en el asiento. Estaba muy disgustado consigo mismo. Se preguntó si no estaría sufriendo con retraso la loca adolescencia que nunca había vivido en su juventud. Parecía un colegial enamorado y enfermo de celos espiando a su popular novia. No se gustaba nada esa noche.
De repente se dio cuenta de que había sido un imbécil y cerró el puño con furia. Un imbécil al darse por vencido tan fácilmente cuando había encontrado algo por lo que la mayoría de los hombres habrían dado gustosos la vida. Lo ocurrido entre ___________ y él no había sido fortuito. No se habían dejado llevar por una farsa, ni sus sentimientos eran irreales. Lo que habían compartido tenía una importancia vital, había sido explosivo, increíble, y existía antes de que la comedia comenzase, existía desde el instante en que sus ojos se habían cruzado en la sala de espera de la agencia de contratación. Lo sucedido había sido más fuerte que todos sus esfuerzos por evitarlo y, maldita sea, no iba a desaparecer sólo porque Joe hubiese decidido que no era lo bastante valiente para enfrentarse a ello.
__________ pensaba que eran demasiado distintos para comprometerse en una relación sentimental, pero no había logrado ocultarle la tristeza que sentía desde la vuelta de Chicago. A pesar de su cambio de conducta de esa última semana, él sabía que no se equivocaba al creer que sus sentimientos hacia él no habían cambiado. Así que lo que debía hacer, decidió con fría y concisa lógica, era convencerla de que no eran tan distintos después de todo. Tenía que empezar desde el principio, recuperando la amistad que había surgido entre ellos durante las primeras alegres semanas de conocerse. Después, intentaría convencerla de que entre ellos podía existir más, mucho más que una amistad.
La dejaría tranquila el resto del fin de semana y él también se daría ese plazo para prepararse. El lunes empezaría su campaña. Estaba enamorado de ella, y no iba a darse por vencido sin hacer todo lo posible por convencerla de que podía hacerla feliz.
Fin cap. 9
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
que capis ...... que capis
porfin joe va hacer valiente
jejeejejeje
siguiela porfa
chelis
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Awwwww mi vida que romantico!!! SIGUELA por favor!! te juro que esta novela es una de mis adicciones DIOS es como "me levanto y digo -tengo que encender mi laptop y ver si ya hay cap-" es ASOMBROSA en serio!!
PD: continua rapido!! =D
PD: continua rapido!! =D
magda_r_03
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Mataron los caps!
Al fin!
Ya me parecia que el boludo de Joe tenia que hacer algo
Digo boludo porque si esta enamorado y va a quedarse callado,es un boludo
Y la rayita tomo una buena decision al intentar seguir con o sin Joe
Paro va a tener que ser CON :D
Siguela!
Al fin!
Ya me parecia que el boludo de Joe tenia que hacer algo
Digo boludo porque si esta enamorado y va a quedarse callado,es un boludo
Y la rayita tomo una buena decision al intentar seguir con o sin Joe
Paro va a tener que ser CON :D
Siguela!
Lulajonatica
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
seeee
por fin joe va a luchar por la rayis!!
SIGUELA!!!
por fin joe va a luchar por la rayis!!
SIGUELA!!!
cynthia_jonas
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
HAY ME ENCANTA LA NOVE
QUE LINDO QUE QUIERA VOLVER A LA AMISTAD
QUE LINDO QUE QUIERA VOLVER A LA AMISTAD
#Fire Rouge..*
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Capítulo 10
—Buenos días, _________.
__________ levantó sorprendida la cabeza del cajón donde estaba guardando el bolso para empezar la jornada. No se esperaba un saludo tan alegre.
—Um… Buenos días, Joe.
Joe se acercó a la mesa, esbozando una amplia sonrisa.
—¿Has pasado un buen fin de semana? —preguntó.
—Ah, sí, gracias. ¿Y tú? —preguntó a su vez ___________ amablemente, aunque sin entender bien lo que estaba pasando.
Había visto a Joe por última vez el viernes por la tarde, y en esa ocasión él había estado de un humor de perros, lo que seguramente se debía a que había escuchado su conversación telefónica con David. ¿Qué estaría pasando?
—Yo también —contestó él—. Esos papeles que tienes en la mesa son apuntes para la sesión de Optium Forum de la semana que viene.
—Me pongo enseguida con ellos.
—Por cierto, le he echado antes un vistazo a tu agenda para ver lo que tengo que hacer esta semana, y he visto anotada una fiesta para el viernes a las siete. ¿Es un compromiso mío o tuyo?
Sintiendo aún ciertas sospechas ante su amistosa actitud, ____________ consultó la agenda.
—Mío —dijo finalmente—. Es otra fiesta de mis amigos.
—Mmm. ¿Tienes acompañante? —preguntó Joe, apoyándose en la mesa y observándola con mal disimulado interés.
A ___________ le sorprendió que le hiciera una pregunta tan personal, pero contestó con sinceridad:
—Bueno, no, no he planeado ir con nadie en especial.
—¿Me permites ser tu pareja? —propuso Joe con el rostro repentinamente iluminado.
___________ se quedó atónita. Llegó a preguntarse si no estaría todavía dormida, soñando que era lunes por la mañana y que estaba en su despacho hablando con un extraño que había tomado la apariencia externa de su jefe.
—¿Tú? —logró decir con un hilo de voz.
—Sí, yo. Me gustaría ir a la fiesta como tu pareja.
—Pero, Joe…
—Bueno. Pues todo arreglado. Y ahora será mejor que me ponga a trabajar. Tengo un montón de cosas que hacer para la semana que viene.
Cuando Joe se marchó, ___________ se dio cuenta de que estaba con la boca abierta de asombro. Apretó los dientes, sacudió la cabeza y se pellizcó el brazo con fuerza.
—Estoy despierta —masculló, viendo la señal roja que se había dejado en el brazo—. A lo mejor es Joe el que está sonámbulo.
¿De verdad le había pedido que quedasen el viernes por la noche? ¿Y para ir a otra fiesta con sus amigos? No era posible. Joe odiaba las fiestas. Además, sus amigos no le hacían demasiada gracia.
Y le había dicho claramente que sólo quería tener una relación profesional con ella a partir de entonces.
Seguramente había malinterpretado sus palabras.
—Ah, ____________. Se me olvidaba —dijo él asomando de repente la cabeza por la puerta.
—¿Qué, Joe?
—¿Va a ser otra reunión informal? Me gustaría ir correctamente vestido esta vez.
—Sí, va a ser muy informal. Pero Joe…
—Eso es todo lo que quería saber. Si tienes alguna duda sobre esos apuntes, dímelo. Estaré en la cantera.
Y se marchó todo sonriente.
____________ cerró la boca por segunda vez. Luego, se levantó para prepararse una taza de café.
—Café —balbuceó—. Necesito una taza de café.
Y bien fuerte.
Una vez en su despacho, Joe siguió sonriendo mientras se inclinaba sobre el ordenador. Le había gustado su actuación, decidió en un arranque de malicia. ____________ se había dedicado a confundirle la semana anterior con su cambio inesperado de comportamiento y de estado de ánimo. Se merecía beber un poco de su propia medicina.
La semana prometía ser interesante. Y bastante divertida.
—Joe, date prisa o llegarás tarde a la clase de hoy —le recordó a su jefe dos mañanas después. Estaba enfrascado en el diseño de un nuevo programa de ordenador, y __________ ya sabía lo difícil que era reclamar su atención cuando estaba tan absorbido en uno de sus proyectos. De modo que cogió su cartera para dársela y empujarlo si era necesario hacia la puerta.
Joe levantó los ojos de la pantalla con expresión impaciente, pero enseguida volvió a lo que estaba haciendo.
—Buenos días, _________.
__________ levantó sorprendida la cabeza del cajón donde estaba guardando el bolso para empezar la jornada. No se esperaba un saludo tan alegre.
—Um… Buenos días, Joe.
Joe se acercó a la mesa, esbozando una amplia sonrisa.
—¿Has pasado un buen fin de semana? —preguntó.
—Ah, sí, gracias. ¿Y tú? —preguntó a su vez ___________ amablemente, aunque sin entender bien lo que estaba pasando.
Había visto a Joe por última vez el viernes por la tarde, y en esa ocasión él había estado de un humor de perros, lo que seguramente se debía a que había escuchado su conversación telefónica con David. ¿Qué estaría pasando?
—Yo también —contestó él—. Esos papeles que tienes en la mesa son apuntes para la sesión de Optium Forum de la semana que viene.
—Me pongo enseguida con ellos.
—Por cierto, le he echado antes un vistazo a tu agenda para ver lo que tengo que hacer esta semana, y he visto anotada una fiesta para el viernes a las siete. ¿Es un compromiso mío o tuyo?
Sintiendo aún ciertas sospechas ante su amistosa actitud, ____________ consultó la agenda.
—Mío —dijo finalmente—. Es otra fiesta de mis amigos.
—Mmm. ¿Tienes acompañante? —preguntó Joe, apoyándose en la mesa y observándola con mal disimulado interés.
A ___________ le sorprendió que le hiciera una pregunta tan personal, pero contestó con sinceridad:
—Bueno, no, no he planeado ir con nadie en especial.
—¿Me permites ser tu pareja? —propuso Joe con el rostro repentinamente iluminado.
___________ se quedó atónita. Llegó a preguntarse si no estaría todavía dormida, soñando que era lunes por la mañana y que estaba en su despacho hablando con un extraño que había tomado la apariencia externa de su jefe.
—¿Tú? —logró decir con un hilo de voz.
—Sí, yo. Me gustaría ir a la fiesta como tu pareja.
—Pero, Joe…
—Bueno. Pues todo arreglado. Y ahora será mejor que me ponga a trabajar. Tengo un montón de cosas que hacer para la semana que viene.
Cuando Joe se marchó, ___________ se dio cuenta de que estaba con la boca abierta de asombro. Apretó los dientes, sacudió la cabeza y se pellizcó el brazo con fuerza.
—Estoy despierta —masculló, viendo la señal roja que se había dejado en el brazo—. A lo mejor es Joe el que está sonámbulo.
¿De verdad le había pedido que quedasen el viernes por la noche? ¿Y para ir a otra fiesta con sus amigos? No era posible. Joe odiaba las fiestas. Además, sus amigos no le hacían demasiada gracia.
Y le había dicho claramente que sólo quería tener una relación profesional con ella a partir de entonces.
Seguramente había malinterpretado sus palabras.
—Ah, ____________. Se me olvidaba —dijo él asomando de repente la cabeza por la puerta.
—¿Qué, Joe?
—¿Va a ser otra reunión informal? Me gustaría ir correctamente vestido esta vez.
—Sí, va a ser muy informal. Pero Joe…
—Eso es todo lo que quería saber. Si tienes alguna duda sobre esos apuntes, dímelo. Estaré en la cantera.
Y se marchó todo sonriente.
____________ cerró la boca por segunda vez. Luego, se levantó para prepararse una taza de café.
—Café —balbuceó—. Necesito una taza de café.
Y bien fuerte.
Una vez en su despacho, Joe siguió sonriendo mientras se inclinaba sobre el ordenador. Le había gustado su actuación, decidió en un arranque de malicia. ____________ se había dedicado a confundirle la semana anterior con su cambio inesperado de comportamiento y de estado de ánimo. Se merecía beber un poco de su propia medicina.
La semana prometía ser interesante. Y bastante divertida.
—Joe, date prisa o llegarás tarde a la clase de hoy —le recordó a su jefe dos mañanas después. Estaba enfrascado en el diseño de un nuevo programa de ordenador, y __________ ya sabía lo difícil que era reclamar su atención cuando estaba tan absorbido en uno de sus proyectos. De modo que cogió su cartera para dársela y empujarlo si era necesario hacia la puerta.
Joe levantó los ojos de la pantalla con expresión impaciente, pero enseguida volvió a lo que estaba haciendo.
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—Sí, vale. Sólo un momento —masculló.
____________ avanzó hacia él con pasos decididos y se paró a su lado.
—Joe, no tienes ni un minuto que perder. Tienes que irte ya. Puedes seguir con esto cuando vuelvas esta tarde.
—____________, sólo quiero… —empezó a decir con impaciencia, volviéndose hacia ella.
Se paró en seco al chocar su mirada con el amplio escote del suéter de ___________. No se había dado cuenta de que la tenía tan cerca.
___________ reparó en cómo la miraba y se movió inquieta.
—Joe, tienes que irte. Ya —dijo bruscamente, dándole la cartera.
Esperaba que él no notase su rubor. Llevaba dos días mirándola de una forma que le recordaba la expresión que tenían sus ojos cuando la vio entrar en el cuarto de baño que conectaba los dormitorios de ambos en la casa de sus abuelos. Y, cada vez que eso ocurría, a ___________ le temblaba todo el cuerpo.
Con el pensamiento en otra parte, Joe grabó lo que había estado haciendo y se decidió a marcharse.
—Está bien. Me voy.
Cogió la cartera que ella le tendía y le pasó suavemente un dedo por el escote del suéter. _____________ casi se quedó sin respiración.
—Bonito suéter —comentó él con la voz ligeramente ronca—. Volveré nada más acabar la clase.
Y se marchó.
____________ logró articular una respuesta coherente, pero le costó unos buenos cinco minutos convencer a sus piernas de que debían cumplir su cometido y llevarla sin contratiempos hasta el despacho.
Diez minutos después, casi había conseguido convencerse a sí misma de que no llevaba unos cuantos días poniéndose deliberadamente la ropa más favorecedora que tenía, cuidando por supuesto de que fuese apropiada para la oficina. De repente, se encontró pensando qué se pondría al día siguiente y se le vino a la imaginación una blusa de encaje que estaba segura de que dejaría a su jefe sin respiración.
Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, enterró el rostro entre las manos y exhaló un gemido mientras se decía que había perdido completamente la razón.
—Por cierto —se interrumpió Joe el jueves por la mañana a mitad de un dictado—. ¿Has hecho ya las reservas?
Confundida por el repentino cambio de tema, ___________ levantó la vista del cuaderno de notas y miró a Joe, que estaba sentado confortablemente en una silla junto a su mesa.
—¿Qué reservas? —preguntó.
—Para California. Necesitamos dos billetes de ida y vuelta y, por supuesto, reservar una suite en el hotel. Encontrarás el nombre y el número de teléfono del hotel en el fichero de Optium Forum.
—¿Significa eso que esperas que vaya contigo a California, Joe? —dijo ___________ sin comprender.
Era la primera referencia que hacía a que ella lo acompañase al viaje. Había dado por supuesto que él estaría fuera de la ciudad una semana o algo más y que ella se quedaría encargada de la oficina mientras tanto.
Joe frunció el ceño.
—Claro que espero que vengas. Eres mi secretaria. Todo el mundo lleva a una secretaria. Bueno, casi todo el mundo. Sybil siempre me ha acompañado.
—Pero, ¿qué tendría que hacer yo?
—Muchas cosas. Tomar notas durante las sesiones, pasarlas a máquina por la tarde para tenerlas listas en la sesión de la mañana siguiente, escribir los informes que necesite presentar en las sesiones, ocuparte de la correspondencia y de las llamadas que reciba como miembro del Forum, cuidar de que…
—Vale, ya me hago una idea —le interrumpió __________, apretando el lápiz con dedos nerviosos.
La idea de pasar una semana o más con Joe en California le hacía ilusión y la atemorizaba al mismo tiempo.
¿Serían capaces de estar juntos sin ceder de nuevo al deseo? ¿Caerían en la tentación de acostarse juntos y revivir la pasión que habían descubierto en Chicago? Y si hacían el amor de nuevo, ¿adoptaría Joe al volver a Dallas la misma actitud que la otra vez? No podría soportar que volviese a hacerle lo mismo.
Pero, ¿qué podía hacer? Era su secretaria. Acompañarlo en viajes de negocios formaba parte de su trabajo. No le quedaba otra alternativa que despedirse y dejar que Joe encontrase otra secretaria o ir con él. Y sabía que no quería, que no podía despedirse.
De modo que iría a California. Lo único que estaba en sus manos era hacer todo lo posible para mantenerse alejada de su cama mientras estuviesen allí.
Entonces se le ocurrió que quizás no fuese necesario tomar medidas para mantenerlo a raya. Podría ser que no hiciese el menor esfuerzo por seducirla. Se había olvidado de Petra. La atractiva y brillante Petra, si tenía algo de sentido común, haría todo lo posible por reanudar su relación con Joe, pensó sobriamente. No le cabía en la cabeza que una mujer rompiese deliberadamente con Joe después de haber tenido una relación íntima con él.
Levantó la barbilla con determinación. Estaba decidida a ir a California. E iba a hacer todo lo posible para mantenerlo fuera del alcance de su anterior amante. Petra no le convenía. Jamás podría hacerle feliz. No podía quedarse parada viendo cómo Joe se volvía un desgraciado al lado de una mujer que carecía de vista y sensibilidad para comprender que él tenía muchas más cualidades por las que ser amado que su mero coeficiente mental.
____________ avanzó hacia él con pasos decididos y se paró a su lado.
—Joe, no tienes ni un minuto que perder. Tienes que irte ya. Puedes seguir con esto cuando vuelvas esta tarde.
—____________, sólo quiero… —empezó a decir con impaciencia, volviéndose hacia ella.
Se paró en seco al chocar su mirada con el amplio escote del suéter de ___________. No se había dado cuenta de que la tenía tan cerca.
___________ reparó en cómo la miraba y se movió inquieta.
—Joe, tienes que irte. Ya —dijo bruscamente, dándole la cartera.
Esperaba que él no notase su rubor. Llevaba dos días mirándola de una forma que le recordaba la expresión que tenían sus ojos cuando la vio entrar en el cuarto de baño que conectaba los dormitorios de ambos en la casa de sus abuelos. Y, cada vez que eso ocurría, a ___________ le temblaba todo el cuerpo.
Con el pensamiento en otra parte, Joe grabó lo que había estado haciendo y se decidió a marcharse.
—Está bien. Me voy.
Cogió la cartera que ella le tendía y le pasó suavemente un dedo por el escote del suéter. _____________ casi se quedó sin respiración.
—Bonito suéter —comentó él con la voz ligeramente ronca—. Volveré nada más acabar la clase.
Y se marchó.
____________ logró articular una respuesta coherente, pero le costó unos buenos cinco minutos convencer a sus piernas de que debían cumplir su cometido y llevarla sin contratiempos hasta el despacho.
Diez minutos después, casi había conseguido convencerse a sí misma de que no llevaba unos cuantos días poniéndose deliberadamente la ropa más favorecedora que tenía, cuidando por supuesto de que fuese apropiada para la oficina. De repente, se encontró pensando qué se pondría al día siguiente y se le vino a la imaginación una blusa de encaje que estaba segura de que dejaría a su jefe sin respiración.
Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, enterró el rostro entre las manos y exhaló un gemido mientras se decía que había perdido completamente la razón.
—Por cierto —se interrumpió Joe el jueves por la mañana a mitad de un dictado—. ¿Has hecho ya las reservas?
Confundida por el repentino cambio de tema, ___________ levantó la vista del cuaderno de notas y miró a Joe, que estaba sentado confortablemente en una silla junto a su mesa.
—¿Qué reservas? —preguntó.
—Para California. Necesitamos dos billetes de ida y vuelta y, por supuesto, reservar una suite en el hotel. Encontrarás el nombre y el número de teléfono del hotel en el fichero de Optium Forum.
—¿Significa eso que esperas que vaya contigo a California, Joe? —dijo ___________ sin comprender.
Era la primera referencia que hacía a que ella lo acompañase al viaje. Había dado por supuesto que él estaría fuera de la ciudad una semana o algo más y que ella se quedaría encargada de la oficina mientras tanto.
Joe frunció el ceño.
—Claro que espero que vengas. Eres mi secretaria. Todo el mundo lleva a una secretaria. Bueno, casi todo el mundo. Sybil siempre me ha acompañado.
—Pero, ¿qué tendría que hacer yo?
—Muchas cosas. Tomar notas durante las sesiones, pasarlas a máquina por la tarde para tenerlas listas en la sesión de la mañana siguiente, escribir los informes que necesite presentar en las sesiones, ocuparte de la correspondencia y de las llamadas que reciba como miembro del Forum, cuidar de que…
—Vale, ya me hago una idea —le interrumpió __________, apretando el lápiz con dedos nerviosos.
La idea de pasar una semana o más con Joe en California le hacía ilusión y la atemorizaba al mismo tiempo.
¿Serían capaces de estar juntos sin ceder de nuevo al deseo? ¿Caerían en la tentación de acostarse juntos y revivir la pasión que habían descubierto en Chicago? Y si hacían el amor de nuevo, ¿adoptaría Joe al volver a Dallas la misma actitud que la otra vez? No podría soportar que volviese a hacerle lo mismo.
Pero, ¿qué podía hacer? Era su secretaria. Acompañarlo en viajes de negocios formaba parte de su trabajo. No le quedaba otra alternativa que despedirse y dejar que Joe encontrase otra secretaria o ir con él. Y sabía que no quería, que no podía despedirse.
De modo que iría a California. Lo único que estaba en sus manos era hacer todo lo posible para mantenerse alejada de su cama mientras estuviesen allí.
Entonces se le ocurrió que quizás no fuese necesario tomar medidas para mantenerlo a raya. Podría ser que no hiciese el menor esfuerzo por seducirla. Se había olvidado de Petra. La atractiva y brillante Petra, si tenía algo de sentido común, haría todo lo posible por reanudar su relación con Joe, pensó sobriamente. No le cabía en la cabeza que una mujer rompiese deliberadamente con Joe después de haber tenido una relación íntima con él.
Levantó la barbilla con determinación. Estaba decidida a ir a California. E iba a hacer todo lo posible para mantenerlo fuera del alcance de su anterior amante. Petra no le convenía. Jamás podría hacerle feliz. No podía quedarse parada viendo cómo Joe se volvía un desgraciado al lado de una mujer que carecía de vista y sensibilidad para comprender que él tenía muchas más cualidades por las que ser amado que su mero coeficiente mental.
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