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♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Chicas!
Voten por Joe!
Merece ganar!
http://www.aloschool.pe/face2face/face2face-see-no-more-joe-jonas-vs-next-2-you-justin-bieber.html
Voten por Joe!
Merece ganar!
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Lulajonatica
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
:bounce: siguela!!! :bounce:
porfa!!
queremos caps!!
porfavorsito!!
porfa!!
queremos caps!!
porfavorsito!!
cynthia_jonas
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Y cerró la puerta antes de que uno de los dos pudiese decir algo más.
Capítulo 11
_________ se paró con horror ante la puerta de la sala de conferencias de la universidad. Se sentía como si estuviese en la antesala del infierno. Llevaba un traje sencillo pero elegante, y unos zapatos de tacón alto que parecían haberse quedado pegados a la espesa alfombra de la entrada. Apretó la agenda de notas contra su pecho y permaneció allí inmóvil.
Joe se detuvo también sin comprender el motivo de su repentina inmovilidad.
—¡___________! Ésta es la sala de conferencias. Vamos a entrar.
—No estoy segura de poder —susurró __________ con la boca seca y sin despegar los ojos de la amenazadora y pesada puerta.
Joe sonrió y le rodeó la cintura.
—Vamos, hombre. ¿Qué piensas que vas a encontrar ahí dentro? —bromeó.
_________ se imaginó una sala llena de diablos disfrazados de académicos.
—Genios —dijo finalmente.
Joe se rió y la abrazó para reconfortarla.
—Genios con sus secretarias —la corrigió en tono guasón.
—Eso no ayuda —insistió _________.
—__________, son amigos míos y gente muy agradable. Estarán comiendo de tus encantadoras manos antes de una hora. Así que respira hondo, levanta la barbilla y vamos a trabajar, ¿de acuerdo?
—Pero, Joe, no sé tomar apuntes en latín —se quejó desconsolada.
Joe hizo un esfuerzo para no sonreír de nuevo.
—No tiene importancia —dijo con expresión grave—. Normalmente llevamos a cabo las sesiones en inglés. De todas formas, si vez que se me olvida y me paso a una de las lenguas clásicas, no tienes más que darme un codazo.
—Me estás tomando el pelo —dijo __________, frunciendo el ceño.
Joe la besó en la punta de la nariz.
—Estoy muy contento de que hayas venido.
Deshaciéndose ante sus palabras, _________ se dejó llevar al interior de la sala donde aguardaban los colegas de Joe.
Ya los había visto en la fotografía de la oficina, pero al natural volvieron a hacerle la misma gracia que entonces. Mientras Joe le presentaba a los demás miembros, que a su vez la presentaban a sus ayudantes, ____________ se dio cuenta de que, aunque correctos en sus formas, eran notablemente distintos a la mayoría de la gente que había conocido. Identificados como profesores, científicos, economistas o sociólogos, todos respiraban un aire de concentración en sí mismos, y la expresión de sus rostros parecía indicar que tenían la mente ocupada en asuntos más elevados, lo cual les dejaba poco tiempo para convenciones sociales. Había visto esa expresión en la cara de Joe anteriormente, se dijo. Sin embargo en él le había parecido mucho más atractiva.
Llevaban pantalones demasiado cortos, corbatas pasadas de moda, fundas de plástico de bolsillo con bolígrafos y rotuladores, gafas de concha sujetas con cinta adhesiva. Mientras les daba la mano y memorizaba los nombres, __________ iba tomando nota mentalmente de cada característica de los curiosos personajes con una indulgencia casi cariñosa que le calmó en gran parte los nervios.
De repente, Joe la cogió de la cintura con firmeza.
—___________ Littlefield, te presento a Petra Jantzen.
___________ había estudiado el aspecto de Petra en la fotografía del despacho más de una vez en la última semana para estar lista para ese encuentro. Se había preparado para conocer a una atractiva morena de expresión permanentemente seria y vestida de forma práctica. No había reparado en que Petra era, sencillamente, bastante guapa.
Tenía el pelo muy negro y lo llevaba atado con un estilo elegante pero severo. Su tipo de belleza era de una perfección clásica. Aunque un poco de maquillaje habría resaltado la armonía de sus facciones, su ausencia enfatizaba la cremosidad impecable del cutis. Llevaba unas gafas demasiado grandes que, sin embargo, resaltaban sus inteligentes ojos violeta. El sencillo vestido azul sólo podía sentarle tan bien a una mujer alta y delgada y, en definitiva, con tan buen tipo como Petra.
___________ se sintió desmoralizada.
—Mucho gusto en conocerte —murmuró Petra con voz clara y armoniosa.
Por un momento se fijó en el brazo de Joe rodeando la cintura de __________. Luego, lo miró.
—¿No ha venido Sybil contigo esta vez?
—No, Sybil ya no trabaja para mí. Va a casarse y a trasladarse a Hawai.
Aunque escuchaba con la mayor atención, ____________ sólo notó en el tono de Joe la misma cordialidad con la que había saludado al resto de sus colegas.
—Dale la enhorabuena de mi parte —dijo Petra con una leve sonrisa.
—Descuida. Gracias.
—Tenemos mucho que hacer hoy. Será mejor que empecemos —dijo un profesor calvo y delgado que Joe había identificado como el doctor Marcus Rosenzweig, presidente del Optium Forum.
Los doce miembros de la asociación y las ocho secretarias, se acomodaron obedientemente en torno a una gran mesa.
_________ se pasó el resto de la sesión tratando de tomar notas lo mejor que podía, aunque a veces le resultaba difícil entender lo que decían. Al mismo tiempo observaba con atención a Joe y al resto de los miembros. Le apreció obvio desde el principio que Joe se sentía completamente a sus anchas con el grupo y que disfrutaba con las discusiones que se planteaban.
Capítulo 11
_________ se paró con horror ante la puerta de la sala de conferencias de la universidad. Se sentía como si estuviese en la antesala del infierno. Llevaba un traje sencillo pero elegante, y unos zapatos de tacón alto que parecían haberse quedado pegados a la espesa alfombra de la entrada. Apretó la agenda de notas contra su pecho y permaneció allí inmóvil.
Joe se detuvo también sin comprender el motivo de su repentina inmovilidad.
—¡___________! Ésta es la sala de conferencias. Vamos a entrar.
—No estoy segura de poder —susurró __________ con la boca seca y sin despegar los ojos de la amenazadora y pesada puerta.
Joe sonrió y le rodeó la cintura.
—Vamos, hombre. ¿Qué piensas que vas a encontrar ahí dentro? —bromeó.
_________ se imaginó una sala llena de diablos disfrazados de académicos.
—Genios —dijo finalmente.
Joe se rió y la abrazó para reconfortarla.
—Genios con sus secretarias —la corrigió en tono guasón.
—Eso no ayuda —insistió _________.
—__________, son amigos míos y gente muy agradable. Estarán comiendo de tus encantadoras manos antes de una hora. Así que respira hondo, levanta la barbilla y vamos a trabajar, ¿de acuerdo?
—Pero, Joe, no sé tomar apuntes en latín —se quejó desconsolada.
Joe hizo un esfuerzo para no sonreír de nuevo.
—No tiene importancia —dijo con expresión grave—. Normalmente llevamos a cabo las sesiones en inglés. De todas formas, si vez que se me olvida y me paso a una de las lenguas clásicas, no tienes más que darme un codazo.
—Me estás tomando el pelo —dijo __________, frunciendo el ceño.
Joe la besó en la punta de la nariz.
—Estoy muy contento de que hayas venido.
Deshaciéndose ante sus palabras, _________ se dejó llevar al interior de la sala donde aguardaban los colegas de Joe.
Ya los había visto en la fotografía de la oficina, pero al natural volvieron a hacerle la misma gracia que entonces. Mientras Joe le presentaba a los demás miembros, que a su vez la presentaban a sus ayudantes, ____________ se dio cuenta de que, aunque correctos en sus formas, eran notablemente distintos a la mayoría de la gente que había conocido. Identificados como profesores, científicos, economistas o sociólogos, todos respiraban un aire de concentración en sí mismos, y la expresión de sus rostros parecía indicar que tenían la mente ocupada en asuntos más elevados, lo cual les dejaba poco tiempo para convenciones sociales. Había visto esa expresión en la cara de Joe anteriormente, se dijo. Sin embargo en él le había parecido mucho más atractiva.
Llevaban pantalones demasiado cortos, corbatas pasadas de moda, fundas de plástico de bolsillo con bolígrafos y rotuladores, gafas de concha sujetas con cinta adhesiva. Mientras les daba la mano y memorizaba los nombres, __________ iba tomando nota mentalmente de cada característica de los curiosos personajes con una indulgencia casi cariñosa que le calmó en gran parte los nervios.
De repente, Joe la cogió de la cintura con firmeza.
—___________ Littlefield, te presento a Petra Jantzen.
___________ había estudiado el aspecto de Petra en la fotografía del despacho más de una vez en la última semana para estar lista para ese encuentro. Se había preparado para conocer a una atractiva morena de expresión permanentemente seria y vestida de forma práctica. No había reparado en que Petra era, sencillamente, bastante guapa.
Tenía el pelo muy negro y lo llevaba atado con un estilo elegante pero severo. Su tipo de belleza era de una perfección clásica. Aunque un poco de maquillaje habría resaltado la armonía de sus facciones, su ausencia enfatizaba la cremosidad impecable del cutis. Llevaba unas gafas demasiado grandes que, sin embargo, resaltaban sus inteligentes ojos violeta. El sencillo vestido azul sólo podía sentarle tan bien a una mujer alta y delgada y, en definitiva, con tan buen tipo como Petra.
___________ se sintió desmoralizada.
—Mucho gusto en conocerte —murmuró Petra con voz clara y armoniosa.
Por un momento se fijó en el brazo de Joe rodeando la cintura de __________. Luego, lo miró.
—¿No ha venido Sybil contigo esta vez?
—No, Sybil ya no trabaja para mí. Va a casarse y a trasladarse a Hawai.
Aunque escuchaba con la mayor atención, ____________ sólo notó en el tono de Joe la misma cordialidad con la que había saludado al resto de sus colegas.
—Dale la enhorabuena de mi parte —dijo Petra con una leve sonrisa.
—Descuida. Gracias.
—Tenemos mucho que hacer hoy. Será mejor que empecemos —dijo un profesor calvo y delgado que Joe había identificado como el doctor Marcus Rosenzweig, presidente del Optium Forum.
Los doce miembros de la asociación y las ocho secretarias, se acomodaron obedientemente en torno a una gran mesa.
_________ se pasó el resto de la sesión tratando de tomar notas lo mejor que podía, aunque a veces le resultaba difícil entender lo que decían. Al mismo tiempo observaba con atención a Joe y al resto de los miembros. Le apreció obvio desde el principio que Joe se sentía completamente a sus anchas con el grupo y que disfrutaba con las discusiones que se planteaban.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Se le encogió el corazón al pensar que ella jamás podría ofrecerle el tipo de estímulo intelectual que allí recibía. ¿De verdad no le importaba eso?, se preguntó con tristeza.
El primer objetivo del grupo pareció consistir en ofrecer soluciones viables a problemas presentados por corporaciones e instituciones educativas de todo el país. Las discusiones eran vivas, a ratos acaloradas, siempre serias. Mandaron varias veces a las secretarias a buscar material de consulta a la biblioteca. Almorzaron unos sandwiches entre frase y frase.
No había lugar para bromas, pensó __________, frotándose el cuello disimuladamente. Las pocas veces que alguien hacía un comentario ligero, los demás esbozaban una amable sonrisa que se esfumaba casi inmediatamente para dejar paso de nuevo a una sobria expresión de concentración.
—Qué gente más aburrida, ¿verdad? —le dijo a _________ una fornida y mofletuda rubia cuando pararon para tomar un café durante la tarde.
Joe estaba con sus colegas en una esquina de la gran sala. Todos seguían enfrascados en los mismos temas que habían tratado recientemente en la sesión. Las secretarias se habían reunido en otra esquina para tomarse el café y estirar las piernas, lo que __________ agradeció. Necesitaba un descanso.
—Me preguntaba si sería la única que se había dado cuenta —le contestó a la rubia—. ¿No se pondrán a hablar de cosas más sencillas dentro de un rato, cuando estén cansados? —preguntó, esperanzada.
La otra secretaria se echó a reír y negó con la cabeza.
—Nunca se cansan, querida. Por cierto, me llamo Joan. Tú eres _________, ¿no?
—Sí. Tú trabajas para el doctor Michaelson, ¿verdad?
—Llevo once años con él —confirmó Joan alegremente—. Lo que sí puedo decir en favor del trabajo es que nunca resulta monótono. La verdad es que los genios no dan tiempo para aburrirse. Y me paga bien. ¿Cuánto llevas tú con el doctor Jonas? Tengo entendido que su hermana ha dejado el trabajo para casarse.
—Sí. No llevo mucho con él.
—Parece un hombre agradable.
—Sí que lo es.
La mujer pareció notar algo en el tono de voz de ____________, o quizás en la expresión de su rostro, porque la miró atentamente.
—No es fácil tener una relación sentimental con hombres como ellos, a veces resulta muy duro competir con un ordenador o un problema lógico.
__________ se quedó con la boca abierta ante la intuición de la otra mujer.
—Vamos, querida. Conozco los síntomas. Estás loca por él.
—Bueno, yo…
—No pensarás que llevo con Walter todos estos años por el dinero, ¿verdad?
___________ miró a Joan y luego al economista bajito y canoso que estaba hablando con Joe.
—¿Quieres decir que tú y el doctor Michaelson…?
—Llevamos viviendo juntos diez años y medio —confirmó Joan con una sonrisa—. Walter me pidió que me casara con él hace tres o cuatro años, pero hasta ahora no ha encontrado el momento para hacer algo al respecto. Estoy esperando a que se acuerde de que aún no nos hemos casado, pero puede que me vea obligada a poner yo una fecha y arrastrarlo en el momento justo a un juez de paz.
___________ trató inútilmente de contener la risa.
—Perdona —dijo.
—No te disculpes —contestó Joan, uniéndose a sus risas—. Hace mucho tiempo que acepté que vivir con Walter significaba renunciar a cualquier posibilidad de llevar una vida normal. Pero nunca me he arrepentido. Las pocas veces que puedo recabar toda su atención hacen que merezca la pena.
—¿Pero no te molesta que sea tan brillante, tan terriblemente inteligente?
—Al principio, sí —asintió Joan—. Tenía miedo de que se cansara de mí, de que perdiera interés en mis opiniones. Pero luego me di cuenta de que me necesitaba, de que necesitaba a alguien que no estuviese siempre poniéndolo a prueba y esperando algo de él, alguien que le dejase ser él mismo y relajarse. Son genios, es verdad, pero también son seres humanos.
__________ se dio cuenta de que eso era exactamente lo que ella había pensado al principio. Se preguntó en qué momento había dejado de criticar la actitud de la familia de Joe y empezado a tratarlo como ellos. ¿Por qué había permitido que sus inseguridades acerca de la relación de ambos la volviesen ciega respecto a las necesidades que había intuido en Joe desde el principio?
Se pasó el resto de la tarde observándolo, esta vez como a un hombre que disfrutaba de su trabajo, un hombre especial, inteligente, pero fundamentalmente humano. Y se dijo que, si él quería, ella tenía mucho que ofrecerle. Y parecía querer. ¿Pero cómo iba a decirle que deseaba que le diese otra oportunidad? ¿Sería mejor que sacase ella el tema, o debería esperar a que él comentase algo sobre sus relaciones?
Mordiéndose el labio inferior, trató de concentrarse en su trabajo, lo que no era fácil dadas las circunstancias.
La sesión terminó a las seis de la tarde. Con excepción de dos de los miembros, todos se alojaban en el mismo hotel que _________ y Joe debido a su proximidad a la universidad de Berkeley, que era donde el Optium Forum celebraba siempre las reuniones. Algunos mencionaron la posibilidad de quedar para cenar en el restaurante del hotel, pero Joe no se comprometió a que _________ y él fueran. Estaba más ensimismado de lo normal, todavía absorbido por una cuestión que habían dejado para el día siguiente al no encontrar una solución inmediata durante esa primera sesión. __________ se dio cuenta de que la atención de Joe estaría durante un buen rato ocupada en eso.
El primer objetivo del grupo pareció consistir en ofrecer soluciones viables a problemas presentados por corporaciones e instituciones educativas de todo el país. Las discusiones eran vivas, a ratos acaloradas, siempre serias. Mandaron varias veces a las secretarias a buscar material de consulta a la biblioteca. Almorzaron unos sandwiches entre frase y frase.
No había lugar para bromas, pensó __________, frotándose el cuello disimuladamente. Las pocas veces que alguien hacía un comentario ligero, los demás esbozaban una amable sonrisa que se esfumaba casi inmediatamente para dejar paso de nuevo a una sobria expresión de concentración.
—Qué gente más aburrida, ¿verdad? —le dijo a _________ una fornida y mofletuda rubia cuando pararon para tomar un café durante la tarde.
Joe estaba con sus colegas en una esquina de la gran sala. Todos seguían enfrascados en los mismos temas que habían tratado recientemente en la sesión. Las secretarias se habían reunido en otra esquina para tomarse el café y estirar las piernas, lo que __________ agradeció. Necesitaba un descanso.
—Me preguntaba si sería la única que se había dado cuenta —le contestó a la rubia—. ¿No se pondrán a hablar de cosas más sencillas dentro de un rato, cuando estén cansados? —preguntó, esperanzada.
La otra secretaria se echó a reír y negó con la cabeza.
—Nunca se cansan, querida. Por cierto, me llamo Joan. Tú eres _________, ¿no?
—Sí. Tú trabajas para el doctor Michaelson, ¿verdad?
—Llevo once años con él —confirmó Joan alegremente—. Lo que sí puedo decir en favor del trabajo es que nunca resulta monótono. La verdad es que los genios no dan tiempo para aburrirse. Y me paga bien. ¿Cuánto llevas tú con el doctor Jonas? Tengo entendido que su hermana ha dejado el trabajo para casarse.
—Sí. No llevo mucho con él.
—Parece un hombre agradable.
—Sí que lo es.
La mujer pareció notar algo en el tono de voz de ____________, o quizás en la expresión de su rostro, porque la miró atentamente.
—No es fácil tener una relación sentimental con hombres como ellos, a veces resulta muy duro competir con un ordenador o un problema lógico.
__________ se quedó con la boca abierta ante la intuición de la otra mujer.
—Vamos, querida. Conozco los síntomas. Estás loca por él.
—Bueno, yo…
—No pensarás que llevo con Walter todos estos años por el dinero, ¿verdad?
___________ miró a Joan y luego al economista bajito y canoso que estaba hablando con Joe.
—¿Quieres decir que tú y el doctor Michaelson…?
—Llevamos viviendo juntos diez años y medio —confirmó Joan con una sonrisa—. Walter me pidió que me casara con él hace tres o cuatro años, pero hasta ahora no ha encontrado el momento para hacer algo al respecto. Estoy esperando a que se acuerde de que aún no nos hemos casado, pero puede que me vea obligada a poner yo una fecha y arrastrarlo en el momento justo a un juez de paz.
___________ trató inútilmente de contener la risa.
—Perdona —dijo.
—No te disculpes —contestó Joan, uniéndose a sus risas—. Hace mucho tiempo que acepté que vivir con Walter significaba renunciar a cualquier posibilidad de llevar una vida normal. Pero nunca me he arrepentido. Las pocas veces que puedo recabar toda su atención hacen que merezca la pena.
—¿Pero no te molesta que sea tan brillante, tan terriblemente inteligente?
—Al principio, sí —asintió Joan—. Tenía miedo de que se cansara de mí, de que perdiera interés en mis opiniones. Pero luego me di cuenta de que me necesitaba, de que necesitaba a alguien que no estuviese siempre poniéndolo a prueba y esperando algo de él, alguien que le dejase ser él mismo y relajarse. Son genios, es verdad, pero también son seres humanos.
__________ se dio cuenta de que eso era exactamente lo que ella había pensado al principio. Se preguntó en qué momento había dejado de criticar la actitud de la familia de Joe y empezado a tratarlo como ellos. ¿Por qué había permitido que sus inseguridades acerca de la relación de ambos la volviesen ciega respecto a las necesidades que había intuido en Joe desde el principio?
Se pasó el resto de la tarde observándolo, esta vez como a un hombre que disfrutaba de su trabajo, un hombre especial, inteligente, pero fundamentalmente humano. Y se dijo que, si él quería, ella tenía mucho que ofrecerle. Y parecía querer. ¿Pero cómo iba a decirle que deseaba que le diese otra oportunidad? ¿Sería mejor que sacase ella el tema, o debería esperar a que él comentase algo sobre sus relaciones?
Mordiéndose el labio inferior, trató de concentrarse en su trabajo, lo que no era fácil dadas las circunstancias.
La sesión terminó a las seis de la tarde. Con excepción de dos de los miembros, todos se alojaban en el mismo hotel que _________ y Joe debido a su proximidad a la universidad de Berkeley, que era donde el Optium Forum celebraba siempre las reuniones. Algunos mencionaron la posibilidad de quedar para cenar en el restaurante del hotel, pero Joe no se comprometió a que _________ y él fueran. Estaba más ensimismado de lo normal, todavía absorbido por una cuestión que habían dejado para el día siguiente al no encontrar una solución inmediata durante esa primera sesión. __________ se dio cuenta de que la atención de Joe estaría durante un buen rato ocupada en eso.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
. _________ se dio cuenta de que la atención de Joe estaría durante un buen rato ocupada en eso. Sabía que probablemente tendría que recordarle que tenían que comer. Decidió que, si eso ocurría, pediría que les subieran la comida a la habitación.
—¿Qué sueles hacer después de las sesiones? —le preguntó una vez en la sala de estar de la suite.
Con el pensamiento en otra parte, Joe se quitó la corbata y se encogió de hombros.
—Normalmente estudio las notas que he tomado y diseñó propuestas para plantearlas en la siguiente sesión. Creo que tengo una idea para solucionar ese problema de distribución que nos ha traído de cabeza esta tarde, pero tengo que reflexionar para asegurarme de que no se me ha escapado ningún detalle.
__________ asintió y se resignó a pasarse trabajando el resto de la tarde. Luego, podría ver una película en la televisión del dormitorio. No parecía ser el momento apropiado para sacar el tema de sus relaciones.
—En cuanto me cambie, me pondré a pasarte a máquina las notas. ¿Qué hacemos con la comida? ¿Quieres que pida que nos la suban a la habitación?
—¿Mmm? —dijo él distraído—. Ah, la comida. Ya pediremos algo más tarde.
___________ pensó que, si tenía que esperar mucho más, se acabaría comiendo los muebles, pero decidió que podía esperar alrededor de una hora. Luego pediría que les subieran algo quisiese o no quisiese Joe.
—De acuerdo —contestó.
Joe se dirigió a su habitación donde lo esperaba su ordenador portátil.
—Pasa las notas a máquina lo más rápido que puedas —le ordenó por encima del hombro.
—Sí, señor —contestó __________, aunque sabía que ni siquiera la había oído.
Se dirigió a su habitación y se cambió de ropa, recordando con un suspiro las advertencias de Joan sobre lo difícil que era convivir con hombres como Joe y Walter. Luego se puso a trabajar.
Estaba a punto de terminar de pasar a máquina las notas, cuando Joe carraspeó para llamar su atención desde el umbral de la puerta.
—Ya casi he acabado, Joe. Un segundo y…
Dejó la frase a medias al levantar la cabeza de la máquina y encontrárselo en traje de baño, con una toalla enrollada al cuello.
—¿Te apetece darte un baño? —dijo Joe con una sonrisa.
—¿Un baño? —repitió ________, sorprendida—. Pero si no he terminado…
—Eso puede esperar. Te mereces un descanso. El hotel tiene piscina. Te has traído el traje de baño, ¿verdad?
—Sí.
—Pues póntelo y vamos allá. Te espero en la sala de estar —añadió, sonriendo de nuevo.
_________ apagó la máquina de escribir de un manotazo y lo saludó militarmente.
—Sí, señor. Estaré lista en un instante, señor.
—Así es como me gusta que obedezcas mis órdenes —dijo Elliott, saliendo del dormitorio.
Riéndose de la broma, __________ se puso el traje de baño verde esmeralda, una camiseta corta y unas sandalias. Se preguntaba cuándo aprendería a predecir las reacciones de Joe.
Era la hora de la cena y, para satisfacción de __________, la piscina estaba desierta. Joe se quitó la camisa y las zapatillas. ___________ se desvistió despacio. Se le había hecho un nudo en la garganta al verlo con el traje de baño. Se metió en la piscina por la parte en la que no cubría y estuvo un rato disfrutando del frescor del agua en la piel y mojándose la cara antes de meter la cabeza. Tras hacer unos cuantos largos, Joe emergió junto a ella.
—Estás maravillosa —le dijo.
—Lo que estoy es mojada —corrigió _________, ruborizándose un poco.
—Mmm. Me gustas mojada. Y me gusta tu traje de baño. Ven a nadar conmigo —le propuso, ofreciéndole la mano.
—Ejem, Joe —dijo ___________ con una mueca.
—Qué.
—No sé nadar.
—¿Cómo?
—Que no sé nadar —repitió ella a la defensiva—. Nunca me han enseñado.
—Me estás tomando el pelo —dijo Joe con una sonrisa de oreja a oreja.
—No entiendo por qué parece satisfacerte tanto —gruñó __________—. A no ser que estés planeando ahogarme.
—Simplemente me cuesta creer que la competente ____________ no sepa hacer algo. Algo que da la casualidad de que yo sé hacer muy bien.
—Sabes perfectamente que hay muchas cosas que no sé hacer. Y ésta es una de ellas. No sé nadar.
—Es la hora de la clase —dijo él con una sonrisa maliciosa.
—¿Cómo dices?
—Que es la hora de la clase —repitió él—. Sólo que esta vez soy yo el profesor. Y creo que va a gustarme.
___________ retrocedió al ver que avanzaba hacia ella.
—Me parece que no es una buena idea, Joe.
—¿Qué sueles hacer después de las sesiones? —le preguntó una vez en la sala de estar de la suite.
Con el pensamiento en otra parte, Joe se quitó la corbata y se encogió de hombros.
—Normalmente estudio las notas que he tomado y diseñó propuestas para plantearlas en la siguiente sesión. Creo que tengo una idea para solucionar ese problema de distribución que nos ha traído de cabeza esta tarde, pero tengo que reflexionar para asegurarme de que no se me ha escapado ningún detalle.
__________ asintió y se resignó a pasarse trabajando el resto de la tarde. Luego, podría ver una película en la televisión del dormitorio. No parecía ser el momento apropiado para sacar el tema de sus relaciones.
—En cuanto me cambie, me pondré a pasarte a máquina las notas. ¿Qué hacemos con la comida? ¿Quieres que pida que nos la suban a la habitación?
—¿Mmm? —dijo él distraído—. Ah, la comida. Ya pediremos algo más tarde.
___________ pensó que, si tenía que esperar mucho más, se acabaría comiendo los muebles, pero decidió que podía esperar alrededor de una hora. Luego pediría que les subieran algo quisiese o no quisiese Joe.
—De acuerdo —contestó.
Joe se dirigió a su habitación donde lo esperaba su ordenador portátil.
—Pasa las notas a máquina lo más rápido que puedas —le ordenó por encima del hombro.
—Sí, señor —contestó __________, aunque sabía que ni siquiera la había oído.
Se dirigió a su habitación y se cambió de ropa, recordando con un suspiro las advertencias de Joan sobre lo difícil que era convivir con hombres como Joe y Walter. Luego se puso a trabajar.
Estaba a punto de terminar de pasar a máquina las notas, cuando Joe carraspeó para llamar su atención desde el umbral de la puerta.
—Ya casi he acabado, Joe. Un segundo y…
Dejó la frase a medias al levantar la cabeza de la máquina y encontrárselo en traje de baño, con una toalla enrollada al cuello.
—¿Te apetece darte un baño? —dijo Joe con una sonrisa.
—¿Un baño? —repitió ________, sorprendida—. Pero si no he terminado…
—Eso puede esperar. Te mereces un descanso. El hotel tiene piscina. Te has traído el traje de baño, ¿verdad?
—Sí.
—Pues póntelo y vamos allá. Te espero en la sala de estar —añadió, sonriendo de nuevo.
_________ apagó la máquina de escribir de un manotazo y lo saludó militarmente.
—Sí, señor. Estaré lista en un instante, señor.
—Así es como me gusta que obedezcas mis órdenes —dijo Elliott, saliendo del dormitorio.
Riéndose de la broma, __________ se puso el traje de baño verde esmeralda, una camiseta corta y unas sandalias. Se preguntaba cuándo aprendería a predecir las reacciones de Joe.
Era la hora de la cena y, para satisfacción de __________, la piscina estaba desierta. Joe se quitó la camisa y las zapatillas. ___________ se desvistió despacio. Se le había hecho un nudo en la garganta al verlo con el traje de baño. Se metió en la piscina por la parte en la que no cubría y estuvo un rato disfrutando del frescor del agua en la piel y mojándose la cara antes de meter la cabeza. Tras hacer unos cuantos largos, Joe emergió junto a ella.
—Estás maravillosa —le dijo.
—Lo que estoy es mojada —corrigió _________, ruborizándose un poco.
—Mmm. Me gustas mojada. Y me gusta tu traje de baño. Ven a nadar conmigo —le propuso, ofreciéndole la mano.
—Ejem, Joe —dijo ___________ con una mueca.
—Qué.
—No sé nadar.
—¿Cómo?
—Que no sé nadar —repitió ella a la defensiva—. Nunca me han enseñado.
—Me estás tomando el pelo —dijo Joe con una sonrisa de oreja a oreja.
—No entiendo por qué parece satisfacerte tanto —gruñó __________—. A no ser que estés planeando ahogarme.
—Simplemente me cuesta creer que la competente ____________ no sepa hacer algo. Algo que da la casualidad de que yo sé hacer muy bien.
—Sabes perfectamente que hay muchas cosas que no sé hacer. Y ésta es una de ellas. No sé nadar.
—Es la hora de la clase —dijo él con una sonrisa maliciosa.
—¿Cómo dices?
—Que es la hora de la clase —repitió él—. Sólo que esta vez soy yo el profesor. Y creo que va a gustarme.
___________ retrocedió al ver que avanzaba hacia ella.
—Me parece que no es una buena idea, Joe.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—Ya. Eso es lo mismo que yo dije de las clases de conducir y bailar, ¿te acuerdas? Vamos, __________. ¿No quieres ser una persona normal? —le preguntó con guasa poniendo cara de sorpresa—. ¿No quieres que la gente sepa que eres tan independiente y capaz dentro del agua como en tierra firme? —añadió, agarrándola por la cintura y arrastrándola a aguas más profundas.
—Pretendes ahogarme, ¿verdad? —gritó _________.
Joe la besó en los húmedos labios.
—No, amor mío. No tengo intención de dejar que le ocurra nada a este precioso cuerpo. Y ahora, venga, déjame que te enseña a nadar. Es lo menos que puedo hacer después de todas las clases gratis que me has dado.
____________ no veía nada claro que fuese capaz de aprender a nadar cuando a duras penas podía mantenerse en pie en el agua, pero no pudo resistirse a su sonrisa.
—Está bien, Joe —dijo, levantando con firmeza la barbilla—. Enséñame a nadar.
—Ésta es mi __________ —murmuró Joe con aprobación.
Lo dijo en un tono tan íntimo que __________ casi resbaló. Pensó que definitivamente iba a ahogarse, pero en ese momento no le importaba en absoluto. No mientras Joe la estuviese mirando de esa forma.
Puede que ________ no fuese tan excelente alumna como Joe. O quizás el problema era que le resultaba muy difícil concentrarse teniéndolo tan cerca, casi desnudo, con la piel brillante del agua y recorriéndole el cuerpo con una mirada que le era imposible ignorar. Pero estuvo a punto de conseguir que los dos se ahogasen antes de lograr dar unas brazadas con éxito.
Al ver que nadaba, __________ empezó a gritar de júbilo, lo que hizo que se hundiese inmediatamente.
Riendo, Joe la sacó a la superficie.
—¿Estás bien? —le preguntó mientras ella escupía el agua que había tragado.
—¿Me has visto, Joe? —exclamó __________, agarrándose a él para no hundirse de nuevo—. ¡He nadado!
—Te he visto y lo has hecho fenomenal —le aseguró Joe—. Pero la próxima vez será mejor que nades hacia la parte en que no cubre. Te estabas yendo hacia la parte peligrosa.
__________ se puso seria repentinamente. Le rodeó el cuello con las manos y lo miró directamente a los ojos.
—Algo por el estilo me pasó el día en que entraste en la agencia de colocación —le dijo con bastante candor.
Joe la estrechó contra su cuerpo haciéndola comprobar que el hecho de que estuviesen en el agua no disminuía en absoluto el deseo que sentía por ella.
—___________ —murmuró, besándola.
Inconscientemente, ___________ le rodeó las caderas con las piernas y echó la cabeza hacia atrás para que él pudiese besarla mejor. Luego empezó a moverse con suavidad contra su miembro de forma instintiva.
Joe exhaló un gemido y la apretó aún más.
—Dios mío, cómo te deseo —murmuró sin despegar la boca de la suya.
—Lo sé —contestó _________ sin dejar de moverse.
La sujetó para que se estuviese quieta.
—Si sigues así, nos van a arrestar, porque te voy a hacer el amor aquí mismo —dijo.
—Yo también te deseo, Joe. ¿Te lo he dicho ya? —susurró ella, ignorando su advertencia—. Te deseo tanto —añadió, cerrando los ojos para saborear mejor sus caricias.
Joe murmuró algo incoherente y la besó con tal pasión que ___________ dejó de pensar para concentrarse por completo en el ardiente juego de sus bocas. El cuerpo le temblaba casi dolorosamente. Sentía un insoportable deseo de tenerlo en su interior, de cobijarlo en su cuerpo hasta hacerle olvidar que existía un mundo más allá de la frontera de su piel.
—__________ —masculló él, separando su boca de la suya—. Amor mío, tenemos que dejarlo.
__________ murmuró una protesta y buscó de nuevo su boca.
—Vamos a la suite —dijo él, respirando hondo.
__________ suspiró y abrió los ojos.
—¿Qué?
—A nuestra suite —repitió Joe, sonriendo levemente—. Una suite privada con llave en la puerta y camas.
Camas. Al oír la palabra mágica, __________ sacudió la cabeza.
—Vamos —contestó.
Joe la llevó hacia el bordillo, y ya iban a salir cuando se quedaron parados al ver a Petra al borde de la piscina, estudiándolos con aparente interés.
___________ se puso como un tomate de pensar lo que la otra mujer debía haber visto, pero Joe no pareció inmutarse.
—Hola, Petra. ¿Me estabas buscando?
—Marcus quiere hablar contigo —contestó Petra—. Me dirigía a mi habitación cuando os he visto.
—Gracias. Lo llamaré por teléfono desde la habitación —dijo Joe, saliendo de la piscina y enrollándose la toalla en la cintura inmediatamente.
—Pretendes ahogarme, ¿verdad? —gritó _________.
Joe la besó en los húmedos labios.
—No, amor mío. No tengo intención de dejar que le ocurra nada a este precioso cuerpo. Y ahora, venga, déjame que te enseña a nadar. Es lo menos que puedo hacer después de todas las clases gratis que me has dado.
____________ no veía nada claro que fuese capaz de aprender a nadar cuando a duras penas podía mantenerse en pie en el agua, pero no pudo resistirse a su sonrisa.
—Está bien, Joe —dijo, levantando con firmeza la barbilla—. Enséñame a nadar.
—Ésta es mi __________ —murmuró Joe con aprobación.
Lo dijo en un tono tan íntimo que __________ casi resbaló. Pensó que definitivamente iba a ahogarse, pero en ese momento no le importaba en absoluto. No mientras Joe la estuviese mirando de esa forma.
Puede que ________ no fuese tan excelente alumna como Joe. O quizás el problema era que le resultaba muy difícil concentrarse teniéndolo tan cerca, casi desnudo, con la piel brillante del agua y recorriéndole el cuerpo con una mirada que le era imposible ignorar. Pero estuvo a punto de conseguir que los dos se ahogasen antes de lograr dar unas brazadas con éxito.
Al ver que nadaba, __________ empezó a gritar de júbilo, lo que hizo que se hundiese inmediatamente.
Riendo, Joe la sacó a la superficie.
—¿Estás bien? —le preguntó mientras ella escupía el agua que había tragado.
—¿Me has visto, Joe? —exclamó __________, agarrándose a él para no hundirse de nuevo—. ¡He nadado!
—Te he visto y lo has hecho fenomenal —le aseguró Joe—. Pero la próxima vez será mejor que nades hacia la parte en que no cubre. Te estabas yendo hacia la parte peligrosa.
__________ se puso seria repentinamente. Le rodeó el cuello con las manos y lo miró directamente a los ojos.
—Algo por el estilo me pasó el día en que entraste en la agencia de colocación —le dijo con bastante candor.
Joe la estrechó contra su cuerpo haciéndola comprobar que el hecho de que estuviesen en el agua no disminuía en absoluto el deseo que sentía por ella.
—___________ —murmuró, besándola.
Inconscientemente, ___________ le rodeó las caderas con las piernas y echó la cabeza hacia atrás para que él pudiese besarla mejor. Luego empezó a moverse con suavidad contra su miembro de forma instintiva.
Joe exhaló un gemido y la apretó aún más.
—Dios mío, cómo te deseo —murmuró sin despegar la boca de la suya.
—Lo sé —contestó _________ sin dejar de moverse.
La sujetó para que se estuviese quieta.
—Si sigues así, nos van a arrestar, porque te voy a hacer el amor aquí mismo —dijo.
—Yo también te deseo, Joe. ¿Te lo he dicho ya? —susurró ella, ignorando su advertencia—. Te deseo tanto —añadió, cerrando los ojos para saborear mejor sus caricias.
Joe murmuró algo incoherente y la besó con tal pasión que ___________ dejó de pensar para concentrarse por completo en el ardiente juego de sus bocas. El cuerpo le temblaba casi dolorosamente. Sentía un insoportable deseo de tenerlo en su interior, de cobijarlo en su cuerpo hasta hacerle olvidar que existía un mundo más allá de la frontera de su piel.
—__________ —masculló él, separando su boca de la suya—. Amor mío, tenemos que dejarlo.
__________ murmuró una protesta y buscó de nuevo su boca.
—Vamos a la suite —dijo él, respirando hondo.
__________ suspiró y abrió los ojos.
—¿Qué?
—A nuestra suite —repitió Joe, sonriendo levemente—. Una suite privada con llave en la puerta y camas.
Camas. Al oír la palabra mágica, __________ sacudió la cabeza.
—Vamos —contestó.
Joe la llevó hacia el bordillo, y ya iban a salir cuando se quedaron parados al ver a Petra al borde de la piscina, estudiándolos con aparente interés.
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—Marcus quiere hablar contigo —contestó Petra—. Me dirigía a mi habitación cuando os he visto.
—Gracias. Lo llamaré por teléfono desde la habitación —dijo Joe, saliendo de la piscina y enrollándose la toalla en la cintura inmediatamente.
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